La Minerva

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    22-23-29-30/01/2014

    Ella sale de nuevo de clase, con la bandolera volando a un lado suyo, que la pesaenormemente a causa de todo el peso que se ha echado sobre ella. Y por algn motivoextrao, su arquitectura corporal siente cmo la fsica tambin la ha llevado aencorvarse hacia el otro lado del que se la ha colgado; pero no es solamente por la bandolera. Tiene un humor de perros; odia aquellos das como aqul con ese malditoviento y esa humedad que se incrusta en los huesos como una cotilla. Siempre habasido chica de ciudad, de biblioteca o de archivo; y el campo, donde sola estar esteambiente, ella lo odiaba.

    Mientras piensa en esas incomodidades de Pucela, el viento lastima su peinadomilimetrado no para ser ms guapa, sino porque le gusta el orden y echa ungruido e intenta, sin solucin y obstinadamente, reconstrurselo porque eso destruyesu orden y su da calculado y ordenado , as como el arquelogo con unos restosantiguos; pero no le deja aquella fuerza fsica que parece controlada por algn tipo dehado divino, mstico o lo que coo pueda existir, para joderla, con unas bocanadas quele recordaran a las provocadas por las bombas de la Inglaterra churchilleana. Eseenemigo odioso, invisible, impredecible. Bufa. Se cabrea con una pataleta. En alguna persona, ver aquella imagen, habra tenido gracia. En realidad, a pesar de ese carcter,

    tiene su gracia; y si no fuera tan gruona y tan perfeccionista, as se lo parecera. Peroella no lo vea asy prefera que la vieran como la gruona que era lo ms fcil.

    Camina hasta la parada, dentro de sus propios pensamientos, bum-bum, bla-bla, comohace habitualmente. Piensa en lo que tiene que hacer, en la Historia, y en algunasreflexiones, siendo de las pocas personas del Universo, y ms segn ella, que seconsidera especial, que tiene tales preocupaciones, y se las enreda tanto en la cabezacomo el pelo que inevitablemente el viento quiere soltar; ella es de su mundo, ordenado,calculado y siempre exacto como los relojes suizos, sos que la gustan tanto, yromprselo es de tal daino dolor que es quererse encontrar con su furiosa legin y sus

    guilas imperiosas de violencia sacra y justiciera. Nadie querra verla enfadada.[Visto desde fuera veramos a un grupo de chicas, a alguna chica o chico separado o singrupo; y luego, a ella, como refugiada en el hueco perfecto para no ser vista niapreciada. Ella est a lo suyo, incluso visualmente, socialmente. Pues, con sus amigosno haba incluso tampoco gran diferencia; la veramos exactamente igual. Pasota,indiferente, cnica si habla.]

    Se sube al bus, bastante lleno aunque no demasiado en realidad : cmo odiaaquellas aglomeraciones! Menos mal que hay un asiento libre, con vistas a la ciudad,

    lo cual la encanta. Disfruta viendo sta por esa ventanilla del bus: divagar, pensar anms, u observar el ordenamiento de ese Deus ex Machina de lacivitas , cuyas gentes se

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    mueven, supuestamente con libre albedro, pero que desde ah se asemejan a seresrobticos (al menos para ella). Le gusta y la odia esa idea. Quizs porque se ve reflejadaen ese mundo, y en una parte de su esencia lo que le gusta es una vida en la que ir porlibre, ir contracorriente, incluso contra s misma, pero nunca lo consiguecompletamente; no consigue hacerlo, ya que tambin ama el orden y las rutinas, que lahace ser como el resto de robotitos; no se rebela porque ella no es ms que otra oveja,un brazo robtico de ese dios robot de la ciudad. Ella es un robot: hija del gran robot. ElGran Robot, con maysculas, podramos llamarlo mejor.

    Eso la angustia. Su corazn late y tiembla. No es ese temor que te hace moverte oretorcerte por culpa del shock; es un terror que la sobrecoge, que es ms profundo y presiona su nervio y paraliza su cuerpo y casi su mente, la cual siempre corretea y esten constante movimiento y/o a mil revoluciones. Es tambin una calma tensa, una calmacomo la de los mares antes de una gran ola (la cual los valientes surfistas, o suicidas,

    aprovechan). Es esa calma reflexiva que da miedo, que da dolor como deca Barojacuando afirmaba que pensar duele.

    Por eso intenta quitarse ese sentimiento de la mente Como si al corazn pudieranredimirlo, pararlo o domarlo con la cabeza. A pesar de que s, lector, que lossentimientos no son del corazn, la influencia cardiaca y sangunea, que provoc lacreacin de esa bonita metfora del lenguaje, tiene una enorme influencia y presinsobre la sique , las pulsiones y, en fin, todo sentimiento . Es imposible; eso esimposible, una locura creada por tomar hasta sus ltimas consecuencia del mensaje (la

    sofrosine ) creado por los griegos, esosgrifones que molestaban al lleno de valenta ysentir de Ricardo Corazn de Len, y que slo provoca neurosis en estos pueblos quelos siguen. A los sentimientos no se pueden poner trabas. Se les puede controlar, perosiguen ah.

    Estudia segundo de Grado de Historia, destaca por sus notas pero no ante los grupos dela clase, esos grupitos, bandos o cortes. En todo caso, con alguno de los que va por librey no son como el resto de grupos ms hermtico o banales, que cotillean o incluso parlan de esas noches legendarias, sus polvos, o futuros polvos; con ninguno de todosesos chicos y chicas que ms que estudiar, all buscan a uno o una que les alivie el sexo,que los relaje (la pulsin sexual) puesto que parecen no poder contener aquellaexplosin hormonal posadolescente. Se dice que esto se debe a un argumento biolgico: es la poca de mayor vital sexual, de mayor fertilidad en las mujeres, lascuales se alteraran como locas, y los hombres se pondran violentsimos hasta decir basta a causa de la pugna por stas. Para ella no habra mucha diferencia entre personasy animales, salvo por el uso de la Razn . Ojal estuviera en tercero, que parece msseria, piensa con cierta razn, porque, s, son ms serios, pero a ese curso tambin lecuecen habas

    Est harta de ese ambiente. Ella ha nacido para otro mundo, pero no, sigue en se. Le

    gustara ir a Gran Bretaa, a EE.UU, a Suecia, el mundo anglogermano en general, o entodo caso a Francia o Italia; y si fuera solamente por cambiar, se conformara con ir a

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    Portugal o Catalunya, que ya le eran diferentes a esa estepa. S, Barcelona estara bien: los chicos catalanes, adems piensa, no son idiotas como estos mesetarios.Aunque, como pasa en todas las clases, como deca antes, seguramente crecentambin habas all; probablemente tampoco le gustara al final, por su carcter; quizsno estara a gusto en ningn lugar

    ltimamente, adems, se pone irascibles por todo y por nada, e incluso con sus amigos,que la soportan, la dicen que si est con la regla (medio en broma, no tan en bromas), yque debe por tanto estar todo la vida con sta Y ni ella misma lo entiende: ni por qudicen eso, o por qu se encuentra as como se quejan sus amigos

    No encuentra paz, y se enfada, y se tortura. No entiende nada. El mundo es tancomplejo; te come en su inmensidad, en su misterioso choque de olas, esos asuntos queno se puede contemplar en un cuadro nicamente, en una ventana donde se pudiera verel firmamento de la vida; ella est dentro de ese ser, y se siente levitar, siendo jugada enalguna partida, sin poder evitarlo ms que nimiamente. Y no la gusta. Y la pone delos nervios, como no la gusta estar a ella. Y quisiera estallar, pero no se puede, no sedebe estallar. Y se queda, pues, solamenteobservando el cataclismo vital.

    Se pregunta si en realidad quiere observar cmo se derrumba para ver qu sucede: si selevanta o no, como Europa al llegar a la Edad Media o tras las Guerras Mundiales; a verqu sucede con esa Guerra Fra que ha proseguido despus del Desastre.

    Cuando llega a su parada, baja y piensa en lo aburrido que es todo lo que la obligan,tontamente, a estudiar en la Universidad. Odia aquello. Le emocionan ms, incluso, losenfrentamientos con ese compaero cabezota con el que siempre se peleadialcticamente. En cada debate o conversacin histrica, filosfica o esttica, eincluso, si as fuera, de esas maneras ex abruptas que suceden las cosas a veces, hasta enel arte de follar Se habra peleado por eso con sangre, a pesar de no tener nada personal; ninguno de los dos lo tenan en principio; ellos en realidad disfrutan de lasfalsas peleas.

    Cuando se ponen a defender sus ideas, sus discursos les recuerdan a Cicern y aCatilina, cada uno posicionado segn le conviene y quiere. Catilina, claro est,

    siempre sera el malo . Todo lo disertan con cierta seriedad pero siempre con granhilaridad, a pesar de resultar aburrido para el resto muchas veces; son unos cansinos,dicen algunos; otros ya ni les escuchan, como al principio, con esas discusiones que eninicio eran casi como boxeo.

    Ella lo odia, es un repelente. l piensa de ella que es una repipi y una sabionda. Pero suscaracteres son muy similares, salvo que l es una persona muy caliente: su sangre vibray vuela por sus venas. Alguna vez l ha intentado entenderla, ver por qu se pona tan ala defensiva; pero, en cuanto lo ha hecho, lo rechaza como una perra grundolo. Y dice para s: Que la den!.

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    A eso, a que la diesen, lo tema. Nunca haba salido con ningn chico, y la vez queintent mantener relaciones sexuales, un coito sanitario con un tipo cualquiera, despusde aqul prefiri mantenerse virgen. La da un terror terrible, aunque intente dar la fachade que lo desprecia, con ese desparpajo que ensea. Ni siquiera ha llegado a intentar atocarse, no, no; la parece hasta asqueroso. Repudia el acto sexual, y el amor porreaccin a esto.Pero Ah est todo eso , levitando, como elmundo , el cosmos , la

    sociedad Lo otro . Fuera de la esfera de su cosmos, otros planetas giran.

    Nunca piensa en el sexo. O lo evita. Alguna vez tuvo algo a parecido a una pulsin enforma de poluciones nocturnas. Ni lo de aquel chico ni stas quera recordarlas, preferadejarlo en un cajn donde guardar todos sus sentimientos, resguardando un olor a podrido, como es propio de las cosas cerradas y que puede llegar a oler incluso a puramierda despus de tanto tiempo guardadas.

    Entra en casa; saluda a sus padres, se mete a su habitacin, sin ms. Tiene que hacercosas: trabajos; aunque, en realidad, podra hacerlos en otro momento, pero siempredesea mantenerse ocupada. E intenta hacerlo, pero no puede; de repente, no hay ganas,algo la bloquea. Y no sabe qu es.

    Entonces abre la ventana de su habitacin, respira y se queda puesta, mirando cmo elcielo azul lo invade casi todo, que casi parece invadir el mundo mortal y lo fuera adestruir con su enorme peso; pero no; luego, al bajar la mirada, subiendo su cuerpo ysus ojos, sta vez lo contrario, cmo se empequeece el cielo cuanto ms asciende yquiere observar el mundo de los hombres. As, en esta posicin queda, siente calma;

    aquello le es tan natural, que no sufre, lo disfruta incluso.Imagina que se tendr que acostumbrar. En esta vida el snobismo y las mistificacionescomo sta, como las de esas nias tontas imaginativas, slo te dejan ms tonta anque las que tienen pjaros en la cabeza soando con lo ms terreno; unas princesas sin prncipes; unas soadoras que cogen la depre o lloran para nada; unas dbiles mentalesque no tienen sangre para esta puta vida, que es ms jodida de lo que se creen. Ahora, lasangre le llena el cuerpo; el corazn, fuertemente, parece palmearla con su palpitar duroy rtmico, animndola a su baileante y catico razonamiento.

    No, todo eso sera la muerte cerebral. Ella quiere comerse la vida. A la muerte, pues, por aadira: ya que la vida tiene como contrapartida a la muerte.

    Se queda mirando el cielo un rato, quieta como en un cuadro de E. Hopper. De repente por el viento de la ventana siente fro. De repente se siente indefensa. Sola. Dbilincluso. Ridcula tambin.

    Pero se mantiene en su sitio, mirando con cierto sadomasoquismo, ya no la ventana,sino la oscuridad de s misma y lo que la rodea (habindose transformado mentalmente,en su cabeza, aquel cielo en una representacin de sus pensamientos); y la invade y nola suelta; se siente intimidada, aunque no puede hacer nada; todo ello en unos instantes paralizantes, infinitos; y, finalmente, el corazn en un puo, como congelado, lo que la

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    provoca dolor en su interior. Ya sin poderlo evitarla, la ha atrado esa vorgine celesteque se ha convertido en su propio vaco, su agujero negro.

    Quiere llorar en esa situacin, tan estpida. Siente rabia. De s misma.

    Su corazn se relaja, se contrae y puede ya respirar con normalidad al rato. Esa Mano Negra, una figura mtica de la Castilla rural, que la haba tocado imaginariamente hastaahora, creaba ese fondo negro de oscuridades, y parece ya estar yndose,desapareciendo. Parece que se ha escurrido, huido como una ladrona ladina, no se sabeadnde.

    Algo la pasa. S. Algo que se la escapa de la cabeza. Algo que est pululando por lasangre cuando mana, con los nervios y sus sensaciones; que est entre sus entraas, enel fondo de ellas; que est en su propia esencia, en su existencia. Como si fuera uncncer, creado dentro de ella sin saberlo, sin tener conciencia plena.

    Y tiene miedo. No puede ser valiente.

    Intenta quitrselo de la cabeza; se pone a hacer sus cosas. Estudiar. Leer. Escribir de losromanos y cmo llegaron a conquistar el mundo, y sobre su sociedad, que a veces le estan cercana, alguna vez extravagante, otra simplemente humana; de los carolingios y elSacro Imperio Romano Germnico, cuando nace el feudalismo conceptualmente, lasluchas entre Iglesia e Imperio, y cmo los campesinos y el resto de la humanidad (aunsiendo nobles o no) les llega la hora en la ms vil miseria y la enfermedad; en lasherejas ctaras, husitas y aquel deseo espiritual de cambio, adorando al dolo de Dios,

    y finalmente la Contrarreforma y la Reforma; y el Renacimiento, y el Barroco, y laIlustracin; y la Revolucin Francesa, la Rusa, la de 1821, la de los aos 48 del s. XIX oel Mayo del 68, ahora en otro deseo de cambio pero materialmente ms justo, msterreno. Todo ello, ahora mirado con lejana, la parece una serie de quimeras. Da igualsi en cielo o en la tierra el Paraso.

    Claro que sin todo eso, ella seguira en una cueva. Porque hubo una legin sangrienta,una Iglesia llena de monasterios protegiendo las obras para la eternidad, navos queexploraran Amrica, y pensadores que creyeron en ideas y/o en un fin utpico como siel mundo fuera una teleologa, dirigido por un Demiurgo, como en un mito, dispuesto por el Destino. Visto aquel mundo del pasado con ojos de Orculo, eso se podra pensarse o ms bien creerse, que haba un fin; pero en su tiempo, como en la actualidad,nadie sabe o supo qu ha o haba de pasar: incertidumbre, como en la Revolucin de laGloriosa, de un lado el absolutismo y en el otro el supuesto liberalismo (el cualtampoco se saba si llegara del otro lado, porque eran reyes quienes lo encabezaban, ymuy autoritarios, sobre todo el holands). Son sueos, pulsiones de los hombres quequieren realizarse y que provocan los cambios. Tenemos seales, como crean esoshombres del pasado en las estrellas, pero hay que ser escptico. Ella lo es. Los sueosde la Razn crean monstruos, pero sin ellos nada existira. Eso la da miedo.

    Incertidumbre. Pero pensar que otros se sintieron as, inteligentes, doctos, con

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    conciencia delcosmos , todo ello en conjunto la calma, la agrada, los comprende, y tieneempata

    Pensando en aquellas cosas, se la quita en parte ese sentimiento; el ser una pulga; el queno sea ms que otro ser del mismo barro aristotlico del que nacieron peces y aves, paramatarte y/o sobrevivir en manada. Ni cueva ni leyes absolutas naturales (como las dela Fsica o la Qumica, la Ciencia que por otro lado tanto la encantaba, como solucin acasi todo, por lo menos lo fsico y factible ). Le quitaba el miedo, era un consuelo, un blsamo de empata frente a tanta estupidez, narcisismo (propio tambin), y casi se pareca a ese dicho de consuelo de tontos. De dbiles, que no la gustaba. Vida, vida,lucha, supravida1!

    Siente cansancio: fsico y squico. Pensar duele, y cansa. Al poco, sus ojos se vancerrando y se queda dormidita. Duerme dulcemente, como cuando era nia. Como si esesueo tuviera efectos transformadores dicen que es en el momento en el que, porejemplo, crecemos y nos volvemos ms altos, curiosamente ; como de cuento, comosacado de Kafka. Su cuerpo empieza a sentir el cambio: fuerza y energa, vitalidad yalegra de nuevo. Un dormitar regenerador en todos los sentidos.

    Ahora el color rojizo del atardecer recorre Valladolid, como si la quemaran o lainsuflara vida con un fuelle (el yunque solar). Al despertarse con los rayos que caencomo pequeas lanzas ardiendo, esboza una sonrisita y luego bosteza. An siente elsueo encima, pesadamente.

    Aunque es tarde, al pronto se decide a ir y se va hasta la biblioteca para coger un libro.Se camina, en un rato est all y se pone a leer uno; lo saca ste; y ella y l se dirigen denuevo a su casa, el nuevo y temporal hogar para el microcosmos de papel. Ya es denoche en este momento. Caminando por la calle se encuentra genial, repleta de vida yenerga, en parte gracias a esa brisa nocturna y al paso ligero que toma y la permite questa la acariciecon amor. Es feliz as, con ese pequeo disfrute; piensa: Hay quesaber vivir y ser feliz con las pequeas cosas.

    Y ahora a acabarlo a casa, se dice. Se lo acabar en un par de das, no ms, aunque stees largo. Puede con eso y ms, cuando ella lo desea, cuando se esfuerza.

    En mitad del camino se encuentra con una vecina, que lleva muy mal eso de la crisis;aun as, hablndola sta, mantiene una sonrisa (tpica de quienes son optimistas hasta enel pesimismo). Ella no lo entiende.

    La otra est convencida de que se solucionar (como por arte de magia, como sedaban sobres) todo aquello; en cambio, para ella el mundo es sombro, no sabe qusuceder, pero seguro que nada por arte de magia.Es demasiado idealista para ellaaquella mujer. Piensa que lo ms probable es que las cosas se calmen, pero poco a

    1 Ms all de la vida sera, semejante al plus ultra . Un concepto sacado de Jos Antonio Marina, pero queencajara en la mentalidad nietzscheana.

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    poco volvern a empeorar. Si tienes un poco de mollera y entendimiento, lo ves. Oquizs tampoco sin tener mucha.

    Bueno, hija, es lo que hay; y qu le vamos a hacer? Resopla la mujer . Estoes como el chiste que me dijo mi hijo el otro da.

    Cul? la pregunta sabiendo que el hijo, bestia como ninguno, slo podrdecirla una burrada, con ese cinismo del castellano.

    Que si f uera uno del PP hacia su centr simo centro, se ir a confundido a lasViudas y acabara apaleado por los gitanos o por la gente trabajadora; y el del`SOE, de tan izquierdas, que al final lo pillaran en el centro, en elAyuntamiento, intentando a ver si con suerte se mete y se sienta en el butacn para apoltronarse en l.

    A ella aquel `chistaco (como dira el hijo del otro tambin) slo la deja una mediasonrisa, peligrosamente rechinante, alarmada; la parece una chorrada, aunque tienehasta su verdad. Cosas de la mierda poltica. Esa chusma. La odia, a esa casta y anno ha surgido Podemos . En Espaa, piensa, nos van los dictadores; nos gusta que nosden de palos; que nos manden como conejitos. Para ella, los nicos medianamentedecentes en la poltica espaola han sido Azaa, Pi i Maragall o Unamuno (todos ellos,a su vez, intelectuales, claro est), y hay que ver lo bien que les fueron las cosas

    La visin de aquella mujer la turba, imaginando estar en su sitio y pasar aquellos malosratos, con sus hijos en paro, aunque su familia tampoco est para echar para tirar floresni de perlas precisamente, pero igualmente tiene un ataque de empata que la deja, de

    nuevo, sombra y cerca de nuevo de ese abismo en el que se haba tambaleadorecientemente. El mundo, o una persona, siempre poda caerse ms al fondo; aunquehay un lmite, y cuando se toca, entonces, slo puede morir resignado o luchar con losdedos degollados deseando un mundo mejor.

    Pero aquella lucha, sa, insolidaria ella, que hasta entonces no haba pensadogeneralmenteen los otros , le da miedo. Vivir matando. Vivir murindose,

    pudrindose por dentro. Vivir sola

    Acaso no es sa su vida?, llega a razonar. No es ese pozo en donde se siente al mirar

    aquella ciudad, celeste y oscura a la vez, utpica y distpica como la de Santo Tomas?Tonteras! No hay cielos! Mejor no tener de eso No tener sentimientos.Arrancrselos como en una escena shakespeariana el corazn! No, pues eso ya es muydel sentimentalismo ingls, norteo, germano; y ella, en realidad, es ms como unagriega, contenindose la furia y el ardor, o un latino que aborrece lo que los cristianosllamaran como pecados. La ilusin renacentista la asquea; el mundo es como es,siempre lo ser, al igual que el cielo o el Infierno el Purgatorio, como intermedio,slo es para los bebs, que no tienen conciencia alguna . Eso, ella tieneconciencia ,todo es materialidad histrica, y no es precisamente marxista; es lo que hay.

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    A pesar de todo se tortura por alguna razn oculta. La Moral. Cosa de encfaloplanos2 carcamales. Radicales. Y todos sos . Y a pesar de ello, debe de tener deeso .

    Al alcanzar su manzana, a su derecha observa la luna, pequea, redonda, que brillacomo una perla argenta, que irradia luz como una sonrisa en una felicidad plena. En esecielo sin estrella est terrible. Rodeada slo de bloques de ladrillos rojos, oscurecidoshasta parecer sangre gangrenada, y que se dan un aire a gigantes que la tapasen. Muyantinatural y solitaria, es lo que da la impresin.

    Luego dicen que lanatura es hermosa, se va diciendo. Pues en este caso no. Como lo delas flores. Esas cosas que se ponen pochas casi al instante y huelen a peste, sobre todocuando se amustian, y? Ah!, asco de flores, grita en su cabeza. Mitologa para jardineros. Alguien debera vencer a flores o arbustos de los poetas, y todo ese rollo. Noentenda que lomalo de ello no era tanto lanatura sino el artificio , las creacioneshumanas , porque lonatural es nuestro,esencial , e inevitable; en cambio, lo otro se puede cambiar, lo cual tambin es bueno. Tan inteligente y no colegir eso! Est tanenfrascada enlo suyo , en su mundo, que no ve elcosmos al completo.

    Se sube a casa; saluda a sus padres; se encierra en su habitacin. Misma dinmica. Se pone a leer. Se mete y no sale.

    Deambula por la novela, no hay ms. El mundo real, por unos instantes, no exista paraella, y es un alivio. No se tiene que preocupar por ste, que suele ser, sinceramente, unaburrimiento soberano. Un asco. Lleno de problema. Siempre los hubo, los habr y hay,en principio y fin, desde el alfa al omega, en toda la existencia, en todas las vidas yuniversos (biversos o multiversos por los dioses, cunto ha de habr, no?! ). Loslibros son la expresin, metafrica, muy borgiana, de esto; son un deseo excntrico, aveces de imitarlo, para querer (el imposible) de superarlo y sustituirlo. Cada palabra esun significado en s mismo: para cada persona; y adems, ese significado, metfora deuna cosa de nuestro universo fctico , real, est intricado en sentimientos y valores mscomplicados, ms interiores. Amor es para unos una cosa fsica, para otros espiritual,o ambas; o tiene unos cdigos, una moralidad; o unas rutinas; o el recuer do de unamor con minscula, de una persona para con otra, que a su vez sta desconoce lareciprocidad de stos y su significado . Este mundo slo se encuentra ante tus ojos

    como una representacin, que t le has dado un valor, un significado, otra profundidad;y eso complica an ms el asunto. Y a los dems, qu les importar?, es otra cosaque es importante, hasta dolorosa.

    Ella busca una generalidad, como Borges al final, dentro de ese cosmos tan lleno demultiversos personales, y es imposible. No es nada esa palabra sin el sello personal, quetambin hace que lo entiendas. Cmo encontrar la universalidad del mundo en laindividualidad de un solo ser? Quizs eso le da miedo; por eso no lo piensa. Esimposible saber una generalizacin si encima el individuo no puede comprender elmundo que lo rodea, el del resto; cmo sabes el sentir de los otros si es desde el

    2 Encfalos planos

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    autismo individual? Cmo conocer un sentir general, una empata, si no sabes llegar alas entraas del otro, a sus palabras? Ella no puede y encuentra solucin en la de lasletras. All puede encontrar por lo menos unsignificado superficial . Nada en l, comolo hace ella en s misma.

    Cuando lo deja, vuelve a mirar por la ventana: ahora ese mundo, antes tan asfixiante, sele parece a unrelato, a un cuadro, con aquellas farolas y la oscuridad jugando al juegode las sombras, un tanto expresionista; aquello le gusta, porque le da un aspecto demundo escondido, tras la tela que cubre la escena que ha de salir a la funcin. All se

    pueden suceder mil cosas. Proyecta su libro. Por un momento se relaja con esaliberacin, creyendo (-creando) algo. Aunque ella, se piensa, no cree en todo ello; porque es una escptica.

    La llaman a cenar. Es ordenada y respeta un estricto reglamento; lo come todo muylentamente, masticando cada alimento con pulcritud y eficiencia, y nunca abre la boca, ymucho menos para a hablar con la boca llena; luego, deja todo en el lavavajillas y dice:Qu rico todo!, agradecida sui generis . Es una nia buena. Los padres sonren,satisfechos con ese simple y casi vano gesto.

    Vuelve a coger el libro y se pone jazz de los cincuenta, a B.B. King o msica clsica:ama la msica posromntica como Chopin, sobre todo su Nocturno en Si Bemol Menor .Cuando suena, algo hace que se la erice hasta la piel, casi como si la fueran a salir lasentraas; se le clavan los alfileres que le sujetan la piel al cuerpo como estocadas, engran medida sobre la espalda, ya que all se ubica la mdula espinal, el sistema nervioso,

    su autova hacia la cabeza, donde se organizan todas las sensaciones.Al ir cayendo cada tecla en su odo, su cuerpo se empieza a estremecer y se siente enotro lugar. Va sumergindose en lo que ha ido queriendo aletargar, sobre s misma. Unaterrible tristeza que, en ese instante, no puede remediar de modo alguno. Aquellahabitacin se vuelve tan fra, descendiendo y ascendiendo para volver a caer conaquellos manoseos musicales por su torre cristal, los cuales siente cuando el pianoresuena por el dedo que impulsa fuerte y furtivamente la tecla, no sabe si para amarla o`joderla solamente, y ahora aquel sitio le parece no ms que un zulo o una mala crcel

    no una de ricos sueca, que es lo que debera provocarla esa msica . La ahoga.

    Apaga la msica casi al acabar sta y se queda pensando. Levitando ms bien. Se haquedado en la msica, en el pensamiento aqul en que la tocan, la intimidad, el interior,y casi cree que la rompen as. Eso la hace aquel cazurro con el que se pelea. Rompeaquello.Toca los cristales a veces. Slo a veces, no como esto Aquella msica.

    No se puede mover. Ya no piensa en nada, en concreto al menos. Pero s: s que semueven cosas, cosas que la dan miedo.

    Vuelve a mirar por la ventana, como buscando, deseando algo en ella. Ahora laoscuridad, en cambio, la da miedo. Siente una necesidad de salir a andar y pasear.

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    Coge las llaves de casa y, con la excusa de querer despejarse la cabeza, cosa que esverdad y no miente, cosa que necesita, huye. Literalmente. Se huye, de s misma. Quiereescapar. A dnde? Por qu esa sensacin?

    Observa cmo las sombras se comen a s mismas y se superponen, terribles. Todo loque piensa o siente se le parece a eso, un terrible comer, que la come, que la tritura,como cuando ella, ordenadamente, se alimenta en esa cena parca.

    Se va hasta un puente desde donde puede ver por debajo cmo pasa el tren traqueteando por las chirriantes vas y con su propio ruido de pesada mquina de hierro. Se aleja lamole que rompe el silencio, el cual deja despus de su carrera, y en el que se sumergeella. Hoy no pasan gente de un lado ni del otro. Aquella fisionoma de la ciudad queda,no sabe por qu, la aterroriza. Tiembla. Est blanca.

    En esos momentos cualquiera llamara a un amigo o a su pareja. Ella simplemente se

    queda mirando la pureza y la soledad del hierro y el ladrillo que dan forma a aquella parte de la urbe. Mientras, su aspecto desde lejos se asemeja de nuevo a un cuadro deHopper. Aunque en este caso nada ntimo, sino otra cosa, ms expresionista, ms barroco incluso. Ella no parece ms que otra luz que ilumina aquellos puntos lejanos decada lugar del urbanismo, a como lo haran o lo hacen (si hubiera en ese momento) lasestrellas del firmamento, y que ante los ojos se empequeecen desde tanta lejana, casiinfinita a pesar de saber que hay un lmite: el punto mismo de partida, el que ocupa eseser. Pero qu ms da desde all si es punto de luz o persona? No se sabe.

    Ella es una chica alta, larguirucha, morena, cuya nica acompaante es esa mala ciudaddormida. Y si nos acercamos, vemos sus ojos brillando como dos luceros temblandocuando van a caer al firmamento. A veces, el efecto ptico nos hace ver de ese brilloalgo que se trasluce y forma como mil microlminas, microcristales,microdimensionales que se confunden y forman una nica de su iris y su ojo. Aquello sedebe al agua de una lgrima. Est llorando como una nia tonta.