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    LA LECTURA LITERARIA COMO EXPERIENCIA ESTÉTICA

    ADRIANA SERRANO CARRASCO

    PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANAFACULTAD DE CIENCIAS SOCIALESDEPARTAMENTO DE LITERATURA

    CARRERA DE LITERATURABOGOTÁ, D.C.

    2006

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    LA LECTURA LITERARIA COMO EXPERIENCIA ESTÉTICA

    ADRIANA SERRANO CARRASCO

    Trabajo de Grado presentado como requisito para optarpor el título de Profesional en Estudios Literarios.

    DIEGO ANTONIO PINEDA RIVERADirector

    PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANAFACULTAD DE CIENCIAS SOCIALESDEPARTAMENTO DE LITERATURA

    CARRERA DE LITERATURABOGOTÁ, D.C.

    2006

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     PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA

    FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALESDEPARTAMENTO DE LITERATURA

    CARRERA DE LITERATURA

    Rector de la Universidad

    GERARDO REMOLINA VARGAS S. J.

    Decana Académica de la Facultad

    Dra. CONSUELO URIBE MALLARINO

    Decano del Medio Universitario

    JORGE ENRIQUE SALCEDO S. J.

    Directora del Departamento de Literatura

    Dra. BLANCA INÉS GÓMEZ DE GONZÁLEZ

    Director de la Carrera de Literatura

    LUIS CARLOS HENAO DE BRIGARD

    Director del Trabajo de Grado

    DIEGO ANTONIO PINEDA RIVERA

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    DEL REGLAMENTO DE LA UNIVERSIDAD

    “La Universidad Javeriana no se hace responsable por los conceptos emitidos por los

    alumnos en sus trabajos de tesis. Sólo velará porque en ellos no se publique nada

    contrario al dogma y a la moral católica y porque las tesis no contengan ataques o

     polémicas puramente personales, antes bien, se vea en ellas el anhelo de buscar la

    verdad y la justicia”.

    (Artículo 230. Resolución del 13 de julio de 1996)

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    Nota de aceptación

     ___________________

     ___________________

     ___________________

     ____________________

    Director de Carrera

     ____________________

    Jurado

     _____________________

    Director de Tesis

    Bogotá, D.C., enero de 2006

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    CONTENIDO

    INTRODUCCIÓN PAG.

    1. FUNDAMENTOS DE LA EXPERIENCIA ESTÉTICA 10

    1.1 LA ESTÉTICA COMO DISCIPLINA 12

    1.2 EL OBJETO DE ESTUDIO DE LA ESTÉTICA 14

    1.3 EL FENÓMENO ESTÉTICO 16

    1.4 LA EXPERIENCIA ESTÉTICA 19

    1.4.1 ¿De qué hablamos cuando hablamos de experiencia? 24

    1.4.1 ¿Qué es tener una experiencia estética? 302. LOS ESTUDIOS LITERARIOS Y LA EXPERIENCIA ESTÉTICA 41

    2.1 LA ESTÉTICA EN EL ESTUDIO DE LA RECEPCIÓN DE LA OBRA 43

    2.2 LA TEORÍA ESTÉTICA DE LA RECEPCIÓN 45

    2.3 LA RECEPCIÓN DE LA OBRA LITERARIA 47

    2.4 LA ESTÉTICA LITERARIA: UNA APUESTA POR LO SENSIBLE 57

    2.5 LENGUAJE LITERARIO Y VISIÓN DE MUNDO: EL LECTOR ANTE SÍ

    MISMO 59

    3. LA LECTURA LITERARIA COMO EXPERIENCIA ESTÉTICA 66

    3.1 LA OBRA LITERARIA Y LOS CAMINOS QUE CONDUCEN A ELLA 68

    3.1.1 Los “pactos de la ficción” 69

    3.1.2 Mediadores y condiciones de posibilidad de la lectura 72

    3.2 ¿QUÉ ES UN LECTOR LITERARIO? 90

    3.2.1 Los primeros lectores 93

    3.2.2 Lecturas y lectores: experiencias y reflexiones 100

    3.3 LECTURA LITERARIA Y CONSTRUCCIÓN DE SENTIDO 108

    4. CONCLUSIONES 116

    BIBLIOGRAFÍA 120

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    INTRODUCCIÓN

    Desde hace algo más de dos décadas hemos asistido en Colombia a un acelerado ritmo de

     producción de textos escritos de diversa índole, entre ellos, los que se producen bajo unademanda específica nacida de los estudios de mercado. Paralelamente hemos ingresado a

    las problemáticas de la lectura que ya se habían evidenciado en países como Francia o

    Estados Unidos, donde un mayor grado de alfabetización habría arrojado un resultado

    lamentable en cuanto a los índices de lectura: a una mayor producción editorial y una

    mayor variedad de textos publicados parecería corresponder un mayor desinterés por parte

    de los lectores.

    Hacia finales de los años ochentas la preocupación por los niveles de lectura del país

     parecía ser creciente tanto entre las instituciones educativas del gobierno como entre las

    entidades privadas que comenzaban a surgir, dedicadas exclusivamente al fomento de esta

     práctica. La movilización general en torno a la creación y puesta en marcha del Plan

     Nacional de Lectura, cuyo objetivo de masificación del acceso al libro como requisito para

    el cumplimiento del derecho fundamental de la educación en niños y adultos, comprometió

     por igual a la empresa privada y al gobierno, y dio como resultado, al cabo de algo más de

    una década, la creación de la Red Nacional de Bibliotecas Públicas y múltiples iniciativas

     para poner al alcance de la gran base de público alfabetizado la mayor cantidad y variedad

    de libros posible.

    En medio de toda esta labor, cuyas iniciativas han surgido de áreas profesionales como las

    ciencias de la información y la educación, la participación de los estudios literarios ha sido

    en exceso discreta, lo que los ha marginado de este movimiento. El resultado, vista esta

     panorámica a muy grandes rasgos, ha sido, efectivamente, la masificación del acceso allibro, como era el objetivo, pero a la vez la patente carencia de una orientación estética en

    lo relativo a la lectura literaria. Es en este aspecto en el que vemos que la intervención de

    los profesionales de estudios literarios sería de utilidad como complemento indispensable

    en las dinámicas de la lectura aplicadas al campo social.

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    De la observación de este desarrollo de políticas y estrategias, de los esfuerzos por generar

    una mayor comprensión y concientización sobre la necesidad de la lectura, de la

     proliferación de títulos y publicaciones de todo tipo y de las estrategias lúdicas con las que

    se ha intentado revestir el difícil hábito de la lectura para seducir al futuro lector, ha surgidoun interrogante: Dado que estas iniciativas están dando como resultando un modelo de

    lectura de tipo práctico y utilitario, y por ende un lector con estas mismas características,

    ¿qué podemos aportar desde los estudios literarios a estas dinámicas para tornar la lectura

    en una experiencia estética?

    Responder a este interrogante hizo necesaria la investigación sobre la experiencia de la

    lectura literaria con apoyo en las teorías y disciplinas que tendrían una especial

    competencia en este asunto, como lo son la estética y los estudios literarios centrados en la

    recepción. Así, el objetivo central de esta investigación es iniciar la búsqueda de los

    soportes teóricos y las orientaciones desde las que se podría partir para crear una base

    sólida de participación de los estudios literarios en la dinámica social de la lectura y

     plantear las reflexiones que constituirían la base para un trabajo posterior de mayor alcance

    y aplicación práctica.

    Para hablar de la lectura literaria como experiencia estética y acercarnos a estas reflexiones

    desde lo teórico, ofreceremos en el primer capítulo un enfoque conceptual que, con apoyo

    en algunas teorías de la estética, nos permita plantear los fundamentos de la experiencia

     primaria y de la experiencia estética como puntos de partida para el posterior análisis de la

    lectura literaria. Con el segundo capítulo pasaremos a reflexionar, a la luz de los estudios

    literarios, sobre las implicaciones que tiene, tanto a nivel individual como a nivel social, el

    ejercicio de la lectura literaria, mediante el análisis del proceso que tiene lugar en la mente

    del lector al realizar un tipo de lectura que le posibilite la experiencia estética. Por último,la puesta en relación de estos dos ejes teóricos iniciales posibilita un tercer módulo

    temático, centrado directamente en la lectura y el lector literario, con el que se proyecta la

    confirmación de la posibilidad de construir la experiencia estética a partir de la lectura, con

    aporte y participación activa de los estudios literarios en las implicaciones que ésta tiene

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    tanto para la dimensión individual como para la dimensión social del lector.

    Dado que el alcance de esta investigación es la búsqueda teórica, y que una de las

    limitaciones que se enfrentan es la carencia de una teoría específica de la lectura literariaaplicada al campo social, se ha hecho necesario recurrir a múltiples enfoques, disciplinas y

    estudios que, puestos en conjunto a dialogar sobre este tema, puedan aportarnos los apoyos

    necesarios para establecer un punto de partida en esta búsqueda.

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    1.  FUNDAMENTOS DE LA EXPERIENCIA ESTÉTICA

     Lo que voy a proponer aquí es la exploración de

    otra posibilidad, digamos que más existencial

    (sin ser existencialista) y más estética (sin ser

    esteticista), a saber, pensar la educación (y la

    lectura) desde la experiencia.

    JORGE LARROSA1 

    Hace algo más de cien años, en 1905, Marcel Proust escribía un bello ensayo sobre la

    lectura. Su recurso obligado, la memoria, era la fuente de riquezas en la que anidaban sus

    experiencias como lector. Proust revivía en él sus años de infancia a través de recuerdos

    íntimos de su sensibilidad animada por la lectura, pero también de sus sensaciones con

    respecto a objetos, situaciones, conversaciones, lugares, momentos que rodearon sus

    lecturas y que él percibía como auténticas experiencias estéticas. “No hay quizás días de

    nuestra infancia que no hayamos vivido tan plenamente como aquellos que pasamos con

    uno de nuestros libros preferidos”2

    .

    Así comienza este ensayo. Proust nos sumerge de inmediato en nuestros propios recuerdos

    y nos transporta a ese pasado que sólo es posible evocar a través de las vivencias interiores

    que sacudieron al mismo tiempo nuestra sensibilidad, nuestra inteligencia, nuestras

    emociones, nuestra percepción del mundo y de la realidad y, lo más importante, que nos

    ayudaron a construir nuestra propia y única percepción de nosotros mismos.

    La reflexión que suscita esta evocación conduce en línea directa a la vivencia y la manera

    en que ésta se da, a la precisión sobre lo que es la experiencia estética y cómo se presenta,

    1 LARROSA, Jorge. La experiencia de la lectura. Estudios sobre literatura y formación. México: Fondo deCultura Económica, 2003. p.85.2  PROUST, Marcel. Sobre la lectura. Buenos Aires: Libros del Zorzal, 2003. p. 9.

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    y, definitivamente, a lo que ella deja en nosotros y cómo actúa. Nos dice Proust:

    Un espíritu original logra subordinar la lectura a su actividad

     personal. Se trata para él de la más noble de las distracciones, la másenaltecedora, ya que solamente la lectura y el saber otorgan los“buenos modales” del espíritu. El poder de nuestra sensibilidad einteligencia no podemos más que desarrollarlo en nosotros mismos,en las profundidades de nuestra vida espiritual. Pero es en esecontrato con las otras almas que es la lectura en donde se forja laeducación de los “modales” del espíritu3.

    Modales del espíritu, es decir, las maneras en que el espíritu se comporta en relación con

    todo lo que está fuera de él y, también, la manera en que un espíritu se hace diferenciable y

    encuentra su singularidad.

    Proust nos habla de la lectura y se trata aquí de la lectura que nos brinda una experiencia

    estética cuyo efecto inmediato recae sobre el espíritu y contribuye a construir y fortalecer

    sus “modales”. Como reflexión preliminar sobre la experiencia de la lectura, este texto de

    Proust lleva a un necesario cuestionamiento sobre la estética, la experiencia y la manera en

    que éstas inciden sobre el espíritu.

    Veremos entonces en este capítulo algunos conceptos que fundamentan la experiencia

    estética de la lectura. En primer lugar, un acercamiento a la definición de estética, la

    manera en que se ha ido configurando esta disciplina y el enfoque en el cual centraré esta

    investigación. En segundo lugar, un recorrido por las diversas definiciones de su objeto de

    estudio hasta llegar a la definición que incluye al sujeto en la recepción para posibilitar el

    hecho estético. En tercer lugar, el fenómeno estético y los enfoques en los que se

    fundamenta la investigación sobre la recepción de la obra, para terminar con dos estudios

    sobre la experiencia natural y la experiencia estética que determinan, por último, el

    acercamiento a la recepción de la obra.

    3 Ibid., p. 59.

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    1.1 LA ESTÉTICA COMO DISCIPLINA

    La estética, aunque tiene un origen muy lejano en la antigüedad, podríamos afirmar que aún

    está en proceso de definición. Ante las discusiones sobre si la estética debe ser una ciencia,una rama de la filosofía o una teoría del arte, diré que prefiero concebir la estética

    simplemente como una disciplina que, dado su objeto de estudio, abarca un poco de cada

    una de las posturas anteriores. Sin ahondar en definiciones históricas, filosóficas y

    metodológicas, considerar la estética como una disciplina brinda una movilidad que

    identifico más con su verdadera esencia de renovación y construcción permanente.

    La estética es una disciplina, que como todas, implica rigor en el acercamiento a su objeto

    de estudio, pero una flexibilidad superior a la que se permite al estricto método científico.

    La estética como rama de la filosofía, exclusivamente, debería cumplir con ciertos

    requisitos metodológicos para inscribirse en la definición de un ‘sistema de pensamiento’,

    la estética como sistema. Pero, por otra parte, la estética como teoría del arte nos enfrenta al

     problema de la concepción de su objeto de estudio, lo que la concentra y absorbe para el

    objeto dejando de lado el fenómeno de la percepción por un sujeto. Por tanto, la estética

    debería insertarse en el medio de varias disciplinas que alimenten el estudio de sus

    múltiples implicaciones para el individuo.

    Tomando algunas de las posturas frente a la definición de la estética, debo afirmar que

    coincido en que lo estético en el hombre es una dimensión de su peculiaridad humana,

    independientemente de la concepción estética del objeto. Por ello partiré de este concepto

    aceptando que el hombre encuentra lo estético en objetos, situaciones o experiencias a

     partir de un impulso natural humano y, por lo tanto, lo que motivaría una situación o una

    experiencia estética no estaría sujeto a condicionantes culturales o definiciones exógenas.Lo estético involucra por esta razón una dimensión psíquica, emotiva, subjetiva de un

    sujeto frente al objeto que despierta en él una emoción particular diferente de los

    sentimientos y las sensaciones.

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    La estética está necesariamente imbricada en otras disciplinas; es inconcebible una estética

    absoluta, separada de todo lo que define y estudia el comportamiento humano. Si bien es

    cierto que desde la antigüedad se ha considerado la estética como una dimensión natural del

    ser humano, se la ha tratado de absorber desde otras ciencias o teorías que brindan lasarmas necesarias para delimitarla y ejercer un control sobre ella. Es indiscutible que la

    estética, bien sea que se la ejerza desde la creación como desde la recepción —y todos

    hemos estado siempre de uno u otro lado—, representa una experiencia de carácter

    emancipador que a lo largo de la historia ha significado más de un problema a diferentes

    regímenes y estructuras de índole política, social, moral, religiosa y, en fin, a las demás

    dimensiones reguladas del ser humano.

    De esta manera se emparentaba la estética con el concepto de ética, pero se la restringía a la

    apreciación y estudio de determinadas obras ‘permitidas’ dentro de la ética reinante según

    el período y las circunstancias históricas. Esta concepción y ligazón conceptual es quizás la

    que más trayectoria ha hecho a lo largo de la historia de la cultura occidental, al punto de

    tener, aún hoy, adeptos acérrimos y de generar serias confusiones entre posturas más o

    menos conservadoras y académicas frente a la obra de arte o a lo que podríamos considerar

    como susceptible de generar una situación estética.

    Para observar el hecho estético a partir de la lectura me bastará con separar el concepto de

    estética de los ‘preceptos estéticos’, de las relaciones de la estética con la ética y, en

    general, de las concepciones más reductoras. Quizás concebir la estética como una

    disciplina dinámica y cambiante, inmersa tanto en los procesos psicológicos como en los

    culturales e históricos, se acerque más a lo que algunos teóricos actuales o más recientes

    han encontrado, relacionándola más cercanamente con una praxis del hombre en su entorno

    social, cultural, histórico y con su desarrollo emocional.

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    1.2 EL OBJETO DE ESTUDIO DE LA ESTÉTICA

    Se ha dicho siempre que la estética se ocupa del estudio de ‘lo bello’, y para definir ‘lo

     bello’ se acudía a parámetros de carácter ético y moral. Más tarde se ha contemplado alsujeto en el estudio de la estética en tanto que es él quien posibilita y en quien se concreta

    la situación estética en tanto creación y en tanto percepción de la creación.

    Pero aún la definición de su objeto de estudio estaría lejos de representar la totalidad del

    sentido estético en el hombre. Se pasó entonces así a definiciones más subjetivistas de la

    estética, que inclinaron la balanza excesivamente hacia la interpretación libre de la obra de

    arte en donde, si bien se tenía en cuenta la experiencia subjetiva, ésta muchas veces atendía

    a condicionantes de tipo político, religioso o sectario, asimilados e incorporados a la

    subjetividad del individuo. El objeto de estudio de la estética pasaba a ser entonces aquello

    que representaba o se adecuaba a estas tendencias de pensamiento, y el objeto artístico

    adquiría valor según esta adecuación.

    De cualquier forma, el objeto de estudio de la estética seguía refundido en otras funciones

    del hombre inmerso en su sociedad. Delimitar el objeto de estudio de la estética ha sido una

    labor de arduo esfuerzo a lo largo de la historia y, aunque en algunos períodos este trabajo

    ha contado con pensadores de mente abierta y con amplitud de conceptos adecuada, sus

    condicionantes culturales, históricos y, en algunos casos, políticos, los han llevado a sesgar

    sus estudios, alejándose de lo estrictamente inherente a la función estética del hombre.

    Es por esta línea que prefiero analizar el objeto de estudio de la estética; en lo que tiene que

    ver con la función estética del hombre, y en esa medida, en lo que tiene de relación con sus

     procesos psíquicos a partir de un tipo de experiencia específico frente a un determinado tipode objeto o situación. Es decir, el objeto de estudio de la estética no estaría determinado por

    condicionantes externos o socialmente definidos e impuestos, sino más bien, por el propio

    sujeto de percepción. En este sentido, el objeto de estudio de la estética se amplía a todo

    aquello que genera en el individuo una experiencia de tipo integrador de sus facultades

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    racionales y emocionales, permitiéndole, e incluso impulsándolo, a transformarse

    interiormente por el ingreso a otras realidades que escapan de la practicidad de las

    experiencias cotidianas.

     No obstante, no todos los componentes del mundo exterior son objetos estéticos, aunque sí

    son susceptibles de transformarse en ellos. Y en esto coincido con la mayoría de teóricos

    que definen el objeto estético como aquél que tiene una intencionalidad estética; la

    intencionalidad hace que un tipo de expresión o manifestación (sea de la naturaleza o sea

    creación del hombre) adquiera carácter estético porque el sujeto así lo determina. Es decir,

    es mediante la voluntad que el sujeto establece cuándo se activa en él su función estética,

     permitiéndole percibir de una manera especial y transformando su percepción en una

    experiencia emocional significativa que lo impulsa a actuar.

    Cierto tipo de representación de la realidad, elaborada en un lenguaje  similar   al lenguaje

    cotidiano utilizado para comunicarse e informar, contribuye a internar al sujeto en su

    experimentación estética; en este caso, el sujeto que realiza la producción de la obra de arte,

    o quien realiza la representación, pone en funcionamiento toda su intencionalidad y

    voluntad estética, con el fin de que el sujeto que la percibe ingrese en ‘otro mundo’ paralelo

    al inmediatamente circundante. Sin embargo, la intención no sólo se ubica del lado del

    creador, del que tiene la capacidad de transportar a otros sujetos haciendo cierto uso del

    lenguaje para crear ilusiones, reelaborándolo o creando uno nuevo a voluntad. La intención

    estética también puede originarse en la manera de percibir una experiencia emocional

    significativa ante un objeto que nos activa una percepción sensible y que, intencionalmente,

    de acuerdo con nuestra competencia estética, podremos transformar en verdadera

    experiencia estética.

    ¿Diremos todavía, entonces, que el objeto de estudio de la estética es la obra de arte?

    ¿Iremos al otro extremo para afirmar que su objeto de estudio es la manera en que un sujeto

     percibe o expresa esa percepción de una obra de arte?

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    Ante la disyuntiva, optaré por los estudios sobre la estética con enfoque en la

    fenomenología y el existencialismo, cuyo principal objeto de estudio se centra en el

    fenómeno estético, aquel que tiene lugar al activarse en el sujeto su función estética natural

    ante la percepción de un objeto con intencionalidad estética. ¿Podríamos llevar la estética auna fenomenología? En mi concepto ésta es quizás la única posibilidad de estudio de la

    estética: el fenómeno, la ocurrencia de algo y la manera en que éste afecta a quien lo recibe

    o sobre quien recae.

    1.3 EL FENÓMENO ESTÉTICO

    Simplificando las definiciones tradicionales, un fenómeno es aquello que se manifiesta a

    los sentidos o a la conciencia, todo aquello que se puede experimentar. Tanto en el plano

    natural como en el estético, un fenómeno afecta nuestra percepción desencadenando

    diferentes tipos de reacciones: desde las puramente sensoriales, corporales o gestuales,

    hasta las de tipo subjetivo e íntimo que transforman nuestra conciencia de una manera

     particular. El fenómeno estético opera de manera similar, con unas particularidades que

    intentaré precisar, teniendo en cuenta que mi interés se centra del lado de la recepción y no

    de la creación de la obra.

    El objeto estético, como veíamos, es decir, aquel cuya intencionalidad inherente es ser

    expresivo y transformar a través de la percepción sensible, se manifiesta al sujeto de

     percepción con todo su contenido de sentido; de esta manera se presenta la experiencia

    estética. Ahora bien, la manera como se da esa “aparición”, “encuentro” o “milagro” de

    simultaneidad entre la intención comunicativa del objeto estético y la necesidad de sentido

    de la conciencia, sin más intervenciones, es lo que podríamos denominar fenómeno

    estético.

    En su libro, Fenomenología de la experiencia estética, Mikel Dufrenne hace una precisión

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    simple pero fundamental: del fenómeno estético, el resultado es lo sensible4. Es decir,

     puesto que la experiencia del objeto estético crea un estado de conciencia intermedio entre

    la realidad racional y la realidad sensible, el fenómeno estético desata en el sujeto su

    capacidad imaginativa, instaurando en el centro de su conciencia, por una parte, el impulso por dar sentido a ese objeto que se percibe sensiblemente y, por otro, el deseo de extraer el

    sentido que éste encierra y que se le ofrece a partir de la experiencia.

    Más adelante veremos cómo la experiencia estética está inscrita en la dinámica de la

    vitalidad en tanto que implica la interacción consigo mismo y con el mundo, y exige un

    intercambio que es saciedad de necesidades de la conciencia a partir de la experimentación

    de la plenitud de sentido de un objeto cuya misión es expresar. Según Dufrenne: “Lo

    sensible segrega un sentido con el que la conciencia puede satisfacerse. Un sentido

    necesario puesto que lo sensible no podría ser captado si fuese un puro desorden. Este

    sentido es inmanente a lo sensible y su misma organización: lo sensible se nos da primero y

    el sentido se ordena a él”5.

    Diremos entonces con Mikel Dufrenne que la ocurrencia del fenómeno estético contribuye

    a otorgar sentido a la experiencia y, por esta vía, a alimentar la conciencia a través de la

    sensibilidad. Sin embargo, es preciso delimitar el campo del fenómeno estético, puesto que

    resulta conveniente no mezclar, ni confundir, la ocurrencia del fenómeno estético con la

    reflexión sobre el mismo. Una cosa es la lectura de un poema como experiencia estética, y

    otra, muy distinta, la poética, es decir, la reflexión teórica que de allí resulte; luego, nuestro

    campo fenomenológico estará limitado exclusivamente a lo sensible.

    4  DUFRENNE, Mikel. Fenomenología de la experiencia estética. Valencia: Fernando Torres, 1982. v. 1:

    “Hay una significación antropológica que volveremos a encontrar constantemente al evocar la percepciónestética: atestigua que el ámbito de lo sensible, exaltado por esta percepción, es, según, una vieja fórmula, elacto común del sujeto que siente y de lo sentido, dicho de otra manera, que entre la cosa y el que la percibehay un entente previo anterior a todo logos”. Ante lo cual Dufrenne precisa su enfoque: “Ya se verá que nonos restringiremos a seguir al pie de la letra a Husserl. Entenderemos la fenomenología en el sentido en el queSartre y Merleau-Ponty han introducido el término: descripción que apunta a una esencia, definida ésta comosignificación inmanente al fenómeno y dada con él. La esencia es algo que debe descubrirse, pero por undesvelamiento y no por un salto de lo conocido a lo desconocido.” p. 20, 39.5 Ibid. p. 51. 

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    Si podemos hablar de instantes de percepción, trasladados al campo estético, diremos que la

    sucesiva captación de esos instantes estéticos nos son transmitidos por el objeto estético al

    entrar en contacto con nuestros sentidos y, a través de ellos, con nuestra conciencia. Son

    instantes de expresión originados en el objeto estético y que, al entrar en contacto con elsujeto —cuya actitud de apertura comunicativa frente a la fuerza expresiva del objeto

    contemplado lo sitúa en disposición de receptor—, integran momentánea y sucesivamente

    su imaginación y sus emociones. El resultado: lo sensible, exclusivamente. Hasta aquí la

    ocurrencia del fenómeno estético. Estadios posteriores pertenecerán, entonces, a la

    reflexión estética, a los terrenos de la razón y la conciencia, pero, como experiencia estética

     primaria, lo sensible se apoya en la emoción y la imaginación. Y sin embargo, dicha

    experiencia seguirá siendo de carácter estético.

    Maurice Merleau-Ponty en su  Fenomenología de la Percepción  lo expresa claramente en

    esta cita que extraigo para ilustrar el proceso hasta el cual pretendo llegar en la

    investigación que me ocupa; se trata aquí, definitivamente, de afirmar lo sensible frente al

    sentido.

    La palabra es un gesto y su significación un mundo... El sentido de

    los gestos no viene dado, sino comprendido, o sea recogido, por unacto del espectador. La dificultad estriba en concebir bien este acto yno confundirlo con una operación de conocimiento. Lacomunicación o la comprensión de los gestos se logran con lareciprocidad de mis intenciones y de los gestos del otro, de misgestos y de las intenciones legibles en la conducta del otro. Todoocurre como si la intención del otro habitara mi cuerpo, o como simis intenciones habitaran el suyo. El gesto del que soy testigo dibujaen punteado un objeto intencional. Este objeto pasa a ser actual y secomprende por entero cuando los poderes de mi cuerpo se ajustan almismo y lo recubren. El gesto está delante de mí como una pregunta,

    me indica ciertos puntos sensibles del mundo, en los que me invita areunirme con él. La comunicación se lleva a cabo cuando miconducta encuentra en este camino su propio camino. Hay unaconfirmación del otro por mí y de mí por el otro. Hay que restituiraquí la experiencia del otro, deformada por los análisisintelectualistas, así como tendremos que restituir la experiencia perceptiva de la cosa... Me comprometo con mi cuerpo entre las

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    cosas, éstas coexisten conmigo como sujeto encarnado, y esta vidadentro de las cosas nada tiene en común con la construcción de losobjetos científicos. De igual manera, no comprendo los gestos delotro por un acto de interpretación intelectual, la comunicación de las

    conciencias no se funda en el sentido común de sus experiencias, pormás que ella lo funde igualmente bien: hay que reconocer comoirreductible el movimiento por el que me presto al espectáculo, meuno a él en una especie de reconocimiento ciego que precede ladefinición y la elaboración intelectual del sentido6.

    En este texto de Merleau-Ponty se sintetiza el proceso mental y psicológico por el cual

    tiene lugar el fenómeno estético a través de la percepción de un sujeto, proceso que

    analizaré más detalladamente al enfrentar el tema de la recepción de la obra literaria.

    En estos análisis, como el citado de Merleau-Ponty, se evidencia que la fenomenología ha

    sido quizás uno de los métodos que con mayor precisión ha permitido el acercamiento a lo

    que ocurre en el sujeto al ser afectado por las percepciones. Particularmente en lo relativo a

    la obra literaria, los estudios que consideran los efectos de la misma en el lector se han

    valido, en numerosas ocasiones, de la fenomenología y sus principios metodológicos, pues

    contemplar al lector ha implicado un cambio de perspectivas que necesariamente requería

    de métodos diferentes a los probados por la estética clásica. Ya Husserl lo afirmaba:

    “Mientras las realidades son en sí lo que son, sin cuestiones acerca de los sujetos que se

    refieren a ellas, los objetos culturales son en determinada manera subjetivos, que brotan del

    obrar subjetivo y que, por otra parte, se dirigen a los sujetos en cuanto sujetos personales” 7.

    1.4 LA EXPERIENCIA ESTÉTICA

    Ahora bien, analizando en detalle el proceso de experimentación estética, es preciso

    retroceder a los inicios de esta experiencia hasta encontrar su raíz en la psicología humanay tratar de descubrir su manera de obrar en la conciencia de un individuo. Tomemos como

    6 MERLEAU-PONTY, Maurice. Fenomenología de la percepción. Península: Barcelona, 1994. p. 201-202.7 HUSSERL, Edmund. Phaeomenologische Psycologie, citado por ISER, Wolfgang. El acto de leer. Teoríadel efecto estético. Madrid: Taurus, 1994. p. 241.

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    ejemplo la manera en que los niños experimentan los objetos estéticos, o catalogados

    culturalmente como tales. Lev Vygotski8  realizó este tipo de observaciones con niños de

    edades diversas, desde la primera infancia hasta la adolescencia y el resultado en todos los

    casos es idéntico. El niño parte de sus experiencias previas con el mundo y con lo que éstashan legado a su conciencia para hacer un ejercicio de interpretación del objeto estético y,

    dado que el niño carece de formación académica sobre este aspecto, es muy fácil entender

    cómo es necesaria su acumulación de experiencias para enriquecer y dar sentido a la obra

    estética.

    Encontramos que la manera en que un niño se acerca a la obra de arte es por completo

    espontánea y natural en el sentido de que su experiencia no estará mediada por discursos o

    teorías ajenas. El niño realiza un ejercicio de percepción que salta de la observación o

    lectura de la obra a la imaginación libre que le viene de sus experiencias de vida y puede

     pasar directamente de allí a la creación como expresión de la experiencia estética vivida.

     No hay discurso que medie entre este tipo de experiencias pero definitivamente éstas

    estarían cargadas de los componentes afectivos, psicológicos y sensoriales necesarios para

    que podamos catalogarlas como experiencias estéticas.

    En su libro Kant, vida y doctrina, Ernst Cassirer analiza la concepción del filósofo alemán

    con respecto a la función del juicio estético. “Para Kant, todo juicio es un acto, no de

    ‘receptividad’, sino de pura ‘espontaneidad’…”9  y esto lo menciona Cassirer a propósito

    del carácter estrictamente apriorístico del juicio estético, citando un ejemplo de la Crítica

    del Juicio: 

    Lo que se desea saber es, simplemente, si la mera representaciónde aquel objeto suscita en mí cierta complacencia, por mucha quesea mi indiferencia de ahora y probablemente de siempre con

    respecto al objeto mismo representado. Fácilmente se ve que es laidea que yo me forme de aquella representación y no lo que paramí signifique la existencia de su objeto lo que interesa cuando se

    8 VYGOTSKI, Lev. La imaginación y el arte en la infancia. Madrid: Akal, 2000. 120 p.9 CASSIRER, Ernst. Kant, vida y doctrina. Fondo de Cultura Económica: Bogotá, 1997. p. 361.

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    trata de que diga si ese objeto es o no bello y de saber si yo tengoo no el sentido del gusto. […] La función estética es la única queno se preocupa de saber qué es ni cómo actúa el objeto, sino quécosa es para mí la representación de él10.

    Volvamos pues a nuestras citas de Dufrenne y Merleau-Ponty sobre la defensa de lo

    sensible frente al sentido y encontraremos que Kant concebía ya, desde los inicios de la

    estética moderna, la posibilidad de que existiera un estadio previo de la percepción sensible

    en el que sólo tomaría parte la subjetividad de las emociones del individuo. Es en este

    estadio de la subjetividad plena en el que comienza a estructurarse el juicio estético. Esto

    ocurre a partir de las propias representaciones y de la espontaneidad de la percepción y no a

    través de mediadores de tipo racional.

    Si se pudiera descomponer el proceso de percepción estética diríamos que, cuando se

     presenta un objeto estético a los sentidos de un individuo, su representación pasa de lo

    sensorial a lo sensible con una inmediatez total que se instala en los terrenos de la emoción

    y los sentidos, de tal forma que no son aquí admisibles los procesos de fragmentación ni las

    divisiones que establece el intelecto para procesar y dar significación a las experiencias.

    Una vez ocurrido el fenómeno, las operaciones mentales que de allí surgen acuden, en

     primera instancia, a la capacidad imaginativa del sujeto para establecer una asociación entrela experiencia estética que acaba de sucederle y su acumulación de experiencias —reales o

    imaginadas a partir de otras experiencias estéticas—. En segundo lugar, se establece un

    territorio de lo posible en el que el sujeto se ve interactuando con los mundos y situaciones

    que le ofrece dicho objeto, como en un desdoblamiento involuntario y previo a un estadio

    consciente de la experiencia; es en este momento en el que decimos que un sujeto ‘dialoga’

    con la obra, es un diálogo que se realiza como una actuación en la que el sujeto asume un

    rol y se posesiona de él asignándole un carácter de realidad. Esto es posible únicamente

    gracias a la intervención de la imaginación, espontánea y no volitiva, que ofrece la

     posibilidad de la objetivación de la conciencia en la que el sujeto puede percibirse como

    otro en una situación y en un mundo imaginarios. La naturalidad con la que el sujeto realiza

    10 Ibid., p. 364.

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    esta operación es similar a la manera en que el niño realiza sus juegos y por eso el paralelo

    que hemos querido establecer es de utilidad para este análisis. Una tercera instancia de esta

    experiencia ocurre cuando el sujeto vuelve la mirada a su entorno de realidad y ocurre la

    confrontación.

    A partir de este momento, se inicia el proceso de significación resultante de la experiencia

    estética del sujeto y de su plena vivencia espontánea, como acabamos de ver. Su mirada

    sobre la realidad y sobre sí mismo se enriquecerá en tanto que las experiencias de la

    imaginación sensible, encendida a través de la experiencia estética, le brindarán la

     posibilidad de hacer una lectura diferente de su percepción del mundo y de sí mismo. Esta

    nueva lectura complementará y se sumará a sus experiencias de realidad y le llevará de la

    reflexión a la significación, completando el proceso de manera satisfactoria en lo relativo a

    la experiencia estética.

    Como vemos, si bien no se trata de un proceso de elaboración de conocimiento en sentido

    estricto, es decir, racional, consciente y voluntario, no podremos negar la posibilidad de que

    se trate de un tipo de conocimiento sensible que parte de experiencias de la imaginación y

    cambia nuestra percepción del mundo y de nosotros mismos. La experiencia estética le

     permite al sujeto sustraerse del tiempo histórico en el que está inmersa su realidad

    consciente y adentrarse en mundos imaginarios que pueden remitirlo a realidades pasadas o

    desconocidas hasta entonces para él, vivirlas como si fueran reales y apropiarse de ellas

     para su ejercicio de dar sentido a su vida, su mundo, sus semejantes y su manera de

    relacionarse con todo esto que configura su entorno. De esta forma, el sujeto de la

    experiencia estética puede acceder a un tipo de experiencia universal y un tipo de

    conocimiento general. Veamos cómo describía Kant el proceso por el cual tiene lugar una

    experiencia estética y el conocimiento que ésta ofrece al individuo, en oposición a laexperiencia objetiva que brinda un tipo de conocimiento científico:

    El estado de ánimo, en las representaciones estéticas, es el de “unsentimiento de libre juego de las fuerzas de la imaginación a la luzde una representación dada, para poder llegar a un conocimiento

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    en general.(…)

    El juicio empírico-teórico, la experiencia concreta que tenemos presente es contrastada con el  sistema  de las experiencias (las

    reales o las posibles), y a través de esta comparación se determinasu valor objetivo de verdad; en el estado estético, la intuición presente concreta o la impresión presente ponen en movimientodirecto la totalidad   de las fuerzas sensitivas o representativas. Yasí como allí es necesario ir construyendo la unidad de laexperiencia y de su objeto, en la labor de la formación de losconceptos, rasgo a rasgo y elemento a elemento, la obra de arteacabada representa de golpe, por decirlo así, aquella unidad deespíritu  que es para nosotros expresión directa y auténtica de launidad de nuestro yo, de nuestro sentimiento concreto de vida yde nuestra propia personalidad.

    (…)El sentimiento artístico es siempre un sentimiento del yo, y precisamente por serlo es al mismo tiempo un sentimiento generaldel mundo y de la vida. Al objetivarse en formas de fantasíaestética, el “yo” se desprende de su individualidad; pero no porello desaparece dentro de estas formas su movilidad individualanterior, sino que lejos de eso perdura en ellas y se comunica pormedio de ellas a todos aquellos que son capaces de concebirlas deun modo puro.(…)

    Toda auténtica obra de arte se halla determinada totalmente porlos sentidos y no parece exigir otra cosa que permanecer dentrodel círculo de lo sensorial; y, sin embargo, trasciendenecesariamente más allá de este círculo. La auténtica obra de arteencierra siempre un fragmento de una vida puramente concreta y personal, a pesar de lo cual cala hasta una profundidad en que elsentimiento del yo se revela, al mismo tiempo, como sentimientodel universo. Es posible que esto, considerado desde un punto devista conceptual, pueda llamarse un milagro, pero este milagro serealiza verdadera y plenamente en las supremas creaciones delarte…11 

    Cerraremos este punto con los fragmentos citados de Kant para adentrarnos en los terrenos

    de la psicología humana en relación con la capacidad de percepción y aprendizaje que

    11 CASSIRER, Op. Cit., p. 366, 370, 373, 387.

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     brinda al sujeto, pero antes, a manera de recuento de lo analizado hasta aquí, quiero

    destacar algunos de los aspectos tratados.

    Hemos visto los elementos que constituyen la experiencia estética y que le son propios: elobjeto, su intencionalidad comunicativa, la necesidad de sentido de la conciencia. Hemos

    analizado el fenómeno estético como un proceso de percepción, de afectación de la

    conciencia, de objetivación del sujeto y, por último, de significación. Hemos dado una

    mirada retrospectiva a la historia de la estética para encontrar que, desde Kant en el siglo

    XVIII, este tipo de enfoques han sido necesarios para dar una explicación a los ejercicios de

    la función perceptiva del hombre en relación con otras más de sus funciones que lo

    transforman interiormente —comunicativa, significativa, de aprendizaje—. Finalmente nos

    hemos aproximado a los terrenos del conocimiento sensible, si es posible hablar de algo tan

    impalpable y etéreo, y hemos visto la manera en que la experiencia estética nos seduce

    como adquiriendo un conocimiento nuevo pero que se emparenta con el conocimiento

    científico en cuanto a la transformación de la conciencia, aunque por otros caminos.

    En este breve recorrido por los aspectos fundamentales de la experiencia estética hemos

     pasado por alto procesos de la conciencia que es preciso esclarecer en detalle, pues sólo

    conociendo el funcionamiento de la mente y de la conciencia sería posible ahondar en laexplicación y descripción de una verdadera experiencia estética. Veamos entonces las

    explicaciones de John Dewey y Lev Vygotski sobre el concepto de experiencia natural y

    de experiencia estética, que representan el enfoque con el cual quiero conducir esta

    investigación.

    1.4.1 ¿De qué hablamos cuando hablamos de experiencia? Definir la experiencia, desde

    las disciplinas humanas, parece algo tan esquivo y vago como apasionante y necesario,

    sobre todo si intentamos acercarnos a la comprensión del arte y la literatura en relación con

    el sujeto que contempla o lee una obra.

    Desde siempre se ha asumido, de manera generalizada, que el ser humano es, en esencia, un

    ser animado por el deseo imperioso y permanente de conocer. Desde la antigüedad, en

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    todas las culturas, tanto en sus mitos y libros sagrados como en sus tradiciones populares,

    se evidencia este ímpetu, pecaminoso para algunos e iluminado para otros, pero en

    definitiva, en todos los casos, determinante en la evolución de la humanidad.

    A lo largo de la historia, al analizar cómo se hace posible el conocimiento, diferentes

    disciplinas y tendencias han tenido que enfrentar la experiencia  como una vía de

     posibilidad natural, evidente e inmediata con la que los hombres de todas las épocas han

    accedido al conocimiento o lo han construido.

    La experiencia es, en una primera instancia, de tipo sensorial; esto es, adquirida a través de

    los órganos de los sentidos por estímulos del entorno que percibimos física u

    orgánicamente. Las experiencias sensoriales, de esta manera, pasan a formar parte del

    conocimiento básico acerca de nuestra realidad circundante, se constituyen en nuestro

     bagaje para la vida, para posibilitar que tengamos un desempeño aceptable que nos permita

    dominar el entorno y habitarlo. Hasta aquí, nada diferente de lo que ocurre con cualquier

    especie de seres vivos.

     Nuestro conocimiento, es decir, nuestras experiencias acumuladas, al igual que ocurriría

    con cualquiera de estas especies, nos permitiría combinar nuestras habilidades naturales de

    tal forma que evitemos daños y amenazas de elementos del entorno. Esto significa que el

    hombre organiza sus experiencias de determinada manera, y las almacena y utiliza también

    de un modo particular. Podríamos decir que este manejo, consciente o no, confiere a cada

    experiencia un peso específico, una importancia particular según se ubique en el plano de la

    vida práctica, específicamente en la manera de satisfacer las necesidades fisiológicas

     básicas, o en planos más mediatos de la existencia humana.

    Entramos, entonces, al terreno de la experiencia organizada. Y lo que aquí interviene para

    convertir a una simple experiencia en una experiencia que trascienda en el desempeño

    cotidiano del sujeto es su capacidad de análisis, su habilidad de relacionar una experiencia

    nueva con experiencias pasadas y darle un lugar en su escala de organización individual.

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    Pero el ser humano es mucho más que un organismo viviente que requiere para vivir algo

    más que respirar y alimentarse. El ser humano necesita de sus semejantes con quienes

    construir y utilizar sus conocimientos, con quienes dominar el entorno; por eso, y por otras

    razones que veremos más adelante, el hombre crea vínculos, socializa, intercambiaexperiencias, saberes, errores, ganancias y pérdidas, y todo lo que este cúmulo de

    experiencias generan en él, esto es, emociones diversas, sensaciones múltiples.

    Para resumir, la experiencia es el resultado de la interacción del sujeto con su entorno bajo

    condiciones y circunstancias particulares. Y por entorno debemos entender todo lo que le

    rodea, todas las condiciones que determinan e influyen en su existencia: entorno natural,

    social, cultural, emocional. La experiencia es, entonces, no sólo sensorial, sino que abarca

    de esta manera el conjunto de nuestra personalidad y se manifiesta a través de la

    sensibilidad, entendida ésta en toda su extensión. Para decirlo con las palabras de John

    Dewey:

    “la ‘sensibilidad’ cubre un amplio grupo de contenidos: elsensorial, el sensacional, el sensitivo, el sensible y el sentimental junto con el sensual. Incluye casi todo, desde el mero choquefísico y emocional, hasta la sensación misma, esto es lasignificación de las cosas, presente en la experiencia inmediata.Cada término se refiere a alguna fase y aspecto real de la vida deuna criatura organizada, en tanto que la vida se produce a travésde los órganos de los sentidos”12.

    Ahora bien, la experiencia así, sin más, no pasaría de ser un cúmulo de sensaciones,

    sentimientos, vivencias que, aunque de manera inconsciente se organice para constituir

    todo lo que permite ‘desempeñarse’ adecuadamente en la vida primaria, social o emocional,

    no alcanza más que para desarrollar habilidades de interacción inmediata con todo lo

    externo al ser humano. Pero ya vimos que el hombre necesita más que esto; necesita tenerun sentido de proyección, crecimiento o trascendencia en todos los planos de su vida, esto

    es, en lo social, cultural, emocional y espiritual.

    12 DEWEY, John. El arte como experiencia. Fondo de Cultura Económica. México: 1949. p. 21.

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    Es decir, el hombre necesita, además de las habilidades prácticas de interacción, la

    capacidad de desarrollarse interiormente para enriquecer su entorno. La experiencia inicial,

    inmediata, surgida de la interacción directa con las condiciones de su entorno, se convierte

    en estímulo para actuar proyectando un yo interior que aporta, transforma, enriquece suentorno y que a la vez vuelve a recibir de él, de su propia creación, elementos, sensaciones,

    vivencias, —experiencias— que nuevamente vuelve a transformar. El hombre se ve

    reflejado en su entorno y continuamente va a él y regresa a su yo interior, dando a su

    interacción con el mundo un sentido más mediato de desarrollo e intercambio permanente.

    Citemos nuevamente a Dewey: “La experiencia, en el grado en que es experiencia, es

    vitalidad elevada. En vez de significar encierro dentro de los propios y privadossentimientos y sensaciones, significa un comercio activo y alerta frente al mundo; significa,

    a esta altura, completa interpenetración del yo y el mundo de los objetos y

    acontecimientos”13.

    En este punto debemos agregar que la “completa interpenetración del yo” se hace posible

    sólo en este último nivel de interrelación en el que el hombre se desarrolla interiormente

     para transformar su entorno a partir de sus creaciones, a partir de los actos que proyecta

    sobre él y de los cuales vuelve a recibir estímulos, reflejándose en ellos e interiorizándolos,

    esto es, otorgándoles significados particulares e interpretándolos. Para ello es fundamental

    el uso del lenguaje, como ya lo advierte Vygotski en su análisis sobre el desarrollo

    intelectual del niño: “Antes de dominar su propia conducta, el niño comienza a dominar su

    entorno con la ayuda del lenguaje. Ello posibilita nuevas relaciones con el entorno, además

    de la nueva organización de la propia conducta. La creación de estas formas de conducta

    esencialmente humanas produce más adelante el intelecto, convirtiéndose, después, en la

     base del trabajo productivo”14.

    13 Ibid, p. 19.14 VYGOTSKI, Lev. El desarrollo de los procesos psicológicos superiores. Barcelona: Crítica, 1979. p. 48.

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    Lo que Vygostki pone de manifiesto es la gran importancia que tienen, en el proceso de

    desarrollo, las experiencias básicas a partir de las cuales se construye lo que él denomina

    ‘aprendizaje real’ y que permite dominar el entorno en relación con la creación de la

    conducta, la concientización e interpretación del yo y el uso del intelecto para transformarlas condiciones básicas, inicialmente determinantes en la vida de un individuo.

    El entorno natural y el entorno creado o transformado de esta manera por el hombre

    adquieren el carácter de objeto de análisis, en tanto que se hacen conscientes como materia

    de percepción. Es entonces gracias a la intervención de la conciencia, en el proceso de

    intercambio y desarrollo permanente con el entorno y consigo mismo, como el hombre

    adquiere la capacidad de trascender y proyectarse a través de la significación que da a sus

    experiencias.

    Como vemos, la experiencia es el motor del conocimiento, pero sólo en la medida en que

    ésta adquiera los significados y la interpretación adecuados (y ‘adecuados’ significa aquí,

    literalmente, que se adecuan a las condiciones y necesidades particulares generadas por el

    conocimiento del yo interior y por la interacción de un individuo con su entorno y consigo

    mismo), ese conocimiento ganará en riqueza de contenidos, en universalidad, en

    satisfacción de necesidades particulares y colectivas.

    De esta forma, la habilidad para otorgar significados a las experiencias es un logro que se

    alcanza por un largo proceso de aprendizaje que permite relacionar, con objetivos claros,

    experiencias pasadas con las actuales. Luego podríamos afirmar, con Vygotski, al hacer la

    diferenciación entre aprendizaje y desarrollo, que el producto de estas asociaciones, o la

    calidad de ellas, estaría directa y estrechamente relacionada con la calidad de las

    experiencias pasadas, las cuales habrían posibilitado y determinado la riqueza del procesode aprendizaje. Experiencias pasadas cargadas de contenidos valiosos, de significados con

    trascendencia vital, son las que posibilitan una mejor y más rica interpretación de

    experiencias actuales y esto, a su vez, genera un continuum de interacción, es decir, de

     percepción-creación, de desarrollo, más enriquecedor.

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    El concepto de experiencia, en el breve recorrido que hemos hecho desde el plano

     puramente sensorial inmediato hasta su mediatización —utilizando el término de

    Vygotski—, por efecto de la intervención de la conciencia, tiene un condicionamiento

    indiscutible para constituirse en experiencia real, trascendente en el interior del individuo.La experiencia real, verdaderamente acuñable para construir la interpretación del yo, debe

    tener un principio de orden en la manera en que se almacena, se recurre a ella y se utiliza; y

    el orden no es más que la forma en que el pasado retorna sobre la experiencia presente para

    otorgarle un significado, que a su vez está sujeto a la expectativa de un futuro, o de

    experiencias futuras.

    Entran en juego así, por una parte, el reconocimiento de lo vivido —experimentado— y la

    anticipación de lo que vendrá, y es en esta relación y desplazamiento permanente de la

    conciencia como se crea un espectro de expectativas que traza caminos y direcciones, y

    que, por lo tanto, impulsa hacia delante. Este proceso exige permanentemente el ejercicio

    de la capacidad interpretativa aplicada a la vida cotidiana en la percepción de las

    experiencias presentes; es un proceso en el que se evidencia un desarrollo o un crecimiento,

    es la manera en que el ser humano, desde niño, comienza a tejer y a tomar control sobre su

    devenir.

    Sobra decir que, en este punto, los condicionamientos de todo tipo —sociales, religiosos,

    culturales, etc.— tienen una presencia y un peso innegables. Delimitan, restringen, crean un

    marco para la acción del individuo sobre su propia libertad, pero también posibilitan la vida

    en comunidad y, por lo tanto, son necesarios.

    Cabe preguntarse entonces: ¿a dónde va a parar la libertad individual para organizar las

    experiencias, darles un rumbo y actuar de acuerdo con los significados e interpretaciones personales otorgados a ellas? ¿Existe un espacio, entre toda esta red de experiencias y

    conocimientos tejidos en torno y a favor de su comunidad, en el que el ser humano, como

    individuo, pueda construir sin condicionamientos y vivir para sí mismo y para su propio

    deleite experiencias diversas, liberadas de su aplicabilidad práctica a la vida comunitaria?

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    Ese espacio, inserto dentro de toda la construcción social de una comunidad, en el que esta

    libertad puede ejercerse sin consideraciones, sin miramientos, sin limitaciones, casi sin

    compasión, es un espacio en el que caben todas las posibilidades que permiten que el

    hombre pueda ser plenamente libre; en el que puede complementar sus vivenciasconstituyéndose como un ser total; en donde puede desplegar todas sus experiencias

     pasadas y todas sus expectativas futuras, —que para este caso, prefiero llamar deseos—. Es

    el espacio de la imaginación. Y para darle expresión a este espacio, el hombre inventó el

    arte: la posibilidad de experimentar de otra manera, de crear para sí y, nuevamente, para su

    entorno, otro tipo de experiencias: las experiencias estéticas.

    1.4.1 ¿Qué es tener una experiencia estética? La experiencia, como vimos, es una

    necesidad vital para el desarrollo del intelecto, de la conciencia y del individuo, de manera

    integral. No obstante, la manera en que la experiencia se inserta en la conciencia y la forma

    de relacionar los estímulos externos de los que ésta se compone, son los que le dan la

    unidad necesaria para que se constituya en experiencia con carácter estético. Esto, en el

    análisis de John Dewey, es una concepción integradora de la realidad del sujeto inmerso en

    condiciones determinantes; postura que rebasa el concepto de experiencia y de estética

    concebido antiguamente, e incluso, que ha sido visible a lo largo del siglo XX en algunos

    teóricos.

    Dewey, en efecto, parte de la realidad del sujeto como ente perceptor, y por lo tanto, como

    objeto de percepción; es decir, el sujeto toma parte tanto activa como pasiva en el proceso

    de la experimentación de una percepción. Pero, por ahora, analizaré primeramente cómo

    una experiencia corriente, de la vida práctica de un sujeto puede convertirse en experiencia

    estética, cómo se da ese primer paso hacia la experiencia estética.

    De acuerdo con Dewey, la experiencia se convierte o comienza a caracterizarse como de

    tipo estético en la medida en que ésta ejerce sobre el sujeto un impulso de reflexión, de

    intervención de la conciencia, la voluntad y la subjetividad; es decir, supera el plano de lo

     puramente instintivo y sensorial, traspasa el nivel de los órganos de los sentidos en el cual

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    no es más que un estímulo externo cuya principal característica es que es de índole

    temporal, esto es, con una duración definida, para instalarse en el devenir de la existencia

    individual en el lugar que dicho sujeto le otorgue de acuerdo con sus determinantes, ya no

    externos, sino los más íntimos de los que dispone: su emoción y sus sentimientos. Dewey loexplica bellamente con un ejemplo de una lúcida sencillez:

    Puede darse un ejemplo general, si tomamos una piedra que rueda por una colina para tener una experiencia. Su actividad es deseguro suficientemente ‘práctica’. La piedra arranca de alguna parte y se mueve, conforme las condiciones lo permiten, hacia unlugar y estado donde pueda quedar inmóvil, es decir, hacia un fin.Agreguemos con la imaginación a estos hechos externos que la piedra mira hacia adelante con el deseo de un resultado final; que

    se interesa por las cosas que encuentra en su camino, las cualesson condiciones que aceleran o retardan su movimiento enrelación a sus términos; que actúa y siente respeto a ellas segúnque les atribuya la propiedad de impulsarla y detenerla y que, alllegar al final, relaciona éste con todo lo que sucedió antes, comola culminación de un movimiento continuo. Entonces la piedratendría una experiencia dotada de cualidad estética15.

    Indudablemente, este ejemplo clarifica ese primer paso de una experiencia hacia su carácter

    estético; ésta es una interpretación que abre el camino para la valoración cualitativa de las

    experiencias desde un punto de vista subjetivo y no como objetos de estudio alejados y

    externos, como meros estímulos. La experiencia ‘dotada de cualidad estética’, es decir, con

    unidad, dirección y carácter integrador es la que permite revelar al individuo su yo interior,

    en la medida en que lo posibilita para ejercer su juicio crítico en la selección y organización

    subjetiva de los componentes que la integran. Por tanto, la experiencia estética le permite al

    hombre ejercer de la manera más auténtica su libertad, independientemente de que se trate

    de una experiencia resultante de la contemplación de un objeto con finalidad estética.

    Quizás uno de los aportes más significativos de John Dewey es que despojó el concepto de

    experiencia estética del carácter sublime que le había sido otorgado después de que los

    15 DEWEY, Op. Cit., p. 37.

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    teóricos y filósofos de línea clásica abrieron paso a su identificación con conceptos

    universales de lo bello, lo bueno y lo verdadero. Es decir, Dewey rescata el valor de la

    experiencia estética para la subjetividad y la pone en la categoría de los determinantes de la

    conducta.

     No lejos de esta óptica, Vygotski, con ajuste a la dialéctica materialista, encontraba que el

    hombre está inmerso en el movimiento de la naturaleza y la historia, y determinado por su

    carácter biológico y cultural a la vez. Y es justamente al poner en perspectiva la experiencia

    del sujeto hacia la historia y la cultura cuando Vygotski descubre el lenguaje como

    conductor de la experiencia y, por lo tanto, como vía hacia el conocimiento.

    El aprendizaje del lenguaje es, para Vygotski, el proceso de mayor funcionalidad en el

    desarrollo de un individuo, puesto que le permite, por una parte, nombrar el mundo que

     percibe a través de sus sentidos; por otra parte, construir su apreciación sobre aquello que

     percibe; y, finalmente, expresarlo de una manera que sea comprensible para los demás.

    Profundizaré un poco en los estudios de Vygostki sobre el lenguaje, pues ellos serán la

     puerta hacia una más completa visión de la manera en que se da la experiencia estética.16 

    Pocas veces somos conscientes de que nuestro pensamiento se construye a base de

    lenguaje, que incluso nuestras percepciones inconscientes deben tomar cuerpo en el

    lenguaje para poder hacerlas conscientes, que ‘hacer consciente’ no es otra cosa que poner

    en palabras algo a lo cual nos hemos visto enfrentados de manera no voluntaria, es decir,

    algo que nos sucede, algo que experimentamos o que en todo caso nos ha impactado en un

    nivel profundo sin que este efecto se hubiera dado por una decisión propia y consciente.

    Vivimos sumergidos en el lenguaje, incluso cuando no hablamos y, entonces, ¿qué diremosde lo que pensamos y sentimos? Todo nuestro ser está fundamentado en el lenguaje, así

    16  Sobre el concepto de lenguaje dentro de los procesos de aprendizaje y desarrollo, y su relación con laexperiencia estética, en VYGOSTKI, ver sus tres obras: El desarrollo de los procesos psicológicos superiores;La imaginación y el arte en la infancia; y, Pensamiento y lenguaje.

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    como todas nuestras posibilidades de relación y de expresión, si bien no es el lenguaje de la

     palabra la única posibilidad de tener acceso a ellas. La manera en que clasificamos nuestras

    experiencias y les damos un lugar en nuestro sistema de pensamiento y de conducta está

    irremediablemente centrada en el lenguaje. Podríamos decir que, en tanto que nuestrolenguaje sea más y más elaborado, cada vez más completo y complejo, mejor podríamos

    nombrar todo aquello que nos ‘sucede’ o que experimentamos y que, en tanto que el

    lenguaje se adquiere a través de un proceso de aprendizaje y de asimilación de

    experiencias, es posible construir una base sobre la cual nuestro pensamiento alcance un

    desarrollo también más complejo y rico.

    Aprendemos, nos dice Vygotski, nuestro lenguaje de palabras a partir de los primeros

    contactos con el entorno y con quienes nos rodean —y esto incluye los gestos como punto

    de partida—, pero es la riqueza de ese lenguaje, su capacidad de construcción simbólica, la

    que nos permite acceder a realidades tanto del entorno como a las realidades interiores de la

    mente y el espíritu, e incluso a realidades posibles que habitan los terrenos de la

    imaginación.

    ... el aprendizaje humano presupone una naturaleza socialespecífica y un proceso, mediante el cual los niños acceden a la

    vida intelectual de aquellos que los rodean.

    El lenguaje surge, en un principio, como un medio decomunicación entre el niño y las personas de su entorno. Sólo mástarde, al convertirse en lenguaje interno, contribuye a organizar el pensamiento del niño, es decir, se convierte en una función mentalinterna17.

    El proceso de desarrollo del pensamiento y del lenguaje alcanza una fase indispensable para

    las posibilidades que ofrece la experiencia estética con la lectura literaria. Se trata de la

    interiorización del lenguaje, lo que Vygotski denomina “…etapa de ‘crecimiento interno’.[En la cual] la operación externa se convierte en interna y sufre un cambio profundo en el

     proceso. El niño comienza a contar en su cabeza, a usar la ‘memoria lógica’, esto es, a

    17 VYGOTSKI, Op. Cit., p. 136, 138.

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    operar con relaciones inherentes y signos interiorizados. En el desarrollo del habla ésta es la

    etapa final del lenguaje interiorizado, sin sonido. Se da aquí una interacción constante entre

    las operaciones externas e internas”18. Para el proceso de desarrollo, la adquisición de un

    lenguaje interiorizado sería el inicio de la interacción con la propia subjetividad y por ende,del uso de la imaginación para la construcción de realidades posibles en el juego o en la

    experiencia estética.

    En ese sentido se entiende que el sujeto adquiere, a través de un proceso de aprendizaje,

    desde niño, la habilidad y las competencias necesarias para interpretar múltiples lenguajes,

    y que este aprendizaje se da principalmente por la manera en que se conduzca su

    acercamiento a otras formas de realidad, a las que puede acceder justamente por el uso del

    lenguaje con el que se comunica.

    Para el tema que nos ocupa, esta concepción del lenguaje en relación con la experiencia

    estética adquiere una importancia particular, pues las formas pictóricas, literarias o

    musicales son lenguajes que el sujeto aprende a interpretar; pero más importante que eso es

    que le posibilitan un conocimiento especial que, a la vez que lo enfrenta al mundo exterior

    de la cultura y la historia, también lo devuelve hacia su yo interior en tanto que él mismo es

     producto de la cultura y la historia.

    El sujeto en este punto accede, a través de los múltiples lenguajes, a formas diferentes de

     percibir su realidad, y, particularmente, centrándonos en el lenguaje de las formas estéticas,

    ya no sólo la realidad de su entorno natural sino realidades propias, íntimas, que le

    devuelven, como en un espejo, la imagen de sí mismo inmerso en el permanente

    movimiento de la historia y la cultura. El sujeto que percibe de esta forma y que elabora u

    otorga significados e interpretaciones particulares a sus experiencias a través, comomencionábamos anteriormente, de la intervención de la conciencia y de la reflexión que

    motiva este tipo de experiencias, entra en la dimensión estética, propia del ser humano y

    18  VYGOTSKI, Lev. Pensamiento y lenguaje. Teoría del desarrollo cultural de las funciones psíquicas.Buenos Aires: La Plèyade, 1985. p. 75, 76.

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    que se instaura como una función específica y diferenciada de su conducta.

    La apertura a otro mundo —más allá de la realidad cotidiana— es,

    también en nuestros días, el paso más importante hacia laexperiencia estética... Sólo en el plano reflexivo de la experienciaestética, el observador saboreará o sabrá saborear estéticamentesituaciones de la vida que reconoce en ese instante o que leafectan personalmente, siempre que, de manera consciente, seintroduzca en el papel del observador y sepa disfrutarlo19.

    Estas palabras de Jauss otorgan una trascendencia especial e introducen una nueva

    significación a conceptos tan comunes como: “otros mundos”, “observador”, “reconocer”,

    “afectar”, “disfrutar”. Desde luego, Jauss, para su análisis del fenómeno ocurrido en el

    sujeto que percibe, debe introducir y dar importancia a estos conceptos, puesto que con

    ellos solamente se puede definir la experiencia individual cuando ésta, como lo manifiestan

    Dewey y Vygotski, tiene lugar en la dimensión emocional que es la única capaz de

    integrarla en un carácter estético.

    Retomando, entonces, no sólo la conciencia y la reflexión sirven para otorgar el carácter

    estético a una experiencia; se requiere de la función emocional del hombre, en primera

    instancia, para determinar si tal o cual experiencia, lo transporta a otros mundos, probablemente sólo imaginados e íntimos, los cuales, a través de un afortunado encuentro

    con el objeto que observa, puede reconocer , sentirse afectado por ellos en tanto que, como

    creaciones de su individualidad, lo muestran a sí mismo como actor de una situación dada,

    y, por otra parte, disfrutarlos  justamente por esto. Desde entonces, a partir de tal

    experiencia, puede percibirse como observador . Ocurre entonces el distanciamiento

    necesario y el fenómeno se completa.

    El proceso quedaría así: existe una cualidad estética que “redondea una experiencia hasta

    completarla y darle unidad emocional. (...) En efecto, las emociones son cualidades cuando

    son significativas de una experiencia compleja que se mueve y cambia”. Es decir, no son

    19 JAUSS, Hans Robert. Experiencia estética y hermenéutica literaria. Madrid: Taurus, 1986. p. 31.

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    instantáneas, sino que implican una duración, un desarrollo. Y continúa Dewey:

    La naturaleza íntima de la emoción se manifiesta en la experiencia

    de asistir a una representación en el teatro o leer una novela. Seasiste al desarrollo de un argumento; y el argumento requiere unescenario, un espacio donde desarrollarse y un tiempo paradesplegarse. La experiencia es emocional, pero no hay en ellacosas separadas llamadas emociones. (...) Las emociones estánunidas a los acontecimientos y objetos en movimiento. No son,salvo en casos patológicos, privadas. (...) La emoción pertenece auna certeza del yo. Pero pertenece al yo que se ocupa en elmovimiento de los acontecimientos hacia un resultado deseado ono deseado. (...) La emoción es la fuerza móvil y cimentadora.Selecciona lo congruente y tiñe con su color lo seleccionado,dando unidad cualitativa a materiales exteriormente disparatados ydesemejantes. Por lo tanto proporciona unidad a las partesvariadas de una experiencia. Cuando la unidad es de la especieque se acaba de describir, la experiencia tiene un carácter estético,aun cuando no sea de modo predominante, una experienciaestética20.

    Ahora bien, definida de este modo, se aprecia con mayor claridad cómo la experiencia

    estética se convierte en la posibilidad para el sujeto de encontrarse consigo mismo. A

    diferencia de la experiencia religiosa, por ejemplo, la experiencia estética retrotrae al sujeto

    hacia una intimidad de conciencia sobre sí mismo, lo repliega de tal forma que le permite

    ‘objetivarse’, ‘sobreponerse’21  a sí mismo para alcanzar la esencia del objeto estético y

     poseerlo en un acto de sorprendente simultaneidad. Por el contrario, la experiencia religiosa

    lo sustrae hacia una realidad ‘externa’, hacia la realidad de un ser superior que le dicta

     preceptos que regirán su vida y su interpretación de las experiencias naturales; la

    experiencia religiosa, por tanto, tiene un carácter de convencionalismo, útil y necesario para

    20

     DEWEY, Op. Cit., p. 39-40.21 Utilizo el término ‘sobreponerse’ con la misma connotación que le da Rilke en un pasaje de Los apuntes de Malte Laurids Brigge: “¿Recuerdas el poema increíble de Baudelaire: ‘Une Charogne’? Quizá lo comprendaahora. Exceptuada la última estrofa, estaba en lo cierto. ¿Qué debía hacer después de tal experiencia?... Leincumbía ver entre esas cosas terribles, entre esas cosas que parecen ser únicamente repugnantes, lo que es, loque sólo cuenta, entre todo lo que es. Ni elección ni repulsa están permitidas. ¿Crees que Flaubert escribió porcasualidad su Saint Julien l’Hospitalier ? Me parece que ahí está el punto decisivo: sobreponerse hastaacostarse al lado del leproso, hasta calentarle con el calor íntimo de noches de amor; eso no puede sinoterminar bien”. RILKE, R.M. Los apuntes de Malte Laurids Brigge. Madrid: Alianza, 1981. p. 53.

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    la conformación de comunidades y grupos sociales, y se expresa de la misma manera,

    mediante actos convencionales, mediante rituales que actualizan y “colectivizan” la

    experiencia trascendental. En la experiencia estética, en cambio, en el encuentro del sujeto

    consigo mismo a través de una experiencia que motiva su emocionalidad, no tienen lugarmás que motivaciones individuales voluntarias; la experiencia estética no es posible más

    que por el estricto ejercicio individual de la libertad y la voluntad del sujeto y a partir de

    motivaciones por completo ajenas a la utilidad o practicidad de las experiencias.

    Sin embargo, responder a la pregunta sobre ¿qué es tener una experiencia estética?, exige

    retomar todos los aspectos que hemos mencionado y que nos dan los apoyos conceptuales

    que necesitamos para acercarnos a una respuesta. Ya hemos recorrido los conceptos de

    libertad, emoción, voluntariedad, conciencia, y función de la estética; es preciso ahora

     ponerlos en perspectiva sobre la base del carácter social del lenguaje y el aprendizaje.

    Si, como lo establece Vygotski en sus estudios, el niño comienza por aprender a través de

    experiencias prácticas, de su interacción con el mundo sensible que le rodea, el aprendizaje

    estaría dado, en esta primera etapa, quizás de manera no muy diferente de la que se da en

    los cachorros de otras especies. Sin embargo, y he aquí lo interesante del estudio de

    Vygotski, el ser humano además de ‘aprender’ como un acto que empieza con la

    observación y termina con la adquisición de una habilidad, continúa esta experiencia de

    aprendizaje a través, ya no de la experiencia sensible y práctica, sino de su interiorización

    hacia niveles de conciencia superiores.

    Y vayamos más lejos aún en los estudios de Vygotski. Si bien es cierto que el ser humano

     profundiza de esta manera en sus experiencias de aprendizaje, también lo es que la forma

    de profundizar en ellas y de darles trascendencia vital es a través del contacto con sussemejantes. Luego este tipo de experiencias y la manera de desarrollarlas es, por esencia,

    social. Vygotski continúa en la profundización de su análisis y agrega que este tipo de

    desarrollo continuo de índole social puede adquirir una mayor trascendencia para el sujeto

    y para su entorno dependiendo de las posibilidades que éste tenga de interactuar con sus

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    semejantes más ‘aventajados’ o con adultos; es decir, el niño podría desarrollar al máximo

    sus capacidades de aprendizaje dependiendo del tipo de experiencias que se le brinden y de

    la riqueza de su entorno. En este punto podrían surgir discusiones de tipo socioeconómico o

     político, sin embargo, liberaremos el conocimiento de este tipo de condicionantes propiosde otros estudios y más bien diremos, con Vygotski, que la riqueza de la comunicación del

     pequeño con su mundo y con los adultos que lo rodean, en especial con su madre, le dan

    una dimensión determinada a su conocimiento adquirido, a sus experiencias.

    Llegados a este punto, podemos afirmar que las posibilidades de desarrollo están

    estrechamente ligadas a la comunicación, es decir, que el uso del lenguaje, su praxis social,

    es uno de los principales motores del desarrollo del intelecto y la conducta. Las

    experiencias naturales adquieren trascendencia en el sistema de pensamiento así como las

    experiencias estéticas también se enriquecen y se potencian por las experiencias anteriores.

    En el ejercicio de la comunicación el niño aprende a identificar e interpretar el pensamiento

    de los demás. El dominio del lenguaje le posibilita el acceso a los significados

    convencionales de las palabras, es decir, a su uso social, pero prontamente el niño descubre,

    tras esas mismas palabras, intencionalidades y finalidades diferentes, usos diversos y

    motivaciones variadas. Podríamos decir que el niño aprende con el uso de las palabras a

    ‘leer’ emociones y pensamientos, a entrar en un espacio de cooperación o negociación con

    su interlocutor que conduce tanto al significado de sus palabras como al significado de sus

    motivaciones e intenciones y a expresar sus propias emociones y pensamientos con

     palabras.

    Este proceso, que se da bien temprano en el desarrollo del habla y la comunicación en el

    niño, es, ni más ni menos, el mismo que realizamos cuando leemos un texto literario:nuestro interlocutor, el libro, nos permite el acceso al pensamiento del autor o a las

    construcciones de pensamiento que el autor moldea y nosotros, como lectores, ingresamos

    en su espacio de significación a través del acuerdo tácito de la lectura y nuestra voluntad de

    cooperación. Lo que de allí resulta es una experiencia comunicativa que conmueve y

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    sacude nuestros niveles profundos de significación, esto es, una experiencia estética.

    Debemos admitir entonces que la capacidad de experimentar e interpretar emociones

    estéticas es también un proceso de aprendizaje que, bien se trate de lectura de textos comode otro tipo de expresiones, está inmerso en el aprendizaje del uso social del lenguaje y en

    el ejercicio de la comunicación y que es posible potenciar su desarrollo. Ya anteriormente

    mencionábamos que la experiencia estética contiene la esencia de la emocionalidad del

    sujeto; pues bien, si suponemos que un objeto que culturalmente consideramos estético o

    con finalidad estética es presentado a un sujeto que, por lo menos de manera consciente, no

    conoce lo que es la estética y el arte, probablemente, y esto gracias a que la función estética

    es inherente al hombre, lo máximo que podría suceder es que se estremezca interiormente y

    experimente para sí una emoción indecible, literalmente, puesto que no hallaría las palabras

    adecuadas para expresarla. Por otra parte, este sujeto podría entender que la experiencia

    suscitada por un objeto tal hace parte de otra realidad diferente a la realidad práctica

    circundante, que probablemente esa  realidad transmitida por el objeto estético él puede

    equipararla y relacionarla de manera más significativa con sus experiencias oníricas e

    imaginarias, y que lo que él experimenta a partir de este objeto se asemeja más a la

    emoción del juego.

    Este sujeto habría experimentado de manera completa y satisfactoria una situación estética,

    aunque él mismo no pudiera denominarla de tal manera ni, probablemente, describirla. El

    resultado innegable es que tuvo una transformación emocional que hará que en adelante no

    vuelva a ser el mismo. Habría ocurrido dentro de él una percepción y experimentación de sí

    mismo que lo transformaría para siempre.

    Quiero cerrar este punto con una cita de H.R. Jauss sobre Vygotski que ilustra en conjunto

    su postura acerca de la experiencia estética y que confirma lo que acabamos de exponer:

    Lew S. Vygotski ha demostrado que entre los sentimientos realesy los imaginarios no hay un abismo absoluto: si cualquiersentimiento actual se materializa en una idea, nuestrasexperiencias fantásticas tienen también una base sensitiva real. La

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    emoción y la imaginación participan en un mismo proceso psíquico; en la actitud estética, el sentimiento se alimenta de lasmismas energías estimulantes y se diferencia del sentimiento realen una sola cosa: en su posterior destino a la experiencia estética,

    donde una actividad, extremadamente intensificada, de laimaginación, puede desviarlo o dirigirlo hacia emocionescontradictorias, sublimarlo con dilaciones o con el climax finalliberarlo, catárticamente, de emociones contradictorias: ‘Lareacción estética no es sino catarsis, es decir, una complejatransformación de sentimientos’

    22.

    22 JAUSS, Op. Cit., p. 194.

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    2. LOS ESTUDIOS LITERARIOS Y LA EXPERIENCIA ESTÉTICA

    Una palabra es un microcosmos de conciencia humana.

     LEV VYGOTSKI 23 

    El enigmático y utópico John Wilkins emprendía una interminable tarea: idear un idioma

    universal que organizara y abarcara todos los pensamientos humanos, un idioma en el que

    “el nombre de cada ser indicara todos los pormenores de su destino, pasado y venidero”, un

    idioma en el que cada palabra contuviera su propia definición tanto para lo estrictamente

    descriptivo de aquello que nombra como para el lugar que ésta ocupa en la estructura de

    significaciones establecida previamente y sobre la cual se apoyaría el sistema de

     pensamiento de sus usuarios. ¿Un idioma matemático, quizás? ¿Un idioma de palabras tan

    cerradas y precisas de las que ni siquiera pudiera escapar una sombra de ambigüedad o

    sinonimia? ¿Un idioma tautológico a tal punto que encierre en sí mismo todas las categorías

    de pensamiento y elimine las posibilidades de interpretación?

    “…falta conjeturar las palabras, las definiciones, las etimologías, las sinonimias, del secretodiccionario de Dios”. Con esta frase concluye Borges, y valida, el ejercicio interpretativo

    del lenguaje en  El idioma analítico de John Wilkins  24 cuando plantea la sospecha de que

    “no hay universo en el sentido orgánico, unificador, que tiene esa ambiciosa palabra”, es

    decir, no hay una realidad totalizadora, unívoca y finita en la que el hombre pueda nombrar

    estrictamente lo que la conforma y todo quede cubierto por las significaciones establecidas

     para ese universo cerrado. Por el contrario, el intento de John Wilkins no hace más que

    constatar que no es posible tal lenguaje único sino sólo las interpretaciones parciales,

    subjetivas y circunstanciales de la realidad, es decir, los usos subjetivos del lenguaje

     basados en las experiencias del sujeto. Incluso queda claro que también para esto los

    23 VYGOTSKI, Pensamiento y lenguaje, Op. Cit., p. 197.24 BORGES, Jorge Luis. Otras inquisiciones. Madrid: Alianza, 1981. p. 105.

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    idiomas son escasos pues “el hombre sabe que hay en el alma tintes más desconcertantes,

    más innumerables y más anónimos que los colores de una selva otoñal”… y su ingenuidad

    consiste en creer que “esos tintes, en todas sus fusiones y conversiones, son representables

    con precisión por un mecanismo arbitrario de gruñidos y de chillidos” y que esos ruidosrealmente significan “todos los misterios de la memoria y todas las agonías del anhelo”25.

    Con estas palabras de Chesterton cierra Borges su texto sobre Jonh Wilkins sugiriendo la

    necesidad de un uso del lenguaje diferente del puramente denotativo, un uso del lenguaje en

    el que sea posible asomarse a los intersticios de la realidad, esos vacíos de significado que

    se convierten en los tesoros de la subjetividad y la riqueza de la interpretación. ¿Y qué, si

    no, es entonces la literatura?

    Citar este texto de Borges para precisar la orientación que tendrá el presente capítulo tiene

    un sentido ambivalente.