La Personalidad Autoritaria y La Cultura Theodor Adorno

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  • 7/22/2019 La Personalidad Autoritaria y La Cultura Theodor Adorno

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    Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=42111510002

    Red de Revistas Cientficas de Amrica Latina, el Caribe, Espaa y Portugal

    Sistema de Informacin Cientfica

    Roberto Garca JuradoLa personalidad autoritaria y la cultura cvica: de Adorno a Almond y a Verba

    Revista Mexicana de Ciencias Polticas y Sociales, vol. XLIX, nm. 201, septiembre-diciembre, 2007, pp. 13-

    30,

    Universidad Nacional Autnoma de Mxico

    Mxico

    Cmo citar? Fascculo completo Ms informacin del artculo Pgina de la revista

    Revista Mexicana de Ciencias Polticas y

    Sociales,

    ISSN (Versin impresa): 0185-1918

    [email protected]

    Universidad Nacional Autnoma de Mxico

    Mxico

    www.redalyc.orgProyecto acadmico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abierto

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    2/1913Perspectivas Tericas

    La personalidad autoritaria y la cultura cvica:de Adorno a Almond y a Verba

    Roberto Garca Jura

    Resumen

    El objetivo central de este artculo es de-

    mostrar que la teora de la cultura polti-

    ca se desprende y se funda en buena me-

    dida sobre las teoras de la personalidad

    desarrolladas ampliamente en el campo

    de la psicologa social; ms especfica-

    mente, el texto pretende mostrar que elconcepto de cultura cvica se despren-

    de en cierto modo del de personalidad

    autoritaria, introduciendo en la ciencia

    poltica algunas de las limitaciones ex-

    plicativas que en el terreno de la sicolo-

    ga tiene dicho concepto.

    Abstract

    The central point of this article is

    show that the theory of political cul

    follows and is based to a certain ext

    on the theories of the personality de

    loped widely in the field of social p

    chology; more specifically, the text a

    to demonstrate that the concept of cculture is the result, in a certain way

    an authoritarian personality, introdu

    into political science some of the ex

    cative limitations that this concept

    in the field of psychology.

    Palabras clave: cultura poltica, sistema

    social e ideolgico, instituciones, prc-

    ticas econmicas y sociales, personali-

    dad autoritaria, personalidad comunista,

    personalidad y cultura, personalidad po-

    ltica.

    * Departamento de Poltica y Cultura de laUniversidad Autnoma Metropolitana, plan-tel Xochimilco, Calzada del Hueso 1100, Col.Villa Quietud, Delegacin Coyoacn, C. P.04960, D.F. Mxico,

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    Revista Mexicana de Ciencias Polticas y Sociales14

    Introduccin

    Muchos de los debates ms encendidos dentro

    de la ciencia poltica contempornea se dan entorno a la cuestin de la cultura poltica. Aunqueel inters en esta materia ya se vena manifestandocon gran intensidad desde mediados del siglo XX, suatractivo se magnific notablemente a finales de si-glo, debido en buena medida a la desintegracin delbloque comunista, lo que despert un gran intersen las bases sociales y culturales de la democracia.

    Antes de esa debacle, uno de los desafos ms in-quietantes de las democracias establecidas y de las

    sociedades que aspiraban a serlo era el de diferen-ciarse clara y positivamente del modelo social repre-sentado por el comunismo, que se constitua a par-tir de una compleja combinacin de institucionesy prcticas econmicas, sociales e ideolgicas. Sinembargo, una vez desaparecida la opcin comunis-ta, tanto en el terreno geopoltico como en el ideo-lgico, el cambio de rgimen poltico factible parauna sociedad democrtica, o una que quiera serlo,no implica ya un cambio de sistema econmico y,

    en muchos casos, ni siquiera del social e ideolgico.Desaparecida as la disyuntiva entre dos modelos so-ciales excluyentes, la discusin y reflexin en tornoal cambio poltico parece reducirse a las condicio-nes de instalacin y permanencia de los regmenesdemocrticos, tanto en lo que concierne a sus ins-

    tituciones polticas como al tipo de cultura poltic

    prevaleciente.Dentro de esta polmica, uno de los concepto

    ms importantes es el de la cultura cvica, el cuafue desarrollado a principios de los 60 por GabrieAlmond y Sydney Verba. Desde entonces, se ha generado un intenso debate sobre el concepto y lteora sustentados por estos autores que en el fondse condensa en el intento para definir la cultura poltica ms acorde con los gobiernos democrticos, lcual, de acuerdo a stos, es la cultura cvica.

    No obstante, a pesar de que esta discusin ha tenido una gran repercusin en la ciencia poltica, teora de la personalidad poltica que se encuentrestrechamente vinculada a ella ha sido bastante menos difundida y ventilada, hallando prcticamentslo refugio en el mbito de la psicologa. Sin embargo, la interrelacin entre la cultura poltica y lpersonalidad poltica es de un enorme inters, sobrtodo considerando que el concepto de cultura cvicse desprende en buena medida de la reflexin y dis

    cusin sobre la teora de la personalidad autoritaria desarrollada a mediados del siglo XX, en la cuaparticip animadamente Almond, de donde extrajuna serie de hiptesis e ideas que evolucionaran se desarrollaran despus en su teora de la culturcvica.

    La personalidad autoritaria

    Una de las caractersticas ms importantes y dis-tintivas de la ciencia poltica estadounidense demediados del siglo XX fue su atencin a los proce-sos individuales y grupales de la actividad poltica.Desde la perspectiva del conductismo, corriente dela cual Gabriel Almond es uno de los representantes

    ms reconocidos, la ciencia poltica tradicional shaba limitado a estudiar la realidad poltica mediante el anlisis de las instituciones pblicas y laleyes, por lo que se haca necesario ampliar la perspectiva de estudio a las conductas polticas socialee individuales.

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    4/1915Perspectivas Tericas

    Al cambiar el foco de atencin de las institucio-nes y su actividad legalmente regulada a la conduc-ta poltica individual y social carente de regulacin

    jurdica pero efectiva y observable, el anlisis pol-tico se enfrent no slo a la tarea de captar y des-

    cribir estas conductas, sino tambin, y sobre todo,a explicar los motivos y razones que llevaban a losindividuos a actuar de un cierto modo en la vida p-blica.

    Si en el siglo XIX la ciencia poltica haba recu-rrido al derecho como disciplina auxiliar para es-tudiar a las instituciones polticas y su desempeo

    jurdicamente regulado, en el XX, principalmenteen la primera parte, la ciencia poltica estadouni-dense recurri con cierta regularidad a la psicolo-

    ga para analizar la conducta social y poltica delindividuo.1 En Estados Unidos, y probablementetambin en el mundo, Harold Lasswell fue el pri-mer politlogo en usar este recurso, basndoseprincipalmente en las teoras psicoanalticas deSigmund Freud. Almond, que fue discpulo distin-guido de Lasswell en la Universidad de Chicago,sigui su ejemplo lo que puede apreciarse clara-mente en sus primeros trabajos de investigaciny en los artculos que publicaron conjuntamente

    en 1934 y 1935.2Esta temprana atencin de Almond hacia los as-

    pectos subjetivos de la conducta poltica social eindividual se ha mantenido constante a lo largo

    del tiempo, y puede apreciarse aun en su libro mreciente, Strong Religion. The Rise of Fundamenlisms Around the World, convirtindolo as enpolitlogo estadounidense ms reconocido queha ocupado de este campo de estudio.3 A pesar

    que una buena parte de este prestigio y reconomiento se deben al estudio y el concepto de la ctura cvica, sus trabajos en torno a la personalidpoltica no desmerecen en inters y, en buena mdida, son un recurso muy valioso para comprende una manera ms amplia y profunda su teorala cultura poltica.

    Aunque Almond analiza el tema de la personadad poltica en varios trabajos, es particularmeen uno de los ms tempranos, The Appeals of Co

    munism, en donde lo desarrolla ampliamente.4 Elbro resulta de gran inters no slo porque en l mond se ocupa de las actitudes y apreciaciones lticas subjetivas de los individuos, lo cual ser ubase fundamental para el ulterior desarrollo de principios tericos de The Civic Culture ,5 sino tabin porque el politlogo trataba de erigirse couna replica o una respuesta crtica a uno de losbros ms influyentes en la ciencia poltica de aos cincuentas, The Authoritarian Personality,

    Theodor Adorno y otros colaboradores, el cual mpronto se convirti en el punto de referencia obgado de todo estudio hecho en torno a la psicolopoltica.6

    1 Un recuento de la interaccin entre las dos disciplinas y, de hecho, de la generacin del subcampo de la psicologa poltica puede encontren William F. Stone, Political Psychology. A Whig History en Samuel L Long The Handbook of Political Behavior, Nueva York, Plenum, 1Tambin puede encontrarse una alusin directa a los vnculos entre la teora de la cultura poltica y la psicologa en la introduccin al tede Lucian Pye y Sydney Verba (eds.) Political Culture and Political Development, Princeton, Princeton University Press, 1965. Por otro lado,crtica muy interesante del enfoque psicolgico de la poltica la ofrece John H. Bunzel, para quien se ha privilegiado el aspecto irracioninvoluntario del hombre reduciendo a la poltica a una conflicto emocional. Vid.Antipolitics in America Nueva York, Vintage Books, 1970.2Vid. los artculos The official y The client de Harold Lasswell y Gabriel Abraham Almond, reunidos bajo el ttulo The participant-obsea study of administrative rules in action, en Harold Lasswell, The Analysis of Political Behaviour. An Empirical Approach, Londres, RoutledKegan Paul, 1966 (1947).3 G. Almond, R. Scott Appleby y Emmanuel Sivan, Strong Religion. The Rise of Fundamentalisms Around the World., Chicago, University of ChicPress, 2003.4 G. Almond, The Appeals of Communism, Princeton, Princeton University Press, 1965 (1954).5 G. Almond y Sydney Verba, The Civic Culture Princeton, Princeton University Press, 1963.6 Theodor Ludwig Wiesengrund Adorno, Else Frenkel-Brunswik, Daniel J. Levinson y R. Nevitt Sanford, The Authoritarian Personality, Nueva Harper & Row, 1950. Para calibrar la repercusin de este libro, un recuento hecho apenas 6 aos despus de su aparicin encontr ms de ttulos de publicaciones alusivas a ste. Vid. Roger Brawn, The Authoritarian Personality and the Organization of Attitudes en John T. JoJim Sidanius (eds.), Political Psychology. Key Readings, Nueva York y Hove, Psychology Press, 2004.

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    La significacin y relevancia de The Authorita-rian Personality se debieron fundamentalmente ados motivos, uno metodolgico y otro terico. Entrminos metodolgicos el libro represent un hitoen la historia de la ciencia poltica estadouniden-

    se porque por primera vez se emprenda un amplioestudio que combinaba el mtodo de la encuesta,las entrevistas a fondo y los tests proyectivos paraprobar una teora poltica. As, clnica psicolgica yanlisis poltico se combinaban para tratar de expli-car y esclarecer este carcter social, la personalidadautoritaria, que por estos aos resultaba ms quepreocupante. Tambin se distingua por la amplituddel estudio, poco habitual por entonces, ya que seaplicaron poco ms de 2000 cuestionarios, lo que

    produjo un volumen de informacin difcil de mane-jar con las tcnicas de procesamiento de datos dis-ponibles en la poca.

    Otra de las novedades metodolgicas del libroera la presentacin de lo que sus autores denomi-naron la escala F. Las escalas de medicin de acti-tudes sociales y psicolgicas ya se haban comenzadoa difundir en los Estados Unidos desde la dcadade los 30, pero ste era el primer caso en que seutilizaban con el propsito de probar una teora

    poltica especfica.7 Esta medida fue elaborada apartir de una serie de indicadores proporcionadospor las respuestas de los entrevistados, cuya com-binacin permita atribuir a cada persona una pun-tuacin que lo colocaba en un determinado nivelde la escala del fascismo: entre ms alto calificaraun individuo, se consideraba ms prximo a estaideologa; entre ms baja fuera su nota, ms demo-crtica se consideraba su personalidad. Los indivi-duos que se ubicaban ms alto en esta medida eran

    los que pensaban siempre en trminos jerrquicos,

    odiaban todo lo dbil, idealizaban a sus padrescrean en el individuo medio, valoraban en excesel xito, eran desproporcionadamente optimistaspensaban en trminos rgidos y estereotipados, rechazaban lo subjetivo y las opiniones crticas, etc

    Por el contrario, los individuos que se encontrabaen las posiciones bajas de la escala eran los quhaban obtenido una valoracin baja en todos estos indicadores.

    Adems de la escala F, los autores elaborarootras tres escalas: la escala A-S, que meda el gradde antisemitismo; la escala E, destinada a mesurael etnocentrismo; y la escala PEC, la cual trataba dregistrar el conservadurismo poltico y econmicde los entrevistados. Sin embargo, de todas ellas

    la que despert mayor atencin fue la escala Fquecomo se dijo antes, fue ideada para percibir la propensin al fascismo, tratando de identificar a lofascistas potenciales a travs de la articulacin dsus respuestas al cuestionario respectivo.8

    La metodologa para elaborar estas escalas, sobrtodo la escala F, suscit ciertamente un gran inters, pero tambin atrajo una gran cantidad de crtcas. Uno de los problemas que ha propiciado mayodiscusin en torno a las escalas de actitud es el d

    colocar en un plano lineal a dos extremos considerados opuestos, antagnicos incluso, cuando muprobablemente haya muchos casos en los que nse produzca una polarizacin lineal. Esto significaen el caso especfico de las actitudes polticas, qulos opuestos identificados como conservadurismoliberalismo, izquierda-derecha, fascista-demcrataetc., no necesariamente son polos antagnicos, edecir, habr casos en los que alguien que no sea demcrata no necesariamente se acerque al fascismo

    o alguno que sin ser conservador no necesariament

    7Vid. Daniel J. Levinson, Political Personality. Conservatism and Radicalism en David L Sills, (ed.) International Encyclopedia of the SociSciences vol. 12, Nueva York, The Macmillan Company, 1968.8 En un trabajo publicado previamente, los colaboradores de Adorno se haban referido al sndrome de la personalidad fascista como la pesonalidad antidemocrtica, es decir, no haban usado el trmino fascismo. Al parecer, fue con la incorporacin de Adorno al proyecto con lque se adopt este concepto, sin lo cual la escala Ftal vez se habra llamado la escalaA. El mismo Daniel Levinson afirm posteriormente quprobablemente habra sido mejor llamar escalaA a la F, aunque en este caso la denominacin de la escala no aludiese al trmino antidemcratsino al de autoritario. Vid. ibidy Else Frenkel-Brunswik, Daniel J. Levison y R. Nevitt Sanford, La personalidad autoritaria (La personalidaantidemocrtica), en Harold Proshansky y Bernard Seidenberg (eds.), Estudios bsicos de psicologa social, Madrid, Tecnos, 1973.

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    6/1917Perspectivas Tericas

    se aproxime al liberalismo. As, se han hecho nume-rosas sugerencias en el sentido de que algunas deestas escalas bien podran trazarse en un sentidoortogonal, lo cual se ajustara mejor a la realidad endeterminadas condiciones.9

    En trminos tericos, The Authoritarian Personali-tycaus un amplio revuelo debido a que a partir desus resultados hubo quienes encontraron bases pa-ra atribuir a la sociedad estadounidense tendenciasfascistas. El proyecto de Adorno y sus asociados seinscriba dentro de una serie denominada Estudios

    sobre el prejuicio, de la que Max Horkheimer era eldirector. El planteamiento terico original del tex-to era que la discriminacin y el prejuicio en contrade los judos no se deban a ninguna caracterstica

    intrnseca de este grupo etno-religioso, sino a lapropia personalidad y estructura psquica de quiendiscriminaba. Durante la etapa de preparacin delestudio, los autores ampliaron su perspectiva te-rica para demostrar que aquellos que discriminabana los judos tenan tambin una elevada propensina discriminar a otros grupos sociales y a albergaradems una serie de actitudes ticas, religiosas, so-ciales y polticas que los converta en fascistas po-tenciales.10

    No obstante los numerosos e indiscutibles mritos de la obra, uno de sus principales problemfue el sesgo de la muestra en que se bas, ya qla mayor parte de los entrevistados radicaban enrea de San Francisco, eran jvenes, de clase me

    y estaban vinculados a una serie de organizaciosociales formalmente establecidas.11 De acuerdolo dicho por los propios autores, esto no represetaba problema alguno, en tanto que su propsitoera extraer una muestra representativa para defiel carcter poltico de la sociedad estadounidensino establecer la relacin que exista entre un c

    junto de actitudes ticas, religiosas, sociales y pticas, especficamente el sentimiento antijudo, cuna determinada posicin poltica, como era el f

    cismo. A pesar de ello, en muchos pasajes del lino queda del todo claro si los juicios de los autose refieren a la poblacin especfica entrevistada la sociedad estadounidense en general, ambigedque aliment la impresin de que el texto documtaba las actitudes autoritarias e intolerantes de esociedad. En un pas que se preciaba, y se precia,ser la encarnacin de las libertades y la democramoderna, este tipo de juicios no poda sino hprofundamente incontables susceptibilidades.

    9 Las escalas de medicin de actitudes ideolgicas han proliferado notablemente desde la publicacin de The Authoritarian Personality, enrecuento que slo hace mencin de las aportaciones recientes, se llegan a listar hasta 16 de estas escalas de medicin. Vid. Knight, Kathl

    Liberalism and Conservatism en John P. Robinson, Phillip R. Shaver y Lawrence S. Wrightsman (eds.), Measures of Political Attitudes, voSan Diego, Academic Press, 1999. Vid. tambin Bob Altemeyer, The Other Authoritarian Personality, en John T. Jost y Jim Sidanius (ePolitical Psychology. Key Readings, Nueva York y Hove, Psychology Press, 2004; Friedrich Funke, The Dimensionality of Right-Wing Authorianism: Lessons from the Dilema Between Theory and Measurement, en Political Psychology, vol. 26, nm. 2, abril de 2005 y Detlef OesterreFlight into Security: A New Approach and Measure of the Authoritarian Personality , en Political Psychologyvol. 26, nm. 2, abril de 20010Vid. John J. Ray, Conservatism, Authoritarianism, and Related Variables: A Review and Empirical Study, en Glenn D. Wilson, The Psychoof Conservatism, Londres/Nueva York, Academic Press, 1973 y Michael Billig, Fascist. A social Psychological View of the National Front., LondAcademic Press, 1978.11 Algunos otros problemas metodolgicos son sealados en el artculo de Herbert H. Hyman y Paul B. Sheatsley, The Authoritarian Persoity: A Methodoligical Critique, en Richard y Marie Jahoda Christie, (eds.), Studies in the Scope and Method of The authoritarian personalGlencoe, Free Press, 1954.

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    La personalidad comunista

    A propsito de la personalidad autoritaria, lcrtica elaborada por Shils no slo contribuy a l

    configuracin del texto de Almond, sino que aport una idea fundamental al concepto y la teora dla cultura cvica: una sociedad democrtica liberaprobablemente no funcionara adecuadamente slo con personalidades democrticas y seguramentfuncionar mejor si ciertas funciones y actividadeson desempeadas por personalidades distintas, incluso autoritarias. Tal vez no haya sido sta la nicfuente de inspiracin de Almond, pero es evidentque en ella est ya la semilla de su planteamient

    del ciudadano y la cultura cvica como una mezclde orientaciones polticas.14

    La metodologa seguida por Almond para el anlisis de la personalidad comunista fue hasta ciertpunto similar a la de Adorno: elabor y aplic ucuestionario a exmilitantes del partido comunistde Estados Unidos, Gran Bretaa, Francia e Italiaanaliz las historias clnicas de 35 de estos individuos gracias al acceso que le dieron a ellas algunopsicoanalistas y realiz adems un anlisis de con

    tenido de la prensa comunista, tcnica del todinnovadora en ese campo ya que la haba aprendido drectamente de su propio creador, Harold Lasswell.

    La hiptesis de Almond era que los individuoque se dirigan y terminaban afilindose al partido comunista lo hacan guiados ms por desrdenepersonales que por slidas convicciones polticas ideolgicas. Ms an, consideraba que la mayor parte de ellos buscaban resolver o disimular con su miltancia poltica problemas de orden personal y privado

    de ah que los considerara individuos afectados pola neurosis.15

    Alcanzado por la repercusin de este texto, Almondemprendi el proyecto The Appeals of Communism.12

    Su propsito general era mostrar que los individuoscon una ideologa radical de izquierda, particularmen-te los militantes de los partidos comunistas, tenanserios problemas de adaptacin social y de desordende su personalidad, al grado de que muchos de elloseran neurticos. As, el texto de Almond pareca in-vertir el sentido de la crtica sustentada por Adorno ysus asociados y, aunque no exculpaba a los individuosde ideologa conservadora, se aplicaba en la caracte-rizacin poltica de los militantes comunistas atribu-

    yndoles una personalidad autoritaria.Tiempo despus y en un trabajo distinto, Almond

    explic que en cierta medida The Appeals of Commu-nism se haba inspirado en los cuestionamientos cr-ticos que Edward Shils dirigiera en contra del textode Adorno y sus colaboradores. De acuerdo a esta ex-plicacin, el objetivo del proyecto no era slo carac-terizar a los militantes comunistas como individuosneurticos con serios desequilibrios emocionales, si-no demostrar que los desrdenes de la personalidad

    conducan a posiciones polticas extremistas, ya fue-ran de izquierda o de derecha. Muy probablemente, laidea de Shils tambin contribuy al posterior desa-rrollo de la escala T(Blandura-dureza mental, Tough-mindedness-tendermindedness, en ingls) de Eysencky a la escala D (Dogmatismo) de Rokeach, quieneslas construyeron con el propsito de mostrar que elextremismo de izquierda o de derecha poda tener unmismo sustrato psquico, caracterizado sobre todopor la inflexibilidad y rigidez de las actitudes socia-

    les y polticas de los individuos y su incapacidad paraadaptarlas a un entorno cambiante.13

    12 G. Almond, The Appeals of Communism, Princeton, Princeton University Press, 1954.13 Vase Hans Jrgen Eysenck, Psicologa de la decisin poltica, Barcelona, Ariel, 1964 y Milton Rokeach, The Open and Closed Mind, Nueva YorBasic Books, 1960.14 Almond explica esto en The Appeals of Communism and Fascism en Ventures in Political Science. Narratives and Reflections, Boulder, LynnRienner, 2002. La crtica de Shils puede verse en Authoritarism: Right and Left, en R. y M. Jahoda Christie, op. cit.15 Podra sugerirse que algunos tipos particulares de desajuste emocional o algunos patrones nicos de desarrollo psicolgico estn en la bade la susceptibilidad neurtica al comunismo. G. Almond, The Appeals of Communism, op. cit., p. 258.

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    Para Almond, no exista nada ms opuesto a lasociedad democrtica, liberal y pluralista, de la queEstados Unidos era el ejemplo ms prominente, quela sociedad comunista. Dentro de las mismas socie-dades democrticas occidentales el partido comu-

    nista era un ejemplo de organizacin monoltica,absorbente y opresiva; a imagen del modelo de so-ciedad que pretenda instaurar. Consideraba que sialguna vez el comunismo se haba erigido como unaprotesta contra las injusticias del capitalismo delsiglo XIX, su tica poltica haba degenerado desdeentonces hasta convertirse en una ideologa deca-dente.16

    El partido comunista era presentado como unaorganizacin que exiga del individuo una sumisin

    absoluta, incondicional. Su grado de exigencia lle-gaba a desplazar a la familia o a cualquier otra or-ganizacin social que interfiriera con la lealtad yla dedicacin exclusiva del individuo. A cambio, elpartido se ofreca como sustituto absoluto de todanecesidad social, ideolgica y tica; se presentabaprcticamente como un cuerpo mstico, dotado deuna escatologa trascendental, dispuesta a redimirlos sacrificios temporales.17

    A su vez, el militante comunista era presentado

    como un individuo hostil, agresivo e introvertido,que encontraba en el partido un medio para cana-lizar su hostilidad y agresividad reprimida hacia elconjunto de la sociedad; gracias al partido este re-sentimiento se converta en un objetivo social do-tado de sentido, ideolgicamente legtimo. Almondlleg a valerse de una metfora blica para repre-sentar la oposicin entre la democracia y el comu-nismo: si la democracia ofreca a los individuos un

    modelo de convivencia civil y tolerante, la ideoga comunista brindaba a sus militantes un modcombativo, beligerante.

    A pesar de esta imagen general, Almond reconoque haba diferencias sustanciales entre los partid

    y los militantes comunistas de los cuatro pases qhaba analizado. Una de las diferencias ms imptantes, por ejemplo, era que encontraba a los mtantes de los partidos comunistas de Gran Bretay Estados Unidos ms aquejados de desrdenes psonales neurticos que a los de Francia e Italia.explicacin que ofreca de ello era que en estos pses la ideologa y los partidos comunistas tenan ufuncin poltica y social mucho ms orgnica, signcativa y legtima que en los primeros. En estos pa

    europeos la ideologa y los partidos comunistas econsiderados reales y verdaderos vehculos poltipara llegar a determinados fines sociales. En cabio, siendo slo movimientos marginales y atpien Gran Bretaa y Estados Unidos, su imagen pblno les permita atraer sino a personalidades poltidel mismo corte.

    El partido comunista de Estados Unidos, ms qel de Gran Bretaa, albergaba a personas con desdenes neurticos debido a que en este pas una g

    parte de sus militantes haban nacido en el extrjero, en Europa principalmente, o bien eran hijosestos inmigrantes. Esto significaba, en trminos ciales, que eran individuos objetivamente aisladrechazados y forzados a la introversin; marginarealmente de una sociedad que slo muy lentamelos aceptaba e incorporaba a su dinmica internapartido se converta as en un medio para resistsuperar la marginacin social.18

    16 Una de las ironas ms ominosas de la historia es que el movimiento comunista, el cual tom su primer impulso como protesta contramales del siglo XIX, se convertira l mismo en el ms grave mal del siglo XX. La historia del comunismo puede ser contada en trminos ddegradacin de su tica poltica.Ibid. p. 370.17 Tambin Lewis Alfred Coser, en su libroInstituciones voraces (Mxico, Fondo de Cultura Econmica, 1978), llega a considerar al partidomunista como un ejemplo de stas.18 As, hemos visto que el comunismo puede atraer a personas abiertamente hostiles y resentidas hacia su entorno, a personas neurticampasivas y dependientes, y a personas apartadas y aisladas de su entorno. Parecera que el comunismo puede atraer a personas que se sienrechazadas o son rechazadas por su entorno...Estos aspectos del comunismo tienen una atraccin obvia para personas que albergan en s missentimientos de debilidad y subestima como consecuencia de experiencias infantiles tempranas, as como para personas que han sido objetmente rechazadas por su entorno. G. Almond, The Appeals of Communism, op. cit., p. 279

    Perspectivas Tericas

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    Atendiendo a la explicacin dada posteriormentepor Almond, The Appeals of Communism pretendamostrar que no eran los individuos con ideologa deizquierda, o no slo stos, los que se caracterizabanpor afecciones de su personalidad integral, sino ms

    bien que los desrdenes psquicos podan conducir aposturas polticas extremistas ya fueran de derechao de izquierda. Explcitamente, Almond planteabaque la personalidad normal, modal, generalmente sediriga a una ideologa normal, modal.

    The Appeals of Communism nunca alcanz la no-toriedad de The Authoritarian Personality. Una de lasrazones probables de ello es que mientras la primerase interpret como una defensa de la sociedad es-tadounidense, sumndose a una caudalosa corriente

    en este sentido, la segunda fue interpretada comouna crtica, como un ataque y, sobre todo, como unaadvertencia, lo cual provoc mltiples y encendidasreacciones. Adems, debe considerarse que mientrasel proyecto de investigacin de Adorno y asocia-dos se concibi a finales de los cuarenta, cuandotodava la sensacin amenazante del fascismo nodesapareca del todo de la mentalidad de las socie-dades occidentales, la investigacin de Almond sedesarroll a principios de los aos cincuenta, cuan-

    do el comunismo dejaba ya de verse como un aliadoy comenzaba a percibirse como una amenaza paraOccidente similar a la del fascismo.19

    No obstante, seguramente otra de las razonesque explican la menor proyeccin del estudio de Al-mond fue su congnita debilidad metodolgica. Estadebilidad es notable no slo porque l mismo criticacremente las fallas metodologas del texto de Ador-no y sus colegas, sino porque su propia carrera pro-fesional y su obra intelectual se han caracterizado

    por llamar la atencin sobre los aspectos metodolgicos y cientficos de la disciplina, para no mencionar que l mismo es identificado como uno de lomximos exponentes del conductismo, una corrientque criticaba a la ciencia poltica tradicional prec

    samente por su falta de rigor metodolgico.20Las deficiencias metodolgicas ms evidentes d

    la obra se refieren sobre todo a la muestra, tantpor lo que concierne a su tamao como a su sesgoEl tamao de la muestra que us Almond contrastnotoriamente con la utilizada en The AuthoritariaPersonality: en tanto el primero se bas apenas e221 casos, la segunda utiliz poco ms de 2,000Adems, mientras Almond reuni a cuatro pases esu estudio, lo que da una media de 55 casos po

    pas, el estudio de Adorno concentr sus esfuerzoen un rea de Estados Unidos ms o menos acotadala baha de San Francisco, lo que si bien anul laposibilidades de ampliar las conclusiones a todo epas, impidi que la muestra se dispersara como eel estudio de Almond que, por ejemplo, elabor suconclusiones para el caso de Gran Bretaa basndose tan slo en 50 casos.

    En lo que se refiere al sesgo de la muestra, estfalla resulta mucho ms seria. Por un lado, es mu

    probable que su reducido tamao se haya debido a llimitacin de recursos, pero por el otro, la falla desesgo no se puede explicar sino como una deficiencia en la concepcin del proyecto. Almond realiz sestudio y anlisis basndose slo en las respuestae historias clnicas de exmilitantes comunistas, dpersonas que por una u otra razn haban dejado dpertenecer a este partido en el momento de responder al cuestionario o la entrevista. Atendiendo a lapropias conclusiones de Almond, y considerando so

    19Vid., por ejemplo, el libro de Samuel A. Stouffer, Communism, Conformity and Civil Liberties. A Cross-Section of the Nation Speaks its MindNueva York, John Wiley & Sons, 1955, en donde uno de los motivos ms importantes de la investigacin es mostrar hasta qu grado la sociedaestadounidense consideraba una amenaza real al comunismo.20 Los escritos que Almond ha dedicado a las cuestiones histricas y metodolgicas de la disciplina son numerosos. Algunos de los ms impotantes son: Politics, Science and Ethics, enAmerican Political Science Reviewvol. 40, nm. 2, abril de 1946; Political Theory and PoliticScience, en Ithiel de Sola Pool (ed.), Contemporary Political Science: Toward Empirical Theory. Nueva York, McGraw-Hill, 1967; Ciencia polticla historia de la disciplina, en Robert Goodin y Hans-Dieter Klingeman (eds.), Nuevo manual de ciencia poltica, Madrid, Istmo, 2001 (1996)el conjunto de ensayos reunidos en G. Almond,Una disciplina segmentada. Escuelas y corrientes en las ciencias polticas, Mxico, Fondo de CultuEconmica, 1999 (1990).

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    10/1921Perspectivas Tericas

    bre todo la decisiva significacin de la organizacinen la experiencia vital de estos militantes, tal sepa-racin debi haber provocado una seria conmocinen sus ideas y en su vida cotidiana, lo que se pasapor alto de manera ms que sorprendente.

    Almond no ignor el peligro de la distorsin quepoda producir en sus conclusiones este sesgo; esta-ba plenamente consciente y lo advierte al lector enla parte introductoria del texto, por lo que extraams an que a pesar de esta limitacin haya consi-

    derado que de una muestra semejante poda obner conclusiones vlidas para todos los militantEs posible que muchos de los rasgos psquicos qAlmond asocia a las personalidades que tiendenextremismo poltico se presenten con alguna reg

    laridad en cierto tipo de militantes comunistas, pno cabe duda que difcilmente puede emprendeuna demostracin emprica de ello con un mtosemejante.

    Personalidad y cultura

    Independientemente de estas limitaciones, elestudio de Almond resulta muy interesante porqueadelanta dos hiptesis tericas que seran funda-mentales para la teora y el concepto de la culturacvica.

    La primera de ellas se encuentra tambin en TheAuthoritarian Personalityy se refiere a la conexinque hay entre las actitudes no polticas y las pol-ticas, es decir, a la estructura integral de la perso-

    nalidad, que conecta as las actitudes y conductaseconmicas, ticas, religiosas y sociales en generalcon las que son especficamente polticas, es decir,la congruencia y derivacin que hay entre la perso-nalidad integral y la personalidad poltica.21

    Esta hiptesis terica que resultara fundamentalpara la cultura cvica es de gran inters porque deella se desprende la idea de que la conducta polticano slo se puede estudiar basndose en las actitudesespecficamente polticas, sino que hay un sinfn de

    esferas y campos sociales cuyo estudio contribuye

    a la comprensin de los procesos polticos de usociedad.22 As, si en The Appeals of Communismmond trat de explicar y demostrar la conexin qhaba entre las actitudes no polticas y las especcamente polticas de los individuos, en The Civic Cture se ocup de mostrar cmo exista esta misconexin en el terreno ms amplio de la sociedmientras en el primero se estableca una conexentre la personalidad integral y la personalidad

    ltica, en el segundo se conectaba la cultura desociedad con la cultura poltica.

    Toda la tercera parte de The Civic Culture est dicada a establecer las conexiones entre las actides, conductas y relaciones no polticas con las lticas; su nombre mismo Social Relations and Ptical Culture, expresa la intencin de mostrar cla forma en que los individuos usan su tiempo libse consideran generosos hacia los dems, confanlos otros, educan a sus hijos o cooperan con los

    ms, tiene relacin con las actitudes polticas.

    21 El primer prrafo de la introduccin de The Authoritarian Personalitylo plantea as: La investigacin que se reporta en este volumen estguiada por la siguiente hiptesis fundamental: que las convicciones polticas, econmicas y sociales de un individuo a menudo formanmodelo amplio y coherente, como si estuvieran unidas por una mentalidad o un espritu, y que este modelo es una expresin de profuntendencias en su personalidad, op. cit., p. 1.22 En este sentido, una hiptesis fundamental de la influyente teora de la cultura poltica de Ronald Inglehart es que la aprobacin de lamocracia depende ms de la conformidad de los individuos hacia las condiciones y perspectivas de su vida cotidiana que de la aceptacin hel desempeo y funcionamiento de las propias instituciones polticas. Vid. Ronald Inglehart, El cambio cultural en las sociedades industriavanzadas, Madrid, CIS, 1991.

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    La segunda hiptesis terica se encuentra tam-bin en The Authoritarian Personalityy en varias delas obras de Almond de esta poca, incluida The Ap-

    peals of Communism. En estas obras se parta de lahiptesis de que la personalidad poltica de los in-

    dividuos estaba altamente condicionada por la ex-periencia que tuvieran con la autoridad paterna enla etapa infantil. Rindiendo tributo a la influenciaque sobre l ejerca Freud, ya sea directamente, atravs de Lasswell, o de los intelectuales alemanesexiliados, Almond consideraba que el modelo de larelacin de autoridad padre-hijo determinaba la per-sonalidad integral del individuo, incluida obviamen-te la parte poltica.

    As, tanto para Adorno como para Almond, el factor

    personal determinante en la eleccin de las opcio-nes polticas autoritarias era la experiencia de habertenido un padre tirnico, opresivo e intolerante. Pa-ra ambos, el uso abusivo de la autoridad por partedel padre, o de la madre, en ciertos casos de la cul-tura tradicional estadounidense, condicionaba a losindividuos para convertirse en personas agresivas,hostiles y autoritarias.23 A la inversa, haber creci-do en una familia en donde hubiera consideracinhacia los deseos y motivaciones de los hijos gene-

    raba condiciones para que stos desarrollaran unapersonalidad democrtica, liberal, tolerante. La di-ferencia entre ambos, ya referida, era que mientrasAdorno adverta que un padre autoritario generabalas orientaciones fascistas de los hijos, Almond loasociaba con el comunismo.24

    No obstante, a diferencia de la primera hiptesiterica, Almond no le da a sta continuidad en ThCivic Culture, sino que la abandona o, ms bien, ltransforma. Si en sus primeros trabajos Almond haba considerado a la familia y la etapa infantil de

    individuo, particularmente la relacin de autoridacon el padre, como el factor determinante de la pesonalidad poltica, o bien, en trminos colectivosde la cultura poltica, en The Civic Culture planteque no son la infancia y la familia los factores determinantes de la socializacin poltica. Ah explicque existen tres agentes y etapas de socializacipoltica fundamentales para el individuo: la familiy la relacin de autoridad con el padre; la escuely los modelos de autoridad educativa; y las organ

    zaciones sociales de la vida adulta, particularmentlos modelos de autoridad y participacin en el trabajo.25 Sin embargo, enfatiza que la ms importantno es la primera de ellas, sino la ltima. Ms an, linfancia y la familia no quedan en la segunda poscin, sino en la tercera.26

    Una de las conclusiones ms importantes de ThCivic Culture es que cuando un individuo ha tenidla oportunidad de participar en las decisiones quse toman en la familia, la escuela y el trabajo tien

    mayores posibilidades de sentirse a s mismo capay competente en las decisiones polticas, es decide tener mayor influencia, y por lo tanto, mayoparticipacin poltica. Los efectos de cada una destas tres estructuras son acumulativos: tiene mayooportunidad de participar y de sentirse competent

    23 Para ver la funcin que se atribuye a la madre en algunos casos de socializacin de la autoridad familiar en Estados Unidos vid. Erik H. EriksoInfancia y sociedad, Buenos Aires, Lumen-Horm, 1993 y al mismo Almond, The Appeals of Communism op. cit. p. 293.24 Almond desarrolla esta idea en el captulo 10 de The Appeals of Communism op. cit.; en The Participant-Observer op. cit., p. 267; y e

    The Political Attitudes of Wealth, en The Journal of Politics, vol. 7. nm. 3, agosto de 1945, pp. 232, 253.25 Aunque en The Civic Culture Almond menciona a tres agentes de socializacin poltica fundamentales, en Poltica comparada aumenta lista a cinco: 1) la familia, 2) la escuela; 3) los grupos de amigos y compaeros; 4) el trabajo; y 5) los medios de comunicacin. Mas tarde, eComparative Politics Today, este listado se expandi considerablemente, llegando a enumerar a 9 agentes: 1) la familia; 2) las escuelas; 3) linstituciones religiosas; 4) los grupos de amigos y compaeros; 5) el gnero y la clase social; 6) los medios de comunicacin; 7) los grupos dinters; 8) los partidos polticos; y 9) las estructuras gubernamentales. Vid. G. Almond y G. Binham Powell, Poltica comparada. Una concepcievolutiva, Buenos Aires, Paids, 1978 (1966), pp. 63-66 y G. Almond, G. Bingham Powell, Kaare Strom y Russell J. Dalton, Comparative PolitiToday. A World View, Nueva York Longman, 2000, pp. 56-62.26 A pesar de que no queda del todo claro en The Authoritarian Personality, Max Horkheimer seal posteriormente que una de las principales eseanzas de esta investigacin fue que la socializacin poltica no se concentra en la niez, como crean, sino que contina en la adolescency ms all. Vid. Max Horkheimer, La familia y el autoritarismo, en Erich Fromm, et. al. La familia, Barcelona, Pennsula, 1970.

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    polticamente quien ha tenido estas posibilidadesen las tres instancias que quien slo las ha tenidoen dos; y a su vez, quien las ha tenido en dos deellas, tiene ventaja sobre aquel que slo las habatenido en una. Adems, el orden de importancia no

    es intercambiable, es decir, de las tres estructurasresulta ms importante la participacin en el traba-

    jo, luego la correspondiente a la escuela y despusla de la familia.27

    Influido muy probablemente por el giro que ledieron a la teora psicoanaltica autores como ErichFromm y Karen Horney, quienes cambiaron el acentoque originalmente Freud haba puesto en los facto-res biolgicos y en la etapa infantil de la formacinpsicolgica para resaltar los aspectos sociales y las

    condiciones ambientales de la vida adulta, Almondfue transformando as gradualmente el orden de pri-maca de los factores que determinaban la sociali-zacin poltica.28

    Ms an, una influencia todava ms directa en elcambio de la importancia de la familia y la relacincon el padre, fue la obra de Harry Eckstein, como elmismo Almond lo reconoce, particularmente su teo-ra de la congruencia de la autoridad poltica.29

    En A Theory of Stable Democracy,30 Eckstein

    planteaba que una democracia que se deseara con-servar y permanecer necesitaba que se diera unacongruencia entre su estructura social y su estructu-ra poltica, es decir, que se estableciera una corres-pondencia entre las formas de autoridad de sus ins-tituciones polticas y las de sus instituciones socia-les bsicas. Algunas de estas instituciones bsicas,como la familia, reconoca Eckstein, eran muy pocoaptas para seguir un patrn democrtico en la con-formacin de su autoridad; dado el involucramiento

    de adultos e infantes, las relaciones jerrquicas een cierta medida necesarias.

    No obstante, planteaba Eckstein, an as poalcanzarse la congruencia. sta se poda lograrentre los extremos que representa el rgimen

    mocrtico del Estado y el rgimen jerrquico defamilia se estableca un espacio institucional intmedio cuya estructura poseyera una serie de graciones decrecientes, es decir; si organizaciones mo los partidos polticos, que se encuentran mcerca de la autoridad estatal, mantienen un prinpio de organizacin aceptablemente democrticolos cuales pueden seguir otras organizaciones mnos democrticas, hasta llegar a instituciones bcas como la familia, en donde la democracia es d

    cilmente practicable.31Almond, tomando como base la teora de Ec

    tein, la adapt para proponer en The Civic Cultque la instancia ms importante de la socializacpoltica del individuo era el trabajo, ya que haencontrado en su estudio que en comparacin cla familia o la escuela, aqul era el que haba mtrado la mayor correlacin positiva con el sentidoinfluencia y participacin poltica de los individuCuriosamente, Eckstein mencionaba en las conc

    siones de A Theoryof Stable Democracy que, desgracia, no contaba en ese momento con ningestudio emprico que le permitiera comprobar teora, por lo que, en cierto sentido, el libro de mond y Verba puede considerarse parte de la prueemprica que Eckstein buscaba.

    Almond explic que la correlacin positiva contrada entre la participacin en las decisioque se toman en el empleo y la competencia cvsubjetiva se deba muy probablemente a que las

    27Vid. el captulo 12, Political Socialization and Civic Competence de The Civic Culture op. cit.28Vid. Erich Fromm, El miedo a la libertad, Buenos Aires, Paids, 1971 y Karen Horney, El nuevo psicoanlisis, Mxico, Fondo de Cultura Econca, 1979. Por cierto, tal vez sea pertinente sealar que Adorno nunca estuvo de acuerdo con esta orientacin, lo que puede verse en su ensLa revisin del psicoanlisis, en Theodor Adorno y Max Horkheimer. Sociolgica, Madrid, Taurus, 1966.29 Vase la nota nmero 5 del mismo captulo 12 de The Civic Culture op. cit.30 Harry Eckstein , A Theory of Stable Democracy, Research Monograph #10, Princeton, Center for International Studies, Princeton Univer1961.31 Eckstein expone esta teora en Division and Cohesion in Democracy. A Study of Norway, Princeton, Princeton University Press, 1966.particularmente el Apndice B de A Theory of Stable Democracy op. cit.

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    tructuras de autoridad poltica y laboral tienen mu-chas cosas en comn; a que se asemejan, y a pesarde que releg a la familia y las experiencias infanti-les con la autoridad a la tercera posicin, no le negimportancia. La instancia familiar y la etapa infantil

    son experiencias importantes del individuo porque

    muchos de los rasgos de su personalidad se perfilan en ese momento y en ese espacio, sin embargqu tan definitorios son?32 O, haciendo una pregunta mucho ms puntillosa qu tan factible es inferla conducta poltica de un individuo mediante la t

    pificacin de sus rasgos de personalidad?

    32 Algunos autores han identificado la etapa que va de los 7 a los 13 aos como el perodo ms importante de la socializacin poltica de lo

    individuos. Vid. David Easton y Jack Dennis, Children in the Political System. Origins of Political Legitimacy, Nueva York, McGraw Hill, 1969 Fred I. Greenstein, Children and Politics, Nueva Haven y Londres, Yale University Press, 1965. Vid. tambin Stanley Allen Renshon, The Roof Personality Development in Political Socialization, en David and Sandra Kenyon Schwartz (eds.), New Directions in Political SocializationNueva York, The Free Press, 1975.33 De manera similar, Greenstein ha identificado 5 problemas bsicos para conectar la personalidad con la conducta poltica: 1) los actorepolticos estn distribuidos azarosamente en diferentes roles y de ah que sus personalidades estn bloqueadas; 2) la accin poltica estms determinada por los ambientes polticos de los actores que por sus propias caractersticas; 3) el estrato particular de la psique que muchocientficos polticos equiparan a lapersonalidad, la psicodinmica, y las defensas del yo, no tienen mucho impacto poltico; 4) las caractersticasociales de los actores polticos son ms importantes que sus caractersticas psicolgicas; y 5) generalmente los individuos son incapaces dejercer una gran influencia en las decisiones polticas. Vid. Fred I. Greenstein, Can Personality and Politics Be Studied Systematically?, eJohn T. Jost y Jim Sidanius (eds.), Political Psychology. Key Readings, Nueva York y Hove, Psychology Press., 2004.

    La personalidad poltica

    Almond, as como Adorno, Fromm, Eckstein, Greens-tein y muchos otros que han escrito sobre el tema,estaban conscientes de que uno de los problemas

    ms importantes de la teora de la personalidad po-ltica es precisamente encontrar correlaciones claras yprecisas entre tipos de personalidad y conductas po-lticas especficas. A pesar de ello, varios de estosautores, como Almond en algn momento, trataronde establecer ciertas conexiones, encontrndose conuna serie de dificultades para desprender inferenciascongruentes en estos cuatro sentidos: 1) de la in-fancia a la vida adulta; 2) de la personalidad bsicaa la conducta real; 3) de la vida privada a la vida

    social; y 4) de la conviccin personal a la decisininstitucional.33

    La primera de estas cuatro correspondencias, elnexo causal entre las experiencias infantiles y el ca-rcter adulto, es un postulado bsico de la teorapsicoanaltica, que Almond asumi plenamente ensus primeros escritos, como se ha mostrado, peroque posteriormente abandon, como tambin se

    evidenci en The Civic Culture. La prueba palmaride ello fue la colocacin de la familia y las experiencias infantiles con la autoridad en el tercer lugar d

    prelacin en la importancia de las estructuras de lsocializacin poltica. No obstante, en realidad, lque Almond abandon, fue la idea de que hubieralguna vinculacin causal directa entre las experiencias infantiles y el carcter de la vida adulta, o amenos la posibilidad de probarla empricamente. Esto no significa que haya abandonado del todo la idede que existe alguna conexin, sobre todo la conexin del modelo de autoridad padre-hijo y el sentido de competencia poltica.

    Sin embargo, sigue siendo un problema complejo el establecimiento de la conexin entre estas doetapas del individuo. No slo hay que tener en cuenta que entre ambos momentos media una cantidade tiempo significativa, difcil de comprimir, sinque adems los recuerdos de la niez se encuentrasometidos a un proceso de adaptacin y ajuste desde la situacin emocional y afectiva del adulto: l

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    que recuerda el individuo acerca de la consideracinde sus deseos y opiniones infantiles muy probable-mente sea una racionalizacin de su situacin en lavida adulta. Esta limitacin es muy difcil de superarcon el mtodo seguido por Almond: interrogar a los

    adultos sobre sus recuerdos infantiles, encontrandouna correlacin positiva entre el sentido de la com-petencia cvica adulta y la participacin infantil enlas decisiones familiares. En estos casos, cabe pre-guntarse cul de estas dos experiencias est indu-ciendo la percepcin positiva de la otra?34

    Por lo que se refiere a la segunda corresponden-cia, Almond tambin est consciente de que una co-sa es la personalidad bsica y otra distinta la con-ducta social real. El concepto de personalidad impli-

    ca una propensin a la conducta y no su traduccindirecta en hechos concretos, pues la forma en questos se dan depende siempre de una constelacinde circunstancias objetivas que no es fcil tomar encuenta.35

    Uno de los primeros problemas que se enfrentanpara tratar de establecer una relacin entre la perso-nalidad y la conducta es qu modelo de personalidadse tomar como base la personalidad tpica de lacomunidad local, la de la clase social, la del grupo

    tnico o la del conjunto nacional? Una va de solu-cin es tratar de establecer la personalidad modal,es decir, la personalidad que se presenta con mayorfrecuencia en la sociedad, pero al hacerlo as se asu-me el riesgo de que la proporcin de la moda puedaser baja en proporcin con el conjunto social, ha-ciendo ms imprecisa an la vinculacin.36

    As, es tan difcil establecer una conexin cau-sal difana y precisa entre los dos factores, que la

    utilidad prctica de este tipo de teoras en la excacin de los fenmenos polticos resulta bastalimitada, por lo que su utilizacin debe hacerse csuma cautela.

    El problema central con la tercera correspond

    cia es que a pesar de que Almond basa una bueparte de sus argumentos en la vinculacin entre actitudes no polticas y las polticas, es necesatener en cuenta que las percepciones, ideas y vares de la vida privada no siempre se traducen dirtamente a la vida social ya que este medio impoal individuo una serie de condicionamientos que es fcil desentraar ni superar. Ms an, las eleccnes y preferencias de los individuos no tienen orignecesariamente en sus procesos mentales intern

    sino que en buena medida provienen del exteriorveces como costumbres, tradiciones o restriccioculturales.37

    La vida social del individuo lo coloca as en userie de contextos y ambientes a los cuales deajustar su conducta, en donde slo puede exprelos rasgos profundos de su personalidad de manparcial. Adems, debe advertirse que no puede ducirse la disposicin o carcter de un grupo soccon la sencilla suma de las personalidades que

    conforman, sin embargo, esta tendencia, comn la mayor parte de las teoras que se apoyan en el dividualismo metodolgico, no est del todo auste en las explicaciones de Almond.

    Por otro lado, un problema adicional irresueen esta teora es la equiparacin de los valores la vida privada y la pblica, es decir, entre la tprivada y la tica pblica. Aunque Almond no afrta el problema en estos trminos, la relacin q

    34Vid. Christian Bay, La estructura de la libertad, Madrid, Tecnos, 1961.35 Sobre el concepto de personalidad poltica vase Robert E. Lane, Personality, Political. The Study of Political Personality, en David L S(ed.)International Encyclopedia of the Social Sciences, vol. 12, Nueva York, The Macmillan Company, 1968. Adems, para el concepto especde la estructura de la personalidad bsica puede verse Abram Kardiner, El individuo y su sociedad, Mxico, Fondo de Cultura Econmica, 1Vid. tambin Clyde Kluckhohn, Mirror for Man, Nueva York, Premier Book, 1963.36 Sobre el concepto depersonalidad modal vase el estudio clsico de Alex Inkeles y Daniel J. Levison, National Character: The Study of MPersonality and Sociocultural Systems, en Gardner Lindzey y Elliot Aronson (eds.), The Handbook of Social Psychology, vol. IV, Reading , MAddison Wesley Pub., 1969 (1954).37Vid. Aaron Wildavsky, Choosing Preferences by Constructing Institutions: A Cultural Theory of Preference Formation, en American PoliScience Review, vol. 81, nm. 1, marzo de 1987 y Robert E. Lane, Rescuing Political Science From Itself, en David O. Sears, Leonie HuddyRobert Jervis (eds.), Oxford Handbook of Political Psychology, Oxford, Oxford University Press, 2003.

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    trata de establecer entre las actitudes no polticasy las polticas hacen que inevitablemente se plan-tee el problema clsico de la tica pblica y la ticaprivada.

    Almond toma el partido de equiparar la signifi-

    cacin de ambos campos valorativos. As, se pro-duce un escenario en el que las actitudes polticaspositivas del ciudadano pueden rastrearse en la fa-milia, el vecindario, la empresa, la ciudad o el pas,es decir, podra as sugerirse la deduccin de queun buen ciudadano es un buen padre de familia, oun buen marido, o un buen compaero de trabajo,o un buen miembro del sindicato, y a la inversa. Laproposicin de Almond deja, ciertamente, un mar-gen suficiente para no tratar de extraer una relacin

    causal entre las conductas del mbito privado y delpblico, pero asume una correlacin positiva entrelos valores de uno y otro terreno.

    Esta relacin puede conducir a lo que Robert La-ne llam la despolitizacin del ciudadano, es decir,el enjuiciamiento de ste a partir de los valores nopolticos, de principios morales que corresponden ala tica privada.38

    Finalmente, para la cuarta correspondencia, esconveniente tener presente que siempre hay una se-

    rie de restricciones que impiden convertir la con-viccin personal en decisin institucional. Esto esmucho ms claramente perceptible en el caso de laslites polticas encargadas de tomar las decisionesms importantes de un Estado, quienes no siemprepueden imponer su voluntad pasando por encima decostumbres, leyes o la oposicin de otras institucio-nes o autoridades. En este sentido, tal vez uno delos rasgos ms notables de la modernizacin polticasea precisamente el sometimiento de las lites pol-

    ticas al estado de derecho, adems de su colocacibajo la supervisin y vigilancia de una considerablcantidad de entidades pblicas y privadas.39

    A pesar de que Almond est consciente de algunas de estas restricciones, al grado de que ha lle

    gado a rechazar el mismo concepto de personalidapoltica, sobre todo cuando trata de atribursele erango de explicacin causal en el cual l mismo crey alguna vez, las bases de su teora estn construidas en una buena parte sobre muchos de estosupuestos, lo cual la hace susceptible de una cuidadosa revisin.

    En este artculo se ha tratado de mostrar que econcepto y la teora de la cultura cvica de Almony Verba se encuentran estrechamente vinculado

    con las teoras de la personalidad desarrolladas eel campo de la sicologa social. Este sealamienttiene relevancia en tanto que muy frecuentementse usa y asume el concepto de cultura cvica sin reparar en estas vinculaciones, las cuales una vez denotadas podran dar una idea ms amplia del terrenterico que se est pisando.

    Haciendo explcito este nexo, es probable que scaiga en la cuenta de que algunas de las limitaciones explicativas de la teora de la cultura cvic

    obedecen en buena medida a limitaciones similarede los estudios sobre la personalidad, algunas de lacuales han sido enumeradas en la ltima seccin deste artculo y permiten ilustrar la dificultad parinferir pautas del comportamiento poltico a partde los rasgos de la personalidad.

    Recibido el 21 de febrero del 200

    Aceptado el 10 de septiembre del 200

    38Vid. Robert E. Lane, Political Man, Nueva York, Free Press, 1972. Para este tema particular, puede consultarse especialmente la parte V ThGood Citizen.39 Sobre la relacin entre los lderes polticos y las masas que los siguen vase Charles Lindholm, Carisma. Anlisis del fenmeno carismticosu relacin con la conducta humana y los cambios sociales, Barcelona, Gedisa, 2001.

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