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LA PERSONA
LIBERTAD Y
RESPONSABILIDAD
QUÉ ES LA ÉTICA
Llamamos ética a la elección de la conducta digna, al esfuerzo por obrar bien, a la ciencia y el arte por conseguirlo. Es brújula que nos orienta a actuar en el confuso y agitado mar de la vida.
Algo que requiere elegir bien para no acabar mal; respetar la realidad; respetarse a sí mismo; abrir los ojos y aprender a mirar; superar la ley de la selva; no ser lobo para el hombre; usar la brújula y el mapa; saber que el terrenos está minado; estar dispuesto a sufrir.
La moral filosófica es equiparable a la ética.
EL HOMBRE, SUJETO DE LA ÉTICA
La libertad inteligente del hombre hace del homo
sapiens un homo ethicus.
¿Por qué la ética? Porque somos inteligentes:
no nos gobierna ni el instinto ni la sensibilidad.
Porque somos libres y estamos obligados a
escoger. Por lo mismo que la brújula y el mapa;
porque carecemos de piloto automático.
¿Para qué la ética? Para vivir como personas;
para no vivir como monos con pantalones; para
ser felices.
EL BIEN, OBJETO DE LA ÉTICA
La ética busca el bien.
Algunas definiciones de bien:
- El placer (hedonismo).
- La ausencia de dolor físico y de perturbación
anímica.
- Lo que conviene a una cosa, lo que la
perfecciona, con independencia del dolor o
placer que pueda ocasionar.
LA PERSONA, UN SER ÚNICO
Individuo: alguien que pertenece a
una especie o masa.
Hombre: se refiere a lo distinto, lo
único, lo irreductible a toda especie y
a cualquier posible naturaleza.
Persona: nos referimos en concreto
a lo que les distingue del resto de
hombre y mujeres.
DIMENSIONES DE LA PERSONA
Intimidad: espacio interior en el que estamos, de
algún modo, a disposición de nosotros mismos.
Puedo entrar dentro de mí, y ahí nadie puede
dominarme. Precisamente es en el interior del ser
humano donde se libran las batallas más
importantes de la vida, las que más cuentan para
la formación de la propia personalidad.
Corporalidad. La persona también es un
cuerpo, una materia que revela nuestro interior.
Los rostros reflejan con mucha fidelidad el
interior de la persona.
Apertura. Somos seres sociales por naturaleza,
de modo que no podemos crecer ni llegar a
relacionarnos si no es en relación con los demás.
Entrega. Las personas somos capaces de dar, de
regalar; es un acto que nos perfecciona como
personas. Atribuimos una cualidad personal
mayor a quien es capaz de donar. Cuando nos
entregamos personalmente a otra persona, se
establece una relación a la que llamamos amor.
Libertad. Cuando no estamos programados por
los instintos, la persona se gobierna así misma,
escoge libremente hacia dónde quiere dirigir su
vida. Libertad es la capacidad de la persona para
orientarse hacia sus propios fines.
LA DIGNIDAD DE LA PERSONA
La aceptación de uno mismo,
presupuesto para aceptar a los
demás en su diversidad.
La dignidad de la persona hace
que tengamos que verla como un fin
en sí misma, nunca como un medio.
Las personas no “sirven”, no las
utilizamos como cosas; a las
personas las tenemos que servir.
LA LIBERTAD Permítaseme citar el caso del Dr. J. Es el único hombre que he
encontrado en toda mi vida a quien me atrevería a calificar de mefistofélico, un ser diabólico. En aquel tiempo solía denominársele "el asesino de masas de Steinhof, nombre del gran manicomio de Viena. Cuando los nazis iniciaron su programa de eutanasia, tuvo en su mano todos los resortes y fue tan fanático en la tarea que se le asignó, que hizo todo lo posible para que no se escapara ningún psicótico de ir a la cámara de gas. Acabada la guerra, cuando regresé a Viena, pregunté lo que había sido del Dr. J. "Los rusos lo mantenían preso en una de las celdas de reclusión de Steinhof, me dijeron. "Al día siguiente, sin embargo, la puerta de su celda apareció abierta y no se volvió a ver más al Dr. J.". Posteriormente, me convencí de que, como a muchos otros, sus camaradas le habían ayudado a escapar y estaría camino de Sudamérica. Más recientemente, sin embargo, vino a mi consulta un austríaco que anteriormente fuera diplomático y que había estado preso tras el telón de acero muchos años, primero en Siberia y después en la famosa prisión Lubianka en Moscú. Mientras yo hacía su examen neurológico, me preguntó, de pronto, si yo conocía al Dr. J. Al contestarle que sí, me replico: "Yo le conocí en Lubianka. Allí murió, cuando tenía alrededor de los 40, de cáncer de vejiga. Pero antes de morir, sin embargo, era el mejor compañero que imaginarse pueda. A todos consolaba. Mantenía la más alta moral concebible. Era el mejor amigo que yo encontré en mis largos años de prisión
Esta es la historia del Dr. J., el "asesino de masas de Steinhof' ¡Cómo predecir la conducta del hombre! Se pueden predecir los movimientos de una máquina, de un autómata; más aún, se puede incluso intentar predecir los mecanismos o "dinámicas" de la psique humana; pero el hombre es algo más que psique. Aparentemente, el pandeterminismo es una enfermedad infecciosa que los educadores nos han inoculado. La libertad, no obstante, no es la última palabra. La libertad sólo es una parte de la historia y la mitad de la verdad. La libertad no es más que el aspecto negativo de cualquier fenómeno, cuyo aspecto positivo es la responsabilidad. De hecho, la libertad corre el peligro de degenerar en nueva arbitrariedad a no ser que se viva con responsabilidad. Por eso yo recomiendo que la estatua de la Libertad en la costa este de EE. UU. se complemente con la estatua de la Responsabilidad en la costa oeste.
Viktor Frankl
NOCIÓN Y CLASES DE LIBERTAD
El hombre, a diferencia del animal, elige su propio papel, lo escribe a su medida con los matices más propios y personales, y lo lleva a cabo con la misma libertad con que lo concibió; por eso progresa y tiene historia. “Visto un león están vistos todos, pero visto un hombre, sólo está visto un hombre, y además mal conocido” (Gracián).
Lo que define la libertad es la capacidad de proponerse una meta y dirigirse hacia ella, es el poder de dirigir y dominar los propios actos.
En el acto libre entran en juego las facultades superiores del alma: la inteligencia y la voluntad (deliberación y elección).
Clases de libertad:
- Libertad física
- Libertad psicológica. Al hombre se le puede arrebatar todo salvo la última libertad: la elección de su propio camino.
Argumentos a favor de su existencia:
- Todos los seres humanos la experimentan, observamos nuestras acciones libres y las distinguimos de las que no lo son. También reconocemos fácilmente cuándo nuestra libertad se ve disminuida por la fuerza.
- Si no fuésemos libres, no tendría ningún sentido hablar de lo que está bien y lo que está mal, ni elaborar leyes para regular conductas. El orden moral conlleva la existencia de la libertad.
Negadores de la libertad:
- El determinismo mecanicista: de alguna
manera no hacemos más que cumplir las leyes de
la naturaleza, estamos determinados por la física
o la genética o las leyes de la psicología.
- Determinismo sociológico: la presión del grupo
nos hace actuar inevitablemente de una u otra
manera. La sociedad inculca, mediante la
educación, las normas de conducta útiles para su
funcionamiento.
- Determinismo fundado en la predestinación:
todo lo que sucede ya estaba escrito o previsto en
los astros, en el destino o por Dios. No
gobernamos nuestra vida, solamente cumplimos
un guion establecido.
LIBERTAD LIMITADA
La libertad no es absoluta porque:
- El hombre tampoco lo es. A un ser limitado le corresponde una libertad limitada. Su limitación es triple: física, psicológica y moral.
- La libertad no es un valor absoluto, sino que está en función del proyecto vital que cada hombre desea. Está al servicio del bien.
- Ser libre no es ser independiente.
- Cada elección conlleva una renuncia. Puestos a renunciar, sólo vale la pena preferir lo superior a lo inferior.
- La libertad es negación de la espontaneidad: es el dominio de la razón y de la voluntad. Somos libres cuando entre el estímulo y nuestra respuesta interponemos un juicio de valor y decidimos en consecuencia.
LIBERTAD CONDICIONADA
Estamos condicionados por las circunstancias
de nuestro nacimiento, por las personas que nos
rodean, por las leyes que se nos imponen,…
No es real una libertad sin condiciones. Las
condiciones son como las reglas de juego, lo que
hace que la vida humana sea tal: es una gran
suerte, a pesar de los deberes que originan, tener
patria y ciudad, padres y hermanos, amigos,
compañeros y vecinos.
LA ELECCIÓN DEL MAL
Pertenece a la perfección de la libertad el poder elegir
caminos diversos para llegar a un buen fin. Pero
inclinarse por algo que aparte del fin bueno – el
mal- es una imperfección de la libertad.
¿Por qué elegimos mal? Por no haber advertido el
mal (deliberación) o no haber querido con suficiente
fuerza el bien (elección).
El mal alude a defecto, falta, privación de un bien
debido. Es aquello que contraría los deseos, exigencias
o necesidades de los seres, originando en el hombre
sufrimiento y dolor.
Hay males físicos y morales. El mal moral es debido
al desorden de la voluntad libre.
RESPONSABILIDAD
Todo acto libre es imputable, atribuible a alguien.
Libertad y responsabilidad, dos conceptos paralelos. Del mismo modo que la libertad es el poder de elegir, la responsabilidad es la aptitud para dar cuenta de esas elecciones.
Se puede y se debe exigir responsabilidad porque el deber moral es una autoexigencia humana racional. Si no estuviéramos obligados internamente, nadie desde fuera podría exigirnos, como nadie exige nada a un recién nacido.
Cada persona es responsable ante uno mismo, ante los demás y ante la sociedad.
LA CONCIENCIA
Es el instrumento ético que juzga sobre la
moralidad de nuestros actos. Es la razón que
juzga la bondad o maldad de nuestras acciones.
Se presenta como exigencia de nosotros a
nosotros mismos. No es una imposición
externa: ni la fuerza de la ley, ni el peso de la
opinión pública, ni el consejo de los más cercanos.
“He desobedecido a la ley, no por querer faltar a
la autoridad, sino por obedecer a la ley más
importante de nuestra vida: la voz de la
conciencia” (Gandhi).
Matar a un ruiseñor (Harper Lee)
El abogado Atticus Finch defiende a un
muchacho negro acusado injustamente de haber
violado a una chica blanca. Pero toda la ciudad,
donde los prejuicios sociales son fuertes, se le echa
encima. También su hija le reprocha su conducta,
contraria a lo que todos piensan. Atticus, al
responder a la niña, ofrece uno de los argumentos
más elegantes sobre la dignidad de la persona:
“Tienen derecho a creerlo, y tienen derecho a
que se respeten por completo sus opiniones,
pero antes de poder vivir con los demás tengo
que vivir conmigo mismo: la única cosa que no
se rige por la regla de la mayoría es la propia
conciencia.”
UN FRENO PARA EL MAL
Las grandes tradiciones culturales de la
humanidad, desde Confucio a Sócrates, han
llamado conciencia moral a ese muro de
contención del mal, y le han otorgado el máximo
rango entre las cualidades humanas. Así, toda la
cultura cristiana es unánime al considerar la
conciencia como el santuario del alma donde
se escucha la voz de Dios.
Este sexto sentido del bien y del mal, de
lo justo y de lo injusto, se encuentra en todos
los individuos y en todas las sociedades.
“¿Mi crimen? ¿Qué crimen? ¿Es un
crimen matar a un parásito vil y nocivo? No
puedo concebir que sea más glorioso
bombardear una ciudad sitiada que matar
a hachazos. Ahora comprendo menos que
nunca que pueda llamarse crimen a mi
acción Tengo la conciencia tranquila.”
Dostoiewski, Crimen y castigo
UNA PIEZA INSUSTITUIBLE
La conciencia no es un código de conducta
impuesto por padres y educadores. En cierta
medida, la conciencia es fruto de la educación
familiar, per sus raíces son más profundas: está
grabado en el corazón mismo de la persona.
Si tenemos inteligencia, ¿podríamos impedir sus
juicios éticos? La conciencia moral, lejos de ser
un bello invento, es el desarrollo lógico de la
inteligencia, pertenece a la esencia humana,
no es un pegote, sino que forma parte de la
estructura psicológica de la persona.
“Vivo mejor con la conciencia tranquila que
con una buena cuenta corriente” (Tom
Cruise).
“Es mucho menos pesado tener a un niño en
brazos que cargarlos sobre la conciencia”
(Lejeune).
“He desobedecido a la ley no por querer
faltar a la autoridad, sino por obedecer a la
ley más importante de nuestra vida: la voz
de la conciencia” (Gandhi).
EDUCACIÓN DE LA CONCIENCIA
Al estar en la raíz de toda elección moral, la conciencia nos hace libres. Un principio moral derivado de ello es no obligar a nadie a obrar contra su conciencia.
Esto no significa que todas las decisiones que se toman en conciencia sean correctas: también se engaña y puede estar corrompida. Como cualquier instrumento, la conciencia puede funcionar correctamente o con error, pudiendo ser falseada por el peso de los intereses, las pasiones, los prejuicios, las modas. De ahí la necesidad de educar la conciencia.
La educación de la conciencia debe llevar al equilibrio personal y supone respetar tres reglas de oro: hacer el bien y evitar el mal; no hacer a nadie lo que no queremos que nos hagan a nosotros; no hacer el mal para obtener el bien.
“La grandeza del hombre
consiste en no poder ahogar la
voz de su conciencia, y su
miseria estriba en encontrar
instintivamente las desviaciones
más fáciles para aplacar esta
conciencia con pocos gastos”
Gustave Thibon
CONTRA LA CONCIENCIA
“Sin conciencia no habría sentimiento de culpa,
y sin sentimiento de culpa seríamos felices”. Así
razonan los que intentan suprimir la conciencia, como
si fuera un residuo anacrónico de épocas ya
superadas. Fue brillantemente defendida por los
sofistas griegos y por Nietzche.
Algunos sofistas del siglo V a.C. propugnaron una
conducta moral al margen de la justicia y de la moral.
Frente a ellos, Sócrates afirmó que la medida de
todas las cosas no debe estar en el hombre sino en
Dios. Por eso, desde Sócrates, la conciencia ha sido
considerada como la misma voz de Dios, que habla al
hombre por medio de la inteligencia.
Nietszche: “Hasta ahora no se ha
experimentado la más mínima duda o
vacilación al establecer que lo bueno tiene
un valor superior a lo malo. ¿Y si fuera
verdad todo lo contrario?”
Para lograr esta inversión de valores debe
arrancarlos de su raíz fundamental. Así se
entiende su obsesión por decretar la muerte de
Dios: “Ahora es cuando la montaña del
acontecer humano se agita con dolores de
parto: ¡Dios ha muerto: viva el
superhombre!”
La conclusión de Nietszche es coherente: si
Dios no existe, todo le está permitido al
hombre.
LA TRAGEDIA DE MACBETH
La inolvidable tragedia de Shakespeare es
un retrato del hombre perdido en el vértigo de
una pasión, ahogado en su propia inversión de
valores. De forma casi vertiginosa, el
protagonista y su mujer se ven envueltos y
absorbidos por su culpabilidad progresiva, al
intentar alcanzar a cualquier precio el poder.
Shakespeare nos muestra la tragedia de dos
personas con ambición sin límites. La obra es
una reflexión sobre la naturaleza de la
conciencia y las consecuencias de su
transgresión.
Macbeth siente su propia conciencia como un
“potro de tortura” insoportable y entonces empieza
a desear no haber nacido, y que “la máquina del
universo estalle para siempre en mil pedazos”.
Su mujer le anima a resistir: “Que se bloqueen las
puertas al remordimiento”, porque “si damos a
esto tanta importancia, nos volveremos locos”.
Ella morirá loca, obsesionada porque “aún queda
olor a sangre. Ni todos los perfumes de Arabia
perfumarían esta pequeña mano”. Al final de la
tragedia, Macbeth sentencia que “la vida es un
cuento sin sentido narrado por un idiota”.
Nadie debe amordazar la conciencia con la
esperanza de triunfar, pues fuera de la ley moral no
se hacen más grandes. El hombre sin conciencia
suele acabar como una bestia acorralada.