La Muerte Enseña a Vivir parte 2.pdf

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    y

    sepultura

    del

    creyente. Las

    exequias

    han

    de ser Viernes

    Santo de

    la

    vida

    con

    la noticia

    de la resurreccin. En los

    rnomentos

    del

    ltimo

    adis no

    se puede silenciar

    Ia lenta

    y

    dolorosa

    enfermedad,

    ia

    orfandad

    y

    soledad que

    deja

    en

    los

    seres queridos.

    Un adis

    triste,

    pero con Ia serena esperanza

    de saber

    que

    no

    es para siempre.

    Jess

    es

    el

    garante de

    esta

    esperanza.

    l

    nos ha

    dicho

    que: Nos

    espera

    en

    la

    casa

    del

    Paclre.

    )'1

    235

    Algunas

    consideraciones

    finales

    Jos

    Carlos Bermejo

    Recuerdo

    perfectamente Ios

    duelos rns

    significativos

    de

    mi

    vida. No

    s si, en realdad,

    nuestra vida no quede

    marcada

    en

    muy

    buena

    medida

    por

    los

    duelos

    y por

    el

    modo cmo

    1os

    vivimos.

    Recuerdo

    el primero,

    eI

    de mi

    abuelo,

    a

    mis

    9

    aos.

    Me

    despert

    mi

    padre

    por

    Ia

    maana

    lloranclo

    y

    dicin-

    domelo.

    Y

    me

    acompa

    a

    verle

    cuando me vest.

    A

    los

    pies

    deI

    fretro,

    en

    mi

    fra

    casa, estaba

    mi

    abuela llorando

    como

    ante

    un

    dormido

    encajonado.

    Aquello

    se me

    clav

    en

    mis

    clulas

    corno no

    poda

    ser

    de otra

    manera.

    Cmo

    no

    me

    iba

    a ensear

    algo aquella

    muerte

    La

    vida

    no

    consista slo

    en

    ir

    a

    la

    escuela y

    jugar

    con la

    bicicleta, mi

    compaera

    preferida

    de entonces, y

    asar

    casta-

    as

    en

    la

    cabaa de maderas

    y

    chapas construid.a

    en

    e1 corral

    de

    rni casa.

    Mi

    abuelo me haba hecho

    promesas...

    que no

    se

    cumpliran nunca;

    ya

    no rne

    ilevara

    a escondidas

    en

    el

    remolque

    al campo,

    en contra

    de Ia

    voluntad

    de

    mi

    padre...

    Los

    familiares

    se reunan

    todas las tardes

    durante

    un mes

    a

    rezar

    el rosario

    juntos

    en

    Ia

    cocina:

    qu

    solidariclad aquella

    para con mi

    abuela

    Recuerdo,

    cmo

    nol la

    muerte de rni hermano

    a sus

    19

    aos.

    Yo

    tena 14.

    Una

    llamada

    de telfono,

    un

    helaclo

    tirado

    a Ia

    basura, un

    viaje

    de

    250

    kilmetros

    (de

    los

    de

    entonces)

    matanclo

    a

    cada

    uno

    de

    los

    7

    hermanos mentahnente

    por-

    que no

    saba

    cul cle

    ellos habia sido

    el

    que

    se habia

    ahoga-

    c1o, una

    madre

    clesesperada,

    un

    padre que habra

    prefelido

    ocupar

    el puesto

    de su

    hijo

    que

    llevaba su

    mismo

    nombre.

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