La luz que surge por sí misma

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    La luz surgiendo por s misma de las tinieblas

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    Crasellame

    La Luz que surge por s mismade las tinieblas

    con Prefacio, Prlogo y Comentarios

    Traduccin L.

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    Nota preliminar

    La obra original consiste en 25 estrofas, divididas en tres cantos, seguida cada estrofa por uncaptulo de comentarios de autor innominado. La autora del poema se atribuye desde el S.XVIII a Crasselame, aunque en todas las ediciones del S.XVII no figura el autor. El texto quehe tomado en este trabajo para su traduccin al espaol es el de la edicin francesa de 1687,

    cuya traduccin del italiano y del latn fue realizada porB.D.L. (Bruno de Lansac), a quien lasediciones francesas le atribuyen tambin los comentarios.Esta edicin la reproduce Herv Delboy en su web, y puede consultarse enhttp://hdelboy.club.fr/Lumiere_tenebres.html.Esta obra la tiene tambin Adam McLean, donde puede verse en ingls, francs, y en espaollas odas solas, sin los comentarios, esta ltima versin por cortesa de Santiago Jubany:http://www.levity.com/alchemy/crassfre.htmlY tambin est en el excelente sitio Alchimie et Hermetisme:http://perso.wanadoo.fr/chrysopee/crassela/crassel.htmlEl texto original se public en 1666, bajo el ttulo Lux Obnubilata suapte Natura refulgens,con las odas en italiano, y los comentarios en latn. Es pertinente la aclaracin que haceEugene Canseliet sobre esta obra -que adems cita varias veces, en suLa Alquimia explicadabajo sus textos clsicos- en el sentido de que el ttulo latn sera la luz oscurecida que refulgeen su propia naturaleza. Al principio de cada estrofa, coloco tambin los versos en italiano(en azul), para que se pueda apreciar la belleza de los versos. Las ediciones antiguas que hatenido esta obra, en orden cronolgico, son : Lux Obnubilata Suapte Natura refulgens. Vera de Lapide Philosophico theorica, metro

    italico descripta, et ab auctore innominata commenti gratia ampliata. Venetiis,1666, ApudAlexandrum Zatta. Superiorum Permissu et Privil, en edicin latina.

    Las ediciones francesas, versin que se atribuye a Bruno de Lansac: La Lumire sortantpar soi-mme des Tnbres, ou vritable thorie de la Pierre des Philosophes, escrita enverso italiano, con un comentario : todo traducido al francs por B.D.L. Paris, LaurentdHoury, 1687, in-12 (Caillet 6872) seguido de una segunda edicin revisada y aumentada

    deCLII aphorismes chimiques.

    Paris, Laurend dHoury, 1693, in-12 (Caillet 6872). Aparece despus en la Biblioteca de Filsofos Qumicos de G. Salmon, Paris, AndrCailleau, 1741, T. III, pp. 322-522 , siempre sin nombre de autor.

    Hay una edicin alemana de 1772: Das aus der Finsterniss von sich selbsthervorbrechende Licht, in drey Italienischen Gesngen nebst seiner Auslegung, worinnendas Geheimniss des Steins der Weisen, nach physicalischen und vernftigen Grndendeutlich vor Augen geleget wird. Aus dem Franzsischen bersetzt von C.F.K.D. et P.P.Langensalza, Johan Christian Martini Verlag, 1772, in-8 (Caillet 6874)

    .Casi todos los estudiosos actuales concuerdan en atribuir las odas al Marqus FrancescoMaria Santinelli, nacido en Pesaro de una familia noble, un alquimista apasionado, cuya firmaanagramtica era Fra Marc Antonio Crassellame Chinese. El marqus fue una figura activa en

    el campo acadmico y poltico de su tiempo. Cre la Accademia de disinvolti, primero enPesaro y despus en Venecia, y fue miembro activo de varias otras. Form parte comomiembro importante de la corte de la reina Cristina de Suecia, y era considerado adems unversado astrlogo y agudo telogo y filsofo. Aunque la mayora de los estudiosos sostienenque las odas y los comentarios son de dos personas distintas, estudios recientes sobre la obradel Marqus Santinelli efectuados por la erudita italiana A.M. Partini la han llevado aconjeturar que los comentarios, contrariamente a la opinin general, tambin le pertenecen.

    L.

    http://hdelboy.club.fr/Lumiere_tenebres.htmlhttp://www.levity.com/alchemy/crassfre.htmlhttp://perso.wanadoo.fr/chrysopee/crassela/crassel.htmlhttp://hdelboy.club.fr/Lumiere_tenebres.htmlhttp://www.levity.com/alchemy/crassfre.htmlhttp://perso.wanadoo.fr/chrysopee/crassela/crassel.html
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    Del Comentador al lector

    Encontramos tantos libros de qumica, sea impresos, sea manuscritos, que puede decirseque jams una ciencia tuvo tantos autores como la de Hermes. Dichoso padre de haber tenidotales hijos! Glorioso maestro de haber tenido tales discpulos! T debes ser llamado, con todo

    derecho, maestro de maestros, al ser digno de ese nombre cada uno de tus discpulos. Sinembargo, no todos esos libros son verdaderos, ya que no todos fueron compuestos porautores que fuesen verdaderos ellos mismos. Unos estn truncados, otros alterados, y lo quees peor, varios son falsificados, lo que proviene de la envidia y la rabia de quienes, faltos degenio o por una justa sancin de Dios, no han podido ser admitidos a esta mesa. Sin embargo,a pesar de la depravacin del siglo, no deja de encontrarse todava gente de bien que laProvidencia ha reservado; no todos han bebido ese veneno contagioso, y hay quienes hanevitado la mordedura de la serpiente, sobre todo aquellos que han contemplado la serpiente debronce elevada sobre la montaa, le han confiado sus esperanzas, y han observado sus santasleyes.

    Yo apenas haba acabado mi tercer lustro, cuando por no s qu instinto, me lanc a lalectura de esos libros, e hice todos mis esfuerzos para adquirir su entendimiento. Pero miespritu se encontraba cegado por el brillo demasiado grande de esta luz, y conociendo que meera imposible desenvolver los enigmas de esta esfinge, dej los libros, abandon su lectura yrenunci para siempre a la esperanza de entenderlos. No obstante, al final de algn tiempo,habiendo retomado coraje e implorado el socorro divino, lleno de una nueva esperanza, mepuse otra vez a leer da y noche con todas mis fuerzas, y consum en esta lectura doce aosenteros, despus de lo cual quise experimentar si podra poner en prctica lo que habaconcebido en mi espritu; pero, inseguro, hice una resolucin, despus otra, y siempre mequedaban dificultades que no poda remontar. Por ltimo, me asoci dos diversas veces conotras dos personas, y esta sociedad me dio ocasin de estudiar mejor, porque estaba obligadoa veces a combatir sus opiniones, y a veces tambin a aprobarlas. Pero en verdad, estbamostodos ciegos, y tombamos por una verdadera luz lo que no era ms que un efecto de nuestros

    deseos y de alguna lectura. Hicimos juntos algunas experiencias, pero intiles, y encontramossiempre que nos faltaba alguna cosa.Finalmente, llegu a comprender que era perder tiempo y esfuerzo trabajar segn el sonido

    de las palabras, que la sola razn nos deba conducir, y la sola posibilidad de la naturalezadeba enderezar a los que se desvan. En efecto, de qu sirve penar sobre tantas obrasdiferentes, mientras la simple naturaleza nos ofrece un nico sujeto sobre el cual hay quetrabajar? Y para qu sirven tantos hornos, tantas clases de fuego, tantos vasos, mientras quela naturaleza misma no se sirve ms que de un solo vaso, de un solo fuego y de un solohorno? Si no hubiera ms que trabajar segn el sentido literal, el sonido de las palabras y elmtodo aparente de los autores cmo encontraramos sabios y doctos en esta ciencia, que noobstante apenas entienden una sola palabra de latn? O cuntos hay que se creen muy hbilesporque saben hacer una bella destilacin, una calcinacin o una sutil sublimacin! Cuntos

    hay incluso que, habindose metido una opinin en la cabeza por lo que han ledo, seimaginan ser muy sabios, y cuando el xito no responde a sus esperanzas, no se cuidan deatribuirlo a su ignorancia, sino a que el vaso se ha roto o al rgimen del fuego, que ellosesperan encontrar al recomenzar su trabajo. Por ltimo, cuntos hay que creen poder ensear aotros porque tienen el cerebro repleto de una gran cantidad de sentencias. Yo conoc unhombre que tena, ordenados en su cabeza, yo no dir tantos tratados, sino tantos volmenes,y en tan bello orden que apenas se creera que pudiese haber tanta erudicin. Sin embargo,como se apegaba al sonido de las palabras, no saba ms que palabras e ignoraba totalmente laobra, que ignorar siempre, y su error slo servir para engaar a los dems, ya que l est tan

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    lejos de la verdad como el cielo lo est de la tierra, y slo se ocupa en los particulares y en laextraccin de tinturas, con muchos dispendios para aquellos que dan fe a sus palabras. Pero noes sorprendente que, sindole la verdad desconocida, l tiente varias vas, y que siempreincierto, vague en medio de las tinieblas. No es suficiente cargar la memoria de sentencias,hay que comprenderlas con el entendimiento, observando, como hemos dicho, la posibilidadde la naturaleza, y juzgando sus vas por la sola regla de la razn.

    Habindome cado a las manos un manuscrito de un autor annimo, pero muy sabiamenteescrito en lengua italiana, tuve el propsito, en este tiempo en que las tinieblas estnextendidas por toda la tierra, de poner a la luz esta nueva luz, y de aadir por mi parte, tantocomo me est permitido, todo lo que pueda servir para la inteligencia y la explicacin de estemanuscrito. Con respecto al autor de este escrito, no me es conocido ms que por suanagrama, pero basta con que haya seguido la recta va y haya descubierto la verdad de lanaturaleza; pues aunque l declare no saber enteramente la obra, las cosas que dicedesmienten su fingida ignorancia. En lo que a m respecta, querido lector, no te informo quinsoy yo, contntate con saber que no busco ms que esclarecer la verdad, y que mi intencin espublicar todava mayores cosas que sta, si Dios me conserva la vida con su gracia; y despusde mi muerte quizs me conozcas. En cuanto al resto, no condenes mi estilo, ni la manera enque esto est escrito: esta edicin ha sido hecha a disgusto, y he sido forzado a ella por un

    poder al que no podra resistir. Mi intencin no era publicar tales cosas en mis das, perofinalmente, que sea hecha la voluntad de Aquel que reina y reinar por los siglos de los siglos.

    ADios.

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    Introduccin

    Hay muy pocas personas que al or hablar de la Piedra Filosofal no frunzan el ceo y,sacudiendo la cabeza, no rechacen ese tratado. En buena fe, no es una gran injusticia acusaras lo que no se conoce? Antes de dar un juicio, se debera al menos conocer lo que se

    condena, y saber qu es la Piedra Filosofal; pero aquellos que as obran juzgan esta ciencia enrelacin a los artistas vulgares que, en lugar de la Piedra que prometen hacer, consumen todosu haber y el de los dems; y viendo tantas imposturas, tantas falsas recetas, y tantas vanaspromesas de los charlatanes, de ello toman ocasin para atacar la verdad del arte, sinconsiderar que ste no es el trabajo de qumicos ordinarios, sino el de verdaderos filsofos; yque les es tan poco fcil a esos filosofastros hacer esta Piedra, como lo sera el hacerdescender la Luna a la Tierra, o producir un nuevo Sol.

    Para ser filsofo es preciso saber perfectamente los fundamentos de toda la naturaleza,pues la ciencia de la Piedra Filosofal sobrepasa muy lejos a todas las dems ciencias, y a todaslas dems artes, por muy sutiles que sean, y habiendo siempre esta diferencia entre lostrabajos de la naturaleza y los del arte: que los primeros son los ms perfectos, los mslogrados, y los ms seguros; y si (segn el axioma de Aristteles) no hay nada en elentendimiento que no haya estado antes en los sentidos, ser verdadero decir que lo quenosotros concebimos, slo lo concebimos en ocasin de lo que la naturaleza hace todos losdas ante nuestros ojos; pues todas las artes han sacado sus principios y sus primeras ideas delos trabajos naturales, lo que es tan conocido por todos los que tienen alguna inteligencia msall de lo comn, que sera intil quererlo justificar.

    Pero, sin entretenernos en vanos discursos, hay que saber en general que la Piedra Filosofalno es otra cosa que el hmedo radical de los elementos, esparcido en verdad en ellos, peroreunido en su Piedra, y despojado de toda mancha extraa. As, no hay que sorprenderse siella puede operar tan grandes cosas, siendo muy seguro que la vida de los animales, de losvegetales y de los minerales, no consiste ms que en su hmedo radical. Y lo mismo que unhombre que quisiera mantener una lmpara encendida, no temera que se apagase si tuviera

    aceite de reserva, porque no tendra ms que reponerlo a medida que se consumiese,igualmente cuando nuestro hmedo radical, en el cual el fuego de la vida est encerrado, llegaa consumirse, la naturaleza necesita que otra vez se le proporcione nuevo hmedo por mediode los alimentos, sin lo cual esta luz de la vida, libre de sus lazos, se escapara. No obstante, aveces ocurre que el calor natural est tan debilitado en su hmedo por algn accidente, que notiene la fuerza de retomarlo de nuevo en la nutricin, lo que lo hace languidecer, y ocasionaque finalmente abandone su cuerpo por la muerte. Pero si alguien pudiera darle una esenciadespojada de excrementos y perfectamente purificada por el arte, entonces sin duda el calornatural atraera hacia s esa esencia, la convertira a su naturaleza, y volvera a dar al cuerposu primer vigor.

    Pero todos estos medicamentos no le serviran de nada a un hombre muerto, porbalsmicos y perfectos que pudieran ser; pues slo el fuego de naturaleza encerrado en el

    cuerpo es quien se apropia de los medicamentos, y se libra por su medio de los maloshumores que le impiden hacer libremente su oficio vital dentro de su propio hmedo radical.Es necesario entonces proveerle por medio de la nutricin un alimento conveniente yrestaurador, y entonces este fuego vital recobrar sus primeras fuerzas; mientras que losdems medicamentos, bien lejos de restablecerla, no hacen ms que irritar la naturaleza. Dequ le servira a un soldado herido de muerte y que hubiera perdido toda su sangre, que se loquisiese excitar al combate por el sonar de trompetas y el redoblar de tambores, y que sepretendiera animarlo as a que sostuviera los trabajos de Marte? De nada sin duda, eso alcontrario lo perjudicara, y no hara ms que infundirle un terror funesto. Ocurre lo mismo con

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    una naturaleza debilitada y languideciente por la prdida o sofocacin de su hmedo radical, ynada sera tan daino e intil como irritarla con medicamentos. Pero si se pudiera aumentar yfortificar su hmedo radical, entonces la naturaleza por s misma se despojara de susexcrementos y superfluidades. Podemos decir la misma cosa con respecto al vegetal y almineral. Uno se sorprende entonces con justicia de la obstinacin de aquellos que sin cesar seocupan de los remedios para la salud, y que no obstante ignoran enteramente la fuente de la

    que manan la salud y la vida. Que aquellas gentes no se entrometan ms hablando de la PiedraFilosofal, puesto que se sirven tan mal de su razn.Para concluir, yo digo que aquel a quien Dios gratuitamente acuerde la posesin de esta

    piedra, y proporcione el espritu para servirse de ella, no solamente gozar de una saludperfecta, sino que podr incluso, con la ayuda de la Providencia, prolongar sus das ms alldel trmino ordinario, y tendr el medio de alabar a Dios en una larga y dulce vida. Es una leyinviolable de la naturaleza, que siempre que un cuerpo est atacado por enfermedadprocedente de la contrariedad de las cualidades, cae en ruina, porque ya no est sostenido msque por una naturaleza lnguida, y su espritu vital lo abandona para retornar a su patria. Yquienquiera haya olfateado, por poco que sea, el olor de la Filosofa, estar de acuerdo en quela vida de los animales, o su espritu vital, siendo todo espiritual y de una naturaleza etrea,como son todas las formas que derivan de las influencias celestes (yo no hablo aqu del alma

    razonable que es la verdadera forma del hombre), no tiene ninguna atadura con los cuerposterrestres sino por los medios que participan de las dos naturalezas.

    Entonces, si esos medios no son muy constantes y muy puros, es seguro que la vida seperder pronto al no poder recibir de ellos ninguna permanencia. Ahora bien, en la sustanciade los mixtos, lo que hay de ms constante y ms puro es su hmedo radical, el cual contienepropiamente toda la naturaleza del mixto, como lo haremos ver en un captulo especial. Esentonces se un verdadero medio, y un sujeto capaz de contener en su centro la vida delcuerpo, la cual no es otra cosa que el calor innato, el fuego de naturaleza, y el verdaderoazufre de los sabios, que los filsofos saben llevar de la potencia al acto en su Piedra.

    As, aquel que tiene la Piedra de los Filsofos, tiene el hmedo radical de las cosas, en elcual el calor innato que estaba encerrado ha tomado el dominio por medio de un artificio sutilpero natural, y ha determinado su propia humedad, transmutndola en azufre gneo por unadulce coccin. Toda la naturaleza del mixto reside en este hmedo radical, lo que hace quecuando se tiene el hmedo radical de algo, se tiene toda su esencia, toda la potencia, y todaslas virtudes. Pero es preciso que sea extrado con mucha industria, por un medio natural yfilosfico, y no segn el arte espagrico de los qumicos vulgares, cuyos extractos son mezclasllenas de acrimonia, de modo que ya no se encuentra en ellas nada bueno, o muy poco. Perocomo he dicho, es preciso ante todo comprender bien qu es este hmedo radical, del que mepropongo hablar en los captulos siguientes bastante largamente, para instruir a quienquieralos quiera leer y releer con aplicacin.

    Que se juzgue entonces de qu precio es la Piedra de los Filsofos; y si es cierto que sepuede recobrar la salud por medio de la sustancia nutricia de los alimentos y la virtuosaesencia de algunos buenos remedios, a pesar de que esos alimentos y remedios sean tomadoscon toda su corteza y con la mezcla de sus excrementos, qu efecto no se debe esperar de suhmedo radical, o mejor dicho de su ncleo y su centro despojado de todo excremento, ytomado en un vehculo conveniente! Un remedio semejante no obra violentamente, y no irritala naturaleza, por el contrario, restablece sus fuerzas lnguidas, y le comunica, por susinfluencias benignas y fecundas, un calor natural en el que abunda. Es as como opera en elcuerpo de los animales curas admirables e increbles, cuando en lugar de emplear la mano delmdico, la naturaleza sola sirve al mismo tiempo de mdico y de remedio.

    Todos los medicamentos ordinarios, como hemos dicho, no hacen ms que irritar lanaturaleza, y obligarla a reunir todas sus fuerzas contra ellos; por eso ocurre que despus de

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    haber tomado algn medicamento uno queda largo tiempo flojo y abatido. La naturaleza solasabe rechazar los excrementos, y es esta nica facultad la que es necesaria en semejanteocasin. Pues dar purgativos a un cuerpo debilitado no es ms que aguzar el mal, y aumentarlos excrementos en lugar de disminuirlos; pero puesto que lo propio de la naturaleza es,cuando un hombre est sano, rechazar por ella misma los humores superfluos por qu cuandoella est dbil no tratar de fortificarla, y de comunicarle un nuevo vigor por medio de nuestra

    medicina? Qu de curas admirables y efectos sorprendentes naceran de este mtodo!Yo no niego que a veces se dan cordiales que, con la facultad de purgar, tienen todavaotras muy buenas; pero adems de que se los usa muy raramente, esos remedios estnpreparados tan groseramente, y su virtud es tan dbil, que son la mayora del tiempo muyintiles. Ocurre tambin con frecuencia que aquel que los toma est tan mal que no tiene lafuerza, no slo de sentir el efecto del remedio, sino de sentir incluso el remedio. Yo s bienincluso que hay ciertos remedios que alivian la naturaleza sin irritarla, y que por su virtudespecfica atraen y sobrepasan la enfermedad y el humor, y es cierto que con tales remediosuno estara casi seguro de sanar. Pero quin es el que los conoce, o quin, conocindolos, lossabe preparar bien? La ciencia dudosa no produce ms que efectos dudosos, y solamente lanica medicina filosfica es apropiada para toda clase de enfermedades; no es que pordiferentes cualidades ella produzca efectos diferentes, pues su facultad es nicamente la de

    fortificar la naturaleza, la cual, por este medio, queda en estado de librarse de toda clase demales, an cuando se los supusiera infinitos.

    Es sin duda de esta medicina que se dice en la Santa Escritura, que Dios ha creado unamedicina de la Tierra que el hombre sabio no despreciar. Se dice que es de la Tierra, porquelos filsofos la sacan de la tierra, y la elevan sin embargo a una naturaleza toda celeste. Quienconoce esta medicina no tiene necesidad de mdico, a menos que la use en mayor cantidad dela requerida por la naturaleza, pues es un fuego muy puro, que si fuese demasiado fuertedevorara una llama menor; y as como un hombre que comiera demasiado sofocara su calornatural por demasiada sustancia, igualmente las fuerzas del cuerpo no podran sostener unaexcesiva abundancia de este remedio, y el calor natural sera dilatado demasiado. Las racesde los rboles, y las semillas de los vegetales, se alimentan y viven de agua, pero si la tienenen demasiada abundancia, se ahogan y mueren. En esto, como en todas las cosas, hace faltaprudencia.

    Que no haya sorpresa entonces si nuestra Piedra opera tan grandes cosas, cuando estadministrada por las sabias manos del filsofo, y si las enfermedades ms obstinadas eincurables son sanadas como por milagro, puesto que la naturaleza es de tal modo fortificaday renovada, que no hay mala cualidad que no quede en estado de superar. Aprended que es dela naturaleza sola que recibs la curacin y la salud, con tal que sepis ayudarla, y as como notemis que vuestra lmpara se apague siempre que tengis aceite para alimentarla, no temistampoco que las enfermedades os asalten mientras la naturaleza tenga en reserva un tesoro tangrande.

    Cesad entonces de fatigaros noche y da en la bsqueda de mil remedios intiles, y noperdis vuestro tiempo en vanas ciencias, ni en operaciones basadas en bellos razonamientos,dejndoos arrastrar por el ejemplo y las opiniones del vulgo. Tratad sobre todo decomprender bien lo que es la Piedra de los Filsofos, y entonces tendris el verdaderofundamento de la salud, el tesoro de las riquezas, y el conocimiento certero de la naturalezacon la ciencia.

    Pero es tiempo aqu de decir alguna cosa sobre la verdad y la posibilidad de este arte conrespecto a la tintura, por la cual los filsofos aseguran que se puede teir en Oro los metalesimperfectos, puesto que el conocimiento de esta posibilidad incrementar el deseo dededicarse al estudio de esta doctrina; y sin dejarnos llevar por la autoridad de los filsofos,cuyos escritos respecto de este tema pueden leerse, nos apegaremos slo a las razones que nos

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    han persuadido, a fin de mejor persuadir al lector con ellas, y darle lugar a que juzgue lascosas por s mismo y no por otro, como nosotros hemos hecho antes de que tuvisemos elconocimiento de la verdad.

    Todos los metales no son otra cosa que Plata viva coagulada y fijada absolutamente o enparte, y como sera demasiado largo relatar aqu la autoridad de los filsofos para probar estaverdad, las dejaremos aparte a este respecto, y diremos solamente que es seguro por la

    experiencia que la materia de los metales es Plata viva, porque en su licuefaccin muestranvisiblemente las mismas propiedades y naturaleza de la Plata viva. Tienen de ella el peso, lamovilidad, el esplendor, el olor y la fcil licuefaccin; lo que se arroja encima, sobrenada enla superficie. Son lquidos y no mojan las manos; y cuando estn licuados, se van en humocomo la Plata viva en ms o menos tiempo, segn estn ms o menos cocidos y fijos, conexcepcin no obstante del Oro, que por su gran pureza y fijeza no huye del fuego, sino quepermanece constante en la fusin.

    Los metales demuestran todas estas propiedades de la Plata viva, no solamente en lalicuefaccin, sino todava en que se mezclan fcilmente con ella; lo que no ocurre con ningnotro cuerpo sublunar, la principal propiedad de la Plata viva es no mezclarse ms que con loque es de su misma naturaleza. Entonces, cuando se mezcla con los metales, eso proviene dela Plata viva, que les es comn; y el Hierro no se mezcla con ella y con los otros metales ms

    que difcilmente porque tiene muy poca Plata viva, en la cual reside la virtud metlica, conmucho azufre terrestre, y hace falta incluso algn artificio para darle el esplendor mercurial, lafcil licuefaccin, y las otras propiedades de las que hemos hablado, todas las cualesconvienen ms o menos a ciertos metales que a otros. La ductilidad, que consiste en la uninmercurial y en la aglutinacin del hmedo radical, es an una marca de que la Plata vivaabunda en los metales, y es all muy fija, lo que hace que el Oro sea el ms dctil de losmetales.

    Adems de lo que acabamos de decir para justificar que los metales no son otra cosa quePlata viva, se lo descubre todava en la anatoma y en la descomposicin de estos mismosmetales, pues se saca de ellos una Plata viva de la misma esencia que la plata viva vulgar, ytoda la sustancia del metal se reduce a ella en la proporcin en que cada metal participa; perodel hierro mucho menos que de los otros metales, a causa de lo cual es el ms imperfecto,como el Oro es el ms perfecto ya que es todo Plata viva. De lo cual debe concluirse que elOro es el ms perfecto de los metales, y es todo metal slo porque es Plata viva fija; no hayotra sustancia que Plata viva, sea pura o impura, sea cocida o cruda, y esta diferencia nocambia nada a la especie, as como un fruto es siempre de la misma especie, sea verde omaduro, acerbo o dulce, ya que difiere slo en grado de madurez, o como un hombre sanodifiere de uno enfermo, o un nio de un anciano. Puesto que los metales tienen por sustanciala sola Plata viva, su transmutacin, o mejor dicho su maduracin a Oro, no ser imposible,puesto que para eso no hace falta ms que la sola decoccin. Ahora bien, esta decoccin sehace por medio de la Piedra fsica, que al ser un verdadero fuego metlico, completa en uninstante, por la mano del filsofo, lo que la naturaleza est miles de aos para hacer. Conrespecto a esta Piedra, ella est hecha del solo medio y muy pura sustancia de la Plata viva, ysi la plata viva vulgar puede mezclarse bien con los metales cuando estn en fusin, como elagua se mezcla con el agua; qu no puede decirse de esta noble, pursima y muy penetrantemedicina, que es sacada de ella, y conducida a una soberana pureza, igualdad y exaltacin?Sin duda ella penetrar la Plata viva en sus menores partes; la abrazar como siendo de sunaturaleza, y al ser toda gnea y roja por encima de la rojez del rub, la teir en color cetrino,que es el resultado de la suprema rojez mezclada y temperada con la blancura de la Plata viva.Con respecto a la fijeza, decimos que la sustancia de la Plata viva en todos los metales,exceptuado el Oro, est cruda y llena de una humedad superflua, porque es en esto en lo queabunda la Plata viva. Ahora bien, lo seco naturalmente atrae su propio hmedo, lo deseca

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    poco a poco, y as la sequedad y la humedad se atemperan una por la otra, y se hace un metalperfectamente igualado, que es el Oro. Y como l no es ni seco ni hmedo, sino que participaigualmente de ambos, esta igualdad hace que la parte voltil no supere a la parte fija, sino queal contrario ella resista al fuego retenida all por la fija; y puesto que en la obra de lanaturaleza el seco terrestre y el hmedo estn ligados homogneamente, de eso proviene queen la sustancia de la Plata viva, o todo alza vuelo, o todo permanece fijo y constante al fuego,

    sin que nada de la parte hmeda se exhale, lo que no puede ocurrir a ningn otro cuerpo, acausa de su carencia de esta perfecta mixtura.Vemos ahora entonces cmo nuestra humedad desecada y vuelta soberanamente pura y

    penetrante, puede entrar en la sustancia de la Plata viva encerrada en los metales, teirla yfijarla, despus de haberle separado los excrementos en el examen, y que no hay ms que estanica sustancia que se pueda convertir en Oro, con exclusin de las otras. De esto se descubreel error de aquellos que se imaginan que un cuerpo imperfecto, como el cobre, el hierro oalgn otro semejante, puede ser todo convertido en Oro por la medicina, sin separacin de losexcrementos y de la escoria, ya que solamente su sustancia hmeda mercurial es la que puedeser as transformada. Entonces, aquellos que lo pretenden as son impostores, pues no puedehacerse alteracin sino en naturalezas semejantes; y cuando se nos cuenta que clavos u otrostrozos de hierro, remojados en un cierto menstruo, han sido transmutados en oro, se nos

    miente y no se conoce la naturaleza de los metales; pues aunque una parte parezca Oro y laotra guarde su primera forma metlica, no se deduce de esto que haya habido transmutacin,sino que es una impostura y no es otra cosa que una parte de Oro natural pegado rectamentea otra parte de metal imperfecto, en verdad con tanta justeza que parece efectivamente que seaun trozo entero, pero el fraude es fcilmente descubierto por un espritu esclarecido.

    stas fueron las cosas por las que yo permanec convencido de la verdad de la ciencia, ycreo que ellas bastarn a todo hombre de buen entendimiento, con tal de que las relacionesiempre a la posibilidad de la naturaleza. No obstante, puede consultar an a los demsautores; pero antes de emprender la Obra, que lea y relea atentamente lo que sigue.

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    ODA ALQUMICAA los verdaderos sabios,

    se discurre tericamente sobre la composicin de la Piedra de los filsofos

    CANTO PRIMERO

    ESTROFA I

    Era dal Nulla uscito

    Il tenebroso Chaos, Massa difforme

    Al primo suon dOnnipotente Labro:

    Parea che partorito

    Il Disordin lhavesse, anzi che Fabro

    Stato ne fosse un Dio; tanto era informe,

    Stavano inoperose

    In lui tutte le cose,

    E senza Spirto Divisor, confuso

    Ogni Elemento in lui stava racchiuso.

    (Lux Obnubilata)

    Habiendo salido el Caos tenebroso como una masa confusa del fondo de la Nada, al

    primer sonido de la Palabra todopoderosa, se dijo que el desorden lo haba producido, y que

    sa no poda ser la obra de un Dios, tan informe era. Todas las cosas estaban en l en un

    profundo reposo, y los elementos estaban all confundidos, porque el espritu divino todava

    no los haba distinguido.

    CAPITULO I

    Al ser la obra de la Creacin una obra divina, sin duda para comprenderla bien hara faltaun espritu sobrenatural, y es meterse en un gran embrollo hablar de lo que est muy porencima de nosotros, puesto que todas las hiprboles y todas las similitudes tomadas de lascosas visibles, no podran proveernos la idea que corresponde debidamente a la extensin deeste punto invisible e infinito. No obstante, si por las cosas creadas se puede ir hasta elCreador, y si es del orden de su naturaleza inefable hacer conocer sus propiedades y suesencia, aunque de modo imperfecto en cuanto a nosotros, por las cosas que produce en elexterior, no ser inoportuno seguir a nuestro poeta en las instrucciones que da sobre estetema, y explicar un poco ms largamente lo que l, tan doctamente, ha escrito en pocaspalabras de esta maravillosa obra, a fin de que lo que digamos pueda ser de alguna utilidadpara los que profesan el arte hermtico, y sirva al mismo tiempo de alabanza a ese gran obrerodel cual (como habla el profeta) los cielos cuentan la gloria, y su extensin las obras de susmanos. Es imposible para el hombre erigir un edificio si antes no ha construido los cimientos;pero lo que est prohibido a la criatura le es permitido al Creador, porque siendo l mismo labase de sus propias obras, no tiene necesidad de otro cimiento. Si se pregunta entonces porqula Tierra, rodeada por todos lados por el aire, permanece inmvil, porqu los Cielos y la masade los cuerpos celestes se mueven con tanto orden, y no obstante nuestros ojos no disciernenla causa y el principio de todas las cosas, es suficiente por toda respuesta decir que son lasemanaciones del centro, y que el centro es su verdadera base.

    Oh misterio admirable, revelado a pocas personas! La base de todo el mundo, es el Verboincreado de Dios; y como lo propio del centro es representar un punto en el cual no puedehaber ni dualidad ni divisin cualquiera sea qu hay ms indivisible, qu unidad ms grande

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    que la del Verbo divino? El punto del centro, no menos indivisible que invisible, no se puedecomprender ms que por la circunferencia; igualmente, el Verbo de Dios no es comprensiblesino por las criaturas. Todas las lneas salen del centro y convergen al centro; lo mismo quetodo lo creado ha salido del Verbo de Dios, y retornar a l despus de la revolucin circularde los tiempos. El punto del centro permanece inmvil mientras la rueda gira; igualmente elVerbo de Dios permanece inmutable mientras todas las otras cosas estn sujetas a cambios y a

    vicisitudes. Como todas las cosas han emanado del centro por extensin, todas las cosasvolvern al centro por estrechamiento: lo uno ha sido hecho por una bondad increada, lo otrose har por una sabidura impenetrable. El Verbo inefable de Dios es entonces, por as decirlo,el centro del mundo, y esta circunferencia visible ha emanado de l, reteniendo de algn modola naturaleza de su principio, pues todo lo creado encierra en s las leyes eternas de su creador,y lo imita tanto como puede en todas sus acciones. La Tierra es como el punto central de todaslas cosas visibles: todos los frutos, y todas las producciones de la naturaleza muestran tambinque ellas encierran en su centro el punto de su simiente, que ellas lo conservan all, y que de lemanan todas sus virtudes y propiedades, como tantas otras lneas que se sacan del centro, ocomo tantos otros rayos que salen de un cuerpo luminoso.

    El hombre, ese pequeo Mundo cuya imagen tiene tanta relacin con la del gran Mundono tiene un corazn, del cual, como del centro, derivan las arterias que son las verdaderas

    lneas de los espritus vitales, y sus rayos destellantes? Dnde, os pregunto, est el modelo yel ejemplo de esta estructura, si no en el gran Mundo? Dnde est la ley que ha prescrito unadisposicin tal, si no es la impresin divina? De modo que como Dios sostiene todo por supresencia, todo es gobernado tambin por sus leyes eternas. Tengamos entonces por seguroque desde ese punto han sido sacadas esta infinidad de lneas que vemos. Pero hay una grancuestin, que no est todava bien decidida, es decir cmo y bajo qu forma estaba la materiade las cosas en el punto de su creacin. Si consideramos de cerca la naturaleza, y ladisposicin de las cosas inferiores, tendremos motivos para creer que no era ms que un vaporacuoso, o una tenebrosa humedad; pues si entre todas las sustancias creadas, slo la humedadse limita por un lmite extrao, y si en consecuencia es un sujeto muy capaz de recibir todaslas formas, ella sola tambin ha debido ser el sujeto sobre el cual ha rodado toda la obra de lacreacin. En efecto, este caos tenebroso, como muy bien lo ha destacado nuestro poeta, siendoinforme, y siendo una masa confusa propia a todas las formas, e indiferente por todas (segnlo que Aristteles y varios sabios escolsticos despus de l, han dicho de su materia primera),deba necesariamente tener la esencia de un vapor hmedo.

    Se nota que en todas las producciones que ocurren en el mundo inferior, los espermas estnsiempre revestidos de un humor acuoso, y que las semillas de los vegetales, que tienen enellas una naturaleza hermafrodita, al echarse en la tierra para ser all recrudecidas, comienzanpor humedecerse y por reducirse a una cierta humedad mucilaginosa. No ocurre generacin,en cualquier reino que sea, como lo mostraremos en un captulo especial, en que antes losespermas no sean reducidos a su primera materia, la cual es un verdadero caos, no universal,sino particular y especificado. La naturaleza ha querido que las semillas vegetales estuviesencubiertas de una dura corteza para defenderlas del dao de los elementos, y para conservarlaslargo tiempo, para la comodidad y el uso del gnero humano; pero cuando queremosmultiplicarlas mediante una nueva generacin, necesariamente hay que recrudecerlas, yreducirlas de algn modo a su primer caos. Con respecto a las simientes animales, como ellasson ms nobles y ms llenas de espritus de vida, no hubieran podido conservarse fuera de suscuerpos, a menos de tener una corteza ms dura que el mrmol, lo que hubiese repugnado a ladignidad del compuesto, y hubiese sido muy incmodo para la generacin. Es por eso que lasabia naturaleza no ha querido separar el esperma del cuerpo sino que lo ha conservado alltodo crudo y acuoso, y este esperma, como se explicar, por la excitacin de un movimientolibidinoso, es arrojado en una matriz conveniente, como en su tierra, para ser recrudecido all

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    por la unin con el esperma femenino, de naturaleza ms hmeda, y a continuacinmultiplicado en virtud y cantidad mediante la nutricin.

    Lo que hemos dicho de los reinos vegetal y animal se puede muy bien aplicar al reinomineral, pero como debemos tratar sobre l en un captulo particular, no diremos nada aqu.Basta con que hayamos mostrado que la humedad acuosa o el vapor tenebroso ha sido sinduda la materia de esta masa informe y de este embrin del Mundo, que deba servir de base a

    todas las generaciones. Y todo lo que hemos adelantado sobre este tema se prueba por ladoctrina evanglica, donde se dice del Verbo divino que por l todas las cosas han sidohechas, y que sin l, nada de lo que ha sido hecho lo hubiera sido1, y cuando se agrega que eseVerbo estaba con Dios, eso quiere decir que al comienzo haba un centro o un punto infinito,primer principio incomprensible, que era este Verbo eterno, y de este punto, todas las cosashan salido, y sin este punto nada poda ser. Y con respecto a este vapor hmedo que haservido para formar el primer caos, y que ha salido de este punto, Moiss nos lo designabastante, cuando dice que la luz fue creada inmediatamente, y que el Espritu del Seor semova sobre las aguas, haciendo mencin solamente, como se ve, de la luz por la forma, y delagua por el sujeto catico, e informe antes de la manifestacin de la luz por la virtud delespritu divino. En cuanto al resto, aunque est dicho que Dios cre el Cielo y la Tierra, nohace falta entender que la distincin del Cielo y de la Tierra fue hecha antes de que la luz

    fuera separada de las tinieblas, no siendo de la dignidad ni del orden de las cosas que lacreacin de la luz fuera posterior a la de la tierra, y que las cosas inferiores fueran producidasantes que las superiores. Pues si, segn la opinin comn de los telogos, las huestes de losngeles y los Espritus bienaventurados fueron creadas en el punto mismo de la creacin de lams pura sustancia de la luz podra ser que el elemento ms grosero de todos y la hez delmundo fuera producido antes que esas inteligencias celestes? Adems de eso, yo preguntarasi en aquel tiempo el cielo y la tierra estaban distinguidos como nosotros los vemos, o siestaban confundidos en mescolanza. Si es lo primero, y se entiende que la tierra ocupaba elcentro del mundo y que los cielos la rodeaban esfricamente cmo se poda hacer elmovimiento de los cielos sin la luz, de la cual deriva todo movimiento? Pues decir que ellosno se movan, sera reconocer que la Tierra, por ese reposo y privacin de movimiento,hubiera sido otra vez como engullida en su primer caos sin ninguna distincin, puesto queslo corresponde a la luz expulsar las tinieblas y volverlas a empujar hasta el fondo de lasaguas, como lo explicaremos a continuacin. Tambin, si se dice que no estaban entoncesordenados como lo estn al presente, entonces es que estaban confundidos y no distinguidosen Cielo y Tierra, y el Cielo no hubiera podido, con justo ttulo, llevar el nombre defirmamento, o de extensin que separa las aguas de las aguas, sino que era un caos sin orden yuna masa confusa, en lo que estamos de acuerdo. Moiss hizo entonces aqu una divisingeneral del mundo, designando por Cielo la parte superior visible, y la parte inferior porTierra, como ms grosera y elemental, despus de lo cual pasa a la distincin particularensendonos que luz fue sacada de ese punto central y eterno. Ahora bien, como la luz es laverdadera forma de este primer vapor hmedo, se hizo tambin al mismo tiempo laproduccin de todas las formas en general. El caos no tena entonces en el comienzo sino laapariencia de un agua nebulosa, y lo que confirma esta verdad, es que se dice a continuacinque las aguas que estaban arriba de la extensin fueron divididas de las que estaban debajo dela extensin, de lo cual aparece claramente que arriba y abajo, por encima y por debajo de laextensin, no haba otra cosa que una sustancia de agua, como sujeto ms susceptible de todaslas formas, creado a este efecto de una manera maravillosa. Apoyado este fundamento, espreciso ahora proseguir la descripcin de esta obra inmortal.

    1 Al principio era el Verbo / y frente a Dios era el Verbo / y el Verbo era Dios / El estaba frente a Dios alprincipio / Por El se hizo todo / Y nada se hizo sin l. / Lo que por l se hizo era vida / y esa vida era luz paralos hombres / La luz brilla en las tinieblas / y las tinieblas no pudieron vencer la luz (Juan I, 1-5)

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    Ahora bien, hemos dicho que del centro salieron esos vapores confusos y desordenados,calificados con el nombre de abismo, sobre el cual las tinieblas estaban extendidas; yentonces, como lo ensea nuestro poeta, todos los elementos confundidos y mezclados juntossin ningn orden, estaban en un pleno reposo, y este profundo silencio era como una imagende la muerte; los agentes no tenan ninguna accin, los pacientes no sufran ningunaalteracin; no haba ninguna mezcla de unos con los otros, y en consecuencia ningn pasaje

    de la corrupcin a la generacin; en resumen, no haba ninguna marca de vida ni defecundidad.

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    ESTROFA II

    Hor chi ridir potrebbe

    Come formossi il Ciel, la Terra, e l Mare

    Si leggieri in lor stessi, e vasti in mole?

    Chi pu svelar comhebbe

    Luce, e moto lass, la Luna e l SoleStato, e Forza quaggi quanto nappare?

    Chi mai comprender, come

    Ogni cosa hebbe nome,

    Spirito, quantit, legge e misura

    Da questa Massa inordinata e impura?

    (Lux Obnubilata)

    Quin podra ahora relatar de qu manera los cielos, la Tierra y el mar, fueron

    formados, tan ligeros en s mismos, y sin embargo tan vastos con respecto a su extensin?

    Quin podra explicar cmo el Sol y la Luna recibieron all arriba el movimiento y la luz, y

    cmo todo lo que vemos aqu abajo tuvo la forma del ser? Quin podra por ltimo

    comprender cmo cada cosa recibi su propio nombre, fue animada por su propio espritu y,al salir de la masa impura y desordenada del caos, fue regulada por una ley, una cantidad y

    una medida?

    CAPITULO II

    La luz, surgiendo como un rayo de este eterno e inmenso tesoro de luz, expuls en uninstante todas la tinieblas por su esplendor radiante, disip el horror del caos, e introdujo laforma universal de las cosas, como poco antes el caos le haba provisto la materia universal,pronto se vio al Espritu del Seor moverse sobre las aguas, no demandando ms queproducir, y todo presto a ejecutar las rdenes del Verbo eterno. Ya por la produccin de laluz, el firmamento haba comenzado a ser como un medio entre la parte superior y ms sutilde las aguas, y la inferior y ms grosera. Despus de lo cual, de la ms pura luz, enriquecidacon el espritu divino, fue creada la naturaleza anglica, cuyo oficio perpetuo es ser llevadasobre las aguas supracelestes en el cielo empreo, siempre presta a obedecer las rdenes de suSoberano. Las leyes eternas de Dios pasaron de all a las criaturas inferiores, y es sobre estedivino modelo que la naturaleza ha formado sus reglas para todas las cosas de aqu abajo; demodo que cada criatura es como el mono de su Creador y representa perfectamente bien elorden admirable del cual l se ha servido. Pues, as como del centro del verbo eterno los rayosde luz se expandieron a lo ancho y a lo largo en la inmensidad, igualmente cada cuerpo creadoimpulsa incesantemente fuera de s sus propios rayos, aunque invisibles, que se multiplican alinfinito. Ahora bien, estos rayos o espritus, que emanan as de todos los cuerpos, sonpartculas, pero envueltas por esta primera luz perfectamente pura, la nica que puedegolpear y penetrar el vidrio e incluso el diamante ms duro, lo que le es negado al aire mssutil. Es entonces una ley de Dios, que obliga a cada criatura, tanto como sus fuerzas se lopermiten, a seguir el orden establecido en el punto de la creacin. Esto lo justificaremostodava ms claramente en un tratado que haremos expresamente, Dios mediante, para sugloria y para utilidad de los hijos del arte.

    Ya los ms puros y sutiles vapores haban sido reunidos por la virtud de este espritudivino, separador, y como ellos participaban abundantemente de la luz difusa, eran enconsecuencia un sujeto muy propio para fijar la luz. As se vio primero el firmamento ornadode cuerpos luminosos; ya los destellos de luz haban brillado y ya las estrellas titilantes haban

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    hecho destellar sus rayos en los cielos, cuando el Soberano Creador reuni toda esta luz en elcuerpo del Sol, al que convirti como en la sede de su Majestad, segn lo que dice el profetaHa puesto su tabernculo en el Sol.

    Por la irradiacin continua de la luz, el da apareci; los elementos eran agitados; elprincipio de las generaciones estaba prximo, y no aguardaban ms que el mandato del Verboeterno. Aunque haba naturalmente simpata entre las aguas superiores y las inferiores, sin

    embargo no dejaba de haber mucha desproporcin entre ellas, y los agentes superiores sinduda hubieran obrado son demasiada viveza y prontitud sobre los inferiores, lo que oblig alsabio arquitecto del Universo a unir esos dos extremos por un medio conveniente, a fin de quesu mutua accin fuera ms moderada. Para este efecto, l cre la Luna, y la estableci comola hembra del Sol, a fin de que recibiendo en ella su luz clida y fecunda, ella la atemperaramediante su humedad, y vertiera as las influencias ms propias y ms convenientes a lasnaturalezas inferiores. Le dio el dominio sobre el da a uno, y a la otra el dominio sobre lanoche, colocndola en la parte ms baja del cielo, a fin de que ella estuviera en mejor estadode recibir las influencias de los superiores y las comunicara a los inferiores. Dios juzgtambin conveniente componerla de la parte menos pura de las aguas superiores, que reunien un cuerpo, a fin de que su luz fuera ms opaca, ms fra y ms hmeda; y de esto provieneque todas las alteraciones de los cuerpos sublunares son atribuidos ms bien a la Luna que al

    Sol, a causa de su afinidad con la naturaleza inferior, y de que los medios se unen mucho msfcilmente con los extremos de lo que los extremos lo hacen entre ellos. Pero es tiempo deproseguir el orden de la Creacin.

    Ya, por la creacin del firmamento y de los cuerpos luminosos, se haba hecho la mezclade los elementos, y ya las aguas inferiores comenzaban a sufrir alguna alteracin, cuando porla accin de las superiores, y por va de la rarefaccin, se elev como del seno de esas aguas yse form de la ms pura de sus partes, el aire que nosotros respiramos; y como las aguas msgroseras rodeaban an todas las cosas, Dios, por su palabra, las reuni todas, haciendoaparecer el seco o la tierra, que fue como el excremento o las heces de ese primer caos.

    Pero qu diremos del movimiento y de la extensin de los cielos, de la estabilidad de laTierra, y de todo lo que est contenido en ellos? Y cmo podremos alcanzar lo que est tanpor encima de nosotros? Pareciera que no concierne ms que a los habitantes celestes elanunciar tan grandes cosas; sin embargo, ya que nosotros componemos la principal parte deesta luz pursima, sera un crimen no aprovechar las ventajas que Dios nos ha dado, y nuestraalma, toda celeste aunque encerrada en un cuerpo elemental, sera indigna de su origen si nopublicara con todas sus fuerzas las cosas magnficas del Altsimo; sera incluso una especie deimpiedad, y no osar elevarnos hasta las cosas superiores sera de algn modo combatir laarmona admirable de las obras divinas, puesto que ellas estn en un mismo orden connosotros. No hay ms que un solo autor de todas las cosas, en el cual no puede haber variedad,y l tiene toda la perfeccin que es posible imaginar. As hay que reconocer que todo esigualmente la obra de su sabidura y el efecto de su bondad, y que la intencin del Creador hasido que las cosas creadas, que eran incomprensibles en l, fuesen comprensibles fuera de l,a fin de que por ellas podamos llegar a conocerlo; y puesto que el cielo, el aire y el propio Sol,son tanto criaturas de sus manos como la menor piedra o el menor grano de arena, es precisocreer que no es ms difcil conocer unos que comprender los otros. Puede ser que algnespritu mal hecho, y que huye de la luz para seguir a las tinieblas, se imagine que el cuerpohumano es de una estructura menos noble y menos perfecta que los cielos; pero se engaaramucho, puesto que los cielos y el Mundo mismo no ha sido hecho ms que para l. Tengamosentonces buen nimo y no temamos intentar discurrir sobre las cosas superiores, porsemejanza a lo que conocemos de las inferiores, puesto que una pequea luz aumenta a unams grande, y una chispa enciende a veces un gran fuego.

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    Pero antes de entrar en la distincin de los cielos, hay que saber lo que se debe entenderpor esa palabra Cielo, y consultar sobre esto a la Santa Escritura como nuestra nica regla,puesto que el orden de la Creacin est all muy fielmente descrito en el Gnesis, aunque unpoco oscuramente, y Moiss no ha dicho nada sino por inspiracin divina, siendo no obstanteadems muy sabio, y muy instruido en la ciencia de la magia natural. Nos ensea all que Dioshizo el firmamento o la extensin, a fin de separar las aguas de las aguas, y que Dios llam a

    esta extensin Cielo, de lo que se ve que la palabra Cielo y la palabra Firmamento no son msque una sola y misma cosa; y que cuando se dice que hay dos clases de aguas, unas porencima del firmamento, y las otras por debajo, es como si se dijera que hubo aguas porencima del cielo, y aguas por debajo del cielo. Se dice an que las aguas que estaban pordebajo del cielo fueron reunidas en un lugar, a fin de que lo seco, es decir la Tierra,apareciera; y que ese montn de aguas fue llamado Mar, como todo lo que est por arriba deesas aguas inferiores fue llamado con el solo nombre de Cielo o Firmamento. En cuanto alresto, no hay que creer que esas aguas inferiores puedan jams traspasar el mandato divino,que dijo que ellas estaran reunidas en un lugar. Por eso, cuando vemos que esas aguas nopueden elevarse por encima de la regin de las nubes, es porque inmediatamente ms all estel cielo o firmamento separador de las aguas. Pues aunque lo propio del agua sea rarificarse, yla razn natural nos dicte que cuanto ms ella sube, tanta ms rarefaccin adquiere, a causa de

    la gran capacidad del lugar, no obstante ocurre que esas aguas se estrechan en lugar dedilatarse, y se condensan, como si ellas encontraran un vidrio o un cristal slido, lo que noproviene del fro, o de alguna otra causa lejana, sino de su sola obediencia a las rdenes deDios, que ha querido que ellas fueran distintas, y separadas de las aguas superiores por elfirmamento. Podemos entonces determinar que el cielo propiamente dicho contiene todo eseespacio que est despus de las nubes hasta las aguas superiores, llamadas por varios el cielocristalino; y el cielo o firmamento (para hablar segn la Escritura) es el separador de lasaguas. Con respecto a la divisin que se hace del cielo en varias partes diferentes, eso no esms que una forma de hablar. Dios ubic las estrellas y las otras luminarias en el cielo, cadauna en el lugar que convena ms a su naturaleza; no siendo el firmamento en s otra cosa quela divisin de las aguas, y una cierta extensin en la cual la luz deba ser extendida parailuminar e informar al mundo.

    Pero como la luz es de naturaleza espiritual, y en consecuencia invisible, era necesariorevestirla de algn cuerpo opaco, por cuyo medio pudiera ser sensible para las demscriaturas, lo que oblig al soberano Creador a formar las luminarias del montn de las aguassuperiores, del cual l hizo diversos cuerpos segn su voluntad, y les reparti la luz necesariapara brillar ac y all. Y como en todos los cuerpos de esta regin baja, las aguas inferioreshan servido para proveer la materia necesaria, debe decirse tambin que todos los cuerposcelestes han sido formados nicamente de materia de las aguas superiores, pues en efecto, nohay necesidad de multiplicar las materias, ya que del caos solo se poda hacer todas lasdiversas distinciones que han sido hechas. Entonces Dios, habiendo reunido algunas partes delas aguas superiores bajo una forma esfrica, al ser la naturaleza del agua siempre condensarseen forma redonda, las revisti de luz, y las ubic en el firmamento, a fin de que (como estdicho en el Gnesis) algunas presidieran sobre el da y otras sobre la noche, y fuesen lossignos de los tiempos y las estaciones. Sobre esto es bueno destacar de paso cun ridcula cosaes, por no decir impa, dar fe a los discursos de esos astrlogos que hacen sus observacionessobre los cuerpos celestes, con el pensamiento de penetrar en los secretos de Dios acerca delos diversos acontecimientos de los hombres, sus inclinaciones, sus acciones, y otrosaccidentes, que no pueden ser previstos ms que por Dios solo, quien se reserv suconocimiento, y siendo el nico de quien depende todo lo que le ocurre al Mundo. Perodejmoslos flotar al capricho de sus errores, y contentmonos con poder hacer, mediante los

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    cuerpos celestes, pronsticos acerca de los diversos cambios del tiempo y de las estaciones, loque podr fcilmente conocer un hombre un poco hbil y experimentado.

    Todos los cuerpos luminosos ocupan cada uno su lugar en la vasta extensin delfirmamento, y fueron balanceados all por su propio peso y segn su diferente naturaleza. Yaunque sean cuerpos ligeros, porque estn formados de las aguas superiores, sin embargo, enrelacin al firmamento, y con respecto a su masa, seran bastante pesados para temer que

    salieran de ese mismo lugar, si no estuviesen detenidos all y como fijados por la voluntad deDios, y por la direccin de alguna inteligencia asignada a cada uno de ellos, segn la opininde algunos telogos, que quieren que todos los cuerpos de las criaturas tengan algunainteligencia particular que preside sobre ellos.

    Aadid a esto el movimiento rpido del primer mvil que, siendo circular, hace que todo loque se mueve por l, permanezca en su propia esfera y en su eclptica. La experiencia mismanos demuestra que cualquier masa que sea, de plomo o de mrmol, desde que llega a giraresfricamente, pierde su peso, y vuela, por as decirlo, dando vueltas igualmente alrededor delcentro, de modo que un hilo muy delgado sera capaz de retenerla all siempre a una mismadistancia. Vemos an que una rueda, por grande que sea, despus del primer movimiento quese le imprime, se mueve por s misma y rueda con facilidad alrededor de su eje. Despus deesto no hay que sorprenderse de que los cuerpos de las luminarias, aunque de un tamao

    prodigioso, giren fcilmente cada uno en su propia esfera, sin variar en un solo punto, como siestuvieran clavados a un muro slido. Adems, la causa de un movimiento tal no provienems que de ese espritu viviente y luminoso del cual los cuerpos estn llenos, pues ese esprituno puede experimentar el reposo, y es de l que dependen todas las acciones, y toda la fuerzade los espritus vitales, como lo haremos ver algn da cuando tratemos de la estructuraadmirable del hombre.

    El cielo es entonces propiamente tomado por el firmamento, cuya naturaleza es nica, y sindistincin. Pero como nosotros nos hemos acostumbrado a llamar con el nombre de cielo atodo lo que vemos arriba de nosotros revestido de un ropaje celeste, sea el lugar de las aguassuperiores, sea el empreo, la denominacin se toma ordinariamente de lo que es ms sensibley est ms a la vista; igualmente Moiss emple la palabra Tierra para designar los elementosinferiores, y Cielo para significar las superiores. A imitacin de Moiss, llamaremos entoncesa todo lo que est arriba de nosotros Cielo, y a todo lo que est abajo Tierra; despus de locual, dividiremos esta parte superior en tres clases o en tres cielos.

    El primer cielo estar colocado desde esta regin elemental que est inmediatamente porencima de las nubes, y donde las aguas inferiores tienen su lmite asignado por el Creador,hasta las estrellas fijas, es decir hasta el lugar donde estn los planetas errantes, as llamadosporque en su giro ellos no observan ningn orden entre ellos, sino que dan vueltas en formadiferente unos de otros para mejor dar la forma al Universo, y servir para marcar el cambiodel tiempo y las estaciones. El segundo cielo ser el lugar mismo de los cuerpos fijos, en elcual las estrellas van igualmente guardando siempre entre ellas una misma distancia yobservando un curso invariable, lo que hace que se las llame fijas, como si estuvieranefectivamente pegadas a algn cuerpo slido. Estos primer y segundo cielo se juntansucesivamente, y no aparece ninguna distincin, no siendo ms que un mismo firmamento, yla misma parte superior del Universo, como ya hemos dicho. El tercer cielo ser el lugarmismo de las aguas supracelestes, separadas de las aguas inferiores por el firmamentoseparador, y all estn las cataratas de los cielos, que all se conservan para la ejecucin de lossecretos juicios de Dios, y para servir de instrumento a su venganza, como se ha visto otrora,cuando Dios envi el Diluvio para castigo de los hombres. Es este tercer cielo vecino delempreo, donde residen la majestad de Dios y la armada de sus santos ngeles, y donde laescritura nos ensea que San Pablo fue arrebatado, y no nos marca lmites ms alejados que eltercer cielo.

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    Se podra preguntar si esas aguas supracelestes mojan o no, pero no hay dificultad endecidir que no mojan, porque son aguas rarificadas, de una rarefaccin soberanamenteperfecta, que es propiamente el espritu de las aguas. Y si nos est permitido argumentar de lomenos a lo ms: puesto que las aguas inferiores, aunque groseras y como las heces de lasotras, no mojan cuando estn rarificadas y extendidas aqu y all en los aires, las aguassuperiores deben mojar menos todava, tanto a causa de su naturaleza ms sutil, como porque

    ellas estn en una extensin mucho ms vasta. De lo que podemos aprender que cuanto msrarificada est el agua, tanto ms se aproxima ella a la naturaleza de esta primera agua muypura ubicada arriba del firmamento en la regin etrea.. De esta rarefaccin de las aguas, y desu naturaleza bien estudiada, el filsofo hermtico sacar ms instruccin que de toda laciencia de Aristteles y sus seguidores, por lo dems muy sutil y muy bella, consideradarespecto a otras cosas. Es lo que insina el docto Sendivogius en su Nueva Luz, cuando diceque hay que observar bien las maravillas de la naturaleza, y sobre todo en la rarefaccin delagua. Pero trataremos de estas cosas ms ampliamente en su lugar.

    Con respecto a la materia de la cual se compone el firmamento, se ignora si es un vaco, osi hay algo diferente de las aguas que lo rodean. Pero examinando de cerca la naturaleza delas cosas, quizs no dejemos de penetrar la verdad, a pesar de la lejana que hay de all anosotros. Decimos entonces que la sustancia de las aguas ha servido de materia universal,

    como la luz ha servido de forma universal; y como la luz difusa de todos lados deba serreunida principalmente en el firmamento, y resplandecer all con ms brillo, su domicilio enconsecuencia deba tener tambin ms afinidad con la luz de lo que la sustancia material tiene,a fin de que tuviera lugar para brillar y desparramarse ms libremente. Ahora bien, solamenteel aire y la naturaleza del aire es vecino del fuego, lo que vemos mediante el ejemplo denuestro fuego ordinario, que vive del aire como siendo muy conforme a su naturaleza, de loque concluimos que en la regin etrea donde los elementos son ms puros y de mayor vigor,la luz tiene el papel de fuego, el firmamento de aire, y las aguas superiores de agua. Conrespecto a la tierra, como esta no es propiamente un elemento, sino la corteza y la hez de loselementos, ella no tiene rango donde no hay excrementos, pues estando la luz all en supropio y natural habitculo, no tiene necesidad de envoltura, como la tiene aqu abajo, comomostraremos.

    Despus de haber hablado del cielo y de los cuerpos celestes, es tiempo de llegar a loselementos inferiores, y puesto que con frecuencia hemos hecho mencin de las aguasinferiores, es preciso al presente decir algo de ellas. Las aguas inferiores, habiendo sidoseparadas y reunidas en un lugar por la virtud del Verbo divino, a lo cual contribuy mucho laaccin de la luz que, expulsando las tinieblas, las oblig a refugiarse en lo profundo de lasaguas, formaron pronto como un nuevo caos que se dej ver en la naturaleza inferior, puestodos los elementos estaban all confundidos y en desorden, y no haba accin alguna. Lo queoblig al sabio Creador a repartir a esta naturaleza inferior una luz particular; pero debido aque la naturaleza de la luz es querer siempre elevarse a lo alto, tuvo la intencin de darle unsujeto que fuera susceptible de servirle de domicilio y retenerla, y para eso eligi al fuego.Pero debido a que el fuego es de naturaleza muy pura y muy seca, tan atractiva de su hmedonatural areo que sera demasiado fcilmente absorbido por la accin que le es natural, yaumentara tanto que sera capaz de consumir casi todo el mundo y convertir en s todo el airedel mundo inferior, la naturaleza, prudente, o ms bien el propio Autor de la naturaleza, alestablecer el fuego como vehculo de la luz, quiso al mismo tiempo asignarle una dura prisin,es decir la tierra, y que fuese retenido bajo sus envolturas impuras, por temor a que seescapara. Fue entonces sujetado, por as decirlo, por un doble lazo, es decir por la frialdad dela tierra, y por la humedad del agua crasa, a fin de que, al estar sometido a estas cualidadescontrarias y antiperistticas, permaneciera detenido. para comodidad de la naturaleza inferior.As es como el fuego se hizo vehculo de la forma, es decir de la luz, y su sede fue puesta en

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    la tierra, la hez de las aguas inferiores, donde est detenido bajo una dura corteza. Este fuegoobra sobre la materia ms vecina y ms propia a padecerlo, es decir el agua, que prontorarifica y convierte en la naturaleza del aire que est debajo de las nubes mezclado con agua,y es atrado por la fuerza de los cuerpos celestes. Pero si este fuego encuentra en el centro dela tierra una humedad area, ya producida por su accin, la cual no ha podido exhalarsedebido a la solidez de los lugares y la opacidad de la tierra, y l obra de nuevo sobre ella,

    uniendo a esta humedad area las ms secas y ms sutiles partes de la tierra, de all se hace elazufre bituminoso y terrestre, que es diverso segn la diversidad de los lugares. Igualmente,si este aire encuentra lugar para salir golpea al otro aire y causa el viento. Y si ese mismofuego obra sobre una humedad acuosa, sin exhalarse la area, y ella se une a las ms puras ysecas partes de la tierra, a las cuales se adhiere, entonces se forma la sal comn, y sta es lacausa de la salinidad del mar, pues al ser el mar demasiado profundo, y llegando casi hasta elcentro de la tierra, donde el fuego central es ms vigoroso, ese fuego, al encontrar all un granmontn de aguas, de alguna manera en reposo, obra all continuamente sobre esta materiahmeda, exhalndose siempre la area por los poros del agua, y as se hace la sal, como deesta exhalacin de aire nacen las tempestades, los torbellinos, y los vientos que vienen delmar. Pero un da trataremos ms ampliamente de estas cosas, as como del flujo y reflujo delmar.

    Por ahora es suficiente saber qu efectos produce ordinariamente esta exhalacin dehumedad area, la cual al ser tambin a veces retenida en la tierra, en los lugares muyencerrados que obstaculizan su paso, excita all grandes temblores de tierra, segn la cantidadde materia movida. De esta continua accin del fuego sobre la humedad acuosa, se hace launin de las ms sutiles partes de la tierra, como hemos dicho, la sal comn, la cual por laagitacin del mar sale de las cavernas de la tierra, y el agua al impregnarse de sta por unmovimiento continuo, se vuelve salada. Pero cuando estas aguas saladas llegan a pasar atravs de los poros de la tierra en su curso ordinario, ese fuego ya no acta sobre ellas; pues lageneracin de la sal no se hace sobre la superficie del mar, sino en la tierra. Por eso, si loslugares donde se hace la sal estn recubiertos de creta, o si tienen los poros muy pequeos demodo que el agua no pueda penetrarlos para servir para generar all la sal, o si estando hechala sal no pueda impregnarse de ella, entonces la sal permanece en las entraas de la tierra, y elagua queda en la superficie, dulce como estaba antes. Pero en el fondo del mar, donde hay unagran cantidad de arena, hay paso para que el agua entre y se cargue de la sustancia de la sal, yse vuelva salada.

    As es como el cielo, la tierra y el mar han sido producidos de este primer caos informe, ycomo el mundo se encontr formado por sus distintos arreglos con regla, peso y medida. Perosiendo mi intencin tratar sobre esta gran materia en un libro particular, reenviamos all allector.

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    ESTROFA III

    del divino Hermete

    Emoli Figli, a cui lArte paterna

    Fa, che Natura appar senza alcun Velo,

    Voi sol, Sol voi sapete,

    Come mai fabric la Terra e l Cielo,Da lindistinto Chaos la destra eterna

    La grande Opera vostra

    Chiaramente vi mostra,

    Che Dio nel modo istesso. Onde produtto

    Il Fisico elissir, compose il Tutto.

    (Lux Obnubilata)

    Oh vosotros, del divino Hermes hijos e imitadores, a quienes la ciencia de vuestro padre

    ha mostrado la naturaleza al descubierto; vosotros solos, y nicamente vosotros sabis cmo

    esta mano inmortal form la tierra y los cielos de esa masa informe del caos, pues vuestra

    gran Obra muestra claramente que de la misma manera en que se hace vuestro elixir

    filosfico, Dios tambin hizo todas las cosas.

    CAPITULO III

    Slo los hijos de la ciencia hermtica conocen los verdaderos fundamentos de toda lanaturaleza,. y ellos solos, alumbrados por esta hermosa luz, merecen el nombre de fsicos. Esa ellos, como a las guilas, que se les permite observar fijamente al sol, fuente de toda luz, enla hora de su nacimiento, y que pueden tocar este hijo del Sol con sus manos, sacarlo de sustinieblas, lavarlo, y llevarlo a la edad de madurez. Son ellos an quienes conocen y adoran aDiana, su verdadera hermana, y que habiendo tenido el favor de Jpiter en su nacimiento, soncomo los monos del Creador en la obra de su Piedra; pero si ellos lo imitan sabiamente, lobendicen y alaban perpetuamente, dndole gracias infinitas por el gran bien que poseen. Enefecto, quin podra imaginarse que de una pequea masa confusa, donde los ojos del vulgono ven ms que heces y abominacin, el sabio qumico pueda sacar una humedad tenebrosa ymercurial, que contiene en s todo lo que es necesario a la Obra, segn el dicho comn de queen el mercurio est todo lo que buscan los sabios, y que en ese reservorio de las aguassuperiores e inferiores todos los elementos se encuentran encerrados, los cuales deben serextrados de l mediante una segunda separacin fsica, purificados perfectamente yconducidos despus al acto de la generacin por medio de la corrupcin. Quin podra creerque all se encuentra el firmamento, que divide las aguas superiores de las inferiores, y es eldomicilio de las luminarias a las que a veces les advienen los eclipses? Quin creera enresumen, que en el centro de nuestra tierra se encuentre un fuego, el verdadero vehculo de laluz, que no es devorador ni consumidor, sino por el contrario nutricio, natural y la fuente de lavida, y de cuya accin se engendra en el fondo del mar filosfico la verdadera sal de lanaturaleza, y que se encuentre al mismo tiempo en el seno de esta tierra virgen el verdaderoazufre, que es el Mercurio de los Sabios, y la Piedra de los Filsofos? Oh vosotros,perfectamente dichosos por haber podido juntar las aguas superiores con las inferiores pormedio del firmamento! Oh vosotros, ms hbiles todava de haber sabido lavar la tierra conel fuego, quemarla con el agua, y a continuacin sublimarla! Ciertamente toda clase defelicidad y de gloria os acompaar sobre la tierra, y toda oscuridad huir de vosotros. Habisvisto las aguas superiores que no mojan, habis tocado la luz con vuestras propias manos,habis sabido comprimir el aire, habis sabido nutrir el fuego y sublimar la tierra en mercurio,

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    en sal, y por ltimo en azufre. Habis conocido el centro, habis sabido sacar de l los rayosde luz, habis sabido expulsar las tinieblas y ver un nuevo da. Mercurio os ha nacido, laLuna ha estado en vuestras manos, el Sol ha nacido entre vosotros; ha nacido una segundavez, y ha sido exaltado.. Habis admirado este Sol en su rojez, y la Luna en su blancura, yhabis contemplado todas las estrellas del firmamento en medio de las tinieblas de la noche;tinieblas antes de la luz, tinieblas despus de la luz, por ltimo os apareci la luz mezclada

    con las tinieblas.Qu ms dira yo? Habis producido un caos, habis dado una forma a este caos quesacasteis de s mismo, y as tuvisteis la primera materia, a la que disteis forma con una formams noble de la que antes tena; despus la habis corrompido, y finalmente la elevasteis auna forma enteramente perfecta.

    Pero es demasiado hablar, de un tema sobre el cual es bueno ser ms reservado.

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    ESTROFA IV

    Ma di ritrar non voglio

    Con debil penna un Paragon si vasto

    Io non esperto ancor Figlio de lArte

    Se ben certo bersaglio

    Scoprono al guardo mio le vostre Carte,Se ben m noto il provido Illiasto:

    Se ben non mi nascosto

    Il mirabil composto,

    Per cui voi di potenza havete estratto

    La purit degli Elementi in Atto;

    (Lux Obnubilata)

    Pero no corresponde a mi dbil pluma dibujar un tan grande cuadro, no siendo an ms

    que un miserable hijo del arte, sin ninguna experiencia. No es que vuestros doctos Escritos

    no me hayan hecho percibir el verdadero fin a la que hay que tender, y que yo no conozca

    bien este Illiasto, que tiene en l todo lo que nos hace falta, as como ese admirable

    compuesto por el cual habis sabido conducir de la potencia al acto la virtud de loselementos.

    CAPITULO IV

    Aqu nuestro poeta se excusa de haberse atrevido a utilizar la comparacin que haestablecido, y muestra bien que es una cualidad del verdadero filsofo ser humilde y sinvanidad, al contrario de otros que hablan audazmente de lo que no saben. Ellos dicen muyverdaderamente que el Mercurio y el Azufre entran en nuestra composicin; pero ciegos comoson, ignoran cul es este Mercurio, cul es este Azufre, y no conocen ni de lo que hablan, ni elfin meta al que hay que tender, y las vas que es preciso tener les son incomprensibles. Ellosse atienen al Mercurio vulgar, asegurando que no hay otro, aunque el docto Sendivogiusafirme lo contrario en su dilogo, donde dice que hay un muy otro Mercurio, y aunque se digatodava en otros sitios que nuestro Mercurio no se encuentra sobre la tierra, sino que esextrado de los cuerpos. En resumen, aunque todos los filsofos unnimemente condenan elmercurio vulgar y prohben servirse de l, ellos se obstinan en comentar a su modo el texto delos filsofos, e insisten absolutamente en que stos han querido decir que el mercurio, en laforma en que lo vemos, no es en verdad el Mercurio de los Filsofos, sino solamente cuandoest trabajado y purificado segn su fantasa, y reducido a otra forma. Qu locura, por losdioses! Es poco ms o menos como si algn autor hubiera prohibido que se usara el azufrecomn para la confeccin del vidrio, y un hombre se obstinara no obstante en quererlo sacarde l, por la sola razn de que la prohibicin hubiera considerado el azufre tal como lotenemos, pero no el azufre trabajado y preparado; haciendo en s mismo este bellorazonamiento; que el azufre ha sido tierra en el comienzo y en consecuencia puede reducirse acenizas, de la cual se har el vidrio. Quin no ve que eso sera ir directamente contra laintencin del que hubiera hecho la prohibicin? Esto es lo que hacen aquellos que trabajansobre el mercurio vulgar, el cual, por la accin de la naturaleza, ha pasado a una ciertasustancia muy intil para el arte; y aunque el Mercurio, el Oro, y los otros metales, inclusotodos los cuerpos sublunares contienen en ellos naturalmente el Mercurio de los Filsofos, noobstante es una gran locura trabajar sobre unos y sobre otros, puesto que el arte tienenecesidad de un cuerpo que sea vecino de la generacin.

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    Que sepan entonces que debemos trabajar sobre un cuerpo creado por la naturaleza, quecomo una buena y previsora madre, ella presenta al arte todo preparado. En este cuerpo, elazufre y el mercurio se encuentran mezclados, pero muy dbilmente atados, de modo que elartista no tiene ms que desatarlos, purificarlos, y reunirlos de nuevo por un medio admirable.Todo esto debe hacerse no por capricho y por un trabajo ordinario, sino con mucha sabidura eindustria, y siempre segn las vas y las reglas de la naturaleza, que debe sola gobernar

    enteramente la obra filosfica, y es solamente as que se puede llegar a la meta que uno sepropone. Este cuerpo es llamado Illiasto por nuestro poeta, o Hyl, y es en efecto unverdadero caos, que en esta nueva produccin contiene en s, aunque confusamente, todos loselementos, los cuales el arte industrioso debe separar y purificar por el ministerio de lanaturaleza, a fin de que siendo unidos de nuevo, nazca de ellos el verdadero caos de losfilsofos; es decir, un cielo nuevo y una tierra nueva.

    De este Hyl o caos, el docto Pennot dice admirablemente bien en sus Canons surlOuvrage Physique que la esencia en la cual habita el espritu que buscamos est injertada ygrabada en l, aunque con trazos y lineamientos imperfectos. La misma cosa dice Ripleus elIngls, en el comienzo de sus Doce Puertas; y Aegidius de Vades en su Dialogue de la

    Nature hace ver claramente y como en letras de oro, que ha quedado en este mundo unaporcin de ese primer caos, conocido pero despreciado por cada uno, y que se vende

    pblicamente. Yo podra alegar una infinidad de autores que hablan de este caos o masaconfusa, pero lo que ellos dicen del mismo no puede ser entendido ms que por los hijos delarte. Son los orculos de la Esfinge, que no son claros ms que para aquellos que loscomprenden, y que bajo una misma corteza esconden la vida y la muerte. Que aquel entoncesque intente tocar nuestras Serpientes hermticas, se arme de una teora slida y fundamental,si no quiere encontrar su prdida donde busca su seguridad y sus ventajas. Que estosdesdichados filosofastros son dignos de compasin, ya que sobre la simple lectura de algunoslibros, osan poner manos a la Obra. No se trata de leer, sino de entender lo que se lee; pues sislo hubiera que tomar al pie de la letra lo que dicen los filsofos cuntos sabios, cuntosHermes, cuntos Geber habra en el mundo! Pero no hubo y no habr ms que un Hermes yun Geber. Entonces, que a los ms sabios les baste el ser reconocidos dignos de sucederlos, yque ellos cuenten con que no sabrn jams hacer nada si no aprenden antes cmo es precisohacerlo. Nuestro poeta ha conocido perfectamente esta verdad: que no sirve de nada conocerla materia, saber las operaciones vulgares, y comprender incluso la naturaleza del Illiasto, si almismo tiempo no se tiene una perfecta inteligencia de los libros y una profunda teora. Puesen resumen, sta es la obra de filsofos, y no de qumicos ordinarios; es una obra de lanaturaleza y no una sutileza del arte. Es preciso, pues, comenzar por saber bien qu es lanaturaleza, y es lo que encontrars, mi querido lector, escrito en varios lugares; pero a ticorresponde separar las rosas de las espinas, y si tu juicio no te sirve para esto, la cantidad delibros y de doctores no te servir de nada; eso ser ms bien una confusin que una verdaderaciencia y, lejos de adquirir los conocimientos, no hars ms que perder tu tiempo y tuesfuerzo.

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    ESTROFA V

    Se ben da me sintende,

    Chaltro non vostro Mercurio ignoto,

    Che un vivo Spirto universale innato,

    Che dal Sole discende

    In aereo Vapor, sempre agitato,Ad empier de la Terra il centro voto:

    Che di qui poi se nesce

    Tra solfi impuri, e cresce

    Di volatile in fisso, e presa forma

    Dhumido radical se stesso informa.

    (Lux Obnubilata)

    No es que yo no sepa bien que vuestro Mercurio secreto no es otra cosa que un espritu

    viviente, universal e innato, el cual en forma de vapor areo desciende sin cesar del cielo a la

    tierra para llenar su vientre poroso, que nace despus entre los azufres impuros y, creciendo,

    pasa de la naturaleza voltil a la fija, dndose a s mismo la forma de un hmedo radical.

    CAPITULO V

    Es tiempo ahora de poner a la luz, tanto como dependa de nosotros, el fundamento de todala doctrina, puesto que no servira de nada conocer el sujeto de nuestra ciencia si se ignoraselo que est encerrado en l, y lo que de l debe ser sacado; es con esta intencin que nuestropoeta contina explicando la naturaleza del Mercurio de los Filsofos, pero no obstante bajoun velo que esconde la verdad a los ojos de los ignorantes, y la deja percibir a los sabios y losentendidos.

    l establece un doble movimiento al Mercurio, uno de descenso, y otro de ascensin. Y ascomo el primero sirve para dar forma a las materias dispuestas por medio de los rayos del Soly los dems astros, que por su naturaleza se dirigen hacia los cuerpos inferiores, y para revelarpor la accin de su espritu vital el fuego de naturaleza, que est como adormecido en ellas,as tambin el movimiento de ascensin le sirve naturalmente para purificar los cuerpos de losexcrementos que han contrado, y para exaltar los elementos puros con los cuales se une, ycon los cuales fortifica la naturaleza; despus de lo cual, l retorna hacia su patria, devenidoms vicioso en verdad, pero no ms maduro ni ms perfecto.

    Lo mismo que hay en el mercurio un movimiento doble, as tambin se encuentra en l unadoble naturaleza, es decir una gnea y fija, y la otra hmeda y voltil, y es por eso que l ponede acuerdo a los discordantes, y concilia a los contrarios. Si consideramos su naturalezaintrnseca, es el corazn fijo de todas las cosas, muy puro y muy perseverante al fuego, elverdadero hijo del Sol, el fuego de la naturaleza, fuego esencial, el vehculo de la luz; en unapalabra el verdadero Azufre de los Filsofos. De l procede el esplendor; de su luz , la vida; yde su movimiento el espritu. Con respecto a su naturaleza extrnseca, de todos los esprituses el ms espiritual; de todas las purezas, la ms pura; la quintaesencia de los elementos; losfundamentos de toda la naturaleza, la primera materia de las cosas; un licor elemental; en unapalabra el verdadero Mercurio de los Filsofos. Este doble movimiento, y esta doblenaturaleza del Mercurio, hace que se lo considere bajo dos diferentes aspectos; pues antes desu congelacin y en la va de descenso, es el vapor areo y pursimo de los elementos de lanaturaleza de las aguas superiores, llevando naturalmente en su seno el espritu de la luz, y elverdadero fuego de la naturaleza. l es hmedo y voltil y es la ms noble porcin de eseprimer Illiasto o caos. Es el agua permanente, sacada de esta primera humedad, siempre la

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    misma, y siempre incorruptible. Es el viento o el aire de los cielos, que lleva en su vientre lafecundidad del Sol y quien con sus alas cubre la desnudez del fuego. Pero despus de lacongelacin, es el hmedo radical de las cosas, que bajo viles escorias, no deja de conservar lanobleza de su primer origen, sin que su lustre sea manchado por ello; es una virgen muy pura,que no ha perdido su virginidad aunque se la encuentre en medio de las plazas pblicas; ellaest en todo cuerpo, y cada compuesto la esconde en l. Qu sera un cuerpo sin su hmedo

    radical, y cmo una sustancia podra subsistir sin su propio sujeto? Cmo podran retenerselos espritus si no hubiera un lugar susceptible de retenerlos? Cmo el Azufre podra serencerrado si no tuviera su propia prisin? Para reconocerlo mejor, examinemos un poco msde cerca la naturaleza de las cosas. Hay tres humedades en todo compuesto, como lo ensea eldocto Evaldus Vogelius en el captulo de la humedad radical, de las cuales la primera sellama elemental, la cual, en cada cuerpo, est obstinadamente unida a la tierra, y estas tierra yagua, as unidas, son llamadas el vaso de los otros elementos; esta humedad no abandona

    jams absolutamente al compuesto, por el contrario permanece siempre con l, incluso en lascenizas, y en la sal que se saca de ellas; y lo que es ms admirable, es que ella permaneceincluso en el vidrio, al que da la fluidez. Esta humedad es el verdadero y muy puro elementodel agua, que no ha recibido ninguna alteracin de los otros elementos, sino que permanece enla sola y simple naturaleza de agua, fuera de la unin que ha contrado con la parte terrestre.

    La segunda humedad es llamada radical, de la cual se ha dicho algo anteriormente, yhablaremos todava ms ampliamente despus. En esta humedad consiste particularmente lafuerza del cuerpo, pero ella se inflama, y se separa fcilmente del compuesto; permanece sinembargo alguna pequea porcin de ella, e incluso en las cenizas; pero se disipa enteramenteen la vitrificacin.

    La tercera humedad se llama alimentaria, y es propiamente el alimento que sobreviene alcompuesto. Ella es de la naturaleza de la humedad radical, pero antes de su congelacin, ycuando an no ha sufrido alteracin considerable por los agentes especficos. Ella se llamacon diversos nombres, y con frecuencia es tomada por los filsofos por la humedad radical,con la intencin de embrollar a sus lectores. Esta humedad es voltil, y casi la primera queabandona al cuerpo.

    El conocimiento de estas tres humedades es ms necesario a los que se dedican a nuestraciencia que su propia lengua, pues sin l es absolutamente imposible conocer bien el Mercuriode los Filsofos. Yo dir todava en pocas palabras, tocante a la primera humedad, que es elelemento grosero del agua unido con el elemento grosero de la tierra; y que ellos son los vasosde la naturaleza en los cuales los otros dos elementos puros estn encerrados, es decir, elfuego en la tierra, y el aire en el agua; pero sin embargo no inmediatamente, pues el verdaderoaire est encerrado en un otro cuerpo ms puro, tanto como el verdadero fuego. Estos doselementos son todava llamados los cuerpos por los filsofos, porque ellos comunican lacorporeidad a toda la naturaleza, y su sustancia sirve de vestidura para cubrir la desnudez delos verdaderos elementos; pero el cuerpo de la tierra particularmente comprende y revistetodas las cosas. Con respecto a la segunda humedad, es una humedad area, que antes de sucongelacin, era el vapor de los elementos de naturaleza etrea, y conserva esta mismanaturaleza despus de la congelacin, lo que hace que en cada compuesto, ella tome la formade aceite, sobre todo en los vegetales y en los animales. Con respecto a los minerales, comoellos abundan principalmente en humedad acuosa y en terrestreidad, ambas ligadas, a causade lo cual su aceite ha recibido una alteracin terrestre y grosera, resulta que la naturaleza desu aceite, donde domina la humedad, se transmuta a una cualidad terrestre, donde reinaprincipalmente la sequedad, y de ello proviene que su hmedo radical, sobre todo el de losmetales, resiste ms obstinadamente al fuego que el hmedo de los otros cuerpos; no obstanteeste hmedo no es fijo en todos, porque lo acuoso prevalece a veces sobre lo terrestre.; pero siuna humedad tal fuera comprimida y transmutada por la coccin, entonces se volvera muy

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    constante y muy fija al fuego. El aceite entonces abunda en humedad area, lo que hace quearda y se encienda fcilmente, siendo esta una propiedad particular de la humedad area(mientras las otras humedades se escapan sin inflamarse) porque el aire es el alimento delfuego, que vive del aire, se nutre de l, en l se regocija y se reviste de su cuerpo; de modoque se puede decir que todo lo que en el cuerpo es de sustancia oleosa, contiene en s estahumedad radical, la cual en los vegetales est bajo una forma oleaginosa, en los animales

    bajo forma de grasa, y en los minerales bajo una forma de azufre, como hemos dicho; aunqueocurre a veces que esta sustancia vara, por el nombre y por la forma. Pero en el fondo, es estasola humedad area y radical, encerrada en su intrnseco, lo que hay que considerar; pues aldestruirse esta humedad, el compuesto decae y ya no es lo que era. Al alterarse, todo el cuerpose altera, pues en esta sola humedad consiste el verdadero sujeto de todas las alteraciones, ascomo el fundamento de las generaciones; pero si esta humedad subsiste, persiste al mismotiempo la virtud del compuesto, el cual es vigoroso o dbil, segn la abundancia o carencia deesta humedad. En resumen, la naturaleza se encuentra encerrada en ella, y all se conserva. Esel verdadero esperma de las cosas, en el cual reside el punto seminal, como lo explicaremosdespus.

    En cuanto a la tercera humedad, es propiamente el Mercurio vegetal que est todava en lava de descenso, cuando por los rayos planetarios, desciende para hacer vegetar la naturaleza,

    y multiplicar la simiente en los cuerpos. Pero puesto que es un vapor muy sutil y muyespiritual, como lo insina muy doctamente nuestro autor, tiene necesidad, para penetrar loscuerpos inferiores y mezclarse con ellos, de revestir la forma de agua, por medio de la cualimpide que los cuerpos sean quemados. Ella sirve enteramente a la produccin de las cosasen el acto de la generacin, pues es el verdadero disolvente de la naturaleza, penetrando loscuerpos por su espiritualidad innata, y despertando el fuego interno cuando est adormecido;causando tambin por su humedad la corrupcin y la negrura a causa de la acidez que hacontrado en un cuerpo del todo mineral. Es muy cido y muy agudo, y es el verdadero autorde todos los movimientos. A veces se lo compara al menstruo, y tiene una tan gran virtud queno se la sabra expresar, aunque al considerarlo en s mismo y groseramente, sea muyimperfecto, muy crudo, e incluso muy vil.

    Los filsofos tienen cuatro clases de Mercurio, cuyos nombres confun