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La última morada de Leonardo da Vinci “Serás libre para pensar, soñar y trabajar”. Éstas fueron las palabras que el rey Francisco I de Francia dirigió a Leonardo da Vinci cuando lo invitó a instalarse en Amboise en 1516. En esa ciudad a orillas del Loira vivió los tres últimos años de su vida el artista italiano, en el Ma- noir du Cloux, una mansión conocida más tarde como castillo de Clos Lucé. Fue la última morada de una de las mentes más maravillosas de todos los tiempos, un enclave histórico que alberga en la actualidad el Parque Leonardo da Vinci, donde se ha reunido un nutrido nú- mero de maquetas a escala y a tamaño real de los inventos diseñados por el maestro. SALVADOR G. SERRANO

La última morada de Leonardo da Vinci

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La última morada deLeonardo da Vinci“Serás libre para pensar, soñar y trabajar”. Éstas fueron las palabras que el rey Francisco Ide Francia dirigió a Leonardo da Vinci cuando lo invitó a instalarse en Amboise en 1516. Enesa ciudad a orillas del Loira vivió los tres últimos años de su vida el artista italiano, en el Ma-noir du Cloux, una mansión conocida más tarde como castillo de Clos Lucé. Fue la últimamorada de una de las mentes más maravillosas de todos los tiempos, un enclave histórico quealberga en la actualidad el Parque Leonardo da Vinci, donde se ha reunido un nutrido nú-mero de maquetas a escala y a tamaño real de los inventos diseñados por el maestro.

SALVADOR G. SERRANO

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Loira y castillos. Dos palabras que se nosantojan inseparables. En las márgenes delgran río que cruza Francia de este a oestese levantan fortalezas y palacios impresio-nantes. El tramo del valle que transcurreentre Sully-sur-Loire y Chalonnes fuedeclarado Patrimonio de la Humanidadpor la Unesco en el año 2000. EntreTours y Orléans se encuentran magnífi-cas construcciones, como el gran castillode Chambord, con sus 365 chimeneas y440 habitaciones, cuya función era sim-plemente ser un pabellón de caza para elrey Francisco I, o el de Chenonceau, unhermoso edificio levantado sobre lasarcadas de un puente que cruza el ríoCher.

Entre el conjunto de castillos impres-cindibles para todo aquel que visite laregión encontramos también el deAmboise, famoso por albergar la tumbade Leonardo en una capilla dedicada alpatrón de los cazadores, san Huberto, condecoración de estilo gótico tardío y cons-truida en lo alto de una gran roca entre1491 y 1496.

Amboise presume de haber sido el lugardonde el genio toscano vivió y trabajó susúltimos años, en el caserón de ladrillosrojos de Clos Lucé, situado a apenas 500metros del castillo de Amboise.

Unas pinceladas de historia La construcción de Clos Lucé se inició en1471 por orden de Luis XI, apodado el“Rey Araña” por la red de conspiracionesy maquinaciones políticas que tejió. En1490 compró la mansión el rey Carlos VIII,quien obsequió a su joven esposa Ana deBretaña con una capilla adosada a la resi-

dencia que esta reina convirtió en su ora-torio particular.

A todo aquel que visita Amboise se lerelata la muerte casi tragicómica de aquelrey que fue conocido como el Afable,pero también como el Cabezudo. Y es queCarlos VIII tenía 27 años cuando, duranteun partido de pelota (jeu de paume), se diotal cabezazo con el dintel de una de laspuertas del castillo de Amboise que quedóen coma y murió a las pocas horas.

Eso ocurrió en 1498, 17 años antes deque Leonardo cruzara los Alpes para unirsea la corte del rey de Francia Francisco I,situada precisamente en Amboise, dondese había criado el monarca. Este rey confama de humanista y amante de las arteshabía sido coronado en 1515 a la edad de20 años. Ese mismo año, en octubre,Francia reconquistó Milán, y dos mesesdespués Francisco I y el papa León Xse reunieron en Bolonia. Para la ocasiónLeonardo fabricó un león mecánico capazde caminar y de cuyo pecho abierto salíaun ramo de lirios.

En ese momento se inició una relacióncasi paterno-filial entre el artista y el rey,aunque por edad el primero bien podríaser su abuelo. Francisco I le invitó a unirsea su corte e instalarse en Amboise y DaVinci aceptó.

Llevó consigo tres de sus pinturas másfamosas. Sobre la cabecera de la camadonde murió, en su habitación de ClosLucé, estaba colgada la Mona Lisa. Tam-bién viajó con los cuadros de San JuanBautista y de La Virgen, el Niño Jesús ySanta Ana. Los tres óleos se conservan enla actualidad en el Museo del Louvre.

Hasta su muerte Leonardo trabajó parael rey, pintando, inventando, creando...Se encargó de obras arquitectónicas y deingeniería civil en Romorantin, una loca-lidad cercana que Francisco I quería mo-dernizar. Al mismo tiempo organizabalas grandes fiestas y ceremonias reales, entreellas la Fiesta del Paraíso, que se celebróen 1518 en conmemoración del naci-miento del primer hijo varón del rey.Aquella fiesta tuvo lugar de noche, preci-samente en los jardines de Clos Lucé, y allíLeonardo maravilló a los presentes conuna recreación de la bóveda celeste en elinterior de una gran carpa. El embajadorde Mantua en Francia escribió: “Debía dehaber cuatrocientos candelabros que da-ban tanta luz que parecía que la noche sehubiera retirado”.

Leonardo murió el 2 de mayo de 1519.El artista y biógrafo Giorgio Vasari relatóque aquel rey que se había convertido ensu amigo y que llegó a llamarlo “padre mío”sostuvo su cabeza cuando Leonardo

encontró la muerte, una escena que inmor-talizaron siglos más tarde pintores comoIngres y Ménageot, a pesar de que tienemucho de leyenda y casi nada de rigor his-tórico. No obstante, según lo escrito porel poeta Giovanni Paolo Lomazzo, tal vezsea cierto que de la boca del rey salierauna de las más bellas oraciones fúnebresque se conocen: “Para cada uno de noso -tros la muerte de este hombre es un duelo,pues es imposible que la vida produzca otroigual”.

Su entierro tuvo lugar tres meses mástarde. El cuerpo fue acompañado, segúnsus últimas voluntades, por sesenta men-digos portadores de antorchas. Fue ente-rrado en Saint Florentin, en Amboise. Traslas guerras de religión y la demolición deesta iglesia en 1808, la sepultura se trasladóa la mencionada capilla de San Huberto,junto al castillo de Amboise.

Arte y naturalezaEl castillo de Clos Lucé es el emblema delRenacimiento en Francia. Incluso antes dela llegada de Leonardo, cuando el rey Fran-cisco I todavía era conocido como duquede Angulema, en sus jardines se celebra-ban juegos de guerra, mientras Margaritade Navarra, hermana del futuro rey, escri-bía allí los primeros cuentos eróticosdel Heptamerón. El monarca y su apasio-nada hermana hicieron traer a pintores,arquitectos y poetas. Evidentemente, elmayor trofeo fue Leonardo, que apareciópor el valle del Loira cuando contabaya 64 años y gozaba de una inmensa fama.

La restauración de la mansión hasupuesto un arduo trabajo a lo largo muchosaños. Ciertas partes del edificio, deterio-rado por el paso del tiempo, comenzaron areconstruirse a principios del siglo XX yalgunos elementos clave, como la capilla deAna de Bretaña, no se restauraron por com-pleto hasta entrado el nuevo milenio.

Una de las últimas reconstrucciones sonlos jardines. El Parque Leonardo da Vincise extiende por seis hectáreas de terreno yconstituye un gran museo al aire libre enel que el visitante descubre una sorpresatras otra. Grandes telas traslúcidas cuelgande los sauces mostrando obras pictóricasdel maestro italiano. En distintos pun-tos del recorrido encontramos dieciochode las máquinas que diseñó el artista atamaño gigante, fabricadas con las técni-cas de la época, que mayores y pequeñospueden manipular, así como obras de inge-niería que hacen patente el genio de Leo-nardo, entre ellas un molino hidráulico, unpuente levadizo giratorio y una esclusa.

Además, una hectárea del parque con-forma el Jardín de Leonardo, una recons-La

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Autorretrato de Leonardo, dibujo que data de 1513 yque se encuentra en la Biblioteca Real de Turín.

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Gigantescas telas con obras del artista pueblan el Parque Leonardo da Vinci. / O. GIMÉNEZ.

A la izquierda, de arriba abajo: El castillo de Clos Lucé, en Amboise, donde el artista vivió los tres últimos años de su vida. / O. GIMÉNEZ.Jardín de Leonardo con el puente de roble de doble nivel al fondo, tal como lo diseñó el artista italiano. / LÉONARD DE SERRES.Capilla de San Huberto, en el recinto del castillo de Amboise, donde se encuentra la tumba de Leonardo. / O. GIMÉNEZ.

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trucción del paisaje que observó y admiróel maestro, concebida como un recorridoiniciático, botánico y pedagógico en plenanaturaleza. El jardín es un reflejo de losestudios de Leonardo a partir de sus pin-turas, dibujos y bocetos. Allí podemosencontrar docenas de especies de plantasy flores que el artista dibujó y pintó. Losefectos de bruma nos sumergen en unpaisaje evocador del sfumato, la técnicainventada por Leonardo para simular elefecto vaporoso de la lejanía a través decontornos imprecisos. La vegetación, elagua y el movimiento son partes integra-les de ese paisaje, lo mismo que el puentede roble macizo de dos niveles que cruzael estanque, recreado a partir de los planosque dibujó Da Vinci.

La visita al interior del edificio nodesmerece el exterior. Parte de la mansiónestá dedicada a acoger exposiciones de ar-te, mientras que otro itinerario recorre lashabitaciones donde vivió Leonardo, desdeel dormitorio donde encontró la muerte ala gran cocina, pasando por la sala de recep-ciones, su gabinete de trabajo y el oratoriode Ana de Bretaña.

Las ideas de un genioEl descenso a las plantas más bajas del edi-ficio es un deleite para los amantes delgenio innovador. Está claro que, comoartista, Leonardo fue uno de los másextraordinarios de todos los tiempos. Perotodos sabemos también que su pasiónpor el conocimiento en todos los ámbitosno tenía límites. Científico en un tiempoen que la ciencia aún no tenía método, susobservaciones abarcaron todas las áreasimaginables. Fue pintor y escultor, perotambién inventor, matemático, arquitecto,ingeniero, botánico, anatomista, músico,escritor... El arquetipo del hombre rena-centista.

El sótano de Clos Lucé, junto a laentrada del pasadizo subterráneo quecomunicaba esta residencia con el casti-llo de Amboise, reúne maquetas a escalade cuarenta invenciones de Leonardo,fabricadas con los mismos materiales yprocedimientos de su época. Su deseo dedescubrir cómo funcionaba el mundocondujo a hallazgos científicos extraor-dinarios que tardarían siglos en desarro-llarse y comprenderse.

El aprecio de reyes y nobles por lacapacidad de Leonardo para la ingenie-ría y los inventos venía de tiempo atrás,pese a que los eruditos contemporáneosignorasen la vertiente científica del artista,debido a que no tuvo una educación for-mal en matemáticas y latín. En una cartaa Ludovico Sforza, duque de Milán, el

maestro le describía las cosas maravillo-sas y diversas que podía conseguir en elcampo de la ingeniería. Acabó trabajandopara él, sobre todo inventando máquinashidráulicas. Más tarde marchó de Milána Venecia, donde ejerció de arquitecto eingeniero militar, ideando métodos paradefender la ciudad de ataques navales.Asimismo, en 1502, entró al servicio deCesare Borgia, hijo del papa AlejandroVI, también como arquitecto e ingeniero.

Tal como comprobamos en los sótanosde Clos Lucé, en el ámbito de la guerraLeonardo tuvo ideas geniales y excesiva-mente avanzadas para su tiempo. Inventómáquinas para matar más efectivas quelas que se empleaban entonces, aunquesólo algunas de ellas se construyeron yutilizaron realmente. Lo mismo ocurriócon la gran mayoría de sus diseños, má-quinas imposibles en su momento que hoydía se consideran antepasados lejanos delos helicópteros, los tanques o los avionesactuales.

Tomemos como ejemplo el puente quediseñó en 1502 para el sultán Beyazid IIde Estambul. Se trataba de una obra deingeniería civil consistente en una solaarcada de unos 420 metros, proyectadapara cruzar el Cuerno de Oro en el Bós-foro. Su construcción se consideróimposible. La carta que escribió Leo-nardo al sultán se encontró en los archi-vos del Museo de Topkapi en 1952.Decía: “Ha llegado a oídos de vuestrohumilde servidor que tenéis la intenciónde levantar un puente desde Estambulhasta Gálata, pero que no lo habéispodido realizar hasta ahora porque nohabéis encontrado a un hombre capaz dehacerlo. Yo, vuestro humilde servidor, sécómo realizarlo. Lo construiría tan altocomo un edificio, para que así, debido asu altura, nadie pudiera sobrepasarlo…”.

En el año 2001, medio siglo después, elpintor y artista noruego Vebjørn Sandconstruyó en su país un puente algo máspequeño basado en el proyecto de Leo-nardo, demostrando así que no era un pro-yecto irrealizable. En el 2006 el gobier-no turco aprobó la idea de construirlosobre el Bósforo, si bien sigue siendo unproyecto que aún no ha tomado cuerpo.

Igual que ese puente, otras muchasmáquinas salidas de la creativa mente deaquel genio renacentista han sido objetode creciente interés a lo largo del últimosiglo. Lo cierto es que no ha llegado hastanuestros días ninguna de las máquinas quepudieran fabricarse ni ningún modelo aescala que él mismo realizara. Existe con-firmación de que algunos de sus inventosse hicieron realidad, como un aparato

diseñado para medir la fuerza de tensiónde cables, un dispositivo para enrollarbobinas y una muela para pulir lentes con-vexas, aunque son ejemplos prácticos queapenas representan una parte insignifi-cante del conocimiento que nos legó.Actualmente, sólo quedan sus bocetos,dibujos y explicaciones escritas en espejo,de derecha a izquierda, ideas conceptua-les que, si bien en ocasiones no pasan deser sueños imposibles, tienen un valorintelectual extraordinario.

En cualquier caso, sus proyectos dehace 500 años siguen sorprendiendo a losestudiosos. En muchas ocasiones, susideas inconclusas no hacen más que reve-lar nuevos secretos, lo cual hace de ellasun tesoro aún más valioso.

Leonardo se interesó mucho por lasmáquinas de guerra, curiosidad que com-partían de forma interesada los nobles yreyes que lo protegieron. Diseñó nuevosartilugios bélicos de defensa y ataque, yperfeccionó los existentes. La ametralla-dora fue una de sus ideas originales. Se leocurrió cuando las tropas papales ase-diaron Florencia en 1470. Carros deasalto, catapultas, espingardas y cañonesforman parte de la colección de modelosde Clos Lucé, inventos que en su mayo-ría jamás pasaron de ser ideas dibujadasy descritas en papel.

Los estudios del maestro toscano abar-caron la hidráulica, la mecánica, la aero-náutica... A aquel italiano, que no comíacarne y que compraba pájaros enjauladospara liberarlos, le fascinaba la idea depoder volar. La observación de aves yotras criaturas del aire le inspiró el diseñode planeadores con alas articuladas. Almismo tiempo, investigó el principio delo que sería el paracaídas moderno y tam-bién de un mecanismo giratorio que anti-cipaba la idea del helicóptero.

La exposición de modelos también nosinvita a ver lo que hoy podríamos con-siderar gérmenes del automóvil, la bici-cleta, el patín acuático o el casco dobleen las embarcaciones. Nos permite hacer-nos una idea de cómo sería el perpetuummobile, la hipotética máquina –imposiblesegún la primera ley de la termodiná-mica– capaz de funcionar eternamentedespués del impulso inicial. Visionario delas enormes posibilidades que se abríantras palancas, poleas, cigüeñales, ruedasdentadas y manivelas, resulta muy difícilsaber cuántas de las ideas salidas de sumente han pasado a formar parte de nues-tra vida cotidiana, retazos que nos per-miten hacernos tan sólo una pequeña ideade lo que corrió por la avanzada mente de un hombre irrepetible.

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IDEAS Y MÁQUINAS

Máquina voladoraEn la halle de Clos Lucé, edificio externoubicado en los jardines de la mansión, esasombrosa la reconstrucción de una delas máquinas voladoras diseñadas porLeonardo, un ingenio de doce metros deenvergadura que simboliza por sí mismola pasión del maestro italiano por el vuelo.Fue Da Vinci el primero que se tomó enserio y desarrolló de forma científica laposibilidad de que el ser humano pudieravolar. Pero al principio, cuando todavíaera un joven residente en Florencia, suinspiración no procedía de los pájaros,sino de la anatomía del hombre y de lamecánica. Sus diseños de máquina vola-dora se basaban en sus estudios sobre los

potenciales dinámicos del cuerpo hu-mano. Leonardo creía en la posibilidadde que el hombre pudiera volar con susmáquinas gracias a la fuerza de sus pro-pios músculos, tanto de los brazos comode las piernas y la cabeza.

Tras un período en que aparcó la idea,renovó su interés por el asunto a comien-zos del siglo XVI. En ese tiempo sí que fuela zoología la fuente de inspiración.Pasaba horas estudiando el vuelo naturalde las aves, y de esa época data el Códicesobre el vuelo de los pájaros, dedicado porcompleto a este tema y a su posible imi-tación mediante máquinas. El códicemuestra en dos grandes secciones susinvestigaciones sobre el batir de alas ysobre las maniobras de equilibrio en casode viento. Para cada caso, Da Vinci estu-

dió el vuelo de las aves, su anatomía y suaerodinamismo, al tiempo que dibujabamáquinas voladoras capaces de imitar loque había observado en la naturaleza. Hacia el final de su vida se centró más enlas posibilidades del vuelo aerostático yen los estudios teóricos que en proyectosde máquinas voladoras.

Tornillo aéreoA escasos doscientos metros de la entradaal castillo de Clos Lucé, los niños girany giran sin cesar la rueda del primer ante-pasado del helicóptero. Leonardo lodibujó junto a otras máquinas voladoraspensando que un aparato en forma de tor-nillo podría elevarse verticalmente y volarsi se hacía girar con rapidez. La fuerzanecesaria para dar vueltas al dispositivo

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Reconstrucción de una de las máquinas voladoras, que se exhibe en la halle de Clos Lucé. / LÉONARD DE SERRES.

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y mantenerlo en el aire era el principalobstáculo de este ingenio, que quedó sindesarrollar, lo mismo que otras muchasideas del maestro. Los expertos expli-can que ésa era la forma que tenía Leo-nardo de afrontar problemas de tipoteórico, visualizando las soluciones po-sibles a través del diseño de máquinas que a menudo quedaban como ideasinacabadas. Por otro lado, es de destacarque fue la primera vez que la forma enespiral, omnipresente en el ámbito de lossistemas hidráulicos desde Arquímedes,se aplicaba al vuelo.

AmetralladoraEn tres dibujos plasmados en una mismahoja que datan aproximadamente de 1482, Leonardo presentó tres proyectos alter-nativos de ametralladora. Algunas for-man parte de la colección de maquetasde Clos Lucé, y la que puede verse en elcentro del dibujo puede accionarse –sinintención belicosa– en los jardines delparque.

Aunque se nos antoja una máquina deguerra temible para su época, con unagran potencia de disparo, su viabilidadestá más que cuestionada, sobre todo porlo complicado que hubiera sido cargar losproyectiles y la pólvora.

En esta arma transportable las docebocas de fuego podían disparar por sepa-rado o simultáneamente con un amplioradio de acción. Según los estudiosos,el hecho de poder mover toda la estruc-tura sobre sus dos ruedas constituye unode los aspectos más interesantes delinvento. Además, podía regularse la alturaa la que se quería apuntar mediante un

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Hoja 83v del Manuscrito B, en la que está dibujado ydescrito el proyecto del antepasado del helicóptero.

Arriba, modelo del tornillo aéreo en el Parque Leonardo da Vinci; abajo, reconstrucción gigante del carro de combate en los jardines. / LÉONARD DE SERRES.

“HARÉ CARROS CUBIERTOS, SEGUROS E INVULNERABLES;

Y QUE ADENTRÁNDOSE ENTRE LOS ENEMIGOS CON

SUS ARTILLERÍAS, NO HABRÍA MULTITUD, POR GRANDE

QUE FUERA, QUE NO ROMPIÉRAMOS. Y DETRÁS DE ELLOS

PODRÁ IR LA INFANTERÍA TOTALMENTE ILESA Y SIN

IMPEDIMENTO ALGUNO” Leonardo da Vinci

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mecanismo de tornillo sin fin y con unamanivela situada en la parte posterior delos cañones para que adoptaran inclina-ciones distintas, un precedente de loscañones modernos.

Carro de combate“Haré carros cubiertos, seguros e invul-nerables; y que adentrándose entre losenemigos con sus artillerías, no habríamultitud, por grande que fuera, que norompiéramos. Y detrás de ellos podráir la infantería totalmente ilesa y sinimpedimento alguno”. Esa promesa deLeonardo queda plasmada en sus dibu-jos de un tanque de madera con múlti-ples cañones en toda su circunferencia,que parte de ideas procedentes de épocaclásica y medieval. El ingenio se nosantoja una tortuga mortífera movida ymanipulada por hombres situados ensu interior. En sus dibujos, mostró suaspecto externo y su mecanismo interno,con sus ruedas y engranajes. Sin embargo,se trata de una máquina cuya eficienciaen el campo de batalla hubiera sido bas-tante mediocre. Ocho hombres deberíanencargarse de cargar los cañones y, almismo tiempo, mover el pesado arma-toste mediante manivelas que hicierangirar ruedas dentadas, que únicamenteen un terreno completamente llano y conescasos obstáculos hubiera tenido ciertautilidad.

Barco de palasEl artista se interesó a menudo por la náu-tica y pensó en embarcaciones basadas enformas de propulsión nuevas, en subma-rinos, en escafandras subacuáticas y enarmas con las que atacar a los barcos ene-migos desde el fondo del mar. Con subarco de palas giratorias, Da Vinci per-feccionó los mecanismos ideados poringenieros anteriores. Los dibujos rea-lizados entre 1487 y 1488 en Milánmuestran el desarrollo de la idea. Se tratade que un par de hombres pedaleen ytransmitan el movimiento mediante rue-das dentadas y engranajes a las palas exteriores de la embarcación, un me-canismo que recuerda al de los patines acuáticos que se alquilan hoy día en lasplayas de todo el mundo.

AutomóvilSegún recientes investigaciones, sobretodo el hallazgo casi casual de un deta-lle en un dibujo realizado hacia 1480, másque de un automóvil se trata de una delas diversas máquinas teatrales que diseñóel artista italiano. Como novedad entrelos distintos sistemas de locomoción de

la época, Leonardo propuso una máquinacuya propulsión se basaba en el empleode dos muelles encerrados en un tambor demadera que accionan dos ruedas denta-das horizontales. Mediante mecanismosde ruedas y resortes de ballesta, la libera-ción de la energía de los muelles se trans-mite a las ruedas de la máquina de unaforma uniforme. El diseño cuenta con undispositivo de freno que algún operadordel teatro oculto entre bastidores debíadesbloquear a distancia con una cuerdapara que el aparato se dirigiera hacia elpúblico por sí solo.

BicicletaEn los sótanos de Clos Lucé encontra-

mos también un modelo a escala de lacontrovertida bicicleta de Leonardo.Controvertida porque el pequeño bocetoque descubrieron al despegar dos pági-nas los monjes que restauraban el llamadoCódice Atlántico en los años sesenta es con-siderado un fraude por gran parte delos eruditos. Aquella bicicleta de maderaes muy similar a las actuales, con sus rue-das, pedales, cadena, plato y piñón, perosu manillar no tenía juego de dirección yel guardabarros trasero servía tambiéncomo sillín. Sea un invento falso o autén-tico, lo que sí es cierto es que Leonardoplasmó en otros dibujos sistemas de trans-misión similares a los de una cadena debicicleta.

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Exposición sobre Leonardo da Vinci y FranciaEl castillo de Clos Lucé alberga hasta el 30 de enero de 2010 la exposición Leonardoda Vinci y Francia, dedicada a su más ilustre residente y las relaciones que tuvo con losreyes del país vecino. De hecho, Leonardo tuvo encargos de la monarquía francesa antesincluso de trasladarse a la corte de Amboise de Francisco I, pues hacia 1507 ya trabajóproyectando la construcción de un palacio a las puertas de Milán, ciudad pertenecientea Francia en aquella época. El proyecto incluía los jardines de aquella villa, que hubie-ran contado con juegos acuáticos, fuentes con sofisticados mecanismos y molinoshidráulicos que accionaban instrumentos musicales.

La exposición presenta al público, por primera vez, los últimos dibujos de Leonardo,como el Estudio de flores, el Estudio de un caballo y dos figuras, y las Jóvenes danzando.Acoge otros numerosos dibujos y bocetos del maestro, proyectos arquitectónicos y de ingeniería, así como obras de otros artistas, piezas que han sido prestadas por nume-rosos museos, instituciones y colecciones privadas. Tapices del siglo XVIII que repre-sentan el castillo de Chambord, la soberbia escultura del Caballo Bucéfalo, atribuidaa Leonardo o a uno de sus discípulos, o una réplica del San Juan Bautista procedentedel Museo Ingres son algunas de las obras que protagonizan esta muestra.

Más información: www.vinci-closluce.com

Los visitantes pueden disparar la ametralladora fabricada según el proyecto de Leonardo. / O. GIMÉNEZ.