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Aristóteles Metafísica 51 Capítulo 5 Procede también de la misma opinión la doctrina de Protágoras, y ambas tienen que ser o no ser igualmente falsas o verdaderas. Pues, si todas las opiniones e impresiones son verdaderas, todas las cosas serán necesariamente verdaderas y falsas al mismo tiempo (pues muchos creen lo contrario que otros, y estiman que los que no opinan lo mismo que ellos yerran; de suerte que, necesariamente, una misma cosa será y no será), y, si es así, necesariamente serán verdaderas todas las opiniones (pues los que yerran y los que dicen verdad opinan cosas opuestas; por tanto, si los entes son así, todos dirán verdad). Es, pues, evidente que ambas doctrinas proceden del mismo modo de pensar. Pero la manera de enfrentarse con el adversario no es la misma con relación a todos, pues unos necesitan persuasión y otros constreñimiento. Cuantos, en efecto, llegaron a pensar así desde la duda, su ignorancia es fácilmente curable (pues el enfrentamiento con ellos no es en orden a las palabras, sino en orden al pensamiento). Pero a cuantos hablan por hablar no se les puede curar más que refutando lo expresado en la voz y en las palabras. Y esta opinión, la de que las contradicciones y los contrarios se dan simultáneamente, les vino de las cosas sensibles a los que dudaban al ver que los contrarios se producen de lo mismo. Por consiguiente, si no es posible que lo que no es llegue a ser, el objeto preexistía siendo igualmente ambas cosas, en el sentido en que Anaxágoras afirma que todo está mezclado en todo, y también Demócrito. En efecto, éste afirma que lo Vacío y lo Lleno se dan igualmente en cualquier parte, aunque uno de éstos es Ente, y el otro, no-ente. Así, pues, a los que forman su opinión a base de estas cosas les diremos que en cierto modo dicen rectamente y en cierto modo están en el error; el Ente, en efecto, se dice en dos sentidos, de suerte que, en un sentido, es posible que algo llegue a ser desde el no-ente, pero en otro sentido no, y que simultáneamente una misma cosa sea Ente y no-ente, pero no según lo mismo. Pues, en potencia, es posible que una misma cosa sea simultáneamente los contrarios, pero en entelequia no. Y todavía les pediremos que admitan que hay también otra substancia, entre los entes, que no tiene en absoluto ni movimiento ni corrupción ni generación. Igualmente, que algunos consideren verdaderas las apariencias, procede de las cosas sensibles. Creen, en efecto, que la verdad no debe decidirse por la magnitud o por la pequeñez del número, y que una misma cosa a unos, al gustarla, les parece ser dulce y a otros amarga, de suerte que, si todos estuvieran enfermos o todos hubieran perdido el juicio, pero dos o tres estuvieran sanos y conservaran el juicio, parecería que éstos estaban enfermos y fuera de sus cabales y los otros no. Y creen también que muchos de los demás animales tienen (acerca de las mismas cosas) impresiones contrarias a las nuestras, y que incluso a cada uno sus propias sensaciones no le parecen siempre las mismas. Así, pues, no está claro cuáles de éstas son verdaderas o falsas; pues no son Aristóteles Metafísica 52 más verdaderas unas que otras, sino igualmente. Por eso Demócrito afirma que o nada es verdadero o que, al menos para nosotros, es incierto. Y, en suma, por confundir el pensamiento con la sensación, y ésta con una alteración, afirman que lo que parece según la sensación es verdadero de necesidad. Por esta razón se adhirieron a tales opiniones Empédocles y Demócrito, y puede decirse que todos los demás. En efecto, Empédocles afirma que los que cambian su estado físico cambian su pensamiento. «Pues ante lo que está presente a los sentidos aumenta el entendimiento en los hombres». Y en otro lugar dice que «en la medida en que los hombres se tornan diferentes, en tanto les es siempre posible / pensar también cosas diferentes». Y también Parménides se expresa del mismo modo: «pues según tiene en cada momento la complexión de miembros bien flexibles, / así asiste el entendimiento a los hombres; pues una misma cosa / es la que piensa y la naturaleza de los miembros para los hombres, / para todos y para todo; pues lo más abundante constituye el pensamiento». Y también se recuerda una sentencia de Anaxágoras a algunos de sus amigos: que los entes serían para ellos tales cuales los concibieran. Y dicen que también Homero parece tener esta opinión, pues hizo que Héctor, cuando perdió el conocimiento por el golpe, yaciese con la razón alterada, dando a entender que razonan también los que desrazonan, aunque no lo mismo. Es, pues, evidente que, si unos y otros son razonamientos, también los entes son simultáneamente así y no así. Y el resultado es aquí gravísimo; porque, si los que más han alcanzado a ver la verdad que nos es asequible —y éstos son los que más la buscan y aman— tienen tales opiniones y manifiestan estas cosas acerca de la verdad, ¿cómo no ha de ser natural que se desanimen los que se disponen a filosofar? Realmente, buscar la verdad será perseguir volátiles. Pero la causa de tal opinión fue para estos filósofos que, si bien investigaban la verdad acerca de los entes, consideraron que sólo eran entes los sensibles; y a éstos les es inherente en gran medida la naturaleza de lo indeterminado y la del Ente tal como dijimos. Por eso se expresan razonablemente, pero no dicen cosas verdaderas (pues esta apreciación es más justa que la de Epicarmo contra Jenófanes). Además, estos filósofos, viendo que toda esta naturaleza sensible se mueve, y que nada se dice con verdad de lo que cambia, creyeron que, al menos acerca de lo que cambia siempre totalmente, no es posible decir verdad. De esta concepción surgió, en efecto, la opinión más extremosa entre las mencionadas, la de los que afirman que heraclitizan, y tal como la tenía Cratilo, el cual, finalmente, creía que no se debía decir nada, limitándose a mover el dedo, y censuraba a Heráclito por haber dicho que no es posible entrar dos veces en el mismo río, pues él creía que ni una. Pero nosotros contestaremos también a este argumento diciendo que es, en cierto modo, razonable que no crean que existe lo que cambia, cuando cambia, aunque también esto es discutible; pues lo que está perdiendo algo tiene algo de lo que está siendo perdido, y algo de lo que deviene es ya

La metafisica de Aristóteles_Parte26

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Capítulo 5

Procede también de la misma opinión la doctrina de Protágoras, y ambas tienen que sero no ser igualmente falsas o verdaderas. Pues, si todas las opiniones e impresiones sonverdaderas, todas las cosas serán necesariamente verdaderas y falsas al mismo tiempo(pues muchos creen lo contrario que otros, y estiman que los que no opinan lo mismoque ellos yerran; de suerte que, necesariamente, una misma cosa será y no será), y, sies así, necesariamente serán verdaderas todas las opiniones (pues los que yerran y losque dicen verdad opinan cosas opuestas; por tanto, si los entes son así, todos diránverdad). Es, pues, evidente que ambas doctrinas proceden del mismo modo de pensar.Pero la manera de enfrentarse con el adversario no es la misma con relación a todos,pues unos necesitan persuasión y otros constreñimiento. Cuantos, en efecto, llegarona pensar así desde la duda, su ignorancia es fácilmente curable (pues el enfrentamientocon ellos no es en orden a las palabras, sino en orden al pensamiento). Pero a cuantoshablan por hablar no se les puede curar más que refutando lo expresado en la voz y enlas palabras. Y esta opinión, la de que las contradicciones y los contrarios se dansimultáneamente, les vino de las cosas sensibles a los que dudaban al ver que loscontrarios se producen de lo mismo. Por consiguiente, si no es posible que lo que noes llegue a ser, el objeto preexistía siendo igualmente ambas cosas, en el sentido en queAnaxágoras afirma que todo está mezclado en todo, y también Demócrito. En efecto,éste afirma que lo Vacío y lo Lleno se dan igualmente en cualquier parte, aunque unode éstos es Ente, y el otro, no-ente. Así, pues, a los que forman su opinión a base deestas cosas les diremos que en cierto modo dicen rectamente y en cierto modo estánen el error; el Ente, en efecto, se dice en dos sentidos, de suerte que, en un sentido, esposible que algo llegue a ser desde el no-ente, pero en otro sentido no, y quesimultáneamente una misma cosa sea Ente y no-ente, pero no según lo mismo. Pues, enpotencia, es posible que una misma cosa sea simultáneamente los contrarios, pero enentelequia no. Y todavía les pediremos que admitan que hay también otra substancia,entre los entes, que no tiene en absoluto ni movimiento ni corrupción ni generación.Igualmente, que algunos consideren verdaderas las apariencias, procede de las cosassensibles. Creen, en efecto, que la verdad no debe decidirse por la magnitud o por lapequeñez del número, y que una misma cosa a unos, al gustarla, les parece ser dulce ya otros amarga, de suerte que, si todos estuvieran enfermos o todos hubieran perdidoel juicio, pero dos o tres estuvieran sanos y conservaran el juicio, parecería que éstosestaban enfermos y fuera de sus cabales y los otros no. Y creen también que muchosde los demás animales tienen (acerca de las mismas cosas) impresiones contrarias a lasnuestras, y que incluso a cada uno sus propias sensaciones no le parecen siempre lasmismas. Así, pues, no está claro cuáles de éstas son verdaderas o falsas; pues no son

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más verdaderas unas que otras, sino igualmente. Por eso Demócrito afirma que o nadaes verdadero o que, al menos para nosotros, es incierto. Y, en suma, por confundir elpensamiento con la sensación, y ésta con una alteración, afirman que lo que parecesegún la sensación es verdadero de necesidad. Por esta razón se adhirieron a talesopiniones Empédocles y Demócrito, y puede decirse que todos los demás. En efecto,Empédocles afirma que los que cambian su estado físico cambian su pensamiento.«Pues ante lo que está presente a los sentidos aumenta el entendimiento en loshombres». Y en otro lugar dice que «en la medida en que los hombres se tornandiferentes, en tanto les es siempre posible / pensar también cosas diferentes». Ytambién Parménides se expresa del mismo modo: «pues según tiene en cada momentola complexión de miembros bien flexibles, / así asiste el entendimiento a los hombres;pues una misma cosa / es la que piensa y la naturaleza de los miembros para loshombres, / para todos y para todo; pues lo más abundante constituye el pensamiento».Y también se recuerda una sentencia de Anaxágoras a algunos de sus amigos: que losentes serían para ellos tales cuales los concibieran. Y dicen que también Homero parecetener esta opinión, pues hizo que Héctor, cuando perdió el conocimiento por el golpe,yaciese con la razón alterada, dando a entender que razonan también los quedesrazonan, aunque no lo mismo. Es, pues, evidente que, si unos y otros sonrazonamientos, también los entes son simultáneamente así y no así. Y el resultado esaquí gravísimo; porque, si los que más han alcanzado a ver la verdad que nos esasequible —y éstos son los que más la buscan y aman— tienen tales opiniones ymanifiestan estas cosas acerca de la verdad, ¿cómo no ha de ser natural que sedesanimen los que se disponen a filosofar? Realmente, buscar la verdad será perseguirvolátiles. Pero la causa de tal opinión fue para estos filósofos que, si bien investigabanla verdad acerca de los entes, consideraron que sólo eran entes los sensibles; y a éstosles es inherente en gran medida la naturaleza de lo indeterminado y la del Ente tal comodijimos. Por eso se expresan razonablemente, pero no dicen cosas verdaderas (puesesta apreciación es más justa que la de Epicarmo contra Jenófanes). Además, estosfilósofos, viendo que toda esta naturaleza sensible se mueve, y que nada se dice converdad de lo que cambia, creyeron que, al menos acerca de lo que cambia siempretotalmente, no es posible decir verdad. De esta concepción surgió, en efecto, la opiniónmás extremosa entre las mencionadas, la de los que afirman que heraclitizan, y tal comola tenía Cratilo, el cual, finalmente, creía que no se debía decir nada, limitándose a moverel dedo, y censuraba a Heráclito por haber dicho que no es posible entrar dos veces enel mismo río, pues él creía que ni una. Pero nosotros contestaremos también a esteargumento diciendo que es, en cierto modo, razonable que no crean que existe lo quecambia, cuando cambia, aunque también esto es discutible; pues lo que está perdiendoalgo tiene algo de lo que está siendo perdido, y algo de lo que deviene es ya