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LA OPOSICIÓN AL SISTEMA
EL NACIMIENTO DE LOS NACIONALISMOS PERIFÉRICOS
1. Los grupos opositores al sistema de la restauración Las alternativas políticas al régimen de la
Restauración fueron básicamente dos: El retorno al absolutismo tradicionalista carlistas
ultraderechistas El radicalismo democrático los republicanos.
Además, aparecieron y se desarrollaron: movimientos políticos nacionalistas en Cataluña y el País
Vasco Todos estos grupos opositores poco efectivos
gozaron de gran libertad de prensa para exponer todo tipo de ideas y fobias políticas: anticlericales, antimilitaristas, antiliberales,
antidemócratas, antiborbónicas, antimonárquicas, antiespañolas o
separatistas.
1.1 Los republicanos Durante el último cuarto del siglo XIX, los
republicanos permanecieron desunidos y muy divididos en diversas tendencias.
La adaptación más rápida a las nuevas condiciones la protagonizó el viejo dirigente republicano Emilio Castelar que evolucionó hacia posturas cada vez más moderadas. la Restauración garantizaría el orden social. La
monarquía asumiría algunos de los principios democráticos
creó el Partido Republicano Posibilista. Un caso contrario fue el del político progresista
Ruiz Zorrilla republicanismo radical la acción violenta contra la
monarquía fundó el Partido Republicano Progresista,
influencia entre algunos militares
Las prácticas insurreccionales provocaron la ruptura de Salmerón con el partido de Ruiz Zorrilla creación del Partido Republicano Centralista
El republicanismo con más adeptos fue: el Partido Republicano Federal de Pi y
Margall que contaba con el apoyo de las clases populares.
Tuvo que luchar por los votos populares en competencia con el nuevo obrerismo: el Partido Socialista Obrero Español (PSOE),
fundado por Pablo Iglesias en 1879.
Emilio Castelar Partido Republicano Posibilista
Ruiz Zorrilla Partido Republicano Progresista
Salmerón Partido Republicano Centralista
Pi y Margall Partido Republicano Federal
PSOE fundado por Pablo Iglesias en 1879.
1.2 Los carlistas Derrota carlista en 1876 se prohibió la
estancia en España a don Carlos de Borbón El carlismo entró en una grave crisis
miembros de sus filas reconocen a Alfonso XII. La Constitución de 1876 descarta la sucesión al
trono de la rama carlista de los Borbones. Los carlistas mantuvieron su fuerza en Navarra, el
País Vasco y Cataluña, pero su influencia era escasa en el resto del territorio español.
Juan Vázquez de Mella renueva el partido con un nuevo programa: Se conoce como el Acta de Loredan, ( palacio
veneciano donde residía el pretendiente Carlos VII) Se mantenían los antiguos principios: unidad católica,
fuerismo y oposición a la democracia pero no se manifestaba a favor del Antiguo Régimen
y aceptaba el nuevo orden liberal-capitalista.
Sin embargo, en el seno del partido tomó fuerza la disputa religiosa. Una parte del partido acusó a Carlos VII de no
apoyar la política católica impulsada por el papado contra el liberalismo.
El líder de esta corriente fue Ramón Nocedal que fundó el Partido Católico Nacional, que dejó de reconocer como rey a don Carlos y se convirtió en un partido católico integrista.
El Partido Carlista fundó una milicia el Requeté que adquirió importancia en la década de 1930.
2. Los nacionalismos periféricos A la oposición al sistema se sumaron los
regionalismos y nacionalismos, cuyos objetivos eran: moderados creación de instituciones
propias o la consecución de la autonomía administrativa para las regiones
radicales lograr la independencia de sus territorios
nacionalismo catalán y vasco en menor medida, el gallego y el valenciano.
2.1 El nacionalismo catalán La región pionera en desarrollar un movimiento regionalista
fue Cataluña, La industrialización había hecho de Barcelona y su entorno la
primera zona industrial de España y había propiciado el nacimiento de una influyente burguesía de
empresarios industriales. Este nuevo grupo social hizo de la defensa del proteccionismo
un elemento aglutinador. En este contexto, nació un movimiento conocido como la
Renaixença cuyo objetivo era la recuperación de la lengua y de las señas de identidad catalanas.
El catalanismo surgió de la conjunción del progreso económico y el renacimiento cultural o, como se dijo en aquel tiempo, de la unión del arancel y de la poesía.
En la década de 1880 se desarrolló el catalanismo político: Valentí Almirall, padre del catalanismo político Fundó el Centre Català, que empezó a defender la autonomía
de Cataluña.
La Unió Catalanista (1891) intentó unificar todas las tendencias en torno a la burguesía nacionalista, ilustrada y conservadora, y promovió
Las Bases de Manresa (1892), que recogía el primer programa explícito de catalanismo e incluía un proyecto de Estatuto de Autonomía de carácter conservador y tradicionalista.
Sin embargo, hasta 1901 no se formó el primer gran partido catalanista:
la Lliga Regionalista liderada por Enric Prat de la Riba y Francés Cambó.
El éxito electoral convertiría a la Lliga en el principal partido de Cataluña durante el primer tercio del siglo XX.
2.2 El nacionalismo vasco El nacionalismo vasco surgió en la década de 1890. Orígenes:
Reacción ante la pérdida de una parte sustancial de los fueros tras la derrota del carlismo;
Desarrollo de una corriente cultural en defensa de la lengua vasca, el euskera,
Creación del movimiento de los euskaros, con un importante componente religioso y de defensa de las tradiciones.
El nacionalismo vasco
defendía los fueros perdidos y rechazaba el proceso de industrialización
porque fracturaba y erosionaba la sociedad tradicional vasca.
El nacionalismo vasco identificó el capitalismo y el centralismo con lo español
Señaló a los inmigrantes o maketos como los culpables de la degeneración de la raza vasca a causa del mestizaje.
Se identificó con una línea de pensamiento católica y antiliberal que se resumía en el lema “Dios y ley antigua”.
El ideólogo del nacionalismo político vasco fue Sabino Arana:
fundó el Bizkai Buru Batzar (Consejo Provincial Vizcaíno)
origen Partido Nacionalista Vasco (PNV) Arana también diseñó la ikurriña o bandera nacional
vasca. A partir de 1898, el nacionalismo vasco osciló entre el
independentismo radical y la integración del País Vasco como entidad autónoma dentro de España.
3. El movimiento obrero Las primeras manifestaciones de protesta obrera fueron de tipo
ludita, como había ocurrido en Inglaterra desde principios de siglo
movimientos espontáneos de artesanos y obreros fabriles contra las máquinas, ya que eliminaban puestos de trabajo.
El primero se produjo en Alcoy en 1821
los tejedores destruyeron telares mecánicos.
A partir de 1840, los obreros empezaron a organizarse en asociaciones que, recogiendo la tradición gremial, agrupaba a trabajadores del mismo oficio y localidad, con fines de ayuda mutua, para socorrer a los asociados en caso de enfermedad, huelga, etc.
En la primera mitad de siglo, la vida asociativa estuvo permitida en periodos de gobierno liberal y reprimido con los conservadores.
Durante el sexenio revolucionario, se produjo el apogeo del movimiento obrero, que se identificó con el republicanismo federal.
La legalización de las organizaciones obreras en este periodo permitió el contacto con las asociaciones europeas que en 1864 habían fundado la Asociación Internacional de Trabajadores (AIT) conocida como la I Internacional.
Con la proclamación de la 1ª República (1873-1874) se extendió el movimiento obrero lentitud en aplicar las reformas sociales prometidas
provoca la radicalización de algunos sectores cada vez más decantados hacia la acción revolucionaria.
Con la Restauración se ilegalizaron todas las asociaciones obreras
La subida de los liberales de Sagasta al poder, en 1881, introdujo cierta permisividad.
Este hecho permitió salir al PSOE, fundado en 1879 en la clandestinidad, por un grupo de tipógrafos encabezados por Pablo Iglesias, seguidor del socialismo marxista, cuyas aspiraciones eran: la abolición de clases, la transformación de la propiedad privada en colectiva y la posesión del poder político por la clase trabajadora.
El PSOE se constituyó como partido en 1888, en un congreso en Barcelona. También se fundó la Unión General de Trabajadores (UGT).
Tanto el PSOE, como la UGT, fueron hasta comienzos del siglo XX grupos minoritarios, en comparación con los anarquistas.
La violencia y el terrorismo anarquista protagonizaron la década de los ochenta y de los noventa, básicamente en Andalucía y Cataluña.
La provincia de Cádiz vivió en los años ochenta una oleada de atentados contra propiedades y cosechas.
Entre 1893 y 1897, los atentados anarquistas se concentraron en Barcelona.
La represión dura e indiscriminada ejercida por el gobierno de Cánovas solo consiguió una escalada de violencia terrorista que costa la vida al propio Cánovas en 1897.
