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La novela española de 1975 a finales del siglo XX. Tendencias, autores y obras principales.

La novela española desde 1975 hasta finales del siglo XX

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La novela española de 1975 a finales del siglo XX.

Tendencias, autores y obras principales.

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1. Introducción. El ambiente de libertad en el que comenzó a desarrollarse la cultura española tras la muerte del general Franco (20 de noviembre de 1975), permitió un mejor conocimiento de la literatura española en Europa y de la literatura occidental en España. A ello contribuyó significativamente la desaparición de la censura (lo que supuso la publicación de novelas españolas prohibidas en nuestro país y editadas en el extranjero, expurgadas o inéditas), la recuperación de la obra de los escritores exiliados y un mayor conocimiento de la narrativa de otros países. 2. Tendencias y características. Los elementos más notables de la narrativa reciente son los de la narrativa tradicional: argumento comprensible, personajes definidos y estructura simple y lineal. De manera general se pueden observar las siguientes líneas narrativas: la novela de intriga, generacional, histórica, nuevas formas de realismo, experimentalismo, intimismo o novela estilística. En general, los nuevos novelistas que se dan a conocer en los últimos veinticinco años del siglo XX enlazan con la renovación iniciada en los sesenta y siguen siendo muy sensibles a la influencia de las literaturas europea e hispanoamericana. 2.1 Como notas comunes a la mayoría de los narradores podemos señalar: a. Un sentimiento de desencanto, tras los anhelos de transformación del mundo (Mayo del 68). b. Distanciamiento de los problemas colectivos, del compromiso político. c. Tono desenfadado y humorístico en muchas creaciones como muestra del escepticismo y el desencanto. d. El carácter aglutinador. Se acogen prácticamente todas las tendencias, modalidades, discursos, temas, experiencias y preocupaciones personales. Reaparición de las preocupaciones existenciales y la intimidad. e. La individualidad. Cada novelista elegirá la orientación que le resulte más adecuada para encontrar un estilo propio con el que expresar su mundo personal y su particular visión de la realidad.

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2.3 Por otra parte, no resulta fácil distinguir en la nueva narrativa unas corrientes o escuelas definidas; sí es posible, no obstante, identificar ciertas tendencias temáticas. Las más relevantes son estas: - Novela policíaca y de intriga. Este subgénero resurge con especial fuerza. Entre sus cultivadores destacan Manuel Vázquez Montalbán, autor de una serie protagonizada por el detective privado Pepe Carvalho. A esta tendencia pertenecen también algunas novelas de Antonio Muñoz Molina: El invierno en Lisboa, Beltenebros, o Plenilunio. - Novela histórica. Se pueden citar como ejemplos El oro de los sueños, de José María Merino; El hereje (1998), de Miguel Delibes, así como la saga que inaugura El capitán Alatriste, de Arturo Pérez-Reverte, ambientada en el Siglo de Oro. (En los últimos años son frecuentes las novelas históricas contextualizadas en épocas cercanas, especialmente en la Guerra Civil, como Soldados de Salamina (2001), de Javier Cercas; La voz dormida (2002), de Dulce Chacón, o los relatos breves que componen Los girasoles ciegos (2004) de Alberto Méndez.) - Novela de la reflexión íntima. Este tipo de narrativa se centra en la búsqueda personal y la reflexión sobre la propia existencia. Obras representativas de esta tendencia son Mortal y rosa (1975), de Francisco Umbral, sentida reflexión sobre la muerte escrita con brillante estilo, o El desorden de tu nombre, de Juan José Millás, que combina la introspección psicológica con la reflexión literaria. En La lluvia amarilla (1988), Julio Llamazares narra el abandono de los pueblos a través de un largo y emocionado monólogo. - Novela de la memoria y del testimonio. La memoria de una generación y el compromiso son los temas básicos de esta corriente, en la que se encuadran novelistas como Rosa Montero, con Te trataré como a una reina (1981), defensa de la condición femenina, y la producción novelística de Luis Mateo Díez.

Otras tendencias en la novela de los autores más jóvenes es la de hacer una novela que trata los problemas de la juventud urbana con una estética muy cercana a la contracultura (Historias del Kronen, de José Ángel Mañas, Ray Loriga con Héroes o Lucía Etxebarría en Sexo, prozac y dudas).

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3. Conviene destacar los siguientes autores y obras: Eduardo Mendoza (1943), con La verdad sobre el caso Savolta (1975), que inaugura esta nueva etapa narrativa. Esta obra, cuya acción se desarrolla en Barcelona entre 1917 y 1919 –años de pujante anarquismo y de pistolerismo patronal– recupera el gusto por narrar una historia, empleando recursos propios de los más variados subgéneros narrativos. Mendoza continuó con otras novelas también excepcionales: El misterio de la cripta embrujada (1978) y El laberinto de las aceitunas (1982), parodias ambas de la novela policíaca. El estilo de Eduardo Mendoza se caracteriza por el hábil manejo de ingredientes novelísticos de subgéneros narrativos populares (novela de aventuras, policiaca, rosa…), siempre tratados con humor e ironía. Manuel Vázquez Montalbán (1939-2003), poeta "novísimo" conocido por su narrativa y, sobre todo, por sus novelas policiacas protagonizadas por el detective Carvalho (Asesinato en el comité central, Los mares del sur, Los pájaros de Bangkok, El premio), y que ha cultivado también la novela política y el ensayo. Francisco Umbral (1936-2007): sus obras se sitúan en la confluencia entre la ficción, la autobiografía, la crónica periodística o el ensayo. Su novela se caracteriza por su riqueza léxica y su variedad de tonos, que van desde el lirismo y la ternura a la crítica y al cinismo. Destacamos Mortal y rosa (1975), emotivo libro sobre la muerte de su hijo y Las señoritas de Avignon (1995). Antonio Muñoz Molina (1956) incide en la línea de la novela de intriga. Sus obras se caracterizan por el realismo, la intriga, el argumento bien estructurado y la riqueza de su escritura. Se muestra deudor de la novela policiaca y de la novela y el cine negros. Entre otras, cabe destacar El invierno en Lisboa (1987), Beltenebros (1989), El jinete polaco (1991) y Plenilunio (1997).

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Javier Marías (1951). Es probablemente el escritor español actual que ha alcanzado un mayor reconocimiento internacional. Su narrativa mezcla magistralmente intimismo e intelectualismo (en el que pesa, sin duda, su formación anglosajona), la minuciosidad del detalle y las digresiones que surgen del pensamiento de los personajes. En sus novelas se dan cita el vanguardismo culturalista de los sesenta, la narratividad y el gusto por contar historias propio de las décadas posteriores. Sus personajes poseen una rica vida interior, cuyo pasado se explora mediante una constante indagación en su memoria. El hombre sentimental y Mañana en la batalla piensa en mí (1995) son dos de sus novelas. Juan José Millás (1946) trata fundamentalmente los problemas existenciales de una generación, la del 68: en La soledad era esto (1990), el fracaso idealista deja paso al poder del dinero; destacamos también El desorden de tu nombre y Tonto, muerto, bastardo e invisible (1995).

La lista –inmensa – puede completarse con los siguientes novelistas: Luis Goytisolo (1935), Luis Mateo Díez (1942), Luis Landero (1948), Álvaro Pombo, Julio Llamazares, José Mª Merino, Javier García Sánchez, Félix de Azúa, Javier Tomeo, Lourdes Ortiz, y un larguísimo –afortunadamente– etcétera.