La razón vasca [2011-07-17]

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  • 8/6/2019 La razn vasca [2011-07-17]

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    La razn vasca

    La mentira como constante histrica

    Resultara comprensible que ninguno de los impulsores de este proceso judicial conociera a Luis

    Nez Astrain. Socilogo y lingista donostiarra recientemente fallecido, consagr buena parte desu vida a sacar a la luz y remarcar la conexin poltica y sociolgica entre los grandes eventos de la

    historia contempornea vasca. Sin embargo, Nez s conoca los hbitos de adulteracinsistemtica de la verdad con los que se inici este proceso en su fase de instruccin y posteriores; al

    fin y al cabo, el inters del dominio poltico directo sobre Euskal Herria ha precisado de un largo

    rosario de mentiras desde que, en 1512, el pas quedase completamente desbaratado tras la invasincastellana.

    La historia institucional del Pas Vasco empieza con el levantamiento popular frente a una

    agresin, con una gigantesca accin antirrepresiva, escriba Nez. Y agregaba, El poema pico

    La Chanson de Roland, primera pieza importante de la literatura francesa -de claro contenidopatritico- y equiparable al Cantar de Mo Cid en la espaola, ambas del siglo XII, atribuye

    falsamente a los musulmanes el ataque de Roncesvalles, lo que apunta ya otros dos rasgos queluego sern tnica en la posterior historia oficial: el de que el Pas Vasco sencillamente no existe y

    el de que los hechos histricos sern trastocados por completo al gusto del Ejrcito invasor de

    turno.

    La tergiversacin del relato configurador de la realidad histrica de Euskal Herria ha sido unaconstante en la cosmogona poltica espaola. El euskara, nuestra concepcin de lo racial, la

    ideologa del nacionalismo vasco, la inmigracin hacia nuestro territorio, la violencia poltica, lamemoria colectiva y otros muchos enclaves de la colectividad vasca han sido objeto de burdas

    descalificaciones durante dcadas. El uso de la mentira con fines polticos ha sido, por aadidura,

    compaero de viaje de las cuatro ltimas generaciones que han poblado el pas. Fueron los rojo-separatistas los autores de la quema de Gernika en 1937; el rgimen franquista no pas de ser un

    plcido remanso de paz a lo largo de cuatro dcadas, slo enturbiado por la accin terrorista; larecuperacin del euskara para su acerbo social y cultural presente no ha sido ms que el intento de

    los vascos por erigir una lengua de laboratorio con la que agredir a los espaoles; el nico poder

    originario es el de la nacin espaola y, por lo tanto, las reclamaciones histricas de Euskal Herriano pasan de ser una falacia. Ni el Estado de Navarra existi como tal, ni ETA ejecut al almirante

    Carrero Blanco. En el plano de las invenciones, el terrorismo vasco provoc la matanza del 11-M enMadrid, el incendio devastador del Hotel Corona de Aragn en 1979 o el accidente areo del monte

    Oiz en 1985, y personas como Toms Alba, Santi Brouard o Josu Muguruza fueron vctimas de

    ajustes de cuentas en el seno de la banda. La manipulacin histrica y el uso de la falsedad en elEstado espaol ha sido y es consustancial a su ser.

    Slo desde esa perspectiva puede entenderse el proceso judicial bautizado como caso Bateragune.

    A la altura del pretexto de los arsenales de armas de destruccin masiva con el que se justific la

    invasin de Irak, la instruccin y el argumento de la acusacin de que las personas procesadas en

    ese sumario tratbamos de reconstruir estructuras de la izquierda abertzale para dar continuidad a laestrategia poltico militar impulsada por ETA, son falsedades maysculas. Si el Gobierno del

    presidente George W. Bush hizo un total de 935 declaraciones falsas entre 2001 y 2003 sobre lasupuesta amenaza de Irak a los Estados Unidos, otro tanto cabra decir al respecto de la insistencia

    de la acusacin pblica y de determinados medios de comunicacin por presentarnos como

    continuadores de una estrategia prescrita en trminos polticos e histricos.

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    Un proceso poltico

    La verdadera pretensin de instructor y Fiscala ha sido la de impedir a toda costa que la nueva

    estrategia poltica de la izquierda abertzale fructificase. Este proceso se ha construido, a nuestro

    entender, a la medida de la razn de estado, y desde la confluencia de intereses que alimentan unarecreacin ficticia del pasado. El nico objetivo de ello es retrasar lo ms posible la materializacin

    de un nuevo escenario poltico en el que slo los argumentos democrticos y la libre adhesinpopular determinen el futuro poltico e institucional de la ciudadana vasca. Las personas acusadas

    en esta farsa descomunal reivindicamos ese derecho como principio rector de un marco democrtico

    an por alcanzar, y nos reafirmamos en la pertinencia y en la necesidad de llevar hasta sus ltimostrminos el controvertido nuevo paradigma: una estrategia audaz, radicalmente comprometida con

    la accin poltica y democrtica, e incompatible con cualquier tipo de ejercicio o expresin de laviolencia, que susciten el apoyo popular suficiente como para reforzar y poner en valor el proyecto

    independentista y socialista que propugnamos.

    Los tribunales espaoles han sido estamentos de primer orden en el diseo de la estrategia represivadel Estado espaol. La asuncin de todos los juicios de fondo poltico en el que son juzgadaspersonas acusadas de formar parte del denominado entorno de ETA, ha dejado a la vista que el

    procesamiento y criminalizacin de las mismas, lejos de hacer justicia, nicamente persigue laobtencin de ventaja poltica sobre el proyecto poltico en el que se incardinan. La represin est en

    la base de muchos de los reflejos y comportamientos actuales del Estado, precisamente porque ste

    no tiene propuesta democrtica con la que colmar las aspiraciones y anhelos de la mayora de lasociedad vasca.

    Nuestra apuesta es inequvoca

    A la vista de los hechos, concluimos que el inters primordial de la operacin policial que seprodujo en octubre de 2009 era el de cortocircuitar el cambio de la estrategia de la izquierda

    abertzale; impedir que las bases que lo hacan posible fueran debatidas por su militancia y, con ello,hacer inviable su desarrollo. Con ese fin, la instruccin y la acusacin han utilizado toda suerte de

    argucias y falsedades, todas ellas orientadas a demostrar que el proceso poltico en marcha, y la

    estrategia que lo sustenta, es una mera adecuacin de la antigua estrategia poltico-militar, y quetanto el nuevo escenario como la direccin efectiva de ese proceso estn tutelados por ETA.

    No obstante, los hechos han desmentido por activa y por pasiva esa hiptesis en estos casi dos aos

    transcurridos desde que se produjo nuestra detencin. Tal y como en el juicio oral se ha podidodemostrar, existan diferentes percepciones en el seno de la izquierda abertzale a la hora de concebir

    una nueva estrategia. Quien descartaba cualquier posibilidad de llegar a escenarios de dilogo ynegociacin a corto plazo, entendiendo que toda suerte de proceso democrtico careca decondiciones polticas en aquel momento apostando por la apertura de un largo ciclo de resistencia y

    enfrentamiento poltico-militar.

    Y buena parte de los responsables polticos de la izquierda abertzale, por el contrario, entendamos

    que existan condiciones polticas y sobre todo sociales e internacionales para recuperar el procesodemocrtico iniciado en el perodo 2005-2007 y llevarlo hasta el final. Tal y como han testimoniado

    en la propia sala personas relevantes del mbito de la poltica o el sindicalismo, algunos de losfirmantes hicimos todo lo que estaba en nuestra mano para evitar que la esperanza se colapsase

    impulsando un debate interno de carcter estratgico en las bases de la izquierda abertzale.

    Queramos disipar cuanto la antes la sombra de un nuevo y largo ciclo de confrontacin en el que,independientemente de las consecuencias polticas que ste acarreara para nuestro proyecto

    poltico, el principal perdedor era Euskal Herria, toda la gente que haba apostado con entusiasmo

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    por la bsqueda de un acuerdo resolutivo definitivo meses atrs, y que se senta completamente

    frustrada.

    A partir de ese momento, dos aos de historia reciente nos alumbran. Pese a que su actitud generalha sido contraria a respaldar un proceso poltico inclusivo y democrtico en los trminos descritos,

    la prensa espaola, o, cuando menos, algunos reputados periodistas de la prensa generalista han

    coincidido al valorar el esfuerzo de las personas imputadas por cambiar el paradigma del proceso

    poltico y por apostar decididamente por las vas estrictamente pacficas y democrticas. En eltranscurso del juicio, nuevos referentes de la profesin se han sumado a esa corriente, atendiendo alcontenido de nuestras declaraciones.

    No han sido nicamente los periodistas los que han puesto en tela de juicio la tesis de la Fiscala.Hay que citar expresamente al propio juez instructor de la causa en la que estamos imputados,

    Baltasar Garzn, que en una entrevista publicada en octubre del 2010 aseguraba que las palabras deArnaldo Otegi eran importantes, aadiendo que ya era hora de que esa decisin por una va

    pacfica y en contra de la violencia terrorista de ETA se produjera. Otros estamentos judiciales,

    como el Tribunal Constitucional, al dictar sentencia en contra de la impugnacin de Bildu, o el votoparticular de siete magistrados de la sala 61 del Tribunal Supremo, que se manifestaban favorables a

    la legalizacin de Sortu, han ido dejando pruebas evidentes de que la solidez jurdica y lacredibilidad de la izquierda abertzale dejan atrs, muy atrs, la tesis de la Fiscala.

    A lo largo de dos semanas de vista oral, la Fiscala no ha cejado en su empeo de tratar de

    demostrar lo imposible: que las bases de la acusacin en este proceso son ciertas y que, por lo tanto,

    las personas implicadas en el mismo constituamos una franquicia de la propia ETA, peones debrega de una estrategia conocida y remodelada. En cualquier caso, la Fiscala no ha encontrado un

    solo dato, un testimonio, una informacin contrastable que corroborasen esa tesis. Durante diezsesiones, apenas un puado de funcionarios policiales ha ofrecido una versin balbuceante del

    guin utilizado en la fase de instruccin. No existe ninguna prueba de cargo que no provenga de los

    atestados de los funcionarios policiales convocados, todos ellos implicados en la operacin poltica

    que dio inicio al proceso judicial.Por ende, todas las pruebas documentales aportadas a este proceso, todos los testimonios recogidos,

    abundan en la idea contraria, es decir, que nuestra implicacin poltica ha estado exclusivamentedirigida a superar una estrategia poltico-militar, e implementar otra, completamente diferente, con

    base y fundamento pacfico y democrtico. Todos los datos que la Polica ha recabado, los textos

    aportados, los materiales de trabajo obtenidos de ordenadores, comunicaciones intervenidas yevidencias calificables con el rango de prueba, ratifican lo que hemos declarado en el transcurso

    de este juicio: somos culpables de buscar una estrategia pacfica y democrtica.

    La realidad es la mejor prueba

    Pero adems de lo declarado por cualquiera de las partes, la realidad, su desarrollo, otorgan y quitan

    razones. Queremos resaltar el alto valor probatorio de alguno de los acontecimientos que jalonan laactualidad en el tiempo que sigui a nuestra detencin, para poner de manifiesto la falsedad de las

    tesis de la acusacin y las verdaderas intenciones del Estado con dicha operacin. En primer lugar,

    nos parece relevante la sucesin de pasos encaminados al definitivo abandono de la violencia queha protagonizado ETA. A partir de la suspensin completa y verificable de toda accin armada,

    renuncia al denominado impuesto revolucionario, amn de adquirir compromiso pblico con unvirtual cierre del ciclo del enfrentamiento armado sobre bases democrticas. Con posterioridad, ha

    corroborado que suscribe la Declaracin de Bruselas, en la que personalidades internacionales le

    reclamaban un alto el fuego permanente y completamente verificable. Por ms que la mera

    existencia de ETA siga constituyendo una amenaza realmente percibida por algunos sectores, esindudable que las decisiones que ha adoptado slo pueden ser contextualizadas en positivo.

    El 12 de noviembre de 2010, el abogado sudafricano Brian Currin haba explicado en Bilbo que se

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    creara el Grupo Internacional de Contacto (GIC), compuesto por expertos internacionales, una vez

    que ETA declarara un alto el fuego. Despus de que ETA diese los pasos anteriormente recordados,el GIC fue presentado en Bilbao el 14 de febrero de 2011 con Silvia Casale, Alberto Spektorowski,

    Nuala O'Loan, Raymond Kendall y Pierre Hazan como componentes del mismo

    Otro tipo de declaraciones institucionales y personales, provenientes de los cinco continentes del

    planeta, han respaldado de manera pblica la gestin poltica de la situacin desde el mbito de la

    izquierda abertzale. Entre ellas destaca el Friendship, grupo de europarlamentarios creado en 2006para respaldar un proceso de solucin en Euskal Herria. El grupo se renov tras las elecciones de2009 y retom su actividad pblica en febrero de 2010. En la actualidad est compuesto por la

    letona Tatjana Zdanoka, los flamencos Frieda Brepoels y Bart Staes, el cataln Oriol Junqueras, el

    corso Franois Alfonsi, el gals Jill Evans, los escoceses Ian Hudghton y Alyn Smith, todos ellosdel Grupo Verdes-Alianza Libre Europea. Adems, estn tambin la irlandesa Bairbre de Brn, la

    sueca Eva-Britt Svensson y el checo Jir Mastlka, del Grupo Izquierda Unitaria Europea-IzquierdaVerde Nrdica. Les acompaa el rumano Csaba Sgor, del Grupo del Partido Popular Europeo.

    Pero ha sido en Euskal Herria donde los cambios sociales, polticos e institucionales han adquiridouna mayor relevancia en los ltimos meses, reflejando de manera ntida las claves del proceso en

    curso y sus evidentes consecuencias sobre la percepcin colectiva del mismo. La prctica totalidadde los agentes polticos y sociales de Euskal Herria han saludado en clave positiva los cambios

    adoptados por la izquierda abertzale en su estrategia y lnea poltica. Desde el propio lehendakari

    Patxi Lpez hasta el secretario general del PP en la CAV, pasando por la prctica totalidad departidos, sindicatos y organizaciones sectoriales de todo tipo, ha sido general el reconocimiento de

    una nueva realidad y el impulso que en la misma han tenido las decisiones adoptadas por laizquierda abertzale tras el proceso de debate interno, Zutik Euskal Herria!, y la aplicacin de sus

    conclusiones.

    Igualmente fue recibida con amplias muestras de satisfaccin la sentencia del TC que abra el paso a

    la participacin de la coalicin Bildu en las elecciones locales y forales de mayo de 2011. Los

    resultados de las mismas han sido un test irrefutable sobre la credibilidad de la izquierda abertzaleen su apuesta. La amplia representacin obtenida en esos comicios ha supuesto la incorporacin decientos de independentistas de izquierda a la gestin de las instituciones, contribuyendo de manera

    notable a la normalizacin de la vida pblica en el pas. La sociedad vasca ha reconocido el

    esfuerzo realizado y, por aadidura, casi un 25% del electorado ha otorgado a los candidatos ycandidatas de Bildu la responsabilidad de gobernar conforme a los compromisos que pblicamente

    adquirieron, en completa sintona, dicho sea de paso, con las nuevas bases de accin poltica de laizquierda abertzale.

    Finalmente, la eleccin de Donostia como Capital Cultural Europea en 2016, muestra ms all detoda duda que el proceso en curso concita el apoyo institucional en Europa. Bajo el lema Paz y

    convivencia, la candidatura donostiarra desbord las previsiones que en algunos crculos

    estimaban perjudicial la llegada de Bildu a la alcalda para lograr la eleccin, y result finalmenteelegida por su decidida apuesta en la imbricacin de cultura y paz. Manfred Gaulhofer, el presidente

    del jurado internacional, destac el claro compromiso de la propuesta donostiarra y su valenta alimplicarse de lleno con la superacin por vas culturales de una larga historia de conflicto y

    violencia. As pues, Europa mira a Euskal Herria, y lo hace con una percepcin transversal denuevas oportunidades, en un escenario en el que la aportacin de la izquierda abertzale ha sido

    crucial. El Estado espaol y sus principales instituciones no pueden ser ciegos y sordos ante esta

    evidencia. Debe dejar de mirar con prismticos belicistas, y acercarse a una nueva realidad condiferente actitud.

    Ganar la paz, para todos

    El proceso poltico en curso no tiene vuelta atrs. Es imparable, independientemente del sentido de

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    la resolucin que adopte el tribunal. Los sectores que prefieren seguir anclados a escenarios

    pretritos llegan tarde para detener el reloj de la historia, del mismo modo que llegaron tarde con lasdetenciones y con sus denodados esfuerzos por evitar el debate en el seno de la izquierda abertzale.

    No tenemos inconveniente ninguno en referir todos los aspectos de nuestra actividad poltica en los

    meses en que hemos sido vigilados. Lo hacemos con sano orgullo y con modestia, ya que, adems

    de nosotros, han sido centenares los militantes de la izquierda abertzale implicados en esta apuesta

    de cambio y soluciones. Tampoco ocultamos que se, y no otro, ha sido siempre el sentido denuestra accin poltica. Con errores y aciertos, la izquierda abertzale siempre ha tenido comoobjetivo materializar el cambio poltico, entendido como la superacin del actual marco de

    negacin, imposicin y represin, as como la construccin de un escenario realmente democrtico

    en el que todos los proyectos puedan ser defendidos y materializados en funcin exclusiva de lavoluntad mayoritaria de la sociedad vasca, sin ningn tipo de condicionamiento o hipoteca.

    As pues, nuestro proyecto tiene frreos anclajes en una sociedad como la vasca, vida de superar

    un marco autonmico agotado, con una pujante mayora poltica, social y sindical implicada en la

    necesidad del cambio poltico, econmico y social, y en el contexto de una Europa que da cauce aprocesos soberanistas de vocacin similar al que propugnamos: construido sobre amplias mayoras

    democrticas y en completa ausencia de violencia.

    Construir un marco de paz y normalizacin poltica es, desde nuestro punto de vista, una tareacolectiva, basada en el respeto escrupuloso de los principios que definen un marco democrtico. La

    izquierda abertzale, y las personas juzgadas, estamos comprometidas de manera integral y definitiva

    con esta apuesta. Nuestra conviccin y determinacin en esa lnea son irreversibles.

    Esta disposicin contrasta con la de otros agentes y partidos, algunos de los cuales tieneresponsabilidades de gobierno. Las recientes declaraciones del ministro del Interior y candidato por

    el PSOE a la presidencia de Gobierno, Alfredo Prez Rubalcaba, justificando la continuidad de larepresin poltica, son un claro ejemplo de esa estrategia inmovilista. Segn el ministro, despus

    de estar ganando la guerra, lo que no podemos consentir es que nos ganen la paz. Ignora que en la

    paz la ganancia es colectiva, y que el hecho mismo de empezar a hablar de paz ya reporta el primerdividendo tangible en el camino: la ilusin colectiva de creer que alcanzarla es posible.

    La nica estrategia que, a da de hoy, sigue utilizando la fuerza, la imposicin, la represin... es la

    representada por el Estado, incapaz de superar el dficit democrtico que lastra su historia poltica.

    A diferencia de otros pases vecinos, el Estado espaol no cuenta con un acontecimiento histricorevolucionario y colectivo que otorgase una causa comn a su ciudadana, reforzando con ello la

    identidad compartida de sus habitantes. Los poderes pblicos se afanan en mantener en la oscuridada la sociedad espaola, prefiriendo el mantenimiento del conflicto al resurgimiento del

    independentismo que intuyen irremediable por vas pacficas y democrticas. La nica alternativa

    que concibe un Estado a la defensiva, es la negacin de un proceso de soluciones colectivas.

    Su estrategia se asemeja a la de un boxeador incapaz de reintegrarse a la vida normal, pero que,sabedor de su dominio sobre el ring, traslada todas sus relaciones de conflicto al intercambio de

    golpes. Extendiendo la metfora al actual escenario poltico, el Estado pretende jugar al ajedrez sinquitarse los guantes, lo que ocasiona que, en su torpeza, derribe las piezas ajenas y las propias cada

    vez que su mano se acerca al tablero. Lo cierto es que ha llegado el momento de bajar del

    cuadriltero y abordar un nuevo proceso con el que sellar las soluciones democrticas y la paz, y elEstado, adems de aceptar las reglas del dilogo, deber reconocer ms tarde o ms temprano que

    sus posibilidades de xito se limitan cuanto ms tarde en incorporarse a la partida. En esa sendapara la paz y soluciones democrticas sera indispensable un escenario de normalizacin,

    restablecindose cuanto antes los derechos democrticos ms bsicos para el conjunto de la

    poblacin vasca, dejando sin efecto la represin poltica, desmantelando la legislacin de excepcintejida en la ltima dcada, y orientando la poltica penitenciaria hacia parmetros acordes con los

    nuevos tiempos.

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    En contraposicin a la actual estrategia del Estado la izquierda abertzale, desde el primer minuto,

    apuesta por una solucin en Euskal Herria y para toda Euskal Herria, incluyente, que establezcainstrumentos de colaboracin entre distintos y ample la extensin y la participacin democrtica.

    Una transicin

    En tanto que Euskal Herria sigue precisando de una estrategia mltiple y concertada para encarar

    democrticamente el conflicto y su resolucin, queremos interpelar al Estado para que haga unaapuesta decidida en la misma direccin. Para que abandone la razn de la fuerza y arriesgue entrminos democrticos diseando una estrategia exclusivamente poltica. Que la razn de estado y

    la verdad sean compatibles.

    En el Estado debe prevalecer el reconocimiento de su carcter plurinacional y los derechos de las

    naciones no deben verse constreidos por la negacin constante o los mrgenes de la Constitucin.La superacin de los graves problemas estructurales y la baja calidad de la democracia espaola,

    denunciada por su ciudadana en recientes y pacficas revueltas sociales, depende en buena medidade un cambio de mentalidad que revise las bases de su historia ms cercana. La ruptura democrtica

    que exigan numerosos sectores polticos y sociales tras la muerte del dictador Franco en 1975, es el

    punto obligado de regeneracin de un sistema poltico e institucional lastrado por los intereses delnacionalismo espaol y la oligarqua adscrita al mismo, herederos ambos de la Espaa Imperial que

    bendijo la ltima guerra en nombre de Dios y dispuso la arquitectura institucional subsiguiente.

    La sociedad espaola debe sacudirse de encima esa constante oscuridad poltica, intelectual ycomunicativa que implementa el Estado. Como lo hizo la noche en que descubri que Aznar y su

    Gobierno mentan al atribuir a ETA, y por extensin al independentismo vasco, las bombas

    yihadistas contra los trenes del 11-M, y castigaron al PP con el ostracismo. Exhortamos a esa mismasociedad para que, partiendo de nuestro completo compromiso con la estrategia pacfica y

    democrtica en curso, exijan de ste y cualquier posterior Gobierno espaol una actitud equivalenteen aras de la definitiva superacin de un conflicto que ha provocado insoportables cotas de

    sufrimiento.

    No queremos poner punto y final a esta reflexin sin dirigirnos al tribunal encargado de juzgarnos.

    Les instamos pblicamente a que no se sometan a la estrategia de los sectores ms ultramontanosdel pas, vidos de cerrar la puerta a cualquier cambio que altere su posicin de inters y privilegio,

    aun a costa de sacrificar en el camino el proceso de soluciones en marcha. En cualquier caso, como

    Fidel Castro afirm en su alegato de autodefensa ante el tribunal que le juzg en el ao 1953 por losasaltos a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Cspedes, no tememos una condena, ya que la

    historia nos absolver. An ms, Euskal Herria ya nos ha absuelto.

    De cualquier manera, la resolucin que adopte este tribunal trasciende las consecuencias penalesque pudieran afectarnos como resultado de la misma. El tiempo de los sumarios polticos, de la

    confrontacin armada, de la represin, de la amenaza, de la inaccin de la poltica, est hartando al

    conjunto de la poblacin, que no ve sino intolerancia, imposicin, incomprensin, fuerza por todaspartes y ausencia de un porvenir abierto y compartido. Luis Nez, socilogo al que aludamos en

    el inicio de esta declaracin, adverta una suerte de distole (dilatacin) social en Euskal Herria, queempieza muy suavemente removiendo tierras profundas, sin crujidos, en una relacin de empata

    entre la poblacin de mayor comprensin, de mayor ayuda mutua, de mayor creatividad, de mayor

    empuje. Sugera que, muy lentamente, la distole se ira afirmando de un modo pausado ycontundente, volviendo a configurar la nacin vasca en torno a su territorio y a su idioma. El

    proceso, auguraba, sera lento y muy diferente de los conocidos hasta ahora, y el punto de partidaseguir siendo el pueblo y la piedra, como proclamaba el poeta vasco Gabriel Aresti en Harri eta

    Herri (1964), libro fundacional de la moderna poesa vasca.

    En lo que a nosotros concierne, queremos reafirmarnos en la defensa a ultranza de nuestras ideas, enla defensa poltica y tenaz de todas las decisiones que adoptamos para hacer posible un nuevoescenario poltico. En Euskal Herria, junto a miles de hombres y mujeres de toda condicin, nos

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    afanamos en pulir pacientemente la piedra sin decir al vecino qu hacer con la suya. Y,

    compartiendo las postreras reflexiones de Luis Nez, ese tallado multiforme de piedrasindividuales y colectivas ir creando la nueva distole de Euskal Herria. La razn vasca ha

    desarbolado a la razn de estado. Hagamos la paz. Compartamos el futuro en libertad y en

    democracia.

    Firmado: Arnaldo Otegi, Rafa Dez, Sonia Jacinto, Miren Zabaleta, Arkaitz Rodrguez, TxeluiMoreno, Mael Serra y Amaia Esnal.

    Nota: Los abajo firmantes han hecho llegar al diario GARA su reflexin en torno al CasoBateragune, reflexin que desean trasladar a la opinin pblica vasca, al conjunto de la sociedad

    espaola, a todos los agentes polticos, sociales y sindicales, y a las instancias pblicas del Estado.