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Luis Arturo Sánchez Domínguez. Ponencia del III Encuentro internacional de Estudios Socio-Religiosos, Cuba 2001.
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La Iglesia Mexicana y las Iglesias Católicas Apostólicas Independientes de
América.
Luis Arturo Sánchez Domínguez
Resumen:
Esta ponencia, que mostrará los resultados de una investigación realizada entre 1995 y 1997, reseña la
forma en la que de manera recurrente aparece la iniciativa de crear de una iglesia nacional mexicana y su
resultado final con el reconocimiento oficial de una iglesia independiente, señalando su consolidación en
relación a seis manifestaciones milagrosas. Se trata de seis milagros eucarísticos que acompañan su
lucha e independencia de la Iglesia Católica Apostólica Romana en México. Se mostrarán, por un lado,
las condiciones militantes y beligerantes de este movimiento conservados de la liturgia romana que
incorporó en su discurso del pasado histórico, místico y mágico de México ; y por el otro, las alianzas
entre ésta y otras iglesia independientes de América, identificando su necesidad de mutuo
reconocimiento.
La idea de crear una iglesia nacional fue producto de una larga historia de disputas por
el poder político entre la religión y el Estado. La Iglesia Católica Apostólica Mexicana es
hoy una iglesia independiente, registrada y reconocida como asociación religiosa por el
gobierno de México desde 1993. Se consolidó a finales de los años 70, justificado su
existencia en el designio de lo sobrenatural con la presencia del cuerpo y la sangre de
Cristo. Para algunos de los asistentes a sus servicios, muy pocos detalles les hacen
saber que participan en una iglesia no autorizada por la jerarquía Católica Apostólica
Romana en México.
"Los Domingos está llena, los sacerdotes visten sotana, unas monjas con hábitos
atienden las oficinas y no advierten nada a la hora de apartar el templo para una boda.
En las paredes hay imágenes con la Virgen de Guadalupe, santos, ángeles y hasta el
Papa con su líder José Camargo.
Sólo unos leves detalles marcan la diferencia: durante la misa los sacerdotes dan
siempre la espalda a la gente, consagran la hostia en latín, el rito de la misa es un
poco distinto, algunas mujeres entran con velos en la cabeza y sí uno se fija bien,
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puede notar los colores patrios en ángeles con alas verdes blancas y rojas o escudos
con águilas reales comiendo serpientes.”1
Los antecedentes de una iglesia nacional mexicana.
El proyecto de una iglesia nacional aparece repetidas veces desde la Independencia en
1810, hasta la Constitución de 1917. Los constantes enfrentamientos entre la jerarquía
eclesiástica con el Estado fueron el motivo, y aunque nunca se concreto como una
religión de estado, esta idea si tuvo un relativo éxito.
En 1859, cuando aparecieron las Leyes de Reforma, diversos grupos
propusieron la creación de iglesias cismáticas. Un ejemplo es Melchor Ocampo quien
promovió el Culto Reformista apoyado por miembros del bajo clero. Con ayuda del
padre Rafael Díaz Martínez logró establecer dicho culto en los templos de la Merced y
La Santísima, pero estos servicio religioso desaparecieron en 1861.2
Las iniciativas cismáticas también se generaron en algunos otros estados como
en Tamaulipas. En el periódico El Monitor Republicano del 15 de julio de 1861, se
dieron a conocer los estatutos de la primera Iglesia Católica Apostólica Mexicana,
conformada por dos parroquias en aquel estado. Su principal propósito, expresado en
dicha publicación, era combatir el fanatismo religioso desde el mismo clero. Poco se
sabe sobre el éxito de esta iglesia y de su párroco Ramón Lozano, pero el hecho es
que constituye el primer caso registrado en México y en toda Latinoamérica.3
Su aparición se encuentra íntimamente relacionada con el sentir internacional en
materia religiosa que discutía el poder temporal de la iglesia, la condenación del
celibato eclesiástico, el pago de servicios religiosos y la aceptación del matrimonio civil.
Como proyecto de Estado, el que más se acercó a la formalización de la iglesia
nacional fue Maximiliano de Habsburgo: fue el último en tratar de concretar un
patronato eclesiástico con Roma para tutelar las actividades religiosas en México; y con
1 Marcela Turati, “Los 70 más buscados sacerdotes “falsos”, Reforma, México, lunes 23 de Agosto de 1999, pág. 16-A.2 "Carta dirigida al Pbro. Rafael Díaz Martínez por Don Melchor Ocampo", Veracruz, México, 25 de octubre de 1859. Documento reproducido en: Arnulfo Hurtado, Pbro., El cisma mexicano, Editorial Buena Prensa, México, 1956, págs. 13-14.3 Abraham Téllez Aguilar, "Una iglesia cismática mexicana del siglo XIX", en: Historia moderna y contemporánea 13, IIH-UNAM, México, 1990, pág. 254.
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él, se perdió la última oportunidad de convertir a la religión católica en oficial y exclusiva
del Estado.4
Durante la revolución mexicana, el General Plutarco Elías Calles promovió esta
idea. Siendo gobernador de Sonora reemplazó a los religiosos con otros que aceptaron
formar una iglesia independiente. Uno de sus colaboradores fue Joaquín Pérez Budar,
quién como capellán del panteón Francés invitó a los sacerdotes disidentes a ser parte
de la nueva iglesia.5
En 1920 fue electo como presidente el General Obregón. Con su llegada se
agudizaron los problemas religiosos dado que en su elección existió un compromiso
político con los protestantes. Dos de sus colaboradores, Luis N. Morones y Ricardo
Treviño, tuvieron dentro de sus tareas la de establecer la iglesia mexicana. Así, la
segunda Iglesia Católica Apostólica Mexicana se inició el 18 de febrero de 1925 cuando
fue tomado por la fuerza el templo de La Soledad del barrio de San Lorenzo, en el
Distrito Federal. El Patriarca de la nueva iglesia fue antes mencionado Joaquín Pérez.
Tras la ocupación violenta de ese templo fueron reubicados en el Templo de Corpus
Christi, frente a la Alameda Central.6
Esta nueva iglesia se fortaleció con el patrocinio y la sucesión apostólica de la
Iglesia Vieja Romana7, tomando el nombre de Iglesia Católica Apostólica Ortodoxa
Mexicana. En esta iglesia se ordenó a una decena de religiosos con títulos
rimbombantes para diferentes estados de la república, bajo los ideales de las históricas
iglesias nacionales europeas.8
En 1931 murió el patriarca Pérez y fue substituido por Don Eduardo Dávila
Garza. Bajo la dirección de éste, la iglesia mexicana consagró a más de 15 nuevos
sacerdotes, los cuales le protestan fidelidad al Estado a condición de ser dotados de
4 Patricia Galeana de Valadés, Relaciones Iglesia-Estado durante el segundo imperio, IIH-UNAM, México, 1991.5 José Camargo Melo, Mons., En la mira de los ciegos: una Hostia Sangrante en México D.F., Publicación de la Iglesia Católica Apostólica Mexicana. México, 1987, pág. 77.6 "Proceso original del asalto al templo de La Soledad en marzo de 1925, por le padre Monge y otros", Documento del archivo de la Liga Nacional en Defensa de la Libertad Religiosa (primera parte), Instituto de Investigaciones Históricas, UNAM, México (archivo microfilmado).7 Creada en Holanda de 1741, la Iglesia Vieja Romana fue una de las primeras iglesia católicas independientes de Europa.8 Jesús Gutiérrez García, Pbro., Christus, México, octubre de 1955, pág. 825.
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recintos para oficiar; pero, terminado el conflicto Cristero de 1926, el Estado no tomó
más en cuenta a las comunidades religiosas, haciendo de su labor un caso aparte.
El 12 de diciembre de 1933, Eduardo Dávila fue coronado Primer Papa
Mexicano, pero su pontificado pasó por una gran cantidad de problemas a pesar de
contar con el apoyo de la Iglesia Católica Liberal Mexicana, con sede en los Estados
Unidos y la ya mencionada Iglesia Vieja Romana.9 Su consagración como Obispo no ha
podido establecerse con claridad y no se tuvieron noticia de él y su iglesia mexicana
hasta 1980, cuando fue consagrado como sucesor el Padre Mercedario José Camargo
Melo, en el centro de la controversia de los milagros de la hostia sangrante de 1978.
El santuario eucarístico.
Como se ha visto la idea de crear una iglesia católica mexicana fue producto de
pugnas internas entre las altas jerarquías y el curas más pobres, pero su
contemporánea vitalidad esta relacionada con el poder sobrenatural del rito eucarístico,
que tiene la cualidad de convencer a los creyentes y contradecir las decisiones
humanas de la iglesia.
La vida religiosa de una colonia de clase media y baja al oriente de la Ciudad de
México se transformó con la llegada de un nuevo cura que terminó la construcción y la
decoración de su parroquia.
El sacerdote José Camargo Melo—ordenado después de los cambios litúrgicos
del Concilio Vaticano Segundo— mando construir una imagen mecánica de la Virgen
de Guadalupe en la que aparecía una hostia en sus manos en el momento de la
consagración, de forma muy semejante a la asociación medieval de la madre
humanidad con Cristo del siglos XVI.10
Bajo su dirección las celebraciones religiosas del templo de Nuestra Señora de
Guadalupe, conocido como La Lupita, se realizaron como grandiosos espectáculos,
buscando conmover a los creyentes con el impacto visual, con un esquema semejante
al del siglo XIII cuando se inició la devoción al sacramento eucarístico.11
9 Arnulfo Hurtado, Pbro., op. cit., págs. 50-59.10 En el siglo XVI, el Concilio de Trento afianzó la doctrina de la iglesia asegurando la verdadera y real presencia de Cristo en la eucaristía.11 Desde finales de la Baja Edad Media fueron conocidos los milagros en los que el pan se transformaba
4
Un Jueves Santo 1978 aconteció el milagro. La iglesia mexicana sostiene que en
esta fecha, día de la institución de la eucaristía y conmemoración de la anunciación y
encarnación del verbo, “una hostia consagrada se convirtió material y físicamente en
carne y sangre, como lo demostraron evidentemente los estudios de altísima técnica
científica de nuestro tiempo, ante la fe de los notarios 58 y 35 del Distrito Federal”.12
La hostia expuesta ese Jueves Santo presentó unos pequeños puntillos rojos
que fueron entendidos como un milagro de la transustanciación.13 El padre Camargo
mantuvo en secreto por algún tiempo este hecho antes de informar a las autoridades
del Arzobispado de México, aprovechando la espera para realizar una serie de análisis
clínicos al milagro con el fin de probar que era científicamente verdadero; pero, sus
acciones generaron la desconfianza del Arzobispado, que al enterarse del proceso optó
por no constatar el hecho, recomendando no difundir lo acontecido y continuar con las
averiguaciones.
A pesar del acuerdo, el milagro se hizo público, por lo que el Arzobispado
resolvió informar a nivel nacional la no constancia del milagro, pidiendo de inmediato la
remoción de su cargo al padre Camargo Melo.
El milagro rápidamente se difundió entre los fieles. Por las tardes, en el interior
del templo, fueron proyectadas diapositivas con la imagen del vaso que contenía los
restos de la hostia. En esas reuniones también se mostraban los certificados clínicos
realizados a la sangre y se enseñaba la tradición religiosa de la eucaristía rescatando
el misterio sobrenatural olvidado en este siglos tras la aparición del Concilio Vaticano
Segundo.14 Realizaron misas especiales para recibir el sacramento en La Lupita, que la
voz popular aseguraba "curaba todas las enfermedades".15 También se hicieron
en carne ensangrentada. (Peter Browe, "Die Eucharistischen Wunder des Mittelalters", Bresluer Studies zur Historischen Theologie NF 4, Breslau, Müller and Seiffert, 1938. Citado por Caroline Walker Bynum, "El cuerpo femenino y la practica religiosas de la Edad Media", en: Michel Feher, Romana Naddaff y Nadia Tazi (comp.), Fragmentos para una historia del cuerpo, primera parte, Taurus, México 1991, pág. 166)12 José Camargo Melo, 1994, Señales definitivas, Revista de la ICAM, México, pág. 113 El misterio por el cual las especies del pan y el vio se transforman en el cuerpo y la sangre de Cristo.14 Fue un Concilio que reformó la liturgia de la Iglesia Católica, entendiendo que este tremendo sacrificio de la eucaristía podría mostrarse tan grande que no todos los cristianos lo aceptara en su humanidad y atrocidad, prefiriendo interpretarlo como un símbolo o como una figura. ( Piero Camporesi, "La hostia consagrada un maravilloso exceso", en: Michel Feher, Romana Naddaff y Nadia Tazi (comp.), Fragmentos para una historia del cuerpo, primera parte, Taurus, México, 1991, pág. 163-225.15 El Concilio Ecuménico de Florencia de 1438 a 1445 dio cuenta de los placeres y beneficios físicos de
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carteles que anunciaban el milagro, para ser colocados en las ventanas de los hogares
de los feligreses.
En 1979, El Papa Europeo Gregorius XVIII, Patriarca del Palmar de Troya de la
Orden de los Carmelitas de la Santa Faz, respondió a la carta de una mujer mexicana
que le habló del milagro de la hostia sangrante de México. En esta carta el Santo Padre
se mostró prudente ante los hechos, pero le ofreció de inmediato una consagración
como Obispo al sacerdote y la posibilidad de que su templo formara parte de su
hermandad. Anexó en su respuesta los datos del Padre Antonio Celis el cual afirma
sigue como ellos la tradición de la Misa Tridentina y es parte de su seguidores en
México.16 El padre Celis fue miembro de la Iglesia Mexicana del templo de Corpus
Cristi. Tras la muerte de Patriarca Pérez, muchos de los sacerdotes cismáticos se
dispersaron por toda la república entre ellos Mos. Eduardo Dávila. Se dice que Dávila
intentó reintegrar a la iglesia mexicana y ordeno como Obispo Sucesor a Alejandro
Orozco, quien también reapareció con el milagros de la hostia sangrante reclamando
su sitio.17
Una de las primeras acciones emprendidas por el párroco José Camargo y su
feligresía fue el gestionar el reconocimiento Papal del milagro (ya que el Arzobispado
de México lo había negado) pero tampoco contaron con el apoyo de las autoridades
eclesiásticas. La insistencia en su veracidad llevó a Camargo Melo hasta Roma para en
audiencia colectiva entregar personalmente al Santo Padre la información que él mismo
había escrito y recopilado en un libro llamado Una Hostia Sangrante en México Distrito
Federal. 18
A la par de sus gestiones se generaron una tras otra las manifestaciones
milagrosas, que de pequeñas gotas cambiaron a grotescos trozos de carne y sangre
comer y beber el cuerpo de Cristo, asegurando que la eucaristía diviniza por participación. ( José Ferraro, Teología de la liberación: ¿Revolucionaria o reformista?, Ediciones quinto Sol-UAM, México, 1992, pág. 130)16 "Carta a la señora Doña María Renner de Cuevas del Papa Gregorius XVIII", 27 de abril de 1979, Reproducida en: José Camargo Melo, Duro de creer: una Hostia Sangrante, Publicación de la Iglesia Católica Apostólica Mexicana, México, 1991, págs. 828-832.17 José Flores T., "Expulsaremos de los templos a los sacerdotes rebeldes", en: Quehacer político, México, mayo 19 de 1991.18 José Camargo Melo, Pbro., Una Hostia Sangrante en México D.F.; lo que dijo la mitra , hechos y pruebas científicas, Editado por la Iglesia Católica Apostólica Mexicana, México, 1979.
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seca. Camargo explicó que estas señales apoyaron la continuidad de su trabajo y
contribuyeron a reanimar el interés inicial de la comunidad en los momentos que
decaía.
El 5 de junio de 1980, sucedió la segunda manifestación divina un Jueves de
Corpus Cristi. Durante ese año Camargo fue a Roma cinco veces para dar aviso del
milagro y pedir apoyo. En sus viajes fue acompañado por miembros de la comunidad
los cuales conocieron de cerca el milagro de Lanciano, asumiendo una actitud de
inconformidad al saber que ese milagro si fue reconocido por la iglesia, aunque en el
siglo XIII.19
Regresando de Roma, conoció según su declaración a Eduardo Dávila,
aceptando la consagración como Obispo para defender el milagro, acto seguido,
seleccionó a los jóvenes más piadosos de la comunidad para iniciar su propia
comunidad de religiosos y religiosas. Sus primeros seminaristas recibieron su
instrucción en los Estados Unidos con el apoyo de Mons. Marcel Lefebvre, uno de los
sacerdotes más conocidos al oponerse a los cambios litúrgicos del Concilio Vaticano
Segundo. Los seminaristas mexicanos no terminaron su formación allá por que el
ahora Obispo Camargo fundó su propio Seminario en el estado de Morelos, después
de lo cual, informó a Roma de su retiro definitivo de la iglesia.
El hecho milagroso se convirtió en acto de fe para la comunidad: el no defender
su iglesia era sinónimo de ser ateo, pero el verdadero a poyo a la iglesia mexicana
estaba en la fe en los milagros y los cambios que ellos traían a sus vidas.
Por otra parte, la Iglesia Católica Romana emprendió una la lucha legal
por el inmueble que estaba bajo la tutela del padre Camargo. Con el apoyo de
la Secretaría de Gobernación clausuró el templo e instaló una capilla provisional a
unas cuantas casas de éste. Al tiempo en que se hacían las averiguaciones en
torno al inmueble de La Lupita, se iniciaría la disputa por otras dos parroquias en las
que ahora oficiaban los nuevos sacerdotes de la iglesia mexicana. Los nuevos curas
cismáticos ofrecieron sus servicios en comunidades que no contaban con un
19 Los milagros eucarísticos más famosos son: Lanciano del 700 y 1273; Gerona, 1297; Cebrero, 1300; Siena, 1330; Andorra, 1331, Cimballa, 1348; Brúcelas, 1369; Turín, 1453; Alcalá, 1936; Stich 1971 y México 1978, aunque se conocen al rededor de 130 casos en donde el cuerpo de Cristo tomó la forma real de carne y sangre.
7
párroco fijo, apoyándose en grupos con poder local como mayordomos y
cofrades para consolidar el culto. De esta manera aumento el número de
creyentes en los milagros y nuevas parroquias se incorporaron a la iglesia
mexicana.
El tercer milagro fue un 9 de marzo de 1984, presenciado por el ahora Obispo
José Guadalupe Alcalá Gallegos, el cual avivó la participación en los 20 meses de las
disputas por el templo de Guadalupe con la iglesia romana.
Una cuarta hostia se convirtió en sangre un Jueves Santo de 1986, en presencia
del grupo de religiosas de la iglesia mexicana, las monjas de la Hermandad de la
Preciosa Sangre.
El proceso legal llevó a Camargo Melo a la cárcel en 1991 acusado de despojo y
de usurpación de personalidad. Al final de las averiguaciones, fue puesto en libertad y
declarado inocente. El fallo fue a favor de la Iglesia Mexicana y de su Obispo Monseñor
Camargo Melo, puesto que fue fácilmente probada la existencia de su denominación
desde 1925 y el apoyo de su comunidad con más de 7 mil firmas lograron la
adjudicación del inmueble a su favor. El arzobispado pagó su acusación con una
disculpa y un cheque en blanco a favor de Camargo y de su iglesia mexicana.
Las iglesias independiente de América
El apoyo político de las iglesia independientes de América para con la Iglesia Mexicana
fue dado por la Iglesia Católica Apostólica Brasileña y la Iglesia Católica Apostólica
Disidente de la Argentina.
La Iglesia Disidente de la Argentina al saber de la existencia de los milagro de la
hostia sangrante de México y la situación de su santuario estableció relaciones con la
Iglesia Mexicana, bajo la iniciativa de formar un frente común como Iglesia
latinoamericana.
En 1989, Mons. Bruno Tinivelli Fagelli de Buenos Aires, Argentina, estuvo en México
para la consagración como Obispo de José Roberto Álvarez Barajas, el cual había sido
ordenado por Mons. Camargo en 1983.
Posteriormente, el 22 de junio de 1991, El padre Pedro Álvaro Andrade Aregui,
8
visito la hostia sangrante y recibió en señal de amistad un relicario con la hostia 1986
(la 4º Manifestación) y un tubo de ensayo que contuvo el liquido que le fue extraído a
esa hostia y que después de algunos días seguía mostrando elementos sanguíneos.
De regreso en Argentina el periódico Flash reseñó su vista a México con el titulo "Una
hostia Azteca produce milagros"20 En esta nota el Padre Pedro declaró su apoyo a la
iglesia mexicana en su disputa con la iglesia romana por la posesión de más de 100
templos, resaltando la posibilidad de que la hostia sangrante fuese llevada a Roma.
Esta iglesia argentina se ha dedicado a atender problemas sociales. Apoyan a
un promedio de 600 personas entres niños, discapacitados, madres solteras y
enfermos en 6 casas hogar. Según las declaraciones del prelado argentino, la hostia ya
estaba haciendo milagros entre su feligreses.
Para la bodas de plata de Monseñor Camargo Melo, 9 de julio de 1991, llegaron
a México: Mons. Bruno Tinivelli Fagelli, representante de Argentina; Mons. Justo Roque
González, representante del a Iglesia Católica Apostólica Norteamericana; Mos.
Joswaldo Pereira de Oliveira de la ciudad de Fortaleza, Brasil y el Patriarca de la
Iglesia Católica Apostólicas Nacionales, Mons. Don Luis Frenando Castillo Méndez de
la ciudad de Brasilia.
La Iglesia Católica Apostólica Brasileña fue creada por Mons. Carlos Duarte
Costa. En 1936, el padre Duarte solicito al Papa Pío XI aprobara una serie de
modificaciones a la liturgia y a la administración general de la iglesia Brasileña, cuando
era Vicario General de la Arquidiócesis de Río de Janeiro. Su propuesta fue rechazada
a pesar de que años más tarde el Concilio Vaticano II incluyera muchas de sus ideas.
Según escribió Mons. Camargo Melo, Duarte Costa fue engañosamente destituido en
1937, cuando sin saberlo firmo su renuncia, misma que fue aceptada en Roma y como
consecuencia fue nombrado Obispo Titular de Maura. En aquel lugar tuvo un capilla
donde oficio misas, realizó matrimonios y administro sacramentos. En esa época fundo
una revista llamada Mensajero de nuestra Señora Niña. Tras su colaboración en la
presentación de un libro llamado El poder Soviético, el cual fue escrito por un
20 "Hostia azteca que produce milagros", Flash , año XII, nº 581,Argentina, 12 de julio de 1991. Aparece reproducido en: José Camargo Melo, Mons., 1992, El cielo ya no es su aval,: ¿la justicia dijo no!, Editado por la Iglesia Católica Apostólica Mexicana, México, pág. 332.
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representante de la Iglesia Anglicana, tuvo problemas con las autoridades vaticanas las
cuales lo tacharon como comunista. Fue encarcelado por algún tiempo y con la ayuda
del gobierno de México logró ser liberado.
En 1944 fue suspendido de su rango episcopal y tiempo después excomulgado.
El día 13 de julio de 1945, el padre Duarte dio a conocer la creación de la iglesia
brasileña. El 15 de agosto, ordenó como su primer Obispo a Salomón Ferraz, para la
Diócesis de Sao Paulo, pero este religioso regreso tiempo después a la iglesia romana
con la aceptación del papa Juan XXIII, el cuál, el 8 de diciembre de 1959 lo nombraría
Obispo Titular de Eleuterna y Obispo Auxiliar del Cardenal de Sao Paulo.
El segundo Obispo consagrado en la iglesia nacional brasileña fue Jorge Alves
de Souza, el 2 de febrero de 1946, seguido por Antidio José Vargas, el 8 de diciembre
de 1946. El cuarto Obispo ordenado fue Don Luis Fernando Castillo Méndez, el 3 de
mayo de 1948. Luis Fernando fue nombrado Patriarca de Caracas y Primado de
Venezuela, por haber sido el encargado de la Iglesia Católica Apostólica de Venezuela.
En 1950, Luis Fernando fue perseguido por el gobierno venezolano y
encarcelado. Se dice que se las arreglo para mandar desde la prisión una carta al
Embajador de México y otra a las Naciones Unidad, por quienes fue liberado y ayudado
a salir del país hacia Brasil, en donde fue nombrado Obispo Diocesano de Brasilia.
Monseñor Duarte nombro también a otros obispos como por ejemplo:
Diamantino Augusto Pereira de Costa (1945); Pedro Dos Santos Silva (1956); Pedro
Luis Hernández quien fue nombrado Obispo de Paz para la iglesia nacional boliviana y
Orlando Arce-Moya como Obispo de Santiago de Chile en la iglesia nacional chilena.
Tras esta serie de ordenaciones, Mons. Duarte Costa regreso a la iglesia
romana, y fue nombrado por Juan XXIII, Obispo Auxiliar del Cardenal de Madrid en
España. Las iglesias nacionales que en torno a Mons. Duarte Costa se formaron solo
reconocen a 8 Obispos de los cuales para 1991 solo vivían dos: Pedro Dos Santos
Silva y Luis Frenando Castillo Méndez.
Con la visita de estos altos dignatarios de iglesias nacionales en México y tras
conocer la situación de la iglesia mexicana y su problema en torno a la sucesión
apostólica de Mons. Eduardo Dávila, se organizó una magna ceremonia de
10
reconsagración para el 18 de julio de 1991, en la cual Mons. Camargo Melo y su
equipo de curas cismáticos serían re-consagrados compartiendo la sucesión
apostólica con la iglesia brasileña. El quinto milagro fue el 12 de septiembre de 1991,
cuando ya se habían incorporado a esta iglesia seis diferentes templos en el Distrito
Federal. Concluido el proceso legal se solicitó su registro oficial como asociación
religiosa. En la entrega de esta solicitud estuvo presente Mons. Luis Frenando Castillo
Méndez la cual se realizó el 25 de marzo de 1993.
La sexta hostia ensangrentada fue consagrada por Mons. Roberto Álvarez
Barajas en una casa particular, y con la cual se reafirmó el poder de la Iglesia Mexicana
como verdadera y predilecta de Dios, pues coincidió con su reconocimiento oficial
en 1993. Después de esta fecha la iglesia mexicana declaró no tener
intención de ponerse bajo las ordenes de nadie, actuando de forma
independiente, a tal grado que algunas de sus parroquias obtuvieron su
registro individual y sus diferencias en años sucesivos han hecho peligrar su
existencia, este fue el caso de la Iglesia de San José en el municipio de
Ecatepec en el Estado de México.
Su particulares circunstancias se han convertido en su visón e interpretación
religiosa. La iglesia considera que desde la fundación de México, y aún mucho antes la
voluntad de Dios ha sido la guía de los mexicanos. En su afán nacionalista ha hecho
del pasado histórico su testamento, de forma semejante al antiguo testamento judío
que explica el pasado de la iglesia romana. En la administración de los sacramentos y
la misa realizan los ritos y ceremonias cristianos católicos definidos por Pío V en el
Concilio de Trento, ya que esas formulas si consideraron su valor sobrenatural, y en
consecuencia, critican al Concilio Vaticano Segundo y la Confederación Episcopal
Latinoamericana de 1968, en donde la Iglesia Católica ofreció una nueva interpretación
religiosa.
Reconocer como propia la bandera nacional en lugar de la bandera vaticana, a
Cristo como su pastor en lugar del Papa y a la eucaristía como ritual sobrenatural y no
una simple ceremonia simbólica. Defienden el no corromper la real presencia de Cristo
en la eucaristía y no profanan el altar al pedir en él la lectura de las Santas Escrituras a
11
las mujeres.
Colofón
Las iglesias cismáticas más importantes de las que se tiene noticia en México, con
excepción de la Iglesia encabezada por Camargo Melo, manifestaron una posición
novedosa para los creyentes y para la política con el Estado.
Los apoyos políticos de estas iglesias fueron en su mayoría de grupos que
compartían intereses liberales pero no la autonomía religiosa, la cual necesitó un
corpus más elaborado que los simples intereses políticos de los involucrados.
La Iglesia Católica Mexicana que hoy conocemos pluraliza el espacio religioso
del catolicismo al constituirse como una secta, manteniendo de forma conservadora los
lineamientos de la iglesia romana previos a las modificaciones teológicas del Concilio
Vaticano Segundo. Esto puede entenderse como una visión más intolerante y
conservadora ante los cambios y la diversidad cultural contemporánea. El impacto
popular de la iglesia mexicana responde, a diferencia de los otros casos de iglesias
mexicanas, a los acontecimiento milagrosos: hechos sobrenaturales que apoyan la
veracidad de las creencias ejemplificadas con la presencia y predilección de Dios en
las "Hostias Sangrantes".
Así, lo católico, lo mexicano, el líder carismático, la liturgia olvidada y los milagros
conforman un argumento global que constituye la doctrina de la iglesia mexicana. Es el
resultado de unificar las diversas motivaciones y los conocimiento en torno a los
milagros dándoles una interpretación política.
Para la Iglesia mexicana y para las otras iglesias católicas independientes, el rescate
de la historia nacional es un recurso para ganar legitimidad y reconocimiento como
institución social. Con su separación de la iglesia romana tomó vital importancia la
legitimidad de sus acciones, legitimadas por los milagros y a través de la sucesión
apostólica. El establecer contactos con otros iglesias independiente de América fue un
recurso para reafirmar su posición y en caso necesario establecer un frente común
ante la persecución y descalificación de la iglesia romana, para la cual es inaceptable
que exista una iglesia que ejerza su principios fundamentales de forma independiente.
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