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Un cuento de carnaval. Dedicado a los docentes venezolanos que trabajan con niños y niñas del 7mo. a 9no grado
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Cuento de Carnaval
RAFAEL GONZÁLEZ
RAFAEL GONZÁLEZ
esde la sala de su casa, en amena
Dconversación con la familia y amigos,
Gustavo frena la desbocada carrera que
trae su hijo de 11 años, quien pretende cruzar la
sala gritando: ¡tírale, tírale, tírale!.
Se reere el niño al mandato que hace a sus
amiguitos que están en el jardín principal de la
vivienda, lanzando “bombitas de agua” a quien
camina por la calle de la urbanización. Comienza
el carnaval, los estudiantes se alborotan; y casi
siempre culminan en sus casas, lo que
comenzaron en el liceo: lanzar bombas de agua a
la gente que transita por el sector…o entre ellos
mismos.
Gustavito, vestido aún con el uniforme azul
de su colegio, detiene la carrera y, en tono
irreverente, pregunta a su padre:
_¿Qué te pasa, …ahora que hice?.
El apenado padre voltea la mirada hacia los
adultos, sin tener tiempo para recibir respuesta
de ellos; pero retoma la condición de mando de
la familia, y pregunta a su menor hijo:
¿Para dónde vas con esas carreras, por qué nos interrumpes?_
_Aay pa' no ves que estamos jugando
carnaval, mi hermanita, yo y mis amiguitos del
colegio, déjame tranquilo. Dice Gustavito
¿Pero, qué llevas en las manos hijo?. Dice el padre
al sobreprotegido y envalentonado niño.
_ ¿No ves?…unas bombas, responde.
El padre toma las bombas y se percata que
están congeladas, duras como rocas. Vuelve la
mirada nuevamente a los presentes que yacen
aportronados en los mullidos muebles, con actitud
de desconcierto; dirige la mirada a Miriam, su
esposa, madre de Gustavito; y dice: Espera aquí, no te vayas; dándole la orden a
su hijo.
Gustavo padre va al patio trasero de su casa
donde tienen un pequeño altar del Divino Niño;
toma una piedra y una vela, y regresa raudo y
veloz a la sala donde lo esperan su esposa, sus
amigos y su menor hijo.Al llegar frente al hijo le dice: Toma hijo, le
entrega la piedra y la vela.
Gustavito toma aquellos implementos, aún más
desconcertado que los adultos presentes. Los mira
jamente, frunce el ceño, ve la cara de su padre y
pregunta:
_¿Qué es esto pa'?.
El padre, en tono seguro y parsimonioso le
responde.
¿No querías lanzar esa bomba de agua
congelada a una persona, sin darte cuenta del
daño que podrías ocasionar? Bueno, anda,
lánzale la piedra; con ella si es verdad que lo
podrás matar, porque lo que harías con esa
bomba congelada, al golpear a una persona, es
causar el mismo daño que harás con esta
piedra.¡Gustavo…! Increpa la madre del niño, en
tono de reclamo.
El esposo, moviendo la mano con la señal de
alto, frena la participación maternal de la esposa
y se queda mirando a su hijo, quien no termina
de entender y mantiene los objetos en sus
manos.
De inmediato reacciona y pregunta. Bueno pa'…y la vela para qué es?.
El padre, con tono de vencedor, toma aire y
responde:
Hijo, la vela es para que la lleves encendida
cuando saquen mi cadáver de esta casa a causa
del dolor que podrías ocasionarme cuando me
vengan a informar que hayas matado a alguien
con la piedra.
El silencio cubrió la sala. Los adultos,
atónitos por el mensaje, se quedaron esperando
la reacción de Gustavito.
El niño, perplejo, confundido y asustado,
echó a correr por el pasillo buscando su
habitación y se lanzó en la cama…a llorar.
Gustavo padre lo siguió hasta su cuarto, y con
la premonición de la escena que conseguiría se
recostó en la cama, a su lado, y le interrumpió
el sollozo diciendo:
¿Qué te pasa, que te hice?.
Gustavito, entre el llanto y la vergüenza,
levantó el infantil rostro y logró decir:
_ pa' tú no te vas a morir por mi culpa; no
lo hago más. Te quiero mucho. Terminó
diciendo bordeando el cuello de su padre con
un abrazo de amor.
Casi al mismo tiempo, cuando ocurría esta
escena, salió Miriam al jardín, gritando. ¡Ya
basta, se acabó el jueguito con agua; no
queremos una desgracia en esta casa.
Dirigiéndose a los niños que se quedaron
esperando a Gustavito.
La tertulia siguió en la sala, y la escena
entre padre e hijo fue el tema principal de los
adultos, mientras compartían el brindis por la
llegada del carnaval.
Cuento de Carnaval
RAFAEL GONZÁLEZ
Febrero 2010