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IX.- Hipótesis e interrogantes. La hipótesis de este estudio se sitúa en circunstancias en las que los procesos de reestructuración económica y de articulación global han impulsado complejas configuraciones de la ciudad central. Estas se producen en gran medida al interior de los espacios locales, manifestando una clara tendencia a la fragmentación y exclusión de de la sociedad asociadas a estos procesos. De igual modo se presentan acompañadas del desarrollo de los nuevos equipamientos de servicio terciario dentro de la ciudad construida o ciudad central. Las nuevas formas de centralidad en la ciudad, impuestas por la globalización, son apoyadas por políticas laterales del desarrollo inmobiliario del gobierno local, no consideradas en la planeación actual en los centros urbanos. Así como los efectos en especulación del suelo urbano, la revalorización y el costo de la infraestructura urbana, la estructura espacial y ambiental en el espacio construido. De lo cual surgen las siguientes interrogantes: ¿De que manear esta nueva planeación de los centros urbanos se integra con la planeación existente en las metropolis? ¿Cual es la estrategia del gobierno local en la inserción de estos nuevos equipamientos de servicios terciarios dentro de la ciudad central? ¿Cómo prever los impactos urbanos que estos nuevos megaproyecto generan dentro del espacio construido? Es a partir de 1940 en el cambio de un periodo sexenal, que el modelo de la economía de mercado se consolida, a la par que lo hace el estado nación mexicano; surgiendo una influencia reciproca y compleja entre política y economía para definir los proyectos de nación y consecuentemente los proyectos de la ciudad para la capital mexicana. ¿Por qué de las influencias de las escuelas de arquitectura, urbanismo y economia francesa y norteamericana? Es en el contexto de la economía de mercado y la formalización del estado mexicano, en escenarios de influencias de la civilización occidental, representadas por dichas escuelas que me aproxime a la

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IX.- Hipótesis e interrogantes.

La hipótesis de este estudio se sitúa en circunstancias en las que los procesos de reestructuración económica y de articulación global han impulsado complejas configuraciones de la ciudad central. Estas se producen en gran medida al interior de los espacios locales, manifestando una clara tendencia a la fragmentación y exclusión de de la sociedad asociadas a estos procesos. De igual modo se presentan acompañadas del desarrollo de los nuevos equipamientos de servicio terciario dentro de la ciudad construida o ciudad central.

Las nuevas formas de centralidad en la ciudad, impuestas por la globalización, son apoyadas por políticas laterales del desarrollo inmobiliario del gobierno local, no consideradas en la planeación actual en los centros urbanos. Así como los efectos en especulación del suelo urbano, la revalorización y el costo de la infraestructura urbana, la estructura espacial y ambiental en el espacio construido. De lo cual surgen las siguientes interrogantes:¿De que manear esta nueva planeación de los centros urbanos se integra con la planeación existente en las metropolis?¿Cual es la estrategia del gobierno local en la inserción de estos nuevos equipamientos de servicios terciarios dentro de la ciudad central?¿Cómo prever los impactos urbanos que estos nuevos megaproyecto generan dentro del espacio construido?

Es a partir de 1940 en el cambio de un periodo sexenal, que el modelo de la economía de mercado se consolida, a la par que lo hace el estado nación mexicano; surgiendo una influencia reciproca y compleja entre política y economía para definir los proyectos de nación y consecuentemente los proyectos de la ciudad para la capital mexicana.

¿Por qué de las influencias de las escuelas de arquitectura, urbanismo y economia francesa y norteamericana?

Es en el contexto de la economía de mercado y la formalización del estado mexicano, en escenarios de influencias de la civilización occidental, representadas por dichas escuelas que me aproxime a la investigación de la teoría y la práctica de la configuración urbana de la megalópolis en el caso de la Ciudad de México en el periodo 1940- 2000; teniendo el referente histórico de los inicios de la modernidad urbana entre 1900 a 1940, que contempla el último periodo de la presidencia del general Porfirio Díaz y la etapa posrevolucionaria, con el primer ejercicio sexenal del presidente General Lázaro Cárdenas (1934-1940), con su impronta socialista, interrumpida drásticamente.

Bajo el objetivo básico de iniciar una búsqueda al entendimiento del fenómeno urbano de grandes dimensiones y bajo la noción de megalópolis, con un horizonte transdisciplinario; en esta investigación pretendemos identificar una probable ruta para aproximarse a un pensamiento más complejo y por tanto una visión más compleja de la realidad del caso de la Ciudad de México. El objetivo es articular las distintas investigaciones y planes existentes de las fuentes documentales y reconocer la multiplicidad de vertientes y rutas acerca del fenómeno urbano de la región central de México. Configurar un posible estado actual de las posibilidades de una aproximación a la complejidad de la megalópolis emergente de la Ciudad de México.

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En primer lugar, entre los enfoques más destacados sobre el problema destacan los prolíficos autores estructuralistas o neo-estructuralistas de origen marxista como Lipietz, Harvey, Castells, Sassen y Santos quienes basan sus estudios en la teoría de la urbanización dependiente y las escuelas de pensamiento urbano latinoamericano con el modelo centro-periferia como uno de sus más importantes puntos de partida.

Otros enfoques encaran la problemática desde la perspectiva de que la estructura puede ser reemplazada por el potencial de la acción humana para crear y reproducir su propio ambiente. Entre estos últimos autores destaca el aporte de Giddens quien, desde su cuestionamiento a las metodologías de análisis de las ciencias sociales adquiridas de las ciencias naturales, afirma que existe un proceso dinámico que involucra a los agentes y a la estructura social en una relación de interdependencia en términos de espacio-tiempo. De esta manera, la estructura social se reproduce a partir de las acciones de los individuos de la misma manera que estas últimas son condicionadas por la estructura. Los agentes son capaces de actuar y producir cambios, son autónomos pues realizan acciones de acuerdo a sus propias ideas, y poseen la capacidad de adquirir y producir conocimiento.

Según Giddens los agentes cuentan con diferentes niveles de conocimiento para comprender su entorno y la naturaleza de su participación en la sociedad. A partir de ello, los individuos tienen algún grado de elección sobre su situación en el contexto global y, como consecuencia, las acciones no pueden ser exclusivamente atribuidas a imposiciones estructurales.

Por otro lado, las prácticas de gestión urbano ligadas al managerialismo de los años 60’s parten de no aceptar una relación sistémica entre las tendencias globales y las condiciones locales ya que esto representa, desde su perspectiva, una imagen incompleta y simplificada de la realidad. Cada espacio urbano se diferencia a partir de sus recursos particulares, de la estrategia seguida por sus elites y de su historia que sirve para forjar una identidad. De esta manera, el rol de la gestión urbana se centra en su función redistributiva dada, por ejemplo, por la provisión local de servicios a poblaciones urbanas.

Según ciertas corrientes, las elites cumplen un rol fundamental en la conformación de las condiciones locales diferenciadas frente a la estructura. Siguiendo a Molotch: “la investigación sociológica basada en las definiciones tradicionales sobre el espacio urbano ha otorgado poca relevancia a las actividades cotidianas de aquellos ubicados en la cúpula de la estructura de poder local cuyas prioridades establecen los límites sobre las decisiones que afectan el uso del suelo, el presupuesto público y la vida social urbana”.

Sin embargo, según sus críticos, tanto la teoría de la estructuración de Giddens como el managerialismo y la ciudad como una “growth machine” resultan incompletos al afirmar que los agentes sirven sólo a sus intereses sin ubicarlos en un contexto general. Al mismo tiempo, un enfoque basado en las acciones de las elites sólo arroja resultados sobre procesos locales que significan un análisis limitado de las relaciones sistémicas que existen en un campo más amplio. Desde los años 70’s dichas relaciones se han vuelto más estrechas con lo cual se han requerido nuevas explicaciones para la interrelación entre lo local y lo global.

Bajo el objetivo básico de iniciar una búsqueda al entendimiento del fenómeno urbano de grandes dimensiones y bajo la noción nuevas centralidades, con un horizonte transdisciplinario; en esta investigación pretendemos identificar una probable ruta para aproximarse a un pensamiento más complejo y por tanto una visión más compleja de la realidad del caso del centro urbano en la ciudad

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central Ciudad de México. El objetivo es articular las distintas investigaciones y planes existentes de las fuentes documentales y reconocer la multiplicidad de vertientes y rutas acerca del fenómeno urbano de la nueva centralidad dentro del tejido consolidado. Configurar un posible estado actual de las posibilidades de una aproximación a la complejidad del retorno de los equipamientos de servicios terciarios dentro de la ciudad construida.

IX.- Hipótesis e interrogantes.

La hipótesis de este estudio se sitúa en circunstancias en las que los procesos de reestructuración económica y de articulación global han impulsado complejas configuraciones de la ciudad central. Estas se producen en gran medida al interior de los espacios locales, manifestando una clara tendencia a la fragmentación y exclusión de de la sociedad asociadas a estos procesos. De igual modo se presentan acompañadas del desarrollo de los nuevos equipamientos de servicio terciario dentro de la ciudad construida o ciudad central.

Las nuevas formas de centralidad en la ciudad, impuestas por la globalización, son apoyadas por políticas laterales del desarrollo inmobiliario del gobierno local, no consideradas en la planeación actual en los centros urbanos. Así como los efectos en especulación del suelo urbano, la revalorización y el costo de la infraestructura urbana, la estructura espacial y ambiental en el espacio construido.

Estrategias metodológicas

X.- El estado de la cuestión: La Interpretación del Fenómeno Urbano de escala regional: La nueva centralidad.1

El estudio de los procesos espaciales se basa en parte en una cierta concepción del espacio y en parte en que todo modelo de equilibrio espacial es función de la naturaleza del espacio considerado. La planificación del crecimiento urbano y regional depende en gran medida de nuestra comprensión de los procesos que rigen el sistema urbano. La teoría del crecimiento urbano es una de las cuestiones menos elaboradas dentro del campo de la economía urbana y regional.

La teoría clásica de Lugar Central de (W. Christaller 1933), tiene el propósito de proponer un diseño del territorio con base en el estudio de localización de los centros de mercado. Retomando de la teoría de Von Thünen, elabora un modelo incorporando más variables de la ciudad a estudiar y trata el tamaño y la distribución de los asentamientos dentro de un sistema urbano; considera a la ciudad como parte de un sistema (intersistémico) en relación con otras ciudades –otros sistemas-. Christaller, predice la disposición espacial de lugares urbanos como centro de servicios, combinando asentamientos jerarquizados y zonas de mercado.Las consecuencias de este proceso especial de ubicación son las siguientes: los centros de categoría alta se volverán más grandes y espaciados que los centros de categoría más baja, todos los centros de mayor categoría proporcionarán mercancías de alta y baja calidad, y los centros de poca categoría

1 Enunciada por Christaller en 1933, y traducida al inglés en 1966, sostiene que la organización del sistema de asentamientos es jerárquica según diferentes niveles. Los centros urbanos tienen tamaños y funciones distintas. Esto es, existen regularidades en el tamaño, la distancia y la especialización funcional, relacionadas con una división del espacio según modelos geométricos en áreas hexagonales y jerarquías de núcleos, los más pequeños dentro de los mayores.

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proporcionarán tan sólo mercancía de baja calidad y se insertarán en las áreas comerciales de los centros de categoría alta.Algunos de los modelos planteados con interés en el crecimiento de las ciudades, su delimitación y el uso del suelo urbano son temas a partir de los cuáles surgen diversas teorías; para Davies (1951), las teorías y modelos sobre el crecimiento y localización, sobretodo la concéntrica son criticables, según él, hay factores (gradientes) que rompen con el patrón del modelo concéntrico, tales como las interacciones que se generan entre los distintos fenómenos socioeconómicos de las diferentes partes de la ciudad. El análisis se puede aplicar al estudio de características socio-económicas, de diferentes distancias al centro de la ciudad como sectores concentrados, al uso del suelo, al tránsito, etc. Antes del término planteado por Gottman; Patrick Geddes al observar el mapa de Bartholomew, población de Gran Bretaña a principios del siglo XX, descubrió que la urbanización había asumido una nueva forma: las áreas urbanas, hasta entonces distinguibles tanto desde el punto de vista político y administrativo como desde el punto de vista geográfico, se habían convertido en una masa informe con una alta densidad de población, a una escala que superaba a cualquier gran ciudad del pasado. Configuración que denominó conurbación2 (Geddes, P. 1915). Este nuevo tejido urbano estaba menos diferenciado que el anterior. Presentaba una vida institucional empobrecida; mostraba signos más débiles de integración social; y tendía a aumentar su tamaño en cada nuevo edificio, cada nueva avenida, cada nuevo «desarrollo», sin ningún límite previsible. En el caso del centro histórico o núcleo central de la ciudad de México, se delimita finales del siglo XIX, y su consolidación se da en el transcurso de las dos primeras décadas del siglo XX, continuando con su expansión y fue a partir la década de los 50´s cuando se da inicio la conurbación con los primeros municipios del estado de México, generándose la metropolis.

Por otra parte, Constantinos Apostolou Dioxiadis3 propone una ciencia de asentamientos humanos “ekistics” y sus contornos significando la emergencia de asentamientos humanos grandes y complejos que tienden a las conurbaciones de escalas regionales e incluso a una ciudad mundial la cual denomina Ecúmenopolis, como modelo de escala humana no solo para el caso de las grandes ciudades, sino como un patrón mundial de los asentamientos humanos. Es la ciudad del futuro, cubriendo la mayoría de la superficie del habitable de la tierra como un sistema continuo.

La ciudad contemporánea se desarrolla bajo postulados poéticos y fatídicos, alternativas derrotas y ensimismamientos míticos al servicio del poder mercantil, y no como un modelo de introspección analítica acerca de los problemas sociales, culturales, funcionales y antropológicos. La ciudad contemporánea gravita sobre dos ideas básicas: la concentración del mercado en torno a la creación de un centro urbano y la reunión de la fuerza de trabajo y los consumidores.

El concepto de "metrópoli" ya vislumbrado a principios del siglo XX, como integración urbano-rural de grandes áreas polarizadas sobre uno o varios núcleos, es uno de los primeros anuncios de la nueva concepción territorial que, invirtiendo el proceso de concentración de la de la actividad en la ciudad, encierra el retorno hacia el exterior inundando el territorio circundante. La industrialización cambia el status-quo de la vida diaria, nuestro entorno y nuestras ciudades, 2 Término acuñado por Patrick Geddes para designar la urbanización sin freno, que se difunde por el territorio de forma errática, perdiendo la noción de centro y de unidad en el trazado propio de las ciudades, a una escala que superaba a cualquier gran ciudad del pasado. Se había establecido así una nueva configuración, tan diferente respecto de las ciudades industriales.

3 Arquitecto-Ingeniero y Planificador Urbano; egresado de Athens Technical University in 1935, y Doctorado en Charlottenburg University, Berlín 1936.

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focalizada en fenómenos ya conocidos en televisión como velocidades vertiginosas, efectos y acción; la percepción ya no puede aceptar más la velocidad normal de la ciudad. Nuestra relación con el tiempo y la historia ha cambiado.

Consecuentemente a esto siguen ciertos fenómenos como la musealización y la comercialización del "viejo centro" de la ciudad, como manera de percibir la historia. Uno se enfrenta en cierto sentido la comercialización de lo "real" y lo auténtico; estableciéndose la ruptura de paradigmas científico-culturales absolutos; y de la ciudad como “unidad productiva” en su naturaleza original de estructura espacial acotada y de espacio localizado privilegiado para la especialización y concentración económica. Algunas ciudades evolucionan hacia grandes megaestructuras sin centro, perdiendo funciones de centralidad. Como respuesta se establecen nuevas centralidades virtuales, no funcionalmente justificadas en la realidad de las teorías del urbanismo y arquitectura moderna del siglo XX.

Reconociendo la enorme, complejidad y magnitud del fenómeno de la nueva centralidad dentro de la centralidad principal, que rebasa las explicaciones fragmentadas del conocimiento empírico, dadas las condiciones caóticas observadas a finales del siglo XX y lo que va del siglo XXI, por las incertidumbres científicas ante una realidad cuyo “orden” no responde a los modelos teóricos tradicionales. La emergencia de vastas aglomeraciones urbanas aparece como una barrera infranqueable para las disciplinas referidas a la arquitectura y el urbanismo. La electrificación y posterior digitalización tienden a una desterritorialización del espacio urbano, cuestionando los modos tradicionales de entender las estructuras urbanas. Este incontrolable paisaje urbano sin precedentes constituye un histórico producto de la economía.

La metrópolis como una formación socio-espacial resultante de un proceso dinámico, complejo y exponencial autogestivo, con dimensiones y grados que van desde la ciudad a las conurbaciones, han provocado crisis y “parálisis intelectual” en las disciplinas de la arquitectura y el urbanismo moderno occidental, quizás por “la pretendida neutralidad de la ciudad construida por la postmodernidad sobre las ruinas del estilo internacional”(Hernández Pezzi 1998: 41) y del movimiento moderno aun vigente en países como México. El cambio se hace evidente al inicio del nuevo milenio el urbanismo institucional ha operado con la territorialidad de las "zonas", áreas que son delimitadas y afectadas a un determinado tipo de construcción, actividad, densidad, con mayor o menor detalle y logro de objetivos, según sean las bases jurídicas, históricas y culturales del país que se considere.

Los modelos teóricos existentes en disciplinas como arquitectura y urbanismo han probado ser insuficientes para integrar globalmente los procesos urbanos actuales. Es necesario verificar nuevos enfoques, que incorporen la noción de patrones dinámicos de transformación inherentes a las condiciones cambiantes de sistemas complejos - incluyendo, por ejemplo, fenómenos de altos índices, crecimiento, cambio, dependencias y desórdenes del sistema, fragmentación, heterogeneidad e inestabilidad. Los procesos en la actualidad son esencialmente dinámicos, inciertos y complejos por naturaleza, implicando una revisión profunda de nuestros marcos conceptuales. Los patrones de orientación y acción de las estructuras tradicionales de entender la forma urbana ya no son aplicables.

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En la historia de la urbanización, la segunda mitad del siglo XX se caracteriza por la emergencia de grandes aglomeraciones al interior de las cuales se desarrollan nuevas dinámicas. Es preciso reconocer la diversidad de las formas y de las temporalidades metropolitanas: la mundialización de la economía no significa necesariamente la uniformización del mundo.

Con el fin de comprender mejor las dinámicas contemporáneas, la investigación sobre el caso de la Ciudad de México revisa conceptualmente aquí un enfoque particular: las transformaciones urbanas y su papel en la reestructuración de los territorios metropolitanos que se involucran en el fenómeno de la nueva centralidad dentro de la ciudad central ciudad de México. El estado del conocimiento del fenómeno de las metropolis o megaciudades no ha llegado a la naturaleza o esencia de dicha configuración urbana, ya que presentan insuficiencias por la ramificación de los enfoques. Las fuentes consultadas desde Jean Gottman hasta los autores recientes como John Friedmann, Manuel Castells, Peter Hall, Saskia Sassen, Jordi Borja, Horacio Capel, Antonio Fernández Alba y Raúl Pezzi, entre otros, se distingue una caracterización para el presente siglo XXI a nivel mundial de un entorno urbano de las grandes ciudades por tres rasgos generales: 1. Creciente complejidad, 2. Creciente incertidumbre (urbanismo confundido) 3. Creciente velocidad e intensidad de cambio 4. Fragmentación / discontinuidad del conjunto de tejidos urbanos diferenciados de la aglomeración. 5. Contextos regionales de urbanización difusa.

Establecen diferencias tipológicas de Ciudad Global o Mundial y Metropolis, donde Manuel Castells plantea la noción de Tecnopolos. Lo que tiene de nuevo la configuración de las grandes ciudades o metropolis a partir del modelo de Jean Gottman y de la urbe global de Constantino Dioxadis (Ecúmenopolis como una jerarquía global de metrópolis y ciudades) en términos de hipótesis es precisamente que se supone la ruptura de las jerarquías. Hasta finales del siglo XX se ha venido dando una fuerte identificación entre los estados nacionales y las grandes urbes, las cuales como ciudades-mundo han articulado -y en buena parte todavía articulan en la red global de flujos- los intereses nacionales. Pero hoy esa identidad se rompe, por efecto de varios fenómenos: Extensión e importancia del fenómeno urbano y problemas de redensificacion actuales. La disgregación de lo local y lo global, que otorga a los espacios urbanos la capacidad de competir explícitamente, tomando como punta de lanza de esa competencia de los servicios terciarios en los centros urbanos de las metropolis. La insuficiencia de los instrumentos técnico-jurídicos de dominio político de tendencia vertical, con una mayor fragmentación de las decisiones -la planificación territorial, las prácticas sociales de urbanización, la arquitectura y el urbanismo de estado, no pueden hacerse únicamente en función de los intereses de los grandes centros de dirección, insertándose dentro del tejido consolidado en alianzas de las distintas formas de capital en los ámbitos urbanos de las aéreas centrales de la ciudad construida.

1. La globalización. Sus diversas interpretacionesPara describir las transformaciones sociales del final del siglo XX y principios del siglo XXI se han utilizado muchas metáforas: “primera revolución mundial” (Alexander King), “Tercera ola” (Alvin

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Toeffler), “Sociedad informática” (Adam Schaff), “Sociedad América” (Kenechi Ohmae), “Aldea global” (McLuhan). A su vez Ianni (1995, 5) nos plantea la aparición de metáforas al estilo de: “Economía mundo”, “Sistema mundo”, “Shopping center global”, “Disneylandia global”, “Nueva división internacional del trabajo”, “Moneda global”, “Ciudad global”, “Capitalismo global”, “Mundo sin fronteras”, “Tecnocosmo”, “Desterritorialización”, “Hegemonía global”, “Fin de la geografía”, “Fin de la historia”, etc.CAPITULO I: “LA INTERPRETACION DE UN CONCEPTO”I.1) Hacia una caracterización de la globalización.Las tendencias que hoy denominamos globalizadoras comenzaron a presentarse hacia la segunda mitad de la década del setenta, fundamentalmente en los años ochenta y convirtiéndose en un factor decisivo de la dinámica mundial en los años noventa. El derrumbe del campo socialista parece haber contribuido a la eliminación de los últimos obstáculos que tenían las fuerzas que impulsaban dichas tendencias.El trinomio de crisis, incremento de la competencia y la aceleración del cambio tecnológico, no puede ser soslayado cuando identificamos el entorno de la globalización (Estay, 1996, 28). Como proceso ha cobrado tal fuerza en los últimos años que ha terminado por enajenar a prácticamente todas las corrientes del pensamiento científico.“En muchos el concepto de “Globalización” se trata de afirmar como una realidad novísima que ha venido a imponerse a toda otra realidad, realizando sobre esta una operación omnívora. A partir de su trabajo digestivo solo queda “la globalización”. La economía, las sociedades, los sistemas políticos, la cultura, solo podrán proseguir en adelante como campos sometidos. En este sentido se hacen notar la influencia de corrientes como el postmodernismo, con su anhelo de “presentidad” y su doctrina epistemológica de “borrón y cuenta nueva”. Una vez establecida la globalización, ésta ya no necesita justificarse: es en si la justificación de todo lo que llegue a ocurrir”. (García, 2000, 1).

Bajo esa perspectiva, diversos estudios como la CEPAL [1996: 19, 26], Hirst y Thompson [1996: 18 a 34] y Ferrer [1998: 13 a 18], destacan que el escenario de hoy sería comparable con el periodo que va de fines del siglo XIX a comienzos del XX (1870 a 1913, aproximadamente).

Asi como la propuesta de los trabajos realizados por estos cuatro autores: los trabajos de Arthur Lewis (1981:23), en los cuales se presentan cifras de lo que califica como “la explosión del comercio mundial”, y según las mismas , hubo un muy rápido incremento del comercio internacional, sobre todo de manufacturas para el periodo 1899-1913 ; distintos trabajos de Angus Maddison, (1995:19) presenta un recorrido histórico en sus diferentes periodos 1820-1992, donde hace referencia al comercio exterior y mostrando un elevado ritmo de crecimiento de las exportaciones para 1870-1913; los trabajos que Paul Bairoch ha publicado sobre ese período, y en varios de los cuales lo compara con la situación actual.

En relación a esas comparaciones, presenta para 1913 coeficientes de apertura que son superiores a los de 1992 para Japón y levemente inferiores para EE.UU., Europa Occidental y el conjunto de países desarrollados, y además en uno de esos trabajos que identifica varios "mitos" que están presentes en las discusiones sobre la globalización (Bairoch y Kozul Wright; 1996). Entre lo que se cuestiona sobre dos mitos: uno de ellos es que el rápido crecimiento del comercio internacional del periodo 1870-1913 fue empujado por una disminución de barreras al comercio, cuando en realidad esas barreras aumentaron durante dicho periodo; el otro mito es según (Bairoch y Kozul Wright; el que surge en 1996:1) "que la producción internacional es un

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rasgo característico del presente periodo de globalización", ya que "nuestra propia estimación sugiere que el stock de IED alcanzó sobre 9 por ciento del producto mundial en 1913, una cifra que no ha sido sobrepasada en el inicio de los años noventa"; finalmente, el World Investment Report (UNCTAD; 1994), en su capítulo 3 estuvo dedicado al tema "Globalización, producción internacional integrada y la economía mundial". En donde, se revisa a detalle el alto dinamismo que durante el periodo 1870-1913 tuvieron los flujos de capitales, mercancías y personas, identificando a los años 50 en adelante del siglo XX como una etapa en la que "esos vínculos han sido gradualmente reconstruidos". En particular, al comparar los coeficientes de apertura de 1913 con los de 1992, los primeros son mayores para Japón y el Reino Unido, y menores para EE.UU. y Francia, en tanto que para la IED comparten la conclusión de Bairoch y Kozul Wright como se ha mencionado en el apartado anterior4.

“Con base a los antecedentes históricos de largo plazo, podría decirse que el proceso de globalización es un proceso histórico, que tal vez empezó con Marco Polo (...) pero que ciertamente empezó en el siglo de los grandes descubrimientos y viajes con la conformación del Imperio Hispánico. Es un proceso histórico que Wallerstein también coloca por ahí por esa época, como la formación de la sociedad capitalista global; es un proceso histórico pero al mismo tiempo, un proceso cíclico.

Al referirse al antecedente histórico de largo plazo, hay un proceso de integración del mundo que viene desde los orígenes y que, gradualmente por medio de las civilizaciones mesopotámicas está hoy día extremadamente avanzado, muy integrado pero que es también cíclico en el sentido que pasa por fases de mayor integración” (Sunkel, 1997:67).

Esta llamada por Amin globalización liberal5 no pudo hacer frente a la crisis del 1929-1933 y el sistema basado en el patrón oro tuvo que ser abandonado. Los poderes imperialistas se reagruparon en el marco de los imperios coloniales y de zonas de influencias protegidas (fuente de los conflictos de la Primera Guerra Mundial).

Bajo esa perspectiva, distintos materiales (por ejemplo CEPAL [1996; 19 a 26], Hirst y Thompson [1996; 18 a 34] y Ferrer [1998; 13 a 18], destacan que el escenario de hoy sería comparable con el periodo que va de fines del siglo XIX a comienzos del XX (1870 a 1913, aproximadamente). En estos y otros materiales, los autores que se citan son principalmente cuatro: los trabajos de Arthur Lewis (1981; 23), en los cuales se presentan cifras de lo que califica como “la explosión del comercio mundial”, y según las mismas , hubo un muy rápido incremento del comercio

4 Cabe tener presente que, en todo caso, la sola identificación de los montos absolutos o relativos del comercio y los flujos de capital de distintas épocas está lejos de agotar la discusión acerca de si en la actualidad estamos o no ante nuevos rasgos de funcionamiento de la economía mundial. En tal sentido, resulta interesante comparar las siguientes dos citas, la primera de Ferrer (1997; 30) negando evidencias a la globalización y la segunda de Kébabdjian [1992; 26] destacando el carácter mundial de los mercados:1.- "La mayor parte de las transacciones económicas no se realizan en los mercados globales sino en los nacionales. Másdel 80% de la producción mundial se destina a los mercados internos de los países. Las exportaciones representan menosdel 20% del producto mundial"2.- "Todos los mercados de bienes y servicios no son actualmente mundiales, pero si lo son los de los principales productos estratégicos: petróleo y energía, industrias aeronáuticas, informática, aplicación de la informática a la producción y robótica; construcción naval, equipamiento de transportes terrestres, telecomunicaciones, armamento, productos televisivos y películas, ciertos productos alimenticios, etc.5 El pensamiento económico evolucionaba consecuentemente. La economía política de los siglos XVIII y XIX fue dominada por las

figuras de los grandes clásicos (Adam Smith, Ricardo y luego Marx). El triunfo de la “globalización” de fin de siglo condujo a una nueva generación “liberal” arrebatada por el deseo de probar que el capitalismo era “insuperable” ya que expresaba las demandas de una nacionalidad eterna y transhistórica. Walras, una figura central de esta nueva generación, hizo todo lo que pudo para probar que los mercados se regulaban solos (reducían la sociedad a una mera multiplicación de individuos) y que el equilibrio producido por el mercado constituía a la vez el optimo social y garantizaba la estabilidad y democracia. Todo este pensamiento encontró su expresión en Alfred Marshall, cuyos manuales constituyeron la Biblia de la economía neoclásica de aquella época. (Amin, 2000: 4).

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internacional, sobre todo de manufacturas para el periodo 1899-1913 ; distintos trabajos de Angus Maddison, (1995 , 19) presentan un conjunto de series históricas ubicadas en el periodo 1820-1992, con varias de ellas referidas al comercio exterior y mostrando un elevado ritmo de crecimiento de las exportaciones para 1870-1913; los trabajos que Paul Bairoch ha publicado sobre ese período, y en varios de los cuales lo compara con la situación actual. Con base en esas comparaciones, presenta para 1913 coeficientes de apertura que son superiores a los de 1992 para Japón y levemente inferiores para EE.UU.,Europa Occidental y el conjunto de países desarrollados, y además en uno de esos trabajos identifica varios "mitos" que están presentes en las discusiones sobre la globalización (Bairoch y Kozul Wright; 1996). Entre otros, cuestiona dos mitos: uno de ellos es que el rápido crecimiento del comercio internacional del periodo 1870-1913 fue empujado por una disminución de barreras al comercio, cuando en realidad esas barreras aumentaron durante dicho periodo; el otro mito es (1996; 1) "que la producción internacional es un rasgo característico del presente periodo de globalización", ya que "nuestra propia estimación sugiere que el stock de IED alcanzó sobre 9 por ciento del producto mundial en 1913, una cifra que no ha sido sobrepasada en el inicio de los años noventa"; finalmente, el World Investment Report (UNCTAD; 1994), en su capítulo 3 estuvo dedicado al tema "Globalización, producción internacional integrada y la economía mundial".

En dicho capítulo, se revisa en detalle el alto dinamismo que durante el periodo1870-1913 tuvieron los flujos de capitales, mercancías y personas, identificando a los años 50 en adelante del siglo XX como una etapa en la que "esos vínculos han sido gradualmente reconstruidos". En particular, al comparar los coeficientes de apertura de 1913 con los de 1992, los primeros son mayores para Japón y el Reino Unido, y menores para EE.UU. y Francia, en tanto que para la IED comparten la conclusión de Bairoch y Kozul Wright que arriba hemos mencionado6.“con base a los antecedentes históricos de largo plazo, podría decirse que el proceso de globalización es un proceso histórico, que tal vez empezó con Marco Polo (...) pero que ciertamente empezó en el siglo de los grandes descubrimientos y viajes con la conformación del Imperio Hispánico. Es un proceso histórico que Wallerstein también coloca por ahí por esa época, como la formación de la sociedad capitalista global; es un proceso histórico pero al mismo tiempo, un proceso cíclico. Diría que mirando de muy largo plazo, hay un proceso de integración del mundo que viene desde los orígenes y que, gradualmente por medio de las civilizaciones mesopotámicas está hoy día extremadamente avanzado, muy integrado pero que es también cíclico en el sentido que pasa por fases de mayor integración” ( Sunkel , 1997:67).

6 Cabe tener presente que, en todo caso, la sola identificación de los montos absolutos o relativos del comercio y los flujos de capital de distintas épocas está lejos de agotar la discusión acerca de si en la actualidad estamos o no ante nuevos rasgos de funcionamiento de la economía mundial. En tal sentido, resulta interesante comparar las siguientes dos citas, la primera de Ferrer (1997; 30) negando evidencias a la globalización y la segunda de Kébabdjian [1992; 26] destacando el carácter mundial de los mercados:1.- "La mayor parte de las transacciones económicas no se realizan en los mercados globales sino en los nacionales. Másdel 80% de la producción mundial se destina a los mercados internos de los países. Las exportaciones representan menosdel 20% del producto mundial"2.- "Todos los mercados de bienes y servicios no son actualmente mundiales, pero si lo son los de los principales productos estratégicos: petróleo y energía, industrias aeronáuticas, informática, aplicación de la informática a la producción y robótica; construcción naval, equipamiento de transportes terrestres, telecomunicaciones, armamento, productos televisivos y películas, ciertos productos alimenticios, etc.

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Esta llamada por Amin globalización liberal7 no pudo hacer frente a la crisis del 1929-1933 y el sistema basado en el patrón oro tuvo que ser abandonado. Los poderes imperialistas se reagruparon en el marco de los imperios coloniales y de zonas de influencias protegidas (fuente de los conflictos de la Primera Guerra Mundial).

El proceso actual de desarrollo urbano territorial de los nuevos centros urbanos.

A pesar del debate sobre globalización donde hay gran diversidad de puntos de vistas sobre la fecha de comienzos así como diferentes propuestas de periodización parece no obstante, haber cierta coincidencia en que existen modificaciones en las condiciones en que se despliega el capital en el funcionamiento contemporáneo de la economía mundial. Estas modificaciones son: la revolución científico -técnica que a su vez implica un cambio sustancial en la base técnico productiva en las que funciona el capital provocando la disminución de trabas que se desprendían de esa base técnico- productiva y la disminución de trabas institucionales que derivan de la aplicación de estrategias de políticas económicas de diferentes cortes en los distintos países a las que antes había estado sujeto el desplazamiento y actuación del capital (Estay, 2001: 18) .

Tal como lo señala Hernández, “es importante destacar que la globalización, siendo continuación de la internacionalización, se diferencia de ambos momentos de la evolución del capitalismo, ya que se trata de un cambio estructural y cualitativamente distinta a los procesos antes mencionados de carácter multidimensional. La globalización es económica, financiera, política, social, cultural y comunicacional en la medida que es una transformación de carácter “civilizatorio” que afecta todos los ámbitos del acontecer social, reestructurando el “sentido común” sobre el que habían funcionado las relaciones sociales y productivas, por lo menos desde la inmediata segunda postguerra. Por otra parte, la simultaneidad de cambios políticos y económicos a escala internacional y el papel jugado por las nuevas tecnologías, particularmente en el terreno de las comunicaciones, le confieren al proceso globalizador la posibilidad de trastocar de manera definitiva y a largo plazo, los cimientos económicos, tecnológicos y socioculturales sobre los que tradicionalmente se había sustentado el capitalismo”. (1997:7).

El origen de la globalización neoliberal se puede situar en la crisis estructural que afecta al capitalismo desde finales de los 60’. Dentro de este contexto cabe señalar algunos factores fundamentales que tienen gran incidencia en el desarrollo posterior del capitalismo: 1) La caída de la tasa de ganancia, 2) El agotamiento para los espacios de la inversión productiva con la consiguiente acumulación de activos financieros, imposibilitados de valorizarse por la vigencia de regulaciones sobre los movimientos de capital. 3) El papel fundamental de los monopolios como

7 El pensamiento económico evolucionaba consecuentemente. La economía política de los siglos XVIII y XIX fue dominada por las

figuras de los grandes clásicos (Adam Smith, Ricardo y luego Marx). El triunfo de la “globalización” de fin de siglo condujo a una nueva generación “liberal” arrebatada por el deseo de probar que el capitalismo era “insuperable” ya que expresaba las demandas de una nacionalidad eterna y transhistórica. Walras, una figura central de esta nueva generación, hizo todo lo que pudo para probar que los mercados se regulaban solos (reducían la sociedad a una mera multiplicación de individuos) y que el equilibrio producido por el mercado constituía a la vez el optimo social y garantizaba la estabilidad y democracia. Todo este pensamiento encontró su expresión en Alfred Marshall, cuyos manuales constituyeron la Biblia de la economía neoclásica de aquella época. (Amin, 2000: 4).

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agentes del doble proceso de concentración y centralización de la propiedad, la producción y el capital; 4) La exacerbación de la competencia imperialista.

Lo anterior permite identificar algunos momentos fundamentales que van a estar presentes determinando la evolución de la economía y del sistema capitalista desde la década de los 70’: La necesidad de nuevos descubrimientos científico-tecnológicos para incrementar la capacidad productiva del trabajo y poder relanzar al capitalismo a una fase expansiva, la necesidad de encontrar formas de valoración de activos financieros acumulados, la necesidad de una nueva articulación de la economía mundial, es decir, una división internacional del trabajo, la agudización de contradicciones imperialistas y la rearticulación de un sistema capitalista de economía mundial a mediados de la década de los 80’, y ascenso del neoliberalismo al poder ( Hernández, 1997:6).Es importante destacar las “ evidencias de la globalización” , es decir , hay una serie de evidencias que demuestran la efectiva existencia de un conjunto de fenómenos cuyo despliegue ampara al uso del término “globalización” , es decir, se debe reconocer una “realidad de la globalización” en el sentido de que efectivamente hay cualidades nuevas en el funcionamiento de la economía mundial que ha implicado su reestructuración y donde por tanto el análisis económico debería dar una adecuada cuenta , de tal manera que la crítica al concepto no se lleve al extremo de negar aquellos comportamientos objetivos que más bien deberían ser explicados.“La globalización, es en sí misma una tendencia – síntesis, ya que bajo este rubro se consignan una serie de fenómenos que han venido abriéndose paso en el último cuarto de siglo en la producción, las finanzas, el comercio, las comunicaciones, etc, y que presenta un doble carácter. Por un lado, debe ser entendida como un momento cualitativamente diferenciado en el largo proceso de internacionalización de las relaciones capitalistas de producción, lo cual apunta a su carácter objetivo. Por otro lado, la globalización es también un proyecto, una estrategia conscientemente dirigida por el líder del sistema, EE.UU. y sus aliados, las grandes potencias. Es este aspecto de la globalización como diseño el que le confiere su carácter subjetivo y el que tiene mayor relevancia en el análisis de la gobernabilidad.” ( Chailloux y Baró, 2000,9).

El proceso de globalización exhibe un fuerte desarrollo de las fuerzas productivas lo cual queda recogido por la mayoría de los autores como la tercera revolución tecnológica. Cuando decimos que el proceso de globalización expresa el proceso de adaptación del mecanismo económico a las nuevas exigencias de la acumulación transnacional, tratamos de significar cómo las relaciones sociales de producción capitalistas son la expresión o envoltura social de las fuerzas productivas. De otra manera, concebimos que para una real comprensión esencial del proceso globalizador, es indispensable entender que está expresando el proceso de desarrollo de las relaciones sociales de producción, como forma de desarrollo de las fuerzas productivas o más concretamente, como forma capitalista de desarrollo de las fuerzas productivas12. De no enfocarse así, el problema del desarrollo tecnológico, resultará como un enfoque unilateral del proceso de globalización.

La globalización es un proceso de adaptación, readaptación y ajuste de los mecanismos económicos del capitalismo contemporáneo, a través de los cuales se desarrolla su esencia. Es una nueva etapa del desarrollo de las fuerzas productivas y las relaciones sociales de producción

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capitalistas como resultado del sistema de leyes económicas que desarrollan la forma de competencia. La globalización económica es un proceso objetivo que tiene su base en el impetuoso avance de la socialización capitalista de la producción a escala internacional, merced a la revolución operada en la ciencia y la técnica y por tanto, es un proceso que reproduce en el ámbito internacional la contradicción fundamental del sistema capitalista, es decir, que el proceso de globalización profundiza aún más la brecha entre los países desarrollados y los subdesarrollados por lo que es un proceso excluyente. Este carácter excluyente se manifiesta también en la no globalización del mercado de trabajo y en como el mercado tecnológico no se globaliza, sino que se fragmenta y elitiza.

Existen tres polos dominantes en la economía mundial: América del Norte, Europa y Asia- Pacífico. En el seno de ésta triada se multiplican los intercambios.La economía mundial provoca así paradójicamente, una ruptura del planeta entre tres polos cada vez más integrados y el resto de los países (en particular los de Africa negra) cada vez más pobres, marginados y excluídos del comercio mundial y de la modernización tecnológica( Ramonet , 1993 , 66)La aplicación de la más reciente revolución tecnológica siguiendo el esquema neoliberal transforma profundamente la estructura económica de los países ricos.El polo tecnológico avanzado (informática y telecomunicaciones) , o lo que algunos llaman producción no material , adquiere un creciente desarrollo mientras que un número cada vez mayor de plantas industriales se traslada al tercer mundo, en busca de mano de obra barata . Según el investigador canadiense Michel Chossudovsky, la aplicación de recetas neoliberales ha conducido tanto en el sur como en el este y norte a que una minoría social privilegiada haya acumulado enormes cantidades de riquezas a expensas de la gran mayoría de la población mundial, y en los países del tercer mundo y del este europeo a que las estructuras de comercio regional hayan sido abolidas y que una gran parte de la base industrial , que antes producía para el mercado interno haya sido desmantelada, debido a la creciente relocalización de una parte importante de la base industrial de los países avanzados en los atrasados. Este esquema de desarrollo tiende a destruir la industria nacional dirigida al mercado interno y a fomentar una economía de exportaciones que los hace más dependientes de las fluctuaciones del mercado ( Harnecker, 2000, 159)

El FMI define la globalización como la interdependencia económica creciente en el conjunto de los países del mundo, provocada por el aumento del volumen y de la variedad de las transacciones transfronterizas de bienes y servicios, así como de los flujos internacionales de capitales, al mismo tiempo que por la difusión acelerada y generalizada de la tecnología.La CEPAL, por medio de Michael Mortimore (1996) define la Globalización “como el conjunto de condiciones bajo las cuales una parte creciente del valor y las riquezas es producida y distribuida mundialmente por un sistema de redes de comunicaciones tecnológicas y comerciales internacionales”. El propio autor resume dos fenómenos característicos de este proceso: intensificación de la competencia internacional y la transnacionalización que equivale a considerar la empresa transnacional como el agente económico más importante, porque son dueños de la

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tecnología más dinámica, poseen sistemas internacionales de producción muy integrados y operan en múltiples mercados al mismo tiempo.Según Chesnais el término mundialización que enuncia una filiación con la teoría francesa de la internacionalización del capital y que corresponde a la substancia del término anglosajón “globalización” no se refiere solo a fenómenos que interesan a toda la sociedad humana, a todo el mundo, sino también a los procesos que se caracterizan por ser “globales” únicamente en la perspectiva estratégica de un “ agente económico” o de un “actor social” (Chesnais, 1998/99 ,37).McGrew y Lewis ( citado por Dunning, 1992, 11) señalan: “ La globalización se refiere a la multiplicidad de los vínculos e interconexiones entre los estados y las sociedades que conforman el actual sistema mundial. Describe los procesos mediante los cuales los acontecimientos, decisiones y actividades en una parte del mundo tienen consecuencias significativas para los individuos y las comunidades en lugares bastantes distantes del planeta.

La Globalización expresa y contiene múltiples interconexiones que no se reducen solo al aspecto económico y que llegan hasta interpretaciones generales de la sociedad. Uno de sus atributos incuestionables es que está reflejando relaciones transdisciplinarias en distintas direcciones y en retroalimentación constante. Es un proceso que por su carácter ha influido en la gestión macroeconómica, microeconómica, en el quehacer de los políticos y en el comportamiento de la cultura y la sociedad en general. De alguna manera esto responde (aunque no lo explique) a que la política es la expresión concentrada de la economía de donde se deriva que las transformaciones de la base económica y su desarrollo tienen un reflejo superestructural, el cual al mismo tiempo retroalimenta ese desarrollo de la base económica.Es un orden a escala mundial donde operan agentes económicos transnacionales, organismos e instituciones supranacionales y Estados nacionales. La dinámica de las relaciones económicas internacionales, las nuevas formas de producción conjunta, las alianzas estratégicas y los procesos de integración regional y subregional y el papel del estado, así como la eficiencia de los mercados, los fundamentos teóricos acerca del crecimiento y el desarrollo y hasta la idea de la soberanía económica y nacional se ven “replanteados”A su vez señaló la Organización de Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial ( PNUDI, 1997, 1) que “las diferencias de crecimiento han aumentado la distancia económica entre los países ricos y los pobres". La CEPAL por su parte sostuvo (1997, 19) que “los procesos de globalización y de liberalización de las fuerzas de mercado han acrecentado las diferencias entre los niveles de ingreso de los países industrializados y los de desarrollo y principalmente entre los grupos de ingreso dentro de cada país”.

1 Banco Mundial (1997) “Global economic prospects and the developing countries" UNCTAD (1997) “Informe sobre las inversiones mundiales" y “Trade and Development Report”.

I.1.2) Globalización y Regionalización.Junto con el proceso de globalización puede observarse que en el mundo está teniendo lugar otra dinámica, para algunos autores no menos significativa, que consiste en un proceso de regionalización de la economía mundial. Con frecuencia suele plantearse la regionalización asociada a la integración económica de los países de la región; pero no necesariamente está

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siempre directamente asociada a la integración ya que en muchos proyectos no se plantea una integración económica sino únicamente acuerdos de libre comercio.Al concebir la regionalización como una de las formas en que ha devenido el esquema actual de dominación, hay autores que abordan el fenómeno como la regionalización de la globalización, distinguiendo el concepto de “región de la economía mundial” y el de “región”. El primero se refiere a países que se han insertado con éxito en la economía mundial y el segundo a procesos de integración que no han logrado ocupar espacios “relevantes”.Se habla de dos tipos de regionalización: ofensiva y defensiva. La encaminada hacia organizaciones político-económicas para fortalecer sus ventajas y la otra desarrollada sobre la base de industrias desfasadas y presencia artificial de otras actividades económicas lo que contribuye a disminuir su productividad.En los trabajos de Paul Hirst y Grahame Tompson sobre el comercio mundial y la movilidad de las inversiones se llega a la conclusión empírica de que más que la globalización mundial lo que hay es una regionalización del comercio y de las inversiones, dentro de un sistema productivo en que la mayoría de ventas de las empresas multinacionales ocurren en el país o región económica en la que están ubicadas.La regionalización es expresión del reparto territorial del mundo que se ha desarrollado entre los principales países capitalistas. Por esto es considerable la forma modificada que adquiere el esquema de dominación global del capitalismo en su versión actual. “La creciente competencia en el contexto de la globalización produce la conformación de bloques regionales en torno a los grandes ejes de la economía mundial y se va dibujando una economía mundial que, en su doble movimiento, al mismo tiempo que se globaliza gira en torno a tres grandes áreas económicas: la Unión Europea, el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos al frente y una regionalización en torno a Japón” (Etxezarreta, 2000, 16).

La localización de los nuevos centros urbanos del terciario mayor se han insertado en sub-espacios que tienen la infraestructura necesaria, genera espacios globalizados en los que realizan los procesos hegemónicos, por lo que existen espacios mundializados, entrelazados en redes mundiales, controlados corporativamente que se manejan en la lógica global del capital. Las relaciones entre los sectores modernos establecen reconfiguraciones en las relaciones territoriales, ya que la revolución informacional, permite establecer redes que vinculan puntos territoriales diferenciados y distantes, en donde se establece una relación vertical en la que se realiza y materializa el proceso global. Es decir, se establecen relaciones diferenciadas y desiguales en los procesos mundiales, que se reproducen en el ámbito territorial.

Muchas veces la globalización se entiende sólo como la expansión del mercado a escala mundial. Según algunos autores, el avance del proceso es tal que no solo los Estados- Nación han “perdido” una gran parte de su poder, sino que están a un paso de su aniquilamiento. Dentro de esta corriente, Kenichi Ohmae, argumenta que en el futuro la nueva economía tendrá como núcleo no a los Estados-Nación, sino a muchas regiones entrelazadas, al modo de Estado-Región. El modelo Estado-Región es un modelo abierto a la economía mundial y plantea que son puntos de entrada eficaces para la economía

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mundial porque las características que los definen están conformadas por las exigencias de esa economía. Cabría preguntarse entonces: ¿Conduce la integración a la formación de bloques fragmentados? ó ¿la integración facilita una mejor inserción en la economía internacional?

El vínculo entre globalización y regionalización es parte del desarrollo de la polémica actual. Sobre esto existen diferentes posturas, unos conciben el problema como dos movimientos simultáneos y opuestos; para otros, es considerado como unidad dialéctica, que demuestra complementariedad. Es decir, para algunos autores son dos tendencias de un mismo proceso que desembocan en la economía mundial integrada globalmente, para otros, constituyen procesos diferenciados y divergentes que pueden conducir a la regionalización de la actual economía mundial en bloques que se integran regionalmente compitiendo en una economía mundial fragmentada ( Espinosa,1996:99).

La globalización no se ha traducido en un mundo en que las naciones interactúen en pie de igualdad, cualquiera que sea su emplazamiento; más bien se trata de una expansión que a medida que crece se concentra cada vez más en las tres regiones principales que se aglomeran en torno a los miembros de la tríada: el Japón, los EE.UU. y la Unión Europea; ellos representan las economías medulares de cada región y actúan como fuentes principales de tecnología, capitales y comercio para los países circundantes.

Tanto el GATT (hoy OMC) en el plano mundial, como el TLC en el regional, revelan la participación de los estados de los países centrales como creadores de un régimen que define y garantiza los derechos globales y domésticos del capital.Las tendencias del sistema-mundo llevan a la creación de formaciones regionales (macroregionales y regiones subnacionales) caracterizadas por un desarrollo desigual que presentan una dinámica polarizada en los procesos de desarrollo y sus efectos territoriales en sus diversas escalas.

La regionalización, tal como está teniendo lugar, sólo abarca la periferia próxima a los núcleos centrales, generando una periferia cautiva, que aumentará su dependencia del centro dominante, sin modificar por eso, su carácter esencialmente subordinado. La regionalización constituye un “proteccionismo” de nuevo cuño, que abarca una nueva faceta: mecanismos de protección de mercados, por cada espacio regional, la protección “hacia dentro”(...) y plantea una expansión al exterior en el sentido de que se pretende una reestructuración de la economía en el ámbito regional para poder ser más competitiva en los mercados mundiales (Etxezarreta, 2000, 17 y 28).Los grandes bloques económicos y sus “corazones” vendrían a ser, por su parte, los centros donde se desarrollan las mayores corrientes de comercio intraindustrial, transferencias tecnológicas, flujos financieros y servicios. Si bien es cierto que una de las características del proceso es la fuerte participación del comercio intraindustrial e intrafirmas, el cual se desarrolla fundamentalmente entre los países industrializados, también es cierto que para las grandes empresas transnacionales – motores del proceso de globalización y regionalización, debido al importante papel que juegan en la orientación y magnitud de los flujos de comercio e inversiones – es fundamental el desarrollo del libre comercio y de la libertad de acceso de todas las regiones y mercados.

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En rigor, el proceso de regionalización es una respuesta de las transnacionales a los cambios en los patrones productivos y a la reespecialización capitalista.I.1.3) Sobre el debate del papel del estado en la globalización.En el debate sobre el papel del Estado en la globalización se encuentran dos posiciones distintas. La primera asume que la globalización al suponer la expansión de las relaciones comerciales, de la producción y las finanzas a escala mundial bajo la iniciativa de poderosas ETN, es responsable de la pérdida de importancia de los estados en sus economías. De esta manera la globalización, reduce el espacio y la importancia de lo político conteniendo el discurso un fuerte determinismo económico convirtiéndose en un teorema que justifica el debilitamiento de muchas políticas públicas que se presenta como resultado de este globalismo económico que fuerza a cambios para enfrentarse a la competitividad global. “Globalización es la expresión de la expansión de las fuerzas del mercado, especialmente a nivel mundial, en general, profundizando en el dominio de la mercancía, sin los obstáculos que supone la intervención pública establecida durante este siglo” ( Etxezarreta , 1999 , 30). Supone que la sociedad elude toda idea de orientar, dominar, controlar y dirigir las fuerzas económicas. La competencia se erige en la ley suprema y el mercado alcanza una preponderancia absoluta (Montes, 1996, 125).El avance mundial de las tesis neoliberales, que están asociados a la supuesta ineficiencia de la intervención del estado en la economía, ha contribuido, junto a otros factores, a impulsar las argumentaciones relacionadas con la existencia de una crisis del Estado – Nación y el anacronismo de las actuaciones y fronteras nacionales. Se propugna que las fuerzas globales del mercado tienen ahora más poder y son más eficientes que las actuaciones públicas de los estados por lo que aquellas deben convertirse en los principales agentes activos de la economía mundial.

Impacto de la globalización neoliberal en el ordenamiento urbano territorial de las metropolis

Los cambios recientes observados en la modalidad neoliberal generada por la globalización no han modificado la esencia de la ciudad capitalista, que continúa como el territorio donde se asientan los soportes materiales necesarios a la producción y reproducción del capital, así como de la fuerza de trabajo. Al mismo tiempo, que los espacios urbanos centrales siguen considerándose privilegiados en la construcción de la compleja ingeniería del consenso mediante el cual se legitima la hegemonía del capital. La globalización, sin embargo, ha impuesto cambios al proceso urbano y, aun conservando su esencia, las ciudades se transforman para adecuarse a las nuevas exigencias de la acumulación del capital, dando lugar al surgimiento de las megalópolis y la ciudad global.La expansión global contemporánea del capital bajo la modalidad neoliberal se caracteriza, por la generalización de la economia de mercado, la privatización de los bienes y servicios públicos, la apertura comercial y financiera, así como por el creciente abandono de las actividades del Estado en la economia y, en particular, de las cuestiones urbanas.

La ciudad en el capitalismo no puede disociarse de la tendencia de capital a elevar la productividad del trabajo mediante la división técnica del trabajo y la socialización de las condiciones generales de producción y los equipamientos servicios terciarios. De esta manera se puede decir que la

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ciudad contemporánea no puede considera como un fenómeno autónomo sometido a leyes de desarrollo totalmente distintas a las leyes de acumulación capitalista, Lojkine, 1979:130. Por el contrario, la ciudad forma parte de la realidad que cotidianamente construye el movimiento del capital y, en consecuencia, el espacio urbano no escapa de las leyes generales que rigen la producción capitalista.Se presentan algunas reflexiones surgidas de esta nueva realidad de las ciudades, resultado del impacto que la globalización económica, proceso contradictorio, múltiple y complejo, ha provocado en el ámbito socioeconómico, espacial y territorial, considerado parte importante en el desarrollo de esta investigación.El proceso actual de desarrollo urbano territorial de los nuevos centros urbanos. El proceso actual de ordenamiento urbano territorial en la ciudad central.En la ciudad capitalista, la generación de las condiciones generales de producción y de los medios de consumo colectivo han recaído en los aparatos gubernamentales convirtiéndose en agentes urbanos de mayor importancia en la producción, distribución, localización, gestión y organización espacial de las ciudades.De esta manera, con el desplazamiento del Estado fuera de las actividades que tradicionalmente se consideraban dentro de su ámbito de acción; en donde el mercado ha desplazado a la racionalidad social. El predominio de la razón económica sobre la social en el neoliberalismo, que limita la acción social estatal hasta casi su desaparición, se sustenta en el dogma que considera al mercado como el mecanismo más eficiente para la asignación de recursos productivos, lo cual hace innecesaria inclusive perversa la racionalidad social en los procesos macroeconómicos.

Nueva configuración urbana, 2004La urbanización, más allá de la manera como se conciba o defina tiene ya un carácter global y su impacto en los nuevos espacios globales en las metropolis, tanto en países desarrollados como en vías de desarrollo, ha provocado transformaciones sustanciales en las formas de vida de la sociedad, desde la producción económica hasta las expresiones socioculturales.Las definiciones más difundidas de la urbanización la plantean como un proceso general poblacional, geográfico y económico, siempre vinculado a las ciudades, ejemplo, desde finales de la decada de los setenta, paralelamente al accenso del neoliberalismo, John Friedmann señalo que la urbanización adquiría dos formas:La concentración geográfica de la población y de las actividades no agrícolas en ambientes urbanos de tamaño y forma variables y la difusión geográfica de valores urbanas, comportamiento, organizaciones e instituciones, (John Friedmann, 1976:71).

Como fenómeno social, la urbanización tiene en la demográfica su dimensión fundamental. Bajo este enfoque se puede definir a la urbanización como un proceso de concentración de la población en los puntos centrales del territorio, proceso que actualmente se encuentra determinado por las condiciones bajo las cuales se desarrolla el capitalismo; esto es, la industrialización y la desruralizacion de la economia y la sociedad se ha convertido en los factores dinamizadores y conductores de las urbanizaciones contemporánea que, a su vez se ha constituido en el territorio

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donde se localiza y concentra la expansión capitalista. Por tanto el agente de este proceso es el capital que ha dejado al margen del proceso al Estado. De acurdo a lo que comenta Delgado, O, 2004, las condiciones que finalmente determinan el proceso de urbanización en el capitalismo neoliberal son las siguientes:a).- crecimiento natural que vive la ciudadb).- la migración del campo a la ciudad y de ciudades medias a las grandes metropolis.c).- la expansión física de la ciudad, que resulta de la movilización de la población y sus actividades del centro a la periferia de las ciudades.Estos factores determinan el proceso de urbanización y cada una de ellas, a su vez, se encuentra determinada por distintos factores. Como es caso en que viven actualmente las grandes metropolis, en particular de la ciudad de México, con la regresión de los equipamientos de servicios terciarios dentro de la ciudad construida generado nuevos espacios globales donde son insertados estos nuevos centros urbanos de alto nivel integrando parte de la industria, debido al proceso de la globalización económica.La nueva configuración urbana

El movimiento expansivo de la población hacia las grandes ciudades han generado que actualmente una gran parte de sus habitantes del mundo vivan en las grandes concentraciones urbanas que se han empezado a construir como megalópolis, proceso mediante el cual una zona metropolitana se conurba con otras zonas metropolitanas.8

Las ciudades más pobladas del mundo, según la ONU, una ciudad con más de diez millones de habitantes se considera megalópolis de las cuales en la actualidad en el año 2010 existen veinte megaciudades. Considerando una población mundial de 7 mil millones de personas al año 2011, la Tierra tiene una superficie de unos 500 millones de kilómetros cuadrados, lo que significa que la densidad media de la población es de aproximadamente 13 personas por kilómetro cuadrado.

Población de Veinte megaciudades más pobladas del mundo, 2010.

No.

Ciudad País Población

1 TOKIO Japón 36,094,0002 Cantón China 25.100.0003 Delhi India 24.100.0004 Nueva York Estados

Unidos22.000.000

5 Bombay India 23.500.0006 São Paulo Brasil 20.800.0007 Ciudad de México México 22.900.0008 Shanghái China 18.400.0009 Calcuta India 16.700.00010 Dacca Bangladés 14.100.00011 Kioto Japón 16.800.00012 Karachi Pakistán 16.900.000

8 El concepto de zona metropolitana se refiere aquellas concentraciones urbanas que, partiendo de una ciudad central, presenta una integración socioeconómica permanente, constante e intensa con localidades de su periferia inmediata, aunque no se encuentren relacionadas en un mismo tejido urbano; la trama urbana continua se define como área metropolitana, a la cual se le suman algunas unidades administrativas contiguas para formar la zona metropolitana, (Garza, G. 2003:147).

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13 Buenos Aires Argentina 14.800.00014 Los Ángeles Estados

Unidos18.000.000

15 Pekín China 14.000.00016 Seúl Corea del

Sur24.600.000

17 Río de Janeiro Brasil 12.600.00018 Manila Filipinas 20 200,0019 El Cairo Egipto 15.400.00020 Lagos, Nigeria Nigeria 11.800.000

Fuente: ONU, 210.

Aproximación a una tipología de ciudades

La ciudad se encuentra siempre en la encrucijada de la geografía y la historia, dice Octavio Ianni, y aunque en algunas predomina una de sus características “ya sea política, económica o cultural”, siempre es la ciudad una realidad múltiple, compleja y contradictoria, donde están presentes las condiciones y el resultado de la dinámica de las relaciones sociales, culturales, politicas y económicas.

Y por otra existen ciudades eminentemente mundiales o globales, que predominan en el ámbito regional internacional y nacional, aunque en la mayoría de los casos las ciudades están determinadas por lo local y en ese espacio operan su influencia de vinculación a nivel global. Bajo la globalización neoliberal, el principal agente responsable de la organización del mapa económico mundial son las corporaciones transnacionales, localizadas fundamentalmente en los grandes centros urbanos9.

El sistema de relaciones globales emergentes adquiere forma particular, típicamente urbana, en localidades bajo diversas formas enredadas en el sistema global. El modo especifico de su integración en este sistema da origen a una jerarquía urbana de influencias y controles. En la cima de esa jerarquía se encuentra un pequeño número de densas regiones urbanas, a las que llamamos ciudades mundiales. Fuertemente interconectadas entre si, por medio de decisión y finanzas, ellas constituyen un sistema mundial de control de la producción y de la expansión del mercado (Ianni, 2001:48).Las ciudades localizadas en los países más desarrollados del capitalismo se han convertido en los sitios de asiento del capital, que impone la globalización porque es hegemónico y puede moverse por todo el mundo, el cual adquiere ahora ”características de una inmensa fabrica acoplada a un vasto Shopping Center y coloreado por una enorme Disneylandia” (Ianni, 2001:49). Asi, la ciudad global surge a finales del siglo pasado como condición y resultado de la globalización del capitalismo. En términos urbanos, el principal resultado de la modalidad neoliberal de la expansión capitalista actual, generada por el capital y sus empresas transnacionales, ha sido la constitución de una red de ciudades globales que dominan el conjunto de la economia.Por lo que la metropolis ciudad de México forma parte de esta red de ciudades globales que ha empezado a reestructurase para poder ejercer de manera eficiente su condición de ciudad dependiente del sistema financiero internacional, conformando grandes aglomeraciones urbanas

9 A mediados de la decada de los noventa existían aproximadamente 40 mil corporaciones transnacionales en el planeta (90° de ellas tenían su sede en Estados Unidos, Japón o la Unión Europea), las cuales controlaban 140 mil subsidiarias en el extranjero y tenían ventas por más de 6 trillones de dólares. Se estima que un tercio del producto mundial lo absorben estas corporaciones (Garza, 2003:89).

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que pueden ser sede de empresas subsidiarias de corporaciones transnacionales o locales que se expanden hacia otras ciudades de su periferia.El nuevo papel del gobierno localLas condiciones en que se pretende que solo el mercado es capaz de resolver las dificultades que enfrenta el crecimiento urbano, se desplaza por innecesaria la acción del gobierno local por una estrategia individual encaminada a generar un conjunto de ventajas capaces de atraer a la inversión privada a una ciudad por encima de las demás, generándose una rivalidad. De tal manera que las ciudades entran en una difícil competencia por el capital, donde las primeras ofrecen todo lo que más puedan y los inversionistas asumen la estrategia de mantenerse a la expectativa y en espera de “quien da más”. La ventaja competitiva es un concepto creado por el economista Michael Porter, el cual comprende los meritos para lograr que una empresa alcance una “posición competitiva favorable en un sector industrial”, haciéndola capaz de:Crear para sus compradores un valor que exceda el costo de la empresa por crearlo. El valor es lo que los compradores están dispuestos a pagar, y el valor superior sale de ofrecer precios mas bajos que los competidores por beneficios equivalentes o por proporcionar beneficios únicos que justifiquen un precio mayor (Porter, 2000:20).El desarrollo de la teoría de las ventajas competitivas, Michael Porter advierte que la especialización de las naciones solo se da en ciertos sectores, puesto que no puede ser competitivo en todos, destacando que: “La competitividad de una nación depende de la capacidad de su industria para innovar y mejorar”, y sostiene, además, que: “las diferencias en valores nacionales, cultura, estructuras económicas, instituciones e historias contribuyen todas ellas al éxito competitivo (Porter; 1990:3).

Al trasladarse este concepto al ámbito urbano, los gobiernos locales asumieron la responsabilidad de crear ese valor excedente “sin costo para el capital” a favor de los inversionistas, con el fin de atraerlos hacia esa ciudad y no a la otra. De esta manera los gobiernos deben actuar exclusivamente a favor del territorio que gobiernan, por lo que su responsabilidad se limita a crear la infraestructura que permita abatir los costos generales de producción, o para generar el “ambiente local de negocios” que haga la diferencia de la ciudad que gobiernan respecto de todas aquellas que son competidoras en atracción del capital. Por esta razón, en la globalización de la competencia, los gobiernos mantienen su importancia en el logro del éxito competitivo de las empresas.Como puede observarse, el proyecto neoliberal, la dimensión urbana, definida como la base territorial del proceso de acumulación sustentado en el libre juego de las fuerzas de mercado, resulta clave en el proceso de reproducción del capital y de ahí el impulso de las estrategias como la descentralización, que procuran transferir a las ciudades y a sus gobiernos la responsabilidad de estructurar su territorio y sociedad de acuerdo a las necesidades del capital, esto es, hacer funcionales a la ciudad y gobierno en la expansión del capitalismo en términos impuestos por el mercado.En este nuevo esquema, las desigualdades entre las ciudades se convierten en las diferencias que alientan a la localización territorial del capital, de la misma manera, la infraestructura física, las condiciones generales de producción, que abaten al inversión privada en capital constante, se convierten en las ventajas competitivas de una ciudad sobre otras: “En este contexto, los regionalismos son parte de las desigualdades y, por ende, bienvenidos al nuevo modelo” (Hiernaux, 1993:11), que por cierto puede conducir a la pérdida del concepto de nación y, a la vez, participa del fraccionamiento del territorio en pequeñas unidades más preocupadas por lograr su viabilidad como ciudad que por contribuir al logro de objetivos nacionales, que muchas veces ya no existen.

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Estrategias del ordenamiento urbano territorial.A partir de la imposición del modelo neoliberal, la competencia y rivalidad extrema entre las ciudades, así como la prioridad otorgada a la atención de las necesidades del capital en el reordenamiento urbano territorial se ha convertido en las características de las relaciones inter e intraurbanas en el mundo, y la ciudad de México no es la excepción.Los gobiernos neoliberales mexicanos, siguiendo las propuesta de Michael P. (1990:13 y ss), han asumido que la competencia es el factor que estimula la diferenciación y eleva los atractivos que persigue el capital. Con estos criterios, actualmente en México puede observarse una intensa competencia entre ciudades a nivel nacional, que parece no participar de propósitos comunes, desde el discurso gubernamental, esta es la mejor manera de promover mejoras en las condiciones locales para atraer al capital que busca las condiciones óptimas para alcanzar su propósito, de la máxima ganancia.Finalmente, todas esas acciones y las demandas de los empresarios se han convertido en responsabilidad exclusiva de los gobiernos locales. Esta actitud de los servicios han sido aprovechadas por el desarrollo inmobiliario transnacional el cual se insertado den zonas centrales y estratégicas de la ciudad central ciudad de México. Este hecho parece demostrar que en la modalidad neoliberal del capitalismo mexicano el proyecto empeñado en hacer crecer la economia sobre la base de las exportaciones ha generado una creciente desproporcionalidad en la economia del territorio nacional, entre ciudades y regiones que concentran las actividades de exportación.ConclusiónLas tendencias de modernización y la reestructuración económica surgidos de la imposición de la modalidad neoliberal del capitalismo en la ciudad de México han desencadenado diversas y profundas modificaciones en los patrones de la organización territorial y en la urbanización.

La propuesta de modernización neoliberal en términos urbanos se ha traducido en un proceso selectivo en tanto el nuevo paradigma tecnológico, en vez de eliminar la dimensión territorial, la hace estratégica. Si reconocemos que actualmente para el capital resulta estratégica la elección de un territorio adecuado para la localización de la totalidad o de un fragmento de un proceso productivo, es posible comprender la importancia que adquiere ahora la dimensión urbana, que se puede considerar como la nueva base territorial de acumulación del capital.

Las politicas de descentralización se mantienen como eje central de las politicas territorial desde el gobierno de Miguel de la Madrid, el cual trata de transferir a los gobiernos locales la obligación de estructurar su territorio urbano-regional, de acurdo con las necesidades del capital.

Grandes megaproyectos y la nueva centralidad urbana

El propósito de esta investigación es, en primer lugar, argumentar que los grandes

megaproyectos producen modificaciones claves en la estructura de la centralidad urbana en

las ciudades. En segundo lugar, identificar cuáles son los intereses dominantes que

contribuyen a promover esos cambios. Finalmente delinear algunos conflictos de orden

socioespacial económico y territorial. El análisis se basa en la literatura sobre las nuevas

formas urbanas que surgen con la globalización, y en particular del estudio sobre el

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fenómeno de la nueva centralidad impulsados en la ciudad central ciudad de México en la

última decada del siglo XX y lo que va del XXI; el nuevo centro urbano dentro de la ciudad

construida ciudad de México. Los grandes proyectos urbanos consisten en operaciones de renovación urbana en gran escala que producen al menos tres modificaciones claves en la estructura de la centralidad de las actuales metrópolis: una modificación en la rentabilidad de los usos del suelo; una modificación funcional y físico espacial de áreas centrales estratégicas; y una modificación de los mecanismos de gestión pública .

Esas modificaciones han estado presentes en todos los procesos de renovación urbana a lo largo de la historia. Puesto que, es sabido que a lo largo de la historia de la urbanización el capitalismo fue creando un paisaje material apropiado a su propia condición para ir modificándolo, destruyéndolo o adicionándole nuevas estructuras físicas generalmente en los períodos de crisis y reestructuración. Y el Estado, en sus distintos niveles, también ha intervenido en la renovación de los centros urbanos de las ciudades. Ya sea para contrarrestar las tendencias de deterioro de las estructuras espaciales, o bien, para adecuarlas a las nuevas demandas derivadas de los ciclos económicos capitalistas. (Castells, 1979).

En la etapa actual, las especificidades de los grandes proyectos urbanos contemporáneos encuentran su explicación en los procesos de globalización y reestructuración económica, social e institucional que marcaron a las ciudades durante los últimos 30 años. En este sentido, estos emprendimientos expresan y sintetizan los cambios que se están produciendo en las condiciones de la producción de los espacios centrales, en las características de la demanda por dichos espacios, así como en los modos de intervención del estado a través de sus políticas urbanas.

Modificación del suelo urbano y su revalorización

Existe un rasgo estructural de los grandes megaproyectos urbanos desde el punto de vista de su articulación con la estructura urbana. Es su capacidad para producir un aumento extraordinario en la rentabilidad del suelo en áreas centrales o estratégicas que pasan a formar parte de un mercado de bienes raíces de escala internacional.

Las mega-operaciones se implantan en determinadas zonas urbanas que han quedado relegadas por la industria, y que resultan estratégicas debido a su localización desde el punto de vista de su accesibilidad y posibilidad de transformación urbanística y valorización. Este tipo de predios (públicos y/o privados) situados dentro de la ciudad central, con excelente accesibilidad, comunicación, lo cual concentraba una gran cantidad de industrias en la zona norponiente de la ciudad y que actualmente se ha delimitado un nuevo centro urbano de servicios terciarios dentro de la centralidad principal.

La valorización del suelo se verifica no sólo en las áreas del entorno sino también de los predios en donde se localizan las grandes operaciones. A diferencia de los lotes de tamaño regular de 200 m2, cuyo valor está determinado esencialmente por factores externos al lote -factores que ocurren en el vecindario y en

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la ciudad- estos grandes proyectos ejercen externalidades suficientemente fuertes que impactan su propio valor de estos grandes predios que van de 4 a 7 has. En promedio (Lungo y Smolka, 2004).

La valorización del suelo que promueven los grandes proyectos tiene como fuentes de origen: 1) inversiones en infraestructura que se realizan para acondicionar el área (obras viales y redes de servicios públicos) usualmente a cargo del sector público; 2) modificaciones en el régimen de usos del suelo y densidades edilicias para permitir la implantación de usos jerárquicos y un mayor aprovechamiento del suelo en edificación; 3) inversiones realizadas por los actores privados que desarrollan los emprendimientos inmobiliarios y construyen edificios de alta calidad.

Los estudiosos del mercado del suelo sostienen que, cuando ciertos terrenos pasan de un uso a otro que es superior, o aumentan su capacidad de edificación, incrementan sus precios de manera abrupta y en un tiempo relativamente corto porque comienzan a captar rentas de mayor magnitud y de una naturaleza distinta. Estos incrementos en los valores del suelo (plusvalías urbanas) suelen manifestarse precisamente en el tiempo en el que tienen lugar los cambios urbanísticos, ya que probablemente después los incrementos siguen la tendencia general de los precios de la ciudad o la metrópolis (Jaramillo, 2003).

Desde el punto de vista teórico, la tesis conocida como “brecha de renta” (rent gap) -propuesta por Neil Smith para explicar la renovación de barrios peri-centrales en Norteamérica- permite advertir la oportunidad de negocio que se abre para un conjunto de agentes, impulsando el desarrollo de áreas deterioradas a través de operaciones de renovación urbana. Esta tesis sostiene que la creciente disparidad entre una renta real de suelo capitalizada por el uso presente deprimido y una renta potencial alta que puede ser capitalizada a partir del “uso mejor y más jerárquico” del suelo (o, al menos de “un mejor y más intensivo uso”) genera una brecha de renta, que puede ser capturada mediante recomposiciones espaciales; eso impulsa el desarrollo de áreas deterioradas en todas las ciudades capitalistas10 (Smith, 1987).

Sin embargo lo que actualmente sucede en las grandes metropolis es el regreso de los grandes equipamientos de servicios terciarios dentro de la ciudad construida, generando impactos de redensificacion y revaloración del suelo urbano.

Con la delimitación de este nuevo centro urbano de servicios terciarios dentro de la ciudad central ciudad de México, se concentra una gran cantidad mezcla de edificaciones para diversos sectores integrando a la industria

Renovación del espacio urbano por la inserción de la nueva centralidad en la ciudad central.

Los elementos que históricamente han caracterizado a los centros urbanos en el capitalismo son la concentración creciente de las actividades económicas, la concentración del poder, la accesibilidad ligada al crecimiento urbano y la jerarquización simbólica. Los grandes proyectos urbanos contemporáneos preservan estos elementos propios de los centros tradicionales y los reproducen, bajo nuevas condiciones históricas. Zonas ferroviarias o portuarias, viejos aeropuertos o distritos industriales en declive se reconfiguran como entornos urbanos exclusivos para albergar infraestructuras y servicios de alto nivel. Con múltiples usos comerciales, administrativos, residenciales, culturales, recreativos y turísticos, con edificios de la más alta categoría y estándares arquitectónicos vanguardistas, estos entornos apuntan a atender una demanda procedente de las empresas líderes vinculadas a los sectores más activos e internacionalizados de la economía, así como a los consumidores de mayor poder adquisitivo y al turismo mundial. Los grandes proyectos son nuevos espacios para nuevas formas de acumulación y de consumo.

10 Esta brecha de renta es plusvalía urbana, entendiendo por tal la diferencia entre el precio de compra del terreno y la renta del suelo correspondiente a su uso final. Se trata de una valorización territorial que ocurre durante la tenencia en propiedad de determinado suelo.

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En la base de esta modificación funcional y urbana de áreas estratégicas degradadas se ubican nuevas condiciones de la producción y de la demanda en la economía de las ciudades progresivamente mundializada.

Los autores que estudian los impactos de la globalización en la estructura interna de las grandes metrópolis han advertido que, junto con una tendencia a la dispersión de actividades, se ha producido un complejo proceso de recentralización de firmas en la periferia y en las áreas centrales, en combinación con la expansión del rol de los servicios altamente especializados y las industrias culturales (Sassen, 1997; Castells, 1889; Harvey, 1999). Ello ocurre porque la revolución en las tecnologías de comunicación, que ha fundamentado el patrón de producción disperso, permitiendo que muchas actividades se muevan de lugar en lugar, no ha eliminado sino más bien ha acentuado la necesidad que tienen ciertas firmas de entornos edificados con una vasta concentración de infraestructura y recursos laborales (Sassen, 1991). La competitividad de las empresas en la nueva economía depende fuertemente de condiciones de productividad en el ámbito territorial en el que operan. Eso incluye: infraestructura tecnológica adecuada, sistema de comunicación que asegure la conectividad del territorio a los flujos globales de personas, información y mercancía. Y, sobre todo, recursos humanos capaces de producir y gestionar en el nuevo sistema técnico-económico (Castells y Borja, 1997).

Pero no sólo eso. Los nuevos centros donde se localizan las funciones superiores del nuevo sistema requieren espacios exclusivos para la elite gerencial y tecnocrática, tal como lo hizo la anterior elite burguesa. Demandan también servicios avanzados, centros tecnológicos e instituciones educativas calificadas, complejos de actividades hoteleras orientadas al turismo internacional y al tránsito por la ciudad (Sassen, 1997).

Es claro que hay una nueva elite que ha ganado con los cambios en la economía y en los mercados de trabajo. La literatura reciente sobre las ciudades más globalizadas ha destacado la presencia de esta nueva clase social que emerge en el escenario económico de la era postfordista: profesionales y directivos en los servicios que asumen funciones de coordinación, control y asesoramiento. Los ricos se han hecho más ricos porque han obtenido beneficios enormes gracias a las estrategias económicas, conectadas con la innovación tecnológica y la desregulación gubernamental.

Esa demanda constituye un factor clave para el desarrollo de nuevos entornos construidos, a través de grandes proyectos urbanos. Desde este ángulo, puede decirse que el principio de los grandes proyectos es crear escenarios apropiados en los cuales las empresas puedan encontrar infraestructura, medios de transporte, equipamientos y servicios que les permitan funcionar a escala internacional, regional y nacional.

Pero también deben suministrar un confort urbano que garantice una alta calidad de vida para los cuadros gerenciales y técnicos ligados a las empresas líderes y también para los usuarios de alto poder adquisitivo y el turismo internacional. Las nuevas formas de estructuración del espacio con la modalidad de fragmentos exclusivos pueden verse entonces como una respuesta a las demandas y objetivos globales, en tanto soportes materiales y simbólicos para actividades de punta y para sectores pudientes.

Modificación de la lógica y los Nuevos mecanismos de gestión del espacio público-privado.

Históricamente, los procesos de renovación urbana han exigido siempre la intervención del estado por tres razones básica: superar el fraccionamiento del suelo privado para garantizar la escala rentable de las operaciones; asumir los costos de las infraestructuras y acondicionamiento del suelo; y actuar en torno a los conflictos sociales derivados de la destrucción del patrimonio y/o el desplazamiento de actividades y población.

En las nuevas operaciones de centralismo, además de esas funciones, el estado asume también un rol promotor, lo que significa que el estado se orienta por la lógica de sector privado, particularmente en cuanto a la rentabilidad del suelo.

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En la concepción y diseño de los proyectos, el manejo del suelo es un componente fundamental, que antecede la ejecución de las obras y la venta de los inmuebles a los usuarios finales. El Plan Maestro pasa a ser un instrumento que no sólo determina la nueva morfología urbanística sino que debe permitir calcular los costos y beneficios económicos de la operación. Por eso, el Plan debe tener flexibilidad para emplazar en el sitio una serie de productos inmobiliarios que puedan resultar vendibles. El Plan asume también un carácter ideológico que expresa una imagen urbana que la autoridad debe exhibir a los actores económicos, políticos y sociales que intervienen en distintos momentos (Garay, 2001).

La gestión de este tipo de megaproyectos no puede encararse como una obra pública convencional. Exige un nuevo sustento legal (ej. leyes reforma del estado, leyes de desafectación del suelo de previos usos, nuevas normas urbanísticas), y una estructura administrativa capaz de garantizar en un plazo razonable el logro de los emprendimientos. Se requieren instancias de negociaciones y acuerdos entre los distintos actores públicos y privados involucrados y, en muchos casos, la creación de entes y autoridades específicamente abocados a la reurbanización.

En la base de estas modificaciones relativas a la lógica y los mecanismos públicos de actuación en el espacio urbano, se sitúan nuevamente los procesos de reestructuración económica y los cambios en las condiciones globales de la competencia. En respuesta a la crisis del estado desarrollista Keynesiano, en todas las grandes ciudades del mundo se ha asistido a una ampliación del rol de los gobiernos locales y una redefinición de las prioridades de las políticas urbanas. Estas políticas – junto con las de desregulación económica – pasaron a otorgar un rol protagónico al capital privado en el desarrollo urbano.

La atracción de inversiones privadas se convierte en un objetivo clave para contrarrestar la declinación económica de las ciudades, contribuir a su re posicionamiento en el escenario global y aumentar la base de los recursos fiscales. La extensión del campo de las políticas locales ha implicado la emergencia de acciones de cuño empresarial y de “promoción del territorio”, junto con el “marketing de las ciudades”.

la noción de nueva política urbana del gobierno local sintetiza los nuevos ingredientes que adquieren particularmente las políticas de regeneración urbana en las últimas décadas: por un lado, un fuerte apoyo estatal al capital privado para la revitalización de la ciudad, en donde ésta aparece como “negocio”. Por otro lado, un régimen político urbano, en el cual los intereses públicos y privados se amalgaman para definir las decisiones de gobierno (Cuenya, 2004).

Intereses que se articulan en los GPU: ilustraciones de la experiencia en la ciudad central

Las tres modificaciones claves que producen los grandes proyectos en la estructura de la centralidad, antes señaladas, están posibilitadas y en casos organizados por un conjunto de intereses económicos, funcionales y políticos dominantes que, operando en distintas escalas y con distintas lógicas, van a empujar hacia la creación de una nueva centralidad.

Como diría Soja, se trata de múltiples ejes de poder y estatus que dan cuenta de una sociedad más polarizada que la del pasado y que ha ido tomando forma a partir de la reestructuración global (Soja, 2008). Incluyen fuerzas que operan simultáneamente desde afuera hacia adentro y desde adentro hacia afuera, creando una morfología de la centralidad urbana diferente a la que conocíamos veinte años atrás.

Intereses vinculados a la propiedad del suelo y al capital inmobiliario

La experiencia argentina muestra que los intereses vinculados a la propiedad del suelo y al capital inmobiliarios en grandes proyectos están representados por un espectro de actores nacionales e internacionales, que incluye principalmente: propietarios del suelo, grandes desarrolladores-constructores, pequeños y medianos inversores, inversores-usuarios y operadores inmobiliarios.

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El Estado Nacional es uno de los principales propietarios de grandes extensiones estratégicamente ubicadas. La oportunidad de captar la valorización del suelo central re-urbanizado explica que en los últimos treinta años la iniciativa de impulsar grandes proyectos recayó especialmente en el Estado Nacional. Los grandes emprendimientos en las ciudades argentinas se desarrollan en terrenos que quedaron parcialmente desafectados de sus antiguos usos, a raíz de la privatización de empresas de servicios públicos, principalmente ferrocarriles y puertos, convirtiéndose en una potencial fuente de ingresos a través de su venta. A comienzos de 1990, en el marco de la reforma del estado, se generó un andamiaje legal e institucional que autorizó al Estado Nacional a vender y concesionar predios e inmuebles considerados innecesarios.

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Construir en lo construido

Una obra arquitectónica remite más allá de sí misma en una doble dirección. Esta determinada tanto por el objetivo al que debe servir como por el lugar que ha de ocupar en el conjunto de un determinado contexto espacial. Todo arquitecto debe contar con ambos factores. Su propio proyecto estará determinado por el hecho de que la obra deberá servir a un determinado comportamiento vital y someterse a condiciones previas

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tanto naturales como arquitectónicas. Esta es la razón por la que decimos de una obra lograda que representa una solución feliz, queriendo decir con ello tanto que cumple perfectamente la determinación de su objetivo como que aporta por su construcción algo nuevo al contexto espacial urbano o paisajista.

Hanz-Georg Gadamer, vida y método.

La diversidad figurativa de la arquitectura contemporánea, a menudo emulando a las vanguardias plásticas, solo puede darse plenamente allí donde las condiciones urbanísticas favorecen el edificio singular y aislado, no vinculados con otros para la formalización de espacios urbanos de integración.

En el ámbito del planeamiento urbano, el predominio de las infraestructuras en la definición de las formas urbanas, facilitado por un sistema administrativo ocupado sobre la gestión del suelo, entraña un divorcio entre urbs y civitas, como bien lo ha señalad Françoise Choay. Si lo urbano cada vez se asocia a un modelo metropolitano de construcción integral del territorio, lo cívico parece más bien referirse a los valores propios de la convergencia social de un lugar de encuentros, a la interrelación de los individuos en un espacio público socializado cuyos patrones de referencia siguen perteneciendo en exclusiva a la ciudad histórica.

En este sentido aludir al feng shui como arte de la correcta ubicación de los edificios en su emplazamiento no añade clarividencia a las observaciones publicadas, ejemplo de Christian Norberg Shulz. En realidad se ha llegado al extremo de manejar la relación de concordancia entre nueva arquitectura y lo construido como declaración de principios esgrimida por muchos autores, con desigual elocuencia, con todas las características de un sofisma.

El lugar está definido, como espacio por sus límites superficiales, como razón dice Christian Norberg Shulz, que “el lugar es experimentado como el interior, en contraste con el exterior que lo rodea”.

El problema de fondo que subyace bajo la supuesta dificultad de la arquitectura moderna para participar en la construcción evolutiva de la ciudad tradicional radica en la incapacidad de asumir tanto la historia del lugar como su propia condición histórica. El pasado mantiene su presencia como un dominio de la memoria individual, y social desde el cual puede organizarse el pensamiento creativo y además establecer una observación critica de la realidad. En lo referente a la arquitectura, todo lo construido habita ya en el espacio figurado de la historia, pero también lo imaginado y lo pretendido.

Formación de la ciudad global.

1 La economía inmobiliaria como asunto de la investigación de la ciudad globalHasta el momento, la economía inmobiliaria es un asunto poco atendido en la investigación de la ciudad global. Eso sorprende, considerando que Saskia Sassen ya hace 20 años advirtió en su libro “The Global City” (Sassen, 1991, 2001), que la formación de la ciudad global está relacionada con modificaciones en la economía inmobiliaria. Primero, el surgimiento de funciones de la ciudad global aumenta la demanda por oficinas de alta calidad, porque las empresas dedicadas a los servicios al productor requieren de una infraestructura condigna para poder captar deberes de control y administración en la economía global.

La consecuencia de este aumento de demanda es un boom de construcción, enfocado a ciertos barrios –por lo general en los centros– y ciertos sectores del mercado –los inmuebles oficina de primera clase. Por ende, desde los años 1980 “la rápida construcción de un complejo de oficinas de gran altura tras otro” (Sassen, 2001, p. 334) caracteriza a la transformación física de ciudades globales. Además, se está formando un mercado inmobiliario transfronterizo cuyas zonas centrales Sassen localiza en las ciudades globales. El aumento de la demanda por espacios de oficina de primera clase eleva los precios (principalmente en las localidades centrales), los desacopla del desarrollo económico de la ciudad y eso, a su vez, atrae tanto a inversores nacionales como extranjeros (Sassen, 2001, p. 190). Estudios demuestran que ante todo, aquellos centros urbanos que presentan un

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desarrollo dinámico en el área de servicios al productor, atraen a inversiones inmobiliarias transfronterizas (Fainstein, 2001). Esta tendencia de buscar inversiones rentables en mercados inmobiliarios urbanos se acelera en periodos de sobreacumulación, en los cuales las inversiones inmobiliarias asumen el papel de “una especie de última esperanza para encontrar usos productivos para la rápida acumulación de capital”.

(Harvey, 1985, p. 20). Finalmente, el boom de inversiones inmobiliarias trans-fronterizas se intensificó aún más debido a que muchas empresas globales de servicios al productor (sobre todo aquéllas del sector financiero), al mismo tiempo, son propietarios y usuarios de las oficinas (Lizieri, Baum y Scott, 2000). Así, dichas empresas se convirtieron en actores determinantes en los segmentos de primera clase de los mercados de oficinas en numerosas ciudades globales.

Sin embargo, la relación entre la formación de la ciudad global y la internacio-nalización de un mercado inmobiliario local realmente no se ha investigado siste-máticamente, salvo para los casos de Nueva York y Londres (p.e. Fainstein, 2001). Si bien es cierto que otros estudios tienen ciertas ciudades globales (sobre todo las asiáticas) como objetos (Haila, 2000; Han, 2005; Yusuf y Wu, 2002), su referencia a la investigación de la ciudad global por lo general se limita a la absorción del término. Para América Latina, el fenómeno de la internacionalización de merca1 Mi definición de la ciudad global se basa en la conceptualización presentada por Sassen (Sassen 1991, 2001). Según esta autora, ciudades globales son centros de producción y sumistro de servicios al productor (como servicios financieros, legales, inmobiliarias, de contabilidad, asesoramiento de empresas, etc.), que son esenciales para el funcio namiento y la gestión de la economía global. Por eso, ciudades globales son centros de donde se organizan y controlan los multiples flujos transfronterizos que characterizan a la globalización.

dos inmobiliarios se ha analizado desde varias perspectivas (ver, Sabatini y Cáceres, 2005; Libertun, 2006; Bernardes da Silva y Castillo, 2007; Valenzuela, 2007; Fuchs y Scharmanski, 2009). Sin embargo, en general estos estudios pasan sin referencia a procesos de la formación de la ciudad global. La postergación de la economía inmo-biliaria por la investigación de la ciudad global sorprende porque los “city builders” (Fainstein, 2001) conceptualmente constituyen un eslabón entre los procesos de la globalización y las transformaciones espaciales que muchas ciudades vivían en las últimas décadas. En el documento presente se analiza la “huella dactilar” que dejó la economía

inmobiliaria en la Ciudad de México, y su relación con la formación de la ciudad global. La hipótesis es que la transformación en ciudad global causa la globali-zación de ciertos segmentos del mercado inmobiliario y, junto con ella, cambios marcados en la configuración física de la ciudad. Para examinar esta hipótesis, la Ciudad de México es un ejemplo aparejado, porque ambos fenómenos son rela-tivamente recientes, por cuya causa se puede esculpir articuladamente si –y hasta qué grado– están relacionados con procesos de la formación de la ciudad global. A ese fin se relaciona el boom de construcción desde los años 1990, que ha resultado en la formación de una nueva geografía corporativa (Grant y Nijman, 2002), con la afluencia de empresas multinacionales, que tiene su origen en la formación de la ciudad global2. A continuación de este análisis se va a argumentar, tomando la Torre Mayor como ejemplo, qué partes de la Ciudad de México están viviendo un proceso de transnacionalización, lo que significa una desintegración parcial de su entorno local y nacional. 2 La formación de la ciudad global en México La formación de una ciudad global implica que la ciudad atrae a actividades eco-nómicas que son necesarias para el funcionamiento de mercados globales y que la importancia de las mismas aumenta dentro de la economía de la ciudad. Ya que estas funciones de control y gestión sobre todo se ejercen por medio de servicios al productor, el crecimiento, la concentración y la articulación global de estos servicios se consideran como indicadores importantes de la formación de la ciudad global (Sassen, 2001).

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Para la Ciudad de México está bien documentado que su papel económico ha cambiado paralelamente con la globalización de la economía en México –el epi-centro de la economía nacional se convirtió en una “charnela” entre la producción nacional y el mercado mundial (Parnreiter 2002, 2010). Eso se ve, por ejemplo, en una concentración muy alta de los servicios al productor de la Ciudad de México, de donde viene el 76% del valor agregado nacional (cálculos propios a base de INEGI, 2004). Para el propósito de este texto es aún más explicativo que los servi-cios al productor están altamente centralizados no sólo en Ciudad de México, sino 2 Como geografía corporativa se entiende, según Grant y Nijman (2002), el patrón geográfico de la ubicación de las empresas grandes en una ciudad.

también adentro de la ciudad. El 55% del valor agregado mexicano se realiza en sólo tres delegaciones del Distrito Federal, es decir, en Cuauhtémoc, Miguel Hidalgo y en Benito Juárez (Cuadro 1).

cuadro 1 | Servicios al productor, valor agregado, 2003, porcentaje de la producción nacional

Cabe destacar que también la concentración de las casas matrices de las 500 empresas más grandes registradas en México está muy alta y, aún más importante, creciendo (expansión por varios años). El número de empresas grandes, que tienen sus sedes principales en la Ciudad de México, aumentó de manera continua y paralelamente al aumento y la concentración de servicios al productor. En 1993, un año antes de la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio (TLC), 256 de las 500 empresas más grandes tenían sus sedes principales en la Ciudad de México. Trece años más tarde ya fueron 352 –un aumento de 37%. La tendencia de centralización también se muestra adentro de la ciudad: de las empresas top-500, que tenían sus sedes en la Ciudad de México en 1993, 85% se estableció en el Distrito Federal –en el año 2003 ya eran 93%. Dentro del Distrito Federal se anota una dislocación hacia el poniente. Mientras la delegación central de Cuauhtémoc con su Centro Histórico y una parte del “Paseo de la Reforma”, y delegaciones del norte y nororientales que primordialmente están marcados por industrias, muy claramente van perdiendo importancia, Miguel Hidalgo, y en particular Álvaro Obregón y Cuajimalpa en el poniente de la ciudad van ganando numerosas sedes de empresas (Cuadro 2). En total, la focalización en la Ciudad de México aumenta con la grandeza de la empresa (volumen de ventas) y con el entrelazamiento global (exportaciones, el grado de participación de capital extranjero). Pues, de las empresas que (en su mayoría) son propiedad mexicana, un 63% tiene su sede principal en la Ciudad de México, mientras que las empresas extranjeras tienen el 73%.

El mercado de oficinasEl mercado de oficinas se expandió abultadamente en línea con la formación de la ciudad global (para lo siguiente, los datos provienen de los reportes más recientes de CB Richard Ellis, Colliers International, Cushman & Wakefield y Jones Lang LaSalle). Entre 1997 y 2009, la superficie entera de oficinas se duplicó a 6.9 mill.m², cuando el 80% de la actividad constructora recae en el segmento de mercado de alta calidad. La clase A+ se expandió por más de 800,00 m² entre 2001 y 2008, sumándose en 2008 al 30% de la superficie entera de oficinas en la Ciudad de México (mientras en 2001 su participación ha sido el 19%). Las clases A y A+ suman a más de 3 mill.m², lo que equivale a un 55% de todo el espacio de oficinas. Eso significa que la Ciudad de México tiene más espacios de oficinas de primera clase que las demás ciudades en América Latina (São Paulo tiene alrededor 2 mill.m², Rio y Santiago 1.5 mill.m²).

El gran crecimiento de la oferta de inmuebles de oficina de alta calidad va acompañado por un cambio de la estructura espacial del mercado. En el poniente de la ciudad, y hasta cierto grado también en el sur, se formó un nuevo Central

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Business District (CBD), como ya se pudo suponer por la dislocación de las casas matrices de las empresas más grandes en México. En el año 2001, el CBD tradicional –el Centro Histórico, el Paseo de la Reforma aproximadamente hasta el anillo Periférico y a su norte Polanco así como Insurgentes y áreas circunvecinas– cubrió un 57% de todos los espacios de oficina3. En 2008, la participación del CBD tradicional en todos los espacios de oficina ha bajado al 48%, principalmente por una disminución 3 En la Cd. de México, empresas inmobiliarias operan con nueve submercados, cuya delimitación no se orienta en bordes de administración: Mientras Polanco y Lomas Palmas se encuentran en la delegación Miguel Hidalgo, otros mercados inmobiliarios se extienden a varias delegaciones: El corredor Centro-Reforma llega de Cuauthémoc hasta Miguel Hidalgo– y su alargamiento (Bosques de Lomas) llega de Miguel Hidalgo hasta Cuajimalpa. Santa Fe está situado en Àlvaro Obregón y Cuajimapla. El mercado Insurgentes aún cubre parte de cuatro delegaciones: Benito Juárez, Cuauthémoc, Àlvaro Obregón y Miguel Hidalgo, mientras Periférico Sur esta situado en Tlalpan y Magdalena Contreras.

drástica de Polanco (Figura 1). Por el otro, tanto Santa Fe, cuya participación en el mercado de oficinas se expandió del 12 al 17%, como Lomas Palmas (12% en 2008) y Bosques de las Lomas (10%) anotaron ganancias llamativas. Se ha, por ende, construido un nuevo CBD en el poniente de la ciudad.

figura 1 | Localización de las empresas más grandes de México y mercado de oficinas en la Ciudad México.

Los cambios en la estructura espacial del mercado de inmuebles de oficina se ven aún más claros si se enfoca solamente al segmento de alta calidad. En cuanto al CBD tradicional, Polanco e Insurgentes suman un porcentaje de espacio de oficinas.

Tipo A+ cada vez menor (la participación de Polanco se redujo del 15 al 8%, la de Insurgentes del 19 al 10%). El corredor Centro Histórico-Reforma, no obstante, está rápidamente aumentando su participación en el mercado de primera clase, casi triplicando su parte a 11%. Sin embargo, la mayoría de las oficinas de alta calidad se ha construido en el poniente de la ciudad: Santa Fe cuenta casi con un tercio del inventario A+ (2001: 22%; 2008: 32%), Lomas Palmas con 18%, y Bosques de las Lomas con 15%. En estas zonas, las áreas A+ constituyen el segmento más importante del mercado (en Santa Fe componen el 56% de todo el inventario, en Lomas Palmas y Bosques de las Lomas, 44%). En el corredor Centro Histórico –en Paseo de la Reforma–, al contrario, pese al reciente boom de construcciones, sólo el 23% del espacio de oficinas pertenece a la clase A+. 4 Formación de ciudad global y la nueva geografía corporativa

El análisis de las dinámicas del mercado de oficinas y de la ubicación de las empresas más grandes de México revela que no existe una relación directa entre la calidad de los inmuebles y las ventas de las empresas. De las diez empresas más grandes de México, ocho tienen su casa matriz en la Ciudad de México. Cinco de ellas (América Móvil, Comisión Federal de Electricidad, Teléfonos de México, General Motors, Telcel) se encuentran en Polanco y en el corredor Centro-Reforma, que componen sólo el 19% del área A+ del mercado de oficinas. Santa Fe, al contrario, solamente hospeda a una empresa top-10 (Chrysler), mientras PEMEX y Wal-Mart, la empresa más grande de México y la cuarta, están ubicadas afuera de los mercados inmobiliarios más dinámicos. La imagen cambia, sin embargo, si se considera no solamente a las top-10 empresas. De las empresas top-50, Santa Fe hospeda a 11, mientras Polanco y el corredor Centro-Reforma llegan a 5 sedes de empresas cada uno. Considerando la distribución espacial de las empresas según sus ventas se puede reconocer claramente, que la Ciudad de México entretanto tiene dos CBDs: 38% de las ventas de las empresas top-500 con sede en México se contabilizan en el CBD tradicional, mientras el 31% tiene su origen en el CBD nuevo (ver Figura 1). Cabe señalar que esta bifurcación tiene una dimensión temporal: mientras varias empresas grandes, que en los tiempos de sustitución de importaciones ya han jugado un papel muy importante en la economía

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mexicana (como por ejemplo, las empresas estatales o la mayoría de los consorcios de automóviles) están establecidas en el CBD tradicional, muchas empresas que se han asentado desde los años noventa favorecen el nuevo CBD con sus oficinas de mejor calidad.

Eso se ve claramente en la relación entre la distribución espacial de la superficie de oficinas de primera calidad, por un lado, y de las sedes de empresas de posesión extranjera y la ubicación de servicios al productor, por otro. Santa Fe tiene el número más grande de empresas extranjeras top-500 (28), seguido por Lomas Palmas (23) y Polanco (18). Al mismo tiempo, en Santa Fe se gana un tercio de las ventas de empresas extranjeras top-500, mientras en Polanco son el 13% y de Lomas Palmas el 6 %. En cuanto a las sedes de empresas de servicios al productor, si bien es cierto que Santa Fe no tiene el número más alto (el corredor

Centro-Reforma cuenta con 30, Lomas Palmas y Insurgentes con 24 cada uno, y Santa

Fe sólo con 16) es importante destacar que en cuanto a las ventas Santa Fe está

dominando muy claramente: allí se originan el 36% de las ventas de empresas de

servicios al productor –contrastado con el 27% en Insurgentes y el 12% en el corredor

Reforma-Centro. En total, el nuevo CBD cuenta con el 47% de las ventas de las

empresas extranjeras y el 52% de las empresas de servicios al productor (ver Figura

1). Por ende, la nueva geografía corporativa está marcada por un patrón particular de las

empresas que en su mayor parte son de propiedad extranjera, y de las empresas de los servicios al productor. Ambas tienen otras preferencias de ubicación que las empresas mexicanas: Se instalan con mayor frecuencia en la Ciudad de México, y adentro de la ciudad favorecen a oficinas en Santa Fe y en otras partes del nuevo CBD. Eso sugiere que los procesos de formación de la ciudad global han modificado la demanda para oficinas en la Ciudad de México cuantitativa y cualitativamente. Una parte creciente de la demanda está creada por las empresas multinacionales como también las de los servicios al productor, que al mismo tiempo demandan, más que todo, oficinas de alta calidad.

La observación de que la demanda de oficinas de primera clase por parte de empresas multinacionales es un factor fundamental para el desarrollo del mercado inmobiliario y la construcción de un nuevo CBD, se comprueba también por una tasa de disponibilidad en disminución desde el año 2002, incluso a pesar de un aumento de la actividad constructora. A finales de 2008, en plena crisis, la tasa de disponibilidad para oficinas de las clases A y A+ se mantuvo al 5 %, pero ha crecido desde entonces a una tasa entre 7 y 9 %. Esta tasa se encuentra, sin embargo, por debajo de las de muchas otras ciudades. Otra consecuencia del aumento de la demanda es el encarecimiento de las rentas en la última década. Aunque en 2007 los precios se mantuvieron en un nivel bajo comparado con el año 1997, muestran un movimiento expansivo continuo a partir del año 2002, que no fue interrumpido por la crisis 2008/9. Finalmente, la importancia de la demanda también se muestra en el aumento de las transacciones –la superficie negociada aumentó un 50% cada año entre 1995/96 y 2005/07. En ello es menester tomar en cuenta que inquilinos o compradores extranjeros constituyen un porcentaje creciente. Mientras obtenían más o menos la tercera parte de las transacciones a principios de la década (con fluctuación anual), el capital extranjero ya acreditó el 48% de las transacciones en el año 2007.

De esta manera, el mercado inmobiliario de México se ha vuelto destino de inversores globales. Un estudio de la “Sociedad Alemana de Fondos Inmobiliarios” (DEGI, 2008) identifica la Ciudad de México como el mejor lugar para invertir en América Latina (rango: 62; São Paulo: rango 67), con réditos esperables de 7.5%, lo que es por arriba del promedio de las ciudades analizadas (6.0%), mientras el riesgo se estima solamente muy poco encima del promedio. Con eso, calibrando los riesgos, las posibilidades de ganancia de una inversión se clasifican casi iguales

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que aquellos en Praga, Atenas o Auckland. Como consecuencia de esta previsión, el mercado mexicano atrae a inversores institucionales: Según CB Richard Ellis, más o menos 1,4% de las inversiones institucionales a nivel mundial se hacen en México –más que en Suiza y sólo un poco menos que en Corea del Sur o Hong-Kong (Alvarado Guerrero, 2006).

El círculo se cierra: “Las compañías extranjeras son un componente significativo de la demanda total. Además, las empresas internacionales son más selectivas y solicitan un ajustes específico para sus necesidades, elevando el mercado de edificios de Clase A” dijo Claudio Tanco, entonces dirigente de Corporate Real Estate, HSBC México (citado en Mackenzie Gleason, 2005, pp. 33). Igualmente, Reinhard Kutscher, portavoz de la Junta Directiva de la Hamburger Union In-vestment Real Estate AG (previamente DIFA Deutsche Immobilien Fonds AG, nota de prensa DIFA, mayo del 2006, traducción propia) informó que “oficinas de alta calidad, que satisfacen a las exigencias de empresas internacionales, están en el foco”. En una declaración similar el fondo alemán UniImmo Global (2007, p. 7; traducción propia) declara que “más que todo (son) empresas de los sectores de servicios financieros y farmacéuticos, como también empresas extranjeras, que se establecieron nuevamente en la Ciudad de México, han estado activas”. Por eso, no sorprende entonces, que para la Union Investment Real Estate AG, “México está en la lista de compras” (Die Welt, 4 de octubre del 2008, traducción propia). Desde 2005, cuando DIFA, como primer fondo inmobiliario, invirtió en América Latina y compró con 102 millones de dólares un 30% de la Torre Mayor en el Paseo de la Reforma, la sociedad ha invertido fuertemente en México. Adquirió, por ejemplo, el rascacielos de oficinas “Reforma 265”, que está ubicado al lado de la Bolsa mexicana y que tiene al Bank of America como inquilino más prominente. Según los datos del fondo, UnImmo Global posee inmuebles (o parte de ellos) en México (sobre todo en la Ciudad de México) con un valor de 206 millones de Euros (2009), lo que representa el 8% de todas sus inversiones y hace de México, después de Japón e Inglaterra, al tercer mercado extranjero del fondo. En cuanto a los réditos, México ha sido el mercado más lucrativo, con réditos de 19% en 2008 y 10% en 2009 (UnImmo Global, 2009, 2010).

5 La transnacionalización de espacios urbanos (I): actores Las inversiones hechas por la Union Investment Real Estate AG en México, y las ganancias que hace con ellos, son un ejemplo para lo que en la literatura científica se describe como la internacionalización de los mercados inmobiliarios. Bajo esa noción más que todo se entiende la extensión del radio de acción de actores centrales: Inversores institucionales esparcen sus inversiones sobre los mercados de varios países. Así, los inmuebles llegaron a ser “móviles”, es decir, se convirtieron en objetos de inversión, negociados a nivel mundial. Esto va acompañado por una creciente movilidad de agencias inmobiliarias grandes, que también empezaron a actuar a nivel mundial.

No obstante cabe la duda si “internacionalización” es el concepto adecuado para comprender los cambios en la economía inmobiliaria y las nuevas dinámicas del desarrollo urbano causados por ellos. Esta duda emerge de una diferencia conceptual entre actividades internacionales y transnacionales que se ha establecido en las literaturas sobre la migración transfronteriza y sobre las empresas transnacionales. Mientras actividades internacionales se desarrollan entre Estados nacionales, por lo cual son interestatales (la empresa internacional, p.e., tiene su producción integrada nacionalmente, mientras al mismo tiempo recurre a sucursales y proveedores extranjeros), las actividades transnacionales se localizan tanto entre Estados como dentro de los mismos. Dicken (2007) sostiene, por ejemplo, que la globalización económica está

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caracterizada por redes de producción que son marcadas por una integración transfronteriza y funcional. Sassen (2006), a su vez, ha sugerido que la etapa corriente del capitalismo está caracterizada por una “desnacionalización”, término con el cual caracteriza una transformación en cuya marcha la conexión entre autoridad y Estado nacional pierde su exclusivismo. Nuevas formas privadas de autoridad aparecen generándose y ejerciéndose en territorios limitados por actores, que ya no se pueden adjudicar a un Estado nacional. Ciudades globales son ejemplos paradigmáticos de tales espacios nuevos, en que prácticas sociales, regulaciones, instituciones u ordenaciones temporales de identificaciones nacionales y también desnacionalizadas se encuentran.

Basándome en estos conceptos, a continuación desarrollaré el argumento de que el mercado de oficinas de primera clase o, dicho de otra manera, los espacios de la ciudad global en la Ciudad de México, están en un proceso de transnacio-nalización. Partiendo de la noción de Smith (2001, p. 70), quien define las ciudades transnacionales como “creaciones humanas mejor entendidas como lugares de agencia multicentrada, si no descentrada”, sostengo que un espacio urbano transnacional es un espacio: a producido por actores cuyas prácticas se desarrollan a una escala transfronteri-

za, por lo cual carecen de una identidad nacional claramente demarcada; y b producido según reglas y normas que tampoco se relacionan con una localiza-

ción nacional particular. Como estudio de caso se eligió a la Torre Mayor en el Paseo de la Reforma, no solamente porque este edificio destaca físicamente del paisaje urbano (con sus 230 metros, es el edificio más alto de América Latina), sino porque también es un edificio simbólico para la formación de ciudad global en la Ciudad de México. Si una ciudad global se define como un nodo desde donde se gestionan los múltiples flujos globales, la Torre Mayor forma parte de la infraestructura física indispensable para estas operaciones. La lista de los inquilinos (más adelante) demuestra que la Torre Mayor es uno de estos nodos donde confluyen los flujos transfronterizos de las empresas globales.

Asociados de México tenía la responsabilidad de la realización inmediata. Las obras de construcción también se realizaron por una empresa mexicana: A.D. Tec Gerencia de Construcción. Aunque la empresa tenga mucha experiencia en la creación de inmuebles modernos de oficina (entre otros, la Bolsa Mexicana y el Citibank Building) y con contratantes extranjeros, su actividad se limita a México.

Cushman & Wakefield, una empresa de consultoría inmobiliaria de Nueva York, que se expandió globalmente a partir de los años 1990 y ahora mantiene oficinas en todo el mundo (también en la Ciudad de México), se subcontrató para el alquiler de las superficies de la oficina de la Torre Mayor. A pesar de su origen en Nueva York, hoy en día Cushman & Wakefield ya no tiene un centro o una identidad nacional, y eso no solamente porque sus oficinas están dispersas a nivel mundial, más importante es que el conocimiento de cómo hacer negocios (obviamente el capital más importante para una empresa de consultoría) no se adquiere en una oficina principal, sino en redes relacionales, las cuales encadenan las ubicaciones a nivel global (Beaverstock, 2004; Faulconbridge y Muzio, 2007).

En cuanto a los usuarios de la Torre Mayor, uno de los primeros inquilinos fue Deloitte & Touche, una de las empresas de contabilidad y asesoramiento de empresas “big four”. Deloitte & Touche alquilaron más que la cuarta parte de la superficie de oficinas de todo el edificio por 10 años. Deloitte & Touche es, según el autorretrato en la página web de la empresa, “(una) marca bajo la cual decenas de miles de dedicados profesionales en empresas independientes en todo el mundo colaboran. (…) las firmas que son miembros son entidades separadas y distintas legalmente”. Por ende, Deloitte & Touche no tiene ni una casa matriz para todas sus oficinas en el mundo, ni una identidad nacional. También, Deloitte & Touche destaca como empresa transnacional porque presta servicios a muchas de las empresas globales en México. El 24 por ciento de las empresas enlistadas en la BMV (220 de las 300 más grandes de México), obtiene sus servicios de auditoría de esta empresa, mientras 66 de las 100 empresas más grandes de

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México obtienen servicios legales de Deloitte. Entre los clientes globales destacan, p.e., GM, Grupo Financiero BBVA-Bancomer y Grupo Financiero Santander. Deloitte & Touche es, por ende, un ejemplo clásico para una intersección entre la “World City Network” (Taylor 2004) y varias ca-denas productivas (Parnreiter 2010). Otros inquilinos con un perfil transnacional son Santander Global Property (cuyo dueño, Banco Santander, es, según los “Forbes Global 2000”, la empresa novena en el mundo), Hewlett Packard (36), Barclays (77), Apple (113) y Western Union (908). En total, alrededor de cuatro quintos de los inquilinos son empresas extranjeras.

Así, tanto los productores de la Torre Mayor como sus usuarios son en su ma-yoría actores que ni son mexicanos ni tienen otra identidad nacional terminante. Al revés, corresponden con lo que caracteriza a un consorcio transnacional: “El poder para coordinar y controlar las operaciones en más de un país” (Dicken 2007, p. 106). Por ende, se cumple con el primer criterio establecido arriba para definir espacios transnacionales –la Torre Mayor es un espacio urbano producido por acto res cuyas practicas se desarrollan a una escala transfronteriza, por lo cual carecen de una identidad nacional claramente demarcada. Existen, sin embargo, más razones para llamar a la Torre Mayor un edificio transnacional. Mi conceptualización de espacios transnacionales incluye un segundo criterio, que se relaciona con las reglas y normas que guiaron la producción y que guían el uso de dicho espacio urbano. Por ende, en lo que sigue se analizan los cambios en la gestión urbana y en los procesos de planificación que hicieron posible la construcción de la Torre Mayor y otros megaproyectos. 6 La transnacionalización de espacios urbanos (II): reglas En la planificación y construcción de la Torre Mayor se aplicaron instrumentos y reglas de la gestión urbana, que fueron introducidos recientemente y que difieren claramente de los instrumentos y prácticas utilizadas hasta los 80s. La gestión de los proyectos urbanos importantes desde los 80s (como Santa Fe –ver Jones y Moreno-Carranco, 2007 y Pérez Negrete, 2009–, o el llamado rescate del Centro Histórico –ver Davis, 2006–, o la actual remodelación del Paseo de la Reforma –ver Terrazas & Ipiña, 2007), está caracterizada por mecanismos de planificación selectiva y ad hoc, con el fin de flexibilizar y simplificar los procedimientos para la autorización de proyectos inmobiliarios.

Un primer paso en esta dirección fue la introducción de los llamados ZEDECs (Zona Especial de Desarrollo Controlado) en los 80s, que fueron fundamentales en el desarrollo del nuevo CBD en Santa Fe, porque representan “un instrumento de planeación de usos del suelo ad hoc”, como lo puso Jorge Gamboa de Buen (2006, p. 5), quien en este entonces fue titular de la Secretaría de Desarrollo Urbano y Vivienda (SEDUVI) y quien hoy en día es director del Grupo Danhos, uno de los desarrolladores más importantes de México. Así, los ZEDECs permitieron alejar la planeación de la visión global de los Planes Maestros para hacerla selectiva y adaptada a casos particulares. Según Garza (1999, p. 165), este cambio en la gestión urbana resultó de la convicción de que no existe una necesidad “por planes maestros que identifiquen estrategias a ser seguidas en el mediano y largo plazo; más bien, las necesidades del mercado inmobilario determinan los proyectos que se llevarán a cabo y los usos de suelo requeridos”. Así, con la introducción de los ZEDECs se ha, en las palabras de Gambo de Buen (1994, p. 130), “logrado, por primera vez en la historia de la ciudad, ajustar los precios al potencial de desarrollo”.

Otro paso para flexibilizar y simplificar los procedimientos para la autorización de proyectos inmobiliarios fue la introducción del llamado “Sistema de trans-ferencia de potencialidad de desarrollo urbano”, que permitió ceder los derechos excedentes (o totales) de intensidad de construcción que le correspondan a un propietario, en favor de un tercero si la parte receptora está considerada como un área con potencial para crecimiento económico o de integración metropolitana.

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Cabe subrayar que el desarrollo hacia la flexibilización de la planificación continuó con los gobiernos del PRD a partir de 1997. A pesar de que formalmente se atuvo a los Planes Maestros (llamados “Programa General de Desarrollo Urbano”) tanto López

Obrador (2000-2005) como su sucesor Ebrard Casaubón (desde 2006) fueron guiados

por la idea de que una gestión urbana eficiente debería disponer de “mecanismos

ágiles de gestión, (...) planeación, regulación, fomento, control, vigilancia, coordinación

y concertación”, como lo afirmó Arturo Aispuro (Aispuro, 2007, p. 6), quien en los

tiempos de Gamboa de Buen como titular de la SEDUVI fue Director General de

Desarrollo Urbano, y quien luego asumió el cargo de vicepresidente de desarrollo en la

empresa Reichmann International en 1994, para regresar en 2006 a la SEDUVI como

titular. Un aspecto clave en aumentar la selectividad y flexibilidad de la planeación urbana fue

la creación de los llamados “Corredores de Inversión y Desarrollo” (CIDs) como áreas de (aspirado) crecimiento económico. El CID más importante es el Paseo de la Reforma, que ha perdido mucho de su importancia económica en los 80s y en los 90s, para recuperar su dinamismo a partir de la construcción de la Torre Mayor. Para fomentar el desarrollo inmobiliario en el Paseo de la Reforma y en los demás CIDs, el gobierno de Casaubón instituyó formalmente las prácticas ya establecidas: estímulos fiscales para empresas desarrolladoras, una adicional simplificación de las regulaciones (p.e. el llamado “one-stop shopping” para obtener la autorización para proyectos de construcción), tanto como una flexibilización aumentada de nuevo (las decisiones en cuanto el uso del suelo o la altura de edificios deberían ser, p.e., tomadas complacientemente) y una centralización de la toma de decisiones sobre proyectos urbanos en las manos del titular de la SEDUVI, quitándole de esta manera a las delegaciones el poder de decisión (GDF, 2008).

Finalmente, en 2010 se revisó la Ley de Desarrollo Urbano del Distrito Federal, con el fin de reducir –o hasta excluir– la participación ciudadana en las decisiones de planeación del desarrollo urbano (Pradilla Cobos, 2010). Eso vale sobre todo para las “Áreas de Gestión Estratégica”, que son definidas como zonas o corredores de gran importancia económica. Allá, las decisiones sobre intervenciones urbanísticas se tomarán por un comité en el cual el Gobierno del Distrito Federal tiene la mayoría de los votos. Ahora, es preciso indicar también que la nueva ley solamente formaliza las políticas ya habituales, hechas posibles entre otras cosas por la creación de los CIDs: En el caso del Paseo de la Reforma, p.e., el Plan Maestro estableció una altura máxima para los edificios de 25 pisos. Sin embargo, 10 de los 14 proyectos inmobiliarios que están planificados o en construcción rebasarán este límite. En cuanto a la relación entre los cambios en la planeación urbana descritos aquí y la Torre Mayor hay que subrayar dos aspectos. Primero, según los medios locales el Gobierno del Distrito Federal facilitó la aprobación de los planes a través de un manejo muy flexible de las leyes y regulaciones vigentes. Con sus 55 pisos, la Torre Mayor sobrepasó, p.e. la altura máxima determinada en ese entonces en el reglamento de zonificación, que previó solamente 38 pisos. No es, por ende, por casualidad que Arturo Aispuro, en ese entonces titular de la SEDUVI, acompañó en un discurso pronunciado en frente del cuarto congreso del ADOC (Arquitectos, Di-rectores Responsables de Obra, Corresponsables y Peritos en Desarrollo Urbano).

la promesa de simplificar “los procedimientos para la autorización” de proyectos urbanos con una fotografía de la Torre Mayor (Aispuro, 2007).

Segundo, y más importante, gracias al éxito económico de la Torre Mayor, las políticas aplicadas en su construcción se convirtieron en un modelo para la gestión urbana futura. Esta está, a más tardar con el Gobierno de López Obrador, dominada por la estrategia de “property led development”. Según el actual titular de la SEDUVI, Leal Fernández, “en el Gobierno del Distrito Federal nos hemos preparado para que (...) se haga del desarrollo inmobiliario un

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verdadero instrumento de reactivación económica” (citado en Galarza, 2009). Ahora, para atraer inversiones en el desarrollo inmobiliario, el Gobierno del Distrito Federal ofrece varios incentivos para las empresas desarrolladoras. En el caso de la Torre Mayor, se condonó a la empresa Reichmann International el pago del impuesto predial durante cinco años, “como una forma de incentivar la inversión privada” (Gerald Ricker, en este entonces director general de la oficina en la Ciudad de México, citado en La Jornada, 27/06/2002). Los gobiernos del PRD no se cansan de repetir que estos incentivos salen a cuenta para el Distrito Federal, porque por cada peso que el Gobierno invirtió en el Paseo de la Reforma, la iniciativa privada puso 20 (SEDUVI 2007). Según la Secretaría, en el Paseo de la Reforma siete proyectos grandes están terminados o en construcción, mientras otros siete están autorizados o en gestión (noviembre 2010). En sus esfuerzos de ganar apoyo para las estrategias de “property led development”, el Gobierno del Distrito Federal utiliza la Torre Mayor como un elemento discursivo importante. El éxito económico de este edificio (todas sus oficinas están rentadas y la mayoría de los inquilinos son de empresas globales que gozan de mucho prestigio en México) lo transformó en un modelo para todo el Paseo de la Reforma y otros CIDs. Para el entonces jefe de gobierno, López Obrador, la Torre Mayor muestra que se puede invertir en el Distrito Federal, porque no falta el apoyo político (La Jornada, 27/06/2002), mientras SEDUVI indica que “(u)n ejemplo exitoso en nuestra capital es el caso del Paseo de la Reforma. Tras haber sufrido el abandono de muchos de sus inmuebles después de los sismos de 1985 esta hermosa avenida fue recuperada al reforzar su infraestructura y otorgar estímulos fiscales a los desarrolladores para fomentar las inversiones” (SEDUVI 2007). La Torre Mayor es, en breve, pintada como “(l)a punta de lanza de esta cascada de inversiones en la histórica avenida” (El Universal, 22/07/2008).

En el contexto del debate sobre la transnacionalización de espacios urbanos es importante subrayar que los mecanismos de la planeación urbana flexible, selectiva y ad hoc, que en el Distrito Federal se han introducido poco a poco a partir de la segunda mitad de los 80s, son elementos de una estrategia que internacionalmente se conoce como “Planeación Estratégica”. Con este término se nombra a un nuevo estándar global de planeación, que, según UN Habitat (2009, xxiv), enfoca solamente “aspectos o áreas que son estratégicas o importantes para los objetivos del plan general”. En su totalidad, son megaproyectos como la provisión de infraestructura (transportación, comunicación, energía), la regeneración de antiguas áreas industriales, la creación de nuevos CBDs, o complejos de uso mixto (Burgess y Car mona, 2009). Lo importante aquí es que la

implementación de los mecanismos de la Planeación Estratégica ha sido “universal”

(Burgess y Carmona, 2009, p. 12) –a escala mundial “(una) nueva forma de

planificación de ciudades, a través de grandes intervenciones urbanas ha emergido, la

cual puede ser mejor definida como “planificación a través de grandes proyectos””

(Carmona, 2009, p. 7). Sin embargo, la Planeación Estratégica es universal no sólo porque se impuso en muchas

ciudades a nivel global. Más aún, la Planeación Estratégica se está desarrollando en las redes transfronterizas de las Naciones Unidas y el Banco Mundial. El concepto nació con el “Urban Management Programme” del Banco Mundial y el “United Nations Centre for Human Settlements” (UN-Habitat hoy en día), cuyo objetivo fue, entre otras cosas, “promover el pensamiento estratégico en planificación” (UN Habitat, 2009, p. 66). Otra fuente de la planificación estratégica son las llamadas “City Development Strategies” (CDS) que son desarrolladas a través de “The Cities Alliance”, fundada en 1999 por UN Habitat y el Banco Mundial. Por consecuencia, “(el) préstamo internacional de estas ideas” (UN Habitat, 2009, p. 15) es una práctica común, por lo cual la planificación estratégica se ha difundido a nivel mundial.

Otro aspecto que permite tomar a la Torre Mayor como un espacio urbano transnacionalizado es la tramitación de los alquileres en dólares. Se sabe bien que el dinero no solamente sirve como medio de cambio, necesario para el funcionamiento de mercados, sino que también impone –a través de las políticas monetarias– normas muy importantes para el cómo del funcionamiento de los mercados. Un ejemplo es la fijación del tipo de cambio. Inversionistas en

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México, p.e., siempre corren el riesgo de una devaluación –riesgo que tratan de hurtar mediante la dolarización de una parte específica del mercado inmobiliario: si el alquiler para oficinas de primera clase (como en la Torre Mayor) se paga en dólares, los propietarios e inversores pueden reducir el riesgo de desvaloración. Dicho de otra manera: La dolarización hace posible, entonces, que los inversionistas ganen la recompensa de inversiones arriesgadas en forma de réditos más altos (el rédito en la Ciudad de México es de 7.5%, más o menos el doble que en Nueva York –DEGI 2008, p. 43), mientras, al mismo tiempo, neutralizan una parte del riesgo de la inversión. Esta es una práctica muy común: Lorena Fuertes, Executive Vice President de Jones Lang Lasalle México, calcula que alrededor del 80% de los contratos sobre inmuebles de oficinas, inmuebles residenciales e inmuebles comerciales se sella en dólares. Para los dueños de la Torre Mayor, la dolarización salió a cuenta: sin ella, hubieran tenido un déficit de ingresos de casi 20 millones de dólares por causa de la devaluación del Peso mexicano frente al dólar, lo que equivale al 6% de las inversiones.

Así, los dos ejemplos tratados aquí –los mecanismos de planificación y la tra-mitación de los alquileres en dólares– indican que en cuanto a las “reglas del jue-go” en el mercado inmobiliario también se observa una desnacionalización de las normas y estándares que regulan la producción de los espacios urbanos globales. La infraestructura física de la ciudad global, es decir, edificios como la Torre Mayor o similares inmuebles en el Paseo de la Reforma o en Santa Fe, está producida según reglas que cada vez menos se relacionan con una localización nacional par-ticular. Lógicamente, los actores extranjeros en Ciudad de México se someten a leyes mexicanas –pero eso ni con mucho comprueba que el mercado es “nacional”. Precisamente, el derecho inmobiliario en México ejemplifica lo que Sassen (2006) llama la “desnacionalización de la fijación de normas”, y lo que Jones Lang Lasalle comprende como un impulso para los gobiernos de “modernizar” prácticas buro-cráticas. Según esta empresa inmobiliaria, la globalización “creó un incentivo a los gobiernos a racionalizar las práctivas burocráticas que impiden a los extranjeros inyectar capital” (2008, p. 2). La Constitución mexicana posrevolucionaria del 1917 contenía reglas que privaron a extranjeros de comprar suelo o inmuebles en México, lo que obviamente es un obstáculo para la inversión extranjera. Al negociar el TLC, el Gobierno de México obedientemente “modernizó” el artículo 27 de la Constitución para “adaptarse” a estándares internacionales y para facilitar el boom inmobiliario que comenzó con la construcción de Santa Fe. Así, los desarrolladores de la Torre Mayor se sometieron a leyes mexicanas –pero estas leyes hoy en día son cada vez menos “mexicanas”. 7 ConclusionesMediante un análisis detallado de la estructura espacial de sedes de empresas en la Ciudad de México, se demostró que la transformación de mercados inmobiliarios urbanos se motiva esencialmente por la “fuerza motriz” de procesos de la formación de la ciudad global. Por un lado, la presencia cada vez más grande de empresas globales (principalmente, pero no sólo, en el sector de los servicios al productor) aumenta la demanda de inmuebles de oficinas de alta calidad, que no existían en el volumen demandado en las ciudades de la semiperiferia de la economía global. Por otro lado, liberalizaciones amplias de mercados financieros y del suelo, en conjunto con una crisis de inversiones productivas, desembocaron en que más y más capital busque posibilidades de inversión en mercados inmobiliarios florecientes en todo el mundo.

Referente a la Ciudad de México, el resultado es un boom de construcción, fi-nanciado más que todo por inversiones extranjeras, principalmente en el sector de inmuebles de oficinas de máxima calidad. En forma de la constitución de una nueva geografía corporativa, se realiza una transformación y remodelación de la estructura arquitectónica de la ciudad. Un ejemplo clásico es la construcción del nuevo CBD en

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Santa Fe, y otro es la actual remodelación y recuperación del Paseo de la Reforma, que comenzó con la construcción de la Torre Mayor.

En la segunda parte del texto se argumentó que las transformaciones de los mercados inmobiliarios y de los espacios urbanos analizados aquí se comprenden mejor como una transnacionalización en vez de “internacionalización”. La Torre Mayor es un edificio que fue producido y está utilizado mayoritariamente por actores sin una identidad nacional claramente demarcada, mientras las discusión de los nuevos mecanismos de planificación en el Distrito Federal y el ejemplo de la dolarización de partes del mercado inmobiliario mostraron que tanto la producción y el uso de la torre están –por lo menos parcialmente– regulados por normas desnacionalizadas. La Torre Mayor es, por ende, no solamente un espacio de la ciudad global, sino también un espacio transnacionalizado que “aunque se inserta en el espacio físico del territorio nacional, puede tener poco que ver con el contexto circundante” (Sassen, 2008, p. 394). O, en las palabras de Smith (2001, p. 70), es parte de la red de ciudades transnacionalizadas, que se comprende como “creaciones humanas mejor entendidas como lugares de agencia multicentrada, si no descentrada”. Referencias bibliográficasCoronel, A. & Arturo, J. (2007). Nuevo Orden Urbano en el Distrito Federal. Ponencia presentada en el

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