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1 LA PERICIOSA TEMPORALIDAD OCCIDETAL: IETZSCHE, HEIDEGGER Y LYOTARD LII Congreso de Filosofía Joven: «Filosofía y presente: pensar la crisis». Zaragoza, 14-17 de abril, 2015 ―Mesa Temática: “Crisis de la temporalidad: nuevas sensibilidades”― Marco Antonio Hernández Nieto (UNED) En la comunicación oral que se expone el 16 de abril, así como en este breve escrito de presentación de la misma, se explican las líneas generales de lo que ya ha sido pormenorizadamente planteado, justificado y fundamentado con mayor amplitud y detalle en dos publicaciones: “La interpretación: ontología y política. El círculo, la ventana y el rocío”, en Oñate, Teresa; Cáceres, L. David; O. Zubía, Paloma; Sierra, Ángela; Romero, Yasmina y Muñoz-Reja, Vicente (eds.): Crítica y crisis de Occidente. Al encuentro de las interpretaciones, Madrid, Dykinson, pp. 221-246. “Temporalidad y política. En diálogo con Nietzsche, Heidegger y Lyotard”, Daímon. Revista Internacional de Filosofía, nº 65 ó ss. (2015), en prensa. En ellas, y así mismo en la comunicación, proponemos abordar el análisis filosófico-político de las democracias actuales y su crisis haciéndolo arrancar desde la ontología. En concreto, desde una exégesis ontológica en torno a la temporalidad, tal y como ésta se desenvuelve en las sociedades occidentales, bajo el presupuesto de que para estudiar a fondo la ardua situación política de nuestro tiempo resulta crucial repensar el ser del tiempo, prestando atención a la manera en que dicha categoría ontológica, el «tiempo», habita dentro de los Estados Democráticos de Derecho, es decir, atendiendo al modo en que se concreta la temporalidad en las instituciones, praxis y formas de vida de las llamadas «sociedades avanzadas». Esta propuesta de ontología de la temporalidad sigue la estela filosófica, para empezar, de M. Heidegger, quien focalizó la cuestión del tiempo como una de las reflexiones ontológicas prioritarias, y la relacionó además con la ausencia y plenitud de libertad del individuo (dentro del complejo concepto sui generis de «libertad» que cabe en la filosofía heideggeriana, en sus distintos períodos). En segundo lugar, se seguirá de cerca la voz de Fr. Nietzsche, quien nos habla desde la experimentación de una temporalidad pre- socrática y por ello mismo pre-occidental: el eterno retorno. Tanto esta postura como la de Heidegger nos revelan lo lejana que se halla la temporalidad de la social, política y cultural de nuestra civilización con respecto a una temporalidad saludable, feliz y al compás de la vida. Así pues, en tercer y último lugar, prestaremos atención al surco franqueado por aquellas tesis ulteriores postestructuralistas, postmarxistas y contra-modernas que denunciaron la violencia política intrínseca a la civilización occidental y que tanto se esforzaron en la búsqueda de un pensamiento y una acción alternativas. Atenderemos sobre todo a las reflexiones de J.-F. Lyotard, quien centra la problemática en la temporalidad.

La perniciosa temporalidad occidental. Nietzsche, Heidegger y Lyotard

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#ZaragozaPiensa. Mesa: Crisis de la temporalidad. Nuevas sensibilidades.Marco Antonio Hernández

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    LA PERICIOSA TEMPORALIDAD OCCIDETAL: IETZSCHE, HEIDEGGER Y LYOTARD

    LII Congreso de Filosofa Joven: Filosofa y presente: pensar la crisis. Zaragoza, 14-17 de abril, 2015

    Mesa Temtica: Crisis de la temporalidad: nuevas sensibilidades

    Marco Antonio Hernndez Nieto (UNED)

    En la comunicacin oral que se expone el 16 de abril, as como en este breve escrito de presentacin de la misma, se explican las lneas generales de lo que ya ha sido pormenorizadamente planteado, justificado y fundamentado con mayor amplitud y detalle en dos publicaciones:

    La interpretacin: ontologa y poltica. El crculo, la ventana y el roco, en Oate, Teresa; Cceres, L. David; O. Zuba, Paloma; Sierra, ngela; Romero, Yasmina y Muoz-Reja, Vicente (eds.): Crtica y crisis de Occidente. Al encuentro de las interpretaciones, Madrid, Dykinson, pp. 221-246.

    Temporalidad y poltica. En dilogo con Nietzsche, Heidegger y Lyotard, Damon. Revista

    Internacional de Filosofa, n 65 ss. (2015), en prensa. En ellas, y as mismo en la comunicacin, proponemos abordar el anlisis filosfico-poltico de las democracias actuales y su crisis hacindolo arrancar desde la ontologa. En concreto, desde una exgesis ontolgica en torno a la temporalidad, tal y como sta se desenvuelve en las sociedades occidentales, bajo el presupuesto de que para estudiar a fondo la ardua situacin poltica de nuestro tiempo resulta crucial repensar el ser del tiempo, prestando atencin a la manera en que dicha categora ontolgica, el tiempo, habita dentro de los Estados Democrticos de Derecho, es decir, atendiendo al modo en que se concreta la temporalidad en las instituciones, praxis y formas de vida de las llamadas sociedades avanzadas. Esta propuesta de ontologa de la temporalidad sigue la estela filosfica, para empezar, de M. Heidegger, quien focaliz la cuestin del tiempo como una de las reflexiones ontolgicas prioritarias, y la relacion adems con la ausencia y plenitud de libertad del individuo (dentro del complejo concepto sui generis de libertad que cabe en la filosofa heideggeriana, en sus distintos perodos). En segundo lugar, se seguir de cerca la voz de Fr. Nietzsche, quien nos habla desde la experimentacin de una temporalidad pre-socrtica y por ello mismo pre-occidental: el eterno retorno. Tanto esta postura como la de Heidegger nos revelan lo lejana que se halla la temporalidad de la social, poltica y cultural de nuestra civilizacin con respecto a una temporalidad saludable, feliz y al comps de la vida. As pues, en tercer y ltimo lugar, prestaremos atencin al surco franqueado por aquellas tesis ulteriores postestructuralistas, postmarxistas y contra-modernas que denunciaron la violencia poltica intrnseca a la civilizacin occidental y que tanto se esforzaron en la bsqueda de un pensamiento y una accin alternativas. Atenderemos sobre todo a las reflexiones de J.-F. Lyotard, quien centra la problemtica en la temporalidad.

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    Irrumpiremos pues, como hemos dicho, con Heidegger, para aclimatarnos de su mano al enfoque previsto: una analtica de la temporalidad. El vigor ontolgico heideggeriano nos interesar aqu especialmente por ser Heidegger un filsofo que ante todo insisti en la preeminencia de la capital pregunta por el ser del tiempo como pregunta fundamental. En este sentido, defenderemos que esa pregunta ocupa un lugar ineludible no solo en el marco de la ontologa sino tambin en el de una filosofa poltica que se pretenda lcida y arriesgada. Heidegger insisti a finales de los aos veinte en la relacin que hay entre dos fenmenos: la cotidianidad y la elusin del tiempo; o a la inversa, entre la libertad y una aceptacin o comprensin adecuada la temporalidad. Uno de los elementos caractersticos de la decisin del Dasein propio o autntico es que se hace cargo de la temporalidad. As, en el modo de ser de la existencia impropia que llevamos a cabo inmediata y regularmente en nuestro da a da, le damos la espalda al tiempo: y esto significa que huimos de nuestra condicin de ah (Da), que abatimos nuestro estado de abierto y renunciamos por tanto a nuestro s mismo.

    Asumimos la interpretacin heideggeriana, y en concreto consideramos que esa evasin del tiempo que condiciona la cotidiana existencia subsumindola en un precario modo de ser (con respecto al modo de ser de ese ser posible y abierto que es el Da-Sein) es uno de los rasgos ontolgicos ms destacables del modo de vida que tenemos en los pretendidos Estados de Bienestar. El actual constructo social democrtico, aun a pesar de su idiosincrasia como sistema poltico legtimo y del blindaje legal y moral proporcionado por la adopcin y defensa de la Declaracin Universal de 1948, no parece garantizar ni facilitar un modo de ser ontolgicamente abierto, un cuidadoso hacerse cargo del tiempo. Ms bien, de hecho, parece impedir tal apertura, empujando activamente hacia el estado de cada de una ciudadana cuyo estado de abierto, a lo sumo, se entiende econmicamente, y cuyo cuidado de la temporalidad no va ms all de una ansiosa organizacin del calendario semanal en dos tiempos que continuamente se suceden el uno al otro, cclicamente: mximo rendimiento para mximo beneficio, y mnimo descanso para mxima desconexin, para despus seguir rindiendo al mximo, etc. (y as sucesivamente en un ritmo frentico de vida que a quien verdaderamente rinde tributo y salud es al capital, y solo a l).

    Pero antes que Heidegger, fue ms bien Nietzsche quien se dio cuenta de esta ndole poltica de la temporalidad. En este caso, de hecho, en lugar de la neutralidad ontolgica ensayada por el autor de Sein und Zeit, nos encontramos con una aguda crtica de la cultura y moral occidentales, entrelazada, eso s, con un profundo anlisis ontolgico de las mismas. En este anlisis, la consideracin de la temporalidad ocupa un puesto de honor: es ni ms ni menos que el trono reservado para la ontologa del eterno retorno. Desde este privilegiado asiento ontolgico, Nietzsche divisa la temporalidad occidental como una peligrosa enfermedad: la confianza occidental en el progreso humano a nivel cognitivo, tcnico y moral no solo resulta etnocntrica y pretenciosa, sino que es tajantemente perjudicial para la vida, ya que a sta le es esencial una temporalidad supra-subjetiva, creativa y plural, es decir (una vez ms): abierta, inasible e indomable, no categorizable ni reductible a una nica parcela o perspectiva cognitiva o tico-poltica que se volveran crudamente impositivas.

    Siguiendo a Nietzsche, notamos que esa temporalidad en la que la vida se mantiene en un estado de briosa salud es recurrentemente abandonada por la civilizacin del Bienestar, en la cual la libertad se configura como un presupuesto metafsico (factum) y un postulado moral (derecho, deber) que son centralizados en y conjugados por el Yo subjetivo. El Estado Democrtico de Derecho es el hogar de ese Yo-Sujeto, es la jurisdiccin que hace justicia (valga la redundancia) a la naturaleza humana libre,

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    responsable y digna del Yo, del individuo. Ahora bien: cul es esa naturaleza humana universal? Qu significa la dignidad, a qu alude, qu realidad toca?

    Por un lado, el idilio poltico de la consolidacin de las democracias con un funcionamiento conforme a los Derechos Humanos es tan explosivamente ambicioso; y por otro lado, la situacin vigente de mltiples crisis (poltica, cultural, moral, no sern, al cabo, crisis idnticas, no ser sino una sola crisis la que se expresa de una u otra manera segn el mbito en que aparece?) es tan patente para el ojo atento y reflexivo, que, en definitiva, cabe concluir, o mejor, cabe empezar por preguntarse por la idiosincrasia de las ideas de Dignidad, Democracia conforme a Derechos Humanos, Estado de Bienestar, Paz, etc. Dnde estn esas ideas? La pregunta, sin duda, al igual que la pregunta por la utopa (u-tpos) no tiene que ver con un espacio de localizacin. Sino con el tiempo. Es una pregunta ontolgica.

    Dicho de otro modo: cul es la temporalidad de esa configuracin poltica democrtica? En qu tiempos se conjugan la dignidad o el Estado de Bienestar? Cmo ordenamos hoy el tiempo con arreglo a esas esperanzas y utopas? Cul es la temporalidad de esas ideas polticas? Hasta qu punto no se traiciona con la temporalidad de la idea a la temporalidad de la vida?

    El cariz nietzscheano es el que predomina en esos interrogantes. Pero tenemos muy en cuenta a la vez, sin duda, a K. Marx y su teora de la alienacin, que sigue siendo ms que idnea para estudiar la relacin entre sujeto y objeto; y tambin seguimos muy de cerca a los recientes pero ya clsicos estudios que recalan en el carcter violento de la civilizacin occidental acometidos por figuras como P. Sloterdijk, G. Vattimo, M. Horkheimer y Th. Adorno; y en definitiva, como anunciamos, a Lyotard. Propondremos atender al estudio contra-moderno del cruce entre crisis poltica y crisis de la temporalidad. Para ello, creemos que es muy pertinente escoger como ejemplo a Lyotard, que es probablemente quien haya estudiado con ms detenimiento ese concreto cruce al que se dedicara esta comunicacin. A juicio del pensador francs, durante buena parte de su historia Occidente ha domeado las temporalidades salvajes (lo prohibido, lo sin-sentido, lo inefable, la vida cotidiana misma de cada da) convirtindolas en mito, en relato. En la Modernidad, este relato tom un rostro secularizado, cientfico, autofundamentado: el relato de la emancipacin y del progreso. La crtica a dicho relato es an a da de hoy uno de los puntos ms controvertidos y polmicos, ms comnmente inadmitidos por el statu quo intelectual y prctico, en la medida que cualquier renuncia a la libertad y al progreso se consideran poco menos que una abrupta prdida de la racionalidad y la cordura. No hay ms que prestar atencin a la lectura que, en nuestros das, en Espaa y en general en Europa, se ha hecho y se hace del significado de la deseada recuperacin econmica o la salida de la crisis (pareciera que el nico modo de salir de la crisis es re-estructurar y re-edificar las condiciones que la han hecho posible; encadenndonos nuevamente, por tanto, por ensima vez, a una aeja ruta de progreso que en realidad es el ciclo mortal del capitalismo asesino). Sea como fuere, de lo que se trata y se ha tratado siempre segn Lyotard en la interpretacin de estas cuestiones es del dominio humano (y en nombre de lo humano) sobre el tiempo, sobre el Ereignis. Ahora, en la poca de la condicin postmoderna, la civilizacin lo que hace es convertir a la temporalidad misma en capital. En conclusin, ante asuntos tan sumamente complejos y necesarios de cara a pensar la crisis, el objetivo es poner sobre la mesa a modo de sugerencias las lneas descritas, y buscar el posterior dilogo, en el turno de debate, en torno a preguntas y problemas filosfico-polticos como:

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    Resultan fructferos los anlisis de Nietzsche, Heidegger y Lyotard para pensar la crisis de la temporalidad? O no dejan de formar parte activa de la crisis que querran evadir?

    En el plano positivo, y con referencia directa a la temtica de la mesa, qu decir sobre las

    nuevas sensibilidades que estos filsofos proponen a nivel de temporalidad (simplificando mucho: el eterno retorno, el Ereignis y el pensamiento de la diferencia, respectivamente)?

    Tiene realmente occidente el principal enemigo en s mismo? No es la crisis actual una

    consecuencia ms, un sntoma ms de una civilizacin cuyos principales olvidos y decadencias arrancan desde un principio, constitutivamente, ya con Scrates y Platn?

    A nivel eminentemente prctico, dnde o cmo hacemos las diferencias y las alternativas? Cmo se puede trabajar en esas nuevas sensibilidades desde la problemtica de la temporalidad? Qu significa ese nuevas? Qu significara esa magnfica expresin de aprender a respirar de nuevo propuesta por los organizadores en la carta de Presentacin de este LII Congreso?

    Etc.