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LA NUEVA ESPAÑA DOMINGO, 18 DE MAYO DE 2008 4 «Eso, junto a los ejemplos de lo que había sucedido ya en Alemania, Italia y Austria, hubiera llevado a que en toda Europa la gente se sometiera al fascismo. Creo, además, que octubre de 1934 fue positivo para la República, porque ésta, al menos, vivió, luchó y tuvo una resonancia mundial y fue un ejemplo que después inspiró la resistencia contra los fascismos. Si no hubiese habido la Revolución de 1934, en 1935 hubiéramos tenido un régi- men fascista en España». La idea de que la guerra civil comienza en 1934. «Hay personajes, por ejemplo, Pío Moa, que ha sido un confi- dente de la Policía franquista, que son siniestros y que ahora están tratando de desfigurar la historia porque la derecha utiliza cualquier cosa. Que mire Moa cómo quien se levanta en armas contra la República al año siguiente de proclamarse ésta es la derecha, es Sanjurjo. Y la cons- piración que estalla el 18 de julio de 1936 es fruto de una labor permanente durante toda la República. Hay la conspiración permanente de la derecha y del Ejército, y en el año 1934, conociendo las experien- cias internacionales, la CEDA trata de seguir el camino parlamentario para llegar al poder, pero, al mismo tiempo, está en marcha la organización clandestina mili- tar, que se levanta cuando la derecha polí- tica ha fracasado». España en la creación del Ejército europeo del Eje. «Entre los militares de la conspiración permanente hay un núcleo que encabeza Franco y en el que están Goded y Fanjul, fundamentalmente, que coinciden con el período en que Gil Robles es ministro de la Guerra. Tienen en sus manos el Estado Mayor del Ejérci- to y ese grupo encabezado por Franco confecciona ya un plan de reorganización del Ejército o de la aviación con arma- mento comprado en Alemania. En 1934 y 1935, las Fuerzas Armadas, de acuerdo con el Estado Mayor alemán y el Estado Mayor italiano, establecen una alianza no pública, pero una alianza real, que en tres años quiere modernizar el Ejército de acuerdo con alemanes e italianos. Pero eso se lleva a cabo sin que el país lo sepa. Alcalá Zamora, en sus memorias, refirién- dose a ese plan, explica que está muy pre- ocupado insistiéndole a Gil Robles y a Lerroux para que se fortifiquen las Balea- res. Por si hay un intento italiano de apo- derarse de ellas. Y resulta también que en el Ejército se está pensando en fortalecer la frontera con Portugal, por si los ingle- ses son los que atacan a España. Es decir, se elabora un plan de reorganización del Ejército con vistas ya a la II Guerra que el Eje está preparando, y sobre eso consi- guen un gran secreto, la gente no se entera de eso». La primera batalla de la Guerra Mundial. «En realidad, Franco se suma a la rebelión cuando está convencido de que los alemanes y los italianos van a apoyarle y van a asegurar el paso del Ejército de África a la Península. Estoy convencido de que si no hubiera habido en ese momento el planeamiento de la II Guerra Mundial por parte del Eje, en España hubiera habido confrontaciones sociales fuertes, pero no hubiera habido una guerra civil. Por ello la guerra civil española es la primera batalla de la II Guerra Mundial». La cuestión religiosa en la II Repú- blica. «Lo que fue realmente serio es que, ya al mes de proclamada la Repúbli- ca, hay la quema de iglesias y conventos. Yo eso lo recuerdo como si lo estuviera viviendo, porque ese día de mayo yo era un joven socialista de 16 años y salí con los jóvenes socialistas y republicanos a la calle a tratar de evitar que se quemaran iglesias y conventos. En la Puerta del Sol un grupo de anarquistas estuvo a punto de lincharnos. Nosotros éramos unos pocos. Lo que hay que preguntarse es por qué era tan fácil en esa época, en las ciudades y en los pueblos, sacar a la gente a la calle para quemar iglesias. ¿Por qué era tan fácil, aun a pesar de la posición en contra de los partidos de izquierda? Se hacía por una cosa muy sencilla: porque la iglesia había sido una parte del régi- men monárquico, autoritario, absolutista, de opresión que había sufrido este pue- blo, y porque en el campo los represen- tantes del poder opresor, del poder que hacía pasar hambre, del poder que no daba trabajo a la gente, eran el cacique y el terrateniente, el cura y el jefe de la Guardia Civil. Esos eran en la multitud del pueblo los representantes del régimen opresor, y el mismo odio que en aquella época había hacia la Guardia Civil lo había hacia la Iglesia y los curas. Si alguien daba una voz, sabía que habría gente que iría a por ellos, a vengarse. Si no se entiende el papel nefasto de la jerarquía católica en la historia de este país, es muy difícil explicarse por qué la gente sale a la calle a quemar iglesias. Yo he estado allí y he visto que era mucha gente la que se dejaba arrastrar por esas cosas, y los que salimos allí a tratar de impedirlo éramos unos pocos, que los demás miraban con indiferencia». La persecución religiosa durante la guerra. «Cuando estalla ya la guerra, es que el aparato del Estado republicano se hunde. No hay Ejército, lo tienen ellos. Y no hay Guardia Civil, que en Barcelo- na, momentáneamente, tiene un buen papel. En el resto del país, en general, se une a los sublevados. En Madrid, la Guardia Civil no se subleva, pero cuando tratamos de organizarlos y mandarlos al servicio se van pasando al enemigo uno detrás de otro. Es decir, se hunde el apa- rato del Estado y ese aparato es reempla- zado en esa situación de guerra y de desorden extremo por la iniciativa de partidos, de organizaciones, de grupos, que surgen espontáneamente, y de gru- pos que se dedican a buscar a los fachas. El orden público queda en manos de las masas y de organizaciones populares, y la verdad es que el orden público, sin un aparato de orden, es un desorden públi- co. A la República le cuesta unos cuan- tos meses organizar un Estado nuevo, una Policía nueva y un Ejército, los poderes. Cuando en Madrid me encuen- tro en la Consejería de Orden Público, no tengo nada en las manos. Tengo la JSU y el Partido Comunista, pero de Estado no tengo nada. En ese momento la Junta de Defensa de Madrid no tiene milicianos para poner uno o dos en cada calle por donde pueden entrar los grupos que cau- san el desorden. Es una situación de lo más crética, en la que nos ayuda en las primeras horas la indecisión de los fas- cistas, que no se atreven a meterse en Madrid. Si se hubieran atrevido, hubiera caído Madrid de inmediato». Hay que pregun- tarse por qué en ese momento era tan fácil sacar a la gente a la calle a quemar iglesias Al estallar la gue- rra, el aparato del Estado republi- cano se hunde; hay un desorden extremo Viene de la página anterior Santiago Carrillo. Las relaciones con el general asturiano José Miaja Menant. «Mis relaciones con el general Miaja, durante la guerra civil en Madrid, se producen cuando yo era un chaval de 21 años y él, para mí, ya era un hom- bre mayor, de cincuenta y tantos años, Pero, además, se daba una circunstan- cia que yo conocía y que hacía más curiosa la situación, y es que en 1917 cuando la huelga general en Asturias, Miaja dirige fuerzas militares de represión en el Principado y detiene a mi padre, que era dirigente del Sindi- cato Metalúrgico. En la detención, le hace una pregunta mi padre: “¿Cómo quiere usted que él cuelgue, con la cabeza para arriba o con la cabeza para abajo?”. La represión en 1917 en Asturias fue muy dura. Eso que yo había oído contar a mi padre en el hogar desde chiquitín me hacía más curiosa la relación con este hombre y la verdad es que en todo ese período de la Junta de Defensa de Madrid las relaciones de Miaja y mías fueron de lo más afectuoso. Tuvimos momentos difíciles, pero siempre actuamos de acuerdo; siempre tuvo gran confianza en mí y cuando, ya asegurados los frentes de Madrid, yo volví a mi cargo y dejé la Junta a fines de diciembre de 1936, seguí teniendo una relación espléndida con Miaja. Me consideraba en aquella época el jefe de la juventud republicana española. Yo dirigía la JSU, que era una organización muy importante. Incluso en un desfile mili- tar en Madrid, cuando yo ya no estaba en la Junta de Defensa, le entregué a Miaja el carné de afiliado de honor a la JSU. Tuvimos esa excelente rela- ción hasta el golpe de Casado, en el que Miaja se involucró». Los militares comunistas. «Miaja llega a tener carné del Partido Comu- nista. Se afilia probablemente a finales de 1934. Él hizo lo que hicieron muchos militares profesionales fieles a la República, porque el Partido Comunista tenía una política de apoyo hacia ellos, de mantenimiento de la disciplina, de la organización, de la transformación de las milicias en un Ejército regular. Y a los militares republicanos, aunque no eran ideoló- gicamente comunistas, salvo algunos, los intereses de la República y de la guerra les hacían sentir que el PC era el partido que afrontaba con más rea- lismo y eficacia esa situación. Por eso Miaja, Bueno y Barceló se afilia- ron al PC. Los unía a él la voluntad de ganar la guerra, y las demás fuer- zas republicanas no desempeñaban el mismo papel». El periodista asturiano Javier Bueno. «Lo conocí en Madrid, y en 1937 se va a Asturias a dirigir “Avan- ce”, el órgano del Partido Socialista que pone en marcha Amador Fernán- dez. En 1934, él fue una de las figuras más emblemáticas, porque lo tortura- ron bestialmente, y la foto de él con las señales de la tortura en el torso cir- culó por todo el mundo. Era un buen periodista y hombre de gran valor». «“¿Quiere que lo cuel- gue con la cabeza hacia arriba o hacia abajo?”, le preguntó Miaja a mi padre?»

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LA NUEVA ESPAÑADOMINGO, 18 DE MAYO DE 20084

«Eso, junto a los ejemplos de lo quehabía sucedido ya en Alemania, Italia yAustria, hubiera llevado a que en todaEuropa la gente se sometiera al fascismo.Creo, además, que octubre de 1934 fuepositivo para la República, porque ésta, almenos, vivió, luchó y tuvo una resonanciamundial y fue un ejemplo que despuésinspiró la resistencia contra los fascismos.Si no hubiese habido la Revolución de1934, en 1935 hubiéramos tenido un régi-men fascista en España».

La idea de que la guerra civilcomienza en 1934. «Hay personajes, porejemplo, Pío Moa, que ha sido un confi-dente de la Policía franquista, que sonsiniestros y que ahora están tratando dedesfigurar la historia porque la derechautiliza cualquier cosa. Que mire Moacómo quien se levanta en armas contra laRepública al año siguiente de proclamarseésta es la derecha, es Sanjurjo. Y la cons-piración que estalla el 18 de julio de 1936es fruto de una labor permanente durantetoda la República. Hay la conspiraciónpermanente de la derecha y del Ejército, yen el año 1934, conociendo las experien-cias internacionales, la CEDA trata deseguir el camino parlamentario para llegaral poder, pero, al mismo tiempo, está enmarcha la organización clandestina mili-tar, que se levanta cuando la derecha polí-tica ha fracasado».

España en la creación del Ejércitoeuropeo del Eje. «Entre los militares dela conspiración permanente hay un núcleoque encabeza Franco y en el que estánGoded y Fanjul, fundamentalmente, quecoinciden con el período en que GilRobles es ministro de la Guerra. Tienenen sus manos el Estado Mayor del Ejérci-to y ese grupo encabezado por Francoconfecciona ya un plan de reorganizacióndel Ejército o de la aviación con arma-mento comprado en Alemania. En 1934 y1935, las Fuerzas Armadas, de acuerdocon el Estado Mayor alemán y el EstadoMayor italiano, establecen una alianza nopública, pero una alianza real, que en tresaños quiere modernizar el Ejército deacuerdo con alemanes e italianos. Peroeso se lleva a cabo sin que el país lo sepa.Alcalá Zamora, en sus memorias, refirién-dose a ese plan, explica que está muy pre-ocupado insistiéndole a Gil Robles y aLerroux para que se fortifiquen las Balea-res. Por si hay un intento italiano de apo-derarse de ellas. Y resulta también que enel Ejército se está pensando en fortalecerla frontera con Portugal, por si los ingle-ses son los que atacan a España. Es decir,se elabora un plan de reorganización delEjército con vistas ya a la II Guerra que elEje está preparando, y sobre eso consi-guen un gran secreto, la gente no se enterade eso».

La primera batalla de la GuerraMundial. «En realidad, Franco se suma ala rebelión cuando está convencido de quelos alemanes y los italianos van a apoyarley van a asegurar el paso del Ejército deÁfrica a la Península. Estoy convencidode que si no hubiera habido en esemomento el planeamiento de la II GuerraMundial por parte del Eje, en Españahubiera habido confrontaciones socialesfuertes, pero no hubiera habido una guerracivil. Por ello la guerra civil española es laprimera batalla de la II Guerra Mundial».

La cuestión religiosa en la II Repú-blica. «Lo que fue realmente serio esque, ya al mes de proclamada la Repúbli-ca, hay la quema de iglesias y conventos.Yo eso lo recuerdo como si lo estuvieraviviendo, porque ese día de mayo yo eraun joven socialista de 16 años y salí conlos jóvenes socialistas y republicanos a lacalle a tratar de evitar que se quemaraniglesias y conventos. En la Puerta del Solun grupo de anarquistas estuvo a punto delincharnos. Nosotros éramos unos pocos.Lo que hay que preguntarse es por quéera tan fácil en esa época, en las ciudadesy en los pueblos, sacar a la gente a lacalle para quemar iglesias. ¿Por qué era

tan fácil, aun a pesar de la posición encontra de los partidos de izquierda? Sehacía por una cosa muy sencilla: porquela iglesia había sido una parte del régi-men monárquico, autoritario, absolutista,de opresión que había sufrido este pue-blo, y porque en el campo los represen-tantes del poder opresor, del poder quehacía pasar hambre, del poder que nodaba trabajo a la gente, eran el cacique yel terrateniente, el cura y el jefe de la

Guardia Civil. Esos eran en la multituddel pueblo los representantes del régimenopresor, y el mismo odio que en aquellaépoca había hacia la Guardia Civil lohabía hacia la Iglesia y los curas. Sialguien daba una voz, sabía que habríagente que iría a por ellos, a vengarse. Sino se entiende el papel nefasto de lajerarquía católica en la historia de estepaís, es muy difícil explicarse por qué lagente sale a la calle a quemar iglesias. Yohe estado allí y he visto que era muchagente la que se dejaba arrastrar por esascosas, y los que salimos allí a tratar deimpedirlo éramos unos pocos, que losdemás miraban con indiferencia».

La persecución religiosa durante laguerra. «Cuando estalla ya la guerra, esque el aparato del Estado republicano sehunde. No hay Ejército, lo tienen ellos.Y no hay Guardia Civil, que en Barcelo-na, momentáneamente, tiene un buen

papel. En el resto del país, en general, seune a los sublevados. En Madrid, laGuardia Civil no se subleva, pero cuandotratamos de organizarlos y mandarlos alservicio se van pasando al enemigo unodetrás de otro. Es decir, se hunde el apa-rato del Estado y ese aparato es reempla-zado en esa situación de guerra y dedesorden extremo por la iniciativa departidos, de organizaciones, de grupos,que surgen espontáneamente, y de gru-

pos que se dedican a buscar a los fachas.El orden público queda en manos de lasmasas y de organizaciones populares, yla verdad es que el orden público, sin unaparato de orden, es un desorden públi-co. A la República le cuesta unos cuan-tos meses organizar un Estado nuevo,una Policía nueva y un Ejército, lospoderes. Cuando en Madrid me encuen-tro en la Consejería de Orden Público, notengo nada en las manos. Tengo la JSU yel Partido Comunista, pero de Estado notengo nada. En ese momento la Junta deDefensa de Madrid no tiene milicianospara poner uno o dos en cada calle pordonde pueden entrar los grupos que cau-san el desorden. Es una situación de lomás crética, en la que nos ayuda en lasprimeras horas la indecisión de los fas-cistas, que no se atreven a meterse enMadrid. Si se hubieran atrevido, hubieracaído Madrid de inmediato».

Hay que pregun-tarse por qué enese momento eratan fácil sacar ala gente a la callea quemar iglesias

Al estallar la gue-rra, el aparato

del Estado republi-cano se hunde;

hay un desordenextremo

Viene de la página anterior

Santiago Carrillo.

Las relaciones con el generalasturiano José Miaja Menant. «Misrelaciones con el general Miaja,durante la guerra civil en Madrid, seproducen cuando yo era un chaval de21 años y él, para mí, ya era un hom-bre mayor, de cincuenta y tantos años,Pero, además, se daba una circunstan-cia que yo conocía y que hacía máscuriosa la situación, y es que en 1917cuando la huelga general en Asturias,Miaja dirige fuerzas militares derepresión en el Principado y detiene ami padre, que era dirigente del Sindi-cato Metalúrgico. En la detención, lehace una pregunta mi padre: “¿Cómoquiere usted que él cuelgue, con lacabeza para arriba o con la cabezapara abajo?”. La represión en 1917 enAsturias fue muy dura. Eso que yohabía oído contar a mi padre en elhogar desde chiquitín me hacía máscuriosa la relación con este hombre yla verdad es que en todo ese períodode la Junta de Defensa de Madrid lasrelaciones de Miaja y mías fueron delo más afectuoso. Tuvimos momentosdifíciles, pero siempre actuamos deacuerdo; siempre tuvo gran confianzaen mí y cuando, ya asegurados losfrentes de Madrid, yo volví a mi cargoy dejé la Junta a fines de diciembre de1936, seguí teniendo una relaciónespléndida con Miaja. Me considerabaen aquella época el jefe de la juventudrepublicana española. Yo dirigía laJSU, que era una organización muyimportante. Incluso en un desfile mili-tar en Madrid, cuando yo ya no estabaen la Junta de Defensa, le entregué aMiaja el carné de afiliado de honor ala JSU. Tuvimos esa excelente rela-ción hasta el golpe de Casado, en elque Miaja se involucró».

Los militares comunistas. «Miajallega a tener carné del Partido Comu-nista. Se afilia probablemente a finalesde 1934. Él hizo lo que hicieronmuchos militares profesionales fielesa la República, porque el PartidoComunista tenía una política de apoyohacia ellos, de mantenimiento de ladisciplina, de la organización, de latransformación de las milicias en unEjército regular. Y a los militaresrepublicanos, aunque no eran ideoló-gicamente comunistas, salvo algunos,los intereses de la República y de laguerra les hacían sentir que el PC erael partido que afrontaba con más rea-lismo y eficacia esa situación. Poreso Miaja, Bueno y Barceló se afilia-ron al PC. Los unía a él la voluntadde ganar la guerra, y las demás fuer-zas republicanas no desempeñaban elmismo papel».

El periodista asturiano JavierBueno. «Lo conocí en Madrid, y en1937 se va a Asturias a dirigir “Avan-ce”, el órgano del Partido Socialistaque pone en marcha Amador Fernán-dez. En 1934, él fue una de las figurasmás emblemáticas, porque lo tortura-ron bestialmente, y la foto de él conlas señales de la tortura en el torso cir-culó por todo el mundo. Era un buenperiodista y hombre de gran valor».

«“¿Quiere que lo cuel-gue con la cabeza haciaarriba o hacia abajo?”,

le preguntó Miaja a mi padre?»