La Hermandad de Cristo

8/19/2019 La Hermandad de Cristo.

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Annotation

En las casas de Dios de la ABaviera alemana se suceden userie de crueles asesinatos. El agede la policía judicial, SteBukowski, y su ambiciosa coleLisa Herrmann, se enfrentan a

enigmático caso sin saber quepesadilla acaba de empezar.A su vcerca de Jerusalén el profesor Ra

descubre en unas excavaciones sarcófago de dos mil años antigüedad, con los restos de



caballero y una pieza de arcilla un misterioso grabado. El arqueólopronto advierte que edescubrimiento no solo pone peligro su vida sino que también een juego la propia paz mundial.

Vaticano envía inmediatamenteunos emisarios dispuestos a todono serán los únicos..



ULRICH HEFNER

La hermandad de Cristo

Traducción de

Francisca María Ferre Pérez



Editorial Bóveda



Título Original: Druderschaft ChristiTraductor: Ferre Pér

Francisca MaríaAutor: Hefner, Ulrich©2012, Editorial BóvedaColección: NovelaISBN: 9788415497165Generado con: QualityEb



v0.61



Dedicado a todas aquellas persoque poseen una fuerte creen



Que Cristo murió por nuest pecad

conforme a las Escritury que fue sepulta

y que resucitó al tercer dconforme a las Escritur

y que apareció a Ce

y después a los doDespués apareció a mde quinientos hermanos a la v

de los cuales muchos viven ay otros ya duermDespués apareció a Jaco



después a todos los apósto

CORINTI15,



Estimado/a lector/a:Me complace volver a invita

a una emocionante excursión dendel mundo de las novelas policiac

Según la opinión de

lectores y las recensiones de mobras, he conseguido entretener el «tercer nivel» de una for

divertida, a la vez que mantenienla intriga.

Con La Hermandad de Cri

quisiera seguir avanzando en edirección y volver a ofrecerlemejor de los suspenses, esta



acompañado de la arqueología yhistoria eclesiástica.

Allí donde se desdibuja horizonte entre la realidad y ficción, allí busco mis historPretendo sacar a mis lectores de

vida cotidiana y transportarlos terrorífico pero místico e inspiracosmos de la literatura policia

Leer es como ver una película cine pero con la imaginación, usserá su propio director y produc

En usted reside, además, el papellos actores. Una vez más, déjllevar por las aventuras de m



historias.Jerusalén, Roma, París y

idílica región de Königsee, al surAlemania, son los escenarios de uintrigante cacería tras el legado Cristo.

En Jerusalén, durante uexcavaciones en el valle del Cedrun equipo de arqueólogos halló

tumba secreta de un caballero de Cruzadas en cuyo sarcófago encontraba el misterio de Yeshua b

Joseph, al que todos conocemcomo Jesús de Nazaret, el hijo Dios y nuestro Salvador según



lectura eclesiástica. Pero, ¿qué esconde realmente detrás de ehombre que hace dos mil aderribó los pilares del Imperomano en Judea? Por edescubrimiento los arqueólo

pondrán en peligro sus vidas...Y hasta aquí no me gusta

desvelarles más...

Deambule por la Tierra Sasiguiendo las huellas de Jesucriaprenda más sobre las relacione

contextos que se dieron entonchace más de dos mil años, y déjllevar por esta intrigante historia



sólo existe para usted, estimlectora, estimado lector.

Cordiales saludos



PRÓLOGO

a Tierra Santa al final del díaEl fuego de los yacimientos

había extinguido. La oscuridad inclinaba sobre la polvorienta tieEn el monte de Gólgota regresabatranquilidad. La muchedumbre

había retirado, había desaparecentre la impenetrable confusión callejuelas y caminos entrelaza

de la ciudad cercana. Los soldaocupaban sus puestos y miraban recelo al cielo que se oscure



Allí, donde hacía unas horas espectadores se agolpaban pseguir el macabro espectácureinaba un sombrío vacío. Solo ay allá se podían vislumbrar algunas personas dispersas

seguían su camino, robándole umiradas a las tres cruces que levantaban en la cima del monte

Gólgota.Alrededor del monte, justo

lado de la guarnición, los legionar

habían montado sus tiendRefuerzos de las regiones cercaque Poncio Pilatos, el prefecto



Jerusalén, había mandado llampara mantener la seguridad.

El Nazareno había muecrucificado ante los ojos del puey no había sucedido nada. Cuandolegionario abrió su costado con

lanza, la sangre escapó a borbotonSangre roja y espesa. Y ningejército de ángeles armados

espadas bajó del cielo, no estaninguna tempestad y ningún dilubarrió la tierra. Solo poco antes

que el Nazareno exhalara por últivez, una nube negra oscureciócielo sumergiendo el monte



Gólgota en una mortecina luz. Peronube se disipó, desplazada porsuave viento.

Nadie se atrevería a oponersImperio. Nadie, ni siquiera autodenominado Dios de los judío

—Misión cumplida —suspPoncio Pilatos—. El pueblo mantula calma. Te preocupaste en vano.

Marco Aurelio, el comandade las Fuerzas de Protección, vasu copa de vino.

—Representó un gran pelipara nosotros cuando estaba en vcontestó Marco Aurelio—



seguirá siéndolo más allá de muerte. El Nazareno consigconvocar a su alrededor a una gmultitud. Y su muerte no cambinada. Venerarán su cuerpo transmitirán su palabra.

—A no ser que no tengan nque venerar —contestó PonPilatos.

—¿Qué quieres decir con eso —Se le va a negar a la ma

del Nazareno la entrega del cadá

de su hijo. No descansará en la tiede Jerusalén. Se descolgará decruz y se quemará, sus ceni



volarán con el viento. Son mórdenes.

Marco Aurelio miraba asombro al prefecto de Jerusalén.

—Los judíos nunca te perdonarán, es tradición...

—No me importa la tradicapostrofó Poncio Pilatos

comandante de la Legión—.

cenizas volarán con el viento todas las direcciones y pensamientos no perdurarán.

olvidarán, nada ni nadie hrecordar al Nazareno.Marco Aurelio fijó



preocupados ojos en Poncio Pilato —Tuviste miedo, e

gobernador romano con dos legioque te respaldan y sentiste mieMiedo de un único hombre quesiquiera se atrevió a luchar. P

Júpiter, aún se puede percibir miedo. Aunque aparendespreocupación aún tiemblas co

una niña. Lo veo, lo huelo. Por tolos dioses, se te ha metido el mihasta en los huesos...

—¡Cállate! —ordenó PonPilatos al comandante—. Se nota tantas batallas y matanzas te



afectado y enturbian tu mente. Cohombre de lucha nunca entenderápoder que posee la palabAcuérdate de cuando llegó a ciudad. Movilizó a miles de persoque lo alababan. Solo una señal su

hubiese bastado para que la ciuse bañase en sangre. Podría hasido nuestra sangre la que h

empapara el polvo. —Admiras a ese hombre, a

sencilla persona, hijo de

carpintero de Nazaret —replMarco Aurelio.Poncio Pilatos se posó en



diván. —Sí, era mucho más que

simple hombre, era una persespecial, una de las pocas quepueden encontrar bajo el reluciesol. Y tenía algo, algo que nosot

perdimos hace tiempo.Marco Aurelio se inclinó ha

el prefecto.

—Dime pues: ¿qué es lo quehacía destacar entre los demás? ¿Qposeía él que nosotros

pudiéramos tener? —Tenía una fe —contestó sequedad Poncio Pilatos.



*

Apartados del lugar de ejecución, al oeste de la ciudad, enbarrio de los peleteros y curtidorse habían reunido bajo la protecc

de los muros de adobe y el hedorlos talleres. Debían ser cautos,ciudad estaba plagada de esp

legionarios y todo tipo de gentque, por un par de asnos, venderhasta sus propios hijos.

Pero los legionarios y lacayos de las autoridades romaapenas se dejaban ver entre



tortuosas callejuelas del barrio los curtidores donde el heenvolvía todo, incluso de nocEstaban sentados alrededor de uhoguera. Dos hombres y una mucon la cabeza cubierta por

pañuelo gris. —A los esbirros romanos no

basta con matarlo —afirmó Cefas

el abrumador silencio—. Quieaniquilarlo y exterminar su cuerpola faz de la tierra. Pero no

permitiremos. No hay derecho. —Y, ¿qué quieres hacer pevitarlo Cefas? —preguntó Jonás.



Cefas miró a su alrededor. —Tenemos que empezar

actuar. No podemos dejarles cuerpo.

La mujer dio un fuerte alarido —Es mi hijo y no puedo dárs

a los romanos. Tiene que descanen la tierra, como dice nuetradición, hasta que su padre

llame.Jonás se levantó de golpe.

—Pero, ¿cómo? Los roma

están ocupando sus puestos. vigilan. Son numerosos, más nunca. Patrullan en cada esquina



la ciudad. Están armados hasta dientes. ¿No dijo Jesús que en edía no se debía derramar sangAún no ha llegado nuestra hora.

—Te equivocas —interrumCefas—. Nuestra hora sí ha llega

Todo está preparado. Tenemos qpartir, no hay tiempo que perder.

Magdalena entró en

habitación. Se sentó junto a Maechándole el brazo sobre hombros. Cefas se levantó, agarró

bastón y se dirigió hacia la puecon Jonás. —Nos vemos al final del día





tendremos que esconder un latiempo.

Magdalena se levantó. —Tened cuidado —respon

. Hoy no puede derramarse ni ugota más de sangre judía.

Cefas asintió antes abandonar la casa. Jonás le seguíacerca. Bajo su holgada vestime

escondía un hacha de guerra.*

Eran siete. Una pequeña mispara evitar llamar la atención. antorchas brillaban en la oscurid



El ladrido de los perros de la ciudvecina escalaba hasta el monte. lo demás, reinaba la calma. multitud se había retirado pdescansar. Algunos se marchapara olvidar. Otros, con los o

llorosos, pensaban sobre el pasado, el día en el que todas esperanzas se habían desvanecido

Se levantó viento. Un viecaliente del desierto que hizo temblas llamas de las antorchas. Entre

tenebrosa penumbra sacaron la cde la tierra y la dejaron caer al sueSe podía leer INRI en una ta



sobre la cabeza del cadáver. Blande color alabastro, aparecía cuerpo sin vida del rey de los judNo se esforzaron mucho al separacuerpo inerte de la cruz. Los clasangrientos seguían estacados en

madera.En una camilla lo transporta

hacia el valle, por la umbría

monte. De nuevo ladró un perro, pesta vez se escuchó mucho mcerca. Gotas de sudor corrían so

la frente de los legionarios. dirigente, un principal, les emitía órdenes en voz baja. Debían da



prisa.Escondidos en un gran

esperaban otros dos legionarios. carro tirado por burros estpreparado.

—Lo llevaremos al desie

bien adentro —anunció el principaUn legionario se inclinó so

el cuerpo descubierto.

—Se supone que era el Dioslos judíos —murmusilenciosamente a su acompañante

—¿Un dios que sangra? bromeó el interlocutor señalandomano sangrienta del cadáver



asomaba por fuera de la sábana. —¡Silencio! —advirtió

principal—. Nadie debe oírnTodavía nos queda un largo camiDebemos estar alerta.

El pequeño grupo avanz

hacia el norte. Por el polvoriecamino hacia Jabá solo poddesplazarse lentamente con el ca

Con recelo miraban a su alredepero nadie parecía haberse percatde su salida. No había ni un alma.

luna empezó a salir por el Suresteel despejado cielo. Apagaron antorchas. Solo los perros de



ciudad parecían intuir la presende la carne muerta. El ladrido de perros callejeros cada vez escuchaba más cercano. El princidesenvainó su espada, no le gustsentirla cerca de su p

Supuestamente era el Señor de udíos, descendiente de su D

Supuestamente tenía poderes

trascenderían su muerte. Se hablde milagros: ciegos que habrecuperado la vista, paralíticos

leprosos que el Nazareno hacurado, incluso muertos que habresucitado. De vez en cuando,



principal miraba al fajo que yasobre el carro. ¿Por qué comandante le habría elegprecisamente a él para esta misiHubiese preferido quedarse enciudad y participar en los juegos

dados del almacén bebiendo vino valle del Jordán. Un vino tipesado y afrutado de la región

Escitópolis que hacía olvifácilmente la lejanía de la ciunatal y el tiempo que aún qued

soportando la soledad en ecalurosa y polvorienta tierra. —¡Malditos animales!



maldijo uno de los legionarcuando el aullido de un perro resomuy cerca.

—Huelen la carne de un muecontestó un camarada—. Es

hambrientos y olfatean la presa.

—¿Entiendes por qué tenemque sacar el cuerpo de la ciudad?

—¡Silencio! —ordenó de nu

con voz ronca el principal¡Callaos de una vez!

Los legionarios enmudecier

Silenciosamente avanzaron juntocarro. Bajo la pálida luz de la luel paisaje transformaba sus rostr



El camino que empezaba a poblade bajos arbustos conducía haciapequeño cerro. El balido de ovejas irrumpió en el silencio. rebaño cruzaba el camino. principal emitió una señal a

hombres y estos obedecieron. —¡Dos hombres hacia delan

exigió rápidamente en voz baja.

Los dos legionarios junto burro se desplazaron hacia delasacaron sus espadas y temero

observaron su entorno. Tan lecomo podían llegar a divisar enpenumbra, solo distinguían las ove



que les bloqueaban el camino. repente, un silbido llenó el aAntes de que los legionarpudiesen reaccionar, una avalande piedras les golpeó. Un fuerte gretumbó en la noche. Uno de

legionarios se desplomó. Otro alcanzado por la cabeza y su espcayó al suelo.

—¡Una emboscada! —gritóprincipal—. ¡Luchad, romanluchad y salvad vuestras vidas!

Una nueva granizada de pieddiluviaba por el aire. Con un fuechasquido metálico uno de



pedazos golpeó la armadura torácdel principal. Si no se hubipodido apoyar en el carro tambiénhabría hincado en la tierra. repente, se alzó un fuerte y estridegrito. Por todos lados

aproximaron a ellos figuras envueen unos apretados atuendos. principal los miraba horroriza

Los asaltantes alzaban al aire porras y hachas, pronto abalanzaron sobre los romanos.

impresionante la superioridad fuerzas. A pesar de que se pudiver como un legionario intent



defenderse, por todos lados habíacamarada que sucumbía ante golpes. Gritos de muerte retumbaen la noche, agitadas respiracioasfixiadas se extinguían en un fuborboteo. En grupos de cuatro,

grupos de cinco, por todos ladosarrojaban los atacantes sobre principal. El primer golpe lo p

con su espada pero el segunimpacto que le propició un palcanzó su hombro. Se resistió

ataque con sus últimas fuerzas. Uvez más elevó su espada, justo ande que un hacha se hundi



profundamente entre sus omóplaUn atroz dolor recorrió todo cuerpo. A la vez sintió frío y calAlrededor se iban extinguiendo gritos y alaridos. La sangre moribundo fluía por la arena.

La batalla duró poco. Prontoderrumbó el último legionario herde muerte y el balido de las ove

emergió de nuevo sobre el clamorla batalla.

*

Cavaron un profundo hoyo entierra suelta y ahí arrojaron







El pastor levantó la mirada. —¡Responde si no quieres

te corte la lengua! —amenazócomandante.

—Estoy sentado aquí desde el sol salió por la montaña

murmuró el anciano. —¿Has visto a una tr

romana que ha pasado por e

camino? —prosiguió el jefe de caballeros.

El anciano negó con la cabez

—Solo las ovejas me acompañado desde esta mañana, he visto ningún romano. No, de



que me siento aquí para que pasmis animales.

—Te quiero creer —responel comandante bruscamente—. Saque si mientes te irá bastante mal.

El caballero golpeó con

espuelas a su caballo y el resto batallón le siguió. Las ovetemerosas se agolparon rápidame

a los lados mientras los cabalgalopaban a través del rebaño. perro ladró con fuerza pero en cua

el batallón desapareció por la colivolvió a tumbarse en la hierba a pies de su amo.



—Os tendría que hapreguntado a vosotras —musitóanciano dirigiéndose con una sona sus ovejas—. Le habríais contuna historia bien diferente. Pero sois más que ovejas, no más que u

bobas ovejas que balan.Monasterio de Ettal

Oberammergau, Baviera, Aleman

Más de dos mil años mtarde...

La pálida luz lunar sumergió

valle, al suroeste de Oberammergen una ilusoria luz plateada. Enaparente tranquilidad nocturna, a





muerte le sentenciaba, un hombre temía a la muerte, una muerte deque no tenía escapatoria.

El ladrido de un perro irrumen la oscuridad y retumbó por venerables muros. Su respiración

aceleró, su corazón palpitaba a tvelocidad cuando se vio forzaddetenerse en una oscura esquina d

capilla. Sus fuerzas se agotabMiró temeroso alrededor y afinó oídos en la tiniebla. Quien le segu

¿había desaparecido?El ladrido del perro enmudecHabía vuelto la calma. To



dormían, solo los dos farolilfrente al gran portón emitían atenuada luz. Inhaló profundamentlentamente recuperó la respiración

Cuando hace varias semanasreunió con aquel viejo hombre, ce

de Garmisch, no se hubiese podimaginar que pronto temería porvida. El anciano de vigilantes

cristalinos ojos azules revolotevivaz y, a veces, perspicazmenteun lado para otro; mostraba la g

fuerza y energía que aún residía encuerpo a pesar de su avanzada edSabía que se había implicado en



uego peligroso pero no llegabadiscernir la dimensión real peligro en el que se encontraba haberse llevado consigo los fragmentos.

A muy temprana edad ha

ofrecido su vida a Dios, cambióropa por los hábitos de mobenedictino. Durante mucho tiem

Dios y la fe en él constituyeron paesencial de su vida hasta que años en la Facultad Eclesiástica

Erlangen despertaron una insaciable en búsqueda de la verdla fe ya no le bastaba. Quería sab



conocer realidades que desarrollaron hace más de dos años en el otro extremo del munMuchos viajes le llevaron hasta ciudades en las que Jesús de Nazaactuó. Como misión de la Cu

buscó huellas, artefactos, respuesa todas sus preguntas. En cambio, hallazgos provocaron en él m

preguntas e intensificaron sus dudSabía que había pecado, hapecado frente a sus hermanos, fre

a la Iglesia, frente a Dios, Todopoderoso al que antes haservido fielmente. Pero Dios





Su respiración se hizo profunel corazón le latía tranquilamente un ritmo acompasado. Hatranscurrido casi media eternidYa no podía escuchar a perseguidores. Dio un paso ha

delante y acechó desde su escondEl ruido metálico le hizo retraeSe giró y en ese instante sintió co

si su cabeza explotara con cegador rayo de luz. Llegó a percel golpe sobre el frío suelo de pie

poco antes de que la oscuridadenvolviera.Cuando recuperó la conscien



le ardían en dolor las articulacionPoco a poco abrió los ojos. La luzla vela titilaba. Intentó concentrapero el dolor lo tenía atrapado. ninguna fe cerró los ojos. Todomundo se había vuelto contra él.



1ª PARTE. Oculto en evalle del cedrón

« Por mi vida, oráculo del SeñoYahveh,

que yo no me complazco en lamuerte del malvado, sino que en que el malvado se

convierta de su conducta y viva







romanos que databan de la época nacimiento de Cristo, bconservados gracias al suelo adobe. Justo debajo del antiguo mde la ciudad se iniciaron primeras excavaciones. El Instit

de Arqueología de la UniversidadBar-Ilan de Tel Aviv encargó etrabajo al profesor Chaim Raful y

experto americano en Historomana, el profesor Jonathan Hawde la Universidad de Princent

Junto a los estudiantes de Universidad de Bar-Ilparticipaban arqueólogos



científicos de todo el munSupuestamente los obreros toparsin saberlo, con los restos de uguarnición romana. Y ahora desentierran objetos de la época ccada hora. No obstante, el equ

tenía claro que debían excavar mprofundamente para sacar a la luztesoros del insondable olvido.

El sol quemaba con fuerzaciudad. La camisa de Tom se pega su piel empapada en sudor.

—¿A qué profundidad crees se encuentra la verdadconstrucción? —preguntó a su col







norte. Los primeros hallazgartilugios de cerámica y arcihabían sido datados por GAndreotti, experta en arqueometmediante la clasificación temporalrestos y mediciones cronológic

Procedían de la época del nacimiede Cristo. Los cálculos de Gquedaron posteriormente ratifica

por las comprobacioradiométricas llevadas a cabo enUniversidad de Tel Aviv. En camb

para los historiadores estos hallazno desvelaban aún ninguna sorpreEra evidente que una gran canti



de artilugios dormitaba en profundidades de la tierra, a espera de ser descubiertos.

Repicaron las campanas decercana iglesia de la MagdaleTom le dio un fuerte trago a

botella de agua y miró a alrededor. Dos mil años de histobajo sus pies y que aún no po

contemplar. Había dormido mal, podía apartar de su mente discusión con Yaara. Tom se ha

enamorado de la atractarqueóloga pero no sentía que amor fuese correspondido. Desde



riña de ayer, se hacía la esquiva. Tsolo hacía dos días que dormentrelazados en su tienda campaña.

—Estás pensativo —pronunel profesor Hawke, al que to

llamaban John, sacándolo de taciturnos pensamientos.

Tom levantó la mirada.

—Yo... Yo... —¿Es por Yaara? —¿Yaara? ¿Por qué Yaara?

Hawke sonrió. —Venga, es un secreto a grique hay algo entre vosotros





por aquí? —preguntó Hawcambiando de tema.

Tom señaló la zanja. —El fondo es frágil.

podemos entrar ahí hasta que paredes no estén encofradas. Mos

ha salido a pedir el material. —Creo que aquí se encontra

la cocina y el comedor —conjet

el profesor—. De esta excavachemos desenterrado muchas piede arcilla. ¡Si pudiésemos excavar

poco más profundo! —Creo que con un par de viy tablones podemos asegurar



excavación. Quizás tengamos rellenar primero los márgenes conpoco de tierra.

Hawke posó su mano sobrehombro de Tom.

—Entrad solo cuando es

completamente seguros de que paredes aguantarán. No podemarriesgarnos. Estoy convencido

que puedo confiar en mi ingeniePor seguridad te enviaré a Aaron.

Tom rechazó la propuesta.

—No es necesario, lo necesien la primera excavación. Aquí nos las arreglamos.



Tel Aviv, Universidad de Blan

En el pequeño seminario deUniversidad de Bar-Ilan de Aviv, el profesor Chaim Rapresentaba con orgullo a una pequ

comisión de periodistas extranjelas piezas halladas en excavaciones bajo el monte

Templo, limpias y parcialmereconstruidas.

Restos de jarras de cerám

espadas con empuñadura de anillolos legionarios romanos en bestado de conservación, var





diario, así como joyas de las mujeromanas, partimos del hecho de estamos ante el hallazgo de enclavamiento romano, mejor dicuna guarnición. Como allí tambvivían féminas romanas y solo

oficiales de mayor rango teníanprivilegio de estar acompañados sus familias en la zona de ocupaci

suponemos que dentro de guarnición romana también exisviviendas. Esperamos con g

expectación el progreso de nuestrabajo. —¿Cuántos años tienen



descubrimientos? —inquirió uperiodista con el logotipo de APsu chaqueta.

Chaim Raful carraspeó. —Según la datación de nuest

expertos, estamos ante hallazgos

siglo del nacimiento de Cristo. más antiguo tiene unos tres quinientos años pero la mayoría

objetos, especialmente los msuperficiales, tienen unos dos años.

—Hemos conocido hallazmucho más antiguos —afirmó periodista inglés—. ¿Qué hace



estas excavaciones sean especiales? En Israel cada mesdesentierra un lugar distinto.

Chaim Raful sonrió. —Tiene razón, señor.

cambio, estas piezas indican

hemos hallado un asentamieromano ocupado por legionarcuando Yeshua murió en la cruz.

posible que allí vivieran incluso soldados responsables de la debcrucifixión.

—Se refiere a Jesucristo protestó el inglés. —Me refiero al hijo



carpintero de Nazaret —replChaim Raful—. Se le han dmuchos nombres, algunos hastallaman el Salvador del mundo. deseo prometer mucho, ni levangrandes expectativas, pero es

excavaciones pueden contribuir a tengamos una nueva visión de aqueépoca. Incluso una nueva imagen

mismo Yeshua.Un halo de suspiros atravesó

audiencia de periodistas.

—Ahora, céntrense en esobjetos —demandó Chaim Rafulos presentes—. Deben ser nue



principal preocupación y no modesta existencia.

El decano Joshua Ben Yerefe del Departamento

Arqueología de la Universidad Bar-Ilan estaba de pie junto

profesor Raful. —No saque tanto a relu

Chaim —susurró con disimulo—.

están concedidos los fondos ptodos los trabajos de excavación. necesitamos más publicidad.

Chaim sonrió. —No nos dañará ser un pococentro de atención de los med



Los dos sabemos que el Ministepuede cambiar rápidamente opinión.

Los periodistas iluminaron sus cámaras las piezas exposición. La joven de la agen

AP se giró de nuevo y inquisidores ojos miró a ChRaful.

—No hablaba en se¿verdad?

El profesor volvió a carraspe

—Nunca podemos saber en aventura nos hemos embarccuando escarbamos en la tierra y,



ende, en nuestra historia. Ptenemos algunos ligeros indiciosque podremos añadir un par aspectos nuevos a la historia Yeshua.

La mujer sonrió

escepticismo. —¿Qué indicios son? En

mesa podemos observar artícu

comunes de los que se encuentcasi en cualquier excavación. Al y al cabo el Imperio romano

extendió por casi medio mundo.El profesor Chaim introdujomano en el bolsillo de su chaqueta





—Fue el hallazgo número tcontinuó el profesor—. Según

primeros análisis tiene casi dos años. La crucifixión de Cristo tuque ser un hecho tan espectacular los artistas romanos quisie

plasmarlo para la posteridad. —¿Un artista romano? —Romano con seguridad

contestó el profesor señalandorepresentación de la figura sobrecruz de Cristo.

—¿Y quién está sobre la cr preguntó la periodista. —Dios —respondió



sequedad el profesor—. Por sabemos que tuvo que ser romaLos judíos tenían prohibido crear uimagen de Dios.

—Entonces, ¿se puede deduque se podrá averiguar más sobre

muerte de Cristo? —Puede ser que ha

encontremos indicios sobre

ubicación del cadáver —pronunel profesor bajando la voz.

—Yo creía que la iglesia

Santo Sepulcro... —Olvide todo lo que haya leo escuchado hasta el momento



expresó Chaim Raful en un tono se. En aquella época Jesús fue

revolucionario, un enemigo de autoridades. No creerá que a romanos les bastó con matarlo, ¿pasaría con su tumba?

La joven se encogió hombros.

—Se hubiese convertido en

símbolo de la resistencia —explRaful—. Eso no se lo podpermitir los romanos. Se juga

demasiado. Existen indicios de sacaron de la ciudad el cuerpo Cristo.



—¿Quiere decir que Jesús fue enterrado en el monte Gólgota?

El profesor torció el gesto. —Ya veremos lo que n

revelan los yacimientos. Denos

poco de tiempo. —Pero ahora no me pu

despachar así —obj

enérgicamente la periodistaPrimero me enseña una fotodespués me pide que tenga pacien

—Todo a su debido tiempo exhortó Chaim Raful—. Examine intensidad nuestros hallazgos, s



esto ya merece la pena.La mujer deseaba replicar a

más cuando el profesor se giróabandonó apresuradamente seminario.

Jerusalén, yacimientos en

carretera de Jericó —Con esto nos ha hecho

flaco favor —manifestó con enf

Jonathan Hawke—. No solo noatiene a lo acordado, sino además comenta sus dudosas teor

y los periodistas lo enguencantados. Es una insoleninfundada. No tiene ni idea de



consecuencias de sus actos. Dende poco todo esto estará lleno buscadores de tesoros. Podría...

—Solo ha intentado darnospoco de publicidad —interrumAaron Schilling—. El Gobierno

prometido nuevos fondos peroseguimos a este ritmo con hallazgos y nuestro campo se amp

entonces no habrá suficiente confinanciación recibida.

Hawke golpeó con el puño en

inestable mesa de camping. —No tendría que haber diesto —replicó.



«¿Enterraron realmente a Jeen la falda del monte del Temploversaba el titular de la primpágina del Haaretz en su edicióntarde. La periodista informaba solos yacimientos en la carretera

Jericó y el sensaciodescubrimiento de un plato de paromano que representaba la esc

de la crucifixión. Se citaron comentarios del profesor ChRaful sobre la tumba de Jesús y

dibujante elaboró una imagen plato que se exhibía junto al artícu —Al menos la periodista



tenido buena memoria —afirmó TStein después de observar el dibuj

—Faltan un par de detalles contestó Moshav.

Después de la cena conjuntahabían reunido en la tienda

Jonathan Hawke quien hadescubierto el titular en el periódde la tarde. Estaban presentes to

los responsables de excavaciones: el profesor Hawdirector del yacimiento; Aa

Schilling, director técnico; el docJean Marie Colombare, especialde la técnica de medición



informático; la doctora GAndreotti, experta en datación;doctor Moshav Livney, estudioso pasado romano de Israel; la doctYaara Shoam, su ámbito era traducción de textos antiguos; y T

Stein, el arqueólogo e ingeniero cque actuaba casi como ayudatécnico de Aaron Schilling.

El profesor Hawke convapresuradamente la reunión. Enpequeño campamento creado con

tiendas bajo el monte del Temprevalecía una agitada actividHawke ordenó que se instala



faros para poder iluminar yacimientos por la noche.

—Tenemos que repartirnos guardias —pronunció—. Ademalrededor del recinto se levantuna valla protectora. Tenemos q

estar preparados para todo. —Estamos en Jerusalén y no

medio de Nueva York —prote

Yaara—. No creo que tengamningún problema.

—¿Cómo puedes estar

segura? —preguntó Tom. —Nuestro pueblo ha aprendlos valores de la disciplina



obligación —argumentó YaaraDesde hace años vivimos en una irodeados de enemigos. En 19671973, así como a lo largo de tolas décadas, intentaexterminarnos. Al norte estal

todos los días misiles de Hisbopero seguimos existienSobrevivimos porque nos sentim

obligados ante la tradición de nuesPadre y permanecemos unidos.

—¡Ya! Y tú quieres decir q

con eso es suficiente —refutó T. ¿No necesitamos ninguna vporque sois las mejores personas



mundo y porque en nuestra sociesolo existe codicia y ansia de riquy poder?

—Precisamente un alemán debe decirnos eso —conteenfadada Yaara.

Tom, confuso, bajó la miradasuelo.

—Señoras y señores, este no

el momento de discutir sobre la vintervino Jean con voz calmada

—John tiene razón. Tenem

que estar preparados ante posibaventureros y buscadores de tesoque intenten llevarse algo. Tenem



que estar protegidos ante cualquevento.

De repente, escucharon ufuertes gritos que procedían exterior. Todos se levantaron de salto y se apresuraron en salir. Ar

el responsable de los becarios, enprecipitadamente en la tienda.

—¡Venid deprisa! —gritó

Dos intrusos, los hemos pillcuando querían entrar en excavación cuatro. Creo que uno m

se ha caído dentro. —Tom y Moshav corrieronla dirección indicada. La excavac



número cuatro se encontraba juntla carretera. La menguante liluminaba tímidamente el inicio dnoche. Los faros irradiaban cercano muro de la ciudad. Ahacía una temperatura de 25 grad

en el verano no llegaba a refresde verdad por la noche. campamento de tiendas qued

atrás. Un grupo de estudiantestrabajadores que colaboraba en excavaciones rodeaba el foso. Tom

Moshav llegaron inmediatamente. —Rápido, se ha caído —guno del grupo.



Tenían atrapados a individuos. Por la estatura se podeducir que eran niños, adolescenquizás.

Tom entró en el margen deprofunda excavación. De uno de

estudiantes circundantes agarró linterna y alumbró hacia la osczanja. En el fondo yacía el cue

inerte de un joven. —Voy a bajar —afir

decididamente—. ¡Rápido, u

cuerda y llamad a la ambulancia!Apresuradamente le tiraron cuerda que se ató por la cintura.



—Ten cuidado, las paredes no están aseguradas —pronunMoshav dándole una palmada enhombro.

Tom lo miró a la cara. —Ya lo sé —aseguró.

Puso el pie en la pescolumna de madera que habcolocado por la mañana. Moshav

el primero que sujetaba la cuerdaseguridad.

—Amarrad el extremo en

árbol de ahí atrás —le gritó a estudiantes.Cuando la cuerda estaba ten



Tom comenzó a descender porexcavación de casi tres metros profundidad. Poco a poco Mosiba soltando cuerda.

—¿Vas bien? —gritó haciafoso.

—Un poco más deprisa respondió Tom.

Finalmente llegó al suelo.

inclinó hacia el herido. Con linterna que se había metido enbolsillo del pantalón alumbró

oven. No debía tener más de daños. Sus ojos estaban cerrados pel pecho se elevaba y descendía.



—¡Vive! —exclamó miranhacia arriba y prosiguió con chequeo superficial. Cuando palpópierna del herido percibió fractura.

—Se ha roto una pierna —g

. Tenemos que subirlo.En su interior maldecía que

mañana no hubiesen colocado

polea como estaba previsto. Perohabía mandado a Aaron a la ciudcon el camión para recoger

barras de madera y el material construcción. —No tenemos ninguna cam



contestó uno de los trabajadoresTom siguió maldiciendo. C

cuidado levantó al joven. Un suspsalió de los labios del herido qcolgaba dormido entre los brazosTom.

—Tirad con cuidado —ordenLa cuerda se tensó. Sintió

tracción en sus caderas. Pero, ¿có

iba a apoyarse en las paredes?Con el brazo izquierdo abr

el cuerpo del niño. Cuando perdió

contacto con el suelo, se apoyó la mano derecha en la parDespacio pero seguro se desplaz





lado de las piernas de Yaara. Puver sus asustados ojos.

—El yacimiento podría habederrumbado —exclamó preocup

. ¿Estás herido? —¿Cómo está el chico?

preguntó casi sin poder articupalabra.

—El personal sanitario ya e

aquí —contestó Yaara inclinándohacia él.

Cariñosamente acarició la c

del exhausto Tom con su pañuelo. —Está bien, ha recobradoconocimiento —anunció Mos



quien se aproximó inadvertidame. Los otros dos chicos es

temblando de miedo. Querdivertirse y buscar secretamealgunos artilugios, pero parece se les torció el plan.

—¿Entiendes ahora tengamos que asegurar el recinto?se dirigió Tom a Yaara.

Asintió con la cabeza mientle secaba el sudor de la frente.



2

oma, la santa ciudad El cardenal Giuliano Borgh

colocó el periódico doblado sobre

escritorio macizo de caoba y conmano rascó su birrete escarlata. Cuna mirada inquisidora le coment

sus impresiones al hombre estaba sentado al otro lado demesa.

—El profesor Raful ya publsus teorías hace tres años en urevista de arqueología —expl





Iglesia ya ha sobrevivido otataques mayores. ¿Qué va a pohacer un hombre solo? HermGiuliano, hay tantas historiasconspiraciones en circulación queno importaría una más o men

Masones, sociedades secretaTodos estos mitos y leyendas han apareciendo y desapareciendo a

largo de los siglos pero no conseguido derrumbar a nuestra samadre Iglesia.

—Independientemente de edebemos ser precavidos —objetócardenal Borghese—. Tenemos q



dirigir ahora toda nuestra atencióJerusalén, a todo lo que se aconteen el monte del Templo. Tenemque ser los primeros en enterarnasí podremos reaccionar a tiempcon contundencia.

Pater Leonardo se levantó ydirigió hacia la ventana. Fubrillaba el cielo de mediodía. M

hacia el exterior y, pensatiobservó el escudo del Vaticano qdecoraba el césped bien cortado

parque frente al Palacio Gobierno. —Debo admitir que sie



simpatía hacia esta idea —pronunPater Leonardo—. Le recomendal cardenal prefecto que envíe espía secreto a Jerusalén.

—Estaría bien que pudiésemparticipar en las excavaciones

sugirió el cardenal Borghese—. este modo, nuestro enviado no perdería ningún detalle y podríam

introducir las medidas necesarcon tiempo suficiente en cnecesario.

El padre sonrió. —Y, ¿en qué medidas epensando cardenal Borghese?





decisión el prefecto?El cardenal Borghese negó

la cabeza. —Solo perderíamos tiem

Falta toda una semana para queprefecto esté de vuelta en Roma y

me parece una buena idea informapor teléfono. Como miembro Consejo considero una impera

necesidad que podamos introdulas medidas necesarias a tiempo. favor, Pater, póngase en contacto c

su hombre y acuerde una cita conlo antes posible.Pater Leonardo reflexionó



un momento. Finalmente asintió ydirigió al teléfono. Pausadamemarcó el número mientras cardenal Borghese golpeimpacientemente con los dedos sola mesa. La conversación fue bre

Después de que colgara, el cardemiró con inquietud a Pater Leonar

—Y, ¿ha conseguido algo?

preguntó vehementemente. —Usted me apoya en e

asunto y supongo que también acat

las órdenes del prefecto —cuestioPater Leonardo ardorosamente.El cardenal Borghese



levantó. Era una imponeaparición. Con casi sus dos metde altura y sus ciento treinta kilospeso parecía como una roca entreoleaje.

—No me hubiese dirigido

usted si no me tomara en serio ecuestión —respondió con frialdad

El padre asintió con la cabez

—En una hora parto haciaaeropuerto.

—¿Han quedado en Jerusalén

—No es una buena idea. persona de contacto me espera París —respondió el padre—. S



dedicamos a la cuestión demasiatención haremos que se conviertaun asunto verdaderameimportante. Y eso es precisamenteque tenemos que evitar. No creo qdebamos tomar posiciones en cua

a las teorías de Raful y yacimientos. Encontraremos de omodo la forma de proteger nuest

intereses. —Confío en que su influen

sea realmente suficiente —suspiró

cardenal. —Puede confiar en ello replicó Pater Leonardo de Michel



Jerusalén, yacimientos en carretera de Jericó

El resto de la noche transcurcon tranquilidad. Los tres intrusóvenes de la zona, sintie

curiosidad por las excavaciones.

chico que se había caído, de tan sonce años de edad, se llamaba Jay dentro de lo malo había ten

suerte. Además de una fractura enpierna y un golpe en la cabeza, stenía que soportar un par

dolorosas contusiones que revestían gravedad alguna. —Podría estar muerto



pronunció Gina mientras le acerca Tom un cuenco de tornillos.

Alrededor del recinto, trabajadores levantaban postes madera para poder proteger espacio con una valla. Aaron ha

conseguido aquella misma mañque dispusieran de matesuficiente. La agitación de la no

anterior aún se podía leer en la cde los miembros del equipo arqueólogos.

—Pero no está muerto contestó Tom—. No tenemos qestar imaginándonos siempre todo



que podría haber pasado. Se ha runa pierna y tendrá que eingresado unos días. Tiene dolode cabeza, puede que le ayudenpensar un poco en la tontería quehecho.

El profesor Hawke se acercóyacimiento en compañía de un ofide policía.

—Maldito sea y encima ahesto —maldijo Tom mientapretaba las tuercas de la polea

Ahora perderemos más tiempo, gustaría acabar con el encofrado enoche, antes de que empiece a llov



Gina miró al brillante ciazul.

—¡Lluvia! No estaría mal.Aunque todavía faltaba basta

para mediodía, las temperaturashabían alcanzado los treinta grado

—Hola Tom y Gina —saluJonathan Hawke y señaló haciaacompañante—. Es el teniente Ha

de la Comandancia de la PoliLocal. Está encargado del caso ayer y le gustaría hacerte var

preguntas Tom.Tom aceptó con una sonrisa ysecó con el brazo la cara que te



empapada de sudor. —Buenos días, señor Stein

dijo formalmente el policía cierta distancia—. Usted es el jefeobras responsable de esyacimientos, ¿cierto?

—Bueno, en realidad hago todo —contestó Tom.

—¿Usted es alemán?

Tom miró con ciepreocupación al oficial de policía

—¿Tiene eso alg

importancia?El policía se quitó el sombry negó con la cabeza. Despu



sonrió. —No, ni mucho menos lo

usted está pensando —respondió un tono reconciliador—. Mi hermvive en Alemania, cerca de Stuttgy usted, ¿de dónde es?

Tom se relajó. —Soy de Gelsenkirchen en

cuenca del Ruhr.

—Sí, lo sé —dijo el poliisraelí—. Mis abuelos vivieron Leverkusen... antes de que... pero

no importa ahora. Solo quería decque tuvo mucho valor metiéndosela zanja, que sé que aún estaba



asegurar, para salvarle la vidaoven. He hablado con la familia.

tenido suerte dentro de lo malo yestá recuperando. Debo darle gracias de parte de la madre.

Tom estaba un p

sorprendido. —Está bien —conte

brevemente.

—Vamos a cerrar el caso prosiguió el policía—. Los jóverecibirán una amonestación p

realmente no eran unos ladrones. sido simplemente una gamberradaadolescentes. Cuando se constr



bien la valla, no volverá a pasar aasí.

—Eso espero —manifestó ToEl policía se puso de nuevo

sombrero. —No quiero molestarle m

tiene mucho trabajo —se justifantes de girarse y se marchó compañía del profesor Hawke.

Monasterio de Ettal Oberammergau

El superior de la Poli

Judicial, Stefan Bukowski, salióaire libre, introdujo la mano enchaqueta de su abrigo y sacó



cigarrillo junto con un mechdorado que le habían regalado endespedida como jefe Coordinación de la Europol en Haya. El cadáver crucificado babajo, clavado en unas barras

madera dentro de la despensa antiguo monasterio, no había sido imagen agradable.

Por todas partes, el cuerpo padre asesinado estaba lleno cortes y quemaduras. Sin duda, ha

sido torturado antes de rajarlegarganta. Las manos, mutiladas cuerpo, habían sido clavadas en



barras de madera. Grandes clavosmadera que habían atravesado muñecas cuando aún vivía. La sande las heridas desveló que el corade la víctima, cruelmente mutilaaún latía.

El suelo de piedra de la cámestaba bañado completamente sangre. «Como un cerdo que se m

para despedazarlo», pensó Bukowal ver por primera vez el muePero el noble entorno no

correspondía con estos actos. —Fue torturado antes asesinarlo —acentuó la



aterciopelada de una mujer a espaldas de Bukowski.

Bukowski apagó la colilla cigarro en una canaleta cercana ygiró.

—Ya lo sé, tengo ojos en

cara —replicó con brusquedad.Lisa Herrmann, la colega

Bukowski, torció el gesto.

—Nadie se percató de nadacontinuó informando la comisaprincipal Lisa Herrmann—.

hermanos dormían. Lo encontraesta mañana cuando uno de compañeros vino a la despensa a



patatas. —Te refieres a uno de

hermanos, ¿no? —Me da igual. Herman

colegas, padres, llámeles coquiera —contestó molesta.

—¿Han terminado ya conobtención de pruebas?

—No, todavía les llev

bastante —aclaró Lisa Herrmann ymarchó.

—¿A dónde vas?

—El abad quiere hablar nosotros —replicó Lisa secamenteBukowski carraspeó.



—Yo también voy. —Nos espera en el refectorio —¿Y dónde está eso?Lisa señaló un gran edificio

otro lado de los muros del convenBukowski se apresuró.

En la gran sala del refectoriohallaba una larga mesa en el cenAllí donde los herma

acostumbraban a comer, reinaba ulúgubre tranquilidad. El abad estsentado presidiendo la mesa con

cara escondida entre sus manos.Solo levantó la mirada cuanBukowski retiró de la mesa una s





en nuestra compañía. Más taenseñó Historia eclesiástica Erlangen en la Facultad de Teoloy Arqueología. Conoció el mundviajó mucho. Colaboraba excavaciones y era un especialista

lenguas antiguas, daba igual fuese latín, griego, arameo o hebrEra un hombre muy bien consider

en el Vaticano y todos estábammuy orgullosos de que portarahábito benedictino. Hace tres a

sufrió un grave accidente en montañas de Galilea. Se cayó dende un profundo yacimiento en



monte Meron. Como consecuensufrió en la pierna una complicfractura que le impedía andEntonces volvió a nuestra ordenpermaneció aquí para reencontrarpaz con Dios. Ha visto mucho de e

mundo. —¿Tenía enemigos? —pregu

Bukowski.

—Somos hermanos de misma religión —replicó el abadNo tenemos enemigos. Llevamos

estricta vida según las reglas santo Benedicto.La puerta del refectorio se ab



de un golpe y Lisa entró en comedor acompañada de un monEl monje ocultaba el rostro concapucha de su hábito y manteníacabeza baja. Las manos las teníamudra de rezo.

—¿Qué sucede? —demanBukowski.

—Es el hermano Franzisk

tiene algo importante que contarexplicó Lisa.

—Condujo al monje hasta

comandante. —¿Hermano Franziskus? interpeló Bukowski.



El monje alzó la cabeza. blanca piel de su rostro estaba llde arrugas. El ojo derecho lo tetapado.

—Que Dios me acompañe comenzó el monje su desasoseg

narración—. El asesino está ennosotros. Fue poco antes de oración de la mañana. Escuché

ruido y me levanté. Me dirigí apuerta y lo vi. Sus ojos estaencendidos, su semblante marc

por el fuego de la maldición. vestido de negro y se gbrevemente cuando salía de la ce





del hermano. —El hermano Franziskus

frecuencia se confunde. Ve cosas qno son propias de este mun¿entienden?

Bukowski asintió y se dirigi

su colega. —¿Habéis inspeccionado

cámara del asesinado?

—Efectivamente parece comhubiesen rastreado la habitación. obtención de pruebas se e

realizando en estos momentos.



3

erusalén, yacimientos en carretera de Jericó

El sol seguía oculto tras

nubes. Aún daba la sombra en excavaciones de la colina occidenpero ya se podía presenciar un g

ajetreo. Tom había realizado todotrabajo con su equipo. Todo recinto de los yacimientos est

cercado con una valla protectoPlanchas de encofrado se elevapor los alzados que aseguraban



tierra suelta de las empinaparedes. Dos amplios tablones madera formaban un puente a trade las excavaciones. Más allá estos, se construyó la polea souna base elevada. Un cesto pendía

la cuerda. A ambos laterales, uescaleras descendían hasta el sude la excavación.

—Esto es piedra pura —afirTom después de haber golpeadosuelo con su cincel.

—En este lado está blando respondió Yaara—. Suelo de adobTom frunció el ceño.



—Qué raro. Las piedras eslabradas.

Moshav, que se encontraba enesquina opuesta ocupado con extracción de pruebas, dejó su tay miró a Tom.

—Yo también estoy topancon piedra. Estimo unos treicentímetros, más profundo no pu

excavar.Tom examinó la piedra tall

que sacó del suelo. Formaba casi

cuadrado y parecía un ladriMoshav se elevó y se dirigió a To —¿Qué opinas? —le pregunt



Tom se encogió de hombros. —Puede ser algo así como

muro —murmuró—. Quizás aquíencontraba un edificio. En todo caestas piedras han sido trabajadas.

—Mirad aquí —exclamó Ya

y señaló una pieza de cerámincrustada en el suelo de adobe.

—Utiliza el pincel —

aconsejó Moshav.Los oscuros ojos de Yaara

encendieron.

—¿Acaso piensas que voyutilizar el martillo de acomprimido? —protestó



aspereza—. No es la primera vez lo hago.

Moshav levantó las manos ademán de defensa.

—Parece que hoy estás un psensible —observó.

Tom había retirado más tiecon la espátula. Una segunda piesalió a la luz.

—Seguro que aquí se levantóedificio —informó—. Las piedrasalinean una junto a otra, parece co

si fuesen los cimientos.El sonido de una fuerte sirirrumpió en todo el recinto.



—Por fin, el desayuno exclamó Yaara y se limpió el roscon el reverso de la mano. Su nepelo se lo había recogido hacia aten una cola de caballo.

—No es mala idea —murm

Moshav—. A ver si así te ponesmejor humor.

Yaara arrugó el gesto, le sacó

lengua e hizo una burla. —Tom, ¿vienes? —le pregunTom estaba arrodillado en

suelo soltando la segunda piedra. —Solo quiero sacar esta...Se escuchó un estruendo.



repente, empezó a temblar la tieYaara se cayó hacia las escalerase agarró con fuerzas. Moshav diogran salto.

—¡Cuidado Tom! —le advirtEl temblor era cada vez m

fuerte. Tom intentó elevarse. —¿Qué es esto? —gritó cuan

notó que el suelo bajo sus pies

abría y cayó en la profundidChilló con todas sus fuerzas.

Múnich, Unidad de Crim

Organizado de Baviera, brigada —No saco nada en claro manifestó Lisa Herrmann y leyó



vez más todas sus notas—. No ningún indicio que nos pueda revequienes perpetraron el crimen. asesinado no había discutido nadie y desde que volvió monasterio llevaba una vida retraí

Solo de vez en cuando abandonababadía. El resto del tiempo dedicaba a los textos antiguos

trabajaba ocasionalmente en imprenta del convento. Cojepronunciadamente y unos incesan

dolores en la pierna no le dejadescansar. —Quizás era homosexual y



amante se haya vengado —supusooven colega de la científica

Últimamente se está escribienmucho sobre eso.

—No fue un único asesifueron dos o más —prosiguió Lisa

—Quizás un ritual satánico muerte —propuso de nuevo el col

. Al menos eso es lo que indican

tipo de tortura y la crucifixión. —¿Qué significado tiene que

crucifiquen con la cabeza ha

abajo? Seguro que tiene significado especial —preguntó L —¿Qué quieres decir con e



el joven colega frunció el ceño. —Bueno, es posible que sea

tratamiento simbólico con profundo significado litúrgico. Cesto se podría ir cerrando el círcde sospechosos.

Stefan Bukowski, en esquina de la sala de reunionescuchaba atentamente sin partici

en la conversación mientras acariciaba el bigote.

—¿Qué opinas de todo esto?

le preguntó Lisa.Bukowski se encogió hombros.



—No sé por qué nos asignado este caso. Creía que eera la Unidad de Crimen Organizy ahora tenemos que molestarnos casos totalmente profanos. inspección responsable también

podía haber encargado de easunto.

Lisa miró incrédula al jefe de

brigada. —¿Eso es todo lo que tie

que decir?

Bukowski continuó peinándel bigote con cierto aire aburrimiento.



—Probablemente sea coacaba de comentar nuestro benjamPosiblemente haya sido víctima deamor frustrado.

—Pedro fue crucificado concabeza hacia abajo —observó Lis

—No sabía que fueses apasionada de la Biblia —dBukowski con cierto sarcasmo

pero ya que estamos con eEspartaco también murió así despde que los romanos acabaran con

rebelión de los esclavos. Por visto, los romanos se diverthaciendo sufrir a sus víctimas. C



los traidores no se andaban melindres.

Lisa se levantó. —Un momento. Pedro traici

a Jesús y a su credo. Espartaco un gran gladiador de reconoc

fama, muy considerado por romanos antes de que se convirtien el líder de la rebelión.

—Y en la película se conviral cristianismo por el amor a umujer, si no recuerdo mal —acen

Bukowski—. ¿Te das cuenta? siempre el amor lo que enajena a personas. Por eso estoy solo



pretendo seguir así. —Entonces, Espartaco tamb

fue un traidor —reflexionó Lensimismada.

—Y, ¿a quién habrá traicionaeste hermano? —preguntó Bukows

—A Dios, quizás —conteLisa con aire relajado.


carretera de JericóMoshav y Yaara se agarrab

fuertemente a las escaleras. Ya

gritó aterrorizada cuando vio a Tdesaparecer en la profundidad jucon buena parte del suelo. El temb



paró. Un oscuro agujero de apenasmetro de largo y un metro de anse encontraba ahora en el ludonde hacía apenas unos segunTom se arrodillaba.

El suelo dejó de moverse y u

incomprensible tranquilidad redentro de la excavaciConsternados Yaara y Mosh

seguían de pie junto a las escalePasaron unos segundos hasta pudieron recobrar las energ

suficientes y reaccionar. Moshav el primero que pudo moverse. apresuró hacia el agujero y se tiró



suelo. Reptó los últimos centímetpor el suelo de adobe. Podría vola romperse otra ranura en el suelo

Habían dado con una especiecueva. Al extraer las dos piedrTom había desestabilizado la bóv

de piedra provocando el derrumbe —¡Tom! —gritó agitadame

Moshav en el quejumbroso aguj

. Tom, ¿te ha pasado algo?Moshav no obtuvo ning

respuesta. Examinó la perforación

la oscuridad pero no pudo reconomucho. —Tenemos que sacarlo



sollozó Yaara. —Pero con cuidado —advi

Moshav—. Ni siquiera sabemos sla antigua edificación hay oxígeTráeme una linterna.

Yaara escaló con las dos man

las escaleras hacia el exterior. Naestaba cerca. Al final de la semempezarían a trabajar en

excavación más reciente de cuatro del olivar. Por eso estabahora allí trabajando solos Mosh

Yaara y Tom. Pretendían introdulas primeras medidas de seguridaejecutar las excavaciones de pru



iniciales. —¡Socorro! —exclamó Ya

al acercarse al pequeño campame. ¡Ayuda! ¡Tom se ha precipita

en una cueva!Todos los trabajadores

ayudantes estaban reunidos alredede la mesa de desayuno en una gtienda.

—¡Tom se ha caído! —gritónuevo Yaara desde la lejaníaNecesitamos ayuda.

El profesor Jonathan Hawke un salto cuando vio entrar a Yaarala tienda. El ligero viento trajo



palabras hasta él. —¡Maldita sea! —sentenció

se dirigió apresuradamente hacia . ¡Rápido! Coged todo

necesario para el rescate —ord. No olvidéis las mascarillas

oxígeno.Para el rescate, en caso

desprendimiento, existía

correspondiente plan de emergenen cada yacimiento, así como equipamiento de protección.

cierto que cuando los investigadoinician las tareas de excavacióntierra puede ceder o se pueden ab



entradas de cuevas o pasadizos. Dmiembros del equipo estaformados en primeros auxilios patender a posibles heridos.

Cuando Yaara alcanzó la tiense derrumbó extenuada.

—¡Rápido! —gritó casi respiración—. La tierra se movido y Tom se ha caído a u

cueva o algo así. Rápido, ulinterna... Rápido, Moshav está al

El profesor Hawke se incl

hacia Yaara. La abrazó. —El equipo ya está de camintentó tranquilizarla frotánd



los hombros.Las lágrimas corrían por

rostro de Yaara. —Tenéis que salvarlo —ll

fuertemente. —Lo vamos a sacar —afir

con firmeza Hawke para que calmara—. Cálmate, te devolveremos.

Steingaden en Pfaffenwinlta Baviera

La noche estaba oscura, l

nueva. Ni siquiera la clara fachde la Wieskirche se discernía enla oscuridad. Si la luz de la casa



sacristán no hubiese interrumpidooscuridad, nadie se hubiese podimaginar que sobre aquella pequcolina, justo al final de la extepradera, se escondía una verdadoya monumental.

Los dos hombres de neocultaban sus cabezas bajo pasamontañas negro difuminánd

entre la noche. Conocían exactamela ubicación de la iglesia y desde lateral podían entrar sin ser vis

por la pequeña puerta de la sacribajo la torre de las campanas.Ya había pasado la medianoc



La luz de la casa del sacristán estprendida durante toda la noche. Yasabían los dos intrusos que encontraban en la zona desde el anterior y que habían estvisitando la iglesia por el día.

Wieskirche de Steingaden se haconvertido en uno de los atractiturísticos más visitados de la A

Baviera, no en vano había sdeclarada Patrimonio de Humanidad por la Unesco. La o

de arte del rococó alemán atraídiario a cientos de personas cuanhacía buen tiempo, incluso



invierno se perdían visitantes Pfaffenwinkel para poder renduna visita a la pequeña iglesia. Pesto poco tenía que ver con aqueldos individuos. No tensensibilidad alguna para po

apreciar la ornamental construccde la iglesia, ni siquiera la belletranquilidad y bienestar del entor

Tenían un objetivo bien definido, utarea de máxima prioridad y solo eso estaban allí.

La puerta de madera de sacristía no ofreció ninguresistencia. Tenían una llave q



abría cualquier puerta o portón esta construcción. No hablaban ensí, se entendían con solo una miraCada uno conocía bien la tarea tenía asignada y la importancia dicho trabajo.

Una vez que entrasilenciosamente en el edifisacaron sus linternas. Sigilosame

cruzaron la habitación y penetraen el interior de la iglesia. Asagrada obra de arte no le dirigie

ni un vistazo. Lo único que interesaba era el púlpito predicación. Con las linter



buscaron el pedestal de madera haque descubrieron el lugar exacto.más grande se arrodilló en el suelintrodujo un estilete en los orificque se dibujaban en la madlacada. Le llevó un rato poder ab

el pequeño compartimento secrApareció una cajita. El intrarrodillado lo agarró para abri

Era un pequeño ataúd. Una pequllave de madera se encontraba eninterior. No mucho más grande q

su dedo pulgar pero profusameornamentada. En la empuñaduradistinguía un escudo. La cruz azul



Jerusalén resplandecía en el cendel escudo.

De repente, se encendió la lu —¡Ningún movimiento en fal

gritó bruscamente una voz gr. Os he visto bien.

Un hombre mayor, junto apuerta de la sacristía, apuntaba un arma a los dos intrusos.

—La policía está de caminoadvirtió el hombre—. El arma ecargada, si os movéis, dispa

Ahora, manos arriba, que os puver bien.El hombre mayor tembla



gotas de sudor descendían por frente. El que estaba de rodillaslevantó pausadamente con el estiescondido en la palma de la maMientras que su compañero elevlos brazos, se giró un poco y tamb

empezó a alzar lentamente los brapero, repentinamente, dio un latigcon el brazo derecho. Como un ra

casi imperceptible, el cuchillo vdesde la mano del intruso. atravesar el aire, se escuchó

silbido. Antes de que alcanzaraobjetivo, los dos hombres recobraposiciones, rodando con g



precisión se desplazaron por el suhasta que se pusieron a salvo. Noescuchó ningún disparo, tan solosonido gutural. Con los ojos babiertos de sorpresa y dolor, hombre mayor cayó de rodillas.

arma se le escurrió de las manochocó súbitamente en el suelo piedra. En la iglesia este sonido

escuchó como un infernal estruenLos dos intrusos se erigieron ayuda de las manos.

— ¡Andiamo! —ordenó el malto a su compañero.Se apresuraron hacia la pue



de la sacristía. Antes de que pasaunto al hombre que acababa

desvanecerse, el primero se inclhacia el cuerpo y le dio media vueUn charco de sangre se expandía altura de su cabeza. Con los o

abiertos miraba al techo. El más asacó el cuchillo de la garganta muerto y salió corriendo siguien

los pasos de su cómplice. Cuanresonó el quejumbroso sonido desirena del apresurado coche

policía, ya hacía un rato que amintrusos habían desaparecido. sacristán yacía bañado en sangre.



4


Tom se despertó. Su cab

parecía un hervidero, o una colmen la que cientos de abejas volade un lado a otro. Abrió los oj

Con la vista borrosa mcuidadosamente a su alrededEstaba tumbado dentro de una tien

la luz estaba encendida. Pese aoscuridad del exterior amortiguado ruido de maquina



llegaba hasta sus oídos. Un paño enfriaba su frente. Junto a la camiYaara le sujetaba la mano.

—¿Qué... qué ha pasado? preguntó con tono disonante.

Yaara humedeció sus lab

cortados con un paño húmedo, inclinó hacia él y le estampó un dubeso en la mejilla.

—Estás, vivo. Dios mío, estan agradecida —pronunció.

Su voz resonó frágil como

cristal. —Me duele la cabeza —quejó Tom y se tocó la frente con



mano libre. —El médico ha dicho

puedes haber sufrido una ligcontusión cerebral —explicó Ya

. Pero tus huesos están intactos.un milagro. Te has caído en u

cueva de unos dos metros profundidad.

—¿Una cueva? —pregu

Tom. —Te hemos tenido que resca

con un cabestrante —contó Yaara

Moshav y el profesor bajaron haallí. Por suerte había suficieoxígeno. Es una tumba, la es



dejando al descubierto. —¿Una tumba? —repitió T

Stein—. ¿Cómo puede haber tumba debajo del muro de guarnición romana? ¿Es de oriudío o romano?

Yaara negó con la cabeza yrizado pelo negro se agitó de un la otro.

—No es una tumba del tiemde los romanos. Según las primeestimaciones data de la primera pa

de la Edad Media. El profeHawke está convencido de quetrata de la tumba de un importa



caballero. La tumba contiene sarcófago de piedra en vez de osario. Aaron ha estabilizado cubierta. El profesor Raful tambha venido. Llevan trabajando todanoche.

Tom hizo ademán de levantapero Yaara se lo impidió con uligera presión hacia atrás.

—Tienes que descansar ¿prefieres que te lleve al hospitalHadassa? Si quieres puedo llama

la ambulancia.Tom se tumbó e intentó sonre —El doctor te ha mand



reposo —dijo Yaara con firmezaY si no lo mantienes llamaré hospital.

Tom levantó los brazos símbolo de rendición.

—Bueno, está bien. Haré lo

ordene mi enfermera.El acceso a la tienda se ab

una fría corriente sopló dentro de

húmeda tienda. Moshav entró, mirTom y sonrió.

—No te podemos dejar ni

minuto solo —bromeó—. ¿Te cubien Yaara?Tom asintió.



—Es un poco estricta. ¿Qhabéis encontrado en la tumba?

Moshav acercó una silla alado.

—Es todo una sensación contestó—. Por lo menos compar

con lo descubierto hasta el momen —No me tengas así de intrig

y cuéntame ya lo que contiene

tumba y cómo su contenido llegado hasta allí.

—Aloja un caballe

Esperamos poder abrir mañanapesada tapa del sarcófago. Aarosus hombres están trabajando en e



Hemos encontrado restos de armaartilugios de cerámica, una espadla punta de una lanza. Todo indque proceden del siglo XI. Gina yprofesor han traducido parte de inscripciones del sarcófago, están

latín. Según esto, se trata de personaje principal de Caballeros Templarios quie

conquistaron parte de la ciudad. —Un templario —repitió To

abstraído y pensando en lo

significaba este término—. Pe¿qué hace la tumba de un templaaquí? ¿Bajo las ruinas de un bast



romano casi mil años más antiguo? —Hemos descubierto una pa

del sepulcro —explicó MoshavEl profesor argumenta que templarios eligieron este lugarconciencia porque aquí hay suficie

material para la construcción de ucripta. Piedras, ¿entiendes? Incllos restos de la guarnición rom

que entonces estaban esparcidos allí. Lo hemos visto, a solo ucapas de tierra se encontraba

almacén romano que se prolonghacia el oeste. Pero ya veremQuienes construyeron la tum



tuvieron mucho cuidado de quevenerado no fuese encontrado facilidad.

—¡Qué raro! —murmuró Treflexivo—. La tumba de templario en medio de Jerusalén

además, ahí fuera, delante de puertas de la ciudad. Es bastanotorio.

—Tendrías que haescuchado hablar a Chaim RaParecía un niño pequeño

encuentra los regalos debajo árbol de navidad pero que aún nodejan abrirlos.



Después de que Mosabandonara la tienda se volvieroabrir las cortinas de la entrada.profesor Chaim Raful entró enhabitáculo.

—Me he enterado del accide

que sufrió y quería saber cómoencuentra —explicó.

Pero antes de que a Tom

diese tiempo a contestar, sonóteléfono móvil de Chaim Raful.profesor hizo un gesto de discul

con la mano e inició la conversaciFue breve. —... Nos vemos entonces en





El profesor le tendió la manTom.

—Yo..., yo..., yo solo cumpcon mi obligación —contestó Toalgo aturdido.

Wieskirche en Steingad

aviera —La llamada llegó a la cen

a las 1:26 h —explicó el uniform

policía—. El coche de poliapenas tardó 20 minutos en llepero ya era demasiado tarde. El j

de la Policía Local ha decidinformar a la LKA ya que se trata segundo asesinato de un clérigo



cuestión de tres días.El comisario jefe de la Uni

de Crimen Organizado del EstadoBaviera, conocida entre los policcomo la LKA, asintió y lanzó acolega una malhumorada mira

Estaban de pie frente a las escaledel altar. El cadáver del sirvientela iglesia estaba cubierto con u

lona negra. Un charco de sangre smanchaba las losas de mármol. lejos de allí, tirada en el suelo,

vislumbraba una escopeta. —¿De quién es? —preguBukowski.



—Tiene que ser suya —subrel policía—. No se disparó. Aúnha concluido la obtención pruebas. No hemos querido cambnada en el lugar del crimen hasta ustedes lo inspeccionasen

detalle.Bukowski mostró su acuerdo

—Y, ¿qué sabe usted

muerto? —Una punzada en la garganta

herido su arteria carótida —aña

el forense—. Con un largo y afilpuñal. Se clavó con un gran ímppuede incluso que le fuese arrojad



—¿Qué dijo exactamente hombre cuando hizo la llamada? —dirigió de nuevo el superior deudicial a su colega uniformado.

El policía rebuscó en bolsillo y sacó un bloc de notas.

—¡Rápido! Vengan Wieskirche —leyó el funcionariovoz alta—. Unos ladrones

entrado. Dio su nombre y dijo podía ver la luz de una linterna poventana de la iglesia.

—¿Vivía solo aquí? prosiguió Bukowski con interrogatorio.



—Vive también una pareja encasa de enfrente —contestó uniformado—. La ama de casa deparroquia y su esposo, emplecomo conserje. Pero la víctimavivía sola.

Bukowski se dirigió enfadadsu colega, Lisa Herrmann questaba examinando la puerta.

—Vamos a ver si esta partiene algo que decir.

Lisa asintió.

—¿Dónde los puedo encontraEl policía indicó en direccióla casa junto a la iglesia.



—Los colegas están dentro.Bukowski se encaminó hacia

altar y miró alrededor. —¿Aquí no han tocado nada?El policía negó con la cabeza

—La brigada de obtención

pruebas ya ha pasado por aquí plo han dejado intacto.

—¿Falta algo?

—Estamos esperando párroco —explicó el policíaViene de Füssen, tardará un poco

llegar. —Creía que estábamos enmás profundo del catolicismo



Baviera —ironizó Bukowski—. ¿hay un párroco en esta localidad?

El policía negó. —Fue una trágica noticia p

la comunidad de fieles pero párroco de aquí falleció hace ape

tres semanas en un accidente tráfico. Venía de Garmisch y se sade la calzada.

Bukowski frunció el ceñoobservó el cadáver.

—Las desgracias nunca vie

solas —suspiró e introdujo la men el bolsillo.Sacó un cigarrillo del paquet



se lo iba a poner en los labcuando su colega uniformado advirtió.

—¡Comisario jefe!Bukowski se giró.

—Está bien —masculló

volvió a meter el cigarro en paquete—. Entonces no hay indicde robo. Y aparentemente todas

figuras y objetos sagrados están ensitio. Posiblemente los criminaestaban tan sorprendidos con

aparición del anciano que, sin mse han dado a la fuga. —Es posible —agregó



policía uniformado. —¿Me siguen necesitando?

preguntó el forense. —¿Coincide la hora de

llamada con la hora de la muerte?El médico asintió.

—Tras una estimacsuperficial y teniendo en cuenta bajas temperaturas de la igle

podemos llegar a esa conclusión.autopsia nos desvelará minformación.

—Entonces, volveremos hablar después de la autopsia replicó Bukowski y sacó un bloc y



bolígrafo del bolsillo del pantalónEl policía uniformado

observó preocupado. —Creo que es el prim

asesinato en esta región desde hmás de cinco años.

Bukowski ignoró las palabdel colega.

—Quiero que aquí se haga

minuciosa búsqueda de pruebas manifestó con brusquedad—. Pullamar hasta cien policías si

necesario. Puede ser encontremos el arma en la praderafuera. O marcas de neumáticos. E



gente debe haber llegado de almodo hasta este inhóspito lugAdemás, me gustaría que nuebrigada de la científinspeccionase también el lugar.

—Pero nosotros ya lo hem

hecho. —No importa, nuestro equ

de la LKA tiene otros medios,

que a trabajar. —¿Algo más? —preguntó

uniformado con desgana.

Bukowski palpó de nuevobolsillo de su chaqueta. —Sí, ¿tiene fuego?





Portaba un traje negro y suna pequeña cruz en el reverso dechaqueta hacía intuir que se tratde un hombre vinculado a la Iglesi

—Algunos se han asustrealmente con la teoría de Ra

Simplemente debemos reconocer la traducción de los escritos Qumrán no es un agradable capít

en nuestra historia contemporáneahubiésemos tratado de una forma mabierta los hallazgos y a

arqueólogos, este asunto hubiese smucho más llevadero, esconvencido. Por eso le pido e



favor, haga valer todas influencias. En todo momedebemos seguir los acontecimiende la nueva excavación frente a puertas de la Tierra Santa. No dañará mantenernos informa

sobre el desarrollo del proyecto.Jean Michel Picquet

pertenecía a la Iglesia. Sí

cristiano y, a veces, creyente, cuanresultaba provechoso. Pero, sotodo, era un hombre de negocio

contaba con unos contacprivilegiados en Jerusalén y en toel mundo, que aún conservaba de



época como adjunto comercial enMinisterio de Asuntos Exteriofrancés. Y, además, era un buamigo de Pater Leonardo.

—Bueno, querido amigo confirmó Picquet—. Veré lo q

puedo hacer por usted. Pero, estaría bien que ejerciera influencia a través de la Éc

rchéologique Française? —Ya conoce a Raful

argumentó Pater Leonardo—.

permitirá que nuestros hombres acerquen a las excavaciones. Tipoder e influencia. Por otro lado,



interesa que la Iglesia no aparedirectamente relacionada con ecuestión. Usted tiene muchísimas mposibilidades que Roma. Ademsería... digamos, menos artificiosonadie pudiera relacionar a la Cu

con las investigaciones en Jerusal¿Qué pensarían de nosotros si Roma se tomaran en serio las locu

de Raful? —Entiendo —respon

Picquet, y se sentó en un banco a

orilla del Sena.Pater Leonardo le siguContempló la verdosa agua



amplio río, en ese momento un baturístico lleno de visitantes pfrente a ellos.

—Pater, puede conplenamente en mí —le comunPicquet después de una silenci

pausa—. ¿Puedo invitarle a ceesta noche?

—¿Duchase o Le Grand Véfo

—Duchase —respondió Picq. Reservaré una mesa, ¿a las och

—Un placer —prosiguió Pa

Leonardo—. Siempre merece la pvisitar París.Wieskirche en Steingad



avieraLa joven mujer sollozaba.

—Josef era un buen hombre,corazón noble. ¿Quién puede hahecho algo así?

—Por eso estamos aquí

respondió la comisaria principLisa Herrmann—. Queremaveriguarlo. Le formularé de nu

mi pregunta. ¿Notó algo distinto ao anoche que le parecisospechoso?

La joven mujer se limpió lágrimas de las mejillas. —Desde hace una semana to



pastillas para dormir, aunque para poder conciliar el sueño. Htres semanas que murió nuepárroco. Y ahora Josef. A vecpienso que no existe Dios.

—¿Visitaron ayer muc

personas la iglesia?La mujer seguía llorando.

—Si hace buen tiem

podemos tener cientos de visitanAyer pudimos contar fácilmente cunos doscientos turistas. Esta igle

es muy atractiva. De hecho, ha sdeclarada patrimonio histórico Europa.



Lisa Herrmann asintió. —La semana pasada, ¿suce

algo distinto a lo habitual?La joven mujer miró con

ojos muy abiertos a la agente. —Todo es distinto desde

nuestro párroco, nuestro querJohannes, se marchó.

—Entiendo —contestó L

mostrando su compasión—. Pdeseamos aclarar el asesinato sacristán. Para ello necesitamos

ayuda. Es importante encontremos algún punto referencia. En teoría no se ha rob



nada de la iglesia. No se ha forzla cerradura. ¿Tiene alguexplicación para ello?

—¿Qué significa esto? —agitó la joven mujer.

—Significa que debem

suponer que el asesino o los asesitenían una llave de la iglesia, a ser que la puerta no estuvi

cerrada con llave.La mujer se levantó.

—Imposible —afirmó

brusquedad—. Todas las nocdespués de las ocho mí marido vanuevo a la iglesia y hace una ron



Cierra con llave todas las puerAyer también lo hizo, escompletamente segura.

Lisa asintió. —¿Hay alguien más que te

una llave de la iglesia?

La joven mujer pensó por momento.

—Mi marido y yo tenemos u

Josef el sacristán, Pater Johantenía una y en la parroquia hay oen caso de que se pierda alguna.

—¿Dónde está su llave? —Mi marido siempre la llconsigo —contestó la mu



clavándole los ojos con cieincredulidad a Lisa.

—Entonces mire si la llavela parroquia aún está en su sitio.

—No pensará que mi marido —Esto es pura rutina —expl

la agente.La joven mujer se dirigió a

puerta. De repente se paró y se

media vuelta. —Anteayer llamó un hom

que quería hablar con nues

párroco, que en paz descanse. Dque era muy urgente, que realmente importante y que era



cuestión de vida o muerte. Le dque el párroco no estaba aquí pinsistió en reunirse con él. Queinformar a Pater Johannes que JeLuc se había despertado del comque le llamara inmediatamente.

—¿Del coma? —Sí, no sabía a qué se refe

este hombre. Le conté que Dios

había llevado el alma de nuesquerido párroco, que había fallecen un accidente de tráfico.

—¿Y entonces? —El hombre simplemecolgó. No sé si esto es importa



pero la llamada me pareció bastaextraña. Conocía a Pater Johandesde hacía varios años y no saque tuviese un conocido en Franci

—¿En Francia? —El hombre era francés,

menos así sonaba su acento explicó la joven mujer.

Lisa anotó esta información

su bloc de notas. —¿Mencionó su nombre? —No, solo dijo que Jean-Luc

había despertado del coma, no dnada más. —¿Y la llave del párroco



murió? ¿Apareció después accidente?

La joven mujer asintió. —La policía nos entregó todo

manojo de llaves del padre que, avez, se lo dimos a su sustituto.

—¿El cura de Füssen? —Sí, hasta que no nos asig

un nuevo cura para esta localidad

se encargará de servir los oficios. —Entiendo —contestó L

Herrmann y miró de nuevo a la mu

mientras abandonaba la pequeñcálida habitación.



5


Grandes faros iluminaban

oscuridad. Los arqueólogosayudantes trabajaban con vehemenpara poner al descubierto el sepul

del desconocido caballero. Ccuidado retiraban las distintas cade tierra y dejaban al descubierto

bóveda, asegurada con vartablones pesados y barras. Cahínco, Gina Andreotti document



cada paso ya que era la directorasecciones asignada. Se habdocumentado, medido y rescatcon gran esmero los primehallazgos. Jean Colombare fotogracada detalle y elaboró una red

coordenadas con ayuda de teodolito, así podría registrar precisión la posición y dimensión

sepulcro. Se encontraba bajo primera sección y a casi dos metdel resto de la excavación. Con su

cuidado, los expertos de excavación retiraron piedra a piehasta que, después de varios sig



salió de nuevo a la luz el amarillesarcófago.

La inscripción en la tumba se podía leer bien. Las letras latigrabadas en la piedra calcáhabían soportado en buen estado

largos años en la oscurisubterránea. Se podía reconofácilmente el antiguo escudo de

templarios sobre el cabezal detumba; dos caballeros a caballo, lanzas y escudo. Debajo est

inscrito el lema de la orden y justolado, otro escudo bajo el cualpodía leer el nombre del caballero



—Renaud de Saint-Armand murmuró silenciosamente JonatHawke—. Fallecido en el año 11después de Cristo.

—El escudo bajo la insignia templario puede ser

representación de un león sujetaba en sus manos una band

prosiguió Gina Andreotti

Desgraciadamente se ha descolorun poco pero estimo que podremrecuperar la estructura superficial

escrito se ha realizado en lamedieval, utilizado desde el año 9al 1500 después de Cristo. La fr



de la tumba está inscrita mayúsculas sin espacios, lo corrobora la autenticipaleográfica.

El profesor Chaim Raful estde pie al margen de la cripta.

silencio y reflexivo observaba ataúd de piedra. Sus ojos iluminaban.

Jonathan Hawke subió escaleras y se posó junto a Rasacudiéndose el polvo de la ropa.

—El ataúd se conserva en bestado —pronunció—. Creo que pmañana por la mañana habrem



estabilizado bien las parelaterales de la cripta de modo podremos empezar con investigaciones en el interior. Es uverdadera casualidad haber dausto aquí, con la tumba de

templario. A las afueras de límites de la ciudad, en medio ningún sitio.

Raful se dirigió a su colamericano.

—La afortunada coinciden

del destino —añadió.Hawke contempló su alrededEn la lejanía, las luces de Jerusa



iluminaban la nocturna oscuridad. —Parece como

conscientemente se hubiese sepultaquí al caballero, en medio de edesierto para proteger la tumba los ladrones de yacimientos.

Raful asintió. —Me gustaría ver lo an

posible el interior del sarcófa

Necesitamos una polea para elevapiedra de la tumba.

—No queremos precipitarn

nadie nos lo exige —contestó Haw. Las barras son lo suficientemefuertes para sujetar la bóve



Tenemos que actuar mcuidadosamente. ¿O acaso se trataun yacimiento de urgencia?

Chaim Raful se inclinó con ade intriga hacia Hawke.

—Puede ser, si el Gobierno

entera. —No lo entiendo —repl

Hawke.

—Nuestro Gobierno es a vebastante quisquilloso cuando se trde prorrogar autorizaciones. A

tenemos a casi treinta trabajadode la zona. No podremos ocudurante mucho tiempo el hallazgo.



Hawke frunció el cpronunciadamente.

—¿Qué razones puede hapara prohibirnos los trabaposteriores de la excavación? ¿Tpoca influencia tiene la Universi

de Bar-Ilan? —Jonathan —comenzó Rafu

explicación con un tono paternal

usted no conoce realmente situación de nuestro país. Estamrodeados de enemigos y, por e

necesitamos la amistad y apoyo mundo occidental. En cierto motambién la aceptación de la Igle



romana. Es posible que este seaprimer hallazgo bien conservadoun caballero que partió hace casi años con el encargo de la Curiarescatar de la destrucción y barbalos lugares sacros y la tumba

Cristo. No quiero que dentro depar de días estén husmeando por alos enviados de la Iglesia, exper

de la Antigüedad, y se lleven acampo los trabajos sucesivos. Ya pasó hace casi cincuenta añ

cuando apareció Pater De Vaux Khirbet Qumrán y se hizo cargo ddirección de las excavacion



instruido por la Iglesia romaFinalmente esto provocó que despde los hallazgos nos quedamuchas más preguntas sin respuesLa Iglesia no permitirá que salga luz nada que pueda perjudicar

intereses.Hawke negó con la cabeza.

—Esta es la tumba de

caballero que murió aquí hnovecientos años. ¿Qué secrepuede haber en su tum

relacionados con Jesucristo y nos quiera ocultar la Iglesia?Chaim Raful no disimuló





de acuerdo con sus procedimienSegún mi opinión, deberíamos saprimero el sarcófago y aseguraantes de abrirlo. En el laboratotendríamos oportunidades de...

—Cuando digo todos

hallazgos también me refiero contenido del ataúd de piedra —interrumpió Chaim Raful.

Wieskirche en Steingadaviera

Los hombres de blanco recog

sus utensilios y herramientas dende sus maletines, posteriormentemarcharon en el autobús VW.



había concluido la obtención pruebas llevada a cabo por especialistas de la LKA. Alguunidades de la Policía Científhabían rastreado el entorno junto sus perros, pero no se ha

encontrado nada, ni el más míniindicio. El superior de la PoliJudicial, Stefan Bukowski, est

sentado en un banco de madera cede la entrada lateral y contemplabescenario. Hurgaba entre su cajet

de cigarros. —Stefan, ya hemos terminanunció uno de las agentes y



quitó el blanco uniforme. —Ya lo veo —conte

Bukowski—. ¿Podéis ya decir algEl colega de la científica h

un gesto negativo. —Hay muy pocas huellas. Es

chicos han sido muy cuidadosos ypusieron guantes. Lo raro es quehemos podido encontrar nin

indicio de que hayan forzado puerta de atrás. He desmontadocerradura y la analizaremos en

laboratorio. A simple vista parque no la han forzado. —Y eso, ¿qué quiere decir?



preguntó Bukowski. —O no estaba cerrada o

intrusos tenían una llave.Bukowski se encendió

cigarro. Delante de sus pies ya haamontonado seis colillas.

—¿Cuándo recibiré el inform —Cuando terminemos con

valoración microscópica. E

requiere un tiempo. —Estupendo, entonces

esperar una semana —prote

Bukowski.Lisa Herrmann apareció poresquina. Con sus brazos se arrop



el cuerpo. A pesar de qamaneciera un día primaveral, pomañana temprano aún hacía fBukowski examinó a su compañque estaba realmente atractiva conlargo pelo dorado y los vaqueros

marcaban su estilosa figura. —Stefan, te llevo buscando

rato. Creía que querías examinar

zona y ahora te encuentro asentado en un banco tomando el so

—Si hubieses buscado por aq

me hubieses encontrado enseguidacontestó Bukowski enfadado.Lisa se sentó junto a Bukow



y sacó su bloc de notas. —¿Algo nuevo? —preguntó

efe. —¿Sabías que el párroco

Wieskirch murió en un accidehace tres semanas?

—Ya lo sé —conteBukowski secamente—. Lo únque no sé es por qué estamos aq

No creo que esto tenga nada que con lo del monasterio.

—Estamos aquí porque

supone que nos notifican todos casos relevantes relacionados conIglesia —contestó Lisa con firm





marcando un gran arco. —Dispara.Lisa le informó sobre lo que

había contado la mujer de la ccontigua. Con aburrimieBukowski escuchó la historia.

llaves de la iglesia estadisponibles excepto las del párroc

—Esto no es gran cosa

afirmó—. De todos modos, no parque se trate de un crimen organizaAquí alguien quería hacerse

objetos sagrados y le sorprendiósacristán. Es así de sencillo. realidad deberíamos pasar el cas



nuestros colegas locales. Este nonuestro sitio.

—Y así tu mesa estaría nuevo vacía —protestó Lisa.

—¿Qué quieres? Somos deLKA y esto no es asunto nuestro

¿acaso ves alguna relación concaso de Ettal?

Antes de que Lisa pudi

contestar se aproximó un vehículaparcó frente a la iglesia. Un hommayor de pelo gris se bajó del coc

Llevaba puesto un traje negro y ma su alrededor buscando algo. —Este tiene que ser el párr



sustituto —dijo Bukowski y levantó para aproximarse a él.

Jerusalén, bar Shonke, ReaSoreg

Fuera ya había amanecido pel bar aún estaba bien lleno. Gid

Blumenthal había trabajado todanoche y disfrutaba de una cerveza. Gideon era albañil p

desde hacía algunos años no ejersu profesión sino que buscyacimientos en los periódi

locales y anuncios de universidades e institutos. Se ofresiempre que un arqueólogo busc



ayudantes para su excavación. Aen Jerusalén y en todo Isrconocido como Tierra Santa porresto del mundo, siempre se estinvestigando y excavando algo. negocio era lucrativo,

investigadores de la Antigüedpagaban bien y casi siempre dólares. Tres, cuatro meses

trabajo duro y se obtenía el salade todo un año. De este moGideon tenía tiempo para sí el re

del año y para su gran pasión, mujeres que habitaban en el bacristiano. Por supuesto que no



rico, no poseía una suculenta cuebancaria, no conducía ninvehículo lujoso y radiante. Vivíaun ático de una habitación, enasentamiento al norte del bacristiano, a la sombra de la Nu

Puerta. Conducía una vieja pickToyota, donde almacenaba todas herramientas en una caja con do

seguridad. Pagaba el alqupuntualmente y tenía lo suficiepara vivir.

Estaba de pie desde hacatorce horas y había esttrabajando en las excavaciones de



carretera de Jericó. Ahora, ucerveza bien fría y un buen suhasta que tuviese que volver a excavaciones bajo la Puerta del Lpor la tarde, cuando empezaba nuevo turno. Justo ahora había mu

movimiento allí. Pero ya se haacostumbrado a lo largo de los añSiempre que los arqueólo

encontraban algo importante tenque hacer turnos extra y trabajarveces, hasta la extenuación.

El camarero puso la cervdelante de sus narices y le ofrecióbrindis. Gideon se lo agradeció



vació el vaso de un trago. —Tienes sed —anotó el pesa

hombre que le acompañaba enbarra.

Gideon radiografió al homque parecía un mercenario de la c

Ben-Yehuda y no podía ocultar ligero acento de Europa del Este.

—He estado trabajando ha

ahora y tragado mucho polvo secocontestó Gideon.

El extraño le hizo un gesto

camarero. —Invito a otra ronda —dijo yextendió la mano a Gideon.



Dudó un poco pero finalmese la bebió.

—Solomon Pollak —presentó el desconocido—. Scomerciante y a veces también tenque trabajar hasta tarde, o qui

tenga que decir mejor temprano.Gideon miró a través de

puerta abierta y observó có

despertaba la mañana. —Sí, más correcto sería de

temprano —contestó.

El extraño no le resultantipático. Aunque estaba cansadrealmente no le apetecía conver



empezaron a hablar de estoaquello, de Dios y del mundo, desituación política, del país y de tolos secretos que aún se ocultabacompañados siempre de ucerveza que el desconocido orden

rellenar siempre que Gideon vacisu vaso.

Solomon Pollak le contó

remanecía realmente de Lodz y solo hacía cuatro años que se haido a vivir a Israel. En Polonia

redactor de un pequeño periódicaquí en Israel escribía sobre novedades de la vida.





una gran valla alrededor. El direcdel proyecto, el profesor Raacababa de hacer unas declaracioen una conferencia de prensa despertó el interés de cierexpertos y ahora se calla. La g

valla impide la vista a los curiosHay una gran recompensa paquellos que informen sobre

avances de las excavaciones.Gideon miró al grueso hom

con los ojos bien abiertos.

—Y no sería ilegal si uno de trabajadores de la excavachablara —añadió Solomon Pollak



—Es el destino de Dios balbuceó Gideon con una sonrisaCasualmente yo trabajo en eexcavación. Incluso me atreverídecir que soy la mano derecha profesor. Pero no voy a hablar. To

tiene un precio. Ya sabes, ofertademanda.

Solomon Pollak introdujo

mano en el bolsillo de su chaquetsacó un fajo de billetes. Quiniendólares.

—Este sería solo el inicio dijo secamente—. Y cien dólares pcada información adicional.



Gideon se mojó los labmientras Pollak sujetaba los billedebajo de su rostro.

—¿Qué tengo que hacer? preguntó.

Su voz se aclaró como

simplemente hubiese estado tiranfuera todos los vasos de cerveza.

—Ya te lo he dicho —reca

Pollak—. Se trata de informaciNada más ni nada menos.

Gideon pensó solo un insta

antes de agarrar los billetes. —¿Qué quieren saber clientes?



—Empecemos con la pregude todo lo que habéis descubiehasta ahora.

Una hora más tarde Gidregresó a casa con cinco billetescien dólares en el bolsillo. Est

satisfecho. Mañana se encontracon Pollak a la misma hora. No hanada malo en ello. Seguro que no

el único que hablaba sobre excavaciones de la carretera Jericó.



6

Wieskirche en Steingaden, Bavier-Es increíble —exclamó

párroco de Füssen y se mos

afectado después de que Bukowse identificara como policía—. ama de casa me ha contado lo que

sucedido. Usted debe saber que solo hace tres semanas que encargo de esta parroquia, desp

de que Pater Johannes sufriera terrible accidente. La diócesis measignado temporalmente



servicios de esta iglesia. espantoso verse directamerelacionado con este cruel asesinaJosef se ha ocupado de esta igledesde hace más de treinta añoahora ha entregado su vida a ella.

Bukowski señaló un banco ysentó. Lisa le extendió la manopárroco. Mirando a Bukowski dijo

—Discúlpeme, tengo informar a los servicios responsabsobre nuestros hallazgos.

Bukowski asintiósilenciosamente siguió a Lisa conmirada mientras su fig



desaparecía entre la sombra deiglesia.

—Mmm... —carraspeó el c. ¿Dónde han llevado el cuerpo

Josef? Debo empezar con preparativos del entierro.

—No tan rápido, señor párroTodavía está con el forense. Cque en uno o dos días la fisc

autorizará su libre disposición.El cura asintió

comprensión.

—Señor párroco —contiBukowski—. ¿Qué puede haber ade interesante que merezca la p



robar?El párroco pensó por

momento. —Junto a las copas de oro

custodia hecha en hojas de oroalgunas valiosas joyas, seguro

hay algunas esculturas que pueresultar atractivas para los ladronLa escultura del Salvador azotado

conocida en el mundo entero y timás de trescientos años. Hay ofiguras de santos en el altar. No

engañemos, el mundo está cada peor y lleno de impíos. coleccionistas delincuentes



amantes de estas figuras pagarían fortuna por ellas. Por eso nuesquerido Josef cerraba la iglesiacuanto oscurecía.

—¿No tienen un sistema alarma?

—No que yo sepa —contestópárroco—. Josef y el esposo deama de llaves, el señor Disching

se encargaban de la seguridad. Deque los conozco, y conocía a Jodesde hace mucho tiempo, sé

siempre han sido muy cuidadosoque protegían la iglesia comofuese su propia casa.



Bukowski señaló la puelateral de la iglesia.

—Los asesinos han entrado aiglesia por esa puerta.

El párroco siguió la direccque marcaba el índice de Bukowsk

—Pensarían que por este lpodrían robar sin ser molestados.

—Eso es lo raro —prosig

Bukowski mientras se puso de pieLa puerta no estaba echada. hemos encontrado ningún indicio

forcejeo.El párroco frunció fuertemeel ceño y su confundida mirada



clavó en el superior de la PoliJudicial.

—Muy extraño —pensó en alta—. Nuestro querido Josef yseñor Dischinger eran mmeticulosos, se tomaban su trab

muy en serio.Los dos hombres se dirigie

lentamente a la entrada lateral.

—¿Hay más llaves?El párroco apretó su manojo

llaves.

—Josef tenía una, Dischinger utilizan otra, yo tengo y la cuarta está en la parroquia,



hay más. —Cuando su predecesor su

el accidente, ¿llevaba la llconsigo?

El párroco señaló la pequllave de seguridad en su llavero.

—Esta era la llave de PaJohannes. La policía me la entreglos pocos días del accidente.

—¿Podría dejarme su llave phacer algunas comprobaciones?

El párroco asintió.

—Claro, si esto le ayudaaclarar los hechos.Cuando llegaron a la entr



lateral, el párroco examinó la puede la que habían desmontado cerradura. Bukowski percibió inquietud.

—Hemos tenido que sacarcerradura. Debería instalar una nu

le explicó mientras abría la pueSus pasos retumbaban

caminar por la fría iglesia. El c

miró alrededor y se diridirectamente al altar. Se arrodillse santiguó brevemente. Cuando p

los escalones que conducían al asu mirada cayó sobre el dibujo perfil del asesinado y la mancha



sangre. Se santiguó de nuevomurmuró un par de incomprensibpalabras.

—¿Puede decirnos si falta al preguntó Bukowski.

El párroco asintió. Se qu

parado frente al altar y abriósantuario de oro. Tras una exhaustcomprobación se dirigió a

sacristía.Bukowski se sentó con

suspiro en la primera fila de ban

y esperó a que el cura acabara conchequeo del altar y la sacristía.párroco regresó hasta él con un ge



de negación. —Nada —confirmó—. No f

nada, todo está en su sitio.Bukowski asintió.

—Eso concuerda con nueteoría de que los asesinos se diero

la fuga en cuanto fuesorprendidos.

El párroco se sentó junto

Bukowski quien se moligeramente a un lado.

—Es espantoso. Nues

querido Josef asesinado en la cdel Señor, el accidente sin sentidoPater Johannes, y, además, a s



unos kilómetros de aquí, en monasterio de Ettal, un loco asesinado a un hermano benedictiSeguro que ha oído hablar de eParece como si Dios se hubialejado de los hombres.

—Sí, conozco lo del asesindel monasterio —contestó Bukow

. También me encargo de ese ca

Los caminos del Señor, a vecson insondables y tortuosos manifestó el cura—. ¿Sabía que Pa

Johannes también pertenecía a Orden de los Benedictinos, así coel asesinado de Ettal?



Bukowski afinó sus oídos. —¿Se conocían? —Incluso trabajaron jun

durante mucho tiempo en la AgenEclesiástica para la Antigüedad ande que Pater Johannes se retirara y

hiciera cargo de esta localidad. —¿Trabajaron juntos? —rep

Bukowski.

—Pater Johannes especialista en escritos antighebreos y armenios. Estu

trabajando cinco años en IsraeOriente Próximo —Bukowski se con la palma de la mano en la fre



. ¿Qué pasa? —preguntó asustel párroco.

Bukowski se levantó. —Muchas gracias, se

párroco. Me ha ayudado mucho.Bukowski se apresuró fuera

la iglesia y casi chocó con LHerrmann quien estaba de pie delade la puerta.

—¿Dónde estabas? —gBukowski a su compañera.

—¿Mal humor? —se defen

Lisa—. Estaba hablando con el seDischinger, el marido de la amallaves. Acababa de llegar. Le



pedido que me muestre la llave deiglesia. Al parecer, están disponibtodas las llaves, excepto la del cuPero creo que esto no te interesavas a dejar el caso. ¿Quieres llame a Garmisch y decirles a

compañeros de la inspección vengan aquí?

Bukowski introdujo la mano

el bolsillo de su chaqueta y sacóllave que le había dado el cura y qhabía guardado en una pequ

bolsita de plástico. —Este caso es nuestro contestó Bukowski—. Y la próxi



vez me cuentas todas las diligencque hayas realizado. O, ¿te parbien que hagamos lo mismo veces?

—¿Qué? —preguntó Lconfundida.

—Me refiero a lo de las llav¿no lo entiendes?

Lisa miró perpleja a Bukows

—Pero, ¿qué te ha pasado?Bukowski le mostró la llave.

—Llévala al laboratorio p

que la analicen. Quiero saber si hecho una copia de esta. —Y, ¿qué vas a hacer tú?



preguntó Lisa sarcásticamente. —Me voy a ocupar

accidente de Pater Johannes. Jerusalén, yacimientos en

carretera de JericóSobre la zanja número cua

donde al principio se suponía queencontraba la cocina o el comedorla guarnición romana y finalmente

descubrió la tumba del caballerolevantó una enorme tienda cerrpor todos sus laterales. Chaim Ra

la había mandado instalar. No taporque temiera que la lluimpidiera las tareas, sino más b



para proteger la excavación del rede curiosos ayudantes. En la crisolo trabajaba un selecciongrupo. Ayudantes escogidos que consideraban de confianza. Se instuna gran polea con una fue

tractora de casi doce toneladas ppoder elevar la pesada tapa ataúd. Chaim Raful no se separ

del equipo de Hawke. Apenas podisimular su emoción y curiosidImpaciente esperaba a que la t

descubriera finalmente la tumba.Ya era casi mediodía y el case concentraba bajo la tienda.



gran camión esperaba junto a excavación. Jonathan Hawke haanalizado bien la sepultura. capas de piedra, con una profundide hasta tres metros, se podclasificar cronológicamente en

misma época de la que procedíanresto de objetos romanos. Pero tose estaba mezclando. La cripta ha

sido construida bajo la guarnicióncasi tres metros de profundidad ysu vez, se extendía otros dos met

de profundidad. Jonathan Hawtenía claro lo que aquí hasucedido. Hace apenas mil a



levantaron el suelo para erigirtumba del caballero. Posteriormela tierra removió y entremezcló toDesde el punto de vista estratigráfesto no era inusual. Este tipo fenómenos se daba con frecuen

cuando el suelo sigue en movimieo cuando se excava para constrnuevos cimientos unos siglos m

tarde. Con las capas estratigráfide la tierra también se revuelentre sí los siglos pasados. So

todo en la cercanía de las granciudades que no paraban de crecedonde se seguían construyen



nuevos edificios. —Ya está —notificó Aar

sacando al absorto profesor de pensamientos.

Jonathan Hawke se adentróla zanja y observó la gruesa cue

de acero ligeramente tensada. —Pues sí que me alegro

haber llegado a tiempo —pronun

Tom a espaldas de los arqueólogos. Gina y Jonathan giraron inmediatamente.

—¡Tom! —exclamó Hawsorprendido—. Pensaba que estaen la cama, donde deberías estar



reposo.Tom sonrió.

—Yaara y Moshav se hmarchado a la ciudad, me encuenmucho mejor. Quiero saber de uvez por todas qué está pasando aq

—Queremos abrir el sarcófe inspeccionar tu descubrimientorespondió Hawke.

—Pero no creéis que semejor subir el sarcófago y analizaen su totalidad dentro

laboratorio, aquí podemos dañarloHawke se encogió de hombro —Chaim desea que sea así y



es el director de este proyecto. solo soy responsable de la ejecuctécnica de sus decisiones.

—No puede esperar, llevamucho tiempo —añadió Gina.

—Entonces, empecemos ya

decidió Jonathan Hawke, y le huna señal a Aaron.

Friburgo, Suiza, Couve

Saint-Hyacinthe de los dominicosla rue du Botztet

¿Hasta dónde ha llevado e

mundo liberal a los seres humanIncluso en el Santo Oficio encuentran almas liberales



lentamente se propagan como cáncer. Si la Iglesia sigue sonriena estos enemigos y no lucha conellos en cuerpo y alma, entonces destruirán algún día.

El cardenal Borghese seguía

poder entender la ligereza con la Pater Leonardo se había tomadonoticia de las excavaciones

Jerusalén. Como secretario del SaOficio tenía el deber sagrado hacer todo lo posible para evitar

posibles peligros a la Curia, a la fal alma de los creyentes. Y, ¿qcontestaba Pater Leonardo? Que



ocuparía de eso pero que no vpeligro alguno en los trabajos Chaim Raful. La Iglesia ya hasobrevivido a ataques peores. cierto, había sufrido tormentas mfuertes, pero para asegurar

continuidad había tenido que paun elevado peaje en sangre.

Chaim Raful, este ateo, e

conspirador de brujerías judío, hace todo lo posible por atacar aIglesia romana allí donde es m

sensible. Este demonio en formahombre ha vuelto a abrir una gbrecha entre los creyentes, de los



ya apenas quedan, excepto los mdesesperados. Y Pater Leonasimplemente sonríe y rechaza ataque de este enemigo de la Iglecon un solo gesto de su mano. Cosi nos pudiéramos quitar de encim

Raful al igual que una pesada mosEl cardenal Borghese hervía

dentro cada vez que volvía a pen

en esto. ¿En qué se ha convertesta Iglesia? Cada vez hay mbancos vacíos en las misas y c

vez menos personas se dirigen acasa de Dios para entregarse Señor. ¿Y a qué se dedican los al



cargos de Roma? A dormir y a segsoñando en sus ilusiones de podeinfluencia mientras que persocomo Raful o este alemán, Drewermann, hacían todo lo posipor derruir la casa que Pedro leva

hace dos mil años.El cardenal Borghese est

sentado en silencio en su escrito

con la mirada perdida dirigida aventana donde asomaba un lluvidía gris.

El ligero golpe en la puertahizo volver al presente abandonansus lúgubres pensamientos.



—¡Sí! —pronunciabruscamente sus labios.

Un hermano dominico con túnica de monje abrió la puerta.

—Su eminencia, monsiBenoit ya ha llegado y espera en

biblioteca.El cardenal se levantó.

—Gracias Jacques, ya v

Prepárenos una infusión. Seguro monsieur Benoit está cansaPrecisa una celda para dorm

encárguese de ello.El dominico hizo una reverenantes de cerrar la puerta. El carde



Borghese se colocó bien la sotaPor fin podría hablar con alguien quien pudiera compartir preocupaciones.



7

Weilheim en Pfaffenwinkcomisaría de policía, Meisteranger

-Ocurrió en medio de la noinformó el joven policía—. Se

las pruebas que hemos recogido,

conduciendo por la carretera Rottenbuch hacia Steingaden. campo de arroz le sigue un pequ

bosque, ahí se salió el cura decarretera y derrapó por un terraphasta que chocó con un árbol y



vehículo dio una vuelta de campaUn conductor de autobús descubrió a la mañana siguiente.

—¿Por qué se salió de carretera? —preguntó el ofiBukowski, mientras miraba las fo

del lugar del accidente. —Tenemos huellas de

fuerza centrífuga —aseguró

funcionario—. Suponemos quería evitar atropellar un animaperdió el control sobre el vehícu

Por las noches, numerosos corpasan a los campos vecinos. —¿No hay testigos?



—Nadie lo presenció contestó el policía—. El accidedebió producirse a medianoche.

—¿Cómo han llegado determinar la hora? —preguBukowski.

El funcionario miró entre actas del caso.

—El párroco venía de

reunión en Schongau. Había quedcon miembros de la parroquia de para tratar un evento que

celebraría en la Wieskirche. reunión concluyó en torno a las oy media. Entonces el párroco se



en coche desde allí hasta casa. Peste tramo se necesaproximadamente unos veinticiminutos. El presidente del Consde la parroquia lo acompañó hastacoche y allí lo despidió.

Bukowski sacó un mapa. —Hay algo que no entiendo

se asombró—. ¿Por qué fue

Peiting y no tomó la carretera Füssen que lleva directamenteSteingaden? Es mucho más corto.

El policía uniformado encolos hombros. —Tendría sus motivos.



—¿Se le practicó una autopsiEl funcionario de la pol

afirmó servicialmente. —El forense lo vio. Les

cerebral traumática fue diagnóstico. Esto concuerda

nuestros indicios. Alcanzó el árpor el lateral y probablemente golpeó la cabeza con el larguero

automóvil. —¿Qué quiere decir que lo v

preguntó Bukowski—. ¿Se

practicó una autopsia o no?El funcionario titubeó. —No había ningún indicio



terceros culpables y el tipo de lesera el habitual en este tipo accidente. Contra un impacto lateno hay una protección suficiente yautomóvil no era muy nuevo. viejo Opel sin protección con

impactos laterales y sin airbag. —Quiero saber si se le pract

una autopsia o no —rep

imperativamente Bukowski. —Digamos que un exhaust

examen del cadáver —replicó

policía—. Es lo habitual cuandohay ninguna duda de la causa fallecimiento. La fiscalía así



aprobó. Esto evita incurrir en cosinnecesarios, nuestro forense esprofesional con mucha experiencia

—Esto quiere decir que párroco pudo haberse lesionado cualquier otro modo —mascu

Bukowski. —Fue un accidente, de eso

hay duda —repitió rotundamente

funcionario—. El párroco encontraba aún con el cinturón seguridad abrochado. Este tipo

accidentes se repite en las zonasbosque. De repente, aparece un cofrente a la luz de los faros,



conductor se asusta e intenta esquial animal perdiendo el controincluso dando vueltas de campaCon la mala suerte que el cesquivó al animal por la izquierdse chocó contra el árbol. Si hubi

torcido a la derecha no hubisucedido nada más que una simabolladura en la chapa.

—Entiendo. Se podría penque un cura tendría un apoyo espeen estas situaciones —conte

Bukowski—. El forense que examel cadáver, ¿dónde pueencontrarlo?



El policía miró a Bukowski los ojos muy abiertos.

—El caso se ha cerrado contestó.

—Quizás para usted, quercompañero, pero yo soy quien ti

que decidir si tengo que consideeste caso cerrado o no. Y me llevsus expedientes, seguro que no ti

nada en contra. ¿O es necesario hable con su jefe?

La mirada del policía no ces

en su asombro. Por unos instansintió cierta resistencia, finalmetragó saliva y colocó los expedien



sobre la mesa.Bukowski se levantó.

—¿Me podría acerrápidamente a la estación de tren?demandó.

—¿A la estación de tren?

preguntó el policía sorprendido. —Mi compañera me ha dej

aquí. Ella necesitaba el coche,

eso me vuelvo en tren a Múnich. —Bien, no se preocupe,

arreglaré —contestó el policía

una fingida amabilidad. Jerusalén, yacimientos en carretera de Jericó



Ahora, por fin, había llegadomomento de elevar la tapa detumba. Tenía un aspecto firmesólido, sin ningún tipo de fisura. Pno podía descartarse que la placapiedra caliza con dos metros

longitud, un metro de ancho y cdiez centímetros de grosor se pudiromper con la más mínima fue

Jonathan Hawke convenció impaciente Chaim Raful de tomtodas las medidas de seguri

necesarias para poder elevar la plde piedra en una pieza. En el camtodo estaba preparado para colo



de forma segura el artefacto. mantas blandas, las placas de espude polietileno y el acolchado estabien colocados en su sitio. AaSchilling sujetaba en la mano mando a distancia de la polea

estaba a la espera de que GAndreotti le diese la señal de subi

Cuando, por primera vez,

elevó ligeramente la placa pintroducir una red de tejido metálunida al gancho de la polea, Jonat

Hawke pudo lanzar un fugaz vistal interior del sarcófago. Bajo la de la linterna se dibujaba



reluciente metal oscuro pero la ghendidura de unos tres centímetsolo le permitió imaginarse lo queencontraba en el ataúd. Antes levantarse un olor a rancio le llegóolfato.

Los dos trabajadores que fijael tejido metálico en el gancomprobaron una vez más

calabrotes de fijación e hicieronademán de afirmación dirigiéndosGina. El ruido del generador ha

disipar cada palabra. Gina levantómano para indicar que el ancresistía. Aaron presionó hacia ab



la pequeña palanca amarilla ycámara lenta, se fue elevandoplaca del sepulcro, centímetrocentímetro. Las caras, llenas asombro, miraban al sarcófago en pocos segundos revelaría

secreto oculto durante mil años. Ude los ayudantes presentes enfocófaro hacia el interior de la tumba.

—No puede ser verdad suspiró Chaim Raful.

Sin embargo, esta observac

apenas pudo ser escuchada porfuerte estruendo del generador.En el sarcófago se encontr



un caballero. Su piel, que parecíaoscuro pellejo de cuero, haadoptado casi el mismo color queputrefacta armadura de hierro. caballero tenía las manos apoyadala altura del pecho. Llevaba pue

una armadura que le cubría la pasuperior del cuerpo y las piernas,como una camisa de malla metál

En la cabeza tenía una cofia bajoque asomaba un largo pelo doradola derecha del cadáver yacía

cuchilla de una espada cuyo mande madera sucumbió al paso de siglos. A su izquierda se encontra



un recipiente de arcilla, similar a ualta y delgada ánfora que abarcdesde la rodilla del caballero hasu cabeza.

—¡Fantástico! —gritó Gina.Jonathan Hawke asin

mientras examinaba la placa detumba que ya pendía a unos metros y se alejaba por el mar

izquierdo de la cripta.El resto fluyó sin problem

Aaron dirigía el brazo giratorio d

grúa directamente sobre el camdonde cuatro ayudantes recibieronplaca y la orientaron para



aterrizara suavemente sobre acolchada base.

En la cámara abierta de tumba reinaba un atónito silenAaron apagó el generadordescendió a la cripta por

escaleras. Se quedó de pie juntTom.

—Esto es increíble —dijo

voz baja para no interrumpir reflexión—. No se ha corrompidse ha conservado bien.

Tom asintió. —El cálido y salado aire interior ha secado su cuerpo y lo



momificado.Una maraña de fibras envol

el cuerpo del muerto. —El abrigo no ha resistido

paso del tiempo —comentó Tom ala mirada curiosa de Aaron—.

armadura está agujereada y oxidaTenemos que tener mucho cuidcuando la despeguemos del cuer

puede que se nos deshaga en polvo —¿Cuánto pesará la tum

aproximadamente?

Tom observó de nuevo sarcófago. —Estimo que cerca de



tonelada. —Y, ¿qué tipo de carcaj es

que tenemos a la izquierda cadáver?

Tom se encogió de hombros.profesor Chaim Raful que

encontraba al lado de ambos dirigió a ellos.

—Es un recipiente de arci

una vez encontré algo parecido explicó—. Un tipo de viático paralargo viaje al paraíso.

—¿Quiere decir que denpudo haber alimentos? ¿En cristiano, profesor? —anotó Tom.



—Sí, puede ser —responRaful y pisó el borde de la tumba.

Agarró un palo que encontraba junto a la tumba ylevantó. Con cuidado retiró restos oscuros que habían serv

antes como abrigo para el caballeApareció una parte de un discoarcilla. Con cuidado, Chaim Ra

liberó el aplique. Se parecía apieza que hacía poco hapresentado a la prensa en Tel Av

Estaba partida por la mitad y julas dos mitades.Los presentes emitieron



fuerte murmullo. El disco mostraen la parte superior, el cielo dividen dos como si hubiese abierto puertas. Una figura se posaba souna nube con una larga vara enmano. Debajo de esta representaci

en una montaña, una pira expulslas llamas que el cielo se tragaba.

—¡Rápido, un pincel! —ord

Chaim Raful.Gina se apresuró y le facilitó

pincel con una suave cerda. Ch

Raful frotó el pincel cuidadosamesobre el pequeño plato redondo. la pira se podía ver una figura



las manos alzadas al cielo. —Esta es la prueba definit

pronunció Chaim Raful en voz . Esta figura es Jesús que se que

en una hoguera. No ascendió a cielos. Su cuerpo nunca yació en

tumba puesto que lo quemaron.Jonathan Hawke se dirigió

lado de Raful y le lanzó u

inquisidora mirada. —Sabías lo que encontraríam

aquí —pronunció con tal seguri

que no dejaba espacio a ninguréplica.Chaim Raful sonrió.



—A Roma no le gustará nadaque tengo en mis manos.

Jerusalén, barrio cristiaunto a la Puerta Nueva

Gideon miraba alrededoresperaba impacientemente. Dó

estaría Pollak, le había prometque lo esperaría aquí. Aún estimpresionado por todo lo suced

durante su jornada de trabajo en excavaciones. Había mirado a cara a un hombre enterrado hace 8

años en Jerusalén. Un caballero entregó su vida a una fe, que cvez era más cuestionable y polém



tras el hallazgo del plato. Seguro siempre hubo personas que dudade la resurrección de Jesús. Creersignifica conocer. Pero si el cuede Jesús de Nazaret fue realmequemado por los romanos, ¿có

pudo haberse levantado de la tumTodos los evangelistas afirmabansus escritos que Jesús, el hijo

Dios, fue enterrado y a los tres dresucitó. Pero, ¿cómo podría hasucedido esto si su cuerpo

calcinado por las llamas y cenizas se dispersaron con el vieen todas direcciones?



Solomon Pollak tendría rascarse bien el bolsillo si querecibir esta noticia.

Gideon miraba a su alrededLas luces de la carretera iluminauna ciudad, aparentemente pacíf

que no se había calmado desde hamiles de años. Cristianmusulmanes, armenios, jud

turcos. Jerusalén era un crisol culturas. Gideon, judío nacimiento, se había alejado c

vez más de su religión. PensabaChaim Raful, el irascible profesorla Universidad de Bar-Ilan.



hallazgo del sarcófago provocarágran malestar entre los cristianRaful se alegraba mucho de eIntentaba ocultar su satisfacción pGideon que estaba junto a él popercibir el regocijo y el secr

placer del profesor. —Hola Gideon —dijo

fuerte voz que le sacó de

pensamientos—. ¿Un duro día trabajo?

Gideon se giró y miró

sonriente expresión de SolomPollak. —Diez horas de duro trabajo



contestó Gideon—. Pero te vainteresar muchísimo lo acontechoy en las excavaciones.

Solomon intentó mostraindiferente pero Gideon percibióigual que aquella mañana lo ha

sentido en la piel del profesor Raque su recién conocido se moríacuriosidad.

La noticia que tengo que dacuesta un pastón —prosiguió Gide

—¿Qué puede ser

interesante? —Digamos que puede serfinal de una vieja leyenda extend



desde hace dos mil años en este py en casi todo el mundo.

—¿De qué estás hablando?Gideon sonrió.

—De lo que cuentan los creen en el hijo de Dios.

—¿Cuánto? —preguSolomon.

—¡Mil!

Solomon lo rechazó con mano.

—¡Estás loco!

Gideon se giró. —Bueno, pues nada. Seguro hay otros que se interesen más



mis noticias.Apenas había dado tres pa

cuando Solomon le tiró de la cami —Has aprendido muy rápido

dijo Solomon con una obstinexpresión—. Quinientos.

—Mil, de ahí no bajo —replGideon—. Quizás esta sea la últinoticia que te puedo traer de

yacimientos.Solomon miró a Gid

contrariado, suspiró e introdujo

mano en el bolsillo de su chaquCuando volvió a aparecer su matenía un puñado de billetes dentro.



—Novecientos —regateó poco más—. No tengo más. Espque tu relato merezca cada uno decéntimos que te pago.

Gideon contó los billetes ylos guardó. Entonces comenzó

narración sobre la tumba y hallazgos del sarcófago, caballero momificado, del plato r

y de la larga ánfora que conteníaviático para el muerto.

—¿Me estás diciendo toda

verdad? —preguntó Solomon una que Gideon concluyó su informe. —Te juro que es verdad todo



que te he contado —aseguró Gideo —Y ¿adónde se han llevado

tumba y su contenido?Gideon se encogió de hombro

—Quizás al museo Rockefeo incluso a Tel Aviv. Allí,

profesor tiene un laboratorio. Pno me lo han dicho.

Solomon pensó por un momen

—Dos mil dólares si averiguas, lo quiero saber pmañana por la noche.

Gideon sonrió. —Puedes confiar en mí. Nvemos mañana aquí, frente a



puerta, a la misma hora.Solomon asintió.

—Estaré esperándote.



8

Múnich, Unidad de CrimOrganizado de Baviera, brigada

Stefan Bukowski estaba sent

detrás de su escritorio y mirabtravés de la ventana abierta. contra de su habitual costumb

había cerrado la puerta conectaba su despacho con el decolega Lisa Herrmann. La torre d

catedral de la ciudad exponía relucientes tejados al cielo pBukowski no alcanzaba a ve



Desde el exterior llegaba hastaoficina el ajetreo diario de la vidala ciudad pero él apenas lo percibPensaba en la época en la quedespacho se encontraba sobre tejados de La Haya, compartido

Maxime de París y Willem Rótterdam en el Centro Coordinación de la Europol.

Entonces su trabajo era mumás fácil, no tenía que examiningún cuerpo sangriento, solo te

que trabajar con papeles. Remitíadiligencias a los puesresponsables. La mayoría de del



de evasión fiscal o estafa producían en Alemania o en alEstado miembro de la UnEuropea. En principio solo encargaba de recoger las diligenco ponerlas a disposición de

autoridades alemanas en extranjero o, a la inversa, para autoridades extranjeras en Aleman

Pasó diez años fuera y trabajó pel modelo de una organización policía europea. En la mayoría

ocasiones el resultado insatisfactorio puesto que intereses nacionales de los Esta



miembros impedían una abiertaintensa colaboración. Pasageneraciones hasta que puhablarse de una verdadcooperación. A pesar de todo, SteBukowski se había sentido bien en

Europol y se había arrepentido mde una vez de su regreso a Aleman

—Ahora le toca a los jóve

demostrar su valía —sugirió su jde recursos al despedirle.

El Ministerio del Interior

Baviera simplemente no haprorrogado su comisión de serviciya se consideraba demasiado ma



para ser transferido a la Europol. este modo, tuvo que regresarMúnich y se hizo cargo de dirección de la brigada 63. porque él se hubiese esforzado ello, sino porque era el único pue

disponible que se correspondía su rango y escala.

Hasta hace un año, solo te

que estar sentado en su escritoriasignar los casos a sus colegcomprobaba su trabajo y dirigía

sección. Estaba liberado del trabde campo ya que se aplicaba el vilema: «Quien dirige debe estar li



de trabajo».Desde la gran reforma que ha

sufrido la Policía, en la que desmontaron la mayoría de maninferiores y medios, tuvo que vola seguir las pesquisas en la call

tramitar los casos. Y justo en emomento trasladaron a LHerrmann a esta brigada. Una mu

emancipada, con la ambición ytenacidad de un corredor de maratDía tras día le pisaba los talon

ella lo sabía todo y, con frecuenle hacía sentir que sus métodos noconvencían.



Aún le quedaban cuatro añStefan Bukowski torció el gesto,levantó y cerró la ventana.

Habían asesinado brutalmentpadre del monasterio de EtCrucificado, torturado y apuñala

¿Qué sabía este hombre? ¿Qquerían de él? ¿Acaso torturadores eran personas horren

que se recreaban en el sufrimientola víctima? ¿Por qué nadie convento se dio cuenta de este bes

hecho? El padre tuvo que hagritado cuando un hierro ardienselló su cuerpo o cuando le raja



el pecho con un afilado puñal.El informe de la autopsia d

todo bastante claro. El foreestimó casi dos horas de sufrimiede la víctima.

Alguien llamó a la pue

Bukowski emitió un vacilante sí . LHerrmann entró al despacho.

—No he conseguido obte

ninguna resolución para exhumación —informó Lisa—. fiscalía no considera las prue

como suficientes. Creen que todo simples suposiciones y no exisindicios tangibles para ello. Qui



tú lo puedas volver a intentar. fiscal responsable se llama Flegle

Bukowski la miró con oinquisidores.

—¿Tú tampoco crees que párroco de Wieskirch fue asesinad

Con los párpados hacia abcontestó:

—Con lo que ha pasado en

últimos días, todo es posible. simplemente tuviésemos prueba... pero no disponemos

ninguna.Bukowski palpó con sus mala carpeta del expediente que



encontraba en el centro de su mesa —El padre de Ettal murió t

dos horas de martirio y nadie monasterio oyó nada. Aunque quieno puedo creerlo.

—¿Insinúas que sus hermano

asesinaron?Bukowski frun

profundamente el ceño.

—No es imposible pero tenemos ningún indicio. Escompletamente seguro de que sa

mucho más de lo que nos contado. —¿Debo organizar una nu



declaración? —No, lo haré yo mismo. A

no marcha bien, lo presiento interrumpió Bukowski.

Jerusalén, barrio cristiacerca de la Cúpula de la Roca

Yaara se acurrucacariñosamente en el pecho de Tomlo miraba a la cara con sus oscu

ojos. Su largo pelo negro rizdescansaba sobre su regazo. atardecer había irrumpido

Jerusalén y cada vez se encendmás luces en la ciudad. La CiuSanta reposaba pacíficamente en



crepúsculo.Yaara y Tom habían cambia

su triste tienda por una habitaciónhotel en el barrio cristiano. Estasentados en el balcón y delanteellos se levantaba imponente

Cúpula de la Roca, con su bóvdorada bien iluminada. Tom estsentado en una silla plegable y

daba fuertes caladas a un gran pur —¡Cómo apesta! —excla

Yaara.

—Raful me lo ha regalado haber encontrado al caballero. Dque es un auténtico Havana Cl



Solo hay un vendedor aquí Jerusalén que se lo ha conseguidoexclusiva.

—De todas formas apesta atacó Yaara.

Tom masculló a

incomprensible antes de apagarpuro en el cenicero. Se reclinómiró al cielo.

—Resulta todo tan pacífico a pronunció Yaara con voz profun. Ojalá fuese siempre así.

Tom se inclinó hacia ella yestampó un beso en los labios. Eposó las manos alrededor de



cuello y lo abrazó fuertemente. —No hubiese podido sopo

que te sucediera algo cuando cadentro de la cripta. Te quiero.

Tom la besó de nuevo. —Yo también te quiero Yaar

me gustaría que nunca acabara einstante.

—Por otro lado, tu accidente

sido todo un descubrimiento paraarqueología —bromeó Yaara—. ¿qué sabes acerca de los templario

Tom contempló el añil cielo. —Los caballeros no



precisamente mi especialidad. trataba de una orden secreta mpolémica en el seno de la IgleHasta donde conozco, llegaron a demasiado poderosos para el pde entonces y casi todos murieron

manos de unos asesinos a sueldoviernes trece. Se dice que vinieroJerusalén, movidos por la fe, p

encontrar un tesoro: el Santo Griael Arca, pero esto no son más qespeculaciones. En todo caso, de

entonces se debe ser precavidoviernes trece para no tener msuerte.



—¿Sabe el profesor algo más —¿Raful? —No, me refiero a Jonathan.Tom se encogió de hombros.

—Que yo sepa él eespecializado en Historia romana.

Una estrella fugaz cruzó el cidesvaneciéndose por el Este.

—Tienes que pedir un deseo

dijo Tom. —No digas nada, disfrutem

de este momento —contestó ella.

La atrajo hacia sí. —He tenido que excavar casi todo el mundo hasta encontra



No te voy a soltar nunca.El crepúsculo culminó dan

paso a la noche pero en Jerusanunca oscurecía totalmente. todos lados había faros iluminaban los incontab

monumentos e iglesias que repartían por toda la ciudad.

Yaara se soltó suavemente

los brazos de Tom. Solo llevpuesta una camisa que le lleghasta los muslos dejando

descubierto sus largas y morepiernas. Tom lanzó un suave silbmientras ella se dirigía a



habitación. —Ya entiendo por qué hace d

mil años volvisteis locos a romanos —dijo—. Las esclavasJudea eran muy deseadas.

Yaara se giró.

—¿Quieres que sea tu esclesta noche?

Tom asintió.

—Eso quisieras tú —contecon una impetuosa risa.

Tom extendió sus brazos.

—Ven aquí, quedémonos fuun poco más y disfrutemos de enoche. Solo deseo abrazarte,



parar.La estrechó fuertemente y

besó, parecía como si no quisiponerle nunca fin a ese momento.

Jerusalén, museo Rockefelcalle Suleiman

Jonathan Hawke se inclhacia el ataúd de cristal y mirócadáver momificado. Su piel pare

casi negra ante la artificial luz roTodos los hallazgos de la crifueron trasladados a un laborato

del ala oeste del museo RockefelEl camino hasta Tel Aviv hubisido demasiado largo para



cadáver, la seca piel del templano hubiese resistido el viaje dañarse. Por este motivo, el profeChaim Raful alquiló un pequlaboratorio y almacén en el musque apenas distaba un kilómetro

los yacimientos. —Jonathan —llamó Raful

Esta imagen es espectacular. Incl

después de mil excavacionsiempre se convierte en un eveúnico que consigue poner la piel

gallina de quien la observa. —Y este cadáver es totalmeespecial —respondió Jonat



Hawke molesto.El tono de su voz dejó a Ch

Raful un poco perplejo. Se dirigiócolega americano.

—¿Cómo debo tomarme ecomentario?

—No disimule más Chaim replicó Hawke—. No siga haciencomo si todo esto fuese casualid

Los restos de arcilla, la guarnicromana, los yacimientos bajo monte de los Olivos. Todo esto no

más que una fachada.Chaim Raful se encogió hombros.



—No entiendo nada.Hawke señaló al cadáver.

—Este es el motivo por el hemos excavado allí y usted lo sabSabía que daríamos con su sepultuLo pude ver en sus ojos. Está a

solo por la tumba del templariotodo por llegar hasta este inferplato y para poder darle un nu

golpe doloroso a Roma. ¿Y ahqué? ¿Cuándo llegará su momen¿Cuándo ha convocado la rueda

prensa con los periodistas? ¿Maño quizás mejor en unos días?Chaim Raful se acercó



profesor e intentó posar la msobre su hombro pero fue esquivad

—Me ha utilizado —prosigHawke—. Me ha utilizado como herramienta más y con falpretextos me trajo hasta Jerusa

para que le encontrara esta tumque usted tanto había estbuscando sin ningún resultado ha

ahora.Chaim Raful levantó la mano

ademán de disculpa.

—Solo tenía un par fragmentos, nada decisivo. Solopar de vagos indicios. Jonath



usted es uno de los mejoarqueólogos de nuestro tiempo yequipo ha realizado un trabexcelente, estoy en deuda ustedes. Pero no le he contado nque no sea la pura verdad. Hace

mil años hubo una guarnición roma los pies del monte de los OlivConsidere la tumba del templa

como un regalo. De este modo amestaremos satisfechos. Usted puseguir excavando y dejar

descubierto la guarnición. Y también he obtenido lo que desea¿No merece la pena para ambos?



—Usted me ha utilizado pdañar a la Iglesia romana. ¿De dónviene este profundo rechazo haRoma?

Raful volvió a elevar sus mapara disculparse.

—La Iglesia romana es couna prostituta, se acuesta con poderosos —contestó bruscame

Raful.Las venas de su cuello

hincharon mostrando toda su rabia

—Traicionó a mi familia.Jonathan Hawke no entendíqué se refería.



—Mi padre, mi madre y mis hermanas murieron en BergBelsen, solo yo pude escapar campo de concentración. La Igleromana presenció impasible acontecimientos y dejó actuar

Hitler. Al contrario, incluso apoyaron para que continuara consangriento régimen. Mantuvieron

pueblo en calma. Celebraron misagradas con la sangre de dañados. Para eso sirve esta Sa

Iglesia. No tiene nada de humaanhela la vida de aquellos que nopertenece. Solo aceptan su ún



verdad.Jonathan Hawke negó con

cabeza. —Eso sucedió hace muc

años y no podemos dedicar nuevida al odio. El presente es ho

debemos dirigir nuestra miradafuturo.

—Lo dice con tanta facili

amigo —interrumpió Chaim RafulAquella vez que se encontraron escritos en el mar Muerto yo form

parte del equipo de jóvecientíficos que trabajaba aObtuvimos la autorización



Gobierno jordano para segbuscando en más cuevas. Pentonces llegó Roma y envió a esbirros, Pater De Vaux y a Iglesia. La biblioteca École, eengendro dominico de París nos e

y tuvimos que quedarnos mirancómo unos extraños se llevanuestra propia historia de las cuev

Entonces me juré que nunca mdejaría que me excluyeran.

—Pero hace mucho tiempo

se publicaron los resultados de yacimientos —comentó Hawke.Raful dio una fuerte carcajad



—No querido, usted no es inocente. No creerá que aparecido todos los documentos. encontrará ningún escrito, ni siquiun fragmento, que sea crítico conIglesia. Han ocultado aque

escritos que demuestran que Jenunca ha existido, al menos enforma en la que la Iglesia romana

lo quiere hacer creer. —¿Y por qué está tan segu

preguntó Hawke.

—Lo sé porque precisamentevisto esos escritos con mis propojos antes de que nos robaran to



los objetos que poseíamos y llevaran al desierto —explicó Ra

. ¿Lo entiende? De lo contra¿de dónde hubiese oído hablar este aplique?

Hawke frunció el ceño.

—¿Qué tienen de especial esplatos de pared que usted taaprecia?

Raful dio un paso atrás ysentó en una silla.

—Es una larga historia

afirmó—. Pero no quiero ocultársquerido amigo. Hace quince añoscompré a un mercader árabe, en



bazar de Haifa, el fragmento depapiro. Estaba escrito en hebantiguo y procedía de una de cuevas de Qumrán, eso era lo que garantizaba el mercadEfectivamente parecía un escrito m

antiguo. Pagué casi quiniendólares pero la inversión mereciópena. Contenía las indicaciones

otra cueva que se debía encontraoeste de las cuevas descubierhasta el momento y del asentamien

Busqué durante casi dos años. Porencontré la entrada, junto a Kalyauna pared de gran altura. Est



oculta y cubierta por el polvo siglos. En la cueva se encontralas mismas jarras de barro queQumrán, pero esta zona es msensible a la humedad. El contende los recipientes ya se ha

corrompido. Sin embargo, sí pude encontrar algo: un rollo cobre que soportó el desgaste.

fue fácil descifrar el rollo escritolatín. Tuve que hacerlo fragmentfragmento pero lo conseguí. El au

llamado Flavio el Viejo, era artista y escribiente romano mimpresionado por un tal Yeshua, c





pero no es importante. Era el quiplato el que yo buscaba.

—El plato de la tumba caballero —murmuró JonatHawke.

Chaim Raful sonrió.

—Todo se encuentra en un luseguro y pronto podrá observaincluso el rollo que está disponi

en distintas tiras. Ahora, por fin,completado mi colección.

—Estos platos, ¿

representan, qué descubrimientos aportan que usted tanto depresentarnos? —preguntó Jonat



Hawke con desconfianza. —Muestran el bautizo

Yeshua, muestran como se dirigílas personas, cuando entró Jerusalén, también la cena con fieles. Pero no solo se encuent

doce, sino que hay una decimotercpersona que se sienta junto a Pronto podrá verlo todo. Los ot

dos platos ya los conoce. crucifixión de Yeshua y incineración de su cadáver. Creo q

esto no va a agradarle muchoRoma. —¿Por qué? —pregu



Jonathan Hawke—. ¿Porque quemaron después de su muerte?

—La imagen no deja lugadudas. Pero como se dice en la Cade los Corintios: Cristo murió pnuestros pecados; fue sepultado

resucitó al tercer día según scrituras; que apareció a Cefa

luego a los doce; luego se apare

a más de quinientos hermanos avez, la mayoría de los cuales viaún, y otros ya duermen. Después

apareció a Jacobo, después a todlos apóstoles. Resumiendo, quemaron su cuerpo no ex



ninguna tumba, ni se produjo resurrección con lo que toda efarsa se desmonta.

Jonathan Hawke negó concabeza.

—¿No lo está simplifican

demasiado? —preguntó—. Dios solo controla el alma sino que esSeñor de la materia. ¿Acaso no po

Jesús atravesar paredes y entrarhabitaciones cerradas?

Raful sonrió.

—La historia no ha hecho mque empezar. Fantasmas ha habidocada mitología pero, espere



momento, una pequeña observacen cuanto a su tesis: según Evangelio de san Juan, ¿no pusoincrédulo Tomás el dedo en la llporque no creía en la resurrecci¿Se le puede hacer esto a

fantasma? No Jonathan, le enseñlas pruebas, se asombrará viamigo. Y su nombre estará siem

vinculado al legado de templarios. Le estoy eternameagradecido, Jonathan. Todo esto

ha demostrado que no me equivoen mi elección de que usted dirigilas excavaciones con su equipo.



Con una fuerte negacJonathan Hawke tomó la palainterrumpiendo a Raful.

—Estoy aquí para poner descubierto una guarnición romanno para seguir escuchando e

enredo. No quiero saber nada de ehistoria de los templarios y no quique se me relacione con el

¿Entendido, Chaim? Su conflicto la Iglesia es asunto suyo.

—Jonathan, viejo amigo,

siento. No entiendo por qué molesta tanto. ¿Por qué motivo puede vincularse su nombre con



hallazgo más importante Jerusalén actual? El mundo dagradecerle a su minuciosidad podamos disponer ahora de mconocimientos.

Jonathan Hawke inhaló el a

profundamente en sus pulmones. —Porque soy cristiano y no

avergüenzo de ello —respon

bruscamente y se giró. —Pero usted también es

científico y la única obligación a

que nos debemos los científicos ela de descubrir la verdad. Solo eso buscamos huellas de nues



pasado. Solo cuando podamos sade dónde venimos, entenderemnuestro destino.

Jonathan Hawke ya hacerrado la puerta del laboratorio. Lpalabras de Raful resonaron sin

escuchadas.Monasterio de Ettal

Oberammergau

La toma de declaración de hermanos del monasterio no aponinguna prueba nueva. Nadie se

cuenta de nada relacionado conasesinato. Nadie, excepto peculiar monje que imagin



haberse encontrado personalmecon el mismísimo demonio. Despde que el prior de la abadíavolviera a explicar que el lugar asesinato se encontraba lejos de celdas y de que el sonido se pie

por el amplio espacio monasterio, Bukowski encerró pormomento a Lisa en el cobertizo

cerró la puerta. Efectivamente gritos de Lisa no llegaron hasta habitaciones donde duermen

hermanos. —Justo por ese motialojamos los talleres y establos



esta zona —explicó el prior—. Londas del ruido no traspasan muros y no se molesta a nadie los trabajos.

Lisa miró a Bukowski con gescepticismo.

—Además, las puertas tambestán blindadas —agregó el prior.

—¡Muchas gracias!

respondió Bukowski—. Si tiene mnoticias que nos puedan ser de ayullámeme directamente.

Bukowski le acercó al priortarjeta de visita y se despidió.Cuando tomó asiento en



coche junto a Lisa, maldijo en baja.

—Así que no se han confirmtus presentimientos —ironizó LisaSe han quedado en epresentimientos. Una pena realme

seguro que unos monjes asesinosedientos de sangre te hubiellevado a algún titular de prensa.

Bukowski ignoró la ironía los comentarios de Lisa.

—Al menos, con esto podem

excluir objetivamente un complotlos monjes —murmuró—. Ademun buen criminalista considera





9


-Latín medieval, mayúsculas

separación, el lenguaje de la Igley del Occidente cristiano, en mede Jerusalén —narró Gina Andre

observando la brillante foto queencontraba frente a ella en escritorio.

—Y por suerte una inscripcmuy limpia y ejecutada con clariañadió Jean Colombare—.



escribiente se esforzó bastante.Gina pasó las hojas de un to

que documentaba escritosfotografías de hallazgos, tambrealizados en latín medieval del siXII. Una obra de referen

paleográfica para poder realizardeterminación temporal de un escmediante la caligrafía, la ejecuc

del escrito, la deformación de distintas letras y la expreslingüística. Señaló la foto de u

tumba descubierta hace siete añosRoma y que ya había sido clasifictemporalmente.



—Los arcos y la forma de letras son casi idénticos —pronun

. Esta tumba procede del 1141, con esto se puede deducirfecha de nuestro ataúd.

Colombare asintió.

—Te doy la razón. Hemencontrado un caballero de la épde la primera Cruzada

permaneció aquí en Jerusalén. —No estoy especialme

informado de las cuestiones de

templarios pero durante muchos amantuvieron aquí en Jerusalén comandancia —observó Gina y so



el tomo de fotos—. Según inscripción de la tumba, estamfrente a un caballero de alto ranquizás incluso un gran maestro enlos templarios. He traducido mayor parte del texto.

—Y, ¿qué pone en la tumba nuestro solitario templario?

Gina rebuscó entre

anotaciones. Finalmente encontródocumento.

Aquí descansa con D

nuestro hermano, el noble Comenaud de Saint-Armand, qualleció en el año 1128 después



Cristo en la Tierra Santa. Fuuno de los nueve que juraron seral hijo de nuestro único Dios cutumba debe protegerse de aqueadores e impíos pagan

Murió en vida pero su jurame

agrado perdurará en la eternidhasta el último día. Cumplirá deber al igual que nosotr

hermanos de Cristo, nos obligama servir a nuestro hermaeternamente. Este juramento

anuncia a todos aquellos que atrevan a irrumpir en tranquilidad de nuestro herma



or lo que serán quemados eninfierno eterno. La sombra demuerte les alcanzará.

—¿Eso es lo que está escri preguntó atónito Jean Colombar

—Ese es el sentido —respon

Gina—. Sabes que ciertas palabno se pueden traducir literalmenPero ese es el contenido de

inscripción de la tumba, con tseguridad.

—Si estás segura, es eso lo

está escrito —ratificó JColombare con una sonrisa—. eres nuestra especialista, ¿



informado ya a Jonathan?Gina contestó con un ademán

negación: —Jonathan ha ido

Rockefeller. Quería reunirse allí Raful. Creo que está basta

enfadado porque Raful nos utilizado. Jonathan está convencde que Raful sabía lo de la tumb

utilizó como pretexto la excavacde la guarnición romana.

Jean Colombare pasó las ma

por su oscuro y espeso pelo negrse secó la frente llena de sudor. Entienda hacía mucho calor y



pegajoso. —Da igual, pienso que de to

maneras nuestras excavaciones merecido la pena. No se descubmuchas tumbas bien conservadaslos caballeros europeos en Israe

en Oriente Próximo, y menos aúnson templarios. La mayoría de sepulcros fueron saqueados

derruidos. La autoridad de caballeros no tuvo mucontinuidad aquí en la tierra

desierto. —Jonathan me ha pedido investigue el origen del caballero



informó Gina—. Si tienes tiempuedes ayudarme. Supongo que conde francés se puede ubisencillamente.

Jean Colombare tomó las foque se realizaron como pru

documental del estado enterramiento.

—Sus hermanos —rep

pensativo—. Uno de los nueve. lo visto era muy importante pellos esconder bien la sepultura de

hermano. Excavaron muchos metpara ocultar bien la cripta. —Y dejaron una amenaza p



los que se acercaran a ella —añaGina.

—Casi en todas las sepultude un personaje relevante se pueencontrar citas que anuncian infierno en caso de que alguien

atreva a molestar el descanso muerto. Pero no ha servido mucho, ni a los antiguos egipcios

sus pirámides, ni a los celtas, nnadie en el mundo.

—Han escondido tan bien e

panteón que ha permanecido duramuchos años sin descubrir respondió Gina.



—Lo único que me preocson los objetos que se incluyen ensepulcro —prosiguió JColombare—. Una espada comprensible cuando se entierracaballero. Pero, ¿qué hacen un pl

roto y una delgada ánfora en sarcófago?

—Alguien los colocó

porque tampoco podían descubiertos —anotó Gina.

—Claro pero, ¿por qué?

además, el plato procede de la épde la crucifixión de Jesucristo. Equiere decir que es unos mil a



más antiguo. —Casi como esta omin

ánfora —comentó Gina—. Efigura ya la he visto alguna vGriega, si me preguntas.

—Sí, yo también lo cr

¿Dónde la has visto?Gina se levantó y se dirigi

una estantería de libros improvis

con cajas de fruta donde guardsus libros y obras de referencia. tuvo que buscar mucho hasta

encontró el libro. Buscó una págcon imágenes y le acercó el librJean Colombare. Se comparaban



fotografía con la litografía sepulcro que se representaba enlibro.

—Cierto, tienes razón —afirtras un momento.

Después cerró el libro y leyó

título. — Los manuscritos de

cuevas de Qumrán.

—Exacto —exclamó Gina. —Qumrán muestra cada

más incógnitas. Y, ¿qué hay en

ánfora?Gina se encogió de hombros. —Chaim Raful se ha apresur



bastante en sacar de aquí contenido. No creo que nos vaydecir lo que allí se encontraba.

—Y me decía que si eviáticos.

—¿Viáticos en la tumba de

cristiano? —repitió Gina. —Tengo que reconocer

estaba tan impresionado por

cadáver que el profesor podhaberme contado cualquier cosa admitió el francés—. Tenemos q

hablar inmediatamente con Jonathesto es bastante sospechoso. —¿Qué crees que está hacien



Jonathan ahora mismo?Múnich, Unidad de Crim

Organizado de Baviera, brigada —Y, ¿no hay ninguna duda?

preguntó Bukowski mirando a Dde la Policía Científica por enci

del hombro. —¿Es que no lo ves tú mism

atacó Dorn.

Bukowski se inclinó y miró el ocular del microscopio.

—No veo nada —contestó.

—Entonces estás ciego.Bukowski se alzó de nuevo. —Tú eres el especialista



huellas y si me dices que el perno cilindro de la cerradura muepequeñas estrías me lo creo.

Bukowski se sentó en una sill —Quiero el informe p

mañana.

Dorn miró al reloj de muñeca.

—Estás loco, acabo a las tre

no me voy a quedar más tiempo ti. Te tienes que conformar con qudiga que la cerradura de

Wieskirche se abrió con la copiauna llave.Bukowski sonrió y palpó



paquete de tabaco en el bolsillosu camisa.

—¿Qué pasa? —preguntó Do —Es increíble todo lo

podéis determinar —conteBukowski y se encendió un cigarro

—Te agradecería que fumaras aquí —le rogó Dorn.

Bukowski se levantó y

dirigió a la ventana. La abrió y eel humo hacia fuera.

—Y si te he entendido bien,

hizo una copia de la llave párroco fallecido. Una copia quedejado estas pequeñas fisuras en



cerradura. —En la mayoría de ocasione

copia no encaja al cien por ciencomenzó Dorn con su inteexplicativo—. Como la cerradcede después de un largo uso, u

llave nueva deja finas fisuras y uhabituales huellas microscópicasel perno del cierre...

—Está bien, está bien. Solo interesa que alguien ha hecho copia de la llave —interrum

Bukowski. —Y, ¿qué tal te va? ¿Te hacostumbrado ya a tu colega?



cambió de tema Dorn.Bukowski tiró el cigarro po

ventana. —¿Qué quieres decir con eso —Ya sabes, dicen que

comparte nada de tus vie

costumbres. —¿Quién dice eso? —pregu

enfadado Bukowski.

—Ya sabes —titubeó DornLas noticias vuelan por nuestpasillos pero tienes razón.

mujeres nos confunden bastaBerger se ha cambiado de puesto la nueva directora de servicio. Ah



está en el presídium. —Escúchame bien —advi

Bukowski mirando seriamenteDorn—. Esos rumores son tonterEn nuestro departamento todo marbien. Bueno, al principio hu

algunos roces pero es normsiempre que llega alguien nueLisa tuvo que situarse primero p

tiene un jefe estupendo que la apoyado en todo momento. Lo únque tienes que saber es como trata

las mujeres, ¿entiendes?Bukowski guiñó un oLlamaron a la puerta.



—¡Sí! —gritó Dorn.Lisa Herrmann entró en

pequeño laboratorio. Salubrevemente a Dorn.

—Tienes que ir rápidamentla jefa —anunció Lisa a Bukow

. No sonó nada amable. Creo la Hagedorn está enfadada. Y próxima vez que te escabullas en

los despachos me dices dóndepuedo encontrar. Tengo bastancosas que hacer como para e

buscándote.Bukowski se encogió hombros.



—¿Qué quiere ahora esa de mPregúntaselo tú mismo

contestó Lisa cortante y desapareigual de rápido que había aparecid

Dorn sonrió irónicamente. —Ahora entiendo a lo que

refieres cuando afirmas que satratar a las mujeres.

Bukowski negó con un gesto.

—Mañana quiero el informemi mesa, ¿está claro?

—Te deseo buena suerte y

lo pases bien con la HagedoSeguro que la conquistas. Jerusalén, museo Rockefel



calle SuleimanJonathan Hawke se apresur

por los pasillos del muRockefeller en dirección a la saliEstaba enfadado y profundamemolesto por el comportamiento

Chaim Raful. Él no era una mariona la que se pudiera manejar aantojo. Siempre había estim

enormemente a Chaim Raful cocientífico y arqueólogo pero la maque este hombre le profesaba a

Iglesia era enfermiza. Lo que máhubiese gustado en ese momehubiese sido hacer las maletas



marcharse, no podía soportar comportamiento de su colega. otro lado, él era el director de excavaciones de todo el complejbajo la tierra del valle del Cedróneste del monte de los Olivos, segu

escondiéndose los restos de uguarnición romana de dos mil ade antigüedad.

—¡Jonathan, espere! —retumpor el pasillo.

Jonathan prosiguió invariable

camino. No tenía ganas de seghablando. —Jonathan, por favor, espére



resonó de nuevo—. No tenemque enfadarnos. Deme ooportunidad, se lo ruego.

Jonathan Hawke ralentizó paso. Se paró a la altura de ventana y miró hacia fuera. A

pies, en el valle, se encontraban pequeñas casas de la Ciudad Vide Jerusalén. A lo lejos, brillaba

bóveda dorada de la Cúpula deRoca. Toda la ciudad parecía pacífica e idílica. Resp

profundamente.El profesor Chaim Raful apresuró para alcanzar a Jonathan.



—Disculpe mi indomabilise arrepentía Raful de sus cru

palabras—. No quería molestatampoco deseo destrozar creencias. No pretendo robarle ilusiones a nadie pero me sie

obligado con la verdad. La únverdad es la demostración científY no me gusta nada cuando

personas de la fe intentan implanun corazón ajeno, como un cirujansus pacientes.

Hawke se giró. —Más bien tengo la impresde que es una lucha personal que e



librando contra la Iglesia. —Claro, querido amigo

respondió Raful—. Puede harazones personales pero encontrado indicios de que Jesucrno era aquel hombre que llevó

vida que la Iglesia le quiere hacreer. Yeshua era, sin duda, profeta. Era un hombre sabio, m

inteligente y transmitía una ideolomuy humana. Profetizó la bondad ycompasión. Pero era un hombre,

era el hijo de Dios. —Puede ser —replicó Haw. Pero casi un tercio de



población mundial es cristiana. sean católicos, protestanortodoxos u otras comunidalibres. El cristianismo determinado nuestra visión mundo. Es una creencia base que

se puede destruir. Nadie tiene derecho de hacerlo.

—Pero, querido amigo —d

Chaim Raful mientras posaba mano en el hombro de Hawke—. Umentira no se transforma en

verdad porque se haya convertidola creencia de millones de persontransmitida por instrui



eclesiásticos. No podemos constrnuestra historia o seleccioaquellos pilares que más convengan porque se adaptan mejonuestra concepción del mundo.

—¿Se refiere al canon de

Iglesia? —Exacto, estimado amigo

compañero —confirmó Raful—.

puede seleccionar de una serie escritos aquellos que tienen significado normativo para

padres de la Iglesia y desechar otque no interesan otorgándoles carácter subordinado como ci



canciones o apócrifos? —¿No hay que decidirse

algún momento? —preguntó Haw. ¿Es falso que de los numero

escritos del Nuevo Testamento sse eligieran los cuatro evange

que no se contradecían? No se olvnada, no se ocultó nada en secretoresto de escritos se publica

igualmente pero se contradecíanparte o eran, simplemente, extracinsuficientes del Evangelio existe

sin el carácter oficial de publicaci —¿Qué sucedió con Evangelio de santo Tomás?



preguntó Chaim Raful—. El homes de origen divino, es deincierto. Creado a semejanza Dios. Por tanto, todos nosotsomos hijos de Dios, como YeshY en Tomás, no encontramos ningu

resurrección pero encontrampalabras, citas que nos recuerfuertemente a Qumrán. Pero Tom

no se adecuaba a las expectatique el convento de Triest determhace 460 años como el can

definitivo del Nuevo Testamentola Iglesia católica romaSimplemente fue olvidado. Pero



hombre, a veces, se equivoca. ¿Nopuede extraer eso también de enseñanzas?

—¿No debería hacerle espreguntas al papa y no a mí?

—¿Acaso no nos interesa

verdad a todos nosotros? —replChaim Raful.

—¿Quién nos dice qué es

verdad cuando tan solo hemencontrado algunas piezas sueltSolo hemos descubierto algu

pequeñas gotas de un inmeocéano. Y ahora intentamos cada uhacernos nuestras propias ideas.



rellenamos los huecos con tesuposiciones y connotaciones quetienen nada de científico, cuyo orireside única y exclusivamente nuestro mundo de fantasías. ¿Estolo que usted llama la verdad,

serio, querido colega?Raful quitó la mano del hom

de Jonathan Hawke. Con un se

rostro pronunció: —Yo conozco la verdad y

peligrosa puesto que destroza

poder de los poderosos de emundo.Jonathan Hawke se dio



vencido. Chaim Raful era un cperdido.

—Usted me da pena, profeinterrumpió Jonathan Hawke

silencio de unos segundosQuédese con su descubrimiento

confórmese con eso. Pmanténgame a mí al margen. Esaquí para descubrir una guarnic

romana y no para seguir escuchansus ocurrencias sin sentido.

Raful miró fijamente a Jonat

Hawke, después le sonartificialmente y le ofreció su man —De acuerdo —d



misteriosamente—. Usted buscaguarnición y yo me quedo concaballero y todo lo que contienesepulcro. No le molestaré más. contrario, seguiré favoreciendo tareas como siempre.

Jonathan Hawke le tentitubeante la mano al profesor.

—Quédese con el caballero,

tengo ningún interés en él. Yo apoyaré nunca en público sus tedebe tenerlo claro.

El profesor Chaim Raful asin —Hoy me ha quedado bastaclaro, querido amigo.



10

oma, palazzo del Sant’ UffizioEl cardenal prefecto Luka

estaba indignado. Pater Leonardo

sentó en el sofá de cuero debajola ventana. La majestuosa sala reuniones del palazzo en el

residía el Santo Oficio era muy fLas ventanas estaban cerradastapadas. El cardenal prefe

Lukasec vestía una sotana negrasolideo granate y alrededor de gran barriga, atado, el cingulum ro



Estaba de pie frente a la ventana, blancas y arrugadas manos rodeasu cuerpo.

—¿Tiene realmente claro poder que posee el cardeBorghese? —cuestionó enfadado

cardenal prefecto—. Él posee tolos honores, hijo mío. Y usted eaprendiendo a dar sus prime

pasos ahora. Si se dirige a nuesoficio con algún asunto urgeentonces espero que se me inform

respecto inmediatamente. El cardeBorghese se considera un hombreconfianza del Vaticano. No solo



Iglesia le está eternameagradecida sino que su influensobrepasa estos límites y alcanzaámbito político y económico. Merque usted se lo tome muy en sepero al contrario, ha recibido

preocupaciones y miedos con simple sonrisa y lo ha tratado comun novicio.

Pater Leonardo hizo un ademde disculpa.

—No es cierto, he consider

totalmente en serio sus inquietudes —Y, ¿ha actuado consecuencia? —le robó la pala



el cardenal prefecto—. No entiena estos jóvenes. Vienen de cualquuniversidad, hacen un máster ycreen que saben todo y no detomarse en serio al resto del mund

—Yo pensaba... —intenta

ustificarse Pater Leonardo. —Usted pensaba —rep

sarcásticamente el cardenal prefe

. Pero, ¿qué piensa usted? ¿Cque el mundo no se tomará en seriese profesor judío? ¿Piensa que

puede dañar a nuestra Igles¿Cuánto tiempo hace que no visitado una santa misa? Me refier



una fuera del Vaticano, en el munen un pueblo o una pequeña ciudNo dará crédito. Bancos vacpersonas mayores, ningún adolescente o adulto. Esta Igletiene problemas a la hora

movilizar a los ciudadanos. EIglesia se enfrenta a un grproblema, querido. Y este no es

momento de jugar a nada. Esmomento de actuar y no sreaccionar ante lo que hacen nuest

enemigos y sonreír maliciosameante sus actos. —He utilizado mis contac



eminencia —respondió PaLeonardo elevando ligeramente voz—. Tenemos un hombre Jerusalén que sigue con detalle trabajos en los yacimientos enfalda del monte de los Olivos.

—¡Ah, sí! —replicó el cardeprefecto, alargando la expresión pque su sarcasmo no pas

desapercibido—. Entonces sabrá seguridad lo que han encontradouna de las excavaciones.

Pater Leonardo se maldijo eninterior por no haberse puesto contacto con su persona de confia



en París antes del regreso cardenal prefecto. Quizás hainfravalorado la importanciapeligrosidad de esos trabajos.

—Los arqueólogos encontrado los restos de u

guarnición romana que se remontla época de Jesucristo. El profeRaful dirige las excavacion

Aparentemente se ha encontradoaplique que representa una escenala vida de nuestro Señor:

crucifixión. Pero eso no es ninargumento para sustentar la tesisese profesor.



El cardenal prefeinterrumpió con un gesto el discude Pater Leonardo.

—¡No tiene ni idea! ridiculizó con mucho enfado—. siquiera ha considerado importa

informarse correctamente sobre estado de las excavaciones.

Pater Leonardo hizo un gesto

culpabilidad y se encogió hombros.

—Han encontrado la tumba

un caballero del siglo XII —instruel cardenal prefecto a su secreta. Aparentemente ese sepul



contiene indicios que pueden realmente peligrosos para la Iglesi se encuentran en manos de fanático herético. El cardeBorghese me ha informado. confía en usted y él mismo

encargado que se hagan cieaveriguaciones. Pensándolo bcreo que su decisión fue basta

acertada. —Yo no sabía... —Efectivamente —increpó

cardenal prefecto a su subordin, usted no sabe nada y tamphace nada porque no le



importancia a esta situaciónconsidera que el cardenal Borghes un miedoso y nervioso bruUsted le falta el respeto.

Pater Leonardo se levantó. —Le pido disculpas por

impertinencia, eminencia. —Tendrá ocasión de enmen

su despreocupación. Vol

directamente a Jerusalén y allí reunirá con Pater Philippo. esperará en el convento de

franciscanos en Jerusalén. presentará a un influyente señor tiene mucho poder dentro del act



Gobierno. En primer lugar quique se paren esas excavacioneposteriormente que sean concluipor personal eclesiástico, ¿me entendido?

Pater Leonardo hizo un adem

de reverencia. —He entendido perfectame

su deseo, eminencia. Completamen

—Entonces, póngase a trabareplicó el cardenal prefecto y

extendió la mano a su secretario.

Pater Leonardo tomó la manbesó el anillo antes de abandonarsala. Una vez que la puerta se ce



bien pudo respirar profundameEfectivamente, había infravaloral cardenal Borghese. Pero todas tormentas pasan tarde o temprandespués siempre llega la calma.


Organizado de Baviera, brigada El superior de la Poli

Judicial, Stefan Bukowski, odi

cuando se sentía encerrado enascensor, ahí siempre olía comotaza del váter. Odiaba cuando

sabía que se esperaba de él en ureunión. Odiaba cuando tenía subir a la planta más alta, la pla



de la jefa. Y no podía soportar aefa, la presidenta de la Ofic

Estatal de Criminología. Esa muque ocupaba el asiento del jefe dehacía apenas dos años no era mque una figura política, una marion

movida por los hilos de quostentaba el poder en el Ministede Interior, amamantada por

lobos con la ideología del gpartido. Sin embargo, no tenía ni idel trabajo policial.

En realidad, Stefan Bukowañoraba el momento de su jubilaciya que después de todos los camb



que se habían producido en el cuede la policía durante las últimdécadas cada vez estaba más lejosmejorar la situación. Todo contrario. De año en año, de reforen reforma, cada vez empeoraba m

Con un sobresalto el ascenparó en la cuarta planta. Bajotecho solo había salas de expedien

y un par de laboratorios para técnicos. La puerta chirrió al abry Bukowski se abalanzó hacia

pasillo. La oficina de la presidela doctora Annemarie HagedoSeifert, se encontraba al final



pasillo. La puerta de entrada estacomo siempre, cerrada. El úncamino hacia el centro del popasaba por la oficina de recepcionista. Bukowski, a vecllamaba a esa parte de la planta

habitación de las herramientas»,que allí se podían encontrar utensilios más pesados.

Llamó a la puerta. Se escusecamente:

—Un momento.

Bukowski torció el geRespiró profundamente y se sentóuna silla colocada en el pasillo fre



a la puerta, como en la sala de espde un dentista.

Transcurrieron diez minuhasta que la recepcionista, una mucuarentona con un peinado queBukowski le recordaba a un mo

de fregona amarillo, asomó la cabpor la puerta.

—Señor Bukowski —pronun

con tono nasal—, la presidentaespera.

—Igual que yo —suspiró y

levantó.La recepcionista hizo pasaBukowski por su reinado y



introdujo en el espacioso despade la señora Hagedorn-Seifert. presidenta estaba sentada detrás su mesa y levantó la mirada mbrevemente mientras él entrabadespacho. Bukowski sabía que

apellido Seifert hacía referenciapresidente del Tribunal Superior Justicia y esposo. Siempre se po

detrás de su apellido como predicado. Fue más un conveacadémico que un matrimonio, ya

la importante señora Hagedorn vientonces la mayor parte del tiemen Berlín cuando trabajaba co



secretaria en el Ministerio Baviera, dedicada a los asunfederales y europeos.

Bukowski radiografió a coetánea, una pequeña y gruesa mude oscuro pelo rizado y su

inmediatamente por qué nunca había dado ninguna importancia avida marital y por qué seguía solte

—Siéntese, comisario jefe deUnidad de Crimen Organizado ordenó la presidenta con su metá

e impersonal voz.Bukowski se sentó en acolchada silla frente a la pes



mesa de caoba y esppacientemente hasta que la señconcluyera su análisis expedientes.

Elevó la mirada. —Hemos recibido una queja

usted, comisario jefe, y reconoque también considero procedimientos extraños al igual

el director de la Inspección policde Weilheim.

—Llámeme simplemente se

Bukowski —contestó BukowskiNo le doy ninguna importancia a títulos.



El rostro de la presidemostró su rechazo.

—Como usted bien sabe, seBukowski, hay títulos a los que sí que otorgarles la importancia merecen. Bueno, ¿cómo me pu

explicar su comportamiento despectivo y poco corporativo?

Bukowski se encogió

hombros. —Quizás me pueda inform

primero de qué se trata. Entonces

explicaré mi comportamiento.La señora Hagedorn-Seitomó un escrito de la carpeta



expedientes y se lo acercó Bukowski.

—Ha intentado provocar exhumación de un cura y para elloha basado en graves errores tramitación de los cole

responsables en Weilheim. ¿No necesario contar con razourídicas penales y sospec

fundadas para llevar a cabo epaso?

—Estoy trabajando en

asesinatos del círculo eclesiástichay suficientes sospechas fundade que el cura en cuestión tamb



fue asesinado. Los colegas Weilheim y el forense competetrabajaron incorrectamente y el camejor dicho, el cadáver solo examinó superficialmente.

—¿No podía haber explic

sus motivos y no haber ensucinuestro nombre ante el Tribunal Justicia? Comisario jefe, nosotros

trabajamos así, no juzgamos trabajo de nuestros colegas sino nos sometemos al derecho y ord

Le pido que se someta a nuesdirectrices y a mi dirección interDe lo contrario me veré obligad



iniciar recursos disciplinares conusted.

—Señora Hagedorn —conteBukowski en voz alta—. perfectamente cuando algo apestodio cuando nuestros colegas

trabajan bien y no ejecudebidamente las pesquinecesarias. Yo no soy el que se

ganado un proceso reglamentasino nuestros colegas y, sobre toel inteligentísimo forense que hace

tiempo que tenía que habeubilado. —Si me lo permite, yo soy



doctora Hagedorn-Seifert y en despacho no se habla fuerte. Ya dicho lo que tenía que decir. Tencuidado Bukowski, no es la primvez que le valoran negativamenSus métodos son basta

cuestionables y no tienen nada ver con los tiempos actuales. ¿acaso cree que le retiraron de

Haya y le pusieron en mi servipor ser tan buen compañero? Ustuvo bastante suerte de que se

prometió que a su vuelta podseleccionar su nuevo puesto trabajo. Pero no olvide su categorí



tenga bien claro donde se encuenDe lo contrario me conocerá bien.

Bukowski se levantó. —Mire señora presidenta,

perfectamente donde me encuenAún me quedan tres años y usted

me puede echar. Por cierto, essoltero y deseo seguir siéndolo. me interesa conocerla mejor.

La presidenta miró a Bukowdesconcertada mientras se marcha

—Que tenga un buen día —

deseó a la recepcionista que se haquedado sin palabras sentada detde su escritorio. Seguramente



había escuchado todo.En el camino de vuelta util

las escaleras. Se sentía liberado yánimo iba mejorando en cescalón. Desde hacía tiempo teganas de decirle a su jefa lo

pensaba de ella y hoy haaprovechado la ocasión para eCon una sonrisa entró en su brig

en la segunda planta.Lisa Herrmann estaba sent

detrás de su mesa y elevó la mir

cuando Bukowski pasó por su lado —¿Qué? ¿No te ha sentado bel encuentro? —comentó.



—Me siento estupendo contestó Bukowski al pasarSiempre lo he dicho, el sitio de mujeres es la cocina, no la oficina

Desapareció y cerró la puede su despacho. Lisa Herrmann

quedó perpleja sin dar crédito a palabras.

Media hora más tarde

escuchó el fax que llegaba conresolución judicial para exhumación del párroco muerto

Wieskirch. Lisa Herrmann se levay sacó el papel de la bandeja entrada. Con los ojos bien abier



miró por encima el documento. —No lo entiendo... E

hombre... ¿Cómo ha podido? tartamudeó.

—Cuando hago algo, lo hbien —afirmó Bukowski que ha

salido inadvertidamente de despacho y tomó la decisión judicde las manos de su compañera.

—Informa a la científica, quiun fotógrafo en la tumba, ¿o tenque hacerlo yo mismo?

Lisa Herrmann esttotalmente asombrada. Su roadoptó un tono rojizo y sin palab



asintió. —Mañana por la mañana a

diez en el cementerio y puntualidad, a ser posible —ordBukowski antes de volver desaparecer en su oficina.

Con vergüenza Lisa Herrmse sentó detrás del teléfono.

¿Había sido capaz de ha

infravalorado a este pesadocolérico hombre mayor?


carretera de Jericó —... Y nos seguimencargando de las tareas



excavación de la antigua guarnicromana —concluyó Jonathan Hawsu explicación ante sus compañemás cercanos.

Tom miró a Yaara quien respondió con un guiño.

—Yo, por mi parte, considque este acuerdo es inaceptable objetó Jean Colombare—.

nuestro trabajo el profesor ChRaful no hubiese descubierto sepulcro. ¿Cómo puede ah

pretender un derecho exclusivo posesión del hallazgo? Creo que ederecho nos lo hemos ganado todo



nos merecemos ese honor al igque él.

Jonathan Hawke protestó: —¿Es esto realmente un hon

Estuve hablando con Raful y expuso sus razones. El odio

siente hacia la Iglesia romana patológico y no tiene nada que con derechos reservados. Señora

señores, si me preguntáis contestaré que el profesor ChRaful está enfermo y cegado. Su o

hacia la Iglesia, tan prolongdurante años, le ha robado cualqupercepción objetiva de la realid



No está interesado en absoluto enrealidades históricas, solo persiun único objetivo: derrumbar pilares del Vaticano. No quiero qse me asocie con él. Esto no tinada que ver con una investigac

seria.Gina asintió comprensiva.

—Entiendo tus reservas pero

sigo dando la razón a Jean. nuestro hallazgo. No nos puexcluir de esto. Al contrario, tenem

todo el derecho a seguir trabajanen este descubrimiento. Lo considmás necesario que nunca para po



alcanzar unas conclusiones objetiy neutras.

—Para mí es demasiado tarno voy a participar en las tareasinvestigación relacionadas con caballero. Es vuestra decisión

postura que toméis al respecto. por mi parte continuaré por donos quedamos. Estamos en medio

los restos de una guarnición romanLos presentes se miraron en

sí. El silencio reinó durante u

instantes.Moshav carraspeó. —Yo he venido aquí p



trabajar en la excavación de uguarnición romana —manifestóHemos levantado cuatro zanjas y tenemos mucho trabajo que hacYo, por mi parte, le concedo a Rasu caballero y que sea feliz con

Yo me quedo aquí. —Moshav tiene razón

sostuvo Tom—. Estamos solo

principio y las excavaciones esaseguradas para los próximos smeses. Yo también me quedo.

Yaara asintió. —Me quedo.Jean miró con muc



interrogantes a Gina. Gina se morlos labios.

—Hablaré otra vez con RaEstá en deuda con nosotros. entiendo que pueda borrarnos fácilmente de todo esto. ¿Sabéis

el recipiente que se encontraba ensepulcro del caballero se parmucho a las jarras de Qumrán? C

que dentro se halla un rollo.Jean mostró su acuerdo.

—Arqueólogos, buscadores

tesoros y aventureros han levantcasi toda Escocia para encontrarcitado tesoro de los templar



Nosotros hemos encontrado templario y un escrito en su tum¿Quién nos asegura que en este rono se encuentren las indicaciones legado de los templarios?

—¿El Santo Grial? —brom

Moshav. —Jean, no estás hablando

serio, ¿verdad? —contestó Yaara.

Jean se encogió de hombros. —Mientras no sepamos lo

se encuentra en el sepulc

considero que todo puede posible. Quizás Raful no odie tantla Iglesia como dice y todo sea u



simple fachada. Podría ser.Jonathan sacudió la cabeza.

—¿No vas demasiado lejos?preguntó.

—Da igual —respondió JColombare—. Juntos hem

levantado la sepultura y ahora quisaber lo que contiene su interPunto.

Jonathan asintió. —Estáis en vuestro derech

no puedo ordenaros lo que tenéis

hacer. Por mi parte ya he tomado decisión. Vosotros podéis hablar cRaful por vuestra cuenta.



Gina asintió. —Yo lo haré, os lo aseguro

respondió con certeza.



11

erusalén, museo Rockefeller, noreste de la ciudad

La noche había caído sobre

casas y calles de la ciudad. Lvacilantes farolas solo iluminabanvía Dolorosa. Las personas

retiraban a sus casas en busca tranquilidad y el merecido descadespués de un caluroso día.

En la alejada ala oeste museo Rockefeller, al noreste Jerusalén, aún estaba prendida la l



El profesor Chaim Raful trabajcon mucho afán en el rescate de escritos que se encontraban eninterior del ánfora de la tumba caballero. La figura estaba sellcon una masa alquitranosa p

proteger el interior de la humedaire y otras influencias del climaánfora era de característi

similares a los típicos recipientesla época helénica. Y los documense habían conservado del mis

modo que los escritos de QumrChaim Raful se acordperfectamente de cuando



investigaron las cuevas con rollos en las ruinas de Qumrán, cedel mar Muerto. Entonces tedieciocho años y participaba en expediciones. Al ser un jocientífico quedó totalme

sorprendido y fascinado cuandoabrió la primera jarra y apareciórollo de Isaías. Entonces la Éc

Archéologique Française se encade proseguir con las excavaciouna vez que la administrac

ordana para la antigüedad huconfiscado todos los hallazobtenidos hasta el momento.



cole no era más que un simramal de la Iglesia católica-romque tanto odiaba por ser la culpade la muerte de sus padres. ChRaful pudo revivir sin dificulcomo los soldados romanos

Gobierno jordano se abalanzacontra ellos en su campamento, trataron como animales y

montaron en camiones pabandonarlos como peligrodelincuentes en medio del desie

Se acusaba al grupo de Chaim Rade haber robado tumbasexcavaciones no autorizadas. Cas



procesan de no haber sido porintermediación diplomática cónsul británico. Había sexpulsado de la tierra de sus padal igual que hacía unos años se ea su pueblo de Europa, le hab

robado sus hallazgos e identidIsaías fue un profeta de su religiónadie tenía el derecho

interponerse entre él y su único dEn esta ocasión no iba a permitir llegaran tan lejos.

Orientó su flexo de trabajocon el meñique asentó de nuevo gafas correctamente sobre su na



Sin duda era el mismo tipo de cieque el del ánfora de Khirbet. Agaun cincel plano. La masa estendurecida de modo que temía los márgenes se dañaran al raspUna gota de sudor corrió por

frente. Pensativo miró la hora enreloj colgado encima de la puecerrada. Faltaba poco p

medianoche. Utilizó de nuevo cuchillo para el cierre del ánfoCon un poco de presión pudo ret

parte de la masa endureccompuesta por alquitrán y resinaeste ritmo le llevaría toda la no



poder sacar a la luz el secreto recipiente. Sin embargo, tenía tomarse todo el tiempo necesarioque necesitaba que el ánfora quedintacta para que no se hablara tade sus hallazgos como entonc

cuando presentó el primer platovarios científicos seleccionados.aplique se catalogó como una m

falsificación. En esta ocastendrían que creerle.

De nuevo volvió a quitar con

pequeño golpe parte de la masa sellaba el ánfora. Meticulosamerecogió el polvo y las finas asti



en un cuenco. Ya tenía matersuficiente para poder datar hallazgo y poder convencer a últimos incrédulos.

De repente, contrajo todos músculos. Escuchó un fuerte golpe

el pasillo. Prestó atención. ¿Qupodría estar ahí fuera? En esta paalejada del museo Rockefeller

había ningún vigilante. La paoccidental solo incluía algulaboratorios y una nave para

pequeño parque móvil del muscompuesto por una cortadora césped y un pequeño camión.



Con toda la intención, ChRaful se ocultó en esta parte museo. Allí podría trabajar sin molestado.

De nuevo, un chirrido. La mde Raful apretó con fuerza el cin

Lentamente se dirigió hasta la pueSe encerró por dentro. Nadie podentrar fácilmente. Pegó la oreja a

puerta y escuchó atentamente. Pormomento creyó haber percibido upasos por el pasillo. ¿Se esta

dando una vuelta el vigilante?Los pasos desaparecierChaim Raful respiró profundame



De repente, escuchó un susurro frea la puerta. Apresuradamente se gy recogió todo lo que haesparcido sobre la mesa. Con las manos sujetó bien el ánfora. Porpequeño pasillo desapareció hacia

habitación contigua. Entonces, confuerte estruendo cayó al suelopuerta del laboratorio. Raful emp

a correr como nunca lo había heen su vida. Por una puerta lateconsiguió salir al exterior y ll

hasta la cercana valla. El corazónle salía y la sangre golpefuertemente sus venas. Solo se g



una vez antes de desaparecer enoscuridad a través de una puelateral del cercado. Corrió y corhasta que sus fuerzas se permitieron. Se escondió en oscura esquina entre dos casas.

habían llegado, antes de lo esperaba. Sabía que la cacería sacabaría cuando lo atraparan.

Füssen, cementerio, umañana de un llovioso día

Llovía, toda la semana ha

hecho buen tiempo y justo hoy lloMaldiciendo el tiempo SteBukowski subió el cuello de



abrigo. —El cielo se ha puesto a llo

incluso antes de que hayamempezado —observó Lisa Herrmbajo su paraguas mientras miraba oscuras nubes.

Los dos trabajadores cementerio miraron dudosamenteBukowski quien asintió para

empezaran con el trabajo. La tumde Pater Johannes se encontrabafinal de una fila de sepulcros, ju

debajo de un abedul. Una pequpala excavadora pintada de amarestaba preparada para remover



tierra. —Si tenemos suerte la tumba

se habrá roto todavía —explicódirector de la empresa funeraria aque se le había encargado exhumación.

—¿Cuánto tiempo puaguantar entero un ataúd? —preguBukowski.

—Depende de la calidad respondió el jefe—. Aquí la tierraligera y el cura yace en un ataúd

roble auténtico. Buena calidad, seaseguro. Los hermanos escatimaron en nada. Seguro



todavía no se ha roto.Cuando la pequeña pala

colocó sobre la tumba hacienretumbar la tierra, Bukowski se ea un lado y se colocó debajo abedul para resguardarse un poco

la lluvia. Se encendió un cigarro ydio una profunda calada. Reflexmiró a su alrededor. Su mir

quedó fija en una lápida. Una joestaba allí enterrada. Tediecisiete años cuando el destino

sorprendió sin contemplaciones.El jefe de los servicfunerarios se puso al lado



Bukowski. También se haencendido un cigarro.

—Fue espantoso —interrumsus sombríos pensamientos.

—¿Qué... qué quiere decir? —La chica —contestó el jefe

la funeraria—. La atropelló un cocVolvía en bicicleta del instituto. tuvo escapatoria. El conductor de

Porsche la alcanzó mortalmente. fue una bonita imagen. Una lescerebral traumática abierta. P

pudimos recomponer a la joven. —¿Recomponer? —repBukowski.



—Quiero decir que pudo velada, aunque aquí no costumbre —informó el jefe defuneraria—. Hay familiares que pdespedirse de su ser querido tieque verlo por última vez. Si no, no

quedan tranquilos.Bukowski tiró la colilla a

montón de tierra que se ha

formado junto a la tumba párroco.

—¿Recuerda cómo fue

sepelio del cura? hubo familiares desearon verlo antes de que... —Antes de que lo enterráram



terminó el jefe de la funerariapregunta de Bukowski con un ademde negación—. No, yació en dentro del ataúd. Fue un gentierro. Asistieron más trescientas personas. El cura te

muchos amigos y conocidos. Cque vino una hermana suya América expresamente para

ceremonia pero no la conocí. Lhermanos del convento pagaronentierro.

El ruido de la pala cesó. —Ya lo hemos conseguido anunció uno de los trabajadore



introdujo un tablón de madera enzanja.

El jefe de la funeraria agarrBukowski por el brazo y lo sodelante del ataúd. Tenía razseguía intacto.

—Sacaremos el ataúd y limpiaremos aquí antes transportarlo hasta Múnich.

Lisa Herrmann se colocó lado de su jefe.

—Ahora estoy expectante,

tienes razón se armará un bconflicto —afirmó. —Esperemos a ver



determinan los forenses —conteBukowski—. Pero apuesto encendedor de oro a que llevo raz


Sin dejarse perturbar por

hallazgo del caballero, los trabade las excavaciones prosiguieron interrupciones. Tom, Yaara

Moshav tenían encargado obtener resultados del yacimiento númcuatro. Pronto pudieron ratificar

suposiciones de los arqueólogSobre la cripta se había mezcladotierra. En vez de encontrar restos



cerámica, huesos o piedras en udisposición lógica, la sección había convertido en un verdadcaos. Los pequeños fragmentos yarcilla arenosa demostraban quezona en torno al sepulcro

caballero no guardaba su estoriginal.

Sonaron las campanas de

cercana iglesia de la MagdaleTom se secó el sudor de la frenArmado con un cucharón y un pin

intentaba romper cuidadosamentesección pieza a pieza y retirarbarro sin dañar ningún resto,





de esta confusión.Tom tiró el cucharón al suel

se puso de pie. —Pienso que excavaron toda

zona en el momento de construircripta. Las piedras son del mis

material y están talladas como laslos muros de otras secciones.

Yaara se peinó y se recogió

pelo en una trenza. —¿Por qué iban a traer ha

aquí otro material? Querían enter

a uno de los suyos y construirlemausoleo. Tenían las piedras tiraa su alcance. ¿Para qué trabajar



vano? Y finalmente cubrieron cripta con la tierra que habremovido. Les daba exactameigual lo que opinásemos de ellos años más tarde.

—¿Y cómo procedemos aho

preguntó Moshav. —Hablaremos con Jonathan

propuso Tom—. Estamos excavan

en vano, creo que deberíamos seghacia el Oeste, en dirección acarretera. Si aquí se levantó

edificio, nuestros antecesores...De repente, estridentes gritoun ensordecedor estrépito acalla



las palabras de Tom que se giró pver qué había sucedido. En segunda excavación, solo a unos cmetros, reinaba un febril alboroto.

—¿Qué ha pasado? —preguYaara.

Tom corrió a la segunexcavación. Moshav y Yaara siguieron.

—¿Qué ha ocurrido? —le ga Jean Colombare, a quien pureconocer entre el enjambre

trabajadores. —Un encofrado ha cedido ytierra se ha hundido.





entre los escombros pero no se pover al segundo trabajador.

—¿Dónde está? —preguTom a uno de los testigos.

Aparentemente se encontraún bajo los efectos

impresionante derrumbamienestaba pálido y no pronuncininguna palabra, simplemente señ

al montón de tierra. Tom hincópala y empezó a retenérgicamente la tierra pero

cuidado para no dañar desaparecido.Moshav y otros



trabajadores le ayudaron mientque los demás rescataban compañero que había quedado conmitad del cuerpo enterrado. A Tle pareció que había transcurrido ueternidad hasta que topó con a

blando. Tiró la pala a un ladosiguió excavando con las manPronto apareció la parte superior

desaparecido. Moshav y trabajadores se apresuraronempezaron también a retirar la tie

con las manos. Cuando dejarondescubierto la parte superior cuerpo tiraron con todas sus fuer



sacándolo de los escombros ytumbaron cuidadosamente sobresuelo. Tom se inclinó hacia él yobservó mientras le tomaba el pul

—¡Respira, gracias a Dios!exclamó—. No tiene nada en la bo

—Vamos a subirlo —propuMoshav.

Tom asintió. Juntos lo lleva

por un tablón hasta el borde yacimiento donde los presentesayudaron y lo tumbaron en el suelo

Una ambulancia llegó campamento.Tom observó al segundo her



del accidente. El hombre estconsciente y sentía un dolor inmeen su pierna izquierda. Tom palpómuslo y el hombre emitió un fuealarido.

Tom se levantó. Gina Andreo

Aaron Schilling y Jonathan Hawkehabían aproximado hasta allí.

—¿Qué aspecto tiene?

preguntó con mucha preocupacJonathan y miró fijamente a Tom.

Tom señaló al herido que

encontraba frente a él. —Creo que solo se ha rotopierna pero su compañero ha perd



el conocimiento.La ambulancia se paró y

personal sanitario saltó fuera vehículo.

—Esta excavación se encuenbajo la influencia de una negat

constelación —suspiró Hawke.Aaron Schilling exam

preocupado el encofrado.

—¿Cómo puede haber sucedalgo así? —murmuró.

—Se habrán soltado

tornillos —respondió Gina. —Los tornillos están provisde contratuercas, no se pueden so



tan fácilmente. —Entonces puede ser que

tabla del encofrado no estuviese batornillada —conjeturó JColombare.

Aaron miró enfadado al franc

—Yo mismo coloqué y atornla tabla del encofrado. Os asegque sé bien lo que puede pasar s

tierra se desploma. No le contestaron. En silen

miraban como el personal sanita

llevaba a los dos heridos hastaambulancia.



12

erusalén, aeropuerto Ben-Guriomediodía

El sol brillaba con todas

fuerzas cuando el Airbus A310 British Airways aterrizó en la pdel aeropuerto de Ben-Gurion, ce

de Tel Aviv, según lo previsto torno a las dos del mediodía. CuanPater Leonardo abandonó el av

tuvo la sensación de que le faltabaaire. Pese a que había sustituidonegro hábito por ropa veraniega



calor era insoportable. El racheviento soplaba sobre la pista. Ltrabajadores del aeropueejecutaban pesadamente sus tareOdiaba tener que viajar por el munen contra de su voluntad pero

cardenal prefecto era su superiono le quedaba otra opción. Encontrol de pasaportes, Pa

Leonardo se identificó con pasaporte de diplomáticos Vaticano lo que le ahorró el cont

de seguridad. Desde el ataque a torres gemelas de Estados Unidosparaban de incrementarse



controles de seguridad. Una ramás por la que a Pater Leonardole agradaba viajar más allá de fronteras europeas.

La Policía Fronteriza dirigiópadre a través de una canc

reservada exclusivamente ppersonal consular y diplomático derechos especiales. Su equipaje

el primero que pudo verse sobrecinta transportadora. El personaladuanas de esta sección tamb

quedó impresionado por el pasaporojo de diplomático y por eso fueprimero en recoger su equipaje



salir, a través de las puercorrederas automáticas, a climatizada sala de llegada. Pusomaleta en el suelo y miró alrededPater Phillipo del convento de Franciscanos le había prometido

le recogerían. La sala de llegestaba repleta de gente pero conseguía reconocer en ningún siti

alguien con vestimenta eclesiástAgarró de nuevo su maleta y a tradel tumulto de viajeros se dirigió

salida.Se paró de nuevo delante desalida y miró hacia atrás. Finalme



se encogió de hombros y salióexterior donde el sol resplandecía

—¿Pater Leonardo de Romle preguntó un hombre junto a

salida que contemplaba aburridolos viajeros.

Pater Leonardo se sorprendEste hombre de gran barba negrlarga melena oscura, parecía más

vagabundo que el encargado de PaPhillipo para recoger a un invitado

Pater Leonardo colocó la ma

en el suelo y contestó con temeroso «Sí». —El padre me ha enseñado



foto suya —explicó el barbudoDebo llevarle hasta el convenPater Phillipo no ha podido venirecogerle. Sígame, el coche estáel aparcamiento subterráneo.

Pater Leonardo se qu

pensativo por un momenFinalmente suspiró, asintió y agasu maleta.

—Espero que su coche teaire acondicionado.


carretera de Jericó —No lo entiendo, no lo pulocalizar —exclamó Jonathan Haw



mientras ponía el teléfono mósobre la mesa—. Ya lo he intentasiete veces hoy.

—¿Cómo se encuentran heridos? —preguntó Tom.

—Una pierna rota y

contusión pulmonar pero los dosestán recuperando bien —conteJonathan Hawke—. Tuvieron mu

suerte de que aguantara la seguplancha del encofrado. Toda excavación pudo haberse ven

abajo. —No entiendo cómo ha podpasar algo así —observó Yaara



Aaron trabaja muy bien, podemconfiar en él. Si dice que él misapretó los tornillos alguien tuvo haberlos manipulado después.

—Quieres decir sabotaje observó Gina.

—Llámalo como quieras pesto no parece haber sido un simaccidente.

—¡Tonterías! —se metió enconversación Jean ColombareQuizás un fallo del material, o

carga era excesiva. Sobre paredes se ejerce una enorpresión. Esta capa de tierra tan su



puede desplazarse con facilidadincrementar la presión.

Moshav, con un ademán negación, dijo:

—Si Aaron dice que la fuede los tablones del encofrado

suficiente no hay discusión. Escuarta excavación en la que trabcon él y nunca ha pasado nada.

Jonathan cogió de nuevo teléfono móvil, marcó el númeroRaful y esperó un momento. To

las miradas estaban fijas en Enfadado colgó y plegó el móvil vez más.



—No contesta. —Tiene otras cosas que ha

dijo Gina irónicamente. —Sigue siendo el direc

responsable de esta excavación afirmó secamente Jonathan—. Ti

que estar informado del accidente. —¿Lo has intentado ya en

Rockefeller? —preguntó Tom.

Jonathan asintió. —No está allí, el laborato

está vacío. Allí solo se encuentran

ataúd y el cadáver. Faltan el apliqy el ánfora.Gina lanzó una mirada



cómplice a Jean Colombare. —Está poniendo su botín

salvo —ironizó y sacó un pequbloc de notas del bolsillo de pantalón—. Por suerte, hice dibujo en mi libreta.

—¿Su botín? ¿Qué quiedecir? —preguntó Yaara.

—El ánfora es similar a

recipientes que fueron hallados las cuevas de Qumrán —explGina—. Apuesto mi Porsche q

contiene un escrito. Un roprocedente de la época del Qumráincluso de la época en la



Jesucristo paseaba por este vahacia los jardines de Getsemaní.

—O un escrito de la épocalos templarios con indicaciones supuesto tesoro —añaincrédulamente Jean Colombare.

—Estáis locos —proteMoshav—. Sabéis perfectamente no existe ningún indicio fund

sobre la existencia del tesoro de templarios. No somos caballersomos arqueólogos. ¿O ac

queremos cazar fantasmas? —Moshav tiene razón —afirTom en defensa de su compañer



amigo—. Los templarios fueaniquilados por su propia IglePerdieron todo, hasta su vida. Sunos pocos pudieron escapar a lugar seguro. Llevaron una vdiscreta en la pobreza, mayormen

ya que sus perseguidores no cesade buscarlos. Quien hubiese podesconder un tesoro en medio de e

agitación, hubiese sido mafortunado, ¿no creéis?

Gina quiso rebatir la teoría

Tom. —¿No os parece sospechque Raful desaparezca así, dejan



el ataúd y el cadáver? Hay algo no concuerda.


—Ahora seamos realistas. Raestá cegado, es un viejo obsesiona

Seguro que piensa que hay prueba dentro del recipiente confirme sus retorcidas teor

Seguro que aparece pronto, en cuase dé cuenta de que sus suposiciono son nada probables. Mient

tanto continuemos con excavaciones. Nuestro contrato está vigente. Yo ya he invertido



forma segura parte de la paga nos han adelantado. No es qprecisamente, me esté hacienoven y los días en la Tierra Sa

son cada vez más calurosos. Así qcumplamos con nuestro contrato

prestemos más atención a nueseguridad.

—A pesar de todo, no es

dispuesta a que se me excluya descubrimiento de la tumba templario —objetó Gina enfadada

Quiero ver lo que hemos hallaestoy en mi derecho.Jonathan subió las ma



apaciguando el tono. —Yo no soy Raful, háblalo c

él. Mientras tanto te necesito aquí.Gina se levantó y se dirigió a

salida de la tienda. —No entiendo cómo os dej

despachar tan fácilmente por RaSi no se pone en contacto nosotros mañana, yo misma saldr

buscarlo. No se va a librar de mí como así. Os lo aseguro.

Jean Colombare también

levantó. —Gina tiene razón —pronunantes de girarse y seguir a la itali



. Al menos en lo que a mí respe —Habla completamente

serio —murmuró Tom—. Y, por que la conozco, no le irá nada bienprofesor si no hace lo que equiere.

Múnich, Unidad de CrimOrganizado de Baviera, en Maillingerstrasse

—Da igual cómo lo pintemosafirmó Bukowski con decisión—párroco de Wieskirche también

víctima de un asesinato, muy bdisimulado como un accidente tráfico. Incluso si el forense hubi



actuado correctamente, en un examrutinario no hubiese poddeterminar la causa real de la mueSolo una vez que se dispusieronlas fotos del accidente, el profeStuck pudo reconstruir el acciden

La lesión del cuello que le provclaramente la muerte no puachacarse al accidente.

—Pero hay algo que no entiencontestó Lisa Herrmann—. Si

tres casos están relacionados, ¿có

no quisieron disimular tambiénmuerte del hermano Reinhard?Bukowski apagó su cigarro



palpó de nuevo el paquete de tabaLisa retiró con las manos la cortde humo, se levantó y abrió ventana.

—Deberías fumar menos. Cvez que llego a casa tengo que la

la ropa, apesta a tabaco, comohubiésemos pasado el día en un

reprochó.

Bukowski sonrió. —No me importaría muc

Hace tiempo quise tener un bar p

no soporto estar mucho tiempo pie.Lisa torció el gesto.



—Entonces, ¿por qué se quexhibir muerto al hermano Reinhdespués de haber sido torturado?

Bukowski se encendió cigarro.

—El primer asesinato fue el

Pater Johannes. Aparentemente pconseguir la llave de la igleTuvieron cuidado con él porque

querían despertar ninguna sospecEl hermano Reinhard se exhibcomo bien dices, porque supongo

su muerte debe ser una advertenY el sacristán, simplemente, tumala suerte.



Lisa miró pensativa haciaMarsplatz. Numerosas persopasaban por allí para dirigirsehospital de al lado.

—Con todos mis respetos respondió—. Un buen ladrón hubi

abierto en pocos segundos con uganzúa la puerta trasera de Wieskirche. ¿Y a quién tienen q

advertir con el asesinato del hermReinhard? No lo entiendo.

Bukowski dio una fuerte cal

al cigarro, se echó hacia atrás y dque el aire saliera lentamente pornariz.



—Bien, la cerradura de iglesia no hubiese sido un ginconveniente para profesionalesratificó la objeción de LisaQuizás el párroco sabía aimportante para el o los asesinos

nadie debía enterarse que habrobado en la iglesia...

—Entonces descartem

ladrones de iglesia —añadió LisaBukowski asintió

reconocimiento.

—Muy inteligente. Deberíaminspeccionar de nuevo la iglesia.todas las películas de policías hay



pasadizo o escondite secreto dende las iglesias. Quizás hemos paspor alto algún detalle.

Lisa sonrió perspicazmente. —La Policía Científica

inspeccionado bien la iglesia,

como nuestro personal, y ahpiensas que puedes encontrar aque no vieron los especialistas. ¿

te estás valorando demasiado, señ —Buscaron huellas —conte

Bukowski con sequedad—. Adem

al conserje y a su mujer no hicimos las preguntas adecuadas. gustaría saber si el padre hizo ob



cuando llegó a la iglesia.Sonó el teléfono. Bukowski

incorporó y atendió la llamada. Tuna breve conversación, comientras Lisa lo contemplaba curiosidad.

—Nuestros colegas encontrado a un pastor que vio amuy cerca de la iglesia la no

anterior al asesinato. —¿Qué vio? —Tú conduces, te lo cuento

el camino. —¿A dónde? —A Steingaden —conte



Bukowski—. ¿O no te interesa lo tiene que contarnos el pastor?


A pesar del insoportable calel hombre portaba un oscuro traje

botón del cuello de la camisa lo tebien cerrado y la corbata burdeosmostraba ninguna imperfección en

centro de su pecho. Apareció poantes de la cena con un oficial depolicía, llevaba una carpeta de cu

negro bajo el brazo, presionfuertemente contra su cuerpo, cosi dentro escondiera la joya de



corona británica. Sin mucho intepreguntó por el profesor Raful. Tle dio a entender que hacía vardías que no veía a Chaim Raful y el profesor Jonathan Hawke eraencargado de la dirección de

excavaciones in situ. —Entonces, llévenos hasta

contestó el oficial de policía.

Tom los condujo hasta la gtienda en la que normalmente reunía su equipo y se fue a busca

profesor. Lo encontró junto a Aaen la segunda excavación. —¿Un policía y un funcionar



repitió Hawke pensativo cuanTom le anunció la visita—. ¿Hdicho qué desean?

Tom negó con la cabeza. —Ni una palabra.Hawke miró una vez más a

alrededor antes de entrar a la tiendEl hombre del traje estaba

pie frente a la gran pizarra sobre

que se había colgado una foto aéde las excavaciones. Se giró y mdespectivamente a Hawke.

—¿Usted dirige la excavaci preguntó.Hawke asintió.



—Efectivamente. ¿Qué desea —Soy Benyamin Yassau de

Oficina Estatal para la AntigüedEstoy encargado de informar sobrmantenimiento de las disposiciode seguridad de las excavaciones.

habido un accidente, ¿cierto?Hawke asintió.

—Tenemos que comprobar

procedimientos —prosiguió Yas. Tal y como he escuchado no

sido el único accidente.

—Escúcheme señor Yassar contestó fuertemente JonatHawke.



—Yassau, Benyamin Yassau —Bien, señor Yassau

continuó Hawke—. Tuvimos accidente porque la placa encofrado cedió por motiinexplicables. Dos homb

resultaron heridos. Le aseguro aquí le concedemos muchísiimportancia a la seguridad de nues

personal y nadie accede a yacimientos sin adoptar previametodas las medidas de seguridad.

—Pero a pesar de todo produjo un accidente —objetó funcionario.



—Sí, desgraciadamente contestó Jonathan Hawke menfadado—. Aún no podemexplicarnos cómo ha sucedido.

—Quizás sus medidas seguridad son insuficientes. N

gustaría comprobar las excavacionMientras tanto debe interrumpir trabajos. Tenemos nuest

procedimientos.La cara de Jonathan se encen

de rabia pero tuvo que morderse

lengua para no hacer nincomentario hostil. Los modos de ehombre, su mirada despectiva y



tono de desaprobación de comentarios le hervían la sangRespiró profundamente. Inclcuando las palabras de Yasmerecieran un reproche sabía solo malgastaría sus energías.

Este hombre era un funcionay, tal y como se presenconsideraba los procedimientos y

encargo una misión divina. Nadaharía cambiar de opinión e impedla ejecución de sus comprobacion

— Pesima tempora plumileges —suspiró Hawke y desplhacia un lado la cortina de la entr



de la tienda.



13

Convento de los franciscanos lagellatio, en la Ciudad Vieja erusalén

-Por supuesto que aquí tambse habla de las excavaciones bajomonte de los Olivos en el valle

Cedrón —explicó Pater PhillipoDesde hace tiempo se supone quelas cercanías de los yacimientos

deben de hallar más utensilios deépoca de la ocupación romaSegún he escuchado han encontr



la tumba de un caballero cristiaHasta ahora no se ha confirmnada oficialmente pero se rumoreaveces, Jerusalén parece un pueblo

—Roma se preocupa —tomópalabra Pater Leonardo—, porque

tal profesor Raful busca pruebas puedan derruir los pilares de Iglesia. ¿Por qué está

obsesionado con este tema?Pater Phillipo sonrió

compasión.

—Chaim Raful es un homviejo cegado y amargaResponsabiliza a la Curia de



muerte de sus padres sucumbieron en el holocausto. dice que su familia se refugió de nazis con un grupo de judíos enasilo de la Iglesia, pero el obispoentonces los envió a todos a

campo de concentración domurieron. Él fue el único sobrevivió.

—Eso aconteció en otra épcontestó Pater Leonardo

Entonces la oscuridad cayó sobre

Tierra afectando, sobre todo, acomunidad judía de la Alemanazi. No creo que los esbirros



Hitler se hubiesen parado anteresistencia de la Iglesia. Algunobispos y párrocos colaboraron el régimen para librarse elmismos de la destrucción.

Pater Phillipo prosiguió:

—Para él no hay ninguna orazón. Considera que la Iglesia tila culpa de la muerte de su fami

Descarta cualquier otro motivo.Pater Leonardo se levantó

miró por la ventana que d

directamente a la calle de la NuPuerta. Un grupo de turiaponeses, armados con cámaras



fotos, que paseaba por la calle,paró brevemente, contemplaronfotografiaron el convento, inmediaciones y la Nueva Pueantes de proseguir la rutadesaparecer entre las callejuelas

la próxima esquina. —El cardenal prefecto de

que algunos de nuestros científi

de la École participen en las tarde excavación —informó PaLeonardo—. La Curia le otorga

gran significado a estos yacimieny quiere que se le informe cualquier avance de los trabajos a



falda del monte de los Olivos. —Ya lo sé —contestó Pa

Phillipo. —¿Me podéis ayudar? —Cada vez lo tenemos m

difícil —contestó Pater Phillipo

Con la anexión del este de Jerusaa Israel y la mano protectora Estados Unidos, la influencia de

Iglesia en la Administración Públha ido perdiendo fuerza. Psiempre hay formas y contactos.

obstante, veo una posibilidadtravés de la Oficina Estatal paraAntigüedad que autoriza y superv



todas las tareas de excavación ealrededor de Jerusalén. El custoshizo ejercer su autoridad en pasado. Esta noche después demisa nos reuniremos con funcionario de alto rango p

presentarle nuestra petición. —¿Esta noche? —No tenemos tiempo

perder —replicó Pater PhillipoAparentemente el profesor encontrado un hallazgo realme

importante que sostiene su teoría. esperará mucho para dirigirse aopinión pública.




El sol de la tarde segcalentando con fuerza la tierra. funcionario de la Oficina paraAntigüedad seguía ocupado con

comprobaciones de la seguexcavación. Al menos, haaccedido a que no se interrumpie

los trabajos de las otras tsecciones tras haberse aseguradoque se cumplía con todas las medi

de seguridad reglamentarias.Entre tanto se habían puestodescubierto unos muros de u



cincuenta centímetros de altura jua un canal de agua. Se encontraalgunas losas procedentes de un bromano.

—Si suponemos que aquí estla entrada, entonces ahí tenemos

apodyterium o vestidores —dedMoshav y señaló una parte del m

. Aquí se encontraba el tepidari

que más atrás se conectaría concaldarium. Ahí tenemos que segexcavando un poco.

—¡Un poco! —contestó JColombare—. Casi un tercio de tla construcción está todavía bajo



escombros. Aaron tiene qproporcionarnos aún una gcantidad de madera.

—Seguimos mañana tempr propuso Tom y bostezó—. Es

muy cansado y tengo hambre.

—Quizás deberías dormir las noches —se rio Moshav.

—¿Qué quieres decir?

—Si no puedes descansar las noches díselo a Yaara.

Tom pellizcó a Moshav qu

soltó un pequeño quejido.Jonathan Hawke se dirigiócampamento con pasos pesados



través del polvoriento camino. Gy él habían estado en el muRockefeller para hablar con ChRaful e informarle sobre el accidey las inspecciones. Había estintentándolo por teléfono dura

varios días pero no había consegulocalizar a Raful.

—¿Lo habéis encontrado?

preguntó Tom sin rodeos.Jonathan Hawke negó.

—No le han visto desde h

dos días. Gina está fuera de sí.sarcófago, el cadáver del caballesu equipamiento, todo e



almacenado allí, solo faltan aplique y el ánfora. Seguro Chaim se los ha llevado.

—Con toda probabilidad seretirado para preparar su gaparición —presumió Moshav.

—Quizá tengas razón contestó Jonathan reflexivo—. raro que nadie sepa dónde está.

Tel Aviv no se sabe nada de él. —Y, ¿dónde está Gina?

preguntó Tom.

—Se ha quedado en la ciucontestó Jonathan HawkeQuería comprar un par de cosas.



Jean Colombare señaló halas excavaciones.

—Sé que ahora no es un teprioritario pero necesitamos mmaterial. Tenemos que ampliar zanja unos dos metros. Creo

Aaron debería ir a por materialconstrucción para que podamempezar mañana.

Jonathan giró la cabeza y men dirección a la segunda excavacdonde Aaron y el funcionario de

Oficinal Estatal para la Antigüedcontinuaban con las inspecciones. —Espero que Aaron te



tiempo. Este Yassau es mmeticuloso. La inspección pudurar bastante y dentro de un parhoras oscurecerá.

—¡Dios mío! —protestó JColombare—. Lo pasado ya no ti

remedio. Aaron no tiene ninguculpa. Todos sabemos que podemconfiar en él. Seguro que solo

sido una mala jugada del destino. —Eso díselo a Yassau y no a

contestó Jonathan Hawke—. N

vemos en la comida. Hyères, sur de Francia, enlace Massilion



Respiraba con dificultad. subida le había supuesto un gesfuerzo y sentía sus pesadas piernDesde hacía años no hapracticado ningún deporte, se poreconocer claramente por el est

de su barriga. El cardenal Borghllevaba unos pantalones oscuros, uveraniega camisa de cuadros y

sombrero de paja. Con este atuennadie se hubiese podido imagique se trataba de un representa

eclesiástico de alto rango. —Hace mucho calor hoy, querido Pierre —suspiró el carde



Borghese.El acompañante de Borghe

Pierre Benoit, lucía un veranipantalón beige y una camisa blanUn sombrero de paja le protegíalos rayos del ardiente sol del sur

Francia. —Entonces, hacemos

parada en el camino —conte

Benoit y señaló a una de numerosas terrazas repletas de siy grandes sombrillas frente a

iglesia de los templarios. —Buena idea —conteBorghese y buscó un sitio libre b



una sombra.Cuando se sentaron apare

una joven camarera con una camisque le dejaba el ombligo descubierto. Borghese se qumirándola insistentemente. Ben

contempló como Borghese pidiócapuchino con mucha teatralidad.

—La carne fresca atrae a

mayores —pronunció tras pedir vaso de agua.

La joven se mar

apresuradamente y desaparedentro de una de las cafeterías lugar.



El cardenal Borghese sonrió. —No, querido Pierre. De

hace años la renuncia es mi creLo único que me sorprende esdescaro con el que se exhibeuventud de hoy en día.

—Descaro es una cosa peroque realmente me preocupa es nuestra juventud desecha cada

más los valores religiosos.La camarera apareció de nu

con una bandeja. Con una ama

sonrisa colocó en la mesa el pedid —El único vicio en el quecaído es en la pintura roja y



poderoso motor de mi coche. —¿Has hecho otra vez e

largo viaje con tu coche deportivoEl cardenal Borghese sonrió.

—Y lo he disfrutado.Pierre Benoit miró hacia

semicircular torre de la iglesia de templarios.

—Las últimas huellas de

gran sociedad que entregó su vidDios y a una creencia —pensó en alta.

—Una sociedad de guerreque no se enfrentó a la decadencial paganismo del mundo. Al fi



perdieron su sitio y se regocijaronel mal. Hace mil años, ¿cómo pudevenir en algo así?

El cardenal Borghese tomósorbo de su taza. Profusamente torel gesto.

—Amargo, amargo y flojo. nata de la cima, malísima. Lfranceses nunca aprenderéis a ha

un buen capuchino. —¿Qué reparos tiene con

café, querido amigo? —pregu

Benoit. —Un capuchino debe efuerte pero no amargo. Debe saber



poco a cacao y el café se dmezclar con una aireada espuláctea para que se convierta en ucomposición de resuelto aroma la naturalidad de la leche y la brdel mar. Así tomamos los italianos

capuchino. No lo batimos con nartificial, ni llenamos la taza hastaborde de agua.

—Entonces, debería hapedido otro café —observó Ben

. El café francés es distinto.

—Está bien, querido amigo concluyó Borghese—. ¿Cómo anlas cosas en Jerusalén?



Benoit se acercó inclinándsobre la mesa.

—Las cosas van despacio murmuró— pero en buen camino.

—Me alegra escuchar eIsrael es un país dividido y Jerusa

un polvorín que en cualqumomento puede explotar.

—¿Qué diría Jesús si

volviera a nacer? —se santigPierre Benoit—. Galilea, la tierrasus padres, está destruida por

guerra civil. Los cristianos fueperseguidos y los islamistas prepadesde allí sus ataques a Israel.



diario mueren mujeres y niñinocentes y culpables.

—«Por mi vida, oráculo Señor Yahveh, que yo no complazco en la muerte del malvasino que en que el malvado

convierta de su conducta y viva». —Las citas sirven de poco.

días sin Dios aparecieron h

mucho y el Señor no nos da ningseñal.

El cardenal Borghese despl

a un lado su taza de café. —Tiene mucha razón, queramigo. Ahora me gustaría visitar



casa del Señor y rezar. ¿Deacompañarme?

Pierre Benoit puso un bildebajo de su vaso y se levantó.

—Recemos juntos. Cada que se eleve será de gran utili

para que Dios nos escuche. —No podemos abando

Jerusalén, nunca —dijo el carden

siguió a Pierre Benoit hacia iglesia.

Jerusalén, calle Ben-Yehuda

Quería sentirse de nuevo couna mujer. Por este motivo se haseparado de Jonathan Hawke tras



visita conjunta al museo Rockefey estaba en la calle Ben-Yehudazona peatonal de Jerusalén, delade las puertas occidentales deCiudad Vieja. Aquí Jerusalén era uciudad como podía ser cualqu

otra. Con sus tiendas, barescafeterías casi se podía olvidarpolvorín en el que se hall

inmerso.Gina había estado compran

en tres tiendas. Además de un par

productos básicos como pasta dientes y jabón, buscó un perfuadecuado para su personalidad



una de las numerosas perfumerDolce & Gabbana Feminine convenció. «Por fin podré oler couna mujer, pensó, y no al sudor duro trabajo bajo el fuego del soDespués de haber adquirido

frascos, inició el camino de vueSe sentó en una cafetería cerca hospicio alemán.

Miró alrededor. La calle estrepleta de personas. Gina bebióexpreso y miró el reloj. Ya era h

de buscar un taxi al otro lado deabarrotada zona peatonal. Mañanaesperaba un duro día de trabajo.



levantó y se escabulló entre multitud en dirección a la calle KiGeorg hasta que finalmente, en BHillel, pudo torcer hacia el Parde la Independencia. De repentegiró y una vez más, su mirada

clavó en un apuesto hombre, alto,torno a los treinta y cinco, queseguía a poca distancia. El hom

era de tez morena y pelo neg«Podría ser perfectamente italiano», pensó. Hacía mu

tiempo que no había estado conhombre y, sinceramente, este eratipo. Lo miró fijamente antes



desaparecer detrás de la esquina.Cuando cruzó el parque, qu

detrás de sí el barullo y ajetreo decalle Ben-Yehuda. Seguro qencontraría un taxi en la calle DavHamelech.



14

Steingaden en Pfaffenwinkel Fronreiten se llamaba

pequeño pueblo de la localidad

Steingaden, compuesto por no másalgunas casas y unas grandispersas entre un espeso verd

Allí apareció a mediodía SteBukowski para reunirse con el pasAlois Higl a las afueras, en medio

un prado. —Vaya siempre en direccSchobermühle —le había dicho H



por teléfono—. Allá donde estén ovejas me encontrará.

Lisa conducía el oscuro BMWya era la cuarta vez que intentencontrar la calle que llevabaSchobermühle.

Nerviosa miró de lado Bukowski quien descansaba juntella, con los ojos abiertos y

participar. —Tendrías que haberle ped

que te describiera el camino un p

mejor —protestó. —Si hubieses tomado la cacorrecta —contestó Bukowski y m



por la ventana del copiloto.Prados y arrozales

rodeaban. —Vamos mal por aquí —

quejó Lisa.La estrecha carretera ha

dado paso a un camino de campo asfaltar.

—Sigue conduciendo —ord

Bukowski.Lisa hizo un ademán

negación y pisó el acelerador.

BMW dio un pequeño salto. Llegahasta un pequeño bosque que acababa a unos cien metros. En



prado que le seguía pastaban un de vacas.

—Llama de nuevo —le rLisa Herrmann.

Bukowski señaló con el índal lado opuesto, donde se ve

docenas de ovejas. —¿Qué me dices? —presumi —Tuerce a la derecha.

—No puedo cruzar por medel prado —le contradijo Lisa.

—Entonces déjame que me b

replicó Bukowski.Lisa frenó el coche para Bukowski pudiera salir



problemas. —Por favor, jefe.En cuanto se bajó, aceleró y

marchó a gran velocidad.Bukowski negó con la cabeza

—Los jóvenes de hoy, s

piensan en correr —dijo una vosus espaldas.

Bukowski se giró. El pas

estaba de pie al margen de carretera siguiendo al coche conmirada. Un gran perro negro est

tumbado a sus pies y miraba halas ovejas. —Busca un aparcamiento



explicó Bukowski. —El más próximo está en

B17, a un par de kilómetros de acontestó el pastor—. ¿Es usted

señor Bukowski?Bukowski asintió.

—Señor Higl, si no equivoco.

—Exacto. Usted desea saber

que vi en la noche del jueves cede la Wieskirche.

—Precisamente por eso es

aquí. —El mundo, qué mal está recuperó la palabra el pastor—. L



ladrones ya roban hasta en la casaDios. Mal, muy mal y hostil.

—Usted vio un coche interrumpió Bukowski la verbordel hombre.

—Sí —confirmó el pastor

Estaba con las ovejas en mi pradoeste de Wies. Ya era de noccuando hice mi ronda. Entonces v

coche parado en medio del caminno había nadie dentro.

—¿Se acuerda de qué co

era? El pastor buscó en el bolssuperior de su peto azul.



—Un momento —dijo HiglSoy muy malo para recordar cifpero lo anoté. Era un Mercenegro. Un coche caro. La matrícera amarilla, no era alemana.

—¿Amarilla?

—Ah, aquí está. La matrícula347 HG 13. Fondo amarillo. Llevuna linterna conmigo. Tiene que

de Francia. Al menos, había unausto al lado de los números.

—Francia —repitió Bukow

reflexivo—. ¿Está seguro? —Totalmente —respondió H. Ya tengo sesenta y cuatro pero



perfectamente lo que veo. Ademme pareció bastante extraño vercoche y, por eso, anoté la matrícuNunca se sabe.

—Hizo muy bien. ¿Cuándo exactamente el coche?

—Dos veces —contestó—. primera vez alrededor de las diela segunda vez una hora más tarde

la mañana siguiente ya no estaba. —¿A qué hora de la mañ

siguiente?

—A las ocho. —Me gustaría ver exactamedonde se encontraba el vehículo



prosiguió Bukowski—. ¿Titiempo? ¿Puede enseñarnos el luga

Higl señaló hacia sus ovejas. —Se apañarán sin mí dura

una hora pero no tengo coche.Le llevamos nosotros.

Lisa Herrmann venía andanpor el camino. Se secó el sudor defrente.

—Maldición, he tenido quecasi hasta el final del camino ppoder aparcar.

—Pues ya puedes ir de nuevpor el coche —contestó BukowskiYa hemos terminado aquí.





en los trabajos que se esrealizando aquí. La Oficina Estpara la Antigüedad ya nos avisósu visita pero no hemos podponernos en contacto con el profeRaful.

Jonathan Hawke ofreció asiea sus dos visitantes. Pater Phillobservó la espaciosa tienda.

—Nosotros tampoco sabemdónde se encuentra el profesor RaDesde hace dos días es como si se

hubiese tragado la tierra.El decano Yerud asintió. —Así es él algunas veces.



poco especial pero un bcientífico. Aunque no estaprecisamente contento de presencia, honorable Pater.

Pater Phillipo hizo un gestorechazo con la mano.

—Conozco sus reservas conRoma. Pero no estoy aquí corepresentante de la Iglesia sino co

científico e investigador de Antigüedad, al igual que usted. Pmí es un gran privilegio poder

informado sobre los avances de excavaciones. Se dice que aquí sedescubierto la tumba de un caballe



Hawke sonrió. —Un caballero de las Cruza

de principios del siglo XI. llamaba Renaud de Saint-ArmaUna compañera ha podido determique su nombre pertenecía a

familia noble de Hautefort. miembro de la Orden de Templarios y participó en la prim

Cruzada. Puede que sea incluso ude los primeros nueve templarios se congregaron alrededor de Hugo

Payens. A diferencia de muchos sus compañeros de lucha, permaneció aquí, en la Tierra Sant



—Suena extremadameinteresante —expresó el padreDicen que han llevado el sarcófal museo Rockefeller, ¿cierto?

Hawke asintió. —El profesor Chaim Ra

deseaba encargarse de investigación derivada de ehallazgo casual. Nosotros seguim

con nuestro trabajo aquí poniendodescubierto la guarnición romanala época de Jesucristo.

—La herencia de los romaes muy prolija en esta tierra ratificó el padre—. En cambio, no



había encontrado la tumba de nincaballero en buen estado. Puesto mi investigación científica se deda las Cruzadas y, por ello, me liberado Roma, para mí supone excepcional ocasión poder partici

en su hallazgo. Queda totalmeclaro que se trata de uinvestigación de la Universidad

Bar-Ilan y no de la École o deOficina para la Antigüedad. Le rueque no se oponga a esta petición.

Hawke pensó en las palabrasRaful sobre la Iglesia y excavaciones en las ruinas



Qumrán. —Yo solo soy el científ

encargado de la ejecución in situcontestó diplomáticamente—. ChRaful es el director y deben hablacon él.

El decano Yerud levantó mano en ademán de calma.

—Estimado señor Hawke,

Universidad de Bar-Ilan es la cdel conocimiento y no los servicsecretos. Puede, tranquilamen

dejar de preocuparse por el profeRaful. Seguro que le chirriarán dientes pero finalmente aceptará



decisión. Pater Phillipo es un coly no trabajamos en competencia. estaría nada bien.

Hawke se encogió de hombro —Por mi parte, Pater Phill

puede participar en nuest

excavaciones. Nos alegra reccualquier tipo de ayuda. Cpersona del equipo tiene una ta

bien definida.Phillipo sonrió.

—Acataré sus instruccion

profesor Hawke. No es ninproblema. —Entonces, bienvenido



equipo —contestó Jonathan Hawk Jerusalén, convento

lagellatio, en la Nueva PuertaPater Leonardo se sentó en

cómodo sofá y agarró el auricular teléfono acercándolo a su oído.

—Todo marcha a favor nuessu eminencia —anunció con sonrisa de gran satisfacción.

—A mí me han llegado noticbien distintas —replicó el cardeprefecto—. Me han dicho que

profesor ha desaparecido.La sonrisa del rostro de PaLeonardo se esfumó rápidamente.



sorprendió enormemente pero intedisimularlo. ¿Por qué sabía cardenal prefecto que Chaim Rahabía desaparecido?

—Pater Phillipo... va participar inmediatamente en

trabajos de excavación —inforPater Leonardo con premuraSeguro que el profesor aparec

pronto. Es cuestión de tiempo. —También el día del Jui

Final es cuestión de tiempo

protestó el cardenal prefectoQuiero saber dónde se esconde Ray en qué está trabajando. Debe ha



algo en el sarcófago extremadameimportante para Raful y puede daconsiderablemente a nuestra IgleRaful tiene que apareinmediatamente. ¿Me ha entendido

Pater Leonardo se frotó

cuello con la mano. A pesar frescor que reinaba en habitaciones de alto techo

convento, se sintió muy acaloraUna gota de sudor descendió porcuello.

—Me ocuparé de einmediatamente, su eminencia. —Usted se ocupa de todo p



siempre se presenta ante mí con manos vacías —le reprochó cardenal prefecto—. Tengo qpoder confiar en mis colaboradorLa Iglesia no puede permitirse segperdiendo fieles. Quiero que h

todo lo que esté en sus manos pencontrar al profesor y contarnosque está tramando. Espero que

haya entendido de una vez por tod No se podía ignorar

contundencia de las palabras

cardenal prefecto. —Le aseguro, su eminencia, me haré cargo de este problema



todas las fuerzas que estén en mmanos.

—Eso espero —concluyó cardenal prefecto la conversactelefónica.

Pater Leonardo permane

sentado en el sofá durante un tiemsin parar de pensar. ¿Cómo podencontrar al profesor en este p

extranjero? Tenía que ocurrírseleforma.

Steingaden, alrededor de

Wieskirche —Tan tarde y ya tenía que haterminado hace un buen rato —



enfadó el colega de Bukowski dePolicía Científica.

—Primero la obligacióndespués la devoción —conteBukowski y le dio una calada acigarro.

El colega de Bukowski torciógesto, agarró su maleta y desaparedetrás de la cinta rojiblanca

precintaba el lugar.El pastor encon

inmediatamente el lugar donde ha

visto el coche la noche del asesinaDe hecho, como no había llovidolos últimos días aún se podía ver u



huella de neumáticos. Después haber inspeccionsuperficialmente la zona, Bukowordenó a Lisa que trajera a servicios de la científica paraobtención de pruebas en el pequ

bosque a apenas un kilómetro deiglesia.

Antes de que Lisa condujera

nuevo al pastor hacia su rebañohombre contó que había un atajo el bosque que llevaba directame

al prado junto a la iglesia. Es posique los asesinos utilizaran ecamino para escapar. Bukow



esperaba que los perros pudierecorrer esta ruta. Quizás encontrara algún indicio, una pruequizás el arma o cualquier odetalle que lo acercase a asesinos.

Aún faltaban tres horas para oscureciera, antes de que el desapareciera por las colinas.

Bukowski contemplaba a lado el ajetreo de sus compañerLisa Herrmann había dejado

pastor con sus ovejas y ya havuelto. —La Europol comprobará



matrícula —pronunció—. Los últimos números...

—Ya sé, corresponden departamento Bouches-du-Rhône sur de Francia —terminó Bukow

. He estado allí de vacaciones

par de veces.Un uniformado funcionario

un perro pastor negro se dirigió

Bukowski. Llevaba una pequbolsa de plástico en sus manos.

—Hemos encontrado esto

menos de cien metros de aquí, jual lado del atajo, en un arbusto informó el funcionario.



Bukowski cogió la bolsa plástico. Lisa se aproximó y miróbolsa por encima de los hombrosBukowski cuando la elevaba.

—Es el envoltorio de caramelo —observó Lisa.

—Sí —contestó Bukowski. —Puede que lleve mu

tiempo aquí, ¿no? —dedujo Lisa.

Bukowski negó con la cabeElevó la bolsa hacia la luz del sol

Sucreries, Le Mule —leyó

voz alta—. Dulces del Molino. —¿Francés? —murmuró Lisa —Claramente, llévalo



servicio de análisis de pruebas.



15

n algún lugar al sur de JerusaléSe despertó de su piad

inconsciencia. Un velo rojo cub

sus ojos. Un dolor insoportablehabía adueñado de sus muñecpiernas y de todo su cuerpo. Est

desnuda. Le habían arrancado la rantes de iniciar la tortura.

—¡Habla de una vez por tod

ordenó el hombre de cabeoscuro—. ¡Habla y tendrás umuerte sencilla!





palabras antes de que el hombretez morena le abofeteara la cara.

—Dinos lo que queremos sadijo el torturador en voz baja, c

con suavidad—. ¿Por qué sufresvano? ¿Acaso merece la pena?

—No... no lo sé —salió nuevo de los labios de Gina.

El hombre de pelo negro se g

y miró al otro hombre que encontraba en la habitación. Gparpadeó pero por mucho que

esforzara la figura en el otro extrede la habitación permanecía couna sombra oscura. Miró hacia



techo. Tendría que ser como uvieja fábrica. ¿Por qué le estpasando esto? Sabía que promoriría. De nuevo, una serie puñetazos invadieron su cuerpo.

—¡Tú, hija de puta! —gritó

hombre como poseído—. ¡Abre una vez la boca!

Le agarró las mejillas mient

se la acercaba, Gina le escupió acara.

—Bien —afirmó con decis

. No lo has querido de otra formCon la otra mano le tapó ojos. En el reflejo del fuego pudo



el ardiente metal. Gritó al sentiraterrador dolor en la parte superde su cuerpo. El dolor le robórazón. Gritó, pero el hombre tapaba la boca con su mano. Perel conocimiento y el dolor acabó

un indulgente desvanecimiento.Monasterio de Ettal, A

aviera

Lisa Herrmann se diritemprano al monasterio de contemplativa y pequeña locali

de Ettal, apenas a diez kilómetrosGarmisch-Partenkirchen. acompañaba un policía dibujan



Bukowski tenía de nuevo algo meque hacer, antes que tener qtomarle declaración al hermano monasterio, quien supuestamehabía visto al asesino del hermReinhard y quien ya había habl

confusamente sobre él en la primvisita.

—Ve tú al monasterio —le d

Bukowski—. Seguro que tú entiendes con el loco mejor que yo

A regañadientes Lisa se me

en el coche. «Qué tendría penseste viejo», se preguntaba porcamino. Bukowski acostumbraba



reservarse para sí sus ideasconocimientos, a Lisa no le gustnada. Se supone que un polmoderno trabaja en equipo, y un btrabajo en equipo solo puede posible si todos los miembros

grupo conocen todos los detalles. embargo, Bukowski era funcionario de la vieja escuela,

tiempo había pasado por él dejarle huella. Y, encima, era su je

Lisa fue conducida, junto

policía dibujante, a un espacidespacho del ala de administración dentro del enor



recinto del convento. Allí esperimpaciente que apareciera el priorla abadía, mientras tanto pensamientos no cesaban. Cuandoabrió la puerta que daba pasoabad, acompañado por el herm

Franziskus, Lisa se levantó y mbrevemente a su reloj de pulsera.

—Discúlpeme —saludó el ab

y le extendió la mano—. Ahtenemos mucho trabajo. Estamprogramando el próximo cu

académico, pronto volverán de vacaciones nuestros alumnos internado. En la actualidad,



hombre de la Iglesia tiene ocuparse de tantos asuntos terrenaque apenas le queda a uno tiempara sí y para la oración.

Lisa asintió. —Entiendo, el reci

monástico es enorme. —Sí, la escuela, el interna

nuestra destilería, la fábrica

cerveza y el hotel. A todo esto sesuma la gran confusión surgida poasesinato de nuestro hermano. C

todos los días me llaman padpreocupados que quieren saber si hijos internos están seguros entre



muros de nuestro monasterio. este motivo, estamos muy interesaen que este asunto se resuelva rápy discretamente.

—Lamentablemente, hasta ahno contamos con ninguna pru

decisiva —respondió Lisa—. eso es importante que el hermFranziskus intente recor

exactamente al hombre que delante de la habitación del hermasesinado en la noche del crim

Nuestro policía dibujante va elaborar una foto robot siguiendodescripción. Y cuanto mejores s



los detalles, mayores probabilidatendremos de identificar al hombre

El abad asintió. —El hermano Franziskus

consciente de ello. He hablmucho tiempo con él. Debe te

compresión. Al igual que ansiente miedo y cree haber vistodemonio en persona frente a él.

hemos hablado anteriormente deenfermedad.

El hermano Franziskus estu

todo el tiempo a la sombra del abcabizbajo y con las manos en mude rezo.



—Entonces, hermano Franzis pronunció el abad con ternura y

indicó al monje una silla juntodibujante—. Es voluntad de Dios los pecadores también se arrepiende sus hechos en vida. Así q

hermano, recuerde la noche crimen. Acuérdese del hombre qvio. Ayude al policía todo lo q

pueda.Suavemente el abad acarició

mejilla del hermano Franziskus.

Jerusalén, yacimientos en carretera de Jericó —No está aquí —dijo Ya



sorprendida—. La he buscado todas partes, no está ni en la tienni en ninguna excavación. Nadieha visto esta mañana y su cama eintacta. Parece ser que no ha vuede la ciudad.

Jonathan Hawke arqpronunciadamente las cejas.

—Solo quería comprar alg

volver en taxi. —¿Y si se ha encontrado

alguien?

Tom se encogió de hombros. —Creo que deberíamos llama la policía. Todos conocemos



Gina. Está casada con su trabEsto no es propio de ella.

—Quizás ha encontrado a hombre —comentó Jean Colomb

. Una aventura amorosa. Al fin ycabo es una mujer.

Moshav le lanzó una despectmirada.

—Gina es, en primer lugar,

arqueóloga profesional y, segundo, una mujer. Incluso hubiese conocido a alguien, llega

puntual a su trabajo. Yo tambpienso que debemos informar apolicía.



Jonathan Hawke respprofundamente.

—No tenemos otra opción.En este momento entró P

Phillipo en la tienda. Miró a alrededor y observó los preocupa

rostros de las personas sentadas amesa. Hacía ya bastante tiempo el desayuno había acabado,

trabajadores ya habían abandonla tienda para dirigirse a las tarde excavación. Solo quedaban all

profesor y su equipo. —Espero no molestar —dPater Phillipo cuando se quedó



pie frente a la mesa. Hawke levantó del banco y le extendiómano al padre.

—Una de nuestras compañeha desaparecido —explicó—. Ayfue a la ciudad y aún no ha vuelto.

El padre frunció el ceño. —¿No tiene ningún conocido

la ciudad?


—¿Se ha puesto ya en conta

con la policía? —Acabamos de contemplar idea —contestó Jean Colombare.



—Jerusalén en un cómolotov —explicó el padre—. Podía sus calles están llenas de turispero por la noche se convierte enpantano. Esta tierra es peligrosa.paz que aquí reina es solo ficti

Llamen a la policía, es mejor quebusquen.

Hawke asintió e introdujo

mano en el bolsillo de su chaquCon el móvil en la mano salió detienda.

Pater Phillipo siguió a Hawcon la mirada hasta que salió detienda. Entonces se dirigió a





Raful? —El profesor Raful también

desaparecido desde hace varios dcontestó Jean Colombare.

Yaara miró con recelo a compañero. Colombare se enco

de hombros. —¿Qué pasa? Es cierto,

profesor se ha hecho invisible de

que encontramos lo que estábambuscando para él.

—¡Jean! —exclamó T

furioso.Jean Colombare mostró disconformidad y agarró su taza



café. —Disculpen, no quería

indiscreto —Pater Phillipo intedistender la situación.

Tom señaló al asiento vacío qquedaba disponible. Pater Phill

asintió agradecido y se unió pequeño grupo.

—Yo soy Tom Stein.

presento a Jean Colombare, YaShoam y Moshav Livney. Formamparte del equipo del profesor Haw

—Lo sé, me informé muy bantes de venir aquí —contePhillipo—. Doctora Shoam, qui



ya no se acuerde de mí pero haceaño nos conocimos en Italia, enFacultad de Arqueología e Histoeclesiástica de Roma. Y, usted, seStein, también tengo referencsuyas. Esta es la cuarta g

excavación en la que participa coingeniero.

—Se ha informado realme

bien sobre nosotros —obseMoshav.

—He leído su documentac

sobre las excavaciones patrimonio cultural romano en Isrcontestó Pater Phill



dirigiéndose a Moshav—. Un trabmuy interesante.

—Y, ¿qué interés tiene un mofranciscano en la excavación de uguarnición romana? —preguYaara.

El padre sonrió. —Querida amiga, pertenezc

la Iglesia como se puede

fácilmente pero no actúo copredicador o misionero. Soy investigador de la Antigüedad,

igual que usted. —Entonces, ¿también es usarqueólogo? —preguntó Moshav.



—Al menos he estudiArqueología y participado numerosas expediciones cuando más joven. He abandonado investigación activa y ahora dedico a la enseñanza. Sin embar

me emociona mucho este tipo imponentes hallazgos como el ustedes acaban de hacer, casi

frente de la puerta de mi convento —¿Sabía usted que qu

realmente dirige estas excavacio

es el profesor Raful?Pater Phillipo sonrió. —Conozco al profesor Rafu



también conozco su oposición aIglesia romana. Por ese motivo vaquí, para informarme directamein situ. Este tipo de hallazgos puede ser propiedad de un únhombre. Pertenece a toda

comunidad científica y, consiguiente, también a la IgleNaturalmente que solo en parte.

—¿Sabe usted que el profeRaful ya contaba con la presenciala Iglesia y que por eso se llevó

aquí el sarcófago? —preguntó JColombare con ironía. —Me lo imaginaba.



—No confía en la Iglesia prosiguió Colombare—. Nos hade las excavaciones que llevó a cen las ruinas de Qumrán. Estuvo hasta que la École se hizo cargo ddirección de las excavacion

Piensa que la Iglesia aún no publicado todos los escritos quedescubrieron en las cuevas. L

textos críticos contra la Iglesia desaparecido en los archisecretos de Roma.

Pater Phillipo rio en voz alta —Los archivos secretos Vaticano tendrían ya las dimensio



de un gran aeropuerto para pudieran desaparecer allí todos hallazgos de los que hablan enemigos de la Iglesia e infielesesos documentos existen realmen¿cuánto tiempo se pueden mante

en secreto? En las excavaciones Qumrán participaron arqueólogoespecialistas de todo el mun

Cristianos, musulmanes y judíos. ve el tiempo que se puede manteen secreto un hallazgo de tal calibr

Hawke entró en la tienda. rostro reflejaba una gintranquilidad y preocupación.



—¿Has hablado con la polic preguntó Yaara al darse cuenta

que algo no marchaba bien.Hawke asintió.

—Uno de vosotros dacompañarme —dijo aún impact

. Tenemos que ir al depósito cadáveres.

—¡Dios mío! ¿Gina?

Hawke se encogió de hombro —Aún no se sabe nada p

esta mañana temprano se encontró

cuerpo sin vida de una mujer encarretera de Tel Aviv. Estaba en vertedero de basura.



Tom se levantó. —Yo te acompaño —

ofreció.



16

Centro Forense de JerusalénEl silencio reinaba en las sa

tan próximas a la muerte. T

tiritaba de frío al pasar por largos pasillos iluminados con gélidas luces de neón. Jonathan y

acompañados por un oficial decomisaría de la Puerta del Leseguían al robusto y barbudo hom

ataviado con un holgado delanblanco. — Don’t be afraid, it’s ve



cold down here —pronunció médico en inglés.

Abrió una puerta gris metálicesperó a que pasaran sus tacompañantes. La penumbra apedejaba reconocer las ver

baldosas de las paredes. En mede la habitación se encontraba ucamilla metálica cubierta por u

sábana blanca bajo la que se pointuir el cuerpo de una persona.

El médico se colocó junto a

camilla y miró al policía, que asincasi imperceptiblemente.Cuando el médico retiró



sábana y mostró la martirizada cdel cadáver, Tom inhprofundamente.

—¡Dios mío! ¡Gina! —exclaHawke.

—¿Está seguro? —preguntó

oficial de policía.Hawke se apartó.

—No tengo ninguna duda

respondió. —¿Qué ha pasado? —pregu

Tom.

El policía señaló hacia la puey le dio las gracias al médico. Junsalieron de la helada sala.



—Encontramos el cadáver endepósito de basura cerca de GiShaul. Estaba desnuda y no portningún objeto.

Hawke se frotó los ojos conmanos.

—¿La han... la han violado? —Hasta ahora no sabem

mucho. Hoy a mediodía se realiz

la autopsia. Todo lo que podemdecir por el momento es que ha storturada y asesinada.

—¿Cómo la asesinaron? preguntó Tom. —Fue apuñalada —contestó



oficial de policía—. Le ruego queencuentren disponibles, en caso que los necesitemos. La PolJudicial se hará cargo del caQuerrán hablar con ustedes.

—Por supuesto —pronun

Hawke, quien intentrecomponerse lentamente.

El policía los dirigió hacia

exterior, al aire libre. Incluso cuanya se dejaba sentir el caluroso dTom seguía teniendo la piel

gallina. ¿Qué habría sucedido?Gina no era una joven inocey despreocupada, estaba en la flor



la vida. Imposible que se hubiese tan fácilmente con un desconociseguro que la habrían forzado pe¿por qué? No llevaba mucho consiUna cartera con unas cuanmonedas y unos billetes. No ta

como para asesinarla. Cuando salla ciudad nunca llevaba conscheques o tarjetas de crédito.

—Nunca llevaba más de cdólares —murmuró Tom.


preguntó Jonathan cuando subíancoche. —Siempre decía que nu



llevaba más de cien dólares aciudad y que dejaba las tarjetascasa.

—¿Piensas que le querrobar?

—Robar, violar, no sé

comentó Tom—. Lo raro es quepolicía afirmó que la han torturado

—Seguro que hay perso

perversas en Jerusalén, como cualquier otra ciudad.

Tom asintió.

—Espero que la poliencuentre al cerdo que...Hawke arrancó el coche.



—Espero que pague por lo ha hecho.


El resto de los baños romaaún se encontraba a casi dos met

de profundidad, bajo los escombren la sección occidental del recide excavación. En la parte exter

Aaron colocó los postes marcación. A juzgar por la extensde los restos de muro descubier

hasta el momento, todo el compldebía extenderse hasta pronunciado repecho descende



que bajaba hasta la carretera Jericó. En esta zona de excavacino se podía descartar deslizamiento de la capa suelta tierra hacia la carretera de abaHabía que fijar las sujecio

suficientes. El estudio estratigráfde los baños demostró que se haformado una colina artificial sobr

verdadera superficie.Moshav, Jean y Yaara segu

trabajando, no sabían qué hacer.

trabajo les entretenía y los alejabapoco de las preocupaciones. Tomel profesor aún no habían vuelto



depósito de cadáveres. —Utilizaremos la pequ

excavadora y empezaremos porextremo occidental —anunció Aay señaló a la pala excavadora.

Moshav asintió y cubrió

musculoso cuerpo con una camMiró al sol.

—Hoy va a hacer tamb

mucho calor. Deberíamos hacer upausa más larga a mediodía y pounos faros para la noche.

Aaron rechazó la propuesta. —No, sin faros. Debemcolocar las sujeciones a plena luz



día, nunca se sabe cómo pureaccionar la tierra. En la superfisolo ha crecido una fina capa hierba. Contamos con que la tiepuede ceder. Quiero ver bien primeras ranuras que puedan abrir

Moshav respiró profundamey se secó el sudor de la frenReflexivo, contempló los maci

postes cuadrados que sobresalían camión casi un metro.

—Bueno, empecemos pu

aprovechemos la luz del día ratificó.Moshav se subió al camión



arrancó el motor. Aaron iba pdelante con la pequeña pexcavadora. Los trabajadoestaban esperando alrededor repecho donde se tenían descargar veinte postes de c

cuatro metros de longitud. El trabduraría hasta la noche. Aaesperaba que sus cálculos

cumplieran.Múnich, Unidad de Crim

Organizado de Baviera, brigada

—Francia —repitió Bukow. La clave para solucionar nuescaso se encuentra en Fran



créeme. —Te creería si habla

conmigo con más frecuencia contestó Lisa irónicamente—. Pares como si trabajaras solo, ¿no?

Bukowski se mordió los labi

—¿Cómo va la foto robot?Lisa abrió la carpeta

portaba y sacó la foto. Bukow

intentó disimular la risa pero pudo.

—No estarás en serio —dijo

—Hoy va a la prensa. —Vaya tontería. —Así es nuestro asesino, no



guapo pero así lo ha descritohermano Franziskus.

—Eso es lo que pasa cuandole hace caso a los locos —se Bukowski.

—Pues a mí no me hace graci

—¿Sabes a quién me recueeste tipo? —preguntó Bukowintentando ponerse un poco m

serio.Lisa lo miró enfadada y col

enérgicamente la lámina sobre

mesa. —Este tipo se parece al tal..tal Jason o, ¿cómo se llamaba?



—¿Jason? —¿Has visto alguna

Viernes trece?Lisa prefirió no decir lo

pensaba y salió bruscamente despacho. Bukowski tomó de nu

la lámina. El demonio que hapintado el dibujante sobre el papodía ser una máscara. Quizás

asesino había visto también película sobre Jason y se equipó el atuendo correspondiente. En to

caso, debía evitar la publicaciónla foto robot antes de que se riede él y de su brigada. Tomó



auricular y se puso en contacto conservicio de prensa. La conversacfue breve, ellos tampoco dacrédito a lo que veían cuando Lles enseñó la foto y suplicó que sepublicaran.

—Te hubiese llamado de toformas antes —dijo el director prensa cuando Bukowski le ordenó

cancelación del artículo.Con un suspiro se reclinó en

sofá y se encendió un cigarro. P

los pies sobre su escritorio y exhlentamente el humo.Lisa entró sobresaltada en



despacho, completamente encendi —¡Has retirado la nota

prensa! —le reprochó. —No vamos a hacer el ridíc

contestó impasible. —¿Sabes qué? —siguió con

reproches—. En el futuro puehacer lo que quieras tú solo. Le vopedir a la jefa que me cambie

brigada. No soporto más empecinamiento y que quiehacerlo todo a tu manera.

Bukowski se levantó, tomó carpeta azul y se la acercó a Lisa. —¿Qué es eso?



—Lee. —Te lo puedes... —Léelo y tranquilízate de

vez.Lisa abrió la carpeta. Era

informe de la científica. Lisa lo l

por encima. —ADN —pronunció reflexiv —Sí, una prueba de ADN en

papel del caramelo. Probablemesaliva. Supongo que el tipo tienecostumbre de desenvolver

caramelo con la boca. Una gsuerte para nosotros, ¿no crees?Lisa torció los labios.



—Pero antes debe haber perfil suyo guardado.

Bukowski le dio upalmaditas a Lisa en los hombros.

—Seguro que está registrano te preocupes.

—¿Por qué estás tan seguro? —Lo presiento, creo que sí.

es la gran diferencia entre nosot

dos.Lisa lo miró confundida.

—¿A qué te refieres con

diferencia entre nosotros? —Continuamente intenresolver las cuestiones policíacas



vida cotidiana a través de conocimiento teórico y yo, cambio, confío en mis sentimiento

—¿Nunca te han fallado sensaciones?

Bukowski sonrió.

—Más de una vez. —¿Qué hacemos con la f

robot?

—¿La quieres anunciar? —Quieres que confiemos en

sensaciones pero, ¿qué pasará si

fallan de nuevo?Bukowski esparció la cenizael cenicero. Un ataque de tos



paralizó. Tomó un pañuelo enmano y se lo llevó hasta la boca.

—Fumas demasiado —advirtió su colega.

—Me he atragantado —dBukowski al retirar el pañuelo.

Dobló y volvió a meter pañuelo en el bolsillo del pantaantes de que Lisa pudiera percibi

mancha de sangre mientras estcolocando la carpeta sobre la mes

—¿Y cómo procederem

cuando nos tengamos que reunir?Bukowski le guiñó un ojo. —Por ahora, esperemos.



Jerusalén, museo Rockefelcalle Suleiman

Pater Phillipo contemsobrecogido el sarcófago caballero que yacía inerte en unave del ala oeste del mu

Rockefeller. Varios especialistas museo y de la Universidad de BIlan se habían hecho cargo

hallazgo de los yacimientos encarretera de Jericó.

—No puedo creer que

profesor Raful pretendiera ocueste descubrimiento al resto mundo —pronunció.



—El viejo Raful es personaje extraño —reconoció decano de la Universidad—, es mque sabido. En cambio, capacidades en el ámbito de Arqueología son obviame

indiscutibles. Pero usted lleva razen esta ocasión ha ido demasilejos.

—Su odio contra Roma le cegado.

El decano sonrió.

—Por ahora no ha apareciNadie sabe dónde está. desgracia, hay un par de artilug



que tiene en su posesión que tambprocedían de la tumba del caballeEstamos confiados. No poesconderse eternamente pero paciencia se ha agotado. yacimiento de estas característi

no es de propiedad privada. Por eel Consejo de nuestra Universidaddecidido entregar a Chaim Rafu

carta de despido. Entra en viinmediatamente y afecta a todos cargos. No podrá dar ninguna cl

más en nuestras aulas. —Y ¿qué pasará con caballero? —preguntó Pater Philli



—Ya nos encargamos de econtestó el decano—. Las tar

de restauración avanadecuadamente. El caballero Renencontrará su lugar aquí, en las sade este museo. Ha pasado casi

años enterrado en Jerusalén, natiene el derecho a llevárselo fueraesta ciudad. Permanecerá aquí y s

dedicará un pequeño espacio. historia de este caballero es tambla historia de Jerusalén aun cuan

fuese un amargo capítulo de nuehistoria, bañado de sangrelágrimas.



Pater Phillipo le extenamablemente la mano al decano.

—Una inteligente decisión. este modo, le devolverá al mundoque siempre le ha pertenecido.



17


Aaron conducía la amarilla p

excavadora sobre el terreno derrubio, paró justo delante terraplén mientras que Moshav y

par de ayudantes cargaban pesadas barras que habían bajado camión.

—Cada tres metros —le gAaron a Moshav.Moshav elevó el pulgar p



mostrarle que lo había entendiMoshav y sus ayudantes cargarocolocaron el primer poste sujeción en el lugar marcado. Aagiró con gran destreza la excavada lo largo de la pendiente

dirección a la primera barra Moshav y sus ayudantes acababancolocar. Desplegó el brazo girato

colocó la parte inferior de la psobre el poste orientándolo bien yclavó en la tierra con ayuda

sistema hidráulico, de modo queparte delantera de la pequexcavadora se elevó un poco. Aa



mantenía el control, cuidadosamedosificaba la presión y lentamentebarra de madera se iba clavandoel derrubio hasta que solo asomun metro de la tierra.

—Si el resto se puede hun

tan fácilmente en la tieacabaremos en una hora y desppodremos colocar los tableros

conexiones —dijo Aaron desdepala excavadora hacia abmientras que Moshav y sus chi

sacaban el segundo poste del camiEl sol quemaba y los hombsudaban por el gran esfuerzo.



poco tiempo ya habían reparttodas las barras alrededor recinto. Aaron clavó una tras ocon la pala excavadora a lo largo terraplén. Según sus estimacionlas sujeciones cuyos espacios

recubrirían con tableros conexiones, provistos de listonesla parte superior, evitarían

desplazamiento de la tierra suque componía la colina artificTodavía le quedaban tres que cla

en el suelo pero el calor y el dtrabajo habían secado su gargacomo un polvoriento río africano



pleno verano.Aaron hizo una pequeña se

de pausa, tomó un gran trago de ay contempló el campamento en mede las excavaciones.

—¿Se sabe ya algo de Jonat

o Tom?Moshav negó con la cabeza.

—¿Crees que Gina ha muerto

Aaron se encogió de hombro —Solo sé que desde hace

tiempo están sucediendo co

extrañas. Algunas veces me daimpresión de que alguien eintentando sabotear conscienteme



nuestro trabajo. Y creo que sé ques.

—Raful. —Desde que encontramos

cripta ha cambiado totalmente. Seconvertido en una persona retorc

y obstinada. —¿No ha sido siempre así?Aaron la

despreocupadamente la botella vaal suelo y se subió a la excavadora

—Continuemos, pro

habremos acabado —gritó y arrael motor.Con las ruidosas cade



avanzó hacia la pendiente dondeesperaba la antepenúltima baMoshav le siguió con la mirada. Tla máquina iban tres musculotrabajadores, con la bronceada pasuperior de su cuerpo al descubie

De repente, retumbó un espantestruendo y allí, donde hacía apeunos segundos se desplazaba

excavadora, una enorme bola fuego deslumbró a Moshav antesque la onda expansiva de

explosión lo tirara al suelo.Múnich, Unidad de CrimOrganizado de Baviera, brigada



—Esperar aquí sentados. eso todo lo que se te ocurre? preguntó Lisa Herrmann menfadada.

—Tenemos que tener pacienreplicó Bukowski—. Querem

cazar al mismísimo diablo. Un diaque asesina a curas e incluso tortura previamente. Un diablo

con la oscuridad entra en una igley es capaz de matar si lo pillan. diablo que conduce un Merce

desde Francia y después asesinato se come fríamente caramelo.



Lisa se sentó y miró porventana. Unas nubes blancas desplazaron por el cielo azdirección Este como marcaba viento.

Bukowski miró pensativo ha

arriba. —Supongamos que el cura

Wieskirch fue la primera víctim

eso quiere decir que el asesestaba buscando algo. Algo qsegún el asesino estaba en poses

del cura. Como no encontró lo buscaba se apoderó de las llavesla iglesia. Además, se esfo



enormemente en hacer que pareciun verdadero accidente. En cambcon el segundo asesinato convento dejó el cadáver como useñal de advertencia. Tortpreviamente al hermano de una for

cruel y lo crucificó con la cabhacia abajo. Así se trata a traidores y esta señal debía ser vis

Lisa posó la mano sobre labios.

—Pero, ¿para qué?

—No para qué, la pregunta ¿a quién hay que advertir? ¿A hermanos, a sus amigos, conocido



a toda la Iglesia? —corriBukowski.

—¿Y qué busca nuesasesino?

—Algo que se supone estaba en la iglesia, por eso entró

cuando fue sorprendido por sacristán.

—Aún no ha encontrado lo

buscaba —le siguió Lisa.Bukowski golpeó la mesa con

palma de la mano.

—Ahora has encontrado solución. Justamente. Detrás del cde Wieskirche y el padre



convento hay otras personAliados, cómplices, camaradas. estaban solos y nuestro asesinosabe.

Lisa abrió aterrada la boca. —Eso significaría que...

—¿Sí? —... puede haber m

asesinatos.

—Chica lista —anotó Bukow. Nuestro diablo sigue aquí ab

en la tierra, en medio de nosotr

Aún no ha encontrado lo buscaba. Atacará de nuevo. —Pero, ¿qué busca el tipo?



preguntó Lisa.Bukowski se acercó una silla

—Ambos hermanos de crtenían algo en común. Ambos dedicaban a la investigaceclesiástica de la Antigüed

Estaban formados en lengantiguas. Quizás esta sea la clave.

—¿Qué puede ser tan m

como para matarlos directamente? —La pregunta es, ¿a qué

dedicaron poco antes de su muer

Vayamos de nuevo al convenTenemos que reconstruir las últimsemanas de vida de los



eclesiásticos. Entonces sabremos tenemos que buscar.

—¿Y el asesino? ¿Publicamla foto robot?

—Busquemos el Mercedes,foto solo daría lugar a más confusi

Un hombre con ese atuendo llamdemasiado la atención.

—Por eso —contestó Lisa.

—Si tiene cómplices, segque desaparecerá. No sabe nosotros sabemos que aspecto tie

Esa es nuestra baza. Jerusalén, yacimientos en carretera de Jericó



Desconcertado, Moshav mirómontón de chatarra achicharradael que se había convertido pequeña pala excavadora de marca Caterpillar. Con un pañoquitó la sangre de la frente. No d

crédito. Los bomberos ya habdesenterrado cuatro cadáveres. Lambulancias se habían llevado ya

hospital más próximo a los tayudantes que habían resultgravemente heridos. Se temía po

vida de dos de ellos. La fuerza deexplosión les arrancó las piernas.Los camiones del ejército y



coches de policía que conducían el recinto de las excavaciones hacvibrar el suelo. Moshav contenía lágrimas. Con la mirada perdcontemplaba el precinto azulblanco que el viento ondeaba. Ya

estaba junto a él. Ella también telágrimas en los ojos como pudo Moshav al acercarle otro pañue

Aaron ya no existía. Se haderretido con el fuego, junto conmaterial plástico y metálico de

excavadora. —No... no lo puedo entendetartamudeó Moshav—. Este lu



está maldecido. —Ven conmigo, vamos fuera

aquí —contestó Yaara.Moshav se negó.

—Quiero saber lo que pasado.

Yaara asintió comprensiva. giró al ver en la lejanía la bla

ick-up Toyota que se había para

frente a la tienda. Reconoció a Tque salía del coche.

—¡Espera aquí! —le dijo

Moshav antes de bajar corriendopendiente.Cuando Tom la reconoció sa



a su encuentro. Cayó en los brazosTom y no pudo parar de llorar.

Tom miraba atónito las patrude vehículos del ejército, de policía y ambulancias junto a excavaciones. Aún se levantaba u

pequeña cortina de humo haciacielo.

—¡Dios mío! ¿Qué ha pas

aquí? —preguntó Tom. —Aaron ha muerto —soll

Yaara—. Nadie sabe lo que

pasado. Hay otros muertos y herigraves. La excavadora ha explotadTom acarició el pelo de Yaa



Poco a poco se pudo incorpoMiró alrededor y preguntó:

—¿Dónde está el profesor? —Está en el consulado. G

está muerta, la han asesinado. —¡No! ¡Dios mío!

Yaara volvió a romper lágrimas. Tom la abrazó fuertemenCerró los ojos y solo los pudo ab

cuando sintió que alguien le tocabhombro. Miró a su alrededor. JColombare y un oficial de la pol

estaban detrás de él. —Han encontrado una minainformó Jean sin rodeos.



—¿Una mina? —Una mina antitanques, mod

soviético, una mina plana con uelevada carga —confirmó el pol

. Artilugios malvados con una gfuerza destructora.

—¿Eso ha sido una mina? preguntó Tom estupefacto—. Pe¿cómo puede haber una mina aq

dentro del recinto? —La tierra se rellenó hace u

meses. Procedía de los trabajos

monte del Templo. Suponemos qalguna mina iba mezclada contierra que se trajo aquí. Un f



accidente. —¿Un accidente? —rep

Tom. —Este terrible accidente le

costado la vida a su compañero confirmó el oficial de policía—.

aquella época hubo mucagitaciones y suponemos que grupos radicales planearon un ata

a las obras que se estaban realizanen el monte del Templo. De algmodo, las minas puestas entonces

explotaron. Lo siento muchísimo.El policía posó su mano engorro de su uniforme para desped



y se marchó. Tom le siguió conmirada hasta que desapareció pogran tienda.

—¿Sabéis algo de Gina? preguntó Jean.

Tom se frotó los húmedos o

con los dedos. —Gina ha muerto, la

asesinado.

Jean inhaló profundamente. —Qué horror. —Sí, espantoso. Tenemos

informar al profesor. Jerusalén, cerca del barruso



Gideon introdujo la mano enbolsillo de su camisa y sacó móvil. Era un móvil con cámarafotos de última generación.

—Tuvimos suerte —afircuando mostró la foto del campo

excavaciones.En la borrosa imagen se po

distinguir la gran llamarada de fue

—Cuatro muertos y varheridos, dicen las noticias —afirSolomon Pollak.

—Si la mina hubiese explotunos minutos más tarde me hubipillado a mí. No volveré nunca má



pisar esas excavaciones. —Ya no es necesario

respondió Pollak—. Por ahora, van a cancelar las tareas excavación. Se inspeccionará zona.

—Fue un accidente. La tiecon la que se formó el terrapprocedía del monte del Templo.

parecer, las minas procedían defallido ataque.

—Entonces, te invito a

cerveza. Creo que a partir de ahcelebrarás tu cumpleaños en este d —Tuve mucha suerte.



—Y, a la vez, mala suerte.Gideon miró inquisidor

Pollak. —Ya no necesito más

servicios, así que perderás uimportante fuente de ingresos.

también vas a perder el trabajolas excavaciones.

—Aún tengo una novedad p

ti. —Dime.Gideon miró con recelo a

alrededor pero en la pequcallejuela no se podía divisar nialma. Estaban solos.



—¿Cuánto pagarás? —preguGideon con una sonrisa en los labi

—¿Se trata de una notiimportante?

—Yo diría que vale al menunos quinientos dólares.

Solomon Pollak introdujo mano en su chaqueta.

—Estoy expectante —dijo

sacar los billetes. —Han encontrado asesinad

Gina Andreotti, del equipo

profesor —susurró secretameGideon.Solomon se guardó de nuevo



billetes en su chaqueta. —Ya lo sé, solo te pago p

novedades. ¿Entiendes?Gideon miró asombrado

Solomon. —¿Cómo lo sabes?

—Me lo han dicho —contePollak.

—No puede ser, salvo

profesor y su equipo de confianzalo sabe nadie más hasta ahora. Yo he enterado de casualidad cuan

estaban conversando entre ellos. quieren que lo sepa nadie hasta el consulado informe a la familia



la fallecida. ¿Cómo se supone quehas escuchado? A no ser que...

La observación de Gideoninterrumpió a la mitad de la frantes de que su voz se acallara.

—Una pena —dijo Solom

Pollak. —¿Una pena... por qué?

balbuceó Gideon.

—Ahora no vas a pocelebrar tu próximo cumpleaños contestó fríamente Solomon Pollak

Tenía una pistola en la mano.escucharon dos disparos cuyas baacabaron su recorrido en



fachadas de las casas del solitacallejón, en las cercanías del barruso.



18


Tom tenía su mirada clavada

la taza que agarraba con las manos, inmerso en sus pensamienEn la gran tienda, normalme

repleta de personal hambrientosediento a la hora del almuerreinaba un lúgubre silencio.

profesor Jonathan Hawke y JColombare tenían sus rosthundidos entre las manos.



Moshav había enviado a trabajadores a sus tiendas o a caHoy no se trabajaba más. Enrecinto de las excavaciones segulas fuerzas de seguridad del ejércisraelí inspeccionando el suelo en

búsqueda de posibles minas.Yaara se sirvió más café. S

lacrimosos ojos estaban rojos

tanto llorar. —Ha sido un accidente

interrumpió Jean Colombare

silencio—. Un estúpido accidenNadie pudo evitarlo. Creo deberíamos hacer las maletas



desaparecer de aquí. Esexcavaciones se encuentran bajo umala constelación.

—A Gina la han asesinado. Eno ha sido casualidad —conteMoshav.

—Claro que no —ratificó J. Espero que la policía encuentr

ese canalla y lo tire al hoyo m

profundo que exista en Israel. Peroasesinato no tiene nada que ver nuestro trabajo.

—¿Estás totalmente seguro?preguntó Tom. —¿Qué quieres decir? ¿



pensarás que...? —Sí, creo que nos quie

echar de aquí —pronunció TomDesde que hemos empezado con excavaciones no paran de sucecosas. Nadie sabe dónde está Ra

Quizás lleva tiempo muerto. —¿No lo dirás en serio? ¿Qu

nos va a querer echar de aquí?

Tom miró a Jean Colombarlos ojos.

—¿No dijo Raful que él

confiaba en la Iglesia romana y temía que ejerciera su influencia pevitar que siguiéramos con



excavaciones? Puede que terazón.

Jean negó con la cabeza. —Eso son alucinaciones. Sa

la manía que Raful le tiene aIglesia. Es enfermiza y nadie lo to

en serio.Moshav se levantó y miró fu

de la tienda.

—Siguen buscando más minaJean se levantó también y

dirigió a Moshav. La tierra que

depositó aquí está contaminaprocedía de la Ciudad Vieja. Isrno es precisamente una tie



pacífica. No me extrañaría queencontraran más minas.

El profesor Jonathan Hawcarraspeó.

—La principal cuestión esseguimos trabajando aquí o no. T

todo lo acontecido no puedo exignadie que se quede. Yo mismo esdudando sobre qué es lo m

adecuado.Tom colocó la taza a un lado

—Yo lo tengo bien cla

Vinimos aquí para desenterrar uguarnición romana. Aún no hemacabado las excavaciones.



Jean se giró. —A Raful nunca le interesó

guarnición. Para él este trabconsistía solo y exclusivamente descubrir la cripta del caballero. sé dónde habría obtenido

información de que en esta zyacía un caballero pero lo que etotalmente claro es que nos

utilizado para sus propios interese —La Universidad de Bar-I

nos ha encargado las excavacio

introdujo Moshav—. Financiatrabajo y nos paga. Raful simplemente un empleado de



Universidad. No tenemos sobrevalorar su posición.

—Creo que Moshav tiene raañadió Tom—. Quien nos enca

el trabajo es la Universidad y noprofesor. A mí ya me han pagado

sueldo así que seguiré trabajando.Yaara estaba de acuerdo.El profesor Jonathan Haw

pidió la palabra. —Yo ya he tomado una decis

en lo que a mí respecta. La muerte

Aaron nos ha conmovido a todos yasesinato de Gina es un crimespantoso pero Tom lleva raz



Trabajamos para la Universidad Bar-Ilan y lo que ha pasado Aaron y Gina o con Chaim Rafulcambia este hecho. Tenemos qtener mucho más cuidado y concon la existencia de más minas en

recinto. Pero aún queda mucho palcanzar el objetivo de nuemisión. Creo que Gina y Aa

hubiesen deseado que siguiésemtrabajando en las excavaciones. me quedo aquí pero no me enfad

si alguien se marcha en vista de circunstancias.Yaara, Moshav y T



mostraron su acuerdo. —Nos quedamos —conte

Yaara.Jean Colombare resp

profundamente con la mirada pueen el despejado cielo azul.

—Está bien, también me queSeguiremos excavando en asentamiento romano y rezarem

para que el destino no nos vuelvpasar factura —suspiró Jean.

Jonathan Hawke asintió miran

a Jean. —Mañana hablaré con decano Yerud y le transmitiré nues



decisión. Jerusalén, Oficina Estatal p

la Antigüedad —Por favor, siéntese —ofre

el funcionario y señaló atentamentla acolchada silla.

Pater Leonardo se lo agradey tomó asiento.

—Me alegra su visita

comenzó el funcionario—. Duralos últimos años no nos frecuentado muchas visitas de Rom

El padre sonrió. —El cardenal prefecto me pedido que le salude de su pa



Aunque la Iglesia romana se dipoco a usted, somos perfectameconscientes de que esta es la TieSanta en la que vivió y actuó Jede Nazaret. Las huellas de acciones están aquí tan presentes

aún se puede percibir su existenincluso estando tan lejos de Roma

El funcionario asintió con to

reconocimiento. —¿En qué puedo ayudarle?Pater Leonardo se reclinó en

silla. —Roma se interesa muchísipor las excavaciones del valle



Cedrón. Ya me he puesto en contacon el decano Yerud de Universidad de Bar-Ilan qusolicitó las excavaciones. hallazgo de un caballero levantado una gran expectación

Roma. Es parte del legado de nueIglesia y pertenece indisolublemea la historia de la Santa Se

Resumiendo, nos gustaría particien las tareas de excavación.

El funcionario se mostró m

sorprendido. —¿No se ha enterado que ocurrido un grave accidente en



recinto?Pater Leonardo negó con

cabeza. —Al parecer ha explotado

mina. Varias personas han muertootras están gravemente heridas.

se descarta que haya más minas enrecinto. Hemos decidido parar excavaciones por el momento. S

cuando los expertos militacataloguen la zona como segvolveremos a contemplar

autorización de los trabajos.Pater Leonardo estconfundido.



—No sabía nada de esto respondió.

—Hace un par de meses realizaron tareas de mejora enmonte del Templo y se creanuevos caminos. Este proye

encontró una gran resistencia enlos grupos radicales. La tieexcedente que se extrajo de allí

descargó temporalmente frente a puertas de la ciudad. Suponemos las minas de los terroristas i

dirigidas a la paralización de obras del monte del Templo. Palgún inexplicable motivo



explotaron. Una gran suerte pentonces pero con consecuencfatales para el suelo de excavaciones. Parte de esta tierraamontonó en la zona occidental recinto. Antes de que nos asegurem

de que no existe ningún cueexplosivo en la tierra, no podemautorizar los trabajos de

arqueólogos. Seguro que lo entienPater Leonardo asintió.

—Por supuesto, ante es

circunstancias la máxima priories proteger la vida de las personPero creo que mi petición no deja



tener validez. Al fin y al cabo, yacen tesoros del pasado. En almomento seguro que se retomarántrabajos, lo que a usted tambiéninteresa. Entonces la UniversidadBar-Ilan y la Iglesia rom

compartirán dichas tareas, así colos costes. No es la primera vez excavamos en su tierra.

—Si ustedes ya han acordeso con la Universidad de Bar-Ilnuestra oficina no pondrá ning

objeción. No se trata de interepersonales sino de conservar historia para nuestros hijos y



hijos de nuestros hijos.Pater Leonardo se levantó y

extendió la mano al funcionario. —De eso puede estar seguro

agradezco mucho el tiempo que setomado en recibirme.

—No hay de qué —respondiófuncionario—. Siempre agradecemla colaboración con Roma.


Bukowski silbaba una ale

canción cuando se sentó en escritorio y buscó una caja cigarrillos.



—¿Buen humor? —preguLisa Herrmann.

—Siempre lo tengo —conteBukowski.

—No sé por qué pero dehace unos días tengo la impresión

que no te tomas el trabajo en seEstamos buscando a un asesino ha matado en tres ocasiones y

estamos como al principio.Bukowski se encendió

cigarro.

—Si estuviese amargadoobstinado no tendríamos minformación de la que disponem



Prefiero seguir el consejo de MTwain.

—¿Mark Twain? —«Dale a cada día

oportunidad de convertirse en mejor de tu vida, incluso si es

trabajando».Lisa torció el gesto

desinterés.

—Bueno, si te lo tomas ¿Hay alguna novedad?

Bukowski miró a su reloj

pulsera. —Acaban de pasar tres horLos prusianos nunca dispararon



rápido. Estoy esperando la llamde un viejo amigo que nos puayudar.

—¿Otra vez un amigo extranjero?

—El comisario jefe de

Policía Nacional —conteBukowski—. Maxime y trabajamos juntos muchos años.

año pasado regresó a París. Nllevábamos muy bien.

—¿Y crees que nos pu

ayudar? —Si se trata de diligenciasFrancia es la persona adecua



Dentro de la Policía Nacional dirla Oficina de Asuntos Exteriores ytenido mejor suerte que yo. A edad no tiene que salir a la callperseguir a delincuentes. Inclusoascendieron cuando volvió a Pa

En cambio yo, en agradecimientmi trabajo, me dieron una bupatada en el culo. Bueno, el mun

es así de injusto. —Ya sea injusto o no, se ve q

tu amigo Maxime no tiene mu

tiempo para ti. —Tiene tiempo pero tampoco daría un palo al a



durante mis vacaciones. Está Martinica disfrutando del sol perolunes que viene regresa a PaEntonces nos reuniremos con él,su oficina.

—¿Vamos a Francia? ¿Lo sa

la jefa? —A veces es bueno te

amigos influyentes. Tenemos u

invitación para dos personOficialmente un intercambio experiencias.

—¿Cuánto tiempo? —Dos días. —¿Y yo puedo ir? —pregu



Lisa con los ojos bien abiertos. —A mí me han invita

expresamente, el segundo puesto no se ha otorgado pero si esinteresada te propondré.

Lisa sonrió.

—¿Puedo hacer algo por quieres que te haga un café o quetraiga un bocadillo del bar?

—Dale a cada día oportunidad de convertirse en mejor de tu vida —conte

Bukowski—. Creo que este día por buen camino. Pero una cosa eclara, vamos allí a trabajar.



—¡Por supuesto! —Solamente hay un proble

añadió Bukowski con un iróngesto.

La sonrisa de Lisa se extingu —¿Qué?

—Creo que tendremos compartir habitación.



19


Benyamin Yassau escaneó c

una desconfiada mirada al profeHawke y a su equipo.

—Son disposiciones

seguridad que no podemos obviarafirmó—. Yo no he sido quien aprobado esta ley sino el pueblo

Israel. Yo solo me encargo ejecutarla. Ustedes deben recorque no hace mucho tiempo est



aquí.Tom negó con la cabeza.

—Usted pretende parar trabajo que estamos haciendo aaunque falte mucho por acabar. Ayacen muchos tesoros bajo e

tierra. Y ahora nos viene con esnormas.

—¡Señores! —exclamó

decano Yerud—. En vista de acontecimientos acaecidos en recinto de las excavaciones,

Oficina Estatal para la Antigüedno tiene otra opción. Solo se podretomar las tareas de excavac



cuando un equipo experto detección de minas hinspeccionado la zona y la declcomo segura. No estamos en posicde cubrir gastos adicionales ytiempo de parada. No nos podem

permitir más accidentes.Jonathan Hawke asin

resignado.

—Esto significa el final nuestro trabajo. Todo lo que hemconseguido hasta ahora ha sido

vano. —En absoluto, en absolseñores —se entrometió Pa



Phillipo en la conversación—. trabajo se reanudará. Tconversaciones con la Santa Sedeconseguido convencer a Roma deimportancia de sus hallazgSeñores, ustedes han hecho

trabajo excelente. No podemolvidarlo.

Tom lanzó a Moshav u

cómplice mirada. —Raful tenía razón —le susu

al oído—. Los arqueólo

eclesiásticos se harán cargo nuestras excavaciones.Moshav carraspeó e intervino



—¿Quiere decir que eproyecto continuará?

Pater Phillipo sonrió. —Por supuesto que

reanudará. Se ha encargado a equipo de inspección de minas

rastree la zona. En cuanto tengamluz verde, proseguiremos sin demoSe cumplirá con los trám

necesarios. —Y nosotros estaremos ahí.La sonrisa de Pater Phillipo

extinguió. —En realidad nosotros tenemnuestros especialistas. Adem



estamos obligados a utilizar recursos que nos proporciona Santa Sede. Temo que no presupuesto para contratar a persoexterno, pero pueden ecompletamente seguros de que

final el proyecto llegará a bpuerto. Sería imperdonable dejar se pierda esta guarnición.

—Es decir, la OficEclesiástica para la Antigüedadhará cargo de las excavaciones y

reanudará el trabajo con el persoeclesiástico —precisó el decYerud tras la explicación del pa



. Su implicación en este proyeya ha concluido. Evidentemepueden quedarse con el pago de servicios. Renunciaremos a devolución ya que los responsabfuturos nos han asegurado que

Universidad participará en hallazgos.

—Ven, señores —añadió Pa

Phillipo—. Va mucho más allá beneficio propio. Ustedes encontrado el lugar y han dado

primeros pasos que han resultado tan valiosos. Nosotros sterminaremos lo que uste



empezaron. Finalmente alcanzaremnuestro objetivo común. Reviviremnuestro pasado.

—... Y así impediremos qciertos testigos incordien, en casoque se halle algo que no concue

con la historia de la Iglesia susurró Tom a Moshav en el oído.

Jonathan Hawke se tocó con

mano el rostro, marcado por resignación. ¿Qué podía hacer? Universidad de Bar-Ilan le ha

encargado este trabajo y, por tandebía someterse a las instrucciodel decano.



—Haremos las maletas —dfinalmente con una frágil voz—. tenemos nada más que hacer aquí.

Una hora más tarde la oscurise había extendido por el reciarqueológico. Tom, Moshav, Yaar

Jean se reunieron con el profesorla gran tienda. Estaban solos, ayudantes universitarios y

trabajadores que habían participen las excavaciones ya se habían de vuelta a casa.

—Ha sido una maliciosa traopinó Tom—. Quieren que marchemos. Chaim Raful tenía raz



Jonathan Hawke se encogióhombros.

—No sé, pero, en teoría, autoridades tienen razón. Por lado, es bastante probable quepadre se haya aprovechado de

situación pero, por otro lado, podemos obviar la probabilidadque se produzca otro accidente.

mejor es que hagamos las maletales demos paso a los arqueólogosla Iglesia. Tienen más influencia q

la Universidad. —¿No os dais cuenta de que están quitando de en medio?



persistió Tom con su sospechasQuizás las minas han...

—Estás loco —le interrumJean Colombare—. Este simpensamiento me parece inconcebibEstamos hablando de la Iglesia y

de una organización de la maCreo que es mejor que otros encarguen de las excavaciones an

de que tengan que pararse. —¿Y si Tom tuviese razón?

dijo Moshav—. Pensadlo bi

Primero, estos misteriosos sucesDespués, aparece repentinameeste padre en escena; el acciden



Aquí hay algo que no marcha bienJonathan Hawke hizo un adem

de rechazo. —Amigos. ¡No! Estáis yen

demasiado lejos. Tom, entiendo qestés muy enfadado pero no debem

perdernos en sospechas infundadHa sido demasiado. Han asesinadGina, Raful ha desaparecido y Aa

ha muerto en un fatal accidenAntes de que suceda algo más,mejor que recojamos nuestras co

y nos larguemos. Hay mexcavaciones en el mundo.Tom suspiró pero antes de q



pudiera responder, fuera se escuel ruido de un motor que se acercaYaara se dirigió a la puerta y asomó.

—La policía —anunció—. ¿Qquerrán ahora de nosotros?

Enseguida un oficial de polentró en la tienda. Otro vestido paisano le seguía. El policía

identificó y presentó a su compañcomo Dov Gluski de la PolJudicial de Jerusalén.

—He escuchado que se vaparar las excavaciones, ¿es cier preguntó el oficial de policía.



—Cierto —contestó el profeJonathan Hawke.

—Debido a las investigacioque hemos iniciado en relación el asesinato de su compañera me obligado a pedirles que permanez

a nuestra disposición —prosiguiópolicía.

—Sí, ¿qué quiere decir eso?

preguntó Yaara. —Les tengo que pedir a to

ustedes que permanezcan en el p

hasta que no tengamos nada objetar al respecto. Tenemos qconfiscarles sus pasaportes. Aún



hemos concluido las investigacion —Y ahora resulta que nosot

hemos asesinado a nuecompañera —contestó Tom ganas de encararse.

—Mientras no obtengam

ninguna huella, todos sospechosos —replicó el funcionade paisano.

—Hemos reservado uhabitaciones para ustedes en el hoReich de Beit HaKerem. El hotel

encuentra a las afueras de la ciudDeben estar allí mientras dunuestras investigaciones. No pue



permanecer aquí, se va a precintarecinto. Mañana le espero a usted su equipo en la comisaría. Tenemque hablar.

Roma, iglesia de Jesús, piadel Gesú

En el suntuoso oro del altarreflejaba el sol que entraba a trade la luminosa cúpula al interior

la iglesia de Jesús. La noble y construcción ocultaba el ajetreo dvida cotidiana de Roma y cubría

casa de Dios con un aura tranquilidad y veneración. Salgunas personas mayores



arrodillaban en los bancos, inmeren sus oraciones. El cardeprefecto, sumido en su recogimienobservó al otro lado del coropacífico juego de rayos solares enpulido metal noble que ha

resistido intacto el paso de siglos.

—Cristóbal Colón fue un g

hombre que rechazaba a Dios susurró el cardenal Borghese—. Iglesia tiene mucho que agradece

No solo el oro sino también una gparte de nuestro rebaño vive entierra que descubrió.



El cardenal prefecto sususilenciosamente.

—He escuchado que excavaciones de Jerusalén se vaparar de momento —prosiguió cardenal Borghese.

—Se ha producido un terriaccidente —contestó el cardeprefecto.

—Jerusalén es una ciupeligrosa, es un polvorín. Es ciudad de nuestro Señor pero e

rodeada de muchos enemigos. —Las excavaciones continuarán —prosiguió el carde



prefecto—. La Universidad de Aviv ya ha retirado a su personal.parecer, el recinto de excavaciones está salpicado minas de tanque. Antes de que pueda seguir trabajando allí, se v

inspeccionar la zona. De contrario, no se podrá ofreninguna garantía a los trabajado

de los yacimientos.El cardenal sonrió.

—Creo que nuestra Iglesia

tendrá ningún problema en reanulos trabajos. Quizás este accidehaya sido una señal del destino.



—Mi querido Borghese, habla así hasta podría pensar queha venido bastante bien eaccidente. Piense que varpersonas han muerto.

La sonrisa de Borghese

extinguió. —Es espantoso que se h

llegado tan lejos y que haya ten

que derramarse sangre. Creo queusto y está justificado

participemos en las excavaciones.

Santa Sede no debe ser una mparte observadora cuando otros estrabajando en la historia



Jesucristo, el salvador de hombres.

El cardenal prefecto arrodilló.

—Ya nos informarán de sucesivo, hermano de Cristo. Ah

oremos por la bondad de nuesSeñor. Estoy convencido de qPater Leonardo represent

honorablemente nuestros interesesJerusalén. Además, no está soPodemos confiar en el herm

Phillipo y los franciscanos. profesor Chaim Raful no puesconderse eternamente. Aparec



en algún momento para difundir abstrusas teorías pero no le irá mede lo que nos va a nosotros.

El cardenal miró con asomal prefecto.

—¿Qué quiere decir con eso,

reverendo padre?El cardenal prefecto son

antes de colocar sus manos en rezo

—No se le escuchará contestó lacónicamente.

Jerusalén, hotel Reich en B

aKeremTom miró por la ventana dehabitación de su hotel a la tranqu



carretera que llevaba al centro. hotel Reich se encontraba a unos dkilómetros de la Ciudad Vieja entranquilo barrio a las afueras Jerusalén. Después de que policías abandonaran el recinto

las excavaciones, Tom y compañeros se dirigieron en vehículos de servicio al hotel don

habían alquilado para ellos cinhabitaciones en la tercera planta. habitaciones eran pequeñas pero m

agradables.Tom se giró. Perdido en pensamientos miró la maleta, aún



deshacer, tirada encima de la camEsa maleta, junto con su caja herramientas, era todo lo que había llevado consigo. Sabía nunca volvería a los yacimienHabían sucedido demasia

desgracias, se habían cobrdemasiadas vidas. Chaim Raseguía desaparecido, sin rastro, c

se había convertido en un vsueño. Gina y Aaron estabmuertos; ella, asesinada por un l

desconocido y él, achicharrado una mina. Ahora se encontrretenido en el país junto a los otro



se les consideraban sospechosTuvo que entregar su pasaportefuera, frente al hotel, había aparcun coche de la policía. No se haninguna ilusión. Su relación labocon Jerusalén se había termina

¿Cómo seguiría su relación Yaara? ¿Se iría con él, le seguiríabandonaría su país natal?

Se había enamorado de eoven morena para siempre y su am

era correspondido pero la situac

se complicaba.Tom se sentó en la camasuspiró.



Algo no concordaba. Presenque los acontecimientos en yacimientos no habían sido casuaPero, ¿cómo podía demostrarlo?

¿Se escondía la Iglesia detde todo? ¿Quería evitar que salie

a la luz hechos que cuestionaríanhistoria del cristianismo y existencia de Roma? ¿Sería capaz

matar la Iglesia por ello?Inhaló profundamente antes

abrir la cremallera de su malet

levantarse. Le apetecía una ducaliente. En una hora había quedpara cenar con el resto del equipo



el restaurante del hotel. Tomó neceser y se dirigió al baño. El acaliente le hacía sentirse mejCerró los ojos y disfrutó momento.



2ª PARTE. La búsquedde la verdad

... en la época actual

no puede haber un segundo ganador,

solo hay un ganador y perdedore

quien llegue tarde

prácticamente ya ha perdido...



20

Comisaría Central de Policía, caerekh-Shekhem

La seguridad era una cuest

de vital importancia en esta ciupuesto que, a pesar de todos anuncios de paz, prevalecía u

guerra civil. Tom, Yaara y el redel equipo tuvieron que pasar tres controles y un cacheo antes

poder entrar en el edificio de la caDerekh-Shekhem, rodeado de amuros, una alambrada y varias tor



vigías. Ya habían pasado las ocTom no había podido dormir bienla cama blanda del hotel Reich.

Un funcionario de la PolJudicial esperaba al profesor Hawy a su equipo. Al llegar,

distribuyeron por distintas saTom estaba sentado en una pequhabitación del ala occidental

edificio, vigilado por un jopolicía. Impacientemecontemplaba los cuadros de

paredes. Dos pinturas abstractasacrílico unidas en un conglomerde sombríos colores. De algún mo



esta imagen representexactamente su estado de ánimEsperó más de veinte minutos haque finalmente apareció una mugruesa con un traje azul y una tetrenza de pelo gris. Le salu

brevemente con la cabeza y se senquejándose, en la silla de enfrente

—Mi nombre es Debo

Karpin, la magistrada instructora caso y estoy investigando asesinato de su compañera —

presentó la mujer.Tom estimó que tendría ucincuenta años.



—Tom Stein —contestó asintió.

—Thomas Stein, nacido Alemania en 1970, licenciado Ingeniería de Caminos y Arqueolopor la Universidad de Ruhr

Bochum. En la actualidad esoltero y reside en Gelsenkirch¿Cierto?

El tono severo e impersonalla mujer no le gustó nada a Tom.

—Correcto —contestó—.

padre quería ser minero pero peque si él no lo había conseguidomenos su hijo podría excavar



región del Ruhr. —Su padre fue profesor y

está jubilado. Del mismo modo su madre, quien ejerció coenfermera.

Tom respiró profundamente.

—Se ha informestupendamente —replicó.

—Es nuestra misión saber

quién estamos tratando —contestómagistrada con frialdad—. ¿Essegunda vez que trabaja con

profesor Hawke? —Exacto —respondió Tom gustarle nada el tono de la pregunt



—Hace dos años llevó a cuna excavación en Canadá junto el profesor. ¿También participó enequipo de entonces la señoAndreotti?

—Aquel trabajo consistió en

excavación de un antigasentamiento en la región de Inuitel lago del Gran Oso, fue una ta

totalmente distinta. —Le agradecería que

contestara con un «sí» o «no»

aclaró la magistrada. —¿Acaso soy sospechoso haber asesinado a mi compañera?



preguntó Tom.La magistrada torció el ge

por un momento. —En esta fase de

diligencias todos los que tenían aque ver con ella son sospechosos.

—¡Escúcheme! —bramó T. Gina era mi amiga. Dedíques

buscar y a encontrar al asesino

déjenos... —Estamos en ello —replicó

magistrada Karpin con frialdad

interrumpiendo la protesta de Tom —¿Conoce bien al profeHawke?



—¿Qué quiere decir con quelo conozco bien? Trabajamos junto

—¿Eso significa que no smucho de su vida privada?

—Escúcheme, cuantrabajamos en un proyecto vivim

durante meses tienda con tienpasamos juntos más de diez horasdía, también por las noches. C

que llegamos a conocernos bastabien.

—¿Cómo describiría

relación con la señorita Andreotti?Tom frunció el ceño. —No entiendo el sentido de



pregunta. El profesor es una perscorrecta. Valoraba mucho a GiElla es... era muy competente.

—¿Sabe que el profesor tuque abandonar su departamento dUniversidad de Berkeley hace año

Tom miró incrédulamente amujer.

—Hace diez años

denunciado por acosos sexualedos estudiantes. ¿Lo sabía?

Tom mostró su inseguridad.

—No sabía... no sabía npero, ¿no creerá en serio queprofesor tiene algo que ver con



muerte de Gina? —Tenemos que seguir cualqu

indicio. Ante aquellas acusaciono se presentó ninguna demanda.profesor simplemente dimitióabandonó su cargo.

Tom insistió. —Ya le he dicho que

profesor es una buena persona y

excelente investigador. No tiene nque ver con la muerte de Gina, puponer la mano en el fuego.

—Él fue la última persona la vio con vida. ¿Le parece normque dejara sola a la seño



Andreotti en la ciudad?Tom no daba crédito.

—No puede ser, fue brutalmeasesinada y usted considera queprofesor es un asesino. Está mequivocada, créame.

—¿Conoce a GidBlumenthal?

Tom pensó por un momento

finalmente negó con la cabeza. —¿Quién se supone que es?La magistrada torció el gesto

—Trabajó para usted.Tom miró fijamente las fotos —En nuestro equipo había



Gideon pero no conozco su apelliAaron se encargaba de contratalos ayudantes y trabajadores de excavaciones.

—Han encontrado a Gideon dos balas en el pecho. Tenía un

de monedas antiguas en el bolsi¿Puede ser que procedieran de yacimientos?

—Claro que sí, hemdescubierto una guarnición romaSeguro que podían existir allí e

tipo de monedas. Pero, ¿qué tique ver eso con Gina? —Gideon Blumenthal tamb



fue asesinado, poco después queseñorita Andreotti. ¿Podría haalguna relación?

Tom se encogió de hombros. —Las monedas romanas de e

tipo pueden alcanzar un valor de d

mil dólares en el mercado negro. Ubonita suma que se puede obtenese tienen los contactos oportunos.

—Otra de sus obtusas teoríasañadió Tom—, ¿piensa que GinGideon fueron asesinadas por

misma persona? No tiene sentido. —Muchas gracias. Esto es topor el momento —la magistr



concluyó la declaración—. cierto ¿dónde se encontraba ustedel momento del asesinato de señorita Andreotti?


Lisa corría furiosa por pasillos iluminados con tualargados de neón. A todos los q

se encontraba le preguntaba Bukowski pero nadie sabía dónestaba.

Ya había buscado sin éxito encantina. Fuera, en la pequeña terrdonde le gustaba tomar el so



fumarse un cigarro, tampoco estaNi en el despacho, ni en la salareuniones, ni en toda la brigadStefan Bukowski había desapareciÉl había sido quien la había manda su ordenador para que investig

sobre los dos clérigos asesinadoahora se había largado.

—¿Has visto a Bukowski?

preguntó a la secretaria de la secctécnica judicial, pero la mujer rusolo hizo un gesto de negación con

cabeza. —Lo odio —soltó con enfadoVolvió a su oficina. ¡Que



vaya a tomar viento! Abrió la puey se sobresaltó al ver a su jefe frea ella.

—Y yo pensando que estatrabajando duro —recibió a compañera.

Lisa se encendió de rabia. —Te estaba buscando por to

sitios. ¿Dónde te habías metido?

—Estaba comiendo y despme he venido aquí directamente ptú no estabas en tu mesa.

Lisa dio un golpe en el sucon el pie. —Ahora la culpa la tengo yo



Bukowski levantó las manos. —¿Pero quién te e

regañando?Lisa le enseñó las fotos

llevaba todo el tiempo en las mano —Los dos padres se conoc

dijo.Bukowski se puso las gafas

llevaba en el bolsillo de su camisa

—¿Cómo lo sabes? —Me ha llevado basta

tiempo —contestó Lisa—. Es

archivo de la Chrismon-Magazin1977. Una revista cristiana publica temas sobre la Iglesia.



1977 se celebró en Salzburgo congreso sobre Arqueoloeclesiástica. Participaron científide todo el mundo. Giraba en tornla vida de Jesucristo.

Bukowski obse

detalladamente las fotos. —¿Sabes quiénes son los ot

dos de la foto?

Lisa señaló al hombre mayola izquierda de Pater Reinhard.

—Este es el profesor doc

Yigael Jungblut de la UniversidadMúnich. He estado buscando Google. Hace un par de años su



un grave infarto y quedó paralítProbablemente ya no viva.

Bukowski asintió. —¿Y el otro?Lisa se encogió de hombros.

—No he consegu

averiguarlo. —¿A qué estás esperando o

que no quieres venir a París?

Jerusalén, hotel Reich en BaKerem

Estaban sentados en la barra

hotel, aún petrificados por acontecimientos. Solo faltaba profesor Hawke. Fue a visitar



decano Yerud. No podían seguir anecesitaban un abogado.

—Es inaceptable —dijo JColombare—. Nos están tratancomo a delincuentes.

—¿Qué dice Jonathan?

preguntó Moshav.Tom se encogió de hombros.

—Le he preguntado qué p

entonces en la Universidad con eacusaciones y me ha contado quedos estudiantes le destrozaron. E

dos chicas de acaudaladas famicon mucho poder e influenExpulsaron a las dos chicas de



Universidad porque las descubfumando hachís. Después contaque el profesor se quería aprovecde ellas y no le quedó otra opciSimplemente dejó su puesto porno soportaba más la campaña su

que se forjó contra él. —Conozco al profesor, me

creo —contestó Yaara—. Es absur

pensar que tiene algo que ver conmuerte de Gina.

Tom miró reflexivo su vaso.

—¿Qué te pasa? —preguYaara. —Gideon Blumenthal, ¿os d



algo el nombre?Se miraron entre sí con a

inquisitivo. —Fue uno de nuest

ayudantes en las excavaciones. Hencontrado su cadáver. También

asesinaron. —Aaron se encargó de contra

al personal —manifestó Moshav.

—Llevaba algunas moneunto con la foto de Tiberios. Seg

que se lo encontró y se lo guardó

el bolsillo. —Quería ganarse un dinextra —declaró Jean—. No es



raro, pasa con frecuencia. —No sé —pensó Tom—. L

accidentes de las excavaciones,desaparición de Raful, el asesinde Gina y Gideon, el brutal accidede Aaron. Se han tenido que parar

excavaciones y, de repente, aparese franciscano. Pienso que todouna trama bien tejida.

—¿Qué quieres decir? preguntó Moshav.

—Tengo un mal presentimien

¿Os acordáis de cuando abrimoscripta? Raful quería que ocultáramel hallazgo. Tenía mucha prisa. Él



sabía lo que encontraríamos aestoy convencido, y temía queIglesia romana apareciera y expulsaran de nuestro trabajo. Ahonos han echado literalmente y Rasigue desaparecido. Para mí to

esto no es casualidad. —¿Piensas que la Iglesia ti

algo que ver? —preguntó Yaara.

Tom vació su vaso de un traglo colocó con un golpe en la barra

—Tenemos que encontrar

Chaim Raful y preguntarle qué hal —Ya sabemos lo que encontrado —contestó J



Colombare—. Nosotros estábampresentes.

Tom rechazó con un gesto afirmación.

—No sabemos lo que hadentro del recipiente, desapare

con él. Creo que era muy importallevarlo a un lugar seguro.

—¿Y por dónde quie

empezar a buscar? —preguntó Ya. No podemos abando

Jerusalén.

—Sé que vivía en habitación del hotel King David.Moshav miró asombrado a To



—¿Cómo lo sabes?Tom sonrió.

—Lo escuché cuando hablpor teléfono. Creo que deberíamempezar por ahí.



21

Orilla oriental del río Jordán, aombra del monte Nebo

-Le agradezco que me h

traído hasta aquí, hermano Phill pronunció Pater Leonardo, ce

los ojos y respiró profundamente

Es una imagen impresionante. monte Nebo, el río Jordán, el luen el que fue bautizado nue

Salvador. Es como si aún viviera. —Es un lugar sagrado excepor la bandera jordana y



instalaciones de retención —contePater Phillipo—. Pero también una tierra de lucha que cada díacobra nuevas víctimas.

—Galilea, la tierra Salvador —afirmó con entusias

Pater Leonardo—. NazaCafarnaún, Tabgha, el monte de Bienaventuranzas y la mont

Tabor. Roma queda tan lejos aquí...

—... lejos y, a la vez, tan ce

le interrumpió Pater Phillipo—cardenal prefecto estará orgullosousted, mi honorado hermano.



excavaciones se reanudarán dende un mes. Fue una jugada minteligente visitar a Benyamin Yasy pedirle su apoDesgraciadamente se produjo efatal accidente que nos salió

camino y aceleró el proceso, pfinalmente es justo que la Igleparticipe en las excavaciones.

—El problema es que seguimsin rastro del profesor Raful. como si hubiese descendido hasta

cuevas del demonio. El amigo prefecto, el cardenal Borghese, opque el profesor nos puede infl



graves daños. Parece que con hallazgo del caballero se eaireando de nuevo su absurda teoEl cardenal Borghese ya ve conuestra Iglesia se hunde. Borgheseun amigo muy influyente del prefe

Por eso no voy a poder volveRoma hasta que haya encontradoprofesor.

Pater Phillipo asincomprensivamente.

—Creo que Chaim Raful h

mucho tiempo que está en otro pDe lo contrario, lo hubiésemencontrado.



—Disfrutemos un poco másestas vistas —contestó PaLeonardo—. No es tan malo deatrás durante un tiempo los murosla Santa Sede. Solo temo quecardenal prefecto se impaciente.

—Y si es así, no acaba decir, mi eminencia, que Roma etan lejos —respondió Pater Phill

con una sonrisa. Hotel Reich, a las afueras

erusalén

Quedaron en la habitación Tom. El profesor Hawke estsentado al borde de la cama



reflexionaba sin pronunciar palabrmirando al suelo con una ineexpresión.

—Van a por mí, me hconfiscado el pasaporte y se prohíbe viajar —anunció secame

. Tengo que estar disponible. Hpreguntado por mí incluso al decaPiensan que yo he asesinado a G

pero juro que no lo he hecho. A pede todo, me siento culpable demuerte. No debí haberla dejado s

en la ciudad. —Tonterías —replicó TomTodos hemos estado alguna vez so



en la ciudad y no era la primera que Gina lo hacía. Estamos Jerusalén y, aunque con frecuenciaproduzcan agitaciones, se considque la Ciudad Vieja es un luseguro para turistas.

—De todos modos —recriminó el profesor a sí mismo.

—Da igual las vueltas que

demos, el caso es que tenemos hacer algo —apuntó Moshav.

—¿Y qué? —objetó J

Colombare. —Tenemos que encontrar Chaim Raful —dijo Tom



determinación—. Tenemos qaveriguar qué se esconde detráslos asesinatos. No es casualidad.

—¿Y qué nos aportaría eso?cuestionó Yaara.

—El mismo Chaim Raful d

tras el hallazgo del caballero queno confiaría en nadie y que temíainfluencia de la Iglesia. ¿

acordáis, en la cripta?Moshav y Yaara asintieron.

—¿Qué descubrió realme

Gina? —preguntó Yaara dirigiénda Jean Colombare—. Sé que juntti investigó sobre el hallazgo m



detenidamente.Jean se encogió de hombros.

—No mucho, solo el nomdel caballero y que provenía de ucasta noble del sur de FranEntonces tuvimos que dejar el asun

Raful quería seguir ocupándose las demás tareas.

—¿Dónde están sus notas?

miró demandante a Moshav y profesor.

El profesor elevó la cabez

miró a Jean, quien levantó las maustificándose. —No había notas.



—Sé que tenía un bloc doapuntaba todo lo que descubría informó Yaara.

—Entre sus cosas no estababloc de notas —repitió el profesor

—Quizás la policía...

—Yo mismo elaboré la listalas cosas que la policía requisó —profesor interrumpió a Jean—.

había ningún bloc. —Y si lo hubiese, no po

haber escrito mucho en él —obj

Jean—. Quizás lo llevaba conscuando fue asesinada.Tom agudizó sus sentidos.



—Quizás ese bloc de notas el móvil de su asesinato.

—Estás loco, quién lo sabríarebatió Jean.

—Si se lo enseñó a Yaaseguro que también lo vieron ot

personas. Ya os he contado lo Gideon, él robó un par de moneromanas. Por lo visto en

excavaciones no todos los ayudanson honrados. Os aviso, todo escomplot bien tramado.

—¿Y quién se esconde detde todo? —contestó Jincrédulamente.



—¿Qué te parece la Iglesia?le quitó Moshav las palabras deboca a Tom.

Jean Colombare rechazó idea.

—Si nos vamos de aquí s

casi como culparnos a nosotmismos. La policía sospecha tenemos algo que ver con la mu

de Gina. Y si cometemos algún ernos meterán entre rejas, no esdispuesto a eso. Yo me quedo aq

Me da igual lo que penséis. No tennada que esconder. Además, mtarde o más temprano desaparec



esta sospecha.Tom lanzó una demanda

mirada al profesor. —Creo que Jean tiene razón

contestó Jonathan Hawke—. Si vamos de aquí, podemos e

seguros de que nos encarcelarán. podemos hacer otra cosa más esperar.

Tom suspiró. —¿Cuánto tiempo? ¿U

semana, unos meses, años?

quiero quedarme aquí cruzado brazos sin saber qué hay detrás todo esto.



Jean dijo fríamente: —Un psicópata ha asesinad

Gina. Aaron murió al pasar por umina y Chaim Raful se ha esconden algún lugar tranquilo y sipensando que la Iglesia lo persig

Las autoridades han parado excavaciones porque son peligroy la policía lleva a cabo

diligencias del sumario y sospede nosotros porque no tiene ninotro indicio relevante. Y si algu

imagina algo distinto, entondebería recibir un tratamiepsiquiátrico junto con Chaim Rafu



Jean Colombare abandonó habitación con un fuerte portazo.

—Me encargaré de conseguirabogado —dijo el profesor Hawdespués de un rato—. Espero quedecano nos apoye.

Jerusalén, Oficina Estatal pla Antigüedad

Benyamin Yassau se abrochó

cuello de la camisa, carraspeótomó el sello en la mano despuéshaberlo buscado en el orden

cajón de su escritorio. Estampódocumento que tenía frente a él. Cesto ratificó definitivamente que



Universidad de Bar-Ilan paralizlas excavaciones del valle Cedrón. Por el momento se conclulas tareas de excavación por cauexternas debido a la peligrosidEntre tanto, ya disponía de

solicitud de la oficina eclesiásticareanudar el trabajo. Se comprometa realizar la costosa inspección

recinto para evitar que explotamás minas, la llevarían a cabo sus propios especialistas y se har

cargo de los gastos. Lresponsables políticos otorgaronmáxima prioridad a esta solici



que Yassau acababa de extraer archivo. La próxima semana decomenzar con su trabajo el equipoinspección de minas. BenyamYassau estaba contento. Era funcionario extremadamente corre

y conocía todas las regulacionerequisitos; la presente solicicumplía con todos ellos. Solo

sorprendía algo, normalmente tardaban semanas en otorgarse permisos de excavación ya

tenían que comprobarse todos aspectos: disposiciones seguridad, impacto medioambien



impacto social, así coconsecuencias políticas. embargo, en la solicitud de la Igleya se habían evaluado positivametodos los ámbitos. Además, instancia ya lucía la firma y el se

del jefe de la Oficina Estatal paraAntigüedad así que como técnicocuya competencia se encontraba

valle del Cedrón y la Ciudad Visolo tenía que firmar el documento

Tomó su pluma con la ti

oficial para los documenEnérgicamente imprimió su firmala parte inferior del documento



llamó a su secretaria. —Téngalo listo para hoy

ordenó—. El permiso se requicon urgencia.



22


-¿Estás nerviosa? —pregu

Bukowski después de haber recogsu maleta de viaje.

Lisa estaba sentada al otro l

de la mesa y miraba la pantalla.se inmutó.

—Espero que hayas metido

la maleta algo de ropa bonita. A franceses les atrae lo femenino, tus vaqueros no tienes nada



hacer. —No busco marido —conte

Lisa sin despegar la mirada depantalla.

—Lucha contra el crimorganizado dentro de una Europa

fronteras —susurró BukowskiEspero que hayas preparado etema.

—Yo solo te acompaño. Dresto tú eres el responsable.

Bukowski puso la maleta en

suelo. —Dos noches en París, ¡geni —No te alegres antes de tiem



contestó Lisa—. Y no te hailusiones.

—¡Termina ya, nos tenemos ir! —advirtió Bukowski mirandoreloj de pulsera.

—Es horrible, no cons

identificar a la cuarta persona defoto.

—Déjalo, ya me he encarg

de eso. Mittermaier va a llamar aeditorial de la revista. Cuanregresemos, seguro que tendremo

resultado en mi mesa. Venga, vamNos quedan un par de horas de vino quiero llegar demasiado tar



Maxime nos espera en torno a tres.

Lisa se dirigió a la puerta. —Venga, pues. París n

espera. Tres hermosos días enciudad del amor.

—Venga, venga. Vamos trabajar y a concentrarnos en el caNo es un viaje de placer.

Jerusalén, hotel King David Por encima de la Ciudad Vi

de Jerusalén, sobre una coli

reinaba la imponente construccdel noble hotel King David. reluciente fachada amarilla brillab



plena luz del día. A la sombra soportal retozaban personas de tolas naciones. Los sirvientes del houniformados con librea, atendíanlos huéspedes. Portaban maleabrían las puertas de los flaman

vehículos o acompañaban a recién llegados al gran portal entrada.

Yaara observó sorprendidaescena.

—Esto seguro que no es bar

opinó. —Trescientos dólares noche —contestó Tom—. El profe



no escatimó nada durante su estanen Jerusalén.

—Hace ya casi una semana desapareció. ¿De verdad piensas aún conserva su habitación? preguntó Moshav.

—Ya veremos —contestó Ty se dirigió decidido a la entrada.

Yaara y Moshav le siguieron

oven portero con librea azul miró recelosamente mienentraban al hotel.

Tom se paró un momento. —Como hemos acordado —susurró a Yaara antes de apresura



hacia la recepción.Yaara y Moshav esperaron

poco, después siguieron a Tom cierta distancia.

Tom llegó hasta el mostradorrecepción y esperó pacienteme

hasta que una de las empleadas puatenderle. La joven de pelo negrosonrió amablemente mien

pronunciaba: — May I help you? —Me gustaría saber si

profesor Chaim Raful sigue alojen este hotel —inquirió Tom.La mujer miró fijamente a To



—Un momento, por favor.Se giró quedando de espalda

Tom y sumergió el rostro frente apantalla del ordenador. Poco despvolvió a aparecer.

—Se aloja aquí pero ah

mismo está fuera —informó. —¿En qué habitación

hospeda?

—Lo siento mucho pero nueshotel le otorga una gran importana la discreción —contestó

empleada, a la vez que desaparesu sonrisa. —¿Puedo, por lo menos, deja



un mensaje? Soy arqueólogotrabajamos juntos. Es muy urgente

La mujer miró a su alrededDetrás de ella se podían contempnumerosos casilleros.

—Usted no es el único

busca al profesor.Tom intentó hacer el mis

recorrido que su mirada pero

pudo reconocer exactamente haqué casillero miraba.

—Ayer también preguntó

señor mayor por él —prosiguióempleada mientras le proporcionun bolígrafo y un bloc de notas.



Tom le ofreció un gesto agradecimiento.

—Una media cabeza más aque yo, de pelo gris, alrededor de sesenta —comentó—. Seguro que el director de nuestras excavacion

Estamos teniendo algunos problemy necesitamos con urgencia profesor Raful.

La empleada se colcorrectamente su blusa blanca.

—No, era bajo y grueso

contestó y recogió la nota. —Muchas gracias —despidió Tom—. Y como le



comentado, es muy importante reciba esta nota lo antes posible.

—Veré lo que puedo hacer pusted pero no le prometo nada.profesor lleva varios días fuera hotel.

Tom hizo un ademán despedida y se giró. Le devolviósaludo y le siguió con la mirada

rato hasta que desapareció entrebullicio de la entrada.

—¡Venga ya! —susurró Yaa

que se encontraba al fondo juntMoshav. —No te gustan los ojos con



que ha mirado a Tom —bromMoshav.

—No es su tipo —conteYaara—. ¡Atención, ten cuidado!

La empleada tras del mostrade recepción se giró y

directamente a los casilleros de huéspedes del hotel. Introdujo la nde Tom en un hueco y se retiró.

—¿Lo has visto? —preguYaara.

—Estamos demasiado lejos

contestó Moshav. —¡Entonces vamos!Yaara agarró a Moshav



brazo y se presentaron frente arecepción. La empleada miróYaara, adoptó de nuevo la servicsonrisa de trabajo y preguamablemente qué deseaban.

—Quisiera ver al se

Colombare —contestó Yaara.La mujer se disculpó y diri

de nuevo su mirada hacia la panta

Tecleó el apellido antes de regreen breve con un gesto negativo.

—En nuestro hotel no e

registrado ningún señor Colombar —Entonces se habrá alojadoel hotel Palast —contestó Yaara



¡Muchas gracias! —No hay de qué.Después de haberse retirado

la recepción Yaara le preguntóMoshav:

—¿Has podido leerlo?

—Habitación 311 —conteMoshav.

—Bien, ¿y qué hacemos ahor

Moshav se encogió de hombrTom estaba esperando a amb

en la salida.

—¿Qué habitación? —pregun —311 —repitió Moshav¿Qué quieres que hagamos ahora?



—Solo tenéis que cubrirme contestó Tom—. Tenéis qayudarme un poco.

La Croix Valmer, provincVAR, Côte d’Azur

Pierre Benoit había organiz

una fiesta en su residencia de veraen la región de Croix bleu, cercala Croix Valmer. Todo aquel c

cierto nombre y prestigio asistió.aparcamiento junto a la imponemansión señorial estaba repleto

lujosas limusinas y cocdeportivos de todas las ostentomarcas: Bentley, Mercedes, Ferra



Porsche. Con los vehículos frentla puerta se hubiese podido financotra propiedad de escaracterísticas. En cambio, Benoihabía adquirido hacía un tiempo apenas un millón de dólares.

construcción era antigua y se hacaído en parte. En ocho años efinca se había convertido en

verdadera joya.Tres hectáreas y me

rodeaban la mansión. Aunque

encontrara en la pendiente del moJean, el recinto se dividía en tterrazas y había sido allanado.



encima de la casa señorial había upequeña capilla del siglo XVII Benoit renovó hasta el último detaEn la tercera terraza, un ampestablo y diversas construccioauxiliares completaban el inmueb

Una de las crías de caballo mconocidas de Europa se encontrallí, Benoit adoraba a los caballos

Con un simple vistazo se podeducir que Pierre Benoit nupasaría hambre, presidente

consejo supervisor de varconsorcios bancarios e hijo únicouna influyente y adinerada fami



Sin hablar, por supuesto, del enoryate de su propiedad, llamado Sil

night , que amarraba en el puertoSaint-Tropez. Solo las tasas estadía de la ciudad portuapodrían haber financiado una v

sin dificultades a una familia de omiembros sin tener que trabajar.pesar de todo, Pierre Benoit prefe

estar tranquilo. Su mujer murió hacuatro años sin descendencia. PieBenoit era un hombre muy religios

cuando muriese transferiría todas propiedades a una seleccionada pade la Iglesia. Puesto que no ocult



esta intención, era comprensible entre los invitados de esa nocheencontraran representaneclesiásticos de alto rango.

El cardenal Borghese, viamigo de Benoit, estaba de pie en

terraza y contemplaba el mar quedivisaba al final del bosque decolina. A mediodía había llovido

Benoit había temido que la fietuviese que celebrarse en el interde la casa. Pero finalmente, el Se

del cielo fue comprensivo con altanero amigo terrenal y dejó brial sol. Apenas hacía unos minu



que unas espesas nubes cubríancielo.

—Espero que no llueestimado amigo —comentó Benomiró con escepticismo hacia arrib

De fondo tocaba un cuarteto

cuerda mientras que la mayoría los invitados se habían reunido fude la sala disfrutando del champag

y charlando tranquilamente.Benoit señaló a un hom

mayor con traje de chaqueta azul.

—Lord Withington deconocerle —le anunció al cardenaEl cardenal se giró, la expres



de su cara quedó petrificada. —¿Por qué está tan aflig

estimado amigo? —dijo BenoitTodo irá bien. Tendemos preocuparnos demasiado sin motalguno.

El cardenal carraspeó. —Hubo complicaciones. —¿Complicaciones? —rep

Benoit. —Han vuelto a perderlo

vista —suspiró el cardenal.

—Ya lo encontrarán, es scuestión de tiempo.El cardenal miró muy serio



Benoit. —Un tiempo que no tenemos.



23

arís, Policía Nacional, Cité Îlerance

El viaje en tren de Múnich

París, que había durado casi shoras, había sido agotador. Cuanel taxista aparcó el Peugeot en

aparcamiento de la comisaprincipal de la Policía NacionBukowski emitió un fuerte susp

Abrió la puerta del coche y se laal exterior mientras Lisa se quitel cinturón y disfrutaba observan



el entorno. —¡Oh, París! Estamos en pl

centro de París, es fantástico. Eciudad es un sueño.

—No olvides que estamos apor cuestiones de trabajo

Bukowski la devolvió bruscamentla realidad.

El edificio en el que

albergaba la Policía Nacioparecía un palacio del pasado feudDos poderosas torres flanqueaban

gran arco del portón, sobre esteviento ondeaba la bandera francePese a que se habían alcanzado,



toda seguridad, los veinticingrados, Bukowski se puso su clchaqueta de verano, recogió su bode viaje y pagó al taxista despuésque sacara el resto del equipaje maletero.

—¡Entremos! —propusoMaxime nos espera. Hemos tardmás de lo que esperaba. Si

hubiésemos tenido tanto retraso... —También podríamos ha

viajado con un vehículo oficial,

no nos hubiésemos retrasado.Bukowski mostró desacuerdo.



—Entre estos locos yo conduzco ni un metro. Nuestra vestaría en peligro.

Frente al portal, Bukowmostró su identificación a un polde uniforme azul y se dirigió a él

un perfecto francés.Lisa estaba perpleja.

—No tenía ni idea de

hablaras tan bien francés. —E inglés, español, un poco

danés y, por supuesto, árabe.

menos me defiendo y no me morde hambre ni sed. —¡Qué internacional! —iron



Lisa.El colega francés los introd

en el edificio y les ofreció asientouna sala de espera. La luminhabitación de altos techos estdecorada con todo tipo de cartele

fotos que representaban el trabpolicial cotidiano. Publicidad preclutar a nuevo personal. Antes

que pasaran cinco minutos, MaxiRouen entró en la sala. El altomoreno francés también portaba

uniforme azul. La insignia platecon hojas de encina en su homreforzaba la imponente aparici



Galantemente se acercó a Lisa,tomó la mano y le dio un suave be

—Es un placer, mademoisele dijo en alemán con un ace

perfecto—. Stefan me ha hablmucho de usted.

—Espero que haya sido bucontestó halagada.

Bukowski se había levantado

—Córtate un poco, solo es compañera de trabajo —gruñó.

Rouen se giró, se dirigió

Bukowski y le dio un fuerte abrazo —No has cambiado nasigues siendo el mismo viejo rene



como en La Haya. ¿Cómo lo aguamademoiselle?

Maxime condujo a sus invitapor el edificio. Largos y ancpasillos, por todos lados, en oficinas numerosos, trabajadores

desplazaban ocupados por las sal a Policía Nacional solo diferenciaba en el es

arquitectónico de la DelegacGeneral de la Policía Judicial Múnich. El despacho de Maxi

Rouen se encontraba en la tercplanta. En la puerta de cristal podía leer «Servicio Internaciona



Cuando la atravesaron, por Bukowski pudo sentarse en cómodo sofá.

Primero conversaron un psobre los tiempos pasados, antigcompañeros de los que hacía tiem

que no sabían nada y demrecuerdos. Lisa esperó con pacienhasta que se aplacara la alegría

reencuentro y Bukowski pudicentrarse en el verdadero motivosu visita.

—Es una historia interesanteopinó Maxime después de que viejo amigo le informara sobre



asesinatos de los dos hermanos,sacristán y el robo de la Wieskirch

—Las huellas nos conduclaramente hasta Francia —concluLisa la exposición después de Bukowski mencionara la matríc

del coche y el envoltorio caramelo.

—¿Y por qué no hab

solicitado a través de la DireccGeneral de la Policía Judicial Múnich...?

—Ya conoces las formaliday nuestra burocracia —le interrumBukowski—. Si hubiésemos dirig



una petición a las autoridafrancesas, nuestro expediente estacriando polvo en algún lugar Wiesbaden o en la Fiscalía de PaYo conozco como funcionan y podemos esperar, necesitamos da

cuanto antes. Ya sabemos que vehículo posiblemente salquilado. Pero necesitamos tu ayu

para saber quién lo alquiló el día asesinato. Además, hemconseguido el ADN de uno de

sospechosos. Tengo el peelaborado.Stefan Bukowski introdujo



mano en su bolsa de viaje y sacócarpeta con el sumario. Se lo entra Maxime Rouen quien lo ojeó.

— Le Mule —murmuró—. de Aix-en-Provence. Una pequempresa familiar.

—¿Conoces estos caramelos? —No son tan famosos co

nuestro Bordeaux o el champag

pero estos caramelos son pequeña especialidad francesa. también los como de vez en cuand

—Estaría bien si pudieras... —Me encargaré de diligencias pero ahora os dej



libres para que os lleven al hoEsta noche saldremos a cenardespués os enseñaré la ciudad. pasa nada si mañana, en tornomediodía, venís de nuevo aquí pintercambiar opiniones. Os discu

hasta entonces. —¿Dónde está el hotel?

preguntó Lisa.

—He reservado una habitacpara vosotros en el hotel Lescotcontestó Maxime—. Está muy b

Uno de mis hombres os llevará. —¿Una habitación? —preguLisa boquiabierta.



Maxime sonrió. — Mademoiselle, nunca le ha

algo así. Conozco a Stefan y no gustaría que cayera en sus garras la noche, es insaciable. ¿Sabe aque me refiero?

Lisa miró a Maxime con ojos bien abiertos.

—Solo sé que se cansa pron

¿sabe a lo que me refiero? Jerusalén, hotel King Dav

habitación 311

Tom esperó hasta que camarera con el cardesapareciera por la esquina



pasillo. Yaara había buscado asiento en una pequeña mesa juntlos ascensores, mientras que Mosguardaba la seguridad en el oextremo del pasillo. Una vez quecamarera abandonó la planta, vi

el móvil de Tom, era la seacordada.

—Ya puedes empezar, ¿es

seguro? —cuestionó Moshav. —Lo he hecho varias veces

contestó Tom.

Se había provisto de herramientas necesarias y habestado esperando casi una hora en



entrada hasta que se atrevieroninspeccionar la tercera planta King David. Subieron de uno en upor las escaleras y el ascensor.

Tom paseó a lo largo pasillo y se paró frente a

habitación 311, una habitación qhacía esquina al final de la planta.gruesa alfombra amortiguó sus pas

Llamó a la puerta pero no sucenada. Otro intento, esperó un ratsolo cuando se hubo asegurado b

de que no salía ningún tipo de rude la habitación se puso manos aobra. Había cogido de su caja



herramientas un moderno juego llaves y ganchos de cerradura. Enexcavaciones siempre era positopar con algún recipiente cerradincluso con puertas. Probó un gantras otro, los zarandeó en

cerradura, hizo presión y probó todas formas, pero la puerta noquería abrir tan fácilmen

Finalmente la cerradura emitió chasquido. Tom se introdujo enhabitación. Olía a humedad, como

hiciese tiempo que nadie hubientrado en ella para ventilarla. Enarmario empotrado justo detrás de



puerta se hallaba una maleta marcerrada sobre un estante, ademásun par de sandalias. Orápidamente el baño. En el lavhabía un vaso para lavarse dientes y pasta dentífrica.

apartamento parecía estar habitaTom prosiguió cuidadosamente el recorrido y llegó hasta

habitación en sí. Era granacogedora y bien recogida pero estaba siendo utilizada. Todo est

limpio y la cama intacta. Por momento se le pasó por la cabqué haría si se encontrara con



cadáver de Chaim Raful. Decontar con esa posibilidad despde todo lo sucedido. Poco a pocopuso en acción e inspeccionó habitación. La mesita de noestaba vacía. Bajo la cama y junt

ella no había nada, sobre la msolo el mando a distancia televisor. Junto al bar, un periódi

un ejemplar del Washington Pcon la fecha del día en el desapareció Raful sin dejar ras

Tom abrió los cajones de ucómoda, palpó los pliegues de dos sofás y levantó la alfombra p



no encontró nada, volvió a entrada. Las sandalias eran sin dudel profesor, Tom las reconoenseguida. Se las había puesto varveces para ir a las excavaciones. Larmarios de la entrada esta

vacíos. Tom se dedicó a la maletavolcó sobre el suelo. Excepto paño de gafas, un estuche

rotuladores y una caja vacía Habana Club Original, no contenada más. Tom iba a poner de nue

la maleta en su sitio cuandescubrió un trozo de papel quehabía quedado enganchado entre



rodapié y el suelo de la habitaciCuidadosamente lo pudo sacar, trataba de una tarjeta de visita. Tleyó el texto. Pertenecía a mercader de antigüedades de la cLunz de Jerusalén. El hombre

llamaba Mohammad al Sahin. Tommetió la tarjeta de visita en bolsillo y volvió a inspeccionar

maleta hasta que se aseguró quehabía nada más dentro. continuación, volvió a colocar to

bien dentro de la maleta antes dirigirse al baño. No encontró ninteresante, la pasta dentífrica



había secado. Tenía que habastante tiempo que Chaim Rafulaparecía por allí.

Habían pasado tres cuartos hora cuando abandonó la habitaciSe sentó junto a Yaara en la mesa.

—Me creía que ibas a pasarnoche en la habitación —dirónicamente—. ¿Has encontr

algo? —Hace mucho tiempo

Chaim Raful no ha estado en

habitación —contestó Tom a la que le mostraba a Yaara la tarjetavisita—. ¿Lo conoces?



—Mohammad al Sahin —len voz baja—. No me dice nada.

—Entonces tendremos hacerle una visita, a ser posiinmediatamente.

Yaara asintió.

—¿Y no has encontrado nmás?

Tom se encogió de hombros.

—Una caja vacía de sus pufavoritos. Seguro que se ha alojaquí pero parece que no ha pisado

habitación por lo menos desde huna semana.Yaara frunció el ceño.



—Las habitaciones de aquí son precisamente baratas.

—Ya lo sé y eso es lo que mosquea —contestó Tom.

París, hotel Lescot, rue Pieescot

Bukowski estaba chispado, paraba de reír, bromear. Estadisfrutando de la noche. Maxi

Rouen había organizado algo mespecial. Tras una exquisita cenael restaurante Michel Rostang de

calle Rennequin, condujo a invitados hasta el barrio del placVisitaron los clubes más famoso



al final acabaron en Chez Michtomando champagne y pastis abundancia. Lisa lucía un bonvestido negro con un gran escotseguro que se hubiese opuestovisitar estos lugares si hubi

estado sobria. Pero el champagnele había subido tanto que Bukowde vez en cuando tenía que pararla

Maxime y Bukowski se pasaban muy bien juntos, hablabastante y disfrutaban de la noc

Lisa parecía que también estdisfrutando del ambiente. Apoyócabeza en el hombro de Bukowsk



después de que empezara el showtravestis en el pequeño escenarise oscureciera la sala, acarisuavemente su muslo. SteBukowski colocó seguidamente mano sobre la suya y ella

respondió con un cariñoso beso enmejilla.

—Estoy... Lisa —balbuceó.

—Oh, lá, lá, la mademoiselleestá lanzando —bromeó Maximquien estaba sentado junto a

bella morena con quien se divemagníficamente.La noche siguió su marcha.



poco más de las tres de la madrugcuando Maxime dejó a sus invitados en el hotel. Bukowsujetaba una botella de champagen las manos mientras se tambaleunto a Lisa por el pasillo de

segunda planta. —¿Qué dices, seremos capa

de acabarla? —preguntó, pero

lengua se le quedó pegada enpaladar.

—Claro que sí, ¿qué te

creído? —contestó Lisa.Entraron en la habitación Bukowski y aterrizaron sobre



cama. El corcho de la botella salanzado y Bukowski llenó las copas que había encontrado enminibar.

Lisa tomó un fuerte trago. —En realidad, no estás

chalado —se rio Lisa—. Prost ! —Tú tampoco vienes de m

familia —contestó Bukowski y m

profundamente dentro del escote. —¿Te gustan? —preguntó

darse cuenta de hacia dónde y diri

la mirada.Le acarició su pelo rubrecogido en una trenza. Ella



respondió soltándose el pelo. —Eres muy guapa —susu

Bukowski. —Y tú viejo —son

maliciosamente.Lisa se abrió el vestido y d

que las tirantas se deslizaran por hombros y brazos. Sus pecestaban muy bien formad

Bukowski la besó apasionadameen los labios.

—Podría ser tu padre

crascitó fuertemente. —Pero no lo eres —replmientras le desabrochaba



pantalones. —No sé... no... sé... si está b

balbuceó. —No digas nada —conte

ella dulcemente.



24

erusalén, calle LunzEra un pequeño y osc

anticuario escondido, apartado de

grandes y espaciosas tiendas que sus llamativos escaparates intentacaptar la atención de los turistas

paseaban. Tom, Yaara y Moshestaban parados frente al espartescaparate donde apenas

mostraban unos cuantos artícuPrincipalmente se trataba de trode recipientes de cerámica, apila



sin mucho cuidado y jarras de latócobre. La tienda daba la impresde abandono. Tom empujó la pueque se abrió con un chirrido bisagras. Entraron a la pequhabitación de bajos techos. Un mó

de madera sonó fuertemente al golpeado por la puerta. Olíapodredumbre y polvo. Las estanter

de las paredes estaban repletas todo tipo de cachivaches. Del tecolgaban cestos llenos

polvorientos trastos. Una mcomún hacía las veces de mostrade tienda. Tom miró a su alrededo



—¿Pensáis que esto puproceder de algún yacimiento?

Yaara sacó una piedra de ude los cestos.

—Es una simple piedra escayola, una como otra cualqui

No sé quién puede comprar algo aMoshav sonrió.

—Quizás alguien que se e

haciendo una casa y solo necesitapar de cestos.

Tom se dirigió al mostra

mientras Yaara observaba estanterías. —Telarañas —pronunció



estupor—. Hace mucho tiempo nadie ha pasado por aquí.

—Me pregunto si aquí denhay vida —bromeó Moshav.

—Me gustaría saber qué interesaba al profesor de aquí

preguntó Tom en la oscuridad. —¡Hola! —llamó de nuevo.Detrás de la mesa de la tien

había una puerta sobre la colgaba una gruesa alfombra. Trodeó la mesa.

—No estoy sordo —exclauna voz grave desde una esquinala tienda.



Una fúnebre luz se encendiócandil podía ser tan viejo comohombre que estaba sentado en un senvuelto en mantas.

Tom se sobresaltó. —Perdone no querem

importunarle —le dijo al anciano. —Sobre esas piedras p

Mohammed, el profeta —coment

miró al cesto de donde Yaara hatomado la piedra.

—¿Es usted Mohammad

Sahin? —preguntó Tom. —¿Quién quiere saberlo? replicó bruscamente el anciano.



—Buscamos al profesor ChRaful. ¿Lo conoce?

—No sois los únicos que esbuscando al profesor. Es un hombastante solicitado.

—¿Lo conoce?

—¿Y quién no lo conoce? esta casa entran y salen mucpersonas. Quien tiene un cora

puro es bienvenido pero quien ecargado de odio le ordeno quemarche.

El anciano se levantó y desplazó con dificultad hasta mostrador. Medía poco más de me



y medio y podía tener ya más ochenta años. Llevaba un cafblanco y encima un chaleco negalrededor de su cabeza se haliado un pañuelo estampado entre las penumbras parecía de tra

amarillos y azules. Se quedó parusto enfrente de Tom y le miró a

ojos.

—¿Está vuestro coralimpio?

Tom suspiró.

—Escúchenos, estambuscando al profesor. Trabajampara él, en el valle del Cedrón,



los yacimientos. Seguro que haoído hablar de esto.

El anciano ni se inmutó. Pasóbuen rato antes de que se retirara ydeslizara hasta el mostrador. mirada de Tom le siguió sin escon

su desconcierto. —Sí, en el profeta —d

repentinamente sin motivac

alguna. —Soy Mohammad al Sah

Desde mi nacimiento este es

nombre y mi destino. —Mi nombre es Tom Stetrabajo para el profesor Chaim Ra



El anciano obseminuciosamente a Yaara que encontraba a un par de metros ysonrió.

—¡Oh, perla del desieIrradias tu belleza como ra

dorados que hacen resplandecer casa desde que has entrado —dirigió a Yaara.

—Se lo agradezco, sahombre —contestó Yaara—. Spalabras me honran.

—Es tu presencia quien hoesta morada, tú, flor del desiertoreplicó el hombre—. Si buscáis a



a quien esperáis encontrar, sois cola luna que busca al sol.

Tom miró inquisidor a Yaara —¿Está al otro lado?

preguntó Yaara. —Se marchó hace varios d

se rio el anciano—. Ya no lo va encontrar aquí. Le ha dado espaldas al desierto y se ha escap

de la maldición. Conoce la verdapor eso debe protegerse. Los impse lanzarán sobre él cuando el Se

le abandone, puesto que halló a ude los Nueve. Uno de los Nueve partió de su ciudad natal para ser



a su creador y buscar la verdad. —¿Qué quiere decir?

preguntó Tom dirigiéndose a Yamientras que el anciano desaparedetrás de la cortina.

París, hotel Lescot, rue Pie

escot Estaban sentados en silencio

el comedor del desayuno. Siem

que Bukowski la miraba, Lesquivaba aturdida su miraBukowski no tuvo más remedio

permanecer callado y dedicarse acafé y tostadas, al igual que Lisa que visiblemente le incomod



tener que compartir la mesa desayuno con Bukowski. Lempleados del hotel habpreparado la mesa para dos y el reestaban ocupadas.

Bukowski tomó el cuenco

mermelada que estaba vacío. levantó.

—¿Te traigo algo? —pregunt

Lisa hizo un ademán negación sin soltar palabra. Hllevaba de nuevo unos vaquero

una amplia camiseta azul disimulaba su figura.Bukowski acababa de regresa



la mesa cuando Maxime Rouen enen la sala de desayuno y miró aalrededor buscándolos. Bukowlevantó la mano para llamar atención.

Maxime acercó a la mesa u

silla libre que quedaba en uesquina.

— Bonjour, comment all

vous? —preguntó. — Ça va, merci —respon

Bukowski.

Una camarera se acercó ypreguntó si deseaba desayutambién. Maxime asintió y echó



vistazo al reloj. —En realidad ya se pod

almorzar. Anoche se hizo tar¿verdad?

Bukowski sonrió. Maxiesperó a que la camarera colocase

plato y los cubiertos frente a seguidamente pidió un café.

—Mientras que vosotros

recuperabais de la juerga, yo estado trabajando en mi despachocomentó.

El café humeaba frente a él. compañeros de mesa callabAsombrado contempló sus rostr



Se podía palpar la tensión reinaba entre ambos.

—¿Qué pasa con vosotros dEstamos en París, no frente al mde los lamentos.

Bukowski carraspeó.

—¿Has descubierto algo? cambió de tema.

—Vuestro Mercedes

alquilado en FTI, en el departameBouches-du-Rhône. Es una emprde alquiler de coches que opera

toda Francia. En Marsella encuentra la sucursal del sur Francia —explicó Maxime.



—¿Eso es todo? —preguBukowski mientras Lisa se levapara coger otro bollito de pan bufet.

—¿Habéis discutido? —susuMaxime.

Bukowski negó con la cabeza —¡Mujeres! —conte

despectivamente—. Pero no

demos más importancia. Dime, ¿has encontrado?

—El coche fue alquilado

Arlés. Se identificó como un tal PMaillot. Registrado en la bodDomaine de Val Vert en Rosellón.



—Bien, entonces puedes haque se detenga a este Mallot.

—Maillot —corrigió MaxRouen—. Lamentablemente no es sencillo.

Lisa regresó a la mesa.

—Maxime ha descubierto quMercedes fue alquilado en Arlés. tal Maillot, creo que esto nos h

avanzar bastante. Solo tenemos encontrar a este tipo para que cuente todo lo que sabe.

—Qué bien —contestó Lisa aparente desinterés. —Lamentablemente no es



sencillo —repitió Maxime RouenPaul Maillot está muerto.

—¿Muerto? —preguBukowski decepcionado¿Asesinado?

Maxime negó con la cabeza.

—Paul Maillot es el hijo propietario de la bodega. Murióun accidente de moto hace cua

años. —Hace cuatro años —rep

Bukowski—. ¿Estás seguro?

—Alguien se hizo con el cade conducir del fallecido —reafirMaxime.



— Merde! —soltó BukowskiCon esto no hemos avanzado nada

—Todavía nos quedan pruebas de ADN. Mis hombres estrabajando en ello.

—Solo espero que esta hue

no se esfume —pronunció BukowsMaxime se levantó.

—Nos vemos en una hora en

despacho, un conductor os recoger —No me encuentro muy b

me quedaré aquí —se apresuró L

a responder. —¡Qué pena, mademoiselle!contestó Maxime—. Su presen



aportaría un poco de color a nuesttristes dependencias.

Una vez que Maxime se hamarchado, Bukowski se dirigióLisa.

—Escucha, lo pasado, pas

está. No podemos volver atrás.Lisa miró enfadada a Bukows

—Estaba borracha y, sin nin

tipo de vergüenza, te aprovechastela situación.

—¡Yo! —contestó Bukow

alterado—. Tú me embaucaste, yohabía bebido menos que tú.Los ojos de Lisa le lanza



furiosos destellos. —Podrías ser mi padre.Bukowski asintió.

—Y tú mi hija, pero no lo erEres una mujer que actúa libremenYo también podría decir que te

aprovechado de la situación. Ya coordinaba y si no mal recueempezaste tú. Me...

—¡Cállate! —le ordenó Lcon tal efusión que algunos cliense les quedaron mirando.

Bukowski sonrió tímidamentlos otros comensales. —Borremos esa noche



nuestra memoria, ¿de acuerdo?El tono de su conversación

cada vez más fuerte. Bukowlevantó las manos para calmarsituación.

—No ha pasado na

¡¿entendido?! —¡Sí, maldita sea! —conte

Lisa.

—¿Me vas a acompañar a veMaxime?

Respiró profundamente.

—Voy contigo —pronundecidida. —¡Bien! —añadió Bukowski



Estamos aquí para trabajar. Jerusalén, hotel Reich en B

aKeremEl profesor Jonathan Haw

estaba sentado en su habitación hotel Reich mirando fijamente

techo. Casi siete horas había tenque estar declarando ante DeboKarpin. Sin duda, la magistr

estaba convencida de que estimplicado en la muerte de Gi¿Cómo podía demostrarle que

equivocaba? Estaba cansado y energías. Su conversación con decano de la Universidad de Bar-I



no le había sido de gran ayuda. —Lamento mucho su situaci

profesor —le había contestadodecano—, pero tengo las maatadas. Debe buscarse un abogusted mismo. No se lo tome a m

Estimo muchísimo su trabajo y esconvencido de que es un científmuy competente pero la acusación

un asesinato es, obviamente, otema. En esto la Universidad nopuede apoyar.

Jonathan Hawke entendía decano pero, por otro lado, sorprendente ver cómo se aleja



de uno. Suspiró y se llevó las maa la cara. Dónde estarían los demAhora mismo le encantaría habcon Tom, Yaara y Moshav. Senque solo ellos confiaban en incondicionalmente. El ún

presente era Jean, los otros hababandonado el hotel hacía hoSeguro que estaban buscando

Chaim Raful.Jonathan Hawke despertó de

pensamientos cuando su móvil so

Miró a la pantalla, el número estoculto. —Sí —contestó.



—¿Profesor Hawke?Sonó una temerosa

femenina. —¿Con quién hablo? —Eso no importa, digamos

soy una amiga —contestó

desconocida—. Sé quien asesinó acompañera de trabajo, tengo prueb

—¿Pruebas? ¿Es usted, us

estuvo...? —No, no, que Dios me sal

No tengo nada que ver. Sé quién f

Tengo miedo. Me matarán. —¿Por qué no va a la policía —La policía no me creerá.



—¿Qué quiere? —Solo quiero que encierre

ese tipo, por mí que se pudra prisión. Es muy peligroso, temiedo.

—¡Dígame quién fue! —exi

el profesor. —No por teléfono, le propo

que nos veamos. Así le po

entregar las pruebas. Hay un escque demuestra quien asesinó a colega.

—¿Dónde nos vemos? preguntó Jonathan Hawke. —Pues esta noche, a las nue



frente al campo de las excavacioen el valle del Cedrón. Le esperallí. Si no viene solo desaparecerno volverá a saber nada más de ¿Lo ha entendido, profesor?

—¿Cómo ha conseguido

número? —Lo tengo, eso es suficiente

contestó la mujer—. Si no confía

mí, se quedará solo y no sabrá nuquien asesinó a su amiga. La polnunca le dejará en paz.

El profesor Hawke pensó pormomento. —Bien, iré —suspiró.



—Esperaré justo diez minuanunció la mujer.



25

erusalén, en el valle del Cedcerca de las excavaciones

El profesor Hawke no

encontraba cómodo en su piel. Uprofunda oscuridad cubría el vadel Cedrón como un negro pañu

de satén. Las sombrías farosalpicadas a lo largo de la alejcarretera, centelleaban co

celestiales puntos de luz en lejanía.Miró la hora. Ya estaba cerca



hora acordada. Antes de habemetido en el coche y marchabuscó a sus amigos pero ToMoshav y Yaara seguían en ciudad. Ni siquiera Jean Colombestaba en su habitación. Así q

decidió irse solo. Pero no encontraba totalmente desprotegiLlevaba una Browning, calibre 7

mm, escondida en su chaqueta. Jerusalén no era difícil conseguirarma si se disponía del din

suficiente. Si la policía no le crtenía que encargarse él mismo demostrar su inocencia.



De nuevo miró la pantiluminada de su reloj de pulsercontempló la oscuridad a lo lejNo se podía ver un alma alrededno había ninguna luz que se acercYa habían pasado cinco minutos

la hora acordada. ¿Había venidovano hasta aquí? ¿Se habían reídoél?

Jonathan Hawke suspiró. Abla puerta del coche y salió fuera. Cla mano palpó el bolsillo de

chaqueta. El frío acero del arcargada le aportó cierta sensaciónseguridad. Antes de cerrar la pue



de su vehículo, resonó la voz de umujer a sus espaldas.

—¿Ha venido solo?Jonathan Hawke se estreme

Aterrado se giró y miró haciacegadora luz de una linterna.

—¿Ha venido solo? —volvipreguntar la voz.

El profesor distendió

músculos. —Sí —contestó. —Está bien, profesor

contestó la voz femenina—. Mbien.De repente apareció u



persona en la penumbra de linterna. Parecía una figfantasmagórica, Hawke pudo detecinmediatamente que se trataba dehombre alto y delgado.

—¿Qué, qué es esto...? Cr

que venía sola —protedébilmente.

—Profesor Hawke —dijo

hombre con una voz grave y acedel sur de Europa—. ¿Dónde estácompañero, el viejo Chaim Raful?

Hawke dio un paso atrás, la de la linterna le siguió y cegó ojos.



—Será mejor que se esté quiamenazó el hombre—. Un arma

está apuntando. Así que conteste ¿dónde está Raful?

Hawke pensó por un momen«¿Qué está pasando aquí?».

—No, no tengo ni idea contestó vacilante.

—No me diga tonterías

contestó el hombre bruscamenteHan descubierto uno de los hallazmás importantes del siglo y deja a

colega que desaparezca con él. me lo creo. Hable y le prometo no le pasará nada.



Jonathan Hawke seguía conmano dentro del bolsillo de chaqueta, con la Browning bapretada.

—Soy un científico —contefirmemente—. La Universidad

Bar-Ilan me encargó destapar restos de una guarnición romana.profesor Raful era el director p

lamentablemente ha desapareciNadie sabe dónde se esconde. Asolo me llamaron para la ejecuc

técnica de los yacimientos. Estasido mi única misión aquí, ¿quieren de mí?



—Quiero los rollos templario. En realidad me da igdónde se encuentre el viejo RaPero los rollos son muy valiosos. me creo que usted simplemente acbajo las instrucciones de su cole

Sabe dónde está y qué hace. Ymañana quiere seguir con vida meserá que hable.

Hawke se tuvo que morder labios de enfado.

—Asesinó a Gina, ha s

usted, eso es lo que quería saber. —Sufrió mucho cuando mu¿También desea morir así? Pu



elegir entre una muerte rápidasencilla o un martirio como nuamás se hubiese podido imagin

¡Hable profesor!Jonathan Hawke tensó todos

músculos. Tenía que intentarlo, s

le quedaba una oportunidRápidamente sacó la Browning bolsillo y sin apuntar disparó

dirección a la linterna. Una estridemaldición ensordeció el silennocturno al apagarse la luz. Se gir

abrió la puerta del coche. Antesque pudiera subir, resonaron uespantosos ruidos. Se vino abajo.



París, Policía Nacional, Cle de France

En los espartanos pasillos detercera planta de la comisaprincipal de la Policía Nacionalhabía ni un alma. Los pa

resonaban hasta las paredSilenciosamente Lisa seguía Bukowski quien se diri

decididamente hacia la puerta cristal. Se paró y llamó a la puerta

—Pasa —gritó Maxime de

el interior.Se levantó de su maciza mde caoba cuando Bukowski entró



el despacho con Lisa a remolqRouen besó galantemente a Lisa enmano.

—Temía no volver a vemademoiselle.

Lisa intentó sonreír pero

muy artificial. —Déjalo estar Max —

ustificó Bukowski—. Hoy no está

humor. ¿Tenemos algún nueindicio?

—Estamos buscando

vehículo —contestó Maxime—. Ano se ha entregado, ni lo harán. todo caso, he enviado a dos homb



a la empresa de alquiler de cochQuizás puedan reconstruir una frobot de la persona que alquilóvehículo.

—¿Y el perfil de ADN? —Stefan, no eres nuevo en

policía. Ya sabes que esto tarda. ¿tenéis más indicios a los que podamos agarrar?

Bukowski negó con la cabeza —Existe una vaga descripc

tomó Lisa la palabra.

Bukowski hizo un gesto rechazo. —De un loco que cree ha



visto al demonio cuando asesinaal hermano en el convento.

Lisa miró a Bukowski con sancionadora mirada.

—Un monje dice haber vistuna persona que salía de

habitación del asesinado la noche crimen. De hecho, lo describió forma que parecía un demonio p

también podría tratarse de un homcon una cicatriz o una quemadurala cara, algún tipo de desfigurac

que, a un monje, le hace parecerdemonio.Maxime Rouen la escu



atentamente. —Una desfiguración, sí, se

posible. Buscaré en nuesordenador a ver si tenemos un tipopersona así. Creo que hamediados de la semana que viene

obtendré ninguna información nuestro laboratorio. Aquí pasa coen todo el mundo. Los políti

piensan que tenemos suficiepersonal y no paran de harecortes. Cada vez contamos

menos recursos.Bukowski sonrió. —¿Por qué iba a irte mejor



a nosotros? —¿Vamos a cenar esta noch

sugirió Maxime Rouen—. puedo enseñar unos cuantos rincode la ciudad. La Torre Eiffel,plaza de la Bastilla, Notre-Dam

Montmartre. Cenamos bien y despdisfrutamos de la noche junto Sena. ¿Qué os parece?

Bukowski asintió. —Encantado.Lisa hizo un gesto de rechazo

—No gracias, no es necesariMaxime le sonrió compasión.



—París es una ciudad pdisfrutarla. No se tienen mucoportunidades para ello. Se perderá.

—En realidad quería... —¿Y si me arrodillo a sus pi

Lisa inhaló profundamente. —Bueno —suspiró—. Pero e

noche solo beberé agua, es mu

más sano. —Os recogeré a las siete

contestó Rouen.

—Ahora será mejor que integremos entre los participantes seminario. Estamos aquí p



avanzar en la colaboración dePolicía europea.

—Cierto, no pasará nada sidejáis ver por allí —confirMaxime Rouen—. La sala conferencias está aquí al lado, yo

llevaré. Jerusalén, calle Ben-YehudaDespués de que el anci

desapareciera tras la cortina, ToYaara y Moshav esperaron un rpero Al Sahin no regresó. Jun

abandonaron la tienda y llegahasta la céntrica calle de Jerusalén —Odio cuando alguien habla



forma enigmática —dijo Tom. —Metáforas y comparacio

contestó Yaara—. A las personmayores les encanta expresarse Oriente es salvaje y está lleno secretos.

—¿A qué se habrá referidoviejo con «el otro lado»?

Yaara se paró y se tocó el pe

—En todo caso, sabemos queestá en el país, eso me ha quedclaro.

—Y está escapando de alguañadió Tom—. Al menos, así entendido al anciano.



—No teníamos que hadejado que nos despachara así fácil —opinó Moshav.

—¿Qué podríamos haber hecpegarle para que confesara? contestó Tom quejándose.

Moshav suspiró. —¿Regresamos al hotel? Qui

el profesor sepa dónde pu

encontrarse Raful. Yo también cque está en el extranjero. Creo queEuropa. Si quiere seguir trabajan

en los rollos de la tumba necesitalaboratorio y especialistas. —También los hay en Esta



Unidos —le contradijo Yaara.Tom miró reflexivo hacia

cielo. —Si ya no está en el desiert

ha abandonado el país posiblemehaya utilizado un avión.

—Creo que deberíamos iraeropuerto —dijo MoshavDesapareció repentinamen

Demasiado rápido, diría yo. No da buena espina. Los accidentesasesinato de Gina. ¿Qué pasa si to

está relacionado? —¿Por qué querría alguasesinar a Gina? —contestó Yaara



—Los rollos de la tumba templario son tan importantes palgunas personas que inclmatarían por ello.

Tom miró a su alrededor recelo y empujó a sus acompañan

hasta una estrecha callejuela. —Puede parecer una loc

pero hay ciertos secretos omino

que rodean a esta Orden Templarios. Moshav puede terazón, yo ya no creo en casualidad

Quizás los asesinos no sepan quepudimos ver los bienes de la tumque acompañaban al templa



Quizás incluso piensen que estamsiendo cómplices de Raful.

—Eso no es del todo cierto —contradijo Moshav—. Antes de qRaful pudiera llevar el hallazgomuseo Rockefeller, Gina y J

estuvieron ocupados con artilugios en la tienda laboratorio. Creo que el profe

también estuvo allí.Yaara soltó silenciosame

aire entre sus dientes.

—Si tienes razón, entonJonathan también estará en peligroTom asintió.



—Tenemos que regreinmediatamente al hotel.

—Y debemos dedicarnos mintensamente a la historia de templarios en este país —añaMoshav.

Se apresuraron calle abajo ysubieron a un taxi que los dejó frea su hotel. Después de bajarse, T

miró una vez más a su alrededEmpujó a Moshav por el brazo.

—No te gires, pero ahí enfre

hay un chico parado junto a la cabde teléfonos. Creo que antes tambnos siguió cuando visitamos la tien



del anciano.



26

erusalén, en el valle del Cedcerca de las excavaciones

Dolor, un intenso dolor,

ardiente fuego le recorría todocuerpo. La bala pasó por debajo omóplato izquierdo. Pero Jonat

Hawke no era capaz de localizarlugar exacto, en todo el cuerpo senun incesante dolor.

Se habían marchado. El homlanzó numerosos insultos y gritó acompañera. Habló en italia



Jonathan lo pudo percibir antes sumergirse en una profuoscuridad. A través del inmensorabioso dolor que se le propagó todo el cuerpo, recuperó conciencia. ¿Cuánto tiempo ha

estado inconsciente? ¿Qué hsería? ¿Le encontraría alguien aqtan lejos de las viviendas de

ciudad?Sus pensamientos torna

alrededor de Chaim Raful. ¿Tend

razón? ¿Llegaría a matar la IglesiaRoma? Sus torturadores tambhabían asesinado a Gina. El hom



hablaba italiano. ¿Qué secreto habdescubierto Chaim Raful propiciara tantas muertes? ¿Serealmente el enigmático legado los templarios?

Había escuchado y le

bastante sobre la orden. Inclusoliteratura científica se ocupprolijamente de los templar

También conocidas novepolicíacas llenas de intriga trataeste tema. Ahora, de repente, est

en medio de esta trama. Intemover las piernas pero no respondían. El frío inundó lentame



sus extremidades. ¡Dios mío! Ojacabe este infernal dolor.

¿Quién le velaría? ¿Deberezar, rezar a un Dios en el que creía realmente? ¿Existía realmeel paraíso? ¿Se enteraría pron

Estos fueron los últimpensamientos de Jonathan antes que el frío llenara su corazón.

profesor Hawke murió en mediola noche cerca de la Tierra Santa,lejos del lugar donde el hijo de D

fue traicionado con un beso Judas, uno de sus apóstoles. París, Policía Nacional, C



le de FranceBukowski daba cabezadas.

oficial de la Policía holandeandelijke Politie, llevaba más

dos horas informando sobre cooperación en casos de persecuc

criminal dentro de Europa. conferencia se celebraba en una gsala a la que asistían casi c

colegas. Bukowski se había aflojun poco los auriculares y teníabarbilla apoyada en sus manos. L

atendía con atención la exposicdel coronel y tomaba apuntes enlibreta. Bukowski la miró mostran



su aburrimiento y se colocó biensu asiento.

—Deberías prestar un poco mde atención —le susurró—. hecho, ahora estás trabajando encaso de investigación criminal den

de Europa. Está bien informarsobre el tema.

—Es un coronel y además de

Policía holandesa de guardia explicó Bukowski—. Él no trabdirectamente en los casos, s

dirige. —¿Dirige? —Como nuestra directora,



pasa el día girando papegarabatea firmas, algunas líneaentre los descansos del desayupiensa cómo fastidiarnos mejor.

—Trabaja en la Oficina Enlace de la Interpol —replicó L

molesta—. Sabe de lo que habla. —Quizás en teoría pero, ¿sa

lo que es la teoría?

Lisa negó con la cabeza. —«Teoría» significa pen

cómo podría funcionar algo que en

práctica no funciona así. —Siempre con tus citas hueobjetó Lisa—. Me pregunto, si



no tienes ganas de trabajar, por qno te jubilas ya.

Bukowski sonrió. —Porque necesito el dinero. —Entonces, solo trabajas

dinero.

—No del todo, solo haquello que no me resulta mdifícil.

—A veces pienso que esistema no marcha bien. Yo me pael pecho en la calle mientras tú

pasas el santo día sentado endespacho. Y al final de mes te meel dinero en el bolsillo. ¡Q



sinvergüenza!Bukowski mostró

desacuerdo. —Llevas razón, esto no mar

bien. Soy tu jefe, por eso a vecetengo que dirigir y pensar por ti.

fin y al cabo, yo soy el responsabl —Sí, tú eres el responsable

que ya no me pueda reír.

—Mi rango es bastante superal tuyo por eso cobro más. Mresponsabilidades son mayores y

sueldo se corresponde. No puestar dirigiendo y trabajando encalle a la vez. Tienes que entender



Lisa rechazó el comentario. —Tócame... —Ya lo he hecho.Lisa miró muy enfadada

Bukowski.Mientras tanto el coronel mos

en la pizarra un par de diagramasbarras con ayuda de un proyector.

Bukowski suspiró y volvió

dejar caer la barbilla en sus manSe sobresaltó cuando alguien le tel hombro. Sorprendido se g

Maxime Rouen estaba detrás de él —¿Por qué me despiertas? protestó Bukowski en voz baja.



—Ven conmigo, por favor susurró Maxime—. Creo que hemidentificado a vuestro demonio.

Bukowski se quitó auriculares y se levantó. Lisa quehacer lo mismo pero la emp

suavemente para que permanecisentada.

—No quiero que te pier

nada, podría ser muy importante. fin y al cabo, estamos buscando aasesino dentro de Europa.

Jerusalén, hotel Reich en BaKeremYaara se tumbó en la ca



mientras Tom, situado detrás decortina, miraba a la calle porventana.

—¿Sigue ahí? —preguYaara.

Tom asintió.

—Quizás sea un poliestamos bajo vigilancia.

Tom negó con la cabeza.

—No creo que sea un polino tiene la pinta.

—Pero, ¿por qué iban

perseguirnos? —No olvides que mucha geestá buscando a Raful.



Llamaron a la puerta. Yaaralevantó pero Tom le hizo gestos pque se volviera a senSilenciosamente se deslizó hastapuerta y pegó la oreja en la pueTocaron de nuevo.

—¿Quién es? —preguntó Tom —Me das miedo —susu

Yaara.

—Soy yo —gritó la voz Moshav desde fuera.

Tom abrió. Moshav y J

Colombare entraron en la habitaciTom cerró inmediatamente la puey echó la llave.



—¿Y Jonathan? —preguntó. —No está en el hotel —conte

Moshav. —¿Qué pasa? —preguntó J

al observar el rostro preocupación de Tom y Yaara.

—¿Sabes dónde está JonathanJean negó con la cabeza.

—No lo sé.

—¿Ha estado aquí? —Hoy no lo he visto —conte

Jean—. ¿Qué os ha pasado?

—Tom piensa que nos essiguiendo —explicó Yaara. —No piensa, lo sé



seguridad —la corrigió—. Mfuera, en la cabina de teléfono.

Jean se dirigió a la ventanmiró hacia fuera.

—No hay nadie.Tom se puso a su lado

efectivamente, ya no había nadiela calle.

—Ahí fuera había alguien —

ustificó Tom—. Y en la ciudtambién nos han seguido. Alguquiere acabar con nosotros.

—¿Por qué van a queasesinarnos? —contestó Jenfadado.



—Gina, el accidente en excavaciones, Aaron y Raful contestó Tom—. ¿Es casualidad? no me lo creo. Hemos hallado atemplario que escondía un secretohay personas que quieren cono

ese secreto, cueste lo que cueste. —Te estás volviendo loco,

tiene sentido —dijo Jean—. Rafu

llevó consigo al templario y todoque escondía en su tumba. ¿Por van a querer algo de nosotros?

—¿Qué sabes de templarios?Jean frunció el ceño.



Es una orden cristiana fundalrededor del 1100 después Cristo para proteger el camino de peregrinos hacia la Tierra SanDoscientos años más tarde acabacon la orden porque sus hermanos

habían pervertido. Cometimpudicias y veneraban a un ídoMuchos dicen que fueron aniquila

porque esta se había convertidodemasiado poderosa para Roma. Hmuchos mitos y leyendas pero se

podido demostrar poco. verdadero filón para especulaciode aventureros y escritores



novelas. —Entonces no sabes mucho m

que nosotros —contestó Tom y lana Moshav una demandante mirada¿Ves? Necesitamos un especialista

—Tenemos que estudiar a fon

este tema —ratificó Moshav—. Uvez conocí a un profesor en París.llamaba Molière. Enseñaba en

Sorbona. Era un maniático de templarios. Pero no sé si vive acuando lo conocí tenía más

sesenta años.Tom miró a Yaara quien encogió de hombros.



—Intentémoslo, quiencontremos a Raful en París.

Jean rechazó la idea. —Pero no podéis abandonar

país. Aún estamos bajo vigilancLa Policía israelí nos detendría en

aeropuerto. Así seríamos realmesospechosos.

Tom respondió:

—Tú te puedes quedar aquesperar. Creo que tú estuviste Gina, el profesor y Raful en la tien

del laboratorio. —Esperemos hasta que regrel profesor —intervino Yaara.



Tom suspiró y se tumatravesado en la cama.

—Bueno, vale, esperemos.



27

arís, Policía Nacional, Cité Îlerance

Bukowski observó la foto

brillo. —Si me cruzara con él

medio de la noche, ciertamente d

que es un demonio —murmBukowski.

Maxime Rouen sonrió con a

de satisfacción. —Sobre todo si estás rodepor los muros de un convento bajo



luna y el tipo se dirige hacia timedio de la penumbra.

—Fabricio Santini —lBukowski en voz altaCuriosamente, alias Diavolo.

Maxime tomó la carpeta.

—Buscado en todo el munacusado de seis asesinatos, varatracos, graves lesiones físicas

otros delitos. Procede de Nápolescrió en el barrio Secondilgiano,retén de la mafia. Trabajó para

familia Manzoni, extingucompletamente en un ataque bomhace cinco años. Suponemos que



los últimos años se gana la vcomo asesino a sueldo. El pasotoño disparó al director de un banen Cannes. El caso fue resuerápidamente con éxito. La mujer banquero contrató, junto con

nuevo amante, al asesino para acacon el matrimonio convenido. Lideólogos están en prisión pero

hay huellas de diablo. —Eso quiere decir que

también trabaja en Francia.

—Trabaja en todo el munIncluso el FBI lo está buscandoque hace dos años disparó a



miembro de la mafia en Chicago. buscan en todo el mundo. Estos sasesinatos son la punta del icebeHace dos años tuvimos un casoCevennen, Arreche. Creemos quele pueden atribuir a él los

asesinatos. Después de que sedetuviera y antes de extraditarlo,descubrió que había cometido más

veintiocho asesinatos. Es como diablo y ahora lo buscan en todomundo.

Bukowski no daba crédito. —Es increíble, un tipo con cara seguro que puede ser captura



Maxime se encogió de hombr —Al parecer no es tan fá

Con que tenga el dinero suficientepuede equipar perfectamePasaportes falsificados, refugseguros, direcciones de conta

incluso una máscara, ¿qué sé yo?Bukowski miró la foto.

—¿Cómo tiene esa cara

diablo, es una marca de nacimientMaxime levantó las manos p

explicarse.

—Gajes del oficio, digamos.salpicó gasolina cuando tiraron cóctel molotov en un bar de Nápo



El bar era de los Manzoni.Bukowski se reclinó en el sil

y miró al techo. —¿En qué piensas? —¿Cómo se encaja un mafi

italiano en el asesinato de un mo

en medio de la idílica región deAlta Baviera?

—¿Y en el de un inoce

sacristán? —¿Tenéis material en vuest

archivos para poder comparar

ADN del asesino?Maxime papeleó en la carpetfinalmente asintió.



—Bastante. —No me sorprendería nada

el ADN del envoltorio del caramfuera suyo. Si contamos tambiéncura de la Wieskirche entonces yale pueden imputar nueve asesinato

—Ahora surge la siguiepregunta: ¿Por qué lo ha hecho?

—¿Por qué y quién le paga?

creo que sea algo personal entre élos asesinados.

—Alguien se lo ha encarg

prosiguió Maxime Rouen—. dinero quita del medio a quien hfalta, si el precio es justo. El cur



el monje son la clave para solucioel caso.

—¿Quién puede encargar, nombre de Dios, asesinar a eclesiásticos?

—Eso es lo que tienes

averiguar, deberías analizar bienvida.

Bukowski sonrió.

—Se levantaban temprarezaban, se ponían a trabajar, volva rezar y después trabajaban

nuevo. Y por la noche después demisa se iban a la cama. —¿No me contaste que los



investigaban en el ámbito de arqueología antes de hacerse cade la parroquia y retirarse convento?

Bukowski asintió. —Eran especialistas en leng

antiguas. —Entonces tienes que averig

en qué trabajaron al final de

vidas. Te informaré sobre resultado de la prueba del ADNcuanto me llegue del laboratorio.

Bukowski se puso las manosla cara. —Dios mío, ahora es



buscando a un asesino de la mafiyo quería esperar tranquilamentpoder jubilarme.

—Esta Lisa, ¿es..., es... buenaBukowski rechazó

comentario con las manos antes

abandonar el despacho de MaxiRouen.


aKeremPasadas las siete llamaron a

puerta. Yaara se levantó del susto

miró el despertador. Tom dormía,regular respiración era el únsonido que se escuchaba en la osc



habitación. Se tocó su negro p¿Habría sido un sueño?

De nuevo llamaron a la puepero esta vez con más fuerZarandeó el hombro de Tom. sentó en la cama.

—¿Qué pasa? —Hay alguien en la puerta

contestó Yaara.

—Señorita Shoam, por favabra la puerta, somos la policía —escuchó desde el exterior.

—¿La policía? —preguYaara sorprendida.Tom echó la manta hacia at



agarró los pantalones y se los pmientras Yaara se echaba por enciel albornoz.

—¿Qué querrá la policía nosotros? ¿A estas horas? preguntó.

Tom se apresuró hacia puerta.

—Lo sabremos enseguida

contestó.Al abrir, cuatro polic

uniformados entraron en

habitación. Con desconfiamiraron a su alrededor. Les seguíapolicía vestido de paisano que





comparecencia —dijo sorprendida —¿Una orden

comparecencia? ¿A qué viene esrepitió Tom con ganas

enfrentarse—. ¿Esta mujer no entera? No sabemos quién asesin

Gina, ¡maldita sea!El funcionario le indicó que

calmara.

—Se trata del caso de violenta muerte del profesor JonatHawke —respondió sobriamente

policía.Tom no podía creer lo qestaba escuchando. Sus piernas



aflojaron y una ola de calor recorsu cuerpo.

—¿El profesor Hawke emuerto? —preguntó sin dar crédito

—Lo han encontrado emadrugada muerto cerca de

excavaciones del valle del CedrLe dispararon. La magistrada quihablar con ustedes.

Moshav entró precipitadameen la habitación. Uno de funcionarios se interpuso en

camino y lo sujetó por los hombro —¿Lo habéis escuchado? ¿Hdisparado a Jonathan? —le grit



sus compañeros. —Les rogamos que se vista

nos sigan —volvió a instarlesfuncionario con más ahínco.

—Sabía que sucedería algo murmuró mientras se ponía

camisa. Jerusalén, convento de

ranciscanos del Flagellatio

—Esta mañana han encontrsu cadáver —informó Pater Phill

. Lo hallaron cerca de

excavaciones, le dispararon.Pater Leonardo estaba de frente a una mesa auxiliar y se lav



la cara con agua fría procedenteuna zafa de porcelana. Durante momento reinó un confuso silenciola espartana habitación de batechos, con una cruz de madcolgada en la pared como ún

decoración. —¿Se disparó el mismo?

preguntó Pater Leonardo después

secarse la cara con una toalla. —La bala entró por la espa

contestó Pater Phillipo—. ¿

creerá en los rumores que dicen era el responsable del asesinatosu compañera?



—Solo Dios se atreverá a men el interior de una persona y sen lo más profundo del alma encuentra la verdad.

—¡Amén! —contestó PaPhillipo.

—Rezaré por su alma, pero mtarde. Ahora tenemos qencargarnos de que prosigan con

excavaciones. No podemos permás tiempo.

—Está todo preparado.

equipo empezará con el yacimienúmero cuatro. Si se hallan mtesoros escondidos, nadie nos



podrá ocultar.Pater Leonardo son

suavemente. —Estoy tranquilo, hermano

Cristo, sé que puedo confiar enPero tenemos que tener cuidado

muerte del profesor provocará mpreguntas.

—Nadie tendrá nada que de

de la Iglesia de Roma. —Roma está lejos, quer

hermano, y nosotros estamos hec

de carne y hueso.



28

Comisaría central de Policía, caerekh-Shekhem

Condujeron a Tom a la sala

toma de declaraciones. Los habtratado como a delincuentes. Lllevaron por separado hasta

comisaría central de policía. Tsentía un enorme vacío. motivación ni interés alguno dejó

los funcionarios lo llevaran hastaverdosa habitación. No sabía cuánto tiempo ha



pasado. No entendía nada. Habasesinado al profesor JonatHawke. Había muerto de un dispen la espalda junto a excavaciones. Tom estconvencido de que las muertes y

accidentes de los yacimienestaban relacionados. Se senresponsable, él había sido qu

había abierto la caja de Pandorliberado los demonios del pasadejó que salieran de su oscura crip

Fue él quien encontró la galería dtumba del templario. Por eso sentía responsable de la muerte



profesor. —Tiene mala cara —observó

magistrada con compasión.Tom permaneció invariable.

—¿Sabe lo que sucedió anoen el valle del Cedrón?

Tom asintió. —Encontramos el coche

profesor cerca de la tumba de Ja

prosiguió la magistrada—. parecer quedó allí con algu¿Tiene idea de con quién y por qué

Tom suspiró. —No lo sé, no lo vimos en toel día. Estuvimos en la ciudad p



eso usted ya lo sabe. —¿Por qué iba a saberlo? —Porque su gente nos sig

hasta la ciudad —respondió Tbruscamente.

La magistrada instructora h

un ademán de rechazo. —Nosotros no le hem

seguido. Solo vigilábamos

profesor pero ayer por la nocheescabulló entre la multitud y mhombres lo perdieron de vista.

—¿Sigue pensando que profesor asesinó a Gina AndreottiLa magistrada Karpin negó



la cabeza. —Han aparecido nue

indicios. Creemos que el profesosu compañera estaban implicacon ciertos delincuentes.

—¿Por qué?

—Piense, señor Stein. Tolos años se sacan de la tierra tesode cientos de años de antigüed

Finalmente, se recibe exclusivameel sueldo y los tesoros se pierdenalgún museo. Las empresas de

museos hacen millones con estesoros y los descubridores sreciben una milésima parte de lo



realmente valen sus hallazgos. ¿piensa usted que el ser humanodébil y que puede caer en tentación de las desviaciones este mundo ofrece? El profesor mayor y su cuenta bancaria est

vacía. Por cierto, al igual que lasu colega.

Tom negó con la cabeza

poder entender nada y protestó: —Lo que está diciendo es

completa tontería. Una locura.

—Hay pruebas de que profesor ha visitado en Tel Aviv amercenario llamada Sheik al Ram



Es un delincuente sin escrúpulovende objetos de arte robados y otartilugios sustraídos. Esto no es uocurrencia de la policía, es un hec

Tom levantó las manos ademán de defensa.

—No... no puede ser. imposible. Todo el mundo sabeimportancia que el profesor

otorgaba a esclarecer la historiala humanidad.

—Hemos encontrado

mensaje con el que nos queda clque el profesor y Gina Andreestaban involucrados en negoc



oscuros con Ramzi. Y quien se atra engañar a Ramzi, está literalmemuerto.

—¿Y por qué no lo detienen? —No conseguimos atrapa

Tiene su domicilio cerca de Ram

Actúa siempre a través intermediarios y personas contacto. Ha tejido una red difícil

penetrar a su alrededor.Tom miró a la magistra

directamente a los ojos.

—¿No se le ha pasado nupor la cabeza que estos asesinatengan algo que ver con el halla



del templario?La magistrada Karpin frunció

ceño. —¿Qué quiere decir? —Piénselo bien —come

Tom su explicación—. Encontram

casualmente en las excavaciones atemplario del siglo XI o XII, pdespués empiezan a suceder extra

acontecimientos. Las barras sujeción de un yacimiento ceden ysucesivamente hasta que Chaim Ra

desaparece repentinamente sin derastro con el contenido de la cámdel sepulcro. Entonces asesinan



Gina, Aaron Schilling muere al papor una mina de tanque que hay allí tirada y ahora, encima, asesia Jonathan Hawke. En mi opinitodo esto es un complot.

La magistrada se reclinó en

silla y observó con curiosidadTom.

—Suena muy interesa

Olvida que hubo otro asesinato. Ude sus ayudantes, GidBlumenthal, a él también

dispararon. Gideon Blumenttambién estaba relacionado conorganización de Ram



Probablemente aportara detasobre el hallazgo que se produjolas excavaciones. Creo que totiene sentido.

—Creo que esta vez tambiénequivoca —replicó Tom—. No

trata de un par de objeinsignificantes que se intercambsecretamente. Creo que se trata

algo bien distinto.La magistrada son

irónicamente.

—Me tiene intrigada. —La clave para solucionarcaso está en los bienes



acompañaban a la tumba.La magistrada instructora

encogió de hombros. —Se refiere a Raful y

retorcidas teorías de que Jesúsuna mera invención.

—Quizás el sarcófago conteuna especie de mapa del tesoro. un templario y aún no se

esclarecido el tema del legado de templarios, la leyenda de riquezas es de incalculable valor.

La magistrada se tocó la frenPor un momento sus ojos mostracierta inseguridad. Seguidamen





—Lamento mucho habecausado inconvenientes pero no puser de otra forma. Pueden ir dodeseen, el caso está cerrado.

Carretera de l’Est, cerca strasburgo

Perdieron el tren. Lisa estfuera de sí cuando Bukowski llegósu reunión con Maxime una hora m

tarde de lo previsto. Ya se hamarchado el tren a Múnich y último convoy disponible reque

pasar la noche en Metz pero Lquería llegar a casa, no se encontrbien. Maxime sugirió alquilar



coche. Tras una larga discusoptaron por un Opel.

—Después pueden entregarvehículo en Múnich —afirmó empleada del alquiler de cochespara eso vivimos en una Eur

unida. —Ojalá que en Europa to

funcionara tan bien —murm

Bukowski mientras se sentaba detdel volante.

Solo habían avanzado un par

kilómetros cuando Lisa tomó relevo. Bukowski se haequivocado de camino varias vec



tomado el carril incorrecto, estuvpunto de provocar dos colisionesfinalmente, cuando se saltó semáforo en rojo en medio de cruce de varios carriles Lisa estal

Desde que iban por la autov

Lisa no había articulado ni mepalabra. Bukowski apoyó la caben la ventana lateral y cabeceaba.

—Mierda, este idiota —insuLisa repentinamente y pfuertemente el freno.

Justo delante de ellos un coquedó atravesado y bloqueaba camino. Bukowski ab



completamente los ojos y se agafuertemente al asidero. Miró velocímetro.

—Aquí el límite de velocies de 130 —renegó—. En Franciavelocidad a la que se puede circu

por la autovía está limitada.Lisa dio un volantazo a

izquierda para evitar el coche

delante. Bukowski respprofundamente. Un accidente esúltimo que necesitaban ahora.

—Llévalo tú si piensas queharías mejor —contestó Lfríamente.



—Al menos, me alegro de hayas recuperado el habla.

—¿Os emborrachasteis tambanoche, tú y tu querido amigo?

—Estuvimos cenando y desptomamos algo en un bar. ¿Se

quitaron las ganas de venir nosotros de repente?

—¿Para qué te aprovecha

otra vez de mí? Disfruté de la novisitando la ciudad yo sola.

—Espero que te divirtieras.

—Estuvo bien —contestó LisLa señal de un restaurante carretera pasó volando a su lado.



—Salte, tengo hambre además, necesito ir al baño.

Lisa miró los kilómetros faltaban para Alemania.

—Solo quedan cincuenta pllegar, supongo que podrás espera

—Tengo que ir al baño, ¡jodcontestó Bukowski—. A mi ed

tengo que alegrarme de poder ir

problemas. —Hace dos días no ten

ningún problema —contestó L

que se sorprendió de sus proppalabras.Inmediatamente dio



volantazo. —Está bien, si tiene que ser aBukowski suspiró.

—Mira, Lisa. Ya ha pasadotenemos que vivir con eSimplemente tendríamos que olvi

aquella noche. —¡Olvidar! ¿Puedes olvida

tan fácilmente? ¿Qué clase

persona eres? —Pero, ¿qué quieres?

preguntó Bukowski.

—¿Qué tal si te disculparas?aprovechaste de la situación, eresverdadero...



—¿Qué soy? —Eres... eres... eres un viejo —No te pases la salida

advirtió Bukowski.Lisa se dirigió al área

descanso y aparcó el coche en

amplio recinto con mucha destrentre dos caravanas. Bukowski mpor la ventana e hizo un gesto

negación. La distancia con caravana era de veinte o treicentímetros.

—¿Cómo quieres que me baj —Deja kilos —bromeó Lisse soltó el cinturón de seguridad.



Sin decir más se brápidamente del coche y cerrópuerta de un portazo. Bukowskimiró mientras cruzaba por aparcamiento hacia el restauraniba casi corriendo.

Inhaló profundamente. Con gesfuerzo salió por la puerta conductor. Descansó un instante an

de cerrar del mismo modo la puedel coche.

Entró en el restaurante y bu

el servicio. Cuando regresó comedor Lisa estaba sentada juntuna ventana. Bukowski pidió un fi



de pavo, una cerveza y se sentó jua Lisa quien ni siquiera levantómirada. Sin decir nada tomó un trde su vaso de agua.

—¿No quieres comer nada? —No tengo hambre —conte

Lisa mirando exageradamente poventana.

—Lo siento —dijo Bukowsk

—Tú lo sientes, yo tambpero no sirve de nada —le gritótal modo que algunas personas se

quedaron mirando—. Podrías ser padre. —Por Dios —conte



Bukowski—. ¿Qué más quieres? te he hecho daño, ni te he herido.pasamos bien y eso es todo.

—¡Pasarlo bien! —Por cierto, Maxime e

metiendo un poco deprisa —cam

Bukowski de tema—. El laboratoha comparado la muestra de ADcon la de Santini. Coinciden al c

por cien. Está claro que Santini enen la Wieskirche, seguramente seaasesino. La foto robot ha aceler

el asunto. —Y te reíste de mi retrato rocontestó Lisa—. Gracias a



también sabemos que cometió asesinato de Ettal.

Bukowski se encogió hombros.

—Me equivoqué. —Te equivocas con frecuenc

Bukowski luchaba contra incipiente enfado.

—Si deseas cambiar

sección, no te lo impediré.Lisa lo miró con los ojos b

abiertos.

—Sí, ahora que hemos llegtan lejos. Ya entiendo, el señquiere celebrar solo el éxito mient



que yo me dedico a quitarle el poa carpetas viejas. No gracias, sesuperior de la Policía Judicial.

—Puedo deducir de tu respueque deseas seguir trabajando en ecaso.

—Puedes poner la mano enfuego.


aKeremSe reunieron de nuevo en

habitación de Yaara.

—No sé —dijo Jean Colomb. Si la magistrada tiene razentonces estamos buscando a un l



y todos nuestros esfuerzos seinútiles.

Tom se colocó las madelante del pecho.

—Nadie te obliga. Ya somlibres, cada uno tiene su pasaport

puede ir donde quiera.Moshav hizo un ademán

negación.

—Nadie puede saexactamente lo que pasa en interior de otra persona pero

sorprendería mucho que Gina yprofesor se hayan involucrefectivamente en el comercio ile



de antigüedades. Es absurdo, yoacompaño.

Tom lanzó una demandamirada a Yaara.

—Yo también voy con vosotrLos tres miraron a Jean.

Respiró profundamente. —Vayamos al aeropuerto p

creo que le estamos dan

demasiadas vueltas en vano. —Eso solo lo sabrem

después de haberlo intentado

contestó Tom.Moshav se levantó. —Voy a sacar el coche



garaje, nos vemos en cinco minufrente al hotel.

—En cinco minutos —ratifTom.



29


Estaban de pie frente a la g

tienda blanca al final de yacimientos y observaban el afanajetreo de los ayudantes de

excavaciones. —En caso de que se vuelva

hallar otros artilugios en

yacimientos ya no podocultárnoslos —afirmó Pater AntoCarlucci, a quien la Ofic



Eclesiástica para la Antigüedadhabía encargado la reanudación los trabajos en el valle del CedrViajó con todos sus especialisque pertenecían igualmente a oficina de Roma, para hacerse ca

de la dirección de las excavacionePater Leonardo m

expresivamente al hermano Phillip

—Debe quedarse en la Iglelo que a la Iglesia pertenece —dcon gran fervor.

—Discúlpenme, hermantengo mucho trabajo —se despiPater Antonio y desapareció en



tienda. —Se acerca el final de

estancia aquí, en la tierra del Secomentó Pater Leonardo—. Ro

me espera. Desgraciadamente spuedo comunicar un éxito parc

Raful sigue desaparecido. —Ya no está en el país

contestó Phillipo.

—¿Pero dónde puencontrarle?

—Raful se ha deslizado co

una serpiente debajo de una piepero volverá a aparecer en cuantoasalte su hambre de odio



destrucción. —Entonces podría

demasiado tarde —replicó PaLeonardo—. No sé qué pruepuede tener para reafirmar su teopero temo que pueda propiciar

poderoso golpe que dirreversiblemente a nuestra caTengo que encontrarle antes de q

llene el mundo con su odio. Tenque hallarlo y convencerle de destruiría la esperanza de millo

de personas.Pater Phillipo asintió. —La carga que le ha impue



el cardenal prefecto es muy pesaNo va a ser fácil hacer que chiflado cambie de idea.

—¡Cómo lo voy a hacer cuanni siquiera sé dónde buscar!

—En cuanto me entere de a

aquí en Jerusalén te informaré.Pater Leonardo miró al cielo

—Ya es la hora, el avión no

esperará. Roma, basílica Santa Sab

del monte Aventino

« Et in Spiritum Sanctum, Dominum et vivificantem,Qui ex Patre et Filioq



rocedit.Qui cum Patre et Filio sim

adoratur Et conglorificatur :qui locutus est per prophetas Et unam, sanctam, catholic

et apostolicam Ecclesiam.Confiteur unum baptisma

remissionem

peccatorum.Et experesurrectionem mortuorum,

et vitam venturi saeculi.

Amen».El cardenal Borghese santiguó y se incorporó. Durante



momento permaneció recogimiento antes de girarsedesaparecer detrás de una columSolo unos pocos visitanmerodeaban por la luminosa igledel monte Aventino, una de las si

colinas de Roma. El cardeBorghese miró una vez más apintura del techo; Jesucristo rode

del pueblo tras su resurrección. iglesia se había dedicado a la máSabina, quien entregó su vida por

credo en el año 125 después Cristo. Según la tradición, la basíse encontraba en el lugar donde ha



casi 1900 años estaba su ca«Muchas personas han entregadovida al Señor», pensó el cardeBorghese. La defensa de la religera una lucha eterna. Aún hoy hanumerosos creyentes que entrega

su vida al único y verdadero DiosEl cardenal Borghese abando

la iglesia, atravesó la plaza y

dirigió a la vía Raimondo Da Capdonde le esperaba su secretario el coche. Aún tenía un poco

tiempo. Faltaba una hora para teque estar en el Santo Oficio. secretario saltó del coche y le ab



rápidamente la puerta trasBorghese asintió sin decir nada.

—Durante su ausencia, telefonearon —informó el secreta

. Monsieur Benoit desea quedevuelva la llamada.

Borghese se acomodó en asiento de atrás y cogió su teléfomóvil.

En la carretera de Jerusalaeropuerto Ben-Gurion

—Voló el jueves o un día m

tarde —dijo Tom y aparcó el coen una de las grandes plazas arking frente a la terminal



aeropuerto. —Da igual si fue el jueves o

viernes, es como buscar una agujaun pajar —protestó Jean Colomb

. Ninguna compañía aérea le vdar a un curioso como tú sus listas

pasajeros. —Yo me encargaré de e

Tenemos que tener cuidado, creo q

nos siguen aunque aún no he vistnadie.

Utilizaron la entr

subterránea para entrar en la enorterminal. Tom miraba constantemehacia atrás. No le cabía la me



duda de que los perseguidores nohabían abandonado.

—Voy a ir con Yaara mostrador y comprobaré los vueOs tenéis que buscar un sitio buenas vistas. Observad la gente

se interese especialmente nosotros.

Moshav se giró. Justo junto a

gran columna de la entrada, donestaban las escaleras eléctrichabía un grupo de viajeros. L

trollies, cargados de equipchirriaban por el peso. —Nos quedaremos aquí



decidió Moshav señalando al grupAgarró a Jean del brazo y

llevó consigo.Tom y Yaara miraron a

alrededor. Tenían a poca distanciamostrador de información. Era po

mañana temprano y la llegada pasajeros permanecía bajo contTom se dirigió al mostrador y m

por detrás. Justo lo que estbuscando.

—¿Qué hacemos ahora?

preguntó Yaara. —Vamos a analizar el plan vuelos —contestó Tom y tomó de



caja del mostrador un follresumen de las compañías aéreas aeropuerto.

Estudiaron en silencio información. Tom tenía un bolígren la mano y marcó los posib

vuelos que el profesor podía hatomado esos días.

—Si voló más tarde, no serv

de nada lo que estamos haciendomurmuró Yaara y se volvió concentrar en el plan de vuelos.

—París, Roma, Nueva YoStuttgart, Londres, Ámsterdam enumeró Tom al rato.



—Por ahora podemos descaNueva York y no creo que se haido a Roma, al corazón de la besti

—Entonces nos quedan PaLondres, Ámsterdam y Stuttgart.

—Yo apuesto por París,

lugar ideal para reaparecer. —Bueno, veamos si hay suer —¿Qué quieres hacer?

—Ven conmigo —conteTom.

Se dirigieron a otro mostra

de información más céntrico, frentla entrada de las compañías aéreque estaba ocupado. Una joven



un uniforme de chaqueta azul atena un grupo de turistas japoneses. Tesperó pacientemente en la cola haque le tocó su turno.

— Good morning, may I hou? —preguntó la empleada.

Con un idioma internaciosiempre se pueden comunicar bienun aeropuerto.

—Disculpe, estoy buscandopuesto de reclamación de equipse trata de una maleta perdida

contestó Tom.La empleada asintió y señhacia las escaleras eléctricas.



—Segunda planta, nivel 2, s288. Vaya por las escaleeléctricas, gire a la derecha y avapor ese pasillo. La última sala aizquierda.

Tom le dio las gracias. Yaara

siguió por el camino indicaCuando pasaron por el grupo viajeros, Tom miró de reojo

Moshav quien hizo un gesto negación con la cabeza. Al parecno le había llamado la atención

alguien les siguiera.Tom y Yaara utilizaron escaleras eléctricas y finalme



pararon frente a una puerta de crique junto a la inscripción hebponía « Bagaje-Investigation». Tgolpeó brevemente a la puertaentró. Detrás de un escritorio haun joven sentado de pelo rubio

rizado. «Weizmann» se podía leerla placa sobre la mesa. De nuevoempleado los saludó en un perfe

inglés. —Perdone, no sé si es aquí p

estoy buscando el puesto

almacenamiento de equipaje.El hombre sonrió. —Sí, no es aquí. Debe volve



nivel 1 y en la entrada, a la derecallí se encuentran las taquillas.

Tom le dio las graceducadamente y se volvió haatrás. Fuera, en el pasillo, Yaaramiró con una demandante mirada.

—¿Qué haces? —Lo verás enseguida

contestó Tom.

En la entrada de la terminTom se dirigió rápidamente otra al mostrador de información

estaba cerrado en la parte norestela terminal. Tomó el plan de vueque se había metido doblado en



bolsillo del pantalón. —Ten cuidado, Yaara.

cuanto se acerque alguien me hauna señal.

Yaara asintió, mientras Tominclinó por encima del mostrado

sacó a escondidas la lista telefóndescolgó el auricular y marcónúmero interno del mostrador de

France. —Buenos días, mi nombre

Sharon de Lloyd, Londres, s

exterior en Tel Aviv —pronunTom al teléfono—. Uno de pasajeros firmó un seguro



equipaje con nosotros. Voló ueves o viernes de hace

semanas. Se le ha olvidado ponersu reclamación de indemnización daños el número de vuelo. Nos notificado la pérdida de un vali

cuadro. El número de lote es 236Se estima que el valor del cuadrode unos cien mil dóla

Lamentablemente no puedo procela indemnización sin el número vuelo.

Pasó un rato hasta que la mual otro lado de la línea telefónpreguntó:



—¿Qué es ese número de lote —Indicó esa cifra en

notificación de indemnización pyo tampoco sé lo que significa. estado hablando con el seWeizmann del puesto de reclamac

de equipaje pero él tampoco sabido informarme y me aconsejado que me dirigiera a

compañía aérea. —¿Cómo se llama el pasajer —Se trata del profesor Ch

Raful de Tel Aviv —contestó TomYaara lo miró sin poder crédito.



—¿Dice el jueves o vierneshace dos semanas?

—Sí. —¿Le puedo devolver

llamada? Me llevará un rato. —Estoy en el aeropuerto, s

tiene que marcar el 14 y le atenderTom colgó.

—Te conoces todos los tru

susurró Yaara cuando se ghacia ella.

—Algunas veces hay

improvisar —contestó Tom.Esperaron casi veinte minuhasta que por fin le devolvieron



llamada. Desgraciadamente, empleada de Air France no poayudarle. No pudo encontrar enlista de pasajeros al tal Chaim Raf

—Entonces descartamos Padijo Tom y marcó el siguie

número.Esta vez era el mostrador

British Airways. De nuevo repitió

historia y le volvieron a pedir esperara pero esta vez tuvieron éxcuando le devolvieron la llama

Tom colgó y miró con una gsonrisa a Yaara. —Bien, Chaim Raful voló



sábado, hace quince días, convuelo BA 7089 a Stuttgart. Iba solno entregó equipaje.

—¿A Stuttgart? —Sí, Stuttgart —repitió Tom

Creo que deberíamos comprar

billetes inmediatamente.



30

erusalén, hotel Reich en BaKerem

Salieron de nuevo

aeropuerto pero antes de alcanzasalida, Pater Phillipo entró enaeropuerto acompañado por o

padre. Brevemente se cruzaron miradas. Pater Phillipo les sonamablemente al pasar por su lado.

—Esperad un momento. ¿Sabquién es el acompañante de nueamigo de la Iglesia? —pregu



Tom. —No, nunca lo he visto. —Va al mostrador de Alita

dijo Yaara. —Un momento, me gustaría

a donde vuela nuestro hermano

contestó Tom escabulléndose entremultitud.

Yaara, Moshav y J

abandonaron el aeropuerto y quedaron parados frente a la entraNo tuvieron que esperar mucho, T

regresó enseguida. —Nuestro hermano ha traídoaeropuerto a una visita de Roma



informó Tom—. ¿No es mucasualidad?

—¿Has hablado con él? preguntó Yaara.

—Le he contado lo que sucedió a Jonathan. Se ha mostr

muy afectado. Le he dicho estamos preparando nuestro viajevuelta. Su acompañante se lla

Pater Leonardo, un dominico Roma.

—Será casualidad —dijo J

. Creo que se os va un pococabeza. Constantemente vienenJerusalén visitas del Vaticano,



podemos olvidar que estamos enTierra Santa. No es nada anormal.

—¿A ti todo te parece normincrepó Tom.

Jean se dirigió a Moshav. —¿Has podido ver hoy

alguien que nos persiga?Moshav negó con la cabeza.

—¡Ves! Otra imaginación

prosiguió Jean—. Nos haces cralgo que no existe. Acepta las cotal y como son. ¿Por qué iba

Policía israelí a ocultarnos que vigila? Seguro que quien nos sigueun policía. En caso de que sea cie



que has visto a alguien y no sea de tus invenciones.

Tom no pudo ocultar su enfaquería contestarle como se merepero reconoció por la expresiónYaara que desaprobaba una pelea.

—Quizás tengas razón suspiró Tom—. Ojalá fuese así, psoy arqueólogo como tú. No me ba

con creer algo, tengo que ver pruey no me creo la tontería quemagistrada nos ha contado p

explicar las muertes de Gina yprofesor.En el camino de vuelta al ho



estuvieron en silencio. Hasta quellegaron al pasillo del hotel Tomvolvió a pronunciarse.

—Tenemos que pensar cóqueremos seguir actuando.

Jean Colombare torció el ge

Estoy cansado de tanto teatro. voy a mi habitación a descanTengo que pensar.

Sin esperar respuesta alguJean desapareció.

Tom, Moshav y Yaara

miraron sin decir nada, seguidameentraron juntos a la habitación Tom.



—Es comprensible —comeYaara—. Vino aquí para trabajarlos yacimientos de una guarnicromana y, de repente, está en mede una trama criminal.

Moshav se sentó en el s

dando un suspiro. —¿Qué hacemos ahora? —Tenemos que buscar a Ra

contestó Tom decidido. —Hace casi dos semanas

voló a Stuttgart. Hasta aquí está b

pero... ¿cómo quieres encontrarloAlemania? Puede estar en cualqulugar.



Yaara asintió. —Voy a la Universidad a hab

con el decano —decidió TomPensad que tiene los escritosquerrá traducirlos. Necesita matey un laboratorio si no qui

dañarlos. Quizás tenga personas contacto en Alemania. Alguien queayude ¿Se os ocurre algo?

Moshav jugueteaba con un hque había arrancado del sofá.

—¿Y si buscamos en internet

Tom asintió. —¿Os podéis encargar vosotde eso?



—Claro que sí —conteYaara.

—No te veo muy convencidadijo Tom y miró a Yaara a los ojo

—Sinceramente no sé pensar de toda esta historia. A ve

creo que Jean tiene razón. —¿Cómo lo ves tú? —pregu

Tom dirigiéndose a Moshav.

Moshav se encogió de hombr —No sé lo que debo pensar.

pasa como a Yaara, estoy dividi

Pero te apoyo, de eso no cabe duLo único que puede pasar si equivocas es que tengamos



reconocer que te has equivocado.posible. Ya he excavado varyacimientos pensando encontraría algo y al final todoesfuerzo fue en vano.


Organizado de Baviera, brigada —Fabricio Santini es

peligroso asesino de la mafia, esp

que las autoridades francesas puedan atrapar pronto —dijo la jde Bukowski y le golpeó ligerame

en el hombro—. Ha sido un btrabajo y ha merecido la penaviaje a París. Aunque no siem



esté de acuerdo con procedimientos, en este caso dexpresarle mi reconocimiento.

—Nos falta conocer el motivlas personas que hay detrás de asesinatos —explicó Bukowski

Sobre quien los ejecutó tenempruebas suficientes.

—¿Cómo ve la posibilidad

resolver completamente el caso? —Hay una conexión entre

dos curas asesinados. Amb

estudiaban lenguas antiguas. conocían, lo demuestra una fotointernet en la que aparecen junto a



profesor de Múnich y otro arqueología de Israel. Con excepcde la muerte de la Wieskirche quefue premeditada, creo que de podremos deducir el motivo. muerte del sacristán fue casualid

seguro. Creo que los asesiesperaban encontrar algo en iglesia pero fueron sorprendidos

el sacristán y por eso tuvo que mo —¿Qué podría ser? —pregu

la directora—. Ya man

inspeccionar la iglesia. —No tengo ni idea, la seguvez tampoco encontramos n



aunque fuimos bastante meticulocontestó Bukowski—. Quizás

un escrito, el mapa de un tesoro, aque sea fácil de esconder.

—Eso quiere decir que tenemque esperar a obtener más indic

cuando se capture a los asesinos. —Por lo menos, por ahora. P

Santini no estaba solo, nues

sospechoso tenía un cómplice.La directora sonrió satisfecha

—Tramitaremos el expedie

de persecución a la DireccGeneral de la Policía JudicLlevan buscándolo varios añ



Escribiremos una nota de prenstransferiremos el caso. Es lo meen esta situación, además necesario. Quizás los compañerosla dirección federal, la BKA, tenmás suerte. A nosotros nos que

grande. —Yo preferiría esperar un po

le contradijo Bukowski—. L

colegas franceses están realizanlos trámites con mucha urgencia. Anos falta el vehículo con el

actuaron en la Wieskirche. Tdeprisa no deberíamos... —Mi estimado col



Bukowski —interrumcompasivamente la directora—. realizado un buen trabajo pero yahora de tranquilizar a la opinpública y dedicarnos a otros casEl expediente ha llegado a un pu

en el que no podemos avanzar mEscriba el informe y envíelo aFiscalía. En caso de que surja a

nuevo, siempre podremos volvercaso.

Bukowski sabía que en e

momento ya no podía esperar mapoyo. La directora tenía razón. Santini, en caso de que lo atrapar



no obtendrían más informacióndudaba mucho de que fueseidentificar a su cómplice. Pesetodo, tenía una mala sensación. Deun caso sin haber puesto sobremesa todos los hechos no era

estilo.Tel Aviv, Universidad de B

lan

Tom dejó el coche cerca campus y caminó a través del ampaparcamiento, le llegó una fre

brisa marina. El aire del cercano mconseguía llegar hasta él a pesarlas emisiones de la carretera,



casas y los complejos industrialesJusto esa mañana Tom ha

llamado por teléfono al decYerud para concertar una cita. decano no se alegró mucho, parecer quería cerrar ya el capít

de Raful. En cambio, Tom insistiustificó su visita con otros asun

relacionados con las excavacione

los pagos pendientes de manera el decano Yerud tuvo que aceptarlas diez tenía media hora p

atenderle pero después debía retomsus obligaciones. El JoseCarlebach Institut inauguraba



nueva estación informática y podía faltar al evento oficial. «Cmedia hora será suficiente», peTom.

El edificio administrativo encontraba en el centro del camp

cerca de una arboleda. Tom entrómoderno edificio. Miles estudiantes asistían aquí a clases,

la segunda Universidad más gradel país. El culto a la religión juse encontraba en primera línea. Ju

a la ciencia moderna, esta fe abra todos los estudiantes las puerdel pasado, presente y futuro del p



y de la existencia humana. El númcreciente de estudiantes en eUniversidad ratificaba esta filosoconcebida por la dirección demisma.

Tom anunció su llegada en

secretaría y se sentó en un banco pasillo. Pasó un rato hasta apareció el decano Yerud. Lleva

puesto un traje de smoking negro, camisa blanca y la correspondiepajarita.

—Disculpe, señor Stein saludó a su visita—. Tengo muprisa. La prensa ya está allí, sugi



que sea breve. —A mí también me va mejor

replicó Tom. —Sí, es espantoso lo que

pasado en las excavaciones. Aúnpuedo creerlo.

—El profesor Hawke y GAndreotti no estaban implicadosnegocios oscuros, señor decano.

policía se equivoca. No sé cóprobarlo pero puedo poner la men el fuego por el profesor.

—Lo siento —contestó decano Yerud—. No podemos salo que hay dentro de las personas.



también considero que el profeera una persona íntegra y excelente científico pero no permitiría dudar sobre el resultde la investigación de nuepolicía.

Tom asintió. Yerud carraspmientras lo conducía hasta despacho frente a la secretaría.

—Siéntese, ¿qué le trae haaquí, señor Stein?

—Se han parado

excavaciones pero no hemrecibido el pago de nuestservicios realizados —explicó To



El decano Yerud torció el ge —Es imposible, hem

transferido la suma completa acuenta del profesor Raful. Él firlos contratos con el personal, es tolo que sé.

Tom asintió compresivo. —Desgraciadamente el profe

se ha marchado.

—Sí, sí. Desgraciadamente sé dónde se encuentra. No se puesto en contacto conmigo.

—¿No le ha comunicado queviajado hasta Alemania para evallos escritos? —preguntó Tom



pasada. —¿A Alemania? —Al sur de Alemania

confirmó Tom—. Pensé que ustedsabía.

El decano contempl

pensativo sus uñas. —No me comunicó lo

pretendía hacer.

—Debe entender que se trdel pago de mi trabajo y el de mcompañeros. No es fácil la vida

dinero. —Por supuesto. —Nuestra reclamación ascie



a veinte mil dólares —prosigTom—. No estamos hablando de upequeña deuda.

—Lo entiendo pero no sé cópuedo seguir ayudándole. Ya hemcerrado el centro de gastos de

excavaciones y transferido la surestante. Desgraciadamente, presupuesto de nuestra Universi

es reducido. Debe aclarar ecuestión con el profesor Raful.

—Me encantaría si supi

dónde se encuentra.El decano miró el reloj encide la puerta. Finalmente se levantó



—Desgraciadamente temucha prisa y no tengo ni ideadónde puede encontrar al profesor

—Al menos podría decirdónde podría estar. Debe teconocidos allí.

El decano movió a un ladosilla.

—Siento no poder seg

ayudándole. Me acuerdo que huboprofesor dedicado a la Antigüeden la Universidad de Múnich. En

trabajos previos a las excavacioChaim Raful se reunió con él algún lugar de los Alpes.



—¿No se acuerda del nomb preguntó Tom.

El decano se apresuró a puerta. Solo sé que hasta hace uaños daba clase en la UniversidadMúnich pero no me acuerdo de

nombre.El decano Yerud abrió

puerta. Tom se levantó y le siguió.

extendió la mano. —Muchas gracias de to

modos, aunque no me haya pod

ayudar.El decano le sonartificialmente.



—En cuanto Raful se pongacontacto conmigo, me encargaré que le pague su sueldo.

—Muchas gracias.Tom se quedó parado

momento en el pasillo. No sa

cómo valorar esta noticia que haobtenido del decano.



31

erusalén, Centro de Informacigital

Cerca del Mount Sco

Campus, al este de Jerusalén, encontraba el Centro Hebreo Información Digital en el q

además de los servicios normalesinternet, se podían enconinnumerables escritos, tratad

informes científicos de institucioy universidades de todo el munUna fuente indispensable p



estudiantes universitarios, profesoy colaboradores científicos, comoque Yaara y Moshav habían tenque utilizar con frecuencia en pasado. Una vez que Tom hallegado a Tel Aviv con el coc

Moshav y Yaara salieron con un taJean Colombare prefirió una vez mquedarse en el hotel.

El centro de información estformado por una única enorme sllena de numerosos ordenado

sobre las mesas. Los estudianpoblaban la sala, sentados junto apantallas o discutiendo entre sí. Ju



a los atuendos habituales de estudiantes, algunos llevaban tradicional sombrero y traje negrolos grupos sionistas.

Yaara y Moshav consiguieronpermiso para trabajar allí co

arqueólogos científicos. Después control de la entrada, buscaron lugar tranquilo de la gran sala y

sentaron junto a una gran mesa trabajo sobre la que había terminal informático. También ten

la opción de imprimir los archinecesarios. —¿Qué escribo? —pregu



Yaara después de encender ordenador y registrarse con contraseña.

—¡Chaim Raful, por supuesto —Lo que estaba pensando

contestó Yaara antes de introducir

nombre de Raful en el formulariobúsqueda y pulsar la tecla enter .

Una pequeña ventana en

pantalla indicaba que el modo búsqueda estaba activo. Pasó un rhasta que apareció una lista con

archivos disponibles en los quenombre de Chaim Raful relevante.



—Es demasiado —proteMoshav.

Habían aparecido más de tmil entradas.

—Puedo aplicar unos cuanfiltros —contestó Yaara.

—¿Qué te parece Alemania?Yaara accedió al asistente de

aplicación y escribió « Deutschlan

en uno de los campos libres.Matching...El número de entradas se red

a seiscientas y en la pantapareció un listado de apenas veiartículos con estas palabras clave



—Mira, un trabajo sobre templarios —dijo Yaara—. No casualidad.

Accedió al documento. trataba de un trabajo de casi cpáginas del profesor sobre la vida

los templarios en la Tierra SanEscrito hacía apenas diez años.

—Raful lleva bastante tiem

dedicado a este tema pero, ¿por aparece este documento relacioncon Alemania?

Moshav se encogió de hombrJuntos leyeron por encima documento dedicado a los prime



templarios y al primer gran maeHugo de Payens, que fundó la orcon el nombre de la Orden de Pobres Caballeros de Cristo Templo de Salomón en el año 11Llegó hasta Jerusalén junto con ot

ocho caballeros para servir al Señ —Lo voy a imprimir —d

Yaara—. Creo que puede

importante para nosotros.Yaara activó el menú

impresión y siguió leyen

Pensativa miró al monitor. —¿Sabes lo que dijo el ancide ese anticuario de la calle Lunz?



Moshav negó con la cabeza. —¿No dijo que encontró uno

los nueve? —Uno de los nueve —murm

Moshav pensativo. —Estoy segura. Eso qui

decir que el caballero encontramos perteneció al grupo gran maestre de Payens.

—Según sé, murió en 1128,decir, nueve años más tarde.

—Vivieron muy cerca del lu

en el que se levantó el templo Salomón. —Pero todo esto sigue



ustificar la relación de este estucon Alemania.

Yaara siguió leyendo. Juciento cuatro páginas más adeladieron con la respuesta. Raescribió solo el artículo pero se b

en los datos científicos de un profesor Yigael Jungblut qtrabajaba en la Facultad de Estud

Culturales y Arqueología de Universidad de Múnich.

—Introduce el nombre

Jungblut en la búsqueda —sugMoshav.La búsqueda obtuvo más



doscientas entradas pero el primresultado de la lista ya merecíapena. Se trataba de un trabajo solos escritos del Qumrán, escrito el profesor Yigael Jungblut y profesor Chaim Raful. Yaara entró

el documento y le echó un vistazo. —Se conocían —anunció Ya

. Trabajaron juntos en Qum

antes de que la École se hicicargo de los trabajos de arqueolog

Comprobaron los siguien

documentos y llegaron a conclusión de que, durante últimos años, Raful y Jungb



tuvieron que estar en contaAmbos trabajaban intensamente analizar críticamente la vida Jesucristo.

—Por eso es posible que Rase haya marchado a Alemania, p

traducir junto a Jungblut los rodel sarcófago del templario. colega también está especializado

lenguas antiguas.Yaara asintió.

—Estoy intrigada. ¿Q

información nueva habrá traído ToCuando abandonaron la gsala, llevaban consigo casi



páginas de ensayos, informesartículos.

Macizo Watzmann erchtesgaden, Alemania, a u

ochocientos metrosEl pequeño grupo

senderismo de Vogtland, Turinghabía partido por la mañtemprano para alcanzar a buena h

el refugio conocido coWatzmannhaus. La montaña seginmersa en la temprana neblina de

sombrío día que acababa comenzar. El grupo de cinco amigdos médicas y tres médicos de Ge



se propusieron alcanzar en ohoras los casi mil trescientos metde altura. Tenían cierta experienciiniciaron la ruta poco después de siete en el puente de WimmbaPlanearon la primera pausa grande

Mitterkaser Alm. Si pasaban Stuben Alm la subida sería reguUna vez que habían dejado atrás

garganta de Wimbachklamm, empla escalada por la montaña a trade un frío bosque dirección e

Peter Seigfert dirigía el grupo. había caminado por esta ruta cuatro ocasiones y le gustaba pa



su tiempo libre en las montañTambién hacía recorridos más lary había obtenido el título de guíasenderismo por la ThürinAlpenverein. En esta ocasión, semás bien una agradable excurs

con sus compañeros. —¡Vamos, no dejemos que

cansancio nos alcance! —animab

sus compañeros de ruta.Hanna Schutterwald se frotó

frente con el reverso de la ma

Para ella esta era su primera gruta en las montañas. —¡Por favor, un poco m



despacio! —se quejó—. No es ucompetición.

—Después de Mittelkaser Ala pendiente será más pronuncipero para eso nos quedan aún kilómetros.

Hanna resoplaba como ulocomotora de vapor. Fumbastante y se había imaginado que

ruta sería un poco más agradable. decir nada seguía al cabeza grupo.

Faltaba poco para las dStuben Alm todavía quedaba un polejos, cuando Hanna se sentó so



una piedra en un claro del bospara beber de su cantimplora.

—¡Sigamos! Si nos paramosllegaremos nunca —demandó Petesu compañera de senderismo.

—No estamos trabajando en

hospital —contestó Hannanecesito un descanso. Tengo sedademás me gustaría ir al baño.

Monika, la otra mujer del gruse sentó junto a ella.

—A mí también me parece

exageras un poco. De aquí a la notenemos tiempo. ¿Para qué queremestar en Watzmannhaus a las tres



la tarde? De todas formas pasaremla noche allí.

Peter no estaba de acuerdo. —Os perderéis la mejor h

del día. Arriba se tienen unas visespectaculares. Si llegamos arr

demasiado tarde quizás no quninguna plaza libre en el albergutengamos que pasar la noche en

almiar. —Diez minutos —jadeó HanPeter lanzó una demanda

mirada a su compañera de ruFinalmente asintió. —Bueno, está bien. D



minutos de pausa.Después de darle un fuerte tr

a la cantimplora, Hanna soltómochila y miró a su alrededor. tubular claro del bosque se extenvarios cientos de metros hasta

poblada colina, con apenas dmetros de anchura. A cierta distanse encontraba una pequeña leñera.

—Tengo que hacer pipí anunció Hanna y eructó.

—Pues vete al bosque

contestó Peter.Hanna negó con la cabeza. —No tengo ganas de que



mosquito me pique en el culo. —Pues entonces ve detrás

refugio —propuso Peter—. Ahí noverá nadie.

—¿Qué tipo de cabaña es esa —Supongo que dentro ha

paja.Se levantó y se dirigió por

claro hasta la pequeña cabaña.

—Si sigue así de quejnecesitaremos todo el día hallegar arriba —protestó Pe

mientras observaba como Hadesaparecía detrás del pajar. Ni siquiera había pasado



minuto cuando Hanna salió corriende la leñera como si le hubipicado una tarántula. Gritaba couna loca.

—Ahora sí que le ha picadomosquito en su gran culo —se

Peter.Apresuradamente Hanna

acercó al grupo. Su rostro ha

tomado el color de la ceniza. Jade —Ahí... ahí dentro... hay

hombre colgado... —tartamudeó

respiración. —Estás loca —contestó Pete —Ve y míralo tú mismo si no



lo crees —le gritó desconcertantes de dejarse caer temblandosu piedra—. Un hombre está colgahí dentro. Bocabajo. Su cuerpo edescuartizado y le han arrancadopiel de la cara. Nunca podía haber

imaginado algo así. Hay moscas todos lados, sangre seca y víscera

Monika la abrazó mientras Pe

y sus compañeros se dirigieron acabaña. Volvieron enseguida con rostros petrificados.

—Tenemos que llamar a policía. ¿Alguien tiene el móoperativo?



Múnich, Unidad de CrimOrganizado de Baviera, en Maillingerstrasse

Bukowski se estaba preparanun café mientras Lisa estaba senten el ordenador escribiendo

informe. —¿Te apetece también uno?Lisa asintió sin levantar

mirada de la pantalla. —Siempre he odiado eso

comentó Bukowski—. Los polic

mejor cualificados y pagados pala mayor parte de su tiemrealizando actividades de p



exigencia. Y todo porque el Estano para de recortar puestos.

—Los informes tienen existir —contestó Lisa molestarse.

Bukowski llenó una taza

humeante café. —Claro que tiene que ha

informes pero bastaría con que

pudiésemos dictar en una grabació —Hasta hace dos años ha

personal de secretariado. Pero ah

tenemos que hacerlo todo nosotmismos. No podemos hacer naestamos pasando por un momento



recorte de gastos. —Si al menos ahorráramos

ello pero, lamentablemente, eEstado se ahorra un marco conpuesto y paga diez para que lo hotra persona de mayor rango.

—Deberías ser político y, cierto, ya no existe el marco.

Bukowski puso la taza en

mesa de Lisa. —Que Dios me libre

pronunció rechazando la sugeren

. Hice un juramento profesionno me puedo implicar con rastrerocortadores de cabezas, no puedo



político. —Ya veo que tienes una bu

opinión de los representantes pueblo.

Bukowski se sentó en su smientras disfrutaba del café.

—¿Sabes qué tienen en comun representante de seguros y representante del pueblo?

Lisa miró nerviosa un instantBukowski antes de seguir dedicadsu trabajo. No dijo nada.

—Presta atención, es msencillo. El representante de seguvende seguros y el representante



pueblo vende a su pueblo.Bukowski se rio en voz alta

su propio chiste. —Escucha, no me lo pones n

fácil si no paras de molestarme tus gracias —se quejó Lisa—. ¿

qué no te vas al bar y te quedas hasta que yo me haya ido?

El teléfono sonó. Antes de q

Bukowski se pudiera levantar, Lya había descolgado.

De la expresión de su cara pu

deducir que no eran buenas noticTras un breve intercambio palabras, colgó.



—¿Qué ha pasado?Lisa respondió.

—Eran nuestros colegas Berchtesgaden. Han encontrado cadáver mutilado. Cerca de Rampor encima de la Wimbachlklamm

—¿Y qué tenemos que nosotros con esto?

—Cerca hay un restaurante.

el aparcamiento han encontrnuestro Mercedes francés. Ademhan crucificado el cadáver b

abajo en un pajar, fue torturado.Bukowski dejó su taza de ctan bruscamente en la mesa que



manchó. —¿Nuestro Mercedes?Lisa asintió.

—¿Se sabe quién es el muertLisa negó con la cabeza.

—Un hombre de unos sete

años, totalmente desconocido.Bukowski se levantó de

salto.

—Venga vamos, ¿a qesperas?



32


-Se ha dedicado a este tema m

de veinte años —explicó Yaaraalzó un listado interminable con trabajos del profesor Chaim Raful

—Seguro que sabía daríamos con el templario duranuestras excavaciones —caviló T

en voz alta.Yaara se levantó y anduvo la habitación de un lado a otro.



—Vinieron después de primera cruzada, después de que cristianos hubiesen conquistJerusalén. Eran nueve en total. Nubuscadores de la suerte, procedende nobles empobrecidos o de

tercera o cuarta generación familias nobles que ya no tenían mque obtener en casa. Su líder

Hugo de Payens, un conde Champangne y se autodenominalos Pobres Caballeros del Tem

Salomónico. El rey Balduino, dirigente de esta tierra en aquépoca, les indicó donde pod



alojarse cerca del monte del Tempallí vivieron nueve años.

—¡Nueve caballeros! ¿parece poco como para defenderpaís contra los enemigos? intervino Tom.

—No luchaban —conteYaara—. Llegaron a un acuerdo clos grupos árabes y judíos, ape

salían de Jerusalén. —No lo entiendo —repl

Moshav sorprendido—. ¿Y q

hacían esos tipos todo el santo día —Excavaron —contestó Yasecamente—. Excavaron los pasi



retorcidos del monte del Tempcomo mineros que extraen carbNueve años. Después algunos ellos regresaron a RomSorprendentemente, tras su visitapapa, les concedieron derec

extraordinarios y se convirtieronuna orden poderosa y muy rica.mismo papa era al único señor al

tenían que rendir cuentas. Eincluso más poderosos que los rede algunos países. A partir de

momento dejaron entrar a mcaballeros e interesados a su orhasta llegar a ser una temida tropa



luchadores.Tom asintió pensativo.

—Tuvieron que encontrar adebajo del monte del Templo que aportara mucho poder e influendentro de la jerarquía eclesiást

¿Pero qué pudo haber sido? —Hay todo tipo

especulaciones —prosiguió Ya

. Algunos piensan que legendario tesoro de Salomón, otcreen que los restos mortales

Jesús, otros que el arca de Moisélos rollos con la representación dvida de Jesucristo.



Moshav se tocó la frente. —Nuestro templario poseía

rollo en su sarcófago y era uno denueve. Ahora se encuentra en manos de Chaim Raful.

—Sorprendentemente no se

ningún Renaud de Saint-Armentre los primeros nueve caballerHe encontrado una lista de nomb

Hugo de Payens era el comandadel pequeño grupo, los otcaballeros son: Godofredo v

Saint-Omer, André de MontbaGundomar, Gundfried, Roland, Pade Montdidier, Godofredo Bisto



Archibald de Saint-Armand. Nomenciona en ningún sitio a un Renaud.

—Quizás sea una confusión oerror ortográfico. —Tom intentó una explicación—. En todo caso

muy interesante. Ha llegrealmente el momento de hablar el profesor Chaim Raful.

Moshav miró a la calle porventana del hotel.

—¿Puede ser que ahí tengam

al tipo que nos persigue?Tom se dirigió a la ventana. —¡Sí, es él! Es el tipo que



siguió desde la ciudad. —Averigüemos qué quiere

nosotros —contestó Moshav ganas de acción.

Región de Berchtesgaden, pencima de la garga

WimbachklammBukowski se encontraba en

idílico prado verde a la falda

macizo Watzmann, por encima degarganta Wimbachklamm, subiócabeza para respirar el aire fre

mientras fumaba. —¿Qué tipo de bestia es cade cometer esta atrocidad?



pronunció Lisa mientras sujetfuertemente un pañuelo en la mano

Su estómago se había revueA pesar de toda su experiencia copolicía, nunca había visto ecarnicería. El cuerpo había s

descuartizado. Le amputaron manos al cadáver y le robaroncara.

—Ha sido el mismo diablocontestó Bukowski y exhaló el hupor la nariz.

Alrededor del pajar, en pequeño claro, ondeaban con viento cintas de precinto rojiblanc



Alrededor de la cabaña se haparado un helicóptero puesto quehabía ninguna carretera permitiera hacer llegar hasta allímaterial de la Policía Científica pla obtención de pruebas. Este cl

se encontraba a unos ochocienmetros de altura.

Lisa miró alrededor, solo ha

bosque, prado y un par de sendeaislados.

—¿Cómo lo habrán traído ha

aquí? —El forense salió de la caby caminó cuidadosamente a lo la



de un sendero señalizado. —Nunca había visto algo así

suspiró mientras se ponía la chaqu. Nunca había presenciado ta

brutalidad. —¿Puede decirnos ya algo?

preguntó Lisa.El forense se colocó bien

chaqueta.

—Puedo decir que se trata decadáver masculino, de unos seteaños, con un poco de barriga. Ll

muerto de cuatro a cinco días. —¿Causa de la muerte? preguntó Bukowski.



—Está bromeando, Bukow¿De qué le parece que puede hamuerto?

—Sí, ya sé que fue torturbrutalmente pero, ¿podría decircómo murió?

—Por la cantidad de heridasmuy probable que se desangrara.

—¿Cuándo tendrá informac

más precisa?El forense torció el gesto. No

a ser fácil identificar al muerto.

solo le han robado las manos ycara, también le han golpeado dientes.



—Querían asegurarse bien contestó Lisa.

El forense asintió y malrededor. Había llegado hasta con el helicóptero de la policía.piloto estaba sentado en la hierb

observaba con aparente indiferenel escenario.

—¿Cómo puedo salir de aq

preguntó finalmente.Bukowski señaló un send

cercano.

—Veinte minutos, si se da prEse comentario le proporciouna malhumorada mirada de Lisa.



cambio, el forense no se dimpresionar.

—Este pequeño paseo vendrá bien después de todo lo he visto. ¡Qué tengáis un buen dípasadlo bien con el cadáver!

Lisa esperó hasta que el foreno pudiera escucharla.

—Algunas veces eres realme

antipático —le reprochó a Bukow. ¿Y a qué viene esa absu

pregunta sobre el motivo de

muerte? Nadie sobreviviría a tabrutalidad. —¿No quieres saber si



asesinos han conseguido lo estaban buscando o si simplemese les fue de las manos? —replBukowski y dejó allí sola a Lisa.

Se tuvo que morder la lenguaveces Bukowski tenía una visión m

amplia que ella, tenía reconocerlo. Miró afectada al sueUn fuerte grito la conmovió.

—¡Hemos encontrado una llaexclamó el funcionario de

Policía Científica, quien ha

inspeccionado el suelo con detector de metales.Lisa corrió hacia él, mient



Bukowski se había alejado a ucierta distancia para satisfacer necesidades apoyado a un árbol.colega ya había envuelto la llaveuna bolsa. Era la llave de seguride la puerta de una casa. Iba colg

en un llavero en forma de monedaplata. Sobre esta se había inscritogran ojo.

De repente, una mano tomópequeña bolsa desde atrás. Lisaasustó.

—Es un jeroglífico egipcio explicó Bukowski—. Mejor dichotrata del ojo de Horus.



Lisa se encogió de hombros. —¿Crees que la ll

pertenecía al fallecido? —O a uno de los asesinos

quizás a un inocente turista pasaba por aquí para orinar.

—Colgado boca abacrucificado y mutilado hadesfigurarlo —murmuró Lisa

Quizás la llave sea la únposibilidad de identificar el cadáv

—Entonces, encárgate de e

contestó Bukowski—. Y cuanestés abajo pregunta si ya aparecido el Mercedes.



—¿Y tú?Bukowski señaló al helicópte

—Alguien tiene que encargade que saquen de aquí el cadáver.

Roma, Santo OficioPater Leonardo había regres

de su misión a Roma, estaba senten su despacho del Santo Oficiestudiaba los expedientes que

habían acumulado encima de escritorio durante su ausencia.

Al abrirse repentinamente

puerta de un golpe se sobresaltó. —¡Aquí se ha escondido! bramó el cardenal prefecto—. Ll



toda la mañana buscándole. ¿Norecibido mi mensaje?

Pater Leonardo se levantóhizo un ademán de inclinación.

—Su eminencia, acabo llegar. Aún no he visto

mensajes... —¿No es justo que lo prim

de todo sea dar una respuesta? —

interrumpió el cardenal prefectoPero no, yo he tenido que venibuscarlo y le he encontrado sent

en su mesa y soñando despierto pa todo lo que queda por hacer.La expresión de la cara de Pa



Leonardo hablaba por sí sola. —¿No le encargué

resolviera dos cuestiones para Santa Sede?

—Ya se han reanudado excavaciones —explicó el padre.

—Ese fue un encargo pero, le encomendé que encontrara a maldito?

Pater Leonardo suspiró. —Se ha marchado de la Tie

Santa, ha partido hacia Europa p

nadie sabe dónde está. —Pues averígüelo. Esllegando tiempos oscuros p



nuestra madre Iglesia. El cardeBorghese está muy intranquilo, tla Hermandad de Cristo está uego. No es consciente de

relevancia de la situación. uventud es demasi

despreocupada como para entenlo que está pasando en esmomentos. Encuentre a Raful y tra

el legado de ese templario antesque ese herético haga alestropicio.

Pater Leonardo tomó aprofundamente. —Yo soy un hombre de



Iglesia, su eminencia, lo que usnecesita es un detective.

—Pues conviértase en detective y resuelva este asunto contestó el cardenal prefecto yentregó un sobre al padre.

—Tiene libertad plena pactuar y todas las institucionesapoyarán. Vaya tras sus huellas,

urgente. ¿Dónde lo vieron por últivez?

Pater Leonardo titubeó, pero

demandante mirada del prefectoclavaba sobre él. Pater Leonasuspiró.



—Se me ha informado de voló a Alemania.

El cardenal prefecto asintió. —Encuéntrelo —ord

enérgicamente.



33

Garganta Wimbachklamm, a alda del Watzmann

-Hemos bloqueado todas

entradas —informó el comisario jde la Policía Judicial—. Los agenhan empezado a inspeccionar

restaurantes. La Policía Científicaa llevar el coche a la inspecciónla Policía de Traunstein.

Bukowski tiró la colilla cigarro a la hierba, a unos metrosdistancia. El helicóptero ha



transportado el cadáver. La resede tabaco de Bukowski se estacabando.

Además de huellas de suelas de zapato distintas, científica no había podido obte

más pruebas. —Quiero que se inspeccio

las pensiones y hoteles de la z

hasta el último rincón. —¿Cree que esos tipos

están por aquí cerca? —contestó

comisario jefe de la Policía Judici —De lo contrario, el cocheestaría aquí. Lo dicho, debem



contar con dos o más asesinos, ude ellos tiene cicatrices quemaduras en la cara y se parecemismísimo diablo. Y sus hombdeben tener cuidado, dispararán pdespejar el camino si es necesario

Moosacher, el comisario jasintió.

—La búsqueda ya está

marcha pero esos tipos pueden een cualquier lugar.

—Podría ser pero... ¿por

iba a estar su coche aquí? Creo todavía andan por aquí. Aún no encontrado lo que estaban buscand



Moosacher frunció el cgruñendo.

—Espero que sepa de lo está hablando. De lo contrario vama volver loca a la gente necesidad, el fallecido murió h

algunos días.Bukowski observaba como

especialistas de la científ

empaquetaban sus utensilios engran caja metálica. De nueintrodujo la mano en el bolsillo de

camisa, sacó un cigarrillo y encendió. Lentamente se dirigió hael funcionario.



—Supongo que nos recogede aquí —le dijo a uno de colegas que guardaba su carpetapapeles.

—El material sí —contestófuncionario—. Pero no hay basta

sitio, nos tenemos que bajar andanBukowski miró el camino

descenso que desaparecía en me

del bosque. Suspiró y le dio ucalada al cigarro.


aKeremApresuradamente salieron hotel, se dividieron en dos grup



Tom y Yaara hacia la derecmientras que Moshav y Jsiguieron el camino hacia izquierda. El hombre seguía al olado de la calle y se hacía despistado. Cuando reconoció a

cuatro, se giró frenéticamente yprecipitó calle abajo. El pequhombre grueso de enfrente no te

nada que hacer frente a la velocide Tom. Intentaba abrir la puertaun viejo Citroën pero Tom fue muc

más rápido y lo empuñó por chaqueta de verano. —¿Qué es esto? —protestó



doblegado. —Eso mismo me gustaría sa

a mí. ¿Por qué nos persigue? —Yo... yo... yo no es

persiguiendo a nadie... estoy aquícasualidad, ¿qué es esto?

Yaara había ido a por los otdos. Clavaba sus ojos en el homque habían reducido, casi calvo

con un holgado traje gris. Tregistró los bolsillos de su chaquy extrajo una pequeña pistola

plata. —¿Qué tenemos aquí? —le dal hombre y le puso el arma bajo



nariz. —¿Por qué nos persigues?

Yaara exigió una respuesta. —No estoy persiguiendo

nadie...Tom le interrumpió con

gesto. —Intenta no reírte mucho de

si no pasará algo.

Para aclararle su intenclevantó el arma apuntando a la fredel tipo.

—Si no habinmediatamente... —Está bien —pronunció



grueso señor.Por su frente corrían gotas

sudor. —¿Quién es usted? —pregu

Yaara.Entre tanto ya habían lleg

Moshav y Jean. —Suéltame, voy a hablar

suplicó el hombre.

Tom aflojó el puño. —Soy Solomon Pollak

explicó—. Yo... todo el mundo sa

lo que habéis sacado de la tieunto a la ciudad.Tom llevó a Pollak consigo



una calle lateral. —¿Qué quieres decir? ¿Qué

supone que hemos sacado de tierra?

—No es ningún secreto, todaciudad habla de ello. Hab

encontrado al último templario,caballero que guardaba el legado.

Tom miró demandante a Yaar

—¿Qué legado?Pollak sonrió.

—El último gran secreto

nuestra civilización. Mucexcavaron la tierra en vano, encontraron nada pero vosot



habéis tenido el honor de desenterel legado de los templarios.

—Lo encontramos y perdimos —replicó Yaara.

Pollak miró confundido. —¿Qué significa eso?

Tom soltó al grueso y sudorhombre.

—Estás persiguiendo a

personas equivocadas, tus esfuerhan sido en vano. No tenemos tesoro y tampoco sabemos dónde

encuentra.Pollak torció el gesto. —Os ofrezco diez millones



dólares por los escritos.Tom miró a Pollak de arr

abajo. —Diez millones. ¿De dónde

vas a sacar? —contestó. —No lo vais a creer pero te

clientes ricos que pagarían cualqusuma.

—¿Quiénes sois? ¿Qué quer

de nosotros?Pollak se estiró un poco

arrugado traje.

—Digamos que soy un mecedel arte.Tom le mostró la pistola.



—¿Un mecenas que va armad —En esta ciudad el mal

esconde detrás de cada rincón. Ctodos aquí van armados, no es raro.

—Nosotros excavamos

guarnición romana —explMoshav—. El hallazgo del caballfue pura casualidad. No sabíam

que su cripta se hallaría en yacimientos. El profesor se llevado consigo todo lo

encontramos en el sepulcro. Despdesapareció sin dejar rastro. Entanto han muerto tres personas



nuestro equipo. ¿Está usted detrásesto, mercenario?

Pollak levantó las manos pdefenderse.

—¿Acaso tengo pinta asesino? Soy un comerciante. Esp

poder hacer negocio con ustedMantengo mi palabra. Diez millopara cada uno.

Pollak introdujo la mano enbolsillo de su chaqueta. Tom apucon la pistola.

—¡Alto! —exclamó y sacó tarjeta—. No lo olvidéis, dmillones de dólares para cada u



Mantengo mi palabra.Extendió la mano solicitando

pistola. Tom dudó. —Mejor me la quedo yo

contestó—. Usted podrá conseguna nueva. A un comerciante no

resultará difícil.Pollak asintió y se largó. T

lo observó durante un rato.

—Es un tipo escurridtenemos que tener cuidado con él.

Jean Colombare asintió.

—Por cantidades menores matado.Tom se metió la pistola en



pantalón. —Tenemos que encontrar

Raful, es más que evidente. Decontrario, nunca nos dejarán en pa

Schönau am Königssee, regde Berchtesgaden

El atardecer irrumpía sobreidílico y retirado lugar junto Königssee. Un ardiente sol rojizo

escondía lentamente por detrás demontañas occidentales. El bulliciolos turistas seguía llenando

pueblo, bajaban por la carretera lago y en las tiendas contemplal o s souvenirs, las típicas fal



acampanadas Dirndl y los sombreGamsbart. El último bote llegarípuerto en menos de una hora. Enaparcamiento frente al desfiladquedaban aparcados numerocoches.

El vehículo civil de la poliun Audi color beige, se desplazabreducida velocidad alrededor de

filas de los vehículos aparcadUnos atentos ojos radiografiabanlos visitantes que pasaban por

aparcamiento.El Audi se paró. Dos hombcon traje negro, uno alto y otro baj



recio estaban de pie junto a Mercedes verde oscuro. Llevagafas de sol y desde lejos parecunos inofensivos transeúntes. Phubo algo que le llamó la atenciónpolicía que le hizo girar el coche.

dio con el brazo a su colega. —A esos dos tenemos

vigilarlos mejor —dijo.

Abrió la puerta del conductopara cuando su colega se husoltado el cinturón, el agente

estaba en la calle y se dirigía haesos dos hombres. —¡Buenas tardes! —saludó.



De repente, el más alto sobresaltó y un fuerte estruenacabó con el idílico entorno. comisario jefe de la policía desplomó, un doloroso grito saliósu garganta antes de alcanzar

suelo. Las mujeres y los nigritaron y se agacharon en el suLa puerta del Mercedes se ab

repentinamente y el más pequeñodeslizó en el asiento.

El agente apuntó con su pist

pero antes de que pudiera reacciovolvió a escucharse un fuedisparo. Su colega permane



aterrada junto al coche. —¡Holger, por amor de Di

gritó.El comisario jefe se levant

con dificultad llegó hasta la paposterior del coche para proteger

usto después el más alto volvidisparar. La bala retumbó con zumbido y golpeó el lateral del co

de servicio. Su compañera policíaagachó y apuntó con su arma.

—¡Policía, tire el arma! —

gritó al hombre que ni se inmutó.Se escuchó fuertemente el model Mercedes. Con las rue



rechinando, el vehículo salió maratrás del aparcamiento. La mupolicía disparó pero falló y el tmás alto se dirigió hacia la puedel copiloto que se abrió. Disparónuevo en dirección al policía.

comisario jefe apuntó brevementdisparó. Por un momento, el mgrande se tambaleó pero se dejó c

dentro del coche que salió disparen dirección a la carretera del lago

—¡Mierda! —gritó el comisa

efe—. ¡Pide refuerzos!Su compañera desapareció encoche y llamó por la radio. Desp



de comunicar el mensaje, se apreshacia el herido.

—¿Dónde te ha dado? preguntó preocupada y lo obsepor el cuerpo para mirar la heriSu camisa mostraba un pequ

agujero a la altura del esternón. mano izquierda sangraba.

Se abrió la camisa y mostró

chaleco antibalas. —¿Qué le pasa a tu mano?

preguntó su colega.

—Es solo un arañazo. Creo he alcanzado al más alto.Diez minutos después



incidente, todas las patrullas estainformadas. Cuando Bukowski enteró de lo ocurrido en Schöngolpeó suavemente a Lisa en hombro.

—Lo sabía, todavía están aq

Aún no han encontrado lo estaban buscando.



34


-Nos separaremos —dijo T

con una seria expresión—. Tenemque intentar saber lo máximo posisobre los templarios y seguir

huellas de Chaim Raful. Por eYaara y Moshav se irán a Parínosotros dos a Stuttgart. Hay

desvelar el secreto.Jean Colombare sonrió. —Sigo pensando que, co



siempre, se trata de uno de típicos buitres que acechan alredede las excavaciones y que sespera que haya algo para él. Poles uno de esos tipos pero, Totienes razón. Tenemos que hacer to

lo posible por encontrar a ChRaful.

—¿Y qué quieres que hagam

cuando lo hayamos encontrado? preguntó Yaara.

Tom asintió.

—Publicaremos todo lo queencontró en la tumba del templaCuando la opinión pública e



informada ya no tendrá sentido vayan a por nosotros.

Moshav mostró su acuerdo un ligero murmuro.

—Pero Chaim Raful no vacolaborar tan fácilmente —obj

Yaara. —Yo me encargaré de que

sea. Tendremos que obligarle

alguna forma. No tengo ganas seguir siendo diana de las sombque nos acechan por todos lad

Estoy seguro de que Pollak es suno de ellos, incluso uno de los minofensivos. Acuérdate de Jonatha



Jean carraspeó. —Yo también asistí a algu

clases en la Soborna y conozcoprofesor Molière del que hablMoshav. Además, conozco bien Pay tengo amigos que nos pue

ayudar. Será mejor que yo busquMolière, es cierto que puede ocucualquier cosa.

—Te acompañaré —dijo Yay levantó la carpeta llena manuscritos con la información so

los templarios que había estcompilando—. Ya soy una expertaJean se levantó.



—¡Entonces, vamos a París!le dijo a Yaara.

Tom miró la hora en su reloj. —¡No tenemos tiempo

perder! Reservemos los billetes avión hoy mismo.

Tom se alegraba de dejar atJerusalén, aunque tenía claro debía seguir contando con que

podían perseguir también Alemania. Quizás, por eso, haconservado la pistola de Pollak pe

¿cómo iba a poder pasarla mañpor el aeropuerto? Había férrcontroles y seguro que los detecto



de metales la descubrirían. A no que la pudiese ocultar. En mediola noche sacó la caja de herramienque había guardado debajo decama. Era arqueólogo y haparticipado en unas excavaciones

país.Mitterbach am Königss

región de Berchtesgaden

Toda la región alrededor Königssee estaba llena de policEn cada cruce, en los pueblos

campos había patrullas de policarmados con chalecos antibalas. Dhelicópteros volaban sobre una z



de bosque cerca del pequeño puellamado Mitterbach. Apenas hamedia hora, una patrulla haencontrado cerca del cementeriocoche abandonado con el que asesinos se habían dado a la fuga.

Los retenes de la policía guardia, equipos con perroscomandos de operaciones especia

inspeccionaban la zona del bosqusur del cementerio. Al parecer perros habían descubierto u

huellas. —Por suerte nuestro compañno ha sido herido de gravedad



informó el comisario uniformadoEl chaleco antibalas le ha salvadovida.

En el interior del coche habdescubierto sangre en el asiento copiloto. Todo indicaba que ha

resultado herido en el tiroteo mantuvo con la policía. Bukowestaba en la carretera

Oberschönau y allí tiró su cigarriIntrodujo la mano en el bolsillosacó el paquete de taba

Maldiciendo retorció la cajetvacía y la tiró a la hierba. Ya noquedaban más cigarrillos. Lisa,



estaba parada junto a él, negó concabeza.

—Estás completameenganchado —obseinmediatamente—. Deja ya de vez de fumar.

Bukowski respprofundamente. El comisauniformado llevaba colgada la ra

delante de su pecho. Unos ruidos interferencias salían del auricuBukowski afinó el oído.

—¿Qué han dicho? —pregual uniformado. —Están escondidos por la pa



suroccidental.Bukowski miró al cerc

bosque y asintió. —Estos tipos

extremadamente peligrosos. Tenemque ser precavidos y tener en cue

que dispararán para despejarsecamino. Uno de ellos es un buscasesino de la mafia. Al otro aún no

hemos identificado pero no creo sea más inofensivo.

—Están en marcha

helicópteros, perros y el grupo operaciones especiales, más podemos hacer —contestó



uniformado comisario. —Yo preferiría expertos

explosivos que tendieran ualfombra de bombas por el bos

dijo Bukowski con sarcasmo. —En los márgenes del bos

se encuentra la policía de guarbloqueando los accesos. Cseguridad no podemos afirmar

estos tipos sigan en el bosque. motor del coche estaba frío pero perros han reaccionado y han segu

las huellas.Bukowski cruzó y se dirigiócoche donde los especialis



forrados con un traje de papel blanse encargaban de la obtención pruebas. Se reconocía con facilila huella de sangre en el asiento gdel copiloto. Uno de los compañede la Policía Científica est

fumándose un cigarro junto autobús VW. Se había quitado traje y estaba elaborando un croq

de la situación con las huellas vehículo.

—¿Tiene un cigarro para mí?

preguntó Bukowski.El funcionario dejó el lápintrodujo la mano en el bolsillo



sacó un paquete de cigarrilBukowski lo cogió con ansiedad.

—¿Ha encontrado algo? preguntó mientras soltaba el humo

—Se puede decir que sí contestó el funcionario—. Hue

dactilares, tejidos, pelo, sangre, todo un poco. Hemos ordenado comparación de huellas con

propietario del vehículo. Ptardaremos bastante hasta podamos clasificar las huellas

extraer conclusiones. Y si contamos con esta informacipreviamente informatizada



registrada, entonces no sabremmucho más.

—Estoy seguro de encontrarán al portador de huellas en el sistema de persecuciSon delincuentes muy buscad

¿Hay mucha sangre en el coc¿Piensa que ha sido gravemeherido?

El funcionario se encogió hombros.

—Depende de lo grande que

el tipo. Hay relativamente psangre y según la ubicacpodríamos decir que se trata de



herida en el hombro, teniendo cuenta que el tipo sea de un tammedio.

Bukowski asintió.Lisa se aproximó despa

Miró dentro con escepticismo.

—Ya han inspeccionado parte suroccidental del bosque. parecer los perros han perdido

rastro. —¡Mierda! —excla

Bukowski.

—Ya pueden estar en cualqulugar.Bukowski miró su reloj. Ha



apenas dos horas que se haproducido el tiroteo con sus coleg

—Aún están aquí en algún luy uno de ellos está herido. Eso hace más peligrosos.

—Pero no pueden ocultarse

una pensión o en un restaurante sencillamente. Cualquisospecharía de un huésped

sangra. La radio no para de informsobre nuestra búsqueda desde altercado con los asesinos. Creo

aquí ya no queda nadie que no slo que está pasando.Bukowski torció el gesto.



—Justo eso es lo que preocupa.

Roma, Città del Vaticano cerde la piazza San Pietro

—Parece que cada vez se escapa más de las manos —murm

el cardenal Borghese.Estaba enfadado con este jo

padre que acababa de volver

Jerusalén y no había consegunada. Se habían asegurado quepartir de ahora, la École, tan cerc

a la Iglesia, seguiría con excavaciones junto a la carreteraJericó como debía haber sido de



el principio. Pero esto no era mucDesde hace días no había recibninguna noticia. Tanto Benoit coRoma callaban. El cardenal prefeestaba de ruta fuera del país yalgún lugar del mundo se encontr

este herético trabajando en derrumbamiento de los pilares deIglesia romana-católica. El poder

los templarios era inquebrantabNo habían servido de nada todas muertes y sacrificios que

produjeron hacía más de setecienaños. El legado de esta peligrorden seguía amenazando la Sa



Sede como la espada de DamocY nadie, ni siquiera el papa, lo sabSolo la hermandad podía imaginalas consecuencias que podrían telos hallazgos de Jerusalén. La épde los templarios no est

completamente acabada. Muchuyeron. En todos los lugares podían observar sus huellas, incl

en los billetes de esta nación queparte emergían del legado de eorden de caballeros.

En aquella época engañarontodos. Al abrigo de una hermandcreyente que temía a Dios tejie



una infamia, movidos por desprecio a la palabra de DExigían poder, influencia y riqueErigieron su torreón a base amenazas y mentiras que al pareseguían extendiéndose a lo largo

tiempo.El cardenal Borghese susp

Miró por la ventana, los rayos

sol se reflejaban en los cristaleslas casas vecinas.

—¡Dios mío! ¿Por qué perm

que nos ataquen por la base? ¿qué no mandas a tus ángeles espadas en llamas, tus querubine



serafines? Tú, pastor de Isrescúchanos, ¡que pasten descendientes de Jacobo como rebaño! ¡Tú que reinas en el Cipor encima de nosotros, aparece!

El cardenal escuchó el silenc

con las manos cruzadas. Le dolíapresión de los dedos pero no recininguna señal de Dios.

El cardenal se levantó. Era hde prepararse para la mvespertina. Se estaba colocando b

la sotana cuando sonó el teléfoDescolgó y contestó. —Es hora de que nos veam



inmediatamente —pronunció grave voz a través del teléfono.

El cardenal tomó aire. —Ya voy —contestó.



35

Mitterbach am Königssee, regiónerchtesgaden

La joven mujer est

petrificada. Con los ojos abiercomo platos por el terror, mirfijamente a los dos hombres

habían entrado en su cocina. Upequeño y regordete, parecía boxeador, más bien un personaje

una mala película de terror. El oalto y fibroso, tenía la cara mismo diablo.



Llevaba todo el día observanlos numerosos coches de policía patrullaban por la carretera Schönau, al otro lado de KönigsAche. Desde por la mañana temprhabía escuchado el ruido de

helicópteros y en la radio habinformado sobre el tiroteo entrepolicía y un par de delincuentes. A

estaban buscando a los delincuenque ahora mismo se encontrafrente a ella, en su cocina. Aunq

había cerrado bien la puerta de athabían conseguido entrar a la caTenía miedo, un miedo atroz.



demonio ejerció presión con la men su cuello. Estaba herido. boxeador apuntaba con un arma gran calibre hacia su cabeza.

—¡Silencio! —ordenó boxeador con una voz que reflej

un acento sureño—. ¿Quién hay encasa?

La joven mujer temblaba.

El boxeador se dirigió haella. Repitió la pregunta vehemencia y apoyó el recorrido

la pistola en la sien de la mujer. —Nadie —dijo con miedoSolo yo y mi madre.



—¿Dónde está tu madre?La joven mujer señaló ha

arriba. —Está enferma, en la cama,

puede levantarse.Entre tanto el demonio se ha

acercado a una silla y se sentó conquejido.

—¿Le puedes ayudar?

preguntó el boxeador.Poco a poco volvió a se

como regresaba el alma a su cuer

Emergió algo de esperanza. Quidesaparecerían si no se negaba. Mbrevemente el reloj junto al arma



de cocina. En una hora volveríahijo de natación, hasta entonces teque conseguir que estos tipos marcharan. Asintió temblando.

—Soy... soy enfermera contestó débilmente.

—Bien —pronunció boxeador mientras el otro callaba.

El boxeador bajó el arma y

dejó el camino libre. Envió upetición al cielo y se inclinó herido, quien se quitó titubeante

mano del cuello. Se aterrorizó. cuello del demonio se halevantado por el lado derecho p



la herida no sangraba mucho. parecer no se había dañado ningarteria. Probablemente una bala pasó de refilón, aún así la herida considerable.

—Necesito alcohol y vendas

dijo la joven mujer.El boxeador asintió. Cuando

mujer se giró y se dirigió a la pue

él se interpuso en su camino. Se py lo miró fijamente a los ojFinalmente el boxeador se echó a

lado. —¿Dónde está tu marido? —preguntó mientras le seguía por



pasillo. —Se marchó, así son

hombres —contestó.El acento del boxeador

recordaba al camarero de la pizzede Bischofswiesen.

—Si obedeces no te pasnada —la tranquilizó el hombre.

—Haré lo que me digáis p

tenéis que desaparecer —les rogóPrometédmelo.

El boxeador sonrió.

—Nos marcharemos cuanllegue el momento.De un armario del pasillo s



un bote de alcohol y varias vendas —Vivo aquí sola con mi ma

quien padeció un infarto. Mi hvendrá pronto de su entrenamienOs ayudaré, tengo un coche, ospodéis llevar. Pero no nos hag

nada, por favor. Yo... yo puedo... —¡Silencio! —ordenó

boxeador—. Ya veremos.

Regresaron a la cocina. Cuanvolvió a inclinarse sobre el herilas lágrimas salían de sus ojos.

—Tienes que ser fuerte —dijo suavemente mientras limpiabherida con un trozo de algodón



abundante alcohol.El demonio ni se inmutó, aun

ella sabía que era un dolor infernaSchönau, región

erchtesgadenSe ordenó la inspección por

bosque sin que hubiproporcionado ningún resultado. Ly Bukowski habían regresado

Schönau junto con el jefe de los Sa nivel regional, un comisario dedirección general. Allí se ha

instalado una unidad móvil pcoordinar la acción. La regalrededor del Königssee seg



cerrada por las patrullas de poliUn helicóptero sobrevolaba la zoparaban e inspeccionaban a cpeatón y a casi cada vehículo quedesplazaba entre el lagoBerchtesgaden.

—¡Es increíble! —exclaBukowski en voz alta después de el helicóptero informara que te

que regresar a su aeropuerto bpara repostar.

Bukowski golpeó el tablero

radio con la mano extendida. —Ahí fuera hay sueltos uasesinos muy peligrosos y nosot



nos quedamos aquí parados porno tenemos gasolina.

Los presentes, el comisario jy dos funcionarios, se miraron ensí. Bukowski abrió la puerta degolpe y abandonó la unidad mó

montada sobre un camión Merceubicado en los aparcamientos dohacía apenas unas horas había ten

lugar el tiroteo.El comisario jefe miró a L

demandante.

—¿Siempre es así?Lisa se encogió de hombros. —Estos hombres



extremadamente peligrosBukowski teme que puedan tomaalguien de rehén. Entonces tendremun serio problema.

—Hemos emitido noticias la radio, la gente de aquí e

informada y tienen bien cerradas casas. En cuanto noten asospechoso, se les ha solicitado

informen a la policía. No podemenviar dos funcionarios a cada caespero que eso lo tenga claro.

Bukowski se había encendun cigarrillo y exhalaba el humo.sentía impotente. Esos tipos no ten



escrúpulos. Aquí había una gcantidad de edificios vacíos pero de ellos estaba herido y necesitayuda. Era muy poco probable queocultaran en algún lugar aislado.suponía que se buscarían más bien

lugar seguro donde pudieran recayuda y donde también tuvieranposibilidad de secuestrar a algu

Después de varios asesinatos, eera un delito insignificante.

Lisa abrió la puerta y bajó

lo escalones metálicos. —¿Qué piensas? —le pregua Bukowski meditando preocup



detrás de una cortina de humo. —Si nos quedamos a

esperando, se nos escaparán contestó—. Cada minuto que pson más peligrosos. Cuanto mtiempo pase, más ventaja nos llev

No tengo ganas de más cadáveres. —¿Y qué podemos hacer se

tu opinión?


—No sé lo que es mej

Tenemos lo que en la academiadenomina una «situación estática»esta situación entraña para todos



implicados y no implicados un gpeligro. Creo que nuestra espempeora la situación. Quidebamos empezar a inspeccionar casas alrededor del bosque. menos, así conseguiríamos algo

movimiento en nuestra operación yreforzaría la presión persecutoria.

El comisario jefe había sal

de la unidad móvil y se dirigió haellos.

—¿Qué piensa ust

Bukowski? —preguntó.Bukowski repitió su análisisla situación. El comisario jefe n



con la cabeza. —Creo que con eso s

incrementaríamos el potencial peligro. Si estrechamos el cercolos asesinos será peor. Además,las próximas horas no contamos

ayuda desde el aire. El helicópttiene que repostar y no tenemos odisponible. Deberíamos seguir con

bloqueo y exigir un segundo comanespecial.

—Pero va a oscurecer pro

replicó Lisa.El comisario de policía mirócielo.



—Aún nos queda una hora luz. Yo soy el responsable de efectivos implicados. Si vamos cpor casa seguro que se producotro tiroteo.

Bukowski torció el gesto.

—Entonces sería mejor retpor completo a nuestros hombredejar escapar a esos tipos. Eso se

lo menos peligroso para todos implicados.

—Es una broma, ¿no?

Bukowski se encendió de nuun cigarro. —¿Tengo pinta de es



bromeando? Aeropuerto Ben Gurion, IsraTom estaba sudando, llevaba

caja de herramientas al aeropuertallí la entregaría a la compaaérea.

—¿Pero qué quieres hacer esa caja de herramientas? —preguMoshav—. No vamos a

excavación. —Déjame —contestó Tom—

fin y al cabo, mis herramientas son

único que poseo. ¿Acaso piensas las voy a dejar aquí? —Yo pensaba que íbamos



buscar al profesor. —Es lo que vamos a hacer

confirmó Tom.Tom pasó casi media hora en

mostrador del aeropuerto antes que volviera a reunirse con Mosh

que lo esperaba sentado en un banMoshav daba sorbos a un café envaso de papel. Cientos de perso

cruzaban por la amplia sala aeropuerto. Los pilotos, junto con tripulaciones, se apresuraban ha

las salidas con sus maletas, delade las puertas de embarque amontonaban los viajeros a la esp



de sus vuelos.Jean y Yaara se hab

marchado a París con el avión de France hacía tres horas. En realidya deberían haber llegado. Pantes de su partida, Jean Colomb

le entregó a Tom un escrito que haextraído de los archivos on lineuna biblioteca arqueológica

Frankfurt. Un escrito sobre caballeros y las Cruzadas. Coautores se reseñaban dos nomb

Junto a Chaim Raful, entonces doctor, se encontraba el nombre profesor de la Maximilia



Universität Múnich, el doctor YigJungblut. Por otro lado, un amigocontó a Jean que después de ubilación, Jungblut se compró

pequeña casa cerca Bischofswiesen en la región

Berchtesgaden para pasar allí últimos días. Jungblut tenía que teya más de ochenta años, disfrut

de una buena salud y no hamuerto, tal y como anunció revista de arqueología hacía algu

años. Al parecer, a Jean ya noparecían tonterías las suposiciode Tom. Por lo visto, el encuen



con Pollak le hizo reflexionar.Jungblut vivía, por tanto,

Berchtesgaden. Tom conocía mbien la región alrededor Königssee. Estuvo allí varias vedurante su adolescencia y tamb

como joven adulto para explorarmacizo Watzmann desde todas perspectivas. Como ingeniero

caminos y arqueólogo de renomhacía mucho tiempo que no hasubido a una montaña en su tiem

libre, pero si surgía la ocasión aúnsentía muy capaz. En la vida cosas que nunca se desaprenden.



—¿Dónde vamos primero? preguntó Moshav mientras arrugsu vaso de papel antes de hacanasta con él en una papelera a mde tres metros de distancia.

—Jungblut es nuestra ún

pista —contestó Tom—. Creo los dos siguen en contacto. Tielas mismas ideas, la misma histo

y, sobre todo, la misma opinsobre la Iglesia si confiamos en artículos que Yaara sacó de intern

¿Por qué no se iba a refugiar conamigo de toda la vida? Seguro estaban bien a gusto traducien



tranquilamente el último legsecreto de los templarios. Quidecirle a la cara todo lo que conseguido con este secretismo.

Por el altavoz sonó por primvez la llamada del vuelo de Bri

Airways con destino a Stuttgart. —Espero que no tengamos

estar buscando demasiado tiempo

dijo Moshav después de levantars —Y yo espero que el profe

sepa lo que aquí está en jue

Espero que nos pueda proporciouna buena explicación. Él tieneculpa de todo, si no hubiese sido



él, Gina, Aaron y Jonathan seguirvivos.

—De todos modos, no creo entregue con facilidad su hallazgo

—Me encargaré de que lo hcontestó Tom fríamente.

En las cercanías de SaiMaxime, al sur de Francia

—Los rescataremos esta no

dijo el hombre de traje oscurode barba.

—Pero hasta ahora no

servido de nada, aún tenemos manos vacías. —Pese a todo, el asunto



demasiado peligroso —increpó hombre de pelo oscuro—. Tenemque esperar a que el tema se enfsi no podemos arriesgarnos a que detengan y eso tendría consecuencfatales.

—La policía ha bloqueado toel paso.

—Lo sé, pero no cuentan

nosotros. Creen que trabajan porcuenta. Además, hemos encontraotra posibilidad de llegar hasta

escritos. Los arqueólogos están camino. El alemán es bastainteligente. Nos mantendremos a



lado y esperaremos. En la situacactual es lo mejor. Encárgate, favor, de que nuestros hombregresen sanos.

—¿Y cómo lo voy a hacNecesitaría por lo menos un jet

replicó el hombre de barba. —Órdenes de arriba, da igua

que cueste y lo que tengas que hac

La policía no puede atraparlos bningún concepto.



36

Mitterbach am Königssee, regiónerchtesgaden

El pequeño llegó puntualmen

casa después del entrenamiento natación. Ahora se escabutemeroso al lado de su madre sent

unto a él en el sofá de la salaestar. En el sillón frente a elloshabía sentado el hombre con

cicatriz de una quemadura en la cUna pistola de gran calibre yacíasu regazo. El vendaje del cuello



había manchado de rojo por bordes. El pequeño miraba con ojos bien abiertos al hombre cara de demonio.

—¿Va a matarnos? —pregula joven mujer.

El demonio miraba meditatpor la ventana.

—Si está tranquila no le pas

nada —contestó sin mover la miraÉl también tenía acento

hablar. Su cómplice se ha

quedado en la cocina pero su vozpodía escuchar de vez en cuando.parecer estaba hablando



teléfono. —Necesitará una venda nu

la mujer intentó romper el pessilencio pero el hombre con caradiablo solo musitó aincomprensible.

Finalmente la puerta se abrióun golpe y el boxeador entró enhabitación. Intercambió un par

palabras extranjeras con el herquien asintió. Fuera empezabaanochecer.

El boxeador se sentó en sillón que quedaba libre y sonperspicazmente a la joven mujer.



—¿Desde cuándo vives asola? —preguntó.

La mujer intentó disimular temblor.

—Desde hace dos años respondió brevemente.

Señaló al pequeño. —¿Y tu marido? —Se fue a Múnich,

soportaba vivir aquí. Es un urbanla vida aquí le parecía mmonótona.

El boxeador se levantó y se irónicamente. —Entonces, hace tiempo que



has estado con un hombre.El temblor se hizo más fuerte

pequeño se agarró aún con mfuerza a su madre.

—Quizás hasta te guste. ¿Dóestá tu dormitorio? —prosiguió

boxeador. — Stai cito! —le reprendió

cómplice—. Non e in tempo!

El boxeador perdió su sonrisse volvió a sentar. Contestó enidioma extranjero. Habla

brevemente entre ellos y el homde cara desfigurada se dirigió aoven mujer.



—¿Dónde tienes el coche? —preguntó.

—En el garaje —contestómujer señalando en dirección granero.

—Necesitamos un par de cub

pero tienen que ser de metal. —Quizás haya alguno en

granero.

El diablo le dio una orden acómplice. Gruñendo el boxeadorlevantó y se dirigió a la puerta.

—No nos harán nada, ¿verdvolvió a preguntar la mujer preocupación.



El demonio negó con la cabez Aeropuerto de Stuttgart, sur

lemaniaEl avión de British Airw

aterrizó puntual, a las 17:00 horasel aeropuerto de Stuttgart. Una

que Tom y Moshav concluyetodas las formalidades, tuvieron permanecer un buen rato en

recogida de equipaje hasta pudieron entregarle a Tom su gcaja de herramientas.

—¿Por qué no la has dejadoel hotel? —preguntó Mosmientras Tom se esforzaba



colocar la maleta en el carrito.Juntos llegaron hasta la sala

llegadas. Tom buscó decididamela zona de las taquillas.

A través de un empinado pasllegaron hasta el edificio contiguo

aeropuerto donde se encontrabamayoría de mostradores de las línaéreas turcas y yugoslavas. La z

de las taquillas hacía esquina. Sunas cuantas personas estasentadas alrededor de las mesas

las que se permitía fumar. Tom mcon desconfianza a su alrededFinalmente tomó la maleta del ca



y desapareció detrás de la esquiMoshav quería seguirle pero Tomretuvo.

—Quédate ahí y vigila quevenga nadie —dijo.

Cuando regresó a los po

minutos, Moshav lo mdemandante.

—¿Qué haces?

Tom sacó a hurtadillas de chaqueta la pequeña pistola platea

—Ya sabes, no debem

andarnos con tonterías, no nos venmal un poco de seguridad. —¡Estás loco! —conte



Moshav desconcertado—. Si enaduana hubiesen encontrado pistola, ahora estaríamos entre rej

—Pero no lo han hecho contestó Tom.

Cruzaron la sala de llegad

abandonaron la construcción cristal. Numerosos taxis esperadelante de las puertas que, a su v

estaban rodeadas por una enorobra.

—¿Qué hacemos ahora?

preguntó Moshav. —Espera un poco —conteTom y mientras se dirigía a uno



los taxistas. —¿Qué sorpresa tienes ahora

la recámara? —bromeó Moshav pTom ya había desaparecido. Moshse giró y con un suspiro se sentóun banco cercano.

Pasó casi media hora hasta Tom volvió a aparecer. Había idotaxista en taxista hablando con el

Cuando regresó, sonrió satisfechse sentó junto a Moshav en el banc

—¿Qué has hecho? —pregu

Moshav. —Ahora sé que estamos encierto —contestó Tom satisfecho.



—¿En lo cierto?Tom sacó un papel doblado

bolsillo de su chaqueta, lo abrió ylo extendió a Moshav. Era una fdel profesor Chaim Raful.

—La imprimí ayer en inter

dijo pícaramente. —No pretenderás hacer

creer que un taxista aún se acord

de él. —De él solo quizás no, pero

unto a su equipaje.

Moshav frunció fuertementeceño. —Piensa por un momen



Supongamos que lleva consigo antiguos escritos que tienen másmil años y son muy susceptibSeguro que no arma todo esto pluego dejar que se dañen porcamino.

A Moshav se le encendió repente una bombilla.

—Los llevaba en una aljaba

vacío. —Exacto —confirmó Tom—

cuando alguien lleva algo así bajo

brazo, seguro que llama la atenciLlevaba dos, de un metro de longitestima el taxista. Aterrizó aquí h



catorce días y fue directamente hala estación de tren.

—¿A dónde?Tom se levantó y se diri

directamente a la puerta de entraJusto al lado de la valla publicita

de Lufthansa estaban colgados horarios de los trenes de la DeutsBahn. Tom buscó en la columna

las horas de salida. —A las diecisiete y diez

Múnich y a las diecisiete y doc

Koblenza —leyó en voz alta. —Múnich, si se ha alojado su compañero de la Universidad.



Tom asintió. —Jean tenía razón, vamos

Múnich a visitarle.Schönau, en la región

erchtesgadenStefan Bukowski se apo

relajadamente en el coche de poliy lanzó la colilla marcando pronunciado arco. Número diecisi

pensó y siguió con la mirada el rede la colilla aún encendida volaba como una luciérnaga roj

través del incipiente anochecer y chocó contra el asfalto con upequeña explosión chispeante.



El helicóptero de la policíaretiró de nuevo de la zona búsqueda. Durante toda la tarde, especialistas con perros habestado rastreando el boslimítrofe, asistidos por el helicópt

y una cámara de calor pero sin éxalguno. Al oscurecer, la búsquedacanceló. Algunas patrullas de poli

se encontraban aún en los punneurálgicos, como cruces y desvcontrolando el tráfico. En las ca

de la zona se encendían las luces iluminaban los oscuros huecos deventanas. Se abrió la puerta de



unidad móvil, Lisa apareció enpenumbra y se paró junto Bukowski.

—¿Qué haces aquí afuera? —preguntó Lisa.

—Te estaba esperando

contestó Bukowski. —El jefe de la operación qui

hablar contigo, va a retirar a

hombres y dejar solo un par patrullas. Piensa que hace tiempo los asesinos estarán en cualquier o

sitio.Bukowski frunció el ceño. —Tiene que hacer lo que pie



que es mejor pero la próxima ugaremos con otras cartas. No ten

ganas de ser el segundo ganadoresta competencia de rangos.

Bukowski se enfadó mucho la decisión del comisario jefe pero

había quedado totalmente claro la dirección regional de la poliera la responsable de esta operaci

—Quizás tenga razón —peLisa en voz alta—. Cuanencontramos el coche el motor est

frío. Podría haber pasado más de uhora y ellos podrían haconseguido otro coche y abandon



la zona. —¿Se ha notificado el robo

algún coche?Lisa negó con la cabeza.

—No ha habido ningdenuncia.

—Pues ya está —conteBukowski—. Esos tipos están aqSe han ocultado en alguna casa don

viven personas cuya vida no importa un pimiento, ¿lo entiendY la culpa de todo la tiene

estúpido calvo que piensa que slo que hace. Pero te digo una cono tiene ni la más remota idea de



peligrosos que son estos asesinosueldo. Matarán a sangre fría a quse presente ya sea una mujer oniño.

De nuevo, se encendió cigarrillo y tosió.

—De verdad que deberfumar menos —le advirtió Lisa code costumbre—. Tus pulmones tie

que estar negros como el alquitrán —Y a quien le importa. —A mí —contestó Lisa.

Bukowski lanzo el humeacigarro y se alejó del vehículo enque se apoyaba.



—Le voy a decir a ese listque puede hacer las maletas.

Lisa le siguió y reflexionó un momento, ¿tendría Bukowrazón?

Mitterbach am Königss

región de BerchtesgadenLas agujas del reloj marca

las diez. La joven mujer, su hijo y

dos secuestradores estaban sentaen silencio en la sala de estar. ventana estaba abierta.

La joven mujer le hacambiado la venda hacía una horaherido. La hemorragia había cesa



solo quedaban algunas sangrienestrías en los bordes. El boxeadorhabía abierto una lata de salchichalas engullía con pan como si hicidías que no comía nada, mientras su cómplice de rostro infernal te

frente a él una botella de agua.El boxeador le acercó

pequeño un trozo de pan con

salchicha que rechazó. —¡Come, que eso es bueno!

dijo el boxeador con la boca llena

Con exigencia le volvióofrecer el pan al chico. El tímniño extendió la mano y lo cog



Seguía sentado temeroso junto amadre. El boxeador dio una fuecarcajada cuando el pequeño morel pan.

—¡Ves como te gusta! —driendo fuertemente y le dio un fu

trago a su vaso de cerveza.Los ojos del demonio

dirigieron a la ventana. Le dijo a

al boxeador pero este hizo un genegativo. La joven mujer crentender algo así como « Polizi

Dos italianos armados con upistola de gran calibre en su salaestar, nunca se hubiese imagina



que le pasaría algo así y ahora...De repente, sonó el móvil

boxeador. Descolgó y contestó. conversación fue breve.

— Se qui, andiamo —le dijsu cómplice, le dio un último trag

la cerveza y se levantó.El diablo le siguió. Un fue

ruido se escuchó por la ventana.

boxeador sacó la pistola de pantalón y apuntó hacia la mujer su hijo.

—Por favor, al niño no... suplicó la mujer.El pequeño estaba blanco co



la nieve. Con los ojos bien abiermiraba la negra pistola. Entoncesdemonio se acercó, con la mretiró a un lado el brazo boxeador que sujetaba el arma. boxeador lo miró sin entender na

Después de un breve intercambiopalabras, el diablo le ordenó acompañero que saliera. El ruido

hizo cada vez más fuerte. helicóptero sobrevolaba la casa.diablo sacó su arma.

—Vengan conmigo —ordenó —Por favor, el niño no... suplicó una vez más la mu



llorando.De repente fuera, estaba to

iluminado. Las llamas se alzahacia el cielo.

—¡Vengan! —volvió a exigicon impaciencia.

La joven mujer se levantóempujó a su hijo detrás de ella.



37

eropuerto Charles de Gauarís, Francia

Yaara se sentía perdida en

futurista laberinto de escalemecánicas techadas. Una enorsuperficie de cristal le envol

cuando, junto a Jean, se abría camentre la muchedumbre para ir aestación de tren subterránea. Llev

consigo poco equipaje pero sehacía muy difícil poder seguir a Jeque corría siempre por delante



ella y le demandaba constantemeque se diese prisa. Tenían quedesde la estación Roissy-CharlesGaulle hasta la estación Gentatravesando toda la ciudad. El tya estaba allí esperando. Ya

seguía jadeante a su compañeroviaje, una gota de sudor descenpor su mejilla.

—¡Date prisa! —gritó JeanSolo tenemos dos minutos y trenes no nos esperan.

Yaara jadeó y bajó escaleras de dos en dos. Cuanfinalmente en el andén 4 llega



hasta el vagón silbó un pitido. Jlanzó su equipaje en el interior ycuanto subieron, se cerraron puertas automáticas. Yaara exhprofundamente.

—Paul nos esperará d

minutos y después desaparecerá siestamos. Habremos perdido tododía.

—Está bien —contestó Yaarse sentó en uno de los asientosemergencia.

Se secó el sudor de la frente.A través de una subterrámaraña de túneles el viaje comen



cruzando varías vías. El tren tambaleó con fuerza. Jean se tuvo sujetar bien en una barra agarrader

—¡Siéntate! —le sugirió Yapero Jean rechazó la invitación.

—Dentro de unos minutos

tenemos que bajar —le contestómiró por la ventana.

Poco a poco el tren emer

hasta la superficie como una balldespués de atravesar unos canasubterráneos. Unas espesas nu

oscuras cubrían la ciudad. Llovíaentorno concordaba con el tiempolo largo de las vías se levanta



unos tristes edificios grises. Yamiró pensativa por la sucia ventaJean la contemplaba.

—Gris, todo gris. Creía París era la ciudad del amor. poco de color no le vendría mal.

—Estas son las afueras, todafalta un poco para llegar a París.

Yaara asintió con una sonr

Una autovía les acompañó duranterato. Cientos de coches y camiointentaban avanzar a paso len

Finalmente la autovía quedó atráun enorme centro comercial deslizó rápidamente por su la



Yaara se quedó asombrada al veraparcamiento tan repleto vehículos. La imagen cambió y alejos aparecieron los altos árbode un parque. Desaparecieron bloques de modernas viviendas

ahora en su lugar apareciecaserones nobles de ciudad con ufachadas cargadas de histo

Pasaron rápidamente por un letrque tenía escrito « Le Bourget ». nuevo, el vagón se tambaleó al pa

por encima de unos resaltos. —Ahora viene el verdadParís —dijo Jean.



—¿Pasamos por la ToEiffel?

—Tienes que mirar en direccoeste pero el día no está mdespejado como para poder verla.

—¡Qué pena!

—Después de que nos hayamreunido con Paul, y nos lleve hastprofesor podrás verla. Tendrás

esperar hasta mañana. Después,prometo que te haré una ruta exclusiva por la ciudad. Viví oc

años aquí en París cuando estudiéla Universidad. Conozco lugarelos que no llegan los turistas.



Yaara sonrió. —No creo que quiera cono

esos lugares.Le encantaba su cara cuan

sonreía, se le formaban upequeños hoyuelos en las mejilla

cuando lo miraba con sus granojos negros.

Mitterbach am Königss

región de BerchtesgadenBukowski estaba sentado en

de las sillas de la unidad móvil

los ojos cerrados. Lisa, a no mudistancia de él, cabeceaba. aparato de radio del ordena



principal de la operación no emningún sonido. Esporádicameentraron algunas noticias, en mayoría indicaciones de posiciónlos puestos de control y patrulHacía apenas diez minutos pregu

si el helicóptero volvería a operación ya que había abandonla zona hacía media hora p

regresar a Múnich. La oscuridadhabía caído sobre las estribaciode los Alpes y el viento atraía

oeste algunas nubes que presagialluvia. Ya se habían acabado los dcálidos para el resto de la semana



—Venid rey 100 de 104 estalló repentinamente el aparatoradio.

El operador de radio identificó.

—Hemos descubierto fuego

el jardín de una casa. Al parealguien ha encendido varios punde fuego.

Bukowski se despeenseguida.

—¿Ha llegado ya el helicópt

anunciado? —le preguntó operador de radio.El funcionario lo m



desconcertado. —Pregunte a la patrulla si

helicóptero está sobrevolando zona —le ordenó Bukowski a voc

El comisario jefe se incorpor —No creerá de veras que

helicóptero va a recoger a esos ti preguntó con sarcasmo el jefe

la operación—. No estamos en u

película de James Bond.Bukowski saltó enérgicame

de la silla de modo que esta ch

contra la pared emitiendo un fueruido. Empujó al operador de radiun lado y pulsó la tecla para habla



—104 denos su ubicacexacta.

—Estamos a la altura Mitterbach, dirección Faselsberg.casa está al oeste de nosotros, cede la carretera de Königssee. H

poco ha pasado por nuestro ladohelicóptero a muy baja altura. Estique en dirección sur.

Bukowski confirmó recepción.

—Envíe inmediatamente

comando de la operación a esa fin —Bukowski, ¿no cree que eexagerando? Seguro que alguien e



quemando sus rastrojos o eshaciendo una barbacoa en el jardín

Lisa elevó bien la cabmientras se frotaba el cansancio dcara.

Como un toro, Bukowski

abalanzó sobre el comisario jefe yempuñó de la pechera.

—Ignorante gilipollas, aún

se entera de con quién está tratanNo son unos ladronzuelos. Esos tihan acabado con más personas de

que usted haya podido ver muertassu puñetera vida. Como me encuenun solo cadáver en la casa, yo mis



me encargaré de machacarle trasero. Mande ahora mismo a caballería antes de que tenga necesitar una prótesis ortopédica.

Bukowski soltó al poluniformado y miró a Lisa.

—Arriba, vamos a MitterbacEl superior de la policía mir

Bukowski con ganas de enfrentars

—Tendrá, tendrconsecuencias —tartamudeó.

—Para usted, para usted, se

presidente de la policía, no paracontestó Bukowski brusquedad antes de dejar junto



Lisa la central de operaciones.El operador de radio m

demandante al jefe de la operacque se estaba poniendo bien corbata.

—¿Tengo que...?

—Envíe de una vez al comande operaciones especiales, el tiene que instruir al comando —so

el superior enfadado.Rodearon la finca en po

minutos. En la casa estaba oscu

Solo los cubos y los recipientes aún estaban en llamas iluminabanfachada principal. Al lado de la c



se había construido un granero. —Parece una cruz —susurró

efe del comando a Bukowski, quse había puesto un chaleco antibay una chaqueta del grupo operaciones. Se protegieron det

de una valla mientras que funcionarios del grupo especialdesplazaban hacia la casa.

—Esta es la señal para helicóptero —contestó BukowskiSus hombres tienen que te

cuidado. Probablemente estos tihabrán huido pero nunca se sabe.El líder del primer gru



anunció su disponibilidad de acciCuando el jefe del comando reciesta notificación de todos efectivos, dio la señal de avance.

—Protegeos bien —ordenóefe del comando antes de dar

orden.A partir de ese momento to

transcurrió muy rápido. Dos grana

atravesaron los cristales y explotaen la casa, los comandos ya habavanzado. Un grupo ocupó

granero, otro aseguró el edifimientras el tercero se introdujo encasa. La madera crujía y los crista



retumbaban, entonces se escuchalos primeros gritos en el interior.

Dos minutos enteros tuvo esperar Bukowski hasta que comandos anunciaron «SeguridaLisa se había quedado atrás en

coche de la patrulla. —¡Venga! —le dijo el jefe

comando a Bukowski.

Con gran esfuerzo se levahaciendo ruido.

—Tres personas: un niño y

mujeres. En la planta de arriba, occidental —anunció un funcionadel comando de operacio



especiales por la radio. —Pregunte si aún viven —d

Bukowski y se sacudió la suciede la chaqueta.

—No están heridos, pero encuentran en profundo estado

hock —anunció brevemente funcionario.

Se encendió la luz de la ca

Al poco, todo el recinto estiluminado con una fuerte amarilla.

Bukowski entró con el jefe comando en la casa. Estaban abiertodas las puertas que dirigían a



habitaciones. Un hombre del gruarmado y enmascarado, guardaba escaleras que llevaban a la plantaarriba.

—Necesitamos una ambulandijo Bukowski.

—Ya se ha ordenado confirmó el jefe del comando.

Delante del dormitorio tamb

se había apostado un funcionaarmado del comando. Habían rotopuerta.

—Ahí dentro, estaencerrados —anunció el agente.En la cama yacía una mu



mayor que dormía pacíficamente percatarse de lo sucedido mientque una joven mujer se cobijabauna esquina. Tenía a un nabrazado a ella. Las lágrimascorrían por las mejillas. Bukowsk

dirigió hasta ella y le acariciópelo.

—Ya está segura —d

suavemente Bukowski—. No le vpasar nada, una ambulancia vienecamino.

—Entraron poco antes de oscureciera —sollozó la mujerUno de ellos estaba sangran



pensaba que nos iban a matartodos.

Múnich, Ludwigsstrasudwig-Maximilians-Universität

« Fakultät für Klassisrchäologie», rezaba el letrero

latón junto al imponente portal. Ty Moshav decidieron informaprimero sobre el profesor Yig

Jungblut antes de viajar a la regde Berchtesgaden. Coarqueólogos de una excavación

despertarían sospecha algupidiendo información en Facultad de Arqueología clásica.



todos modos, tenían que tecuidado.

Tom y Moshav llegaron hastafresca sala atravesando el porReinaba una placentera tranquilien contraposición al ajetreo de

ruidosas calles llenas de vehícuen Múnich. Pasearon por el lapasillo siguiendo las indicacio

hacia la recepción. En las pareestaban colgadas grandes fotograde excavaciones.

Tom tocó la puerta. Escuchaun atenuado «¡adelante!» que sdel despacho. Entraron.



La luminosa habitación amplia y acogedora. Esperadelante de un mostrador de madhasta que una de las mujeres senten uno de los escritorios levantómirada y les sonrió cordialmente.

levantó. —Buenos días. ¿En qué pu

ayudarles?

Tom decidió poner todas cartas sobre la mesa.

—Soy Tom Stein, arqueólo

Acabo de llegar de Israel. —¿Viene invitado a conferencia?



—No, estoy buscando a colega, al profesor Chaim Raful.

—¿Profesor Chaim Raful?Tom asintió.

—No tengo constancia de qudé clases aquí, quizás sea en lengu

dos plantas... —No —interrumpió Tom

Vino a ver al profesor Jungblut.

La mujer sonrió. —El profesor Jungblut ya no

clases desde hace ocho años,

emérito.En este momento se abriópuerta. Un hombre mayor con un tr



oscuro se dirigió a la recepción.despeinado pelo canoso le haparecer un retrato vivo de AlbEinstein.

—¡Oh! Profesor Haag —saludó la mujer—. Estos

hombres están buscando al profeJungblut.

—¿El profesor Jungblut? H

mucho tiempo que no está aquí. —Lo sé —contestó Tom

Acabo de comentarle que estam

buscando al director de nuestexcavaciones, el profesor RaVenimos de Jerusalén de un



yacimientos. —¿Estaban en los yacimien

de la carretera de Jericó? —preguHaag.

Tom asintió, sorprendido de conociese las excavaciones.

—Entonces, ¿usteencontraron al templario?

—¿Cómo lo sabe?

El profesor Haag sonrió. —No creerá que no se habla

algo así en nuestro ámbito.

—Fue casualidad, estábamponiendo al descubierto guarnición romana cuando topam



con la tumba del templario. —Se dice que era uno de

nueve, un seguidor de Hugo Payens.

Tom se encogió de hombros. —Como le he dicho, fue

hallazgo fortuito. Los templarios son precisamente mi especialidadprofesor Raful ha investigado so

este tema. Hemos sufrido alguaccidentes, por eso estambuscándolo. Debe alojarse con

profesor Jungblut. —Se dice que en el sepuldel templario se hallaban rol



escritos. ¿Sabía usted que el profeYigael Jungblut hablaba del legade los templarios? Creo que eraúnico gran enigma arqueológico el que realmente se interesaba.

Tom torció el gesto.

—El profesor Jonathan Hawel director técnico de nuestexcavaciones ha sido asesina

Tenemos que hablar inmediatamecon Raful. Es muy importante.

—Se trata de una cuestión

vida o muerte —intervino MoshavPrecisamente creemos que esrumores de los templarios son



motivo del asesinato.El rostro de Haag qu

petrificado. Se mostró profundameafectado. Se inmiscuyó con eespeculativa afirmación y sin pense había comportado más como

chismoso que como un científcompetente.

—Perdónenme, me he dej

llevar —contestó con una frágil vo —¡Está bien! —le re

importancia Tom.

—Elisabeth —se dirigió asecretaria—. Mire en el ordenadLa dirección del profesor d



encontrarse en nuestra base de datLa secretaria asintió.

—¡Señores! —se despidióprofesor Haag—. Les deseo muéxito en su búsqueda.

Cuando Moshav y Tom salie

media hora más tarde del edifillevaban la dirección del profeYigael Jungblut en el bolsillo.

Aix-en-Provence, Bouches-hône, Francia

El hombre de traje negro son

—Nuestros hombres han srescatados sanos y salvos. Estánun refugio seguro. Se han elimin



las huellas. Además, los arqueólohan aparecido en Alemania. Creo encontrarán a Jungblut.

El hombre de pelo gris suspir —Espero que todo marche b

Nos estamos moviendo en tier

pantanosas. —Podemos confiar en nuest

hombres. Hasta ahora han cumpl

con todas las tareas. —Que Dios te oiga —conte

el hombre de pelo canoso.



38

oma, Biblioteca vaticanaTras la nueva reprimenda

cardenal prefecto, Pater Leonardo

había encerrado de nuevo en su tapese a que hubiese preferido decsu opinión. Pero en la Iglesia

había espacio para las réplicas. Smediante el estricto respeto deerarquía podía mantenerse con v

esta enorme institución.Pater Leonardo dedicó el anterior a analizar algunos estud



Internet también era para él fuente inagotable de sabiduAunque de vez en cuando no pudifiarse de alguna entrada, poencontrar con rapidez mucho mateútil y enriquecedor. Encontró más

tres mil registros en los que se cital profesor judío. De este modo,enteró de que Raful participó en

primeras excavaciones de Qumantes de que la École se hicicargo de las mismas bajo

dirección del Pater Roland de VaEl profesor Chaim Raful era unotantos que criticaban a la Igle



pero, ¿qué le hacía que fuese peligroso?

Utilizar los apliques comoúnica prueba de la incineración cuerpo de Jesucristo no sesuficiente. Podría tratarse de algu

falsificaciones o simplemerepresentaciones de escenas de uejecución interpreta

erróneamente. Hace algunos añosarqueólogo americano publicólibro secreto de las profecí

supuestamente predicciones de Jde Jerusalén, uno de los primetemplarios en la Tierra Santa.



cambio, el elogiado libro acpatinando, ya que apenas naseguía interesándose por él.

Pater Leonardo concluyó estudios de Teología con matrícde honor pero nunca se inter

especialmente por la historia fude la Iglesia. «Quien solo dirigemirada al pasado no le queda vis

para el futuro», decía su antimentor y a esto se acogió. En metenía el futuro y no el pasado. P

desde el día de ayer, esta cita yale aportaría descanso. Estinformándose mucho sobre Ch



Raful y los templarios. Al parecerprofesor encontró efectivamenteuno de los nueve primecaballeros, aunque en ningún lugapodía leer el nombre del caballero

Pater Leonardo entró en

enorme sala. Las estanterías estarepletas de libros que llegaban halos altos techos. Para alcanzar

última fila de libros, justo por debdel enorme fresco, se habhabilitado unas escaleras que

desplazaban por unas guías. biblioteca contenía más de un milde libros, escritos y tarje



También se custodiaban aquí escriinternos de la Iglesia que solo eaccesibles para aquellas persocon el atuendo de alto caeclesiástico o quien poseía un pocomo autorización. El mis

cardenal prefecto le otorgó arbitratus generalis.

En medio de la gran sala

encontraba el altar de recepcidetrás del cual un padre con utúnica marrón de monje

ensimismado una revista ilustradavela. —Le saludo, hermano



pronunció Pater Leonardo y sonrila espera delante del altar.

El monje elevó brevementemirada.

—¿Sí? —mudesinteresadamente.

—Soy Pater Leonardo de Congregación del Credo...

Apresuradamente el monje e

a un lado la revista y se levantó. —Sí, ya sé, hablamos

teléfono —le interrumpió—. Síga

hermano.El monje condujo a PaLeonardo hasta una escalera



caracol de hierro forjado que lleva una cripta al final de la sCuando llegaron abajo, una macpuerta de hierro bloqueaba el paEl monje palpó su cinturón y extruna moderna llave de seguridad

introdujo en el candado junto apuerta. Una luz roja se puso en vey se abrió la puerta chirriando.

—Aquí se amontonan los sigunos sobre otros —murmLeonardo.

—En realidad, es una modecaja fuerte —contestó el monjeLas carpetas de aquí dentro es



sometidas a una protección espepero desde la oficina bibliotecario me han indicado quepermita la entrada. De todos modningún documento puede salir estos muros. Tampoco se perm

hacer ninguna reproducción. siquiera tomar notas. Con la mirdebe bastar.

Pater Leonardo sonrió. —Este es el citado arch

secreto de la Iglesia donde dormi

los misterios.El monje interrumpió su risa. —Sí, eso dicen p



directamente bajo la sede de nuesSanto Padre yace un archivo mumás interesante. Aquí dentro encuentran, sobre todo, protocolosfundaciones, certificados propiedad, ventas o documentos

beatificación. Además, algudocumentos son tan viejos que asolo se citan los títulos en las ac

Los originales están guardados una caja fuerte.

Juntos entraron en el

pasillo. Se escuchaba el zumbidoun climatizador. Tres puerindicaban las desviaciones aun



dos de ellas estaban cerradas. Ensala abierta había una sencilla my una silla. Sobre el escritorio teléfono arcaico. El monje abriócandado de las otras dos salas las paredes cubiertas de estanter

También estaban climatizadas. —Espero que aquí encuentre

que busca —pronunció el monje

Cuando desee volver a salir de salas, solo tiene que descolgarteléfono. Le deseo mucha suerte.

índice se encuentra en la carpunto al escritorio.El padre Leonardo asintió.



—¿No hay ningún índinformatizado?

—Si quitamos el cierre de puertas y el teléfono, está en plEdad Media —contestó el monjePor cierto, hay cámaras en

techos, no se pueden tomar notas. infracciones se castigan severamen

Strub, región de Berchtesgad

Después de conseguir la últidirección conocida del profeJungblut, Tom y Moshav alquila

un coche en el mostrador de Hertzla estación de tren de Múnich. conexiones de tren a Berchtesga



eran escasas y de BerchtesgadenStrub-Bischofswiesen no habencontrado ninguna combinación.

El plateado Ford Fodisponía de un sobrequipamiento, además de un pote

motor diesel que les permitiría cómodo y seguro viaje por autovía. Moshav aprovechó p

dormir una pequeña siesta mientTom estaba sentado al volanteseguía las instrucciones

navegador.El profesor Yigael Jungbresidía en Strub, cerca



Bischofswiesen. Vivía en una cunifamiliar en el camDachlmoosweg. Estaba solodespués de haber padecido un infaera bastante probable que estuvien una residencia, según les ha

contado la secretaria de Universidad. Escuchó que muchasta pensaban que había muerto,

lo que no pudo prometerles queprofesor aún se encontrase en Stru

Tom tenía la profunda espera

de que Jungblut aún estuviese sansiguiese viviendo en su casa. realmente hubiese muerto, su viaj



Alemania habría sido en vano. conocían otra dirección en cercanías de Múnich donde ChRaful pudiera alojarse.

A la altura de Piding, Tom dla autovía y condujo por la carret

nacional en dirección Berchtesgaden. Ya era de nocheMoshav dormía. En B

Friedrichshall Tom giró a izquierda. Atravesaron una zona bosque y subieron por la carret

hasta Bischofswiesen. Tuvieron qparar inesperadamente. Un controlpolicía les bloqueó el cami



quedaron rodeados de policías barmados y con chalecos antibaTom siguió las indicaciones de policía y paró el coche. Las lucesfaros y linternas se dirigieron vehículo. Moshav se despertó y m

súbitamente alrededor. —¿Qué... qué pasa? —pregu

somnoliento.

—Un control de policía contestó Tom.

Moshav se incorporó y tuvo

cerrar los ojos ya que le deslumla luz de la linterna. Tom abrióventana.



—¡Control de vehículospersonas! —pronunció el funcionacon desgana.

El compañero que había alado apuntaba con su arma al coch

—Encienda por favor la luz

interior del coche.Tom buscó el interruptor por

techo del vehículo pero no

encontró inmediatamente. —Disculpen, ¿puedo abrir

poco la puerta? El coche

alquilado y no sé dónde estáinterruptor.El funcionario asintió y se e



a un lado. Tom abrió la puerta. —¡Por favor, los papeles

coche, su carné de conducir ydocumentación!

Tom y Moshav buscaron documentación y se la entregaro

los funcionarios. Cuando tuvieronla mano el pasaporte de Moshav, pidieron que se bajaran del coche.

—¿Qué ha pasado? —preguTom—. ¿Ahora es habitual este tde control?

—Ha habido un atraco y delincuentes se han dado a la fugacontestó el funcionario después



entregar la documentación a compañero.

—Acabamos de llegar Múnich —contestó Tom.

—¿Por qué motivo viajan haaquí?

—Para visitar a un familiar.Los funcionarios empezaron

inspeccionar el vehículo. T

empezó a sudar, gotas de sudescendían por su rostro. En chaqueta estaba la pequeña pist

que le había quitado al hombre los perseguía en Jerusalén. Si policías descubrían la pistola,



había acabado la diversión. Ptuvieron suerte, después de recsus papeles les dieron permiso pseguir el viaje.

Por el camino encontraron mcoches de policía. Cuando llegaro

Strub y aparcaron frente a la casaJungblut, los dos respiraprofundamente.

Mitterbach, región erchtesgaden

La joven mujer est

acurrucada sentada en el sofá desala de estar mientras que especialistas de la Policía Científ



empaquetaban sus utensilRechazó pasar la noche en hospital. Su madre, quien tras suun infarto quedó parcialmeparalítica y tenía que estar encamano se enteró de nada de lo que p

en la planta de abajo. Al pequeñoestaba cuidando Lisa y una colegala brigada responsable de

operación; estaban en la habitacdonde el chico les enseñorgulloso su caja de apara

químicos. —Señora Hauser, ¿se encuenen disposición de hablar sobre el



preguntó Bukowcompasivamente.

La señora Hauser, como llamaba la joven mujer, agarrabapañuelo con el puño. Asintió pronunciar palabra. Constanteme

se frotaba las mejillas con pañuelo.

—¿Recuerda cuán

aparecieron esos tipos en su casa? —Era poco antes de las s

De repente, los vi en la cocina. C

siempre tengo la puerta trasera establo abierta. El más bajo, me puna pistola bajo la nariz. El otro,



parecía el mismo demonio vivietenía una sangrienta herida encuello. Soy enfermera, ¿sabe ustAhora mismo estoy de excedenporque estoy cuidando de mi madr

—¿Hablaron con usted?

La joven mujer se secó ulágrimas de la cara.

—Hablaban alemán con acen

creo que eran italianos. Tuve qcurar al hombre de la cicatriz encara. La herida parecía como la

un latigazo. No era profunda psangraba.Bukowski frunció el ceño.



—Un disparo de refilprobablemente.

—Mientras le asistía, el ohablaba por el móvil. Se fue pasillo. Hablaba en un idioextranjero, no lo entendí.

—¿Qué pasó entonces? —Después de que mi h

regresara de natación, nos sentam

en silencio en la sala de esComieron algo. Entonces el parecía un boxeador quería que

acompañara al dormitorio. Pmucho miedo. Era muy peligrosono hubiese estado el otro, creo



hubiésemos muerto todos. —Entiendo —conte

Bukowski. —Entonces me preguntaron

tenía un vehículo. Ademnecesitaban cubos o recipientes

metal. Pensé que querían escapar mi coche pero se quedaron aquí haque se hizo de noche. En

momento recibieron una llamada.alto se dirigió al jardín y encendiófuego. Cuando regresó empezamo

escuchar un fuerte zumbido.Bukowski asintió. —Entonces llegó el helicópt



y huyeron.La mujer negó con la cabeza.

—El boxeador regresó. Sacóarma y me apuntó, pero el más ael de la cicatriz en la cara, le apael brazo con que sujetaba el arm

le dijo algo. Seguidamente, nos llarriba y nos encerró en la habitaciDe fuera provenía un estride

ruido, toda la casa vibraba. Al pollegaron los policías. Pensé que fin todo había acabado.

Bajó la cabeza y llamargamente. Bukowski se seunto a ella en el sofá e inte



calmarla frotándole la espalda. —Ya ha pasado todo, lo

superado —dijo—. Jamás volveráLa señora Hauser se tranquili

Bukowski sacó una foto de chaqueta.

—¿Era este el tipo con cicatrices de quemaduras en la car

Echó un vistazo a la foto

asintió. —Mañana enviaré a

dibujante para que podamos hacer

retrato robot del más pequeño,boxeador como usted decía. Pornoche dejaremos una patrulla fu



de su casa. —Pero pensé que ya no iba

volver —sollozó. —No, seguro que no, pero c

que si estamos cerca poddescansar mejor usted y su pequeñ

La mujer le miró agradecTocaron a la puerta.

—Sí —dijo Bukowski.

El superior de policía asomócabeza.

—¿Podemos hablar

momento?Bukowski asintió y se fuepasillo. Silenciosamente cerró



puerta de la sala de estar. —Nuestros colegas

conseguido recoger unas huedactilares en el vehículo en el quedieron a la fuga y qafortunadamente, la Policía Fede

tenía previamente registradas. trata de las huellas del pulgar detal Marcel Mardin, un francés. H

un par de años estuvo implicadoel robo de coches lujosos y estábúsqueda por robos de g

magnitud. En Saarlouis disparó acomerciante albano en la pierna pque le diera el número secreto de



caja fuerte y después le atracó. —¿Tenemos alguna foto?El comisario jefe asintió y

pasó una copia impresa por Bukowski le dio las graciasregresó a la sala de estar.

—¿Puede ser este hombrecómplice del hombre con la cdesfigurada? —le preguntó a la jo

mujer y extendiéndole el fax.Ella lo observó durante un b

rato.

—Sí, es él. Tenía el pelo mcorto, pero estoy segura de que él.



—Fabricio Santini y MarMardin —murmuró Bukowski en baja.

Gentilly, FranciaEste barrio, a las afueras

París, parecía sucio y triste en

nublada y lluviosa tarde. JeanYaara llegaron a tiempo a estación. Paul, un colega y amigo

Jean, los estaba esperando. Despde su conjunta carrera universitaPaul se había quedado en P

trabajando en varios proyectos investigación en la Sorbona. Conopersonalmente al profesor Molière



—Se ha convertido en ermitaño y raramente recibe vis

les advirtió. —Para eso te tenemos a ti

contestó Jean—. Seguro convences al viejo.

Paul sonrió. El profeMolière vivía apartado en apartamento de la rue Rob

Marchand. Paul aparcó el codelante del edificio y se bajóprimero.

—Dejadme que llame, hablprimero un poco con él.Paul desapareció en el edific



Tras unos minutos regresó y les hseñas a Jean y Yaara para que acercaran hasta él.

Jean suspiró. —Creo que el profesor e

listo para recibir una visita.

Yaara asintió. —Si es como me lo imag

será una noche larga.

Jean frunció el ceño. —¿Por qué dices eso? —Las personas mayores

viven apartadas se aprovechan y entran ganas de hablar cuanreciben una visita. Sobre todo, si



trata de un tema que les afecta.



39

oma, Biblioteca vaticanaPater Leonardo esperó hasta

se cerrara el candado de la pue

pero no sin avisar antes al monjeque probablemente pasaría todanoche en la catacumba. El carde

prefecto le había encargado importante misión. El momasculló un par de incomprensib

palabras antes de abandonar las sade la bodega. La bibliotpermanecía abierta para las almas



noche y de día, custodiada veinticuatro horas por los monfranciscanos y por la Guardia suEl padre empezó a estudiar carpetas. La estructura se poanalizar rápidamente. Los distin

documentos se clasificaban bajohiperónimo: bienes inmuebles deIglesia, acuerdos de la Santa Se

asuntos de personal, carta de pastores a las comunidades de toel mundo, entre otros. Pater Leona

retiró a un lado la primera carpLa segunda carpeta resultó mumás interesante, incluía los acuer



de la Iglesia con otras institucionEncontró escritos sobre el enlsecreto con los iluminados, Prieuré de Sion, sobre la OrdenSan Juan, la Orden de Rosacruz yHermandad de la Tumba de Cri

También se hablaba del citaacuerdo con el Opus Dei. PaLeonardo se levantó y entró en

espaciosa sala contigua marcada una I. Todos los armarios estabenumerados. Buscó el número och

lo abrió. En las estanterías hanumerosos libros, actas, carpeprovistas, a su vez, de signaturas



letras mayúsculas y númeromanos. Inmediatamente encontrócarpeta I/VIII-GB XXI que extrdel armario. El polvo llenó el afrío de la sala pero la carpeta enestaba limpia. Volvió al escritori

siguió buscando en el índice alguindicios que le pudieran servir. Uentrada interesante hacía referenc

los documentos sobre excavaciones de Qumrán. Tambtomó esta carpeta y la apiló en

mesa. Otra carpeta despertó interés. Se encontraba en habitación II y trataba sobre



templarios pero los últimos registeran recientes. Empezó por carpeta.

Se trataba de documentosescritos, todos en latín, que contenla fundación de la orden y

intercesión del influyente abBernhard von Clairvaux en el 1129 d. C. El primer gran maestre

los templarios, Hugo de Payeexigió para la orden la soberailimitada del papa. No podía exi

ni dominar ninguna otra orden encima de su orden: « Paupecommilitones Christi templiq



Salomonici Hierosalemitancomo la llamaron sus fundadoresaquella época. Solo se reconocíapapa como superior. Así, Hugo Payens recibió lo que ambicionaun poder ilimitado. Pronto

incrementó el número de miembros de la Orden de los PobCaballeros de Cristo del Tem

Salomónico. Ingresaron en esta ricaballeros y nobles que entregagran parte de su fortuna a la cau

Incluso la Curia contribuyó a riqueza de la orden poniendo anombre tierras y propiedades



todas las partes del mundo conocpor entonces. Los caballenegociaron con los infieles, fundabancos y llevaron a cabo un sistede crédito que aún existiría un parsiglos más tarde. En pocas palab

la Iglesia, incluido el papa, entrgran parte de su soberanía pese a advertencias de que el arzobispo

Avignon expresó sobre los primefundadores de la orden. En una camencionaba la orden como

revoltijo de pobres diabelementos saqueadores y hereResaltaba especialmente a



caballeros declarados fuera de la por los corregidores y bailíos coconsecuencia de sus delitos concondes y autoridades. Se mencionun caballero llamado Renaud Saint-Armand. Pater Leonardo

frotó los ojos con las manReflexionó. El templario encontraron frente a las puertas

Jerusalén se llamaba Renaud, Rende Saint-Armand. ¿Sería este bribPero al parecer el papa no estim

mucho las reservas del arzobispo.el Concilio de Troyes se fijó reglamento de la orden y el mis



papa legalizó la Orden de Templarios. Cuando descifró decarta fundacional los nombres de primeros nueve templarios conmovió. No existía el tal Rende Saint-Armand, pero entre

fundadores de la orden aparecíacaballero al que llamaban Archibvon Saint-Armand. ¿Se hab

cambiado el nombre porque habían proscrito en Francia?

Pater Leonardo se encogió

hombros y siguió leyendo. entradas eran cada vez más escaLa bula papal Omne datum optim



era el último documento procededel primer periodo. Sus actividaeran diversas pero al parecer ocultaban a la Iglesia. Del año 13databan otros documentos. Toeran de Francia y conten

acusaciones de blasfemias derivaban hasta denigrantes práctihomosexuales entre los caballeros

la orden. El último documento una carta secreta al rey franFelipe, escrita por el papa Cleme

en septiembre de 1307. Recibiómandato de que anulara de plumazo el poder de los templario



que confiscara su fortuna para pudieran ser procesados. Coustificación, el papa Cleme

argumentaba herejía, inverssexual y escarnio al cadáver Cristo.

De este modo, se cerró capítulo de los templarios en Eury perdieron relevancia, aunque

todos los templarios cayeron en redes de sus perseguidores. Eso yasabía Pater Leonardo por las lar

horas que tuvo que estudiar histoAl parecer algunos se marcharoEscocia, otros a un nuevo mundo,



se descubriría doscientos años mtarde, América.

Pater Leonardo se frotó los oy tomó la nueva carpeta. En portada se leía «Excavaciones Qumrán en la Tierra Santa». Algun

croquis, elaborados por Pater Vaux, mostraban las once cuedescubiertas por casualidad en

mar Muerto. En una lista del persorecogida por un funcionario deÉcole que contenía el nombre de

ayudantes que intervinieron, topó el nombre de Chaim Raful. funcionario llevaba la contabili



de los salarios que se pagaban a trabajadores. El documenindudablemente original, procedíafebrero de 1952. Dos hojas madelante aparecía la contabilidadmarzo pero en esta fecha se hab

tachado repentinamente tres nombde la lista. Se trataba de ChRaful, Yigael Jungblut y el de

árabe, Mohammed al Sahin. parecer, se les echó de excavaciones.

Pater Leonardo siguió leyenA continuación, se indicaban hallazgos de las cuevas. En la pág



de la cueva siete señalada conanotación «primeros cristianoalguien escribió en franc«saqueada en su mayor parte». PaLeonardo conocía los escritos Qumrán. En su carrera tuvo que l

e interpretar fragmentos de los rode Damasco, uno de los rollos decuarta cueva. Según los arqueólog

este documento procedía del añoantes de Cristo y se dividía en partes. Leyó por encima el resto

líneas y, a partir de entonces, ya más de medianoche, se dedicó aprimera carpeta que sacó



armario: sociedades de la asociaciones secretasorganizaciones sobre las que elevaba un aura mística. En mayoría eran hermandainofensivas que se dedica

intensamente a la conservación defe. Después de que Pater Leonaestudiara los documentos sobre

Cruzada del Rosario, siguió pasanlas hojas hasta que se quparalizado al descubrir que tras

portada de la Orden de la confréésus Christ estaban arrancadas páginas relativas a dicha hermand



Descolgó el teléfono. En segucontestó la somnolienta voz de monje franciscano que estaba guardia y que, probablemente, había dormido.

—Se trata de varios documen

que faltan —informó Pater Leonar —¡Documentos que faltan! —

sobresaltó el monje—.

imposible! —Sí, en la carpeta I/VII-

XXI faltan algunas páginas.

—¡Ya voy! —contesobresaltado el monje.Al poco se escuchó



chasquido del candado. franciscano de hábito marrón apresuró hacia el interior pequeño y espartano despacho.

—¡Aquí! ¡Véalo usted mismexclamó Pater Leonardo mien

le entregaba la carpeta al hermfranciscano.

Sin dar crédito ojeaba

carpeta. —No lo entiendo —d

después de comparar los documen

con el índice.Pater Leonardo carraspeó. —Hermano, me ha llam



mucho la atención que esta carpno estuviese cubierta de polvo colas otras. ¿Puede ser que hace palguien estuviese aquí y se llevconsigo el documento?

—Está estrictamente prohib

contestó el franciscano—. Nopuede sacar ninguna hoja, esas las reglas.

—Al parecer, alguien no cumplido las reglas —contestó PaLeonardo cínicamente.

—Un momento, averiguaremos enseguida —obseel monje que salió apresurado.



Pater Leonardo le siguió. franciscano se sentó detrás de escritorio medieval y extrajo libro, pasó las hojas.

—Es... es imposible... tartamudeó.

—¿Qué es imposible?El franciscano colocó el li

sobre la mesa. Pater Leonardo si

silenciosamente al leer la entrescrita a mano.

—Ahí lo tenemos —murm

. Creo que está justificado guarsilencio sobre este accidente.El franciscano se secó el su



de la frente y asintió ansiosamenteStrub, región de Berchtesgad

—Sencillamente no está susurró Moshav después de que Ttocara al timbre y a la puerta enésima vez.

—No está o no nos abre.Tom contempló la fachada de

casa. Una casa unifamiliar constru

al estilo rural típico de la región,una planta y un loft arriba. Lpersianas estaban echadas y

ventanas posteriores permanecíanla oscuridad. —No está. ¡Basta! —d



bruscamente MoshavMarchémonos y volvamos mañaCon una vez que me inspeccionepolicía al día tengo bastante. tengo ganas de acabar en la cárpor tu culpa.

—Espera un momento contestó Tom.

Recorrió la fachada y fue

parar a un portón de hierro forjque estaba cerrado. El alicatcamino que le seguía llevaba hast

parte de atrás. Con cuidado Tsaltó por el portón. Antes se haasegurado de que nadie mirara po



ventana de las casas contiguas. —Espera aquí, donde no se

vea. Si viene alguien, silbadesaparece.

—Estás loco —responMoshav—. La policía está buscan

a unos delincuentes peligrosos. alguien nos descubre aquí seremsospechosos.

—Algunas veces tenemos arriesgarnos —replicó Tom desapareció en la oscuridad.

Impaciente, Moshav se ocuen la sombra. Había una farola iluminaba el camino pero la luz s



llegaba hasta el garaje. Mosrastreó con la mirada el entorno.la casa de enfrente las ventaestaban en oscuridad, solo de vezcuando se reflejaban rayos colores procedentes de un televis

El edificio de viviendas contigcon tejado de ripia, estcompletamente oscuro. Al pare

dormían todos sus habitantes.Moshav cont

impacientemente los segundos

pronto se convirtieron en minutos. —¿Qué estará haciendo ahomasculló silenciosamente para



Volvió a examinar las ventande las casas vecinas. En la ccubierta de ripia, ¿se estmoviendo la cortina? Dio un phacia un lado. De nuevo percicómo la cortina se onde

ligeramente en la penumbra. Mosse encogió de hombrEfectivamente no había luz en

primera planta pero la farola decalle irradiaba un poco de luz encasa. Hubiese jurado que había v

la sombra de una persona, espectro de una cabeza con el prevuelto. Se refugió un poco mejor



la oscuridad. ¿Sería mejor silbara?

Antes de que llegara decidirlo, se escuchó un ruprocedente del pequeño portón. Testaba saltando.

—No te lo vas a creer —d. Han entrado en la casa. H

registrado y revuelto todos

armarios, debe ser hace tiemporque el antepecho de la ventestá cubierto de polvo. No hay na

en la casa. —Larguémonos de aquí susurró Moshav—. Creo que en



casa de enfrente hay alguien dede la ventana.

Tom miró en la direccindicada.

—¿Estás seguro? —Bastante.

Se apresuraron hasta el cocNo les importaba la luz.

Gentilly, Francia

Paul no había exagerado. anciano y ermitaño profesor rechal principio su visita nocturna p

cuando Yaara le explicó el motivosu aparición dejó libre la entradse echó a un lado.



—Así que arqueólogos —d. ¿No estabais atentos en cl

cuando explicaban el tema de templarios o es que eso ya noenseña en la Universidad?

Yaara sonrió.

—La Edad Media no es punto fuerte, me especialicé Historia Antigua. En Jerusalén

encuentran marcas del domiromano en cualquier esquina.

—Bueno, qué le vamos a hac

no se puede saber de todo.El profesor Molière condujsus invitados a la recargada



sombría sala de estar. La mesa, dos sillones y también el sofá veestaban llenos de libros. Faltabatípico armario de comedor pero enlugar había una cómoda junto apuerta y numerosas estanter

igualmente repletas de libros. —Con vuestro permiso

despido —dijo Paul después de

el profesor hiciera hueco en un de asientos para que pudiesentarse.

—Muchas gracias —conteJean. —Por cierto, en la siguie



esquina de esta calle hay una penscomentó Paul—. Pensión Tis

podéis aparecer por allí incldespués de media noche. La duemadame Dubarry, es mi saludadla de mi parte.

Jean le dio las gracias una más antes de que desapareciera yescuchara como la puerta se cerr

de un golpe. —Entonces —gruñó el anci

. ¿Os apetece un Pernod, un lico

un coñac?Yaara negó con la cabeza. —Ya entiendo, señorita. De



ir directamente al grano, sin rodeYo también lo prefiero Exactamente, ¿qué os trae hasta aq

Yaara decidió contarle todaverdad. Empezó por excavaciones frente a las puertas

Jerusalén, prosiguió con el halladel templario.

—Lo he escuchado, es fabul

pronunció el anciano y chasqcon la lengua—. Joven dama, hallazgo posiblemente esclare

bastante el oscuro capítulo de templarios. Son afortunados, hubiese encantado estar allí. ¿Sab



que el famoso tesoro de templarios se sigue consideranoculto?

Yaara asintió pero no se meen ese tema, continuó su narraciLe informó sobre los accidentes,

asesinatos y la desaparición de Racon todos los documentos de sepultura, así como sobre

persecución hasta el hotel. —No me extraña —conte

Molière—. El hallazgo ha atraíd

todos los interesados y hay mucindicios de que en el sarcófagoencontraba algo realmente valioso



—Se trataba de escritos, senuestra especialista —intervino J

. Se encontraban en una especieánfora y eran muy parecidos a los Qumrán. Dentro no había un mdel tesoro, si se refiere a eso.

—¡Tonterías, qué mapa tesoro! —objetó el profesor—. Lvalores relacionados con

ideología son mucho más valioque el dinero, el oro y los diamant

—¿Pero que podía haber en

recipientes? —preguntó Yaara. —¿Cómo era el nombre templario que encontraron?



seguido las noticias en los medioscomunicación pero, evidentemenhan informado muy superficialmen

Yaara buscó en su bolsoextrajo una nota.

—Se llamaba Renaud de Sa

Armand.El profesor empezó a saltar

risa y golpeó como poseído

tablero de la mesa con la palma dmano.

Yaara miró a Jean titubeante.

—¿He dicho algo malo? —No señorita —sonrió anciano—. Simplemente me divie



mucho que haya ciertas cosas quecambien nunca.

—No entiendo. —Vean, llevo toda mi v

estudiando la vida y obra de templarios. Quizás me tomaban

loco y chiflado pero yo sabía quedía se encontraría a ese Renaud.

—He buscado a este caball

en el registro de distintas bibliotepero no se cita en ningún sitio. cambio, sí que aparecía en

sarcófago que era uno de los nueCreo que uno de los nufundadores de la orden.



—Está totalmente en lo ciereplicó el profesor—. Pero seg

que en sus investigaciones encontrado a un tal Archibald vSaint-Armand, ¿no?

Yaara asintió.

—Ven, ahí lo tenemos. utilizado uno de sus muchos nomb

—¿Por qué? —preguntó Jean

—Resumiendo, no tenía mucamigos en el condado después haber asesinado al corregidor

conde. Y lo hizo, al igual queharíamos nosotros, porque lo estabuscando. Nos camuflaríam



Archibald es nuestro hombre. Y élel único cuyo destino sigue haberse esclarecido mientras para los otros contamos indicaciones verificadas de muertes. De Payens, Godofredo

Saint-Omer, André de MontbaGundomar, Gundfried, Roland, Pade Montdidier, Godofredo Bisto

Archibald de Saint-Armand. ¿Lhabéis contado?

Yaara asintió.

—De Payens, de Saint-Ommurieron en Francia a su vuelta. tumbas de Payen de Montdidie



Gundfried se encontraron en Chitras su huida de la Tierra SanRoland y Godofredo Bidescansaron en el campo de batde Jerusalén y Montbard murió poco más tarde cerca de T

después de un largo viaje por tierextranjeras. En mi colección sfaltaba Saint-Armand.

—No había leído nada de contestó Yaara.

—No he publicado nunca

resultados de mi investigación. Olos libros que dejan pregunabiertas. Sobre todo, si la últi



gran pregunta permanece resolver.

—¿Qué quiere decir con eso? —Han encontrado el tesoro

los templarios. Han obtenido legado que dejaron para

posteridad. Con el que consiguieriqueza y un poder infinito, hastapapa se doblegó ante ellos.

Jean hizo un ademán negación. Tuvo la sensación de esen medio de una mala representac

teatral. —Y, en su opinión, ¿qcontenían los rollos? —preguntó.



—Ni siquiera se lo pueimaginar —susurró el ancianoContienen el legado de Dios.

Un profundo silencio apoderó de la habitación. Fueralluvia golpeaba con fuerza

cristales de la ventana.



3ª PARTE. La muertedel silencio

... la fe es para los mansos y

la religión es, en cambio,la profesión de los violentos...



40

Unidad de Crimen Organizado aviera, Múnich

Bukowski volvió a casa de

la región de Berchtesgaden en plmadrugada, en torno a las dEstaba derrotado, se quitó la rop

cayó en la cama. Antes del amanecun fuerte ataque de tos le despeEn el pañuelo quedaron algu

secreciones sangrientas. Despuéstomar su medicina pudo, al tranquilizarse un poco. Pensativo



sentó en el borde de la cama. —Sus pulmones seguro

están tan negros como una minacarbón —le dijo el médico hacía meses en la última consulta.

Bukowski no hizo caso.

—Todos tenemos que mounos antes, otros después —contestó.

Esos ataques de tos eran cvez más frecuentes. A las seis puvolver a conciliar el sueño hasta

el despertador le interrumbruscamente su apaciguado repoCuarenta minutos más tarde to



asiento detrás del escritorio dedespacho. Lisa aún no estaba enoficina. Sobre su mesa habían dejuna gran carpeta. Los resultadosla autopsia del cadáver del macde Watzmann obtenidos hasta aho

Pasó las hojas del informe y lo lpor encima con las conclusioncadáver masculino, entre sesent

ochenta años, sano excepto desgastes propios de la edad. Selos hallazgos provisionales mu

por una múltiple disfunción de órganos achacable a la fuerte pérdde sangre. La amputación de



manos y de la zona de la caraprodujo después de la mueAlguien quería asegurarse bien que no se identificara tan fácilmenHabía suficiente material de ADdisponible pero los asesi

conocían las dificultades entrañaba el reconocimiento en bal material hereditario.

comprobación entre los archivoslos desaparecidos había snegativa y la llave hallada con

llavero del ojo de Horus no hapodido adjudicarse a ninguna puehasta el momento. Bukowski ord



que se comprobaran los archivoslos desaparecidos en toda AlemanTambién contaba con un informela científica según el cual los resde sangre hallados en el maletero BMW con autorización franc

coincidían con el grupo sanguídel asesinado. Se solicitó ucomparación de ADN.

Era paradójico. Bukowski saquiénes eran los asesinos pero tenía ni idea de quién era la víctim

ni el motivo del crimen. Se reclen el respaldo de su silla e hizorepaso mental de la historia. Emp



hace seis semanas con el asesinadisimulado en forma de accidendel padre de la Wieskirche. continuación, torturaron brutalmehasta la muerte al monje del convede Ettal, fue encontrado crucific

boca abajo al igual que el cadáverWatzmann. Al parecer, con estos dasesinatos tenían la necesidad

mostrar una advertencia. ¿Peroquién querían amenazar? Bukowsuspiró.

Un par de días más tarde,asalto a la Wieskirche. ¿Qué estarbuscando allí?



Casualmente el sacristán interpuso en su camino y tuvo morir. Y, ahora, el asesinato a falda del macizo Watzmann. Detde todo se encontraban el homcon la cara de demonio y

cómplice, el boxeador, como llamó la joven mujer de MitterbaUn asesino de la mafia italiana y

criminal del sur de Francia. ¿Qrelación habría entre ellos?

Uno era un profesional

asesinaba a sueldo y el otro un masin cerebro. ¿Se habrían encontren una prisión?



Bukowski rechazó esta idSantini nunca había pisado una cárfrancesa aunque lo estaban buscanpor un asesinato allí. El boxeatampoco había ido a prisión dehacía años. La noche anter

Bukowski había examinado historial.

Encima de todo eso,

circunstancias en las que escaparUn helicóptero los recogió. obvio que alguien les ha

encargado este trabajo. SantiniMardin no eran más que matrimonio de conveniencia



estaban buscando algo o a alguPuede ser que no pretendieran maal hombre del macizo de WatzmaSeguían por allí, así que la torturla posterior búsqueda no tuvieéxito. ¿Pero qué podían e

rastreando con todas sus fuerzas? —Debe ser una cosa, un obj

intuyó Bukowski—. ¿Si no por

iban a entrar en una iglesia? Segque allí no se habría escondido upersona.

Se levantó y se dirigió armario. Regresó con el sumaAnalizó de nuevo la trayectoria



los dos padres asesinados. Existclaras coincidencias. Los trabajaron durante mucho tiempara la Oficina Eclesiástica deAntigüedad y ambos estaespecializados en lenguas antigu

hebreo, arameo, nabateo, palmirenmandeo. Este era el denominacomún.

Bukowski se frotó la frente la palma de la mano.

—¡Un escrito! —exclamó—.

escrito antiguo, ¿cómo no se meocurrido antes?La puerta se abrió de un gol



Lisa entró en el despacho. —¿Estás ya aquí? —pregu

mientras intentaba entrar por puerta.

Llevaba tres pesados archivoera visible que le pesaban bastan

Bukowski miró la hora. —Hace una hora que estoy aq

¿qué llevas ahí?

—Carpetas —contestó LisaCarpetas de desaparecidos y, cierto, hace dos horas que llegué.

Dejó los archivos en su messe dirigió a Bukowski. —Nuestros dos asesinos



sueldo están buscando un escantiguo —le informó.

—¿De dónde viene esa certez —Digamos que es

quintaesencia de una mente despieun potente cerebro y el olfato de

extraordinario agente judicial.Lisa tiró un documento en

escritorio. Bukowski lo miró.

—¿Qué es? —Helicóptero Augu

Westland AW—139, denominac

OEARU, registrado en el aeropueLOIk, se trata de Kufstein. Deempresa Karadic Air Touritik



Scheffau en Tilden Kaiser. —¿Es el helicóptero

recogió a nuestros sospechosos?Lisa asintió.

—¿Cómo lo sabes? —Digamos que es el result

de la intuición femenina junto conmodernos equipos de la supervisdel espacio aéreo.

Gentilly, Francia —Un rebaño de buscadores

fortuna que no tenían nada que ha

en su país natal, ni riqueza, ni podni influencia. Descendientes caballeros empobrecidos que quer



escapar de los muros de un convey deseaban buscar su propio camde batalla.

Jean mostró su negativa. —Protegían a los peregri

que se dirigían a la Tierra Santa.

Molière lo rechazó. —Tonterías —dijo bruscame

. Se escondieron bajo

protección del rey Balduino. alojamiento se encontrdirectamente al lado del monte

Templo donde en épocas pasadreinaba poderosamente el temploSalomón. Ni una sola vez al inicio



su fundación partieron a cabaNunca fueron vistos por los camide Tiro o hacia Escalón. Durante primeros nueve años no hay ninindicio sobre sus acciones en Tierra Santa. En cambio, sí se pu

demostrar su presencia en las cuebajo el monte del Templo. En antiguo escrito de Qumrán se cit

que lo más sagrado de lo sagrtenía allí su lugar.

—¿El arca? —preguntó Yaar

—No solo el arca, sino todoque era sagrado para las personasaquella época. Documen



esculturas, todo lo que relacionaba con Yahvé. Existía templo, una cripta. Pregunte al pdonde guarda sus valiosos objeVerá como sencillamente golpeasuelo con los pies.

—Eso son solo teormonsieur Molière —dijo Jean.

—He dedicado toda mi vid

estudiar los templarios. Pasé todotiempo libre en la Tierra Santaestudiando los escritos y tu

conocimiento de algunos aspecque hicieron cambiar mi opinsobre estos nobles caballeros. Ya



he comentado antes, algún publicaré mi libro. En la actualihe escrito más de mil páginas ptodavía no es suficiente. Faltaúltimo capítulo.

—¿Y cree que encontrará

final con este caballero Renaud?Molière negó con la cabeza.

—Es un capítulo importante,

más, pero es el principio del final —¡No entiendo! —repl

Yaara.

—Lo que una vez encontrase perdió a lo largo de los sigloscontestó Molière enigmáticamente



El conocimiento desapareJerusalén cayó en las manos de sarracenos y se persiguió a caballeros. Así perdieron su podYa no quedaba nada en sus manLa Iglesia creció y los templar

perdieron su relevancia, circunstancia asombrosa. Y eso lo que sucedió en aquel viernes

de octubre de 1307. Se asesinaromiles de templarios por mandato papa. Pero no todos cayeron. Muc

escaparon a Escocia y Amériantes que Cristóbal Colón. No tennada que perder pero tenían una fl



con la que navegaron hacia dondeponía el sol hasta que llegaron a tierra desconocida, América.

Jean sonrió. —¿No está hablando en serioMolière miró despectivament

Jean. —En Nueva Escocia po

encontrar aún sus huellas. La Or

de los Templarios cayó pero surun nuevo movimiento. Phoeresurgió de sus cenizas. Observe

actuales billetes de dólar. Viaje pel mundo con los ojos bien abierEncontrará sus huellas por to



lados. Y su enseñanza recobró viSu posición frente a la Iglesia. dice que Leonardo da Vinci escarneció de la Iglesia, inclusosu propia casa.

—¿Los masones?

—Así se llama en la actualieste culto. Siguen existiendo nuestros días. Los templarios fue

sus antecesores. —Usted no tiene en gran est

a la fe y la religión —observó Yaa

Molière sonrió. —Sabe, precimademoiselle. La fe es para



mansos y la religión es, en cambioprofesión de los violentos.

Yaara asintió en silencio. Fuhabía dejado de llover y el comenzaba a abrirse camino entrenubes.

Bischofswiesen, región erchtesgaden

Tom y Moshav se hab

alojado en el hotel ReissenlehenBischofswiesen, allí pasaron uintranquila noche. Habían esper

más de una hora cerca de la casaJungblut pero no sucedió nada,siquiera apareció la policía, a pe



de que Moshav y Tom estabcompletamente seguros de que presencia en la casa no pinadvertida.

—¿Por qué los vecinos habían llamado a la policía?

preguntó Tom. —No lo sé —contestó Mos

. Seguro que es por algo.

Tom asintió furioso. —Estoy de acuerdo. Tenem

que averiguarlo.

Moshav respiró profundamen —¿Pero qué pretendes haahora?



—Tendríamos que enterarquién nos descubrió, ¿no crees?

Moshav se echó desodorantse pudo una camiseta.

—Yo, por lo pronto, voydesayunar.

Tom se estaba cepillando dientes.

—Yo voy después —mascull

Un par de minutos más tardevolvieron a encontrar en el comede desayuno del wellnessho

Numerosos invitados estasentados alrededor de las medisfrutando de la tranquila



agradable atmósfera. La habitacestaba decorada con un clmobiliario rústico. Los asientosmanteles de rayas blancas y azuotorgaban a la sala el típico encade Baviera. Un copioso bufé invit

al disfrute culinario y las ocupacamareras, vestidas con las típifaldas dirndl , servían con amab

miradas a los huéspedes. Mosestaba sentado en una mesa cercala ventana. La colina se levant

suavemente hasta los árboles docomenzaba una fuerte subida. Tomsentó junto a Moshav y ensegu



llegó la camarera.Moshav había dejado a un l

el periódico. El titular con granletras en mayúscula ocupaba portada, una belleza con el pechoaire quedaba relegada a la pa

inferior.«Los carniceros de Watzman

aparecía en primera plana. Tom le

por encima el artículo sobre cadáver hallado en el macizo Watzmann. También hablaban de

padres asesinados en la zona. policía sospechaba de unos asesia sueldo.



—Ahora ya tengo claro quentró en la casa de Jungblut suspiró Tom.

—¿Piensas que se trata Jungblut?

—Podría ser, ¿no crees?

—¿Qué hacemos ahora?Tom reflexionó por un mome

mientras contemplaba el ve

paisaje. —No tenemos otra opci

tenemos que llegar hasta el final.

—¿Y qué pretendes hacer? —Los vecinos tenemos vigilar la casa, quizás obtengam



algún indicio. La Croix Valmer, provinc

VAR, Côte d’Azur Benoit estaba sentado en

blanco sofá de su mundana villa vistas a la costa Azul mientras be

a sorbos su champagne. —Realmente no tengo la m

remota idea de dónde puede es

Pero debemos darnos un tiempo. encontrarán. Si no, tendremos volver a la acción pero primero d

pasar algún tiempo. Las autoridaalemanas trabajan con eficacia ypodemos obviarlas tan fácilme



Este Bukowski es como un sabueha olido la presa y no descanshasta que la haya desmenuzado.

—Dejémosle que atrape presa, entonces podríamos descan

contestó el hombre de traje negr

Tenía el cuello blanco decamisa bien cerrado a pesar de la temperatura se encontraba

encima de los treinta grados. —Lo he estado pensando

contestó Benoit—. Mardin no

importa pero no puedo arriesgarcon Santini. Es demasiado valioso —¿No deberíamos pen



primero en nosotros? —Aún tenemos el control y

ahora eso no va a cambiar —conteBenoit y dejó vacío su vaso.



41

oma, Santo OficioPater Leonardo est

consternado. Se sentía utiliza

incluso maltratado. Conocía la férestructura jerárquica dentro deadministración eclesiástica pero,

todos modos, el cardenal prefectohabía reído de él. Le encargó, propiciarle más detalles, una mis

que solo podría resolsatisfactoriamente si conocía biencontexto y todas las relaciones.



¿Qué se podía esconder detde esa Hermandad de Cristo? ¿Qpodía ser tan peligroso para Iglesia como para que el miscardenal prefecto enviara a secretario a Jerusalén? Cuando Pa

Leonardo entró a su despacho,encerró con llave desde el interalgo que no acostumbraba a hacer

sentó junto al escritorio y encendióordenador. Activó el navegador internet y en un motor de búsqu

introdujo el término confriére JChrist . Pasó un rato hasta quepantalla mostró los resultados.



leyó por encima pero ningucorrespondía a su búsqueda. Respprofundamente y accedió de nuevoformulario de entrada. Esta introdujo el nombre del hombre participó junto a Chaim Raful en

excavaciones de Qumrán y cimplicación en las cuevas acabómismo día que la del profesor Raf

Había más de cincuenta entradas que contenían el nombreYigael Jungblut. La primera entr

indicaba que el profesor Jungbtrabajaba como profesor en Universidad de Múnich, su ámbito



especialidad era la Arqueología.artículo encontrado tenía un paraños. Lo leyó detenidamenPosteriormente el profesor vivióAlemania, en algún lugar de la regde Berchtesgaden. Cuando leyó

siguiente entrada se frotó la frecon resignación. Yigael Jungbmurió de un infarto hace varios añ

Decepcionado apoyó la barbsobre sus manos. Acababa encontrar un indicio que se esfu

enseguida. De nuevo, se dirigió alista de resultados del motor búsqueda. El tercer artículo proce



del periódico BerchtesgadeTageszeitung en el que se informque el profesor Jungblut condecorado con una medalla ydiploma del Ministerio de CulturaBaviera por su activa contribució

la creación del Departamento Escritos Hebreos dentro de Biblioteca Universitaria de Múni

Pater Leonardo leyó por encimaartículo, se quedó perplejo cuandomirada topó con la fecha del escr

Procedía del año pasado, inclusopodía observar una foto. El profeJungblut estaba apoyado en un bas



unto a un representante Ministerio de Cultura. El profeestaba bastante estropeado y pareenfermo, pero estaba vivo. El rosdel padre se volvió a iluminLimitó el criterio de búsqueda

agregó el nombre de Raful encampo de entrada. Obtuvo más treinta resultados. Al parecer, Ra

y Jungblut habían trabajado juntolo largo de los años. Descubvarios ensayos y artículos

investigación que Jungblut y Rahabían escrito juntos, especialmesobre la temática de los templario



De nuevo, Pater Leonaaccedió a la página del periódicoBerchtesgaden para buscar dirección de Jungblut, pero spudo enterarse de que el profesorhabía retirado a pasar sus últim

días en la región de BerchtesgadJusto estaba a punto de cerrarpágina cuando un titular del menú

inicio atrajo su atención. Hareferencia al cadáver desconocencontrado en Watzmann, tortura

brutalmente y crucificado haabajo.¿Una víctima crucificada? Pa



Leonardo se descargó el artícumientras lo leía casi se quedó respiración. Tomó inmediatamenteteléfono y llamó a uno de administradores.

—Necesito un vuelo a Mún

dijo—. Hoy mismo, es urgente.Múnich, Unidad de Crim

Organizado de Baviera

No tuvo que esperar muhasta que le devolvieron la llamaBukowski se levantó y buscó

chaqueta. —¿A dónde vas? —preguLisa.



—He quedado en dos horas el inspector responsable de Dirección de Seguridad de Tirol. informo que llegaré tarde, poracaso estás interesada en esperarm

Lisa hizo un ademán negativo

—No he pegado ojo en todanoche. Me duele la cabeza. realidad quería analizar es

carpetas pero si no mejoro creo qme marcharé a casa para descansa

—¿Qué hay en esas carpet

preguntó Bukowski mientcerraba el sumario que había dejencima de su mesa.



—Los casos de desaparecide los dos últimos años en tAlemania, en Austria y Suiza. acaso no te interesa el nombre devíctima?

Bukowski miró con los o

bien abiertos las tres carpetas. —¿Tantos desaparecidos? —Al parecer, hay muchos

no soportan seguir viviendo en cas —La culpa de eso la tienen

mujeres, como siempre.

Lisa mostró su indignaci«Típico de Bukowski», pensó parmisma.



Bukowski se dirigía a la puecuando se giró una vez más.

—¡Ah! Y ya que estás con e¿Puedes mirar en internet si nuestdos padres asesinados estaban contacto con algún arqueólogo

trabajara con el arameo, hebreocualquier otra lengua oriental?

—Ya lo he hecho —conte

Lisa. —Ya lo sé, pero estoy seg

que nuestro caso va de al

artilugio en el que las lengantiguas tienen un papel crucial. ¿me comentaste algo sobre



profesor universitario?Lisa asintió.

—Uno ya está muerto y el oes de Israel. El redactor no pufacilitarnos su nombre porque la fes demasiado antigua.

—No importa, busca de nueUtiliza tu intuición, como conhelicóptero.

Antes de que Lisa pudicontestar, Bukowski se hamarchado.

Gentilly, FranciaEl profesor Molière les hapreparado un opulento desayu



seguía conversando profusamecon la somnolienta Yaara sobretumba del templario que habencontrado frente a las puertas Jerusalén. Si Molière estaba encierto, Tom no se había equivoca

con sus negativos presentimientohabía mucho más en juego de lo se hubiese podido imaginar antes

volar a París. Seguro que ChRaful sabía lo que se hallaba dende la tumba del templario y tamb

tenía que haber sido consciente las consecuencias que podía tenepublicación de tal hallaz



Desapareció a tiempo dejando enestacada al profesor Hawke y aequipo. Más aún, había dejado los lobos devoraran a casi todos que trabajaban en las excavacione

—Estoy agotada —dijo Ya

al salir del apartamento del profesMolière le entregó una copia

su manuscrito donde podía leer to

lo que le había contado la noanterior sobre los templarios. Tuque prometerle que no se

enseñaría a nadie. —Vayamos a la pensión que recomendó Paul y durmamos bien



contestó Jean Colombare. —Quería llamar a Tom

comentó y bostezó a la vez. —Tienes tiempo hasta e

noche. Ahora será mejor que te vaa dormir. Tienes la cara más blan

que la nieve. —Estoy machacada, como si

hubiesen dado una paliza —repl

Yaara.Miró al cielo, solo unas cuan

nubes cubrían los tejados de París

Strub, región de BerchtesgadDespués del desayuno, TomMoshav se sentaron en el coch



condujeron de vuelta a Strub. aparcaron antes de llegar al puepara entrar a pie. Parecían inofensivos senderistas que paseapor la soleada zona montañosa. tumbaron en un prado. Desde

podían ver toda la calle en la queencontraba la casa de Jungblut. Tcompró en una tienda u

prismáticos con un cristal Zeiss gran calidad. Ahora estaban sentaen el césped y contemplaban lo

sucedía en el pueblo.Tom estaba jugando con móvil mientras Moshav miraba



los prismáticos. —Parece muerto —murm

Moshav.Hasta ahora solo habían pas

tres coches por la carretera y umujer con un perro. Parecía qu

nadie le interesaba la presenciaausencia de Jungblut. Pasadas diez llegó el cartero a la casa

Jungblut y metió algo en su buzmarchándose sin más.

—Tengo que llamar a Yaara

dijo Tom. —Envíale un mensaje contestó Moshav y apartó a un l



los prismáticos. —¿Has visto algo? —Solo el cartero —conte

Moshav.Tom activó la pantalla de

móvil y le escribió un mensaje

Yaara.Poco a poco el sol alcanzaba

cenit. A mediodía les entró hambr

sacaron el almuerzo que habrecogido en el hotel: unos bocadilde jamón con queso y pepino.

—¿Sabes si son cashrut ? preguntó Moshav. — ¿Cashrut? No sé —conte



Tom—, pero están ricos.Tom le dio un bocado a

sabroso bocadillo de jamón y trago a la botella de agua.

Moshav se encogió de hombr —Da igual si es cashrut o

Tengo un hambre de caballo y Dios no me va a castigar si alimento un poco.

—No te va a enviar al infiepor ello, ahí deberían ir otros.

—¡Mira ahí! —interrum

Moshav.Una mujer mayor salió decasa vecina, miró a su alrede



antes de cruzar la calle pasegurarse de que nadie la estviendo.

—Seguro que fue ella la anoche percibió nuestra presenciaconjeturó Tom—. En todo caso, e

vive en la casa desde la que vigilaron.

Moshav elevó los prismátic

La mujer llevaba un mandil azullevaba su canoso pelo recogidoun moño.

—Calculo que tendrá usesenta años.Pasó por la casa de Jungblu



Tom suspiró. —¡Qué pena!De repente, la mujer se pa

volvió a comprobar que no hanadie a su alrededor y rápidamese dirigió decididamente hasta

buzón de Jungblut. —¡Mira! —dijo Moshav.Sacó algo de su bolsillo

seguidamente, abrió el buzón colgaba junto a la valla de entraLo cerró y se apresuró hacia su ca

—¡Interesante! —exclaMoshav—. Se encarga de correspondencia durante la ausen



de Jungblut. Seguro que sabe dóestá.

Moshav dejó los prismáticoempezó a guardar el almuerzo.

—¿Qué haces? —Tenemos que ir a pregunta

dónde está Jungblut, si es que todavive.

Tom sonrió.

—¿Crees que nos lo va a detan fácilmente?

—¿Por qué no?

Tom mostró su astuto gesto. —Piensa por un momenPrimero nos ve en la casa pero



llama a la policía. ¿Te has dacuenta de su extraño comportamiencómo miraba alrededor, su manioal pasar por la casa antes de dirigial buzón? Sabe lo que está pasanNos contará cualquier tontería

avisará a Jungblut. Seguro que een algún lugar cerca de aquí. Vama esperar un poco.

—¿Por qué? —Quizás ahora ella vaya

llevarle las cartas.

Moshav asintió y malrededor. A lo lejos brillaba la rogris del Watzmann. Los pája



cantaban y un par de pesadas moshabían olido su comida.

—Vale, quedémonos aquí. bastante bonito.

Tom sonrió. El tiemtranscurría lentamente. Casi pasó u

hora hasta que volvió a transitarvehículo por allí. Un coche negroacercó. Condujo a lo largo de tod

calle, al final se giró y retrocedió. —BGL-HA 3344 —d

Moshav y pegó los ojos a

prismáticos—. Un Renault negro.Tom sacó su bloc de notaapuntó el número de la matrícula



coche se paró frente a la puerta demujer. Un hombre mayor y gruesobajó y entró en la casa.

—Seguramente sea un conocmurmuró Moshav.

Quince minutos más tarde

hombre volvió a salir de la casa.dirigió al Renault, entró en vehículo y rápidamente desaparec

—Seguramente no haya snada —dijo Tom.

—¡Sí que ha sido algo! —

contradijo Moshav—. ¿No te dado cuenta de lo que llevaba enmano?



—¿Quién tiene los prismátictú o yo?

—El mismo sobre que la murecogió antes del buzón de Jungblu

Tom se agitó y le quapresuradamente a Moshav

prismáticos de las manos. —¡Mierda! ¿A dónde se ha idTom rastreó con los prismáti

la calle. —¡Lo hemos perdido! —d

finalmente Tom con un tono

resignación en su voz. —¿Y qué hacemos ahora? preguntó Moshav.



—Ahora tenemos enterarnos de quién es el coche contestó Tom.



42

Múnich, aeropuerto Franz JoStrauss, en Erdinger Moos

Puntualmente aterrizó el av

en el que volaba Pater Leonardo.representante del Arzobispado Múnich y Freising, un joven ru

que vestía un traje negro, le estesperando en la sala de llegadComo alto cargo del Vaticano

como miembro de la Congregacde la Fe le otorgaron correspondiente distinguida atenci



Un Audi negro con chófer estparado en el aparcamiento juenfrente de la terminal.

—Estoy a su servicio —le la bienvenida el hermano Markusu honorable visita de la Ciu

Santa.Pater Leonardo son

amablemente. El vuelo le ha

agotado un poco. —¿Le ha enviado el cardenal —Exacto —confirmó el jo

eclesiástico—. Le manda un cordsaludo y espera que puedan ceuntos en los próximos días.



momento no está en Múnich, cuestiones urgentes de trabajo tenido que viajar a Rumanía. Me asignado a mí para que me encarpersonalmente de su estancia Baviera. En caso de que le su

alguna pregunta o necesidad, estosu entera disposición.

Pater Leonardo le dio u

suaves palmaditas al joven enhombro.

—Nunca prometa lo que

pueda cumplir. ¿Trabaja en Obispado? —Aún estoy estudiando en



seminario San Juan el BautiAhora mismo estoy de prácticTrabajo en el Secretariado cardenal.

—¡Bien! —contestó PaLeonardo—. ¿Está contento de po

disfrutar dentro de poco del ejercicomo cura?

—Yo... es que... no sé q

camino he de tomar. —¿Y quién lo sabe durante

uventud?

Al hermano Markus le resuagradable este hombre de Romapoco más de treinta años. Esper



encontrar una persona mayorenvejecida por el alto cargo Vaticano y ahora, justo frente a tenía a un agradable, dinámicodeportista italiano que, no sdominaba a la perfección la len

alemana sin acento ninguno, sino además daba la agradable impresde un hombre totalme

comprensivo. —A veces no es fácil —adm

el hermano Markus—. C

frecuencia no puedo discernir enla verdad y la mentira. A veces nopueden ver bien las cosas,



caminos son tan enrevesados.Pater Leonardo sonrió.

mismo sentía perfectamente econtradicción entre la vida terrenla divinidad. Precisamente duraestos días todas sus dudas hab

vuelto a espolvorearse como el pode una flor con una corriente viento. Asintió comprensivamente

—Joven amigo, no es fácilcamino que ha escogido, está llde injusticias y obstáculos pero d

tener algo bien claro. Hay milesverdades, uno tiene que decidir a verdad se atiene.



Una vez que Pater Leonarecogió su equipaje, el chófer apresuró a asistirle con un carrito.

—Hemos preparado habitación para usted en la casa cardenal Döpfner de Freising

anunció el hermano Markus. —¿Ha oído hablar del asesin

de Berchtesgaden? Torturaron

crucificaron a un hombre.El hermano Markus se enco

de hombros.

—Sé que hace unas semaasesinaron a un padre dentro convento de Ettal. ¿Se refiere a es



El padre se quedó paralizaLa noticia se le clavó como ulanza.

—¿Ettal? —murmuró. —Sí, dentro de los muros

convento. Además, en una igle

cercana se asesinó al sacristán. supone que sorprendió a un parladrones que querían robar algu

objetos sagrados. —¿Qué pasó con lo del pa

de Ettal?

—No lo sé exactamente.El chófer abrió la puerta atrás. El padre Leonardo to



asiento emitiendo un fuerte suspiro —Seguro que está muy cansa

le llevaremos a Freising, allí podr —¿El convento está lejos

aquí? —A cien kilómetros —conte

el chófer. —Vayamos entonces a Et

podré descansar más tarde —deci

firmemente Pater Leonardo.Gentilly, pensión Tiss

rancia

—¡Es increíble! —exclaYaara mientras pasaba a la siguiepágina—. Este manuscrito e



extraordinariamente documentadouna investigación excepcional. Tolas afirmaciones se basan en indiccorroborados. Participó excavaciones de Jerusalén, FranChipre y hasta de Nueva Esco

Verifica todos sus reconocimienal menos con dos fuentes. Cuanpublique el libro, provocará una g

confusión en el ámbito de la IglesiJean Colombare estaba sent

unto a la ventana de la pequ

habitación y observaba pensativo oscuras nubes. Madame Dubaenvió que les sirvieran café y u



pequeñas tortas con nata en habitación. Yaara tenía muchambre, ya que se había saltadoalmuerzo mientras dormía. En cuase despertó se dedicó a estudiarmanuscrito de casi mil págin

Tenía la luz encendida aunque fuese por la tarde, sobre esta zonaParís unas espesas nubes hacían

lloviera intensamente. —Creo que nadie lo leerá

contestó Jean—. Lleva años con

y no consigue terminarlo.Yaara siguió pasando páginas.



—Porque aún le falta la últpieza del mosaico. El legado Dios.

—¿Y crees que lo hemencontrado?

—Ya veremos —conte

Yaara y tomó su teléfono móvil. —¡Qué raro que Tom aún no

haya llamado! —murmuró.

—Estará ocupado. ¿Crees van a encontrar a Raful?

—Ya veremos —conte

Yaara mientras marcaba el númde Tom.Pasó un rato sin escuchar n



hasta que al fin pudo escucharseñal de ocupado.

—O está hablando por teléfahora mismo o no está disponible.intentaré de nuevo más tarde.

Jean tomó su taza de café.

—¡Qué pena! Me hubiencantado enseñarte París pero este tiempo pienso que no es bu

idea. — Non nobis Domine, n

nobis, sed nomini tuo da gloriam

leyó Yaara en voz alta manuscrito.De pura rabia había ignorado



comentario de Jean. —El lema de los templarios

contestó Jean—. «No a nosotrSeñor, no a nosotros, sino a nombre da gloria».

—¿Conoces el lema de

templarios? ¡Creía que esta no erespecialidad!

—De algo me acuerdo de

carrera —respondió Jean¿Quieres un poco de torta?

Yaara dejó a un lado

manuscrito que había encuadernbien y miró por la ventana. —¿No querías enseñar



París? —¿En serio? —No me importa que llueva

sé si alguna vez volveré a eciudad.

—Salgamos pues, ¿tienes

chaqueta con capucha?Yaara se levantó.

—Tengo hasta un paraguas.

Salzburgo, Dirección Seguridad de Tirol, Austria

Stefan Bukowski depositó

sumario en la mesa de su colegala seguridad austriaca. El inspecHagner era un hombre alto con ce



pobladas y espeso pelo negro. señaló una silla a Bukowski ypreguntó si deseaba tomar un cBukowski no dijo que no.

—Ya he comprobado empresa —inauguró el inspector

charla—. Karadic procede de antigua Yugoslavia y desde hace mde treinta años vive en Austria.

ha obtenido la ciudadanía y etotalmente limpio. Tiene registrados helicópteros a su nombre. Un

117 y ese AW 139. Tiene a cuatrabajadores, entre ellos dos piloSe ha casado con una austriaca



tienen dos niños. Su licencia vuelo es válida y paga debidametodos los impuestos. Tiene ucoartada para esa noche. encontraba en Innsbruck, en fiesta familiar que duró varios día

—Puede ser que él no pilotsu helicóptero pero el sistema vigilancia aérea lo identificó

duda.Hagner sonrió.

—Estoy totalmente de acuer

Por eso queremos tomar declaraca los dos pilotos. A uno lo podemdescartar porque desde hace



semanas está ingresado en el hospde Kuffstein a consecuencia de complicada fractura de la pierna.otro, un tal Peter Brettschneider, ven el recinto de la empreÚltimamente está tenien

problemas. Su mujer le ha dejadlo está exprimiendo como a unaranja. Tiene dos niños pequeño

le tiene que pagar bastante manutención.

Bukowski mostró su asombro

—Parece que este puede nuestro hombre. —Eso pensamos nosot



también, por eso lo estamvigilando. Imagino que desehablar con él lo antes posible, ¿no

Bukowski asintió. —Está en el recinto y real

las tareas de mantenimiento de

dos helicópteros. Hoy no tiningún vuelo previsto por lo estoy seguro de que lo podem

encontrar allí.El inspector se levantó.

—Entonces, no perdamos m

tiempo. El señor Karadic nos espeya hemos hablado con él. Tambpiensa que pueda ser



Brettschneider, últimamente no muy fiable, hasta está pensandodespedirle.

—¡Ha preparado todo muy bielogió Bukowski al inspector.

—Hacemos todo lo que está

nuestras manos, sobre todo payudar a un buen amigo de unonuestros superiores —conte

Hagner irónicamente. —Estimado colega, usted s

lo lento que trabajaríamos

nuestro pesado sistema burocrátiSi tuviésemos que regularlo todo escritos a través de nuestros pues



de conexión nos pondríamos vieantes de poder dar un paso. Ademesos dos tipos se me han escapcasi delante de mis narices, me dañado bastante el orgullo.

Hagner sonrió artificialmente

—Quiere decir que se fuevolando delante de usted. Salgampues, nosotros también volaremos

más rápido.Strub, región de BerchtesgadTom colgó su móvil y se se

en el tronco de un árbol juntoMoshav dando un suspiro. —A ver si funciona —d



Moshav y sonrió incrédulamente. —¿Por qué no iba a funcion

replicó Tom—. Dieter y compartimos piso durante la carrTodavía me debe un favor.

—Creía que nuestra estan

aquí era secreta. —Dieter no supone nin

peligro para nosotros. Es abogado

Bottrop. Hace dos años representó en un caso relacioncon un accidente. Es muy bu

persona. Un poco torpe con cuestiones técnicas pero para esourista.



—¿Mientes a todos tus amig preguntó Moshav.

—Digamos que lo del accideha sido una mentira piadosa. costaría mucho trabajo explicatodo el trasfondo de nues

indagaciones. No podemos olvique es abogado y está del lado deley.

—¿Te ha llamado Yaara?Tom negó con la cabeza.

—Se me ha olvidado enviar

mensaje. Esta noche la llamaré.Moshav se acercó prismáticos y rastreó la carretera



Strub. —Este pueblo está muerto.

creo que aquí pase nada más.Tom miró al despejado cielo

—Esperemos a que Dieter llame. Normalmente

reconocimiento de una matrículauna central de seguros no tamucho. Después ya veremos

hacemos.Tom y Moshav esperaron u

hora más en el prado por encima

pueblo de Strub hasta que volvisonar el móvil. Era su abogadoBottrop. La conversación no d



mucho. —¿Y? —preguntó Mos

después de que Tom hubicolgado.

Tom sonrió satisfecho. —Hans Steinme

Bischofswiesen, Stangergasse 9a. —¿Seguro? —Al menos ese es

propietario del coche. Me ha dique el portador del seguro tialrededor de cuarenta años, pod

ser el hombre que ha salido decasa de la vecina. —¿Y qué hacemos ahora?



Tom señaló hacia el valle abajo y se levantó.

—Vamos a Bischofswiesen, a ser una larga noche.



43

Convento de Ettal, BavieraAl otro lado del refecto

frente a la pequeña capilla,

encontraba el edificio de administración donde el abad tesu sala de recepción. Pater Leona

le dio a entender a su acompañaque estaría ocupado bastante tiempor lo que el hermano Mar

prefirió esperar a su visita de Roen la cocina. Un monje con hábmarrón condujo a Pater Leona



hasta el despacho del abad. hermano Anselmo se levantó demesa cuando Leonardo entró enhabitación.

—¡Qué aparición minesperada entre los modestos mu

de nuestro convento! —salucordialmente el abad a la visita Vaticano.

Se levantó y le extendió la mcon una sonrisa.

Pater Leonardo respon

correspondientemente a la amabienvenida y se acomodó en sillón.



—Veamos, el motivo de visita es informarme detalladamesobre el brutal asesinato qlamentablemente, se produjo en econvento. El cardenal prefecto meencargado que me ocupe de e

tema, me ha emitido para elloarbitratus generalis. Dcomprobar si este asunto pu

afectar negativamente a nuemadre Iglesia.

El abad frunció profundame

el ceño y lo miró sorprendido. —Pero ya he informpersonalmente al cardenal prefe



contestó.El hermano Anselmo asintió.

—Hace una semana. ¡Qué rque no se lo haya contado!

—Tuve que marcharurgentemente a Jerusalén y ahora

prefecto se encuentra en SudamérNo nos vemos desde hace días.

El hermano Anselmo le co

todos los detalles relacionados el asesinato del hermano Reinhard

—Lo encontramos en el esta

crucificado bocabajo. —¿Había indicios? Quidecir, ¿hechos que resulta



extraños? ¿Tenía algún problenuestro hermano?

El abad negó con la cabeza. —El hermano Reinh

habitaba en nuestra abadía dehacía algunos años, era un vali

miembro. Se encargaba de todorelacionado con las lengextranjeras. Además de españ

inglés, portugués y ruso, hablhebreo y algunos dialectos árabAntes de ingresar en nue

convento trabajó en la OficEclesiástica para la AntigüedDesgraciadamente tuvo un accide



en un yacimiento y tuvo que retiraentonces se vino a Ettal.

—¿Sabe a qué dedicaba tiempo antes de morir? —preguPater Leonardo.

—Leía bastante —contestó

hermano Anselmo—. Leía librosgriego antiguo y lenguas de OrienSegún me han informado en

Oficina para la Antigüedad traduescritos antiguos del aramhebreo... ¿entiende?

—¿Trabajaba en aldocumento en especial?El hermano Anselmo se enco



de hombros. —Siento no poder ayudarle m

en este asunto, pero nos esllegando algunos rumores. ¿Sabe también asesinaron al párroco deWieskirche? Y también al sacris

cuando sorprendió a dos ladrodentro de la iglesia a medianoche.policía piensa que es

acontecimientos están relacionadoPater Leonardo asintió.

—Sí, lo había escuchado

contestó rápidamente.Le resultaba difícil pocontrolar la tensión que e



información le producía. ¿En complot se había metido? Por tolados se iba encontrando cadáveTanto en Alemania como en la TieSanta.

—¿Me puede decir algo m

sobre los rumores que giran en toa la muerte del hermano Reinhard?

El abad sonrió y movió la m

desinteresadamente. —Tonterías, no son más

tonterías. Se dice que el herm

Reinhard había perdido la fe Dios. Durante las últimas semanascomportó de un modo muy reserva



Además, ya conoce este tipo muerte. Tras el martirio, se crucificó como a un traidor.

—¿Se conocían el hermReinhard y el cura de la Wieskirch

—No lo sé, eso debe habla

con los especialistas de la policíasumario lo lleva un comisario jllamado Bukowski.

Pater Leonardo asintió. hermano Anselmo miró al reloj.

—Lo siento mucho pero

puedo seguir atendiéndole. Tenuna cita urgente con el representadel municipio, se trata de los even



que vamos a organizar para próximas semanas.

Pater Leonardo se levantó. Atenía mucho que aclarar, pensó psí, pero antes de ponerse en contacon la policía tenía que hab

urgentemente con el cardeprefecto. Y esta vez no iba a deque lo despachara rápidamente

sus típicas reprimendas, en eocasión el prefecto tenía que dauna explicación.

Bischofswiesen, región erchtesgadenLa vivienda de Hans Steinme



se encontraba en un pequeño callede adoquines en el centro del puebera una casa blanca con un porchemadera de roble y un gran balcDos grandes abedules posaban encuidado jardín.

Tom y Moshav aparcaron Ford a cierta distancia junto acalle. Mientras que Moshav esper

en el coche, Tom pasedisimuladamente frente a la casa.puerta del garaje estaba abierta p

no se veía el Renault oscuro. Pareque no había nadie en casa, dehacía una hora no había pasado na



por allí. Tom concluyó su segunronda y abrió la puerta del vehícul

—Sigue sin moverse nada protestó dirigiéndose a Moshav.

—Será una noche larga contestó Moshav.

Tom asintió pero antes subirse al coche se giró y a lo levio el letrero de una panadería, en

otro extremo de la calle. —Tengo un poco de hambre

dijo—. ¿Quieres algo?

Moshav rechazó la oferta. Tcerró la puerta de un golpe y dirigió a la panadería. Miró hacia



interior del local a través escaparate. La tienda estaba vaSubió los tres escalones de entrada, abrió la puerta y entró.móvil colocado encima de la puesonó con claridad.

Tom esperó casi un minuto haque apareció una mujer mayor pelo blanco como la nieve recog

en una trenza. Por encima estampado vestido azul llevaba mandil blanco.

—¡Buen día! —dijo la mujemiró a Tom amablemente.Tom le devolvió el saludo.



—¿Qué desea? —le preguntómujer con un fuerte acento Baviera.

Tom pidió dos unidades retzel y se decidió por una porc

de tarta de manzana que le est

«sonriendo» desde el otro lado mostrador.

—Estamos de vacaciones a

le comentó a la mujer pentablar conversación.

—Ya me había imaginado q

usted no es de aquí —contestómujer intentando ocultar su acento —Trabajo en Múnich, mi am



y yo queremos hacer una ruta poWatzmann pero he perdido dirección de nuestro guía.

—¡Ah sí! —contestó la mujer —Se llama Hans Steinbreche

algo así.

—¿Es de Bischofswiesen? —Creo que sí —contestó TomLa mujer pensó por un momen

—En esta calle tenemos a Hans Steinmeier pero él no hrutas por la montaña.

—¿Steinmeier? Sí, puede ser¿Dónde vive?La mujer miró a la calle



señaló hacia abajo. —Ese Hans seguro que no

Hans trabaja para un viejo profepero no hace rutas. No cononingún Hans Steinbrecher, quiviva en Strub o Mitterbach.

Tom se quedó pensativo. —Hans Steinmeier, me resu

conocido. He dejado la nota con

dirección en mi apartamento Múnich. ¡Qué tonto! Ahposiblemente me cueste volver.

—Este Hans fue un luchadeportivo muy bueno. Hasta ganó medalla en las Olimpiadas. Eso



hace un par de años, quizás por le suene el nombre.

La mujer introdujo la porcióntarta de manzana en una bolsa y spasó por encima del mostrador.

—Cuatro euros en total —d

la dependienta.Tom rebuscó las monedas en

bolsillo.

—Entonces me haequivocado.

—Seguro —contestó—. H

cuida de un profesor mayor que vasilla de ruedas. Se encarga ardín, de la casa y le hace



compras. Seguro que no le qutiempo para trabajar con turistas.

Tom asintió con una sonrAgarró la bolsa y abandonó la tienRegresó al coche. Con un suspirosentó en el asiento del piloto.

—Estamos en lo cierto. Steinmeier cuida del profesor queen silla de ruedas.

—¿Has preguntado en panadería? ¿Estás loco? —conteMoshav perplejo—. Dijiste que

debíamos llamar la atención. —He sido muy cuidadoso, he hecho pasar por un turista



contestó Tom mientras cogía el trode tarta de manzana y le daba bocado.

—Parece que está rico —dMoshav.

—Sí, ¿es que lo oyes?

—No pero estás concentrado con tu tarta de manzque no te has dado cuenta del co

que acaba de pasar por nuestro lreplicó Moshav y señaló a tra

del parabrisas.

El Renault negro de Steinmese paró directamente delante decasa.



Scheffau am Wilden Kaisustria

Los dos autobuses Vseguidos por las patrullas rojiblany los dos vehículos civiles desviaron de la carretera princi

hasta la entrada del recinto Karadic Air Touristik. Además una academia de vuelo para pilo

de helicóptero, aquí se podalquilar viajes tipo chárter y otmodalidades para hacer recorri

por las montañas.Bajo el brillante sol de la tarlos vehículos se detuvieron frente



edificio. Además de una tocuadrada, una gran nave y vivienda, el resto del recinto estcompuesto por un enorme prdonde no crecía la hierba. Junto avivienda había un aparcamie

ocupado en ese momento por coches. Al norte se contemplcomo las paredes rocosas del Wil

Kaiser se elevaban hacia el cielo.Justo delante de la nave y

cierta distancia de los edificios,

una gran plaza asfaltada en formacírculo y una «H» pintada encentro, estaba trabajando en



helicóptero lacado en rojo y amarun hombre vestido con un mono aAl parecer era un mecánico, pueque algunas piezas del revestimielateral estaban bien apiladas al lde la caja de herramientas, a la alt

del rotor de cola. —El señor Karadic nos espe

vive en Kufstein pero nos ha di

que hoy estaría en su oficina explicó el inspector Hagner.

Bukowski asintió.

—¿Vive alguien en la casa? —Abajo están las oficinas, sala de estar y una cafetería, arr



hay dos apartamentos. En uno vivmecánico que, a su vez, mantienerecinto y el otro está disponible plos invitados.

—¿Y el piloto? —También vive en Kufst

pero Karadic se ha encargado de hoy esté aquí.

Los coches se pararon en

aparcamiento. Los policuniformados tomaron posicioalrededor de la casa. Antes de q

Bukowski se bajara del vehículo, umujer rubia seguida de un hombreestatura media y de pelo negro riz



con bigote salieron de la casa. —Karadic y su mujer —d

Hagner señalando a las dos person —Inspector Hagner —saludó

hombre de bigote al colega austriaHagner extendió la ma

primero a la mujer y despuéshombre.

—Es mi colega de Alemania.

Bukowski asintió amablemenHagner carraspeó.

—¿Se encuentra aquí el pilot

—Peter está en la sala de esHemos comprobado el libro registros del AW139 pero no hu



ningún vuelo reservado ese día. —¿No hay un cuentakilómet

o algo así en el helicóptero? comentó Bukowski mientras hurgen su bolsillo para sacar el paqude tabaco.

—Aquí no se puede fumar dijo la mujer mientras señalaba aseñal de prohibición junto a

entrada. —¿Sabe algo el piloto?

preguntó Bukowski mient

guardaba con desgana el paquetetabaco. —No hemos hablado con él



contestó Karadic—. Solo le he dique la policía ha alquilado umáquina y que él tiene que pilotar

—Bien, ¿a qué esperamos? contestó Hagner.

Karadic condujo al edificio

los dos policías, seguidos de otdos colegas vestidos de paisano.

Entre tanto, la mujer de Kara

llevó a los funcionarios de científica al hangar donde se alojel AW139.

—Sobre todo observad si huellas de sangre, uno de delincuentes estaba herido —advi



Hagner antes de que sus coledesaparecieran con la mujer.

Peter Brettschneider estsentado en la sala de estar, frentuna humeante taza de café. Msorprendido a Karadic cuando en

en la habitación acompañado porpolicía. Los dos agentes vestidospaisano se postraron en silen

unto a la puerta para intervenircaso de que el piloto mostrresistencia o quisiera escap

Karadic tomó asiento en la munto a él. —Pensé que serían solo



policías y ahora tenemos aquí a armada completa —dBrettschneider—. ¿Cuántos quievolar?

Bukowski se sentó en una susto al lado del piloto y lanzó u

demandante mirada a Hagner, quasintió casi desapercibidamente.

—Hace tres días, al anochec

un helicóptero recogió a delincuentes de Mitterbach, enregión de Berchtesgaden cerca

Königssee —explicó BukowskiEl helicóptero voló de nuevo dirección a la frontera austriaca.



Brettschneider miró perplejBukowski.

—¿Y qué tengo yo que ver eso?

—Se trataba del AuguWestland, AW139, con la referen

OE-ARU. ¿Tiene alguna explicacpara ello?

Brettschneider miró a Kara

sin poder dar crédito. —¿No creerás que yo te

algo que ver con eso? —dijo.

—¿Quién si no puede hasido? Yo no estaba aquí y Helmestá en el hospital —replicó Kara



. Solo quedas tú.Brettschneider miró a

presentes a la cara. —¡Yo no he sido! —excla

enérgicamente.Dirigió su mirada hacia

ventana donde, en la lejanía, se pover como el mecánico segocupado con el BK117 reparando

rotor de cola.Bukowski observó la pensat

mirada de Brettschneid

Finalmente, él también miró porventana. —¿Tiene alguna coartada p



esa noche?Brettschneider se giró y mir

su taza de café. —Estaba solo en casa. —Si has sido tú, ¡admítelo!

te queda otra opción.

Brettschneider dio un golpe la palma de la mano en la mesa ylevantó con tanta vehemencia que

silla se volcó hacia atrás. —¡Joder! Yo no recogí a nad

estaba solo en casa, completame

borracho. Sé que hay mucmotivos para pensar que he sido Seguro que habéis investigado



conocéis mi situación económpero mi licencia de vuelo y etrabajo es todo lo que me queTenéis que creerme.

Hagner se apoyó en la mesa. —Ayudar a dos delincuen

peligrosos no es un deinsignificante. Puede ir a la cárDebería pensarse bien si si

manteniendo esta postura. —Juro que yo no he sido

repitió Brettschneider una vez más

En su voz se podía percibirangustia que sentía.Mientras tanto, Bukowski



había dirigido a la ventanaobservaba al mecánico que segunto al helicóptero y que, de vez

cuando, miraba de reojo al hangar —¿Y qué puede decirnos de

mecánico? ¿Sabe pilotar? —pregu

Bukowski en el silencio. —Luigi, pero él no ti

licencia —dijo Karadic.

—Esa no ha sido mi preguntacontestó Bukowski—. ¿Está disposición de volar?

Brettschneider se giró. —Luigi sí sabe volar, ha venconmigo un par de veces y le



dejado al mando. —Luigi Calabrese —l

Hagner de la carpeta con expediente que le acercó uno de policías de paisano—. Está soltetiene cuarenta años y vive aquí.

—Es de todo, ejerce comecánico, conserje y jardinero explicó Karadic.

Bukowski se levantó. —Me gustaría hablar con él. —¿Quieren que vaya a por

preguntó Karadic.Bukowski negó con la cabeza —Deme diez minutos —le d



a Hagner.



44

ischofswiesen, región erchtesgaden

Progresivamente se ha

puesto el sol. Tom estaba sentadoel asiento del piloto y escuchmúsica ligera por la radio. Mosh

daba algunas cabezadas. Hastamomento no había sucedido nadacasa de Steinmeier adquirió un co

rojizo frente al descendente sol,coche seguía aparcado en la calle.Tom reflexionaba. Hacía u



minutos había terminado de habpor teléfono con Yaara, quien informó de lo que se había enteradtravés del profesor Molière. Le coque en la tumba del templariohallaba supuestamente el legado

Dios. Se trataba de un secreto quesolo pondría en peligro a la Iglecatólica sino a cualquier religión

adorara a Jesucristo como hijo Dios.

¿Qué contendrían esos escr

que llevaban esperando casi mil apara ser descubiertos, enterradosunos recipientes de arcilla dentro



una tumba en la Tierra Santa? A Tya le había quedado claro que esos escritos se había derrammucha sangre. La sangre de Ginasangre del profesor Jonathan Hawy quizás hasta la sangre de Ch

Raful, si es que Jungblut seguía vida. Y quien sabe si no se haderramado mucha más sangre a

largo de los siglos y si seguirprovocando muertes en el futuro.

Los escritos habían est

enterrados mil años en el sarcófdel templario pero había persoque no los habían olvidado y



seguían intentando llegar al secrque se ocultaba en esos rollos.

Tom sabía que tenía que muy prudente. Una vez más advirtió a Yaara que no hablara cnadie sobre lo acontecido. Le ro

que se refugiara con Jean en pequeña pensión, que se dedicarestudiar el manuscrito de Molièr

que buscara indicios que pudieser relevantes. Yaara propuso la idde volar al día siguiente a Múni

unto con Jean, pero Tom rechcompletamente esa opción. Se senmucho mejor si sabía que Ya



estaba segura en París. Tom encargó a Jean por teléfono cuidara bien de su chica. A pesarque durante los últimos días Tomparara de darle vueltas a la histode Raful, le venía a la me

constantemente el rostro de YaaCada vez tenía más claro que estenamorado de ella y que no que

perderla nunca jamás. Solo podrvolver a sentirse seguros despuésencontrar a Raful o Jungblut y cuan

se publicaran los controvertiescritos. Entonces desepreguntarle a Yaara si quería casa



con él. Con Yaara sentía tranquilidad de poder formar ufamilia. Con su formacencontraría un trabajo que permitiese tener que dejar de viajapoder crear un hogar en algún lu

del mundo, incluso podría ser Israel.

Mientras Tom soñaba despie

mirando el techo del coalquilado, fuera había pasado vehículo por su lado.

—¿En quién estás pensanSeguro que en Yaara.El comentario de Moshav





no se dio cuenta de que Bukowskaproximaba, ya que seguía pendiede lo que sucedía en el hangar donla Policía Científica estaba buscanhuellas de sangre y otras secreciode los delincuentes que se hab

fugado cerca del Königssee consegundo helicóptero de la emprKaradic Air Touristik.

En silencio, Bukowski se pal lado del mecánico.

—Con un simple pelo

encuentren los chicos, le tocdeclarar a usted. Ayudar o favorela fuga de unos delincuentes



peligrosos tiene al menos cinco ade prisión, si no más.

El mecánico llamado Luigiencogió y se giró.

—Debe pensarse bien lo quea decir —advirtió Bukowski.

Los ojos de Luigi recorrían nerviosismo el trayecto entre losla científica y el Policía Judicial.

—¿Por qué... yo... por qué...?El mecánico tartamudeó,

acento no pasaba desapercibido.

—¿Por qué voló? ¿Cuántopagaron? —preguntó Bukowski.El mecánico miró al suelo.



—¡Venga hombre! ¿Le apetpasar una larga temporada en prisiacaso no le importa su libertadmás mínimo?

La demandante mirada Bukowski puso aún más nervioso

hombre de mono azul. —¡Deje tranquila su concienc

prosiguió Bukowski.

Tenía la impresión de quemecánico necesitaba un pequimpulso para derrumbarse

confesar. El hombre dejó caersuelo el destornillador y se frotócara con las manos.



—Yo tengo la culpa —afirfinalmente, sonó como una liberac

. Me ofrecieron diez mil euros. —¿Quién se puso en conta

con usted?El hombre pensó por

momento, seguidamente suspiró. —Juego al póquer en Kufst

en el Beach Club Mia

Últimamente no me ha ido muy bLos chicos a los que les debo dinno se andan con tonterías. Enton

recibí una llamada de un francés.parecer me conocía y se llamJean o algo parecido. Sabía basta



sobre mi vida y me dijo que pagaría cuando los recogiera. contó que un par de amigos suhabían sido retenidos cerca Königssee. Era un poco ilegal pme ocultó el verdadero motivo de

recogida. Yo tampoco pregunté. Mexplicó que no era mrecomendable hacer demasia

preguntas. Al principio rechacéoferta pero no paró de insistirhasta que accedí.

—¿A dónde llevó a esos tipos? —Los recogí de una granj



cruzamos la frontera. El punto aterrizaje se encontraba a kilómetros al oeste de Sankt Johaen medio del prado. Allí un colos esperaba.

—¿Puede describir a los

hombres que recogió de MitterbacEl mecánico asintió.

—Uno era alto y delgado, te

la cara desfigurada. El otro pequeño y fuerte, como un boxeadEl más alto tenía una ven

alrededor del cuello. —¿Y quién los recogió aterrizar?



—Después de tocar el suelobajo se dirigió hacia mí y me diodinero. No vi al hombre del coche

—¿Puede describir el vehícuLuigi hizo un gesto negativo.

—Marcaron una cruz en

prado con fuego. El coche estparado al otro lado e iluminabazona. Era una furgoneta, no pude

más. —¿La matrícula?Luigi se encogió de hombros

—¿Qué me va a pasar ahora?preguntó el mecánico.Bukowski gruñó.



—Por supuesto que edetenido, el resto lo decidirán colegas de seguridad. ¿Tiene licenpara volar?

Luigi negó con la cabeza. —Pese a eso, sabe volar.

—Desde hace treinta atrabajo con helicópteros. Lconozco por dentro y por fuera. L

puedo desarmar y volver a montarsin problemas. ¿Por qué no ibsaber pilotar?

Bukowski sonrió. Creyó hombre de mono azul. No sabía nmás.



Bischofswiesen, Rostwald pdebajo de la fortaleza Kälberstei

A través de un estrecho sendeallanado al principioposteriormente terregoso, recorrel bosque. Irrumpió una noche

luna. El Renault iba medio kilómepor delante de ellos por lo habían apagado las luces

vehículo. Apenas tuvieron qesperar dos horas delante de la cde Hans hasta que el corpule

hombre volviera a salir con vehículo en dirección a Stangrass. —¡Ten cuidado, guarda



distancia! —advirtió Moshav. —Está bien pero no qui

perderlo en medio de este bossalvaje —contestó Tom.

El bosque se espesaba momentos y Tom aceleró. Por to

lados había senderos de bifurcacisi el Renault torcía por alguno ellos lo perderían. Solo de vez

cuando veían a través de los tronlas luces traseras del vehículo seguían. Había bastante separac

entre los árboles. Tras una lasubida, descendieron un brtrayecto. Aún se podían ver a lo le



las luces del Renault. —Está frenando —d

Moshav.Tom también frenó. U

segundos más tarde las ludesaparecieron.

—Se ha parado —dijo Tom. —O ha girado.Tom suspiró.

—Vamos a dejar el coche aparado y seguimos andando.

—No puedes dejar el co

aquí en medio, cuando regresedescubrirá enseguida.Tom pensó por un momen



Moshav tenía razón. Sigavanzando lentamente hasta que aderecha divisó otro camino. Testimaba que aún distaban utrescientos metros del lugar dondehabía parado el Renault. Torció

el camino de la derecha y a los pometros paró el coche.

—¡Venga, vamos!

Se bajaron con mucho cuidaCerraron las puertas silenciosamey se dirigieron al camino por el

venían. En la oscuridad apenaspodían distinguir los árboMoshav tropezó con una rama y



cayó. Diciendo palabrotas incorporó de nuevo.

—¿Te has hecho algo? susurró Tom.

Moshav contestó negativamecon la cabeza, pero Tom no lo pu

ver. —Tendríamos que haber tra

una linterna —protestó Moshav

voz baja. —También podríamos habla

gritos —ironizó Tom.

Con mucho cuidadosilenciosamente anduvieron porcamino del bosque hasta que llega



a otro camino que giraba haciaizquierda. Después había una fuependiente. A lo lejos no se podía ningún coche.

—Vayamos por ese desvío decidió Tom—. Si hubiese segu

conduciendo hubiésemos visto luces.

Moshav gruñó. Cuidadosame

siguieron avanzando. Tras upronunciada curva llegaron a claro del bosque. Tom miró al ci

y percibió las brillantes estrellascoche de Steinmeier estaba aparca la izquierda. Sus huellas



reconocían con facilidad y hastagran cabaña situada al final despejado terreno se podía distingsin dificultad entre la oscuridad.

Tom y Moshav se acercasilenciosamente. De las ranuras

salía ninguna luz. Las ventaestaban bien selladas o habapagado la luz del interior.

—¿Se habrían dado cuenta depresencia?

Tom se quedó de pie delante

las escaleras que conducían aentrada de la cabaña. Sentía respiración de Moshav a



espaldas. —¿Qué hacemos ahora?

susurró Moshav.De repente, junto a ellos

encendió una linterna. Tom tuvo qcerrar los ojos por el daño que

hizo la repentina luz. —¡No os mováis, ladronzuel

pronunció una sonora voz

Tengo una escopeta en la mano. suficiente para los dos, delincuenapestosos.

Tom subió las manos y mosque estaban vacías. —Somos... estamos buscando



profesor Chaim Raful, trabajamcon él en Jerusalén —inteexplicarle Tom.

—Sois unos delincuentes y que solo pestañeéis, dispararé.

—Me llamo Tom Stein y

compañero es Moshav Livney replicó Tom—. Pregúntele profesor.

—¡Chaim Raful está muerto!contestó el hombre—. Lo habmatado. Os debería atravesar

estómago de una estacada, nadieescucharía. —Escúcheme señor Steinme



¿se llama así, no? —contestó Tdecididamente—. Descubrimos Jerusalén la tumba de un templaAl poco Raful desapareció, se llconsigo dos ánforas que, al pareccontenían viejos escritos. Entonc

estalló el infierno. Asesinaron a ucompañera, poco después se produn fatal accidente, que creo que

provocado. Y finalmente munuestro director, el profesor JonatHawke. También lo asesinar

Desde entonces, nos persiguen. hemos hecho este largo viaje deIsrael para que nos trate así. Estam



armados y solo podrá disparar a u —¡Déjalos pasar! —excla

una frágil voz desde el interior decabaña.

—Primero tenéis entregarme vuestras armas —exi

la voz grave—. Con un simmovimiento en falso os dispa¿entendido?

—No tenemos ningún arma,sido para impresionar —conteTom.

—Os tendría que volar cabeza —maldijo el hombre—. ¡armas, si no disparo!



—Hans, déjales —pronunciónuevo la frágil voz.

Finalmente se encendió una en la casa. Una cálida luz brillaba procedente de una lámpde aceite. En la zona de la entrada

la cabaña se podían observar huellas de una silla de ruedas.

Poco a poco, Tom y Mosh

subieron las escaleras, iluminados por la luz de la linterTenían claro que la escopeta seg

apuntando hacia ellos. —¡Quietos!Tom se paró y Moshav que



petrificado.La arrugada cara de un anci

en silla de ruedas, rodeada porestropeado y despeinado pblanco, podía vislumbrarse cada mejor entre la penumbra.

—Usted es el profesor Jungbamigo de Chaim Raful —dijo Tom

—Y usted es Tom Stein

contestó el anciano—. Le conhace un par de años, participó en excavaciones cerca de Assjut,

Egipto. Jonathan Hawke también el director. Estuve allí un par días, entonces no iba en silla



ruedas.Tom pensó por un momen

Recordaba bien las excavacionesAssjut pero no conseguía acordade la presencia del profesor.

El hombre mayor en silla

ruedas se apartó a un lado y dijo: —¡Pasad! —Hemos estado en su casa,

robado. —Lo sé —contestó el profe

. Desde hace algunos días es

escondido en este bosque. Desde el viejo Raful apareció en mi catodo a mi alrededor se



desconcertado. Si no fuese por Hahace tiempo que estaría muerto.

—¿Ha escuchado lo asesinato de Watzmann? —preguMoshav.

El anciano asin

silenciosamente y miró con otristes al suelo.

—Supongo que es Chaim.

han atrapado. —¿Por qué no ha ido a

policía? —preguntó T

sorprendido. —Escúchenme, soy judío contestó el anciano en silla de rue



. Llevo viviendo en este país mde treinta años pero no confío en autoridades. No puedo borrar pasado tan fácilmente de memoria. Además, no estoy segde que el asesinado sea Chaim Ra

Quería quedar con una periodistaSuiza, desde entonces edesaparecido y no sé nada de él.

tuve que jurar que no hablaría aunestoy que reviento desde conozco el contenido de la tumba

templario. —Es el legado de Dios, si me equivoco.






Lisa se había tomado ya pastillas para que se le aliviaradolor de cabeza y se había frotlas ojeras con agua gaseosa.

remedio casero que conocía deabuela. De hecho, ya empezabasentirse mejor.

Después de que Bukowskimarchase hacia Austria, se quedóla oficina y decidió entregarse a

comprobación de todos desaparecidos pero hasta ahora había obtenido ningún result



positivo.Eran poco más de las sei

fuera, en las calles de Múnibrillaba un cálido sol. Solo divisaban unas ligeras nubes aquallá en el cielo azul. Esperaba

Bukowski llegara pronto pero aúnhabía regresado de Salzburgo. Cela carpeta y se levantó. Mañ

seguiría dedicándose a esas carpeCuando se estaba poniendo su fchaqueta de verano, que había dej

colgada en el respaldo de la sitocaron a la puerta. —¡Sí! —replicó.



Un colega uniformado entróel despacho.

—¿Quería que le informaravolvía a suceder algo cerca Berchtesgaden?

—¿Yo?

—Usted o el comisario jefe.Asintió.

—¿Qué ha pasado?

—Han robado en la casa deprofesor universitario jubilado. cartero se ha dado cuenta y

informado a mis colegas. Deentonces, está en paraddesconocido.



—¿Un hombre mayor? contestó Lisa interesada.

—Alrededor de ochenta añlos colegas de Berchtesgaesperan que les devuelva la llama

—Me encargaré inmediatame

del asunto. —Aún hay algo más —dijo

policía.

Lisa lo miró llena curiosidad.

—Cerca del lugar de los hec

un coche plateado ha llamadoatención. Hemos comprobado matrícula, se trata de un co



alquilado a nombre de un tal ThomStein de Gelsenkirchen. Hasta fecha no tiene antecedentes.

Lisa se sentó junto al escritoy descolgó el teléfono.

—Muchas gracias compañe

Me encargaré inmediatamente de etema.



45

asílica Sacré-Coeur Montmartre, París

La basílica Sacré-Coeur en

rue Chevalier de la Barre parecíaedificio de las mil y una noches sus pequeñas torres y cúpula. Con

atardecer la blanca fachada brillen tonos rojizos. Las nubes habían cubierto París hasta b

entrada la tarde se acababan retirar. Esporádicamente levantaba una neblina procedente



la humedad evaporada.Al cardenal Borghese

encantaban estas tardes en las qpor las calles y callejuelas deciudad, corría una fresca brdejando a un lado el a

contaminado de las granavenidas. Sin embargo, no podisfrutar completamente de la ta

aunque aparentemente todo marchsegún lo previsto.

Se sentó en el banco de

pequeño jardín junto a la basílque previamente había secado conpañuelo. Miró hacia arriba p



contemplar la brillante cúpula. —Todo está bajo contr

nuestros hombres se han esfumadodijo Pierre Benoit que llevaba pueun oscuro traje en cuya chaquusto al lado del escudo famil

resaltaban dos espadas cruzasobre un lirio blanco—. Ya es hde acabar con este asunto para

reine la tranquilidad de una vez todas.

—No es una tarea fácil

replicó el cardenal Borghese—. ha removido mucho polvo. No sla policía sino también el carde



prefecto empiezan a sospechTenemos que acabar con esto.

—La chica está segura, eaquí en París visitando al viMolière. Ha pasado toda la nochesu casa.

—Al parecer le ha desveltodo su conocimiento sobre templarios.

—¿Conocimiento? —resaBenoit irónicamente—. Ese viextravagante vive en su pro

mundo de especulaciones y medverdades. ¿Por qué no ha publicnunca su libro? Su obra, como



dice, nunca superaría un debcientífico. Tiene miedo a que derrumben sus teorías infundadase convierta en el hazmerreír de historiadores.

—¿Teorías?

—A veces las especulaciose confunden con la realidad. realidad no importa lo que realme

haya sucedido sino lo que el munquiera creer. Nuestra Iglesia tibuenas agarraderas. Miles

millones de personas creen enSalvador. Sabe que está jugando fuego.



—Pero también sabe lo ceque se mueve de la realidad.

Benoit sonrió y rechazó objeción del cardenal con la mano

—No se merece que ocupemos más de él. Toda su v

está marcada por incongruencias. empezado muchos caminos pero ha acabado ninguno.

El cardenal se levantó. Benle siguió. Anduvieron con ppesados por el jardín.

—Esta vez nuestros hombacabarán lo que han empezado. —Querido hermano en Cr



contestó Borghese—, ¡qué Diooiga! Vayamos a la basílica a reza

—Han pasado casi mil añolos guardianes aún tienen protegerse. Nos hemos descuidano teníamos que haber dejado

esto fuese tan lejos. —¿Y qué hacemos con

prefecto? —preguntó Benoit.

—No podemos confiar en él.ha encargado a un joven padre investigue el asunto, a un jovenzu

que ni siquiera ha salido cascarón. La juventud es minconsciente y se toma todo a



ligera. —Por eso existen

guardianes que tienen que protegelegado frente a lo que acontece alargo de los siglos.

—¿Y quién estará después

nosotros? —preguntó el cardenal. —Después de nosotros no ha

nada —replicó Benoit—. Cuan

tengamos los rollos en nuesmanos, los lanzaremos a las llamNadie volverá a verlos. Nue

misión, honorable hermano, se haterminado de una vez por todas.El cardenal Borghese suspiró



—El Señor es nuestro pastornos guiará en los tiempos buenomalos hasta que todos nosotmiremos a través de él haciaeternidad.

—¡Amén! —añadió Ben

antes de entrar por el portal latede la basílica Sacré-Coeur.


Organizado de Baviera, brigada Bukowski regresó de Aus

alrededor de las nueve. Entre tan

Lisa ordenó la captura del Fplateado con matrícula de Múnrelacionado con el robo de la c



del profesor Jungblut en la regiónBerchtesgaden. Los policías deudicial regional esta

comprobando los registros de pensiones de la zona del KönigssSabrían enseguida si esos

hombres que la vecina vio encoche se alojaron por allí hacienuso del nombre de Thomas Stein.

—¿Qué haces aquí tan tarde?preguntó Bukowski sorprendidoentrar en la oficina y ver a Lisa.

Su compañera le informó deindagaciones realizadas y de persecución que había ordena



Bukowski se sentó y miró la hora. —Entonces, esta noche tamb

será larga. —¿Qué noticias traes

Austria? —preguntó Lisa.Bukowski le contó cómo

mecánico italiano había recogidlos dos asesinos en Mitterbach conocer la peligrosidad de la ca

que transportaba. —¿Le crees? —preguntó Lisa —Creo que dice la verd

Queda por esclarecer quién le llamLa llamada procedía efectivamede Francia. Hemos comprobado



guía de teléfonos y se trata de uconexión del sur de Francia. móvil sin registro de propietario. creo que podamos avanzar más esta dirección.

—¿Crees que pueden llamar

piloto desde el sur de Francia y más este se pone en marcha conhelicóptero? Es un poco aventure

¿no crees?Bukowski tomó la carpeta

sumario y le pasó a Lisa el acta d

toma de declaración. —No es la primera vez quehace —explicó Bukowski—. Es



adicto al juego y bastante malo, cierto. Tras el interrogatorio de austriacos reconoció que ha volilegalmente en varias ocasiones. llevado a gente de Austria Alemania y viceversa. En ocasio

también ha transportado paquetes. hace preguntas, lo importante es esté bien pagado y pueda saldar

deudas con el juego. —Y los otros, ¿no se hab

dado cuenta de nada?

—Karadic se quedó totalmedesconcertado cuando se enteró. creo que tuviese la más mínima i



de las actividades paralelas demecánico. Luigi Calabrese vcomo conserje en el recinto, eapartado del pueblo en un pequvalle. Si no pasas casualmente allí no te enteras si despega

aterriza un helicóptero. —Bueno, creámosle —conte

Lisa después de leer por encima

declaración del mecánico. —Ahora te toca a ti —aña

Bukowski—. ¿Qué ha pas

exactamente? —Ya te he dicho. Una mupercibió algo sospechoso, vio a



hombres en una carretera de pequeña localidad de Strub.

—¿Se trata de los asesinos escaparon?

—Según la descripción, pero inmediatamente me hizo pen

en tu teoría. En esa calle vive viejo profesor universitario quellama Jungblut, ¿te acuerdas?

Bukowski negó con la cabeza —Una vez te enseñé una f

suya, en internet, junto a uno de

padres que asesinaron y oprofesor de Israel.Bukowski reflexionó



momento, empezaba a acordarsela foto. Se pasó la mano por la fren

—¿No me contaste que Jungbhabía muerto?

—Eso aparecía en la páginainternet pero era una noticia fa

Efectivamente padeció un infapero sobrevivió. Ahora va en sillaruedas.

—¡Sigue! —Como te he dicho, su casa

encuentra en la calle donde viero

los sospechosos y unos ladrones entrado en su casa. Del profesorse sabe nada, está desaparecido.



Bukowski inhprofundamente.

—¿Podría tratarse del cadáde Watzmann?

—Los colegas de la científestán en la casa tomando hue

dactilares y buscando material ADN pero creo que no es al asesinaron. Seguro que el forense

hubiese dado cuenta de la minusvy Jungblut tiene más de ochenta añNo obstante, se dedicaba a

lenguas antiguas de Judea, es especialista de la histopaleocristiana de Israel.



Bukowski golpeó con el puen la mesa.

—Así se cierra el círculo. ¿Hindicios de que el profesor haya ssecuestrado?

Lisa lo negó.

—Han registrado todos armarios de la casa, han desarmel sofá y los cojines. Según

colegas de la científica parece cosi una bomba hubiese estalldentro pero no hay indicios

violencia. No hay manchas de sangni señales de lucha. Parece más bque el profesor ya había huido.



—Pero está inválido, ¿no? —Va en silla de ruedas pero

hombre cuida de él. Un antigmedallista olímpico Bischofswiesen. La policía Bischofswiesen está buscándolo.

—¿Y a qué esperamos? —dBukowski.

—Te estoy esperando, no sé

te acuerdas —contestó Lisa un pmolesta y le lanzó a Bukowski llaves del coche.

Cabaña de Rostwald cerca ischofswiesen, BavieraEn un viejo sofá lleno de grie



descansaban Tom y Moshav. A la de las dos lámparas de petrómiraban a los sagaces y vivaracojos del anciano, sentado frenteellos en su silla de ruedas.

Tom le informó con todo lujo

detalles sobre los acontecimienacaecidos en la Tierra Santa cuanChaim Raful desapareció con

contenido del sarcófago: la muerteGina Andreotti; los accidentes enrecinto de las excavaciones;

minas tanque; el asesinato profesor Jonathan Hawke en el vadel Cedrón y los perseguidores



Jerusalén. El profesor escuatentamente.

—Estoy seguro de que Chno deseaba que pasara nada de eProbablemente no lo pensó bcuando huyó de Israel.

Tom torció el gesto. —Nos debía haber advertid

en vez de eso desapare

dejándonos en pleno desconcierto —Se vio obligado

desaparecer, estaban muy cerca

él, casi lo atrapan.Steinmeier entró en habitación.



—Fuera está tranquilo, nales ha seguido.

El anciano asintió. —¿Saben quién está detrás

todo esto?Tom expresó su negativa.

—Atrapamos a uno de nuestperseguidores. Dijo que hamuchas personas interesadas en

documentos de la tumba y pagarían millones por ellos. Algo es atractivo para cualquier ladrón

aquí a Jerusalén.El viejo hombre asintió silencio y señaló al vaso de a



medio lleno que se encontraba sola mesa.

—¿Es usted cristiano? —preguntó a Tom.

—No puedo decir que vmucho a la Iglesia pero crecí en

religión cristiana. —¿Ve el vaso? —Sí, un vaso de cristal, ¿y q

contestó Tom. —¡No! Se equivoca. No es

vaso cualquiera, es el Grial Sagr

y el líquido que contiene es la sande Jesucristo. —No entiendo, ¿quiere ha



alguna prueba? —Ni mucho menos, us

simplemente tiene que creerlo. —¿Tengo que creerme que

vaso es el Grial Sagrado? ¿No demasiado lejos?

El anciano sonrió. —Efectivamente —contestó

Estoy haciendo simplemente lo

su Iglesia hace con usted. Preteconvencer a sus seguidores mediala fuerza de la fe. Con leyenda

imágenes que todos nosotdebemos aceptar como hecreales.



Tom señaló al vaso. —De hecho no es más que

vaso. —Muy bien, veo que

entendido lo que quiero decir.Tom mostró su confusión.

—¿Quiere decir que la Igleestá detrás de todos los ataqueasesinatos?

—No la Iglesia en su conjupero sí algunos de sus más fieseguidores.

—Eso atenta contra cualqufilosofía moderna sobre la fe yreligión —le contradijo Tom—.



no vivimos en la Edad Media. —¿Pero que había en la tum

preguntó Moshav después de rato de silencio.

El anciano tomó un trago vaso de agua. Miró hacia el g

luchador apostado junto a la puert —¿Qué piensas Hans, podem

desvelarle nuestro secreto?

Hans Steinmeier se encogióhombros.

El anciano se dirigió hasta u

esquina de la habitación con su sde ruedas y tomó un paquete papel. Seguidamente, regresó a



mesa. —No fue fácil descifrar el te

antiguo, era un dialecto nasoreaNos costó mucho trabajo. Finalmelo hemos podido traducir en mayor parte. Por supuesto que

originales están en un lugar seguroTom estaba intrigado.

—Chaim Raful sabía do

teníamos que buscar los escritos.legión romana solo fue una excusa

—Cierto, hijo mío —confir

Jungblut—. Chaim adquirió de bazar de Damasco un par fragmentos de un escrito antig



Estaba escrito en cuero de cabraenvió a que un par de especialisde la Universidad lo analizaran. Lfragmentos procedían de la épocalas primeras Cruzadas. Durante tareas de investigación conoció a

auténticos expertos en lengantiguas. Pertenecían a la Iglecatólica, eran investigadores de

École, aquella escuela dominresponsable de las excavaciones Qumrán. Confió en ellos porque

igual que él, buscaban la verdPese a que Chaim odiaba desdemás profundo de su ser a la Igle



romana desarrolló una profunamistad con esos eclesiásticos. ayudaron a traducir aquefragmentos y por ello tuvieron pagar con su vida. Uno de ellos brutalmente asesinado y crucific

bocabajo como un traidor. Es claro indicio que evidencia quiénencuentra detrás de los hechos.

Tom lo entendió. —¿No crucificaron tamb

bocabajo al muerto de Watzmann?

—Exacto, hijo mío. Por eso tengo la esperanza de que no se trde mi buen amigo Chaim.



Steinmeier abrió la puerta. —Voy a hacer una ronda

comentó.Jungblut asintió.

—A pesar de los asesinatos,viejo amigo de Tel Aviv obtuvo

información que perseguía prosiguió el anciano—, pero resuser insuficiente. La zona era amp

enorme, y decidió empezar excavación en el valle del CedrHace tiempo se había descubie

allí una guarnición romana pChaim sabía que se podía tratar almacén de la décima legión aloj



en este recinto durante la épocaJesucristo. Pudo convencer al decde la Universidad a que procediera con la excavación dezona. Encontró incluso algupatrocinadores que se hicieron ca

de los gastos. Lo más difícil mantener alejada a la Iglesia pque no participase en

excavaciones por eso contrató codirector de las excavaciones profesor de reconocido prestig

Jonathan Hawke. La noche en la se descubrió la tumba me llamó y dijo que por fin podía cumplir



uramento. Iba a vengarse de responsables de la muerte de familia durante el Tercer ReiUstedes sabrán que durante la épnazi perdió a su padre, su madre yhermana en un campo

concentración. Solo sobrevivió Creció con una familia de adopcen Israel. La Iglesia no solo le rob

su familia sino que además destrsu infancia.

El profesor miró hacia

botella de agua del armario. Tentendió lo que deseaba, se levantle llenó el vaso.



—Es una larga historia, espno aburrirles a usted y a su amigo.

Gentilly, pensión Tissrancia

Yaara había conseguido llehasta la página seiscientos

manuscrito de Molière. Estfascinada con el escrito. Molipresentaba sus tesis fundadas en u

sólidos cimientos. Cada afirmacse corroboraba con dos y hasta tpruebas. La vida de los templar

era realmente intrigante y enigmátSe convirtieron en una poderorden, hasta el papa tuvo



someterse a ellos. Yaara tenía gande seguir leyendo las restanquinientas páginas.

Bien entrada la tarde, el cide París se despejó y el sol brdurante un par de horas. Jean no

había equivocado. Efectivamemerecía la pena visitar la ciudDurante horas pasearon por

callejuelas parisinas hasta que dolieron las piernas y se pararodescansar en una cafetería cerca

Montmartre. Yaara cayó exhaustala cama y se quedó profundamedormida después de unas cuan



hojas.Se despertó empapada en sud

Su respiración se había acelercomo un tren a toda velocidad una recta. Gotas de sudor corrían su frente. Palpó el interruptor de

luz. Consiguió calmarse un pcuando encendió la luz de habitación y cobró la concien

Seguía frotándose la cara sin poentender nada. Había visto la muede Tom en sueños. Todo esta

inundado en sangre. El corazóngolpeaba con tanta fuerza que pareque se le iba a salir por la gargan



Nerviosa buscó el teléfono.



46

Cabaña de Rostwald cerca ischofswiesen, región erchtesgaden

Tom esperó intrigado hasta qel profesor Jungblut encontró cómoda y relajada posición en

silla de ruedas. Su cuerpo cligeramente hacia la izquierda. apoyó en el brazo izquierdo

carraspeó. —Joven, gracias a su ayudaha podido descifrar un enigma de



mil años, habrá mucha gente a quno le guste. ¿Qué sabe usted Jesucristo, el Salvador, como llaman en su religión?

Tom cruzó los brazos frente apecho.

—Jesucristo, el hijo de Dfue enviado a la tierra pliberarnos de todos nuestros peca

y recordarnos la resurreccdespués de la muerte. Fcrucificado por todos nosot

porque este mundo aún no epreparado para entender enseñanzas.



El profesor Jungblut sonrió. —Esa es la interpretac

bíblica prescrita por la Iglecatólica-romana a todos los grureligiosos derivados de esta, peroIglesia no presenta todos los hec

sobre la mesa. No le interesa exista ningún debate científico soeste tema. Más aún, desde h

siglos, sabotea cualquier intentoponer luz sobre la vida de Jesucro Jehoshua ben Joseph, qu

realmente existió. No es ninproducto de la fantasía, es real, pla historia en torno a su vida



modificada y glorificada de forirreal para hacer creer a las persoque era alguien especial. Los rolescritos de la tumba del templademuestran que los cristianos dehace dos mil años creen en u

mentira.Tom frunció fuertemente

ceño.

—¡Una mentira! ¿Jesús es invención de la Iglesia?

—El Jesús en el que usted cr

sí. La primera contradicción resen la historia sobre su nacimiento.le llama Jesús de Nazaret pero di



ciudad formaba parte de la antiGalilea. Él nació en el país de Juda unos 150 kilómetros al sur deciudad en la que se supone creció. En aquella época Juestaba dominada por un procura

romano mientras que en Galreinaba Herodes Antipas. ¿Por qiba a emprender un duro viaje

extranjero una mujer en avanzestado de embarazo y que poddurar semanas? En la Biblia

informa sobre una narración popupero no existe ninguna prueba deel punto de vista histórico.



—Galilea también encontraba bajo el influjo de Ro

intervino Moshav.El profesor asintió.

—¿Acaso existe algo en esta que no se encontrara bajo el domi

romano? Pero los romanos mantenían, en su mayor parte, fude los asuntos sociales y religio

de los países que mantenocupados. Era una de sus recetaséxito para conservar una larga

duradera soberanía. «Gallia omnis divisa in partes tres», se den la obra De bello Gallico



César. El antiguo país abarcaba tpartes. En Galilea y Cesarea Filipo reinaban autócratas coHerodes Antipas o Phillipus; al ese encontraba Decápolis, el Impede las diez ciudades. La sim

organización política hace que tenga sentido el viaje bíblico de Jy María. Existe una versión anti

que dice que el nuevo rey de udíos nació en Belén y que

trataba de un hombre de la estirpe

David. De hecho, el origen de Jreside en una familia real, del mismodo que su hijo Jehoshua era



sangre real. —Todo eso está bien

interrumpió Tom— pero no creo qen la tumba se encontrara la partde nacimiento de Jesús.

—Querido amigo, tiene

tener más paciencia —recalcó profesor—. Solo quiero transmitun poco de sabiduría. Posteriorme

usted reflexionará sobre ellotomará sus propias decisiones.

La puerta se abrió de un gol

Hans Steinmeier había vuelto deronda. Se dirigió a la cocina y toun vaso de agua.



—Fuera está todo tranqupoco a poco empieza a hacer frío.

El profesor se giró. —Seguro que nuestros invita

tienen hambre y sed. Deberíamejercer como unos bue

anfitriones.Hans Steinmeier abrió la pue

del pequeño frigorífico.

—Tengo pan, jamón y agua. hay otra cosa en la cabaña.

Las tripas de Tom sonaron.

—No diré que no —contestóStrub, región de BerchtesgadBukowski tomó el despojo



saqueado cojín y lo tiró al sofá igualmente estaba tan revuelto nadie podría sentarse, habían rajy vaciado en el suelo todos cojines del asiento.

—Se lo han currado bastante

afirmó Lisa irónicamente mienmiraba a su alrededor.

—Todas las habitaciones es

así —contestó el funcionario judide Garmisch.

—Deben haber buscado a

que no es especialmente grande intuyó Bukowski. —Hemos obtenido hue



dactilares en la ventana trasera informó el policía—. Hasta ahoracontamos con ninguna coincidenen nuestro sistema pero cuanatrapemos a los sospechosos sfácil atribuirles el saqueo gracia

las huellas. —¿Y aquí en la habitación?El oficial judicial se encogió

hombros. —¿Se han encontrado tamb

aquí huellas dactilares?

—Solo en la ventana de ataquí dentro no. Lo limpiaronllevaban guantes.



Bukowski frunció el ceño. —¡Qué raro! ¿Y por qué en

ventana no? —¿Perdone? —Lisa —se dirigió Bukowsk

su colega—, haz que remitan to

los datos sobre nuestros asesinolos compañeros locales, no vayser que se nos escape algún detall

Lisa asintió. —Según la descripción de

dos tipos que vieron en la calle,

trata de personas distintas a las nosotros estamos buscando. —Ya lo sé —conte



Bukowski desanimado—. A qurecogen en helicóptero tiene tener buenos contactos.

Lisa se puso colorada. —Claro —contestó y se enf

consigo misma por no habe

pensado antes. —¿Está en marcha la búsque

preguntó Bukowski a su colega.

—Puntos de control y patrulTodos los policías desde Königshasta la frontera están informados.

Bukowski abandonó habitación, salió al exterior y encendió un cigarrillo.



Lisa le acompañó. —¿Piensas que esos ti

pertenecen a la misma banda quediablo y su cómplice?

Bukowski soltó el hulentamente.

—No estoy completameseguro. Hasta que no sepamos de va realmente, solo podem

especular. —Sí, ya sé —suspiró Lisa y

frotó sus cansados ojos.

—¿Estás bien? —Regular —contestó LHerrmann.



Casa Cardenal Döpfnreising, Múnich

Pater Leonardo se haenterado de lo suficiente. Quhablar inmediatamente con responsables de la policía p

informarse con más detalle sobre asesinatos de Baviera pero esfuerzos no tuvieron éxito.

Dirección General de la PoliJudicial se había hecho cargo caso y el oficial responsable

estaba disponible.Se dejó caer en el sofá cuande repente sonó el teléfo



Descolgó y contestó. El hermRicardo de la Oficina Eclesiástpara la Antigüedad estaba al aparaUn compañero, bajo y grueso, al le encargó que se informara sosus hallazgos en la biblioteca

Vaticano. El hermano Ricardo no precisamente el más inteligente ppodía confiar en él. Siem

ejecutaba los encargos cuidadosdiscretamente. La conversación dunos minutos. Cuando P

Leonardo colgó el teléfono se frsu espeso pelo negro con las man¿Podría ser que Chaim Raful



Jerusalén hubiese huido hasta eapacible tierra a la falda de Alpes?

Al menos, un tal YigJungblut, antiguo profesor historiador de la Universidad

Múnich no vivía lejos de aquí. ¿él el que había participado en excavaciones de Qumrán junto

Chaim Raful y a quien echarepentinamente?

Pater Leonardo agachó

cabeza y la apoyó en sus manos.cardenal prefecto se estexcediendo. Volvió a tomar



teléfono. De su llamada a Romaenteró de que el prefecto encontraba en esos momentos enresidencia y que partiría en dos dhacia Latinoamérica para reuncon unos obispos.

Pater Leonardo se levantó ydirigió hasta la puerta. En el pasiun hermano regaba las plantas.

—Necesito urgentemente pmañana temprano un vuelo haRoma —dijo el padre.

El hermano lo miró con los obien abiertos. —Le ruego que se encargue



que mañana por la mañana puvolar de vuelta —repitió PaLeonardo.

El hermano asintió. —Veré... veré lo que pue

hacer por usted.

—Y una cosa más. Envíe oven hermano Markus a

habitación.


La comida estaba rica y abundante aunque Moshav no tommucho por desconfianza. El profe



Jungblut lo animó y le hizo disisus reservas. Una vez que se habsaciado y recuperado las energSteinmeier recogió la mesa.

El profesor carraspeó. —Tienen que aprender

esperar, tardarán un tiempo en poenterarse de todo.

Tom sonrió.

—Somos todo oídos. —Para su compañero no s

nuevo lo que les voy a contar ah

pero es importante entender historia en su integridad. ¿Qué dice los conceptos mishpat y zede



—Sinceramente, esperenterarme de qué contenía la tumdel templario —contestó Timpacientemente.

El profesor sonrió. —Paciencia, le rep

paciencia, joven amigo. MishpaZedeq representan los dos pilaresla integridad sobre los que se ap

el arco que los hebreos llamhalom. Para alcanzar la

completa, shalom debe descan

igualmente sobre estos dos pilaEl pilar izquierdo, mishprepresenta al rey. Por eso también



conocido como el pilar del rey.este se asocia la idea de justiJacobo levantó esta columna sobrlugar donde se coronó al primer de Israel. La otra columna represela honradez. Las virtudes de Yah

Solo cuando esto se alcance, reinla paz divina de Yahvé y todo encontrará en equilibrio.

—Pero en la época de Jehestos pilares no estaban a la ordel día —dijo Moshav—. Ro

ejercía el poder y fundó protectorado, los años herodianoshabían comenzado. Pagaban a Ro



por su soberanía. Herodes Arqueera etnarca de Judea, SamariaIdumea; Herodes Antipas gobernen Galilea y Phillipus en CesareaFilipo. Cesar Augusto impidió sucesión del trono sobre esta tierr

—Exacto —contestó el profe. El equilibrio entre estos pila

se derrumbó. Los saduceos, esen

udíos, zelotes, fariseos, nasoreay mandeos anhelaban el equilibentre estos pilares y la justicia

Yahvé. El pueblo tuvo que pagar consecuencias como pasa frecuencia a lo largo de la histo



Justo en esta época nació Jehoshben Joseph, de linaje real, deestirpe de David. Era un jointeligente del que pronto se hamucho. En la historia se ha obvique al primogénito le siguie

varios hermanos. Posteriormenació Jacobo. Los esenios educaa los dos como futuros rey

Jehoshua como el rey de los judíoJacobo como la representación dehonestidad. Llegado el momento,

esenios presentaron su nuevo relos judíos. En cambio, Jehosansiaba más poder, que



representar los dos pilares deantigua tradición. Por eso pahacia Jerusalén a través de la puede los reyes, como se dice en antiguos escritos. Lo hizo montadoburro ya que el rey de los jud

llegaba a la ciudad como sirvienteDios y del pueblo, y no codominante.

Tom miró desconcertado Jungblut.

—Es su teoría, ¿no? —pregun

—No, son las palabras escrdel maestro de la justicia y guerrero de la luz. Su nombre



Shelamizion. Escribió los rollotravés del Dios que llevaba en Usted ha encontrado esos rollos.

—No estará hablando en se pronunció Tom consternado

Entonces, ¿la historia de Jesucr

no es más que un complot tramhace dos mil años para dar un diolos judíos?

El profesor Jungblut soncompasivamente.

—Se deben haber llevado e

rollos de las cuevas de Qumrántemplo salomónico, allí hallaron templarios el legado de Shelamizi



el maestro de la justicia de QumrSabían lo que tenían en las manosigual que la Iglesia sabía la enorconfusión que desataría esa histode Jesús. No es posible determinación temporal media

pruebas estratigráficas, no fósiles y tampoco se puede hacetravés del suelo. Pero contamos

los recipientes y los rollos de cuque, según el método C—14, tiemás de dos mil años.

—¿Jesús era esenio? —repTom sin dar crédito. —Ya se lo he dicho. L



cristianos creen en una mentira más de dos mil años que quizás hhecho este mundo un poco msoportable, a pesar de toda la sanderramada por la fe.

Tom se levantó y se dirigió a

ventana. —¿Puedo ver los rollos? —El escrito no está aquí, es

en un lugar seguro —contestóprofesor.

—Por otro lado, en

excavaciones de las cuevas Qumrán se hallaron los cadáveresdos mujeres. Seguro que ha o



hablar de ello.Tom hizo un ademán

negación. —Solo conozco la historia

los rollos por lo que me contadurante la carrera universitaria.

me acuerdo muy bien. —Allí se enterró a la familia

Jehoshua ben Joseph: María,

madre y Magdalena, su hermaPero no tenemos pruebas de ello, es solo una teoría.

—¿Y la historia de resurrección? ¿Tenía razón ChRaful de que Jesús no fue enterr



en Jerusalén? —Un rey cruzó en burro

puerta y se adentró en una ciugobernada por los romanos. Jehosentró en el corazón de la besConfiaba en Dios y en el pueb

Creía que Roma no se atreveríponerle la mano encima y provoun levantamiento en todo el Impe

pero se equivocó. Flavio, un romusto, que se interesó por el nu

rey de los judíos y sus ideas, na

en el segundo rollo que el preferomano consiguió que el susacerdote de los fariseos atacar



Jehoshua. Al parecer, les dejó bclaro que con la influencia creciedel nuevo rey y dios su regenacabaría. Por eso los mismsacerdotes ordenaron su condeUna inteligente jugada de

romanos. No obstante, no muapedreado como era la costumudía sino crucificado. To

sabemos que el estilo de Roma clavar en una cruz a sus enemipero no lo enterraron en Jerusalén

—El Santo Sepulcro, la tumde Jesús, ¿es mentira? —Sí, la voluntad del prefe



era que el cuerpo del Salvador fudevorado por las llamas —explJungblut—. Pero no fue así, seguidores robaron el cadáver ypropiciaron el descanso eterAdemás, en muchas religiones

divinidades regresan del reino de muertos, no es una idea nueva de esenios. Encajaba bastante bien

dejaba la opción abierta a una nufe, en algún momento acabaríasoberanía romana.

—Entonces, ¿también enterraron en Qumrán? —preguMoshav.



El profesor se encogió hombros.

—Desgraciadamente el segunrollo no se ha conservado conpaso de los años como el legadoShelamizion. Hemos podido tradu

algunos fragmentos. Chaim tuvo llevar los rollos a un lugar seguLos perseguidores aparecieron aqu

—¿Qué ponía el texto? preguntó impacientemente Tom.

—En el primer párrafo:

«... Profundo en la madre, qa todos nos da la vida... regresaal padre... el rey de los reyes...».



Y en el segundo párraparecían las palabras:

«... En el regazo de su pueblla fortaleza que... arriba en rocas de la libertad ».

Moshav frunció el ceño.

—Una fortaleza, una roca, spuede ser Masada.

—Masada —ratificó el profe

. Chaim y yo también llegamoesa conclusión. El tercer párrafopodía leer bien:

« . . . Con la mirada dirigeternamente al agua de la vicomo se sienta Goliat en la ro



dirigido a David, el rey de udíos... bajo el palacio del rey..ol de la vida se levanta en su pu

más alto, así brillará el raagrado... descansará hasta el fi

de todos los seres...»

—Estas son las indicacionessu tumba —siguió Tom—. Destar bajo la fortaleza.

—Y allí deberá descansiempre, totalmente intacto —agrel profesor Jungblut.

Tom se puso las manos encara. —Es increíble —dijo—. Si



cierto lo que ponen estos rollosorigen de la vida ha sido uinvención y el ser humano no es mque una forma biológica de vidanuestra razón no es más que creación de la naturaleza.

—De este modo, las persose encuentran al mismo nivel que animales y se descarta la opción

una descendencia divina. —¿Descendencia divina?

cuestionó Tom—. El ser humano

cruel, malvado y egoísta. Provguerras para conseguir más podercapaz de matar por avaricia



complacencia. Miente, engaña y sbusca su propio provecho. No saque podía haber algo de divinoello. Somos una expresión de naturaleza, ni más ni menos.

El profesor miró a Tom

compasión. —Puedo entender cómo

siente. Acaba de perder su Dios y

religión. Incluso si afirma que noun buen cristiano y que no va aIglesia. Pero piense que tamb

existen otras religiones. Nadie pudecir quién lleva razón. Cfirmemente que existe una fue



superior ya sea Jesús, Dios, YahBuda o Alá. Hay alguien ahí fuertodos lo llevamos en nueconciencia.

Tom respiró profundamente. —¿Puedo ver los rollos?

—Más tarde, cuando lleguemomento —contestó el profeJungblut—. Pero antes debe dor

un poco. Se ha hecho muy tarde.



47

arís, Saint Germain des PrésUna calurosa noche envol

París y cubrió las hileras de casas

la oscuridad. Las farolas de calles estaban encendidas, detráslas ventanas de las casas y tien

brillaban frías luces de neón.El cardenal Borghese ha

pasado el día rezando, acababa

regresar a Saint Germain. Le estaafectando gravemente las tensiode las últimas semanas. No po



descansar. A pesar del cansanciodespertaba aterrorizado en mediola noche. Intranquilo, no dejabadar vueltas en la cama, no poapartar los pensamientos oscurEncendió la lámpara de su mesita

noche y se levantó. Temblorosotocó el pelo.

La madre Iglesia ha

sobrevivido miles de años, haesquivado peligrosos escollos yhabía hecho fuerte ante inten

tormentas. A pesar de la cambiasociedad, a la que cada vez importaba menos la cuestión



Jesucristo, los muros de la Igleseguían resistiendo a cualquier tde cambio. El número de fieseguía creciendo. No obstante, nuantes la Iglesia se había enfrentadun esfuerzo tan grande como el de

últimos días. La tormenta se haconvertido en un huracán amenazaba con barrer a Roma y

todos sus seguidores. Toda cristiandad se tambalearía si guardianes de la hermandad fallab

Hacía setecientos años, actuación de la hermandad protegila Iglesia de un destino incie



¿Qué pasaría si salieran a la luz erollos? Los escritos del templo Salomón que le propiciaron ilimitado poder a los templarios.

El cardenal Borghese se sirun vaso de agua, seguidamente

arrodilló y puso las manos en rezoCabaña de Rostwald, región

erchtesgaden

Tom había caído rendiDespués de la larga exposición profesor, permaneció despierto

largo tiempo. Finalmente cansancio le venció y se qudormido.



Moshav le despertó.Tom se levantó e inte

ubicarse en la oscuridad. —¿Qué pasa? —dijo. —¡Silencio! —le frenó Mos

. Ahí fuera hay alguien.

Tom se frotó los ojos cansancio. En la penumbra pureconocer a Moshav frente a él.

—Seguro que es Steinmeiersusurró Tom.

—¡No, mira, está en la venta

contestó Moshav.Steinmeier se acercó y se quparado frente al sofá. Tom recono



la escopeta que portaba. —Habéis traído a esos ti

hasta aquí, vosotros tenéis la cureprochó a Tom.

Tom negó con la cabeza. —No puede ser, tuvimos mu

cuidado de que nadie nos siguiNo nos vio nadie.

—Ahí fuera dos tipos es

husmeando alrededor de la cabañeso no es casualidad.

—¡Llamemos a la policía!

dijo Moshav. —No servirá de nada contestó Steinmeier—. Para cuan



una patrulla llegue hasta aquí sdemasiado tarde. ¿Sabéis utilizararma?

Moshav retrocedió. La últivez que tuvo un arma en sus mafue durante el servicio militar con

Armada israelí. Ni siquiera entonse sintió bien.

Steinmeier desapare

brevemente y regresó con pistolas largas.

—Una escopeta y un rifle

caza —explicó—. Cuidado, escargadas. La escopeta contiene balas y el rifle seis.



—No sé... no sé —duMoshav cuando Steinmeier extendió el rifle.

Tom agarró la segunescopeta. No dijo nada sobre pistola que llevaba en el bols

interior de sus pantalones. —Tómala Moshav —le ord

. Ya sabes qué tipo de person

nos persigue. ¿Acaso quieres acacrucificado con la cabeza haabajo en esta cabaña?

De repente, en el exteriorescucharon unos ligeros pasos. madera crujió.



—¡Están ahí! —susuSteinmeier.

—¿Dónde está el profesor? preguntó Tom.

—Está seguro —conteSteinmeier y se despl

sigilosamente hacia la puerta.Strub, región de BerchtesgadBukowski ya se había fumado

segundo cigarrillo cuando se diria la mujer mayor de vestido negrcon un pañuelo de cuadros blanc

negro en la cabeza. Estaba de piela acera frente a la casa y observaba con una despierta mirad



—Me han dicho que usted esla Policía Judicial de Múnich —dcon una sonrisa y sin apenas diente

—Bukowski, de la DireccGeneral de la Policía Judicial —presentó y lanzó la colilla marcan

un pronunciado arco hasta llegarardín del porche de la casa.

—Me llamo Magda Scheide

vivo en la casa de enfrente. —¡Ah! ¿La han entrevistado

mis compañeros?

Magda Scheiderer negó concabeza. —Han entrado en la casa



explicó Bukowski. —Ya lo sé —contestó la mujBukowski intentó estimar

edad pero desistió por el pañuelola cabeza y el vestido.

—Seguro que ya ha oído hab

del delito.La mujer asintió.

—Y también lo vi.

Bukowski frunció el ceño. ¿Aestaba cuerda la mujer o simplemequería tener un rato de conversació

—¿Lo vio? —preguBukowski con escepticismo¿Cuándo, hoy?



—En realidad no debería connada. Hans me lo ha prohibido.

Bukowski se encendió un nucigarrillo.

—¿Hans, quién es ese Hans?preguntó mientras soltaba el humo

—Hans es la mano derecha profesor. El profesor tuvo una visun amigo judío. Hace tres o cua

semanas. Estaban trabajando junen algo. Los dos son arqueólogosprofesor daba clases en

Universidad de Múnich. Es hombre inteligente. —¿Jungblut?



—Pues claro, ¿quién va a ser —¿Conoció al otro hombre?La mujer miró cuidadosamen

su alrededor. Puso la mano frentsus labios y susurró:

—Nadie debe saberlo, Hans

ha ordenado que no se lo diganadie.

Bukowski sonrió.

—Pero somos la policía.La mujer pensó por un momen

—Hans dijo que encontra

algo valioso. Algo realmeimportante sobre Jesús. recomendó que tuviese los ojos b



abiertos. De vez en cuando Hpasa por aquí, yo me encargo recoger el correo. El día qentraron en la casa, por suerte yahabían ido, la casa estaba vacía.lo conté a Hans pero me dijo que

me preocupara de eso. Hace pootros dos chicos estuvieron encasa. Estuvieron husmean

alrededor, se lo conté a Hans cuanvino pero me dijo que no contnada.

—Entonces Hans es empleado del profesor Jungblut. —¿El qué? —preguntó la mu



y frunció tan pronunciadamenteceño que se sumaron unas cuanarrugas más a las muchas mostraba.

—Quiero decir que si Htrabaja para el profesor.

La mujer asintió. —Desde hace algunos años

profesor va en silla de ruedas, tu

un infarto. —¿Y Hans? ¿Vive aquí en

casa?

La mujer negó con la cabeza. —Vive en Bischofswiesen pno está allí. Dijo que esta



escondidos porque hay gente quiere saber lo que el judío trajoIsrael.

Bukowski tuvo una extrsensación. Muchas personas habperdido la vida por este mot

durante las últimas semanas y ahtenía frente a él a una anciana llevaba consigo gran parte de

solución del caso y que previameno había dicho ni una palabra. Lisel policía uniformado se acercaron

—Hans, ¿cómo es su apellido —Steinmeier —contestó mujer.



—¿Y ahora dónde está? —¿Hans? Hans está en

bosque, en el interior, eso fue lo él mismo dijo.

El agente uniformado se detuunto a Bukowski y obse

detenidamente a la mujer. —¡Ah, Magda! —exclamó

Tiene más de noventa años. ¿

visto algo?Bukowski no le prestó atenc

a su compañero y siguió fijándose

la mujer. —¿En qué sitio del bosque?La mujer se encogió



hombros. —¿Qué bosque? —preguntó

policía.Bukowski rechazó la pregunt

—Pensaba que esta mupodría decirnos donde se encontr

el dueño de la casa y su empleado —¿Hans Steinmeier? —¿Lo conoce? —pregu

Bukowski desconcertado. —Claro que sí, fue un lucha

olímpico, vive en Bischofswies

Desde hace un par de años cuida viejo profesor. Antes trabajó coconserje en el colegio



Berchtesgaden. ¿Quiere comprobemos su dirección?

Bukowski frunció el ceño. —La mujer ha dicho que e

escondido con el profesor en bosque, ¿qué quiere decir?

—¿En el bosque? —repitiópolicía—. Yo también soy Bischofswiesen y conozco bien

Hans. Antes era cazador y Rostwald era su dominio. también cazo y cuando decimos

bosque nos referimos exactamentnuestro coto de caza.Bukowski afinó bien



sentidos. —¿Hay algún albergue

donde se pueda alojar una personasilla de ruedas?

El policía asintió. —Quizás la cabaña b

Kälberstein. Hasta allí se puedebien en coche, si no está lloviendo

Bukowski se dirigió a Lisa.

—Moviliza inmediatamentelos SEK y toma declaración amujer.

Lisa se tocó la barriga. —¿Podría hacerlo nuescompañero? No me encuentro m



bien. Creo que anoche me vinoregla, quizás por eso no haya podpegar ojo.

—No te vayas a hacer la flahora —replicó BukowskiSiempre lo he dicho, no podem

confiar en las mujeres cuando se trde algo realmente importante.

Lisa prefirió no responderle.


Escucharon unos pasos ligesobre las hojas secas. Se repitiócrujido de las escaleras.



—Son por lo menos dos murmuró Steinmeier.

—¿Hay una puerta trasera o ventana en la parte de atrás?

—Tres ventanas y esta puecontestó Steinmeier—.

construcción de la parte de atrásapoya en la colina, por ahí no pupasar nadie.

Las ventanas estaban protegipor persianas bloqueadas desdeinterior. El peligro resi

principalmente en la puerta y juahí se podía percibir una ligrascadura. Mientras que Steinme



se escondía detrás de uno de armarios junto a la puerta, TomMoshav se refugiaron detrás del soTom preparó el arma.

—¡Es una locura! —comeMoshav susurrando desde

posición. —Si estos son los asesinos

Gina, Aaron y Jonathan tenemos q

estar preparados para lo peor argumentó Tom—. No te preocusi tienes que apretar el gatillo.

De repente, se escuchó un goy se abrió la puerta. Tom tensó tosus músculos y Moshav colocó b



el arma por puro instinto. Se escuun disparo y una lanza de fuatravesó la puerta.

—¡Cuidado! —gritó Steinmeal irrumpir un objeto volando encabaña y que soltaba chispas

fuego.Tom y Moshav se protegier

Estalló un fuerte estruendo y un r

resplandeciente iluminó habitación. Steinmeier gritó, eaparición le cegó. Su arma cayó

suelo y se reclinó sobre el armade enfrente. Antes de que pudireaccionar, se escucharon



disparos y cayó de rodillas deladel sofá. De nuevo, otro dispaSteinmeier cayó al suelo. Moshhabía visto hasta donde llegó la lade fuego. Tomó posición y pensarlo disparó al marco de

puerta. Rompió la madera y escuchó un grito ensordecedor. Enumbral apareció una figura baj

gruesa. Se podía distingperfectamente la sombra del hombMoshav apretó de nuevo el gati

Una mano lo sujetó y seguidamentintruso rodó por las escaleMoshav estaba dispuesto a dispa



de nuevo cuando rápidamente opersona entró en la habitacsaltando ágilmente. En cuaapareció, dos disparos estallaronla habitación. Moshav dejó caerarma y se levantó, rodó por el sof

cayó al suelo.Tom estaba paralizado por

miedo. Hasta que la sombra no

dirigió a él, no pudo reaccionaapretar el gatillo. El ensordeceestruendo le hizo daño en los oíd

El tipo disparó de nuevo hacia élparecer desde su escondite tras armario. Tom sintió el aire calie



que despidió la bala al pasarescasos centímetros por su cabezque tuvo como objetivo las tablasmadera de la pared. De nudisparó en dirección al intruso. repente, una linterna le encand

desde la puerta. Le estaapuntando.

—¡No te muevas! ¡Tira el arm

resonó la amenazante voz demujer.

Tom dudó por un momento. O

disparo que pasó por su lado yclavó en la pared reforzó el ímpde la orden. Soltó el arma y subió



brazos. Antes de que pudireaccionar un puñetazo le alcanUna ola de inmenso dolor le recortodo el cuerpo. Antes de caersuelo perdió el conocimiento.

Cuando Tom recuperó

conocimiento, la luz de petróleola cabaña estaba encendida. Tomtocó su condolida barbilla.

—¡No te muevas o te volaré sesos! —dijo la mujer que estabapie frente a él y le apuntaba con

pistola.De fondo se escuchó un queji —Dispárale en cuanto se mu



lo más mínimo —dijo un hombre acento sureño.

Tom levantó las manos. —Estoy desarmado —gruñó.Contempló su entor

Steinmeier estaba tirado en el su

frente al sofá. Sus ojos abierinertes no reflejaban vida. pequeño derrame de sangre cor

por su frente. Moshav yacía a pometros de él, tumbado boca abNo podía verle la cara pero no

movía.Un tipo alto y fibroso, espaldas a él, se dirigía al profe



sentado en su silla de ruedas. —¡Habla! ¿O quieres aca

como tu amigo Raful? —exigióasesino.

—Habéis asesinado a ChRaful como bestias —gritó

profesor Jungblut—. No os voycontar nada, ya podéis matarme.

El hombre se dirigió a

compañera y se rio. Tom se asustóver la cicatriz diabólica en el rosdel hombre.

—Raful, los dos padtraidores, el profesor de Jerusalésu colega —dijo el diablo



frialdad—. No me importa uno mámenos pero primero dispararemosu joven amigo para que sepa de va. ¡Hable! ¿Dónde están escritos?

—Nos vais a matar de to

maneras, ¿por qué iba a hablar?contestó Jungblut.

El diablo rio a carcajadas.

—Podéis elegir si preferís muerte sencilla o preferís sufrir udolores inimaginables.

Tom movió lentamente manos. Se tocó los ojos. Con quejido intentó incorporarse tenien



mucho cuidado de que movimientos no irritaran a la rubCuando pasó la mano por su cuepudo palpar el pequeño revólver llevaba en el bolsillo. Tom sabía qesa pistola era la única opción qu

quedaba para esquivar la muepero por ahora no tenía ocasiónpoder utilizarla. La mujer tenía

mirada clavada en Tom. Con piernas abiertas, a apenas dos metde él, vigilaba cada movimien

Tom apoyaba la espalda en la pare —¿Puedo incorporarme? preguntó en voz baja.



Le dolía la boca.La rubia asintió.

—¡Habla, viejo! —exigió nuevo el hombre con rostro diablo.

—No vais a conseguir nu

llegar hasta esos escritos. Ya esviejo, no le temo a la muerte porqal contrario que vosotros, sí tengo

Dios, mientras que vosotros proyaceréis sobre un frío suelo.

El diablo le dio una bofetada

profesor. Se podía ver como sangre le salía de los labios. —Sois demonios, con justi



lo lleváis impreso en la cara.El diablo actuó de nuevo,

escuchó como la palma de su mgolpeaba el rostro del anciaJungblut se encogió en su silla ruedas.

—No lo mates —dijo la muje —Yo... los documentos...

escritos... —pronunció su quej

voz. —¡Viejo, no te entiendo! —Yo... yo puedo...

El diablo se inclinó haciaprofesor para escuchar mejor. Tobservó la escena sin poder



crédito. ¿Le iba a desvelar secreto? ¿Un par de bofetadas habacabado con él?



48

ostwald, cerca de BischofswieseBukowski fue con el coche d

policía hacia Rostwald. Los SEK

Múnich tardarían al menos mehora hasta llegar al lugar de hechos. Se pararon en el margen

bosque, en un camino. Por la radel policía transmitió su ubicacexacta y solicitó refuerzos. Otras

patrullas venían de camiBukowski salió del coche, encendió un cigarro y esperó ha



que su colega uniformado termincon la radio.

—¿A cuánto está la cabaña aquí? —preguntó Bukowski policía después de que este tambsaliera y colgara la radio desde fu

a través de la ventana. —No más de dos kilómetros

contestó el policía.

Entre las luces y sombras de faros del vehículo, Bukowski puver como señalaba en dirección

camino del bosque. —Todo recto, después hay torcer a la izquierda. La cabaña



encuentra en un pequeño claro bosque.

—¿Puede aterrizar allí helicóptero? —preguntó Bukowya que consideraba que estaperdiendo mucho tiempo.

—Imposible —replicó policía.

Habían previsto que los S

volaran en helicóptero haBerchtesgaden y desde allí llegahasta el lugar de la operación

dos autobuses VW. Bukowski saque media hora era un cálcbastante ajustado y que podían tar



más. —¿Qué piensa que

encontraremos en la cabaña? preguntó el policía uniformado.


—Si tenemos suerte, su amSteinmeier y un hombre mayor silla de ruedas.

—¿Y si tenemos mala suerte? —Dos cadáveres o un secues

contestó Bukowski secamente.

El policía tomó su arma ycargó. —Seguro que están armados.



Bukowski dirigió su mano hala cadera y sacó su Walter.

—Espero que no tengamos utilizarlas. Si se pone bastante negtendremos que enfrentarnos a uauténticos profesionales. Tie

bastante experiencia en matar. —Entonces deberíamos espe

a los SEK.

Antes de que Bukowski pudicontestar, estalló un disparo medio del silencio de la noc

Bukowski se encogió aterrado. —¡Mierda! —maldijo y afinóoído, se repitieron los disparos, e



vez bastante más flojos. —Una escopeta y pistolas

dijo el policía—. Incluso un rifledecir por el ruido.

Apresuradamente Bukowski el cigarrillo al suelo.

—Vamos, no hay tiempo qperder —le gritó a su acompañacon determinación.

—¿Y los SEK? —¿De verdad quiere queda

aquí esperando mientras en la cab

mueren varias personas?El policía rodeó el vehículse puso al volante. Breveme



informó por radio sobre la nusituación. Después miró titubeantBukowski.

—¿Puede conducir sin luz? —Lo intentaré —contestó

oficial y arrancó el motor.

Cabaña de Rostwaischofswiesen

El diablo se incl

pronunciadamente sobre el viprofesor en silla de ruedas.

—¿Qué me quieres decir?

preguntó.El anciano emitió un songutural.



—¡Dime de una vez por todónde has escondido documentos! —exigió una vez máhombre con cara infernal—. Nocompliques más.

De repente, con una veloci

inimaginable la mano del profevoló desde la espalda. Se escuchógolpe seco, seguidamente el dia

emitió un largo y agonizante grito.Tom observaba la escena

dar crédito. El diablo se leva

brevemente y se llevó las manoscuello. Su cómplice se giró. —¿Qué pasa Fabricio?



Tom vio como un cuchillo sadel cuello del diablo. El homintentó dirigirse hacia la mesa pfinalmente se derrumbó rompiendomesa. La lámpara de petróleo csobre el asesino que se ha

desplomado precipitadamente ensuelo. La sangre salió con gran rity a borbotones de la herida

cuello. —Eso es lo que tengo para ti

masculló con frialdad el profesor.

La cómplice del demodirigió el arma hacia el profesor ytiroteó mil insultos en francés.



Tom introdujo la mano enbolsillo de su pantalón pero antesque pudiera sacar el arma la mudisparó. La primera bala alcanzJungblut por el costado, la segundaderrumbó. De repente, se extendió

fuego. El petróleo que había salde la lámpara se incendió y alfombra empezó a arder. Cuando

mujer se disponía a disparar tercera vez al profesor, Tom aprel gatillo. No alcanzó su objet

pese a que había apuntado haciamujer. Le dio en el brazo pero pudo evitar que volviera a reme



contra el profesor. La bala alcanzócuerpo de Jungblut. Tom disparónuevo, apuntó mejor, la mujer se gy miró estupefacta a Tom. Antes que pudiera apuntar a Tom conarma, este disparó por tercera v

La mujer cayó lateralmente haciasuelo y perdió el arma. Tom diosalto y retiró con una patada el ar

de la mujer que le miraba asustaTom apuntó hacia su cabeza conpistola. Durante unos instantes est

convencido de que dispararía conla mujer. Pensó en Gina, JonatHawke, Aaron. Todos



compañeros que habían perdidovida a manos de esta cruel bandaasesinos. Sin embargo, la ravenció y bajó el arma.

Entre tanto, las llamas ya habalcanzado la mesa y parte

inventario. Tom se dirigió profesor, que estaba encogido ensilla y respiraba con dificultad.

Roma, Santo OficioPater Leonardo pudo viajar

Múnich a Roma en el último vuelo

Alitalia. Se había quedado dormen el avión. Había escuchado quecardenal prefecto partiría a las d





compasivamente. —Lo siento pero no es posib

está ocupado. Tiene que prepararviaje —el monje pasó una de páginas del libro que leía apoysobre la mesa—. Tendrá que espe

una semana para poder concertar cita con él.

Pater Leonardo sonrió.

—Desgraciadamente, demasiado tarde —contestó antespasar apresuradamente por su lad

abrir la puerta de la oficina prefecto. —¡Deténgase! —gritó el mo



. No puede...El resto de palabras no pu

escucharlas, ya que cerró de un gola puerta tras de sí.

El prefecto estaba senthablando por teléfo

Incrédulamente miró a PaLeonardo. Su rostro se puso blancomo la nieve cuando percibió

mirada demandante de este. Cpalpable nerviosismo colgó.

—¿Cómo se atreve a entrar

esa manera en mis aposentos? —quejó el prefecto. —¿Pertenece usted también



esa hermandad?El prefecto intentó sonreír

vano. —Pater Leonardo, ¿ha perd

la razón?Pater Leonardo lanzó

peligrosa mirada al prefecto. abrió la puerta y el monje deentrada entró a la habitación ju

con otros dos hermanos. —¡Disculpe, su eminencia!

dijo el monje avergonzado—. P

ha obviado mi negativa, se lanzado a la puerta. ¿Desea queretiremos?



El cardenal prefecto levantómanos para calmar el ambiente.

—Está bien, ¡déjennos solos!contestó.

Los monjes desaparecieron. —Tome asiento, mi jov

amigo —dijo el prefedelicadamente.

De repente su voz sonó suav

tierna como la del padre que hacon su hijo pero Pater Leonadesconfiaba de ese tono del prefec

ya que anteriormente le haenviado a una misión proporcionarle toda la informació



sabiendo desde el principio fallaría.

—Se ha aprovechado de servicios —contestó Pater Leona

. Estuvo en la biblioteca y arranlas hojas relativas a la Herman

de Cristo sin informarpreviamente de ello.

—Solo tuve que documentar

se excusó el prefecto. —¿Y en Ettal? ¿Fue también

visita casual?

La cálida sonrisa desaparedel rostro del prefecto. —Está bien, no voy a ocu



que me preocupan bastante muertes de nuestros hermanos Alemania. Era mi deber coprefecto informarme in situ sobre acontecimientos en nombre de Santa Sede.

—Y también hubiese sido deber contármelo ya que me encaque investigara sobre ese asunto.

me envió a Jerusalén simplemepara calmar su conciencia y la cardenal Borghese?

El cardenal prefecto se reclen el respaldo de su silla. —Tenía la misión de encont



a Chaim Raful y nos falló, por me sentí obligado a actuar yo mism

—Ya lo he encontrado contestó Pater Leonardo.

El prefecto lo mincrédulamente.

—Fue asesinado y crucificbocabajo cerca del KönigssSeguro que ya lo sabe.

El prefecto carraspeó. —He oído hablar de la mue

de una persona mayor cerca

Watzmann pero no sabía que trataba de ese hereje. —Creo que sabe más de lo



dice. ¿Qué tiene que ver con hermandad? ¿Por qué tuvieron morir dos de nuestros hermabrutalmente asesinad¿Traicionaron a nuestra IglesSegún me he informado, ambos e

expertos en lenguas antiguas Oriente. ¿Tuvieron que morir porqdescubrieron un secreto que no de

salir a la luz? ¿Ordenaron que asesinaran?

La furia empezó a refleja

lentamente en el rostro del prefect —¡Cómo se atreve! —reprochó a Pater Leonardo.



—Creo que la policía vainteresarse bastante en el nivel implicación de la Iglesia en relaccon estos casos. Seguro que responsable de la investigacagradece bastante mis indicacion

Tendría bastante repercusión, incllas autoridades italianas...

—¡Usted ya conoce las regla

—¿Cómo voy a respetar reglas cuando ni siquiera el prefelas considera importantes? No ten

nada que perder. En realidad nuquise trabajar en Roma, nunca deaceptar el trabajo del Santo Ofic



No tengo nada que temer.El prefecto se levantó.

—Es usted un impertinente,tiene ni idea de lo que nos estamugando —reprendió a Pa

Leonardo.

—Pero sé que se trata de complot y que usted está metido halas trancas. También sé que ha

ahora seis personas han tenido perder la vida. También sé quepolicía se interesaría bastante en

que puedo contarle.Pater Leonardo se levantó desalto y se apresuró hacia la puerta



—¡Espere! —llamó el prefecPater Leonardo aga

fuertemente el pomo de la puerta yabrió.

—¡Por el amor de Dios, espePater Leonardo se giró.

—¿Para qué? ¿Para segescuchando mentiras, su eminencia

—¡En nombre de Dios le ru

que me otorgue a mí y a su maIglesia una oportunidad!

Pater Leonardo cerró la puert

—Quiero saber la verdad, nmás que la verdad. Júrelo porsangre de Cristo.



El prefecto suspiró. Se dcaer en el sofá y se retiró el pelola frente.

—Le contaré todo lo que sélo juro por la sangre de Cristo. ruego que no nos lo ponga más dif

de lo que ya es. Nuestra Iglesiaencuentra en un serio peligro.

Pater Leonardo regresó a

silla y se sentó. —La Iglesia está pasando po

momento más oscuro que jamás h

vivido —suspiró el cardeprefecto—. Me temo que en últimos mil años nunca había est



tan cerca del derrumbamiento. —¿El papa sabe...? —El papa está muy mayo

débil —contestó el prefecto—. sabemos cómo se encuenTenemos que tomar nuestras prop

decisiones, nadie puede ayudarnos —Cuénteme sobre la herman

replicó Pater Leonardo.

El prefecto miró fijamentetecho.

—El origen de la hermandad

remonta hasta la época de templarios —empezó a narrar cardenal prefecto—. Tiene co



misión proteger la fe y para ello spermite cualquier medio.

—¿Pertenece usted a hermandad?

—¡Qué Dios me libre! —ustificó el cardenal—. Soy

hombre de Dios, obtengo las fuerde mi fe interna y estoy totalmeconvencido de que solo puede ha

una Iglesia. Una Iglesia que a la sea fuerte y bondadosa. Las oveextraviadas volverán con el poder

la palabra y no con una fuerza sentido. —¿Y el cardenal Borghese?



preguntó Pater Leonardo—. miembro de esta Hermandad Cristo?

El prefecto asintió. —Me temo que sí. Temo

tiene las manos manchadas de sang

—¿A qué se dedica hermandad? ¿Por qué tiene quemás allá de la madre Iglesia p

proteger la fe cristiana? ¿Acaso puede hacerlo la Iglesia por misma?

El prefecto se colocó bien. —Los templarios encontraunos rollos debajo del templo



Salomón que ponen seriamente entredicho la existencia Jesucristo. Esos escritos le dieronpoder suficiente para que esa bade buscadores de fortuna convirtiese en una poderosa or

ante la que se arrodillaba el mispapa. No existen pruebas de epero es lo que se dice. Sin embar

el arma que tenían en su poder, la que consiguieron su riqueza qufuera de su alcance cuando

sarracenos conquistaron JerusalFue la oportunidad de acabar de uvez por todas con el poder



influencia de los templarios. viernes negro se extinguió la Orde los Templarios.

—Y Chaim Raful estbuscando esos documentos y encontró cuando se abrió la tum

del templario en el valle del Ced prosiguió Pater Leonardo.

—Debe haber sido así.

—¿Quién se esconde detrásla Hermandad?

El prefecto se encogió

hombros. —Algunos miembros hombres religiosos, hermanos de



Iglesia como nosotros. También otros que se aprovechan de Iglesia. Hombres de negocios quehan enriquecido con nuestra fe. les interesa que el pueblo teconocimiento de la existencia

esos escritos. —¿Y la hermandad

perdurado durante los siglos?

El prefecto asintió. —De padres a hijos, sus raí

residen en la tradición y en

familia. La voluntad conjunta buramento de sangre sobreviviópaso de los años.



—¿Y esos documentos? cierto lo que se dice del legadolos templarios? ¿Es Jesús uinvención?

El prefecto apoyó las manossus ojos.

—Es una transmisión a lo ladel tiempo, cuando Roma dominJudea. Verdad o mentira, nadie

atreverá a afirmar lo que personas de aquella épconsideraban cierto o incierto.

fuerza reside en nuestra fe.Pater Leonardo reflexionó un momento.



—Esos rollos están en Euroen Baviera. Al menos servirían pdarle mucho que pensar al puebLas personas que dudan de la Igledarán la espalda a nuestra religión

—Es una catástrofe —gimió

prefecto. —Jesús, Dios, ¿es to

mentira? —cuestionó Pater Leona

y se levantó.Se dirigió a la ventana y m

hacia el sol matutino que sumergí

Roma en una resplandeciente luz. —¿Nos ayudará? —preguntócardenal prefecto.



Pater Leonardo respprofundamente. Finalmente se dirial prefecto.

—Quiero tener las malibres, necesito dinero. Una cuebancaria con mucho dinero y lo h

a mi manera. No son tiempos pasesinar a los que tienen otcreencias, nuestra sociedad

cambiado. —Dinero, una cuenta —conte

el cardenal prefecto—. Tendrá to

lo que necesita si consigue parar edesgracia que nos amenaza a todosPater Leonardo asintió.



—Si lo consigo, quiero recompensa.

—Todo lo que desee —conteel prefecto.

—En Palermo, cerca de ciudad natal, hay una escuela

cuida de los niños más pobSiempre soñé con poder dirigir escuela. Nunca quise servir a

Dios entre estos estrechos murDios reside entre los pobresdesamparados. Quiero que

encargue de mi sustitución y que transfieran la dirección de la escude San Mauricio de Palmera.



—Todo, recibirá todo lo desee. ¿Pero cómo va a parar ealud que viene rodando hanosotros? —preguntó el prefecto.

Pater Leonardo sonsarcásticamente.

—¡Confusión! —contestóConfusión y no necesita saber más

El cardenal prefecto asintió.

—Enviaré a un mensajero dijo Pater Leonardo—. Recogerádocumentación con mi nu

nombramiento en torno a las dPor otro lado, necesito los podede una cuenta. Todo tiene que es



preparado para cuando mi mensajvenga por aquí. Necesito telibertad de actuación en este asunt

—Ordenaré que le prepatodo lo necesario —contestó prefecto—. ¿Qué cantidad d

cubrir la cuenta? —Digamos doscientos millo

de dólares —contestó Pa

Leonardo antes de abandonar la sdel cardenal prefecto—, y la cabdel cardenal Borghese.

El prefecto, boquiabierto, quedó mirando perplejo duranterato el techo de la habitaci



Finalmente abrió un cajón escritorio y sacó una carpeta enque se podía leer con letras imprerojas: «Pierre Benoit».



49

Cabaña de Rostwald cerca ischofswiesen, Baviera

Poco a poco Tom consig

salir de la parálisis que le invadUn infernal humo espeso llenabahabitación. Miró alrededor

consiguió reconocer una maApresuradamente la cogió para tael fuego. Pero no tuvo éxito en

intento de extinguirlo ya que se haextendido ampliamente. humeantes llamas ardieron con m



fuerza cuando levantó la manFinalmente se inclinó hacia Mospor cuya frente corría sangre.

—¡Moshav! ¿Qué te pasa? gritó Tom sin obtener respuesta.

Tom comprobó la respirac

de su amigo. El vientre se elevabdescendía ligeramente. Lo agarrólos hombros y lo llevó arrastran

hasta la puerta. Una vez en exterior, Tom tomó oxígeno. El fueya se había adueñado de gran pa

del mobiliario. Cuando arrastró las escaleras a Moshav pasó porlado del cuerpo sin vida del asesi



Yacía de costado. Entre las llamTom pudo distinguir que el pecho hombre estaba lleno de sangre. sus cristalinos ojos abiertos reflejaban las llamas. Sin duda,hombre estaba muerto. A un par

metros de la cabaña dejó a Moshtumbado en el suelo. Moshav emun gemido y abrió los ojos.

—¿Dónde... dónde est¿Qué... qué ha pasado? —pregucon una frágil voz.

—¿Qué te pasa? ¿Dónde duele?Moshav se tocó la cabeza.



—La cabeza, parece como si fuese a estallar de un momentootro.

—¡Quédate tumbado! —le gTom y desapareció en dirección acabaña de la que ya salía un esp

humo. Sin dudarlo Tom se introden la cueva de fuego. En mellevaba la ubicación del profes

Apresuradamente avanzó hasta encontró al anciano que respircon dificultad en su silla.

—Ya ha pasado, es el fin... —quejó el profesor—. Refúgiate enlugar seguro y... toma esto.



Le extendió una cadena deque colgaba una pequeña llave plata. Tom la aceptó y se la colgóel cuello. El anciano lloraba.

—En las taquillas de la estacde tren... En Berchtesgaden, núm

18 —sollozó el profesor.A Tom no le importó lo que

decía y decididamente levantó

hombre de su silla de ruedas. profesor pesaba muy poco. Trecorrió un camino abierto entre

llamas que le llevó hasta la pueCasi tropieza con la mujer que hatumbada en el suelo y que agarró



pierna de Tom cuando pasó porlado. Le miró con sus temerosos oy le suplicó:

—¡Ayuda...! ¡Ayúdeme!Pero Tom ya había pasado

encima de ella y se alejó con

fuerte salto por encima del fueConsiguió llegar al exterior y corhacia Moshav con el profesor aún

brazos. Al dejar al profesor sobrehierba junto a Moshav pudo respprofundamente. Entonces se giró.

—¿A dónde... a dónde vas? gritó Moshav. —A salvar a la mujer



contestó Tom. —¿Estás loco? Iba

asesinarnos y ahora te juegas la vpor ella —le gritó.

Sin embargo, Tom no puescucharlo. Ya había subido

escalones de la cabaña. Las llamya habían ascendido hasta su altur

Se escuchó un grito gutu

procedente de las llamas y del humTom contuvo la respiración y corhacia la cabaña.

—Estás loco —suspMoshav.El viejo profesor inte



incorporarse pero se volcó haatrás.

—No se detendrá, es un homde Dios —sollozó.

Tom sabía el camino. La mutenía que estar justo delante de

cocina. El humo le robó la viPalpó hacia delante. En su piel senun insoportable calor pero

adrenalina le impedía percibir dolor. Cada vez se adentraba másla infernal cueva. El crujido de

tablero del techo le dejó paralizpor un instante. De repente, porotro lado de la cabaña se derrum



parte de una pared. El fudevoraba la madera y ponía peligro la estabilidad de construcción. No obstante, entreoscuridad repleta de humo pupalpar una mano. Tiró de ella

frente a él apareció la cara demujer con los ojos abiertos. Cindómita fuerza tiró de la mano p

ir asiendo poco a poco el cuerPudo agarrar los hombros y tiróella mientras luchaba por dirig

hacia la puerta. Su cuerpo pesado, le faltaba el aire, aún evitó respirar el humo. Con



últimas fuerzas consiguió llegar hala puerta. Finalmente pudo pasar el telón de fuego y humo y llegaexterior. Tiró de la mujer por escaleras hasta que se derrumbó apar de metros de distancia de

cabaña. El fresco de la noche como una refrescante ducha sobreespalda ardiente. Un ataque de

estuvo a punto de dejainconsciente. Cuando inteincorporarse, escuchó una voz gr

que atravesaba el estrepitoso crdel fuego. —¡Alto, no se mueva!



Tom se tumbó lentamente ensuelo y se apoyó de costado. Sinque se ahogaba y finalmente vomit

New York, en las cercanías Central Park

Jean Michel Picquet se sentó

la silla de la pequeña cafetería jual Central Park y frunpronunciadamente el ceño.

—Nos va a costar mucho dindijo.

—¿Tiene suficiente con c

millones de dólares? —preguPater Leonardo.Llevaba una camiseta a



oscuro y unos pantalones de cobeige. Ningún detalle en vestimenta hacía que se le pudirelacionar con la Iglesia.

—Con cien millones conseguun equipo completo y un apodo.

—Necesita un nombre. Si dpondré otros cincuenta millones mpero solo si duda. La comisión es

diez por ciento en cada caso, como un bono si podemos hacer salga más económico.

—Entendido —replicó JMichel Picquet—. Ya te he dicho puedes confiar plenamente en mí.



—Solo nos queda una semaDebe ser suficiente tiempo.

Picquet asintió. —Tengo a alguien en men

Hace algunos años intentó llevacabo un proyecto similar pero

encontró ningún patrocinador. Cque se va a emocionar y es tan buque lo podrá hacer en una semana.

—Confío en ti —contestó PaLeonardo.

—¿Qué pasará después?

—Me retiraré en Palermo, esharto de Roma. No puedo sopomás tanta intriga, falsedad



fariseísmo. La Iglesia es básicameuna empresa internacional comuchas otras. A pesar de que nuesmisión sea curar las almas de personas, en Roma padecemos estricta jerarquía que a veces

impide avanzar. Ya no aguanto mEn Palermo sí sé por qué llevo hábitos de la Iglesia.

Jean Michel Picquet sonrió. —Por eso, precisamente

eso, entregué entonces la sotan

creo que hice lo correcto. —¿Te acuerdas todavía noble Herrmann? —preguntó Pa



Leonardo.Jean Michel se encogió

hombros. —No me acuerdo de su nom

pero estudió en nuestra época e hsus votos en Roma.

Jean Michel pensó por momento.

—¿Un alemán, con el pelo ru

corto, muy gracioso? —Sí, que venía de Hambur

Hace tres años me lo encontré en

misión en Bolivia. Seguía divertido como siempre. —Hay personas que



cambian. —Cierto, pero me han cont

que hace un par de semanas murió —¡Qué pena! —observó J

Michel. —Ayudó a los pobres. Nun

tuvo que quedarse pegado a escritorio. Aunque su vida fue cohizo más en ese tiempo por Dio

por la humanidad que yo hastamomento. A pesar de que emuerto, sigo envidiando su v

realizada.Antes de que Jean MicPicquet pudiese contestar, sonó



móvil del padre. —Disculpe —pronunció.Le llamaba Pater Phillipo

convento de los franciscanos Jerusalén.

—Todo ha transcurrido se

sus órdenes. Hoy enviaré documentos a la dirección que proporcionó —informó el monje

Jerusalén—. Yassau no dudó cuanel ministro le hizo ver consecuencias que podía tener p

él la dilación del asunto.Pater Leonardo sonrió. —Es una buena noticia,



agradezco todos sus esfuerzCuando vuelva a Jerusalén, visitaré personalmente, creo que spronto.

La conversación duró poPara concluir Pater Leona

expresó una vez más agradecimiento y colgó el móvil.rostro se iluminó con una satisfe

sonrisa.Cabaña de Rostwald, cerca

ischofswiesen

Bukowski había bajado ventana lateral del coche de policagudizó su oído. Pudo contar u



diez disparos. El fuerte estruendoun rifle se mezcló con el chasqumetálico de una pistola que emitióensordecedor disparo antes de volviera a reinar el silencio.

¿Qué habría podido pasar

esta tranquila zona donde los turispaseaban para admirar las montañ¿Era una banda terrorista que que

llegar hasta los escritos antiguos?Bukowski comprobó una

más la pistola.

A apenas un kilómetro toparon en medio del camino conMercedes oscuro con matrícula



Múnich. —¡Mierda! —dijo el poli

del coche. —No podemos hacer na

tenemos que andar.Se bajaron del vehículo.

funcionario informó brevemente la radio sobre su ubicación.

—La segunda patrulla acaba

pasar por Bischofswiesen, en dminutos estará aquí —dijo el poliuniformado a Bukowski que est

inspeccionando con una pequlinterna el Mercedes.El coche estaba cerrado.



parecer lo habían dejintencionadamente atravesado encamino con el fin de evitar uposible escapada.

Siguieron andando por dificultosa tierra del bosq

Bukowski respiraba con dificultEl tabaco le estaba pasando factuPese a todo, Bukowski se esforz

en seguir avanzando. En cambioagente que le acompañaba, de ucuarenta años, el ascenso apenas

afectaba. A los pocos metapareció una bifurcación haciaderecha. El policía uniformado fu



primero en percibir la chmetálica.

—¡Ahí tenemos otro coche!susurró a Bukowski.

Bukowski empezó a apuntarnuevo con su pequeña linterna que

era más que un llavero. A pesar diminuto tamaño, Bukowski alegraba bastante de lleva

consigo.Se dirigió hacia el F

plateado que, del mismo mo

mostraba la matrícula de la capdel Estado Federado de BavieEstaba cerrado y vacío.



—¡Ahí! —gritó el policía.Bukowski se giró y obse

inmediatamente el resplandecer fuego que le llegaba desde un pudel bosque un poco más alejado.

—¡Rápido! —le gritó a

acompañante.Cuanto más se acercaban ma

era la certeza de que estaba ardien

la cabaña de Rostwald, las llamsalían por el techo.

Llegaron hasta el camino

conducía a la cabaña y allí volviea toparse con un vehículo, esta veztrataba de un Renault oscuro con u



matrícula local. —Si no me equivoco ese es

coche de Hans —susurró el policBukowski.

—¡Cuidado! —adviBukowski—. No olvide que e

tipos son muy peligrosos. Ya hasesinado a varias personas.

Bukowski sacó su arma.

agente uniformado le imBukowski se apartó del caminoavanzó por debajo de unos árbo

Las llamas iluminaban lo suficiela noche. Poco a poco se deslhacia la cabaña. De repente



encontró con los cuerpos que yacsobre el suelo cerca de las llamBukowski avanzó un poco más.policía se paró justo a su lado.

—¡Esperemos! —ordenó en baja a su compañero.

El crujido del fuego impeque se escuchasen sus sonorespiraciones. Poco a poco empez

regularse su presión sanguínea.Finalmente vio a un hombre

salía de la cabaña incendia

Arrastraba un cuerpo. Se notcomo el hombre se esforzaba con últimas fuerzas en llegar hasta



suelo donde yacía el resto personas. Bukowski reconoció pelo rubio de una mujer que procedel cuerpo que arrastraba individuo, poco después se derrumen el suelo. Intentó incorporarse p

volvió a desplomarse y empezóvomitar. Bukowski sadecididamente de su escondite. C

la pistola apuntó hacia él. —¡Alto, policía! —gritó

acompañante.

—¡Alto, no se mueva! —añaBukowski, aunque el hombre estaba en el suelo.



Con la tensión no se le ocunada mejor que decir.

El hombre los miró por instante, seguidamente le sobrevun ataque de tos.

—¿Es Steinmeier?

El policía lo negó. —¡Quédese en el suelo!

ordenó Bukowski.

Mientras que el policía segapuntándole con el arma, Bukowse dirigió lentamente hacia

hombre. Los otros se quedaparados, no realizaron ninmovimiento.



—¿Quién es usted? ¡Diga nombre! —exigió Bukowski conalto tono imperativo.

—Mi nombre... soy... ThomStein —contestó el ser que esttumbado y a quien le segu

sobreviniendo los ataques de tos. —¡Está detenido! —repl

Bukowski.

El policía uniformado avanBukowski apuntó la pistola haciacuerpo de Tom.

—¡Póngale las esposas! ordenó al agente.Unos segundos más tarde



escuchó el clic de las esposas en muñecas de Tom.

Bukowski se inclinó haciamujer. Observó que estgravemente herida pero consciente.

—Somos policías —inforBukowski—. ¡Ya ha pasado todo!

—Él, ese... hombre... me

salvado la vida —pronunció dificultad.

—Lo he visto —conte

Bukowski.Entre tanto, el policía se hadirigido hacia el anciano. Le tomó



pulso. —Es el viejo profesor, e

muerto —confirmó—. Al parecermuerto de un disparo.

Por otro lado, Bukowski dirigió hacia Moshav que pare

estar inconsciente. —Está vivo.Bukowski le dio palmaditas

las mejillas hasta que Moshav ablos ojos.

—¿Qué pasa? ¿Dónde e

Tom?Bukowski le mostró el armMoshav para disipar cualquier t



de duda. —Somos policías, no h

ninguna tontería, creo que tiene contusión en la cabeza. Quédtumbado y no se mueva, así nopasará nada.

—¿Dónde está Tom? —repMoshav.

—¿Thomas Stein?

Moshav asintió. —Su amigo está tumbado ah

lado. En la acción de salvamento

respirado demasiado humo.Moshav miró agradecido policía.



—¡Gracias a Dios! —susp. Ese tonto ha arriesgado su v

para salvar a la mujer que queasesinarle.

Bukowski se inclinó mcercanamente hacia Moshav.

—¿Qué ha pasado?Moshav movió la cabeza

dirección a la cabaña y contestó:

—¿No lo ve?



50

arís, Saint Germain des PrésAún no había amanecido so

los tejados de París cuando sonó

móvil que el cardenal Borghese tesobre la mesita de noche. El sondel teléfono no le despertó. L

oscuros pensamientos que acechaban no le habían dejconciliar el sueño. No había pod

pegar ojo, no dejó de dar vueltasla cama, luchaba incesantemecontra las pesadillas que le invadí



Durante un instante su cuerpo relajó. La angustia huyó por debde la puerta. Observó como el alabandonó su cuerpo. Se vio colgen una cruz. La sangre salía porherida de uno de sus costados.

repente, las llamas empezaronescalar por la madera de la crUnos intensos dolores invadieron

cuerpo del crucificado. Empapadosudor frío se sobresaltó. Las palmde las manos del cardenal esta

sangrando. Había apretado los pucon tanta fuerza que se había heheridas con las uñas. El cardenal



incorporó en la cama y encendióluz. Llevaba casi una hora sentadcompletamente paralizado cuandoteléfono sonó. Miró el despertadacababan de dar las cinInstintivamente supo que algo

marchaba bien. Antes de contescerró fuertemente los ojos y launa petición al cielo.

—Ha salido mal, tenemos desaparecer —dijo la voz teléfono.

El cardenal respprofundamente. —Lo hemos perdido todo



afirmó con una voz angustiosa. —Todavía nos queda

oportunidad —se escuchó al olado de la línea.

—La última cuerda a la que podemos agarrar. Solo nos qu

esperar que la policía no lleguenterarse de todo.

Borghese se secó el sudor de

frente. —Haremos lo que tengamos

hacer. Tenemos una misión y a e

entregaremos nuestra vida. —Le esperaré mañana pormañana —dijo la voz antes



finalizar la llamada.El cardenal Borghese

incorporó. Se arrodilló frente acruz de la pared y comenzó uoración.

—Ayúdanos Señor.

oscuridad y la necesidad invaden, ayúdanos, que se acabe eamargura, si no todo a lo que hem

dedicado nuestras vidas se destruen unos segundos.

Contempló la cruz con mir

demandante pero el crucificado respondió.Cabaña de Rostwald cerca



ischofswiesen, región erchtesgaden

La cabaña tardó veintitminutos en desmoronacompletamente. Saltaban chispas desaparecían en la oscuridad.

estruendo de las paredes y del tederrumbándose provocaba ensordecedor ruido. De repente,

oscuridad se acentuó, las llamasreducían y se concentraban enhoguera que se había formado.

—¡Que nadie se mueva! puntualizó Bukowski. Nadie le contestó.



Siete minutos más tarde llegaotros dos policías a la cabaña.

—¿Todo bien, Sepp? preguntaron a su compañero.

—Tenemos todo bajo controlcontestó el compañero de Bukow

. Es el compañero de la judicialMúnich.

La ráfaga de luz de una linte

alcanzó a Bukowski, arrodilladoel suelo junto a los detenidos.

—¡Rápido! —exclamó el age

. Necesitamos una ambulancia, tres heridos y dos muertos.En ese momento ya ha



quedado al descubierto el cuerpo boxeador, justo delante de escaleras de la cabaña. Vardisparos se habían clavado en pecho.

—Los demás compañe

vienen de camino —informó unolos agentes—. Están apartando alado el vehículo que bloqueaba

entrada. Ya hemos llamado a ambulancia.

—Bien hecho —expr

Bukowski su admiración.Apenas una hora más tarderecinto en torno a las cenizas de



cabaña estaba iluminado por uresplandecientes focos. Los SEKretiraron con las manos vacías y fuerzas de salvamento habocupado su lugar. A la entrada Rostwald, en un prado, aterrizó

helicóptero. Los bomberos Bischofswiesen y de las localidavecinas se estaban ocupando de

cabaña. Al parecer, dos juerguisnoctámbulos de Bischofswiesen habían dado cuenta del fuego

medio del bosque y llamaron a bomberos avisando del incendiola cabaña. Bukowski estaba conten



De hecho no quedaba más fuego extinguir, pero los bomberos estabrealizando un extraordinario traben las tareas de auxilio.

Bukowski se hizo cargo comando.

—Que dos policías vigilencada uno de los heridos, aún sabemos quiénes son los culpable

quiénes son las víctimas. Que uagente se encargue de la muherida.

Sepp Ortlieb se encargó transmitir las órdenes responsable de la acción.



—El helicóptero llevará amujer al hospital de Múnich. Tiquemaduras graves en las piernAdemás, tiene heridas de bala en hombros, la cadera y la barriga.vida corre peligro.

—¿Y los otros? —Al anciano le han dispar

repetidamente y al parecer se

desangrado —informó Ortlieb—.moreno tiene un disparo de bala ennuca, seguramente tenga una gr

lesión cerebral y el rubio padece uligera intoxicación de humTambién tiene el mentón inflama



por lo demás se encuentra bLlevaremos a los dos al hospitalBerchtesgaden.

Bukowski asintió. —El muerto delante de

cabaña tenía un cómplice con u

cicatriz en la cara y si no equivoco también falta Steinmeier

Ortlieb asintió y señaló haci

cabaña derruida. —Puede que estén ahí den

¿Empiezan los bomberos con

búsqueda?Bukowski negó con la cabeza —Esperemos a los compañe



de la científica —decidió. —Ya vienen. —¿Han dicho algo alguno

los detenidos?Ortlieb señaló con el índice.

—El rubio no para de toser,

le va a salir el estómago por la by el moreno no para de perderconocimiento.

—¿Y la mujer? —El médico ha diagnostic

un estado en coma. Callará dura

bastante tiempo.Bukowski se mordió los labi —Bien, entonces no nos qu



más que esperar. A ver qué ndesvela el lugar de los hechos.

Ortlieb miró su reloj de pulse —Amanecerá en una ho

entonces podremos ver más.Strub, región de Berchtesgad

Lisa esperó a que concluyeraobtención de pruebas por parte decientífica. Aprovechó la ocas

para inspeccionar la casa. Hamuchos libros tirados por topartes. En su mayor parte se trat

de libros de arqueología. Buposibles escondites, palpó paredes y el suelo, miró a ver



encontraba algún estante oculto enlos armarios pero no obtuvo ninresultado. Aparentemente los intruhabían rastreado la cminuciosamente. No habían olvidningún hueco. A través del pasillo

dirigió a la pequeña habitación quedaba al lado de la cochera. una habitación de invita

compuesta por un sencillo mobiliay una cama. Todo estdesmantelado. Se quedó mirando

ropa revuelta por el suelo. Levauna camisa y la obsedetalladamente. Por la talla



imposible que perteneciese profesor. Podía ser una camisa deempleado. Miró dentro del armahabía una maleta vacía, saqueadcon el cuero rajado. Le llamóatención una pegatina de la mal

era una etiqueta de una compaaérea israelí. Se arrodilló y recolos papeles tirados por el sue

Entre estos se encontraba un bilde avión de Tel Aviv a Stuttgart cfecha de hacía apenas tres semana

¿Tenía visita el profesSiguió buscando, levantó la mantala cama y giró el colchón a un la



también había sido rajado. arrodilló y miró por debajo decama, pudo distinguir una pequtarjeta entre la penumbra creada la débil luz de su linterna. La cogera del tamaño de una tarjeta

crédito con la foto de un hombrela parte delantera con sus datoshebreo. Giró la tarjeta. El reve

estaba escrito en inglés. —Profesor Chaim Raful —l

en voz alta—. Universidad de B

Ilan, Tel Aviv.La tarjeta identificaba a Racomo profesor de la Universidad.



—Chaim Raful —murmuró vez más—. ¡Interesante!

Se giró. De pronto sintió penetrante dolor en su vientre. Tuque doblarse y gritó fuertemente. compañero de la científica m

dentro de la habitación. Asustadodirigió a Lisa y la ayudó.

—¿Qué le pasa? —pregu

preocupado.Lisa se retorció del dolor.

cortante dolor abdominal no

dejaba moverse. El funcionariosentó en la cama. Se tumenroscada de lado. Yacía en el su



como un niño encogido en el viende su madre. Su cara estdesfigurada por el dolor.

—¡Rápido! Llame a ambulancia —ordenó el policía dcientífica a uno de sus compañero


Cuando apareció por el sendel autobús VW blanco de científica, Bukowski los m

impacientemente. Seguro que estaban muy emocionados. Apehacía unas horas habían tenido



inspeccionar la casa del viprofesor en Strub y ahora ya tenque dedicarse a las siguientes tareHabían solicitado refuerzos ptardarían un rato hasta encontraran ese lugar perdido

medio del bosque por encima Bischofswiesen.

Con nerviosismo est

esperando a su compañera. Despde que se hubiesen bajado todos autobús y desplegaran

herramientas por el lugar de hechos, Bukowski se dirigió a ello —Necesitamos saber lo que



pasado aquí —comentó a hombres de la científica.

El jefe de la operación asintiBukowski miró alrede

impaciente. —¿Dónde está mi compañe

preguntó a uno de los hombres pasó por su lado.

—Se ha caído —contestó

funcionario—. Hemos llamado aambulancia y se la han llevadohospital.

—¿Qué? —preguntó Bukowen voz alta sin dar crédito. —Está en el hospital



Berchtesgaden, tenía unos dolomuy fuertes.

Bukowski se quedó casi respiración.

—Ocúpense del lugar de hechos. Posiblemente entre

escombros haya dos cadáveres.Se giró y buscó a Ortlieb.

encontró junto a sus colegas.

—Por favor, Ortlieb, llévehasta el hospital de Berchtesgaden

—Pero no creo que podam

hablar ya con los detenidos contestó el agente. —Por favor, ¡lléveme! Luego



explicaré de qué se trata.Ortlieb miró con atención

Bukowski. Observó el rospreocupado del Policía Judicial.

—¡Está bien! —contestó.



51

ospital de Berchtesgaden, BavieEl hospital regional

Berchtesgaden se ubicaba

dirección a Maria Gern en Locksteinstrasse. Era un edificiocolor claro rodeado por un frond

prado verde. De fondo se pocontemplar una colina boscosa pBukowski ni siquiera se paró

contemplar el bucólico paisDecididamente salió disparado hala entrada del hospital, tan ráp



que casi choca con las puerautomáticas. La señora detrás mostrador de recepción lo menfadada. Bukowski sacó su placaidentificación y se la extenbruscamente casi hasta las narices

—Bukowski, Policía Judicanunció secamente—. Quiero ve

Lisa Herrmann, la ingresaron hace

par de horas.La mujer torció el ge

mostrando su malestar y se acercó

teclado. —¿Herrmann, con una errecon dos?



—Dos veces erre y dos enescontestó Bukowski impacientemen

La mujer examinó la pantalla —Aún está en observación,

han concluido con las pruebas. Srecto por esa puerta, en el pasillo

la izquierda.Bukowski ya estaba de cami

se había marchado sin dar las grac

y sin ver como la mujer, mirándohacía muescas negativas.

La puerta hacia esa sección

abrió automáticamente. Bukowgiró hacia la derecha y avanzó popasillo pintado de blanco. A



izquierda había una hilera de pueazul claro y a la derecha la pared.paró en medio del pasillo delanteuna gran ventana de cristal. Enpuerta se leía que era la sala de enfermeras pero no había na

Impaciente buscó a su alrededor psin rastro. Siempre pasaba lo miscuando buscas a alguien, entonces

hay nadie. «Es lo típico», pensó psí.

Junto a la sala de enfermeras

abrió una puerta. El carrito de ulimpiadora con un cubo rojo apoyen el estante delantero fue lo prim



que alcanzó la mirada de BukowLe siguió una pequeña mujer morcon el pelo recogido en una latrenza y un mandil azul oscuBukowski asaltó a la mujer.

—Estoy buscando a L

Herrmann, ¿dónde está?La mujer lo miró sorprendid

se encogió de hombros.

—No entender, preguntar enfermera —contestó la mujer.

—¡Preguntar a enfermera!

Bukowski la imitó malhumoradoSi por lo menos hubiese una. —Espere, seguro ve



enfermera pronto —dijo la mujedesapareció con el carrito de limpieza en dirección opuesta.

Allí cerca, en el pasillo, encontraban dos sillas y, juntoestas, una puerta con la inscripc

«Sala de observación». Bukowsksentó en una de las sillas y empezgolpear nervioso el respaldo de

otra. No paraba de pensar en oven compañera. ¿Qué pod

pasarle? El día anterior comentó

no se encontraba muy bien.Bukowski no sabía el tiemque había transcurrido cuando,



repente, se abrió la puerta de la sSalió una mujer joven con una cde caballo y una bata blanca, decuello colgaba un estetoscopBukowski dio un fuerte salto.

—¡Disculpe! —se dirigió a e

apresuradamente—. Estoy buscana Lisa Herrmann, ¿podría decirdónde se encuentra?

La mujer miró a Bukowskiarriba abajo.

—¿Es usted su colega?

Bukowski asintió y le mostróplaca. —Ya me ha comentado q



vendría por aquí. Soy la médica la ha examinado. Ahora mismo edurmiendo y necesita mudescanso.

—¿Qué tiene? —preguBukowski.

—Está sana —contestó médica—. Está agotada y pierdepoco el equilibrio pero

completamente normal con el camhormonal que está experimentansu cuerpo tiene que adaptarse a

nueva situación. Debe cuidar quese cargue de demasiado trabajoesta nueva fase, sobre todo nada



turnos por la noche. Estimo queunos quince días se hanormalizado todo, es lo habitdurante las primeras semanas embarazo.

Bukowski estaba

sorprendido que no sabía qué deSe quedó boquiabierto frente amédica.

—¿Se encuentra bien? Ustambién parece estar agotado.

—No me había dicho que est

embarazada —afirmó BukowskiDe haberlo sabido no la hubimandado a esa infernal tar



Además, me comentó que teníaregla, con eso no se puede eembarazada, ¿verdad? Tuvo qhaberse equivocado.

La médica asintió. —Puede ser que algu

mujeres sangren durante las primesemanas. No es demasiado habitpero no es de extrañar. Me temo

ella misma tampoco sabía que estembarazada.

—¿Puedo verla?

—A mediodía, primero tique descansar. Llame más tarde yno le importa, ¿sería tan amable



comunicárselo a su noviofamiliares?

—Sí, claro —conteBukowski y se quedó mirando amédica que después de un brademán de despedida se al

apresuradamente por el pasillo.«Lisa está embarazada», se d

Bukowski a sí mismo. ¡Mierda! ¿

qué no habría dicho nada? Una mudebe sentir algo tan importante. un lado, se alegraba por Lisa pe

por otro lado, la noticia le hadejado consternado. Le había tomcariño a la compañera que se sent



unto a él en su despacho, incluso veces resultaba bastante complicaAhora sí que iba a protestar siencendía un cigarro. Bueseguramente pronto le concederíanbaja maternal, quizás se casase

su novio y dentro de unos añosincorporaría en otra sección. Pentonces él ya no trabajaría en

policía. Qué pena, la echarealmente de menos.

Gentilly, Francia

—Nadie contesta —dijo Ya. Seguro que ha pasado algo,presiento. Tom no apagaría el móv



—Quizás se haya quedado batería —Jean intentó tranquilizar

Estaban desayunando en pensión Tissot con la mirada dirighacia la calle gris. Otros huéspeempezaron a ocupar las me

contiguas. A esa hora el Tisestaba en pleno rendimiento.

—Ayer también intenté hab

con él y no lo conseguí. Con dotres horas de carga es suficiente. necesita todo el día.

—¿Y qué piensas? —preguJean. —Creo que realmente están



peligro, no puedo quedarme asentada y esperar a que llame.

—Lo quieres mucho, ¿verdadYaara tomó su taza de café c

las dos manos y sin decir naasintió con la cabeza.

—Tom es un buen chico, minteligente —contestó Jean—. creo que sea fácil que caiga en u

situación peligrosa. No va a lanzaal vacío y, además, Moshav está él.

Madame Dubarry se dirigió mesa y se inclinó hacia Jean. —Le llaman por teléfo



monsieur Colombare. En la sala.Yaara lanzó una demanda

mirada a Jean. —Ya voy —le dijo a mada

Dubarry.Yaara lo observó intriga

mientras salía del comedor. Termsu café y le esperó. ¿Quién podllamarle a esta pensión? ¿Sería To

tendría el teléfono roto o lo habperdido?

No podía ser, entonces hubi

marcado su número. Entonces, ¿qusabía que se alojaban en epequeña pensión a las afueras



París? —¿Desea otro café? —pregu

madame Dubarry.Yaara negó con la cabe

Intrigada seguía mirando a la puede la habitación de al lado. Tenía

impresión de que había pasado ueternidad hasta que, por fin, Jregresó a la mesa.

—¿Quién era? —preguntó llde curiosidad.

Jean le restó importancia.

—Era Paul, quería saber si nos venía bien quedar penseñarnos la ciudad.



Yaara respiró aliviada. —No paras de preocuparte

Tom. —Ya no soporto más estar aqJean suspiró.

—Te entiendo. Si quie

esperamos hasta mediodía y si nocontesta partimos para Aleman¿Te parece bien?

Yaara asintió. —Espero que no le haya pas

nada.

Roma, Santo OficioPater Leonardo se levatemprano. Tras la oración de



mañana, tomó un ligero desayuantes de encerrarse en su despacEn su escritorio le esperaba correo, un gran sobre, un enurgente de Jerusalén.

Pater Phillipo había enviado

sobre con un mensajero especPater Leonardo abrió el sobre gran expectativa. Un certificado

estado de posesión firmado pordirector de la Oficina para Antigüedad de Israel y por

funcionario competente de las tarde excavación. Pater Leonardo sintió satisfecho. El poder del Sa



Oficio ya le había llegado el anterior, firmado por el cardeprefecto y sellado por la saIglesia. Ahora ya nada podía smal. Jean Michel Picquet le escriun correo electrónico la no

anterior. Ya se habían concluido preparativos y la expedición ya hapartido. Las autoridades de la Tie

Santa no pusieron objeción algunaconceder las autorizaciopertinentes después de anunciar u

generosas donaciones a divermuseos de la ciudad. No hatiempo que perder, Pater Leona



sabía que podía confiar en PicquNo se lo encargaría a ninaficionado, conocía a bueprofesionales que harían un trabexcelente.

Ahora Pater Leonardo po

concentrarse en su misión. Los cospara la emisión en televisión emuy elevados. No obstante,

seguirían quedando un par millones en la cuenta, una cuenta había avalado el mismo carde

prefecto.Pater Leonardo se reclsatisfecho en el respaldo del sill



Todo marchaba según lo planeaahora solo tenía que esperar a quemovieran las fichas en el sur Alemania.

Cuando el ruido del teléfonodevolvió a la tierra dio

sobresalto. Se incorporó y descolEl hermano Markus de Freisingllamaba.

—Disculpe que le moleste temprano pero tenía encargcomunicarle cualquier evento extr

que se produjera en nuestra regióncomentó el joven con un evidetono de disculpa en su voz.



—¿Ha ocurrido algo extraño? —Al menos eso es lo

pienso. Dos emisiones locadiferentes han informado que cede Bischofswiesen se produjo tiroteo entre dos bandas riva

Hubo varios muertos y heridos, enlos que se encuentran dos residende Bischofswiesen. Inmediatame

he indagado sobre el asunto. Unalas víctimas es el anciano profeJungblut, paralítico en parte.

historiador y daba clases en Universidad de Múnich. —Muy interesante —conte



Pater Leonardo con el corazónpunto de salírsele por la boca.

Al parecer todo iba más rápde lo que esperaba.

—Tengo un amigo en la rade Garmisch. Me ha comentado

se rumorea que ese tiroteo erelacionado con las muertes de Ey de la Wieskirche. Han encontra

tres cadáveres. Los heridos esingresados en los hospitacercanos. El oficial de poli

responsable de investigar asesinato de Ettal también se hecho cargo de este caso.



Pater Leonardo respprofundamente.

—Querido amigo, ha hechotrabajo excelente. Dentro de uhoras aterrizaré en Múnich. gustaría que me acompañase dura

unos días. Cuando me recoja enaeropuerto le contaré de qué se tra

—Primero tengo que ped

permiso al decano —replicó hermano Markus.

—Ya me encargaré yo de

dijo Pater Leonardo—. Por favprepárese, le comunicaré lo anposible la hora de llegada del vue



Cuando terminaron de habPater Leonardo llamó al servieclesiástico y ordenó que le pasacon la disposición aérea. Apediez minutos más tarde tepreparado el Learjet para pa

hacia Baviera.Pater Leonardo pasó las ma

por su espeso pelo negro. Ahora

bola ya estaba en movimiento ypodía pararse. Se levantó y mhacia el cielo de la santa ciuda

través de la ventana. Sintió la cálbrisa de la mañana. —Señor, si es que exis



acompáñame en estos momentos suspiró.



52

Comisaría de Policía erchtesgaden, Baviera

Los policías custodiaban a

detenidos en los hospitales. El rualemán, de nombre Thomas Sthabía sido chequeado completame

y descansaba de la leve intoxicacde humo diagnosticada, al igual su acompañante de pelo oscu

También había sido examinahabía sufrido una leve contusiónseguiría padeciendo fuertes dolo



de cabeza durante una temporaTuvo suerte, un par de centímetmás a la derecha y la bala le hubientrado en la cabeza. Bukowski no conocía su nombre pero portono de piel morena y su oscuro p

rizado pensaba que no podía alemán.

Ya no estaba en peligro la v

de la mujer que habían trasladhasta el hospital de Múnich. Despde la larga operación a la que

sometida, aún no estaba disposición de hablar pero haestado consciente durante u



segundos. Los proyectiles no habían dañado ningún órgano interLas quemaduras de las piernas esuperficiales y se curarían. Tenía qagradecerle al rubio alemán siguiese con vida. Los policías

la custodiaban en el hospcontaban que en las escasas fasesvigilia preguntaba por su rescata

y manifestaba que deseaba verlo.Cuando Bukowski entró en

sala de operaciones de la segun

planta de la comisaría de polidos colegas de la científanalizaban las fotos del lugar de



hechos. En la esquina había omesa en la que descansaban restos del incendio, envueltos láminas de plástico, provocado el tiroteo de la noche anterior Rostwald.

Los agentes levantaron mirada cuando Bukowski se acercla mesa.

—¡Buenos días, superior deudicial! —saludó el más delga

que se presentó como Gün

Hofmann, director de la PolCientífica de la inspección local. —¿Han hallado algo?



preguntó Bukowski sin dar rodeosEstaba tranquilo de que Lisa

tuviese nada grave pero tenía hacer un gran esfuerzo concentrarse, ya que pensamientos divagaban.

—Todo lo que se pudespués de un incendio —conteHofmann.

Bukowski se sentó y obselas fotos que el colega de Hofmpresentaba sobre la mesa.

—Encontramos dos cadáveen la casa —informó—. Uno, aderecha de la puerta con tres heri



de bala. El otro, totalmente quemacon el resto carbonizado de cuchillo en la garganta. No me quiadelantar a los resultados de autopsia pero considero que eheridas podían ser mortales. No c

que murieran envueltos en llamas. —Escuchamos varios dispa

antes de poder llegar a la cabaña

masculló Bukowski.Llamaron a la puerta y

compañero de Bukowski de la no

anterior entró en la sala, el oficialpatrullas Ortlieb. —¿Molesto? —preguntó.



Bukowski le hizo un guiño. —Pase, al fin y al cabo d

enterarse de primera mano de todoque pasó en la cabaña.

Hofmann asintió brevemedirigiéndose al compañ

uniformado y se dirigió haciapizarra donde había pintado croquis.

—Suponemos que un grupoalojaba en la cabaña mientras queotro intentó invadirla. Hem

encontrado restos de magnesio enlos escombros. Es posible utilizaran una bomba de hum



Además, debajo del Ford habcolocado un pequeño sensor debajo del guardabarros. Emitía useñal de alta frecuencia que comunicaba con un receptor descifraba su ubicación.

Bukowski frunció el ceño. —¡Eso quiere decir que

perseguidores sabían perfectame

donde se hallaban sin necesidadseguirlos!

—¡Exacto! —contestó Hofm

. Un tal Thomas Stein Gelsenkirchen alquiló el Ford Baviera. Ya lo hemos comproba



La mujer del mostrador de Hertz recuerda que iba acompañado otro hombre. Según la descripcpuede tratarse del tipo ingresadoel hospital.

—¿Y el otro coche? —pregu

Ortlieb. —El hombre con perfil

culturista lo alquiló un día antes

Avis. Se identificó con el cafrancés de un tal Henry Colette pya hemos descubierto que se trat

de una falsificación. El otro copertenecía a Hans Steinmeier Bischofswiesen, seguramente se tr



del cadáver con las heridas de bque encontramos en la cabaña.

—Creo que sé quiénes son otros dos fallecidos —conteBukowski—. Es muy probable quetrate de dos asesinos muy buscad

Un tal Fabricio Santini y el otromás corpulento, tiene que ser MarMardin, un francés. Ya he ordena

que el forense realice ucomparación con el material de ADcon el que disponemos.

—Sin lugar a dudas, la muprovenía del Mercedes y dpertenecer a ese grupo. Encontram



una chaqueta y pelo largo rubioella en el vehículo. Desconocemosnombre, no llevaba ningdocumentación consigo.

Bukowski suspiró. —Este es el lado oscuro de

Europa sin fronteras.Hofmann asintió y señaló a

mesa.

—Hemos encontrado vararmas entre los restos. Dos escopey un rifle, así como cuatro pisto

Una Luger, dos Glock y uBrowning. Por desgracia, pudimos obtener ninguna huella



las armas ya que fueron atrapapor el fuego.

—Eso quiere decir que tenemque creer las declaraciones de supervivientes del incendio prosiguió Bukowski.

Hofmann se levantó de la meBukowski y Ortlieb se incorporaigualmente y le siguieron. Hofm

les mostró una pequeña bolsita. —Hemos confiscado esto

tal Stein.

Bukowski analizó pertenencias: un manojo de llavesteléfono móvil muy dañado, una n



con la matrícula del vehículo Steinmeier y su dirección, así couna cadena de oro con una llplateada. Bukowski alzó la cadpara observar mejor la llave. Ortlse quedó mirándola igualme

apreciando cada detalle. —No parece que la cadena y

llave pertenezcan juntas —murm

Bukowski.Introdujo la mano en su bols

y sacó unas gafas de cerca. Había

número inscrito en uno de laterales de la llave «4721—18».Bukowski le enseñó a Ortlieb



llave. —¿Podría ofrecernos

explicación?Ortlieb tomó la llave en

mano. —Pertenece a una taquilla

dijo Hofmann. —Supongo que sí —repl

Bukowski.

Ortlieb frunció fuertementeceño.

—Podría ser una taquilla p

guardar maletas. Las llaves de casilleros de un banco son mpequeñas. Creo que una vez tuve



llave de estas en la estación de trEn el último caso que resolvimosladrón había escondido el botínuna taquilla de la estación. Creo era el mismo tipo de llave.

Bukowski tomó la llave.

—Vamos a comprobarlo, ¿titiempo?

Ortlieb asintió.

—Me gustaría que acompañara, mi compañera eenferma. Me gustaría hablar con

Stein en el hospital. —Creo que mi jefe no tennada que objetar —contestó Ortlie



Autovía A—8, entre Múnichad Reichenhall

Pater Leonardo se reclinó enasiento, miraba por la ventana latedejando fluir el paisaje a alrededor. Hacía apenas una h

que había aterrizado con el Leaen Múnich. Según lo acordado,hermano Markus había ido

recogerlo al aeropuerto. Ahora dirigían con el viento a favor dirección a la frontera austriaca.

El hermano Markus haaprovechado el tiempo pinformarse más detalladamente so



los incidentes de la noche anteriorel bosque cerca de Bischofswiese

—Ese Bukowski ha montadocampamento en Berchtesgaden. Hingresado en el hospital de allí a supervivientes. Una mujer ha s

trasladada a Múnich, parece ser está gravemente herida.

—Esta vez seguro

conocemos al señor Bukowski contestó Pater Leonardo sonriendo

—Se escuchan especulacio

de que hasta la mafia podría edetrás de las muertes. Hace un pardías hubo un tiroteo en el Königs



en el que un policía resultó heriEl periódico decía que dos mafiose dieron a la fuga y después tomacomo rehén a una mujer Mitterbach, finalmente se escapaen un helicóptero de madruga

Suena casi a una película Hollywood.

Pater Leonardo asintió.

—A veces la vida real es mintrigante que las películas e inclmenos predecible.

El hermano Markus sonmientras que el chófer del oscAudi redujo la velocidad p



abandonar la autovía. —¿Sabe exactamente cuándo

produjeron esos hechos en Königssee? —preguntó PaLeonardo después de que el coparara en la salida.

El hermano Markus pensó un momento.

—Creo que fue un día desp

de que hallaran el cadábrutalmente asesinado en WatzmaLa gente dice que fue asesinado

esos dos mismos mafiosos.Pater Leonardo sonrió. —En este tipo de casos a



gente le gusta inventar historias contestó.

Durante un rato reinó el silenen la parte trasera del vehículo.

—¿A dónde vamos primero?preguntó el joven hermano.

—Lo primero que haremos scomer algo adecuado en un brestaurante local —contestó Pa

Leonardo—. Usted está invitaoven amigo. Después visitaremo

comisaría para hablar con el se

Bukowski.El hermano Markus asintió. Cla mirada baja se quedó pensativo



—¿Qué te pasa, joven ami preguntó Pater Leonardo.

—Es... todo el tiempo pregunto por qué la Iglesia y el SaOficio se interesan tanto por asesinatos de esta región.

Pater Leonardo asincomprensivo.

—Digamos que le han rob

algo muy valioso a la Iglesiatenemos que recuperarlo y ustquerido amigo, tiene la oportuni

de ayudarme en este asunto. Hospital de Berchtesgadaviera



Tom estaba tumbado en uhabitación individual, vigilado dos policías uniformados que haahora no le habían dirigido mástres palabras. A todas las pregunque le hizo le contestaron con

monosílabo o le remitían al jresponsable del caso. Por lo viles interesaban mucho más

revistas que se habían traído mantener una conversación con Todo lo que sabía era que Mosh

ingresado en una habitación contigy él estaban detenidos por implicación en el tiroteo



Rostwald. Moshav presentheridas leves y, al parecer, padeuna ligera contusión cerebral.

Tom estaba pensando qué decontarle a la policía sobre toda ehistoria. Conocía demasiado bien

burocracia alemana, la mayor pade los funcionarios del país etotalmente inflexibles y se agarra

a los reglamentos como a un clardiendo.

Impaciente seguía tumbado en

cama, miraba fijamente a la paredejaba pasar el tiempo. Los minutranscurrían tan lentamente



parecía como si la arena de un rese hubiese atascado y no pudibajar. Le habían quitado todas pertenencias. El teléfono, las llavehasta la cadena con la llave detaquilla que le había entregado

anciano profesor poco antes demuerte.

¿Iban a creerle cuando cont

todo lo que sabía sobre eenrevesada trama? ¿Se tomaríanserio la historia que ponía en dud

existencia de Jesucristo? ¿Quédiría el responsable de investigación cuando le contara



sospechaba que la Iglesia católiromana se escondía detrás de tolos asesinatos, que la Iglesia no más que una banda de asesinos?

Le tomarían por loco. Así qdecidió ser prudente y no contar

principio todo lo que sabía.¡Joder! Si al menos hubiese

teléfono al lado de la cama y pudi

llamar a Yaara. Seguro que se estpreocupando.

Mientras pensaba esto, entr

la habitación un hombre mayor un traje gris. Le seguía un poluniformado. Tom los recono



enseguida. Pese a que entre llamas del incendio de la cabañaRostwald la mayor parte escenario quedó en la oscuridesas dos caras no las olvidanunca. Cuando aparecieron esos

personajes la noche anterior, suque había sobrevivido al horror.

—¡Hola, señor Stein! —dijo

señor de pelo gris—. Me llaBukowski, soy el comisaresponsable del caso, ¿se acuerda

mí? Tom se incorporó y asintió.Bukowski cogió una silla y



sentó junto a la cama. —Antes de que hablemos, d

comunicarle que está detenido participar en el tiroteo de la cabde Rostwald en el que murievarias personas, ¿le queda claro?

Tom volvió a asentir.Bukowski colocó una grabad

en la mesita de noche.

—Debe contestar con clarideste aparato aún no registra las car

—Sí —carraspeó Tom.

—¿Va a contestar a mpreguntas? —Sí, siempre que sepa



respuesta. —¿Qué pasó aquella noche

la cabaña? —preguntó Bukowski.Tom pensó por un momento

sería lo mejor que debía contesFinalmente decidió obviar la histo

de Jesucristo. —Para contestarle tengo

remontarme un poco al pasado

contestó. —Tengo tiempo —conte

Bukowski.

Tom empezó con excavaciones en el valle del Cedde Jerusalén. Destacó el hallazgo



la tumba del templario y los roque el profesor Chaim Raful roInformó sobre la importancia de erollos pero dijo que no sabía de trataban exactamente pero que emuy valiosos y que en ciertas esfe

pagarían hasta millones por elNarró todo lo acontecido en tornlos asesinatos de Israel y

búsqueda de Chaim Raful que había traído hasta un viejo amigo profesor israelí que vivía

Bischofswiesen. Junto a él, ChRaful pretendía descifrar escritos.



—Entonces, ¿el cadáver Watzmann es el de ese profeisraelí? —interrumpió Bukowski.

—Pondría la mano en el fude que es él —contestó TomCuando averiguamos la dirección

profesor Jungblut, le hicimos visita pero descubrimos que habasaltado su casa. Todo est

saqueado y él había desapareciFinalmente dimos con él en cabaña.

—¿Cómo lo encontraron si tenían ningún tipo de contacto con —Simplemente seguimos a



empleado —contestó Tom. —Su amigo no lleva ning

documentación consigo, no sabemquién es —comentó Bukowski.

—Moshav participó tambiénlas excavaciones, es el doc

Moshav Livney, procedente Tiberías. Es un experto en la historomana de Israel. Su pasaporte d

estar aún en la habitación depensión Reissenlehen Bischofswiesen, el mío tamb

Nuestras habitaciones son la 21218. —Bien —contestó Bukowski



Lo comprobaremos enseguida pe¿qué pasó exactamente en la cabañ

Tom miró al techo. —Seguimos a Steinmeier ha

la cabaña. De repente, nos descuby nos apuntó con una escopeta p

cuando le contamos nuestra histoal profesor nos trataron como haunos buenos anfitriones con

invitados. Estuvimos comienuntos con el profesor. Se hizo

noche y el profesor nos ofreció

durmiéramos en el sofá. Íbamotumbarnos cuando, de repeSteinmeier percibió a unos ti



fuera de la cabaña. Después de tolo acontecido, sabíamos que etipos iban armados. Steinmeier repartió sus armas y así estallóinfierno. La puerta se abrió de upatada y una bomba de humo entró

la habitación, después todo sucedemasiado deprisa. Los tipos dispararon y nosotros tuvimos

responder. Steinmeier cayó al sueltambién alcanzaron a mi amMoshav. Poco después me di cue

de que uno de ellos era una mujer.hombre con una cicatriz en la carapuso delante de mí y me golp



parecía un demonio. Cuanrecuperé el conocimiento ese testaba inclinado sobre el profesoramenazaba con dispararle si noentregaba los escritos. Sabíamos íbamos a morir. El profesor s

rápidamente un cuchillo y se lo clen la garganta a ese diablo. hombre disparó al profesor p

antes de derrumbarse encima demesa y tirar una lámpara de petróAl poco, toda la cabaña estaba

llamas. —Y entonces rescató a amigo, al profesor e incluso a



mujer que antes había intentasesinarle.

Tom asintió y prefirió omitir disparos que le dio a la mujer.

—¿Y los escritos? ¿Se entregó el profesor?

—No —contestó Tom. —¿Sabe dónde están

escritos?

Tom se mordió los labios. —Seguramente se hab

quemado en la cabaña.

Bukowski paró la grabadora. —Ha sido un relato mextenso. Entenderá que tendrá qu



a prisión hasta que se haesclarecido todas las circunstancMe han comentado que mañanadarán el alta, entonces le llevaráMúnich pero le puedo asegurar si todo resulta ser como nos e

contando pronto estará libre. —Me gustaría llamar a algu

urgentemente —dijo Tom antes

que Bukowski se levantara. —¿A quién? —Una amiga mía, seguro

está preocupada porque no la llam —¿Aquí cerca? —No, está en París.



—Lo siento. Puedo comunicasus familiares que se encuentra apero nada más. Hasta que resolvamos el caso existe el pelide colusión, ¿entendido?



53

stación central de tren erchtesgaden, Baviera

Ortlieb aparcó el coche

policía en el aparcamiento delantela estación de tren de BerchtesgadBukowski estaba sentado en

asiento del copiloto y plegó teléfono móvil. Acababa de manteuna larga conversación con

sección y había ordenado que pusieran en contacto con consulado israelí. Necesita



material de ADN de la supuevíctima de Watzmann, el profeChaim Raful. Si Thomas Stein hadicho la verdad pronto le podrponer nombre al cadáver. Ademlos colegas israelíes deb

confirmar que efectivamente un profesor Chaim Raful hatrabajado en unas excavaciones ju

con el doctor Moshav LivneyThomas Stein.

—¿Qué dices compañero? —

preguntó Bukowski a Ortlieb cuanparó el motor—. ¿Crees al chico hospital?



Ortlieb se echó a un lado,puso la mano sobre la barbilla y mpensativo por la luna delantera.

—Me ha sonado bastaplausible —contestó—. Puede emuy cerca de la verdad.

Bukowski sonrió. —Yo no dudo que haya dicho

verdad en parte. Hay algunos hec

que se pueden constaperfectamente pero tengo sensación de que no nos ha cont

todo, especialmente en lo concierne a los valiosos documeny su participación en el tiroteo.



—¿Cree usted que pertenecesa banda que se interesa por textos y artilugios antiguos?

Bukowski frunció el ceño e hun ademán negativo.

—No, creo que realme

trabajó en las excavaciones psabe más de lo que nos quiere conTendré que presionarle un poco m

la próxima vez. —¿Y ahora? —La taquilla de la estación

contestó Bukowski y se soltó cinturón de seguridad.Se bajó del coche pero antes



cerrar la puerta empezó a sonarlemóvil. Contestó rápidamente, conversación duró poco. No escuchó más que unos síes y sonido de confirmación. Cuancolgó se dirigió a Ortlieb, qu

estaba esperando intrigado en el ldel conductor.

—Eran los de la científica

explicó Bukowski—. Han podclasificar las huellas del MercedTenía razón, utilizaron el coche un

Fabricio Santini, alias el Diablo, yamigo Marcel Mardin. También podido identificar a la mujer,



llama Michelle Le Blanc y es Saint-Maxime, en el sur de FranEra la novia de Mardin y la buscanivel internacional con orden prisión por varios delitos con fuer

—Otro indicio de que ese St

dice la verdad, ¿no? —conteOrtlieb.

—Lo único que digo es que

nos ha contado todo pero sí creoparte sobre los acontecimientos decabaña. Mardin y Santini tamb

habrán asesinado al cura de Wieskirche y al monje del convede Ettal con el fin de llegar hasta



mapa de la tumba del templarioJerusalén que el viejo profeentregó a los hombres de la Iglepara que lo tradujeran. Tambpodemos atribuirle el asesino Watzmann.

—Pero los dos están muersolo la mujer sigue viva.

—Bueno, ahora veamos si

llave entra en una de esas taquillasJuntos entraron a la estac

central. Ortlieb tomó la iniciati

Las taquillas estaban frente a mostradores. Bukowski sacó la lldel bolsillo y se la acercó.



—¡A ver qué pasa! —dijopolicía—. La taquilla 18 si no equivoco.

Ortlieb introdujo la llave encerradura y la giró. Se abrió.

—¡Bingo! —exclamó.

Abrió completamente la puey la mirada de Bukowski se clavóun maletín metálico.

—Veamos que hay dentro dijo al sacar el maletín.

Abrió las cremalleras

descubrió un sobre plastificnegro y un sobre marrón. Bukowtomó el sobre.



—Parece un envase al vacíomurmuró—. Mejor dejarlo cerrasi no me equivoco serán los escrantiguos y pueden dañarse con la y la humedad. Será mejor abrirlosun laboratorio.

Ortlieb señaló el sobre. —Pero aquí no pasará nada

echamos un vistazo.

Bukowski asintió y extrajosobre. Lo abrió. Apareció archivador, pasó las hojas. Conte

el croquis de una cripta, un mapalgunas fotos de la excavación. —Stein dice la verdad —d



Ortlieb. —Tiene que ser la excavac

de Jerusalén, esa parte de la histoes cierta —ratificó Bukowski.

—Yo quisiera saber qcontiene ese paquete envasado

vacío —añadió Ortlieb.Recogieron juntos la malet

regresaron al coche. Ortlieb

colocó en el asiento trasero cuidado.

—Se lo contaré en cuanto

ratas de laboratorio me informenle prometió Bukowski mienmiraba la hora en su reloj.



—¿Está pensando en compañera?

—Le concederé un par de homás de descanso —conteBukowski.

Hospital de Berchtesgad

avieraJean Colombare estaba de

frente al inmenso edificio blan

lleno de ventanas, pensando cósería la mejor forma de procedSabía que habían ingresado

Moshav y a Tom después del tirotTambién sabía que estaban deteniy que la policía los vigilaba p



tenía que ponerse en contacto ellos. ¿Pero cómo podría accehasta ellos? No paraba de davueltas.

Finalmente decidió compraruna tienda un ramo de flores y en

al edificio por las puerautomáticas. Detrás del mostradorentrada estaban sentadas

recepcionistas. Una familia esthablando con una de ellas. ¿Dedirigirse directamente a ellas

preguntarles? Rápidamente descaesa idea. Si observaban algo extrseguro que informarían a la poli



Así que pensó en otra opciAnduvo por el largo pasillo, todos lados topaba con pacientevisitantes, de vez en cuando veíamédico o una enfermera pero rastro de policías, ni en los pasil

ni en ninguna puerta. Subió por escaleras hasta la segunda planta.una sala de visitas contempló a

numeroso grupo de pacienconversar con sus familiares. Aquallá los mayores jugaban a las car

con los niños. Todo parecía bastanormal y pacífico, sin rastro depolicía. Prosiguió por el pas



hasta las escaleras. Un homagachado fijaba la goma de baranda. En su uniforme de trabse podía leer con letras blan«Service» y mostraba el logotipo hospital en la zona del pecho.

hombre pertenecía, por tanto, servicio interno. Jean lo saluamablemente y entabló una relaj

conversación con él sobre el trabael tiempo libre y el hospital. hombre interrumpió por un mome

su tarea y le contestó en alemán un acento extranjero. —Me han dicho que los ti



del tiroteo de Bischofswiesen esingresados en el hospital recondujo Jean la conversación hael tema que le interesaba—. extraña no ver a la policía.

—La policía aquí —contestó

hombre—. En la planta baja, habitaciones del fondo. Dos policí

Jean sonrió perspicazmen

Consiguió enterarse sin grandificultades de lo que quería. otras ocasiones ya había comprob

que con frecuencia te puedes entede lo que te interesa si converrelajadamente con las personas.



naturaleza humana querer compalo más esencial.

Había conseguido la primparte de su objetivo pero aúnfaltaba lo más complicado. En eocasión, Jean Colombare sí sabía

que tenía que hacer.Tom ocupaba la habitación

fondo del pasillo, la número 117

Moshav justo la de enfrente. Tseguía mirando pensativo al tecTenía que salir de aquí lo an

posible. Seguro que le devolverlas cosas que le habían confiscadosu detención. No le caía del todo m



ese Bukowski, aunque sabía quese había creído todo lo que le hacontado. ¿Pero de qué le hubiservido admitir que disparó necesidad a esa mujer con upistola que trajo ilegalmente

Israel? Mientras existiera esa únversión, la policía tendría demostrar lo contrario y Mos

seguro que no diría nada. Por olado, los escritos de Shelamiziondebían formar parte del expedie

policial.Tom miró a la puerta al noque se abría, entró a la habitación



médico con bata blanca. Uno de policías se levantó, observó la bde médico y volvió a sentarse ensilla antes de pronunciar un aburr«hola».

El médico le correspondió

saludo y se dirigió a la cama de Tquien apenas lo percibió porquehabía vuelto a tumbar y tenía

mirada clavada en el techo. —¿Qué tal está nues

paciente? —preguntó el médico.

Tom escuchó su acento, recordaba a Francia. Giró la caby se asustó al reconocer a J



Colombare, quien de espaldas policía indicaba silencio con índice.

—Estoy bien —contestó Ttenso—. Creo que me darán el hoy o mañana, después podré vis

una celda de Múnich. —Tengo que chequear de nue

su garganta —comentó Jean y

inclinó hacia él para susurrarle: —No digas nada, mañ

vendré con un abogado y

sacaremos de aquí, a ti y a Mosh¿entendido? —Mientras que a mí



llevarán a prisión —prosiguió Tcon su lamento—. Mi amigo poquedarse unos días más aquí, en escómodas camas del hospital.

Jean asintió. Entendió lo Tom quería decirle.

—Mañana pasaré de nuevo aquí y no tenga miedo. Si ustedinocente y la policía no pu

acusarle de nada, seguro que abogado puede sacarle rápidamede prisión.

Tom asintió. —Y ni siquiera me dejan llama mi novia. Me encantaría dec



que estoy bien y que la quiero mucJean sonrió.

—Si alguna vez tengo el plade conocerla le contaré lo que está diciendo.

Finalmente Jean se giró

abandonó la habitación. Antes salir se despidió amablemente policía.

Cuando la puerta se cerróTom le hubiese encantado dar gride alegría pero tenía que contene

No se hubiese imaginado que Jposeía ese talento de improvisacy esa cara dura.



Comisaría de Policía erchtesgaden, sala de operacion

Bukowski estaba mirando gran interés la documentación y fotos sobre las excavaciones Jerusalén. Tenía que remitir a

laboratorio el artilugio envasadovacío envuelto con unas láminegras. Para el tiempo que durara

intervención en la zona de ecomisaría, el jefe de servicioshabía cedido el uso de la sala

reuniones y operaciones especiaDesde que había llegado se le haamontonado una montaña de pape



sobre la mesa. Había recibidoinforme de la autopsia de los tcadáveres de Rostwald pero aportaba nuevos indicios. No podían atribuir las armas a ningpersona en concreto, lo único seg

era que a Mardin le habían disparcon un rifle provocándole una hermortal en su pecho y los órga

inferiores. Santini murió porqueclavaron el cuchillo en una arteSu pecho no tenía huellas de

muriera asfixiado por el humo. Simuestras de ADN coincidían con restos de las víctimas se po



asegurar su identidad y Bukowpodía zanjar el caso, al menos parte. Tenía la impresión de poco a poco se iba cerrando círculo.

La mujer ingresada en

hospital de Múnich se estrecuperando. Le habían disparcon una pistola de bajo calibre, u

Browning, mientras que el profemurió por unos proyectiles calibre 9 × 9. ¿Quién disparó a

mujer? En realidad, según descripción del tal Thomas Stsolo pudo haber sido él mism



Quizás sentía miedo y pensaba no le creerían si afirmaba que tuque disparar en defensa personal. obstante, seguía oculto un aspeesencial. Santini y Mardin trabajapor encargo. Así que debía haber

responsable que hubiese pagado los asesinatos. Aún tenían qencontrar a esas person

Posiblemente un banquero rico o influyente persona de negocios una pasión fatal por

coleccionismo. Bukowski miró reloj digital de la pared. Seguro Lisa ya estaba despierta. Se levant



se puso la chaqueta. Antes de quediera tiempo a salir, alguien llamla puerta.

—¡Adelante! —gruñó desgana.

Se abrió la puerta y un pol

asomó la cabeza. —Abajo tenemos a un cur

quien le encantaría hablar con us

explicó el funcionario—. Dice es extremadamente importante.

Bukowski suspiró y volvió

dejar la chaqueta sobre la silla. —Justo ahora —se quejóEstá bien, dígale que venga.



Cuando Pater Leonardo entróla sala con sus hábitos negros y ubolsa de documentación en la mizquierda, Bukowski se levapesadamente y le extendió la mano

—Eminencia, ¿a qué se d

este honor? —recibió al alto rande la jerarquía eclesiástica.

—Soy Pater Leonardo

servicio eclesiástico de Roma. han encargado que hable con usNuestra Iglesia está extremadame

preocupada por los brutaasesinatos que sufrieron nuesthermanos.



Bukowski señaló hacia una sy se sentó. La mirada de PaLeonardo cabalgó por la mesa responsable del caso, reconoció fotos de las excavaciones y se detubrevemente en el sobre ne

plastificado. —¡Ah! ¡Ya veo que

encontrado los documentos!

Bukowski miró confundidopaquete.

—¿Se refiere a esto de aquí?

—Procede de una excavacde Jerusalén. Se trata de unos texantiguos que fueron robados. Tie



más de dos mil años y no pueabrirse, el peligro de que resuldañados es inmenso.

—¿Y por qué se interesa tapor esos escritos? —preguBukowski sorprendido.

Pater Leonardo colocó maletín sobre la mesa y lo abPoco a poco sacó varias carpeta

se las entregó a Bukowski. —Esos escritos tienen un g

significado para nuestra Iglesia

explicó el padre—. Roma encadicha excavación. La Oficina paraAntigüedad de Israel le ha conced



a la Iglesia la propiedad legal esos documentos para que preserve y los pueda preparar puna exposición en un museo historia eclesiástica.

Bukowski hizo un ademán de

entender nada. —¿Estos documen

pertenecen a la Iglesia? —repl

con sorpresa.Pater Leonardo sonrió a

interlocutor. Hablaba un alemán

perfecto que Bukowski no pupercibir el origen italiano del padr —Lo ha entend



perfectamente, ha dado en el clacomo se dice aquí en Alemania.

—No puedo entregarle documentos, son pruebas del caHan muerto varias personas en eregión. No se puede cerrar el c

así de fácil. —Es espantoso todo lo que

pasado. Cuando el profesor Ch

Raful cogió ilegalmente los escry desapareció, supimos que tendunas consecuencias fatales. Exis

numerosos delincuentes que quieenriquecerse con el comercio textos antiguos y otros artilugios p



nos ha consternado a todos en Roque adoptara tal dimensión.

Bukowski entrelazó las maapoyadas en su barriga.

—La confiscación de esobjetos solo puede ser levantada

un fiscal o un tribunal por lo siento muchísimo no poder entregatan fácilmente todo esto.

—Lo entiendo, estimado seBukowski. Mi presencia se debotro motivo. Solo quería pedirle

no tocara esos escritos para quese dañen. En nuestra OficEclesiástica para la Antigüed



contamos con expertos formadolaboratorios especializados que encargarán de ello. Seguro que escuchado hablar de las cuevas Qumrán.

Bukowski asintió.

—No me malinterprete prosiguió Pater Leonardo—. supuesto que confiamos en la Pol

alemana. Mientras que documentos sigan empaquetados ese modo no pasará nada y, créam

el contenido de los documentos influye para nada en la resolución caso. A esos criminales lo único q



les importaba es que eran auténtiy muy antiguos, no les concedíanrelevancia que sí les otorga nuemadre Iglesia. Cuanto más antigumás dinero pagan por ellos.

—Eso lo tengo claro, honora

padre. Puede estar tranquilo de no le pasará nada al paquete siemque esté en nuestras manos.

Pater Leonardo se levantómiró amablemente a Bukowski.

—Estoy seguro de ello

contestó—. Iniciaremos formalidades necesarias para quelevante la confiscación sobre



mismos. Agradezco mucho recibimiento.

Antes de abandonar la saladio la mano a Bukowski.

—¡Mierda! Lo que faltaba murmuró Bukowski—. Y ahora

Iglesia se mete por medio.Bukowski se levantó y tomó

nuevo su chaqueta. Cuando escu

que volvían a tocar a la puerta genfadado:

—¡Joder! ¡Adelante!

Ortlieb entró en la sala operaciones especiales. —Perdone, no dese



molestarle —dijo en voz baja— pla científica ha hallado otmuestras de ADN en el Mercedesla banda de criminales. También hconseguido obtener un par de huede fibra en el asiento trasero.

Bukowski se quedó paralizad —¿Qué quiere decir eso?

preguntó.

Ortlieb se encogió de hombro —La científica cree que

encontraba una cuarta persona den

del vehículo.



54

ospital de Berchtesgaden, BavieLisa estaba sentada con

piernas tapadas encima de la ca

Su mirada se dirigía imperturbahacia la pared. En su rostro reflejaba una fuerza que no se po

obviar. Estaba sola en la habitacila otra cama estaba vacía.

—¡Perdona! —dijo Bukow

. Perdona que te haya heesperar pero el caso no me dejapaz. Ahora hasta ha aparecido



cura, al parecer un pez gordo Roma. Además, se supone que se ha escapado uno delante de nuestnarices cuando estábamos en cabaña. No he podido llegar antes

—Está bien —contestó Lisa

mover la mirada de la pared.Es como si estuviese fijada a

punto del que no pudiera soltarse.

—Está claro que te liberaremde este asunto hasta que no recuperes del todo. Si hubiese sab

que estás embarazada no te habarrastrado hasta aquí. —Yo tampoco lo sabía



contestó Lisa—. ¡Qué bien que enfermeras de este hospital dediquen a publicar las noticias! lo visto aquí no existe el secrprofesional.

Bukowski movió la cabeza

entender nada. —¿Qué te pasa? ¿Por qué es

tan molesta? Dios mío, es

embarazada, vas a tener un niño. tu vientre está naciendo una nuvida. Espero que el padre de

criatura se alegre un poco más tú. —¡Déjame! —protestó L



molesta. —Ni siquiera me hab

contado que tenías novio —prosigBukowski y en silencio penssobre qué podría haber dicho malo como para que Lisa se pusi

así. No pudo hacer nada por ev

enterarse de su embarazo en

circunstancias en las que lo hizo. —¿Podemos salir ya?

preguntó Lisa—. Quiero darme

ducha y dejar de pensar.Bukowski suspiró. —¿Qué te pasa conmigo? ¿



qué te enfadas tanto cuando hablo?A Lisa se le saltó una lágrim

Dejó de abrazarse las rodillas los brazos y se secó la cara.

—Todo en vano —dijo confuerte tono—. La academia

policía, todos los seminariosestudios. En la siguiente revisión hubiesen ascendido y ahora to

mis esfuerzos no han servido pnada.

Bukowski se levantó.

—No se ha acabado todo contestó Bukowski—. Mucmujeres vuelven al trabajo desp



de su embarazo.Lisa no entró en el comenta

de Bukowski. —No tengo ni idea de lo

voy a hacer con un niño, no espreparada para esto. Tengo

apartamento pequeño. Dios mío, ¿qué tiene que pasarme a mí?

—En algunas familias

hombre cuida de los niños y la mucontinúa con el trabajo —prosigBukowski.

Lisa negó con la cabeza. —Embarazada, vaya mierda,voy a Holanda.



Bukowski dio un salto. —¿Quieres que te lleve a ve

tu novio para hablar con él? —Esas pastillas de mierda

protestó Lisa—. Se supone que tenía que haber pasado nada, vo

demandar al fabricante. —Lisa, ¿quieres que hable

con tu novio? ¿No crees que debe

saber que pronto va a ser padre?Lisa miró enfadada a Bukow

Si las miradas matasen hubiese ca

fulminado en ese preciso instante. —¡Tú tienes la culpa de tole regañó.



Bukowski abrió los oexageradamente y se mosqueó.

—¿Y qué tengo yo que ver eso? —protestó.

Lisa se levantó y se puso zapatos. Llevaba un chándal blanc

se había recogido su pelo rubio enmoño.

Apretó los dientes y gruñó.

—A veces yo misma abofetearía.

Bukowski sonrió un poco,

gustaba mucho cuando se enfadaba —No deberías sobresaltademasiado —intentó tranquiliza



Lisa—. Si tú no te atreves yo puhablar con el padre del niño.

Lisa se puso justo delante dey lo miró enfadada.

—¿Qué es lo que dices todorato sobre un supuesto novio? ¡Jod

No tengo novio. —Yo creía... —Escúchame bien

interrumpió Lisa—. La única vez he estado con un hombre en últimos tres meses fue una noche

París. Espero que no se te holvidado.Bukowski se quedó



respiración, con la boca abiertaempezaron a temblarle las rodilSin comprender nada se dejó caerla cama.

Lisa se dirigió a la puerta. —Espero que el señor se h

enterado de una vez por todas —d. ¡Vamos ya! No tengo ganas

pasar aquí la noche.

Bukowski apenas escuchó palabras de Lisa. La sangre golpeaba fuertemente en los oído

el corazón parecía que se le ibsalir por la boca.Múnich, Unidad de Crim



Organizado de Baviera, brigada Bukowski no podía acorda

de cuándo fue la última vez que hapasado una noche tan mala. Apehabía podido pegar un ojo. retumbaba la cabeza como si en

interior miles de moscas estuviehaciendo una carrera. Por mucho pensara, no servía de nada. L

estaba embarazada y según todos indicios él era el padre. Dios míochica era treinta años más joven

él, podría ser su padre. Él nohabía propuesto tener hijos a edad.



El teléfono le arrancó de golpe de su flujo de pensamienBukowski contestó un tadespistado.

—¿Qué ocurre, seBukowski? —preguntó la direct

de la judicial, la señora HagedoSeifert, con una firme voz—. ¿Noencuentra bien?

—Estoy bien —conteBukowski sin mucho entusiasmoEstamos de lleno en el caso.

—Sí, me hubiese venido bque de vez en cuando me informdel avance de las investigacion



Me he tenido que enterar porprensa que uno de mis colaboradoestuvo implicado en un tiroteo Berchtesgaden, en el que resultamuertas varias personas.

Bukowski se extrañó

interés. Lo típico, no mover el cpara nada pero querer estar enterde todo para poder presumir en

altas esferas de todas experiencias que se tienen.

—No pude hablar por teléfo

todo fue demasiado deprisa. Ademtenía la mano ocupada con pistola —contestó Bukow



irónicamente. —Bukowski, ya le he dicho

usted no me gusta ni un pelo pero han ordenado del ministerio que le pierda la vista. Ahora tendré qsentar las bases del juego. ¿Q

indagaciones quedan pendientes?Bukowski empezó a hace

burlas al teléfono y empezó a imita

su jefa. Se podía imagiexactamente el aspecto que teahora sentada al teléfono.

—Veamos, le resumiré contestó Bukowski y otorgándolsu voz cierto aire de formalidad



Hoy le darán el alta al primer hery lo trasladarán a Múnich. Mañtiene la primera cita sobre mantenimiento de la orden de prispreventiva. Me gustaría volverhablar con él. Ha aparecido

escena un amigo suyo, un tal JColombare de París, le ha buscun abogado. El segundo herido si

en el hospital, está custodiporque está detenido y porquebanda estaba compuesta por

cuarto miembro que aún está afuga. No podemos descartar aparezca en el hospital. Ya hem



ordenado la búsqueda internaciopero es difícil cuando no se sexactamente a quién estambuscando.

—¿Se ha determinado transcurso de los hechos?

—Estamos trabajando en ello —Bien, Bukowski —dijo

efa—. Aún tengo algo q

comentarle. El fiscal jefe Huber ha puesto en conocimiento queobispo le ha informado que usted

confiscado, en el marco de eoperación, unos papeles pertenecen a la Iglesia. Se trata



unos escritos muy antiguosposiblemente sean el motivo de asesinatos.

—Exacto —confirBukowski.

—Evidentemente,

devolveremos inmediatamente edocumentos a su propietario. Hagapar de fotos, será suficiente.

—Pero los escritos esenvasados al vacío. Necesitaríamun laboratorio especializado, si

podemos dañarlos. —Pues haga fotos de escritos empaquetados.



Bukowski negó con la cabeza —Pero se trata de pruebas. —Basta con que la Iglesia d

que se trata de valiosos documenantiguos, ¿o acaso no confía enpalabra de un obispo?

Bukowski respprofundamente.

—Vale —contestó.

No tenía sentido discutir soel tema. El fiscal era quien dedecidir si bastaba con una afirmac

de la Iglesia. Al día siguieentregaría el paquete a la sala pruebas criminales de la fiscalía.



Después de colgar, emitió fuerte suspiro y se estiró bien ensilla. De repente, se sobresaltó. Lestaba enfrente de él.

—¿Cómo...? No... no te escuchado entrar —tartamudeó.

Se sentó detrás de su mesa. —Tú, yo... —No quiero escuchar nada

eso —objetó inmediatamente Bukowski—. Tenemos que acabartrabajo y eso es lo que vamo

hacer.Bukowski negó con la cabeza —No puedo hacer como si



hubiese pasado nada. —Lo pasado, pasado está.

podemos hacer nada por cambiapero tenemos un caso sobre la mesnos concentraremos precisamenteeso y en nada más, ¿de acuerdo?

Bukowski tuvo que reírse. —¿Te he dicho alguna vez

te salen dos hoyuelos en las meji

cuando te pones nerviosa? Y se vlos hoyuelos dando saltitos, es mdivertido.

Lisa se enervó. —Primero me dejas preñadahora, ¿te quieres reír de mí? —



gritó tan fuerte que Bukowski pareempequeñecerse en su silla.

—Ok —contestó en voz bajaTe informaré de todo lo que pasado y escribiremos juntos informe previo para la fiscalía.

Lisa asintió de mal humor.Centro penitenciario Múni

Giesing, stadelheimer Strasse

Por la mañana temprano agentes de policía trasladaron a Tdel hospital al centro penitencia

de Múnich. No le permitiedespedirse de Moshav. Bukowhabía ordenado que los detenidos



se vieran hasta nueva orden. Aexistía peligro de colusión.

Una vez que Tom superó degradante procedimiento admisión, fue conducido a una ceindividual para presos con orden

detención preventiva. Una celdatres metros de ancho y cuatro longitud, con una pequeña mesa,

silla, varios armarios y una cadura, sería su nueva residendurante los próximos días.

Los detenidos bajo prispreventiva se alojaban habitaciones individuales y,



mediodía, podían utilizar el painterior para dar un pequeño pasNo le importaba, desde que saque Yaara estaba bien y andacerca de allí se sentía mucho mejPronto le concederían la libertad

fin y al cabo, él era una víctima yun asesino.

Apenas llevaba una h

sentado en su celda cuando se abla gruesa puerta de metal. funcionario de prisiones con u

camisa celeste se asomó. —Venga, visita —descuetamente.



Tom siguió al funcionario qlo dirigió a través de una esclusaseguridad hasta la sala de visitasfinal del pasillo.

Tom pensó que le esperaríaagente de policía. Quizás de nuevo

tal Bukowski pero se sorprencuando vio al padre con una túnnegra sentado de espaldas a

puerta.El funcionario de prisiones

indicó a Tom que se sentara

abandonó la sala. Tom observósala, había una cámara de vigilanenfocada hacia él. Cuando el cura



giró casi se cae de espaldas desorpresa.

— ¿Usteeed? —dijo con uevidente sorpresa.

—¿Se acuerda de mí? preguntó Pater Leonardo.

—Usted era el acompañantePater Phillipo en el aeropuerto Tel Aviv. Nunca olvido las car

Usted viene de Roma. —¿Cómo lo sabe? —Voló hasta Roma si no

equivoco. ¿Era su gente, esa bosque?Pater Leonardo hizo un adem



de defensa. —No creerá que tengo algo

ver con ese asunto. Soy un hombrela Iglesia, defiendo la palabra ypaz, no las armas y la violencia.

Tom rio.

—¡Curioso! Aparece Jerusalén y las excavaciones convierten en un campo de tortu

¿Por qué iba a creerle? —Chaim Raful le contam

con sus ideas. Usted nació

Alemania y fue bautizado en lacristiana. ¿Es tan fácil dejar a lado su fe, sus orígenes y



identidad?Tom se echó hacia atrás con

silla. —Soy un simple arqueól

que se basa en hechos.Pater Leonardo rechazó

comentario de Tom con un gesto. —Arqueólogo —repitió

tono despectivo—. La mayoría de

arqueólogos son buscadores tesoros que cavan agujeros entierra a cualquier precio p

conseguir fama personal.Tom negó con la cabeza. —No, los arqueólogos bus



huellas. Los restos de nuestantecesores para poder entender dónde procedemos y hacia dódebemos dirigirnos.

Pater Leonardo se acercó usilla y se sentó.

—¿Había traducido Raful ya escritos?

—¿Por qué ha venido a verm

¿Quiere asesinarme a mí también? —No entiende nada —conte

Pater Leonardo—. Soy de Roma,

tengo nada que ver con todo lo ha pasado. Soy miembro de Congregación de la Fe, secretario



cardenal prefecto, no soy un asesiHoy existen otros medios, tiempos han cambiado. No hay asesinar a nadie, basta con crconfusión. ¿Pero por qué tengo contarle esto? Las personas, co

creación de Dios, deben cumplir mandamientos que el Señor les ofrecido.

Tom observaba al cura mucho enfado, intentaba ver más de sus palabras. ¿Qué se traía en

manos? ¿Por qué estaba allí? —Desde el punto de vbiológico, el ser humano puede se



corona de la creación pero tenemos en cuenta sus actos es el más inferior, más que los parásique solo toman lo que necesitan pcomer. En cambio, el ser humasolo conoce odio y ambición.

Una sonrisa se colocó sobrerostro del padre.

—Tiene una mala imagen

ser humano y de la Iglesia. —Todos conocemos la histo

La Iglesia condenó con sangre

lágrimas a inocentes. —Jesús murió por tonosotros, murió de forma brutal



replicó Pater Leonardo. —Jesús murió por sí mism

por su ideología —corrigió Tom. —¿Se lo ha dicho Raful o

compañero de lucha Jungblut? —Digamos que son hec

arqueológicos.Pater Leonardo entendió

posiblemente el hombre que te

sentado frente a él conocería, seguridad, el contenido de escritos de los templarios. Ra

había comenzado ya su trabcuando fue asesinado. Inhprofundamente.



—Si suponemos que Jesús Nazaret no era el hijo de Dios sun hombre normal que fue arrastrpor la corriente hasta el centro dehistoria y usted cuenta con prueba real que lo demues

¿cuántas esperanzas destrozaríam¿Cuánta decepción, dolor y amargestaría dispuesto a ejercer sobre

personas?Tom miró al techo. ¿No ha

dicho el anciano profesor a

similar? ¿Cómo sería el mundo sincreencia en Dios? Tom no poimaginárselo.



—¿Y qué pasa con la verd¿No se compromete la Iglesia a el

—Cada verdad tiene momento. Mire el mundo. No epreparado para la verdad.

Tom asintió.

—Nos han perseguido, algufueron asesinados. Mire la cantide sangre que se ha derramado

culpa de esos criminales. podemos sentirnos seguros hasta esos escritos se hayan publicado.

—Pronto estarán en un sseguro y nadie más se interesará usted y sus amigos, le doy



palabra. Le ruego humildemente piense en lo que le acabo de decme crea —dijo Pater Leonardo ande tocar a la puerta para queabrieran.

Tom suspiró.

—¿Puedo confiar en usted verdad?

—¡Que Dios le proteja! —d

el padre al despedirse.Múnich, Unidad de Crim

Organizado de Baviera, brigada

—¡No puede ser verdad! exclamó Bukowski dando un fupuñetazo sobre la mesa.



Retumbó tanto que Lisa asustó.

—¿Qué te han dicho? —quejó Lisa—. ¿Te has vuelto loco?

Bukowski colgó enfadado auricular.

—Era de la fiscalía, tenemque dejar en libertad inmediatamea ese Thomas Stein.

Lisa miró confundida. —¿Y qué pasa con el peligro

colusión?

—Thomas Stein se ha buscel mejor abogado de la ciudad pque lo represente. La fiscalía se m



el rabo entre las piernas. aparecido un amigo de Thomas Stun tal Jean Colombare de París, trabajó con él en las excavacioneque afirma que sus dos compañeestaban simplemente buscando

profesor Raful. Nuestra científicava a poder seguir con reconstrucción de los hechos y es

suponer que el chico ingresado pueda recordar lo que pasó aquenoche, padece una amnesia tempo

como consecuencia de la contuscerebral. —Aún tenemos a la mujer



observó Lisa. —Stein y su compañero es

totalmente libres de cargos. Sarqueólogos y al parecer se labrado un reconocido prestigiosu ámbito. En cambio, la mujer

cuenta en su historial con una lalista de denuncias. La fiscalía dude su inocencia. Además,

residencia habitual de Stein Gelsenkirchen.

—Es decir, no tenemos n

que hacer —prosiguió Lisa.Bukowski cogió pertenencias de Thomas Stein



cajón de su escritorio. Pensatobservó la cadena del cuello enque colgaba la llave de la taquillala estación de Berchtesgaden.

—Aún nos queda oportunidad —dijo Bukow

reflexivo—. ¿Tienes una llpequeña de un casillero o aparecido?

—¿Qué pretendes hacer? —Si no lo podemos pillar

su participación en el tiroteo

haremos por robo. Quizás la fiscreconozca entonces su implicaciónlos hechos del bosque y sea capaz



emitir una orden de prisión.Lisa revolvió el cajón de

escritorio y sacó una llave. —Es de nuestra antigua máqu

de café. Antes me encargaba rellenarla.

Bukowski analizó la llaveasintió satisfecho.

—Necesito dos equipos

seguimiento. ¿Podrías encargarteeso?

Una hora más tarde llevaro

Tom a la Policía Judicial de Bavidonde Bukowski le esperaba ensala de declaraciones. A pesar



todas las estrategias posibles pque confesara, Tom ratificó afirmaciones anteriores. FinalmeBukowski se levantó de la silla yentregó a Tom sus pertenencias.

—Puede marcharse —dijo

Fuera le está esperando un amigotal Jean Colombare. Su compañde trabajo, ¿no?

Tom asintió, tomó la cadense la colgó al cuello.

—El teléfono se ha ro

necesitará uno nuevo.Tom sonrió. —Estoy orgulloso de salir v



contestó antes de abandonarsala.

Jean Colombare estaba sentfuera, en un banco del pasillo.

—¡Gracias a Dios que esbien! —exclamó al abrazar a Tom

—¿Dónde está Yaara? preguntó Tom.

Jean le agarró por el brazo y

susurró: —Te lo contaré fuera.Bukowski estaba mirando po

ventana. Sonrió cuando pudo diva Tom y a su acompañante enaparcamiento. Se subieron a



Volkswagen rojo. —¡A ver qué pasa! —dijo

¿Está preparado el vehículo? —Todos en sus puestos

contestó Lisa. —Voy a llamar a Maxime, tie

que contarme todo lo que sepa soese tal Colombare. Quizás hapodamos atrapar a los dos —d

Bukowski alegremente. —Tú y tus planes —repl

Lisa modestamente.



55

Múnich, Amalienstrasse cerca ardín Inglés

-¡Muchas gracias por sacar

de prisión! —le dijo Tom a JColombare al salir de la comisaprincipal de Policía.

—Yo no he sido —conteJean y señaló a su acompañanteEs tu abogado.

—No tuvimos ningún probleal recurrir contra el auto detención —explicó el hombre



barba—. Bukowski no tenía ningprueba contra usted.

—Se lo agradezco —conteTom y le extendió la mano.

—No hay de qué —contestóhombre antes de darse media vuel

marcharse.Tom miró demandante a

alrededor.

—¿Y Yaara, dónde está? —Te está esperando en el pi

Pensé que sería mejor que

apareciéramos todos de golpe enpolicía. Vámonos ya. Por el camme puedes contar todo lo que



pasado.Abandonaron la comisaría y

subieron en el Volkswagen rojo qtenía aparcado en el parking.

—¿Un piso, un coche? ¿dónde has sacado todo esto?

—Tengo un amigo en Múncontestó Jean y arrancó el mo. Y ahora... ¡Cuéntame! ¿Tienes

escritos?Tom tiró sonriente de la cad

de oro que le rodeaba el cuello

mostró la llave frente a los ojosJean. —Sé donde están guardados





—Estará ingresado hasta el de semana.

—¿Has ido a verlo? —Sí, le he prometido que no

dejaremos solo.Esa calle se extendía

dirección norte. Estaba rodeada edificios de varias plantas ventanas abalaustradas, peque

balcones y ornamentos en fachadas. Al poco, Jean detuvocoche en un aparcamiento libre.

—Ya hemos llegado —dijo.Tom no podía esperar mestaba deseando abrazar a Yaara.



Jean dirigió a Tom a un edifide cuatro plantas con la fachada gEn las ventanas no había cortinparecía que el edificio estaba vací

—Creía que tan cerca deUniversidad era imposible encon

un apartamento vacío —comentó. —Este edificio es de un ami

lo va a renovar para alquilarlo. S

apartamentos de su propiedad, sabes, una buena inversión.

—Tu amigo sí que es un b

especulador —bromeó Tom. —Algo parecido —conteJean y cerró el gran portal



madera.Entraron al edificio y Jean ce

cuidadosamente con llave. Subiepor las escaleras hasta la tercplanta. En cada planta había puertas, Jean se dirigió a la dere

que era de oscura madera de robleJean abrió con llave y le ind

a Tom que pasara. El piso est

vacío, las paredes no estaterminadas de pintar.

—A tu amigo le queda basta

por hacer —bromeó Tom.Jean asintió con una sonrJuntos entraron a la sala de e



amueblada con un solo sofá enesquina donde Yaara estaba sentaTenía las manos escondidas detde su espalda.

Tom le sonrió pero se cuenta enseguida de que algo

marchaba bien, su rostro permaneinerte.

Cuando Tom escuchó que

cerraba la puerta detrás de sí,giró. Su mirada se fijó en un homalto y delgado con un moderno tr

beige. Tenía el pelo negro, era mmoreno de piel y muy aparente, coel modelo de un catálogo de ro



Con la mano sujetaba un arma gran calibre, apuntando hacia Tom

Tom miró sin poder dar créda Jean.

—¿Qué pasa aquí? —preguntJean levantó las manos p

defenderse. —No os pasará nada, os doy

palabra. Solo queremos los escr

y los artilugios de la tumba, despdesapareceremos. Te prometo quenos volverás a ver. Así que no

resistas, por favor.Tom no podía creer lo qestaba pasando, bajó los hombro



miró tristemente al suelo. —Creía que eras nuestro ami

¿cómo puedes meterte con egente?

El rostro de Jean adoptó ufuerza que no se podía obviar.

—Amistad, camaraderíacooperación son bonitas palabMe sentí bien con vosotros,

verdad. Quizás suene como una frhecha pero es cierto. No obstanhay épocas en las que tenemos

consagrar nuestras vidas a asunmás elevados que las cuestiopuramente terrenales.



Tom asintió. —Entiendo —suspiró

Siempre me he preguntado cópodían seguirnos tan de cerca etipos. Ahora lo entiendo todo. Deel principio has estado con ellos.

eras la persona infiltrada en nuestfilas y has sido quien nos conducido hasta el precipic

¡Espero que te quede claro que tielas manos llenas de sangre!

—Lo sé, pero eso va más a

de tu entendimiento —contestó J. Las enseñanzas de Dios y su hhecho hombre son mucho m



importantes que la amistad. Milesmillones de personas confían enNadie tiene derecho a decepcionatantas personas. Todos hemos vena la tierra para cumplir una misión

Tom pensó en Pater Leonardo

—Ya he escuchado aparecido. Siempre había creído la Iglesia es símbolo de amor

confraternidad. —Por supuesto, pero pu

defenderse cuando la atacan, por

existe la Hermandad de Cristo dehace más de mil años. —Y últimamente hab



acabado con numerosas vidas. Siverdad existe Dios, nunca aprobvuestras actuaciones. Arderéis eninfierno.

Jean sonrió. —¡Dame la llave!

Freising, Casa Cardeöpfner

El hermano Markus ha

llamado y puesto en conocimientoPater Leonardo que el cardeBorghese había llegado de Parí

pretendía pasar un par de días Múnich. No había mencionadomotivo de su visita pero Pa



Leonardo podía imaginarse la caque le había traído hasta la regiónBaviera.

Era la ocasión definitiva pfrenar las actividades de Borgheasí se ahorraba él la visita a Pa

Tendría consecuencias fatales quecardenal moviese ficha tal y coestaban las cosas.

Ya era mediodía cuando visla habitación del cardenal. Llamla puerta y esperaba una respue

que no recibió. Pater Leonardo pel oído a la puerta y escuchóconversación que el carde



Borghese mantenía al teléfono francés. Lo más probable era quetratara de un cómplice suyo deHermandad, así pudo deducir de fragmentos sueltos que podía percibiendo. Al parecer, el carde

había olvidado que las puertas Freising no eran tan macizas cosolían ser las de los tradiciona

edificios eclesiásticos.Después de un rato, Pa

Leonardo no aguanto más. Sin vol

a llamar a la puerta, entró de goen la habitación. El cardeBorghese se quedó paralizado po



inesperada entrada. Se alejó auricular del oído y le gritó enfada Pater Leonardo:

—¿Pero qué se ha creído ustePater Leonardo sonrió y leva

los brazos para restarle importanc

—¡Abandone inmediatamentesala! ¡Aún no he terminado ellamada telefónica!

Pater Leonardo no pensobedecer. Descaradamente se aceuna silla y se sentó, después

colocó bien la sotana. —¿Es que acaso ya no se tiemodales en Roma? ¿Se ha olvid



del respeto hacia la esfera privaAl cardenal prefecto seguro que nogusta nada lo impertinente que comporta su secretario.

—¡Se equivoca! —contefríamente Pater Leonardo—.

conversación telefónica ya acabado. Dígale a su hermandad ya ha concluido todo. Ya no exis

los templarios y el asesinato no esmétodo propio para una Iglesia desea perdurar más allá del si

XXI.El cardenal frunpronunciadamente el ceño.





Pater Leonardo mostró disconformidad.

—¡Nada de eso! —¡Querido amigo! —intentó

cardenal reanudar de nuevo conversación—. La Hermandad

Cristo no es algo secreto, tampestá prohibida. Se trata simplemede una simple asociación

cristianos, muy creyentes, cprioridad es el bienestar de nuemadre Iglesia. Recogemos fond

financiamos hospitales y protegema nuestra Iglesia de todo el mal desociedad actual. La tarea que



hemos propuesto se diferencia mpoco de su misión en Congregación de la Fe. La secciónla doctrina de fe está mconcienciada en proteger a la Iglede los actos de herejía.

Pater Leonardo se sintió forza reírse.

—¿Esa es la imagen que us

tiene de la congregación? ¿En siglo vive, Borghese? Hace tiemque pasó la cacería de las brujas.

El cardenal Borghese respprofundamente. —Una vez más le perdonaré



falta de respeto, joven amigo. atribuiré a su juventud esas formcon las que me trata.

—Los asesinos no mereningún respeto, ya lleven cíngulo

ileolus. Sé todo lo que ha hech

lo puedo demostrar. Voy a acabcon usted y me encargpersonalmente de que arda en

llamas del infierno. —Hereje, demonio, ¿pero

se ha creído usted? ¿Acaso no s

quién posee el poder dentro deIglesia? Pequeño padre impertinencon que mueva solo un dedo pu



enviarle al Polo Norte a hacer umisión con los pingüinos.

—¡Se equivoca! —¡Yo no me equivoco nunca —Los pingüinos viven en

Polo Sur y ese no es su único err

E l arbitratus generalis que me concedido el cardenal prefecfirmado por el mismo papa,

otorga el poder para poder preparando la hoguera en la arderá.

El cardenal Borghese se asu¿Se habría equivocado de verd¿Había sido capaz el carde



prefecto de dar un paso así? —¿Qué quiere de mí?

preguntó con inseguridad el carden —Quiero que haga las male

ahora mismo y desaparezca de aqVáyase a París y organice

dimisión. En los próximos tres dse despedirá de todos sus cargos yretirará de este mundo. En nue

Iglesia no hay sitio para una bandaasesinos.

—Usted no sabe lo que dice

balbuceó el cardenal Borghese¿Por qué iba a hacer lo que dice?Pater Leonardo se levantó de



silla y se dirigió a la puerta. Antestomar el pomo de la puerta se ghacia el cardenal.

—Tengo en mis manos pruebas que le culpan. Si no marcha voluntariamente, inform

personalmente al papa de acciones. La Santa Sede excomulgará. O dimite o se pud

como un asesino excomulgado en prisión. Puede elegir qué camtomar, le doy exactamente setent

dos horas para ello.Múnich, Amalienstrasse cedel Jardín Inglés



—¿Dónde tienes escondidos escritos? —preguntó Jean—. tienes opción: o nos lo dicesmoriréis asesinados.

—¿No vamos a morir de toformas? —contestó Tom, sent

unto a Yaara en el sofá y con manos esposadas.

Jean se puso justo delante de

y lo miró profundamente a los ojos —Soy un hombre cristiano

aún vuestro amigo. Dímelo y

dejaré marchar, os doy mi palabraTom sonrió torciendo labios.







del maestro de la justicia a humanidad. Todos tenemos derecho de informarnos y conocehombre al que veneramos.

—¿Tú no eres tambcristiano?

—Creo en la verdad —replTom.

El elegante hombre con

pistola en la mano se hamantenido apartado en todo momey en silencio. Pero en ese mome

apareció en escena. Con una mirada miró a Tom a los ojos, bla pistola y sonrió. Con u



velocidad inimaginable saltó hacipero para atrapar a Yaara, la pusopie bruscamente y le puso encuello un cuchillo que llevescondido en la mano.

—Ya habéis hablado basta

dijo bruscamente.Tenía acento italiano. Tom

miró con miedo. A Yaara

temblaba todo el cuerpo.Pasó el cuchillo por la garga

de Yaara, el pecho y su bajo vient

Tom se preparó para dar salto. —Voy a trocear a tu novi



delante de ti, no va a ser una muefácil. ¿Quieres que te cuente cómodespidió de este mundo vuestra joamiga italiana?

—¡Hijo de puta! —gritó Tomsaltó del sofá.

Con un vigoroso ímpetu chcontra el cuerpo del guaperas. YaaTom y el torturador cayeron al sue

El cuchillo salió por los aires. Lesposas le impedían a Tom golpal asesino pero pudo darle u

patada en el abdomen. El homgritó de dolor. Antes de que Trepitiera la patada, golpearon a T



por la espalda, el italiano se echun lado, Tom se giró. Jean estabapie frente a él, apuntándole con pistola.

—¡No te muevas Tom! ordenó Jean—. Si no coope

matará a Yaara, no hagas ningutontería.

—¡Está bien! —replicó Tom

respiración—. Pero que la dejepaz.

Con dificultad el italiano pu

incorporarse. Bruscamente agarrTom para vengarse del golpe. —¡Antonio! ¡Basta! —ord



Jean.El receptor de la orden

detuvo y arrojó a Tom al sofá. Yaseguía tirada en el suelo. Jeanrecogió y la llevó hasta el sofá.

—Lo siento —murmuró.

Antonio elevó de nuevo el ar —¡Que hable! —exi

fuertemente—. Si no, perderé

paciencia. —¡Está bien Antonio! —

tranquilizó Jean Colombare.

A Tom le dolía la espalYaara estaba sentada junto a él ymiraba compasivamente.



—¡Venga! ¿Dónde esescondidos los escritos?

—En una taquilla de la estacde tren de Berchtesgaden —dTom.

—¿Qué número?

—Dieciocho.Jean miró a Antonio.

—Encárgate de vigilar

déjalos en paz si se comportan biEn cuatro horas estaré de vueltapasa algo, llámame al móvil.

cuanto tenga los rollos en mi podte lo comunicaré.Antonio asintió.



—Cuatro horas, si pentonces no has vuelto, acabaréasunto a mi manera. Este tío dispa Michelle, lo vi con mis propojos.

Tom no daba crédito. ¿Ac

había estado ese tal Antonio encabaña de Rostwald? Entonces, ¿qué no le atacó?

—Está viva y seguirá viviencontestó Tom.

—Pero en prisión, es peor

muerta. *



El equipo de observación hatomado posiciones en un vehícfrente a la casa. Stein y acompañante habían desaparecidoun edificio gris de varias plantasla media hora, otro equipo alojado

el edificio de enfrente informó que en el apartamento a la derechala tercera planta había var

personas. —¡Que sigan vigilando!

contestó Bukowski quien ha

aparcado el coche civil cerca deSchillingstrasse. —Nadie vive en ese edificio



le dijo Bukowski a Lisa que estsentada en el asiento del copiloto.había propuesto no formar parte equipo de intervención—. A vernos podemos enterar de quién realmente ese tal Colombare y

podemos conseguir una llave alguna forma.

Lisa asintió y sacó su móvil.

De nuevo, crepitó la radio. —¡Puma 3/621 para 3/2

vengan! —emitió la radio.

El equipo de observación apartamento se comunicaba ellos. Bukowski contestó.



—Acaba de aparecer persona frente a la ventana apartamento de la tercera planestaba armada. Repito, estarmada. Parece que está apuntandalguien tirado en el suelo.

—¿Qué está pasando dentro? —preguntó Lisa.

—¿Está seguro, 212?

—Cien por cien. —¿Han disparado? —Negativo, repito, negativo.

—¿Podría identificar a persona? —No es ni ese Stein, ni quien



recogió de la policía —contestócolega.

—¡Mierda! —soltó Bukowsk —¿Crees que se trata de

cuarta persona de Rostwald buscamos?

—¿Quién si no? —replBukowski—. Quiero aquí, ahmismo, a los SEK.

Apenas habían pasado dminutos cuando se puso de nuevocontacto el equipo de observación

—La persona B que seguimabandona el edificio y se subecoche. ¿Qué hacemos?



Bukowski miró demandanteLisa. Inhaló profundamentecontestó:

—¡Sigan al vehículo! —¿Cómo ves el asunto?

preguntó a Lisa.

—Hay dos posibilidades contestó—. O el supuesto amigoTom realmente no lo es o el ases

lo ha enviado a recoger los rollotiene a Stein de rehén.

Con admiración Bukowski

un chasquido con la lengua. —Buena chica, esperemos a cómo evoluciona la situación. Pro



sabremos si ese francés vaBerchtesgaden.

Diez minutos más tarde, equipo de observación I informóque el vehículo de la persona Bdirigía hacia Berchtesgaden por

autovía. Antes de que Bukowcontestara, sonó el teléfono de LLa conversación telefónica fue bre

—Efectivamente el edificio evacío, no vive nadie allí porque a venderlo.

—¿De quién es? —El propietario es un tal PieBenoit, se lo arrendó a la Iglesia



contestó Lisa.Bukowski se frotó la frente

la mano. —¿La Iglesia? ¡Interesante!



56

arís, Saint Germain des PrésEl cardenal andaba de un l

para otro en la habitación, como

tigre encerrado en una jademasiado estrecha. Desesperaintranquilo, desesperanzado. Tras

encuentro con ese padre loco,cardenal voló directamente a PaEstaba intentando contactar

Benoit pero hasta ahora no lo haconseguido. El cardenal suspiró.Desde que Raful se puso



contacto con los dos religiosos Alemania y los hombres de Benencontraron en la Wieskirche la lldel cofre que habían obtenido convento de Ettal, sabía que destino de la Hermandad pendía

un hilo. Los fragmentos que contenel cofre no dejaban lugar a dudasque el legado de los templarios ya

cerca del monte del Templo Jerusalén. Ese legado no hacedido en su capacidad destructiv

lo largo de los siglos. ¿Sería el fide la Hermandad?Las palabras del padre



hirieron como balas y no le dejadescansar. ¿Qué pasaría en próximas sesenta horas? ¿Se dejaabatir tan fácilmente el cardeprefecto? Su compañero de caminlo largo de tantos años, le ha

dejado en la estacada. Se negórecibirle. ¿Sería el principio del fEl prefecto no era miembro de

Hermandad, nunca lo había sipero conocía de su existencia ytoleraba. En cambio, ahora se est

alejando de su amigo. Una amisde cuarenta y cinco años que estaba aniquilando de un plumazo.



En ningún momento dudó de el padre poseyera suficientes pruecontra él y sus compañeros deHermandad. Sabía que si la opinpública se enteraba de los actos a que se habían visto obligados,

desataría un escándalo en todopaís. Exigirían la cabeza de todosigual que el padre ahora exigía

suya. Nadie entendería que pudiera utilizar hasta la muerte una persona, el último recurso, p

proteger a miles de millones personas contra un vacío espirituaPater Leonardo le ordenó



dimitiera. Le pidió que entregtodo por lo que había vivido haahora. Quería quitarle el sentido aexistencia. El cardenal Borghtenía miedo de caer. Tenía pánicono poder pertenecer más a e

sociedad.Por otro lado, Benoit se ha

aprovechado de la existencia de

Hermandad. A ella tenía qagradecerle todo su poder influencia que se extendía más

de las fronteras europeas. Lnegocios con sus hermanos de fehabían aportado una riqueza infin



La Hermandad le ofreció a Benoiacceso a todos los ámbitos mundo terrenal.

Pero ahora no era el momede pensar en Benoit, solo tenía preocuparse de sí mismo. En ape

sesenta horas se quedaría con manos vacías. Le robarían todopoder e influencia, se hundiría en

insignificancia. Y pensar que muchhabían llegado a considerarle coel sucesor. En pocos años,

encendería su estrella y estaría mcerca de la Santa Sede.El cardenal Borghese tomó



nuevo el teléfono y marcó el númde Benoit. ¿Se negaría tambiénayudarle? ¿Dónde estaba meti¿Había visto ya que se aproximabfinal y se habría quitado del medTenía propiedades en todo el mun

Aunque la Hermandad cayera, nutocaría fondo. Hace años le comeque una persona inteligente tiene

estar preparada para cualqueventualidad. Entonces hafundado una granja en Argenti

Nunca se sabía si sería necesaria retirada a tiempo. En cambio, élse había preparado ningu



escapada, aún no había consegusu objetivo pero ahora sabía nunca lo alcanzaría.

El cardenal Borghese solo teuna pasión que le reconfortaba cualquier momento. Algo totalme

banal, mundanal y que hacía latir fuerza el corazón de mucpersonas, el de los hombres so

todo. Salió apresuradamente dehabitación, tenía la sensación de se asfixiaba.

En el garaje tenía aparcadopequeño Alfa rojo de los añsesenta, brillaba bajo la luz de ne



Ese vehículo se había convertidoel único medio para su escapaCuando sentía la vibración de motor y el aire fresco por su rosse le despejaban muchas dudas.

Se sentó detrás del volant

arrancó el motor. Salió de la ciudpor el Saint Germain boulevaCuando dejó atrás las viviendas d

ciudad consiguió relajarse un poTomó la carretera en dirección sEl cuentakilómetros marcaba cie

sesenta cuando pasó por la carretrural camino de Orleáns.Múnich, Amalienstrasse ce



del Jardín InglésEntre tanto ya había llegado

comando de los SEK camufladosun camión frigorífico aparcadofinal de la Amalienstrasse y del qno se tenía ninguna vista desde

edificio. Bukowski se haentrevistado brevemente con el jde operaciones. Aún no tenían cl

si el acompañante de Thomas Stera también víctima o un cómplicelos asesinos. Todas las opcio

eran posibles. Lo único que tenclaro era que Jean Colombare tendría suerte en la taquilla de



estación de Berchtesgaden. Aún habían podido enterarse de nsobre él, resultaba ser totalmedesconocido entre los expedienteslos sumarios policiales franceSuponían que cuando descubriera

mala fortuna en la estación, rehenes del apartamento de la tercplanta lo pasarían bastante mal.

—No sabemos cuántos hay dijo Bukowski.

—Mis hombres ya están en

edificio —replicó el jefe operaciones—. Vamos a intenhacernos una imagen real de



situación con la cámestetoscópica. Pronto tendremos mdetalles.

Además de dos granpantallas de ordenador, la mesa radio de la unidad móvil disponía

dos grandes monitores. En momento ya habían bloqueado gparte de la Amalienstrasse.

Bukowski se dirigió a Lisa. —¿Qué piensas? ¿Crees que

Jean pertenece a la banda

pistoleros o simplemente le encargado que recoja el botínregrese a la casa?



—Hay un cincuenta por ciede probabilidades —replicó Lisa.

El funcionario que operabamesa de radio tomó la palabra.

—En dos minutos la cámestará preparada.

—Entonces será mejor esperemos y tomemos decisiocuando conozcamos mejor los hec

decidió Bukowski.Hacía apenas media h

Bukowski había hablado por teléfo

con su amigo Maxime Rouen,informó sobre la evolución de hechos en Múnich y le pidió que



informara de todo lo que supisobre el tal Jean Colombare. Aunqdesde el punto de vista policial habían encontrado ningún expediesobre él, era de vital importansaber con qué tipo de pers

estaban tratando. Ahora estaba aespera de que su amigo le devolvila llamada.

—Ahí los tenemos —inforde nuevo el funcionario del comande operaciones y activó los

monitores—. El monitor corresponde a la imagen de cámara de la ventana y el monitor



la de la puerta.Bukowski observaba intrig

las dos pantallas. La imagen transmitía la cámara exterior no nítida y solo mostraba la sala estar. No se podía reconocer

ninguna persona. En cambio, imagen del segundo monitor mucho mejor.

—Un hombre con una pistautomática —murmuró Bukowski.

—Y dos personas en el sofá.

de la izquierda puede ser una muagregó Lisa. —Es una mujer —confirmó



efe de la operación—. Deben ser rehenes.

—¿No tenemos sonido? preguntó Bukowski.

El funcionario movió la caby se dirigió a él.

—El sonido está activado pno está hablando nadie. Tampocosi podríamos entender algo, como

apartamento está vacío la resonandebe ser muy acentuada.

Bukowski asintió.

—Al menos sabemos efectivamente hay rehenes.El móvil de Bukowski sonó,



Maxime Rouen. —Si me hubieses dicho que

tan urgente, me hubiese encarginmediatamente de ello —dMaxime Rouen—. ¡Escucha! JColombare, nacido el 21 de mayo

1964 en Hyères, con residencia enrue Condorcet número 7 en Parísun reconocido arqueólogo

especialista en el ámbito de paleontología. Estudió en Parísparticipó en repetidas ocasiones

excavaciones de todo el mundo. otro lado, ya te he comentado quecuenta con ningún antecede



policial. —Entonces forma parte

grupo de Stein y le han encargque recoja los documentos murmuró Bukowski hacia micrófono de su móvil.

—No estés tan seguro contestó Rouen—. El pasado 12marzo sacaron a Jean Colomb

ahogado del Sena. Todos los indichacían pensar en un suicidio. El cse cerró. Está enterrado en

cementerio al norte de la ciudad. sé quién será vuestro hombre pseguro que no es Jean Colomb



Entonces, su hermana puidentificarlo sin ninguna duda.

Bukowski respprofundamente.

—¿Se encontró alguna cartadespedida?

—Según el expediente no, psu hermana recibió un corelectrónico en el que anunciaba

suicidio. Lo recibió el mismo día murió. Estaba muy borracho cuansaltó al Sena.

—Entonces vas a tener comprobar de nuevo el expedientecontestó Bukowski—. Es posible



ahora mismo estemos persiguiendsu asesino.

Cuando concluyó conversación telefónica Bukowmiró demandante a Lisa y al jefela operación especial.

—No nos queda otra opcitenemos que actuar inmediatame

dijo Bukowski—. Tenemos q

partir del hecho de que el supueColombare es cómplice del homque está apuntando con la pistola.

—Cuando esté frente a taquilla y se dé cuenta de que la llno entra, llamará a su amigo



agregó Lisa.Stefan Bukowski asintió.

—¡Actuemos! —excladecidido.

Berchtesgaden, estaccentral de tren

El Volkswagen rojo estaaparcado justo delante de la estaccentral. Jean Colombare se bajó

vehículo, miró una vez más a alrededor y entró en el edificio deestación. Las taquillas

encontraban a la derecha de entrada pero Jean esperó. Había ufamilia muy atareada intentan



colocar sus mochilas en uno de carritos de la estación. Cuandofamilia se marchó, se deslsigilosamente hacia las taquilCuando tiró de la cadena, guarden su bolsillo, y tomó la llave en

mano, se dirigió decididamente anúmero 18. Intentó introducir la llen la cerradura pero no lo consigu

Sorprendido analizó detalladamela llave. Después se dirigió hacia taquilla abierta y comparó su ll

con la de la taquilla. — ¡Merde! —gritó. —Jean Colombare —pronun



una grave voz a su espalda—. ¡Nomueva, policía, está detenido!

Antes de que Jean Colombpudiese darse la vuelta, se derrumen el suelo, cayó boca abajo. Umanos fuertes agarraron sus mano

se las inmovilizaron a la espalLos presentes empezaron a chillos gritos resonaron en toda

estación. Entonces se escuchó el de las esposas y unos fuertes bralo pusieron de pie. Cuando se g

pudo ver a un corpulento hombJunto a él, dos agentes de poluniformados con chaleco antibala



apuntaban con pistolas. —No... no estoy armado

balbuceó Jean Colombare.Su boca se quedó seca como

charco en un desierto. —¡Policía! —gritó una vez m

el agente y le mostró la placa bsus narices—. Está detenido mantener a dos personas co

rehenes y por todo lo demás deque se le pueda acusar.

—Está bien —contestó Jean

Pero se ha equivocado de persoEscúcheme. En esa taquilla hay udocumentos que tengo que entre



urgentemente. Las vidas de vapersonas dependen de ello. Alguha retenido a mis amigos y justoeste momento están siendo apuntacon un arma.

—Las instrucciones están cla

contestó el policía—. Qudetenido. Le llevaremos a Múnallí podrá hablar con el responsa

del caso. —Si le pasa algo a mis amig

usted tendrá la culpa. Déje

marchar, pueden seguirme si quiepero no pongan en juego la vidamis amigos.



—Hable de ello con Bukowel comisario jefe de la judicial contestó el agente—. Si seguimdiscutiendo aquí quizás demasiado tarde.

—¿Puedo hacer una llamada?

El policía negó con la cabeza —¡Deténganlo! —gritó a

compañeros.

Jean Colombare inhprofundamente y bajó los hombrSabía que había perdido.

Múnich, Amalienstrasse cedel Jardín InglésDos SEK se habían colg



desde la cuarta planta y estaban fuapoyados en el antepecho de ventana. En el edificio de enfretomó posiciones un tirador precisión. Con su arma apuntaba aventana de la sala de estar pero

veía a nadie. Al parecer secuestrador estaba evitando papor allí.

Mientras que en la puerta apartamento un equipo preparabaentrada en el momento necesa

Bukowski recibió la noticia de Jean Colombare había sido detensin resistencia en la estación



Berchtesgaden. —El hombre ha dicho a

sobre un secuestro —comentó agente responsable de la detencde Colombare—. Al parecer tique entregar unos documentos si

morirán los rehenes. —Lleve al detenido

raesidium, nosotros

encargaremos del resto —conteBukowski.

—Ya hemos terminado —d

el jefe de los SEK. —En todo momento hemos evitar que los rehenes resu



heridos —advirtió Bukowski. —Mi gente ya lo sabe, es

preparados. —¡Bien! —contestó Bukowsk

tomó aire—. ¡Pues al ataque! —¡Acción en un minuto!

anunció el jefe de operaciones poradio.

Seguidamente todos los gru

de intervención manifestaron disposición. Bukowski se sentó enbanco y se dirigió a Lisa.

—¿Cómo estás? —preguntó. —Bien.Antonio di Salvo estaba sent



en un taburete en una esquina dehabitación y contemplaba aburridlos dos rehenes que tenía esposafrente a él. Había estado todotiempo en silencio, preocupmiraba su reloj. Ya había pasado u

hora y cincuenta minutos. Estpensando qué haría cuando Jllegara con los documentos. Te

bien claro que aunque Jean hubiese prometido dejarlos con viél no permitiría que queda

testigos. Lo había decidfirmemente. Primero dispararía hombre y después a la mujer, aunq



se arrepentiría de no habedivertido primero con ella, conguapa que era, pero no había tiemque perder. En cuanto tuviesen escritos en las manos, la orden abandonar Alemania lo an

posible. Con la cantidad que pagarían por este encargo podvivir una temporada sin problem

en Brasil y allí había suficienmujeres.

Se dio un buen susto cuan

llamaron a la puerta. Tomó el armapuntó. —¡No hagáis ruido! —orden



Miró a su alrededor y pasó la ventana protegido por las paredCon mucho cuidado miró haciaexterior, fuera todo estaba tranquNo alcanzaba a ver el portal deentrada.

De nuevo llamaron a la pueempezó a ponerse nervioso. Se alde la ventana y atravesó

habitación. —¡Estaos quietos, si quer

seguir con vida! —ordenó en

baja a sus presos.¿Dónde estaría la inespervisita, abajo en el portal o ya en



puerta del piso? ¿Acaso Jean haolvidado cerrar con llave el podel edificio? Era lo que le faltaSigilosamente se dirigió a la puedel apartamento con el arma cargano pasaría nada si miraba por

mirilla. Miró una vez más a alrededor. Sus dos rehenes segusin mover ni un dedo en el so

podía ver sus espaldas.Desde el lateral se colocó fre

a la puerta y se inclinó en direcció

la mirilla.El agente que gestionaba cámara estetoscópica ha



levantado el brazo y había estiradoíndice. Cuando vio todo el cuedel secuestrador frente a la cámcolocó toda la mano en forma puño. Una señal para los otros cicompañeros preparados para

intervención. Dos agentes con traje protector llevaban un martinen la mano, otro empezó a retira

barra de seguridad de una granadaDe repente, el puño del hom

bajó por el monitor rápidamente.

dos hombres del martinete pasainmediatamente a la acción. Confuerte golpe, la herramienta pasó



la hoja de la puerta, simultáneamevolaron en trozos los cristales de ventanas. La madera crujió y puerta saltó por los aires. La granllegó hasta el interior del pasiexplotó dos segundos más tarde y

resplandeciente rayo invadió espacio.

En cuanto Tom escuchó có

echaban abajo la puerta, sabía lo pasaría. Se tiró decididamente sofá y tomó a Yaara consigo.

Con un fuerte grito de luchasecuestrador elevó el arma. El rle había cegado pero, pese a to



disparó en dirección a la pueAntes de que pudiera apretar gatillo una vez más, tres disparospistola se introdujeron en la pasuperior de su cuerpo. El asesdejó caer el arma y se cayó

espaldas chocando contra la parBrevemente intentó incorporapoco antes de que caer muerto

suelo.Los SEK entra

apresuradamente en el apartament

solo se relajaron cuaninspeccionaron todas habitaciones y se aseguraron de



no había nadie más en el inmuebexcepto los dos rehenes.

—¡Pueden quedarse tumbaddijo uno de los polic

enmascarados a Tom y Yaara cuna agradable voz.

Tom asintió. A pesar de qestaba contento porque no les hapasado nada, ni a él ni a Yaara,

rodillas seguían temblando. —¡Seguridad! —gritó uno

los agentes. Levantaron a Tom

Yaara y los sentaron en el sofá. —Primero, recupérense de tolo sucedido —les dijo un policí



los dos rehenes. —¡Gracias! —contestó Tom.



57


—¡No me lo había cont

todo! —exclamó Bukowski con tono de reproche.

—Tampoco me ha

preguntado todo —contestó Tom.Bukowski sonrió.

—Si no le hubiésemos segu

posiblemente ahora estaría muertoveces es mejor decir toda la verdaTom negó con la cabeza.



—A veces el mundo no epreparado para conocer la verdad

Bukowski tenía en la manollave que la científica haencontrado en la falda del WatzmaPensativo contempló el llavero

el ojo de Horus. Ya sabía que llave pertenecía a la casa deAmalienstrasse. Los asesi

llevaban un tiempo utilizando apartamento como escondite. parecer Tom Stein no era conscie

del peligro real en el que encontraba. —¿Qué quiere decir con e



intervino Lisa—. ¿Cómo quemundo no está preparado paraverdad?

—Solo ha sido un juego palabras —desvió Tom la atenció

Tom y Yaara estaban sentad

en el despacho de Bukowski. Yaestaba envuelta en una mantasujetaba con las dos manos una t

de té. Le seguía temblando todocuerpo. Los últimos días habían sextenuantes, contó cómo Jean

había llevado hasta Alemania, cóhabían buscado el apartamento doAntonio di Salvo los esperaba.



darse cuenta, había caído en trampa que Jean le había tendi¿Quién podría haberse dado cuede lo que Jean se traía entre manos

—Es un hecho —toBukowski la palabra— que ese

Jean Colombare no es quien dice El verdadero Jean está enterradoun cementerio al norte de Pa

Suponemos que no se voluntariamente al Sena, hay mucindicios de que fue asesinado p

poder colocar un espía dentro vuestro equipo. Hacía tiempo quesabía que se iban a iniciar las tar



de excavación en el valle del Cedy que la dirección de dicho trabpertenecía a Chaim Raful. Antes primer encuentro de todo el equde excavación el verdadero Jdesapareció en las corrientes

Sena. Su doble apareció pmantenerse informado de los avande la excavación.

—¿Cómo lo sabe? —preguYaara.

—Tengo buenos contactos

la Policía francesa —conteBukowski. —Habla de una banda



intervino Tom—. ¿A qué se refier —Colombare, o mejor di

Thierry Gaumond, está intentanmejorar un poco su situación explicó Lisa—. Gaumond hablado. Dice que hay una ban

interesada en restos antiguos, dibanda se enteró de que Raful estbuscando la tumba del templario.

eso un cura, un sacristán y un model convento de Ettal murieasesinados. Por supuesto que afir

que no tiene nada que ver con asesinatos. —¿Qué va a pasar ahora



Jean, quiero decir con Gaumond?preguntó Yaara.

—Le hemos acusado asesinato múltiple y secuestro. está en prisión y negocia un acuecon la fiscalía. Es posible que

caiga cadena perpetua. Eso signifque hasta que no sea bastante mano podrá salir de la cárcel.

Tom tomó la mano de Yaarala apretó firmemente.

—¿Y qué pasará ahora

nosotros?Bukowski se encogió hombros.



—Os tomaremos declaraciódespués podéis marcharos.

—¿Eso quiere decir que somlibres?

—Nadie la ha detenido, señShoam.

Tom se tocó el pelo con manos.

—Hay algo más —dijo T

con voz titubeante—. Los escrque Jungblut había escondido entaquilla de la estación están aq

¿verdad?Bukowski se levantó y dirigió hasta la ventana.



—Los hemos tenido que enva la fiscalía.

—Espero que estuvieempaquetados al vacío.

—Estaban en un soplastificado, no lo hemos abierto.

—Debería quedar claro nosotros hemos encontrado eescritos. Se puede decir que son

nuestra propiedad.Bukowski levantó las manos

ademán de defensa.

—Eso lo decidirá la fiscapero ya ha habido una persona queha interesado bastante por e



escritos y por lo que cuenta pudemostrar que pertenecen a Iglesia.

Tom sonrió. —¡Pater Leonardo! —exclam —¿Lo conoce?

—Lo conocimos en JerusaCuando descubrimos los rollos, repente apareció un padre en

excavaciones y justo esa persestaba con Pater Leonardo en aeropuerto cuando nos marchamos

Jerusalén. Además, Pater Leoname visitó en prisión.Bukowski miró a Tom sin po



dar crédito a lo que estescuchando.

—¿Que hizo qué? —Cuando estuve en la cel

vino a hablar conmigo. —¡Es increíble! Ordené

nadie hablara con usted, no porecibir visitas.

Tom se encogió de hombros.

Lisa carraspeó. —¿Por qué son tan importan

esos escritos? ¿Por qué van to

detrás de ellos?Tom miró a Yaara. —Se trata de un documento



alguien que vivió en la época Jesucristo.

—¿Y qué ponen? —repitió Lla pregunta.

Tom sonrió. —Tienen que traducirse

contestó—, pero solo su antigüelos hacen muy valiosos.

Bukowski se sentó con

respaldo de la silla por delante. —¿Y qué haría usted si

pudiese quedar con ellos?

—Deben ponerse a disposicde la ciencia —contestó Tom con nítida voz—. Los historiado



deberían valorarlos antes de formen parte de un museo.

Bukowski jugaba con cigarrillo, lo subía y bajaba por dedos.

—Por cierto, me gusta

preguntarles algo más que quizás interese y que no consigo descifEl edificio en el que os secuestra

pertenece a un tal Pierre Ben¿Han escuchado alguna vez nombre?

Tom miró detenidamente Yaara. —No, nunca.



—Bueno no será tan importaQuizás había dejado la llave debde la alfombrilla. El tal Benoitalquiló el edificio a la Iglesia.

—Seguramente tenga razseñor comisario —dijo Tom desp

de un largo silencio y con la mirdirigida hacia el suelo—. No tennada que ver con el asunto.

Al sur de Versalles, FranciaDesde hacía una hora hab

bloqueado la carretera comar

entre Toussus le Noble y ChateufoEl pequeño Alfa rojo se haestrellado, a casi cien metros de u



pronunciada curva, debajo de uarbustos en un prado. El cochesalió de la curva y se estreprimero contra un árbol y despchocó contra el arbusto. Debidoexceso de velocidad había d

varias vueltas de campana hasta quedó boca abajo.

El conductor no llevaba pue

el cinturón de seguridad y sadisparado del interior en el primimpacto contra el macizo roble.

cuerpo destrozado yacía bajo arbusto, habían cubierto el cadácon una sábana negra.



—Iba por lo menos a ciecincuenta —dijo el agente con bade la gendarmería.

—Si no a más —contestó colega.

—No hay huellas de frenazo

ningún indicio que haga pensar otro vehículo se haya vinvolucrado en el acciden

Simplemente se salió de la carrete —¿Qué ha dicho el forense? —Al parecer se ha roto

cráneo —informó el agente de ba. No tiene buena pinta, creo ningún hueso de su cuerpo



quedado intacto.El colega asintió y se dirigió

vehículo que iba a transportarcadáver.

—Llévelo al depósito cadáveres —ordenó el gendarme

conductor—. Le llamaremos mtarde.

—¿Ha sido ya identificado?

preguntó.El gendarme se inclinó hacia

—Es un cardenal.

eclesiástico de alto rango, podhaber sido el próximo papa.Múnich, Unidad de Crim



Organizado de Baviera, brigada Tom le pidió a Bukowski

podía hablar por última vez con JeA la colega de Bukowski no le hmucha gracia esa idea pBukowski opinó que no interfer

para nada en los avances del caAsí que llevó a Tom hasta la saladeclaraciones en la que ten

detenido a Thierry Gaumond, aJean Colombare, que estaba miranfijamente al techo.

—Hola Jean, o mejor diThierry —dijo Tom a las espaldasJean una vez que había entr



silenciosamente en la sala.Jean se dio la vuelta y m

enfadado a Tom. Sus ojos siguieron mientras este tomasiento.

—¿Cómo estás? —le pregu

amablemente Tom.Gaumond cerró los ojos por

momento.

—Lo siento —susurró. —Yo sí que lo siento por ti

contestó Tom—. Todo tu mundo

basa en mentiras. Tus amistades, promesas, incluso tu personalidTodo lleno de mentiras y sangre.



—¿Por qué has venido? preguntó Jean.

—Quiero saber si, de una por todas, ha terminado epersecución.


Tom sonrió fríamente. —¿Estamos Yaara y yo segu

o sigue habiendo alguien más

quiera llegar hasta esos escritos?Gaumond se encogió

hombros.

—Puedes comunicar a amigos que los documentos ya esdonde debían. Pater Leonardo ti



los rollos y desaparecerán allá dotengan que desaparecer para ninguna persona más sepa de ellos

—¿Por qué me cuentas toeso? —preguntó Gaumond.

—Para que te alegres un poco

pesar del infierno que espadeciendo.

Gaumond se puso las ma

frente a la cara y le dijo: —Por favor, déjame en p

Quiero que te vayas.

Tom se levantó y se dirigió apuerta. Una vez más se giró. —Aún tengo una pregunta



quiero que me contestes la verdSabes que detrás de esa ventana alguien escuchando y grabando tolo que estamos diciendo. Por todoque hemos pasado juntos conticomo nuestro compañero de trab

deseo preguntarte una cosa. ¿Nhubieses matado a Yaara y a mí spolicía no hubiese llegado a tiemp

Gaumond bajó la cabeza. —La causa era demasi

importante, más que la vida de

personas. Era una razón capital contestó Gaumond en voz baja. —¿Nos hubieses matado?



repitió Tom enérgicamente.Gaumond tomó aire. Se not

como hervía por dentro. Finalmese levantó con tanta fuerza quesilla cayó hacia atrás.

—¡Sí! —gritó—. ¡Joder, sí!

La puerta se abrió y dos agenuniformados entraron en la sSujetaron a Gaumond por los bra

y lo sentaron después de tener colocar bien la silla.

Gaumond se derrumbó. U

lágrima corrió por su mejilla. —Perdonadme —sollozó¡Tom, Yaara, perdonadme, lo sien



Tom se alejó de Gaumond. —Yo no te puedo perdonar,

soy yo a quien le corresponperdonarte. Tendrás que pedírseltu Creador cuando aparezcas frentél.


Faltaba poco para dar de ma

Bukowski ya se había puesto chaqueta.

—¿Quieres que te lleve a ca

le preguntó a Lisa, quien estapagando su ordenador. —He venido en bicicleta.



—¿No te parece un ppeligroso en tu estado?

Lisa desplazó el teclado a uesquina de la mesa y ordenó el ade la toma de declaración de ThieGaumond.

—Estoy bien —contestó jucuando empezó a sonar el teléfonoBukowski quien frunció el ceño

la inesperada llamada. —¿No vas a contestar? —Se supone que hem

terminado de trabajar hace ciminutos —replicó. No dejaba de sonar. Finalme



decidió sentarse de nuevo en su my contestar formalmente:

—Bukowski, Unidad de CrimOrganizado de Baviera, brigada 6

Maxime Rouen estaba al hab —¡Hola, gran criminalista!

—Maxime —dijo Bukowalegre—. ¡Qué alegría escucharvoz! ¿Qué tal en Francia? Que

llamarte mañana en cuahubiésemos puesto un poco de orpor aquí. Hemos resuelto el caso.

—Ya lo he escuchado contestó Rouen—. Por eso te llamTengo un dossier sobre la mesa



alguien ha traído, no sé quién puhaber sido pero es muy interesapara vuestro caso.

—¿Sí? —dijo Bukowintrigado—. Espera, voy a activaaltavoz, Lisa está a mi lado.

— Bonjour mademoiselle saludó Rouen cortésmente—. Espque le vaya bien y que volvamo

vernos pronto.Lisa se inclinó hacia el apara

— Salut Maxime —contestó

Estoy bien. —Ya está bien de tagalantería. ¿Qué tienes p



nosotros? —interrumpió Bukowsk —Es el dossier sobre un r

hombre de negocios llamado PieBenoit, de La Croix Valmer, al surFrancia. El dossier le acusa comopersona que ha encargado

asesinatos. Pertenece a una famnoble. Hasta un papa se incluye ensus antecesores, Clemente

responsable del caso de templarios hace setecientos añTiene amigos muy influyentes en

ámbito de la política y en la IgleNo va a ser fácil demostrar implicación en el caso pero a



aparecen las transferencias a un Santini y a un Thierry Gaumond,ex cura de Aix-en-Provence. parecer ha pagado cuantiosas sumpara que le consigan unos antigescritos. Estamos hablando de t

millones de dólares que transfirieron de una cuenta suiza abanco de las Bahamas. Ahora mis

estamos comprobando las cuenbancarias pero parece ser una prutotalmente decisiva.

—¡Benoit! —repitió LisaAsí se llamaba el propietario inmueble donde secuestraron



Thomas Stein y a su novia. —Necesito un infor

inmediatamente —dijo RouenEstamos preparando un registro pmañana. Además, tenéis qpreguntar a vuestro Gaumond por

Benoit. Estaré en mi despacho halas diez.

—Nos encargaremos de e

pero dudo que Gaumond vayaañadir algo nuevo a su declarac

contestó Bukowski—. Se lava

manos de todo lo que ha pasadsolo admite su implicación ensecuestro. Sabe lo que se e



ugando.Durante unos instantes reinó

silencio. —Si son ciertas

afirmaciones del dossconseguiremos demostrar

Gaumond asesinó a Jean ColombCreo que de eso no cabe duDespués hablará.

—Entonces manteninformados —contestó Bukowski.

Cuando Bukowski colgó

teléfono hizo un ademán negativo la cabeza. —Es increíble el curso



toman algunos casos. —Entonces, parece ser que

Benoit es el gran desconocido actúa de fondo.

—Ya veremos —conteBukowski.



58

oma, Santo OficioEn la mesa del carde

prefecto se hallaban dos ca

cúbicas de metal y un maletambién metálico. Pater Leonaestaba sentado relajadamente en

sofá tomando una taza de café. —¿Ha comprobado

escritos? —preguntó el carde

prefecto.Pater Leonardo colocó la ten la mesa delante de sí.



—Son los escritos Shelamizion —contestó PaLeonardo—. En la época en la Jesús merodeaba por la Tierra, él el encargado de la justicia entre esenios y uno de los mentores

Señor durante su juventud. Si ChRaful no se ha equivocado, procede la primera mitad del primer si

después de Cristo. —Sé quién era Shelamizion

contestó el cardenal prefecto

¿Sabes si los arqueólogos guardasilencio?Pater Leonardo negó con



cabeza. —Ese alemán aún no lo ti

claro. No sabe muy bien qué hapero dentro de unos días ya no tenninguna importancia la decisión tome.

—Entonces todo estsolucionado.

Pater Leonardo se levantó

sillón, se dirigió a la ventana y mhacia el exterior. La santa ciudcaía a sus pies, iluminada por

radiante sol. —Creo que aún nos queda tarea pendiente. Esos arqueólogos



olvidarán la historia tan fácilmepero yo me encargaré de eso.

Un rayo de sol atravesó ventana. El cardenal prefecto tomóperiódico y le mostró a PaLeonardo el artículo de la prim

página. En el titular se podía leer los escritos robados de excavaciones de Jerusalén hab

regresado a las manos de la IgleSe trataba de escritos de la épocaJesucristo y la Oficina Eclesiást

para la Antigüedad se encargaríavalorarlos. Tardarían un tiempo pse prometía que se llegarían



conocer más detalles sobre la vde Jesús. Además, se informaba que por esos escritos una bandadelincuentes había llegado a asesiy que, finalmente, se pudo levanuna trama vinculada con el nego

ilegal de antigüedades. —¿Realmente ha sido necesa

esta publicación? —preguntó

prefecto. —Dentro de unos me

publicaremos un par de hec

insignificantes procedentes de escritos. Para ese día todo el munhabrá olvidado las excavaciones



valle del Cedrón y volverá a reila paz en la Tierra. Con excepciónun par de científicos, nadie másacordará de los rollos. Creo que eso hemos hecho justicia a arqueólogos y a la Iglesia.

El cardenal prefecto se aposobre el escritorio y miró pensatlas cajas de metal.

—¿Sabe que el cardeBorghese ha muerto en un accidede tráfico?

Pater Leonardo se encogió hombros. —Una gran pérdida para



Iglesia. Que el Señor cuide dealma.

—En los próximos días oficiun servicio por su alma —afirmóprefecto—. Borghese fue un bamigo. Siempre fue fiel. Creo qu

el destino no le hubiese sorprendtan pronto hubiese sido un honorasucesor para mi puesto. Algu

cardenales también lo veían comofuturo Santo Padre.

—Los caminos del Señor

difíciles —contestó Pater Leonard —Puede que tenga razón contestó el prefecto—. Supongo



no viajará hasta París para velaestá muy ocupado con sus citas.

—Lo tendré presente en oraciones la próxima vez que hacon Dios. Encomendaré su alma agracia de nuestro Señor.

El cardenal prefecto asinsatisfecho.

—Le deseo mucha suerte en

nuevo camino. Realmente es pena, empezaba a acostumbrarmmi secretario pero creo que se

necesita en otro lugar y encontrará su camino. —Adoremos a Jesucristo,



eminencia. —Que Dios le acompañe

paz. Hospital de Berchtesgad

lta BavieraMoshav tenía buen aspecto.

cicatriz en la parte derecha de su sestaba roja pero cuando volviercrecerle el pelo rizado que le hab

afeitado en la operación ya quedaría ninguna pista sobre drama de Rostwald. Tom le tr

ropa limpia. Estaba sentado encama del hospital, con una camiseunos vaqueros, solo le qued



esperar a que la enfermera le trajun par de pastillas para poabandonar el hospital. Tom y Yase habían acercado con una shasta su cama.

—Solo me acuerdo de que

puerta se abrió de un golpe yescuchó un fuerte estruendo —dMoshav—. No tengo ni idea de

que pasó después. Solo sé que rescataste de entre las llamas. Qsepas que te has ganado un am

para toda la vida.Tom le contó exactamente tolo que pasó en la cabaña después



que cayera inconsciente. —Creo que el policía que

tomó declaración pensó que le estmintiendo. No quería creerse lagunas de mi memoria. Cuandomédico me diagnosticó un tipo

amnesia temporal, por fin me dejópaz.

—Han retirado todas

acusaciones —replicó TomPodemos irnos donde queramos phabrá un juicio y debemos e

disponibles por si nos llaman. —No puedo decir más de lo sé.



—Tampoco van a exigirte mPor favor, no digas nada sobrecontenido de los rollos. Se trsimplemente de unos escritos mantiguos por los que algupersonas incluso matarían.

Moshav miró demandanteTom. Finalmente asintió.

—Ya entiendo. La Iglesia ah

tiene los escritos, ha gana¿verdad?

Tom sacó del bolsillo de

pantalón el artículo de un periódregional sobre los rollos que habregresado al poder de la Iglesia y



lo extendió a Moshav.Moshav leyó rápidamente

texto. —¿Entonces ya estam

seguros? —El padre que me visitó

dio su palabra, nadie volveráinteresarse por nosotros. La caceha terminado.

—¿Y qué pasará con el textolos rollos?

—Las traducciones de Jungb

y Raful se quemaron en la cabañlos escritos están en el poder deIglesia, ahora solo quedan nuest



afirmaciones. ¿Quién va a creer aarqueólogo que afirma que Jesúsuna invención sin que puprobarlo? Yo quiero seguir sienarqueólogo, amo mi trabajo.

—Pero se nota que algo no

deja tranquilo —intervino Yaquien hasta ahora no había dinada—. Cada día te afecta con m

fuerza, no te deja en paz, ni siquipor la noche.

Tom se giró hacia Yaara y

dio un beso en la mejilla.La puerta se abrió y enfermera entró. Le entregó



Moshav un pequeño paquete. —¡Vayámonos pues, quer

amigo! —exclamó Tom—. Ya hdescansado bastante.

Moshav se levantó. —¡Adelante! De vuelta

Jerusalén. —¿Jerusalén? ¿Por

Jerusalén? —preguntó Tom.

Moshav sonrió. —Alemania me parece un p

peligrosa.

Múnich, Unidad de CrimOrganizado de Baviera, brigada Bukowski volvió a l



detenidamente la declaración Thierry Gaumond, alias JColombare. Cuando Bukowski confrontó a las noticias de FranGaumond se desplomó. Reconoque estaba implicado en la mue

del verdadero Jean Colombare. ÉAntonio di Salvo, a quien los Shabían disparado en el apartame

de Múnich, habían emborrachadJean y lo habían tirado al SePierre Benoit les proporcionó

información necesaria y les diotrabajo porque quería que llegahasta esos escritos. No tenía n



que ver con los asesinatos de los treligiosos, ni con el de Raful, ni los de los arqueólogos asesinadosIsrael pero sí conocía lo sucediEstaba informado de todos acontecimientos, del mismo mo

que él comunicaba todas novedades. Atraparon a Raful cuanestaba dispuesto a viajar a Zúri

Mardin era conocido por su vsatánica, lo torturó hasta la muepero no obtuvo ninguna informaci

Cuando se enteró de la existenciaJungblut fue demasiado tarde, amigo de Raful prefirió escapars



esconderse en un lugar seguCuando la policía intervino y cdetienen a Mardin y Santini, JColombare apareció en escena. Tse dirigió directamente al profesotodo lo que pasó después no dio

resultados esperados. La entradala cabaña salió mal así que solo quedó la opción del secuestro p

conseguir llegar hasta los escritosMaxime Rouen llamó p

antes de mediodía y Bukowski

contó las novedades. Benoit se hadado a la fuga. Cuando las fuerzasintervención entraron en la finca



La Croix Valmer, Benoit ya hadesaparecido. Al parecer se esfoen destruir todas las pruebas ptuvo que hacerlo tan apresuradameque se dejó algo atrás.

Los documentos halla

demostraban la existencia de hermandad que se extendía como red por todo el mundo. A e

congregación pertenecían un minifrancés, un secretario de EstadoViena, dos fabricantes de Aleman

directores de bancos de SuLuxemburgo e Inglaterra, varintelectuales e incluso un a



representante político de EstaUnidos. A la hermandad se le poacusar de cooperación en ciernegocios fraudulentos, así cocolaboración en muchos acdelictivos. La evasión de impues

era solo la punta del icebeAcababan de topar con una ciénagpasarían meses hasta que pudi

secarse y descubrir realmente todlo que se dedicaban. A la hermandde Benoit no le asustaba la muerte

los asesinatos. Europol se hizo cadel caso, nombraron a MaxiRouen director de la comis



especial responsable de expedientes.

¿No te apetece trabajar conmen esto? Vamos a crear la centralParís —le preguntó Maxime antesconcluir la conversación telefónic

Bukowski observó un gran ra Lisa después de comunicarlepropuesta de Maxime.

—¿Y cuánto tiempo estafuera? —preguntó ella.

Bukowski se encogió

hombros. —Podría durar todo un año,es tarea fácil, se trata de un caso m



complicado, ¿entiendes? Hotel Leopold, MúnichYaara se dio un baño mient

Tom y Moshav descansaban enhabitación. Tom estaba sentado encama y Moshav holgazaneaba en

sillón. —Estás realmente preocup

dijo Moshav.

—No es nada fácil —conteTom—. Soy cristiano, ¿lo entiendAunque no vaya mucho a la iglesia

difícil aceptar la no existencia Jesucristo. Toda nuestra fe se fijado en torno a esa figura. Si



existió, al menos en la forma que han relatado, entonces, ¿en creeremos?

—Los escritos tienen dos años pero nadie nos garantiza queque transmiten sea realmente cie

¿Qué pasaría si tu Jeefectivamente existió y el legado profesor de la justicia refleja

imagen irreal?Tom se recostó en la cama.

—Quizás sea esa incertidum

lo que me está recomiendo dentro. Nosotros los científibuscamos pruebas. Solo cuan



dejamos de tener dudas sobre hecho, lo verificamos y comprobamos varias veces hasta lo podemos transmitir como verdad.

—¿Verdad, mentira? ¿Cómo

pueden diferenciar? Los escrdesaparecerán para siempre en bibliotecas del Vaticano y

traducciones de dos reconocicientíficos se han quemado. Ya queda nada en donde podam

reconocer la verdad.Tom se incorporó. —Este mundo necesita un d



Da igual que se llame Alá, BudJesús. El ser humano necesita cren una fuerza sobrenatural. Yo miscreo que así nuestra existencia espoco más soportable. No pretendemostrarle nada a nadie, ¿

entiendes? Pero me gustaencontrar mi certeza. Desde hablamos con Jungblut no pu

dormir bien. —Entonces vayamos a bus

esa certeza —contestó Moshav.

Tom le miró desconcertado. —¿Y cómo pretenconseguirlo?



Moshav se levantó. —«... Con la mirada dirig

eternamente al agua de la vicomo se sienta Goliat en la rodirigido a David, el rey de udíos...» —dijo.

—¿Memorizaste lo que dJungblut?

—Me metieron una bala en

cabeza y mi memoria ha olvidtodo lo que pasó en la cabaña cuanentraron los asesinos pero recue

perfectamente las palabras profesor. —¿Todas sus palabras?



—Todas —contestó Moshav.Tom sonrió.

—¿A qué esperamos entonc¡Vayamos a Masada!

—¡Vamos a Masada! —asustó a sí mismo por el grito

acababa de dar.



59

oma, Città del VaticanoLos créditos del fin se leían

la gran pantalla, se mostraban

nombres de todos los participancámara, técnico de sonido y, al finel nombre del productor, admira

en todo el mundo por su sensacioescenificación, James CamoNadie podía saber quién se escon

realmente detrás de esta costproducción.Pater Leonardo se levantó



respiró profundamente. Estcontento. Fue una suerte que en uobras de Talpiot encontraran utumba enterrada en la tierra. Aunqlos hechos se produjeron en 19entonces se anunció brevemente

pronto se olvidó el asunto. Al toma Camorra como productor, se pogenerar una histeria colectiva ha

que, posteriormente, se refutacientíficamente esas teorías a tradel mismo medio de comunicaci

Ahora mismo la teoría del docTabor era solo un punto de vsobre el asunto. Con una bu



representación y escenificación podría impresionar al públdurante un breve periodo de tiemSe había descubierto la caja con huesos de la familia de Jesús. Topodían ver los nombres, c

desgastados, de los muertMariamne, Yehedah Bar YehshúMatthiyah, Yosha, Mariah y el mis

Yehshúah ben Yoshef. Duramuchos años habían estado crianpolvo en los depósitos de

autoridad para la Antigüedad Israel, los osarios con enumeración de 701 a 706. Ahora



convertirían durante un corto periode tiempo en el centro de atencióntodo el mundo hasta que reconocido profesor universitaJürgen Zangenber, analizara pasopaso la teoría de Tabor y creara

gran confusión entre todos interesados. Confusióndesorientación eran las armas

siglo XXI. Pronto la opinión púbperdería el interés por el tema. afirmaciones del científico

considerarían como un mero esfuepara alcanzar la fama personIncluso si otro científico public



nuevas teorías y hallara nuerestos ya nadie tendría ganas seguir prestando atención a historia.

La fecha de emisión sobretumba de Talpiot ya se había fija

En dos días la BBC emitiría documental. Las cadenas televisión de todo el mundo hab

comprado la licencia para poemitirlo. Finalmente casi se cubriógigantesca suma de los costes

producción.Un semana más tarde se emla segunda parte de la producción



l a BBC , titulada Talpiot, mitorealidad . La contra-teoría no dejlugar a dudas de que Tabor equivocaba. En el mundo de medios de comunicación era sencillo confundir entre verdad

mentira que las personas ya sabían a quién creer.

Pater Leonardo le dio

interruptor de la luz. Estorgulloso de su plan y de sí mismAhora ni ese tal Thomas Stein,

ningún otro miembro del equipoarqueólogos podrían atraer atención de la opinión púb



cuando hablaran sobre las reciensuposiciones de Jesucristo presentaran otra posible tumba Jesús. El Señor podía estar enterren cualquier sitio del mundo o ninguna parte. Continuamente

estaban descubriendo en Jerusatumbas de muertos durante trabajos de excavación de futu

construcciones. Eran muertos habían sido enterrados en numerosas grutas de roca dispues

alrededor de Jerusalén y cuyos resposteriormente se almacenaron osarios.



Aún quedaban muchos de esyacimientos por descubrir.

¿Qué pasaría entonces si encontrara otra supuesta tumba Jesús en la Tierra Santa?

Pater Leonardo conocía bie

las personas, la piedra se hundiríael fondo del lago y pronto disiparía la última onda.

confusión y desorientación darpaso al desinterés.

Hotel Leopold, Múnich

Ya habían hecho las maletacomprado los billetes. A las once día siguiente partirían del aeropue



de Múnich. Tom estaba confiaesperaba encontrar durante eexpedición la certeza que necesitpara volver a recuperar su interior y volver a dormir tranqupor las noches. Certeza para

mismo. Habían llegado a acuerdo. Independientemente deque encontraran en las rocas

Masada, solo a ellos les interesaNadie más se enteraría de ello.

—¿Lo habéis leído? —pregu

Yaara y les enseñó la revista conprogramación de la televisión.Tom miró rápidamente



programación. —Van a emitir un documen

sobre la tumba de Jesús en Talpexplicó—. ¿No os parece raro?

Tom tomó la revista y leyóbreve sinopsis sobre el documen

una colaboración de la BBC confamoso director James Camorra. pasó el periódico a Moshav.

—Esta es una vieja historiadijo—. ¿Os acordáis cuándo descubrió la tumba? En 1990 o ant

—Antes —contestó YaaraUnos obreros encontraron la grutaTalpiot en 1980.



—¿Por qué se levanta ahtanto revuelo sobre esa supuetumba?

—¿No os parece evidente? dijo Tom—. Creo que a la Iglesia ese padre les preocupa bastante

hablamos.Yaara y Moshav miraron a T

con muchas dudas.

—Cuando ese padre vinoverme a prisión, me dijo que no tenada que ver con los asesinatos

explicó—. No le creí, pero explicó que los tiempos cambiado. El asesinato ya no es



modo, afirmó que hay otros medpara crear confusión.

—¿Qué quería decir con e preguntó Moshav.

Tom señaló al artículo. —La línea argumental de

investigador de religiones no se ben sólidos cimientos por lo quederrumbará con la más míni

discusión científica. Mira, hay usegunda parte que se emitirá semana que viene. Seguro que

siguiente parte del documental epor tierra todas las tesis sobretumba de Jesús del tal Tabor.



final todos se reirán del científico —¿Qué tiene eso que ver

nosotros? —Confusión, cegar a la ge

para que no puedan discernir mentre la verdad y la mentira

contestó Tom. —Y entonces llegamos nosot

y presentamos la tumba de Masada

Yaara se levantó. —¡Qué listo es ese cura!Moshav lo entendió todo.

—Y cuando presentemos tumba de Masada ya se habrá fijuna opinión entre las masas



pareceremos un par de idiotas desean sumarse a una corriente moda.

Tom le aplaudió. —Muy bien. Toda e

escenificación tiene el único objet

de adelantarse a nosotros y confuna la gente.

—Da igual lo que encontrem

en Masada —prosiguió Yaara—.la opinión pública ya no interesará.

Moshav se rascó la cabeza. —Pero de todos modos hubiésemos reservado para nosotr



Tom asintió. —Efectivamente, pero

padre de Roma no puede confiareso. Por eso él mismo se vaencargar de sembrar la confusiónplan muy inteligente.

—No importa. Vayamos Masada, en busca de nuestra verda


Organizado de Baviera, brigada Bukowski cayó exhausto en

silla de su escritorio, sacó

cigarrillo del paquete y lo encendBuscó un pequeño cenicero encajón donde lo había escond



después de prometerle a Lisa quefumaría nunca más en el despacho

Estaba completamedestrozado, el día había sagotador. Habían concluido la tode declaración de la mujer en

hospital y las comparecencudiciales de Thomas Stein y

acompañante. No se iba a celebrar

proceso judicial contra la mujerAlemania puesto que las autoridafrancesas habían solicitado

extraditación de Michelle Le BlanThierry Gaumond. Ya habcorroborado que Fabricio Sant





Andreotti y del profesor JonatHawke. La mujer reconoció implicación. Y detrás de todo, encontraba Pierre Benoit, un rhombre de negocios francés. Lagentes de la Policía Nacio

francesa habían encontrado rassuyo en Brasil. Su detención cuestión de días. La comis

especial La Croix Valmer empezacon las tareas de investigación enpróximas semanas con el fin

aclarar todas las actividades ilícde la Hermandad.Un complot de ricos hombres



negocios europeos que habían caen un pantano de asesinatoscorrupción con el fin de multiplisu poder y riqueza. Había que sebien ese pantano.

Bukowski se sentía satisfecho

pesar de que le quedaba un monde informes que escribir. El casohabía resuelto y los asesinos

escaparían de las correspondienpenas.

Le dio la última calada a

cigarrillo y presionó la colilla encenicero. A continuación, se levay abrió la ventana. Lisa volve



pronto del ginecólogo, hoy teníaprimera cita.

Entre tanto, Bukowski se esthaciendo a la idea de que sepadre. ¿Pero qué pasaría? Lisa podría volver a esta brigada, en

que él seguiría siendo su jefe. eso había decidido hablar Maxime y comunicarle

disponibilidad para trabajar encomisión especial. Ya conocía tipo de trabajo, las comisio

especiales podían prolongarse entiempo. Después pasaría el resto tiempo hasta su jubilación de algu





aunque hayas abierto la ventana.Bukowski hizo un ademán

disculpa. —Lo siento, tengo

acostumbrarme a salir.Lisa introdujo la mano en

bolso y sacó tres fotos impresaspapel y las colocó sobre su meBukowski se sentó detrás

escritorio y las recogió. Observó fotos compuestas por un conjuntosombras de grises. Las giró a un l

y a otro hasta que Lisa se asomó encima de su hombro y le ayudinterpretarlas.



—¿Qué es eso? —preguBukowski.

—¿Tú qué crees? —Yo diría que es como

mapa. Una foto satélite de un desieo una llanura.

Lisa negó con la cabeza. Estmuy contenta, incluso feliz.

—Es tu hija o hijo —conte

con una gran sonrisa—. Eso centro.

—¿La mancha negra?

—Exacto —contestó LisaEsa mancha negra.Bukowski contem



detalladamente la foto.Lisa se sentó detrás de

escritorio. —Vas a tener que dejar

fumar, ¿o acaso quieres huir de responsabilidades como muc

ovenzuelos acostumbran a hacer?La boca de Bukowski se ab

ampliamente, miró perplejo a Lisa

—Podría ser tu padre, veinticinco años mayor que tú.

—Sé que no eres nin

Adonis. ¡Dios mío! Me haimaginado mi marido de otra forpero no quiero que mi hijo se críe



su padre.Bukowski se quedó sin habla

—Espero que te encuentbien, ¿o hay algo que tenga saber?

—Lisa, yo... ¿cómo pien

que...? —tartamudeó Bukowski. —Aún te quedan tres años,

me quedaré en casa durante

tiempo. Después tú te harás cargolas tareas domésticas y yo reincorporaré al trabajo. Aún no

conseguido mis objetivos, puavanzar bastante si sigo trabajanddeseo mucho a mi bebé.



—Yo... yo no sé. —¿Qué más quieres? Te pue

dar por satisfecho ¿O acaso nogusto? Podrías ser mi padre, peroque a los mayores os gusta teneuna chica más joven en la cama.

—Lisa, creo que te esexcediendo —se defendió Bukow

. Estaba bastante ebrio, como

Deberíamos ver de qué forpodemos organizar mejor el asunto

—Lo haremos como yo diga

contestó Lisa decidida—. Civil yun ambiente íntimo. No me apetpor la Iglesia.



Bukowski se reclinó en la sil —¿Crees de verdad que me

a poder soportar?Lisa giró la cabeza a un lad

miró de reojo a Bukowski. —¡Qué tontería dices! Ll

haciéndolo desde que te conozco. te vayas a creer que me meto encama con cualquiera en cuanto

bebo una copa de champagne. pasado, pasado está y ahora tenemque sacar lo mejor de la situaci

Yo misma me crié sin padre y nonada fácil. No me gustaría que hijo pase por algo así.



Una hora más tarde sonóteléfono del despacho de MaxiRouen.

—Hola, viejo amigo —saluMaxime.

—Hola Maxime —conte

Bukowski—. Te llamaba pcomunicarte que no voy a particien la comisión especial.

—¡Qué pena! Me haalegrado de que volviéramosvernos pronto.

—Creo que de todas formas veremos pronto pero esta vez setú quien venga hasta Alemania.



—¿Qué pasa? —Me voy a casar y quiero

seas mi testigo. —¿Casar? —repitió Max

sorprendido—. ¿No estarás en ser¿Quién es la desafortunada?

—La tengo aquí a mi lapuedes hablar con ella un momento

Bukowski le pasó el teléfon

Lisa. Maxime no podía creecuando la escuchó.

—Cuida bien de mi vi

amigo, que no se exceda —dMaxime para despedirse. —Haré lo que pueda —conte



Lisa y colgó.Bukowski sacó un paquete

tabaco. Lisa se lo quitó de las man —Ya te he dicho que tienes q

dejar de fumar.Bukowski cogió de nuevo

paquete. —Solo si me prometes que

vas a tomar champagne con ot

hombres.Lisa se inclinó hacia Bukow

y le dio una suave palmadita en

mejilla. —No te imagines nada y simplemente lo que te decimos, so



todo si es lo mejor para ti y parahijo. Me gustaría que pueda disfrude su padre.

Bukowski suspiró. Despapretó fuertemente el paquete tabaco lleno y lo tiró a la papel

trazando un amplio arco. Roma, Città del VaticanoEl hermano Markus llamó p

después de la oración de la tarPater Leonardo lo saluamablemente y después se retiró a

lugar tranquilo del convento. —Han estado en el aeropuerthan comprado unos billetes de av



dijo Markus al teléfono. —¿A dónde vuelan? —pregu

Pater Leonardo. —Hacia Tel Aviv —contestó

hermano Markus.Pater Leonardo le dio

gracias. Regresaban a la TieSanta, no se había equivocado. Havalorado exactamente a ese alem

rubio de pelo corto y a la chicabello rostro. Stein no descanshasta que no conozca la verdad.

Pater Leonardo miró la horllamó al Secretariado de la OficEclesiástica.



—Resérveme inmediatameun vuelo para Israel —exigióInforme a Pater Phillipo, debe daprisa. Pronto va a recibir una vino deseada y para entonces dtenerlo todo listo.

El funcionario al otro lado dlínea masculló un silencioso «sí».

Veinte minutos más ta

recibió la llamada esperada. retiró apresuradamente hasta estancias, debía darse prisa en ha

las maletas, en seis horas despegael avión.



60

eropuerto Ben-Gurion, Tel AvivEl avión de Air France aterr

puntualmente a las 13:35 horas en

aeropuerto Ben Gurion. MoshavYaara tomaron la iniciativa pueque aquí se encontraban en ca

Sabían a quién tenían que dirigpara poder alquilar un Land Roveconseguir las herramien

necesarias para la excavación counos picos de escalada o ganchosseguridad. Sabían que no sería ta



fácil dar con la tumba descrita.Quizás tendrían que esca

quizás deberían escarbar parte deroca. Y todo ello sin levansospechas. La fortaleza junto al mMuerto era visitada a diario

numerosos turistas de todo el muncreyentes y peregrinos, así cohistoriadores de todos los paíse

religiones. Las fuerzas de seguridpolicías y guardianes vigilaban nadie se llevara nada de

monumento creado por la naturalela fortaleza judía en medio desierto. Por ese motivo necesita



una autorización legal para expedición. Yaara y Moshav earqueólogos y ella sabía cósolicitar la autorización de uexcavación de prueba. Tambbastaría con que la autorizac

tuviese la apariencia de documento legal. ¿Qué podría temás efecto que implicar a

Universidad de Bar-Ilan? Yaara hizo cargo de ese asunto. Uustificación científica impresiona

a las autoridades de seguridadvigilancia de la fortaleza, así podrtrabajar tranquilos un día o dos.



Una vez que consiguieron tolos artilugios necesarios y le pegala pegatina de la Universidad Landcruise beige, Tom y Moshpartieron hacia Arad, mientras Yaara se quedó por el momento

Tel Aviv solucionando las cuestioburocráticas.

—Inspeccionemos primero

recinto —decidió Moshav.Al siguiente día abandonaron

pequeña pensión de Rehov Ben F

y siguieron la carretera comarcalque conducía a las ruinas de la viciudad fortaleza cananita situada



medio del desierto.En cuanto Yaara consigui

todos los papeles viajaría tambhasta Arad donde se volveríanencontrar.

—¡Ten mucho cuidado! —

dijo Tom a Yaara cuando despidieron.

—No olvides que he nac

aquí —le contestó y le dio un fuebeso en los labios.

Convento de los francisca

del Flagellatio, JerusalénPater Phillipo se retiró convisita de Roma a la estancia priva



Hacía dos horas que había llegPater Leonardo a Jerusalén.

—¿Ha tenido un buen vuelo?preguntó Pater Phillipo.

—Hubo una tormenta en el mcontestó Pater Leonardo—, p

sabía que no pasaría nada. Teníapalabra de Dios.

—Hemos arreglado todo se

sus instrucciones —prosiguió PaPhillipo.

—¿Lo puedo ver?

—Aún no lo hemos terminreplicó Pater Phillipo—. Tardun rato.



—¿Ha sido difícil? —Una vez que supimos do

buscar, no. ¿Tiene sed?Pater Leonardo sonrió.

—Vino tinto del valle Jordán.

Pater Phillipo sonrió y dirigió a una pequeña barra. Lldos copas.

—¿Dónde están ahora? preguntó Pater Leonardo despuésque el hermano franciscano

acercara un vaso. —Los hombres están en Arala mujer se ha quedado en Tel Av



Ha solicitado una excavación prueba con fines científicos.

—Supe desde el principio vendrían hasta aquí —dijo PaLeonardo en voz alta—. Sabía qualemán no tiraría la toalla, pero no

por qué lo hace. —Con los rollos en el lu

donde tienen que estar, este será,

fin, el último acto de erepresentación teatral, después telón caerá de una vez por todas.

otro lado, la emisión de la tumbaTalpiot ha levantado un gran revueCada día recibimos numero



llamadas de cristianos y periodisque desean saber la opinión deCustodia en Tierra Santa.

—¿Y qué contestáis?Pater Phillipo bebió un trago

vino.

—Contestamos que aún encontrarán muchas más tumbaslas que descanse un tal Yeshua b

Yosef. Esos nombres eran comunes en esa época como ahJuan o Antonio.

—Está bien así —contestó PaLeonardo—. En cuanto se emitasegunda parte dejarán de llamar



Ya verá como dentro de una semnadie hablará más de una cietumba de Jesús, ni en Talpiot, niMasada.

—Roma tiene mucho agradecerle —Pater Phillipo lan

un amable brindis a su visitaPronto le nombrarán cardenal.

Pater Leonardo puso a un l

su copa. —En cuanto solucionemos e

caso abandonaré Roma.

—¿A dónde va? —A casa —contestó PaLeonardo—. Por fin de vuelta a ca



querido amigo.Pater Phillipo miró el re

colgado en la pared sobre la barra —Es hora de irnos —dijo

colocó su copa sobre la mesa. La fortaleza de Masada, a

orilla occidental del mar MuertoEl sol brillaba con fuerza y

árido suelo irradiaba parte del ca

de modo que el aire parecía llameSe aproximaron a la montaña deel norte. Masada pos

majestuosamente frente a ellos, roca de apenas cuatrocientos metde altura en medio de la nada, so



la árida tierra del desieEsporádicamente conseguía alzaescasa vegetación hacia el ciesobre todo palmeras, cipresesalgunos pobres arbustos. La fortalfue construida por Herodes

Grande unos treinta años antes nacimiento de Jesucristo. Mucaños se consideró impenetrable ha

que las legiones romanas dirigipor Flavius Silva entraron en ellla destrozaron en el año 73 desp

de Cristo. Durante mucho tiemasediaron la fortaleza, finalmenteemperador construyó una rampa p



que sus tropas pudieran entrar en por el bajo lateral occidental. Quimil soldados se enfrentaron a pocos supervivientes de la ocupaczelote. Novecientos setenta y trebeldes, hombres, mujeres y niñ

se suicidaron colectivamente ande que los muros cayeran, fue última posibilidad para escapar d

esclavitud romana.Tom no pudo dejar

contemplar la fortaleza cuan

Moshav pasó por su lado. Rodeala montaña y aparcaron en el costque mira al mar Muerto. En



aparcamiento había varios autobuy turismos. Los caminos estapoblados de turistas con mochilabastones de senderismo. Había Jeep blanco aparcado junto a pequeño edificio donde se aloja

las autoridades de seguridadvigilancia de la fortaleza. Tobservó con detenimiento a

alrededor mientras Moshav acercaba a la montaña.

—«... Con la mirada dirig

eternamente al agua de la vicomo se sienta Goliat en la rodirigido a David, el rey de



udíos...» —Moshav citó palabras del profesor, quien hatraducido parte de los rollos.

—«El agua de la vida» repitió Tom—. Desde aquí no pueverla.

—Por eso deberíamos subirmontaña —replicó MoshavTomemos el funicular.

Tuvieron que estar de pie encola casi tres cuartos de hora haque por fin les llegó su tur

Durante el viaje hacia la cumbTom y Moshav analizaron formaciones rocosas bajo el



Habían conseguido una plaza enprimera línea frente a las ventanasuna reñida lucha con el resto cuarenta turistas.

—«... Bajo el palacio del reel sol de la vida se levanta en

unto más alto, así brillará el raagrado... descansará hasta el fi

de todos los seres...» —susu

Moshav cuando se giró y pudo como brillaba la vertiente sureña mar Muerto bajo el sol.

Tom le tocó el hombro y seña un pequeño pináculo que sobresapor debajo del altiplano.



—Eso podría ser Goliat.Moshav sacó unos prismáti

de la mochila y enfocó hacia el puseñalado.

—El pináculo no tiene máscinco metros de altura.

—David y Goliat —murmMoshav y se giró—. Y de fondoagua de la vida.

—Creo que deberíaminspeccionar un poco mejor esa z

dijo Tom cuando aparecieron

primeras ruinas de la fortaleza soel altiplano. —El palomar —dijo Mos



. Sé que se ubica detrás palacio de Herodes.

Tom señaló hacia una pequhornacina de roca que transcusobre un pequeño saliente a apediez metros de la cumbre.

—Podría haber sido escalera.

Moshav desplazó

prismáticos. Ese es el lugar, escompletamente seguro.

De repente, movió con g

ímpetu el foco de los prismáticos.Tom se inclinó hacia él. —¿Qué ves?



Moshav le pasó los prismátic —¿Ves el cambio de color

las rocas, donde acaba la hornacinTom miró intrigado por

prismáticos. —¡Joder! —exclamó tan fue

que algunos turistas se giraronmirarlo.

—¿Estás pensando lo mis

que yo? —preguntó Moshav en baja.

—Sí —contestó Tom.

Cuando el funicular alcanzóaltura de la fortaleza y dejó la cade turistas en manga corta, Tom



Moshav cerraron la cancInmediatamente se apresuraron dirección al norte, al alejarse resto del grupo, las miraenfadadas de las fuerzas seguridad les siguieron.

La posición en la que encontraba la hornacina sobre parte de roca que sobresalía

ubicaba al norte de las ruinas. cruzaron con un par de turistas paseaban equipados con cáma

fotográficas. Tom se sentó en uroca marrón de tonos amarillentodesde allí contempló el mar Mue



Faltaba poco para el mediodíaahora el sol empezaba a quemarpoco más que hacía un rato. La rreflectaba el calor, su camisa empezaba a empaparse en sudorMoshav parecía no afectarle

temperatura. Se sentó frente a Tomempezó a analizar un folleto había tomado en el funicular. Cuan

se marcharon todos los turistasacercaron al canto de la roca.

—Tenemos que bajar —d

Moshav y se quitó la mochila.Cerca de allí no vieron ninlugar donde fijar la cuerda por lo



tuvieron que buscar un sitio dopoder clavar un gancho para cuerda. Mientras Tom buscaba usólidas formaciones rocoMoshav desenrolló algunos metde cuerda.

—No me hubiese imaginado fuese tan sencillo —murmMoshav—. No hubiese s

necesario que Yaara solicitase autorización de excavación.

Tom se giró. De repente vio

trozo de metal brillante. —¡Ven aquí! —le gritó Moshav.



Moshav apartó a un ladocuerda y se puso junto a Tom.

—¿Qué es?Tom señaló hacia un gancho

cuerda que sobresalía entre rocas.

—Aquí ya ha estado alguien eso existe esta diferenciación color en las formaciones de roca

estamos pisando. —Quizás es una m

casualidad —objetó Moshav.

—Este gancho es nuevo, no eoxidado, ni desgastado —conteTom—. Hace muy poco que algu



bajó hasta ahí.Moshav tomó la cuerda. Cuan

Tom fijó el gancho por el oMoshav echó un vistazo a alrededor. El calor mantenía a turistas bajo las sombras de

ruinas de los antiguos muros defortaleza. Mientras tanto, TomMoshav trabajaban cada vez m

próximos al saliente de la roca bel ardiente sol. Tom ya había llegacasi abajo cuando, de repen

escuchó la voz de un hombre. agarró fuertemente a la pared deroca.



—¿Qué está haciendo ahí? preguntó la voz.

Moshav, que estaba arrodillaen el margen de la roca y fijabacuerda, se giró. Frente a él se haparado un hombre de las fuerzas

seguridad con uniforme blanMoshav se levantó.

—Somos de la Universi

Ilan-Bar de Tel Aviv —intentó una explicación—. Tenemos qrecoger muestras de piedra y tie

para preparar unas tareas excavación.El funcionario asintió.



—Creía que ya habterminado la semana pasada.

Moshav aprovechó comentario.

—Pero aún no teníamsuficiente material.

—Muy bien, protéjanse bien sol, no vaya a pasarles algo —dijofuncionario y se alejó de allí.

Tom escaló por el saliente deroca y esperó a que Moshav siguiera.

—¿Lo has entendido?Tom asintió. —Creo que lo entiendo m



bien.Soltaron cuerda, rodearon

pequeña formación de rocallegaron justo detrás del pinácusituado a la entrada de una pequgruta tapada con una manta. Tom

retiró. La gruta no se extendía mástres metros a la altura de una persencorvada. En la parte izquierda

la roca se había formado una espede lugar de descanso. Una tumhabitual en la que se solía orar

cadáver envuelto en paños juntoespacio de reposo. Pero en eocasión, la cámara de la tum



estaba vacía. Si es que alguna estuvo ocupada, ya la habdesmantelado completamente.

—Hemos llegado demasitarde —afirmó Tom después pasar un rato en silencio en

cámara de la tumba. —¿Pero quién...?Estuvieron buscando por

saliente de la roca huellas de otposibles tumbas. Cuando el empezó a ponerse, regresa

subiendo por la hornacina. Exhausse dejaron caer al margen de la roTom tomó el último trago de



cantimplora. —Al menos sabemos que

existía una tumba —intentó Moscalmar un poco la decepción de To

—Sí, había una tumba —repde repente una grave voz de fondo

Ya ha sido vaciada pero no haningún indicio de Yehuda ben YosSeguro que la saquearon hace sig

Encontramos las huellas de ladrones, creo que los resmortales fueron saqueados

delincuentes.Tom y Moshav se giraron. PaLeonardo estaba justo detrás



ellos.Tom se levantó.

—Claro que tenía que haberimaginado que usted tambbuscaría la tumba una vez poseyera los rollos.

—Es mi tarea proteger la fecontestó Pater Leonardo—. ¿escuchado hablar de la tumba

Talpiot? —He leído algo —conte

Tom.

—Otra teoría, ni más ni meexplicó Pater Leonardo—. cambio, las enseñanzas de Jesucr



perduran hasta nuestros días. tercio de la humanidad cree en enseñanzas. Acuérdese que en vezojo por ojo, se ofrece la otra mejiAsí, la venganza se convierte perdón. Esta filosofía ha protegid

la humanidad de más injusticdurante siglos. Seguro que se derramado mucha sangre en nom

de Dios. Los fanáticos no han sabinterpretar las ideas del Señor. Pimagínese un mundo en el que

existiese Dios, ni su hijo. En mundo sin fe, reinaría la oscurid¡Dígame! ¿Hubiese sido ca



realmente de publicar esos escritEn ese caso, un tercio de personas que habitan la tiehubiesen caído en las tinieblas ydesgracia.

Tom se pasó la mano por

frente y se encogió de hombros. —Yo solo quiero conocer

verdad. Solo para mí.

Pater Leonardo se acercó ysentó junto a Tom.

—Eso es lo que pasa con la

le explicó—. La fe no es más eso: una fe, ni más ni menos. La fel conocimiento no tienen nada



común. La fe de la que le hasignifica confianza. Creer y conen alguien es parte esencial nuestro ser. Necesitamos la fe ppoder empezar de nuevo cada día.fe en sí misma y la fe en gran

cosas como Dios. ¿Qué sería del humano sin la fe? Simplemente tefe nos hace más fuertes y no debem

perderla nunca. No sabemos qufue Jesús, qué pensó, qué sinhacia dónde se dirigía, sencillame

creemos en él y que nos salvará, eso resucitó, por nosotros. No sdespués de la muerte, sino cada d



después de cada derrota, de cmala jugada del destino. Nlevantamos y creemos en coNuestra fe puede cambiar, pucrecer o hacerse más pequalgunos días pero nunca pu

desaparecer puesto que entondesapareceríamos con eIndependientemente de quien fu

Jesucristo, o Yehuda ben Yosef, ucosa sí que es cierta: él trajo el amal mundo. La fe no pu

demostrarse, la fe consiste en cóle damos sentido a nuestra vidcómo nos portamos con nue



prójimo. Sé que se está haciendopregunta de si Jesús exirealmente o si simplemente es qunosotros queremos que sea. ¿Aceso importa? Lo más importanteque llevamos con nosotros sus ide

por él damos sentido a nuestra vidTom miró al suelo.

—Amad a vuestro próji

como a vosotros mismos —prosigel padre—. Ese es su verdadmensaje. ¿No lo entendéis?

Tom miró al padre a la cara. —Después de todo lo que pasado, ¿seguís creyendo en Jesús



Nazaret?Pater Leonardo le entregó

Tom un pequeño maletín. —¿Qué es eso? —pregu

Tom. —Ábralo —contestó Pa

Leonardo.Tom abrió las cremalleras

abrió la tapa. Su interior contenía

plato de pared que descansaba enenvoltorio acrílico. Un plato pared de arcilla roja, del mis

tamaño y tipo que el que una vezprofesor Chaim Raful presentó a medios y como el que hab



encontrado roto en el sepulcro templario. Este aplique mostrabaimagen de un hombre que desprenrayos de iluminación, de pie frentuna cámara de tumba provista una piedra redonda abierta

elevando la mano derecha haciacielo. La escena de la resurrección

—A veces, necesitamos

inseguridad para fortalecer nuestradijo Pater Leonardo antes

levantarse—. Te deseo q

recuperes la paz interior y una gfe.Se giró y se marchó de a



Tom se quedó mirándolo un raPoco a poco empezó a entenderque realmente significa creer y tefe.



Epílogo

Dos meses más tarde, SteBukowski y Lisa Herrmann casaron en el juzgado de Mún

Lisa llevaba un traje rojoBukowski no se pudo poner su troscuro porque había engord

cuatro kilos ya que, efectivamenhabía dejado de fumar. En marzo año siguiente, Lisa trajo al mun

una niña sana.Pierre Benoit fue capturadoManaus gracias a la búsqu



internacional iniciada por la Poli

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La Hermandad de Cristo