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J. Ramsey Campbell _ La Iglesia De High Street La Iglesia De High Street J. Ramsey Campbell ...La Horda que vigila el portal secreto de cada tumba, y medra con lo que se forma en los moradores de ésta... Abdul Alhazred, Necronomicón. De no haberme empujado las circunstancias, jamás habría visitado Temphill. Pero andaba mal de dinero y, al recordar que un amigo mío que vivía allí me había ofrecido trabajo como secretario suyo, empecé a desear que dicho puesto siguiera vacante. Desde luego, no me parecía fácil que mi amigo hubiera encontrado un secretario permanente o, cuando menos, duradero. Temphill es un pueblo de muy mala fama y a poca gente le agradaría vivir en él. Alentado por esta esperanza, un día metí en un baúl mis pocos bártulos, los cargué en un cochecito deportivo que me había prestado un buen amigo mío que ahora andaba de viaje, y salí muy temprano de Londres, antes de que empezara el ruidoso tráfico de la ciudad. Y así abandoné el edificio carcelario y el siniestro callejón trasero donde había estado hospedado. Mi amigo -que se llamaba Albert Young- me había contado muchas cosas de Temphill y de las costumbres de sus habitantes. Era un pueblo muy antiguo y en plena decadencia, situado en la región de Cotswold. El llevaba allí varios meses. Había ido para documentarse sobre ciertas creencias y supersticiones que perduraban en la localidad. Con 1

La Iglesia de High Street

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Horror de lovecraft

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J. Ramsey Campbell _ La Iglesia De High StreetLa Iglesia De High StreetJ. Ramsey Campbell...La Horda que vigila el portal secreto de cada tumba,y medra con lo que se forma en los moradores de sta...Abdul Alhazred, Necronomicn.De no haberme empujado las circunstancias, jams habra visitado Temphill. Pero andaba mal de dinero y, al recordar que un amigo mo que viva all me haba ofrecido trabajo como secretario suyo, empec a desear que dicho puesto siguiera vacante. Desde luego, no me pareca fcil que mi amigo hubiera encontrado un secretario permanente o, cuando menos, duradero. Temphill es un pueblo de muy mala fama y a poca gente le agradara vivir en l.Alentado por esta esperanza, un da met en un bal mis pocos brtulos, los cargu en un cochecito deportivo que me haba prestado un buen amigo mo que ahora andaba de viaje, y sal muy temprano de Londres, antes de que empezara el ruidoso trfico de la ciudad. Y as abandon el edificio carcelario y el siniestro callejn trasero donde haba estado hospedado.Mi amigo -que se llamaba Albert Young- me haba contado muchas cosas de Temphill y de las costumbres de sus habitantes. Era un pueblo muy antiguo y en plena decadencia, situado en la regin de Cotswold. El llevaba all varios meses. Haba ido para documentarse sobre ciertas creencias y supersticiones que perduraban en la localidad. Con el material que obtuviese pensaba redactar un captulo entero del libro sobre brujera que tena entre manos. Como no soy supersticioso, me choc que gentes aparentemente normales procurasen evitar Temphill siempre que podan; no porque fuese mal lugar -segn Young-, sino ms bien por un temor nacido de los extraos rumores que corran por esa regin.Quiz yo tambin me hubiese dejado impresionar por tales habladuras, pues es el caso que, a medida que me adentraba en esa zona, el paisaje me iba pareciendo ms inquietante. Las suaves colinas de Cotswold y las aldeas de casas de madera y techo de paja, se sustituyeron por llanuras ridas y tristes, casi desiertas, cuya nica vegetacin la constituan unos yerbajos grises y enfermizos y algn que otro roble hinchado y nudoso. Algunos parajes me llenaron de viva intranquilidad. Por ejemplo, hubo un momento en que la carretera se ci a un riachuelo de aguas estancadas, cubiertas de espuma y verdn, que distorsionaban grotescamente el reflejo del paisaje. Luego tuve que tomar una desviacin que atravesaba una cinaga cubierta de rboles inmensos y, ms adelante, llegu a un punto en que el camino se hunda bajo una ladera casi vertical donde creca un bosque de aspecto primitivo. Las ramas de los rboles se extendan sobre el camino como millares de manos nudosas y torcidas.Young me haba escrito varias cartas hablndome de ciertas cosas que haba ledo en viejos volmenes. Una vez, recuerdo que mencion un olvidado ciclo mitolgico que habra sido preferible desconocer; tambin citaba de cuando en cuando nombres extraos y sonoros, y en sus ltimas cartas -fechadas varias semanas antes- daba a entender que en Camside, Brichester, Severnford, Goatswood y Temphill -y quiz en otros pueblos de la regin-, an se renda culto a ciertos seres transespaciales. En su ltima carta me hablaba de un templo consagrado a Yog-Sothoth, que se hallaba emplazado en el mismo lugar que una iglesia de Temphill donde antiguamente se haban practicado monstruosos rituales. Se deca que este templo haba dado origen, no slo al nombre de la aldea -que sera entonces una corrupcin de Temple Hill o Colina del Templo- sino a la aldea misma que, al parecer, fue creciendo en torno a la colina donde se alzaba la iglesia. Tambin se deca que en ella haba ciertas puertas que, una vez abiertas mediante conjuros ya olvidados, daran paso a antiqusimos daimones procedentes de otras esferas. Segn me escribi mi amigo, exista una leyenda espantosa relativa a la misin de tales demonios; pero no quiso referrmela, por lo menos hasta no haber visitado el supuesto emplazamiento terrenal de aquel templo de otra dimensin.Nada ms entrar en las viejsimas calles de Temphill, empec a lamentar mi repentina decisin. Si entretanto Young haba encontrado secretario, me iba a resultar difcil volver a Londres. Apenas tena dinero para pagarme el hotel, el cual -dicho sea de paso-, ofreca un aspecto muy poco seductor, segn comprob al cruzar por delante. Tena un porche torcido y la fachada estaba llena de desconchados. A la puerta haba varios viejos de pie, con la mirada perdida y el aire ausente. Los otros sectores del pueblo no eran ms tranquilizadores. Muy en particular me impresion esa escalinata que suba, por entre ruinas verdosas y muros de ladrillo, hacia el negro campanario de una iglesia que se alzaba en medio de un campo de lpidas descoloridas.De todo Temphill, sin embargo, lo ms impresionante era el barrio sur. En Wood Street, que entraba en el pueblo por el noroeste, y en Manor Street, donde terminaba la pendiente boscosa, las casas eran de piedra y se hallaban bastante bien conservadas. Pero alrededor del ttrico hotel, o sea en el centro de Temphill, haba muchas viviendas medio en ruinas, e incluso un edificio de tres pisos -en cuya planta baja estaban instalados los Almacenes Generales Poole- que tena la techumbre hundida. Al otro lado del puente, ms all de la cntrica Plaza del Mercado, se extenda Cloth Street y, al final de sta, pasados los caserones deshabitados de Wool Place, se encontraba South Street. All viva Young, en una casa de tres pisos que haba comprado a bajo precio, reformndola despus a su gusto.Los edificios del otro lado del puente me resultaron an menos tranquilizadores que los de la parte norte. Despus de los grises almacenes de Bridge Lane vena una serie de viviendas de ventanas rotas y fachadas remendadas, pero habitadas todava. Unos nios desgreados y sucios miraban con resignacin desde los miserables umbrales de sus casas o jugaban en el cieno amarillento de un descampado. Imagin los srdidos cuchitriles donde viviran sus familias. La atmsfera del lugar me deprima. Era como una ciudad muerta, habitada por espectros.Me met por South Street, entre dos edificios de tres plantas y buhardilla. Young viva en el nmero 11, al otro extremo de la calle. El aspecto de su vivienda me llen de malos presentimientos: tena cerradas las contraventanas y del dintel de la puerta colgaban abundantes telaraas. Estacion el coche junto a la acera, cruc el csped salpicado de hongos, y sub en dos saltos los cuatro escalones del porche. La puerta se abri nada ms tocarla, dejando a la vista un lbrego recibimiento. Llam en voz alta y toqu a la puerta, pero nadie contest. No me atrev a entrar. No haba huella alguna en el polvo del umbral. Recordando que Young me haba hablado, en algunas de sus cartas, de las conversaciones que haba sostenido con su vecino del nmero 8, decid recurrir a l para que me informase acerca de mi amigo.Cruc la calle y llam a su puerta. Se abri casi inmediatamente, aunque de manera tan silenciosa que me asust. El propietario era un hombre alto, de pelo blanco y ojos oscuros. Vesta un rado traje de mezclilla. Lo que ms impresionaba en l era su aire antiqusimo que le daba el aspecto de una reliquia de pocas pretritas. No caba duda de que se trataba de John Clothier; mi amigo me lo haba descrito como un hombre bastante pedante y extraordinariamente versado en todo lo que se refiere a la antigedad.Cuando me present y le dije que estaba buscando a Albert Young, palideci y dud un instante, antes de invitarme a pasar. Me pareci orle murmurar que l saba dnde haba ido, pero que yo probablemente no le creera. Al fin, me gui por el oscuro recibimiento hasta una sala amplia, iluminada tan slo por una lmpara de aceite que haba en un rincn. Me seal una butaca junto a la chimenea, sac su pipa, la encendi y, sentndose frente a m, comenz a hablar con repentina precipitacin:-Yo he hecho juramento de no hablar -dijo-. Por esta razn, lo nico que poda hacer era advertir a Young que lo dejara estar y se marchase de este lugar, Pero no me hizo caso, y usted no encontrar ya a su amigo, No me mire as,.. es la verdad! Ya veo que tendr que contarle a usted ms cosas que a l; de lo contrario, tratar usted de buscarle y se encontrar... con algo muy distinto. Sabe Dios lo que me pasar despus a m... Cuando uno se ha vinculado a Ellos, ya nunca pude hablar de eso con los dems. Pero no puedo permitir que otro emprenda el mismo camino que Young. Segn mi juramento, yo debera dejarle que fuera all; pero s que de todos modos, un da u otro, acabarn conmigo. Qu ms da? Mrchese antes de que sea demasiado tarde. Conoce la iglesia de High Street?Tard unos segundos en recobrarme de la sorpresa. Por fin, dije:-Si se refiere usted a la que est cerca de la plaza... s, la he visto.-Ahora no se usa... como iglesia -continu Clothier-. All se celebraban determinados ritos, hace tiempo. Estos ritos dejaron sus huellas. Le ha contado Young, por casualidad, algo sobre un templo que haba en el mismo lugar que ahora ocupa la iglesia, pero en otra dimensin? S, por la cara que pone, ya veo que s. Pero, sabe usted que se celebran todava ritos, en pocas propicias para abrir las puertas y dejar paso a los del otro lado? Pues es cierto. Yo he estado en esa iglesia y he contemplado esas puertas abiertas en medio del aire, a travs de las cuales he presenciado cosas que me han hecho gritar de horror. He tomado parte en ceremonias y rituales que haran enloquecer a los no iniciados. Y mire usted, mster Dodd, la verdad es que en ciertas noches sealadas, an acude a esa iglesia la mayor parte de la gente de Temphill.Casi convencido de que el seor Clothier no andaba bien de la cabeza, le pregunt impaciente:-Y qu relacin tiene todo esto con el paradero de Young?-Mucha -continu Clothier-. Le advert que no fuese a la iglesia, pero no hizo caso. Fue a visitarla una noche, en el mismo ao en que haban consumado los ritos del invierno. Sin duda estaban acechando Ellos cuando mi amigo entr. A partir de entonces, le retuvieron en Temphill. Tienen el poder de curvar el espacio, de manera que todas las lneas vayan a converger a un mismo punto... No s explicarlo. El caso es que no pudo marcharse, Esper en su casa varios das, hasta que finalmente Ellos vinieron por l. Le o gritar... y vi el color que tom el cielo sobre su tejado. Se lo llevaron, en una palabra. Por eso no lo encontrar usted. Y por eso ser mejor que se marche del pueblo, ahora que an est a tiempo.-Ha registrado usted su casa? -pregunt escptico.-Yo no entrara en esa casa por nada del mundo -confes Clothier-. Ni yo ni nadie. La casa ahora es de Ellos. Se lo han llevado a otro mundo y... quin sabe las cosas horrendas que habr an ah dentro?Se levant, dando a entender que no tena nada ms que aadir. Yo tambin me levant, contento de abandonar aquella lgubre habitacin y la misma casa... Clothier me acompa hasta la puerta, y permaneci un instante en el umbral, mirando con recelo a uno y otro lado de la calle, como si temiese que le vieran conmigo. Luego desapareci en el interior de su vivienda sin esperar a ver dnde encaminaba yo mis pasos.Cruc al nmero 11. Al entrar en el recibimiento, record lo que mi amigo me haba contado de la vida que llevaba. La habitacin donde Young acostumbraba examinar ciertos libros antiguos y terribles, anotar sus descubrimientos y proseguir otras diversas investigaciones, estaba situada en la planta baja. No me cost el menor esfuerzo encontrarla. En ella reinaba un orden perfecto: la mesa cubierta de papeles con anotaciones, las estanteras repletas de pergaminos y libros encuadernados en piel, la incongruente lmpara de escritorio, todo indicaba que el propietario era persona entregada al estudio.Quit la espesa capa de polvo que cubra la mesa y la silla, y encend la lmpara. La luz confiri a la estancia un ambiente ms tranquilizador. Me sent y alargu una mano a los papeles de mi amigo. El primer montn de cuartillas llevaba el ttulo de Pruebas y Corroboraciones, y no tard en darme cuenta de que ya su primera pgina era caracterstica. Consista en una serie de anotaciones breves e inconexas, referentes a la civilizacin maya de Centroamrica. Las notas, por desgracia, estaban tomadas sin orden ni sentido: Dioses de la Lluvia (elementales del agua?). Probscide (ref. Primigenios), Kukulkan (Cthulhu?)... Tal era la tnica general de dichas anotaciones. Segu repasndolas, no obstante, y no tard en darme cuenta de que no estaban tomadas al azar, sino que todas ellas tenan algo en comn.Al parecer, Young haba intentado poner en relacin determinadas creencias y leyendas del mundo con un gran ciclo mitolgico que les sirviera de eje. Este gran ciclo, a juzgar por las frecuentes alusiones de Young, sera ms antiguo que el gnero humano. No quise pararme a pensar si mi amigo haba llegado personalmente a esta conclusin o la haba tomado de los viejsimos libros que tapizaban las paredes de su cuarto. Me pas horas enteras estudiando los resmenes de Young sobre el citado ciclo mitolgico. All le cmo Cthulhu haba venido de un espacio inconcebible, situado ms all de los lejanos confines de este universo, y supe de civilizaciones polares y de abominables razas infrahumanas que procedan del negro Yuggoth, que tiene su rbita en el lmite de nuestra dimensin; tambin tuve conocimiento de la espantosa Leng, de su sumo sacerdote que, encerrado en un monasterio, tiene que llevar cubierta la parte de su cuerpo que correspondera a su rostro, y de otra infinidad de blasfemias que apenas se sospechan en el mundo, salvo en determinadas regiones, donde se sabe que son verdad. Me enter de cmo haba sido Azathoth, antes de que dicho caos nuclear fuese despojado de voluntad e inteligencia. Y le lo que contaban del multiforme Nyarlathotep, de los aspectos que puede asumir el Caos Rampante -aspectos que jams hombre alguno se atrevi a describir-, y de cmo se puede vislumbrar un Dhole y del aspecto que presenta si se sigue la tcnica adecuada.Me horroriz la idea de que leyendas tan espantosas pudieran aceptarse como verdad en algn rincn de un mundo supuestamente equilibrado. Con todo, la forma de manejar Young este material indicaba que tampoco l permaneca escptico a este respecto. Apart a un lado el montn de cuartillas y, al hacerlo, mov la carpeta de escritorio. Bajo ella apareci un manuscrito de pocas pginas con el ttulo siguiente: Sobre la iglesia de High Street. Recordando las advertencias de Clothier, lo tom en mis manos para hojearlo.Haba dos fotografas prendidas en la primera pgina. El pie de una de ellas rezaba as: Fragmento de mosaico romano, Goatswood: el de la otra deca: Reproduccin del grabado de la p. 594 del Necronomicn. La primera representaba un grupo como de aclitos o sacerdotes encapuchados depositando un cadver ante un monstruo acurrucado. La segunda era una reproduccin algo ms detallada de esa misma criatura. El monstruo en s era tan absolutamente ajeno a cualquier ser de nuestro planeta, que me es imposible describirlo. Era de forma ovalada, plido y reluciente, sin ms rasgos faciales que una hendidura vertical, acaso la boca, rodeada de arrugas crneas. Igualmente careca de miembros; en cambio haba algo en l que sugera una capacidad plstica de formar rganos o miembros a voluntad. Indudablemente se trataba de una fantasa morbosa nacida de algn cerebro enfermo. Aun as, ambas ilustraciones resultaban tremendamente impresionantes.En la segunda pgina, escrita con esa letra de Young que me es tan familiar, figuraba una leyenda local en la que se vena a decir que los mismos romanos que disearon el mosaico de Goatswood haban practicado ciertos ricos decadentes, sospechndose que algunos ritos de estos haban pasado despus a formar parte de las costumbres de la regin, perdurando hasta la actualidad. Segua un prrafo transcrito del Necronomicn: La Horda del sepulcro no otorga privilegios a sus adoradores. Son escasos en poder, pues slo alcanzan a alterar dimensiones espaciales de pequea magnitud y a hacer tangible nicamente aquello que en otras dimensiones nace de los muertos. Tendrn dominio y potestad dondequiera que fueren entonados los cnticos en loor de Yog-Sothoth, si es la poca propicia, mas pueden atraer a quienes abran las puertas que son suyas, en las moradas sepulcrales. No poseen consistencia en nuestra humana dimensin, mas penetran en la mortal envoltura de los seres terrestres y en ellos se cobijan y nutren mientras aguardan a que se cumpla el tiempo de las estrellas fijas y se abra la puerta de infinitos accesos liberando a Aquel que, tras ella, intenta destrozarla para abrirse camino.A estas frases sibilinas haba aadido Young algunas notas escuetas de cosecha propia: Cf. leyendas de Hungra y de aborgenes australianos. Clothier en iglesia High Street, 17-dicbre. Esta fecha me incit a examinar el diario de Young, cuya lectura haba aplazado por el vivo deseo que senta de curiosear en sus trabajos.Pas rpidamente sus pginas, saltndome todas las anotaciones que parecan no tener relacin con el tema que buscaba. Por fin llegu a la que corresponda al 17 de diciembre. Deca as: Ms sobre la leyenda de la iglesia de High Street. Me ha contado Clothier que en otros tiempos era lugar de reunin para adoradores de dioses impuros y extraos. Tneles subterrneos que conducan a templos de nice, etc. Rumores de que ninguno de los que se arrastran por tales galeras hacia el lugar de culto es un humano. Alusiones a una comunicacin con otras esferas... Y segua en estos mismos trminos. Esto arrojaba poca luz. Continu pasando hojas.Con fecha del 23 de diciembre, encontr una nueva referencia al tema que me interesaba: La Navidad ha hecho recordar ms leyendas a Clothier. Me ha hablado de un curioso rito de fin de ao que se practicaba en la iglesia de High Street. Al parecer, estaba relacionado con ciertos seres de la necrpolis enterrada bajo la iglesia. Dice que todava se celebra en Nochebuena, pero que, realmente, l no lo ha presenciado nunca.A la noche siguiente, segn el diario, mi amigo haba ido en persona a la iglesia: En la escalinata del atrio se haba congregado una multitud. No llevaba luces, pero la escena estaba iluminada por unas formas globulares que desprendan una extraa fosforescencia y flotaban en el aire, alejndose cuando me acercaba yo, por lo que no pude identificarlas. Luego, la multitud, dndose cuenta de que yo no era de los suyos, me amenaz y vino por m. Ech a correr. Me persiguieron, pero no s a ciencia cierta qu era lo que me persegua.Despus venan unas pginas en las que no haba ninguna alusin a este tema. El 13 de enero, Young haba escrito esto: Clothier me ha confesado por fin que l fue obligado una vez a tomar parte en ciertos ritos. Me ha aconsejado que abandone Temphill y me ha dicho que no debo visitar la iglesia despus de oscurecer porque puedo despertarlos, y acaso me visitaran despus... y desde luego, no se trata de seres humanos! Me parece que se est volviendo loco.A partir de aqu, se pas nueve meses sin volverse a ocupar del asunto. El 30 de septiembre escribi que tena intencin de visitar la iglesia de High Street esa misma noche. A continuacin, con fecha del 1 de octubre, haba varias frases escritas evidentemente con precipitacin: Qu deformidades, qu perversiones csmicas! Casi demasiado monstruosas para la razn humana! Todava no puedo dar crdito a lo que vi al bajar por aquella escalinata de nice que conduce a las criptas. Qu manada de horrores!... He intentado marcharme de Temphill, pero todas las calles van a desembocar a la iglesia. Creo que me estoy volviendo loco. Luego, al da siguiente, mi amigo haba garabateado estas palabras desesperadas: No puedo salir de Temphill. Ahora todas las calles desembocan en mi casa. Este es el poder de los que estn al otro lado. Quiz Dodd pueda ayudarme. Y luego, finalmente, el borrador inacabado de un telegrama dirigido a mi nombre, que no lleg a enviar:Ven a Temphill inmediatamente. Necesito tu ayuda... Aqu terminaba el diario, en una lnea de tinta que ondulaba hasta el borde de la pgina, como si hubiera dejado de serpear la pluma hasta fuera del papel.Y eso era todo, excepto que Young haba desaparecido. Se haba esfumado. Y el nico indicio de su paradero era el que estas notas apuntaban: la iglesia de Hig Street. Pudo haber ido all, y, al meterse en algn recinto sin salida, quedarse aprisionado? En tal caso, quiz poda llegar a tiempo de salvarle. Sal precipitadamente de la casa, sub al coche y arranqu.Torc a la derecha y enfil por South Street arriba, hacia Wool Place. No haba ningn otro coche en las calles; tampoco vi ninguno de esos grupos de ociosos que suele haber en los pueblos al terminar la jornada. Resultaba curioso, adems, el que las casas no tuvieran luz. El parterre central de la plaza, totalmente descuidado, protegido por una barandilla herrumbrosa, tena un aspecto inquietante y desolado a la luz de la luna que ya empezaba a asomar por encima de las buhardillas. El ruinoso barrio de Cloth Street era menos acogedor an. Una o dos veces, me pareci ver unas siluetas que salan sigilosas de las puertas; pero tan fugaz era aquella impresin, que ms me parecieron engao de los sentidos que seres reales. Sobre el pueblo entero flotaba una intensa atmsfera de desolacin, particularmente en los oscuros callejones flanqueados de casas estrechas y sin luz. Finalmente, entr en High Street. La luna pareca una diadema suspendida sobre el campanario de la iglesia, y al detener el coche al pie de la escalinata, el satlite se hundi tras el negro campanario como si la iglesia lo hubiera arrancado del firmamento.Al subir por la escalinata, me di cuenta de que los muros que me rodeaban eran de roca viva y estaban llenos de grietas y oquedades en donde brillaban perladas telas de araa. Los escalones estaban cubiertos de un musgo resbaladizo que haca muy desagradable mi subida. Por encima de la escalinata colgaban las ramas de unos rboles pelados. Una luna gibosa que oscilaba en los abismos del espacio iluminaba la iglesia. Las ruinosas lpidas, invadidas por una vegetacin moribunda, arrojaban extraas sombras sobre la yerba plagada de hongos. Era raro: a pesar de que la iglesia mostraba su evidente abandono, flotaba en ella algo as como una presencia. Y era tan intensa esta sensacin, que casi esperaba encontrarme con alguien, al entrar. Qu se yo! ... Con algn guardin o con algn devoto...Haba trado conmigo una linterna para alumbrarme en el interior de la iglesia, que yo, supona en completa tiniebla, pero me encontr con que reinaba all cierto resplandor iridiscente, debido quiz a la luna que se filtraba por las ventanas ojivales. Recorr la nave central y enfoqu la linterna sobre las filas de bancos. En el polvo no haba seales de que nadie hubiera estado all ltimamente. Unos volmenes amarillentos que contenan himnos se apilaban contra una columna, adoptando formas grotescas y confusas de seres acurrucados, abandonados all desde tiempo inmemorial. Por todas partes se vean bancos deteriorados por los aos; en el aire cerrado flotaba cierto olor a corrupcin.Segu avanzando hacia el altar. El primer banco de la izquierda estaba levantado por un extremo. Ya haba observado anteriormente que algunos bancos se inclinaban en ngulos inslitos, pero ahora vi que, bajo el primer banco, el mismo suelo estaba levantado, mostrando una estrecha franja de negrura. Comprob que poda mover el banco, y lo empuj hacia atrs, aprovechando la circunstancia de que el segundo estaba bastante alejado del primero. As qued al descubierto una trampilla rectangular que, una vez abierta del todo, revel un vaco negro como boca de lobo. A la luz amarillenta de mi linterna, distingu un tramo de escalera hincado entre unas paredes que rezumaban humedad.Vacil ante el borde del abismo, mirando inquieto a mi alrededor. Me decid, por fin, y comenc a descender con la mxima cautela. No se oa ms que un constante gotear en aquel tnel que se hunda en la tierra. Las paredes, ceidas a la escalera de caracol, relucan perladas de gotitas. Unas sabandijas reptantes y negras, aterradas por la luz, escaparon veloces buscando refugio en las grietas. Al cabo de un tiempo, observ que los peldaos no eran ya de piedra, sino que estaban labrados en la tierra misma, y sobre ellos crecan unos hongos carnosos, hinchados y enfermos. El techo de aquel subterrneo, sostenido por arcos rudimentarios y endebles, me llenaba de un desasosiego invencible.No podra decir cunto tiempo dur mi descenso bajo aquellos arcos inseguros. Finalmente, uno de ellos se prolong en un tnel gris. A partir de aqu, los peldaos, respetados por el tiempo, mostraban an el agudo filo de sus bordes... porque estaban tallados en la misma roca, en una roca de extrao color, que resaltaba a pesar del barro con que la haban manchado los pies que descendieran por all. Con la linterna en alto, observ que la pendiente se haca menos pronunciada, como si estuviese llegando al final de la escalera. Al darme cuenta, me embarg una sensacin intensa de incertidumbre e inquietud. Una vez ms, me detuve a escuchar.No se oa nada, ni abajo ni arriba. Reprimiendo mis temores, me lanc adelante, resbal en un peldao y baj rodando lo poco que faltaba hasta el pie de la escalera. Al levantarme, me encontr con que haba ido a parar junto a una estatua grotesca de tamao natural que pareca mirarme como deslumbrada por el fulgor de la interna. Con ella haba otras cinco formando fila, y de cara a stas, haba otras seis ms, idnticas, igualmente repulsivas, esculpidas con tal arte, que daban una impresionante sensacin de realidad. Apart la mirada, me levant del suelo, y enfoqu la linterna hacia las tinieblas que se abran ante m.Ojal pudiera borrar de mi memoria lo que vi! Hasta el fondo, poblado de sombras, de aquellas bvedas inmensas y bajas, se extendan interminables hileras de lpidas grises, y en cada una de ellas, con la cara hacia el techo, yaca un cadver amortajado. Y en los muros de la cripta se abran nuevos arcos de los cuales arrancaban otras escaleras de caracol que llevaban ms abajo an, hacia inconcebibles profundidades subterrneas. Esas escaleras me helaron la sangre, ms an que el macabro espectculo que tena ante m. Me estremec ante la idea de buscar los restos de Young entre los cadveres que yacan en las losas; pues, sin saber por qu, me senta convencido en el fondo de que el cuerpo de mi amigo descansaba, con ojos abiertos y sin vida, sobre alguna de aquellas lpidas grises. Procur dominar mis nervios y empec a buscar. Ya me haba aventurado a caminar entre las filas de sepulcros, cuando un sonido repentino me dej paralizado.Fue un silbido que se elev lentamente en la oscuridad, all en el fondo, delante de m. Luego sonaron unos ruidos ms roncos y violentos, y fueron aumentando todos a la vez, como si se fuese acercando la causa que los provocaba. Clav la mirada, aterrado, en el punto de donde parecan provenir aquellos ruidos extraos. Son entonces como una explosin prolongada y apareci en las tinieblas, flotando, un crculo de luz verdosa, plida y difusa, de dimetro escasamente mayor que el de una mano. Esforzaba yo mi vista por distinguirlo, cuando el crculo de luz desapareci. Pero a los pocos segundos, volvi a aparecer, tres veces mayor que antes... y durante unos momentos de pesadilla vislumbr, a travs de l, un paisaje infernal y remoto, como si me hubiera asomado a una dimensin absolutamente extraa por una ventana abierta! Retroced espantado, y la luz se eclips; pero al instante volvi a aparecer con brillo renovado. Y entonces, en contra de mi voluntad, contempl una escena que se grab de manera imborrable en mi memoria.Era un extrao paisaje dominado por una estrella temblorosa. Por el cielo, a la deriva, navegaban unas nubes de forma elptica. La estrella, de la cual proceda el resplandor verdoso, derramaba su luz glauca sobre un paisaje de rocas negras, enormes, triangulares, dispersas entre inmensos edificios metlicos en forma de globos. Casi todos estos edificios parecan en ruinas. De su parte inferior haban sido arrancadas planchas enteras, dejando al aire las vigas mondas y retorcidas, fundidas parcialmente por alguna energa inimaginable. El hielo reluca con verdes reflejos en las grietas de las vigas. Y de las profundidades de aquel cielo tenebroso, caan grandes copos de nieve teida de rojo, que iban a posarse en el suelo o entraban sesgados por las grandes hendiduras de las paredes.La escena se mantuvo durante unos instantes. De improviso, surgieron del fondo unas formas vivas, horriblemente blancas, gelatinosas, que avanzaron, a saltos grandes y torpes, hacia el primer plano de la escena. Seran unas trece, y vi -helado de terror- cmo se acercaban al borde del crculo de la luz y cmo, atravesndolo, se precipitaban en la cripta donde me encontraba yo!Ech a correr hacia las escaleras y, como en un sueo, vi saltar aquellas formas horrendas por entre las estatuas, y vi cmo se diluan los contornos de aquellas estatuas y cmo empezaban a moverse. Entonces, rpidamente, una de aquellas horribles criaturas se abalanz sobre m, y sent que algo fro como el hielo me tocaba en una pierna. Grit... y por fortuna, me hund en la negra noche de la inconsciencia.Cuando despert por fin, me hallaba en el suelo, entre dos lpidas, a cierta distancia del lugar donde haba cado. Tena un sabor de boca horriblemente amargo. La cara me arda de fiebre. Ignoraba durante cunto tiempo haba permanecido en el suelo, sin conocimiento. Mi linterna estaba an encendida donde haba cado, lo que me permiti distinguir a duras penas mi alrededor. El crculo de resplandor verdoso, ventana de pesadillas, haba desaparecido. Acaso mi desvanecimiento obedeca tan slo a los olores nauseabundos o al macabro espectculo de este pudridero subterrneo? Entonces me di cuenta de la presencia de un hongo repugnante y extrao que, desparramado por el suelo, me haba subido por la ropa formando colonias... Lo cierto es que no lo haba visto antes, y no saba cmo pudo brotar as, aunque prefera no pensar en ello. Sent tanto miedo al verlo, que me puse en pie de un brinco, agarr la linterna y me lanc a subir atropelladamente las tenebrosas escaleras por las que haba bajado a ese pozo de horror.Trep febrilmente, chocando contra las paredes, tropezando en los peldaos y en los mil obstculos en que parecan materializarse las sombras. Por ltimo llegu a la iglesia. Hu por la nave central, abr de un empujn la puerta chirriante y baj sin aliento la escalinata poblada de sombras, hasta el coche. Intent frenticamente abrir la portezuela, pero el coche estaba cerrado. Lo haba cerrado yo. Me rasgu los bolsillos registrndome... en vano! No tena las llaves. Las haba perdido en aquella cripta infernal de la que tan milagrosamente acababa de escapar. Sin las llaves, el coche quedaba intil... y por nada del mundo volvera a entrar a buscarlas en la embrujada iglesia de High Street.Dej el coche. Corra por la calle, dispuesto a tomar Wood Street y salir al campo abierto, al azar, pues prefera ir a cualquier parte antes que el maldito pueblo de Temphill. Ech por High Street abajo, hacia la Plaza del Mercado. La luz plida de la luna se funda con la de una farola alta y mortecina. Atraves la plaza y me met por Manor Street. A lo lejos divis los bosques en donde desembocaba Wood Street. La calle trazaba una amplia curva, despus de la cual dejara atrs Temphill. Me lanc a la carrera por las calles angostas, sin preocuparme por la niebla que comenzaba a espesar, ocultando las laderas boscosas que constituan mi objetivo y desdibujando el paisaje que asomaba por encima de las casas.Corra ciego, desatado, pero no consegua acortar la distancia que me separaba de las colinas. Y de pronto, vi horrorizado las siluetas destartaladas de las buhardillas de Cloth Street, que deba haber dejado atrs haca rato, al otro lado del ro. Un momento despus, me hallaba de nuevo en High Street, ante los gastados peldaos de la iglesia maldita, junto al coche aparcado en la rotonda. Estaba temblando con todo mi ser. La cabeza me daba vueltas. Me apoy en un rbol, tom aliento y, sollozando de horror, con el corazn saltndome del pecho, me lanc otra vez hacia la Plaza del Mercado y cruc el ro nuevamente. Oa tras de m una vibracin espantosa, un silbido apagado que inmediatamente reconoc con indecible horror. Comprend que estaba siendo objeto de una terrible persecucin...No vi el automvil que se acercaba. Slo tuve tiempo de saltar hacia atrs. El coche me arroll, sin embargo, y perd el conocimiento.Me despert en el hospital de Camside. El coche que me haba atropellado iba conducido por un mdico que regresaba a Camside por Temphill. El fue quien me sac, con un brazo roto e inconsciente an, de ese pueblo maldito. Escuch mi relato -al menos, lo que me atrev a contarle- y fue a Temphill a recoger mi coche, pero no lo encontr. Tampoco encontr a nadie que me hubiera visto a m o a mi coche, ni hall los libros, los papeles y el diario que yo le en el nmero 11 de South Street, ltimo domicilio de Albert Young. De Clothier, no hall ni rastro. El vecino de al lado le dijo que se haba ido de viaje y que seguramente tardara mucho tiempo en volver.Quiz tengan razn cuando dicen que he sufrido una alucinacin progresiva. Quiz, tambin, haya estado delirando cuando, al recobrarme de la anestesia, sorprend a los mdicos cuchicheando sobre la forma en que aparec en el camino para meterme bajo las ruedas del coche... y hablando de esos hongos extraos que tena pegados en la ropa, que me haban invadido la cara y se me adheran a los labios como si brotaran de ah!Puede ser. Pero ahora que ya han pasado meses y el solo recuerdo de Temphill me llena de aversin y de horror, pueden explicarme por qu me siento irresistiblemente atrado por esa poblacin, como si fuese la meca hacia la cual debo orientar mi camino? Les he suplicado que me encierren, que me encarcelen, que hagan algo; y ellos se limitan a sonrer, a tratar de calmarme, a asegurarme que todo se resolver por s mismo... Argumentos necios, palabras tranquilizadoras que no me engaarn, palabras intiles y vanas frente a la atraccin de Temphill y los fantasmales ecos de los silbidos que me invaden en sueos y aun despierto!Har lo que debo hacer. Prefiero morir, a seguir soportando este horror inenarrable...Documento adjunto al informe redactado por P. C. Villars sobre la desaparicin de Richard Dodd, Gayton Terrace 9, W. I. El manuscrito, de puo y letra de Dodd, fue hallado en su dormitorio despus de su desaparicin.

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