21
1 LA LEY (VII): LOS INSTRUMENTOS MUSICALES Introducción El objeto del presente estudio es determinar si hay una base bíblica que permita aprobar el uso de instrumentos musicales en la alabanza cristiana, o si por el contrario ésta ha de restringirse al uso de la voz humana sin acompañamiento instrumental. Argumentos en contra de su uso Veamos en primer lugar los argumentos habitualmente presentados para rechazar el uso de instrumentos musicales en la adoración de los cultos cristianos: 1. No hay ningún mandamiento explícito en el Nuevo Testamento para usar instrumentos. 2. Su uso en el Templo les hace pertenecer al Antiguo Pacto, y por tanto su uso ha quedado abolido en el Nuevo, al igual que los sacrificios. 3. Si bien aparecen mencionados en los Salmos, estos reflejan el sentir de los santos bajo el Antiguo Pacto. 4. Ni Jesús ni los apóstoles usaron instrumentos. 5. En la Iglesia, la ausencia del Esposo no es motivo de alegría, por eso la presencia de instrumentos se restringe en el Nuevo Testamento a las escenas celestiales, cuando el regreso del Esposo sea motivo de alegría. 6. Los instrumentos musicales fueron inventados por los hijos de Caín (Gn. 4:21). 7. Muchos grandes hombres de Dios, como Lutero o Calvino, se pronunciaron en contra del uso de instrumentos musicales (aun del órgano) en el culto cristiano. El uso de los instrumentos en el Antiguo Testamento Los instrumentos en la vida civil del pueblo hebreo La música estaba inherentemente imbricada dentro de la vida social y religiosa del pueblo hebreo. De hecho fue la música junto con la poesía las únicas artes que se practicaron profusamente en Israel, tal y como atestiguan los Salmos. La música con acompañamiento de instrumentos musicales es símbolo de alegría en la Biblia. Fue usada cuando David trajo el arca a Jerusalén (2 S. 6:5; 1 Cr. 13:8; 15:16,28), para celebrar las victorias contra los enemigos de Israel (1 S. 18:6; 2 Cr. 20:28), en la coronación de un nuevo rey (2 S. 15:10; 1 R. 1:40; 2 R. 9:13; 11:14; 2 Cr. 23:13), en los juegos de los más jóvenes (Job 21:11s; cp. Mt. 11:16-17) y, especialmente, en las bodas y banquetes (Gn. 31:27; Is. 5:12). Asimismo, en la restauración futura de Israel Dios promete que habrá panderos y alegres danzas (Jer. 31:4). No obstante, había ocasiones en que los instrumentos también eran símbolo de dolor, como cuando eran usados en algún sepelio acompañando las elegías fúnebres (Mt. 9:23). Los instrumentos en la vida religiosa del pueblo hebreo Dios ordenó el uso de instrumentos musicales en los rituales del Templo. Del rey Ezequías se nos dice: “Puso también levitas en la casa de Jehová con címbalos, salterios, y arpas, conforme al mandamiento de David, de Gad vidente del rey, y del profeta Natán: porque aquel mandamiento procedía de Jehová por medio de sus profetas. Y los levitas estaban con los instrumentos de David, y los sacerdotes con trompetas” (2 Cr. 29:25s). Vemos por tanto que el hecho de colocar

LA LEY (VII): LOS INSTRUMENTOS MUSICALES

  • Upload
    others

  • View
    0

  • Download
    0

Embed Size (px)

Citation preview

Page 1: LA LEY (VII): LOS INSTRUMENTOS MUSICALES

1

LA LEY (VII): LOS INSTRUMENTOS MUSICALES

Introducción El objeto del presente estudio es determinar si hay una base bíblica que permita aprobar el uso

de instrumentos musicales en la alabanza cristiana, o si por el contrario ésta ha de restringirse

al uso de la voz humana sin acompañamiento instrumental.

Argumentos en contra de su uso Veamos en primer lugar los argumentos habitualmente presentados para rechazar el uso de

instrumentos musicales en la adoración de los cultos cristianos:

1. No hay ningún mandamiento explícito en el Nuevo Testamento para usar instrumentos.

2. Su uso en el Templo les hace pertenecer al Antiguo Pacto, y por tanto su uso ha quedado

abolido en el Nuevo, al igual que los sacrificios.

3. Si bien aparecen mencionados en los Salmos, estos reflejan el sentir de los santos bajo

el Antiguo Pacto.

4. Ni Jesús ni los apóstoles usaron instrumentos.

5. En la Iglesia, la ausencia del Esposo no es motivo de alegría, por eso la presencia de

instrumentos se restringe en el Nuevo Testamento a las escenas celestiales, cuando el

regreso del Esposo sea motivo de alegría.

6. Los instrumentos musicales fueron inventados por los hijos de Caín (Gn. 4:21).

7. Muchos grandes hombres de Dios, como Lutero o Calvino, se pronunciaron en contra

del uso de instrumentos musicales (aun del órgano) en el culto cristiano.

El uso de los instrumentos en el Antiguo Testamento

Los instrumentos en la vida civil del pueblo hebreo La música estaba inherentemente imbricada dentro de la vida social y religiosa del pueblo

hebreo. De hecho fue la música junto con la poesía las únicas artes que se practicaron

profusamente en Israel, tal y como atestiguan los Salmos.

La música con acompañamiento de instrumentos musicales es símbolo de alegría en la Biblia.

Fue usada cuando David trajo el arca a Jerusalén (2 S. 6:5; 1 Cr. 13:8; 15:16,28), para celebrar las

victorias contra los enemigos de Israel (1 S. 18:6; 2 Cr. 20:28), en la coronación de un nuevo rey

(2 S. 15:10; 1 R. 1:40; 2 R. 9:13; 11:14; 2 Cr. 23:13), en los juegos de los más jóvenes (Job 21:11s;

cp. Mt. 11:16-17) y, especialmente, en las bodas y banquetes (Gn. 31:27; Is. 5:12). Asimismo, en

la restauración futura de Israel Dios promete que habrá panderos y alegres danzas (Jer. 31:4).

No obstante, había ocasiones en que los instrumentos también eran símbolo de dolor, como

cuando eran usados en algún sepelio acompañando las elegías fúnebres (Mt. 9:23).

Los instrumentos en la vida religiosa del pueblo hebreo Dios ordenó el uso de instrumentos musicales en los rituales del Templo. Del rey Ezequías se nos

dice: “Puso también levitas en la casa de Jehová con címbalos, salterios, y arpas, conforme al

mandamiento de David, de Gad vidente del rey, y del profeta Natán: porque aquel mandamiento

procedía de Jehová por medio de sus profetas. Y los levitas estaban con los instrumentos de

David, y los sacerdotes con trompetas” (2 Cr. 29:25s). Vemos por tanto que el hecho de colocar

Page 2: LA LEY (VII): LOS INSTRUMENTOS MUSICALES

2

instrumentistas para acompañar los cánticos no partió por iniciativa propia de David, sino que

fue un mandato de Dios por boca de sus profetas.

La Biblia también nos dice que fue el rey David, quien había sido inventor de instrumentos (Am.

6:5) y tocaba el arpa (1 S. 16:23), el que dispuso el orden y las clases de los instrumentistas en

el servicio del Templo.

La primera mención a este ordenamiento lo encontramos cuando David trajo el arca a Jerusalén:

“Dijo David a los principales de los levitas, que designasen de sus hermanos a cantores con

instrumentos de música, con salterios y arpas y címbalos, que resonasen y alzasen la voz con

alegría” (1 Cr. 15:16-28). Una vez el arca fue traída la labor de los levitas continuó, recordando,

confesando y loando a Jehová, usando salterios, arpas, címbalos y trompetas (16:4-6,42).

Más adelante, David encargó el ministerio de la alabanza en el Templo a nada menos que cuatro

mil levitas, los cuales adorarían mañana y tarde acompañados de los instrumentos que había

hecho David mismo “para tributar alabanzas” (23:5,30). Esos instrumentos no podían ser usados

para nada más que “para el ministerio del templo de Dios” (25:6) y para alabar a Jehová por

medio de ellos (2 Cr. 7:6), entonando los cánticos de alabanza, de los cuales muchos los había

escrito también el propio David y otros Asaf (2 Cr. 29:30).

Estos levitas encargados de la alabanza debían ser mayores de 30 años (1 Cr. 23:3). De los hijos

de Asaf, Hemán y Jedutún se nos dice que fueron apartados para el ministerio de profetizar en

el Templo “con arpas, salterios y címbalos” (25:1-3). De estos se hallaron 288 levitas instruidos

en “el canto para Jehová”, los cuales se distribuyeron en 24 turnos de doce levitas. “Y todos

éstos estaban bajo la dirección de su padre en la música, en la casa de Jehová, con címbalos,

salterios y arpas, para el ministerio del templo de Dios.” (25:6-31). Aquí vemos como también

era importante la labor de los directores, Asaf, Jedutún y Hemán, dirigiendo con sus manos tanto

a los cantores como a los instrumentistas. De Quenanías se nos dice que fue también director

“porque era entendido en ello” (15:22).

Años después, Salomón amplió el número de instrumentos utilizando madera de sándalo que le

trajo Hiram (2 Cr. 9:11). Al construir el Templo, Salomón organizó un gran coro y orquesta para

su consagración, cada uno con su instrumento, más 120 sacerdotes para tocar las trompetas. De

este modo tenemos a los levitas, alabando con arpas, salterios y címbalos; y a los sacerdotes

tocando las trompetas, mientras los cantores elevaban sus voces en alabanza, tanto cuando

Salomón dedicó el Templo como cuando Ezequías restableció su culto (5:12s; 29:25ss). El orden

siempre era “conforme al mandamiento de David” y se mantuvo al menos hasta tiempos del rey

Josías (35:15).

Este uso de instrumentos en la adoración no era por supuesto exclusivo de la nación de Israel.

Naciones paganas como Babilonia hacían uso igualmente de instrumentos similares en sus

aberrantes cultos (Dn. 3:5ss).

Tras el exilio, ya en tiempos de Nehemías se nos dice que “para la dedicación del muro de

Jerusalén, buscaron a los levitas de todos sus lugares para traerlos a Jerusalén, para hacer la

dedicación y la fiesta con alabanzas y con cánticos, con címbalos, salterios y cítaras. Y fueron

reunidos los hijos de los cantores […] Y de los hijos de los sacerdotes iban con trompetas Zacarías

Page 3: LA LEY (VII): LOS INSTRUMENTOS MUSICALES

3

hijo de Jonatán, hijo de Semaías, hijo de Matanías, hijo de Micaías, hijo de Zacur, hijo de Asaf; y

sus hermanos Semaías, Azarael, Milalai, Gilalai, Maai, Natanael, Judá y Hanani, con los

instrumentos musicales de David varón de Dios; y el escriba Esdras delante de ellos” (Neh. 12:27-

43). La descripción de la liturgia de aquella dedicación se corresponde a la de un canto antifonal,

con dos coros que subían por lados opuestos hasta encontrarse en “la casa de Dios”.

Las exhortaciones de los Salmos Es en este contexto histórico de adoración en el templo que los salmos invitan a cantar al Señor

con instrumentos:

“Aclamad a Jehová con arpa; cantadle con salterio y decacordio” (33:2).

“Entraré al altar de Dios, Al Dios de mi alegría y de mi gozo; Y te alabaré con arpa, oh

Dios, Dios mío” (43:4).

“Despierta, alma mía; despierta, salterio y arpa; me levantaré de mañana” (57:8).

“Asimismo yo te alabaré con instrumento de salterio, oh Dios mío; tu verdad cantaré a ti

en el arpa, oh Santo de Israel” (71:22).

“Entonad canción, y tañed el pandero, el arpa deliciosa y el salterio. Tocad la trompeta

en la nueva luna” (81:2s).

“Y cantores y tañedores en ella dirán: Todas mis fuentes están en ti” (87:7).

“Bueno es alabarte, oh Jehová, y cantar salmos a tu nombre, oh Altísimo; anunciar por

la mañana tu misericordia, y tu fidelidad cada noche, en el decacordio y en el salterio, en

tono suave con el arpa” (92:1-3).

“Cantad salmos a Jehová con arpa; con arpa y voz de cántico. Aclamad con trompetas y

sonidos de bocina, delante del rey Jehová” (98:5s).

“Despiértate, salterio y arpa” (108:2).

“Cantad a Jehová con alabanza, cantad con arpa a nuestro Dios” (147:7).

“Alaben su nombre con danza; con pandero y arpa a él canten” (149:3).

Especialmente significativo en su exhortación al uso de instrumentos musicales en la adoración

a Dios es el Salmo 150:

“Alabad a Dios en su santuario;

Alabadle en la magnificencia de su firmamento.

Alabadle por sus proezas;

Alabadle conforme a la muchedumbre de su grandeza.

Alabadle a son de bocina;

Alabadle con salterio y arpa.

Alabadle con pandero y danza;

Alabadle con cuerdas y flautas.

Alabadle con címbalos resonantes;

Alabadle con címbalos de júbilo.

Todo lo que respira alabe a JAH.

Aleluya”

Page 4: LA LEY (VII): LOS INSTRUMENTOS MUSICALES

4

El uso de la música para buscar la comunión con Dios Sin embargo, es posible encontrar el uso de instrumentos musicales fuera del contexto del

Templo. Es bien conocido el poder de la música para mover el alma y las emociones del ser

humano. La música puede transmitir emociones como la tristeza, la alegría, la épica o la paz

como ninguna otra arte puede transmitir. Hay algo en la música que llega hasta lo más profundo

del ser humano. ¿Es aceptable que dejemos que la música produzca en nosotros ese efecto?

Esto no ha de ser malo necesariamente en sí mismo. Por supuesto, un creyente nacido de nuevo

evitará músicas y ritmos (y también letras) de canciones que despierten la sensualidad de

nuestra vieja naturaleza. Ritmos como el reggaetón y las canciones de pop más sensuales, que

incitan a despertar nuestras más bajas pasiones, han de ser evitadas como cuando José escapó

de la presencia de la mujer de Potifar. Recordemos que como creyentes no debemos presentar

nuestros “miembros al pecado como instrumentos de iniquidad” (Ro. 6:13) y que es

precisamente a esto a lo que nos incitan ciertos bailes y canciones del mundo. Este mal uso de

los instrumentos musicales es condenado en la Escritura: “Gorjean al son de la flauta, e inventan

instrumentos musicales, como David; […] Por tanto, ahora irán a la cabeza de los que van a

cautividad, y se acercará el duelo de los que se entregan a los placeres” (Am. 6:5,7).

Sin embargo, la música también puede ser usada para hallar un estado de ánimo correcto. Así

por ejemplo, la música tocada en el arpa por David era el medio por el cual Saúl podía encontrar

alivio del sufrimiento causado por el mal espíritu (1 S. 16:16,23; 18:10).

También se puede utilizar para buscar un estado de ánimo en el que entrar en la presencia de

Dios. En un pasaje muy pertinente para el tema que tratamos, Eliseo es requerido por Josafat,

rey de Judá, y por Joram, rey de Israel, para consultar a Dios acerca de una campaña militar

contra Moab. Y Eliseo, tras menospreciar al rey de Israel por su impiedad, pide: “Mas ahora

traedme un tañedor. Y mientras el tañedor tocaba, la mano de Jehová vino sobre Eliseo” (2 R.

3:15). Lo singular del hecho es que Eliseo no pidió a un cantor, sino a un instrumentista, a fin de

entrar en comunión con Dios y buscar su mensaje.

No es el único caso en que profecía y música van unidas. Samuel le dice a Saúl tras ungirle por

rey en Israel, que al entrar en cierta ciudad “encontrarás una compañía de profetas que

descienden del lugar alto, y delante de ellos salterio, pandero, flauta y arpa, y ellos profetizando”

(1 S. 10:5). En estos pasajes vemos cómo el uso de instrumentos no era por tanto privativo del

Templo en el culto a Dios, sino que los profetas también realizaban su labor de servicio a Dios

trayendo su Palabra al pueblo acompañándose de instrumentos musicales.

Los instrumentos musicales en el Nuevo Testamento

Contexto histórico El culto de los primeros cristianos no fue una réplica del culto celebrado en el Templo, sino más

bien del de la sinagoga. Las sinagogas fueron creadas tras la destrucción del Templo de Salomón

a manos de los caldeos. Este era un tiempo de duelo para el pueblo de Israel. En ellas no se

usaban instrumentos musicales, pues al ser ellos símbolos de alegría y gozo (Is. 24:8) no eran

considerados aceptables en un culto que se basaba en el arrepentimiento y el dolor por la

destrucción de Jerusalén (Sal. 137:1-4). El contexto histórico en el que nos encontramos en este

periodo era el de las Lamentaciones de Jeremías, no el del Cantar de los Cantares de Salomón.

Page 5: LA LEY (VII): LOS INSTRUMENTOS MUSICALES

5

Dice Edersheim que el culto litúrgico en las sinagogas de tiempos de Jesús “consistía de oración

y de la recitación de la bendición aarónica (Nm. 6:24-26) por los sacerdotes… No había servicio

de «alabanza» en las sinagogas”1. Al no haber alabanza, eran innecesarios los instrumentos.

Esta ausencia de instrumentos en las sinagogas continúa hasta el día de hoy, salvo en ocasiones

especiales, como una boda.

Los primeros cristianos, judíos todos ellos, habían crecido en ese ambiente y por eso sus

primeras reuniones de iglesia tomaron la forma y el orden de la sinagoga. No obstante, debemos

estudiar si el criterio por el que los instrumentos no eran aceptados en una sinagoga sigue siendo

válido para un culto cristiano. Evidentemente, la base de una celebración de la Mesa del Señor

no es el dolor por el juicio de Dios y el arrepentimiento por el pecado que ha propiciado dicho

juicio, sino todo lo contrario: es el gozo de la salvación; es el recuerdo de la muerte de Cordero

por el cual hemos quedado a salvo de la ira de Dios; es la gratitud por la gracia y la misericordia

de Dios que no nos ha pagado el mal que merecíamos, sino el bien que no merecíamos.

Entramos en la presencia de Dios no con miedo y temor por su juicio inminente, sino con gozo

y alegría por la salvación y el perdón que nos ha otorgado. Por tanto, si en la sinagoga el uso de

los instrumentos como símbolo de alegría podría ser cuestionado, no ocurre así en un culto

cristiano, cuyo ambiente es y ha de ser radicalmente distinto.

Dice William Barclay comentando Santiago 5:13: “En la sinagoga ortodoxa judía no hay música

desde la caída de Jerusalén el año 70 d.C., porque, cuando hacen el culto, recuerdan una

tragedia; pero en la Iglesia Cristiana, desde sus comienzos hasta ahora, no falta la música de

alabanza, porque los cristianos recuerdan un amor infinito, y disfrutan una gloria presente”2.

Exhortaciones a la alabanza en el Nuevo Testamento En el Nuevo Testamento también hay exhortaciones a la alabanza entre el pueblo cristiano,

como las había en el Antiguo Testamento para la nación de Israel. La diferencia está en que en

el Nuevo Testamento no hay una indicación explícita sobre el uso de instrumentos musicales en

el culto de la iglesia, ni hay mención alguna de que tal fuera la práctica en las iglesias en el tiempo

apostólico. Según el diccionario de Vine, el griego del Nuevo Testamento usa tres verbos

distintos que se traducen en nuestras biblias como “cantar”3:

1. “adō” (Ef. 5:19; Col. 3:16; Ap. 5:9; 14:3; 15:3). Este verbo se traduce como “cantar” en

su sentido más general.

2. “hymnéō” (Mt. 26:30; Mr. 14:26; Hch. 16:25; He. 2:12). Se usa específicamente para el

canto de salmos e himnos.

3. “psallō”: “¿Está alguno alegre? Cante alabanzas” (Stg. 5:13). En griego clásico

significaba cantar acompañado de un instrumento de cuerda. Pero, ¿mantenía aún ese

sentido en tiempos de los apóstoles?

El tercer verbo (“psallō”) es por tanto el que nos interesa analizar en este estudio. En ocasiones

se traduce como “cantar”, pero en otras se traduce como “alabar”:

1 Edersheim, p. 279. 2 Barclay, p. 964. 3 Vine, p. 141.

Page 6: LA LEY (VII): LOS INSTRUMENTOS MUSICALES

6

“Alabaré a Jehová conforme a su justicia, y cantaré (psallō) al nombre de Jehová el Altísimo”

(Sal. 7:17, LXX 7:18).

“Cantad (psallō) a Jehová, que habita en Sion; publicad entre los pueblos sus obras” (Sal.

9:11, LXX 9:12).

“Te alabaré, oh Jehová, entre los pueblos; a ti cantaré salmos (psallō) entre las naciones”

(Sal. 108:3, LXX 107:4).

“Por tanto, yo te confesaré entre los gentiles y cantaré (psallō) a tu nombre” (Ro. 15:9,

citando el Sal. 18:49).

“Cantaré (psallō) con el espíritu, pero cantaré también con el entendimiento” (1 Co. 14:15).

Uso de adō y psallō

Los verbos “adō” y “psallō” aparecen usados de forma conjunta en numerosos pasajes. Veamos

primeramente dos pasajes paralelos del apóstol Pablo:

“No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del Espíritu,

hablando (laleō) entre vosotros con salmos, con himnos y cánticos espirituales, cantando

(adō) y alabando (psallō) al Señor en vuestros corazones” (Ef. 5:18s).

“La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a

otros en toda sabiduría, cantando (adō) con gracia en vuestros corazones al Señor con

salmos e himnos y cánticos espirituales” (Col. 3:16).

Siendo que un significado de “psallō” en tiempos del griego clásico era el de tocar un

instrumento música, principalmente uno de cuerda como el arpa, el uso de este verbo por parte

de los apóstoles, ¿podría ser una referencia al uso de acompañamiento instrumental en la

alabanza de la iglesia? Los hermanos contrarios a este uso entienden “psallō” (“alabando”) en

Ef. 5:19 como “tañendo en vuestros corazones”4. Es decir, las cuerdas de instrumento que se

tocan al alabar a Dios son las cuerdas del corazón. No obstante, esto más que una traducción

parece una interpretación; tal que por otra parte no se aplica al verbo anterior, “cantando”

(“adō”). En el pasaje paralelo de Colosenses, Pablo usa este verbo en relación con el corazón:

“cantando (adō) con gracia en vuestros corazones al Señor con salmos e himnos y cánticos

espirituales” (Col. 3:16). Si interpretamos que al “alabar” debemos usar únicamente como

instrumento el corazón, ¿por qué no entender lo mismo de cantar, cuando es evidente que el

instrumento que se usa son las cuerdas vocales? Es evidente la contradicción si lo interpretamos

de esta manera y que cuando Pablo exhorta a cantar y alabar con el corazón, se está refiriendo

a la actitud de sinceridad, no al medio empleado.

Si comparamos ambos pasajes en paralelo como hemos hecho arriba, vemos una misma línea

de pensamiento en Pablo con tres secciones paralelas. Una primera en que se destaca la llenura

del Espíritu y la de la Palabra; una segunda que enfatiza el que debamos hablar entre nosotros

“con salmos e himnos y cánticos espirituales”; y una tercera que nos exhorta a cantar y alabar al

Señor en nuestros corazones. En Colosenses Pablo sólo usa el verbo “adō”, mientras que en

Efesios usa “adō” y “psallō”. La cuestión es: ¿Los entendía Pablo como sinónimos, con lo cual

realmente expresa la misma idea en Efesios y Colosenses? ¿O quizá en Efesios está añadiendo

4 Por ejemplo, W. Barclay en su comentario a Stg. 5:13.

Page 7: LA LEY (VII): LOS INSTRUMENTOS MUSICALES

7

un matiz distinto al incluir el segundo verbo? ¿Podría estar refiriéndose a cánticos con

acompañamiento instrumental? Ejemplos similares del uso de ambos verbos dentro de una

misma frase nos los encontramos en el Antiguo Testamento (traducción de la LXX):

“Oíd, reyes; escuchad, oh príncipes; yo cantaré (adō) a Jehová, cantaré salmos (psallō) a

Jehová, el Dios de Israel” (Jue. 5:3).

“Cantaré a Jehová (adō), porque me ha hecho bien; [y cantaré (psallō) al nombre de Jehová

el Altísimo]” (Sal. 13:7; LXX 12:6).

“Engrandécete, oh Jehová, en tu poder; cantaremos (adō) y alabaremos (psallō) tu poderío”

(Sal. 21:13; LXX 20:14).

Hay otros muchos pasajes similares en los Salmos (27:6; 59:16; 68:4; 68:32; 101:1; 104:33).

Vemos por tanto que Pablo está usando una estructura muy usada en poesía hebrea, la de

enlazar dos conceptos relacionados. ¿Pero se trata de un paralelismo, con dos verbos

significando básicamente lo mismo, o el segundo añade algún matiz nuevo (en este caso, el de

tocar un instrumento)? Pues realmente no hay consenso en las traducciones. Por ejemplo, el

mismo pasaje de Jueces 5:3 que hemos copiado arriba según la versión RV60 y que traduce

ambos verbos como “cantar”, se traduce así en otras versiones modernas:

“¡Oíd, reyes! ¡Escuchad gobernantes! Yo cantaré, cantaré al Señor; tocaré música al Señor,

el Dios de Israel” (NVI).

“¡Escuchad, reyes! ¡Prestad oídos, príncipes! A Yahvé voy a cantar. Tocaré el salterio para

Yahvé, Dios de Israel” (Nueva Biblia de Jerusalén).

“¡Oíd, reyes! ¡Atended, príncipes! Voy a cantar al Señor; para el Señor Dios de Israel, voy a

tocar” (La Palabra).

“¡Oíd, oh reyes, nobles escuchad; que voy a cantar a YHVH, a cantar salmos a YHVH, al Dios

de Israel!” (Biblia Textual).

Un pasaje de los salmos que puede ser esclarecedor es:

“Pronto está mi corazón, oh Dios, mi corazón está dispuesto; cantaré (adō), y trovaré

salmos (psallō). Despierta, alma mía; despierta, salterio y arpa; me levantaré de

mañana. Te alabaré entre los pueblos, oh Señor; cantaré (psallō) de ti entre las naciones”

(57:7-9; LXX 56:8-10).

En este salmo aparece de nuevo la estructura adō - psallō, y a continuación menciona el uso de

instrumentos (salterio y arpa). Finalmente David vuelve a usar el verbo “psallō” para concluir. Si

bien puede haber dudas acerca del significado concreto de “psallō” en otros pasajes, por el

contexto de estos versículos parece claro que en tiempos de la LXX era el verbo más adecuado

para expresar la idea de tocar música que acompañara la alabanza, como por otra parte reflejan

muchas traducciones de este salmo. Si Pablo entonces estaba citando de otro salmo que usaba

una estructura similar, es posible que entonces él compartiese ese mismo significado que parece

darle la LXX. Sin embargo, no tenemos nada concluyente que nos permita afirmar una cosa o la

contraria. Como mucho, suposiciones sobre bases más o menos sólidas de razonamiento. Sin

embargo una cosa sí es clara: siempre que en los Salmos se usa la expresión cantar con o tocar

un instrumento (v. g. 147:7; LXX 146:7), el verbo usado por la LXX es, sin excepción, “psallō”.

Page 8: LA LEY (VII): LOS INSTRUMENTOS MUSICALES

8

Así pues, en general vemos una gran disparidad de criterios y traducciones, no sólo en textos del

Nuevo Testamento sino incluso en los del Antiguo. Aun dentro de una misma versión, el verbo

“psallō” aparece unas veces traducidas como tocar o tañer, y otras como cantar o salmodiar. Si

las traducciones de la Biblia no nos aclaran el significado de este verbo, veamos entonces si lo

pueden hacer las obras especializadas en el griego del Nuevo Testamento.

El significado de “psallō” en el Nuevo Testamento

Acerca del significado de “psallō” en el siglo I d.C. (la época en que se escribió el Nuevo

Testamento), hay también disparidad de opiniones entre los expertos en griego. Todos ellos

concuerdan que ese verbo se refería en tiempos del griego clásico5 al acto de pulsar las cuerdas

de un instrumento como el arpa. La controversia surge cuando se trata de dilucidar si ese verbo

seguía manteniendo ese significado en el griego “koiné” del tiempo apostólico o para entonces

había evolucionado hasta significar simplemente “cantar”, sin ningún matiz de acompañamiento

instrumental.

El léxico de Thayer afirma que ese sentido se perdió y así “psallō” en el Nuevo Testamento

significa “cantar un himno, celebrar las alabanzas de Dios con cánticos”6. El léxico de referencia

para el griego del Nuevo Testamento es sin embargo el de Bauer (o BDAG en su tercera edición7),

el cual afirma que su significado de tocar un instrumento de cuerda “persistió al menos hasta el

tiempo de Luciano”8. Siendo que Luciano de Samosata vivió en el s. II d.C., es inmediato suponer

que ese sentido original aún seguiría siendo usado un siglo antes, en tiempos apostólicos. No

obstante esta referencia a Luciano, el BDAG prefiere la traducción de “hacer una melodía” en

vez de “tocar”, aunque no basándose en criterios lingüísticos, sino de interpretación: “Aunque

el Nuevo Testamento no se opone explícitamente a la música instrumental, en vista de la

oposición cristiana a los cultos mistéricos, así como de la oposición farisea a los instrumentos

musicales en la adoración… es probable que tal sentido como hacer melodía sea mejor aquí”.

Lamentablemente, este es un caso en el que la posición teológica fija el significado de la Palabra,

en vez de ser al revés, aun en un libro de referencia como el BDAG. Pero obligado por la

referencia de Luciano, BDAG no es tan categórico como Thayer y reconoce que otras autoridades

(cita al léxico de Liddell-Scott-Jones, a Alexander Souter y a James Moffatt) sí favorecen la

traducción de “tocar”, aunque añade que “puede que estén descansando demasiado en el

significado más antiguo de psallō”.

Sin embargo, la referencia a Luciano quizá no sea del todo definitiva. El léxico de Liddell-Scott-

Jones (LSJ), referencia en griego clásico, dice respecto a este autor (y de otros, como Josefo o

Plutarco) que escribía en griego clásico más bien que en “koiné”, lo que convertía sus escritos

en anacrónicos. De ser esto así, no podemos tomar entonces su uso de este verbo como

representativo de su tiempo. De hecho, un lexicógrafo como Sophocles descarta a estos autores

en su “Léxico Griego de los Periodos Romano y Bizantino” por este motivo y concluye que

5 El periodo del griego clásico se extendió desde el 900 a.C. (Homero) al 330 a.C. (Alejandro). 6 Thayer, p. 675, “psallō”. 7 Bauer-Danker-Arndt-Gingrich 8 Bauer, p. 1096, “psallō”. Es de notar que la edición original en alemán de Bauer (1910) entendía este verbo simplemente como “cantar; la referencia a Luciano fue añadida por Gingrich y Arndt en su traducción al inglés (1957).

Page 9: LA LEY (VII): LOS INSTRUMENTOS MUSICALES

9

“psallō” significa, en todos los autores de estos periodos que analizó, simplemente cantar, sin

alusión alguna al acompañamiento de instrumentos musicales.

Otro experto en griego, W.E. Vine, nota primero su significado original en el griego clásico para

después excluirlo en el Nuevo Testamento e incluso en el Antiguo (LXX), donde afirma significar

simplemente “cantar”. Así, dice en la entrada de su Diccionario acerca de ALABAR: “psallō,

primariamente, puntear o rasgar (la cuerda de un arco), y por ende, tocar (un instrumento de

cuerdas con los dedos). En la LXX, cantar salmos, denota, en el Nuevo Testamento, cantar un

himno, cantar alabanzas”9.

Sin embargo, A.T. Robertson favorece ambas traducciones. En su comentario a Stg. 5:13 dice lo

siguiente: “Cante alabanzas (psalletō). Presente de imperativo en voz activa de psallō,

originalmente tañer una cuerda como en un arpa, cantar alabanza a Dios, sea con instrumentos

o sin,… «Que siga haciendo melodía»”10. Aquí vemos que Robertson coincide con la traducción

recomendada por Bauer. Sin embargo, en su comentario a 1 Co. 14:15 dice lo siguiente acerca

del uso de “psallō”: “Significaba originalmente pulsar o rasgar cuerdas, y luego cantar con

acompañamiento (Ef. 5:19), y aquí, evidentemente cantar sin referencia al instrumento”11. Por

tanto, si bien acepta que en este versículo de 1 Corintios se puede entender el verbo como una

referencia al canto llano o “a capella”, en el versículo de Efesios considera que se trata en cambio

de una referencia al canto acompañado de instrumentos para diferenciarlo de “adō”. Este

erudito en griego afirma así creer que el uso por parte de Pablo de “psallō” tras “adō” no repite

simplemente el mismo significado, sino que lo complementa al implicar canto acompañado.

Hay también otros expertos en griego que entienden que el significado primario de “psallō”

seguía vigente en tiempos del Nuevo Testamento y por tanto traducen este verbo con el sentido

de “tocar un instrumento de cuerda”. Aparte de los ya citados Moffatt, Souter y Liddell-Scott-

Jones, podemos citar los siguientes:

James Strong, el autor de la famosa concordancia bíblica y de la clasificación de las

palabras griegas que lleva su nombre, traduce “psallō” (número de referencia Strong

5567) como: “rasgar o tocar, i.e. tocar en un instrumento de cuerdas (celebrar la

adoración divina con música y odas de acompañamiento)”12.

El léxico analítico del Nuevo Testamento de Robinson y House traduce “psallō” como

“toco en el arpa (u otro instrumento de cuerda)”13.

Francisco Lacueva, reconocido experto español en el griego del Nuevo Testamento, se

expresa con vehemencia al respecto en su comentario a Ef. 5:19: “Al decir «cantando y

salmodiando» el apóstol exhorta a practicar dicho culto con música coral e instrumental

(cp. Salmo 150). Quienes por un falso puritanismo se niegan a usar instrumentos músicos

(¡ni siquiera un pequeño armonio!) en el culto eclesial, están desobedeciendo al

apóstol”14.

9 Vine, p. 38. 10 Robertson, p. 649. 11 Id., p. 452. 12 Strong, Diccionario Strong de palabras griegas del Nuevo Testamento, p. 94. 13 Robinson y House, p. 374. 14 Lacueva, Comentario…, p. 1687.

Page 10: LA LEY (VII): LOS INSTRUMENTOS MUSICALES

10

Edward Robinson, en su léxico del Nuevo Testamento, también favorece la traducción

de “tocar”.

Charles Hodge, en su comentario a Efesios, dice que mientras “adō significa hacer

música con la voz; psallō significa hacer música por cualquier medio; literalmente, tocar

un instrumento de cuerda”15.

Algunos autores evangélicos llegan a afirmar: “Todos los lexicógrafos y teólogos concuerdan en

que al comenzar el período del Nuevo Testamento «psallō» había venido a significar «cantar»”16.

Como hemos visto, nada más lejos de la realidad que afirmar tal unanimidad. Algunos estudiosos

y eruditos del griego del Nuevo Testamento son de la opinión de que para el tiempo apostólico

el verbo “psallō” había perdido su significado clásico y había evolucionado hasta significar

simplemente cantar, siendo prácticamente sinónimo de “adō”; pero esta no es una opinión

compartida por todos y hay importantes eruditos que son de la opinión contraria.

Conclusión

A la luz de todos estos comentarios, citas y referencias, y al no haber un consenso unánime entre

los eruditos acerca del significado neotestamentario de “psallō”, podemos concluir por el

momento que no hay base suficiente para afirmar que el uso que Pablo y Santiago hacen de este

verbo pueda considerarse apoyo suficiente para afirmar que ambos apóstoles sancionan el uso

de instrumentos musicales durante la alabanza en los cultos; aunque tal cosa no puede ser

descartada por completo, pues lo contrario tampoco puede afirmarse categóricamente. Lo

máximo que puede afirmarse es que el Nuevo Testamento ni menciona ni prohíbe

explícitamente el canto con acompañamiento instrumental en nuestras reuniones.

¿Podemos deducir entonces de este aparente silencio que los instrumentos están prohibidos en

los cultos cristianos? ¿O nos da este silencio libertad para actuar en conciencia? ¿Podemos usar

instrumentos musicales en nuestra alabanza, si no hay una mención explícita en el Nuevo

Testamento? Creemos que sí y daremos razones de esto más adelante.

Los instrumentos en el Cielo Para concluir este breve estudio de las menciones al uso de instrumentos en la Biblia, pongamos

nuestra atención en cómo se describe la adoración en el Cielo. Las escenas celestiales son ricas

en alabanzas y adoración, y en ellas aparecen instrumentos musicales. En diversos pasajes, tanto

del Antiguo Testamento como del Nuevo, se menciona el uso de instrumentos musicales en el

Cielo. Vayamos nuevamente al Salmo 150: “Alabad a Dios en su santuario; alabadle en la

magnificencia de su firmamento” (v. 1). Aquí el salmista exhorta a toda criatura de Dios, en la

tierra (en el templo) o en el cielo a alabar a Dios. Y como vimos, en sus exhortaciones siguientes

lo hace animando al uso de instrumentos musicales en la alabanza, tanto terrenal como celestial.

En Ezequiel se nos dice que Lucifer era un ser tan magnífico que “los primores de tus tamboriles

y flautas estuvieron preparados para ti en el día de tu creación” (Ez. 28:13). Y en el Apocalipsis

se nos dice que los veinticuatro ancianos (símbolo de la Iglesia) y los cuatro seres vivientes “se

postraron delante del Cordero; todos tenían arpas” (Ap. 5:8). En el canto de los 144.000, Juan

dice: “y la voz que oí era como de arpistas que tocaban sus arpas. Y cantaban un cántico nuevo

15 Hodge, p. 305. 16 Escuain, Op. cit.

Page 11: LA LEY (VII): LOS INSTRUMENTOS MUSICALES

11

delante del trono” (14:2s). También, aquellos que sufrieron la Gran Tribulación y vencieron

estaban en pie sobre un mar de vidrio, cantando el cántico de Moisés y el del Cordero “con las

arpas de Dios” (15:2s).

No obstante, puede que esta alusión a las arpas en la alabanza celestial no sea más que un

símbolo como otros usados en Apocalipsis. Pero aparte de que la referencia al uso de

instrumentos es confirmada por el pasaje de Ezequiel, no todas las referencias que hallamos en

Apocalipsis las podemos tomar como un símbolo. La Esposa es un símbolo de la Iglesia de Cristo

pero, ¿lo es el jinete que viene a combatir a la bestia? Si las arpas son símbolos, ¿lo son también

las multitudes que alaban a Dios? Y si son símbolos, ¿de qué lo son? Pero aun si fueran símbolos,

el mero hecho de ser usados para describir la alabanza en el Cielo nos muestra que el uso de los

instrumentos musicales no sólo no es desaprobado por Dios, sino que los emplea (aun si fuera

simbólicamente) para describir el ideal de alabanza pura y santa que Él desea que le dediquemos

en el Cielo.

Podemos concluir así que en el Cielo los instrumentos musicales forman parte central de la

adoración celestial de todos los seres y criaturas hacia Dios y el Cordero. ¿No debería entonces

hacerse la voluntad de Dios “así en la tierra como en el cielo”? En su comentario anteriormente

citado a Ef. 5:19, Lacueva dice lo siguiente: “Para los enemigos del uso de la guitarra en el culto,

diremos que el vocablo castellano procede de una raíz semita que se halla en el árabe “quitar”,

y ha pasado a nuestra lengua a través del griego «kithára» (instrumento que se toca en el Cielo.

Véase Ap. 5:8; 14:2 y 15:2, donde el original emplea ese vocablo) y del latín «cíthara»”.

Los argumentos en contra del uso de instrumentos rebatidos Volvamos ahora a los argumentos contrarios al uso de instrumentos musicales en los cultos

cristianos que planteamos al inicio y tratemos de discernir a la luz de la Escritura si tienen alguna

validez o si por el contrario el uso de acompañamiento instrumental en la alabanza de los cultos

no está reñido con la doctrina neotestamentaria.

Argumento 1: No hay mandamiento explícito en el Nuevo Testamento Ya hemos visto que si bien hay un verbo (“psallō”) que pudiera entenderse que implícitamente

supone el uso de un acompañamiento instrumental, en realidad este significado no es

compartido por muchos expertos con lo que en realidad concluimos que en las cartas apostólicas

no tenemos una mención explícita a su uso en la iglesia primitiva. Pero el hecho de que no

aparezca una mención a los instrumentos ¿es motivo suficiente para descartarlos? Cuando la

Biblia calla respecto de un tema podemos adoptar una de dos actitudes:

1. Si la Biblia calla, no se puede hacer (o lo que es lo mismo: el cristiano sólo puede

practicar aquello que explícitamente está aprobado en las Escrituras).

2. Si la Biblia calla, hay libertad para decidir en conciencia.

Los que rechazan el uso de instrumentos suelen adoptar la primera posición y citan al respecto:

“para que… aprendáis a no pensar más de lo que está escrito” (1 Co. 4:6). Pero en realidad este

pasaje puede volverse en contra de quien así lo usa, pues ¿no es acaso “pensar más de lo que

está escrito” prohibir algo que el Nuevo Testamento no prohíbe? ¿No lo es impedir a los

hermanos realizar una actividad (en realidad, un servicio al Señor) sobre la cual el Nuevo

Testamento calla?

Page 12: LA LEY (VII): LOS INSTRUMENTOS MUSICALES

12

Por otra parte, creemos que observar la primera posición es adoptar un punto de vista legalista

acerca de la vida cristiana. La vida del cristiano no es una lista de cosas que se pueden hacer y

cosas que no se pueden hacer. Ese era el Antiguo Pacto, pero el Nuevo es libertad; “solamente

que no uséis la libertad como ocasión para la carne” (Gá. 5:13). Si tenemos dudas respecto a si

podemos realizar cierta actividad o no, debemos recordar el mandamiento del apóstol: “Si, pues,

coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios” (1 Co. 10:31). La

pregunta por tanto respecto a los instrumentos musicales no ha de ser: “¿Están permitidos o

no?”, sino “¿Glorifican a Dios o no?”. A la luz de pasajes como el Salmo 150 parece claro que la

respuesta es afirmativa. Pero esta pregunta se la debe hacer siempre cada músico antes de

ponerse a tocar un instrumento para alabar a Dios en la congregación: “¿Estoy glorificando a

Dios, o a mí mismo?”. Como cualquier otro ministerio público en la iglesia, se le debe

encomendar a hermanos fieles y consagrados, que sean plenamente conscientes de la

solemnidad de su ministerio y evitar así que sientan la tentación de convertir el ministerio de

alabanza en un concierto destinado a su propio lucimiento. Sin embargo, no es tampoco ésta

una pregunta distinta a la que nos debemos hacer sea cual sea nuestro ministerio en una iglesia.

Si predicamos la Palabra, ¿lo hacemos buscando la gloria de Dios o la nuestra propia? Si

preparamos una obra de teatro o recitamos una poesía, ¿buscamos el aplauso o que la gente

glorifique a Dios? Del mismo modo, los instrumentistas deben evitar siempre cualquier atisbo

de vanagloria y buscar sólo apoyar al canto congregacional, sin procurar ensombrecerlo con su

natural virtuosismo.

En relación con lo anterior, no se puede usar como argumento contra los instrumentos el peligro

de que su excesivo sonido pueda ahogar las voces de la congregación. Eso es confundir el abuso

con el uso. Que algunas congregaciones “atronen” con sus instrumentos, no significa que el uso

racional de los mismos esté prohibido. ¡Por el mismo motivo podríamos prohibir la megafonía!

En definitiva, no podemos afirmar que, como no hay ninguna instrucción en el Nuevo

Testamento para usar los instrumentos, ni se mencionan cuáles se pueden usar, es mejor no

usar ninguno. Esto sería lo mismo que limitar la libertad del cristiano, poniendo prohibiciones al

creyente que no aparecen en la Biblia. Y si somos incapaces de encontrar un solo pasaje que

explícitamente apoye su prohibición y aun así la mantenemos, estaríamos utilizando nuestras

ideas preconcebidas para imponer mandamientos de hombre. Por otro lado, ¿qué sentido

tendría que los apóstoles diesen una lista de instrumentos permitidos y no permitidos? ¡Eso

sería ponernos de nuevo bajo la ley! Es cierto que la adoración es un ejercicio espiritual y que

“los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad” (Jn. 4:23). Pero si está

escrito que debemos cantar en el Espíritu y con entendimiento (1 Co. 14:15), ¿dónde está que

no sea posible tocar un instrumento en ese mismo Espíritu y con entendimiento? ¿O sólo es

carnal tocar instrumentos? ¿No puede ser sensual también una voz humana, si así lo pretende

en una canción? El hecho de que debamos cantar espiritualmente y con entendimiento no está

reñido con el uso o no de instrumentos. La restricción no debiera estar en los instrumentos en

sí, sino en el uso que de ellos hagamos, siempre con orden y discernimiento espiritual y

buscando la gloria de Dios, no la nuestra.

Son muchos los artículos contrarios a los instrumentos que afirman que, al igual que cuando

Dios ordenó a Noé hacerse “un arca de madera de gofer” (Gn. 6:14) estaba descartando otros

tipos de madera, cuando el Nuevo Testamento dice “cantar” (sin acompañamiento) está

Page 13: LA LEY (VII): LOS INSTRUMENTOS MUSICALES

13

descartando cualquier otro tipo de alabanza (es decir, con el acompañamiento de instrumentos

musicales). Pero esto es incorrecto porque en primer lugar, como ya vimos, no podemos afirmar

que el término para “cantar” en el Nuevo Testamento excluya el uso de instrumentos. En

segundo lugar, porque a diferencia de la instrucción a Noé, Dios nunca ordena cantar “a capella”

exclusivamente en el Nuevo Testamento; con lo que usar instrumentos en la alabanza no

contradice ninguna indicación divina. En tercer lugar, porque son numerosas las citas bíblicas

que mencionan instrumentos musicales en la adoración a Dios, aun en el Nuevo Testamento

(Apocalipsis). Y en cuarto lugar, porque no podemos usar una ilustración para imponer

mandamientos nuevos, sobre los que no hay una base doctrinal más explícita; un uso incorrecto

como ese permitiría prohibir y permitir a voluntad de su autor.

En conclusión, no podemos elevar a doctrina aquello sobre lo que el Nuevo Testamento calla.

De hacerlo así, deberíamos eliminar también otras actividades sobre las que el Nuevo

Testamento también calla absolutamente, como las escuelas dominicales para niños, las

reuniones de mujeres o las campañas evangelísticas con reparto de tratados y folletos.

Argumento 2: Su uso ha quedado abolido en el nuevo pacto Quizá el argumento más usado para justificar la prohibición de usar instrumentos musicales sea

el de que su uso en el culto pertenecía al orden del Templo y por tanto formaba parte del Antiguo

Pacto, que ha sido abolido. Puesto que nosotros pertenecemos al Nuevo Pacto, no debemos

regirnos por el orden y las costumbres del Antiguo. De igual modo que los sacrificios de animales

ya no son necesarios, el uso de instrumentos es inadecuado para el culto cristiano.

En primer lugar diremos que aunque es cierto que el uso de instrumentos estaba recogido en el

orden del Templo, pues Dios así lo había mandado, tal uso no era exclusivo ni estaba limitado al

Templo. Ya hemos visto como Eliseo, cuando buscó la comunión con el Señor, pidió un tañedor

para que tocara. Así mismo, los profetas profetizaban con el uso de instrumentos musicales. De

hecho, no sólo que los instrumentos no eran exclusivos del uso del Templo, sino que no eran

siquiera parte de la ley del Pentateuco. David usaba instrumentos en su alabanza a Dios (era

compositor de Salmos) y recibió instrucciones para incluir determinados instrumentos en su

Templo. Por lo tanto, se usaban en el culto de la anterior dispensación, pero no formaban parte

de la ley tal y como fue dada por Moisés. Al menos, no encontramos una sola mención al

respecto en el Pentateuco, aparte de la mención a las trompetas de plata que llamaban a

congregarse en las fiestas solemnes (Nm. 10:10; 29:1).

En segundo lugar, diremos que si el cristiano tiene libertad para alabar al Señor con (o sin, pero

también con) instrumentos, no es porque nos basemos o tomemos como modelo el orden del

Templo, sino porque así se nos exhorta a la adoración en los Salmos. En todo caso, si hay un

orden de un Templo que debemos seguir, es el del “perfecto tabernáculo, no hecho de manos”,

el Cielo mismo. Ya hemos visto que en el Cielo se adorará con instrumentos, tal y como se

exhortaba en los Salmos. Por lo que si como creyente debemos poner nuestra vista en cómo se

celebra la alabanza en algún Templo, este ha de ser el verdadero y no el de Salomón (aunque

para el tema que nos ocupa, de hecho en ambos se usen instrumentos).

En tercer lugar, no es correcto afirmar que puesto que somos nuevas criaturas (2 Co. 5:17),

estamos bajo un nuevo pacto (2 Co. 3:6) y todas las cosas han sido hechas nuevas (Is. 43:19),

nuestra adoración también ha de ser nueva en el sentido de distinta a como lo era en el Antiguo

Page 14: LA LEY (VII): LOS INSTRUMENTOS MUSICALES

14

Pacto, esto es, sin instrumentos musicales. Esta argumentación es una falacia, porque no hay

relación entre unas cosas y otras. Además, si en el Cielo usaremos instrumentos musicales en

nuestra adoración, ¿acaso allí todo será menos nuevo? ¿Seremos nosotros criaturas menos

nuevas por llevar arpas en nuestras manos?

Y en cuarto lugar, si los instrumentos del Templo eran símbolos de lo que vendría en el nuevo

pacto, ¿de qué concretamente eran símbolos? Se ve claramente esta respuesta para los

sacrificios, ofrendas, vestiduras levíticas y rituales del Templo (ver epístola de Hebreos). Pero a

diferencia de los sacrificios y ofrendas del Templo, que son explícitamente abolidos en el Nuevo

Testamento (He. 10:18) así como el orden sacerdotal levítico (7:18), de los instrumentos no se

dice nada acerca de su abolición para el culto. Que el autor de Hebreos, que tan en detalle habla

de los rituales del Templo que luego anuncia caducos, calle acerca de los instrumentos musicales

se puede entender como que no los consideraba exclusivos y representativos del Antiguo Pacto,

ni símbolos de ninguna realidad espiritual que al ser manifestada los haga perecederos y

temporales como los sacrificios o los levitas. Si los instrumentos musicales han quedado abolidos

será porque eran sombra de una realidad que ya se ha manifestado. ¿Se puede aportar algún

versículo bíblico que nos diga cuál es? Lo cierto es que no, con lo que su supuesta abolición

queda desmentida.

David Thomson titula su estudio contrario al uso de instrumentos en la iglesia: “Regresando a

las sombras”. Sin embargo, la pregunta que le podríamos hacer a este hermano, y que no

responde en su extenso estudio, es: ¿Las sombras de qué? Los sacrificios levíticos son abolidos

porque eran sombra del sacrificio de Cristo y por tanto ya no son más necesarios. El día de

reposo era un símbolo del verdadero descanso que iba a traer Cristo y por tanto ya no es vigente

para el cristiano. Y así podríamos seguir con muchos otros elementos del antiguo pacto, como

las fiestas, la circuncisión o la regulación en cuanto a los alimentos impuros, “todo lo cual es

sombra de lo que ha de venir” (Col. 2:17). Pero los instrumentos musicales usados en el Templo,

¿de qué eran sombra? ¿Cuál era la realidad espiritual a la que apuntaban y que ya ha sido

manifestada en el nuevo pacto? La respuesta, si somos sinceros, es que no eran sombra de nada,

pues la Biblia no dice que anunciaran la llegada de ninguna realidad espiritual que al haberse

manifestado ya con la venida de Cristo, los convierta en caducos. Por eso mismo, decir que el

uso de los instrumentos musicales implica “un regreso a las sombras”, al no poder probar en

qué consisten esas sombras a las que se supuestamente se regresa, resulta no ser más que una

conjetura en el mejor de los casos o una falsedad en el peor.

Argumento 3: Los salmos reflejan el sentir de los santos bajo el antiguo pacto Ya hemos citado que los Salmos exhortan al pueblo de Dios en numerosas ocasiones a alabar a

Dios con diversos instrumentos. Sin embargo, muchos autores niegan que esas menciones sean

normativas para el cristiano, pues fueron hechas bajo la ley a personas bajo la ley: “Los salmos

presentan las expresiones de un corazón regenerado, pero bajo la ley; anhelando una comunión

más y más entrañable con Dios, pero vinculado al Antiguo Pacto de obras. […] Son de gran

importancia para conocer a Dios y Sus propósitos desde el punto de vista histórico y profético. Y

tienen aplicación a muchas de las experiencias del cristiano. Pero su carácter está por debajo de

la experiencia cristiana; no son el himnario de la Iglesia, sino de la Nación de Israel, y tiene como

propósito dar expresión a sus diversos sentimientos y experiencias en su caminar con Dios,

históricamente, y para el tiempo de la Gran Tribulación, así como en el establecimiento del culto

Page 15: LA LEY (VII): LOS INSTRUMENTOS MUSICALES

15

milenial, en el contexto de un ritual establecido por ordenamiento divino, y centrado en el Templo

de Jerusalén, el santuario central dispuesto por Dios para el pueblo de Israel y, en el milenio, para

todas las naciones”17. Son citados en ocasiones varios ejemplos de exhortaciones de los Salmos

que son evidentes que ya no aplican al cristiano:

Los salmos imprecatorios, donde se exhorta a aborrecer a los enemigos y a buscar su

mal (Sal 109:6-15; 137:8-9; 139:21-22).

El sacrificar animales (Sal. 118:27).

El celebrar fiestas judías (Sal. 81:3).

De esta forma se afirma que al igual que las anteriores exhortaciones han quedado abolidas para

el creyente en el nuevo pacto, así también las referidas al uso de instrumentos ya no son válidas

para nosotros hoy.

Es cierto que hay oraciones imprecatorias muy fuertes en los salmos. ¿Pertenece este sentir a la

dispensación de la ley? ¡Por supuesto! Y todo esto quedó abolido por Cristo cuando dijo: “Pero

yo os digo: Amad a vuestros enemigos…” (Mt. 5:38-48). Ya no estamos en la dispensación del

“ojo por ojo y diente por diente”, sino en la de “a cualquiera que te hiera en la mejilla derecha,

vuélvele también la otra”. Pero esto nuevamente quedó explícitamente abolido por Cristo y

sustituido por algo mejor. Ahora bien, ¿dónde abolió el uso de instrumentos en la adoración y

lo sustituyó por alguna otra cosa?

De igual modo que las oraciones imprecatorias, tanto los sacrificios de animales como las fiestas

judías han sido explícitamente abolidos en el Nuevo Testamento, y sustituidos por algo mejor.

Los primeros puesto que se nos dice que eran sombras del sacrificio de Cristo. Y las segundas,

por ser “sombra de lo que ha de venir” (Col. 2:16). De hecho el mismo salmo que exhorta a

celebrar “fiesta solemne”, aclara: “Porque estatuto es de Israel, ordenanza del Dios de Jacob”

(Sal. 81:3s). Se trataba de un mandamiento dado exclusivamente a Israel y que además,

repetimos, es explícitamente abolido en el Nuevo Testamento. Pero nuevamente, ¿dónde está

la misma abolición para el uso de instrumentos musicales? En cambio, mientras estas y otras

exhortaciones recogidas en los Salmos eran dirigidas a Israel, la exhortación a alabar a Dios con

diversos instrumentos que hallamos en el Salmo 150 era dirigida a “todo lo que respira”.

Una cosa es que en los Salmos haya referencias a rituales levíticos que han quedado

explícitamente abolidos en el Nuevo Testamento y otra bien distinta es que toda referencia en

ellos a prácticas veterotestamentarias de los israelitas piadosos sea anatema para los cristianos.

No es necesario incluir los salmos (en su conjunto) como parte de la ley que quedó abolida para

el cristiano. Tampoco es necesario espiritualizar todo lo que aparece en ellos. El creyente puede

gozarse igualmente en la ley levítica, aunque él ya no esté bajo ella (Ro. 7:22). Del mismo modo,

puede usar instrumentos musicales, aunque se usasen bajo el viejo régimen, ya que ninguna

abolición pesa sobre ellos.

Argumento 4: Ni Jesús ni los apóstoles usaron instrumentos Se ha observado que al igual que no hay mención al uso de instrumentos musicales entre los

primeros cristianos, ni Jesús ni los apóstoles los usaron cuando alabaron a Dios. De hecho, se

pone el ejemplo de la Última Cena: “Y cuando hubieron cantado el himno, salieron al monte de

17 Escuain, op. cit.

Page 16: LA LEY (VII): LOS INSTRUMENTOS MUSICALES

16

los Olivos” (Mt. 26:30); y el de Pablo y Silas en la cárcel de Filipos: “Pero a medianoche, orando

Pablo y Silas, cantaban himnos a Dios” (Hch. 16:25). No hay mención alguna al uso de

instrumentos musicales en tales citas. ¿Pudieran significar entonces estos ejemplos que ni Cristo

ni sus apóstoles aprobaban su uso?

Es cierto que de Cristo nunca se nos dice que usara instrumentos musicales. El verbo usado por

Mateo en este pasaje es “hymnéō”, que significa cantar himnos (o salmos), no “psallō”

(independientemente del significado que pudiera tener este verbo entonces, lo que ya hemos

discutido). Por tanto, nada parece indicar, al menos por el verbo usado, que hubiera

instrumentos musicales acompañando el salmo. Pero del mismo modo que no se nos dice que

usaran instrumentos durante la celebración de la Pascua, sí se nos dice que cantaron “el himno”

(Salmos 115-118 o Hallel). ¿Deberíamos nosotros entonces cantar el Salmo 118 cada vez que

repartamos los símbolos en la Mesa, como hicieron Jesús y sus discípulos? En el ejemplo de

Hechos el verbo usado es también “hymnéō”, pero hubiera sido extraño en todo caso que los

guardias hubieran proporcionado instrumentos musicales a unos presos, y que estos los

hubieran podido tocar con sus pies metidos en el cepo (Hch. 16:24).

Debemos entender que de la Biblia podemos sacar dos fuentes de enseñanza. Una consiste en

las enseñanzas y mandamientos claros e inapelables que en ella se encuentran. La otra es por la

vía del ejemplo. Así, acerca del Domingo tenemos un mandamiento para llevar nuestra ofrenda

el primer día de la semana (1 Co. 16:2), pero no hay ningún mandamiento explícito que diga que

ese ha de ser el día de la semana en que debamos celebrar la Mesa del Señor. Si lo hacemos es

porque leemos que los primeros discípulos así lo hacían (Hch. 20:7). Sin embargo, debemos

tener cuidado de no elevar lo que vemos como ejemplo de conducta en algunos casos al rango

de doctrina, especialmente en temas sobre los que calla la Biblia. Si lo hacemos así, ¿por qué no

coger el ejemplo completo? En el caso del partimiento del pan el primer día de la semana, ¿por

qué no hacerlo también por las noches como hicieron ellos, en vez de por las mañanas?

De igual modo debemos proceder con los ejemplos de Jesús y de los apóstoles. Si en la

institución de la Mesa del Señor no se usaron instrumentos fue porque no son necesarios para

la celebración de la Pascua. Además, no se trataba de un culto de iglesia, sino de una reunión

íntima, casi familiar, de Jesús y sus discípulos. Si usamos este argumento para impedir el uso de

instrumentos en nuestras reuniones de iglesia, con más razón deberíamos proceder de igual

modo y prohibirlos en nuestras reuniones familiares y de amigos. Así, el uso de instrumentos

quedaría relegado apenas al uso privado y personal. Esto nos llevaría a un extremo absurdo,

pues nadie realmente prohíbe el uso de instrumentos musicales en reuniones privadas. Por

tanto, debemos tener mucho cuidado al usar los ejemplos como base de nuestras ideas y

doctrinas, pues podemos correr el peligro de abusar de ellos. Un ejemplo más: si decidimos

aplicar el modelo de la primera Cena para las nuestras hoy en día, deberíamos notar que al igual

que no hubo instrumentos aquella noche, tampoco hubo mujer alguna participando de los

símbolos.

Argumento 5: Al simbolizar alegría, no son adecuados en ausencia del Esposo Otro argumento en contra del uso de instrumentos en el culto cristiano es que dichos

instrumentos representan alegría, pero que por ello mismo son sólo adecuados para la

adoración en el Cielo. Mientras tanto, al estar el Esposo ausente, tales demostraciones de alegría

Page 17: LA LEY (VII): LOS INSTRUMENTOS MUSICALES

17

son inadecuadas en la Iglesia terrenal y deben guardarse para las Bodas del Cordero, pues en el

Cielo sí son apropiados para su uso por la alegría y el gozo por la salvación completada.

Este es un argumento similar al que impide el uso de instrumentos musicales en las sinagogas.

No obstante, decir que la alegría es algo que debe estar ausente de las reuniones de los

cristianos es forzar demasiado el argumento que rechaza el uso de instrumentos musicales. Las

reuniones de partimiento del pan de los primeros cristianos se caracterizaban precisamente por

la “alegría y sencillez de corazón” (Hch. 2:46). Pablo relaciona precisamente la alabanza con la

alegría: “Y otra vez dice: Alegraos, gentiles, con su pueblo. Y otra vez: Alabad al Señor todos los

gentiles” (Ro. 15:10s). Igualmente Santiago, como ya vimos: “¿Está alguno alegre? Cante

alabanzas” (Stg. 5:13)18.

Puesto que los instrumentos son símbolo de alegría, su ausencia denota lamento y dolor. Así,

cuando el rey Darío entristeció porque Daniel había sido arrojado al foso de los leones, “se

acostó ayuno; ni instrumentos de música fueron traídos delante de él, y se le fue el sueño” (Dn.

6:18). Asimismo, la ausencia de instrumentos musicales es sinónimo de juicio en la Biblia:

“Se ha cambiado mi arpa en luto, y mi flauta en voz de lamentadores” (Job 30:31).

“Junto a los ríos de Babilonia, allí nos sentábamos, y aun llorábamos, acordándonos de Sion.

Sobre los sauces en medio de ella colgamos nuestras arpas […] ¿Cómo cantaremos cántico

de Jehová en tierra de extraños?” (Sal. 137:1-4).

“Descendió al Seol tu soberbia, y el sonido de tus arpas” (Is. 14:11).

“Cesó el regocijo de los panderos, se acabó el estruendo de los que se alegran, cesó la alegría

del arpa” (Is. 24:8).

“Aborrecí, abominé vuestras solemnidades, y no me complaceré en vuestras asambleas. Y si

me ofreciereis vuestros holocaustos y vuestras ofrendas, no los recibiré, ni miraré a las

ofrendas de paz de vuestros animales engordados. Quita de mí la multitud de tus cantares,

pues no escucharé las salmodias de tus instrumentos. Pero corra el juicio como las aguas, y

la justicia como impetuoso arroyo” (Am. 5:21-24).

“Y voz de arpistas, de músicos, de flautistas y de trompeteros no se oirá más en ti” (Ap.

18:22).

La pregunta que nos debemos hacer ahora es: ¿Encaja una reunión o culto cristiano con un

ambiente de juicio por parte del Señor que justifique la ausencia de instrumentos? ¿Está acaso

nuestro Rey entristecido, como Darío, para no querer oír instrumentos de música? Las reuniones

de los cristianos no surgen como reacción a un juicio por parte de Dios, como las sinagogas, sino

a todo lo contrario: son la expresión del gozo y la gratitud por la salvación que nos ha sido dada.

Y ese gozo y gratitud se canalizan de forma natural en la alabanza al Dios que nos salvó. Se nos

puede aplicar también a nosotros lo que Dios dice de un Israel redimido: “Este pueblo he creado

para mí; mis alabanzas publicará” (Is. 43:21).

18 Si bien la alabanza y la alegría están íntimamente relacionadas, no ocurre necesariamente igual con la adoración. Es posible adorar aun cuando se está profundamente triste (Job 1:20). La alabanza es una actividad exterior, mientras que la adoración es una actitud interior que debe permanecer y manifestarse sea cual sea nuestro estado de ánimo.

Page 18: LA LEY (VII): LOS INSTRUMENTOS MUSICALES

18

Argumento 6: Los instrumentos fueron inventados por los hijos de Caín En Génesis leemos: “Y el nombre de su hermano fue Jubal, el cual fue padre de todos los que

tocan arpa y flauta” (Gn. 4:21). Jubal fue hijo de Lamec, y descendiente Caín. Que fueran los

descendientes de Caín los inventores de los instrumentos musicales es insuficiente como motivo

para rechazarlos. Un hermano de Jubal, Jabal, inventó la ganadería, y otro, Tubal-Caín, la forja

de metales. ¿Deberíamos rechazar la ganadería o la metalurgia como algo maligno, simplemente

porque fueron inventadas por descendientes de Caín?

Incidentalmente, deducimos del hecho de que tres de las primeras cosas inventadas por el

hombre fueron la ganadería, la industria (metalurgia) y la música, que para el hombre no es

suficiente con tener provistas sus necesidades materiales para sentirse completo, sino que Dios

le ha creado también con un sentido estético que precisa del arte (la música en este caso) para

ser satisfecho.

Si Dios sanciona el uso de instrumentos musicales en su alabanza en el Templo y exhorta en los

Salmos al pueblo de Dios a usarlos en la adoración, ¿debemos pensar que lo habría hecho si los

considerara censurables debido a su origen cainita? El mismo Caín aparece como constructor de

la primera ciudad y se usa en contraposición con Dios, quien construyó un jardín. Sin embargo,

Dios también está construyendo una ciudad: Jerusalén, la celestial (He. 11:10,16). ¿Debemos

concluir entonces igualmente que la ciudad, como concepto en sí mismo, es mala por el simple

hecho de su origen? Dios no usaría nada (instrumentos musicales o una ciudad) cuyo mismo

concepto fuera pecaminoso por su origen. Debemos por tanto aprender como Pedro: “Lo que

Dios limpió, no lo llames tú común” (Hch. 10:15).

Argumento 7: Muchos grandes hombres de Dios se pronunciaron en contra Muchos eminentes siervos de Dios se opusieron al uso de instrumentos musicales en los cultos.

John Wesley (fundador del Metodismo) dijo que no se oponía a que sus iglesias tuvieran

instrumentos musicales “con tal que ni se vean ni se oigan”. Lutero llamaba al órgano “un

emblema de Baal”, John Knox lo calificaba de “caja de pitos”, y Calvino los consideraba parte de

las sombras a las que no debíamos regresar. Grandes predicadores como Spurgeon jamás usaron

instrumentos en sus cultos.

Ya vimos que las primeras iglesias siguieron el modelo de las sinagogas de las cuales salieron los

primeros cristianos. Con el transcurrir de los años, los Padres de la Iglesia se opusieron a los

instrumentos musicales debido al uso que se hacía de los mismos en los primeros siglos en los

templos paganos, los teatros y los circos romanos. De hecho, había instrumentos musicales

identificados con el culto de ciertos dioses en concreto. Por ejemplo, a Hermes o Mercurio se le

consideraba el inventor de la lira. Si alguien pasase cerca de una casa en aquel tiempo y oyese

un canto religioso acompañado de una lira, pensaría que se estaba adorando a aquel dios. Para

evitar esta confusión, los primeros cristianos evitaron el uso de los instrumentos. Muy

probablemente, con el paso de los siglos se perdieron de vista estas razones originales y

simplemente se adoptó el canto sin acompañamiento como el modelo bíblico para el creyente.

Es evidente que en un contexto donde se prime el abuso de la música, desvirtuando el uso con

que Dios otorgó ese don a los hombres, se producirá un movimiento de reacción en sentido

contrario, prohibiendo todo uso de instrumentos para impedir que se caiga en el abuso y el

Page 19: LA LEY (VII): LOS INSTRUMENTOS MUSICALES

19

desorden. Esta es la misma motivación por la que en determinados países con graves problemas

de alcoholismo entre su población, los misioneros optaran por prohibir a los creyentes el

consumo de bebidas alcohólicas, como vino o cerveza. Es una prohibición que tampoco hallamos

en la Biblia, pero que se entiende que fuera necesaria por el contexto cultural e histórico en que

se originó, sin que deba entenderse de aplicación universal para la Iglesia de Cristo. Por esto

mismo, si el uso de instrumentos en el culto corre el peligro de ocupar un lugar indebido o

incluso de suplantar totalmente el canto de la congregación, entonces se puede pensar en poner

restricciones a los mismos, entendiéndose tales restricciones como reglas específicas para

contrarrestar una determinada situación, pero nunca como de aplicación universal para toda

iglesia cristiana en todo lugar y en todo tiempo.

Por el lado contrario, la eliminación del uso de instrumentos puede provocar el resultado

indeseable en la adoración de que el canto “a capella” no sea todo lo afinado y sincronizado que

debiera. Indudablemente, el uso de instrumentos musicales para dar la tonalidad adecuada,

marcar las entradas y el ritmo, y acompañar a las voces en las transiciones y modulaciones, es

de una gran ayuda para la alabanza en las congregaciones. Hay iglesias donde no se usan

instrumentos y sus miembros son capaces de cantar con belleza y potencia sin el uso de ellos.

Pero desgraciadamente no siempre es esto así. Puesto que no estamos atados por las razones

que en otros tiempos o latitudes movieron a algunos hermanos a prohibir o restringir el uso de

instrumentos en las iglesias, es mejor recurrir a un buen acompañamiento que cantar

titubeando o desafinando. Nuevamente, Lacueva dice así en su comentario a Ef. 5:19: “No es

que sea en sí absolutamente necesario, pero sí es sumamente conveniente; basta con observar

la «discordancia» que suele darse en el canto cuando no hay nadie que pueda dirigir el canto con

órgano, piano o guitarra”19. Recordemos siempre que el salmista nos llama no sólo a cantar un

cántico nuevo a Jehová, sino a hacerlo bien, “tañendo con júbilo” (Sal. 33:3).

Finalmente, si bien respetamos las opiniones de los grandes siervos de Dios, que merecen

nuestra consideración y estudio, no estamos sujetas a ellas, sino únicamente a la Palabra de

Dios. La Escritura es la única regla válida para determinar lo que Dios aprueba y lo que no, y no

la tradición o las opiniones humanas. Cuanto más eminente sea el siervo de Dios que emita una

opinión, tanto más debemos nosotros recibirla con consideración y respeto, pero al final toda

opinión humana se ha de escudriñar a la luz de la Palabra (Hch. 17:11). Que las opiniones

humanas no son infalibles se ve en el hecho de que respecto al uso de instrumentos musicales

en los cultos nunca han sido unánimes en su contra, pues muchos otros grandes siervos de Dios

sí estaban a favor del uso de instrumentos en la iglesia, como Dwight L. Moody y otros que

hemos citado en este estudio. Por consiguiente, lo que para un cristiano ha de ser regla de fe no

son las opiniones o impresiones personales de los demás, ya sea un siervo de Dios, sino lo que

Dios mismo nos dice en su Palabra, “comprobando lo que es agradable al Señor” (Ef. 5:10; cp. 2

Co. 5:9).

Conclusión Con todos los pasajes bíblicos y razones expuestos en este breve estudio, creemos haber

demostrado con la Palabra que la adoración con instrumentos en los cultos bíblicos no sólo no

es inadecuada, sino que es además la forma en que Dios ordena realizarla en las Escrituras. El

19 Lacueva, p. 1687.

Page 20: LA LEY (VII): LOS INSTRUMENTOS MUSICALES

20

canto con instrumentos musicales fue ampliamente usado en el templo desde los tiempos de

David, pero no exclusivamente, pues también era también usado por los profetas para traer la

Palabra de Dios. Los Salmos exhortan a todo ser viviente a alabar a Dios, también mediante el

uso de diversos instrumentos musicales. Así, la música con instrumentos ha sido históricamente

usada por el pueblo de Dios para:

1. Buscar su comunión

2. Profetizar

3. Alabar

Aun cuando no encontramos una referencia explícita a su uso en las epístolas del Nuevo

Testamento, hay base para suponer que el uso de “psallō” pueda referirse al mismo, aunque no

es del todo firme. No obstante, no hay un solo argumento de los analizados en este estudio que

pruebe que su uso es desautorizado por los apóstoles o el mismo Señor. Y si bien en los primeros

siglos de la Iglesia está documentado que la alabanza era “a capella” y el uso de instrumentos

condenado por los primeros Padres, tal práctica era circunstancial por el contexto histórico en

que vivían y por los orígenes de las primeras iglesias, conformadas a partir del modelo de la

sinagoga. Creemos por todo ello que aquellos que tienen una opinión distinta son los que han

de demostrar:

1. Que los instrumentos han sido explícitamente abolidos en el Nuevo Testamento.

2. Que Dios no se agrada de la adoración con instrumentos musicales.

3. Que los Salmos en su conjunto, y no sólo partes de ellos, ya no son de aplicación para

nuestra vida actual ni nuestro contexto histórico.

Amamos a nuestros hermanos que difieren en cuanto al uso o no de instrumentos en las

reuniones y respetamos sus opiniones al respecto. Un canto congregacional “a capella”, si se

hace bien, es algo hermoso pues no sin razón se ha descrito a la voz humana como el

instrumento más perfecto de todos. Dios nos ha creado a todos diferentes, para que con nuestra

variedad podamos alabar a un Dios que se caracteriza por su multiforme sabiduría y no por su

uniformidad. Aprendamos pues a respetarnos y amarnos, sin juzgarnos los unos a los otros ni

romper los sagrados lazos de comunión en base a nuestras diferencias de opinión en temas no

fundamentales.

Bibliografía BARCLAY, William. Comentario al Nuevo Testamento. Viladecavalls, CLIE, 1999.

BAUER, Walter y DANKER, Frederick W. A Greek-English lexicon of the New Testament and other early Christian Literature. 3a ed. (BDAG). Chicago (IL, EE.UU.), The University of Chicago Press, 2000.

BROWN, C. H. ¿Tiene sanción bíblica la música instrumental en el culto y testimonio cristiano? http://www.sedin.org/propesp/X0138_Ms.htm

EDERSHEIM, Alfred. Usos y costumbres de los judíos en los tiempos de Cristo. Terrassa, CLIE, 1990.

ESCUAIN, Santiago. La música: Guion de una conferencia. http://www.sedin.org/propesp/X0139_Ms.htm

HODGE, Charles. A Commentary on the Epistle to the Ephesians. Grand Rapids, Eerdmans, 1966.

Page 21: LA LEY (VII): LOS INSTRUMENTOS MUSICALES

21

KÜEN, Alfred. La música en la Biblia y en la Iglesia. Terrassa, CLIE, 1992.

LACUEVA Lafarga, Francisco. Comentario bíblico de Matthew Henry. Sabadell, CLIE.

LIDDELL, H.G.; SCOTT, R y JONES, H.S. Greek-English Lexicon.

ROBINSON, Edward. Greek and English Lexicon of the New Testament.

ROBINSON, Maurice A. y HOUSE, Mark A. Analytical lexicon of New Testament Greek. Peabody (MA, EE.UU.), Hendrickson Publishers, 2012.

SOPHOCLES, E. A. Greek Lexicon of the Roman and Byzantine Periods: From B. C. 146 to A. D. 1100.

STRONG, James. Nueva concordancia Strong exhaustiva. Miami (FL, EE.UU.), Caribe, 2002.

THAYER, Joseph H. Thayer’s Greek-English lexicon of the New Testament. Peabody (MA, EE.UU.), Hendrickson Publishers, 2014.

THOMSON, David. Regresando a las sombras.

VINE, W. E. Diccionario expositivo de palabras del Antiguo y del Nuevo Testamento. Colombia, Caribe, 1999.