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VISTA EXTERIOR DEL. TEMPLO DE QVETZALCCATL t^Ci\j oaqcla) CROfiflS DE LAS NUEVAS EXCAVACIONES DE . T"EOTlHUACAN e ninguna rr.ar.era poda yo haber venido a esta muy i:o*>!e y leal ciudad ce los palacio?. sin aprovechar t viaje para hacer una visita ai magnfico valle donde se asientan la? mantv::.as le la civilización teotihuacnr.a. Ir a conocer las pirmides, pasear rt«r los sul'terrpr.eo3- ar rier.via suelta a ia admira ciór. frente a ios encantos arquitectónicos de la Ciudadela. o templo de Quetzalcoat!. ern co-^n que despertaba; mi entusiasmo: v do a"::i que sin va c:.ar aprovecnara la invitación que por conducto de mi buen amigo Acus- , tn Lo era y Chave z. me hiciera galantemente el Director de Antropolo j Ta Don Manuel Gam:o. celoso jruarcaior de aquelioa ttaoros, y ce <;ue el miércoles 6 del acta! estuviera en pié desde temprana hora, bien dispuesto para u:.a excursión que prometa, ser de lo ms interesante. El seor Garnio haba salido pura ~\s dominios Je Sur. Ju:in Teotihuacn desde el martes en la tarde- y el miércoles, a las siete y minutos ce la maana salimos por e! Intero-. ce^r.ico los seores Agnstn Loera y Chvez. Manuel Toussamt. y yo. No encontramos asientos en el carro del ferrocarril que nos deparó la suerte, porque otros pasajeros se haban lo vantado ms temprano que nosotros y "nos madrugaron": pero pronto nos «esquitamos de ia incomodidad de! viaje disfrutando de cosas que no esperbamos: yo. con la vecindad de una jruapa moza de San Vicente, encantadora chiquilla que por poco nos. descompone el itinerario. Lo?ra y Chvez con les empujones de un barrigón (coronel por lo menos), que pretenda desalojarlo de sus posiciones, y Toussaint con la lectura de los periódicos de la maana y una que otra ojeada a la beldad de San Vicente. Llegado que hubo el tren a Texcoco, yo, que apenas si haba tomado una taza de ai levantarme, la emprend contra un jarro de café con leche (café con mu^Te- que decia Loera y Chvez, pero que me supo a pieria) y contra un enorme cuerno que complot» mi desayuno. Pagué los quince centavos de su importe, volv a subir al tren y nos dedicamos a fumar y a charlar mientras llegbamos a la estación de Escudero, donde nos esperaba el seor Gamio. J RUMBO A ACOLMAN Arribamos con toda felicidad r. E cu ero, y después de los saludos do ordenanza nos dirigimos a Acolman en un carricoche, (j 10 segn confesión del propio Seor (Jamio- se haba volci'.do ms de diez veces en los caminos de la región aquella. No obstante, posedos con.o estbamos del mejor humor d«:l mundo, por ms que I-oe ra v Chver. segua recordando ;i la silide de San Vicente de ver. en cuand0. pronto cridamos les percances ocurrido5 hr?sa entonces al carreo •!,!• en cuestión, y adquirimos la confianza fie que nosotros haramos el recorr !o completo sin que üetraran a sufrir deterioro nuestras personas. _ Pasamos ror San Pedro y Xome-| t!a. risueos poblados ce pocos habitantes. antes de Ib'car a Acolman. Los indgena» de la región, que no me parecieron tan indgena* como me les haban pintado, nos saludaban al p;is<>, y discutiendo sobre el porvenir de esa raza y sobre el papH que ha lie j c-'ir en el futuro de nuestro ; ai?, let-amos al pueblecillo de Acoln.an. donde se levanta, majestuosa | y severa, la iglesia de ese nombre. BELLEZAS INSUPERABLES I / Al encontrarse uno enfrente de a-'iU'dla preciosidad arquitectónica, se lente sobrecogido. t.'n templo que se yercrue mostrando en s faenada verdaderas riquezas de arquitectura, sobre la cantera de un coior rosa inimitable, patinada por el tiempo; un, claustro que tiene pati- c.iyas armeras no podran s«r isu.dadns en en estas épocas; muros en los cuales todava hay frescos de figuras maravillosas que hablar a ios ojos y al espritu de la Pasión del Hombre; Dios; frisos de capitulares primorosas, verdaderos caprichos y verdaderas [joyas. Desgraciadamente, aqui y all el brochazo indecente de quien ha querido "'limpiar" aquellos muros» I pintarlos de blanco sin fijarse en que: destrua con ello sus insuperables bellezas. La iglesia de Acolman. por levantamientos del terreno, aparece hundida como metro y medio, segn ha i podido apreciarse por las escavacio- j nes que se han estado haciendo recientemente; pero ello no le resta j hermosura ni majestad, ni sufren sus | muros, ni dejan de ostentarse en toda 1 su magnificencia las ornamentado- j nes de arte churriguerresco y plateres co de sus retablos y de sus muros. Segn aparece en la fachada- la monumental estructura fué termniad el ao de 15»50. y al decir del seor j Gamio se ha llegado a averiguar, que la construcción dió principio en j VI sta DE LA PIRAMIDES, , Y El . MUJEO DE SAN JfAN I vTEOTIHf A iCA%_ Acoi man) portada ^ del templo TA LUE DE LA PO RT/^ DA DEL TEMPLO "los seores loe|<A V CHAV E2. T"0| Y 1_ 02AN0/ EN LA CU3?ID CE L.A nRAsTiDl 153S. durando los trabajos, por consiguiente. veintidós aos y utilizndose en ellos a millares de personas. Seria imposible, tenida en cuenta la brevedad ^relativa ce esta crónicadescribir una a una las delicadezas esculturales y pictóricas de la iglesia de Acolman. Los lectores de "LA PRENSA" podrn formarse ur.a idea, sin embarco, de lo que encierra aquel templo, al ver las ilustraciones respectivas en esta misma pgina. Quiz no muy tarde tendremos ocasión de publicar un estudio completo de lo que. sin incurrir en exageraciones, podemos considerar como (una de los joyas arquitectónicas ms notables de la época colonial. HACIA TEOTIHUACAN Recorrido que hubimos los rincones todos de la iglesia de Acolman, inclusive aquellos en que haban hecho morada los murciélagos- y de donde empiezan a ser desalojados por !a impiedad del seor Gamio. que no ha de pertenecer por lo visto a ninguna asociación protectora de animales, ros dispusimos a continuar el viaje para llegar a San Juan Teotihuacn, objetivo final de nuestra expedición. El da estaba espléndido, el so! hermoso; un aire vivificante se a dentraba hasta nuestros pulmones a candndolos regocijadamente. El camino estaba malo, ciertamente, pe ro nos libramos de caer con el trgico carricoche en uno de tantos haches como haba por all- gracias a la habilidad del que llevaba las riendas de los mulos en aquellos momento.-', y cuyo nombre por modestia me reservo. Llegamos U las oficinas de San Juan Teotihuacn a eso del medioda. y antes de ascender a la Pirmide del Sol, el Conserje, seor Herrera nos preparó convenientemen te, tonificndonos con un •"parritas"] de esos que e:i los Estados Unidos h.ir. pasado va a !a categora de recuerdos. Acompaados por ei seor Garca, alto empleado de la Dirección de Antropologa- que conoce totSs aquellos monumentos ai dedillo, hicimos la ascención de los doscientos y tantos i-s calones q* en sjs -esenta y seis metros de altura contiene ia colosal Pirmide. Ya c*n la cspide se disfruta <ie un panorama bellsimo, .-a siente uno muy por encima de! resto de los mortales y parece, sin hipérbole, que sobre el monumento que los toitecas levantaron para adorar ai Soi, se est cerca, muy cerca de la radiosa divinidad de aquellos hombres que forjaron a puetazos una civilización no del todo comprendida hasta ahora. Desde aquella altura- que domina en toda su extensión el bellsimo Valle de Teotihua(.i'-sa' «. la. ^ ^ k

La prensa. (San Antonio, Tex.). 1920-07-25 [p 9]

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VISTA EXTERIOR DEL.

TEMPLO DE QVETZALCCATL t^Ci\j oaqcla)

CROfiflS DE LAS NUEVAS EXCAVACIONES DE .

T"EOTlHUACAN

e ninguna rr.ar.era poda yo haber venido a esta muy i:o*>!e y leal ciudad ce los

palacio?. sin aprovechar t

viaje para hacer una visita ai

magnfico valle donde se

asientan la? mantv::.as le la

civilización teotihuacnr.a. Ir a conocer las

pirmides, pasear rt«r los

sul'terrpr.eo3- ar rier.via suelta a ia admira ciór. frente a ios encantos

arquitectónicos de la Ciudadela. o templo de Quetzalcoat!. ern co-^n que despertaba; mi entusiasmo: v do a"::i que sin va

c:.ar aprovecnara la invitación que

por conducto de mi buen amigo Acus- ,

tn Lo era y Chave z. me hiciera galantemente el Director de Antropolo j Ta Don Manuel Gam:o. celoso jruarcaior de aquelioa ttaoros, y ce <;ue

el miércoles 6 del acta! estuviera en pié desde temprana hora, bien

dispuesto para u:.a excursión que

prometa, ser de lo ms interesante. El seor Garnio haba salido pura

~\s dominios Je Sur. Ju:in

Teotihuacn desde el martes en la tarde- y el miércoles, a las siete y minutos

ce la maana salimos por e! Intero-.

ce^r.ico los seores Agnstn Loera y Chvez. Manuel Toussamt. y yo. No encontramos asientos en el carro del

ferrocarril que nos deparó la suerte,

porque otros pasajeros se haban lo

vantado ms temprano que nosotros

y "nos madrugaron": pero pronto nos «esquitamos de ia incomodidad de!

viaje disfrutando de cosas que no

esperbamos: yo. con la vecindad de

una jruapa moza de San Vicente, encantadora chiquilla que por poco nos.

descompone el itinerario. Lo?ra y Chvez con les empujones de un barrigón (coronel por lo menos), que pretenda desalojarlo de sus posiciones, y Toussaint con la lectura de los

periódicos de la maana y una que otra ojeada a la beldad de San Vicente. Llegado que hubo el tren a Texcoco,

yo, que apenas si haba tomado una taza de té ai levantarme, la

emprend contra un jarro de café con leche (café con mu^Te- que decia Loera y Chvez, pero que me supo a pieria) y contra un enorme cuerno que

complot» mi desayuno. Pagué los quince centavos de su importe, volv a

subir al tren y nos dedicamos a fumar

y a charlar mientras llegbamos a la estación de Escudero, donde nos

esperaba el seor Gamio. J

RUMBO A ACOLMAN

Arribamos con toda felicidad r. E

cu ero, y después de los saludos do

ordenanza nos dirigimos a Acolman

en un carricoche, (j 10 segn confesión

del propio Seor (Jamio- se haba volci'.do ms de diez veces en los caminos

de la región aquella. No obstante, posedos con.o estbamos del mejor humor d«:l mundo, por ms que I-oe

ra v Chver. segua recordando ;i la

silide de San Vicente de ver. en

cuand0. pronto cridamos les percances ocurrido5 hr?sa entonces al

carreo •!,!• en cuestión, y adquirimos la

confianza fie que nosotros haramos

el recorr !o completo sin que üetraran a sufrir deterioro nuestras

personas. _

Pasamos ror San Pedro y Xome-| t!a. risueos poblados ce pocos habitantes. antes de Ib'car a Acolman.

Los indgena» de la región, que no me parecieron tan indgena* como

me les haban pintado, nos saludaban al p;is<>, y discutiendo sobre el porvenir de esa raza y sobre el papH que ha lie j c-'ir en el futuro de nuestro

; ai?, let-amos al pueblecillo de Acoln.an. donde se levanta, majestuosa | y severa, la iglesia de ese nombre.

BELLEZAS INSUPERABLES

I / Al encontrarse uno enfrente de

a-'iU'dla preciosidad arquitectónica, se lente sobrecogido. t.'n templo que

se yercrue mostrando en s faenada

verdaderas riquezas de arquitectura, sobre la cantera de un coior rosa

inimitable, patinada por el tiempo; un, claustro que tiene pati- c.iyas armeras no podran s«r isu.dadns en

en estas épocas; muros en los cuales todava hay frescos de figuras maravillosas que hablar a ios ojos y al

espritu de la Pasión del

Hombre; Dios; frisos de capitulares primorosas, verdaderos caprichos y verdaderas

[joyas. Desgraciadamente, aqui y all el brochazo indecente de quien ha

querido "'limpiar" aquellos muros» I

pintarlos de blanco sin fijarse en que: destrua con ello sus insuperables bellezas.

La iglesia de Acolman. por levantamientos del terreno, aparece hundida como metro y medio, segn ha i

podido apreciarse por las escavacio- j nes que se han estado haciendo recientemente; pero ello no le resta j hermosura ni majestad, ni sufren sus |

muros, ni dejan de ostentarse en toda 1

su magnificencia las ornamentado- j nes de arte churriguerresco y plateres co de sus retablos y de sus muros.

Segn aparece en la fachada- la monumental estructura fué termniad el ao de 15»50. y al decir del seor j Gamio se ha llegado a averiguar, que la construcción dió principio en j

VI sta

DE LA PIRAMIDES, ,

Y El . MUJEO DE

SAN JfAN I vTEOTIHf A iCA%_

Acoi man) portada ^

del templo

TA LUE DE LA PO RT/^ DA DEL TEMPLO

"los seores loe|<A V CHAV E2. T"0| Y 1_ 02AN0/

EN LA CU3?ID CE L.A nRAsTiDl

153S. durando los trabajos, por consiguiente. veintidós aos y utilizndose en ellos a millares de personas. Seria imposible, tenida en cuenta

la brevedad ^relativa ce esta crónicadescribir una a una las delicadezas esculturales y pictóricas de la iglesia de Acolman. Los lectores de "LA

PRENSA" podrn formarse ur.a idea, sin embarco, de lo que encierra

aquel templo, al ver las ilustraciones

respectivas en esta misma pgina. Quiz no muy tarde tendremos ocasión de publicar un estudio completo de lo que. sin incurrir en

exageraciones, podemos considerar como

(una de los joyas arquitectónicas ms notables de la época colonial.

HACIA TEOTIHUACAN

Recorrido que hubimos los rincones todos de la iglesia de Acolman, inclusive aquellos en que haban hecho morada los murciélagos- y de donde

empiezan a ser desalojados por !a impiedad del seor Gamio. que no ha

de pertenecer por lo visto a ninguna asociación protectora de animales, ros dispusimos a continuar el viaje para llegar a San Juan Teotihuacn, objetivo final de nuestra expedición. El da estaba espléndido, el so!

hermoso; un aire vivificante se a

dentraba hasta nuestros pulmones a candndolos regocijadamente. El

camino estaba malo, ciertamente, pe ro nos libramos de caer con el trgico carricoche en uno de tantos

haches como haba por all- gracias a

la habilidad del que llevaba las riendas de los mulos en aquellos momento.-', y cuyo nombre por modestia me reservo. Llegamos U las oficinas de

San Juan Teotihuacn a eso del

medioda. y antes de ascender a la

Pirmide del Sol, el Conserje, seor Herrera nos preparó convenientemen te, tonificndonos con un •"parritas"]

de esos que e:i los Estados Unidos h.ir. pasado va a !a categora de recuerdos. Acompaados por ei seor Garca,

alto empleado de la Dirección de Antropologa- que conoce totSs aquellos monumentos ai dedillo, hicimos la

ascención de los doscientos y tantos i-s calones q* en sjs -esenta y seis metros de altura contiene ia colosal Pirmide. Ya c*n la cspide se

disfruta <ie un panorama bellsimo, .-a

siente uno muy por encima de! resto

de los mortales y parece, sin hipérbole, que sobre el monumento que los toitecas levantaron para adorar ai Soi, se est cerca, muy cerca de la radiosa divinidad de aquellos hombres que forjaron a puetazos una civilización no del todo comprendida hasta ahora. Desde aquella altura- que domina en toda su

extensión el bellsimo Valle de

Teotihua(.i'-sa' «. la. ^ ^

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