LA MISTERIOSA HISTORIA DE “CHA-CA-CHA-CARE” Y LA HEROICA

CONCEPCION MARIÑO.

Si navegamos derecho al oeste, desde la punta saliente de la Isla de Trinidad, rumbo a la península de Paria, en el hoy estado Sucre, nos vamos a encontrar,

una pequeña isla o más bien un islote desolado, que tiene el extraño nombre de Chacachacare.

Me recuerdo mis días de sexto grado y la historia patria, que pronunciar el nombre de Cha-ca-cha-care, nos resultaba una especie de trabalenguas en

idioma Caribe.

Así como Trinidad, el mencionado islote perteneció a la Capitanía General de Venezuela y vinieron los ingleses y zas! se la tragaron!. Está a solo 7 millas de

Trinidad.

LOS MARIÑOS, RICOS MANTUANOS ÑEROS:

Chacachacare, tiene que ver con SANTIAGO MARIÑO y toda la familia mantuana

y rica de los Mariños, de la isla de la Margarita, en el pueblo del “Valle del Espíritu Santo”, lugar donde se erige la basílica del la Virgen del Valle, estado

Nueva Esparta, Venezuela. La casa de Mariño en El Valle, hoy restaurada, es un sitio obligado de recuerdos.

El viejo Mariño, padre, se casó con una irlandesa Atanasia Carige, quienes tuvieron a Santiago y Concepción.

Las propiedades de la familia Mariño, eran extensas, además de su solariega

casa del El Valle, poseían propiedades en Trinidad, Delta Amacuro y especialmente la relacionada con esta historia, en el islote de CHACACHACARE.

EL LIBERTADOR DE ORIENTE:

Muertos los padres, Doña Concepción Mariño, heroína de la Patria, heredó la hacienda del referido islote y esta fue utilizada por su hermano Santiago, como

base militar para invadir a Venezuela en 1813, con unos 40 hombres en la llamada “Expedición Libertadora de Venezuela”.

Allí se firma la llamada “Acta de Chacachacare”, en donde se exalta el intento libertario y se declara a Concepción Mariño “magnánima mujer”, la firman

Carlos Manuel Piar, Francisco Azcue, José Francisco Bermúdez, Manuel Valdez y Santiago Mariño.

Doña Concepción Mariño, era pues dueña de casi todo el islote y su solidaridad

con la causa de la independencia la llevó a financiar buques repletos de armas traídos de Jamaica y Trinidad para los combatientes de la libertad. Este

contrabando de armas hacia Chacachacare, le causó serios problemas con las

autoridades inglesas que la llevaron a juicio y casi la expulsan de su territorio.

La Expedición Libertadora desde Chacachacare, no puede ser ninguneada o

disminuida como una invasioncita, desde Paria fueron tomados todos los pueblos de la península y Piar y Bermúdez llegaron a Maturín. Fue el inicio

serio y determinante de la liberación de la patria y el título que se ganó Mariño como “Libertador de Oriente”, lo hizo con heroísmo y muchos sacrificios.

Suficiente se ha escrito y difamado a Mariño, como adversario del Libertador,

pero en justicia, este margariteño nunca fue un rival rabioso de Bolívar, sus méritos, inteligencia y nobleza son tan altos como el que más. Mariño fue el

jefe del estado mayor del Ejército Libertador en la batalla de Carabobo.

Hasta 1854, Concepción Mariño residía en el islote y se dice que allí murió,

rodeada de su familia.

En la isla funcionó allí un hospital para leprosos, regentado por el gobierno trinitario y en el año de 1980 fue abandonado.

LA ISLA DE LOS FANTASMAS:

Hoy nadie vive en el islote y es visitado por turistas ricos con sus lanchas. Desde una elevación existe un faro, de donde se pueden apreciar vistas

hermosas de Trinidad y la península de Paria.

Las instalaciones del Leprosorio todavía están intactas, pero no así la hacienda

de los Mariño.

La atracción turística de CHACACHACARE es que es una “isla poblada por fantasmas” y de hecho han arribado equipos de “Cazadores de Fantasmas”, al

islote para detectar a los habitantes del Mas Allá.

Seguramente que entre estos vetustos fantasmas, podría estar nuestra

Concepción Mariño, heroína de la patria y de ser así, yo no dudaría en reclamarla para que repose o deambule si es su gusto en territorio patrio, ella

que fue tan tenaz, tan patriota, tan entregada y tan heroica por la causa de la independencia nacional y que tanto amor salió de su valeroso corazón por todos

nosotros, sus olvidadizos descendientes.

Francisco Natera