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Antonio de Jesús Larocca Grosso S.M.C. LA MATERNIDAD ESPIRITUAL DE MARIA: ACONTECIMIENTO, PERMANENCIA Y ACTUALIZACION DE SU PRESENCIA Submitted to the International Marian Research Institute, University of Dayton In Partial Fulfillment of the requirements for the Degree Doctorate In Sacred Theology with specialization in Marian Studies Director: Reverend Johann G. Roten, S.M., PhD., S.T.D. The Marian Library/International Marian Research Institute University of Dayton, OH, USA 2007

LA MATERNIDAD ESPIRITUAL DE MARIA: … · 2 evaluado el sentido cristológico de la maternidad de María y de allí se ha hecho desprender su significado eclesial, pero a veces a

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  • Antonio de Jess Larocca Grosso S.M.C.

    LA MATERNIDAD ESPIRITUAL DE MARIA: ACONTECIMIENTO, PERMANENCIA Y ACTUALIZACION DE SU PRESENCIA

    Submitted to the International Marian Research Institute, University of Dayton

    In Partial Fulfillment of the requirements for the Degree Doctorate In Sacred Theology with specialization in Marian Studies

    Director: Reverend Johann G. Roten, S.M., PhD., S.T.D.

    The Marian Library/International Marian Research Institute University of Dayton, OH, USA

    2007

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    PRESENTACIN DE LA TESIS

    INTRODUCCIN.

    Mara como madre nuestra en la Iglesia de Cristo y como madre de los cristianos,

    se hace presente como dato de fe por su: singularidad, momento de actualizacin,

    relacin, trmino, funcin, fin y caractersticas; accin, aceptacin, amor, culto y visin

    de la vida1. El Concilio Vaticano II, aunque no utiliz la expresin en s de maternidad

    espiritual de Mara, se aboc a la a la doctrina de la participacin de Mara a la

    Redencin pero con el concepto de maternidad espiritual. 2 Ha existido una cierta

    dificultad en la consideracin de una acentuacin teolgica y espiritual como madre

    nuestra o sin Cristo o sin Iglesia.

    Esto debido a que, en ciertas corrientes teolgicas y espirituales, se ha presentado

    una tendencia a explicar el contenido teolgico de la maternidad espiritual de Mara con

    la misma expresin que le equivale lingsticamente, dando as la impresin de una cierta

    ambigedad con respecto a su origen, funcin y aplicacin, inclusive a su contexto

    teolgico. Varios telogos han tenido la impresin de que la expresin se pueda prestar a

    distintas interpretaciones;3 y en un sentido general el discurso se ha mantenido en el

    mbito analgico entre maternidad de Cristo y de los miembros del cuerpo mstico, que

    desemboca en la causalidad instrumental de su maternidad salvfica; es decir de Mara

    como Mater et Causa Salutis. A consecuencia de esto, sobre todo en Occidente, se ha

    1 T.F. Hosanna en Stefano de Fiores y Salvatore Meo, Nuevo Diccionario de Mariologa, Ed. Paulinas Madrid 1988, Voz: Madre Nuestra, 1207-1211. 2 Antonio Mara Calero, Mara en el misterio de Cristo y de la Iglesia, Editorial CCS/Madrid, 1990, 324; 321, cfr. 99: A. Rivera, Boletn bibliogrfico sobre la Mediacin, EphMar 24 (1974), 450; 321, cfr. 100: LG, nn. 60.61.62. 3 A. M. Calero, Mara en el misterio de Cristo., 324: Se usan, en efecto, indistintamente, los trminos mediacin, intercesin, corredencin, maternidad espiritual, sin saber siempre exactamente a qu nos estamos refiriendo.

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    evaluado el sentido cristolgico de la maternidad de Mara y de all se ha hecho

    desprender su significado eclesial, pero a veces a detrimento de su significado

    pneumatolgico pleno correspondiente.4

    Este vaco pneumatolgico del culto y de la doctrina mariana, pudo a su vez dar

    lugar a un rechazo de la maternidad espiritual de Mara, sobre todo por aquellos que han

    considerado errada la apropiacin de Mara de las funciones del Espritu Santo por la

    mariologa catlica;5 y un excesivo espiritualismo mariano devocional, basado en una

    maternidad de privilegios, desde una excesiva exaltacin del rol de la creatura en la obra

    de salvacin.6 Esta supuesta dificultad ha podido llevar a un uso teolgico y cultual

    impropio de la misma;7 y en consecuencia para algunos, con respecto al punto de la

    maternidad espiritual, para evitar mayores complicaciones; se ha considerado suficiente

    el contenido doctrinal de la Lumen Gentium y la declaracin del ttulo de Mara Madre

    de la Iglesia proclamado por Pablo VI el 21 de noviembre del 1964, queriendo poner as

    punto final al tema. Pero evidentemente el munus maternum de Mara sigue necesitando

    su mayor explicacin a la luz del ltimo magisterio y a la luz del contexto cambiante, lo

    cual amerita seguir profundizando sobre todo en el aspecto pneumatolgico y con

    respecto a las orientaciones eclesiolgicas actuales.

    4 A. M. Calero, Mara en el misterio de Cristo.; 349, cfr. 245: H. Mhlen, El Espritu Santo en la Iglesia, Salamanca 1974, 588-590: La funcin del Espritu Santo en la economa de la salvacin debe considerarse como una cooperacin en la obra redentora de Cristoy, la cooperacin de Mara es, ante de todo y sobre todo, una cooperacin con la cooperacin del Espritu Santo en la obra redentora del Hijo. 5 Jaroslaw Jasanek, Principio Pneumatolgico del Culto Mariano, SCRIPTA THEOLOGICA 35(2003/3), 890, cfr. 6: L. Marchand, Le contenue vangelique de la dvotion mariale, en Foi et Vie, 49(1951), 509-521; A. Nikos Nissiotis, The Main Ecclesiological Problem of the Second Vatican Council, en Journal of Oecumenical Studies, 2 (1965), 31-62. 6 Alfonso Langella, Maria e lo Spirito, Npoles, 1993, 226. 7 A. M. Calero, Mara en el misterio de Cristo.; 349, cfr. 245: H. Mhlen, El Espritu Santo en la Iglesia, Salamanca 1974, 721, cfr. 250: La conciencia popular proyecta tal vez en Mara experiencias que, ante todo y esencialmente son experiencias espirituales, es decir experiencias de la proximidad indecible del Espritu Santo..

  • 3

    ACTUALIZACIN DE LA FE: DNDE EST TU MADRE?

    La experiencia profunda de la persona que se puede definir presencial,8 invita a

    tomar en cuenta la presencia de los dems, as como a nosotros mismos; la madre lo vive

    hacindose presente al nio, al mismo tiempo que le transmite con afecto espiritual el don

    de su vida a travs de su presencia maternal, ofrecindole el pecho y la leche materna, y

    logra suscitarle el sentido de su ser persona presente: el acto proactivo de la vida. Este

    acto personal materno-infantil implica una capacidad de recproca presencia, que permite

    la autodonacin (Juan Pablo II, Familiaris Consortii) y que tiene su origen en la persona

    misma y en su reciprocidad comunional esponsal, del cual se deriva la fecundidad y la

    generacin filial; el misterio de Dios se revela presente y actuante en comunin con los

    hombres y las dems creaturas. Se puede entender la presencia de Cristo cabeza y la

    presencia maternal de Mara dentro de esponsalidad; la comunin de los santos, cuya

    presencialidad promueve la presencia del que se identifica y es fiel.9

    Esto tiene una importancia fundamental en el proceso de personificacin

    presencial, de presencializacin de la persona humana, de personeidad. Cuando se habla

    de la existencia de Dios, se entiende la valoracin desde el amor al prjimo y la

    importancia del ser personal, que no puede desentenderse de un razonamiento filosfico

    que lo lleve al teolgico, as como el antropolgico personalista lleva al discurso de la

    persona presente en Dios y en el prjimo como en s mismo. Mucho contribuye,

    finalmente, a esta afirmacin de la presencia de Dios el amor fraterno de los fieles, que

    con espritu unnime colaboran en la fe del Evangelio y se alzan como signo de

    8 Es un neologismo personal que significara persona con capacidad y conciencia de estar presente. 9 Scout Hann, La cena del Seor. La misa, el cielo en la tierra, Ed. Patmos Madrid 20059, 149-150.

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    unidad.10

    Las evidencias primigenias del universo; estas leyes fundamentales de la vida,

    encuentran en el signo de la madre y del hijo la expresin de las promesas originales

    antes del mismo pecado, la fe nos revela claramente que la razn de la creacin no

    contiene slo un mensaje matemtico sino tambin moral.11 Algunos autores hablan del

    principio maternal divino que superara todo elemento de contradiccin en un principio

    de continuidad relacional recuperado y entrelazado al modelo del principio, principio de

    equilibrio dinmico, procesual, dentro de lo espacial y temporal, pero de equilibrio

    inmanente dentro de lo eterno, un anlogo del Logos, donado por Dios a su creacin en la

    manifestacin de su gloria como expresin de la gloria de su gracia; lo maternal de lo

    filial para cada hombre para siempre: Si conocieras el don de Dios12 l te habra

    dado agua viva. Este sera la realizacin del don maternal de Mara para todos los

    hombres.

    El documento Dnde est tu Dios? La fe crisitiana ante la increencia

    religiosa,13 hace en general un anlisis de la sociedad actual, sobre todo occidental

    europea, frente a la crisis de fe y el surgimiento de un neopaganismo. Hablando de la

    nueva religiosidad, habla de una religin del yo fuertemente espiritualizada, pero

    encerrada sobre s misma, incapaz de abrirse al infinito, con un profundo narcisismo de

    una sociedad satisfecha de si misma, en una actitud de atona religiosa, sin fundamentos

    tico-morales sustanciales. Existe una bsqueda de misticismo, sobre todo en las

    religiones orientales, acompaada por una despersonalizacin de Dios; el desafo del 10 Documentos del Concilio Vaticano II, Gaudium et Spes, n. 21. 11 J. Ratzinger, Dios y el mundo, una conversacin con Peter Seewald. Las opiniones de Benedicto XVI sobre los grandes temas de hoy, Crculo de Lectores, Barcelona 2002 y 2005, 130-131. 12 Jn 4, 10. 13 Cardinal Paul Poupard y el Pontificium Consilium de Cultura, Dnde est tu Dios? La fe crisitiana ante la increencia religiosa, 2004.

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    Dios tripersonal en relacin con la personeidad (neologismo que se refiere a la

    personalidad persona) de cada ser, hace que la religin y la bsqueda religiosa se centre

    en el yo y pierda el sentido la religin del t y del otro como parte de la definicin del yo

    mismo. Al alejarse la relacin de encuentro dilogo e presencia de amor con Dios en las

    relaciones esenciales de la Trinidad, origen del camino de salvacin a travs de las

    sucesivas alianzas establecidas con los hombres, se vaca la experiencia relacional con

    Cristo personal y personalizadora.

    La llamada a la vida interior de adhesin a los misterios de vida, de cruz y de

    resurreccin, se aleja y se desvanece frente al llamado no egosta de vivir la relacin de

    presencia, encuentro y acontecimiento de amor entre Dios y la persona, en la persona. En

    los pases desarrollados y no; el fenmeno de la globalizacin se extiende como modelo

    cultural post cristiano; y en muchos pases del tercer mundo se vive, segn el

    documento, entre tendencias de fe autntica de eclesialidad local; comunidades y grupos

    y situaciones generalizadas, donde se unen experiencias de vida ritual cristiana percibidos

    ms en su funcin cultural, o como expresin poltico social de lo histrico religioso

    correspondiente, donde se toma en cuenta el perfil cristiano porque hace parte de la

    herencia tradicional recibida, asumida y perpetrada a las nuevas generaciones.

    El texto habla de una exaltacin del hombre en el centro del universo y repite una

    expresin de Juan Pablo II el intento de hacer prevalecer una antropologa sin Dios y

    sin Cristo con el peligro progresivo de abrir un campo para el libre desarrollo del

    nihilismo en la filosofa; del relativismo en la gnoseologa y en la moral; y del

    pragmatismo y hasta del hedonismo cnico en la configuracin de la existencia diaria.14

    El documento percibe una progresiva limitacin histrica de la presencia de los cristianos 14 Juan Pablo II, Ecclesia in Europa, n. 9.

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    en el mundo, por la existencia de ex cristianos, dira tambin de ex catlicos,

    decepcionados por la experiencia eclesial de testimonio, de administracin de falta de

    ejemplaridad moral que muestran una desafeccin una descreencia. Al mismo tiempo se

    refiere al fenmeno de los recomenants, los que comienzan de nuevo y que regresan

    despus de un tiempo de crisis religiosa.

    En este proceso de evangelizacin frente a la cultura de la increencia y de la

    indiferencia, la evangelizacin de las personas como personas a partir de la persona de

    Cristo, promueve un impulso regenerador que motiva a la iglesia a una actuacin

    presencial dentro de la vida pblica y privada, recordando las palabras de San Agustn:

    Hasta el fin de los tiempos, entre persecuciones del mundo y los consuelos de Dios, la

    Iglesia contina su peregrinacin. 15 Y esto la Iglesia lo busca de realizar en el seno de

    la sociedad pluralista, pero tambin dentro de s misma, redescubriendo la forma de

    presentar la adhesin vivencial a los misterios de Cristo y de ella misma a partir del

    redescubrimiento de los valores relacionales de la presencialidad del encuentro y de

    acontecimiento, de forma que lo antiguo y lo nuevo se fundan en una sola accin vital.

    Los mismos medios de comunicacin, que realizan tcnicamente y

    tecnolgicamente todo tipo de relacionabilidad del ser humano; toman en cuenta no slo

    la imagen, la palabra, los gestos; sino tambin la presencia, como elementos que no se

    pueden descuidar en un proceso de evangelizacin que se inserta en las culturas de los

    pueblos, para no descuidar, frente al privilegio de la imagen, la realidad y el contenido de

    la fe que se vive.

    La Iglesia redescubre en s misma el valor de las relaciones personales, sobre todo

    15 S. Agustn, La ciudad de Dios, XVIII, 51, 2; En Obras Completas XVI-XVII, Trad., Santamara y Fuertes, B.A.C. Madrid 1988.

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    en las parroquias, en las comunidades y en la realidad familiar, para poder manifestar el

    gozo de pertenecer a la Iglesia, familia de Dios. Dentro de este contexto, el documento

    finaliza con la presentacin de la va del amor, anticipando as el documento Deus

    Charitas est Roma 2006, de Benedicto XVI, sobre la globalizacin del amor como

    alternativa universal y particular para mantenerse firmes al frente de la lucha entre la

    cultura de la vida y de la muerte. Aqu se inserta la perspectiva de la profundizacin de la

    relacin con la Madre de Dios, que permanece dentro de la crisis de relaciones y de

    relacionabilidad del ser humano actual. La relacin recproca, interpersonal, preactiva,

    presencial, de la madre, del hijo y de los hermanos; expresin al mismo tiempo de lo

    esponsal realizado en lo paternal referencial subyacente con su nexo cielo-tierra humano-

    divino, vida, muerte, salvacin y perdicin, presencia-ausencia; mantiene su validez a

    nivel persona individual y sociolgico de masa y se presenta vigorosamente como

    propuesta de evangelizacin, inculturacin y promocin humana, como una propuesta

    reintegradora unificante, llena de esperanza y consuelo para todos.

    JUSTIFICACIN.

    El propsito de este trabajo es el de valorar el recorrido doctrinal que concluye en

    el magisterio de Pablo VI y de Juan Pablo II en el cual se unifica el concepto y la

    expresin y la materia de culto correspondiente, para relanzar as la motivacin sobre la

    temtica de la maternidad espiritual de Mara, entendida como presencia maternal, a

    partir del Espritu Santo y de su accin en cada uno, as como en la Iglesia.

    En Mara, el Espritu fue el que determin el modo de obrar a partir del misterio

    del Hijo y del misterio de la Madre; y de la singularidad de condicin mujer, virgen y

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    fecunda. El Espritu opera en la reciprocidad de la comunin y participacin con el Padre

    y el Hijo, e introduce a Mara para introducirnos a todos en el misterio de unin, por la

    misma gracia operante en el misterio de la salvacin. Por eso la accin del Espritu le da a

    la maternidad su carcter integral interpersonal en funcin del Hijo y en funcin de los

    hombres de fe; hijos por adopcin, y su caracterstica de presencia ejemplar y

    ejemplarizante.16

    El actual magisterio, partiendo de la experiencia tradicional de la Iglesia, orienta

    la atencin de la doctrina hacia la profunda relacin entre Mara y el Espritu Santo,

    dentro de su maternidad, que abarca el misterio de la Encarnacin y el de la Salvacin.

    Ahora bien, para poder justificar una investigacin sobre el tema de la maternidad

    espiritual de Mara, cuando parece que se ha dicho todo sobre esto, es til comprender el

    presente contexto eclesiolgico y el momento pastoral de encuentro cultural y social que

    se est viviendo en la dimensin antropolgica, en el cual nace y se desarrolla la

    propuesta de trabajo, para as vislumbrar la actualidad de este tema.

    Una mariologa sin la comprensin de la dimensin diacrnica y sincrnica que el

    Espritu sugiere, sea en el aspecto histrico-salvfico como en el aspecto humano intra

    histrico, una mariologa por ende no inculturada, 17 y que puede desencajar de la

    evolucin que ha mantenido doctrinalmente desde el comienzo en el proceso de la

    jerarquizacin de la verdad,18 a la cual nos va ordenando el Espritu en la consecucin de

    la perfeccin; 19 y puede perder esa funcin hermenutica que acompaa siempre la

    16 Juan Pablo II, Encclica, Redemptoris Mater, 25 de marzo del 1987, n. 44. 17 C.E.L.A.M., Documento de la III Conferencia General, del Episcopado Latno Americano, de Puebla, 1979, n. 282, n. 446; Juan Pablo II, Exhortacin Apostlica Post sinodal, Ecclesia in America, 1999, n. 11. 18 Documentos Concilio Vaticano II, Unitatis Redintegratio, 1964, n. 11. 19 Juan Pablo II, Catecismo de la Iglesia Catlica, Librera Editrice Vaticana, 19922, n. 79 y n. 684.

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    historicidad de la Iglesia: No se puede hablar de la Iglesia si no est presente Mara;20

    al mismo tiempo, la doctrina cristiana sin la mariologa y la devocin mariana que se

    genera puede hacer del Evangelio una ideologa; un racionalismo espiritualista y

    estril.21

    Por ltimo la mariologa nunca puede perder el sentido escatolgico de s misma,

    como hecho cristolgico y eclesiolgico; y la maternidad espiritual, oportunamente

    entendida y ubicada a nivel pneumatolgico, como un nuevo Pentecosts, puede

    mantener el sentido peregrino que le pertenece a la proclamacin e instauracin del Reino

    entre nosotros,22 y llevar a la culminacin del proceso de santificacin dentro de la Iglesia

    y en cada creyente.23

    STATUS QUAESTIONIS

    Para entrar en el mbito de la discusin sobre la maternidad espiritual, es

    importante considerar la crtica planteada en los aos 50 por los ambientes protestantes

    con respecto a la relacin de apropiacin Mara-Espritu Santo de la Iglesia Catlica;24

    crtica que ha tenido tomarse en cuenta con respecto a este trabajo sobre la maternidad

    espiritual, entendida no slo desde un punto de vista teologal, metafsico y tico, que es

    propio de la espiritualidad cristiana; sino en la relacin en s de Mara-Espritu Santo-

    Iglesia que expresa su maternidad. La mariologa como disciplina puede tener una

    20 Pablo VI, Exhortacin Apostlica, Marialis Cultus, 2 de febrero del 1974, n. 28; Doc. de Puebla, n. 291. 21 Documento de Puebla, n. 301. 22 Pablo VI, Exhortacin Apostlica, Evangelii Nuntiandi, 8 de diciembre del 1975, n. 82; Doc. de Puebla, n. 303. 23 Doc. de Puebla, n. 333. 24 J. Congar, Marie et lglise chez les protestants, Et Mar BSFEM X, 1952, pp. 86-106; Gorsky Horst, Die Niedrigkeit seiner Magd: Darstellung und theologische Analyse der Mariologie Martin Luthers als Beitrag zum gegen wrtigen lutherisch-romisch-katholischen Gesprch, Frankfurt am Main; New Cork: P. Lang, 1987; F. Lambasi, Maria al posto dello Spirito Santo?, en Rivista del clero italiano 74, 1993, 420-433.

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    metodologa que rena, segn el sentido del nexus mysteriorum, varias claves de lectura

    y de desarrollo, entre las cuales la pneumatolgica, sea en el aspecto hermenutico

    bblico,25 como en el aspecto doctrinal teolgico.26

    La pneumatologa hacia Mara encaja con la antropologa, la escatologa y la

    eclesiologa 27 y por lo tanto se vuelve una clave donde la Mara pneumatfora,

    pneumtica y pneumatiforme, aclara y destaca la personeidad28 de la mujer de Nazaret,

    no como un sujeto objeto de su propia santificacin, sino como una autntica persona

    interactiva en el proceso de personificacin y eclesializacin propio y de muchos.

    Alfonso Langella29 en su reflexin del tema, recuerda entre varios autores de teologa

    sistemtica como F.X. Durrwell, A. Pizzarelli, J.C.R. Garca Paredes, G. Colzani,30 el

    aporte de E.Schillebeeckx, que reconoce para el futuro de la mariologa la exigencia de

    una mariologa cristolgico-pneumatolgica desarrollada exclusivamente sobre una

    base neotestamentaria donde se pueda conjugar no slo el aspecto cristolgico, sino

    tambin el aspecto eclesiolgico en la reflexin a Mara.31

    Langella explica que de la comprensin de la llena de gracia en clave

    pneumatologica, de la figura de Mara, se desarrolla la doble relacin de la Virgen con el

    Espritu: como una transparencia de la accin del Espritu en su vida y como una

    pneumatofora, entendida como una instrumentalidad pneumtica, que suscita y fomenta 25 Mario M. Masini O.S.M., Lectura secondo lo Spirito dei testi biblico-mariani, 353-383 en: AA.VV., L Ermeneutica Comtemporanea e i testi biblico-mariologici, Marianum, Roma 2003. 26 Eliseo Tourn del Pie, Colocacin y conexin de la mariologa, en La mariologa nellorganizazzione delle discipline teologiche, collocazione e metodo, Atti dell8 Simposio Internazionale Mariologico, Roma 1990, 307-322. 27 Eliseo Tourn del Pie, Colocacin y, 307-334. 28 Neologismo personal que significa la personalidad del ser persona. 29 Alfonso Langella, Maria e lo Spirito Santo nella riflessione teologica degli anni 90 (1990-1996), Marianum LIX 1997, 431-464, adems se puede encontrar una rica bibliografa sobre el tema de Mara y el Espritu Santo al final del texto, 229-251. 30 Alfonso Langella, Maria e lo Spirito Santo, 433, cfr.5-6-7-8-10. 31 Alfonso Langella, Maria e lo Spirito Santo, 433, cfr. 10: E.Schillebeeckx-C. Halkes, Mara, ieri, oggi, domani, Brescia 1995, 48-54.

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    la accin del Espritu en los otros; como una colaboracin (1 Cor 3,9; 2 Cor 6,1). De esta

    manera con la contemplacin de la accin del Espritu Santo en la Virgen Mara, se puede

    evitar el desenfoque del rol de la creatura en la obra de la salvacin, y as facilitar el

    dilogo ecumnico correspondiente.32

    De all se desprenden los carismas de Mara: la profeca en el Magnficat, la

    sabidura (Lc 2, 19.51) y la maternidad espiritual (Jn 19, 25-27).33 De esta manera, para

    Langella, la pneumatologa paralelamente a las otras disciplinas dogmticas, entra a

    pieno diritto nella mariologa. R. Casasnovas, citado por el autor en el mismo artculo,34

    plantea que la relacin Mara Espritu Santo se manifiesta en la Encarnacin, en el origen

    de la Iglesia y en la salvacin del hombre; en los encuentros realizadores sea en el

    aspecto descendente como en el aspecto ascendente, por lo cual el misterio de Dios es

    dado a los hombres y de los hombres se devuelve a Dios. Ambos autores, Langella y

    Casasnovas, coinciden en afirmar que la mariologa pneumatolgica pone siempre de

    manifiesto la cooperacin del Espritu santificador y de Mara en las mediaciones

    cristolgicas y eclesiolgicas, de manera que se evidencia un encaje entre teologa

    trinitaria, eclesiologa, antropologa teolgica y escatologa y en el plan de la vida

    cristiana: en la oracin, en la vida moral y espiritual, en la vida sacramental y en el

    ecumenismo.35 Y esto, a nuestro criterio, s puede reforzar la comprensin exacta de la

    maternidad segn el Espritu en Mara.

    En la mariologa preconciliar, muchos autores han tratado el tema de la

    maternidad espiritual en los distintos tpicos correspondientes, pero dado que no son

    32 Alfonso Langella, Maria e lo Spirito Santo, 226. 33 Alfonso Langella, Maria e lo Spirito Santo, 435. 34 R. Casasnovas, Mariologa y Pnuematologa, en Ephemerides mariologicae 42 (1992), 363-371. 35 A. Langella, Maria e lo Spirito Santo, 436, cfr. 19-20-21; del mismo autor, Maria e lo Spirito nella teologia catlica post-conciliare, 1999, 167-225.

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    parte de nuestro trabajo, no vamos a profundizar en ellos, sino solo en un sentido general.

    Lo que se puede decir es que tratan el sentido tradicional haciendo un valioso aporte

    desde el punto de recoleccin y estudio patrstico; sobre todo del texto de Juan (Jn 19, 25-

    27) y del magisterio de distintas pocas, donde directamente o indirectamente se

    menciona el tema. Pero indiscutiblemente con la maternidad espiritual, al igual que con la

    mediacin, la corredencin, la intercesin; emerge, desde un estudio de ellos, una

    realidad metodolgica donde entra en juego un proceso largo de transposiciones

    mariolgicas, cristolgicas, eclesiolgicas y pneumatolgicas, que afecta pero no rompe,

    la unidad de la evolucin doctrinal subsecuente a la evolucin dogmtica propiamente

    dicha.

    Recordaremos la historia de las distintas proposiciones dogmticas en la primera

    parte del siglo pasado que se fueron alternando, intercalando con un proceso fuerte de

    discusiones y confrontaciones intra eclesiales. Por lo cual, a nuestro criterio, el aspecto

    mariolgico-pneumatolgico en la maternidad ha estado siempre presente, pero no

    evidenciado suficientemente. Quin sabe si el aporte antropolgico teolgico bblico era

    necesario para la mejor identificacin del rapport intra personal e interpersonal por el

    Espritu Santo en el tema de la gracia, de la salvacin y de la justificacin El

    cuestionamiento hasta la solucin doctrinal conciliar plantea el problema de la gracia de

    la justificacin por la fe en Cristo Jess y la cooperacin a la gracia y los mritos, que es

    donde, a nuestro parecer, est verdaderamente ubicado en el tema de maternidad

    espiritual de Maria a partir de la revisin del Concilio Vaticano II; es bueno al respecto,

    interpretar lo que Sanders de forma crtica presenta, desde su visin protestante, sobre la

  • 13

    relacin entre gracia y misericordia en el Judasmo.36

    Puesto especial tiene en nuestra investigacin la posicin del Padre T. Koehler

    S.M. cuyo aporte silencioso y sistemtico se sustancializa en la continua investigacin

    sobre la maternidad espiritual a lo largo de su rica produccin pre conciliar y post

    conciliar, donde el autor se desarroll hasta intuir fundamentalmente la relacin entre

    causalidad instrumental y actuacin del Espritu en Mara y con Mara dentro de su

    maternidad espiritual.37

    Por otra parte no se puede no mencionar a J.M. Salgado,38 quien public un

    trabajo excelente sobre la maternidad espiritual, donde muestra una exposicin histrica

    ms bien afianzada sobre la presencia del concepto doctrinal con sus fundamentaciones

    bblicas, patrstica y magisterial. No se preocupa del aporte teolgico de distintos autores

    y por eso busca, a nuestro parecer, una visin de conjunto que l logra en el sentido

    analgico del concepto de maternidad espiritual, amplindolo hacia unas implicaciones

    neotomistas, que justifican la relacin de la maternidad espiritual con el ttulo devocional

    tradicional de Mara Mater Misericordiae; estudio que en s no valora ni evidencia

    realmente la relacin Mara-Espritu Santo en la maternidad espiritual, a pesar de que lo

    trate en otros escritos anteriores.39

    Tambin Xavier Pikaza recuerda en esta lnea de trabajo los aportes de H.

    Mhlen, D. Bertetto, H. Urs von Balthasar, de A. Amato, Stefano de Fiores, R. Laurentin,

    36 and with the merits of those forefathers explicity in view, God treated their descendants more mercifully than they deserved, S. Westerholm, Perspectives Old an New on Paul, Cambridge, 2004, cap. XVII, 246. 37Mater Fidei et Fidelium, Collected Essays to Honor Thodore Kehler on His 80th Birthday, Marian Library Studies, A New Series, Volume 17-23, 1985-1991, University of Dayton, Ohio, Johann G. Roten S.M., Affetto al suo piacer quel contemplante, 30-31, 41. 38J.M. Salgado O.F.M., La Maternit spirituelle de la Trs Sainte Vierge Marie, Studi Tomistici 36, Librera Editrice Vaticana, Roma 1990. 39 J.M. Salgado, Pneumatologie et mariologie. Bilan actuel et orientation posibles, en Divinitas 15 (1971), 421-453.

  • 14

    H.M. Manteau-Bonamy, L. Boff, entre otros;40 pero haciendo la salvedad que no siempre

    en ellos se manifiesta explcitamente esa linearidad entendida en nuestro trabajo de la

    maternidad espiritual hacia la maternidad segn el Espritu Santo, hecho que ha ido

    paulatinamente emergiendo a lo largo de la investigacin en una relectura sistemtica con

    orientacin pneumatolgica a nivel escriturstico, patrstico, tradicional y magisterial.

    Salgado de una manera consecuencial pone en evidencia la continuidad del

    magisterio hasta el ltimo de Juan Pablo II, quien unifica a lo del largo del recorrido la

    doctrina la maternidad en el orden de la gracia y segn el Espritu, con la fe viva en el

    culto y la devocin a Mara.41 Esta sntesis se manifiesta sobre todo en la Encclica

    Redemptoris Mater (1987) con el tema de la presencia maternal de Mara, sobre la que se

    desarrolla la ltima parte de la investigacin; y Salgado lo menciona sin mayor nfasis

    citando a J. Galot.42 Indudablemente muchos otros autores, entrelazados a eventos de la

    historia de la Iglesia y al magisterio, pueden ser recordados al respecto y sarn tratados en

    la investigacin, lo importante es mantener los criterios de discernimiento que

    pneumatolgicamente nos pueden ayudar a profundizar en este misterio de la presencia

    relacional materno filial, que se genera y se renueva continuamente haciendo de la Iglesia

    un continuo Pentecosts mariano.

    En este lapso histrico al cual hacemos referencia, la doctrina de los ltimos 50

    aos post conciliar se hace imprescindible el criterio de la Dei Verbum, 43 donde

    Escritura, Tradicin y Magisterio de la Iglesia estn unidos y ligados de manera que no

    40 Xavier Pikaza, Mara y el Espritu Santo, S. T. Salamanca, 1981, 52-82. 41J.M. Salgado O.F.M., La Maternit spirituelle de la Trs Sainte, 171, n. 44. 42 J.M. Salgado O.F.M., La Maternit spirituelle de la Trs Sainte, 169, cfr. 5: J. Galot, Marie et le Mystre du Christ, en Esprit et Vie, n.9, marzo 1981, 134. 43 Documentos del Concilio Vaticano II, Dei Verbum, 1964, n. 10.

  • 15

    puedan subsistir a solas cuando hablamos de doctrina.44 Muy bien se refiere a esto texto

    del magisterio, an no explcitamente, Jean Marie Salgado en su obra dedicada a este

    tema de Mara y al Evangelio de San Juan.45

    La Dei Verbum46 recuerda que los tres, singula suo modo contribuyen, bajo la

    accin del Espritu Santo (sub actione unius Spiritus Sanctus), a la salvacin de las almas.

    El trabajo arranca en este sentido a partir del aporte ltimo magisterial del capitulo VIII

    de la Lumen Gentium;47se condensa en la Redemptoris Mater de Juan Pablo II48, cuyo

    eco se puede encontrar en el Catecismo de la Iglesia Catlica;49 que remarca la relacin

    lingstico conceptual doctrinal de la definicin de spiritual maternitas (la nueva

    maternidad) su bases bblicas y tradicionales con la maternidad segn el Espritu en la

    Iglesia: es su maternidad en el Espritu Santo 50,la maternidad espiritual, nacida

    de lo profundo del misterio pascual del Redentor del mundo51,Por consiguiente,

    Mara acoge, con su nueva maternidad en el Espritu, a todos y a cada uno en la Iglesia,

    acoge tambin a todos y a cada uno por medio de la Iglesia.52,,y la venera como

    44 Juan Pablo II, Catecismo de la Iglesia Catlica, Librera Editrice Vaticana, 19922, n. 97:La Tradicin y la Sagrada Escritura constituyen un nico depsito sagrado de la Palabra de Dios...; n. 100: El oficio de interpretar autnticamente la Palabra de Dios ha sido confiado nicamente al Magisterio de la Iglesia, al Papa y a los obispos en comunin con l.. 45 Jn 19, 25-27: Lexgse aprs le Concile, eut rejondre le Magistre sur un terrain explor par lui de longue date, en exploitant le texte de s. Jean en faveur de la Maternit spirituelle. On peut dire que le Magistre lui tendait la main. Aujourdhui cest le Magistre qui accepte la main tendue par lexgseThologiens et et exgtes doivent travailler sous la direction du Magistre et ne pas prtendre former un magistre parallle J.M. Salgado O.F.M., La Maternit Spirituelle de la Trs Sainte Vierge ., 173. 46 Documentos del Concilio Vaticano II , Dei Verbum..., n. 10. 47 Documentos del Concilio Vaticano II, Lumen Gentium, 1964, nn. 61-63. 48 Juan Pablo II, Enc. Redemptoris Mater, nn. 43-47. 49 Juan Pablo II, Catecismo de la Iglesia Catlica, nn. 967-970. 50 Juan Pablo II, Enc. Redemptoris Mater, n. 44a: agitur de eius maternitate in Spiritu Sancto. 51 Juan Pablo II, Enc. Redemptoris Mater, n. 44b:maternitas spiritualis, exorta e profundo mysterii paschalis Redemptoris mundi. 52 Juan Pablo II, Enc. Redemptoris Mater, n. 47b:Qua-propter Maria, nova maternitate in Spiritu praedita, complectitur universos et unumquemque in Ecclesia, complectitur universos te unumquemque ope Ecclesiae.

  • 16

    madre espiritual de la humanidad y abogada de gracia.53

    El principio de unidad por el Espritu se refleja en la maternidad singular de

    Mara, que se mueve desde la Anunciacin hasta Pentecosts; y se proyecta en la misma

    misin del Hijo y del Espritu en la Iglesia. De esta forma la maternidad espiritual de

    Mara adquiere en relacin profunda con la evangelizacin escatolgica de la Iglesia

    transformndose en el modelo mismo exemplar de la maternidad, 54 que produce

    unidad, como relacin materno filial movida por el Espritu, presente en el misterio de la

    Iglesia agitur de eius maternitate in Spiritu Sancto.55 De esta manera lo ejemplar se

    entiende como tipificante, es decir, sera expresin y realizacin de la relacin reciproca

    entre la persona y la persona del Espritu Santo en la vida de la gracia.

    En la misma conclusin del documento56 Juan Pablo as relaciona la intercesin

    de Mara como madre espiritual en el camino-cambio original (en oposicin al pecado

    original) de acercamiento del hombre a Dios entre cadas y levantadas cooperando en la

    divinizacin Deificationem del hombre con la humanizacin Humanizationem 57 del

    Hijo consubstancial al Padre, por obra del Espritu. Y Mara se hace presente

    maternalmente entre estos dos misterios de la salvacin: de la misma manera est

    presente en nuestra vida compartiendo el mismo Espritu y el mismo Cristo: Todo lo

    creado y, ms directamente el hombre, no puede menos de quedar asombrado ante este

    53 Juan Pablo II, Enc. Redemptoris Mater, n. 47d:ut matrem quidem hominum spiritualem et gratiae advocatam veneratur. 54 Ver el significado del trmino en latn de toma origen en P.G. W. Glare, Oxford Latin Dictionary, Oxford Press 1996, p. 639, entendido como exemplar-aris n. con los significados posibles: original pattern, archetype, example for imitation; y en exemplum: n. 6: an example for imitation, according to the example on the model on the analogy of, applied to persons as objects of imitation. 55 Juan Pablo II, Enc. Redemptoris Mater, n. 44. 56 Juan Pablo II, Enc. Redemptoris Mater, nn. 51-52. 57 Juan Pablo II, Enc. Redemptoris Mater, n. 51c: este trmino humanizacin se encuentra en el texto latn original del documento.

  • 17

    don, que ha llegado a ser partcipe en el Espritu Santo.58

    Hacer un recorrido histrico-doctrinal no implica lo antolgico sino lo procesual

    entre lo escriturstico y la tradicin viviente que es la Patrstica, el aporte teolgico a

    travs del tiempo y el magisterio; donde la relacin Mara, Espritu Santo, Iglesia se va

    paulatinamente ensanchando junto al significado de la maternidad.59 La vergine Maria

    (), Madre di Dio e Icona della Chiesa, Madre spirituale che intercede per i discepoli di

    Cristo e tutta lumanit.60

    METODOLOGA.

    CRITERIOS GENERALES:

    En este trabajo de investigacin sobre la maternidad espiritual de Mara se ha

    tomado en cuenta el desarrollo magisterial post conciliar sobre el tema. La nota trinitaria,

    cristolgica y eclesiolgica de la mariologa, as como la presenta la Marialis Cultus,61

    hacen emerger la orientacin pneumatologia y escatologica correspondiente para una

    mayor profundizacin de la maternidad espiritual.62 La promessa e la realizazzione del

    dono dello Spirito si trovano cos inquadrate nel loro ambiente proprio, lescatologa

    que va attuandosi; pneumatologia ed escatologa son profundamente connesse come lo

    sono cristologia ed ecclesiologia, pneumatologia e cristologia. Lesaltazione, la

    glorificazione di Ges e la comunicazione dello Spirito ai credenti sono inscindiblemente

    58 Juan Pablo II, Enc. Redemptoris Mater, n. 51c:Tota creatura ac potentissimum homo facere non potest quin propter hoc donum obstupescat, cuius factus est particeps in Spiritu Sancto. 59 Ver Achille M. Triacca S.D.B., Maria e la Chiesa in Eusebio Gallicano, Virgo Fidelis, C.L.V. Roma 1982, 341-293. 60 Juan Pablo II, Ut unum sint, 79, en Pablo VI, Exhortacin Apostlica, Evangelii Nuntiandi, 8 de diciembre del 1975, vol. 14, n. 2835, 1662-1663. 61 Pablo VI, Exhortacin Apostlica, Marialis Cultus, 2 de febrero del 1974, n.25. 62 Pablo VI, Exhortacin Apostlica, Marialis Cultus, n.27.

  • 18

    unite, formano lo stesso unico mistero.63

    Tambin debido a la relacin profunda con la devocin mariana tradicional de la

    Iglesia, el tema de la maternidad espiritual no puede quedar ajeno a los criterios generales

    dados por el mismo magisterio sobre la orientacin para el culto mariano: el bblico, el

    antropolgico, el ecumnico, el litrgico64.

    CRITERIOS PARTICULARES:

    A pesar de que se ha dicho mucho y se ha escrito mucho en el pasado sobre el

    tema de la maternidad espiritual; es importante poder valorar la dimensin

    pneumatolgica de Mara despus del aporte de la Lumen Gentium65 que emerge en

    Pablo VI 66 y se expresa en la Redemptoris Mater. 67 Esta relectura refuerza la

    comprensin de la maternidad en clave escatolgica,68 y a su vez ayuda a la comprensin

    teolgica de la presencia espiritual-maternal de Mara en el contexto histrico eclesial

    que el mismo Juan Pablo II subraya. Esto ha ameritado un mayor estudio con el aporte

    teolgico interdisciplinario y de la reflexin sobre el culto mariano correspondiente.69

    CRITERIO BBLICO EXEGTICO A PARTIR DE JUAN 19, 25-27:

    63 G. F.Gerraro, Lo Spirito e Cristo nel Vangelo di Giovanni, Brescia, 1984, 302; Cettina Militello, Maria con occhi di donna, 1999, 247-256. 64 MC, Pablo VI, Exhortacin Apostlica, Marialis Cultus, n.29. 65 Documentos Concilio Vaticano II, Lumen Gentium, n.56. 66 Pablo VI, Epistulae Emmo. P.D. Leoni Iosepho S.R.E. Cardinali Suenens, Mechliniensi-Bruxellensi Archiepiscopo, ob Marianum ex mnibus nationibus Conventum peragendum, en -Acta Apostolicae Sedis- 67 (1975), 354-359. 67 Juan Pablo II, Enc. Redemptoris Mater, nn. 44-47. 68 Juan Pablo II, Catecismo de la Iglesia Catlica, Librera Editrice Vaticana, Edicin en espaol de la Conferencia Episcopal de Estados Unidos, 19922, 778, tomado del Glosario, voz: Escatologa: La palabra griega eschatn que significa ltimo. La Escatologa a lo que se refiere a todo el campo de la fe cristiana que habla de las postrimeras, y de la venida de Jesucristo en el ltimo da: nuestro destino humano, la muerte, el juicio, la resurreccin de los muertos, el cielo, el purgatorio, y el infierno. Todas estas realidades se mencionan en los artculos finales del Credo 1001, 1020-1050; cf. 2771. 69 Jaraslaw Jasianek, Principio pneumatolgico del culto mariano, Scripta Theologica 35, 2003/3, 889-902.

  • 19

    En la Lumen Gentium 70 y en la Redemptoris Mater; 71 el Evangelio de Juan

    corresponde a la fundamentacin bblica y exegtica ms tradicional que se pueda

    encontrar para comprender desde la revelacin la nueva maternidad de la Madre del

    Redentor: la maternidad espiritual, que nace de lo profundo del misterio pascual.72 Desde

    este texto se puede releer mariologicamente Juan, Lucas y Pablo y descubrir una posible

    interrelacin, de tipo pneumatolgica, intra sinptica, sobre el tema de la maternidad

    espiritual de Mara a partir de dicha percopa. Es necesario reportar la actual

    investigacin que ha estimulado esta parte del trabajo. Algunos autores interpretan que es

    la influencia de la mujer del kerigma de Pablo, la mujer gyn de Galatas,73 la que ha

    influenciado las comunidades del discpulo amado y es al mismo tiempo el signo de la

    Nueva Eva que contiene en nuce la mariologa que se despliega del kerigma jonico. Este

    elemento mariolgico implcito en Pablo, recorre internamente todo el cuarto evangelio y

    el Apocalipsis.74 Este dato se puede avalado por el dato histrico, que desde la muerte del

    Pablo alrededor del 67, es que se desarrolla el ministerio de Juan en Asia Menor.75 De

    esta forma se han abierto elementos intratestamentarios que han aportado elementos de

    interpretacin novedosos para este trabajo sobre la relectura de la exgesis bblica

    tradicional sobre la maternidad espiritual a partir del Evangelio de Juan.76

    Esta maternidad expresada en el cuarto evangelio recorre a lo largo de la historia 70 Documentos Concilio Vaticano II, Lumen Gentium, n. 63. 71 Juan Pablo II, Enc. Redemptoris Mater, n. 44. 72 Worlds of the text: 1. The world behind the text, 2. The world within the text, 3. The world in front of the text, 4. The world of the text itself, en Bertrand A. Buby SM, A jorurney through revelation, a message for the New Millennium, Alba Hause New York 2000, 156. 73 Gal 4, 4-5. 74 Enrique De La Lama, La madre de Jess en el Kerigma de Pablo, ScrdeM, Torreciudad Huesca Espaa, Serie II, nmero III, ao 2006, 129-130, cfr. 86: Javier Ibez-Fernando Mendoza, El Hijo de Dios, nacido de Mujer, Gal 4,4 en la Patrstica griega de los siglos I y II, Estudios Marianos, 1998, 487-514; cfr. 87: Charles Harold Dodd, Interpretacin del Cuarto Evangelio, Cristiandad, Madrid 2004, 22-24. 75 Jean Dauvillier, Les temps apostoliques, 1er sicle, en Gabriel Le Bras (dir.), Histoire du Droit et des Institutions de lglise en Occident, t. II, 266-271. 76 Jn 19, 25-27.

  • 20

    de la Iglesia muchos autores, padres y doctores, que han sido inspirados a descubrir en

    este acto no slo un hecho relativo a una piedad filial maternal sino como a un hecho de

    connotaciones enmarcadas bajo la accin del Espritu Santo. La presencia maternal de

    Mara al pie de la cruz; su misin no slo eclesial sino tambin pneumatologica,

    permanece de pie hasta que en el Espritu y por Cristo se cumpla esta palabra de Juan (Jn

    19, 25-27) de forma pleromizada.

    CRITERIO LITERAL:

    El contexto general del trabajo se encuadra en el desarrollo de la investigacin

    mariolgica que busca profundizar la relacin arcana entre el Espritu de Dios y la Virgen

    de Nazaret y su accin sobre la Iglesia.77 Por lo tanto se ha utilizado en este trabajo la

    parte bblica correspondiente presente en la doctrina sobre la maternidad espiritual y

    asociado su uso a la explicacin del trmino Spiritualis Maternitas y las dems

    expresiones citadas en los autores o textos correspondientes estudiados. Tambin se ha

    hecho un excursus en distintos textos y autores y en el magisterio, tomando en cuenta la

    patrstica y otros aportes de autores contemporneos y modernos, siempre partiendo de la

    misma expresin.

    CRITERIO DOCTRINAL:

    La aclaracin doctrinal en Juan Pablo II78 sobre la esencialidad de la relacin

    entre Mara y el Espritu Santo en su maternidad integral de Cristo y de los cristianos, ha

    ayudado a lo largo de la investigacin, a redescubrir y profundizar en la persona de

    77 Pablo VI, Exhortacin Apostlica, Marialis Cultus, n. 27. 78 Juan Pablo II, Enc. Redemptoris Mater, n. 47.

  • 21

    Mara, con Mara y por Mara.79 Estas relaciones intra personales e inter personales se

    realizan, desde la presencia del Padre y de la presencia del Hijo y del Espritu Santo ad

    intra y ad extra del misterio trinitario. Esto implica todo el discurso de la generacin,

    educacin y maduracin de la persona,80 que se relaciona maternalmente y filialmente

    con el proceso en el orden de la gracia y segn el Espritu; como lo seala Juan Pablo II

    en su doctrina mariana, la cual se mueve desde la Lumen Gentium y Marialis Cultus.

    Plasmada por el Espritu Santo, Mara es preparada para el gran misterio de salvacin al

    cual es llamada como creyente, mujer, esposa y madre. Esta interaccin espiritual de

    Mara con el Parclito hace de ella la persona llena de gracia y totalmente influida por el

    Espritu, que se desarrolla a la sombra de su propia misin maternal.

    A. Amato 81 explica que, con respecto al relanzamiento de la perspectiva

    pneumatolgica, la reflexin y la praxis catlica estn intentando eliminar las

    exageraciones, estableciendo un discernimiento en los ttulos que se han de reservar a la

    santsima Virgen, o mejor dicho, reubicarlos y profundizar su sentido dentro de la historia

    de la salvacin, precisando los contenidos y profundizando las motivaciones y su uso

    litrgico devocional. En este aspecto la recuperacin del aspecto pneumatolgico en la

    doctrina y en el culto ha podido ser interpretado como la manera de redimensionamiento

    de la mariologa y de la devocin mariana. Sobre todo esta crtica ha sido fuertemente en

    79 Lus Grion de Monfort, Tratado de la verdadera devocin, 1 Edicin Venezolana, III milliar, 2006, Las prcticas interiores, N. 257, 132-138. 80 Juan Pablo II, Catecismo de la Iglesia Catlica, Librera Editrice Vaticana, Edicin en espaol de la Conferencia Episcopal de Estados Unidos, 19922, 778, tomado del Glosario, voz: Persona Humana: Individuo humano, hecho a imagen de Dios; no es algo, una cosa, sino alguien, una unidad de espritu y materia, cuerpo y alma, capaz de conocer, de auto poseerse, y de libertad, que puede entrar en comunin con otras personas -y con Dios- (357, 362; cf. 1700). La persona humana necesita vivir en sociedad: un grupo de personas ligadas orgnicamente por un principio de unidad, que supera a cada una de ellas-1879-. 81 Stefano de Fiores y Salvatore Meo, Nuevo Diccionario de Mariologa, Ed. Paulinas Madrid 1988, Angelo Amato, voz: Espritu Santo, 684.

  • 22

    los ambientes protestantes y ortodoxos, que sealaban un reproche a la teologa catlica y

    hablaban de un vaco pneumatolgico llenado por la figura de Mara involucrada en el

    plan de salvacin; en su papel maternal en relacin a la cooperacin a la vida

    sobrenatural de los creyentes.82

    La mismo Lumen Gentium en el captulo VIII recoge muchos de los ttulos que se

    refieren a Mara en su relacin con los cristianos y los hombres en el aspecto cristolgico

    y eclesiolgico: mater membrorum Christi,83 matrem amantissimam,84 matrem hominum

    et fidelium,85 matrem viventium,86 mater nobis,87 mater nostram,88 matrem hominum,89 y

    el ttulo Mater Ecclesiae.90 Tambin no se han utilizado otros ttulos correspondientes a

    la mediacin materna como Adovocatae, Auxiliatricis, Auditricis, Mediatricis, 91 a pesar

    de que en el desarrollo teolgico de la maternidad espiritual los conceptos se tocan y se

    relacionan entre s.

    Desde el nivel Testamentario, Patrstico y Magisterial, se han evidenciado los

    ttulos de Nueva Eva 92 y de Hija de Sin, 93 que reflejan el significado subyacente de la

    maternidad espiritual de Mara. Es Juan Pablo II quien se refiere a la expresin Madre

    Espiritual y Maternidad Espiritual; a lo que implica teolgicamente: la nueva maternidad

    en el orden de la gracia y segn el Espritu Santo.94 De esta manera se ha querido

    82 Jaroslaw Jasanek, Principio Pneumatolgico del Culto Mariano, SCRIPTA THEOLOGICA 35(2003/3), 889-902. 83 Documentos Concilio Vaticano II, Lumen Gentium, n. 53. 84 Documentos Concilio Vaticano II, Lumen Gentium, n.53. 85 Documentos Concilio Vaticano II, Lumen Gentium, n.54. 86 Documentos Concilio Vaticano II, Lumen Gentium, n.56. 87 Documentos Concilio Vaticano II, Lumen Gentium, n.61. 88 Documentos Concilio Vaticano II, Lumen Gentium, n.67. 89 Documentos Concilio Vaticano II, Lumen Gentium, n.69. 90 Pablo VI en el discurso conclusivo de la III sesin, el 21 de noviembre del 1964. 91 Documentos Concilio Vaticano II, Lumen Gentium, n. 62, cfr. 16, 17. 92 Documentos Concilio Vaticano II, Lumen Gentium, nn. 56, 63. 93 Documentos Concilio Vaticano II, Lumen Gentium, n. 55. 94 Juan Pablo II, Enc. Redemptoris Mater, nn. 44-47.

  • 23

    investigar la unicidad de la dimensin pneumatolgica de los criterios cristolgico y

    eclesiolgico a la vez.

    Desde el mismo proceso evolutivo del estudio realizado, ha tomado consistencia

    la valoracin del aspecto contextual histrico salvfico 95 e histrico eclesial, de la

    realidad operativa de esta dimensin ontolgica; la presencia meditica maternal de

    Mara en la vida del creyente y de la historia de los pueblos cristianos. Esta conclusin

    abierta doctrinal, a la cual llega Juan Pablo II en la Redemptoris Mater; adems de ser el

    elemento novedoso doctrinal valorado en este trabajo, reunifica el discurso filosfico

    teolgico del personalismo en la maternidad de Mara y lo fusiona con el sentido del acto

    de fe personal operante desde esta categora relacional. La presencia maternal de Mara

    no se concluye slo en la apreciacin escatolgica de un acontecimiento histrico

    salvfico, sino que se abre al sentido pleno eclesial y personal de la maternidad-filiacin,

    de unidad-comunin, que Ella propone a los discpulos hermanos-hijos, permanece y se

    actualiza continuamente.

    CRITERIO CULTUAL-LITRGICO.

    La unidad entre doctrina de la fe y devocin y culto mariano como expresin de la

    vida de fe, pueden encontrarse en la presencia en la liturgia de la maternidad espiritual de

    Mara.96 La importancia de la presencia de Mara en la liturgia es percibida por muchos

    95 La palabra presencia se repite 310 veces en la Biblia de Jerusaln (Programa FINDIT.EXE). 96 Juan Pablo II, Catecismo de la Iglesia Catlica, Librera Editrice Vaticana, Edicin en espaol de la Conferencia Episcopal de Estados Unidos, 19922 , 786, tomado del Glosario, voz Liturgia: El significado original de la palabra es obra, quehacer pblico o servicio hecho en nombre del pueblo, o a favor suyo. Con la liturgia, nuestro Supremo Sacerdote contina la obra de nuestra Redencin a travs de la celebracin por la Iglesia del misterio Pascual mediante el cual l consum nuestra salvacin: nn.1067-1069.

  • 24

    autores. 97 El desarrollo doctrinal de la maternidad espiritual de Mara, y su sentido

    pneumatolgico, adems de ir apareciendo en la doctrina a lo largo de los siglos,98

    arranca indudablemente de una realidad vivida y celebrada ya en la primitiva Iglesia, que

    experiment en la etapa prepascual y pospascual el sentido de su presencia. El sentido de

    esta tradicin espiritual que se trasmiti y se canaliz en el mismo culto y doctrina de la

    maternidad divina de Mara, entendida como la realidad original y operante de la

    intercesin y proteccin maternal, que se celebraba desde el comienzo en el Misterio

    Pascual, estuvo asociada a esa su presencia como madre del Cristo-Pan, en la Eucarista y

    en el sacrificio de la Cruz.99 Este hecho se ha comprendido por la presencia de Mara en

    Can, al pie de la cruz y en el Apocalipsis por Juan y en Nazareth y en el Cenculo por

    Lucas. A lo largo del trabajo, se va aclarando paulatinamente la valoracin del criterio

    litrgico, que acompaa el progresivo itinerario doctrinal de la maternidad espiritual; el

    cual se va dando de la lex orandi, lex credendi hasta la valoracin completa de su

    presencia maternal operativa en la liturgia.100 Este criterio indudablemente puede abrir la

    puerta del sentido ecumnico espiritual de la maternidad de Mara, en su uso en la

    oracin comn que se pueda generar.

    97 Mater Fidei et Fidelium ,Collected..., Thomas A. Thompson, To live the Mystery of Christ with Mary, The presence and role of Mary in Liturgy, 711-712. 98 Jaroslaw Jasanek, Principio Pneumatolgico del Culto Mariano, SCRIPTA THEOLOGICA 35(2003/3), 898-901 . 99 Th. Kehler S.M., The Sacramental Theory in John 19, 26-27, Review of the University of Dayton 5 (1968), 53. 100 Stef. de Fiores y S. Meo, Nuevo Diccionario de Mariologa, Ed. Paulinas Madrid 1988, L. Gambero, voz: Culto, 538: La Historia ensea que la teologa nace de la piedad y no viceversa.

  • 25

    I CAPTULO

    EXGESIS BBLICA DE LA MATERNIDAD ESPIRITUAL

    EN EL NUEVO TESTAMENTO

    INTRODUCCIN.

    Para entender la maternidad espiritual de Maria y su relacin con la Palabra, es

    necesario referirse al misterio de la Encarnacin y de la Redencin como los hechos

    fundamentales que la configuran, as como tambin estos mismos misterios definen lo

    bsico del creyente cristiano, que busca su propio sentido de trascendencia en la

    comunicacin con el misterio de Dios. Las Sagradas Escrituras revelan que en Maria

    se cumple la Palabra, y este dato al mismo tiempo tambin es posible porque Maria es

    la fiel acogedora, observadora y escuchadora de la misma Palabra, y es en fin la

    destinataria de la realizacin de las promesas.

    Por eso en este captulo bblico-exegtico sobre la maternidad espiritual no se

    puede dejar de lado esta realidad profunda que configura la identidad personal de

    Mara, de su ser y creer, dentro de la historia de la salvacin, y as evidenciar sus vetas

    vetero-testamentarias y sus relaciones neo-testamentarias.101 Este captulo exegtico ha

    valorado en las mismas Escrituras la integracin entre el acto del ser persona en la fe y

    la condicin de Mara madre y creyente; de manera que se evidenciara la realizacin de

    la Palabra as como Ella la vivi y la entendi al asumir el sentido pleno escatolgico

    de su maternidad histrica y espiritual.

    101 Salgado, Jean-Marie, La Maternit spirituelle de la trs Sainte Vierge Marie: criture Sainte, tradition vivante (pres, magistre): considrations thologiques la lumire de certains principes de Saint Thomas d'Aquin, Citt del Vaticano: Pontificia Accademia di S. Tommaso e di Religione Cattolica: Libreria Editrice Vaticana, 1990.

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    El criterio exegtico "Novum in Vetere latet et in Novo Vetus patet" de San

    Agustn, 102 por lo cual desde el comienzo la comunidad primitiva y despus la

    Iglesia en su tradicin recurri en su catequesis al Antiguo Testamento,103 aclara la

    unidad en el plan divino entre los dos Testamentos, sobre todo por el uso de la

    tipologa como prefiguracin de lo que Dios fue realizando en la plenitud de los

    tiempos. Por esto el uso de la tipologa104 evidencia tambin el dinamismo del

    progresivo plan de Dios en las distintas etapas que conducen a la escatologa

    final, en miras de la realizacin plena hasta que Dios sea todo en todos.105

    La Iglesia se preocupa de refirmar la importancia del sentido pleno de la

    Escritura,106 manteniendo la relacin interpretativa y la concordancia entre el sentido

    literal y el sentido espiritual, que a su vez se subdivide en alegrico, moral y anaggico

    "Litera gesta docet, quid credas allegoria, moralis quid agas, quo tendas anagogia. Para

    este captulo se ha tenido que recurrir al uso de la interpretacin de algunas figuras

    alegricas que se relacionan con la maternidad espiritual, como por ejemplo la figura de

    la Hija de Sin.107 Esto tambin ayuda a examinar mejor el desarrollo de la explicacin

    entre figura y persona que se mueve a lo largo de la antropologa bblica.108 Tambin

    102 Juan Pablo II, Catecismo de la Iglesia Catlica: n. 129, cfr.107 :San Agustn, Quaestiones in Heptateuchum, 2, 73: PL 34, 623; Cf. Concilio Vaticano II, Dei Verbum, 16. 103 Catecismo de la Iglesia Catlica, n. 128: cfr.104: 1Co 10, 6.11; Hb 10,1; 1 P 3,21. 104 Juan Pablo II, Catecismo de la Iglesia Catlica, Librera Editrice Vaticana, 19922, Glosario, 800, voz tipologa: Reconocimiento de personas, sucesos y cosas en el Antiguo Testamento, que prefiguraban el cumplimiento del plan de Dios en la persona de Cristo, y por tanto le sirven de tipo (o prototipo). La tipologa del Antiguo Testamento, que se esclarece en el Nuevo Testamento, que se esclarece en el Nuevo Testamento, muestra la unidad dinmica del plan divino 105 Catecismo de la Iglesia Catlica, n.130. 106 Catecismo de la Iglesia Catlica, nn.115-119. 107 J. Ratzinger, La Figlia di Sion, la devozione a Mara nella Chiesa, Jaca Book, 1979: Il luogo biblico della mariologa, 9-28. 108 J. Ratzinger, La Figlia di Sion, 27, cfr. 14: H.U. v. Balthasar, Umkhenr im Neuen Testament, Internat. Kath. Zeitsch., 3, 1974, 481-491. El autor explica las diferentes personalizaciones de relacin

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    esto ha ayudado a comprender mejor cmo relacionar a su vez el hecho maternal

    concreto personal de la Iglesia con respecto a Mara.109 El trabajo se concentra en dejar

    trasparentar lo que la Sagrada Escritura quiere decir sobre la realidad de la maternidad

    espiritual de Mara, y cmo Ella aparece llamada por Cristo en el mismo Espritu desde

    la cruz a realizar maternalmente la misin del Hijo en la reunificacin de los hijos

    dispersos de Israel.110 De esta manera se evidencia la realidad de familia mesinica,

    expresin de la Nueva Alianza, que profundiza la comprensin de la dignidad femenina y

    personal de Mara,111 y ha ampliado el significado de la Madre-Virgen, integrada al

    contexto antropolgico de la familia humana en su figura de madre, esposa, hermana e

    hija,112 inculturada en la realidad de mujer de Israel.

    Las principales figuras estudiadas en este captulo han sido: 1) La figura de la

    mujer-madre: la nueva Eva. La figura de la mujer-madre est presente al comienzo y al

    final de la Sagrada Escritura;113 expresa el don de la vida que Dios comunica a los

    hombres y del cual ella es depositaria y promotora a la vez. El mismo nombre

    Eva que Adn le pone a la mujer despus de la creacin tiene que ver con lo que

    la singulariza frente al hombre y que le proviene directamente de Dios: la que

    vive la fecundidad para s misma, para el hombre y para Dios; la madre de los

    vetero testamentaria de Mara, y en especial menciona el aporte de Balthasar en el proceso de la personalizacin como elemento constitutivo de la figura neo-testamentaria de la alianza explica las diferentes personalizaciones de relacin vetero testamentaria de Mara, y en especial menciona el aporte de Balthasar en el proceso de la personalizacin como elemento constitutivo de la figura neo-testamentaria de la alianza H.U. v. Balthasar, Der antirmische Affekt, Freiburg 1974, 153-187. 110 Aristide M. Serra, Maria nel misterio di Cristo secondo l'Antico Testamento, Roma: Pontifica facolt teologica "Marianum", 1997; A.M. Serra, Maria di Nazaret: una fede in cammino,Torino: Paoline, c1993; A.M. Serra, Maria a Cana e presso la Croce : saggio di mariologia Giovannea (Gv 2, 1-12 e Gv 19, 25-27), Roma: Centro di Cultura Mariana "Mater Ecclesiae," 1978. 111 Documento de III Conferencia Episcopal Latino Americana C.E.L.A.M. de Puebla, (1979) n. 299, n. 844. 112 Mt 12, 50. 113 Gn 3, 20; Ap 21, 2.

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    vivientes.114 Eva, en su primer parto, salta de jbilo115 diciendo: "He adquirido un

    varn con el favor de Yahv" y cuando de nuevo se junta con Adn genera a Abel,

    cuyo significado del nombre no es precisado en el texto bblico como el de Can, sino

    que lo adquiere posteriormente como prefiguracin del Justo doliente. 116

    Reemplazando a Abel, Adn genera otro hijo al cual le da el nombre de Set, que

    quiere decir "Dios me ha otorgado otro descendiente en lugar de Abel porque lo

    mat Can".117

    A pesar de ser una vocacin, la mujer es relatada en el Gnesis siempre en

    una actitud de continuo desafi frente a las adversidades de la vida a vencer:

    esterilidad, 118 incesto, 119 chantaje; 120 slo Dios pone en el corazn de la mujer

    como del hombre ese deseo de la fecundidad: y los bendijo Dios y les dijo: Sed

    fecundos y multiplicaos,121 confrontndolo con la misma consecuencia del pecado

    original Tantas har tus fatigas cuantos sean tus embarazos: con trabajo parirs

    los hijos. Hacia tu marido ir tu apetencia y l te dominar.122 La maternidad

    representa la consecucin de la historia de salvacin y la realizacin entre las

    generaciones de las promesas mesinicas, por eso La se atreve a decir: Ahora

    esta vez mi marido se aficionara a m ya que le he dado tres hijos. Y por eso lo llam

    Lev. 123 As son numerosas las mujeres-madres que desarrollan su papel de fe en la

    114 Descle De Brouwer, Nueva Biblia de Jer, Gn 3, 20. 115 Gn 4, 1. 116 Heb 11, 4. 117 Gn 4, 25. 118 Gn 16, 1. 119 Gn l9, 30-38. 120 Gn 30, Is. 121 Gn 1, 28. 122 Gn 3, 16. 123 Gn 29, 34.

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    historia de Israel despus de Eva, considerada la primera y la ms hermosa madre de

    Israel: Rebeca, Raquel, La, Deborah, entre otras.124 Aunque en el Nuevo Testamento no

    aparezca la expresin Nueva Eva relacionada con la Eva del Antiguo Testamento; se

    encuentra el comienzo in nuce de esta doctrina, posterior en los Padres, relacionada con

    la doctrina del Nuevo Adn. Es esencialmente la utilizacin del trmino Mujer que

    despus del Gnesis125 aparece en Juan y Pablo.126

    2) La figura de la ciudad madre Jerusaln: es la sede del Rey, rene toda la

    configuracin de la madre que espiritualmente supera toda infidelidad a su propia

    misin,127 y ser suplantada por la otra Jerusaln celestial que proviene de lo alto, que es

    la verdadera madre,128 y desciende directamente de Dios.129 Esta ciudad nueva es la

    Iglesia, que como madre engendra a sus hijos; es tambin toda comunidad cristiana

    particular,130 y se perfila en toda maternidad destinada a dar a Cristo la plenitud de s

    misma para la reunificacin de todos los hijos y pueblos dispersos,131 desde Eva, madre

    de los vivientes, hasta la Iglesia, madre de los creyentes, pasando por Mara, madre de

    Jess y de madre nuestra.132 En el discurso exegtico-bblico existe entonces el uso de

    lo simblico ejemplar en las figuras133 como personificacin de los elementos sociales,

    histricos, geogrficos, que pueden estar implicados con los acontecimientos histricos

    salvficos. Existe una conexin entre Sin y Jerusaln como representacin del resto del

    124 Bertrand Buby SM, Mary of Galilee, Woman of Israel-Daughter of Zion, vol. II, Alba House 1989, 88-122. 125 Gen 3, 15. 126 Jn 2, 1-12, Jn 19, 25-27, Ap 12, 1-17, Gal 4, 4-5. 127 Lc 19, 41-44. 128 Gal 4, 26. 129 Ap 21, 2. 130 2 Jn 1. 131 Ef 4, 13. 132 Armand Negrier y Xavier LeonDufour, Diccionario de Teologa Bblica, 499, Ap 12, 1-17. 133 Pierre Grelot en X. Len-Dufour, Vocabulario de teologa Bblica..., voz: Figura, 342-346.

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    pueblo que aspira liberacin.134 La ciudad como conjunto social es comparada a la figura

    de la madre, y la ciudad de Jerusaln, por ser el lugar de los acontecimientos mesinicos,

    es entendida como la ciudad madre. 135 Mara es tambin la madre escatolgica, y

    recupera, como figura de la Iglesia-madre, la maternidad espiritual desechada por la

    Jerusaln terrenal al haber desechado a Cristo.136

    San Pablo afirma la superacin de la ciudad terrenal con la ciudad celestial

    realizadora de las promesas,137 y Juan afirma el jucio de Dios que alcanza a la ciudad

    terrenal de la Jerusaln histrica,138 y la de arriba, ella es nuestra madre, porque implica

    que no hay ciudad permanante para los hijos dispersos del nuevo Israel.139 En Mara-

    madre, Nueva Jerusaln, descansa la ciudad-madre de todas las iglesias. 140 La

    connotacin mesinica completa as el significado profundo de la maternidad de todos los

    pueblos por parte de Jerusaln. 141 Pero la primera que ha sido infiel a Cristo,

    rechazndolo,142 es sustituida por la de arriba,143 que desciende del cielo de junto a

    Dios.144 La ciudad nueva es la Iglesia-comunidad cristiana que comparte con Cristo el

    rechazo, el dolor de parto y la alegra final espiritual145 por haber dado a luz. Esta

    proyeccin final pasa por Maria para que la Iglesia adquiera el valor vivificante de la

    134 E.G. Mori en Stefano de Fiores y Salvatore Meo, Nuevo Diccionario de Mariologa, voz: Hija de Sin, 827. 135 Armand Negrier y Xavier LeonDufour en Xavier Len-Dufour, Diccionario de Teologa Bblica, Herder, 199617, voz Madre,498-499. 136 Lc 19, 41-44. 137 Gal 4, 26. 138 Ap 11, 2.8. 139 Pierre Grelot en Xavier Len-Dufour, Diccionario de Teologa Bblica, Herder, 199617, voz Ciudad , 167-168. 140 Jos C.R. Garca Paredes, Mariologa, B.A.C. Madrid 1995, 409. 141 2Sa 20, 19; Sal 87, 5. 142 Lc 13, 34; 19, 41-44. 143 Gal 4, 26. 144 Ap 21, 2. 145 Jn 16, 20s.

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    matemidad espiritual tipificada por Maria, por el designo amoroso de Dios, que as

    manifiesta la plenitud de su revelacin entre los hombres.146 En el camino hacia el

    Padre el sentido pleno correspondiente a la maternidad se manifiesta, adems que en

    la vida de Cristo al comienzo en la historia de la Iglesia, como la maternidad gozosa

    y dolorosa de sus hijos, que segn San Pablo, vive sin cesar su misteriosa fecundidad

    virginal y esponsal. 147 As es que lo entiende S. De Fiores cuando define Mara

    comomicro historia de la salvacin,148 dado que en ella, como madre, se resume todo

    el recorrido histrico salvfico.

    C)La Hija de Sin: Como ya se ha reportado en el documento de Lumen Gentium

    capitulo VIII, despus de ubicar a Mara en el contexto del misterio de Cristo y de la

    Iglesia, y relacionarla con la figura del Padre, del Hijo y del Espritu Santo, 149 y

    especificar su connotacin como Madre de Dios, madre de Cristo y de los

    hombres, en especial los creyentes; el texto presenta a Mara dentro la economa de

    la salvacin como la Madre del Mesas preanunciada en el Antiguo Testamento. Los

    textos seleccionados150 ponen de manifiesto la relacin cada vez ms clara entre la

    mujer Madre del Redentor y la promesa151 de victoria sobre la serpiente; con la

    Virgen anunciada en los profetas,152 donde la figura de la mujer est asociada a la

    figura del Hijo desde el comienzo. Mara es anunciada como la Excelsa Hija de Sin

    146 Ap 12, 1-17. 147 Armand Negrier y Xavier LeonDufour en Xavier Len-Dufour, Diccionario de Teologa Bblica, Herder, 199617, voz Madre,499: Gal 4, 19; 1Tes 2, 7s. 148 Stefano de Fiores, Mara madre de Jess..., 62. 149 LG, nn.52 y 53. 150 LG, n. 55. 151 Gn 3, 15. 152 Is 7, 14; Miq 5, 2-3 Mt 1, 22-23.

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    en el evangelio de Lucas,153 que en la plenitud de los tiempos engendra a aquel

    que asume la condicin humana en la carne de Mara para la redencin del

    hombre.154 La Hija de Sin simboliza la poblacin del Norte que se haba refugiado

    en un sector nuevo al Norte de la ciudad de Jerusaln despus de la cada de

    Samaria, y por lo tanto adquiere una simbologa sociologicamente personificada de

    Hija relacionada a la ciudad Madre, dada la permanencia de la estirpe de David.

    Esta referencia tambin simboliza el resto mesinico de Israel en la reunificacin

    del pueblo dispersado y probado portador de la esperanzadora maternidad del

    futuro Rey Mesas.

    Lucas identifica a Mara con la Hija de Sin que aparece en Miqueas (Miq 1,

    13 y 4,10) texto escrito en la segunda mitad del siglo VII antes de Cristo, y la

    referencia se extiende a la realizacin del embarazo y parto del esperado,

    cumplidor de las promesas: Questa espressione, Figlia de Sion, sta a significara

    simblicamente la parte nuova di Gerusalemme, a nord della citt di David.155

    Por primera vez en el magisterio el ttulo de Hija de Sin es oficialmente atribuido

    a Mara. Ya varios autores dentro del trabajo de exgesis bblica anterior al Concilio y

    desde el Concilio haban investigado las concordancias entre el Antiguo y Nuevo

    Testamento con respecto a la figura de la Hija de Sin. J.M. Salgado en su obra

    menciona a H. Cazelles para resaltar la relacin entre el alumbramiento de la Hija

    de Sin y la maternidad Espiritual de la Virgen, que no deberan entenderse como

    153 Nunzio Lemmo, Maria Figlia di Sion, a partire da Lc 1, 26, 38, Bilancio esegetico dal 1939 al 1982, Marianum XLV (1983) 175-258. 154 LG, n. 55. 155 Ren Laurentin, Maria nella storia della salvezza, Marietti Ed. Torino, 19783 , 11.

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    unos hechos aislados de vaticinios profticos, sino consecuentes a una literatura

    funcional du peuple de Dieu et de son organisme spirituel,156 que expresa la

    vitalidad del Pueblo de Dios acompaado por los profetas y los escribas en el

    camino de encuentro con las promesas de Dios en una progresiva realizacin, por

    accin del Espritu que pasa por Israel, figurado en la Hija de Sin. Ella es la que da a luz

    al nuevo pueblo de Dios que es la Iglesia de Cristo, donde la vida del hombre se

    une a la vida de Dios. El discurso se articula sobre los dolores de alumbramiento en los

    profetas del Antiguo Testamento y la mujer parturienta que da luz a un hijo, que rene

    a los hijos dispersos de Israel.157

    As la comprensin de esta figura femenina, esponsal y maternal con la

    lectura hermenutica vetero-testamentaria se ampla por las referencias y concordancias

    centradas en la figuracin de la Hija de Sin.158 Aunque la expresin de maternidad

    espiritual como tal no aparezca en el Antiguo Testamento, se puede decir que su

    contenido es preanunciado en la figura de la Hija de Sin que revela la maternidad

    mesinica, que incluye el Hijo del Hombre y la comunidad de los hijos reunificados,

    como condicin del restablecimiento espiritual de la relacin Dios-hombre.159

    Se puede decir entonces que el tema de la maternidad espiritual en la exgesis

    clsico-tradicional en general parte del Proto Evangelio Gn 3, 15 que relaciona

    156 Salgado J.M., La Maternit Spirituelle, 18, cfr. 1: H. Cazelles, La fonction maternelle de Sin et de Marie, de ACMSD, t. VI,165-178. 157 Miq 4, 8 ss: Is 66, 7-8; 62, 2; 63, 16 que aclara y prepara el Ap 12, 5, 10-17. Estas correspondencias bblica intertestamentarias se pueden apreciar en Descle De Brouwer, La Nueva Biblia de Jerusaln, 1832-1833. 158 J. Ratzinger, La Figlia di Sion, la devozione a Mara nella Chiesa, Jaca Book, 1979: a lo largo de todo el texto existe un desarrollo hermenutico del tema de la Hija de Sin; J. Ratzinger, Maria, Chiesa nascente, San Pablo 1998, 53-59. 159 Bertrand Buby SM, Mary of Galilee..., 57-60.

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    Mara con Eva, la madre de los vivientes, y presenta sus fundamentos bblicos en el

    Nuevo Testamento principalmente en la Anunciacin, la Purificacin y la muerte de

    Jess.160 Pero a partir de la valoracin de Mara como Hija de Sin en la Lumen

    Gentium 161 se abre el comps interpretativo exegtico-bblico sobre la

    profundizacin de la comprensin de su maternidad espiritual desde el esquema

    mariolgico del documento. 162 Esto ha llevado a una relectura especialmente de

    Lucas, Juan y Pablo; y algunos autores reconsideran el rol discipular, fraternal y

    maternal de Mara.163

    Para concluir esta presentacin introductoria se ha trabajado a lo largo de este

    captulo I siguiendo el desarrollo de la hilacin maternal mariolgica que emerge desde

    la exgesis actual, manteniendo el orden cronolgico de los escritos neotestamentarios:

    en (A) se ha tratado la maternidad espiritual en el Evangelio de San Lucas

    especificamente, en (B) el Evangelio de San Juan, en (C) la Apocalipsis, en (D) San

    Pablo, y al final (E) se han dado las conclusiones del estudio.

    A. PRESENCIA DE LA MATERNIDAD ESPIRITUAL DE MARA EN EL

    EVANGELIO DE S. LUCAS.

    Entre los evangelios de la infancia164 destaca el de Lucas por la significativa

    presencia maternal de Mara. En el texto se desprende fcilmente el sentido natural de

    160 Plan de formacin teolgica, Mara la madre del Seor, del Instituto de Teologa a distancia, Madrid, 1986, 241. 161 Documentos del Concilio Vaticano II, LG n. 55. 162 Documentos del Concilio Vaticano II, LG n. 53, 61 y 63 y el ttulo de Mara Madre de la Iglesia de Pablo VI. 163 Stefano de Fiores, Mara Madre de Jess, Sntesis histrico salvfica, Salamanca 2003, 77-80; 88-90, 369-371. 164 R. Laurentin, Maria nella storia della salvezza, Marietti 1978, 25.

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    la maternidad de Jess. Al mismo tiempo muchos exgetas concuerdan al encontrar en

    la anunciacin una referencia de la maternidad mesinica conectada con la Hija de

    Sin,165 que se convierte en madre universal de judos y de paganos, reunidos dentro del

    seno de sus murallas.166 A pesar de la interpretacin a favor de la relacin con la

    maternidad mesinica de Mara e Hija de Sin en el evangelio de S. Lucas, sobre todo

    en la cuarta y quinta dcada del siglo pasado,167 no existe una postura comn sobre un

    simbolismo intencional de Lucas al respecto. 168 Para S.C. Napirkowski no hay

    suficiente fundamento para afirmar que el evangelista se refiere a Mara como Hija de

    Sin; mientras que s percibe en los escritos de Juan el comienzo del proceso de

    desarrollo del simbolismo mariano.169

    El documento del Grupo de Dombes s la presenta como vrgen hija de Sin,170

    hija de Israel y la relaciona con Isaas,171 donde se compara el pueblo de Israel a una

    virgen con la vocacin de ser esposa y madre de hijos a pesar de ser estril.172 El

    Documento de la Lumen Gentium la presenta como Hija de Sin, en relacin al Antiguo

    Testamento;173 no hace referencia de ella en la Anunciacin y la relaciona con la figura

    de la Nueva Eva en su cooperacin maternal como madre de los vivientes.174

    165 A. Serra, Nuevo Diccionario de Mariologa, voz: Biblia (Lucas), 319-320; H. Caselles, Fille de Sion et thologie mariale dans la Bible, BSFEM 21 (1964) 51-71. 166 Zacaras 2, 14-15; 9, 9-10; Sofonas 3, 14-17; Joel 2, 21-27; Mt 21, 5; Jn 12, 15-16; Lc 1, 28 33s; 1, 49a.54-55. 167 A. G. Hebert, G.A.F. Knight, M. Thurian, H. Sahlin en R.E. Brown y otros, Mara en el Nuevo Testamento, Ed. Sgueme 19862, 130, cfr. 75. 168 A. Strobel y el mismo R. Brown en R.E.Brown y otros, Mara en el Nuevo Testamento, 132, cfr. 79. 169 S.C. Napirkowski, en el N.D.M, voz: Ecumenismo, 651. 170 I Sam 2, 1-10. 171 Is 54, 1. 172 Grupo di Dombes, Maria nel disegno di Dio e nella comunione dei santi, Ed. Qiqajon 1998, 79, n.127. 173 Documento Concilio Vaticano II Lumen Gentium, n. 55. 174 Documento Concilio Vaticano II Lumen Gentium, n. 56.

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    A.1. LA ANUNCIACIN.

    El Evangelio de Lucas 175 relata, en el dialogo entre Mara y el ngel, su

    aceptacin consciente de la maternidad mesinica. El saludo kekharitomene, en el

    texto en latn Ave gratia plena: Dominus tecum: Benedicta tu in mulieribus,176

    corresponde a otros saludos del Antiguo Testamento.177 Domingo Muoz Len178

    precisa que el relato de la Anunciacin en Lucas corresponde al paso del Antiguo

    al Nuevo Testamento: el Hijo de Dios es concebido por obra del Espritu Santo y

    el perfecto kekharitomene lleva en s mismo ya una indicacin del cumplimiento

    mesinico que la expresin algrate, referida a la Hija de Sin y sucesivamente a

    Mara, y que contiene la dimensin histrico salvfica.179

    R. Laurentn cree que el origen del material que se encuentra en el evangelio de

    la infancia de Lucas es la misma Mara,180 lo que implicara no slo un referencia

    mariolgica directa sobre el reporte original de los acontecimientos acaecidos, sino

    tambin la implicaciones escatolgicas y el alcance universal de esa maternidad que la

    misma Mara, la comunidad primitiva y Lucas le podan dar.181 Esta relacin implica

    175 Lc:1.28. 176 Biblia Sacra iuxta Vulgatam Clementinam, B.A.C. Madrid 1966, 1334. 177 En Gen 6, 8: Noe; en 2 Sam 15, 26 ss: David; en Ex 33, 12-17: Moises. 178 Domingo Muoz Len, Itinerario espiritual de Mara, P.A.M.I., De Trinitatis Misterio et Maria, Acta Cngressus Mariologici-Mariani Internationalis in Civitate Romae Anno 2000 Celebrati, 263-265. El autor recuerda adems de I. de la Potterie, La figlia dii Sion. Lo sfondo bblico della mariologa dopo il Concilio Vaticano II: Marianum 49 (1987) 356-376, en el mismo pie de pgina 263, cfr. 20, varios autores que relacionan el Algrate de Lc 1, 28 con So 3, 14-17; Jl 2, 21; Za 2, 14s; 9, 9s: S. Lyonnet, H. Caselles; L. Deiss; E.Mori. 179 A.M. Calero, Mara sierva de Dios Padre en el volumen Dios Padre y Mara, Estudios marianos 66 (2000) 111-147. 180 R. Laurentn, Ce que le recouvrement Lc 2, 41-52 enseigne sur Marie, Ephemerides Mariologicae, 43 (1993), 213-226. 181 A. Serra en NDM, voz Biblia (Lucas) 333: el autor comenta esto en funcin del versculo L 2, 19 que se refiere a la visita de los Pastores a Beln y la interpretacin desde el siglo IV al respecto que aclara en este punto la tradicin de la Iglesia Apostlica (en la persona de sus pastores) segn la cual tom conciencia de que Mara era un trmite obligado para llegar a conocer los albores de la encarnacin y sus alcances a la luz de la revelacin pascual.

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    adems la conciencia de que Mara poda tener no slo la maternidad del Hijo que

    llevaba en su seno, adems de la relacin con el Padre182 y con el Espritu; sino tambin

    el alcance trascendente de esa maternidad para la salvacin de Israel.

    Aunque Mara no estuviese considerando a s misma como el centro del misterio,

    sino al acto procreativo del hijo que poda e iba a tener, seguramente que ella meditaba

    en su conciencia el acontecimiento de las promesas mesinicas, las cuales se

    entrelazaban y se integraban con el acontecimiento que ella estaba viviendo en primera

    persona, de la promesa personal de una maternidad desde lo alto. 183 Haciendo una

    reflexin antropolgica que puede ayudar a interpretar el sentido interno del texto

    lucano, esta actitud interior implicaba para ella un acto de fe realizado en esas promesas

    al pueblo de Israel que se dilataban y se realizaban en su estructura personal, en el

    anuncio de su maternidad; es decir la auto-determinacin y la auto-realizacin en ella

    misma desde el dinamismo de la persona en accin desde el acto de fe.184 De otra

    manera no tendra sentido el uso de la referencia Inter.-testamentaria de la Hija de Sin

    que se desprende del evangelio de Lucas.

    Existe, segn R.E. Brown, un patrn de anunciaciones, 185 por ejemplo

    como el caso de Moiss, que tienen una relacin de significacin que se refiere a una

    misin salvifica especfica.186 Las siguientes expresiones que se conectan con la Hija de

    182 Angelo Amato, Mara y la Trinidad, Secretariado Trinitario, 150, cfr. 5: A. Amato, Il Vangelo del Padre, Dehoniane, Roma 1992: Espiritualidad mariana es, pues, ante todo vivir, como Mara y con la ayuda de Mara, esta realidad de amor filial en Dios, Padre nuestro. 183 Domingo Muoz Len, Itinerario espiritual de Mara, 266-267. 184 Mara Jos Franquet Casas, Persona, Accin y Libertad. La claves de la antropologa en Karol Wojtila, Enunsa-Espaa (1996), 198-230. 185 R.E.Brown y otros, Mara en el Nuevo Testamento, 114-117. 186 J.M. Salgado, La Maternit Spirituelle..., 23, cfr. 4: M. Minguens, Servidora del Seor, ACMSD, t. IV, 73-110 a igual que A. Splinder, Knecht Gottes and Magd des Herrn, ACMDS, t. IV (1967),

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    Sin Algrate MaraEl Seor est contigo y no temas Mara,187 son para varios

    autores una clara significacin de un llamado a una vocacin, a una eleccin, a un

    ministerio de salvacin, cuyo destino final188 se entrelaza con el origen mismo de la

    persona, que equivaldra al pecado original sin gracia; pero que en el caso de Maria

    encuentra una originalidad diferente: una pulcritud de semilla humana por una

    redencin obrada por Cristo desde su misma concepcin. Para De Fiores el valor

    mariolgico de la Anunciacin se resume en cuatro esquemas de interpretacin que

    no se contradicen entre ellos y que pueden ayudar a comprender a nuestro criterio el

    sentido maternal espiritual de Mara: el esquema del anuncio del nacimiento

    maravilloso, el esquema de vocacin, el esquema apocalptico y el esquema de

    Alianza que se precisa en Mara la Hija de Sin.189

    Este hecho originante y original involucra todo el recorrido proftico mesinico

    que desemboca en la correspondencia intuitiva de Maria y se proyecta hacia delante

    a lo largo de su vida, asociada de esta manera misteriosa al misterio salvfico.190 Un

    hallar gracia de ndole salvfico de la Virgen de Nazaret, Hija de Sin,

    corresponde a un apropiacin consciente de la gracia de la Inmaculada concepcin

    por parte de la misma Mara, lo que va ms all del auto-conocimiento por parte

    de la madre de un simple concebir-nacimiento de un hijo. A. Feuillet retoma el

    tema de la restauracin mesinica en clave vetero-testamentaria recordando las

    palabras del ngel que se refieren al trono de David y al reino que perdura para

    111-121. 187 Lc 1, 28-30. 188 Lc 1, 35; 2, 48-51; Jn 2, 1-11, Jn 19, 25-27; Hechos 1, 14. 189 Stefano de Fiores, Mara madre de Jess. Sntesis histrico salvfico, gape-Espaa 2003, 93-97. 190 J.M. Salgado, La Maternit Spirituelle..., 24-25.

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    siempre,191 encontrando la centralidad del mensaje lucano de la anunciacin en la

    relacin entre la maternidad de Maria y la obra salvadora y redentora realizada

    por Cristo, que abre la puerta a los hombres para que entren a hacer parte de la

    misma familia de Dios.192 Como observacin, parecera que Salgado, en este estudio

    referido sobre la maternidad espiritual en la anunciacin, no pone en evidencia

    suficientemente el rol del Espritu Santo en relacin a la plenitud de gracia de

    Maria, aunque se sobrentiende de parte del autor, que la operacin de la encarnacin

    es obra del mismo Espritu.193

    J. Ratzinger sobre este tema aclara mejor la diferenciacin y explica la gracia

    entre lo que es relacionado a Dios mismo y lo que se puede entender como algo que

    proviene de Dios, dado que por estar Mara llena de gracia, esto implica una

    inhabitacin, 194 que tambin se abre a la realizacin de la maternidad espiritual. 195

    Ratzinger se refiere a la conocida cuestin medieval sobre la gracia y explica el porqu

    del rechazo a la tesis de Pedro Lombardo196 de parte de los doctores de la escolstica,

    como S. Bonaventura y Santo Toms de Aquino. Siguiendo la postura doctrinal de

    Lombardo, se poda identificar directamente el amor-gracia con el Espritu Santo, y esto

    daba por consecuencia que no era posible operar ningn cambio interno en el ser por

    191 Lc 1, 32-33. 192 J.M. Salgado, La Maternit Spirituelle..., 25, cfr. 6: A. Feuillet, Jess et sa Mre d' aprs les rcits lucaniens de 1' Enfance et d' aprs Saint Jean, Gabalda Paris, 1974, 119-120. 193 Definicin de Gracia tomada del Glosario del Catecismo de la Iglesia Catlica, 781: El don, libremente dado e inmediato por nosotros, que Dios nos concede para que respondamos a nuestra vocacin de convertirnos en hijos suyos.. 194 Juan Pablo II, Catecismo de la Iglesia Catlica, Librera Editrice Vaticana 1992, Traduccin al Espaol 1997, Glosario 20012, United States Catholic Conference, 166, n. 721 comentando el Algrate, llena de gracia afirma: Mara, la Santsima Madre de Dios, la siempre virgen, es la obra maestra de la Misin del Hijo y de la Misin del Espritu Santo en la Plenitud de los tiempos. Por primera vez en el designio de la Salvacin y porque su Espritu la ha preparado, el Padre encuentra la Morada en donde su Hijo y su Espritu pueden habitar entre los hombres.. 195 J.Ratzinger, Maria, Chiesa nascente, San Pablo 1998, 57, cfr. 5. 196 Pietro Lombardo, Sententiae I, 17, c.1.

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    falta de una autntica originalidad del mismo sujeto, incapacitado por s mismo a la

    actuacin recproca a partir de la gracia. Ratzinger aclara que la gracia es una relacin

    autntica que se establece entre Dios y el hombre, y ve en eso su carcter esencial. Y

    Santo Toms de Aquino aclara que si el Hijo de Dios fue predestinado y elegido para

    serlo con poder de santificar,197 posey la plenitud de gracia; y la Virgen Mara tambin

    la posey, dado que fue la persona ms prxima al autor de dicha gracia:hasta el

    extremo de recibir en s misma al que est lleno de toda gracia y, al darlo a la luz,

    hacer llegar la gracia a todos.198

    G. Roschini oportunamente centra el discurso sobre el aspecto pneumatolgico

    correlacionado al estado de gracia y aclara la presencia del Espritu Santo en Mara en la

    Anunciacin; presencia no slo relacionada con la maternidad corporal sino tambin con

    la maternidad con respe