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Ensayo crítico sobre el libro "La Quijotita y su prima" de Joaquín Fernández de Lizardi.
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Nieto Méndez Cecilia
La Quijotita y su prima
Historia y fuentes
Las bases que han sostenido a la historia a todo lo largo de su desarrollo y
conversión en una ciencia social, están constituidas por las fuentes-que de
acuerdo a la Real Academia Española significa “Material que sirve de información
a un investigador o de inspiración a un autor.”-que sirven de materia prima para el
quehacer de un/a historiador/a.
Es por eso que la importancia que le otorgamos a los documentos, piezas
pictóricas, libros, edificios, tradiciones orales, artefactos de guerra, entre otros que
se produjeron en aquella época que se pretende estudiar, es de suma importancia,
ya que nos sirven como herramientas para reconstruir lo vivido, lo pensado y
plasmado.
Toda manifestación del ser humano significó algo en su momento, y así,
significará de nuevo cuando se revivan las mismas, pero en el tiempo del que las
investiga y trata de comprender. Cabe aclarar que no todas las manifestaciones se
presentan de manera igual, no todas son claras y concisas y mucho menos se
tratan igual, pero el objetivo de un/a historiador/a es intentar desmarañar aquella
cosa que se nos presenta y dotarla de una interpretación en singular que nos
permita tener un panorama generalizado de lo que debió pasar.
La problemática que se encuentra en el estudio de ciertas fuentes se debe a la
seriedad con la que se concibieron, y, por alguna razón, a lo largo del camino se
vio en la novela un enemigo lleno de subjetividad, imaginación, creatividad y falta
de realismo, elementos que supuestamente no se llevan con el estudio rígido y
académico que-en teoría-debe caracterizar a la historia. Por tanto, la novela no
sirve más que para deleitar al lector y no como una potencial fuente donde
encontramos todo un imaginario colectivo, estatutos morales, visiones y juicios.
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Es así como nos planteamos las siguientes preguntas: ¿Cómo estudiar una época,
movimiento o ideología por medio de una novela?, ¿Cómo pretender que algo
que sirvió para el beneplácito y gusto de unos le sirva a otros como una fuente
seria para el estudio de lo que se menciona arriba?, ¿Podremos los historiadores
utilizar una novela mexicana del siglo XIX para saber cómo se concebían a las
mujeres?
Para poder argumentar que en efecto, las novelas pueden fungir como fuentes
históricas, se utilizará la obra de José Joaquín Fernández de Lizardi: La Quijotita y
su prima.
Al leer el texto, nos encontramos con un manual moral de cómo debe ser educada
una mujer, así como un ejemplo de las terribles consecuencias de no instruirlas
por medio de la razón y religión cristiana.
Con esto ya dicho, se debe hacer una aclaración pertinente, y es que la estructura
de la novela no es poética ni contiene figuras retóricas en exceso, ya que tanto las
conversaciones como lo que el narrador dice se unen unos con otros, haciendo las
separaciones únicamente con comas o puntos y aparte. Por medio de los diálogos
y conversaciones de los personajes se dan a conocer los reglamentos morales y
conductuales de manera tácita y explícita, prescindiendo de cualquier ambigüedad
o embellecimiento.
Así, una novela representa lo que, al momento de ser escrita, se pensaba o creía,
lo que se tenía por bueno y malo, aquello que simbolizaba a una sociedad o parte
de ella.
Al mismo tiempo que se intenta rescatar lo verosímil y “verdadero”, el/la
historiador/a se debe dar a la tarea de analizar e interpretar el contenido y, gracias
a las referencias sobre conocimientos generales de aquella sociedad o grupo
social, lograr identificar la ficción (que al mismo tiempo refleja los cánones de lo
que es admisible o no que exista en la ideología del autor y de un sector) de lo
consciente.
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La manera en que los autores se expresan lingüísticamente igual nos entera de lo
que se encontraba en boga y lo que poco a poco fue dejado en desuso. Y aquí es
donde haremos énfasis en un elemento que no se ha tocado: el autor.
Una persona, sin importar su condición, se encuentra imbuida en una serie de
elementos políticos, sociales, económicos y culturales que lo definen e influencian
todo su ser. El autor, como miembro de una sociedad, retrato el estado de la
misma. Es por eso, que tanto sus recursos como la temática de sus obras se
delimitan a un tiempo histórico, que finalmente se revive al leerlo uno.
Al hablar de literatura, se evocan sentimientos y emociones que los escritos
historiográficos no tienen, pues ésta expresa pasiones y expresiones humanas
que no son controladas y medidas, sino que tiende a explayarse en el consciente
e inconsciente humano, como había dicho anteriormente.
La Quijotita y su sociedad
El eje central que ocupa esta obra es la educación de la mujer en el México del s.
XIX, pero ésta se caracteriza por estar permeada de un sentimiento racionalista
explícito y tajante, que debe ser primordial en la buena educación del sexo
femenino.
Ésta cuestión no coincidía con los preceptos que se tenían de la educación y la
mujer en aquella época, pues el intentar enseñar a una mujer lo que el hombre
sabe y domina era inútil, pues tanto su condición y entendimiento eran inferiores.1
La ejemplificación de cómo se debe echar a perder una hija se siente en la vida de
Pomposa, una mujer que desde la infancia demostró soberbia, desinhibición, falta
de respeto a la fe católica y desacato moral. Todo esto debido a la falta de
empeño e interés por parte de sus padres (que no poseían una postura ilustrada a
diferencia del Coronel, padre de Pudenciana) en su cuidado e instrucción.
1 Fernández de Lizardi, José Joaquín, La Quijotita y su prima, séptima edición con introducción de María del Carmen Ruiz Castañeda, México, Porrúa, 2009, pp. 72-81.
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Por más que se crea que empezaba a surgir este pensar sobre igualdad entre
géneros, en un capítulo se aclara que no hay igualdad pues el hombre es el único
encargado de aleccionar a su esposa e hija(s). La única diferencia que se percibe
es que existe una supuesta igualdad en espíritu, que poco a poco se ve
aminorada.2 El único fin que se perseguía con la formación de las mujeres era el
que pudieran conseguir un esposo recto y fuerte con el que pudiera concebir hijos
y educarlos de manera correcta; todo este pensamiento ilustrado seguía una línea
que beneficiaría a ambas partes, pues la mujer tendría una vida edificante (familia)
y el esposo una mujer que educara bien a sus hijos.3
La superficialidad, frialdad, vanidad y ligereza constituyen elementos que posee la
mujer en caso de ser mal educada y que se miran con desdén desde el lugar del
autor, que juzga el comportamiento de las mujer que persiguen modas pasajeras
de manera tal que dedica una oración fúnebre a un can para ejemplificar los
excesos a los que puede llegar una mujer mal ubicada. 4
Conclusión
Hemos revisado el por qué una novela es ideal para estudiar un periodo histórico,
y consiste en que tanto el autor como la obra se desenvuelven y están rodeados
de un contexto que los define, que se evidencia en la forma en que se pensó, se
escribió y se concibió. El cómo se veía y pensaba a la mujer en México a
principios de la pos-revolución independentista lo podemos ver a través de los
tomos de Lizardi, donde queda claro que a partir de una situación real y vívida se
puede construir toda una historia que contenga los elementos necesarios para
divertir y adiestrar.
2 Ibídem, pp. 36-433 Ibídem, p. 2984 Ibídem, pp. 237-244
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