LA INTERDISCIPLINA REVISITADA

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    LAINTERDISCIPLINAREVISITADA

    Ao 1, nmero 2, junio, 2005, pp. 7-17

    Roberto Follari*

    RESUMEN. La inter y transdisciplina no son nuevas, pero pretendenserlo. Se ignora su auge inicial en los aos setenta, y el debateideolgico que les dio origen. Actualmente se apela a ellas comosi fueran intrnsecamente crticas y contrarias a lo establecido;ello, a pesar de la evidencia de que los programas de reconversin

    tecnocrtica de la empresa cientfica para servicio del gran capital(Gibbons), las proponen enfticamente como parte de su de-cisin de eliminar el orden terico especfico, para subordinarloa la aplicacin eficientista. Cualquier uso diferente de lo inter-disciplinar debe tematizar su diferencia con esta postulacin,no ignorarla.

    PALABRASCLAVE: interdisciplina, ideologa, empresariado, apli-cacin, modernidad.

    El tema de la interdisciplina siempre retorna. Establecido en el imaginariode la completitud que superara las fraccionalidades propias de cada dis-ciplina, o en el de la feliz mezcla que todo lo rene hacia un pastiche di-solutor de las peculiaridades aislacionistas, vuelve con la insistencia delos arquetipos inconscientes, y se establece de nuevo en cada ocasincomo si fuese la primera.

    De modo que otra vez est en escena la reinventada propuesta de lointerdisciplinar, reprimido su origen para que no sea advertida en lo que

    tiene de repeticin y de retorno. Con ropajes a medias cambiados y amedias idnticos, esto ya se vivi en los aos setenta, como una respuestaa las propuestas de los alumnos rebeldes de mayo del 68 (Follari, 1982 y1990). La interdisciplina llen ros de tinta, legitim programas en elec-ciones para autoridades universitarias, engalan informes de actividades,

    * Doctor en psicologa por la Universidad Nacional de San Luis. Profesor titular deEpistemologa de las Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Cuyo (Argentina).Correo electrnico: .

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    sin haber encontrado nunca los principios epistemolgicos que la saca-ran del plano de la propuesta poltica hacia el de la viabilidad acadmica

    y la fecundidad investigativa. De tal modo, se perdi en el olvido hacialos aos ochenta, hasta que a fines de los aos noventa vivimos un re-vivalque para ser plenamente tal decidi prescindir de las citas y deotras elegancias que hacen al repertorio de, por ejemplo, las remakescinematogrficas. En este caso, nadie parece saber que hubo un auge an-terior del tema, o nadie quiere dar cuenta de que lo sabe. De modo queen el campo discursivo, estamos (re)descubriendo continentes ya des-cubiertos.

    Es curioso que se mantenga el sentido entre festivo y triunfalista quefuera propio de la aparicin de la temtica en los aos setenta, ya sea ensu versin opositora, como la oficializada por laOCDEpara los pases eu-ropeos. Apuntar aTeoras sin disciplina(Castro-Gmez y Mendieta, 1998)parece ser un llamado vlido por s mismo, y que no requiriera posteriorexplicacin para justificarse en su pertinencia, as como en lo que sesupone que tendra de ideologa crtica de lo hegemnico.

    De tal modo, parece desconocerse que la interdisciplina aparecerecurrentemente como una propuesta de la derecha ideolgica proem-

    presarial. Por supuesto, argumentarn muchos, no se trata de una pro-puesta idntica a la que realizan otros, desde el pensamiento poscolonial,los estudios culturales o la crtica epistemolgica. Sin duda que es as,que bajo la generosa amplitud de esa nocin, y de las cercanas y en-tremezcladas con ella (transdisciplina, multidisciplina, etctera) se cobijanposturas y proyectos diferentes, y que stos debieran ser conve-nientemente discriminados entre s. Pues bien, precisamente eso es loque nosotros solicitamos, y por ello nos es claro que la sola apelacin asuperar lo disciplinar carece de todo rasgo intrnseco que fueranecesariamente crtico o liberador. La propuesta interdisciplinar en suprimera formulacin explcita, surgi como modo de tranquilizar a losestudiantes que haban realizado tomas de universidades y rebeliones enla calle a fines de los sesenta (Apostel, 1975).1Tuvo una direccionalidad

    1Apostelet al. (1975). Este libro recopila una serie de ponencias expuestas en un Congresointernacional sobre interdisciplina realizado en Niza en 1970. La novedad a que nosenfrentamos va acercndose al medio siglo de existencia.

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    ideolgica precisa, aunque mantuvo la ambigedad necesaria para pareceruna respuesta a demandas de esos mismos estudiantes, para presentarse

    como la retraduccin de sus banderas de superacin tanto de la separacinentre teora y prctica, como de la existente entre intelecto y realidad.

    Pero este cambio de sesgo llev hacia la ligazn de universidad conempresa, y al demrito relativo de la formacin cientfica tras el acentopuesto en la formacin exclusivamente profesional. Se operativiz laformacin de acuerdo con la lgica eficientista de los empresarios privadoso del Estado como (por entonces) gran empresario, subordinando elpensamiento crtico y las posibilidades de actividad profesional no regida

    tan directamente por la dinmica inmanente de la ganancia.Empecemos por reconocer la historia para no repetirla. La trans-disciplina no es un meritorio invento liberador surgido de los pensado-res poscoloniales, ni una indita batalla contra bastiones ordenadorespropios del pensamiento moderno. Es una propuesta que se plante ini-cialmente en pocas en que no exista ni remotamente lo posmoderno, demodo que su bsqueda era por completo realizada en trminos propiosde la modernidad. Adems, de la modernidad hegemnica, no de sulado crtico o negativo. La modernidad que ha paseado por la historia de

    Occidente la idea de que el mundo es un espacio para ser dominado,para ser explotado bajo la racionalidad pragmtica, dispuesto a ser objetode clculo racional a la pura finalidad de su dominio y de la gananciaque pueda proveer. Estas son las credenciales de nacimiento de la inter-disciplina, no otras. Por supuesto, ello nada supone en cuanto a que nopudiera pensarse de otros modos bajo otras circunstancias, y dentro dediferentes marcos conceptuales. Pero s deja clara la no autorizacin aplantear las cosas como si nada antes hubiera sucedido, como si la ape-lacin a lo inter o transdisciplinar surgiera

    aquy ahora, como si no estu-

    viramos obligados a despejar equvocos y resolver conflictos de inter-pretacin si es que queremos ocupar ese terreno.

    De modo que esta vieja novedad conceptual, retorna actualmente dediversas maneras. Una es la intentada por Wallerstein con la ComisinGulbenkian (1996), donde se hace una asuncin de la actual crisis de lasciencias sociales, y se aboga por una superacin de las distancias entredisciplinas. La propuesta queda a medio camino entre la reivindicacinde los estudios culturales y la asuncin de las dificultades que tiene cada

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    una de las disciplinas tradicionales para dar una interpretacin de losocial por s misma.

    Queremos destacar que estas dos posiciones son muy diferentes entres, y por ello no son superponibles ni conciliables. Por un lado, los estudiosculturales abjuran del marxismo, el cual no fue nunca interdisciplinariopor la simple razn de que jams hubiera aceptado la diferenciacinrespecto de lo social para ser trabajado por disciplinas diversas. Lasrazones para la superacin de los lmites entre disciplinas se hacen, apartir de esa consideracin, antitticas para estas dos posturas (marxismoy estudios culturales).

    Para estos ltimos, toda nocin de totalidad social est abolida. Nocreen que tal totalidad exista o merezca algn tipo de referencia, con locual la variabilidad de los fragmentos aparece como repertorio de anlisis.

    Tal flotacin de diferencias ganara en su mutua fecundacin y com-binacin; en tanto, se asume que todos los gneros son laxos (y por ellotambin lo son sus lmites, como los que separaran las disciplinas), demodo que no se recupera ninguna unidad previa, sino que se inaugurauna polifona indita de diferencias y acentos. Sin embargo, debemosconsignar que lo inter o transdisciplinar funciona aqu como callada re-

    peticin del (des)orden de lo real, al pretender captarlo sin la inter-mediacin del ordenamiento epistmico, como obedeciendo a una especiede callada naturaleza de las cosas mismas (regresando de hecho a unaepistemologapre-bachelardiana, propia de inicios del sigloXX). Y as, enun gesto de supuesta superacin de la modernidad, se dejan de lado lasexigencias constructivas de las teoras cientficas como si fueran un lastreque puede abandonarse sin problemas, con lo cual lo interdisciplinarcorre el riesgo de volverse pre-disciplinar o anti-disciplinar (lo que yasera otra cosa, y constituye un contrasentido en s misma).2

    Para el marxismo, por su parte, lo social es un todo estructurado, ycomo tal slo comprensible en la composicin del conjunto de sus partes.La economa lejos de la vulgata que se ha hecho del marxismo, sobretodo por algunos sedicentes superadores, es siempre-ya economapoltica, y no una variable independiente que determina desde s el

    2Garca Canclini (1998). Vase una crtica cida a este aspecto en Reynoso (2000).

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    resto de las instancias sociales. Lo poltico es obviamente impensable sinla economa, y por cierto lo social si es que puede independizrselo en

    algn sentido est entramado en los dos niveles anteriores. Por cierto,lo antropolgico no estara separado de lo sociolgico (la diferencia en-tre culturas y sociedades es profundamente ideolgica e instalada desdeel repertorio de los colonialismos), de manera que no existiran cienciassociales separadas e independientes.

    Conocemos la reduccin de Marx a socilogo, producida por ciertasociologa, va de la clebre e improbable triloga Durkheim-Marx-We-ber, la cual no cumple otra funcin que la de dar a esa disciplina la idea

    de una tradicin en comn tras la cual encolumnar a sus investigadores,y ordenar el campo en su dispersin terica e ideolgica ms o menosinevitable (Alexander, 1991). Tal interpretacin nada tiene que ver conel marxismo, ni con la mirada de los marxistas sobre s mismos. A talpunto el marxismo no es una sociologa (ni contiene una sociologa di-ferenciable del resto de su textualidad), que toda la teora de la alienaciny la del fetichismo (esta ltima propia del Marx maduro) es sabido queson netamente filosficas, mal que le pesara a la furia clasificatoria de Al-thusser, quien buscaba un Marx extrafilosfico en contra de Marx mis-

    mo. Pero adems, no slo el mismo Althusser era un filsofo que porotras razones tambin hubiera recusado la idea de una sociologamarxista, sino que el marxismo no opera en los mrgenes internos dela prctica cientfica; busca ser una teora orientadora directa de prcticassociales masivas, y como tal, trasciende el mbito explicativo propio delas teoras en el espacio de la institucionalidad acadmica.

    De tal modo y dentro de esta concepcin que reubica lo acadmico enlo que lo desborda y lo compone a la vez, para el marxismo no hay cien-cias sociales autnomas, sino una sola ciencia de lo social. Para los estudiosculturales, en cambio, hay una amplia variabilidad y gama de matices ypuntos de vista en las disciplinas y teoras existentes dentro de un rangode relativa multiplicidad y dispersin, y producir desde ellas un ciertocollagecombinatorio, puede enriquecer interpretaciones y promover nue-vas pticas.

    Como se ve, bajo el nombre de interdisciplina (si alguien quisieraproponerla desde el marxismo, apelando a la justificacin que hemosrealizado) pueden caber posiciones antitticas: instaladas en fuertes di-

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    ferencias, tanto desde el punto de vista ideolgico, como desde el pro-piamente epistmico.

    En todo caso, dejamos constancia de que hoy la posicin de Marxtendra que ser revisada en un sentido: la abolicin de las disciplinasespecficas hacia un discurso nico podra resultar anacrnica, en tantollevara a achatar especificidades ya construidas en las diferenciadastradiciones de las disciplinas. Dicho de otro modo: el acopio de cono-cimientos en cada rea disciplinar es actualmente tan amplio, que volvera la idea de un nico espacio explicativo podra si no de jure, s dehecho resultar reductivo.

    Ya lo avanzado en el conocimiento de lo social no podra ser recon-ducido a un solo espacio de explicacin. Sin embargo, la nocin detotalidadcomo categora organizadora de la mirada de cada disciplina,alcanza todava sentido. Que cada una acte sabiendo que su especificidadno existe y que slo responde a un recorte instrumental y analtico, per-mitira dejar de pretender que cuando se hace economa a secas, se esthaciendo ciencia suficientemente justificada, menos an exacta. La mis-ma invalidacin se dara para quienes pretenden desprender al anlisispoltico de las determinaciones econmicas, o al sociolgico de alguna o

    de ambas de las dos anteriores.A su vez, la posterior reunin sinttica (incluso por va de trabajos

    de investigacin interdisciplinares grupales) de lo trabajado desde cadaciencia de manera analtica resultara necesaria, de modo que las diferentespartes del entramado social encuentren su sentido en la concepcin deconjunto que re-site dichas partes.

    En cualquier caso resulta claro que los estudios culturales prefierenla diferencia, mientras el marxismo remite a lo social como unidad. Sus no-ciones de justificacin de la mezcla disciplinar son casi opuestas entre s.

    Por ello es que a la mezcla planteada desde el marxismo habra quecalificarla de alguna manera especfica, ya que la nocin de interdisciplinale es exterior, e incluso resulta enormemente posterior a su propio de-sarrollo liminar.

    Creo haber justificado cmo la apelacin a estudios culturales y afines,poco tiene que ver con la nocin marxista de proponer cierta unidad delobjeto de conocimiento. Una distincin ms fuerte entre ambas tra-diciones sera necesaria en aquel texto de la Comisin dirigida por Wa-

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    llerstein, con la finalidad de no proponer una cosa para obtener la otra,en tanto que las nociones de sistema-mundo de Wallerstein deben mucho

    de su concepcin al marxismo.Tambin encontramos la versin aggiornadade la posicin pro-

    empresarial, en el difundido texto de Gibbons y otros,La nueva produccindel conocimiento(1997). Aqu la cuestin es postulada en trminos desuperacin del pasado acadmico, caracterizado por la existencia de lasdisciplinas con un sentido intra-terico desgajado de las exigencias quese atribuye a la realidad. Esta ltima llamara con fuerza desde lasurgencias del desarrollo econmico, que el autor lee como las de los

    dueos de las grandes empresas. De tal modo, se trata de trasladar el lu-gar de investigacin desde la universidad a la empresa, de lo acadmicoa lo productivo-econmico, y de pasar del inters por la explicacin alque se tenga por la aplicacin.

    Tan rotundo cambio de acentos supone tambin dar un lugar al trabajode grupo por sobre el individual, ya que hay que mezclar diversos dis-cursos disciplinares para la investigacin aplicada. Ello, porque se tratade retornar directamente al orden de lo real desde el de la teora, con elfin de servir a los mecanismos de operacin propios de la empresa

    suficientemente actualizada para el xito en la actual economa. Aunquetambin se busca modificar a la academia: Algunas de las prcticas aso-ciadas con el nuevo modo ya estn creando las presiones tendientes aproducir un cambio radical en las instituciones tradicionales de la ciencia,particularmente en las universidades y en los consejos nacionales de in-vestigacin (Gibbons, 1997: 47).

    Esta presin hacia las academias no deja de sentirse en los ltimosaos con extremo vigor desde las burocracias que financian la inves-tigacin, llevndola hacia el campo de lo utilitario y de lo inmediato, yabandonando decididamente el apoyo a todo lo que no sea aplicativo.

    La funcin intrnseca de lo interdisciplinar en este dispositivo depuesta de la ciencia al servicio directo del capital, y a su creciente des-articulacin en funcin de convertirse en simple tecnologa al serviciodel lucro empresarial, es por dems evidente. Por una parte, privilegia laaplicacin sobre lo explicativo, y reduce esto ltimo, limitando as ellugar del pensamiento crtico y de la referencia al espacio social globalen que se inscriben las innovaciones empresariales. Por otro, pone lo

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    real sobre lo epistmico, como si lo real se explicaraper se. De tal manera,busca deslegitimar el orden terico por considerarlo lejano a la realidad,

    a la vez que instaurar la nocin de que aplicacin al servicio del capitales igual a realidad, pues sera servir a la lgica inmanente del desarrolloeconmico. Y el orden terico propio de las disciplinas podra dejarse delado, para reinstaurar un sentido comn para el cual lo verdadero fueraigual a lo til, y lo til igual a lo til para el gran empresariado.

    Como se ve, esta concepcin de lo interdisciplinar est en las antpodasde cualquier pensamiento crtico, de modo que esperaramos que quienessostienen la interdisciplina desde otros lugares ideolgicos, se hagan cargo

    de especificar las diferencias conceptuales y de despejar su propuesta deambigedades, dado que es evidente que lo interdisciplinar est a aosluz de ser genticamente impoluto.

    Por ello, resulta saludable advertir posiciones ms cautas acerca dela interdisciplina como las que sostiene Alberto Flrez-Malagn, aunquepor momentos su formacin cercana al poscolonialismo lo deslice haciacierto nfasis apologtico (Flrez-Malagn, 2002). En su caso, se sealala riqueza que la interdisciplina puede guardar para promover nuevosobjetos de conocimiento, pero tambin se recusa una radicalidad an-

    timoderna que dejara de lado conocimientos previamente asentados,los que por cierto seran condicin misma de los trabajos trans-disciplinares.

    No vamos a hacer aqu un anlisis detallado de la variada compilacincon la cual Flrez-Malagn ha retomado hace poco tiempo el tema de lotransdisciplinar. Hay all textos que van en direccin de defender lana-rrativa(Partner, 2002), o de situar un lugar ms fuerte para las huma-nidades en el anlisis de lo social (Milln de Benavides, 2002), lo cual nodeja de ser considerablemente problemtico si no se discuten las diferen-tes condiciones de legitimacin operantes para ambos tipos de discurso;de defensa del feminismo (Mc Donald, 2002), o de esclarecimientos sutilesy bien planteados en torno a lo poscolonial aplicado a Latinoamrica(Bustos, 2002). Sin embargo, en pocos de estos textos lo interdisciplinary la especfica elucidacin de sus protocolos se transforman en el puntodecisivo de anlisis. Si bien no acordamos con las mentes indisciplinadascomo modo supuesto de abrir la imaginacin (Frankman, 2002) entanto creemos que un pensamiento interdisciplinar sin disciplinas de

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    base que sirvan para la mezcla conceptual posterior, es simplementeimpensable, hallamos en el libro otro trabajo con premisas muy com-

    partibles (Borrero, 2002).La interdisciplina como necesaria para la resolucin de problemas

    concretos; la exigencia de realizarla a travs de trabajo grupal, pues serequiere el aporte de personas provenientes de diferentes ciencias nohay interdisciplina unipersonal, contra de lo que a menudo se proclama;los problemas de coordinacin que exigen esas actividades grupales; laevidencia de que lo interdisciplinar no es fcil ni brinda resultados inme-diatos. Todas estas constataciones traen el tema nuevamente al terreno

    de una necesaria sensatez, y a su justificacin en criterios de epistemologapor una parte, y por otra de administracin de la investigacin. Es enestos planos acotados donde se puede razonablemente dar significado aldebate, y no en una especie de hiperinflacin doctrinal por la cual desdeun mbito tan intra-cientfico como es el investigativo, se pretenden aveces tan colosales finalidades como torcer el rumbo (disciplinario) quehabra tenido todo el pensamiento de Occidente.

    [Fecha de aceptacin: 15/01/2005]

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