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LA MORAL PROVISIONAL Al rechazar el saber que ha aprendido con los escolásticos, Descartes nos expone el método y nos indica que es necesario dudar de todo lo que se cree saber. Esta duda es un instrumento metódico para alcanzar su objetivo: la intuición de una idea clara y distinta sobre la que no exista ninguna posibilidad de duda. En suma, encontrar una verdad que pueda ser el punto de partida del conocimiento. Es decir, que la duda no pretende borrar el pasado, rechazar todos los conocimientos adquiridos sino averiguar cuáles son los principios que la duda no pueda disolver, y por tanto puedan ser considerados verdaderos. El objetivo último es por tanto, alcanzar la certeza absoluta a través de la duda. Cuando se somete a la duda, Descartes intenta saber qué principios morales van a guiarle diariamente mientras encuentra principios absolutamente ciertos. Porque nosotros podemos suspender nuestros juicios: podemos afirmar o no afirmar, creer o no creer, pero no podemos suspender nuestros actos, no podemos dejar de actuar diariamente y tomar decisiones en nuestra vida cotidiana. Entonces ¿cómo hay que actuar cuando nada es seguro, cuando no se tiene certeza de nada, cuando todo vale y nada vale? El problema se encuentra en cómo conciliar la irresolución provisional de nuestro juicio, al no considerar nada como cierto por la duda radical, y en la necesaria resolución de nuestra voluntad, el tener que tomar decisiones y llevarlas a cabo en la vida práctica diaria sin caer en el amoralismo, que es la ausencia de toda moral. Descartes expone así la moral provisional en la parte tercera del Discurso y con ella busca suplir la ausencia de certeza. Esta moral se debe establecer para que proporcione unas normas que nos permitan actuar correctamente. La moral provisional por tanto cuatro reglas o máximas, donde la cuarta es la conclusión de las tres primeras.

La moral provisional

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Moral provisional de Descartes

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LA MORAL PROVISIONAL

Al rechazar el saber que ha aprendido con los escolásticos, Descartes nos expone el método y nos indica que es necesario dudar de todo lo que se cree saber. Esta duda es un instrumento metódico para alcanzar su objetivo: la intuición de una idea clara y distinta sobre la que no exista ninguna posibilidad de duda. En suma, encontrar una verdad que pueda ser el punto de partida del conocimiento. Es decir, que la duda no pretende borrar el pasado, rechazar todos los conocimientos adquiridos sino averiguar cuáles son los principios que la duda no pueda disolver, y por tanto puedan ser considerados verdaderos. El objetivo último es por tanto, alcanzar la certeza absoluta a través de la duda.

Cuando se somete a la duda, Descartes intenta saber qué principios morales van a guiarle diariamente mientras encuentra principios absolutamente ciertos. Porque nosotros podemos suspender nuestros juicios: podemos afirmar o no afirmar, creer o no creer, pero no podemos suspender nuestros actos, no podemos dejar de actuar diariamente y tomar decisiones en nuestra vida cotidiana.

Entonces ¿cómo hay que actuar cuando nada es seguro, cuando no se tiene certeza de nada, cuando todo vale y nada vale? El problema se encuentra en cómo conciliar la irresolución provisional de nuestro juicio, al no considerar nada como cierto por la duda radical, y en la necesaria resolución de nuestra voluntad, el tener que tomar decisiones y llevarlas a cabo en la vida práctica diaria sin caer en el amoralismo, que es la ausencia de toda moral.

Descartes expone así la moral provisional en la parte tercera del Discurso y con ella busca suplir la ausencia de certeza. Esta moral se debe establecer para que proporcione unas normas que nos permitan actuar correctamente. La moral provisional por tanto cuatro reglas o máximas, donde la cuarta es la conclusión de las tres primeras.