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OPORTUNIDAD, IDEOLOGÍA Y LA PÉRDIDA DEL TOTONACO DEL RÍO NECAXA Yvonne Lam, Universidad de Alberta 1 INTRODUCCIÓN Con unos 240 000 hablantes, las lenguas totonaco-tepehuas constituyen una de las familias lingüísticas principales de México (INALI 2010). Sin embargo, eso no las hace invulnerables a las presiones que amenazan a las lenguas indígenas mexicanas. La discriminación social, un sistema esco- lar castellanizador, la integración económica y la asimilación cultural han hecho indeseable la ignorancia de la lengua mayoritaria, el español. Ahora bien, la necesidad de aprender el español podría ser un fenómeno positivo si propiciara el surgimiento de individuos multilingües. Por otra parte, es indudable que el aprendizaje del español también les permite a los hablantes la posibilidad de diversificar y aumentar sus ingresos (Zimmermann 2010). Por desgracia, en muchos casos el aprendizaje de la lengua mayoritaria ha conllevado una desvaloración de la lengua indígena que resulta en su des- plazamiento gradual por el español. Si se toma como criterio el número de hablantes (Manrique Castañeda 1994, citado en Zimmermann 2010: 905), un cuarto de las lenguas indígenas de México están en peligro de extinción, mientras otro 50% se encuentra en una situación precaria de supervivencia. 1 Aunque todavía ninguna lengua totonaco-tepehua se encuentra entre las más amenazadas, tampoco están a salvo. De las diez lenguas de la familia reco- nocidas por INALI (2008), dos pueden considerarse en peligro, cinco son de supervivencia posible y sólo tres tienen una vitalidad relativamente segura. 2 1 Según L. Manrique, lenguas con menos de 500 hablantes están gravemente amena- zadas; las que tienen entre 500 y 1000 hablantes están en peligro; y las que tienen entre 1000 y 10 000 hablantes tienen posible supervivencia. Aplicamos estos criteros a las esta- dísticas resumidas por el INALI (2010) acerca del número de hablantes por variante lin- güística (definida en INALI 2008). Hay que notar la advertencia de Zimmermann (2010: 907) de que no se puede tomar el número de hablantes como factor único de vitalidad. 2 En peligro son el totonaco del cerro Xinolatépetl (999 hablantes) y el totonaco del sureste (487). De supervivencia posible son el tepehua del norte (2786), el tepehua del oeste (2931), el tepehua del sur (1794), el totonaco central alto (8732) y el totonaco del río

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oportunidad, ideología y la pérdida del totonaco del río necaxa

Yvonne Lam, Universidad de Alberta

1 introducción

Con unos 240 000 hablantes, las lenguas totonaco-tepehuas constituyen una de las familias lingüísticas principales de México (INALI 2010). Sin embargo, eso no las hace invulnerables a las presiones que amenazan a las lenguas indígenas mexicanas. La discriminación social, un sistema esco-lar castellanizador, la integración económica y la asimilación cultural han hecho indeseable la ignorancia de la lengua mayoritaria, el español. Ahora bien, la necesidad de aprender el español podría ser un fenómeno positivo si propiciara el surgimiento de individuos multilingües. Por otra parte, es indudable que el aprendizaje del español también les permite a los hablantes la posibilidad de diversificar y aumentar sus ingresos (Zimmermann 2010). Por desgracia, en muchos casos el aprendizaje de la lengua mayoritaria ha conllevado una desvaloración de la lengua indígena que resulta en su des-plazamiento gradual por el español. Si se toma como criterio el número de hablantes (Manrique Castañeda 1994, citado en Zimmermann 2010: 905), un cuarto de las lenguas indígenas de México están en peligro de extinción, mientras otro 50% se encuentra en una situación precaria de supervivencia.1 Aunque todavía ninguna lengua totonaco-tepehua se encuentra entre las más amenazadas, tampoco están a salvo. De las diez lenguas de la familia reco-nocidas por INALI (2008), dos pueden considerarse en peligro, cinco son de supervivencia posible y sólo tres tienen una vitalidad relativamente segura.2

1 Según L. Manrique, lenguas con menos de 500 hablantes están gravemente amena-zadas; las que tienen entre 500 y 1000 hablantes están en peligro; y las que tienen entre 1000 y 10 000 hablantes tienen posible supervivencia. Aplicamos estos criteros a las esta-dísticas resumidas por el INALI (2010) acerca del número de hablantes por variante lin-güística (definida en INALI 2008). Hay que notar la advertencia de Zimmermann (2010: 907) de que no se puede tomar el número de hablantes como factor único de vitalidad.

2 En peligro son el totonaco del cerro Xinolatépetl (999 hablantes) y el totonaco del sureste (487). De supervivencia posible son el tepehua del norte (2786), el tepehua del oeste (2931), el tepehua del sur (1794), el totonaco central alto (8732) y el totonaco del río

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Entre las lenguas totonaco-tepehuas con un futuro incierto está el totona-co del río Necaxa. Cuenta con unos 3000 hablantes en cuatro comunidades de la Sierra Norte de Puebla: Chicontla, Patla, San Pedro Tlaolantongo y Cacahuatlán (INALI 2008, 2010). Más del 90% de la población ya presenta un alto nivel de bilingüismo en español (INALI 2010) y, de mayor relevan-cia, es muy común encontrar que los niños tienen un conocimiento limitado de la lengua tradicional, lo cual señala una interrupción en la transmisión a generaciones futuras. Si no cambia la situación, pronto se tendrá que añadir el totonaco del río Necaxa a la lista de lenguas en peligro de extinción. En consecuencia, es de cierta urgencia examinar por qué los miembros de estas comunidades están dejando de hablar su lengua.

El presente capítulo se enfoca en Chicontla y Patla, las dos comunidades más grandes. En Chicontla, muchos niños y jóvenes ya no saben totonaco3 aunque sus padres y/o sus abuelos lo hablan. Inclusive entre hablantes nativos, no es extraño oírlos comunicarse en español, sobre todo en dominios públicos. En Patla, en contraste, el uso del totonaco en todos los contextos es común y la mayoría de los niños todavía sabe totonaco por contacto con gente de la comunidad. Sin embargo, uno no tiene que esforzarse mucho para encontrar a un niño de edad preescolar que apenas lo entiende. En ambas comunidades, entonces, ya está en camino el desplazamiento al monolingüismo en español, que se puede atribuir a dos fenómenos interrelacionados: el aumento de opor-tunidades para hablar español y la aceptación ideológica entre los totonacoha-blantes de que la lengua mayoritaria vale más que el totonaco. A continuación se describirá cómo ambos factores conspiran para hacer que los chicontecos y los patecos usen el español no sólo cuando es necesario — en la escuela, en tratos económicos, en dominios externos— sino también cuando pudiera ser opcional: en interacciones íntimas entre totonacos. De no cambiar, es este últi-

Necaxa (3273). Con una vitalidad relativamente segura se encuentran el totonaco central del norte (15 052 hablantes), el totonaco central del sur (114 913) y el totonaco de la costa (58 205) (INALI 2010).

3 Aunque la palabra totonaco se refiere a una subfamilia de lenguas de la familia totona-co-tepehua, entre ellas el totonaco del río Necaxa (Beck 2004, INALI 2008), para simplificar la discusión nos referimos a éste simplemente como totonaco, tal como hacen los hablantes mismos, quienes no distinguen filogenéticamente entre las diversas lenguas totonacas.

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mo comportamiento el que llevará a la extinción de la lengua tradicional, que ya no gozará de ninguna función comunicativa.

Cabe aclarar que no estoy sosteniendo que los chicontecos y los patecos sigan con el monolingüismo en su lengua. Nadie duda que necesitan el espa-ñol para participar en la sociedad mexicana contemporánea. Lo que apoyo es un bilingüismo estable, con dominios de uso definidos tanto para el español como para el totonaco — por ejemplo, como el de la Meseta Purépecha de Michoacán, donde el español se reserva para interacciones externas a la fa-milia y a la comunidad, mientras el purépecha (tarasco) se usa en situaciones internas (Ragone & Marr 2006) — en vez del avance gradual al monolin-güismo en español que se está observando hoy en día. Tampoco pretendo que esta descripción de Chicontla y Patla sea aplicable a todas las comunidades totonaco-tepehuas. A pesar de que las presiones son comunes a muchas co-munidades, operan de manera particular dentro de cada comunidad dada su historia externa e interna. Espero simplemente que este ensayo proporcione un marco teórico y un punto de comparación para el examen del desplaza-miento lingüístico en otras comunidades.2 contexto teórico

Es bien sabido que las lenguas no desaparecen por sí mismas – excluyen-do casos excepcionales como el genocidio o la epidemia – sino que dejan de ser habladas. Sin embargo, todavía no entendemos bien cuáles son las condiciones que dan como resultado el que una comunidad decida no usar su lengua. El énfasis de investigación ha sido más en por qué se adopta otra lengua. Con frecuencia esta decisión se debe a que el conocimiento de esta lengua trae beneficios sociales, económicos y/o políticos. Por ejemplo, en México el español, además de tener el mayor número de hablantes, es la lengua de los que dominan cultural, política y económicamente, de manera que su conocimiento es útil para poder participar en la sociedad nacional. No debe de sorprender, entonces, que los grupos indígenas quieran aprender español (cf. Dorian 1998). La oportunidad para adquirir el español ha au-mentado de manera significativa en años recientes gracias al mayor acceso al sistema escolar y a la modernización de la economía tradicional, lo que ha

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permitido mayor contacto entre hispanohablantes y comunidades indígenas previamente aisladas.

Es importante señalar, sin embargo, que la extinción de las lenguas indí-genas de México no puede atribuirse simplemente a la adopción del español puesto que aprender una segunda lengua no significa necesariamente dejar de hablar la primera. No obstante, esto es lo que ocurre en muchos casos, sobre todo en la época moderna (Dorian 1998), aunque este resultado no sea ni inevitable ni siempre predecible. Es cierto que con frecuencia abandonan su lengua los grupos que sufren discriminación pública, que no tienen poder político, que viven en sociedades que favorecen la asimilación y que tienen menor acceso a los recursos económicos y educativos. Es por esta razón que Sasse (1992: 10) sostiene que los factores externos son responsables de po-ner en movimiento el proceso del desplazamiento (“the trigger for the entire process”). Al mismo tiempo, no se puede dar por sentado que todas las co-munidades se rinden a las presiones; de hecho, Hyltenstam y Stroud (1996) identifican la desigualdad social como la base no sólo para el desplazamiento sino también para el mantenimiento, lo cual indica que la discriminación puede motivar tanto la capitulación como la resistencia. Si el desplazamien-to se debiera simplemente al deseo de superar una diferencia de poder o un acceso desequilibrado a recursos importantes, todas las lenguas indígenas de México estarían en etapas similares de extinción, debido a las mismas condi-ciones que favorecen a los que saben español desde hace siglos. Pese a esto, las situaciones de retención de lenguas indígenas son diversas. Algunas len-guas todavía muestran una vitalidad alta, como el tzeltal y el chol, mientras que otras, como el mayo, están perdiendo terreno rápidamente a favor del español; y allí están las que ya han desaparecido o están a punto de desapare-cer, como el matlatzinca y el cochimí (Cifuentes & Moctezuma 2006; Lewis 2009). Las diferencias no se encuentran tanto en la adopción del español — hasta las lenguas de alta vitalidad muestran un nivel de bilingüismo del 50% o más (Cifuentes & Moctezuma 2006) — sino son más patentes en el grado de mantenimiento de la lengua indígena.

Para explicar estas diferencias, es necesario estudiar la manera en que los cambios sociales influyen en la evaluación de las lenguas y los significados socioculturales asociados con éstas (Gal 1996). No basta concebir el despla-

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zamiento “como la simplificación de la correlación entre los hechos sociales y los hechos lingüísticos” sino que hay que considerarlo “como un proceso dinámico en donde se entretejen cuestiones de ecología política, ideología e identidad” (Muntzel 2010: 960). Las ideologías lingüísticas son el resultado de cómo se considera el rol de la lengua dentro de su contexto social. Las podemos definir como creencias u opiniones sobre las lenguas tal y como se usan en el mundo social (Kroskrity 2005), o según Woolard (2007: 129), como “representaciones de la intersección entre el lenguaje y la dimensión social de la actividad humana y […] la carga de intereses morales y políticos inscritos en estas representaciones.” La noción de ideología va más allá de las actitudes; mientras que las actitudes se dirigen hacia un aspecto particular de una lengua, las ideologías reflejan un sistema más amplio de creencias, normas y valores que tienen los hablantes de su propia lengua o de lenguas en general (King 2001). Las ideologías están, por lo tanto, “profundamente imbricadas en las estructuras sociales y en el ejercicio del poder,” e involucran la noción de la persona y del grupo social, además de instituciones sociales como los ritos re-ligiosos, la socialización de los niños, las relaciones entre los sexos, el estado-nación, la enseñanza y la ley (Woolard 1998, 2007: 129).

En fin, sólo al considerar las ideologías lingüísticas y la manera en que los hablantes interpretan su condición social podemos entender las variadas reacciones a la lengua dominante. Las condiciones sociales pueden motivar la formación de ciertas ideologías, pero en sí no son suficientes para expli-car el desplazamiento lingüístico. De hecho, a veces las ideologías ni tienen base en la situación social; Kulick (1992) observó una comunidad de Papúa Nueva Guinea que estaban abandonando su lengua a pesar de estar aislada de centros urbanos y la ausencia de presiones económicas. Por esta razón, un es-tudio completo del desplazamiento tiene que incluir un examen tanto de las condiciones sociales externas como de las ideologías lingüísticas internas. En las siguientes secciones aplicaré este acercamiento teórico a la situación sociolingüística de Chicontla y Patla. Veremos que el nuevo sistema escolar, los cambios económicos y el fin del aislamiento geográfico y cultural hicie-ron que el español se convirtiera en una lengua práctica, de necesidad coti-diana. La importancia creciente del español hace más evidente la vergüenza que ya tienen los chicontecos y los patecos de su lengua, además de subrayar

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la función restringida que tiene en la sociedad moderna. Como resultado, los padres de familia no consideran urgente que los hijos aprendan totonaco y prefieren que dominen bien el español primero, pese a que reconocen el rol histórico de su lengua. El desplazamiento al español y la amenaza de extin-ción del totonaco es resultado de la conjunción de factores tanto externos como internos. 3 las condiciones sociales: ¿por qué adoptaron el español?

Hasta los años setenta, Chicontla y Patla eran pueblos rurales principal-mente indígenas (totonacos) de la parte superior de la valle del río Necaxa. Aunque no había carreteras, los dos pueblos interactuaban entre sí regular-mente por estar sólo a tres kilómetros a pie4. Allí vivían también algunos hispanohablantes no indígenas, como comerciantes y maestros de escuela, pero no constituían una proporción grande de la población. Hoy día los dos pueblos tienen perfiles demográficos diferentes. Chicontla tiene aproximada-mente 3700 habitantes y aunque 84% viven en hogares indígenas (donde el jefe o su cónyuge habla una lengua indígena), sólo 45% se identifican como hablantes (INEGI 2005).5 Lam (2009) ha constado que desde los años seten-ta y ochenta muchos padres de familia han dejado de transmitir el totonaco a los hijos, de manera que ahora hay en la comunidad dos generaciones de ascendencia totonaca que tienen un conocimiento limitado o una ignorancia total de la lengua tradicional. Además, una parte significativa de la población actual no es de origen totonaco. Como resultado, apenas se oye el totonaco hablado en público y hasta en dominios familiares es común oír el español, sobre todo si no hay interlocutores de edad mayor.

4 De hecho, hay varias comunidades de las inmediaciones donde uno podía llegar an-dando una distancia razonable. La mayoría son indígenas (totonacas o nahuas); la única comunidad predominantemente hispanohablante es La Unión.

5 El censo de INEGI no pregunta directamente por etnicidad sino por hablantes de cualquier lengua indígena, sin especificar cuál. Por eso, es posible que algunos de los que respondieron no son totonacos sino de otro grupo indígena. Sin embargo, según nuestras observaciones, son tan escasas estas personas que no afectarán por mucho la estadística general. También es posible que algunos nieguen saber el totonaco por vergüenza (ver sección 4.1).

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En contraste, Patla cuenta con sólo 1800 habitantes, la mitad de la po-blación de Chicontla, pero la mayoría de ellos (86%) todavía sabe totonaco (INEGI 2005). Es frecuente oír el totonaco hablado en público, sobre todo en las afueras del pueblo. La transmisión del totonaco parece continuar por-que la mayoría de los jóvenes lo hablan junto con el español. Hay que notar, sin embargo, que su dominio del totonaco es más por transmisión indirecta que directa: no se debe tanto a los esfuerzos intencionales de los padres para enseñar el totonaco que a la imposibilidad de evitar contacto con la lengua porque todavía hay muchas personas en la comunidad que no dominan bien el español. Se observa que a medida que crece el nivel de bilingüismo y que hay más personas que saben ambas lenguas, se hará cada vez menos necesa-ria la lengua tradicional.

Por lo tanto, en ambas comunidades se encuentra un creciente uso del español. Según las estadísticas (INEGI 2005; INALI 2010), el nivel de bi-lingüismo en ambos pueblos ya sobrepasa el 90%, aunque esta estadística incluye diversos niveles de competencia en español.6 El uso del español es más notable en Chicontla que en Patla, tal vez debido a la mayor proporción de gente no indígena. Pese a esta diferencia, tanto los chicontecos como los patecos están optando hoy día por transmitir el español a los niños, muchas veces con exclusión del totonaco (Lam 2009). Esta decisión implica que han logrado dominar suficientemente bien el español para usarlo como lengua de transmisión, ya que es difícil enseñar una lengua que uno apenas sabe. El que el paro de la transmisión no se haya producido anteriormente sugiere que son recientes las oportunidades que han permitido un mejor dominio de la lengua mayoritaria. De hecho, los cambios sociales que resultaron de la integración de las comunidades indígenas mexicanas a la economía y la sociedad na-cional se remontan sólo a unos cuarenta años; estos cambios aumentaron de manera significativa la cantidad y la calidad de oportunidades para adquirir el español. En consecuencia, mientras antes había poca ocasión para apren-der y usar el español, ahora no se lo puede evitar.

6 Dada la “superioridad” del español (ver sección 4.1), es posible que muchos afirman saberlo aunque no lo dominen bien en realidad.

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3.1 el sistema escolar

El primer cambio de nota ocurrió en los años sesenta, cuando se estableció el sistema escolar de manera regular en Chicontla y Patla. Antes iban unos maestros a dar clases, pero lo hacían de manera irregular y cancelaban clases cuando les daba gana, de manera que era necesario ir a un centro urbano para conseguirse una formación académica, algo que no podían pagar muchas fa-milias indígenas. Con la fundación de escuelas en las comunidades mismas, los niños pueden tener clases diarias sin salir del pueblo. Hoy en día existen en Chicontla y Patla escuelas de todos los niveles — kinder o preescolar, primaria, secundaria y bachillerato — de manera que es posible recibir una educación básica completa. Si uno quiere seguir con la formación postsecun-daria, hay que salir a un centro urbano hispanohablante.

El currículo lo supervisa una burocracia centralizada urbana, de manera que la pedagogía refleja una política educativa castellanizadora, por la cual todas las materias se dan en español. Además, la mayoría de los maestros son hispanohablantes no indígenas, de centros urbanos, dado que la mayo-ría de los jóvenes indígenas no se pueden pagar una carrera en las escuelas normales. Por eso, los maestros ignoran la lengua tradicional de los niños — muchos ni muestran interés en aprenderla —y no sólo insisten en hablarles a los niños en español sino que los obligan a contestar en la misma lengua. Al preguntarles a los mayores cuándo empezó el desplazamiento lingüístico, todos culpan a las escuelas por traer el español:

[…] vinieron los maestros […] poco a poquito se empezó ya a aprendiendo los chiquillos que hablar español [sic] y allí por donde empezaron ya abandonar, ese, el totonaco, ya no, ya no hablaban en, en, ese, bueno, en totonaco allí en la escuela, ya te hablaba puro español, pues allí por donde, ese, va desapareci-endo el, ese, totonaco. (LBS-C 09/08/03)

Más recientemente se ha establecido una escuela bilingüe en Patla, pero sólo es bilingüe de nombre. Según dicen los padres de familia, los maestros permiten que los niños usen la lengua tradicional, pero para el final del programa prima-rio ya exigen el uso exclusivo del español. En ningún momento les enseñan a

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los niños a leer ni a escribir en totonaco; la alfabetización se realiza enteramente en español.7 Es más, algunos de los maestros indígenas no son del pueblo y a pesar de que hablan una lengua indígena, no es la de los niños. El programa sólo es bilingüe en el sentido que los niños pueden hablar en totonaco en los niveles iniciales sin ser amonestados, pero el objetivo real es eliminar todo uso de la lengua tradicional una vez que los niños dominan suficientemente bien el español. Se ve entonces que la ideología del programa se basa en el bilingüismo subtractivo (en el que la segunda lengua reemplaza a la primera) y no en el bi-lingüismo aditivo (en el que se mantienen ambas lenguas).

En breve, el sistema escolar asegura que todos aprendan español desde una edad temprana (el kinder empieza a los tres años), aun si los padres no lo usan en casa. Antes del establecimiento de las escuelas uno adquiría el español de adulto, al salir del pueblo y tratar con hispanohablantes, de manera que el español era la lengua de menor competencia y se usaba con más dificultad que el totonaco. Con la fundación de las escuelas, el dominio del español se hace mucho más fácil porque se aprende de niño. Aunque los primeros grupos de niños que pasaron por el sistema se quedaron en la escuela sólo unos años, ya que no se valoraba mucho la educación en aque-lla época, aprendieron no obstante suficiente español como para usarlo con relativa comodidad. Hoy día, debido a la importancia de la educación para el trabajo (ver la sección siguiente) y a incentivos monetarios del gobierno, casi todos los jóvenes terminan al menos la primaria, por lo cual tienen un buen dominio del español desde pequeños y no sufren ningún problema para comunicarse en esta lengua.3.2 integración económica y cultural

En los años setenta y ochenta ocurrió un cambio a gran escala de la agri-cultura de subsistencia al cultivo del café, debido a los precios altos del mer-cado mundial y al apoyo del gobierno federal. Plantaron café los que tenían suficiente terreno y dinero para invertir en la nueva industria; otros vendieron su terreno a cultivadores más grandes y se ganaron la vida trabajando en los cafetales. Como resultado del fin de la autosuficiencia y la integración a la

7 Los únicos libros que han mandado los administradores para apoyar la alfabetización en la lengua indígena eran escritos no en totonaco, sino en nahuatl (D. Beck, c.p.).

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economía regional y nacional, se hizo importante el comercio en Chicontla y Patla. La nueva economía atrajo a muchas personas no indígenas a la región, principalmente a Chicontla, lo cual se refleja en la composición demográfica actual del pueblo. Algunas de estas personas no se quedaron por mucho tiem-po, pero otras se establecieron de manera permanente en la comunidad. En consecuencia, la población que antes era casi totalmente indígena ya cuenta con muchos miembros que no lo son.

Debido a la nueva economía, se construyó una carretera a Chicontla y Patla para facilitar el comercio. Mientras antes llegaba un vehículo con di-ficultad, ahora hay mucho tráfico de ida y vuelta, sobre todo desde 2005 cuando empezaron a pavimentar la carretera. Así se terminó el aislamiento geográfico de las comunidades. Los camiones pueden traer bienes que no se podían conseguir antes y se estableció también un sistema de transpor-te público al centro urbano más cercano, Xicotepec de Juárez. De hecho, hoy los chicontecos y los patecos van con frecuencia a Xicotepec para ha-cer compras o para viajar a otros lugares. La facilidad de movimiento tiene como consecuencia lingüística un mayor uso del español, no sólo fuera del pueblo donde dominan los hispanohablantes, sino también adentro, debido a la llegada cotidiana de gente no indígena. Es más, se acabó el aislamien-to cultural de los chicontecos y los patecos. Entre los bienes nuevamente accesibles se encuentran productos electrónicos de comunicación, como la radio, el televisor y, después de la instalación de cables telefónicos en 2004, la computadora y el Internet. Los chicontecos y los patecos ya no viven en un mundo encerrado; ahora pueden participar en la cultura mayoritaria, que es una cultura hispanohablante.8

A finales de los años ochenta bajó repentinamente el precio mundial del café. Muchos chicontecos y patecos encontraron severamente reducidos sus ingresos, pero no podían regresar a la agricultura de subsistencia. Los que todavía tenían terreno no contaban con dinero para invertir en otro cultivo y los que habían vendido su terreno no tenían dónde plantar. Así empezó la migración fuera del pueblo hacia la Ciudad de México y hasta hacia los Es-tados Unidos, en búsqueda de mayores oportunidades laborales. Beck y Lam

8 Aunque algunos grupos indígenas han realizado programas culturales en la lengua tradicional, no existen tales programas en el totonaco del río Necaxa.

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(2008) calculan que un décimo de la población ya se ha ido de las comuni-dades para trabajar fuera. Además, los padres de familia se han dado cuenta que para conseguir un trabajo mejor remunerado es necesario terminar los estudios. Por eso, los jóvenes ahora permanecen en la escuela por más años y algunos hasta siguen una carrera postsecundaria si la familia la puede cos-tear. Hoy día todos saben que es inevitable salir del pueblo si quieren bus-car trabajo, ya que no hay oportunidades en Chicontla y Patla. La situación económica actual ha hecho aun más prominente la necesidad de dominar el español; no se trata simplemente de una cuestión de interacciones informales u ocasionales, sino de que la capacidad de ganarse la vida depende del cono-cimiento de la lengua dominante.

En fin, el uso del español en Chicontla y Patla está aumentando porque han surgido más oportunidades para aprenderlo y usarlo. Antes de los años sesen-ta, era difícil adquirir el español porque no había escuelas y era infrecuente el contacto con hispanohablantes. Aun si uno lograba dominarlo, no había con quién hablar. El establecimiento del sistema escolar permite que uno aprenda el español desde una edad temprana y que haya oportunidad diaria en clase para usarlo. Apoyan al aprendizaje las posibilidades cotidianas de interactuar con hispanohablantes, sea cara a cara, dentro o fuera del pueblo, sea indirectamente mediante los medios de comunicación. Pero sobre todo, no se trata simplemente de más oportunidades para hablar español, sino que hay más necesidad de ello debido a la situación económica. El español no sólo es una lengua útil para asistir a clase o conversar con extranjeros, sino que se ha convertido en una lengua obligatoria para ganarse la vida. No es de sorprender, entonces, que bajo las nuevas condiciones sociales, los chicon-tecos y los patecos hayan adoptado el español. Lo que queda sin explicar es por qué están abandonando el totonaco en contextos donde no se requiere el español, como en interacciones entre hablantes del totonaco, o entre padres e hijos en casa. No hay razón particular aparente por la cual no quedarse con dos lenguas en Chicontla y Patla; se podría usar el español donde sea necesario y se mantendría el totonaco cuando no hace falta el español. Para mejor entender la adopción del monolingüismo en español, será necesario examinar las ideologías lingüísticas dominantes en ambas comunidades.

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4 las ideologías lingüísticas: ¿por qué están dejando el totonaco?Al hablar del abandono del totonaco, hay que dar cuenta de dos fenómenos

sociolingüísticos. Primero, los chicontecos y los patecos bilingües a veces evitan el uso del totonaco en dominios donde no hace falta el español, lo que restringe las funciones del totonaco. Según veremos, este comportamiento se debe a la vergüenza que asocian con parecer indígenas (ver sección 4.1). Segundo, están dejando de enseñarles el totonaco a los niños (Lam 2009). Esta decisión, sea consciente o no, se debe no sólo a la vergüenza, por la cual no quieren que los hijos sean asociados con lo indígena, sino también a la percepción de que el totonaco no es de mucha utilidad (sección 4.2) y que el bilingüismo perjudica el buen dominio del español (sección 4.3).

La falta de transmisión tiene repercusiones graves para la sobrevivencia del totonaco porque las siguientes generaciones no tendrán buen conoci-miento de la lengua. A pesar de estas ideologías negativas que conspiran en contra del mantenimiento del totonaco, veremos que los chicontecos y los patecos reconocen la lengua como parte de su herencia (sección 4.4). Sin embargo, el valor sentimental no es suficiente para superar las otras ideolo-gías que favorecen el abandono del totonaco.

Los fragmentos en que se identifican las diversas ideologías que discuti-remos a continuación provienen de conversaciones grabadas entre 2003 y 2006 (Tabla 1). Se entrevistó a 6 chicontecos — 3 hombres, 3 mujeres — y 7 patecos — 2 hombres, 5 mujeres. Todos nacieron antes de 1970, de manera que eran testigos de los cambios que dieron fin al aislamiento de las comu-nidades y pueden comparar la situación anterior con la de ahora. La mayoría tuvo el primer contacto con la lengua española mediante la escuela, pero dado que ninguno tiene una formación escolar más allá de la primaria y que la calidad de instrucción en aquella época era cuestionable, una gran parte de su conocimiento del español viene de interacciones con hispanohablantes. Todos dominan suficientemente bien el español para conversar y también, con excepción de los tres mayores, para transmitírselo a los hijos.

Las entrevistas se hicieron en español debido a que las normas sociales dictan el uso del español con los no totonacos. Les pregunté sobre la niñez, la familia, el trabajo y la historia del pueblo. En particular, me interesé en cómo

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aprendieron el español, qué lengua(s) usan con diferentes interlocutores, si quieren que los hijos sepan el totonaco y si han observado cambios en el uso de lenguas en la comunidad. Al agrupar los temas comunes que resaltaron en las respuestas, pude deducir las ideologías que subyacen los comentarios de los participantes.

4.1 da vergüenza hablar totonaco

Desde la época colonial el español ha sido la lengua de prestigio en México. Es la lengua de los que tienen poder social, político y económico a nivel nacio-nal y, también, de mayor influencia en las ideologías, a nivel local y regional. Muchos de los comerciantes, los terratenientes, los maestros de escuela, los sacerdotes y el personal médico son hispanohablantes no indígenas. Todas estas ocupaciones tienen prestigio social porque se asocian con la prosperidad o la escolaridad. La llegada de un número creciente de hispanohablantes no indí-genas en años recientes simplemente ha subrayado el prestigio del que siempre han gozado éstos y ha puesto en relieve la inferioridad social de los indígenas.

Tabla 1. Descripción de los entrevistadosNombre Fecha de

entrevistaAño de

nacimiento Sexo Nivel de escolaridad

Lengua usada con

Hijos NietosLCT-C 3 agosto 2003 1915 M 3 años T ELMS-P 17 julio 2003 1935 F ninguno T T, ELBS-C 9 agosto 2003 1936 M ninguno T ELVN-C 6 julio 2006 1938 F ninguno E EGAM-C 19 julio 2003 1949 M 4 años E ERMM-P 26 julio 2003 1949 M 1 año E, T EJCL-C 23 julio 2004 1955 F 5 años E EAVV-P 7 agosto 2003 1956 F 3 años E EPSM-P 18 julio 2003 1957 M 9 años (?) E, T ESCV-C 18 julio 2003 1958 F 5 años E ECFM-P 16 julio 2003 1959 F 2 años T, E --GMM-P 23 julio 2003 1967 F 4 años E, T EAFM-P 3 agosto 2004 1968 F 1 año T, E --

C = Chicontla, P = Patla; M = hombre, F = mujer; T = totonaco, E = español

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Los chicontecos y los patecos tienen alta consciencia de esta distinción social. De hecho, con frecuencia describen a los no indígenas como gente de razón, mientras ellos mismos son simple gente de calzón, e identifican el totonaco como mero dialecto y no como lengua. Ya que hablar su lengua los identifica como parte de un grupo social inferior, se avergüenzan de usar el totonaco en público y revelar que no son “gente de sociedad”, como comenta GAM-C:

[...] mucha gente se avergüenza de hablar el totonaco, se avergüenzan, dicen: —Yo no quiero enseñar si hablo porque ese [sic] persona es gente de sociedad. No quiere poner la cara, no quiere que vean la cara porque él habla el totonaco, se avergüen-za, es lo que pasa.

Tienen pena de mostrar que no saben español, como explica AVV-P:

Nadie entendía [español], la gente así, los niños así, tenían mie-do, ver una persona, por ejemplo como ahorita usted, le tenían miedo, no le querían hablar […] como no podían hablar en es-pañol ni cómo hablar.

RMM-P asocia la falta de competencia en español con la ignorancia, diciendo que “no sabía nada”:

[...] antes no, no los podía yo saludar, que, como, “¡buenos días!” o “¿qué hacen?” o “¿cómo están?”, no, no podía yo decir nada, sí, no sabía yo nada, sí, pero ahora sí ya, ya entiendo bien ya [...] antes no, tenía yo vergüenza para juntar con los, las razones [= gente de razón] así comiendo allí.

Tanta es la vergüenza que les da su lengua que los que sí saben español con frecuencia se muestran orgullosos y se creen superiores a sus compañeros. Has-ta presumen por sus conocimientos y niegan saber la lengua indígena, como observa CFM-P:

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[...] no sé, por qué, por qué se hablan, este, se hablan español entre ellos y saben en totonaco [...] Bueno, ellas se, como, se sienten que ya saben más, que se sienten, como, orgullosas, e se sienten orgulloso por por por, este, por saber hablar en el espa-ñol, como que ya no quieren hablar en totonaco.9

Hasta cuando no hay necesidad de hablar español, muchos prefieren usarlo. Por ejemplo, en presencia de invitados hispanohablantes no indígenas, GMM-P siempre habla en español, pese a que se trata de una conversación privada entre sus hijos y ella y que no se percibiría mal educado usar el totonaco:

Así como yo cuando vienen mis visitas si, si me hablan mis hijos les contesto en español aunque ellos me, me hablan en totonaco y yo les contesto en español para que la persona, el que está con-migo, que, que sepa lo que me está diciendo.

Aunque se puede justificar esta decisión según la máxima de la cortesía, es también cierto que “se refleja en ella la aceptación (resignada) del papel del castellano como variedad alta y del valor bajo de su lengua nativa en el mercado lingüístico mexicano” (Zimmermann 2010: 917). De hecho, PSM-P se sorpren-dió cuando el director de una de las escuelas de Patla le habló en totonaco al verlo en la Ciudad de México, dado que un hombre de estatus debe de esconder su ascendencia “inferior” en público:

[...] me pareció extraño allá una vez el, el, el director de, de, o sea este, de la escuela, me encontró en la Ciudad de México, allí en la Central [= estación de autobús], donde hablan muchos puro español […] me sorprendió que me va, este, que me va conociendo en donde hay mucha gente allí y llega directamente donde estaba yo y me dice, este: —¿Qué pasó? Hola, ¿qué, qué tal?— este, y al poco rato me empieza a platicar en totonaco [...] él venía así con traje, de corbata, así bien, bien, este, bien ves-

9 Para dar otro ejemplo, se encuentra en el blog Totonaca Beat el siguiente comentario del blogger totonaco, Miguel Angel Bautista, de Coxquihui, Veracruz: “–Es tontita,– decía mi papá de una ‘paisana’ sólo por el hecho de no hablar español.”

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tido, toda la gente se admiraba, lo admiraban: —¿Qué, qué está diciendo?— y, este, y platicando así en totonaco.

Los hispanohablantes no indígenas no han hecho nada para desmentirlos sobre la vergüenza que asocian con el habla totonaca. Al contrario, se la refuerzan al regañarlos por usar su lengua, según recuerda GMM-P:

[...] yo cuando yo estuve en la escuela, pues puro totonaco, puro totonaco hablábamos, hasta el maestro nos regañaba y, y ¿qué le vamos hacer si es nuestro dialecto? Porque hay unos también que no pueden español y pues platican en totonaco y allí, hasta nos decían, —¡Cállense! parecen pericos, que no les entiendo nada.— Y así nos decía el maestro.

De igual manera, LBS-C recuerda que lo regañaron unos señores simplemente porque no entendía el español:

[...] venían unos señores cobradores y ya empezó ya a dar mi servicio y me mandaba por allí a avisar alguna persona: —Vaya Ud. por allí avisar.— Pero no, no, ni sabía de qué me hablaban, entonces me regañaban.

Las actitudes superiores de los hispanohablantes no indígenas se remontan a muchos años; empezaron con una “ideología de menosprecio” que tenían los colonizadores europeos con respecto a los grupos subordinados (Dorian 1998). Esta ideología se arraigó y resultó en una política en la que “el peso de la cultura hispanohablante criolla aumentó cada vez más en detrimento de las culturas autóctonas” (Zimmermann 2010: 203). Como resultado, se creó una política lingüística asimilacionista —o más bien, como comenta Zimmermann (2010), no se creó una política a favor de las lenguas indígenas— que, junto con la ideología que la diversidad lingüística amenaza la unidad nacional (Cifuentes & Moctezuma 2006), dejó al margen toda lengua que no sea español. Aunque desde 2003 la Ley General de Derechos Lingüísticos de los Pueblos Indígenas

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da igualdad a las lenguas originarias, las ideologías de los no indígenas no han cambiado (Zimmermann 2010).10

Dado el estigma social asociado con todo lo indígena, no es de sorprender que si se presenta la oportunidad, los chicontecos y los patecos prefieren evitar el uso del totonaco y hablar en español. Hay que notar que la adop-ción de un habla de mayor prestigio no tiene que conllevar el abandono de la lengua subordinada; al contrario, puede ser motivo para luchar contra la discriminación:11

Es verdad que la construcción política y discursiva del valor diferenciado de las lenguas en la ‘sociedad nacional’ fue com-partida por un número creciente de indígenas, pero teóricamente no es automático ni empíricamente generalizado, ya que la dom-inación y hegemonía implicada en esta construcción puede ser rechazada y generar resistencia y la creación de contramodelos de revitalización (Zimmermann 2010: 911).

Tampoco se les ocurre a los chicontecos y los patecos exigirles a los no indí-genas que aprendan su lengua, tal como se espera normalmente de los inmi-grantes.12 La convergencia en el habla, para buscar la aceptación al reducir las

10 Como ejemplo, la siguiente cita viene de un policía canadiense, Walter McKay, quien es director de la Oficina de Certificación Policial en el Distrito Federal. En una en-trevista de 2009 con la estación de radio canadiense nacional, habla la falta de requisitos profesionales entre los policías:

Or they may not even speak Spanish. Between 2% to 10% of police officers in many municipalities are illiterate. They, uh, they cannot speak or write Spanish, they, they only operate in their own dialect.

“O es posible que ni hablan español. Entre 2% y 10% de los polícias en muchos municipios son analfabetos. Ellos, uh, ellos no saben hablar ni escribir español, sólo funcionan en su propio dialecto.” (traducción mía)

Note el uso del término dialecto para referirse a las lenguas indígenas y también la asocia-ción entre el no saber español y el analfabetismo, o sea, la falta de escolaridad. Aunque el señor es extranjero, las ideologías dominantes ya se le han pegado.

11 Por ejemplo, Augsburger (2004: 139) relata que algunos zapotecos bilingües de Ju-chitán (Oaxaca) se niegan a usar el español entre ellos, aun frente a presión pública.

12 Por ejemplo, los tektitecos que observó Garzón (1992) se empeñaron en enseñarle la

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diferencias (Giles & Powesland 1975), siempre ocurre del totonaco al español y casi nunca al revés.13 Kroskrity (2005) describe esta deferencia al español como señal de la conformidad ideológica de grupos subordinados que aceptan, aún parcialmente, las imágenes negativas de ellos mismos que presenta la sociedad dominante. Jost y Hunyady (2002) sugieren que tal sumisión, que ellos han observado en otros grupos de menor prestigio social, se debe tal vez a que la aceptación y hasta la justificación de la desigualdad es preferible al reconoci-miento de que son víctimas de la discriminación injusta. Como consecuencia, los chicontecos y los patecos perciben el uso del totonaco como vergonzoso en vez de tener orgullo de ello; han asimilado la ideología del mayoritario que el español y los hispanohablantes son superiores a lo indígena. Por esta razón, no quieren usar su lengua y tampoco quieren que sus hijos la aprendan, con la esperanza de que así no parezcan indígenas.14

4.2 el totonaco no es muy útil

Los entrevistados tienen alta consciencia de la utilidad del español en el mundo contemporáneo y por eso consideran necesario que sus hijos tengan un buen dominio de esta lengua. Por ejemplo, muchos, como PSM-P, expli-can que les hablan a los hijos en español para facilitar el éxito académico: “[...] pues que sus padres les han enseñado en español, pues fácilmente, este, captan, captan las clases, o sea, este, los estudios.” CFM-P dice que les en-señan español a los niños “[...] para que algún día, este, terminen de estudiar y, y Dios quiera van a buscar su trabajo, le digo: —Sí, para que, bueno, ya no sufran como sufrió su papá de Uds.” Además, dado la frecuencia con que muchos salen de la comunidad ahora, el español es necesario para que uno pueda manejar la situación, como explica PSM-P:

lengua del pueblo a un/a cónyuge que no lo sabía, para que supiera defenderse.13 Según mis observaciones, los únicos hispanohablantes no indígenas que han apren-

dido el totonaco son cónyuges que necesitan comunicar con suegros monolingües en toto-naco, aunque no todos hacen así en la misma situación. Los demás reconocen una u otra palabra pero no se han esforzado en aprender la lengua del pueblo.

14 Es claro que la simple adopción el español no es suficiente para superar la discri-minación. Muchas veces se acepta la autoridad de una lengua dominante sin ver las divi-siones sociales que apuntalan esta autoridad (Woolard 2007), así llevando a la percepción errónea que la mera convergencia en el habla basta para cambiar la situación.

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[...] para que sepan defenderse, llegar a un lugar donde hablan puro español, pero que también sepan cómo desenvolverse, platicar o, este, tener un trabajo y sepan, es que entiendan que, qué es lo que se, que qué es lo que se les dice.

El mensaje implícito que subyace a estos comentarios es que el totonaco no puede cumplir estas funciones: si uno sólo sabe totonaco, no va a tener éxito en la escuela, no va a encontrar trabajo y no puede defenderse.

Además, el alto nivel del bilingüismo, a más de 93% (INEGI 2005), está quitando al totonaco la única función que le queda. Mientras antes el toto-naco era necesario porque un número considerable de chicontecos y patecos no hablaba bien el español, ahora son pocos estos interlocutores. PSM-P dice que les enseñó totonaco a sus hijos porque “[si hay] alguien que no puede ha-blar español, pues [mis hijos pueden] platicar en totonaco.” Sin embargo, son cada vez menos frecuentes estas interacciones; los que no saben español son ancianos por la mayor parte y no tienen mucha interacción con los jóvenes. Si hace falta, los padres u otros adultos sirven de traductores, eliminando así la necesidad de que los hijos sepan totonaco.

Dada la desvalorización del totonaco, los chicontecos y los patecos tienen en poca estima a su lengua. En vez de celebrar a los que saben totonaco, les tienen lástima por todo lo que no puedan hacer. Por ejemplo, AFM-P comen-ta que “da[n] lástima” los niños que sólo saben totonaco porque no entienden a los maestros. De igual manera, GMM-P dice que sería “pobre de mis hijos” si no supieran español porque no podrían comunicarse con gente de fuera, que “no van a poder ni contestar ni van a saber qué es lo que les, les, se les está diciendo.” LCT-C describe como lamentables a los totonacos de antes porque “no pueden salir, no, no iban a México, no iban, este, donde quieren.” Tales comentarios reflejan una asociación entre el totonaco y la incapacidad; saber totonaco no se percibe como ventaja sino como obstáculo.

Por eso, los padres no ven la necesidad de enseñarles el totonaco a los hi-jos, lo que hace que los últimos dominios donde pudiera sobrevivir la lengua se conviertan por defecto en contextos de habla española. En vez de insistir en que los niños aprendan totonaco, los padres les dan a éstos la responsa-bilidad de adquirir la lengua tradicional; si no se muestran interesados, no

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siguen firmes los padres. Por ejemplo, JCL-C explica que dejó de hablarles a los hijos en totonaco porque “si les hablo en totonaco cuando les grito, les digo así, —ay mami, no sé lo que dices, háblame, en, en, en español,— dice.” De la misma manera, AVV-P no usó el totonaco porque “no le[s] gusta eso, todas mis hijas casi no, no más así escuchan y, si les hablan no más dicen: —mm.” Hasta LBS-C, uno de los únicos participantes que usaron totonaco con los hijos, dejó de hablar esta lengua con los nietos porque “o no pueden o no más se hacen, se hacen, bueno digo, se hacen tonto, o no pueden decir, o le da pena, no sé”. A diferencia del español que consideran obligatorio —GMM-P cuenta que regañó a los hijos por contestar en totonaco y no español— la adquisición del totonaco es opcional.4.3 el bilingüismo perjudica el buen dominio del español

Aunque muchos chicontecos y patecos de cierta edad tuvieron el primer contacto con el español en la escuela, no aprendieron verdaderamente el es-pañol hasta ser adultos, cuando tuvieron que interactuar con hispanohablan-tes no totonacos. Como resultado de esta experiencia, saben lo difícil que es dominar una segunda lengua, sobre todo cuando uno es mayor, como comen-ta GAM-C: “[...] si tú no lo hablaste desde chiquito, ya hablas de grande, no, no tienes la, no tienes bien la pronunciación [...].” De allí viene la idea de que es necesario aprender una lengua de niño para hablarla bien y por esta razón, muchos insisten en usar español con los hijos desde bebés.

Esta creencia en sí no es negativa porque no tiene que resultar en el aban-dono de la lengua nativa; es posible que los niños aprendan español y totona-co simultáneamente. El problema es que los padres atribuyen las dificultades con dominar el español no sólo a la mayor edad sino también al hecho de que ya saben una lengua, lo cual interfiere con la adquisición del español. Así perciben el manejo simultáneo de dos lenguas como perjudicial, según explica LVN-C:

[...] y eso [=saber totonaco] lo va descomponiendo la, la lengua porque, ya no lo mismo explicas en español porque hablas en totonaco y hablas en español, hablas más totonaco que español,

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entonces ya no es, ya no, no puedo no explicar bien en español porque hablas mucho totonaco.15

Esta ideología es tan generalizada que hasta los maestros de escuela la apoyan al aconsejarles a los padres que no hablen totonaco en casa para que los hijos aprendan bien el español. De allí los padres terminan con una perspectiva ne-gativa del bilingüismo y creen que se debe de enseñarles sólo una lengua a los niños. Dado que consideran el totonaco de poca utilidad y de poco prestigio, se hace claro que la lengua de transmisión será el español. Esta decisión no sig-nifica necesariamente que no quieran que los hijos sepan totonaco, sino que el aprendizaje de esta lengua puede posponerse por ser menos importante. Como dice GMM-P, “es mejor que aprenden ya de grande el totonaco que, que espa-ñol, porque ya es difícil aprender ya de grande español que de chiquito.” Según AFM-P, sólo ahora que sus hijos saben español intenta hablarles en totonaco: “ya, pues, ahora les hablo en totonaco, pues, antes cuando eran chiquitos les hablaba yo en español, pero ahora ya, pues, saben [español].”

La preocupación principal de los padres no es sólo que los hijos aprendan español sino que lo aprendan bien por el prestigio social que tiene esta len-gua (sección 4.1). Atribuyen la discriminación que sufren en parte al hecho de que no tienen un dominio nativo del español. Por ejemplo, GMM-P no usó el totonaco en casa para que sus hijos “no sean como yo, yo ya aprendí de grande, pero mis hijos […] yo quiero que hablen español.” El deseo es que los hijos sean percibidos como hablantes nativos del español, ocultando así su origen indígena:

Con frecuencia, el habla se interpreta no solamente como un índice asociado a un grupo particular, sino como una represen-tación icónica, como una imagen natural representativa de la esencia de un tipo de persona. Para beneficiarse del valor de la autenticidad, uno debe “sonar” como el tipo de persona valo-rado; uno debe reproducir los tonos y los matices del hablante auténtico. […] De acuerdo con esta lógica, adquirir una segun-da lengua puede incluso llegar a exigir que se deje de hablar

15 Esta creencia no se limita a los totonacos, por supuesto, sino que es una percepción muy generalizada del bilingüismo durante la niñez (Meisel 2005).

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la primera: el hablante no puede arriesgarse a que los rastros lingüísticos de la identidad anterior estropeen su afirmación de una nueva y valiosa (Woolard 2007: 132).

Por eso, los padres no quieren posponer demasiado la enseñanza del español ni incluir otra lengua que pueda interferir en su dominio, lo cual requiere el uso único del español desde la infancia. No significa que tengan una perspectiva ne-gativa del bilingüismo en general; ellos mismos son bilingües y muchos quieren que sus hijos aprendan inglés además del español. El evitar el totonaco refleja más bien el deseo de que los hijos dominen bien el español y que parezcan his-panohablantes nativos.4.4 el totonaco es parte de nuestra historia

A pesar de las ideologías negativas que conspiran en contra del totonaco, los entrevistados, como GAM-C, reconocen que la lengua es parte de la his-toria del pueblo: “es como una herencia lo que nos hemos, nos hemos recibi-do de los abuelos, ¿verdad?” PSM-P describe el totonaco como el “habla le-gítimo, de sus padres, de sus abuelos” y SCV-C menciona que es importante conservar la lengua “porque aquí es Totonacapán.” Por esta razón, LBS-C se preocupa que sus nietos, quienes no saben totonaco, olviden su identidad: “ni van a saber los chiquillos de dónde vinieron.” Es más, teme que se pierdan los conocimientos tradicionales que no se traducen fácilmente al español: “hasta hoy no conocemos, hay unos plantas, hay unos árboles, hay unos, unas, lo que hay en el montes, bejuco, que no conocemos [=sabemos] decir [en] español.”

Pese a que reconocen que el totonaco es parte de su identidad, no es una identidad que quieren (sección 4.1). Hay dos ideologías en conflicto y la vergüenza vence al deseo de mantener la historia del pueblo. De las nueve personas que mencionaron explícitamente el valor patrimonial del totonaco, sólo uno crió a los hijos enteramente en totonaco y dos usan totonaco en casa junto con el español; los demás usan español exclusivamente con los hijos. Además, no preven que sus acciones van a llevar a la extinción de la lengua; parece que, como AFM-P, dan por supuesto la existencia del totonaco:

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[…] y como nosotros hablamos las vecinas puras en totonaco, sí, por eso, pues, no, nunca, no se olvida, sí, nunca no se olvida […] todos hablamos así, sí, en nuestro idioma, no nos podemos olvidar.

La incapacidad para ver las consecuencias de sus acciones es lo que permite la conciliación de dos ideologías conflictivas: no importa que no usen el totonaco porque no va a desaparecer la lengua.5 conclusión: oportunidades e ideologías

¿A qué se debe la pérdida de la lengua totonaca en Chicontla y Patla? La respuesta involucra tanto las oportunidades como las ideologías: las posibi-lidades de aprender y usar el español, y la ideología de que el totonaco no forma parte del mundo contemporáneo. Ambos fenómenos son necesarios para dar cuenta del desplazamiento al monolingüismo en español. El totona-co está desapareciendo porque el español lo está reemplazando como la len-gua de comunicación en muchos contextos, porque el sistema escolar enseña el español desde una edad temprana, porque hay cambios económicos que hace necesario el español para el trabajo y porque se terminó el aislamiento geográfico y cultural. Hoy en día, es suficiente con hablar español en muchos contextos y el totonaco se está haciendo redundante.

La mayor utilidad del español no es suficiente en sí para llevar al abando-no del totonaco. A falta de su función original de comunicación entre mo-nolingües, se pueden crear funciones secundarias para el totonaco, como señalar la etnicidad o celebrar ritos tradicionales, así volviendo necesaria la existencia de la lengua (cf. Garzón 1992). Sin embargo, las ideologías de los chicontecos y los patecos no favorecen tal rescate de su lengua. Ahora que tienen la posibilidad de ser parte de la cultura mayoritaria, no quieren ser detenidos por su origen indígena, del cual tienen vergüenza. Por eso, apro-vechan las mayores oportunidades para usar el español con exclusión del totonaco y enfatizan el buen dominio del español para sus hijos.

No es que no quieran que los hijos sepan totonaco —reconocen que la lengua es parte de la historia del pueblo— sino que prefieren que dominen español primero. Esta preocupación les lleva a hacer todo lo posible para asegurar que los hijos suenen como hablantes nativos del español, lo que

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implica la transmisión del español desde la infancia y el evitar el totonaco bajo la impresión errónea de que interfiere con la adquisición del español. Además, no se dan cuenta que posponer la transmisión del totonaco puede resultar en que nunca se aprenda, dada la escasez de dominios fuera de la casa que requieran el totonaco. Sólo ahora se arrepiente AVV-P de no haber usado el totonaco con los hijos:

Sí, yo ahora sí quiero que sepan [totonaco], porque no, luego digo capaz que le hubiera enseñado desde niños y a ver ahora ya no les gusta, o sí lo quieren hablar pero no saben, ajá. Y parece, hice mal con no decirles que hablaran así, ajá.

Pese al remordimiento de AVV-P, la mayoría de los chicontecos y los patecos no tienen la lengua tradicional como parte esencial de su cosmovisión, donde se valora más la integración a la sociedad mayoritaria hispanohablante que el mantenimiento de la tradición y la historia del totonaco del río Necaxa.

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