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LA HISTORIA NO JUZGARÁ A NADIE Por Diego Alarcón La Historia no tiene finalidad. El problema no es su falta de destino, sino creer que lo tiene. Sobre esa creencia toda esperanza está justificada, incluso las más ingenuas. Sirva como ejemplo el paraíso, salvación o elucubración ligera o no tan ligeramente alucinógena que todos los religiosos que protestaron contra la unión civil esperan. Y también el optimismo historicista de quienes, cabizbajos luego de que el proyecto se archivara, dijeron: bueno, tarde o temprano se aprobará. Hay cierta comodidad heterosexual en decir que el futuro va (que no puede: ¡Va!) a ser mejor. Para nosotros, desde luego, ya lo es. Ejemplos extranjeros (y uno que otro local) parecen sugerir que la modernidad llega en algún momento, después de todo. Pienso, empero, que nuestra sola nacionalidad debería mitigar cualquier optimismo. Las sociedades también involucionan. Abra su ventana. Si comodidad es una actitud errónea frente al archivamiento del proyecto, rabia sí me parece una disposición acertada. El punto es: ¿Contra quién?, ¿contra qué? Es hepáticamente ineficiente poner las miradas en gente como Julio Rosas o Carlos Tubino. Ni siquiera sería mirar el iceberg, sino a unos pingüinos perdidos y ensimismados. Ajustar el foco implica mirar, no a ellos, sino a las condiciones que los hacen posibles, que los pusieron (¿es 2015, verdad?) en el Congreso. Las condiciones que mantienen a un 65% de peruanos rebosantes de ignorancia y atavismos. 65% es una cifra real, es un hecho que sólo se puede cambiar en la realidad misma. La superioridad moral no da para tanto. Repetir tautológicamente que el Perú es un país ignorante y violento tiene la estatura semántica del berrinche, y el berrinche no ha cambiado la Historia. Sí la protesta, sí la organización, sí la lucha por conquistar el sentido común. Son 65%, y lamentablemente la homofobia y la ignorancia no son causales de ostracismo. Ninguna revolución, ninguna gran reforma se ha conseguido mirando el cielo, suspirando por una Historia abstracta y determinista. Ningún cambio se consigue esperando. Es el aquí y el ahora el único mundo posible: Hay que forzar la Historia, dominarla políticamente. Después de todo, la Historia no juzgará a nadie. En el Perú, por lo menos, suele no hacerlo. Encienda su televisor.

La Historia No Juzgará a Nadie

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  • LA HISTORIA NO JUZGAR A NADIE

    Por Diego Alarcn

    La Historia no tiene finalidad. El problema no es su falta de destino, sino creer que lo tiene. Sobre esa creencia toda esperanza est justificada, incluso las ms ingenuas. Sirva como ejemplo el paraso, salvacin o elucubracin ligera o no tan ligeramente alucingena que todos los religiosos que protestaron contra la unin civil esperan. Y tambin el optimismo historicista de quienes, cabizbajos luego de que el proyecto se archivara, dijeron: bueno, tarde o temprano se aprobar.

    Hay cierta comodidad heterosexual en decir que el futuro va (que no puede: Va!) a ser mejor. Para nosotros, desde luego, ya lo es. Ejemplos extranjeros (y uno que otro local) parecen sugerir que la modernidad llega en algn momento, despus de todo. Pienso, empero, que nuestra sola nacionalidad debera mitigar cualquier optimismo. Las sociedades tambin involucionan. Abra su ventana.

    Si comodidad es una actitud errnea frente al archivamiento del proyecto, rabia s me parece una disposicin acertada. El punto es: Contra quin?, contra qu? Es hepticamente ineficiente poner las miradas en gente como Julio Rosas o Carlos Tubino. Ni siquiera sera mirar el iceberg, sino a unos pinginos perdidos y ensimismados. Ajustar el foco implica mirar, no a ellos, sino a las condiciones que los hacen posibles, que los pusieron (es 2015, verdad?) en el Congreso. Las condiciones que mantienen a un 65% de peruanos rebosantes de ignorancia y atavismos. 65% es una cifra real, es un hecho que slo se puede cambiar en la realidad misma. La superioridad moral no da para tanto. Repetir tautolgicamente que el Per es un pas ignorante y violento tiene la estatura semntica del berrinche, y el berrinche no ha cambiado la Historia. S la protesta, s la organizacin, s la lucha por conquistar el sentido comn. Son 65%, y lamentablemente la homofobia y la ignorancia no son causales de ostracismo.

    Ninguna revolucin, ninguna gran reforma se ha conseguido mirando el cielo, suspirando por una Historia abstracta y determinista. Ningn cambio se consigue esperando. Es el aqu y el ahora el nico mundo posible: Hay que forzar la Historia, dominarla polticamente. Despus de todo, la Historia no juzgar a nadie. En el Per, por lo menos, suele no hacerlo. Encienda su televisor.