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«La realidad de Hawthorne fue, siempre, el tenue mundo

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«La realidad de Hawthorne fue, siempre, el tenue mundo crepuscular, olunar,delasimaginacionesfantásticas».JorgeLuisBorges

DelamanodeljovenestudianteEustaceBright,ungrupodeniñosseiniciaenlamitologíagriegaenunaseriedeveladasyexcursionesquesesucedena lo largode lasdistintasestacionesdelaño.ConocidashistoriascomolasdePerseoyMedusa,elreyMidas,lacajadePandora,HérculeseneljardíndelasHespérides,TeseoyelMinotauro,oUlisesyCirce,lesdescubrenunmundo perdido y mágico, pero vivo en los secretos y prodigios de lanaturaleza.

Ellibrodelasmaravillas(1852)yCuentosdeTanglewood(1853)fuerondosde los mayores éxitos de Nathaniel Hawthorne y todavía hoy se cuentanentre las mejores recreaciones del universo colosal y a veces«inextricablementedoloroso»de losantiguosmitosgriegos.Siemprecon laideadeque«elcorazóndeunserhumanocomúnycorriente»es«sindudadiez veces más misterioso que el laberinto de Creta», es este un clásicoindiscutibleparatodaslasedades.

EstaediciónseacompañadelaspreciosasilustracionesencolordeWalterCrane(1892)yVirginiaFrancesSterrett(1921).

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NathanielHawthorne

Ellibrodelasmaravillas/CuentosdeTanglewood

Mitosgriegosparaniñosyniñas

ePubr1.0Daruma25.12.13

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Títulooriginal:AWonder-BookforGirlsandBoys/TanglewoodTalesNathanielHawthorne,1852,1853Traducción:GerardoEscodín(Ellibrodelasmaravillas)yMartaSalís(CuentosdeTanglewood)Ilustraciones:WalterCrane(Ellibrodelasmaravillas)yVirginiaFrancesSterrett(CuentosdeTanglewood)Diseñodeportada:Daruma

Editordigital:DarumaePubbaser1.0

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Notaaltexto

El libro de las maravillas se publicó por primera vez en 1852, en Boston, en laeditorialdeTicknor,Reed&Fields,comosunarradorEustaceBrightanunciaalfinaldellibro,yconseisilustracionesdeHammatBillings,comopedía.Sucontinuación,CuentosdeTanglewood,debidaaléxitodelvolumenanterior,apareceríaenlamismaeditorialalañosiguiente,en1853.

LasilustracionesdenuestrovolumensondeWalterCrane(paralaedicióndeEllibrode lasmaravillasdeHoughtonMiffinde1893)ydeVirginiaFrancesSterrett(para la edición de Cuentos de Tanglewood de The Pennsylvania PublishingCompanyde1921).

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Ellibrodelasmaravillas

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Prólogo

Elautorvienesiendodesdehacetiempodelaopinióndequemuchosmitosclásicosse prestan a ser convertidos en lecturas de gran provecho para los niños. En elpequeñovolumenqueaquíseofrecealpúblico,hatrabajadomediadocenadeelloscon este propósito a la vista. Era un proyecto que requería una gran libertad detratamiento; pero ya sabrán quienes intenten moldear estas leyendas en su hornointelectual que son maravillosamente independientes de todas las modas ycircunstanciastemporales.Siguensiendoesencialmentelasmismasdespuésdesufrircambiosqueafectaríanalaidentidaddecasitodaslasdemáscosas.

Nosedeclara,pues,elautorculpabledesacrilegioporhaberdadonuevaformade vez en cuando, al dictado de su fantasía, a los motivos consagrados por unaantigüedaddedosotresmilaños.Ningunaépocapuedereclamarderechosdeautorpor esas fábulas inmortales. No parecen haber sido creadas nunca; y ciertamente,mientras el hombre exista, nunca pueden perecer; pero, por su mismaindestructibilidad, son temas que cada época puede legítimamente vestir con supropioropajedeactitudesysentimientos,eimbuirlasdesupropiamoralidad.Enlapresenteversiónhanperdidogranpartedesuaspectoclásico(o,encualquiercaso,alautor no le ha preocupado preservarlo) y pueden, quizá, haber cobrado una formagóticaoromántica.

Alllevaracaboestagratatarea,porquehasidoenverdadunatareaidóneaparauntiempodeestío,yunadelasmásagradables,enmaterialiteraria,quehayapodidoemprender,elautornosiemprehacreídonecesariorebajarsuestiloafindesatisfacerlacomprensióndelosniños.Engeneral,hadejadoqueeltemaseeleve,siesaerasuinclinación,ysiélpersonalmenteteníaánimossuficientesparaseguirlosinesfuerzo.Los niños tienen una sensibilidad incalculable para todo lo que es elevado yprofundo,enimaginaciónysentimiento,siempreycuandoseatambiénsencillo.Sololoartificialycomplejolosdesconcierta.

Lenox,15dejuliode1851

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LacabezadelaGorgona

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ElporchedeTanglewood

Introduccióna«Lacabezadelagorgona»

BajoelporchedelafincallamadaTanglewood,enunahermosamañanaotoñal,habíaun alegre grupo de chiquillos haciendo corro en torno a un joven alto. Habíanplaneadounaexcursiónpara ir acogernuecesyesperabancon impacienciaque sedesvaneciesenlasnieblasenlasladerasdelasmontañasyelsolderramaseelcalordel veranillo de san Martín sobre campos y praderas y en los escondrijos de losbosques. El día prometía ser de losmás agradables que han alegrado este mundorisueñoyhermoso;perolaniebladelamañanaaúncubríatodoelvalle,sobreelcual,enunasuavependiente,selevantabalafinca.

Lamasadevaporblancoseextendíahastaunoscienmetrosdelacasa.Escondíaporcompletotodoloquehubieramáslejos,exceptounascuantascopasdeárboles,rojizas o amarillas, que surgían aquí y allí y estaban glorificadas por el solmadrugador,quetambiénhacíabrillarlaanchasuperficiedelaniebla.Sieteuochokilómetros hacia el sur se alzaba la cima de Monument Mountain. Veinticuatrokilómetrosmáslejos,enlamismadirección,selevantabalacumbremásaltadelosmontesTaconic,tanazulyetéreaqueapenasparecíamássólidaqueelvaporosomardenieblaqueseextendíasobreella.Lasmontañasmáspróximas,quebordeabanelvalle,estabanmediosumergidasysalpicadasdepequeñasguirnaldasdenubeshastaenlasmismascimas.Enresumen,habíatantanubeytanpocatierrasólidaquetodoellohacíaelefectodeunavisión.

Los niños que he mencionado, llenos de vida, se escapaban del porche ycorreteabanporlasendaenarenadaoporlahierbahúmedadelapradera.Nopuedodecir con seguridad cuántos eran: habíamás de nueve ymenos de una docena, detodasclases,tamañosyedades,muchachosychiquillas.Eranhermanos,hermanasyprimosjuntoconunoscuantosamiguitosquehabíansidoinvitadosporelseñorylaseñoraPringleapasarunoscuantosdíasdeladeliciosaestaciónenTanglewood.Nomegustadecirossusnombresnillamarlesconnombresquealgúnniñohayallevadoantes que ellos, porque sé de cierto quemuchos autores se ponen en grandísimoscompromisos por haber dado a los personajes de sus libros nombres de personasreales y verdaderas. Por esta razón quiero llamarles Siempreviva, Pimpinela,Arándano, Zanahoria, Ojos Azules, Trébol, Pensamiento,Mimosa, Flor de Limón,Junquillo,VainillayCampanilla,aunque,adecirverdad,estosnombresseríanmuchomáspropiosdeungrupodehadasquedeunareunióndeniñosdeestemundo.

No hay que suponer que a estos niños les permitían sus cuidadosos padres y

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madres,tíos,tíasoabuelos,andarvagandoporbosquesycampossinlavigilanciadealguna personamayor ymuy seria. ¡De ningúnmodo!En el primer párrafo demilibrorecordaréisquehehabladodeun jovenalto,en tornoalcual losniñoshacíancorro.Sunombre(yosdiréelverdadero,porqueconsideragrandísimohonorhabercontado los cuentos que van aquí impresos), su nombre era Eustace Bright. EraestudianteenelWilliamsCollegeyhabíaalcanzadoenaquellaépoca la respetableedaddedieciochoaños.PoraquelentoncesleparecíacasiserelabuelodePimpinela,Zanahoria,Pensamiento,FlordeLimón,Junquilloylosdemás,queeranlamitadolatercera parte de venerables que él.Unamolestia en la vista (como creen necesariotenerlamuchosestudiantesdehoydía,parademostrarsuaplicación)lehabíahechoabandonar las clases dos semanas antes de terminar el curso. Pero, por mi parte,pocasveceshevistounpardeojosconpintadevermejoromás lejosque losdeEustaceBright.

El aplicado estudiante era delgado y un poco pálido, como lo son todos losestudiantes yanquis, pero de aspectomuy saludable, y tan ligero y activo como situviesealasenloszapatos.Comolegustabamuchocruzararroyosypisarlahierbadelaspraderas,sehabíacalzadoparalaexpediciónfuertesbotasdebecerro.Llevabaunablusadelienzo,unagorradepañoyunpardegafasverdesqueprobablementesehabíapuestonotantoparaprotegerselosojoscomoporladignidadqueledaban.Sinembargo,podíahabérselasdejadoencasa,porquePensamiento,diablejotravieso,sesubióaloshombrosdeEustacecuandosesentóenunodelosescalonesdelporche,learrancó lasgafasde lanarizyse laspusoen lasuya,ycomoalestudiantese leolvidóvolveracogerlas,cayeronenlahierbayallísequedaronhastalaprimaverasiguiente.

Ahorabien:debéissaberqueEustaceBrighthabíaalcanzadoentrelosniñosgranfamacomonarradordecuentosmaravillososy,aunquealgunasveces fingíaque lemolestabaque lepidiesencontarmásymás,ysiempremás,yo tengomisdudasypiensoquenohabíacosaenelmundoquemásleagradase.HabíaquevercómolebrillabanlosojosaquellamañanacuandoTrébol,Arándano,Mimosa,Campanillaylamayor parte de sus compañeros le pidieron que les contase uno de sus cuentos,mientrasesperabanquelanieblasedesvanecieseporcompleto.

—Sí, primo Eustace—dijo Siempreviva, que era una alegre chiquilla de unosdoceañosconlosojosrisueñosylanaricillaunpocorespingona—:lamañanaeslamejor hora para oír los cuentos con que tan amenudo pruebas nuestra paciencia.Correremosmenospeligrodeherir tususceptibilidaddurmiéndonosenelmomentomásinteresante…comonospasóanocheaMimosayamí.

—¡Quémalaeres!—exclamóMimosa,niñadeseisaños—.Nomedormí:esquecerré losojosparaverpordentro loqueEustacenosestabacontando.Suscuentosson buenos para oírlos de noche porque se puede soñar con ellos dormida; pero

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también sonbuenospor lamañana,porque sepuede soñar conellosdespierta.Asíqueesperoquenoscuentesunoahoramismo.

—¡Gracias,Mimosa!—dijoEustace—.Tendráselmejorde loscuentosqueyosea capaz de inventar, aunque solo sea por haberme defendido tan bien de estaperversaSiempreviva.Pero,niños,oshecontadoyatantoscuentosdehadasquemeparecequenoquedaningunoquenomehayáisoídoporlomenosdosveces.Ytemoque,sirepitoalgunodeellos,osvaisaquedardormidosdeveras.

—¡No, no, no! —exclamaron Ojos Azules, Pimpinela, Vainilla y otra mediadocenadeniños—.Loscuentosquemásnosgustanson losquehemosoídodosotresveces.

Ylaverdadesqueloscuentosparecenaumentardeinterésparalosniños,noconunaodos,sinoconinnumerablesrepeticiones.PeroEustaceBright,enlaexuberanciade sus recursos,desdeñabaaprovecharsedeunaventajaquehubieseagradecidounnarradormásviejo.

—Seríalástima—dijo—queunhombredemisconocimientos(pasandoporaltomioriginalfantasía)nopudieseencontrarcadadíadelañouncuentonuevoparaunosniños como vosotros.Os contaré uno de los que se inventaron para distracción denuestraviejaabuelalaTierra,cuandoeraunachiquillaconrefajitoydelantal.Haylomenoscien,ymemaravillaquenosehayanpuestohaceyamuchotiempoenlibrosilustrados para niñas y niños. En cambio,muchos sabios viejos, con largas barbasgrises, se queman las pestañas leyéndolos en librotes llenos de polvo, escritos engriego, y se rompen los cascos queriendo adivinar cuándo y cómo y para qué seinventaron.

—Bueno, bueno, bueno, bueno, primo Eustace —exclamaron a una todos loschiquillos—:nohablesmásdetuscuentosyempiezaacontar.

—Sentaostodos—dijoEustace—ycallad,porquealaprimerainterrupción,seadelamalvadaSiempreviva,delbuenZanahoriaodecualquierotro,daréunmordiscoalcuentoymetragaréelpedazoquefalteporcontar.Pero,enprimerlugar,¿algunodevosotrossabeloqueesunagorgona?

—Yosí—dijoSiempreviva.—Pues ¡cállatelo! —replicó Eustace, que habría preferido que la chiquilla no

hubiese sabido nada sobre el asunto—. Callad todos y os contaré un cuentopreciosísimosobrelacabezadeunagorgona.

Yasílohizo,comopodéisempezaraleerenlaspáginassiguientes.

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Lacabezadelagorgona

PerseoerahijodeDánae,quea suvezerahijadeun rey.CuandoPerseoeramuypequeño,unosmalvados lometieroncon sumadreenunarcay los tiraronalmar.Soplóelvientofuertementeyalejóelarcadelacosta.Lasolaslasacudieroncomosifueraunacáscaradenuez.Dánaeabrazóasuhijitotemiendopormomentosqueunaolamayorquelasdemáslossepultaraparasiempreenelfondodelocéano.Peroelarca siguió navegando, y no se hundió ni zozobró, hasta que, al llegar la noche,navegaba tan cerca de una isla que se enredó entre las redes de un pescador y lasacaron con ellas a la costa. La isla se llamaba Serifo y en ella reinaba el reyPolidectes,queerahermanodelpescadorquehabía recogidoporcasualidadensusredesalospobresnáufragos.

Estepescador,felizmente,erahombrejustoycompasivo.TratócongranbondadaDánaeysuhijo,ysiguióprotegiéndoloshastaquePerseollegóaserunhermosomancebo,fuerteyactivo,yhabilísimoenelmanejodelasarmas.Pero,muchoantesde que esto sucediera, el rey Polidectes había visto a los dos extranjeros,madre ehijo, que habían llegado en un arca frágil a sus playas.No era Polidectes bueno yamablecomosuhermanoelpescador,sinoenextremomalvado,ydecidióenviaraPerseo a una empresa peligrosa, en la cual probablemente perdería la vida, y así,quedándoselamadresindefensa,podríaélcausarlealgúndañogrande.Conestefin,aquelreydemalcorazónpasótiempoytiempopensandocuálseríalahazañademáspeligro que un joven pudiera emprender. Cuando, por fin, halló una empresa queprometíatenerelfatalresultadoquedeseaba,mandóllamaraPerseo.

Elmuchachofueapalacioyencontróalreysentadoensutrono.—Perseo —dijo el rey Polidectes, sonriendo hipócritamente—, eres un buen

mozo.Túytuexcelentemadrehabéisrecibidomuchosfavores,tantomíoscomodemihermanoelpescador,ysupongoquesentirásnopoderdevolveralgunosdeellos.

—Conpermisodevuestramajestad—respondióPerseo—,congustoarriesgaríamividaporlograrlo.

—Muybien;entonces—prosiguióelrey,siempreconlasonrisaenloslabios—,tengounaaventuradepocamontaqueproponerte;y,comoeresunjovenvalienteyemprendedor, estoy seguro de que te alegrarás de tener tan buena ocasión dedistinguirte.Debes saber,mi buenPerseo, que estoy en tratos para casarme con labellaprincesaHipodamiay,escostumbre,enocasionescomoesta,regalaralanoviaalgoeleganteyextraño,quehayatenidoqueirseabuscarmuylejos.Deboconfesarque estaba bastante perplejo, sin saber dónde encontrar algo capaz de agradar aprincesa de gusto tan exquisito. Pero esta mañana me parece que he encontrado

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precisamenteloquenecesitaba.—¿Yyopuedoayudaravuestramajestadaconseguirlo?—exclamóPerseocon

vehemencia.—Puedes,sierestanvalientecomoyomefiguro—repusoelreyPolidectescon

lamayorastucia—.ElregalodebodaquequieroofreceralahermosaHipodamiaesla cabeza de la gorgonaMedusa, con sus cabellos de serpiente; y de ti depende eltraerla, querido Perseo. Y, como estoy deseando terminar los tratos para micasamiento con la princesa, cuanto antes vayas en busca de la gorgona más mecomplacerás.

—Saldrémañanaporlamañana—respondióPerseo.—Te ruego que lo hagas así, valiente joven—aseguró el rey—.Y, al cortar la

cabezadelagorgona,Perseo,tencuidadodedarelgolpelimpioparanoestropearla.Latraerásaquílomejorconservadaqueseaposible,porquelaprincesaHipodamiaesmuydelicadadegusto.

Perseosaliódelpalacioy,apenashabíapasadolapuerta,elreyPolidectesseechóareír;ledivertíamucho,tanmalvadoera,queelpobremuchachohubiesecaídoenlatrampa. Pronto corrió la noticia de que Perseo había decidido cortar la cabeza deMedusaconsucabelleradeserpientes.Todoelmundosealegróalsaberlo,puescasitodos los habitantes de la isla eran tanmalvados como elmismo rey, y se habríanalegradomuchísimodequelessucediesealgúnmalmuygrandeaDánaeyasuhijo.Al parecer, el único hombre bueno de aquella desdichada isla de Serifo era elpescador.CuandoPerseo iba por la calle, las gentes le señalaban con el dedo y lehacíanmuecasdedesprecioyleridiculizaban,levantandolavozcuantoseatrevían.

—¡Ay, ay! —exclamaban—. Las serpientes de Medusa lo van a morderdescaradamente.

Ahora bien; en aquel tiempo vivían tres gorgonas, y eran los monstruos másextrañosyterriblesquehabíanexistidodesdequeelmundoesmundo,ydespuésnose ha visto ni se volverá a ver cosamás terrible. La verdad es que no sé con quénombre de monstruo nombrarlas. Eran tres hermanas, y parece que tenían ciertasemejanza remota con las mujeres; pero en realidad eran una temerosa y dañinaespeciededragones.Esrealmentedifícilimaginarquéespantosossereseranlastreshermanas. Porque en vez de cabellos, tenía cada una en la cabeza cien serpientesenormes, vivas todas, que se retorcían, se enredaban, se enroscaban, sacando suslenguas venenosas y ahorquilladas en la punta. Los dientes de las gorgonas eranterriblemente largos. Las manos las tenían de bronce. Y el cuerpo, cubierto deescamas,que,sinoerandehierro,eranporlomenostanduraseimpenetrablescomoél.Tambiénteníanalas,yhermosísimas,osloaseguro,porquetodaslasplumaserande oro purísimo, brillante, centelleante, bruñido; podéis imaginaros cómoresplandecíacuandolasgorgonasibanvolandoalaluzdelsol.

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Pero,cuandoalguienllegabaaatisbarunreflejodeaquelresplandor,pocasvecessedeteníaamirarlo,sinoquecorríayseescondíaatodaprisa.Quizácreáisqueteníamiedodequelomordiesenlasserpientesqueservíandecabelloalasgorgonas,odequelodestrozasenlosterriblescolmillos,olasgarrasdebronce.Todosesospeligros,aunque grandísimos, no eran los más difíciles de evitar. ¡Lo peor de aquellasabominablesgorgonaseraque,siunpobremortalmirabadefrenteaunadeaquellascaras, estaba seguro de que en el mismo instante su carne y sangre caliente seconvertiríanenpiedrainanimadayfría!

Asíesque,comocomprenderéisperfectamente, laaventuraqueelmalvadoreyPolidectes había buscado para el pobre muchacho era peligrosísima. El mismoPerseo, cuando se detuvo a pensar, comprendió que tenía pocas probabilidades desalirconéxitoyqueteníamásposibilidadesdeconvertirseenestatuadepiedraquedevolverconlacabezadeMedusaconsucabelleradeserpientes.Dejandoaunladootras dificultades, había una que habría puesto en un apuro a cualquier hombre demuchamásedadquePerseo.Nosolo teníaque lucharconunmonstruodealasdeoro, escamas de hierro, larguísimos dientes y garras de bronce con serpientes porcabellos, y cortarle la cabeza, sino que mientras estuviese luchando contra él nopodríamirarasuenemigo.Porque,si lomiraba,al levantarelbrazoparaherirleseconvertiríaenpiedraysequedaríaconelbrazoenelairesiglosysiglos,hastaqueeltiempo, el viento y el agua lo destruyesen por completo.Y sería bien triste que leocurrieseestoaun jovenque tantascosasgrandes teníaporhacery tanta felicidadquegozarenestehermosomundo.

Tanto desconsolaron aPerseo todos estos pensamientos que no tuvo valor paraexplicarasumadreloquesehabíacomprometidoahacer.Porconsiguiente,cogiósuescudo,seciñó laespada,atravesó la islayacabósentándoseenun lugarsolitario;apenaspodíacontenerlaslágrimas.

Pero,cuandoestabamáspensativoytriste,oyóunavozjuntoaél.—Perseo—dijolavoz—,¿porquéestástriste?Levantó la cabezade entre lasmanos, en las cuales la había escondido, y, ¡oh,

asombro!, aunque creía estar completamente solo, vio a su lado a un desconocido.Eraun jovendeaspectoanimosoyextraordinariamentedespierto,cubiertoconunacapa, y que llevaba en la cabeza un gorro muy extraño y en la mano un bastóntrenzado, también demodo sorprendente, y colgada al costado una espada corta ymuy retorcida. Tenía aspecto de gran ligereza y soltura de movimientos, comohombreacostumbradoaejerciciosgimnásticos,acorreryasaltar.Y,sobretodo,teníaunaexpresión tanalegre, tan inteligentey tan servicial—aunque,por supuesto,unpocomaliciosa—quePerseoseanimóencuantolemiróalacara.Además,comoenrealidaderavaliente,lediomuchísimavergüenzaquealguienlehubieseencontradoconlágrimasenlosojos,comoaunchiquillodelaescuela,cuando,alfinyalcabo,a

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lo mejor no había motivo para desesperarse. Se enjugó los ojos y respondió aldesconocidoprontamente,poniendolacaramásalegrequepudo.

—Noestoytriste—dijo—,sinoquepiensoenunaaventuraqueheemprendido.—¡Oh!—respondióeldesconocido—.Cuéntameenquéconsisteyalomejoryo

tesirvodealgo.Heayudadoamuchosjóvenesenaventurasquealprincipioparecíanbastantedifíciles.Acasohayasoídohablardemí.Tengovariosnombres;peroeldeAzoguemecaetanbiencomootrocualquiera.Dimeenquéconsisteladificultad,yhablaremosdelasuntoyveremosloquesepuedehacer.

Las palabras del desconocido animaron mucho a Perseo. Decidió exponer aAzogue todas sus dificultades, ya que las cosas no podían ponerse peor de lo queestaban,yacasosunuevoamigopudieradarlealgúnconsejoquelesirviesedealgo.Asíqueenpocaspalabrasleexplicóelcaso:elreyPolidectesnecesitabalacabezadeMedusa, con su cabellera de serpientes, para dársela como regalo de boda a lahermosaprincesaHipodamia,ysehabíacomprometidoairabuscarla,peroledabamiedoverseconvertidoenpiedra.

—Ysería lástima—dijoAzogue con sumaliciosa sonrisa—.Laverdad esqueseríasunaestatuademármoldemuybuenver, yquepasaríanunos cuantos siglosantesdequeeltiempopudieradestruirtedeltodo;peromásvaleserjovenunospocosañosqueestatuadepiedramuchos.

—¡Oh, mucho más! —exclamó Perseo con los ojos húmedos otra vez—. Yademás,¿quéseríademimadre,sisuqueridohijoseconvirtieseenpiedra?

—Esperemos que el asunto no tenga tanmal fin—respondió Azogue en tonoanimoso—.Precisamentesoylapersonaquetalvezpuedaayudartemáseficazmente.Mihermanayyoharemostodoloquepodamosparaquesalgasbiendeestaaventura,queahorateparecetandesagradable.

—¿Tuhermana?—repitióPerseo.—Sí,mihermana—replicóeldesconocido—.Esmuysabia,teloaseguro;yyo,

pormiparte,tambiénsuelotenertodoeltalentoquemehacefalta.Sitúeresvalienteyalavezprudenteyhacescasodenuestrosconsejos,notienesquetemerporahoraconvertirteenestatuadepiedra.Loprimeroquehasdehacerespulirelescudo,hastaquepuedasverteenélcomoenunespejo.

Esto le pareció a Perseo un principio de aventuramás bien extravagante, puespensóquemásimportanteseríaqueelescudofueralobastantefuerteparadefenderledelasgarrasdebroncedelagorgona,queelqueestuvieselustrosoparapoderversela cara en él. Pero pensando que Azogue sabía más que él, inmediatamente pusomanosa laobrayfrotóelescudocon taldiligenciaybuendeseoqueprontobrillócomo la luna en el mes de diciembre. Azogue lo miró y sonrió, en señal deaprobación.Entonces,quitándoselaespadacortayretorcida,selacolgóaPerseodelcinto,envezdelaquellevaba.

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—Nohayespadaenelmundomásapropiadaalpropósitoquellevas—observó—.Lahojatieneuntempleexcelenteycortaelhierroyelacerocomotallostiernos.Y,ahora,enmarcha:loprimeroquetenemosquehaceresbuscaralastresmujeresgrises,quenosdirándóndepodemosencontraralasninfas.

—¡Las tresmujeres grises!—exclamóPerseo, a quien estoparecía únicamenteunadificultadmásen la aventura—.¿Quiénes sonesas tresmujeresgrises?Enmividaheoídohablardeellas.

—Son tresviejecitasmuyraras—dijoAzogueriendo—.No tienenmásqueunojoparalastres,yundiente.Tendrásquebuscarlasalaluzdelasestrellasoenlassombrasdelanoche,porquenuncasedejanvercuandobrillanelsololaluna.

—Pero—dijoPerseo—¿aquéperdereltiempoconesastresmujeresgrises?¿Noseríamejoririnmediatamenteenbuscadelasterriblesgorgonas?

—No, no —respondió su amigo—. Hay bastantes cosas que hacer antes deencontrarelcaminoquetellevealasgorgonas.Nohaymásremedioqueirenbuscadeesas tresseñoras.Ycuandolashayamosencontrado,puedesestarsegurodequelasgorgonasnoandaránmuylejos.Demodoquevamosrápido.

Perseoya tenía tantaconfianzaen lasagacidaddesuacompañantequenohizomás objeciones y aseguró que estaba listo para emprender inmediatamente laaventura.Empezaronaandarabuenpaso,tantoqueaPerseolecostabatrabajoseguira suamigoAzogue.Adecirverdad, se leocurrió laperegrina ideadequeAzoguellevaba un par de zapatos con alas, lo cual, naturalmente, lo ayudaba a las milmaravillas.Además, almirarlo de reojo, porque no se atrevía a volver del todo lacabeza, le pareció que también tenía alas a los lados de la cabeza, aunque, si lomirabadefrentenoseveíanlasalas,sinoungorromuyraro.LoquesíeraciertoesqueelbastóntrenzadoayudabamuchísimoaAzogueparacaminarylohacíaandartan deprisa que, aunque Perseo era unmuchacho fuerte, ya empezaba a perder elaliento.

—¡Vamos!—exclamóalfinAzogue,quedesobrasabía,pueseralisto,eltrabajoque al muchacho le costaba seguirle a su paso—. Toma este bastoncito, que mepareceque lo necesitas bastantemásqueyo. ¿Nohay en la isla deSerifomejoresandarinesquetú?

—Mejor podría andar —dijo Perseo mirando atrevidamente los pies de sucompañero—situvieseunpardezapatosconalas.

—Buscaremosunparparati—respondióAzogue.PeroelbastónayudabatantoaPerseoquenovolvióasentirelmenorcansancio.

Parecía estar vivo en sumano y comunicarle algo de su vida. El joven yAzogueandaban ahora al mismo paso, con la mayor facilidad, hablando amistosamente;Azoguecontabahistoriastandivertidassobresusaventurasanteriores,ysobrelobienquesuingeniolehabíaservidoenmuchasocasiones,quePerseoempezóaconsiderar

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que era una personamaravillosa. Evidentemente conocía el mundo, y nada es tanencantadorparaunjovencomounamigoconestaclasedeconocimiento.Perseoloescuchabaconavidez,esperandoaumentarsupropioingeniocontodoloqueoía.

Por fin recordó queAzogue había hablado de una hermana suya, que había deprestarayudaenlaaventuraqueacababandeemprender.

—¿Dóndeestá?—preguntó—.¿Laencontraremospronto?—Encuantolanecesitemos—dijosucompañero—.Perodeboadvertirtedeque

estahermanamíaescompletamentedistintademí.Esmuyseriaymuyprudente;nosonríe casi nunca; no se ríe jamás, y tiene por regla no pronunciar ni una palabracuando no tiene algo muy importante que decir. Tampoco escucha conversaciónalgunaquenoseatotalmenterazonable.

—¡Pobre de mí! —exclamaba Perseo—. No me atreveré a pronunciar ni unasílabadelantedeella.

—Es una persona instruidísima, te lo aseguro—continuóAzogue—, y dominatodas las artesy las ciencias.Enunapalabra: es tan extraordinariamente sabiaquemuchasgenteslallamanlasabiduríapersonificada.Pero,paradecirtelaverdad,paramigustolefaltaviveza,ynocreoqueatitepareciesetanagradablecomoyoparacompañeradeviaje.Tienecosasbuenas,desde luego,yyaverásdecuánto tesirveparatuencuentroconlasgorgonas.

Ya había anochecido casi por completo. Llegaron entonces a un sitiocompletamente desierto, silvestre, cubierto de malezas y zarzas y tan solitario ysilenciosoqueparecíaquenuncanadiehubiesevivido en él ni hubiesepasadoporallí.Todoestabavacíoydesoladoenelcrepúsculogris,queseibahaciendocadavezmás oscuro. Perseo miró a su alrededor más bien con desconsuelo y preguntó siteníanqueirmuchomáslejos.

—Chiss,chiss…—susurrósucompañero—.Nohagasruido.Precisamenteeslahorayellugarpropiciosparaencontraralastresmujeresgrises.Tencuidado,quenoteveanantesdequelashayasvistotú,pues,aunquenotienenmásqueunojoparalastres,estevetanbiencomomediadocenadeojosvulgares.

—Pero¿quétengoquehacer—preguntóPerseo—cuandolasencontremos?Azogue explicó aPerseo cómo se las arreglaban las tresmujeres grises con su

únicoojo.Alparecer tenían lacostumbredeusarlopor turno,comosi fueranunasgafaso—cosaque leshubieseconvenidomás—unmonóculo.Cuandounade lastreslohabíadisfrutadoalgúntiempo,selosacabadelaórbitayselodabaaotra,lacual inmediatamente se lo ajustaba en la frente y gozaba un ratito de la vista delmundo.Fácilmentesecomprendequesolounadelasmujeresveía,mientraslasotrasdospermanecíanenlaoscuridad;además,enelinstanteenqueelojopasabademanoen mano, ninguna de las pobres señoras veía nada. He oído contar muchas cosasextrañas en mi vida y he visto bastantes; pero ninguna, a mi parecer, puede

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compararseconlararezadeestastresmujeresgrises,todasmirandoconunsoloojo.EstomismopensóPerseo,y tanasombradoestabaque llegóa figurarseque su

compañero se estaba burlando de él y que no existían en el mundo semejantesmujeres.

—Pronto te convencerás de que es verdad—observó Azogue—. Chiss, chiss,chiss…¡Yavienen!

Perseomiróansiosamenteen laoscuridadde lanoche,yconseguridad,apocadistancia, vio a las tres mujeres grises. Como la luz era escasa, no pudo verexactamentequécaratenían;solovislumbróquesuscabelloseranlargosygrises;ycuando se acercaron,vio cómodosde ellasno teníanmásqueunaórbitavacía enmediodelafrente.Peroenmediodelafrentedesuhermanahabíaunojobrillanteque centelleaba como un diamante en una sortija, y tan penetrante parecía ser quePerseopensóqueposeíaeldondeverenlamedianochemásoscuralomismoqueamediodía.Lavistadetresparesdeojosestabaconcentradaenaquelojoúnico.

De este modo las tres ancianas se las arreglaban, a fin de cuentas, casi tancómodamentecomosipudiesenvertodasauntiempo.Laqueteníaelojoenlafrentellevabaalasotrasdosdelamano,mirandointensamenteaunoyotrolado;tantoquePerseotemíaquepudieseatravesarconlavistalaespesazarzatraslacualélsehabíaescondidoconAzogue.Decididamente,¡eraterribleencontrarsealavistadeunojotanpenetrante!

Pero,antesdellegaralazarza,unadelastresmujeresgrisesexclamó:—¡Hermana,hermanaEspanto,yahacemuchotiempoquetienespuestoelojo!

Ahorametocaamí.—Déjamelo un momento más, hermana Pesadilla—respondió Espanto—. Me

parecequeestoyviendoalgodetrásdeaquellazarza.—Bueno,¿yqué?—respondióPesadillaconmalosmodos—.¿Nopuedoyover

tanbiencomotúloquehayadetrásdelazarza?Elojoestanmíocomotuyo,ycreoque sé usarlo tan bien como tú, por no decir mejor. Quiero que me lo desinmediatamente.

Pero al llegar aquí, la tercera hermana, cuyo nombre era Quebrantahuesos,empezóaquejarseydijoqueeraaellaaquienletocabatenerelojo,yquePesadillay Espanto siempre lo querían solo para ellas. Para terminar la disputa, Espanto sequitóelojodelafrenteysosteniéndoloenlamanodijo:

—Pues tomadlo vosotras, y sea de quien quiera, y acabemos con esta disputanecia. Pormi parte,me alegrarémucho de estar un rato en la oscuridad. Cogedloprontoomelovuelvoaponerenlafrente.

Pesadilla y Quebrantahuesos extendieron las manos procurando ansiosamentearrebatarleelojoaEspanto.Perocomoambasestabanciegas,noconseguíanllegaralamanodesuhermana;y,comoenaquelmomentoEspantoestabatanciegacomo

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ellas, tampoco acertaba a poner el ojo en sus manos. Así, como fácilmentecomprenderéis, las tres viejas estaban en grandísimo apuro. Porque, aunque el ojobrillabayrefulgíacomounaestrella,aningunadelastresmujeresalcanzabaunasolachispa de su luz, y estaban todas en lamás completa oscuridad por su demasiadaimpacienciaporver.

AAzogueledivertíatantoveraPesadillayaQuebrantahuesosesforzándoseenvanoporencontrarasuhermanaEspantoqueapenaspodíacontenerlarisa.

—Ha llegadoelmomento—dijoenvozmuybajaaPerseo—.¡Rápido, rápido,antesdequealgunapuedapescarelojo!¡Quítaselodelamano!

Yenuninstante,mientraslastresmujeresgrisesseguíandisputando,Perseosaltódedetrásdelazarzayseapoderódelapresa.Elojomaravilloso,alpasarasumano,luciómásbrillantequenuncaypareciómirarlealacaraconairedeinteligencia,conla misma expresión que si hubiese tenido párpados para hacer un guiño. Las tresmujeresgrisesnosabíannadade loquehabía sucedidoy, suponiendocadaunadeellasqueelojoestabaenpoderdeunadelasotras,empezarondenuevoadiscutir.Por fin, Perseo no quiso que las pobres viejas se insultasenmás de lo necesario ycreyóquehabíallegadoelmomentodelasexplicaciones.

—Señoras mías—dijo—, tengan ustedes la bondad de no enfadarse unas conotras.Sihayalgúnculpable,esesoyyo,porquetengoelhonordellevarenlamanovuestrobrillanteymaravillosoojo.

—¡Tú, tú tienesnuestroojo!¿Yquiéneres tú?—chillaronaun tiempo las tresmujeresgrises.Porque,naturalmente,seasustaronmuchísimoaloírunavozextrañay comprender que su vista había caído en manos de no sabían quién—. ¡Ay,hermanas, hermanas! ¿Qué vamos a hacer? ¡Ninguna de las tres ve nada! ¡Danosnuestroojopreciosoyúnico!¡Tútienesdosparatisolo!

—Diles—apuntóAzogueaPerseo—que se lodarás encuanto tehayandichodónde puedes encontrar a las ninfas que tienen unas sandalias que vuelan, el sacoencantadoyelyelmodelainvisibilidad.

—Misqueridas,buenasyadmirablesseñoras—dijoPerseodirigiéndosealastresmujeresgrises—:nohayrazónparaqueseasustenustedesdeesemodo.Nosoyunmalvado,nimuchomenos.Devolveréelojosanoysalvo,brillantecomonunca,encuantomedigandóndepuedoencontraralasninfas.

—¿Alasninfas?¡Pobresdenosotras,hermanas!¿Quédiceestehombre?—gritóEspanto—.Lagente afirmaquehaymuchísimasninfas: unasque sepasan la vidacazandoen losbosques,otrasquevivenentre losárboles,otrasque tienencómodamorada en el agua de las fuentes.De ninguna sabemos nada nosotras. Somos tresancianasdesdichadasquevamoscaminandoenlaoscuridad,quenuncahemostenidomás que un ojo para las tres, y ahora nos lo han robado. ¡Devuélvenoslo, buendesconocido!Quienquieraqueseas,¡devuélvenoslo!

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Y las tresmujeres extendían lamano, intentando coger a Perseo. Pero él teníabuencuidadodenoacercarse.

—Respetables señoras mías —dijo, porque su madre le había enseñado acomportarse siempre con la mayor cortesía—: tengo el ojo en la mano, y loconservaré con el mayor cuidado hasta que tengan ustedes la bondad de decirmedóndeestánlasninfas.Lasqueyovoybuscandosonlasquetienenelsacoencantado,lassandaliasquevuelany…¿cómosellama?…¡ah,sí!,elyelmodelainvisibilidad.

—¡Desgraciadasdenosotras,hermanas!¿Dequéhablaestejoven?—exclamaronEspanto,PesadillayQuebrantahuesosdirigiéndoseunasaotrascongranaparienciade asombro—. ¡Un par de sandalias que vuelan! Pero ¿no comprende que sicometiera la locura de ponerse semejante calzado, los pies le echarían a volar porencimade la cabeza? ¡Yun yelmode invisibilidad! ¿Cómopuede un yelmohacerinvisibleaunhombre,anoserquelecubradepiesacabeza?¡Y,porsifuerapoco,unsacoencantado!¿Quéclasedebolsoseráese?No,no,buenamigo;nopodemosdecirtenadadeesasmaravillas.Tú tienes tusdosojosynosotrasunopara las tres;mejorpodrástúquenosotras,pobresmujeresciegas,encontrartodoloquebuscas.

Perseo,oyéndolashablardeaquelmodo,empezóacreerque,enrealidad,lastresmujeres grises no sabían nada de lo que les preguntaba, y le daba pena haberlaspuesto en apuro tan grande; tanto que ya estaba a punto de devolverles el ojopidiéndolesperdónporlasmolestiasqueleshabíacausado;peroAzoguelesujetólamano.

—Noconsientasque seburlende ti—dijo—.Estas tresmujeresgrises son lasúnicas en el mundo que pueden decirte dónde encontrarás a las ninfas y, si noconsigues saberlo, nunca lograrás cortar la cabeza deMedusa con sus cabellos deserpientes.Noteablandesytodosaldrábien.

YsucediócomoAzoguedecía.Haypocascosasquelagentequieramásquelavista de sus ojos. Y las tres mujeres grises querían al suyo como si hubiese sidomediadocena.Viendoquenohabíaotromedioderecuperarlo,acabaronpordecirleaPerseo lo que este necesitaba saber. Y en cuanto se lo hubieron dicho, él, con elmayorrespeto,pusoelojoenlaórbitavacíadeunadesusfrentes,lesdiolasgraciasporsuamabilidadysedespidiódeellas.Antesdequeeljovensehubiesealejadolobastanteparadejardeoírlasyahabíanempezadootradisputa,puesdiolacasualidaddequehabíaentregadoelojoaEspanto,queyahabíadisfrutadodeélantesdequeempezaselacuestiónconPerseo.

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Es muy posible que las tres mujeres grises tuvieran demasiada costumbre deturbar su armonía conpeleas de esta clase; lo cual eramuy lamentable, ya quenopodían vivir unas sin otras y estaban, evidentemente, destinadas a ser compañerasinseparables.Comoreglageneralaconsejoatodos,hermanosohermanas,jóvenesoviejos, que no tenganmás que un ojo para disfrutarlo entre varios, que cultiven latoleranciaynoseempeñenengozarlotodosaunmismotiempo.

AzogueyPerseoiban,mientras,lomásdeprisaquepodíanenbuscadelasninfas.Las viejas les habían dado indicaciones tan detalladas que no tardaron mucho enencontrarlas.Eranmuydistintas dePesadilla,Quebrantahuesos yEspanto pues, envez de ser viejas, eran jóvenes y hermosas; en vez de un ojo para tres, cada ninfateníaunpardeojosmuybrillantes,quemirabanaPerseoconlamayoramabilidad.Parecían muy amigas de Azogue y, cuando este les contó la aventura que Perseohabíaemprendido,nopusierondificultadalgunaparaentregarlelosvaliososobjetosque estaban confiados a su custodia. Primero trajeron lo que parecía ser una bolsapequeña,hechadepieldeciervoyprimorosamentebordada,yleencarecieronmuchoquecuidasedeella,paranoperderla.Esteeraelsacoencantado.Lasninfassacarondespuésunpardezapatososandaliasconunlindopardealassujetasaltalóndecadauna.

—Póntelas,Perseo—dijoAzogue—.Conellastesentirástanligerodepiescomopuedasdeseartodoelrestodelviaje.

Perseoempezóaponerseunaydejólaotraenelsuelo,asulado.Derepentela

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sandalia que había dejado abrió las alas y dio un salto, y probablemente habríaechadoavolarsiAzoguenohubiesedadounbrincoylahubieseatrapadoalvuelo.

—Tenmás cuidado—dijo a Perseo—. Los pájaros se asustarían si viesen unasandaliavolandoasulado.

Cuando Perseo se hubo calzado las dos sandalias maravillosas, se sintiódemasiadoligeroparaandarporlatierra.Diounpasoodosy—¡oh,maravilla!—selevantóenelairemuyporencimadelacabezadeAzogueydelasninfas,ylecostómucho trabajobajardenuevo.Lassandaliasconalasy todas lascosasasí resultanmuydifícilesdemanejarhastaqueunoseacostumbraaellas.Azogueseechóareírdelainvoluntarialigerezadesucompañeroyledijoquenocabíaapresurarsetanto,porqueaúnteníanqueaguardaraquelestrajesenelyelmodelainvisibilidad.

Las amables ninfas sostenían el yelmo con su hermoso penacho de plumasondulantes dispuestas a ponérselo a Perseo en la cabeza. Y entonces sucedió elincidentemásmaravillosodetodoslosqueosvengocontando.Unmomentoantesdeque lepusieranelyelmo,ahí teníamosaPerseo, joven,debuenapresencia,consuensortijada cabellera rubia y susmejillas sonrosadas, con la retorcida espada en elcintoyelbienpulidoescudoalbrazo:figuraqueparecíahechadevalor,fuegoyluzgloriosa.Pero,encuantoelyelmoseapoyóensufrenteblanca,¡nadasevioyadePerseo!¡Nada,sinoelairevacío!¡Hastaelyelmoquelocubríahaciéndoleinvisiblesehabíadesvanecido!

—¿Dóndeestás,Perseo?—preguntóAzogue.—Aquí —respondió Perseo tranquilamente, aunque su voz parecía salir de la

transparenteatmósfera—.Dondeestabaahoramismo.¿Nomeves?—Noteveo,no—respondiósuamigo—.Estásocultoporelyelmo.Y,siyonote

veo, tampoco te verán las gorgonas. Sígueme y probaremos tu destreza con lassandaliasconalas.

Conestaspalabras,elgorrodeAzogueabriólasalas,comosilacabezafueseasalirvolandoseparándosedeloshombros;perotodosucuerposelevantóenelaireyPerseo lo siguió.Cuandohubieron subidounos cuantosmetros, el joven empezó asentirlodeliciosoqueeradejarabajolatierraduraypodervolarcomounpájaro.

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Erayacompletamentedenoche.Perseomiróalcieloyviolaredonda,brillanteyplateadaluna,ypensóquelegustaríamásquenadalevantarelvuelo,llegaraellaypasarseallílavida.EntoncesmiródenuevohaciaabajoyviolaTierraconsusmaresysuslagos,elcursodeplatadelosríos,losnevadospicosdesusmontañas,loanchodesuscampos,lamanchaoscuradesusbosques,susciudadesdemármolblanco.

Y, con la luz de la luna cayendo sobre ella, la Tierra era tan hermosa comopudiera serlo la lunamisma o cualquier otra estrella. Y, sobre todo, vio la isla deSerifo,dondeestaríasuqueridamadre.Algunasveces,seacercabaconAzogueaunanubeque,delejos,parecíaestarhechadevellonesdeplata,aunquecuandoentrabanenellasemojabanyteníanfríoporlanieblagris.Perosuvueloeratanvelozqueenuninstantesalíandelanubeotravezalaluzdelaluna.UnavezpasócasirozandoaPerseounáguilaquevolabamuyalto.Lomáshermosodetodoloquevieronfueronlosmeteoros,queresplandecíanrepentinamentecomosienlosairesestallaranfuegosartificialesyhacíanpalidecerlaluzdelalunaenmuchoskilómetrosalaredonda.

Mientraslosdoscompañerosvolabanunojuntoaotro,Perseocreyóoírasulado—elladocontrarioaaquelenqueveíaaAzogue—unligerorumorcomoelrocedeunvestido.Miróconatención,peronovionada.

—¿Dequiénesestevestido—preguntó—,queparecemoverseamiladoconlabrisa?

—¡Oh! ¡Es el de mi hermana…!—respondió Azogue—. Viene con nosotros,

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comoyatehabíaanunciado.Nadapodríamoshacersimihermananonosayudase.Nopuedesimaginartelosabiaquees.Y¡tieneunosojos…!Enestemomentotevecomo si no fuera invisible, y apuesto cualquier cosa a que ella es la primera quedivisaalasgorgonas.

Ensu rápidoviajepor losairesyahabían llegadoa lavistadelgranocéano,ypronto volaron sobre él. A lo lejos, las olas se amontonaban tumultuosamente enmediodelmaroserompíanformandounaanchafranjadeespumasobrelospeñascosdelaorilla,conunfragorqueenelbajomundoparecíaeldeltrueno,peroqueenloalto llegaba a oídos de Perseo como unmurmullo suave, como la voz de un niñomediodormido.Precisamenteenaquelmomentounavozhablóasulado.Parecíademujeryeramelodiosa,aunquenoprecisamentedulce,sinograveyserena.

—Perseo—dijolavoz—,ahíestánlasgorgonas.—¿Dónde?—exclamóPerseo—.¡Nolasveo!—Enlacostadeesaisla,debajodeti—replicólavoz—.Sisoltasesunapiedra,

caeríaentreellas.—Yatedijequeseríaellalaprimeraenverlas—dijoAzogueaPerseo—.Yahí

están.Abajo, en línea recta a unosmil metros de distancia, Perseo alcanzó a ver un

isloteyelcinturóndeespumadelmaralrededordesucosta,todaderocasmenosporunlado,dondehabíaunaplayadearenablancacomolanieve.Descendióy,mirandoconatenciónhaciaalgoquebrillaba,alospiesdeunprecipicioderocanegravioalas terribles gorgonas. Estaban echadas en el suelo, profundamente dormidas,arrulladasporelruidoatronadordelmar;porquehacíafaltaunestruendoquehubiesedejadosordoacualquiermortalparaconseguirquesedurmiesenaquellascriaturasterribles.Laluzdelalunacentelleabasobresusescamasdeaceroysobresusalasdeoro, que caían perezosamente sobre la arena. Las garras de bronce, horribles, seagarrabana los fragmentosde la rocacastigadapor lasolas,mientras lasdormidasgorgonas soñaban que estaban despedazando a algún pobremortal. Las serpientesque tenían por cabellos también parecían estar dormidas, aunque de cuando encuandoalgunaseretorcíaoalzabalacabezaysacabasulenguaahorquillada,conunsilbidoadormiladoyluegovolvíaconsushermanasserpientes.

Lasgorgonasseparecíanmásaalgunatremendagigantescaespeciedeinsecto—inmensas abejas con alas de oro o moscas-dragones o cosa por el estilo— que aningún otro ser vivo; solo que eran como un millón de veces más grandes quecualquierinsecto.Apesardetodo,habíaenellasalgohumano.AfortunadamenteparaPerseo,teníanlacaraescondidaporlaposturaenqueseencontraban;porque,silashubiesemiradounsoloinstante,habríacaídodelairecontodosupeso,convertidoenimagendepiedra.

—Este—susurróAzogue,queseguíaalladodePerseo—,esteeselmomentoque

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debes aprovechar para tu hazaña. ¡Apresúrate, porque, si una de las gorgonasdespierta,serádemasiadotarde!

—¿Acuáldeboherir?—preguntóPerseo sacando laespadaybajandounpocomás—.Lastrespareceniguales.Lastrestienencabelleradeserpientes.¿CuáldelastresesMedusa?

HayquesaberqueMedusaeralaúnicadeaquellostresmonstruosaquienPerseopodíacortarlacabeza,porquealasotrasdoseraimposiblehacerleselmenordaño,niaunquehubiesetenidolaespadamejortempladadelmundoylahubieseafiladounahoraseguida.

—Séprudente—ledijolamismavoztranquilaqueanteslehabíahablado—.Unadelasgorgonasempiezaamoversetodavíaensueñosyprecisamentesevaavolver.¡EstaesMedusa!¡Nolamires!¡Suvistateconvertiríaenpiedra!Miraelreflejodesurostroydesucuerpoenelbrillanteespejodetuescudo.

Perseo comprendió entonces por qué motivo Azogue le había aconsejado quepuliesesuescudocontantoafán.Enaquellasuperficiepodíamirarcontranquilidadelreflejodelrostrodelagorgona.Yallíteníaelrostroterrible,reflejadoenellustredel escudo, con la luz de la luna de plano sobre él, revelando todo su horror. Lasserpientes, cuya naturaleza venenosa no les permitía dormirse del todo, se leenroscabanpor la frente.Erael rostromás fieroymáshorriblequenunca sehayavistoniimaginadoy,sinembargo,habíaenélunaextraña,terribleysalvajebelleza.Los ojos estaban cerrados porque la gorgona dormía aún profundamente; pero susfacciones estaban conturbadas por una expresión inquieta, como si el monstruosufriesealgúnmalsueño.Lerechinabanlosdientesyarañabalaarenaconsusgarrasdebronce.

Las serpientes tambiénparecían sentir el sueñodeMedusa e inquietarse con élcada vez más. Se trenzaban unas con otras en nudos tumultuosos, se retorcíanfuriosamenteylevantabanciensibilantescabezassinabrirlosojos.

—¡Ahora, ahora! —murmuró Azogue, que se iba impacientando—. ¡Hiere almonstruo!

—Peroconcalma—dijolavoz,graveymelodiosa,alladodeljoven—.Miratuescudomientrasvasvolandohaciaabajo,ytencuidadodenoerrarelprimergolpe.

Perseobajó,volandosiemprecuidadosamenteysinapartarlavistadelrostrodeMedusa, reflejado en su escudo. Cuanto más se acercaba, más terrible se ibavolviendoelrostro,rodeadodeserpientes,yelcuerpometálicodelmonstruo.Porfin,cuandoestabaporencimadeellatancercaquepodíaalcanzarlaconelbrazo,Perseolevantólaespada.Enelmismoinstantetodaslasserpientesqueformabanlacabellerade la gorgona se alzaron amenazadoras y Medusa abrió los ojos. Pero cuandodespertóyaerademasiadotarde.Laespadaestabamuyafilada:elgolpecayócomounrayoylacabezadelahorribleMedusarodóseparadadelcuerpo.

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—¡Admirable…! —dijo Azogue—. Date prisa y mete la cabeza en el sacomágico.

CongranasombrodePerseo labolsitabordadaquesehabíacolgadodelcuelloaumentólobastantedetamañoparaquecupieraenellalacabezadeMedusa.Rápidocomoelpensamientolalevantócuandoaúnlasserpientesseretorcíanentornoaellaylametióenelsaco.

—Tumisiónestácumplida—dijolavozserena—.Ahoravuela,porquelasotrasgorgonasharántodoloposibleparavengarlamuertedeMedusa.

Eraverdaderamentenecesarioalzarelvuelo,porquePerseonohabíarealizadosuhazaña tan silenciosamente que el ruido de la espada, el silbar de las sierpes y elgolpedelacabezadeMedusa,alcaersobrelaarenabatidaporelmar,nohubiesendespertado a los demásmonstruos.Se incorporaronun instante frotándose los ojosadormiladosconlosdedosdebroncemientrastodaslasserpientesdesuscabezasserevolvíanconsorpresayvenenosamalicia,nosabiendocontraquién.Perocuandolasgorgonas vieron el escamoso cuerpo de Medusa sin cabeza, con las alas de oroerizadas y caídas sobre la arena, fue realmente terrible oír sus alaridos. ¡Y lasserpientes! Lanzaron mil silbidos todas a un tiempo, y las serpientes de Medusacontestarondesdeelsacomágico.

Apenas estuvieron las gorgonas completamente despiertas, se levantaron en el

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aireblandiendosusgarrasdebronce,sushorriblesdientesrechinabanymovían lasalastanfuriosamentequeselesdesprendieronalgunasplumasdeoroycayeronalaplaya.Ypuedequeaúnesténallídesparramadas.Lasgorgonasselevantaronmirandohorriblementedeunladoaotroconlaesperanzadeconvertiraalguienenpiedra.SiPerseolashubiesemiradoohubiesecaídoensusgarras,supobremadrenuncahabríavuelto a besarlo. Pero tuvo buen cuidado de volver la vista a otro lado y, comollevabaelyelmodela invisibilidad, lasgorgonasnosupieronhaciadóndeseguirlo;ademásélhizoelmejorusoposibledelassandaliasconalas,subiendomásomenosunalegua.Aaquellaaltura,cuandolosgritosdelasabominablescriaturasyallegabanhastaélmuydébiles,sedirigióenlínearectahacialaisladeSerifoparaentregarlacabezadeMedusaalreyPolidectes.

NotengotiempodecontarosvariascosasmaravillosasquelesucedieronaPerseoal volver a su casa, tales comomatar a un horriblemonstruomarino que estaba apuntodedevoraraunahermosadoncella;nicómoconvirtióaunenormegiganteenunamontañadepiedraconsoloenseñarlelacabezadelagorgona.Sidudáisdeestaúltima historia, podéis hacer un viaje a África, cualquier día de estos, y veréis lamontañaquetodavíallevaelantiguonombredelgigante.

Porúltimo,nuestrovalientePerseollegóalaisla,dondeesperabaverasuqueridamadre.PeroensuausenciaelmalvadoreyhabíatratadotanmalaDánae,queestasehabía visto obligada a huir y a refugiarse en un templo donde unos sacerdotesancianos y buenos la habían recogido. Estos sacerdotes dignos de alabanza y elpescadordebuencorazón,quefueelprimeroendarhospitalidadaDánaeyaPerseocuandolosencontróflotandoenelarca,alparecereranlasúnicaspersonasdelaislaque se preocupaban por hacer el bien. El resto del pueblo, lo mismo que el reyPolidectes, eran notablementemalos y nomerecíanmejor destino que el que cayósobreellos,comoahorasabréis.

Al no hallar a su madre en casa, Perseo se fue derecho a palacio, einmediatamentelellevaronapresenciadelrey.Polidectesnosealegrógrancosadevolveraverlo,porquecasiestabaseguro,conregocijodesumalcorazón,dequelasgorgonas habrían hecho pedazos al pobre muchacho y se lo habrían comido deinmediato. Pero al verlo volver sano y salvo, puso la mejor cara que pudo y lepreguntóquéhabíahecho.

—¿Hascumplidotupromesa?—preguntó—.¿MetraeslacabezadeMedusaconsucabellerade serpientes?Sino,hijomío, teva a costar caro, porquenecesitounregalodebodapara laprincesaHipodamiay séquenohaynadaenelmundoquepuedasertandesugusto.

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—Sí,majestad—respondióPerseotranquilamenteycomosinohubieraporquéasombrarsedequeunjovencomoélhubiesellevadoacabotalhazaña—.Traigolacabezadelagorgonaconsucabelleradeserpientes.

—¡Vaya!Pueshazel favordeenseñármela—dijoel reyPolidectes—.Debedeserunespectáculocurioso,sitodoslosviajerosquemehanhabladodeellahandicholaverdad.

—Vuestramajestadestáenlocierto—replicóPerseo—.Realmenteesunobjetocapaz de atraer lamirada de todo el que lo vea.Y si vuestramajestad quiere,mepermitiré recomendarque sedeclareeldíadehoy fiestanacionalyque se llameatodoslossúbditosdevuestramajestadparaquevenganacontemplarestacuriosidadmaravillosa.¡Meparecequepocosseránlosquehayanvistounacabezadegorgona,yquizánuncapuedanvolveraverla!

Bien sabía el rey que todos sus súbditos eran haraganes rematados yaficionadísimosaespectáculos,comosuelenserlotodaslasgentesperezosas;asíquesiguióelconsejodeljovenyenvióportodaspartesheraldosymensajerosparaquetocasenlatrompetaenlasesquinas,plazasymercados,ydondequieraseencontrasendoscaminos,yllamasenatodoelmundoalacorte.Acudió,pues,granmultituddepersonas inútiles y vagabundas que, por puro amor al mal, se hubieran alegradomuchísimodequePerseohubiesesufridoalgúndañoenlaluchaconlagorgona.Sialgunas buenas personas había en la isla (yo quiero creer que las hubo, aunque la

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historia no dice nada de ellas), seguro que se quedaron tranquilamente en casaatendiendo a sus quehaceres y cuidando a sus hijos.Muchos de los habitantes, detodosmodos, corrieron a palacio a toda prisa y gritaron, se empujarony se dieroncodazos por afán de estar cerca de un balcón donde se veía a Perseo con el sacomágicoybordadoenlamano.

EnunatribunacolocadafrentealbalcónestabasentadoelreyPolidectes,rodeadopor sus malvados consejeros y sus aduladores cortesanos. Monarca, consejeros,cortesanosypueblo,todosmirabanansiosamenteaPerseo.

—¡Enséñanos la cabezade lagorgona…! ¡Enséñanosla!—gritaba el pueblo.Yhabíaensusgritos tal fierezaqueparecíanquererhacerpedazosaPerseosi loquehabía de enseñarles no los satisfacía—. ¡Enséñanos la cabeza de Medusa con lacabelleradeserpientes!

UnsentimientodepenaydelástimasobrecogióaPerseo.—¡Oh,reyPolidectes—exclamó—,yvosotros,pueblo:noquisieramostrarosla

cabezadelagorgona!—¡Ah, canalla, cobarde!—gritó el pueblo, más furioso que nunca—. Se está

burlandodenosotros.Notienelacabezadelagorgona.Enséñanoslasilahastraído,ysinotecortaremoslatuyaparajugaralapelota.

Losmalosconsejeroshablaronalreyaloído;loscortesanosmurmurarontodosaunaquePerseoestabafaltandoal respetoasureyyseñor,yelgranreyPolidecteslevantólamanoyleordenó,conlavozausteraygravedelaautoridad,queenseñaselacabezaalpueblosinoqueríaperderlasuya.

—MuéstranoslacabezadeMedusaomandocortarlatuya.Perseosuspiró.—¡Ahoramismo!—repitióPolidectes—,omueres.—¡Miradla,pues!—exclamóPerseoconvozqueresonócomounclarín.Y alzó de repente la terrible cabeza. Ni un solo párpado tuvo tiempo de

entornarse, y el rey Polidectes, sus malvados consejeros y sus feroces súbditosquedaron al punto convertidos en imágenes de un monarca y su pueblo. Todosquedaroninmóvilesparasiempreenlaposturaqueteníanenaquelinstante.¡LavistadelacabezadeMedusaloshabíatransformadoenblancomármol!

PerseovolvióameterlacabezaenelsacoyfueadecirasuqueridamadrequeyanohabíaporquétenermiedoalmalvadoreyPolidectes.

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ElporchedeTanglewood

Despuésdelcuento

—Qué,¿nohasidouncuentobonito?—preguntóEustace.—¡Ay,sí,sí!—exclamóMimosaaplaudiendo—.¡Yesasviejastanraras,queno

teníanmásqueunojoparalastres!¡Nuncaheoídocosamásextraña!—Yesoquehasdichodequesoloteníanundiente—observóSiempreviva—no

esningúnprodigio.Supongoqueseríapostizo.Pero¿quéesesodehaberconvertidoaMercurioenAzogueydehablardesuhermana?¡Esunaridiculez!

—¡Ah!¿Noerahermanasuya?—preguntóEustace—.Sisemehubieseocurridoantes,lahabríadescritocomounasolteronaqueteníaunbúhofavorito.

—Bueno —dijo Siempreviva—; al final, con el cuento se ha desvanecido laniebla.

Enefecto,mientras ibacontandoelcuento, losvaporeshabíandesaparecidodelpaisaje casi del todo. Ahora se descubría un panorama que los espectadores casipodían figurarsequehabía sidocreadodesde laúltimavezquehabíandirigidosusojoshaciadondeahoraseextendía.Amediokilómetrodedistancia,enelregazodelvalle, aparecía ahora un hermoso lago que reflejaba una imagen perfecta de suspropiasorillascubiertasdebosqueydelascimasdelascolinasmáslejanas.Brillabaencristalinaquietud,sinhuelladelamásligerabrisaenpartealgunadesusuperficie.Al otro lado de su orilla más lejanaMonumentMountain parecía tumbarse en elvalle. Eustace la comparó a una inmensa esfinge sin cabeza, envuelta en un chalacolchado;verdaderamente,eratanricoytandiversoelfollajeotoñaldesusbosquesque la imagen del chal no era en modo alguno demasiado exagerada teniendo encuentalarealidad.Enelterrenobajo,entrelacasadecampoyellago,losgruposdeárbolesyloslinderosdelbosqueestabanllenosdehojasamarillasocastañooscuras,pues allí habían sufrido más con las heladas que el follaje de las faldas de lasmontañas.

Sobre todoelpaisajebrillabaalegreel solmezcladoconuna ligerísimaneblinaquehacíalaluzimponderablementesuaveytierna.¡Oh,quédíadeveranillodesanMartíntanhermoso!Losniñoscogieronapresuradamentesuscestillosysepusieronen marcha saltando, corriendo y dando volteretas mientras el primo Eustacedemostrabalodignoqueeradepresidirlareunión,corriendomuchomejorqueellosydandoalgunossaltostanperfectosqueningunodeellospodíaniimitarlos.Ibaconellos también un perro cuyo nombre era Ben. Era uno de los cuadrúpedos másrespetables y demejor corazón delmundo, y probablemente estaba convencido de

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queera sudebernodejar alejarsea losniños si llevabanporguardiánal insensatoEustaceBright.

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Eltoquedeoro

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ArroyoUmbrío

Introduccióna«Eltoquedeoro»

Amediodía, nuestrogrupo juvenil se reunió enuna cañada en lohondode la cualcorríaunarroyuelo.Lacañadaeraangostaysusvertientesescarpadas;lasriberasdelarroyo estaban cubiertas de espesos árboles, principalmente nogales y castaños, yentreelloscrecíantambiénunascuantasencinasyunoscuantosarces.Enverano,lasombradetantoramaje,quesejuntabayseenredabaporencimadelarroyo,bastabapara crear un crepúsculo en pleno mediodía. De ahí venía el nombre de ArroyoUmbrío.Peroahora,desdequeelotoñohabía llegadoaaquel lugaroculto, todoeloscuroverdorsehabíaconvertidoenoro,asíqueelramajeincendiabalacañadaenvez de darle sombra. Aunque el día hubiese sido nublado, las brillantes hojasamarillasparecían conservar entre ellas la luzdel sol; y tantashabían caídoque elcauceylaorilladelarroyotambiénestabansembradosdeluzdesol.Así,elrincónumbrío,dondeelveranosehabíarefrescado,eraahoraelsitiomásllenodesolquepudieraencontrarse.

Elarroyueloseguíasucaminodorado,deteniéndoseparaformarunremanso,enelcualpasabancomoflechaslospececillosnadandodeunladoaotro;corríaluegocuestaabajo,comosituviesemuchaprisaporllegarallago;olvidándosedemirarpordónde iba, tropezaba con la raíz de un árbol que se atravesaba en su corriente.Oshabríais reído si lehubieraisoídohacer ruidoy echar espumacontra el inesperadoobstáculo.Yaundespuésdehaberlosuperadoseguíaelaguahablándoseasímisma,como si estuviera perpleja. Supongo que estaba maravilladísima al ver su cañadaumbríataniluminadayoírlacharlaylaalegríadetantoschiquillos.Asíquecorríalomásdeprisaquepodíaparaesconderseenellago.

En la cañada de Arroyo Umbrío, Eustace Bright y sus amiguitos se habíandetenidoparacomer.HabíantraídomuchascosasricasdeTanglewooddentrodesuscestillosylashabíandispuestosobretroncoscaídosycubiertosdemusgo,yconlosexquisitosmanjaresymuchaalegríahabíanhechounacomidadeliciosa.Alterminar,ningunoqueríamoverse.

—Aquídescansaremos—dijeronalgunosniños—mientraselprimoEustacenoscuentaotrosdesushermososcuentos.

El primo Eustace tenía tanto derecho a estar cansado como cualquiera de loschiquillos, porque había llevado a cabo grandes hazañas en aquella mañanamemorable. Trébol, Zanahoria,Mimosa yCampanilla estaban casi convencidos deque tenía unas zapatillas con alas como las que las ninfas dieron a Perseo, pues

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muchas veces lo habían visto en lo alto de la copa de un nogal casi en elmismoinstanteenqueacababandeverloenpieenelsuelo.¡Yentonces,quéchaparronesdenueces había hecho llover sobre sus cabezas, para que las atareadasmanecitas lasrecogiesen en los cestos! En una palabra, se había mostrado tan ligero como unaardilla o unmono y ahora, tumbado sobre las hojas amarillas, parecía dispuesto adescansarunpoco.

Pero los niños no tienen piedad ni consideración para el cansancio ajeno y,aunquenoosquedasemásqueunpocode aliento, os pediríanque logastaseis encontarlesuncuento.

—PrimoEustace—dijoMimosa—,¡quécuentotanbonitoeldelacabezadelagorgona!¿Creesqueseríascapazdecontarnosotrotanbonitocomoese?

—Sí,hijamía—dijoEustace,tapándoselosojosconlaviseradelagorra,comosisepreparaseaecharunasiesta—.Podríacontarosunadocena,tanbonitosomás,simedieselagana.

—¡Oh,SiemprevivayPimpinela!¿Oísloquedice?—exclamóMimosabailandodecontenta—.¡ElprimoEustacenosvaacontarunadocenadecuentosmásbonitosquelacabezadelagorgona!

—Noheprometidocontarniuno,Mimosaloca—dijoEustacecasienfadado—.Sinembargo, temoquenohayamásremedio. ¡Estaes laconsecuenciadehabermecreadounareputación!¿Porquénoseréunpocomástontodeloquesoy,porquéseme habrá ocurrido mostrar las brillantes cualidades con que me ha dotado laNaturaleza?Habríapodidodormirlasiestaenpazytranquilamente.

Pero el primo Eustace, como creo haber indicado antes, era tan aficionado acontar cuentos como los chiquillos a oírlos. Su entendimiento libre y feliz sedeleitabaensupropiaactividad,yapenasrequeríaimpulsoexteriorparaponerseenmovimiento.

¡Cuándiferenteesteespontáneojuegodelainteligencia,delaeducadadiligenciade los añosmaduros, cuando la tarea se hahecho fácil a fuerzade costumbrey eltrabajo del día es indispensable para la felicidad del día, aunque todo lo demás sehayadesvanecidocomounapompadejabón!Peroestaobservaciónnohacefaltaquelaoiganlosniños.

Sin hacerse rogar más, Eustace Bright empezó a contar el cuento siguiente,realmente espléndido. Se le había ocurrido mientras estaba tumbado en el suelomirandolacopadeunárbol,observandocómoel toquedelotoñohabíaconvertidocada una de sus hojas verdes en oro finísimo. Y ese cambio, que todos hemospresenciado,estanmaravillosocomocualquieradelosprodigiosqueEustacerelatóalcontarlahistoriadeMidas.

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Eltoquedeoro

Éraseunavezunhombremuyrico,queademáserarey.SellamabaMidas.Teníaunahija,delacualnadiemásqueyohaoídohablarycuyonombrenuncahesabido,omejordicho,heolvidado.Asíesque,comomegustanlosnombresextrañosparalasniñas,meparecebienllamarlaDoradina.

AlreyMidaslegustabaeloromásquecualquierotracosadelmundo.Apreciabasucoronarealprincipalmenteporqueestabacompuestadetanpreciosometal.Poseeroro,muchooro,eralaambiciónmásgrandedelreyMidas.SialgohabíaenlaTierraquequisiesemásqueeloro,era lapreciosaniñita, suhija,que jugabaalegrementejuntoasutrono.Pero,cuantomáslaquería,másansialeentrabadeadquirir,buscaryamontonar riquezas. Pensaba tontamente que lomejor que podía hacer por aquellaniñaaquien tantoquería era amontonarpara ella inmensascantidadesdemonedasamarillasybrillantes.Asíquejamáspensabaenotracosa.Siporcasualidadmirabaporunmomentolasnubesdoradasqueseformanalponerseelsol,solodeseabaquefuesendeoroverdaderoparapoderguardarlasensucofre.CuandoveníaDoradinasaltandoyriendoabuscarleconunramodefloresamarillasdelcampoenlamano,loúnicoqueledecíaera:

—¡Bah!¡Bah,hijita!Siesasfloresfuerandeoro,comoparecen,entoncessíquevaldríalapenarecogerlas.

Y, sin embargo, el rey Midas, cuando era joven y no estaba completamentedominadoporelenfermizodeseoderiquezas,habíasidomuyaficionadoalasflores.Habíaplantadounjardíndondecrecíanlasrosasmásgrandesyhermosasquehayavistouolidoningúnmortal.

Las rosas seguíancreciendoenel jardín, tanbellas, tangrandesy tan fragantescomocuandoMidassolíapasarsehorasenterasmirándolasygozandodesuperfume.Peroahora,silasmiraba,erasoloparacalcularcuántomásvaldríaeljardínsicadaunodelosinnumerablespétalosdelasrosasfueseunaláminadeorofino.Y,aunquetambiénenotrostiemposfuemuyaficionadoalamúsica(apesardelahistoriaquecuentaquesusorejasseparecíanalasdelosburros),laúnicamúsicaagradableahoraparaelpobrereyMidaseraeltintineodelasmonedas.

Por fin (porque lagente sevuelvecadadíamás tonta, ano serque tengabuencuidadodehacerse cadadíamásymás cuerda), el reyMidas llegó a ser tanpocorazonablequenopodíavernitocarcosaquenofuesedeoro.Yadoptólacostumbredepasargranpartedeldíaenunahabitaciónoscuraysubterránea,enlossótanosdesupalacio.Allíguardaba sus riquezas.Enaquelagujero feísimo,queapenaspodíaservirdecalabozo,seencerrabaelreyMidascuandoqueríasercompletamentefeliz.

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Despuésdecerrarcuidadosamentelapuerta,cogíaunsacollenodemonedasdeoro,ounacopadeoro,grandecomounapalangana;ounabarradeoropesadísima,ouncelemínllenodepolvodeoro,ylosllevabadesdelosrinconesoscurosdelcuartohastaelúnicositiodondecaíaunrayodesol,brillanteyestrecho,desdeuntragaluz.Ledeleitabaaquelrayodesol,únicamenteporquesinsuayudanopodíaverelbrillodesutesoro.Luegoremovíaconlasmanoslasmonedasdelsaco,otirabalabarraaloaltoylarecogíaalcaer,ohacíaquesedeslizaraentresusdedoselpolvodeoro,omirabalaimagenextrañadesucarareflejadaenlabruñidacircunferenciadelacopa,ysedecía:«¡Oh,Midas,riquísimoreyMidas,quéhombretanfelizeres!».Peroeramuy gracioso ver cómo la imagen de su rostro le hacía muecas desde la pulidasuperficie de la copa. Se diría que aquella imagen comprendía cuán necia era suconductayseburlabadeél.

Midas decía que era un hombre feliz, pero por dentro sentía que no lo era deltodo. No podría llegar a la felicidad completa hasta que el mundo entero seconvirtiese en un inmenso guardatesoros y estuviese lleno de amarillo metal, quefuesetodosuyo.

Nonecesitorecordaraniñostaninstruidoscomovosotrosquealláenlostiemposantiguos,muy antiguos, cuando vivía el reyMidas, pasaban cosas que en nuestrostiemposyennuestropaísnospareceríanmaravillosas.Porotraparte,ahorasucedenmuchísimas cosas que no solo nos parecenmaravillosas a nosotros, sino que a laspersonasde los tiemposantiguos lashabríandejadociegasdeasombro.Yo,pormiparte,creoquenuestrostiempossonmuchomásextrañosquelosantiguos;pero,seaestocomosea,sigamoselcuento.

Un día estabaMidas gozando de la contemplación de sus tesoros en el oscurosubterráneocuandovioqueunasombracaíasobrelosmontonesdeoro,ymirandoderepentehaciaarribaseencontrólafiguradeundesconocidoerguidoprecisamenteenelbrillantey estrecho rayode sol.Eraun jovende cara alegrey sonrosada.QuizáporquelaimaginacióndelreyMidasponíauntinteamarillosobretodaslascosas,opor cualquier otro motivo, no pudo evitar pensar que la sonrisa con que eldesconocido lo miraba tenía una especie de radiación dorada. Lo seguro es que,aunquelafigura interceptabael rayodesol, los tesorosamontonadosbrillabanmásque nunca. Hasta los más remotos rincones del cuarto participaban del misteriosoresplandoryparecíaniluminadoscuandoeldesconocidosonreía,comosihubieseenellosllamasochispas.

ComoMidassabíaquehabíacerradocuidadosamentelapuertaconllaveyquenohabíamortal capaz de penetrar en la estancia donde guardaba sus tesoros, sacó enconsecuenciaqueelvisitanteeraalgomásqueunmortal.Nohace faltadeciros sunombre.Enaquellosdías,cuandolaTierraerarelativamentenueva,sesuponíaquedebíanveniravisitarladecuandoencuandoseresdotadosdepoderessobrenaturales,

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quesolíaninteresarseporlasalegríasylaspenasdeloshombres, lasmujeresylosniños,medioenbromaymedioenserio.Midasyahabíatropezadoantesconseresdeesaíndole,ynoledisgustabaencontrarseconellos.Elaspectodelforasteroeratanregocijado, tan amable, casi demasiadobondadoso,quehabría sidopoco razonablesospecharqueveníaconmalasintenciones.Eramásqueprobablequevinieseahacerun favor al rey Midas. Y ¡qué favor podría ser, sino aumentar sus montones detesoros!

Eldesconocido contempló toda la estancia.Y, cuando subrillante sonrisahuboresplandecidosobretodoslosobjetosdeoroqueallíhabía,sevolvióhaciaMidas.

—Eresunhombrerico,amigoMidas—observó—.MeparecequenohabráenlaTierra otras cuatro paredes en las que se guarde tanto oro como el que tú hasconseguidoamontonaraquí.

—Hehecholoquehepodido…loquehepodido…—respondióMidasentonodescontento—.Pero,alfinyalcabo,estonoesnadasiseconsideraquehededicadolavidaenteraa reunirlo.Sipudieravivirmilaños, tendría tiempopara llegara serricodeveras.

—¡Cómo!—exclamóeldesconocido—.¿Todavíanoestássatisfecho?Midasmoviólacabeza.—¿Yconquétecontentarías?—preguntóelforastero—.Soloporcuriosidadme

gustaríasaberlo.

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Midassepusoameditar.Tuvoelpresentimientodequeaqueldesconocido,consulustredoradoenlacaraysusonrisadebuenhumor,habíavenidoconpoderyconintenciónde satisfacer susmayoresdeseos.Por consiguiente, había llegadoel felizmomento y no tenía más que hablar para obtener todo lo posible, o al parecerimposible,queseleocurriesepedir.Asíesquepensó,pensóypensó,yamontonóensu imaginaciónmontañas ymontañas de oro sin llegar a figurarse una lo bastantegrandeparasatisfacerleporcompleto.

Por último, se le ocurrió una idea luminosa. Le parecía tan brillante como elesplendorosometalquetantoamaba.

Levantandolacabeza,miróaldesconocidoalacara.—Vamos,Midas—observóelvisitante—;veoquepor finhaspensadoalgoen

quepuedasatisfacerteporcompleto.Dimeloquedeseas.—Solo esto—respondióMidas—. Estoy harto de queme cueste tanto trabajo

reunirmis tesorosydeverquedespuésde tanto cansarmeaumentan tandespacio.¡Deseoquetodoloquetoqueseconviertaenoro!

Lasonrisadeldesconocidosehizotanampliaqueparecióllenarelsubterráneo,comounsolquebrillaraenunsombríoyhondovalledondelasamarillashojasdelotoño(porqueestoparecían lospedazosdeoro)estuviesenesparcidasporel suelo,reflejandosuluz.

—¡Eltoquedeoro!—exclamó—.Verdaderamente,amigoMidas,ereshombredeimaginación. Pero ¿estás completamente seguro de que con eso te quedarássatisfecho?

—¡Completamente…!—dijoMidas.—¿Ynuncatearrepentirásdeposeeresedon?—¿Por qué había de arrepentirme?—preguntóMidas—. Es lo único que pido

parasercompletamentefeliz.—Entonces,hágasecomodeseas—respondióelforasteromoviendolamanoen

señaldedespedida—.Mañana al salir el sol te encontrarásdotado con el toquedeoro.

ElrostrodeldesconocidosepusoentoncesextraordinariamentebrillanteyMidas,asupesar,tuvoquecerrarlosojos.Alvolveraabrirlosnoviomásqueelúnicorayode sol en el subterráneo, y a su alrededor el fulgor del precioso metal que habíadedicadotodasuvidaareunir.

LahistorianodicesiMidasdurmióaquellanochetanbiencomodecostumbre.Dormidoodespierto,suespírituestabaprobablementeenelmismoestadoqueeldeunniñoaquiensehaprometidoporlamañanaunjuguetenuevo.Apenasacababadeasomareldíaporencimadelosmontesyelreyyaestabacompletamentedespierto;extendió los brazos fuera de la cama y empezó a tocar cuanto se encontraba a sualcance.Estabaimpacienteporprobarsirealmentelehabíallegadoeltoquedeoro,

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según la promesa del desconocido. Para convencerse pasó el dedo por la silla queestaba a la cabecera de la cama y sobre otros varios objetos; pero tuvo una tristedesilusiónalverquecontinuabansiendodelamismasustanciaqueantes.Entoncestemió que la visita del brillante desconocido hubiese sido un sueño o que, aunquehubiesevenidodeverasavisitarlo,sololohubierahechoparareírsedeél.¡Quécosatantriste,sidespuésdetantasesperanzaselreyMidashubiesetenidoquecontentarseconelpocooroquepudiesejuntarpormediosordinarios,enlugardecrearloconsolotocarlascosas!

Mientraspensabaesto,aúnestabalamañanagris,conunsolorayobrillantealolargodeunanube,queMidasnoalcanzabaaver.Volvióaecharseenlacama,muydesconsoladopor la decepciónde sus esperanzas, y se fue poniendo cadavezmástriste,hastaqueelprimer rayodesolpasóa travésde laventanayvinoadorareltecho.AMidas leparecióqueaquelbrillanteyamarillorayodesolsereflejabademodo extraño sobre la colcha blanca de su cama.Mirandomás de cerca, ¡cuál noseríasuasombroysualegríaalverqueeltejidodehilosehabíatransformadoenotroqueparecíaserdeloromáspuroybrillante!¡Eltoquedeorolehabíallegadoconelprimerrayodesol!

Midas se incorporó en una especie de gozoso frenesí y echó a correr por lahabitación,tocandocuantoencontrabaasupaso.Tocóunodelosbarrotesdelacamaeinmediatamenteseconvirtióenestriadolingotedeoro.Descorrióunacortinaparavermejortodaslasmaravillasqueestabaobrandoylaborlaseleconvirtióentrelasmanosenunmontóndeoro.Cogióunlibrodeencimadelamesa.Alprimercontactoseconvirtióenelvolumenmásricamenteencuadernadoydoradoquesehayavistonunca; pero, al pasar los dedos sobre las hojas, ¡ay!, se convirtieron estas en unmontóndedelgadasplacasdeoro,enlascualeseranilegiblestodaslassabiasletrasdellibro.Seapresuróavestirseysequedóencantadoalverseconunmagníficotrajedeteladeoroqueconservabasuflexibilidadysusuavidad,aunquelepesabaunpocomásquedecostumbre.Sacóelpañueloquesuhijitahabíabordadopararegalárselo.También se transformó: laspuntadasprimorosasquehabíahecho laniñacon tantocuidadoeranahoradehilodeoro.

A pesar de todo, esta última transformación no dejó del todo satisfecho al reyMidas.Habríapreferidoqueelregalodesuhijasehubieseconservadosiemprecomocuando,subidaensusrodillas,selodioconunbeso.

Peronoeracosadeafligirseporunapequeñez.Midassacósusgafasdelbolsilloyselaspusoenlanarizparavermejorcuantolerodeaba.Enaquellostiemposaúnnosehabían inventado lasgafasparaelcomúnde losmortales,pero los reyes, sinduda,yalasusaban;porque,sino,¿dedóndeibaahaberlassacadoMidas?Congranasombro,notóqueaunqueloscristaleseranexcelentesnoveíanadaatravésdeellos.Eralacosamásnaturaldelmundo,porque,altocarlos,lostransparentescristalesse

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habían convertido en discos de amarillo metal, y por lo tanto eran inútiles comolentes,aunquecomoorovaliesenbastante.

AMidaslemolestópensarque,contodasuriqueza,yanuncapodríaconseguirunpardelentesquelesirvieranparaalgo.

«Pero,alfinyalcabo,quémásda—sedijoconmuchafilosofía—.Nopodemostenerungranbeneficioquenovayaacompañadodealgún ligero inconveniente.Eltoquedeorobienvaleel sacrificiodeunparde lentes,yaquenode losojos.Losmíosmeserviránparalosusosordinariosdelavida,ymihijitaDoradinaprontoserálosuficientementemayorparaleermetodosloslibrosquenecesite».

El sabio rey Midas estaba tan contento de su buena suerte que el palacio leparecía pequeño para contenerla. Por consiguiente, bajó las escaleras y sonreía alobservar cómo la balaustrada y el pasamanos se iban convirtiendo en oro bruñido,según los tocaba. Levantó el picaporte de la puerta—era de bronce un momentoantes,perofuedeoroencuantosusdedoslotocaron—ysalióaljardín.Encontróenél, como de costumbre, muchísimas rosas: unas completamente abiertas, otras encapullo.Sufraganciaenelairematutinoeraexquisita.Sucolordelicadoeraunadelasmás bellas cosas que se pudieran ver; tan amables, tanmodestas, tan llenas detranquilidadparecíanaquellasflores.

PeroMidassabíaelmododehacerlasmuchomáspreciosas,segúnsumododepensar,queningunaotrarosaquehubieseenelmundo.Paraconseguirlosetomólamolestiadeirderosalenrosalyejercitósutoquedeoroinfatigablemente,hastaquetodaslasfloresytodosloscapullos,yhastalosgusanillosquehabíaenelcorazóndealgunas de ellas, se convirtieron en oro. Cuando estaba terminando esta faena,llamaronalreyMidasadesayunar;y,comoelairedelamañanalehabíadespertadoelapetito,seapresuróavolverapalacio.

EnquéconsistíageneralmenteeldesayunodeunreyenlostiemposdeMidasescosaquenosé,ynopuedodetenermeahoraa investigarlo.Supongo, sinembargo,que aquella mañana el desayuno consistía en panecillos calientes, una hermosatrucha,patatasasadas,huevosfrescospasadosporaguaycaféparaelreyMidas,yuntazónde sopasde lechepara suhijaDoradina.Creoqueestedesayunoesbastanteparaunrey,yamímeparecequefueseesteonoelqueel reyMidassolía tomar,ciertamenteeraexquisito.

Doradinanohabíallegadotodavía.Supadremandóquelallamasenysentándosealamesaesperóaquelaniñallegaraparaempezaradesayunar.Parahacerjusticiaalrey Midas, hay que decir que quería de veras a su hijita, y mucho más aquellamañana, pues estaba muy contento por la buena suerte que le había sobrevenido.Poco después la oyó llegar; pero Doradina venía llorando amargamente. Estacircunstancialesorprendiómucho,porquesuhijitaeraunadelasniñasmásalegresquesehayanvistonuncaenundíadeverano,yconlaslágrimasquesolíalloraren

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docemesesnosehubiesepodidollenarundedal.Cuando Midas oyó sus sollozos, decidió consolarla dándole una sorpresa

agradable,einclinándosesobrelamesa,tocóeltazóndesuhija(queeradeporcelanaconfiguritasmuylindas)yloconvirtióenororeluciente.

Doradina, muy desconsolada, abrió la puerta y se presentó ante su padrelimpiándose las lágrimas con el delantal y sollozando como si se le rompiese elcorazón.

—¿Quéeseso,hijamía?—exclamóMidas—.¿Quétepasa,hoyquelamañanaestanhermosa?

Doradina, sinquitarseeldelantalde losojos,alargóunamano,en lacual teníaunadelasrosasquesupadreacababadetransformar.

—¡Muy bonita! —exclamó su padre—. ¿Qué hay en esa magnífica rosa quepuedahacertellorar?

—Papá—respondiólachiquilla,llorandoamares—,noesbonita:eslaflormásfeadelmundo.Encuantomehevestido,hebajadoal jardínacortar rosaspara ti,porqueséquetegustan,yquetegustanmáscuandotelascortatuhijita.Pero¿aqueno sabes lo que ha sucedido?Una desgraciamuy grande,muy grande. ¡Todas lasrosastanbonitas,queolíantanbienyteníantantoscolores,sehanechadoaperder!Sehanpuestoamarillascomoesta,ynohuelenanada.¿Quéleshabrápasado?

—Bueno,hijita,nolloresporeso—dijoMidas,aquienlediovergüenzaconfesarquehabíasidoélelresponsabledelcambioquetantoafligíaalaniña—.Siéntateycómetelassopasdeleche.Yaverásquéfácilescambiarunarosadeorocomoesa,queduraporlomenoscientosdeaños,porunavulgar,quesedeshojaenundía.

—Noquierorosascomoesta—dijoDoradina, tirándoladespectivamente—.Nohueleanada,yconestospétalostandurosmearañalanariz.

Laniñasesentóalamesa;peroestabatanapuradaporlasrosasmarchitasquenoreparó en la transformación maravillosa del tazón de porcelana. Y más valió así.PorqueDoradinaestabaacostumbradaadivertirsemirando las figurillas rarasy lascasas y los árboles tan extraños que estaban pintados en la superficie del tazón, ytodosaquellosadornoshabíandesaparecidoeneltonoamarillodelmetal.

Midassehabíaservidomientrastantounatazadecafé;naturalmentelacafetera,quenosédequémetaleracuandolacogió,sehabíaconvertidoenorocuandovolvióadejarla sobre lamesa.Pensóunmomentoqueerademasiado lujoparaun reydecostumbresmodestascomolassuyastenervajilladeoroparaeldesayuno,yempezóapensarenelmuchotrabajoqueibaacostarleguardaryconservartodossustesoros.Elaparadorylacocinanoleparecíansitiosbastantesegurosparaguardarcosasdetantovalorcomotazonesycafeterasdeoro.

Conestospensamientossellevóaloslabiosunacucharadadecafé,yalsorberlasequedóatónito;enelinstanteenquesuslabiostocaronellíquido,esteseconvirtió

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enoroderretido,yuninstantedespuéssesolidificó,formandounterróndorado.—¡Ah!—exclamóMidascasiconhorror.—¿Quétepasa,papá?—preguntóDoradina,mirándole,aúnconlágrimasenlos

ojos.—¡Nada,miniña,nada!—dijoMidas—.Tomalalecheantesdequeseenfríe.Se sirvió una de las truchas, y para probar tocó la cola con el dedo.Con gran

espantovioqueseconvertía,detruchaadmirablementefrita,enunpezdorado,peronocomoesosquesesuelenverenlaspecerasyestanques.No,porqueeraunpezdemetalyparecíahechocon todoprimorporelmejor joyerodelmundo.Lasespinaseran ahora alambritos de oro; las aletas y la cola eran delgadísimas placas de oro;conservabahastalasmarcasdeltenedor,yteníatodalaaparienciadelicadayligerade un pez bien frito, exactamente imitado en oro. Cosamuy bonita, como podéissuponer,peroelreyMidasenaquelmomentohabríapreferidotenerenelplatounatruchadeveras,ynoaquellaprimorosayvaliosaimitación.

«Nocomprendo—sedijo—cómovoyaarreglármelasparadesayunar».Cogióunodelospanecilloscalientesy,apenaslopartió,congranmortificación

suya, se puso amarillo (aunque era de la harina de trigomás blanca),muchomásamarilloquesihubiesesidopandemaíz.Enrealidad,sihubierasidopandemaízlehabríagustadoaMidasmuchomásqueentonces,pueselbrilloyelpesolehicieroncomprender,singénerodeduda,queeradeoro.Casidesesperado,sesirvióunhuevopasadoporagua,queinmediatamentesufrióuncambioanálogoalosdelatruchayelpanecillo.Lociertoeraelhuevoparecíaunode losquesolíaponer lagallinade lafábula.

«¡Vaya dilema!—pensó, recostándose en el respaldo del sillón ymirando casiconenvidiaasuhijita,queestabatomandosussopasdelechecongransatisfacción—.¡Undesayunotanricosobrelamesaynopoderprobarniunbocado!».

Esperandoqueafuerzadedarseprisapodríaevitarelgraveinconveniente,elreyMidasseechósobreunapatatacalientee intentó tragárselaa todaprisasin tocarlaconlaboca.Peroel toquedeoroeramásrápidoqueél.Yseencontróconlabocallena,noporunapatataharinosa,sinoporunpedazodemetalsólidoquelequemólalenguadeunmodotanhorrorosoqueempezóadaralaridosyasaltarypatalearportodalasala,tantolequemabaydolía.

—¡Papá!¡Papá!—exclamóDoradina,queeraunaniñamuycariñosa—.¿Quétepasa,papá?¿Tehasquemadolalengua?

—¡Ay,hijamía!—murmuróMidastristemente—.¡Noséquévaaserdetupobrepadre!

Y, en verdad, ¿habéis oído caso más lamentable en toda vuestra vida? Teníadelanteeldesayunomásricoquepuedaservirseenmesaderey,ysumismariquezalovolvíatotalmenteinservible.Ellabradormáspobre,sentadodelantedeunpedazo

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de pan y un vaso de agua, estaba mucho mejor servido que el rey Midas, cuyosdelicadosmanjaresvalían literalmente tantoorocomopesaban.Y¿qué ibaahacerél?YaalahoradeldesayunoMidasteníamuchísimoapetito.¿Acasotendríamenosalahoradecomer?Yfiguraosquéhambrede lobo tendríaa lahorade lacena,queconsistiría,sinduda,enmanjarestanindigestoscomolosqueentoncesteníadelante.¿Cuántosdíaspodríasobreviviraunrégimentansustancioso?

Estasreflexionesturbarondetalmaneraalatribuladoreyqueempezóaponerendudasi,despuésdetodo,eranlasriquezasloúnicodeseabledeestemundo,olomásdeseabledetodo.Peroestonofuemásqueunpensamientopasajero.Tanfascinadoestabaconelbrillodelmetalamarilloquenohubiesequeridorenunciaraltoquedeoroporconsideracióntanmezquinacomoladeundesayuno.¡Quéprecioporunoscuantos comestibles! ¡Y, además, perder tantosmillones! ¡Es decir, cambiarlos porunatruchafritayunhuevo,unapatata,unpanecillocalienteyunatazadecafé!

«¡Seríademasiadocaro!»,pensóMidas.Sinembargo, taleseransuhambrey laperplejidadde lasituaciónquevolvióa

quejarse en voz alta y con gran tristeza. Nuestra lindísima Doradina no podíasoportarlo más. Observaba a su padre, intentando con todo el poder de suentendimiento comprender qué le pasaba. Luego sintió un deseo suave y triste deconsolarle,saltódesusillaycorriendohaciaelrey,supadre,lerodeólaspiernasconlosbrazos.Élseinclinóadarunbesoalaniñayentoncescomprendióqueelamordesuhijavalíamilvecesmásquetodoloquehabíaganadoconeltoquedeoro.

—¡Doradina,hijita,preciosamía!—exclamó.PeroDoradinanorespondió.¡Ay, qué había hecho! ¡Cuán fatal era el don que el desconocido le había

otorgado!EnelmomentoenqueloslabiosdeMidastocaronlafrentedesuhijaseobróenellauncambioterrible.Susuaveysonrosadorostro,tanllenodecariño,sepusoamarillento,ylágrimasamarillassehabíanpegadoasusmejillas.Sushermososrizos oscuros tomaron el mismo color. Todas sus tiernas y blandas formas sevolvieron duras e inflexibles entre los brazos de su padre, que la rodeaban. ¡Oh,terribledesdicha!Víctimade su insaciabledeseode riqueza, había convertido a supropiahijaenunaestatuadeoro…

Puesuna estatua eraya aquellabellísimaniña, y suúltimay atónitamiradadecariño,depenaydelástima,endurecidaycomotalladaensurostro,eralacosamásbonitaytristequeojosmortaleshubieranvistonunca.TodaslasfaccionesytodoslosdetallesypeculiaresgraciasdeDoradinaestabanensuestatua;hastaunencantadorhoyito que tenía en la barbilla y que embellecía delicadamente sus rasgosfisonómicos. Pero, cuantomás perfecto era el parecido, mayores eran la agonía ydesesperacióndel reyMidas al contemplar aquella imagendeoroqueera loúnicoque quedaba de su hijita. Siempre queMidas acariciaba a su hijita, solía decirle:

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«¡Vales más oro que pesas!». La frase, desgraciadamente, era ahora literalmentecierta, y el dolorido monarca comprendía, aunque demasiado tarde, cuáninfinitamentemásvaleuncorazónamanteycompasivo,que le tengaaunocariño,quetodaslasriquezasquepuedanamontonarseentreelcieloylatierra.

Seríademasiado triste contaros cómoMidas, ahoraque tenía todo loquehabíadeseado,empezóaretorcerselasmanosyamaldecirseasímismo.Y,comonopodíamiraraDoradinaniapartarlosojosdeella,nopodíacreerquesehubieraconvertidoenoro.Pero,volviendoamirar,veíalapreciosafiguritaconunalágrimaamarillaensusmejillasdeoro,yconunamiradatancompasivaytancariñosaqueparecíaquelamisma expresión tuviese que ablandar el oro y convertirlo en carne otra vez. Eso,desdeluego,nopodíaser.AsíqueMidasvolvióaretorcerselasmanosyadesearserelhombremáspobredelmundo,silapérdidadetodassusriquezaspudieradevolveralrostrodelaniñaeldesaparecidocolorderosa.

Cuando estaba en lo más tremendo de la desesperación, de pronto vio a undesconocido en la puerta. Midas inclinó la cabeza sin pronunciar palabra, porquereconoció lamisma figura que se le había aparecido el día antes en el subterráneoparaotorgarleladesastrosafacultaddeltoquedeoro.Elrostrodeldesconocidoaúnteníalamismasonrisa,queparecíaderramaramarillolustresobrelaestancia,sobrelaimagendeDoradinaysobrelosdemásobjetosquehabíansidotransformadosporeltactodeMidas.

—¡Eh, amigoMidas!—dijo el desconocido—. ¿Qué tal te va con el toque deoro?

Midasmoviólacabeza.

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—Soymuydesgraciado—dijo.—¿Muydesgraciado,deveras?—exclamóel desconocido—.¿Ycómoes eso?

¿Nohe cumplido fielmente lapromesaque tehice? ¿Nohas tenido todo loque tucorazóndeseaba?

—Eloronoloestodoenestemundo—respondióMidas—,yheperdidoloquemicorazónqueríamásquenada.

—¡Ah!¿Demodoquedeayerahoyhashechoundescubrimiento?—observóeldesconocido—.Aver,aver.¿Cuáldeestasdoscosasteparecequevalemás:eldondeltoquedeoroounacopadeaguaclara?

—¡Oh,bendita agua!—exclamóMidas—. ¡Yanuncavolverás ahumedecermisecagarganta!

—¿Eltoquedeoro—prosiguióeldesconocido—ounpedazodepan?—Unpedazodepan—respondióMidas—valeportodoelorodelmundo.—¿Eltoquedeoro—preguntóeldesconocido—otuhijapalpitante,viva,suave

ycariñosacomoerahaceunahora?—¡Oh!¡Mihijita,mihijita!—exclamóelpobreMidasretorciéndoselasmanos

—.¡NohubieradadoyoelhoyitoqueteníaenlabarbillaporelpoderdeconvertirtodalaTierraenunainmensaboladeoro!

—Eresmássensatoqueantes,reyMidas—dijoeldesconocido—.Yaveoqueentucorazónaúnhaycarneynosehaconvertidototalmenteenoro.Siasífuera,tucaso

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seríadesesperado.Peroaúnparecescapazdecomprenderquelascosassencillas,lasque están al alcance de todo elmundo, valenmuchomás que las riquezas por lascuales se afanany luchan tantosmortales.Dimeahora sinceramente: ¿deseasvertelibredeltoquedeoro?

—¡Loodio!—respondióMidas.Unamosca se le posó en la nariz; pero inmediatamente cayó al suelo; también

ellasehabíaconvertidoenoro.Midasseestremeció.—Entonces—dijoeldesconocido—,veybáñateenelríoquepasapordetrásde

tujardín.Tomauncántarodeaguayverociandoconellacadaunodelosobjetosquedeseesquevuelvanasuantiguasustancia.Sihacesestoconbuendeseoysinceridad,puedequerepareseldañoquehascausadocontuavaricia.

ElreyMidasseinclinóprofundamentey,cuandolevantólacabeza,elrelucientedesconocidohabíadesaparecido.

ComprenderéisfácilmentequeMidasnoperdióeltiempoyfueabuscarungrancántaro de barro; pero ¡ay de mí!, en cuanto lo tocó dejó de ser barro. De todosmodoscorrióhastalaorilladelrío.Segúnibacruzandoelhuerto,queestabaplantadode grosellas y frambuesas, era maravilloso ver cómo el follaje se ponía amarillo,como si hubiese pasado por allí el otoño. Al llegar al río se tiró de cabeza sindetenersesiquieraaquitarseloszapatos.

—¡Puf,puf,puf!—resoplóelreyMidasalsacarlacabezadelagua—.Estábien.Esteesunbañorefrescanteysupongoquemehabrálavadoporcompletoyquitadoeltoquedeoro.Ahora,allenarelcántaro.

Metióelcántaroenelaguayselealegróelcorazónalverloconvertirse,deoroqueera,enelmismohonradocántarodebarroquehabíasidoantesdequelotocara.Tambiénnotabauncambiodentrodesímismo.Eracomosi lehubieraquitadodelpechounpesogrande,duroyfrío.Sindudasucorazónhabíaidoperdiendopocoapoco su sustancia humana transmutándose en metal insensible; pero ahora ibaablandándose,eradecarnedenuevo.Viendounavioletaquecrecíaalaorilladelrío,Midaslatocó,ynocupoensídegozoalverqueladelicadaflorconservabasucolorcaracterístico, envezde tornarse amarillabrillante.Lamaldicióndel toquedeoro,porlotanto,sehabíaapartadodeél.

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El reyMidas seapresuróavolverapalacio,y supongoquealgunoscriadosnoentenderían lo que pasaba al ver a su real dueño llevando tan cuidadosamente uncántarodeagua.PeroaquellaaguaqueibaadeshacertodoeldañoquehabíacausadosulocuraeramáspreciosaparaMidasqueunocéanodeorolíquido.Loprimeroquehizo,casinohacefaltadecirlo,fueecharaguaamanosllenassobreladoradafiguradesuhija.

Apenascayóelaguasobreella,oshubieseisreídoalvercómovolvíaelcolorderosaasusmejillas.¡Ycómoempezóaestornudaryasacudirse!¡Yquéasombradasequedó al encontrarse toda mojada y ver a su padre que seguía echándole aguaencima!

—¡Basta,papá!¡Porfavor,nomás!—exclamó—.Miraloquehashechoconmivestidonuevo,tanbonito.¡Yloestrenohoy!

Doradina no sabía que había sido durante un rato estatua de oro; no podíaacordarsedeloquehabíasucedidodesdeesemomentoenquecorrióconlosbrazosabiertosaconsolaralpobrereyMidas,supadre.

Aestenolepareciónecesariocontarasuqueridahijacuánlocohabíasido,perodecidió demostrar que ahora eramuchomás cuerdo. Para esto llevó aDoradina aljardín,dondeechóelaguaquequedabasobre losrosales,con tanbuenasuertequemás de cincomil rosas recobraron su hermoso color.Hubo dos circunstancias, sinembargo,quemientrasvivióconservaronparaelreyMidaselrecuerdodeltoquede

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oro.Unafuequelasarenasdelríobrillabancomoeloro,ylaotraqueelcabellodeDoradinateníaahoraunreflejodoradoquenuncahabíaobservadoenélantesdequese hubiese transformado por efecto de su beso. Este cambio era, en realidad, paramejor,yelcabellodeDoradinaeramuchomásbonitoqueantes.

CuandoelreyMidassehizoyamuyviejoyteníaaloshijosdeDoradinasobresusrodillasjugandoaloscaballitos,legustabacontarlesestecuentomaravilloso,casicomoahoraoslocuentoyo.Y,cuandoacariciabasusrizosdeseda,lesdecíaquesucabellotambiénteníaunbonitoreflejodeoro,quehabíanheredadodesumadre.

—Y para deciros la verdad, queridos niños míos —comentaba el rey Midas,haciendo cabalgar vivamente a sus nietecitos—, desde aquellamañana detesto veroro,exceptoenelcabellodevuestramadre.

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ArroyoUmbrío

Despuésdelcuento

—¿Qué,niños?—preguntóEustace,queeramuyaficionadoarecabarlaopinióndesusoyentes—.¿Habíaisoídoentodavuestravidacuentomejorqueestedeltoquedeoro?

—LahistoriadelreyMidas—dijolaburlonaSiempreviva—erafamosamilesdeañosantesdequeelseñorEustaceBrightvinieseaestemundo,ycontinuarásiéndolodespués de que él lo abandone. Pero algunas personas tienen lo que pudiéramosllamar el «toque de plomo», y convierten en pesadoy árido todo lo que tocan susmanos.

—Eresunaniñamuylista,paranohabercumplidoaúnlosquince—dijoEustace,desconcertadopor loagudode lacrítica—.Perodentrode tumalvadocorazoncillosabrásquehepulidoeloroviejodelahistoriadeMidasylehedadomásbrilloquenunca.¿YlafiguradeDoradina?¿Noestámaravillosamentedibujada?Ylamoraleja,¿no es profunda, clara y bien traída? ¿Qué decís, Arándano, Zanahoria, Trébol,Pimpinela? Después de oír este cuento, ¿alguno de vosotros desearía poseer lafacultaddeconvertirlascosasenoro?

—Amímegustaría—dijoPimpinela,chiquilladediezaños—tenerelpoderdeconvertirlotodoenoroconeldedoíndicedelamanoderecha,perocontaldetenereneldelamanoizquierdaelpoderdedejarlocomoantessielcambionofuerademigusto.¡Ay,silotuviera,yaséloqueharíaestamismatarde!

—¿Quéharías?—preguntóEustace.—Tocaría—respondióPimpinela—cadaunadelashojasdeestosárbolesconel

dedoíndicedelamanoizquierdaylaspondríaverdesotravez;yasívolveríamosaempezarelverano,sintenerquepasarporelfeoinvierno.

—¡Oh,Pimpinela!—exclamóEustaceBright—.Estásequivocada,yharíasunacosamuymalhecha.SiyofueraMidas,noharíamásquedíasdeoro,comoestedehoy, durante todo el año.Lasmejores ideas siempre seme ocurren un poco tarde.¿PorquénooshabrécontadoqueelviejoreyMidasvinoaAméricayconvirtióelsombríootoñoquehay enotros países en la deslumbrante belleza conque aquí seviste?DorótodaslashojasdelgranlibrodelaNaturaleza.

—PrimoEustace—dijoArándano,chiquillobueno,quesiempreestabahaciendopreguntassobre laalturaexactade losgigantesy lapequeñezde lashadas—,¿quéalturajustateníaDoradinaycuántopesaríadespuésdehaberseconvertidoenoro?

—Eracasi tanaltacomotú—replicóEustace—,ycomoeloroesmuypesado,

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pesaría lo menos ochocientos kilos y, si se hubiera hecho moneda con ella, sehubieransacadodetreintaacuarentamildólaresdeoro.¡OjaláSiemprevivavaliesetanto! Vamos, niños, saldremos de la cañada subiendo a lo alto del peñón yecharemosunvistazoalpanorama.

Asílohicieron.Elsolhabíayaandadodoshorasmásdelamitaddesucaminoyllenabaelgranhuecodelvalleconsuradiaciónoccidental,demodoqueparecíaestarllenohastaelbordedeuna luz suavequesedesbordabasobre lasmontañas, comovinodoradoenunacopa.Eraundíatanmaravillosamentellenodeluzdeoroquesehabríapodidodecirdeél:¡nuncahaexistidodíasemejante,aunqueayertalvezfuera,ymañana pueda ser, tan luminosamente radiante! ¡Ah!Pero hay pocos días así endocemeses.Especuliaridadnotabledeestosdíasdeoctubrequecadaunodeellosparece ocuparmuchísimo espacio, aunque el sol se levantamás bien tarde en estaestacióndelañoysevaalacamacomodebieranirselosniños,bienpronto,alasseisdelatardeounpocoantes.Nopodemos,porlotanto,decirqueestosdíassonlargos;peroparecen,deunmodouotro,compensarsubrevedadconsuamplitud,ycuandollega lanoche fresca tenemos concienciadehabergozadouna inmensabrazadadevidadesdelamañana.

—¡Venid,niños,venid…!—exclamóEustace—.¡Másnueces,másnueces,másnueces!¡Llenadtodosloscestos,ycuandolleguelaNavidadlaspartiréparavosotrosyoscontarébonitoscuentos!

Yasí se fueron, todos contentísimos, exceptoelpequeñoZanahoriaque, sientodecíroslo, se había sentado sobreun erizode castañay se había quedado comounalfiletero.¡Caramba,quéincómododebíairelpobre!

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Elparaísodelosniños

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ElcuartodejugardeTanglewood

Introduccióna«Elparaísodelosniños»

Pasaronlosdíasdeorodeoctubre,comotantosotrosoctubreshanpasado,ypasóeloscuronoviembreylamayorpartedelfríodiciembretambién.PorfinllególaalegreNavidadyEustaceBrightllegóconella,haciéndolaaúnmásalegreconsupresencia.Al día siguiente de su llegada cayó una gran nevada. Hasta entonces el inviernoparecía haberse retrasado y nos había dado muchos días tibios, que eran comosonrisas en su rostro arrugado. La hierba seguía siendo verde en los sitiosresguardados,comolosescondrijosdelasladerasquemirabanalsuryalolargodelas cercas de piedra que no dejaban pasar el frío viento. Aún no hacía un par desemanas que los niños habían encontrado un diente de león en flor en la orilla deArroyoUmbrío,precisamentealasalidadelacañada.

Peroyanohabíahierbaniflores.¡Quénevada!Silavistaalcanzaratanto,entrelasventanasdeTanglewoody losmontesTaconic,entre los remolinosdecopossehabrían podido ver treinta kilómetros de tierra nevada. Las montañas parecíangigantesqueseentretuvierontirándoseunosaotrosmonstruosospuñadosdenieve.Tan espesos caían los copos que hasta los árboles que estaban amitad de camino,valleabajo,quedabanocultosporelloscasitodoeltiempo.Algunasveces,ciertoes,los pequeños prisioneros de Tanglewood podían divisar el confuso contorno deMonumentMountainy la lisablancuradel lagoheladoquehabíaalpiedeella,asícomolasmanchasnegrasogrisesdelosbosquesenlapartemáscercanadelpaisaje.Peroestoeran,sencillamente,clarosenlatormenta.

Sin embargo, los niños disfrutaban con la nevada. Ya habían trabadoconocimientocon lanieve: saltaban fueracuandocaíamásespesay se la lanzabanunos a otros a puñados, como hace un momento nos figurábamos que hacían lasmontañasdeBerkshire.Yahorahabíanvueltoalespaciosocuartodejugar,queeratan grande como el gran salón y estaba lleno de toda clase de juguetes, grandes ypequeños. Elmayor de todos era un caballo de balancín que parecía de verdad, yhabíaunafamiliaenterademuñecasdemadera,decera,decartónychinas,ademásdeunoscuantosbebésdetrapo;ymuchísimoscubosdeconstrucción,suficientesparalevantarelmonumentoalabatalladeBunkerHill[1],ybolos,pelotas,peonzas,aros,volantes,combasymuchísimosmásobjetosvaliososdelosquecabenenunapágina.Pero los niños preferían la nevada a todos los juguetes. ¡Prometía tantas animadasdiversiones paramañana y para todo lo que quedaba de invierno! Los trineos, lasbajadasdesdelacolinahastaelvalle,lasestatuasdenievequehabíaqueesculpir,las

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fortalezasdenievequehabíaqueedificarylabatalladebolasdenievequehabíaquecelebrar.

Los niños bendecían la nevada y se alegraban de ver que caía cada vez másespesaymirabanconesperanzaelmontónqueseestabaformandoenlaavenida,queyaeramásaltoqueelmásaltodeellos.

—¡Vamos a estar bloqueados hasta la primavera!—exclamaron con el mayorentusiasmo—.¡Quélástimaquelacasaseademasiadoaltayquenopuedacubrirlalanieve!Lacasitacoloradaquehayalláabajovaaquedarenterradahastaeltejado.

—Pero, chiquillos locos, ¿aún queréis más nieve? —preguntó Eustace, que,cansadodealgunanovelaqueestabaleyendo,habíaentradoenelcuartodejugar—.Yahahechobastantedañoechandoaperderlamejorsesióndepatinajequehubierapodidodisfrutar en todoel invierno. ¡Novolveremosaver el lagohasta elmesdeabril, y hoy iba a ser el primer día que yo iba a patinar! ¿No me compadeces,Siempreviva?

—¡Claroquesí!—respondióSiempreviva,riendo—.Pero,paraqueteconsueles,escucharemosunodetuscuentosrancios,delosquenoscontabasenelporcheoenArroyoUmbrío.Alomejor,ahoraquenotengonadaquehacermegustanmásquecuandohabíanuecesquebuscarobuentiempoquedisfrutar.

Inmediatamente, Pimpinela, Trébol, Arándano y todos los chiquillos que aúnestaban en Tanglewood se reunieron en torno a Eustace pidiéndole con afán quecontase un cuento. El estudiante bostezó, se desperezó y, después, con granadmiración de la gentemenuda, dio tres saltos hacia delante y tres hacia atrás porencimadelrespaldodeunasilla,conelfin,segúnlesexplicó,deponerenmarchasuinteligencia.

—Bueno, bueno, chiquillos—dijo después de estos preliminares—,puesto queinsistís,ypuestoqueSiemprevivaseempeña,veremossipuedocomplaceros.Y,paraque sepáis qué días tan felices existieron antes de que se pusieran de moda lasnevadas,oscontaréunahistoriadelmásviejodetodoslostiempos,cuandoelmundoera tannuevocomolapeonzanuevadeArándano.Entoncesnoexistíaen laTierramás que una estación: el delicioso verano, y una sola edad para los mortales: lainfancia.

—Nuncaheoídohablardeeso—dijoSiempreviva.—Claroqueno—respondióEustace—.Seráuncuentoquenadiehasoñadoantes

queyo,unparaísodelosniños,quesedesvanecióporculpadeunachiquillatanmalacomoSiempreviva.

YEustaceBrightsesentóenlasillaqueanteshabíasaltado,pusoaMimosasobresusrodillas,mandócallaralauditorioyempezóelcuentosobre laniñamala,cuyonombre era Pandora, y su compañero de juegos, que se llamaba Epimeteo. Podéisleerlopalabraporpalabra,puesempiezaenlaspáginassiguientes.

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Elparaísodelosniños

Hace mucho, mucho tiempo, cuando el mundo era joven, hubo un niño llamadoEpimeteo que no había tenido padre nimadre, y para que no estuviese tan solo leenviarondesdeunpaís lejanoaunaniña, también sinpadrey sinmadre,paraqueviviese con él y fuese su compañera de juegos y su ayuda. La niña se llamabaPandora.

LoprimeroquevioPandora,cuandoentróenlacasitadondevivíaEpimeteo,fueuna caja grande.Y casi lo primero que le preguntó en cuanto cruzó el umbral fueesto:

—Epimeteo,¿quéguardasenesacaja?—Querida Pandora —respondió Epimeteo—, es un secreto y debes tener la

amabilidaddenopreguntarmenadasobreél.Handejadoaquí lacajaparaqueestébienguardadayyomismonoséloquetienedentro.

—Pero ¿quién te la ha dado a guardar? —preguntó Pandora—. ¿Y de dóndeproviene?

—Tambiénesoesunsecreto—respondióEpimeteo.—¡Quéfastidio!—exclamóPandorahaciendounamueca—.¡Megustaríaquela

dichosacajaestuvieseacienleguasdeaquí!—¡Nopiensesmásenella!—exclamóEpimeteo—.Vamosfuera,ajugarconlos

demásniños.HacemilesdeañosquevivieronPandorayEpimeteo.Yelmundoahoraesmuy

diferentedecomoeraensutiempo.Entoncestodoelmundoeraniño.Nohacíanfaltapadres ni madres para cuidar de las criaturas, pues no había peligros ni males deningunaclase,nohabíaropaquecoser,ysiempreseencontrabadecomerybeberenabundancia. Siempre que un niño necesitaba alimento, lo encontraba colgado dealgúnárbol.Y,siobservabaelárbolporlamañana,veíaenflorlacomidaqueseleestabapreparandoparalanoche,yalanochecerveíaeltiernocapullodesualmuerzodel día siguiente. Era una vida muy agradable. No había deberes que hacer nilecciones que estudiar; no había más que juegos y danzas, y agradables voces deniñosquehablabanocantabancomopájaros,osaltabancomofuentesdealegrerisatodoellargodía.

Ylomejordetodoesquelosniñosnoreñíanniteníanrabietasniserecordaba,desdequeempezóeltiempo,queningunosehubieseidoaunrincónrefunfuñando.

¡Qué tiempo más bueno para vivir en él! La verdad es que esos horribles ydiminutosmonstruos con alas que se llamanmolestias, y que ahora abundan tanto

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como los mosquitos, no se habían visto nunca en la Tierra. Y es posible que lainquietudmásgrandequehubieseexperimentadounniño fuese lamortificacióndePandorapornopoderdescubrirelsecretodelacajamisteriosa.

Estofuealprincipiolaligerasombradeunacontrariedad;perocadadíasehizomás ymás real hasta que, pasado algún tiempo, la casita de Epimeteo fuemenosalegrequeladelosdemásniños.

—¿Dedóndepuedehabervenidoesacaja?—sedecíaPandoraatodashoras—.¿Yquétendrádentro?

—¡Siempre hablando de la dichosa caja! —dijo por fin Epimeteo, que habíallegadoacansarsedeoírsiemprelomismo—.Megustaría,queridaPandora,hablarde otra cosa. Anda, vamos a coger unos cuantos higos bien maduros y nos loscomeremosdebajodeunárbol,queyaeshorademerendar.Ytambiénsédóndehayunaviñaquetienelasuvasmásdulcesquehasprobadonunca.

—¡Siemprehablandodeuvasydehigos!—dijoPandorademalhumor.—Bueno,entonces—dijoEpimeteo,queno teníamalgenio,comomuchísimos

niñosdeaquellostiempos—,vamosacorreryajugarconnuestroscompañeros.—Estoy cansada de tanto juego y no jugaré más—respondió Pandora—. No

tengohumorpara juegos. ¡Esacaja tanhorrible!Nopuedodejardepensarenella.Metienesquedecir,porfuerza,loquehaydentro.

—Yatehedichocincuentavecesquenolosé—respondióEpimeteo,yaunpoco

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molesto—.¿Cómoquieresquetedigaloquehaydentro,sinolohevisto?—Puedes abrirla —dijo Pandora, mirando de reojo a Epimeteo—, y así lo

veremos.—Pandora,¿enquéestáspensando?—exclamóEpimeteo.Ysurostroexpresótalhorrorantelaideadeabrirlacajaqueselehabíaconfiado

con la condición de no abrirla nunca que Pandora comprendió que más valía noinsistir.Peroleresultabaimposiblenoseguirpensandoenlacajayhablandodeella.

—Porlomenos—dijo—,podríascontarmecómohavenidoapararaquí.—La dejó en la puerta —respondió Epimeteo—, un momento antes de que

llegasestú,unapersonamuysonrienteymuyinteligente,alparecer,ycuandoladejóen el suelo apenas podía contener la risa. Iba envuelto enuna capamuy extrañayllevabaungorritoqueparecíaestarhecho,enparte,deplumas;tanto,queyolleguéacreerqueteníaalas.

—¿Yquébastónllevaba?—preguntóPandora.—Elmáscuriosoquehevistoenmivida—explicóEpimeteo—.Eracomodos

serpientesretorcidasalrededordeunavara,yestabatanbientalladoquealprincipiocreíquelasserpienteserandeverdad.

—Loconozco—respondióPandora, quedándose pensativa—. ¡Solo él tiene unbastónasí!EsAzogue,y él esquien la trajoparamí,yprobablementehayenellatrajes bonitos para que yome los ponga, o juguetes para que juguemos tú y yo, oalgunagolosinamuyrica.

—Puede que sí —respondió Epimeteo dando media vuelta—; pero hasta queAzoguevuelvaynoslodiga,nitúniyolevantaremoslatapa.

—¡Quéchicomástonto!—murmuróPandoracuandoEpimeteosaliódelacasita—.Megustaríaquefueseunpocomásatrevido,quetuvieseunpocomásdevalor.

PorprimeravezdesdequehabíallegadoPandora,Epimeteosemarchósinpedirlequeloacompañase.Sefuesolo,acogerhigosyuvasyluegoadivertirsecomopudoencompañíadeotrosniños.Estabahartodeoírhablardelacajaydeseabacontodosu corazón que Azogue, o como se llamase el mensajero que la trajo, la hubiesedejadoenlacasitadecualquierotroniño,dondePandoranuncalahubiesevisto.¡Lacaja,lacaja,siemprelacaja!Parecíaqueestuvieseembrujadayqueapenascupieseenlacasa,conlograndequeera,yPandoratropezabaatodashorasconellayhacíaqueEpimeteotropezasetambién.

Síqueeratristeparaelpobreniñoestaravueltasconlacajadelamañanaalanoche;sobretodo,porque,comolosniñosenaqueltiemponoestabanacostumbradosa tener preocupaciones, no sabían qué hacer para sobrellevarlas. Por eso unapreocupación pequeña les daba entonces mucho más que hacer que en nuestrostiemposunamuygrande.

Cuando Epimeteo se marchó, Pandora se quedó mirando la caja. La había

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llamadofealomenoscienveces;pero,apesardecuantohabíadichocontraella,erarealmente un mueble muy bonito y habría adornado perfectamente cualquierhabitación en que se hubiese colocado. Estaba hecha de una hermosamadera convetasoscurasybrillantes,y la superficieera tanpulidaquePandorapodíaverse lacaraenella.Como laniñano teníaotroespejo,nocomprendocómono legustabamás,soloporesemotivo.

Losángulosdelacajaestabanmaravillosamenteesculpidos.Alrededordelatapahabíagraciosasfigurasdehombresydemujeresylosniñosmáslindosquesehanvistojamás,echadosojugandoentrefloresyfollaje;ytodoestabatanexquisitamenterepresentado, y agrupado con tal armonía, que flores, follaje y seres humanosparecíancombinarseenunaguirnaldadebellezaúnica.Peroaquíy allí, asomandotraselesculpidofollaje,aPandoraleparecióunaodosvecesqueveíaunacaranotan amable, y alguna otra claramente desagradable, que deslucían por completo labellezadelconjunto.Sinembargo,mirandomásdecercaytocandoconlapuntadeldedo, no encontraba nada. Sin duda, almirar de lado alguna cara verdaderamentebonita,lehabíaparecidofea.

Lamás bella de todas estaba esculpida en relieve, en el centro de la tapa. Nohabíanadamásen todaella; lamaderabienpulidayoscura,yenelcentroaquellacara, con una guirnalda de flores en la frente. Pandora había mirado aquella caramuchísimasvecesy le parecíaquepodía sonreír oponerse seria como si estuvieraviva.Lasfacciones,enrealidad,teníanunaexpresiónvivaycasimaliciosa,yparecíaque en algunos momentos quisiera hablar, y que los esculpidos labios fuesen aromperenpalabras.

Silabocahubiesehablado,probablementehabríadichoalgomuyparecidoaesto:—¡No temas,Pandora! ¿Quémalpuedehaber enque abras la caja? ¡Nohagas

caso a ese infeliz Epimeteo! Tú sabesmuchomás que él y tienes cien vecesmástalento.¡Abrelacajayverásquécosasmásbonitasencuentrasdentro!

Lacaja,heolvidadodecíroslo,estabacerrada;noconcerraduraninadaparecido,sinoconunnudointrincadísimodecuerdadeoro.Parecíaunnudosinprincipionifin.Nunca se ha visto nudomás ingeniosamente enredado, ni con tantas lazadas yvueltas; y parecía desafiar maliciosamente a los dedosmás hábiles a desatarla. Y,cuanta más dificultad parecía haber en él, más tentación le entraba a Pandora deexaminarlo,soloparavercómoestabahecho.

Yasehabíadetenidodoso tresveces juntoa lacaja,cogiendoelnudoentreelíndiceyelpulgar,perosinintentardesatarlodeveras.

«Creo—sedijo—queempiezoacomprendercómoestáhecho.Meparecequesilodeshagopodrévolverahacerlocomoestaba.Enesosíquenohabrámalninguno.NiaEpimeteoseleocurriríaregañarmeporeso.Noquieroabrirlacajaynoloharénunca,siesetercochiconoconsiente,aunquedesateelnudo».

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Más habría valido que Pandora hubiese tenido algo que hacer o algo en quepensar, pues así no habría pensado siempre en el mismo asunto. Pero los niñosllevaban tan buena vida antes de que las penas apareciesen en el mundo que enrealidad tenían muchísimo tiempo de sobra. No siempre podían estar jugando alesconditeentrelaszarzasfloridas,oalagallinaciegaconguirnaldasdefloressobrelosojos,oaotrosjuegosqueyasehabíaninventadocuandolamadreTierraeraniña.Cuando la vida es todo juego, el trabajo en realidad es un juego. No habíaabsolutamentenadaquehacer.Barrerunpocoyquitarelpolvodelacasita,supongo,cortarfloresfrescas(queabundabanportodaspartes)yponerlasenlosfloreros,yyaestaba hecho todo el trabajo del día de la pobre Pandora, y, para todo el resto deltiempo,¡allíestabalacaja!

Afindecuentas,noestoysegurodequeenesteaspectolacajanofueseparaellaunasuerte.¡Porqueleproporcionabamuchasideasenquepensarysobrequehablar,cuandoencontrabaaalguienquelaescuchase!Cuandoestabadebuenhumor,podíadivertirseadmirandoelbrillodesuscarasylaricaorladehermososrostrosyfollajequelarodeaba.O,siestabademalhumor,porcasualidad,podíadarleunempujónounpuntapié.Ymuchosrecibiólacaja(eraunacajamalévola,comohemosdever,ybien losmerecía).Pero lociertoesque,denohabersidopor lacaja,Pandora,queteníaunainteligenciatanviva,nohabríasabidoenquépasareltiempo.

Porque era, realmente, ocupación sin fin calcular qué habría dentro de la caja.¿Quépodríaser?Figuraos,queridosniños,quéocupadotendríaiselentendimientosienvuestracasahubieseunacajamuygrandeysospechaseisqueestaballenadeunmontóndecosasbonitasqueosibanaregalareldíadevuestrocumpleaños.¿CreéisquehubieseissidomenoscuriososquePandora?Sioshubiesendejadosolosconlacaja,¿nohabríaistenidosiquieraunatentaciónchiquititadelevantarlatapa?¡Ay,no,no! ¡Qué cosa tan fea! Pero, si hubierais creído que había juguetes dentro, ya oshabríacostadotrabajorenunciaralaocasióndeecharunamiradita.Enrealidad,nosésiPandoraesperabaencontrarjuguetes,porqueaúnnosehabíanempezadoahacerenaquellos días, cuando el mundo mismo era un juguete grande para los niños quevivíanenél.Peroellaestabaconvencidadequeenlacajahabíaalgomuybuenoymuybonito.Y,porlotanto,estabaimpacienteporverlo,comoloestaríacualquierade las niñas que me rodean. Y a lo mejor un poco más, pero de eso no estoycompletamenteseguro.

Aqueldíadelqueestamoshablando,sucuriosidadaumentótanto,tanto,queporfinseacercóalacaja.Casiestabadecididaaabrirla,sipodía.¡Ay,Pandoracuriosa!

Primero intentó levantarla. Pesaba mucho para las pocas fuerzas de una niñacomoella.Levantóunodelosladosunoscuantoscentímetrosdelsueloylosoltódenuevo: la caja dio un buen golpe.Unmomento después le pareció que había oídoalgo dentro.Acercó el oído lomás que pudo y escuchó: ¡sí, sí: dentro se oía una

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especie de murmullo! ¿Sería el ruido de los oídos de Pandora o el latido de sucorazón?Laniñanoestabaseguradeltododehaberoídoalgo,perosucuriosidaderamásfuertequenunca.

Cuandovolviólacabeza,sumiradacayósobreelnudodecordóndeoro.«Sí que debe de ser persona habilidosa la que ha hecho este nudo—pensó—.

Perocreoque,apesardetodo,soycapazdedesatarlo.Porlomenos,quieroencontrarlosdoscabosdelacuerda».

Cogió el nudo de oro entre las manos y se puso a observarlo con la mayoratención. Casi sin intentarlo se encontró con que estaba empezando a desatarse.Mientras, el sol entrabapor laventanaabierta,y conél lasvocesde losniñosquejugabanlejos,yacasoentreellaslavozdeEpimeteo.Pandorasedetuvoaescuchar.¡Qué hermoso día! ¿No seríamejor dejar en paz aquelmolesto nudo, no volver apensarenlacaja,irconsuscompañerosyjugaryserfeliz?

Entodoeste tiempo,sinembargo,susdedos,medio inconscientemente,estabanocupados con el nudo y, al mirar la cabeza ceñida con una guirnalda de floresrepresentadaenlatapadelacajaencantada,leparecióquelehacíaunamueca.

«Esta cara parece que me mira con malicia—pensó Pandora—. Quizá se ríaporqueestoyhaciendounacosamala.¡Medanganasdeecharacorrer…!».

Peroprecisamenteentonces,por casualidad,dio alnudounavuelta,y el efectofuemaravilloso.Lacuerdadeorosedesatósola,comoporartedemagia,ydejólacajasincierredeningunaclase.

—¡Quécosamásextraña!—dijoPandora—.¿QuévaadecirEpimeteo?¿Ycómomelasarreglaréparahacerotravezelnudo?

Intentó una o dos veces volver a atarlo, pero pronto comprendió que no teníahabilidadparatanto.Sehabíadesatadotanrepentinamentequenopodíarecordarsuforma y aspecto primitivos, parecían escapársele por completo de lamemoria. Nopodíahacerotracosaquedejarlacajacomoestaba,hastaqueEpimeteovolviese.

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«Pero—pensó Pandora— cuando se encuentre el nudo desatado, querrá saberquiénlohahecho.¿Cómovoyahacerlecreerquenohemiradoloquehaydentrodelacaja?».

Entonces,ensuperversocorazoncillonaciólaideadeque,puestoquedetodosmodos había de sospechar que habíamirado dentro de la caja,más valíamirar deverdad.¡Oh,locaycuriosaPandora!Podríashabertededicadoahacerloqueteníasquehacerydejarcomoestabaloqueyahabíashecho,ynopreocupartedeloquetucompañeroEpimeteofueraadeciroapensar.Yasíhubierasucedido, talvez,si lacaraencantadaquehabíaenlatapadelacajanolahubiesemiradodeunmodotanincitanteypersuasivo,ysino lehubieseparecidooírmásclaramentequenuncaelmurmullodevocecitasdentro.Nopodíasabersiera imaginaciónsuya,peroensusoídos resonabacomounpequeño tumultodemurmullos…Acasoerasucuriosidadmismalaquemurmuraba:

—¡Déjanossalir,queridaPandora,porfavor,déjanossalir!¡Sivierasquébuenoscompañerosvamosaserparati!¡Déjanossaliryverás!

«¿Qué será?—pensóPandora—.¿Habráalgovivoen la caja? ¡Sea loque sea,estoydecididaaverlo!¡Solounamiraditayluegovuelvoacerrarla!¿Quémalpuedehaberenquemireunpoquito?».

PeroyaeshoradequesepamosaquésededicabaEpimeteo.Aquella era la primera vez, desde que había llegado su compañera, que había

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intentado divertirse sin su compañía. Pero nada le salía a su gusto, ni era tan felizcomolosdemásdías.

Nopodíaencontrarfrutasmadurasydulces,ysilasencontrabaleempalagaban.Nohabíacontentoparasucorazónnisuvozsurgíaalegrecomootrasveces,alunirsealadesuscompañerosensusbulliciososjuegos.Enunapalabra:estabatanenfadadoytandisgustadoquelosotrosniñosnopodíancomprenderloquelepasaba.Tampocoéllocomprendíadeltodo.Porquedebéisrecordarqueenaqueltiempotodoelmundosolíaserconstantementefeliz.Elmundoaúnnohabíaaprendidoaserdeotramanera.Niunsolocuerpohabíaestadoenfermo,niunasolaalmahabíaestadotriste,desdeque aquellos niños fueron enviados a la hermosa Tierra para divertirse y gozar enella.

Porfin,viendoquealgoleocurría,fueseloquefuese,dejódejugarylepareciólomejorirabuscaraPandora,queporlomenosestabadehumorparecidoalsuyo.Conlaesperanzadedarleunaalegría,cogióunascuantasfloresehizoconellasunaguirnaldaparaponérselaenlacabeza.Lasfloreseranmuybonitas,rosas,azucenas,floresdeazaharyotrasmuchasqueibandejandoasupasounrastrodefragancia.Laguirnaldaestabamuybienhecha,lomejorquepodíasalirdelasmanosdeunniño.Los dedos de las niñas, al menos a mí me lo ha parecido siempre, tienen máshabilidadparahacerguirnaldasdeflores;perolosniñosdeaquellostiemposeranmáshábilesquelosdeahora.

Yesteeselmomentodedecirquehacíayaalgúntiempoqueunagrannubenegracorría por el cielo, aunque todavía no había ocultado la luz del sol. Pero, cuandoEpimeteoentróensucasita,lanubecerróelpasoalaluzyseprodujounarepentinaytristeoscuridad.

Epimeteo entró despacito, porque quería, a ser posible, llegar sin que le oyesePandorayponerleenlacabezalaguirnaldadefloresantesdequeellarepararaensupresencia. Pero no había necesidad de entrar tan despacio. Aunque hubiese dadopasosfuertesyruidosos,tanruidososcomolosdeunhombre,casiibaadecircomolosdeunelefante,seguramentePandoranolohabríaoídollegar.

Estaba demasiado absorta en sus malos propósitos. En el momento en queEpimeteoentróenlacasita,lachiquillaacababadeponerlamanoenlatapayestabaa punto de abrir la caja. Epimeteo la miró. Si hubiese dado un grito, Pandoraprobablementehabríaretiradolamanoyeltremendomisteriodelacajanosehabríasabidonunca.

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Pero Epimeteo, aunque nunca hablaba de ello, tenía también su poquito decuriosidadporsaberloquehabíaenelinterior.ComprendiendoquePandoraestabadecididaadescubrirelsecreto,decidióquesucompañeranohabíadeserlaúnicaenenterarse.Y,sidentrodelacajahabíaalgobonitooquevalieselapena,tambiénélquería su parte.Así que, después de tantos prudentes consejos a Pandora para quefrenase su curiosidad, Epimeteo se volvió casi tan insensato como ella y casi tanculpablecomosucompañera.Demodoque,siechamoslaculpaaPandoradeloquesucedió,hemosdeechárselatambiénaEpimeteo.

Cuando Pandora levantó la tapa, la casita se quedó muy oscura y muy tristeporquelanubenegrahabíaocultadodeltodoelsolyparecíahaberloenterradovivo.Desde hacía un rato venían oyéndose truenos lejanos, que de repente se hicieronterribles.PeroPandora,sinoírlos,levantólatapaymiródentrodelacaja.Leparecióqueunenjambredecriaturitas aladas salíavolandodeella,y enelmismo instanteoyólavozdeEpimeteoquejándose,comosiledoliesealgo.

—¡Ay, me han picado!—exclamó—. ¡Me han picado! Pandora, ¿por qué hasabiertoesacajamaldita?

Pandorasoltólatapay,volviéndoserápidamente,quisoverquélehabíasucedidoaEpimeteo.Latormentahabíaoscurecidodetalmodolahabitaciónquenopodíaverbiendóndeestaba.Perooyóunzumbidodesagradable,comosimuchasmoscasmuygrandes o muchos mosquitos gigantescos volaran a su alrededor. Y, cuando se leacostumbraronlosojosalaescasaluz,viomultituddefeísimasydiminutasformas

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conalasdemurciélago,queparecíanfuriosasyarmadasdeterriblesaguijonesenlacola.UnadeellaseralaquehabíapicadoaEpimeteo.

Al poco tiempo Pandora empezó a llorar con no menos dolor y susto que sucompañero, y haciendo muchísimo más ruido que él. Uno de aquellos odiososmonstruos diminutos se le había posado en la frente y no sé hasta cuándo habríaseguidopicándolesiEpimeteonohubiesecorridoaespantarlo.

Y ahora, si queréis saber quiénes podían ser aquellos feísimos animalejos quehabíanescapadodelacaja,osdiréqueeranlafamiliaenteradelosmalesdelmundo.Erantodaslasmalaspasiones.Eranlasmuchísimasespeciesdepreocupaciones.Eranmásdecientocincuentapenasdistintas;eranlasenfermedades,engrannúmero,deterriblesydolorosas formas;eranmuchasmásclasesdecalamidadesde lasqueyopuedodeciros.

Enresumen:todocuantodesdeentonceshaafligidoloscuerposylasalmasdelaHumanidadestabaencerradoenlamisteriosacajaquehabíanentregadoaEpimeteoyaPandoraparaquelacustodiasencuidadosamente,afindequelosfelicesniñosdelmundo no tuviesen nunca la menor inquietud. Si hubieran cumplido fielmente elencargo, todo habría ido bien. Ninguna persona mayor habría estado triste nunca;ninguna niña habría tenido nunca motivo para derramar una sola lágrima, desdeaquellahorahastaestemomento.

Pero—yporestopodéiscomprendercómounamalaaccióndeunsolomortalesunacalamidadparaelmundoentero—,alhaberlevantadoPandoralatapadelacajayalnohabérseloimpedidoEpimeteo,aquellosmalessehaninstaladoentrenosotros,ymeparecequenotienenprisaporvolveramarcharse.Porqueeraimposible,comocomprenderéis,quelosdosniñostuvieranencerradoelfeísimoenjambredentrodesucasita.Porelcontrario,loprimeroquehicieronfueabrirdeparenparlasventanas,aver si podían librarse de ellos, y por allí salieron volando los males; y tantoatormentaronyafligieronatodalagentemenudaquefueronencontrandoasupasoqueenmuchotiemponingúnniñovolvióasonreír.Y, loqueesmásextraño, todasaquellasfloresllenasderocíodelaTierra,ningunadelascualessehabíamarchitadohastaentonces,ahoraempezaronamarchitarseyadeshojarse,yningunaduramásdeundíaodos.Tambiénlosniños,queparecíaninmortalesensuinfancia,empezarondesdeentoncesacrecerdíaadía,ypronto sehicieron jóvenes,y luegohombresymujeres,yancianos,antesdepoderdarsecuentadeltristecambio.

EntretantolamalvadaPandorayelnomenosmalvadoEpimeteosequedaronensucasita.Losdosteníanterriblespicadurasysufríangrandolor,quelesparecíamásintolerableporqueeraelprimeroquesentíandesdequeempezóelmundo.Comonoteníancostumbredesufrir,nopodíancomprender loqueelsufrimientosignificaba.Además, estabandemuymalhumoruno contraotro, y cadauno contra símismo.Epimeteose sentóenun rincóndeespaldasaPandorayPandora se tiróal sueloy

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apoyó lacabezaen lacaja fatalyabominable.Llorabaysollozabacomosi fueraarompérseleelcorazón.

Derepenteoyóunruiditosuavedentrodelacaja.—¿Quéserá?—preguntóPandoralevantandolacabeza.Pero Epimeteo no había oído el ruido, o estaba de demasiadomal humor para

darseporenterado;elcasoesquenorespondió.—¡Quépocoamableeres!—dijoPandoravolviendoasollozar—.Yanoquieres

hablarconmigo.¡Otra vez el ruido! Sonaba como si los nudillos de una manecita de hada

golpeasenligeramente,comojugando,elinteriordelacaja.—¿Quién eres? —preguntó Pandora con un poco de su antigua curiosidad—.

¿Quiénerestú,queaúnestásdentrodeestamalditacaja?Unavocecilladulcerespondiódesdedentro:—Levantalatapayloverás.—No,no—respondióPandoraechándoseallorardenuevo—.Noquierovolvera

levantar la tapa. Dentro de la caja estás, maligna criatura, y dentro te quedarás.Muchosde tus feísimoshermanosyhermanasandanyavolandoporelmundo.Nopiensesquevoyasertanlocacomoparadejartesaliratitambién.

MiróaEpimeteoaldeciresto,acasoesperandoquealabasesuprudencia.Peroelniño,enojado,dijoqueabuenashorasseacordabadetenerprudencia.

—¡Ah!—dijo la dulce voz—,más os valdría dejarme salir.Yo no soy de esasmalignas criaturas que tienen aguijones en la cola.No eran hermanos ni hermanasmíos los que han salido, como veréis si queréis mirarme. Ven, ven, Pandoramía.Estoyseguradequemedejarássalir.

Habíaunaespeciedeamablehechiceríaeneltonodelavoz,quehacíaimposiblenegar nada de lo que pidiera. El corazón de Pandora insensiblemente se había idoaliviandoacadapalabraquesalíadelacaja.TambiénEpimeteo,aunquesinsalirdesurincón,sehabíavueltounpocoyparecíaestardemejorhumorqueantes.

—QueridoEpimeteo—exclamóPandora—,¿hasoídoesavocecita?—Sí,laheoído,sí—respondióEpimeteoconmalosmodos—.¿Yqué?—¿Quieresquevuelvaalevantarlatapa?—preguntóPandora.—Haz lo que te parezca—dijoEpimeteo—.Yahas hecho tantodañoque a lo

mejor lomismoda que hagas un pocomás.Unmal, añadido al enjambre que hasechadoavolarporelmundo,nosignificanada.

—Podíashablarmeconmejoresmodos—murmuróPandoralimpiándoselosojos.—¡Ah,niño,niño!—exclamólavozdentrodelacajaentonomedioserio,medio

deburla—.Desobrasabestúqueestásdeseandoverme.Ven,Pandora,ven;levantala tapa.Tengoprisapor consolaros.Déjameque respireunpocoel aire libre,yyaveréisquelascosasnosontantristescomoparecen.

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—Epimeteo—exclamó Pandora—, pase lo que pase, estoy decidida a abrir lacaja.

—Y,comomeparecequelatapapesamucho—exclamóEpimeteocorriendo—,teayudaré.

Así,decomúnacuerdo,losdosniñoslevantarondenuevolatapa.Salióvolandounaradianteysonrientemujercitaquerevoloteóportodalahabitaciónarrojandoluzpordondequieraquepasaba. ¿Nohabéishechobailarnuncaun rayode sol conunpedazodeespejo?Puesesoparecíaelaladoregocijodeaquellamujercitacomounhadaenlatristeoscuridaddelaestancia.VolóhaciaEpimeteoypusoligeramenteeldedoenelsitioenqueelmallehabíapicado,einmediatamentecesóeldolor.LuegobesóaPandoraenlafrente,ytambiéncuróeldaño.

Después de esta buena obra, la alegre desconocida revoloteó juguetonamentesobrelacabezadelosdosniñosylosmirótandulcementequealosdosempezóaparecerles que no era realmente tanmalo haber abierto la caja, puesto que, de nohacerlo,sugozosahuéspedsehabríaquedadoprisioneraparasiempreentreaquellosmalvadosduendesconsusaguijonesenlacola.

—¿Quiéneres,hermosacriatura?—preguntóPandora.—¡MellamoEsperanza!—respondió lamujercita—.Yporquesoytanalegrey

sédartantoánimo,aunquesoytanpequeña,meencerraronenlacajaparaconsolaralgénerohumanode todoelenjambredemalesqueestabadestinadoacaer sobreél.¡Notemáis!Yaveréiscómolopasamosmuybien,apesardetodo.

—Tusalastienenmuchoscolores,comoelarcoiris—exclamóPandora—.¡Québonitasson!

—Sí, son comoel arco iris—dijoEsperanza—,porque, aunque soy alegre pornaturaleza,estoyhechatantodelágrimascomodesonrisas.

—¿Y te quedarás con nosotros? —preguntó Epimeteo—. ¿Siempre, parasiempre?

—Siempre que me necesitéis, me tendréis —dijo Esperanza con su agradablesonrisa—,ymenecesitaréismientras estéis en elmundo.Prometono abandonarosnunca. Vendrán tiempos y ocasiones, de cuando en cuando, en que me habrédesvanecidoporcompleto.Perootravez,yotravez,yotrayotra,cuandomenoslopenséis,veréiselresplandordemisalaseneltechodevuestracabaña.Sí,hijosmíos,yséqueluegoosdaránunacosamuybuenaymuybonita.

—¡Oh,dinosquées!—exclamaronlosniños—.¡Dinosquées!—Nomepreguntéis—respondiólaEsperanza,poniéndoseundedoenloslabios

derosa—.Peronodesesperéisdealcanzarlo,aunquenooslleguemientrasviváisenlaTierra.¡Creedenmipromesa,porqueesverdad!

—¡Tecreemos!—exclamaronauntiempoPandorayEpimeteo.Y así lo hicieron.Y no solo ellos, sino todo el que ha vivido, ha creído en la

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Esperanza.Y,paradeciros laverdad,nopuedomenosdealegrarme (aunquedesdeluegofuecosamuymalhecha),nopuedomenosdealegrarme,digo,dequenuestraalocadaPandoralevantaselatapadelacaja.Sinduda…sinduda…losmalessiguenrevoloteandoporelmundoyhanaumentadoenvezdedisminuir, sonunaseriededuendesfeísimosyllevanenlacolalosaguijonesmásenvenenados.Yohetropezadoconellosymehanpicado,yesperoquemepiquenmuchomás,segúnvayasiendomásviejo.Pero¿ylaamableyluminosafiguradelaEsperanza?¿Quéharíamosenelmundo sin ella? La Esperanza espiritualiza la Tierra. La hace siempre nueva; yaunquemiremoselmundoensuaspectomejorymásbrillante,laEsperanzanosdicequetodaesaluznoessinolasombradeunabienaventuranzainfinitaquehemosdeencontrardespués.

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ElcuartodejugardeTanglewood

Despuésdelcuento

—Siempreviva—preguntóEustace tirándole de una oreja—, ¿te gustami pequeñaPandora?¿Nopiensasqueestuvivoretrato?Perotúnohabríasvaciladotantoantesdeabrirlacaja.

—Biencastigadahubieseestadopormimaldad—replicólachiquillaagudamente—,porqueloprimeroquehabríasalidodeellaallevantarlatapahabríasidoelseñorEustaceBrightenformadeCalamidad.

—Primo Eustace —dijo Arándano—, ¿guardaba la caja todo el mal que hasucedidoenelmundo?

—¡Nofaltabaniunamiga!—respondióEustace—.Estamismanevada,quehaechadoaperdermisesióndepatinaje,estabaallíencerrada.

—¿Yquétamañoteníalacaja?—preguntóArándano.—Comounmetrodelargo—dijoEustace—,mediodeanchoymediodealto.—¡Ah—dijoelniño—,teestásburlandodemí,primoEustace!Nohaymalesen

elmundopara llenaruna caja tangrande.Además lanevadano esunmal, esunadiversión;noestabaenlacaja,esoseguro.

—¡Vaya con el chiquillo!—exclamó Siempreviva con aire de superioridad—.¡Qué poco sabe de los males del mundo! ¡Pobrecillo! ¡Ya hablará de otro modocuandotengatantaexperienciadelavidacomoyo!

Y,diciendoesto,empezóasaltaralacomba.Entretanto, el día iba llegando a su fin. Fuera, el paisaje tenía un aspecto

tenebroso.Había a lo lejos, en el crepúsculo que se acercaba, como un rebaño denubes grises que avanzaban corriendo; en la tierra se habían borrado todos loscaminosylanieveamontonadasobrelosescalonesdelporchedemostrabaquenadiehabía entrado ni salido en muchas horas. Si un niño hubiese estado a solas en laventanamirando el paisaje invernal, se habría puesto triste. Peromedia docena deniñosjuntos,aunquenopuedanconvertirelmundoenunparaíso,puedendesafiarelinvierno y todas sus tormentas, que no serán capaces de entristecerlos. EustaceBright,además,animadoporlascircunstancias,inventóvariosjuegosnuevos,graciasaloscualeslaalegríanoseperdióhastalahoradeirsealacamayquesirvieronparapasarconfelicidadlatormentadeldíasiguiente.

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Lastresmanzanasdeoro

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AlcalordelhogardeTanglewood.

Introduccióna«Lastresmanzanasdeoro»

Lanevadaduróundíamás;quépasóconelladespués,nopuedofigurármelo.Fueredonde fuere,durante lanochedesapareciópor completo,y cuando salió el sol a lamañanasiguiente,brillósobreesaáridatierramontañosadeBerkshireconlamayoralegría del mundo. La escarcha había cubierto de tal modo los cristales de lasventanasqueeracasiimposiblelanzarunamiradaalpaisajeexterior.Pero,mientrasesperaban el desayuno, los niños de Tanglewood habían hecho agujeros en laescarchaconlasuñasyhabíanconseguidovercongrandeleiteque,exceptoendosotrespendientesdelamontaña,osobrelosbosquescuyonegroramaje,mezcladoconlanieve,formabaunamanchagris,todoelrestodelmundoquesealcanzabaadivisarestabablancocomounasábana.¡Quéprecioso!Y,paracolmodefelicidad,hacíaunfríocapazdehelarleaunolasnaricesenunsegundo.Siunapersonatienedentrodelcuerpovidasuficiente,nohaynadacomounabuenaheladaparaponerledetanbuenhumoryhacerlebailarycorrerlasangremásvivamentequeunarroyoquebajadelamontaña.

Encuantodesaparecióeldesayuno,todalachiquillería,bienarropadaenpielesypaños,sedispersóporlanieve.¡Vayaundíadediversión!Sedeslizaronporlacolinayresbalaronhastaelvalleunascienvecesy,paradivertirsemás,volcabanlostrineosydabanvolteretas, acabandocabezaabajo lamayorpartede lasveces.Yunavez,paramayor seguridad, Eustace Bright se subió en elmismo trineo que Pimpinela,ArándanoyFlordeLimón,yecharonacorrercuestaabajodeprisa,deprisa;peroamitad de camino el trineo tropezó con un tronco escondido bajo la nieve, ¡y allícayeronenunsolomontónloscuatropasajeros!Allevantarsenoencontraronalmáspequeño,queeraFlordeLimón.¿Quéhabíasidodelpobremuchacho?Ymientrasselopreguntabany lobuscaban,FlordeLimónasomó lacabezaentreunmontóndenievecon lacaracoloradacomouna inmensaflorescarlataquehubiesebrotadoderepenteenmediodelinvierno.¡Habíaqueoírlesreíratodos!

Cuandosecansaronde lanzarsepor lacolina,Eustacepusoa losniñosacavarpara hacer una buena cueva en el montón de nieve más alto que encontraron.Desgraciadamente, cuando estuvo terminada y toda la chiquillería se metió en elhueco,eltechosehundióylosenterróvivosatodos.Unminutodespués,sacabanlascabecitas de las ruinas, y la del estudiante aparecía en medio y encima de todas,canosa y venerable con el polvo de nieve que se había enredado entre sus rizososcuros. Y entonces, para castigar al primo Eustace por haberles aconsejado que

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cavasen una cueva tan ruinosa, los niños lo atacaron enmasa y lo apedrearon conbolasdenieve,detalmodoquetuvoquesalircorriendo.Huyóalosbosques,ydesdeallíalaorilladeArroyoUmbrío,dondepudooírelrumordelaguaquecorríabajograndesmontonesdenieveyhielo,queapenas ledejabanver la luzdeldía.Habíatémpanosdiamantinosquebrillabanalrededordesuspequeñascascadas.Deallíllegócorriendo a la orilla del lago y se encontró con una llanura blanca e intacta, quellegabahastaelpiedeMonumentMountain.Y,comoyacasi estabaponiéndoseelsol,Eustacepensóquenuncahabíavistoespectáculomáshermoso.Sealegródequelosniñosnoestuviesenconél,porquesuanimaciónysuactividaddesaforadahabríandisipado su estado de ánimo, elevado y grave; así que solo habría estado alegre(como, en efecto, lo había estado el día entero) pero no habría disfrutado de lasuavidaddelapuestadesolinvernalentrelasmontañas.

Cuando el sol estaba ya bastante bajo, nuestro amigo Eustace volvió a casa acenar.Despuésdelacenaseencerróeneldespacho,conelpropósito,mefiguro,deescribirunaoda,doso tressonetosoversosdeunauotra índoleenalabanzaa lasnubespúrpurayoroquehabíavisto en torno al sol poniente.Pero, antes dehaberdecididolaprimerarima,seabriólapuertayaparecieronSiemprevivayPimpinela.

—¡Marchaos, chiquillas! ¡Ahora no puedo perder el tiempo con vosotras! —exclamóelestudiantemirándolasporencimadelhombroconlaplumaenlamano—.¿Quédiablosqueréis?¡Creíaqueestabaistodasenlacama!

—Óyelo, Pimpinela —dijo Siempreviva, hablando como si fuera una personamayor—.Pareceolvidarqueyoyatengotreceañosyquepuedoirmealacamatodolotardequequiera.PrimoEustace,puedesabandonartuairedeimportanciayvenirconnosotrasalsalón.Losniñoshanhabladotantodetuscuentosquemipadrequiereescucharunodeellosparasabersipuedehacernosalgúndañooírlos.

—¡Bah,bah,Siempreviva!—exclamóel estudianteunpocomolesto—.Nomecreo capaz de contar ninguno de mis cuentos en presencia de personas mayores.Además,tupadreesuneruditoyunhumanista;noesquemedémiedosuerudición,queestarátanoxidadacomouncuchilloviejo,peroestoysegurodequediscutirálaadmirabletonteríaquehepuestoenestasmaravillosashistorias,sacadademipropiacabeza, que constituye su mayor encanto para chiquillos como vosotros. Ningúnhombre de cincuenta años que haya leído losmitos clásicos en su juventud puedecomprendermiméritoalreinventarlosymejorarlos.

—Puede que todo eso sea verdad —dijo Siempreviva—, pero no tienes másremedioquevenir.Mipadrenoabrirásulibronimamáelpianohastaquenoshayasofrecidoalgunasdetustonterías,comotúmismolasllamasmuyacertadamente.Asíquesébuenoyven.

Por muchas objeciones que pusiera, el estudiante se alegraba muchísimo deaprovechar la oportunidad de demostrar al señor Pringle sus excelentes facultades

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paramodernizarlosmitosdelostiemposantiguos.Hastaquecumplelosveinteaños,unjovendebesentirciertatimidezalenseñarsuprosaysusversos;pero,apesardetodasutimidez,tieneciertatendenciaapensarque,sisusobrasfuesenconocidas,lopondrían en la más alta cumbre de la literatura. Por lo cual, sin hacerse de rogardemasiado,EustaceconsintióenqueSiemprevivayPimpinelaloarrastrasenalsalón.

Eraunahabitaciónampliaycómoda,conunaventanasemicircularenunodelosextremos, en cuyo hueco había una copia en mármol de El ángel y el niño, deGreenough. A un lado de la chimenea había muchos estantes con librosencuadernadoscongravedadperotambiénconriqueza.Laluzblancadelalámparaque colgaba del techo y el rojo reflejo del fuego volvían la sala brillante y alegre;juntoalalumbre,enungransillón,estabasentadoelseñorPringle.Erauncaballeroalto y simpático, con una gran calva, y siempre iba tan bien vestido que EustaceBrightnoseatrevíanuncaapresentarseanteélsinpararseunmomentoenlapuertapara arreglarse el cuello de la camisa. Pero ahora, como Siempreviva lo llevabacogidodeunamanoyPimpinelade laotra, sevioobligadoaentrarconunapintabastantedesaliñada,comosihubiesepasadoeldíarodandoentrelanieve,locualeraverdad.

El señorPringle sevolvióhacia el estudiante congestobenévolo, desde luego,perodeunmodoque lehizosentir lodespeinadoymalcepilladoque ibay lomalpeinadosymalcepilladosqueestabantambiénsuspensamientos.

—Eustace—dijoelseñorPringleconunasonrisa—,meheenteradodequeestáscausando grandísima sensación entre el pequeño público de Tanglewood con elejerciciodetusfacultadesdenarrador.Siempreviva,comolallamanlospequeños,ylosdemásniños,hanelogiadodetalmodotuscuentosquemimujeryyoquisiéramosoír una muestra. Y a mí me agradará especialísimamente, porque parece que tuscuentossonunintentodetrasladarlasfábulasdelaantigüedadclásicaalidiomadelsentimientoylafantasíamodernos.Almenos,aesaconclusiónhellegadoporunoscuantosdetallesqueconozcodeoídas.

—Noesustedprecisamenteeloyentequeyohubieseelegido,señor—observóelestudiante—,parafantasíasdeestanaturaleza.

—Puede que no —replicó el seño Pringle—. Sospecho, sin embargo, que elcríticomásútilparaunautorjovenesprecisamenteaquelquemenosquerríaelegir.

—Creoque lacomprensióndebe tener influenciaen laopinióndeuncrítico—murmuró Eustace—. En fin, señor, si usted encuentra paciencia, yo encontraréhistoriasquecontar.Perotengalabondadderecordarquemedirijoalaimaginaciónyalacomprensióndelosniños,noalasdeusted.

Einmediatamenteelestudianteaprovechóelprimertemaqueselepresentó.Seleocurrióalverunplatodemanzanassobrelachimenea.

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Lastresmanzanasdeoro

¿NuncahabéisoídohablardelasmanzanasdeoroquesecriabaneneljardíndelasHespérides?¡Oh,aquellassíqueeranmanzanas!Silashubieraigualesenloshuertosde ahora, ¡ya valdrían dinero!Pero no hay en todo elmundo, supongo, ni un soloárbolcomoaquelfrutalmaravillosoniquedapepitaalgunadeaquellasmanzanas.

Inclusoenlostiemposantiguos,muyantiguos,yacasiolvidados,enqueeljardínde lasHespéridesnohabía sido invadidoaúnpor lasmalashierbas,dudabamuchagentedequepudierahaberverdaderosárbolescuyasramastuvieranmanzanasdeoromacizo.Todoshabíanoídohablardeellasperonadierecordabahabervistoninguna.De todosmodos, los niños escuchaban, boquiabiertos, los cuentos del árbol de lasmanzanasdeoro,yseproponíandescubrirlocuandollegasenasermayores.Enbuscadel maravilloso fruto iban los jóvenes valerosos que deseaban emprender hazañasmásseñaladasquesuscompañeros.Muchosdeellosnovolvieronjamás,yningunotrajolasmanzanas.¿Noesmaravillosoquelesfueraimposiblecogerlas?Secontabaque bajo el árbol había un dragón de cien terribles cabezas: cincuenta de ellasvigilabansiempre,mientraslasotrascincuentadormían.

Mepareceamíqueapenasvalíalapenacorrertantopeligroporunamanzanadeoromacizo.Sihubieransidomanzanasdulces, jugosas,ensupunto,yahabríasidootracosa.Entoncespodríateneralgúnsentidotratardecogerlasapesardeldragóndelasciencabezas.

Pero, como os he dicho, era cosa muy corriente entre los jóvenes, cuando secansabandelexcesodepazydescanso, irenbuscadel jardínde lasHespérides.Yunavezemprendiólaaventuraunhéroequehabíadisfrutadodepocapazydescansodesdequevinoalmundo.Eneltiempodequeosvoyahablar,vagabaporlatierraapacibledeItaliaconunaenormemazaenlamanoyunarcoyunaaljabacolgadosdel hombro. Iba envuelto en la piel del león más grande y más fiero de aquellosbosques, que élmismohabíamatado, y aunque en el fondo era bueno, generosoynoble, tenía en su corazón mucho de la fiereza del león. Mientras caminaba, ibaconstantemente preguntando cuál era el caminomás directo para llegar al famosojardín; pero nadie sabía ni palabra ymuchos se habrían reído de la pregunta si elforasteronohubierallevadounamazatanimponente.

Así,fueandando,andando,preguntandosiemprelomismo,hastaquealfinllegóalaorilladeunríodondeunasjóveneshermosísimasestabantejiendoguirnaldasdeflores.

—Hermosas doncellas—preguntó el forastero—, ¿podéis decirme si este es el

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caminoparairaljardíndelasHespérides?Las jóvenes se divertían haciendo guirnaldas y coronándose con ellas unas a

otras. Parecía que en sus dedos hubiese algún poder mágico, pues al tocarlas sevolvían las rosas más frescas y se cuajaban de rocío, se avivaban sus colores yexhalaban más suave fragancia que cuando estaban en la planta; pero al oír lapreguntadelforasterodejarontodaslasfloresenelcéspedysemiraronunasaotrasconasombro.

—¡EljardíndelasHespérides!—exclamóuna—.Creíamosque,despuésdetantadecepción, losmortales se habrían cansado de buscarlo.Y dime, intrépido viajero,¿paraquédeseasirallí?

—Ciertorey,primomío—replicóelviajero—,mehamandadoquelellevetresmanzanasdeoro.

—Casi todoslos jóvenesquevanenbuscadeesasmanzanas—advirtióotradelas damiselas— las buscan para sí mismos o para regalarlas a alguna hermosadoncelladequienestánenamorados.¿Tantoquierestúaeserey,primotuyo?

—Talvezno—replicóelforasterosuspirando—.Hasidoseveroycruelconmigomuchasveces,peroesmidestinoobedecerle.

—¿Yno sabes—preguntó la que había hablado primero—que hay un terribledragóndeciencabezasbajoelárboldelasmanzanasdeoro,vigilándolo?

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—Claro que lo sé—respondió el forastero—; pero desde la cuna ha sido miocupaciónycasimientretenimientovérmelasconserpientesydragones.

Lasjóvenesmiraronlagranmazaylapeludapieldeleónquellevaba,ytambiénsusheroicosmiembrosypresenciafísica,yunasaotrassedijeronenvozbajaqueelforasteroparecíaserpersonadequienrazonablementecabíaesperarhazañasfueradelalcancedelosdemáshombres.

Pero ¡el dragón de las cien cabezas! ¿Qué mortal, aunque tuviera cien vidas,podría abrigar esperanza de escapar a los colmillos de semejante monstruo? Tancompasivaseranlasdoncellasquenopodíanvercontranquilidadqueaquelvalientey bien parecido viajero intentara cosa tan arriesgada y se condenara a ser, muyprobablemente,pastodelascienvoracesbocasdeldragón.

—¡Vuelve atrás—exclamaron todas—, vuelve a tu casa! Tu madre llorará dealegríaalvertesanoysalvo.¿Quémáspodríahacersilograrastangranvictoria?Nohagascasodelasmanzanasdeoro.Nohagascasodelrey,tucruelprimo.Nosotrasnoqueremosquetedevoreeldragóndelasciencabezas.

El forastero pareció impacientarse con estas advertencias. Levantónegligentemente su poderosamaza y, al bajarla, dio contra una roca que había allícerca,medioenterradaenel suelo.Con la fuerzade aquelgolpe indolente, la rocasaltóhechapedazos.Talmuestradefortalezagigantescanocostóalextranjeromásesfuerzo que a una de las doncellas tocar con una flor la sonrosadamejilla de suhermana.

—¿Nocreéis—dijomirándolasysonriendo—queungolpecomoesteaplastaríaunadelasciencabezasdeldragón?

Sesentódespuésenlahierbay lescontó lahistoriadesuvida,opor lomenostodo lo quede ella podía recordar desde el día enque tuvopor cuna el escudodebronce de un guerrero. Estando echado en él, llegaron, reptando por el suelo, dosserpientesenormesqueabrieronsushorriblesmandíbulasparadevorarlo;peroél,unniñodepocosmeses,agarróunadelasfierasculebrasencadaunodesuspuñitosylasestranguló.

Cuandoeraunchiquillomatóaunleónenorme,casitangrandecomoaquelcuyapiel amplia y peluda llevaba entonces sobre los hombros. Lo primero que hizo acontinuaciónfuelucharconunaespeciedemonstruofeísimo,alcualllamabanHidra,yqueteníanuevecabezasnadamenos,ycondientesafiladísimosentodasellas.

—PeroeldragóndelasHespérides,yalosabes—observóunadelasdoncellas—,¡tieneciencabezas!

—Sin embargo—replicó el forastero—,más habría yo querido pelear con dosdragones así queconuna solaHidra;porqueen cuanto cortabauna cabeza,nacíanotrasdosensulugary,además,entrelascabezashabíaunaquenoeraposiblematardeningúnmodo,yseguíamordiendotanfieramentecomoantesmuchodespuésde

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habersidocortada.Asíquemeviobligadoaenterrarlabajounagranpiedra,donde,sinduda,hoymismoestaráviva todavía;peroel cuerpode laHidra, con susotrasochocabezas,yanovolveráahacerdañoanadie.

Lasjóvenes,calculandoquesurelatoibaadurarunbuenrato,habíanpreparadounameriendadepanyuvasparaqueelforasteropudierarefrescarseenlosintervalosdesucharla.Loanimabanatomartanfrugalalimentoydecuandoencuandounadeellas se ponía un dulce grano de uva entre los labios rojos, para que él no seavergonzaradecomersolo.

Elviajeropasóacontarcómohabíadadocazaaunvelocísimociervocorriendodetrásdeélunañoentero,sinpararseniatomaraliento,ycómolocogióporfinporlos cuernos, llevándoselo vivo a casa. Y cómo había peleado con una razaextrañísima,mitadcaballosymitadhombres,yloshabíamatadoatodos,creyéndolosudeber,paraquenuncavolvieranaverse tanhorriblesfiguras.Y,ademásdetodoesto,sediomuchotonoporhaberlimpiadounestablo.

—¿Y a eso lo llamas hazaña maravillosa? —preguntó sonriendo una de lasdoncellas—.Cualquiertrabajadordelcampopodríahacerlo.

—Si hubiera sido un establo ordinario —replicó el forastero— no lo habríamencionado;perofueuna tarea tangigantescaquehabría tardado lavidaenteraenacabarla si no seme hubiera ocurrido la feliz idea demeter un río por la puerta,desviándolodesucauce.¡Esoconcluyóeltrabajoenmuypocotiempo!

Viendoconquéatenciónloescuchabansushermosasoyentes,lescontóluegoquehabíamatadounasavesmonstruosasyhabíacogidovivoauntorobravoylohabíasoltado otra vez, y que había domado muchísimos caballos salvajes y vencido aHipólita, la belicosa reina de las amazonas. Contó también que había cogido elcinturónencantadoqueteníaHipólitayselohabíaregaladoalahijadesuprimo,elrey.

—¿Era el cinturón deVenus—preguntó lamás bonita de las doncellas—, quehacealasmujereshermosas?

—No—respondióel forastero—.Habíasidoen tiemposel tahalídeMarte,yaquienlollevapuestolohacevalienteyanimoso.

—¡Un tahalí viejo!—exclamó la damisela levantando la cabeza con desdén—.¡Nodaríauncominoporél!

—Haríasmuybien—dijoelforastero.Siguiendosumaravillosorelato,contóalasdoncellaslamásextrañaaventuraque

se les había presentado: su pelea con Gerión, el hombre de seis piernas. Podéisimaginar que sería una figura rarísima y temerosa.Quienmirara sus huellas en laarenaoenlanieve,creeríaquehabíansidotresbuenoscompañeroslosquehabíanpasadocaminando.Aloírsuspasosacortadistancia,nadamásrazonablequepensarqueseacercabanvariaspersonas.¡YerasolamenteelextrañoGerión,quecaminaba

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consusseispies!¡Seispiernasyuncuerpogigantesco!Desdeluego,seríaunmonstruodeaspecto

sorprendente.Y,amiguitos,¡quégastodepielparabotas!Cuandoelforasteroacabólanarracióndesusaventuras,mirólosatentosrostros

delasdoncellas.—Talvezhayáisoídohablardemíantesdeahora—dijomodestamente—.Me

llamoHércules.—Ya lo habíamos sospechado —replicaron—, porque la noticia de tus

maravillosashazañashacorridoportodoelmundo.AhorayanoesextrañoquevayasenbuscadelasmanzanasdeorodelasHespérides.Venid,hermanas,ycoronemosdefloresalhéroe.

Entoncespusieronhermosasguirnaldassobresuaugustacabezaysuspoderososhombros, demanera que la piel de león quedó casi enteramente cubierta de rosas.Cogieron laenormemazayentretejieronasualrededor losmásbrillantes, losmásdelicados,losmásolorososcapullos,sindejaraldescubiertonielanchodeundedodesuleñosomaterial;parecíaunenormeramodeflores.

Finalmente,secogierondelamanoydanzaronentornoaél,cantandopalabrasque, casi sinquererlo, eranpoesíay formabanunacomposicióncoral enhonordelilustreHércules.

YHérculessepusocontento,comolehubieraocurridoacualquierotrohéroe,alverqueaquellashermosasjóvenesyahabíanoídohablardelosvalerososhechosquetantotrabajolehabíacostadollevaracabo,ycontantopeligro;peronoestabaaúnsatisfecho.Nopodíacreerquesusaccionesmerecierantantohonor,mientrasquedasealgunaaventuratemerariaodifícildeemprender.

—Queridas doncellas—dijo, cuando se detuvieron para tomar aliento—, ahoraqueyasabéisminombre,¿mediréiscómopuedollegaraljardíndelasHespérides?

—¡Ah!¿Tevastanpronto?—exclamaron—.Tú,quehashechotantasmaravillasyquehasllevadounavidatantrabajosa,¿nopuedespermitirteundescansoalaorilladeestemansorío?

Hérculesmoviólacabeza.—Tengoqueirmeahoramismo—dijo.—Entonces te indicaremos el camino lo mejor que podamos —replicaron las

jóvenes—.Tienesque ira laorilladelmar,encontraralViejoyobligarleadecirtedóndeseencuentranlasmanzanasdeoro.

—¡ElViejo!—repitióHérculesriéndosedeesenombre—.¿YquiéneselViejo?—¿Quién ha de ser? ¡El Viejo del Mar!—contestó una de las muchachas—.

Tiene cincuenta hijas y hay quien dice que son muy hermosas; pero no nos haparecidobienrelacionarnosconellas,porquetienenelpelodecolorverdemarysucuerpoacabaencola,comoeldelospeces.TienesquehablarconeseViejodelMar.

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Siempreestácruzandomares.LosabetododeljardíndelasHespérides,porqueestáenunaislaqueélsuelevisitar.

HérculespreguntóentoncesdóndesepodríaencontrarmásfácilmentealViejoy,cuandolasjóveneslehubieroninformado,lesdiolasgraciasportodassusbondades—porelpanylasuvasquelehabíanofrecido,lasfloresexquisitasconquelehabíancoronado y los cánticos y danzas con que le habían honrado— y, sobre todo, porhaberleindicadoelcamino;acontinuaciónsepusoenmarcha.

Pero,antesdequesehubieraalejadomucho,lollamóunadelasdoncellas.—¡AgarrabienfuertealViejocuandolocojas!—legritó,sonriendoylevantando

undedoparadarmás fuerzaa la recomendación—.Yno teasombresdenadaquepuedaocurrir.Sujétalobien,yéltediráloquedeseassaber.

Hércules dio las gracias de nuevo y siguió su camino, mientras las jóvenesvolvíanasuagradable tareadetrenzarguirnaldasdeflores.Siguieronhablandodelhéroemuchodespuésdequeestesealejara.

—Tenemos que coronarle con nuestras más hermosas guirnaldas —dijeron—cuandovuelva por aquí con las tresmanzanas de oro, después de habermatado aldragóndelasciencabezas.

Mientrastanto,Hérculesseguíaavanzando,salvandomontesyvallesycruzandobosquessolitarios.Avecesalzabasumaza,yaldescargarelgolpehacíaastillasunpoderosoroble.Tenía la imaginación tanpobladapor losgigantesymonstruosquehabíapasadolavidacombatiendo,quealomejortomabaalrobustoárbolporunodeellos. Tan ansioso estabaHércules de dar cima a la empresa acometida que sentíahaberperdidotantotiempoconlasdoncellas,malgastandoalientoenelrelatodesusaventuras.Estosiemprelesocurrealaspersonasdestinadasallevaracabograndescosas.Loqueyahanhecholesparecequenovalenada,yloquesetraenentremanoslesparecedignodededicarleesfuerzos,correrpeligroseinclusoarriesgarlavida.

Laspersonasquepasabanporelbosqueseasustabanalverloderribarlosárbolesconsugranmaza.Deunsologolpeserajabaeltronco,comoheridoporunrayo,ylasramasgruesascaíancrujiendoytronchándose.

Apresurandolamarcha,sinentretenersenimirarhaciaatrás,notardóenoíralolejoselrugidodelmar.Estolehizoaumentarlavelocidadaúnmás,yprontollegóaunaplayadonde lasolas,muygrandes,sedeshacíansobre laarenadura, formandouna larga fajade espumablanca como lanieve.Sin embargo, enunextremode laplayahabíaunsitioagradable,dondeunoscuantosarbustosverdestrepabansobreunpeñasco, volviendo su superficie de roca blanda y bella. Una alfombra de hierbaverde profusamente mezclada con trébol oloroso cubría el estrecho espaciocomprendidoentrelabasedelpeñascoyelmar.¿YquédivisóHérculesallí?Puesaunhombreviejo,profundamentedormido.

Pero ¿era real y verdaderamente un hombre viejo? A primera vista lo parecía

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pero,despuésdeunexamendetenido,semejabamásbienalgunaespeciedecriaturamarina.Suspiernasybrazos teníanescamascomolospeces; tenía lasmanosy lospiesmembranosos,comolospatos,ysuluengabarba,detinteverdoso,másparecíaunpuñadodealgasqueunabarbaordinaria.¿Nohabéisvistonuncaunleñoquehasidoazotadopor lasolasmucho tiempoysehacubiertoenteramentedeconchasyalgas, y que al fin, cuando se saca a tierra, parece provenir de losmás profundossenos delmar?Bueno; pues a aquel hombre anciano lo habríais tomado nimás nimenos que por un leño así. Pero Hércules, en cuanto puso los ojos sobre aquellaextrañafigura,seconvenciódequenopodíasermásqueelViejo,elquehabíadeindicarlesucamino.

Sí:eraelmismísimoViejodelMar,dequienlehabíanhabladolashospitalariasjovencitas.Dandogracias a suestrellapor labuena suertedeencontrarlodormido,Hérculesfuehaciaéldepuntillasylocogiódeunbrazoydeunapierna.

—Dime—exclamó,antesdequeelViejoestuvieradespabiladodeltodo—,¿pordóndesevaaljardíndelasHespérides?

Comofácilmentepodréissuponer,elViejodelMarsedespertóasustado.PerosuasombroapenasfuemayorqueelquetuvoHérculesunmomentodespués.Porque,depronto,parecióqueelViejoseledeshacíaentrelosdedos,yensulugarseencontrósujetando a un ciervo por una pata trasera y otra delantera. Pero siguió apretando.Entoncesdesaparecióelciervo,yensulugaraparecióunaavemarinaquechillabayaleteaba,mientras él le apretabaun alayunapata.Pero el avenopudoescaparse.Inmediatamente después surgió un horroroso perro de tres cabezas que le gruñó yladró,mordiendoconfierezalasmanosquelosujetaban.PeroHérculesnolosoltó.Alcabodeunminuto,envezdelperrodelastrescabezasapareciónadamenosqueGerión, el hombre-monstruo de las seis piernas, y le daba puntapiés con cinco deellasparaintentarliberarlaotra.PeroHérculessiguiósujetandofuerte.Almomentoya no estaba Gerión, sino una serpiente inmensa, como aquellas que habíaestrangulado en su niñez, solo que cien vecesmás grande; se retorció y se enlazóalrededor del cuello y del cuerpo del héroe, sacudió su cola erguida y abrió susespantosas faucescomoparadevorarlodeunbocado.Elespectáculoerade lomásterrible.PeroHérculesnosedesanimóenmodoalgunoyestrujólagrandísimasierpecontantafuerzaquelahizosilbardedolor.

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HabéisdesaberqueelViejodelMar,aunquegeneralmenteseparecíamuchísimoal mascarón de proa de un barco azotado por las olas, tenía el poder de tomarcualquier forma que se le antojase. Cuando se vio tan fuertemente sujeto porHércules, tuvo la esperanza de causarle tanto asombro y tanto terror con sustransformacionesmágicasque acabaría soltándolo.SiHérculeshubiera aflojadounpoco, el Viejo habría ido a hundirse en el fondo delmar, de donde no se hubieramolestadoensalirparacontestarpreguntasimpertinentes.Supongoyoquenoventaynueve personas de cada cien se habrían asustado hasta perder la cabeza con laprimeradesushorriblestransformaciones,yhabríanechadoacorrer.Porqueunadelascosasmásdifícilesenestemundoescomprenderladiferenciaquehayentrelospeligrosrealesylosimaginarios.

Pero,comoHérculeslosujetabatantercamenteynohacíasinoestrujarlomásacadacambiodeforma,haciéndole,enrealidad,bastantedaño,acabóporpensarquelo mejor sería reaparecer en su propia figura. Y, así, de nuevo se mostró aquelpersonajequeparecíaunpezescamoso,conmembranasenpiesymanosyconunaespeciedemechóndealgasenlabarba.

—Hazelfavordedecirmequéquieresdemí—exclamóelViejoencuantopudotomar aliento, porque cambiar tantasvecesde apariencia era tareamuy fatigosa—.¿Porquémeaprietastanfuerte?Déjameahoramismoomeharáspensarqueeresunapersonasumamenteincivil.

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—¡Me llamoHércules—dijo con voz bronca el poderoso forastero—, y no tesoltaré si no me dices cuál es el camino más derecho para ir al jardín de lasHespérides!

CuandoelViejooyóquiéneraelquelohabíasujetadodetalmanera,comprendióalinstantequenoteníaotroremedioquedecirletodoloquenecesitabasaber.TenedpresentequeelViejoerahabitantedelmarycorreteabaportodaspartes,comotodala gente marina. Desde luego, había oído hablar muchas veces de la fama deHércules,delashazañasmaravillosasquerealizabaacadapasoydelodecididoqueestaba siemprea llevara términocualquiercosaqueemprendiera.Por tanto,yanohizomásesfuerzosporescapar,yledijoalhéroecómopodíaencontrareljardíndelasHespérides,yleadvirtió,además,delasmuchasdificultadesquehabríadevencerantesdellegaraél.

—Tienesqueirporaquíyporallá—dijoelViejodelMardespuésdemarcarlosrumbos—hastaquelleguesalavistadeungigantemuyaltoquesostieneloscielossobresushombros.Yelgigante,siestádebuenhumor,tediráexactamentedóndeseencuentraeljardíndelasHespérides.

—Y si por casualidad el gigante no está de buen humor —observó Hérculesbalanceandosumazaenlapuntadeundedo—esmuyposiblequeyoencuentrelamaneradeconvencerlo.

DandolasgraciasalViejodelMarypidiéndoleperdónporhaberleestrujadotanrudamente, nuestro héroe emprendió de nuevo lamarcha. Le ocurrieronmuchas yextrañas aventuras, que valdríamuy bien la pena que las escucharais si yo tuvieratiempodenarrarlastandetalladamentecomomerecen.

Fueenesteviaje,sinomeequivoco,dondeencontróaaquelprodigiosogigante,dispuestoporlaNaturalezadetanadmirablemaneraquecadavezquecaíaytocabala tierra se hacía diez veces más fuerte que antes de caer. Se llamaba Anteo.Comprenderéisfácilmentequeeracosamuydifícilpelearconél,pues,encuantoselederribabadeungolpe, se levantabadenuevomás fuerte,más fiero,másdiestroparamanejarsusarmas,quesielenemigolohubieradejadoenpaz.Así,cuantomásfuerte golpeaba Hércules al gigante con su maza, más lejos parecía alcanzar lavictoria.Yohediscutidoalgunasvecesconpersonasasí,peronuncamehepeleadoconninguna.El únicomedioque encontróHérculesparaponer fin al combate fuelevantaraAnteososteniéndoleconlospiesseparadosdelsueloyestrujarlo,estrujarloyestrujarlohastasacartodalaresistenciadesuenormecuerpo.

Terminadoesteasunto,prosiguióHérculessuviajeyllegóatierrasdeEgipto,endondelotomaronpreso;ylehabríanquitadolavidadenohabermatadoalreydelpaís,loquelepermitióescapar.CruzóluegolosdesiertosdeÁfricay,marchandolomásdeprisaquepudo,llegóporfinalaorilladelgranocéano.Yallí,amenosquepudieraandarsobre lascrestasde lasolas,parecióquesuviaje teníaquedarsepor

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concluido.Nadahabíadelantedeél:soloelocéanoespumeante,impetuosoeinmenso;pero

de pronto, al mirar al horizonte, vio a mucha distancia algo que no se veía unmomentoantes.Relucíacongranbrillo,casicomoelredondoydoradodiscodelsolcuando se alza o se pone tras el confín del mundo. Se iba acercando de formaevidente, porque a cadamomento aquel objetomaravilloso se hacíamás grande ymásbrillante.Alcaboseacercó tantoqueHérculesreconocióqueerauna inmensacopaotazóndeorodebroncepulido.Cómoflotabasobreelmarescosaqueyonoséexplicaros;detodosmodos,allíestababalanceándosesobrelasolastumultuosasquelamecíanaunladoyaotrolevantandosuscrestasespumeantescontralasparedes,perosinquelaespumapasaranuncaporencimadelborde.

«He vistomuchos gigantes enmi vida—pensóHércules—, pero ninguno queparabebernecesitarasemejantecopa».

Y,enverdad, ¡vayaunacopahubierasido!Era tangrande…tangrande…¡Measusta deciros lo inmensamente grande que era! Para compararla con algo, os diréque era diez vecesmayor que una gran piedra demolino y, siendo toda demetal,flotabasobreelmarembravecidomásligeraqueunacáscaradenuezenlasaguasdeunarroyo.Lasolaslaempujaronhastaquerozólaorilla,acortadistanciadelsitioendondeestabaHércules.

Tan pronto como sucedió esto, comprendió el héroe lo que tenía que hacer: lehabíanocurridotantasaventurasnotablesquesabíaperfectísimamentecómohabíadecomportarsecuandosucedieraalgoqueseapartabadeloacostumbrado.EstabaclarocomolaluzdeldíaqueaquellacopamaravillosahabíasidoenviadaalmarporalgúnpoderocultoyguiadahastaallíafindellevaraHérculesatravésdelasolas,ensuruta hacia el jardín de las Hespérides. Así pues, sin perder unmomento saltó porencimadelbordeysedeslizóhastaelfondo,endonde,extendiendosupieldeleón,sedispusoareposarunrato.Hastaentoncescasinohabíadescansadodesdequesedespidiódelasjovencitasalaorilladelrío.Lasolasseestrellaban,conagradableymetálicosonido,contralasuperficiedelacóncavacopa;labamboleabanligeramentedeunladoaotro,yelmovimientoeratansuavequeHércules,suavementemecido,cayóprontoenunsueñodelicioso.

Llevaba ya mucho tiempo durmiendo, probablemente, cuando la copa tropezócontraunarocay,deestemodo,resonóyrepercutióatravésdesusustanciadeoroobronce,cienvecesmásfuerteque lamayorcampanade iglesiaquehayáisoído.ElruidodespertóaHércules,queinmediatamenteselevantóyexaminóellugarenquesehallaba.Notardómuchoendarsecuentadequelacopahabíaflotadoatravésdegranpartedelmaryestabaacercándosealacostadeloqueleparecióserunaisla.Y,enaquellaisla,¿quécreéisquevio?

No, no lograréis jamás adivinarlo, aunque lo intentéis cincuenta mil veces.

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Indudablemente aquel fue el más admirable espectáculo de cuantos había vistoHérculesentodoelcursodesusmaravillososviajesyaventuras.Eraunamaravillamásgrandeque laHidrade lasnuevecabezas,queseduplicabanamedidaque lasibancortando;másgrandequeAnteo;másgrandequetodoloquehayapodidovernadieantesodespuésde los tiemposdeHérculesyquecualquiercosaquepuedanverlosviajerosdelostiemposfuturos.¡Eraungigante!

Pero ¡qué gigante más intolerablemente enorme! Un gigante alto como unamontaña,tangrandequelasnubesrodeabansutallecomouncinturónypendíandesus mejillas como una barba blanca. Volaban además por delante de sus ojosinmensos,porloquenoledejabanveraHérculesnilacopadeoroenqueviajaba.Ylomásmaravillosoeraqueelgiganteteníalevantadassusgrandesmanosyparecíasostenerelcielo,quesegúnpudoentreverHérculesatravésdelasnubes,seapoyabasobresucabeza.Realmente,estopareceexcesivoeincreíble.

Mientrastanto,laresplandecientecopaseguíaflotandoyavanzandohastatocarlaorilla.EnaquelmomentolabrisabarriólasnubesqueocultabanlacaradelgiganteyHércules contempló sus enormes facciones: ojos que parecían lagos, nariz de unkilómetrodelargoybocadeigualanchura.Consuinmensotamañoteníaunaspectoterrible, perodesconsoladoy fatigado, comoel que se aprecia enmuchaspersonasobligadasasobrellevarcargasexcesivasparasusfuerzas.Loqueeraelcieloparaelgigantesonlaspreocupacionesde laTierrapara losquesedejanaplastarporellas.

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¡Cuántas veces acometen los hombres más de lo que permiten sus facultades,encontrandoasísuperdición,comoalpobregigantelehabíaocurrido!

¡Pobrehombre!Evidentementellevabaallímuchísimotiempo.Unaselvaespesahabía crecido y envejecido alrededor de sus pies, y encinas de seis o siete sigloshabíanbrotadoyarraigadoentresusdedos.

Elgigantemiróentonceshaciaabajodesdelaremotaalturadesusenormesojosy, al ver a Hércules, gritó con voz que parecía un trueno salido de la nube queacababadequitarsededelantedelacara:

—¿Quiénandaahíentremispies?¿Dedóndevienesenesatacita?—¡SoyHércules!—gritóelhéroeconvozcasitanfuertecomoladelgigante—.

VoyenbuscadeljardíndelasHespérides.—¡Oh! ¡Oh!—rugióelgigante enunaccesode risa inmenso—.Síqueesuna

aventuraprudente.—¿Yporquéno?—exclamóHércules,algomolestoporlahilaridaddelgigante

—.¿Piensasquetengomiedoaldragóndelasciencabezas?Mientrasestabanhablando,sejuntaronunascuantasnubesnegrasalrededordela

cintura del gigante y estalló una tormenta de truenos y relámpagos, causando talestrépito que Hércules no pudo entender ni palabra. Solo se veían las piernasinmensasdelgigantebajolanegruradelatempestad,ydecuandoencuandoaparecíamomentáneamente su figura entera envuelta en la niebla. Parecía estar hablando lamayorpartedel tiempo;perosuenorme,profundayroncavozseconfundíaconelretumbardelostruenosyseesparcía,comoellos,sobrelasmontañas.Deestemodo,hablando sin ton ni son, el aturdido gigante malgastó inútilmente una cantidadincalculabledealiento,pueseltruenohablabatanaltocomoél.

Alfincesólatempestadtansúbitamentecomohabíaempezado.Denuevopudoverseelcieloserenoyalgigantefatigadososteniéndolo,ylosrayosdelsolsobresucolosal altura, iluminándolo y destacándolo sobre el fondo negro de las nubestempestuosasyalejanas.Sucabezahabíaquedadotanporencimadelchaparrónqueniunsolocabelloselehabíamojadoconlalluvia.

CuandoelgigantepudoveraHércules,enpietodavíaalaorilladelmar,legritódenuevo:

—Soy Atlas, el gigante más fuerte del mundo, y sostengo el cielo sobre micabeza.

—Yaloveo—contestóHércules—.¿Puedesenseñarmeelcaminodel jardíndelasHespérides?

—¿Québuscasallí?—preguntóelgigante.—Quierotresmanzanasdeoro—gritóHércules—paramiprimo,elrey.—Nadiemásqueyo—afirmóelgigante—puedeiraljardíndelasHespéridesy

cogerlasmanzanasdeoro.Sinofueraporesteencarguitodesostenerelcielo,daría

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mediadocenadezancadasporelmarytelastraería.—Eresmuyamable—replicóHércules—.¿Ynopuedesdejarelcieloapoyado

sobreunamontaña?—Nohayningunaquetengalaalturasuficiente—dijoAtlasmoviendolacabeza

—;pero,sitepusierasenlacimadeesaqueestámáscerca,tucabezaquedaríacasialaalturadelamía.Parecesunmuchachoforzudo.¿Porquénotomasmicargasobretushombros,mientrasyohagoeserecadoporti?

Hércules, como recordaréis, era un hombre notablemente vigoroso; y, aunquesostener el cielo requiere una gran fuerzamuscular, si había algúnmortal a quienpudieratenersecapazdesemejantehazaña,eraél.Sinembargo,aquelloparecíatandifícilquevacilóporprimeravezensuvida.

—¿Pesamuchoelcielo?—preguntó.—¡Bah! No gran cosa, al principio —respondió el gigante encogiendo los

hombros—;peroalcabodeunmillardeañossehaceunpoquitopesado.—¿Y cuánto tiempo tardarás en traerme las manzanas de oro? —preguntó el

héroe.—¡Oh! Es cosa de un momento —exclamó Atlas—; recorreré doce o quince

leguasdecadapaso,eiréyvolveréantesdequeempiecenadolerteloshombros.—Entonces,bueno—respondióHércules—.Subiréalamontañaquehaydetrás

detiytelibrarédetucarga.La verdad es que Hércules eramuy compasivo y consideró que haría un gran

favor al gigante dándole aquella oportunidad de hacer una escapatoria. Además,pensóque, siconseguíasostenerelcielo,alcanzaríamásgloriaqueconhazaña tancorriente como vencer a un dragón de cien cabezas. Así pues, sin decir palabra,HérculeslevantóelcielodelasespaldasdeAtlasylopusosobrelassuyas.

Cuando se cerró el trueque sin novedad, lo primero que hizo el gigante fuedesperezarse, y os podéis imaginar qué prodigioso espectáculo sería. Primero, conmuchocuidado, sacóunpiede la selvaquehabíacrecidoa sualrededor; luego,elotro.Después,depronto,comenzóabrincar,asaltaryabailardealegríaporverselibre.Selanzabaalaire,nosesabehastaquéaltura,y,aldardenuevoenelsuelo,eratan grande el golpe que toda la Tierra temblaba. Después se echó a reír con talestruendoquesucarcajadarepercutiódemontañaenmontaña,cercaylejos,comosielgiganteyellasfueranhermanosqueseregocijaran.Cuandosecalmóunpocosualegría, echó a andarpor elmar; al primerpaso avanzódiez leguas, con el agua amediapierna;diezleguasdelsegundo,conelaguaalasrodillas,yotrasdiezleguasconeltercero,ibasumergidohastacercadelacintura.

Hérculesmirabacómoibaavanzandoelgigante.Realmenteeraextraordinarioveraquella inmensa forma humana a más de treinta leguas, medio sumergida en elocéano,consumitadsuperiortanalta,brumosayazuladacomounamontañalejana.

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Por fin la forma gigantesca se perdió enteramente de vista y entoncesHércules sepusoaconsiderarquéharíaenelcasodequeAtlasseahogaraenelmarolomataraadentelladaseldragóndelasciencabezasqueguardabalasmanzanasdeorodeljardíndelasHespérides.Siocurríataldesgracia,¿cómopodríallegaradesembarazarsedelcielo?Porque,entreparéntesis,yaempezabasupesoaserunpocomolestoparasucabezaysushombros.

«Compadezcoalpobregigante—pensóHércules—.Sielcielomepesatantoendiezminutos,¡cuántonolehabrápesadoaélenmilaños!».

¡Oh, hijitos…!No tenéis idea de lo que pesaba ese cielo azul que tan aéreo ytenue parece cuando lo miramos. Y hay que tener en cuenta, además, el vientoimpetuoso,lasfríasyhúmedasnubesyelsolabrasador,todolocualcontribuíaaqueHércules se encontrara incómodo. Comenzó a temer que el gigante no volvieranunca.Miróatentamenteelmundoque teníadebajoy reconocióque seeramuchomásfelizsiendopastoralairedeunamontañaqueestandoensucumbrevertiginosay sosteniendo el firmamento con cuerpo y alma. Porque, como comprenderéis,Hérculesteníasobresuconcienciaunaresponsabilidadtaninmensacomoelpesoquellevabasobrelacabezayloshombros;pues,comosemovieraél,elcielosemoveríatambién,ypodríaocurrirqueelsolsesalieradesusitiooque,despuésdeanochecer,lohicieranlasestrellasycayerancomolluviadefuegosobrelacabezadelagente.Y¡quévergüenzaparaelhéroesi,pornoaguantarfirmementeelpeso,crujíaelcieloyserajabadepuntaapunta!

Nosécuántotiempotranscurrióhastaque,conalegríaindecible,viodenuevolainmensaformadelgigante,comounanube,enelremotolímitedelmar.CuandoseacercóAtlas alzó lamanoyHérculespudodistinguir tresmagníficasmanzanasdeoro,grandescomocalabazas,pendientesdeunarama.

—Me alegro de volver a verte —gritó Hércules cuando el gigante estuvosuficientementecercaparaoírle—.¿Demodoquetraeslasmanzanasdeoro?

—Claro,claro—respondióAtlas—.¡Yquéhermosasson!Hecogidolasmejoresquehabíaenelárbol;puedesestar seguro,yeldragónde lasciencabezasescosadignadeverse.Alfinalmástehabríavalidoirtúmismoabuscarlas.

—No tepreocupes—replicóHércules—.Hashechounaexcursiónagradableyhasarregladoelasuntotanbiencomohubierapodidohacerloyo.Tedoylasgraciasmuydeverasporeltrabajoquetehastomado.Yahora,comodeboirlejosytengoprisa, porque el rey, mi primo, está impaciente por recibir las manzanas de oro,¿tendrás la amabilidad de volver a coger el cielo quitándolo de encima de mishombros?

—Eneso—dijoelgigantetirandoalairelasmanzanasaveinteleguasdealturaoalgoasíycogiéndolascuandocaían—,enesomeparece,mibuenamigo,queerespoco razonable. ¿Nopodría llevaryo lasmanzanasdeoroal rey, tuprimo,mucho

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másdeprisaquetú?Yaquesumajestadtienetantoafánporrecibirlas,yoteprometodarlaszancadasmáslargasquepueda.Además,nomeapetececargarahoramismoconelcielootravez.

AloírestoHérculesse impacientóehizoungranmovimientodehombros.Eraduranteelcrepúsculo,yhabríaispodidovercaerdesusitiodosotresestrellas.Todoel mundo, en la Tierra, miró hacia arriba asustado, pensando que el cielo caeríainmediatamentedespués.

—¿Qué es esto? —gritó el gigante Atlas riendo estrepitosamente—. En losúltimos cinco siglos no he dejado yo caer tantas estrellas.Cuando lleves ahí tantotiempocomoyo,aprenderásatenercalma.

—¡Cómo!—gritó Hércules enfurecido—. ¿Te propones hacerme sostener estacargatodalavida?

—Esoloveremosundíadeestos—respondióelgigante—.Y,entodocaso,nodebes quejarte si tienes que aguantarla cien años omil.Muchomás tiempo la hesostenidoyo,apesardeldolordeespalda.Sideaquíamilañosmedalahumorada,puede que venga a relevarte. Eres un hombre muy fuerte, y nunca tendrás mejorocasióndedemostrarlo.Laposteridadhablarádeti,teloaseguro.

—¡Me importa un rábano que hable o no hable!—exclamóHércules con otrasacudidadehombros—.Sostén el cieloun instante con la cabeza, ¿quieres?Voyahacermeunaalmohadillaconmipieldeleónparaapoyarelpesoencima.Laverdadesquemeestádespellejando,ymecausaríaunamolestiainnecesariaentantossigloscomohedeestaraquí.

—Esosíloharé—dijoelgigante,quenoqueríamalaHérculesy,siseportabade tal manera, lo hacía solo por buscar, con demasiado egoísmo, su propiaconveniencia—.Estoy dispuesto a sostener otra vez el cielo, cincominutos justos;perocincominutosnadamás,acuérdatebien.Notengoganasdepasarotrosmilañoscomoestosúltimos.Lavariedadeslasaldelavida.

¡Ah,quétorpeeraaquelgigante!EchóarodarlasáureasmanzanasyrecibióotravezelcielodelacabezaylasespaldasdeHérculessobrelassuyas,queeranlasquedebían sostenerlo. Hércules recogió las tres manzanas de oro, grandes comocalabazasomás,ysefuesinprestarlamenoratenciónalasdesaforadasvocesquedabaelgigantegritándolequevolviera.Alrededordesuspiescrecióunanuevaselva,y sehizovieja allí, y otra vezpudieronverse roblesde cincoo seis siglos, que sehabíanhechoañicosentresusenormesdedos.

Allíestáaúnelgigante,yporlomenosallíhayunamontañatanaltacomoélyquellevasunombre.Y,cuandoeltruenoretumbaenlacima,podemosimaginarqueeslavozdelgiganteAtlas,quellamaaHérculesenvano.

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AlcalordelhogardeTanglewood

Despuésdelcuento

—Primo Eustace —preguntó Arándano, que durante todo el cuento había estadosentado a los pies del narrador con la boca abierta—, ¿qué altura exacta tenía elgigante?

—¡Oh,Arándano,Arándano!—exclamó el estudiante—. ¿Crees que estaba yoallíconlavaraenlamanoparatomarlelasmedidas?Enfin,siquieressaberlo,pocomásomenos,supongoquedebíatenerdecincomilaveinticuatromilmetrosdealto,y que habría podido sentarse en los montes Taconic y tenerMonumentMountaincomoreposapiés.

—¡Diosmío!—dijoelniñoconungruñidodesatisfacción—.¡Esoessergigantedeveras!¿Ycómodelargoteníaeldedomeñique?

—Desdeestacasaallago—dijoEustace.—¡Esoessergigantedeveras!—repitióArándano,extasiadoantelaprecisiónde

lasmedidas—.¿YquéanchurateníanloshombrosdeHércules?—Esonohepodidoaveriguarlonunca—respondióelestudiante—.Perosupongo

que debían de ser un pocomás anchos que los míos o que los de tu padre, y engeneralunpocomásquelosdecualquierhombredeahora.

—Megustaría—murmuróArándano,acercandosuslabiosaloídodelestudiante—queme dijeras qué tamaño tenían las encinas que brotaron entre los dedos delgigante.

—Erantangrandes—dijoEustace—comoelcastañoquehaydelantedelacasadelcapitánSmith.

—Eustace—observóelseñorPringle,despuésdeunmomentodemeditación—,meesimposibleexpresarsobreestecuentounaopiniónquehalaguetuamorpropiodeautor.Teaconsejoquenovuelvasameterteconlosmitosclásicos.Tuimaginaciónes completamente gótica, e inevitablemente dará un carácter gótico a todo lo quetoques.Lo cual es de tanmal efecto como embadurnar con pintura una estatua demármol. ¡Ese gigante! ¿Cómo te has atrevido a intercalar esa masa inmensa ydesproporcionadaentreloscorrectosperfilesdelafábulagriega,quetiendeareducirydominarloextravaganteafuerzadeelegancia?

—He descrito al gigante como me ha parecido —respondió Eustace un pocomolesto—,ysiusted,señor,quieretomarselamolestiadeponersuentendimientoaniveldeesasfábulas,comoesimprescindiblesihademodelarlasdenuevo,verá,sinduda,queungriegoantiguonoteníamásderechosobreellasqueunyanquimoderno.

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Son propiedad común delmundo y de todos los tiempos. Los antiguos poetas lasmoldearon a su gusto y tomaron forma entre sus manos con una plasticidadmaravillosa.¿Porquénohandetenerformatambiénentrelasmías?

ElseñorPringlenopudocontenerunasonrisa.—Y además —continuó Eustace—, en el momento en que pone usted en un

molde clásico cierto pálpito del corazón, cierta pasión o afecto, cierta moralidaddivinaohumana,loconvierteenalgocompletamentedistintodeloqueeraantes.Miopiniónesquelosgriegos,altomarposesióndeestasleyendas,queeranpatrimonioinmemorialdelahumanidad,ydarlesunaformadebellezaindestructible,escierto,perofríaysincorazón,hanhechoatodoslossiglossiguientesundañoirreparable.

—Quetú,sinduda,hasnacidopararemediar—dijoelseñorPringleechándoseareír—.Estábien;sigue,sigue,perosiguetambiénmiconsejoynoimprimasnuncaninguna de tus historias enmascaradas. Y, para tu próximo esfuerzo, ¿por qué nointentasrenovaralgunadelasleyendasdeApolo?

—¡Ah,señormío!Meloproponeustedcomosifueraalgoimposible—observóelestudiantedespuésdeunmomentodereflexión—.Yadecirverdad,asimplevista,la idea de un Apolo gótico parece un tanto descabellada; pero aprovecharé laindicación,ynodesesperodehaceralgoquevalgalapena.

En el curso de la discusión precedente, los niños, que no entendieron nada, sehabían ido quedando dormidos, y ahora los mandaron a la cama. Se oían susvocecillas soñolientasmientras iban subiendo la escalera y un viento del noroesterugía ásperamente entre las copas de los árboles y cantaba antífonas en torno a lacasa. EustaceBright se volvió al despacho e intentó de nuevo forjar unos cuantosversosperosequedódormidoentredosrimas.

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Elcántaromilagroso

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Laladeradelacolina

Introduccióna«Elcántaromilagroso»

¿Dóndeycómocreéisquevolvemosaencontraralosniños?Noyaeninvierno,sinoenelalegremesdemayo.NoyaenelcuartodejugardeTanglewood,nijuntoalalumbre, sino amedia ladera de una enorme colina, omás bienmontaña, pues casipodemosatrevernosallamarlaasí.Habíansalidodecasaconelvalerosopropósitodesubir esta alta colina hasta la Cumbre Pelada. Claro que no era tan alta como elChimborazooelMontBlanc.Detodosmodos,eramásaltaquemilesdecolladosoquemillonesdetoperas.Y,sipensamosenloscortospasosdelosniñospequeños,selapodíaconsiderarunamontañaverdaderamenterespetable.

¿IbaconelloselprimoEustace?Deesopodéisestarseguros;porque,denoserasí,¿cómoibael libroaadelantarunsolopaso?Estabaahoraensusvacacionesdeprimaverayteníamásomenoselmismoaspectoquecuandolevimoshacecuatroocincomeses,soloque,siselemirabamuydecerca,sepodíaadvertirsobreellabiosuperior un asomo de bigote muy cómico. Dejando aparte esta señal de maduravirilidad, pueden seguir considerando a Eustace tan chiquillo como cuando loconocieronporvezprimera.Seguíatanalegre,tandivertido,tandebuenhumor,tanligerodepiesydeingeniocomoantes,ycontinuabasiendoelfavoritodelosniñoscomo lo había sido siempre. Esta expedición a la montaña había sido idea suya.Durantetodoelcaminocuestaarribahabíaidoanimandoalosmayoresconsualegrevoz; y cuando los pequeños se cansaban, los llevaba a cuestas por turno. De estemodohabíanpasadoyaloshuertosylospradosdelapartebajadelacolina,yhabíanllegadoalbosquequetrepahacialaCumbrePelada.

Elmes demayohabía sido esta vezmejor que de costumbre, y era el díamásagradable que pudiera desear un corazón de hombre o de niño.Monte arriba, losniños iban encontrando infinidad de violetas azules, blancas y algunas tan doradascomo si las hubiese tocado el mismo Midas. Las margaritas blancas cubrían laspraderas.En la lindedelbosquehabíacampanillas rojopálido, tanmodestasqueatodacostaqueríanescondersedelsol,geraniossilvestresylasmilfloresblancasdelfresalsilvestre…

Pero no malgastemos nuestras valiosas páginas hablando tontamente de laprimavera y de sus flores. Hay algo, me parece, más interesante que tratar. Siobserváisalgrupodeniños,veréisqueestántodosreunidosentornoaEustace,que,sentadoenunárbolcaído,pareceestarapuntodeempezaruncuento.Elcasoesquelosmásjóvenesdelatropahanconsideradoquehaydemasiadospasosparamedirla

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altura de la colina y, por lo tanto, el primo Eustace ha decidido dejarlos en estemismo sitio, a mitad de camino, esperando que el grupo de mayores termine laascensiónyvuelvaabuscarlos.Y,comosequejanunpoco,porquenolesgustaquelosdejenatrás,lesreparteunascuantasmanzanasquesacadelbolsilloylesproponecontarlesuncuentomuybonito.Con locualvuelvenaalegrarsey transformar susmiradasofendidasenlamásradiantedelassonrisas.

Encuantoalcuento,yo,queestabaescondidodetrásdeunasmatas,lopudeoíryoslocontaréenlaspáginassiguientes.

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Elcántaromilagroso

Una tarde,haceyamucho tiempo,elancianoFilemónysumujer,Baucis, tambiénanciana,estabansentadosalapuertadesucabañagozandodelatranquilayhermosapuestadesol.Habíancenadofrugalmenteyqueríanpasarunaodoshorastranquilasantesdeacostarse.Hablabandesuhuerto,desuvaca,delasabejasydelaparraquetrepaba por la pared de la choza, y cuyos racimos empezaban ya a ponerse colorpúrpura.Perodelpueblocercano llegabanhastaellosgritosdeniñosy ladridosdeperros, que cada vez iban siendomás fuertes; tanto, que Filemón yBaucis apenaspodíanentenderse.

—Mujer—dijoFilemón—,meparece que algúnpobre viajero viene buscandohospitalidadyquenuestrosvecinos,envezdedarlealimentoyposada,hansoltadocontraéllosperros,comosuelenhacer.

—Sí—respondió Baucis—.Ya podían nuestros vecinos tener un pocomás debondad con sus semejantes y no educar a sus hijos con tan malos sentimientos,animándolosatirarpiedrasalosforasteros.

—Estosniñosnoharánnuncanadabueno—dijoFilemónmoviendolacabezayablanca—.Adecirverdad,esposamía,nomesorprenderáqueeldíamenospensadolesuceda algo terrible a toda la gente del pueblo, si no se enmienda. Pero tú y yo,mientraslaProvidencianosdéunpedazodepan,estaremosdispuestosacompartirloconcualquierpobreforasteroquelonecesite.

—Esverdad—dijoBaucis—.Asíloharemos.Estosdosviejoseranmuypobresyteníanquetrabajarmuchoparavivir.Filemón

cultivaba cuidadosamente su huerto,mientrasBaucis estaba siempre hilando en suruecaohaciendomantecayquesoconlalechedesuvaca,oarreglandolacasa.Sualimentoconsistíacasisiempreenpan,lecheyverduras,yalgunasvecesunpocodemieldesucolmenaounracimodeuvasde laparra.Peroerandospersonasde lasmejoresdelmundo,yconalegríasehabríanquedadoalgunavezsincomercontaldeno negar un pedazo de su pan moreno, una taza de leche recién ordeñada y unacucharadademielalcaminantecansadoquepasaseantesupuerta.Lesparecíaquetaleshuéspedesteníanunaespeciedesantidadyque,porlotanto,estabanobligadosatratarlosmejorqueasímismos.

Lacabañaestabaenunlugaraltoaalgunadistanciadelpueblo,queyacíaenunvallehondodemediokilómetrodeancho.Aquelvalle,entiempospasados,cuandoelmundoeranuevo,probablementehabíasidoellechodeunlago.Allíhabíanvividopeces y en las orillas habían crecido juncos; los árboles y las colinas habían visto

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reflejadasuimagenenelanchoypacíficoespejo.Pero,cuandolasaguasbajaron,loshombrescultivaronelsueloyedificaroncasassobreél;demodoqueeraunterrenofértil y no quedabanmás huellas del antiguo lago que un arroyo que iba haciendocurvasporenmediodelpuebloyofreciendoaguaa loshabitantes…Tanto tiempohacíaqueelvalle era terreno secoquehabíannacidoenél árboles,habíancrecidorobustos,sehabíanmuertodeviejosyhabíansidosustituidosporotrosqueyaerantan altosymajestuosos como losprimeros. Jamáshubovallemáshermosonimásfértil.Verúnicamente la abundanciaque lo rodeabahabría tenidoquevolver a sushabitantesbuenosycompasivos,dispuestosademostrarsugratitudalaProvidenciahaciendoelbienasussemejantes.

Pero, es tristedecirlo, losmoradoresdeaquelhermosovallenoerandignosdevivirenunlugaralquehabíasonreídoelcielocontalbenevolencia.Eranegoístasydurosdecorazón,noteníanlástimadelospobresnicompasiónconlosdesvalidos.Siles hubiese dicho alguien que todo ser humano tiene una deuda de amor con losdemáshombres,porqueeseeselúnicomododepagarelamorqueatodosnostienela Providencia, se habrían echado a reír. Trabajo os costará creer lo que voy acontaros.Aquellas gentesmalvadas enseñaban a sus hijos a ser peores que ellos yaplaudían, para animarlos, cuandoveían a los niños y niñas correr detrás de algúnforasteropobre,dandogritosytirándolepiedras.Criabanperrosgrandesyferocesy,

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cuandounviajero seatrevíaapasarpor lascallesdelpueblo,aquellosanimales loseguíanenseñandolosdientesyladrando.Luego,sipodían,lemordíanunapiernaolaropay,sielinfelizyaibaandrajosoantesdeentrarenelpueblo,cuandosalíadeéleraunapuralástima.Eraterribleparalospobrescaminantes,comopodréissuponer,especialmente cuando estaban enfermos o débiles, o eran cojos o viejos. Estosinfelices (si conocíanpreviamenteelmododeportarseque teníanaquellosniñosyaquellosperros)erancapacesde rodear leguasenteraspornovolverapasarporelpueblo.

Ylopeordetodoeraquecuandopasabaporallíalgúnviajeroquellevabacocheconbuenoscaballosysirvientesconricaslibreasacompañándolo,nohabíagentemásamable y obsequiosa que los habitantes de aquel pueblo. Se quitaban todos elsombrero y hacían profundas reverencias. Y, si los niños chillaban por tenercostumbredehacerlo, seganabanunbuenpellizco;y, siunsoloperro seatrevíaaladrar, suamo ledabaunapalizay loataba sindarledecenar; todo locualhabríaestado muy bien, de no haber sido porque demostraba que los aldeanos sepreocupabanmuchodeldineroquelosforasterospudieranllevarenelbolsillo,ynosepreocupabannadadelalmahumana,quelomismoviveenelmendigoqueenelpríncipe.

AhorapodéiscomprobarporquéelancianoFilemónysumujer,Baucis,hablabancontantatristezaaloírlosgritosyladridosquelesllegabandesdeelextremodelacalledelpueblo.

—Nuncaheoídoalosperrosladrarcontantafuria—observóelbuenanciano.—Nialoschiquillosgritartanto—respondiósumujer.Semiraban cabeceando, y el ruido se acercaba cada vezmás hasta que, al pie

mismodelmontículosobreelqueestabaedificadasucasita,vieronadoscaminantesqueseaproximaban.Losperros los seguíandecerca, ladrando.Unpocomásatrásvenían corriendo multitud de chiquillos que chillaban y tiraban piedras a los dosforasteros.Unaodosveces,elmásjovendelosdos(eradelgadoydeaspectomuyvivo) se volvió y golpeó a los perros con un bastón que llevaba en la mano. Sucompañero,queeramuyalto,andabadespacio,comosinosedignaserepararenloschiquillosnienlosperros.

Losdosviajerosibanpobrementevestidosyparecíannotenerdinerobastanteenelbolsilloparapagarelalojamientodeunanoche.Poreso,sinduda,losdelpueblohabíanpermitidoasushijosyasusperrosquelostratasentanmal.

—Vamos,mujer—dijoFilemón—,salgamosalencuentrodeesapobregente.Sindudalesfaltavalorparasubirhastaaquí.

—Andatú—dijolamujer—,mientrasyovoydentroyveosiencuentroalgoparadarlesdecomer.Unabuena tazade sopasde lechemepareceque les sentarámuybien.

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Diciendo esto, entró en la casa. Filemón, por su parte, se adelantó y alargó lamanoconairetanhospitalarioquecasinohacíafaltadecirloque,sinembargo,dijoconeltonomásamablequepodáisfiguraros.

—¡Bienvenidos,señoresforasteros,bienvenidos!

—Gracias—respondióelmásjovencontonojovial,apesardesucansancioysuincomodidad—.Esteesunrecibimientomuydistintodelquehemosencontradoenelpueblo.¿Cómovivesrodeadodevecinostanmalos?

—¡Ah! —observó Filemón con tranquila y bondadosa sonrisa—, creo que laProvidenciamehapuestoaquí,entreotrasrazones,paraquepuedadesagraviarosporlafaltadehospitalidaddemisvecinos.

—¡Biendicho,viejo!—exclamóelviajeroechándoseareír—.Y,adecirverdad,micompañeroyyonecesitamosdesagravios.Esoschiquillos,¡grandísimostunantes!,noshanpuestoperdidosdebarro,yunodelosperrosmeharasgadolacapa,queyaestaba la pobre bastante andrajosa. Pero le he dado en el hocico con el bastón.Imaginoquelohabréisoídoaullardesdeaquí.

Filemónsealegróalverlo tancontento.Enrealidad,nadiehabríadicho,porsurisueñoaspectoyporsusmodales,queveníacansadoportodounlargodíadeviaje,ni que estaba descorazonado por el mal trato recibido al final de la jornada. Ibavestidodeunmodomásbienextrañoytocadoconunaespeciedegorroconalasque

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sobresalíanaloslados.Aunqueeraunatardedeverano,llevabacapayseenvolvíaestrechamenteenella,quizáporquelaropaquellevabadebajoestabademasiadorota.A Filemón le sorprendió también la forma extraña de sus zapatos; pero estabaanocheciendoy,comoelancianoyateníalavistacansada,nopudoapreciarbienenqué consistía la rareza. Una cosa le intrigaba sobre todo: el viajero era tanextraordinariamenteligeroyactivoqueparecíacomosilospiesselelevantasendelsueloporsímismosytuviesequesujetarlosalafuerza.

—Enmijuventudteníayotambiénlospiesligeros—dijoFilemónalcaminante—,perorecuerdoquealllegarlanochesolíasentirlosunpococansados.

—No hay nada como un buen bastón para aligerar el camino —replicó elforastero—,yelmíoesexcelente,comopuedesver.

El bastón, en efecto, era el más extraño que Filemón había visto en su vida.Estaba hecho de madera de olivo y tenía en el puño como un par de alitas. Dosserpientes, talladas en lamadera, se retorcían alrededor del palo. Estaban tan bienesculpidas que al anciano Filemón (cuyos ojos, como ya he dicho, eran un pocodébiles)casileparecieronvivas.

—Curioso trabajo, en verdad—dijo—. ¡Un bastón con alas! No sería un malcaballitodepaloparaunniño.

Filemónysushuéspedesyahabíanllegadoalapuertadelacasa.—Amigos —dijo el viejo—, sentaos y descansad en este banco. Mi mujer,

Baucis,haidoaverquépuededarosdecomer.Somospobres,perovuestroestodoloquehayaenladespensa.

Elmás joven de los viajeros se tendió descuidadamente en el banco y dejó elbastón.Y sucedióunacosamaravillosa.Elbastónpareció levantarsedel sueloconmovimiento propio y, extendiendo su par de alas diminutas, fue medio volando,mediosaltando,aapoyarseenlapared.Allíseestuvoquieto,perolasserpientesseretorcían. Esto vio Filemón; pero yo creo que los ojos cansados le hacían vervisiones.

Antesdequepudiesenpreguntarnada,elviajerodemásedaddesviósuatencióndelbastóndiciendo:

—¿Nohabíaaquí,en tiemposmuyantiguos,un lagoquecubríael lugardondeahoraestálaaldea?

Lavozdelforasteroeraextraordinariamentegrave.—Noenestostiempos,amigo—respondióFilemón—,yesoque,comoves,soy

yaviejo.Siemprehubo,comoahora,losmismoscamposylasmismaspraderas,ylosárbolesviejos,yelarroyoquemurmuraenmediodelvalle.Nimipadrenielpadrede mi padre vieron cosa distinta, y sin duda todo seguirá igual cuando el viejoFilemónestéyamuertoyolvidado.

—Eso ya no se puede asegurar—observó el forastero, y en su voz había una

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severidadextraordinaria.Moviólacabeza,sacudiendoconelmovimientosucabellonegroyrizado—.Puestoqueloshabitantesdeestevallehanolvidadolosafectosysimpatías de su naturaleza, más valdría que el lago cayese de nuevo sobre susmoradas.

Elviajeroparecía tan serioqueFilemóncasi seasustó; además, al fruncir él elceño,elcrepúsculoparecióoscurecerdepronto,ycuandomoviólacabezasonóuntruenoenelaire.

Pero un momento después, el rostro del viajero volvió a ser tan amable ybondadosoqueelancianoolvidósuterrorcasiporcompleto.Sinembargo,nopudomenosdepensarqueaquelcaminantenoeraunservulgar,aunquefueravestidotanmodestamente y viajara a pie. No es que Filemón le tomase por algún príncipedisfrazadoninadaporelestilo;másbiencreyóqueseríaalgúnhombremuysabioqueandabaporelmundoconatavíotanpobredespreciandolariquezaylosbienesterrenos y buscando por todas partes algo que pudiese aumentar su sabiduría.Estaidea parecía más probable, porque, cuando Filemón levantó la vista para mirar elrostrodelviajero, leparecióvermáspensamientoenuna solamiradade las suyasquetodoelquehubiesepodidodarunavidaenteraconsagradaalestudio.

Mientras Baucis preparaba la comida, los viajeros empezaron a charlar conFilemón muy amablemente. El más joven era extraordinariamente locuaz y hacíaobservaciones tan agudas e ingeniosasqueel buenhombrenopodíapormenosdeecharseareír,ypensabaquenuncahabíaencontradopersonamásdivertida.

—Amigo —le preguntó, cuando ya fue tomando más confianza—, ¿cómo tellamas?

—Soy bastante vivo, como ves—respondió el viajero—; así puedes llamarmeAzogue;creoqueelnombrenomecaemal.

—¿Azogue?—repitióFilemón,mirandocaraacaraalviajero,porversiseestababurlandodeél—.Síqueesunnombreraro.Ytucompañero,¿tienetambiénunoporelestilo?

—Preguntaaltruenoytelodirá—respondióAzoguemisteriosamente—.Nohayvozbastantefuerteparapronunciarlo.

Estaobservación,fueseenseriooenbroma,habríaasustadountantoaFilemónsi al mirar al forastero de más edad no hubiese reparado en la expresiónextraordinariamentebondadosadesurostro.Sindudaeralafiguramásgrandiosaquehabíavistonunca.

Cuando hablaba, lo hacía con gravedad y de tal modo que Filemón se sentíairresistiblementeimpulsadoadecirletodoloqueteníaenelcorazón.Estoesloquelagentesientesiemprecuandoseencuentranconunapersonalosuficientementesabiayprudenteparacomprendertodoelbienyelmalynodespreciarnilounonilootro.

Pero Filemón, hombre sencillo y bondadoso, no tenía muchos secretos que

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descubrir. Habló a su manera de los acontecimientos de su vida pasada, en cuyotranscursonuncasehabíaalejadounacuantasleguasdeaquellugar.ComoBaucis,sumujer, había vivido desde su juventud en aquella casita, ganando el pan con sutrabajo honrado, los dos siempre pobres pero siempre contentos. Dijo que eranexcelenteselquesoylamantecaquehacíaBaucis,ymuysabrosaslasverdurasquecultivabaélenelhuerto.Tambiéndijoque,por lomuchoquesequerían, suúnicodeseoeraquelamuertenolosseparaseyqueanhelabanmorirjuntos,comohabíanvivido.Aloírestoelforastero,unasonrisailuminósurostroysuexpresiónsehizotansuavecomograndiosa.

—Eres un buen hombre—dijo a Filemón— y tienes una excelente mujer porcompañera.Justoesqueselogrevuestrodeseo.

YaFilemónleparecióentoncesquelasnubesde lapuestadesolseencendíanrepentinamentehaciaponiente,iluminandoenfugitivallamatodoelcielo.

Baucishabíapreparadoyalacomida,ysaliendoalapuertaempezóadisculparseporlapobrezadelosmanjaresquepodíaofrecerasushuéspedes.

—Si hubiéramos sabido que veníais —dijo—, mi marido y yo no habríamosprobadobocadoparaquepudieseisencontrarmejorcena.Perohegastadocasitodalalecheparahacerquesoyelpancasinoslohemoscomido.¡Aydemí!,nuncalamentoserpobre,másquecuandounnecesitadollamaamipuerta.

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—Todosearreglará;no teapures,mujer—repusobondadosamenteel forasterodemás edad—.Un recibimiento honrado y cordial hacemaravillas y es capaz deconvertirlosmanjaresmáshumildesennéctaryambrosía.

—Recibimientocordial síque tendréis—exclamóBaucis—,yademásunpocodemiel,queporcasualidadmequeda,yunracimodeuvascolordepúrpura.

—Pero ¡madre Baucis, eso es un festín! —exclamó Azogue riéndose—. ¡Unfestíncompleto!Yyaverásquébienrepresentoyomipapeldeinvitado.¡Creoqueenmividahetenidomáshambre!

—¡Los dioses nos ayuden!—dijo en voz baja Baucis a su marido—. ¡Si estejoventraeelhambrequedice,temoquevaaquedarseamediocenar!

Todosentraronenlacabaña.Yahora,oyentesmíos,¿queréisqueoscuentealgoqueosharáabrirlosojosde

par en par? Ciertamente es una de las cosas más extrañas de toda esta historia.Recordaréis que el bastón deAzogue se había quedado apoyado en la pared de lacasa. Bueno; pues cuando su dueño entró y lo olvidó, ¿qué hizo el bastón? Abririnmediatamentelasalasysubir,dandosaltos,losescalonesdelapuerta.Tap,tap,tap,iba haciendo por el suelo de la cocina y no se quedó quieto hasta que llegó acolocarse,congranseriedadydecoro,juntoalasilladesuamo.ElancianoFilemónysumujerestabantanatareadosatendiendoasushuéspedesquenosedieroncuentadeloqueestabahaciendoelbastón.

ComoBaucishabíadicho,lacomidaeraescasaparadoscaminanteshambrientos.Enmediodelamesahabíauntrozodepannegroconunpedacitodequesoyenunplato un panal con miel. Sacaron un gran racimo de uvas para cada uno de loshuéspedes.Yuncantarillodebarro,casillenodeleche,estabaenunextremodelamesa;pero,cuandoBaucissirviódostazonesyloscolocóantelosdosforasteros,enelfondodelcantarillosoloquedabaunpocodeleche.¡Ay,estristecosacuandouncorazóngenerososeencuentraapretadopor laescasez!AlapobreBaucis lehabríagustadopasarhambretodaunasemanacontaldepoderhacerelmilagrodedaraloshambrientosviajeroscenamásabundante.

Y,comolacenaeratanescasa,habríapreferidoquetuvieranunpocomenosdeapetito.Encuantosesentaron,losviajerossebebierondelprimersorbocasitodalalechedelostazones.

—Unpocomásdeleche,madre—dijoAzogue—.Eldíahasidocalurosoyestoysediento.

—¡Ay de mí! —respondió Baucis, confusa—. ¡Me da tanta pena y tantavergüenza! Pero la verdad es que apenas queda en el cántaro una sola gota. ¡Ay,marido,marido!,¿porquénonoshabremospasadosincenar?

—Meparece—dijoAzogue,levantándoseycogiendoelcantarilloporelasa—,meparecequenoandanlascosastanmalcomodices.Seguroquehaymáslecheen

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elcántaro.Diciendoesto,¡cuálfueelasombrodeBaucisalverqueelviajerollenabanosolo

sutazón,sinoeldesucompañero,conlechedelcántaroqueellacreíacasivacío!Labuenamujerapenaspodíacreerloqueestabaviendo.Sinduda,habíaechadoenlostazonescasitodalalecheyhabíavistolapocaquequedabaenelfondodelcántaro,antesdevolveradejarloencimadelamesa.

«Como soyvieja—pensóBaucis—,ya noveo tan bien como antes.Mehabréequivocado.Detodosmodos,ahorasíqueestarávacío,despuésdehaberllenadodosveceslostazones».

—¡Quélechetanrica!—observóAzoguedespuésdebeberseelsegundotazón—.Perdón,magníficaanfitriona,sitepidounpoquitomás.

Baucis había visto claro como la luz que Azogue, al servirse, había vuelto elcántarocompletamentebocaabajo,echandohastalaúltimagotadelechealllenarelsegundo tazón. Por lo tanto, era imposible que quedase más. Y, para que locomprendiera,levantóelcántaroehizoelmovimientodeecharlecheeneltazóndeAzogue, sin la más remota esperanza de que cayese nada. ¡Qué grande fue susorpresacuandocayótanabundantecascadaqueeltazónsellenóinmediatamenteylalecheempezóacorrerporlamesa!Lasdosserpientesqueestabanenroscadasenelbastón deAzogue alargaron la cabeza y empezaron a lamer la leche que se habíavertido.PeroniFilemónniBaucisrepararonenestedetalle.

Y ¡qué deliciosa fragancia tenía! Parecía que las vacas de Filemón hubiesenpastadoaqueldía lahierbamás ricadelmundo. ¡Cómomealegraríaquepudieseistomarvosotrosuntazóndelechecomoaquellaalahoradecenar!

—Yahora,unpocodepanmoreno,madreBaucis—dijoAzogue—yunpocodemiel.

Bauciscortóunarebanaday,aunqueelpan,cuandoellaysumaridolocomieron,estaba ya duro y seco, ahora estaba tierno como si acabase de salir del horno.Probandounamigaquesehabíacaídoenlamesa,leparecióelpanmásdeliciosoquehabíacomidoensuvida;casinopodíacreerqueellamisma lohubieseamasadoycocido.Y,sinembargo,¿dequéotrahogazapodíaser?

¡Ylamiel!Másvalequenointentedescribiroselcoloryelolorexquisitosquetenía;sucoloreraeldeloromáspuroytransparente,yolíaamilflores,peroflorescomo nunca han crecido en ningún jardín de la Tierra; para buscarlas, las abejastenían que haber voladomuy por encima de las nubes. Y lomaravilloso era que,despuésderevolotearsobrejardinesdetandeliciosafraganciae inmortalfloración,sehubiesenresignadoabajarotravezalahumildecolmenadelhuertodeFilemón.Nuncamielde estemundoha tenidoel color, el sabory el perfumede aquella.Elaroma flotaba en la cocina y era tan delicioso que, cerrando los ojos, almomentohabríaiscreídoestarbajounaglorietademadreselvas.Aunque lapobreBaucisera

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una mujer sencilla, no pudo menos de pensar que allí estaba pasando algoextraordinario.Asíque,despuésdeservirasushuéspedeselpanylamiel,sesentóalladodeFilemónyledijoenvozbajaloquehabíavisto.

—¿Hasoídocosaparecida?—lepreguntó.—No, nunca—respondióFilemón sonriendo—.Y creomás bien, queridamía,

quehasestadosoñandodespierta.Siyohubieseservidolaleche,habríavistoloqueenrealidadpasaba.Alomejorhabíaenelcántarounpocomásdelaquetúcreías,nadamás.

—¡Ay,marido!—dijo Baucis—, di lo que quieras, pero estas son gentesmuyextrañas.

—Bien, bien—respondió Filemón sin dejar de sonreír—, puede que lo sean.Desdeluego,parecequeenotrostiemposestuvieronenmejorposiciónqueahora,ymealegroenelalmadeverquecenancontantogusto.

Cada uno de los huéspedes había cogido su racimo de uvas.ABaucis, que serestregaba losojosparavermásclaro, leparecióque los racimoshabíancrecidoyque cada uno de los granos estaba a punto de estallar, maduros y jugosos. Y eracompletamente incomprensible para ella que tales uvas hubieran podido salir de laparraviejaquetrepabaporlasparedesdesucasa.

—¡Admirables uvas!—observóAzogue, que las iba tragando una tras otra sinque,alparecer,elracimodisminuyese—.¿Dedóndelascoges,amableviejo?

—De mi parra —respondió Filemón—. Desde aquí se pueden ver las ramasretorciéndosedetrásdelaventana;peromimujeryyonuncahemoscreídoqueseanmuybuenas.

—Nunca las he comido mejores—respondió el huésped—. Otra tacita de esalechedeliciosaypodrédecirquehecenadomejorqueunpríncipe.

EstavezfueFilemónquienselevantóycogióelcántaro,porqueteníacuriosidadporsabersieranciertaslasmaravillasqueBaucislehabíacontado.Biensabíaquesubuenamujereraincapazdementiryquepocasvecesseequivocabaenloquecreíacierto.Peroelcasoeratanperegrinoquequeríaverloconsuspropiosojos.Alcogerelcántaro,miródentroyseconvenciódequeapenasconteníaunascuantasgotas.Depronto,sinembargo,delfondobrotóunchorritoblancoquelollenóhastalabocadelecheespumosayfragante.Suertefue,ygrande,queaFilemón,ensusorpresa,noselecayeseelcántaromilagroso.

—¿Quiénessois,maravillososviajeros?—exclamó,muchomásasombradoquesumujer.

—Tushuéspedes,buenFilemón,ytusamigos—contestóelviajerodemásedadcon su voz grave y profunda, que al mismo tiempo sonaba suave y melodiosa—.Dameamí tambiénotra tazade leche,yojalá tucántaronosevacíenuncapara labuenaBaucis,paratiyparaloscaminantesnecesitados.

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Habiendoterminadolacomida,losforasterospidieronquelesindicaranunlugarparadescansar.Losviejecilloshabríanqueridoestarunratomáshablandoconellospara expresar la admiración que sentían y su alegría al ver que la cena, pobre yescasa,habíaresultadomuchomejorymásabundantede loqueesperaban.Peroelforastero de más edad les había inspirado tal respeto que no se atrevieron apreguntarlenada;cuandoFilemónsellevóaparteaAzogueylepreguntócómoeraposible que hubiese brotado una fuente de leche dentro de un cántaro, el viajeroseñalósubastón.

—Ahí está todo el misterio—dijo Azogue—.Y, si lo puedes descifrar tú, mealegrarémuchísimodequemecomuniquesloquedescubras.Nopuedocontartetodolo que hace ese bastón; siempreme hace bromas así.Unas vecesme trae la cena,otrasmelaroba.Sicreyeseyoensemejantestonterías,diríaqueestáembrujado.

Nodijomás;perolosmiródeunmodotanextrañoquelosviejospensaronqueseburlabadeellos.ElbastónmágicofuetrassuamodandosaltoscuandoAzoguesalió.Unavezasolas,losdosviejoshablaronunratodelosacontecimientosdelanocheyluegoseecharonadormirenelsuelo,porquehabíandejadosucamaaloshuéspedesyno teníanmásque aquellas tablas, queojaláhubieran sido tanblandas como suscorazones.

El anciano y su mujer se levantaron temprano por la mañana, y los viajerostambiénselevantaronconelsolyseprepararonparaseguirsucamino.

Filemón,hospitalario, lespidióquesequedaranunpocomás,hastaqueBaucisordeñaselavacaycocieseunpanecilloenelhorno;alomejorhastalesencontrabaalgunos huevos para el desayuno. Pero los viajeros querían andar buena parte delcaminoantesdequeapretasedemasiadoelsol.Porlotanto,insistieronenmarcharseinmediatamente, pero pidieron a Filemón y aBaucis que los acompañasen un ratoparaenseñarleselcaminoquedebíantomar.

Así salieron los cuatro juntos de la casa, charlando comoantiguos amigos.Eraextraordinarialarapidezconquelosdosancianostomaronconfianzaconelviajerodemásedad,ycómosusalmashonradasysencillasseperdíanenlasuyacomodosgotasdeaguaseperderíanenelocéanosinlímites.YAzogue,consuingenioagudoy alegre, parecía descubrir hasta elmás pequeño pensamiento que apuntaba en sucabeza antes de que ellos mismos lo hubiesen sospechado. A veces les habríagustado, es verdad, que no fuese tan listo, y casi casi que tirase a cien leguas subastón, que tenía un aire endemoniadamente maligno con esas serpientes que nodejabanderetorcerse.Pero,pensándolobien,Azoguemostrabatanbuenhumorquealfinyalcabosehabríanalegradodetenerleencasaaél,subastónysusserpientestodalavida.

—¡Ay de mí!—exclamó Filemón cuando ya se habían alejado un poco de lapuerta—. Si nuestros vecinos supiesen lo bueno que es ofrecer hospitalidad a los

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forasteros,ataríansusperrosynovolveríanapermitirasushijosquetirasenunasolapiedra.

—Es un pecado y una vergüenza para ellos comportarse así —exclamó convehemenciaBaucis—yhoymismobajaréalpuebloylesdirécuatroverdadesaesosdesalmados.

—Temo—observóAzogue,sonriendomaliciosamente—quenovasaencontrarencasaaningunodeellos.

Elentrecejodesucompañeroadquirióprecisamenteentoncestangrave,austerayterrible grandeza, sin perder su serenidad por ello, que ni Filemón ni Baucis seatrevieronapronunciarpalabra.Lomiraronalacaraconreverencia,comosimirasenalcielo.

—Cuando loshombresnoquierenportarse conelmáshumildede los extrañoscomo si fuesehermano suyo—dijo el viajero enun tono tanprofundoque suvozsonabacomolamúsicadeunórgano—,nosondignosdeexistirsobrelaTierra,quefuecreadaparamoradadelagranhermandadhumana.

—Y,ahoraquehablamosdeeso,viejosdemialma—dijoAzogueconlamiradamásalegredelmundo—,¿dóndeestáelpueblodelquehablábamos?¿Aladerechaoalaizquierda?Meparecequenoloveoporningunaparte.

Filemón y sumujer se volvieron hacia el valle, donde, al ponerse el sol el díaantes,habíanvistolaspraderas,lascasas,loshuertos,losmacizosdeárboles,lacalleancha, losniñosjugandoytodaslasseñalesdel trabajo, laalegríaylaprosperidad.Pero¡cuálfuesuasombro!¡Nohabíaallíniasomodealdea!Hastaelfértilvalle,encuyohuecoyacía,habíadejadodeexistir.Ensulugarseveíalasuperficieampliayazuldeunlagoquellenabalainmensacuencadelvalledeorillaaorillayreflejabalascolinascircundantesconunaimagentantranquilacomosiestuvieraallídesdeelprincipio del mundo. Por un momento el lago permaneció completamente quieto.Luegounabrisapasósobreélehizobailarelagua,quebrillóalostempranosrayosdelsol,chocandoconagradablemurmullocontralaorilla.

El lago parecía tan familiar en aquel sitio que los dos ancianos se quedaronasombrados,comosipensaranquehabíanestadosoñandoconunpuebloquenuncahubiera existido. Pero enseguida recordaron las casas desaparecidas, la cara y elcarácter de los habitantes, y comprendieron que no soñaban. ¡El pueblo que ayerestabaallíyanoestaba!

—¡Ay!—exclamaronlosdosancianosbondadosos—.¿Quéhasidodenuestrospobresvecinos?

—Yanoexistencomohombresymujeres—dijoelviajerodemásedadconsuvozprofunda,yuntruenoparecióhacerleecoenlalejanía—.Nohabíaensusvidasutilidad ni belleza, pues nunca suavizaron ni dulcificaron el duro destino de laHumanidadprodigandoafectosbondadososentreloshombres.Noconservaronensu

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pecholaimagendeunavidamejor,yporesoellago,queestabaaquíhacesiglos,sehatendidodenuevoparareflejarelcielo.

—Yaquellasgentesnecias—dijoAzoguecon sumaliciosa sonrisa—, todas sehanconvertidoenpeces.Pocohantenidoquecambiar,porqueyaeranunpuñadodepillos con escamas en el corazón y sangre completamente fría. Así que, madreBaucis, si tú o tumarido tenéis capricho de comer una trucha a la parrilla, podéisecharunanzueloypescaramediadocenadevuestrosantiguosvecinos.

—¡Ah!—exclamó Baucis estremeciéndose—. ¡Por todo el oro del mundo nopondríaniunaenlasartén!

—No—añadióFilemónconungestodedesagrado—;¡nolaspodríamostragar!—En cuanto a ti, buen Filemón—prosiguió el viajero de más edad—, y a ti,

amable Baucis, con vuestros escasos medios habéis puesto tanta cordialidad pararecibiraunospobrescaminantesquelalechesehaconvertidoeninextinguiblefuentedenéctar,yelpanylamielenambrosía.Así,lasdivinidadeshantenidoenvuestracasa losmismosmanjares que toman en sus banquetes del Olimpo. Habéis hechobien,queridosamigos.Porlotanto,pedidloquemásdeseéis,yestáconcedido.

FilemónyBaucissemiraron,yluegonosécuáldelosdoshabló;peroloqueunodijoeraeldeseodesusdoscorazones.

—Nosgustaríavivirjuntoshastaelúltimodíaysalirdeestemundoenelmismoinstante,cuandomuramos.Porque¡siemprenoshemosamado!

—¡Asísea!—repusoelviajeroconmajestuosabondad—.Yahora,miradvuestracasa.

Asílohicieron;pero¡cuálfuesusorpresaalencontrarseconungranedificiodemármol blanco, con grandioso pórtico, que ocupaba el sitio donde hasta hace unmomentoestabasuhumildemorada!

—Esaesvuestracasa—dijoelviajero,sonriendobenévolamente—.Practicadlahospitalidad en este palacio tan cordialmente como en la pobre choza donde ayertardenosrecibisteis.

Los ancianos se arrodillaron para darle las gracias; pero ya ni él ni Azogueestabanallí.

Así,FilemónyBaucisseinstalaronenelpalaciodemármolypasarondíasydíascon gran satisfacción, recibiendo e invitando a cuantos viajeros pasaban por aquelcamino.Nodeboolvidarqueel cántaroconservósuvirtudmaravillosadenoestarnunca vacío cuando hacía falta que estuviese lleno. Cada vez que un huéspedhonrado, de buen talante y de buen corazón, bebía un trago de aquel cántaro,comprendíaqueerael líquidomásagradableynutritivoquehubiesebebidonunca.Pero, si un pillo demal carácter, terco omalintencionado, acertaba a beber de él,siemprehacíaunamuecadedesagradoydecíaquelalecheestabacortada.

Deestemodovivióelmatrimonio,yatanviejo,ensupalacioyenvejeciómásy

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más.Por fin llegóunamañanadeveranoenqueFilemónyBaucisno aparecieronsonrientes,comodecostumbre,para llamarasushuéspedesde lanocheanterioraldesayuno.Loshuéspedeslosbuscaronportodaspartesenelespaciosopalacio,perofueinútil.

Por fin, después de mucha perplejidad, vieron frente al pórtico dos árbolesvenerables que nadie pudo recordar haber visto en ese sitio el día anterior. Allíestaban, con las raíces fuertementehundidasen tierra,y anchascopas,yun follajequedaba sombra a toda la fachadadel edificio:unoeraun tilo, otroun roble.Susramas—yeraextrañoyhermosoverlo—estabanmezcladasyseenlazabanunasconotras;asíquecadaunodelosárbolesparecíavivirenelsenodesucompañeromuchomásqueenelsuyopropio.

Mientras los huéspedes se maravillaban viendo cómo aquellos árboles, quehubiesen necesitado casi un siglo para crecer así, se habían hecho tan altos yvenerables en una sola noche, se levantó un poco de viento quemovió las ramasentrelazadas.Yentonces seoyó en el aireunprofundomurmullo, como si losdosmisteriososárbolesestuviesenhablando.

—YosoyelviejoFilemón—musitóelroble.—YyoBaucis—murmuróeltilo.Y como el viento se hizo más fuerte, los dos árboles hablaron a un tiempo:

«¡Filemón!¡Baucis!¡Baucis!¡Filemón!»,comosiambosfuesenunosoloyhablasena la vez desde lo más hondo de su corazón. Era fácil comprender que la ancianapareja había renovado su vida e iba a pasar lo menos cien años tranquilos ydeleitosos:FilemóntransformadoenrobleyBaucisentilo.¡Oh,quéhospitalarialasombraquedaban!Siemprequeuncaminantesedeteníabajoella,oíaelplacenteromurmullodelashojassobresucabezaysemaravillabaalvercómoelrumoraquelparecíaunacadenciadepalabrasquedijese:

—¡Bienvenido,bienvenido,viajero!Y algún alma buena, que sabía lo que habría agradado a Filemón y a Baucis,

construyóunbancocircularalrededordesutroncodonde,muchotiempodespués,loscansados, loshambrientosy lossedientossolíandescansarybeber lecheabundantedelcántaromilagroso.

¡Ojalálotuviéramosnosotrosaquíahora!

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Laladeradelacolina

Despuésdelcuento

—¿Cuántocabíaenelcántaro?—preguntóArándano.—Doscuartillosescasos—respondióelestudiante—;peropodíassacarlechede

élhasta llenarunaartesa.Laverdadesquemanaba sincesaryno se secabani enplenoverano,locualnolesucedeaesearroyitoqueahoracorrehaciendotantoruidoporelvalle.

—Y¿dóndeestáahoraelcántaro?—preguntóelniño.—Se rompió, sientodecirlo,peroesverdad,haceunosveinticincomil años—

respondió el primoEustace—.Lo arreglaron lomejorposible; pero, aunque siguiósirviendo para la leche, ya nunca volvió a llenarse solo. Así que ya no teníamásméritoquecualquierotrocántaroviejoyrajado.

—¡Quélástima!—exclamaronalmismotiempotodosloschiquillos.ElrespetableperroBenhabíaacompañadoalosexcursionistas;asícomotambién

unperrillopequeñodeTerranovaquerespondíaalnombredeBruinyqueeranegrocomounoso.ComoBeneraeldemásedadyeldecostumbresmásserias,elprimoEustacelerogórespetuosamentequesequedaseconlospequeñosparaguardarlosdetodomal.EncuantoalnegroBruin,queerauncachorrillo,elestudiantejuzgómásprudente llevarlo consigo, por temor a que en sus turbulentos juegos con los otroschiquillos los echase a rodar colina abajo; aconsejó, pues, a Mimosa, Arándano,ZanahoriayFlordeLimónqueseestuviesenquietosysentaditosenelsitiodondelosdejaba; el estudiante, con Siempreviva y los demás niños algomayores, empezó asubiryprontoseperdierontodosdevistaentrelosárboles.

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LaQuimera

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CumbrePelada

Introduccióna«LaQuimera»

Monte arriba, por la ladera cubierta de bosque, iban Eustace Bright y suscompañeros.Losárbolesnoestabanaúncompletamentecubiertosdehojas,peroyateníanbastantesparadarunasombraligera,mientrasqueelsollosinundabadeluzverde. Había rocas cubiertas de musgo, medio escondidas entre las pardas hojassecas;habíatroncosdeárbolcasipodridos,tumbadosalolargo,enelmismositioenquesehabíanderrumbado;habíaarbustossecosarrancadosderaízporlosvientosdeinvierno y que estaban desparramados por el suelo. Pero, aunque todas esas cosasparecíanviejas,elaspectodelbosqueeradevidanueva;porallídondesemiraseseencontrabaalgofrescoyverdequeestababrotando,preparándoserápidamenteparaelverano.

Porfin lagente jovenalcanzóel límitesuperiordelbosquey losexcursionistasllegaron casi a lamisma cumbre de lamontaña.No era un pico ni una gran cimaredondeada, sino una planicie; o mejor dicho, una meseta bastante ancha; en ellahabíaunacasayuncobertizoaciertadistancia.Lacasaeraelhogardeunafamiliasolitaria, y a veces las nubes, de las cuales caía la lluvia o la nieve sobre el valle,estabanpordebajodeaquellacasasolaydesamparada.

En el punto más alto había un montón de piedras y en medio de ellas estabaclavadoungranmástilconunabanderita.Eustacecondujoallíalosniñosylesdijoquemirasenelpanoramayviesenlagranextensióndehermosomundoquepodíanabarcardeunaojeada.Y,amedidaquemiraban,parecíaqueselesibanagrandandolosojos.

Al sur,MonumentMountaineraaúnel centrodelpaisaje,peroparecíahabersehundido y ahora no era sino un miembro indiferenciado de una gran familiamontañosa. Detrás de ella, la cordillera de los Taconic, que desde la casa parecíalejanaynomuyalta,habíacrecidoysehabíaelevado.Elhermosolagoseveíacontodassuspequeñasensenadasynoestabasolo:habíamásalláotrostresqueabríanalsol sus ojos azules. Varias aldeas blancas, cada una con su campanario, sediseminabanenlalejanía.Habíatantasgranjas,consusparcelasdebosque,pastosytierrasdelabranza,quelosniñosapenaspodíanhacersitioensucerebropararecibirtantosobjetosdistintos.AllíestabatambiénTanglewood,quehastaentoncesleshabíaparecidolomásimportantedelmundo.

Ahoraocupabatanpocoterrenoquebuscándolonoloencontraban,ysuvistaibamuchomásalládedondeenrealidadestaba.

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Blancas y algodonosas nubes se suspendían en el aire y proyectaban oscuras ymovedizas sombras aquí y allá sobre el paisaje. Pero a cada instante la luz del solbrillabaprecisamentedondeacababadeestar lasombray lasombrasemarchabaaotraparte.

Aloestehabíaotraseriedemontañasazules.—En aquella colina —dijo Eustace a los niños— había un lugar donde unos

cuantosholandesesviejosjugabaneternamentealosbolosydondeunindividuomuyvago,llamadoRipVanWinkle,sehabíaquedadodormidoyhabíapasadodurmiendoveinteañosdeuntirón.

LosniñospidieronconafánaEustacequelescontasetodoloquesupieradecasotanmaravilloso.

Peroelestudiantereplicóqueesecuentoyaestabacontadohacíamuchotiempo,ymuchomejordeloquepudieracontarloél,yquenadieenelmundoteníaderechoacambiaruna solapalabrade él hastaque fuera tan antiguocomo«Lacabezade lagorgona»,«Lastresmanzanasdeoro»ylasotrasleyendasmilagrosas.

—Pero,almenos,mientrasestamosdescansandoaquí—dijoPimpinelamirandoasualrededor—,bienpuedescontarnosunadelashistoriasquetúinventas.

—Sí,primoEustace—exclamóSiempreviva—:teaconsejoquenoscuentesaquíuncuento.Eligeunasuntomuyelevado,yaversituimaginaciónseponealaalturanecesaria.Alomejorelairedelamontañateponepoéticoaunquesoloseaporunavez. Y no importa que la historia sea extraña y maravillosa. Ahora que nosencontramosentrenubes,estamosdispuestosacreerlotodo.

—¿Seráscapazdecreer—preguntóEustace—quehubounavezuncaballoconalas?

—Sí —dijo la maliciosa Siempreviva—; pero temo que tú no conseguirásatraparlonunca.

—Bueno,Siempreviva—dijoelestudiante—,esonomeparecemuydifícil.CreoquepuedoatraparaPegasoycabalgarsobresulomoporlomenostanbiencomounadocenadeindividuosqueconozco.Ahoraoscontaréuncuentoqueserefiereaél,yel lugar más a propósito del mundo para contarlo es, sin duda, la cumbre de unmonte.

Yasí,sentándoseenelmontóndepiedras,mientraslosniñosseacomodabanentornoaél,Eustacefijólavistaenunablancanubequeibaflotandoyempezócomosigue.

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LaQuimera

Unavez,enlostiemposantiguos,muyantiguos(porquetodaslascosasextrañasqueosestoycontandosucedieronmuchoantesdeloquenadiepuedarecordar),habíaenlamaravillosatierradeGreciaunafuentequesurgíaenlafaldadeunamontaña.Ysupongo que debe de estar manando aún, al cabo de tantos miles de años, en elmismísimo sitio. Sea como sea, el caso es que allí estaba la apacible fuentederramandofrescuraporlamontañaychispeandoaladoradaluzdelapuestadelsol,cuandoseacercóaellaunhermosojovenllamadoBelerofonte.Llevabaenlamanounabridaconincrustacionesdepiedraspreciosasyconbocadodeoro.Viendojuntoa la fuente a un anciano, un hombre demediana edad y un niño, y también a unajovencitaqueestaballenandouncántaro,sedetuvoypreguntósipodíarefrescarseytomaruntrago.

—Es un agua riquísima—le dijo a la joven mientras enjuagaba y llenaba sucántaro,despuésdehaberbebidoenél—.¿Tendríaslaamabilidaddedecirmesitienealgúnnombreestafuente?

—Sí,lallamanlafuentedePirene—respondióladoncella;yañadióluego—:miabuelamehacontadoqueestaclara fuenteeraantesunamujerhermosísima;pero,cuandosuhijomurióbajolasflechasdeDianacazadora,sedeshizotodaenlágrimas.Y así el agua que has encontrado tan fresca y tan rica, es el dolor del corazón deaquellapobremadre.

—¡Nuncahabríanisoñado—dijoeljovenforastero—quetanclarafuente,consualegrefluirybrotardelasombraalaluz,tuvieralágrimasensuseno!¿YestaesPirene?Gracias, lindadoncella,porhabermedichosunombre.Precisamentevengodemuylejanastierrasbuscandoestesitio.

Uncampesinodemedianaedad(quellevabaunavacaabeberdelafuente)mirófijamentealjovenBelerofonteylamagníficabridaquellevabaenlamano.

—Síquelasfuentesandanescasasentupaís—observó—,sivienesdetanlejosenbuscadelafuentedePirene;perodime,¿hasperdidotucaballo?Veoquellevaslabridaenlamano,ybienbonitaesconesadoblehileradepiedrasrelucientes.Sielcaballoestanhermosocomolabrida,esparacompadecerteporhabertequedadosinél.

—No he perdido ningún caballo —dijo Belerofonte sonriendo—, pero voybuscandounomuy famoso, que segúnmehan informado los sabios, solo por aquípuedeencontrarse.¿SabéissiPegaso,elcaballoconalas,sigueviniendoalafuentedePirene,comohacíaentiemposdevuestrosantepasados?

Elcampesinoseechóareír.Alguno de vosotros, amigos míos, habrá oído decir probablemente que este

Pegaso era un caballo blanco como la nieve y con hermosas alas plateadas, que

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pasaba la mayor parte del tiempo en la cúspide del monte Helicón. Jamás águilaalgunaatravesólasnubestanveloz,tanimpetuosaensuvuelocomoélporlosaires.Nohabíanadaigualenelmundo.Noteníacompañero;jamáshabíasidomontadoniguiadoporunamoyenmuchosydilatadosañosviviósoloyfeliz.

¡Oh,quéhermosoessercaballoconalas!Aldormirdenoche,comoélhacía,enlacimadeunaaltamontaña,ypasarlamayorpartedeldíaenelaire,Pegasoapenasparecía criatura de la Tierra. Cuando se veía a gran altura, sobre la cabeza de loshombres, el reflejo de sus alas plateadas se diría que pertenecía al cielo y que,habiendodescendidodemasiadobajo,sehabíaextraviadoentrenieblasyvaporesybuscabaelcaminoparavolver.Eramuybonitovercómosehundíaenelsenolanosodeunabrillantenube,perdiéndoseenellaporunmomentoyatravesándolaparasaliral otro lado. En medio de un sombrío aguacero, cuando todo el cielo estabapavimentadodenubesgrises,sucedíaavecesqueelcaballoaladobajabaaplomoatravésdeellasylaluzalegredelasregionessuperioresbrillabatrasél.Ciertoesqueun instantedespués, tantoPegasocomo lagozosa luzhabíandesaparecido;peroelquehabíatenidolafortunadeveraquelmaravillosoespectáculoestabaanimadotodoeldía,ymásaúnsilatormentaseprolongaba.

En verano, en lomás hermoso de la estación, Pegaso solía bajar a la tierra y,cerrandosusalasdeplata,seentreteníaengaloparporvallesycolinasconlarapidezdelviento.MásamenudoqueenningúnotrositioselesolíaverjuntoalafuentedePirene,bebiendosuaguadeliciosaorevolcándosepor lablandahierbade laorilla.También algunasveces (puesPegaso eramuydelicadopara la comida) pacía unoscuantosbrotesdetréboldelosmástiernos.

Asípues,lostatarabuelosdelagentequeentoncesvivíahabíantenidocostumbredeiralafuentedePirene(mientraseranjóvenesyseguíancreyendoencaballosconalas)conlaesperanzadeveruninstantealhermosoPegaso;peroenlosúltimosañosmuyraravezselehabíavisto.TantoeraasíquemuchosaldeanoscuyacasaestabaamenosdemediahoradepaseodelafuentenohabíanvistonuncaaPegasonicreíanenlaexistenciadesemejantecriatura.YelcampesinoaquiensedirigióBelerofonteeraprecisamenteunadeesaspersonasincrédulas.

Yestafuelarazóndequeseriese.—¿Pegaso?¡Sí,sí!—exclamódilatandolasnaricestodoloquepuedendilatarse

unasnariceschatas—:¡Sí,sí,Pegaso!¡Uncaballoconalas,eh!Pero,amigo,¿estásentuscabales?¿Paraquéleserviránlasalasauncaballo?¿Creesquetiraríabiendeuncarro?Loquesíesciertoesquealgunaeconomíapodríahacerseenelgastodeherraduras;pero¿cómohabíadegustarleaunhombreversalirvolandoasucaballoporlaventanadelacuadra,oencontrarseconquelellevabadisparadoporencimadelas nubes, cuando solo quisiera ir almolino?No, no, yo no creo enPegaso.Estoscaballos-pájaronuncahanexistido.

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—Yo tengomis razonesparapensardeotromodo—dijoBelerofonte con todacalma.

Entonces se volvió hacia un viejo canoso que, apoyándose en una cayada,escuchabaatentamenteconelcuelloestiradoylamanoenlaoreja,porquehacíayaveinteañosquesehabíaquedadounpocosordo.

—¿Quédicestú,venerableanciano?—lepreguntó—.Supongoquecuandoerasmásjovenveríasconfrecuenciaalcaballoalado.

—¡Ah, joven forastero! Tengo muy mala memoria —dijo el viejo—. Si norecuerdomal,cuandoeramuchachocreíaqueexistíaesecaballo,ylomismoqueyolocreíatodoelmundo;peroahoracasinoséquécreerymuypocasvecespiensoenel caballo con alas. Si alguna vez he visto a ese animal, hará mucho, muchísimotiempo.Ydehecho,noestoysegurodehaberllegadoaverlo.Ciertoque,cuandoeramuy joven, recuerdo haber visto un díamuchas pisadas de caballo alrededor de lafuente.AlomejorerandePegaso,perotambiénpodíanserdecualquierotrocaballo.

—¿Y tú, hermosa joven, no lo has visto nunca? —preguntó Belerofonte a lamuchacha, que allí estaba con el cántaro en la cabeza mientras tenían estaconversación—.SeguroquesialguienpuedeveraPegasoerestú,porquetienesunosojosmuyvivos.

—Creoquelohevistounavez—replicóladoncellasonriendoysonrojándose—.

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OeraPegasoounpájaroblancograndísimoqueibamuyaltoporelaire.Yotravez,cuandoveníaalafuenteconmicántaro,oíunrelincho,pero¡quérelinchomásfuerteymelodioso!Conladeliciadeaquelsonmediounsaltoelcorazón;peromeasusté,sinembargo,yechéacorreralacasasinllenarelcántaro.

—¡Fue una lástima, en fin! —dijo Belerofonte y se volvió hacia el niño quemencionéalprincipiodelcuentoyqueestabamirándole fijo, fijo,comosuelen losniñosmiraralosforasteros,consurosadaboquitaabiertadeparenpar.

—¡Eh, amiguito!—exclamóBelerofonte tirándole cariñosamentedeunode losrizos—.Supongoquetúhabrásvistoamenudoelcaballoconalas.

—Síquelohevisto—respondióelniñovivamente—.Loviayer,ymuchasvecesantes.

—¡Eresunhombrecito!—dijoBelerofonteacercándoseaél—.Venycuéntametodoloquesepas.

—Pues—replicóelniño—yovengoaquíamenudoparaecharbarquitosen lafuenteycogerpiedrecitasdelfondoy,aveces,cuandomiroenelagua,veolaimagendelcaballoconalasenelpedazodelcieloqueallíserefleja.Yoquisieraquebajara,medejaramontarenélymellevaravolandohastalaluna;peronobaja.Comosilemolestasequelomiraran,vuelamuylejos,perdiéndosedevista.

YBelerofontetuvomásfeenelniñoquehabíavistolaimagendePegasoenelaguayenlajovenquelohabíaoídorelinchartanmelodiosamentequeenelaldeanodemedianaedadquesolocreíaenloscaballosdecarro,oqueenelviejo,quehabíaolvidadoyalascosashermosasdesujuventud.

Por eso fue muchos días a la fuente de Pirene y, observando continuamente,mirando unas veces hacia arriba, a los cielos, y otras a la superficie del agua, noperdíalaesperanzadeverlaimagenreflejadadelcaballoconalas,olamaravillosarealidad.Llevabasiempredispuestasenlamanolasriendasdoradas,consuspiedrasbrillantes y su bocado de oro. Los campesinos que vivían allí cerca y llevaban suganadoabeberenlafuentesereíanamenudodelpobreBelerofonteyenocasionesseburlabandeélcondureza.Ledecíanqueunhombrerobustocomoéldebíahaceralgomás útil que perder el tiempo en tan ocioso asunto. Le ofrecían venderle uncaballo, si lo necesitaba, y como Belerofonte se negó a la compra, quisieroncomprarleaéllahermosabrida.

Hasta los niños la tomaron con él y jugaban allí cerca sin queBelerofonte leshicieracasoalguno,aunquenaturalmente losoíay losveía.UnodeesoschiquilloshacíadePegaso,por ejemplo,ydaba los saltosmásextravagantes,haciendocomoquevolaba;mientrastanto,unodesuscompañerosibatrasél,llevandoenlamanounpar de juncos que representaban la lujosísima brida de Belerofonte. Pero el niñobondadosoquehabíavistolaimagendePegasoenelaguaalentabaaljovenforasteromás que todos los chiquillos malvados que intentaban atormentarlo. Aquel buen

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amiguitoibaensushoraslibresasentarseasuladoy,sindecirpalabra,mirabaabajoen la fuente,oarribaenelcielo,con fe tan inocentequeBelerofontenopodíapormenosquesentirseanimado.

Ahoraquerréis,probablemente,queosdigaporquésehabíapuestoBelerofonteaesperaralcaballoalado.SerámuyoportunohablardeellomientrasesperamosqueaparezcaPegaso.

Si fueraacontaros todas lasaventurasanterioresdeBelerofonte,mesaldríauncuento sumamente largo. Baste decir que un terrible monstruo, llamado Quimera,había aparecido en cierto país deAsia y estaba haciendomás daño del que puedeexplicarse en un día. Esta Quimera era una de las más horribles y ponzoñosascriaturas,lamásraraeinexplicableylamásdifícildecombatirydeescapardeella,salidade lasentrañasde laTierra.Tenía lacolacomounaserpienteboa;sucuerpoeradesmesuradoyteníatrescabezasdistintas,unadeellaseradeleón,lasegundadecabraylaterceradeserpiente,horrorosamentegrande.Y¡quéchorrodefuegosalíaflameandodecadaunadesustresbocas!Comoeraunmonstruoterrestre,supongoquenotendríaalas;pero,lastuvieraono,elcasoesquecorríacomounacabrayunleóny searrastraba lomismoqueuna serpiente,yentreunacosayotraalcanzabatantavelocidadcomolostresjuntos.

¡Oh!¡Cuánto,cuántodañohacíaesamalévolacriatura!Consualientodellamaspodíaincendiarunbosqueoquemaruntrigalounpuebloentero,contodassuscasasycercados.Devastabagrandesextensionesdeterrenoysecomíaalaspersonasylosanimales vivos, cociéndolos después en el ardiente horno de su estómago. ¡QuieraDios,hijitos,quenivosotrosniyotropecemosjamásconsemejantemonstruo!

Mientraslaodiosabestia(sibestiapuedellamársela)estabahaciendotodasestascosasterribles,llegóBelerofonteaaquellapartedelmundoparavisitaralrey.EstesellamabaIobates,yelpaísqueregíaeraLicia.BelerofonteeraunodelosjóvenesmásvalientesdelmundoynadalegustabatantocomoacometeralgunaempresavalerosaybenéficaparaquetodalaHumanidadloadmiraseyloamase.Enaquellostiemposunjovenquequisieradistinguirsenoteníamásremedioquelibrargrandescombates,fueracon los enemigosde supatria, conmalvadosgigantesymolestosdragonesocon bestias feroces, cuando no podía encontrar cosa más peligrosa con queenfrentarse.ElreyIobates,conociendoelvalordesujovenvisitante,lepropusoquefuese a luchar con la Quimera, que aterraba a todo el mundo; y, si alguien no lamatabapronto,llevabatrazasdeconvertirtodaLiciaenundesierto.BelerofontenovacilóuninstanteyaseguróalreyquemataríaalatemidaQuimeraomoriríaenelempeño.

Reflexionó,sinembargo,que,siendoelmonstruotanprodigiosamenteveloz,nopodríanuncavencerlosi luchabaconélapie.Loprudentesería,por tanto,hacersecon elmejor ymás rápido caballo que pudiera encontrarse.Y no había otro en el

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mundoquefueranilamitadderápidoquePegaso,elcaballomaravillosoqueteníaalas y patas y se movía en el aire con más facilidad que en tierra. Cierto quemuchísimagentenegabalaexistenciadesemejantecaballoconalasydecíaquesoloeracosadecuentosypurodisparate.Mas,pormaravillosoquepareciese,BelerofontecreíaquePegasoerauncaballoauténticoyesperabatenerlafortunadeencontrarlo.Unavezmontadosobresuslomos,estaríaencondicionesdelucharventajosamenteconlaQuimera.

YesteeraelmotivodehaberviajadodeLiciaaGrecia llevandoen lamano labridahermosamenteadornada.Eraunabridaencantada.Si lograbaponerelbocadodeoroen labocadePegaso,el caballoaladosemostraría sumiso, reconoceríaporamoaBelerofonteyvolaríaadondeesteloguiara.

Pero,mientrastanto,eltiempoqueestuvoesperandoquePegasofueraabeberalafuentedePirenefatigóextraordinariamenteaBelerofonteylollenódeinquietud.TemíaqueelreyIobatesimaginaraquehabíahuidodelaQuimera.Lecausabadolortambién pensar cuánto daño estaría haciendo elmonstruomientras él, en lugar decombatirlo, se veía obligado a sentarse ocioso, mirando cómo brotaban las clarasaguas de la fuente. Y, como Pegaso había ido por allí con tan poca frecuenciaaquellos últimos años y apenas bajaba una vez durante la vida de un hombre,Belerofonte temía hacerse viejo y perder la fuerza de su brazo y el valor de sucorazón antes de que apareciese el caballo con alas. ¡Oh! ¡Qué lentamente pasa eltiempocuandounjovenarrojadoansíatomarparteenlavidaycosecharfama!¡Quédifícilesesperar!Nuestravidaescorta,y¡quépartemásgrandedeellasepierdeenaprenderestaverdad!

FueunasuerteparaBelerofontequeelniñolehubiesetomadotantocariñoynosecansasedesucompañía.Todaslasmañanasleinfundíaunanuevaesperanzaquereemplazabalaquehabíaperdidoeldíaanterior.

—QueridoBelerofonte—exclamaba,mirándole animosamente—, creoquehoyvamosaveraPegaso.

Y, si no hubiera sido por la inagotable fe del muchachito, Belerofonte habríaacabado perdiendo toda esperanza y habría vuelto a Licia e intentado matar a laQuimerasinayudadelcaballoconalas.Entonces,elpobreBelerofontehabríasido,como mínimo, terriblemente chamuscado por el aliento del monstruo y,probablemente, habríamuerto devorado.Nadie podía ni intentar combatir con unaQuimeraterrestresinirmontadoenalgúnanimalaéreo.

UnamañanahablóelniñoaBelerofonteconmásfetodavíaquedecostumbre.—MiqueridoBelerofonte—exclamó—,noséporqué,peromeparecequehoy,

seguramente,vamosaveraPegaso.Entodoaqueldíanoquisoapartarseniunmomentodesulado.Juntoscomieron

unpedazodepanybebieronaguadelafuente.Porlatardesesentaronunojuntoal

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otro y el niño colocó una de susmenudasmanos entre las deBelerofonte.Este sehallabasumidoensuspensamientosymirabadistraídolostroncosdelosárbolesquedaban sombra a la fuente y las vides que trepaban por sus ramas. Pero el niño nodejaba de observar el agua; por su cariño a Belerofonte, le afligía pensar que laesperanza de aquel día fallase, como la de tantos otros, y de sus ojos corrieronalgunas lágrimassilenciosas,yendoamezclarsecon lasmuchasque, segúndecían,habíavertidoPireneporsuhijomuerto.

Cuandomenoslopensaba,sintióBelerofontelapresióndelamanecitadelniñoyoyóunsusurrocasiimperceptible:

—¡Miraahí,queridoBelerofonte!Hayunaimagenenelagua.Eljovenmiróenelmovedizoespejodelafuenteyvioalgocomolaimagendeun

pájaro que parecía volar a grandísima altura, reflejándose el sol en sus níveas oargentadasalas.

—¡Quépájaromásespléndidodebedeser—dijo—,yquégrandeparece,apesardeestarvolandomásaltoquelasnubes!

—Mehacetemblar—murmuróelniño—.Medamiedomirarhaciaarriba,enelaire.Esmuyhermoso,peroyosolomeatrevoamirarsuimagenenelagua.QueridoBelerofonte,¿novesquenoesunpájaro?Eselcaballoconalas,esPegaso.

Elcorazónempezóasaltarledelpecho.Miróconatenciónaloalto;peronopudoveralaaladacriatura,fuesepájaroocaballo,porqueprecisamenteentoncessehabíahundidoenunnubarrón;sinembargo,unmomentodespuésreaparecióatravesandolanubeporlaparteinferior,aunquetodavíaagrandistanciadetierra.Belerofontecogióalniñoenbrazosyseapartóconél,hastaqueambosquedaronocultosentreelespesobosquecillodearbustosquecrecíaalrededorde lafuente.Noporque tuviesemiedodeningúndaño,sinoporque,siPegasollegabaaverlos,podíairsevolandoyposarseenalgunamontaña inaccesible.Porqueera, realmente,elcaballoalado.Despuésdeesperarlotantotiempo,llegaba,alfin,aapagarsusedconelaguadePirene.

Seacercabalaaéreamaravilladescribiendograndescírculos,comohabréisvistohaceralaspalomascuandovanabajaratierra.HaciaabajoibatambiénPegaso,ylosampliosymajestuososcírculoserancadavezmásymásestrechosamedidaqueseaproximaba a tierra. Cuanto más cerca se le veía, más hermoso parecía y másmaravillaba el batir de sus alas plateadas. Finalmente, con tan ligera presión queapenasaplastólahierbaquecrecíaalrededordelafuente,puesnidejóhuelladesuscascos en la arena de la orilla, se posó en tierra y, bajando la indómita cabeza,comenzó a beber. Sorbía el agua con grandes suspiros de satisfacción y tranquilaspausasdecontento;luegodabaotrosorbo,yotroyotro;nientodalatierranienlasnubeshabíaaguaqueagradaraaPegasotantocomoaquelladePirene.Cuandohubosaciado la sed, tronchócon losdientesunoscuantosbrotesde tréboly los saboreódelicadamente,perosincomermuchosporquelashierbasnacidasentrelasnubes,en

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las altas laderas delmonteHelicón, convenían a su paladarmejor que aquel pastoordinario.

Después de haber bebido así hasta satisfacerse y de haberse dignado comer unpoquitoporcumplir,elcaballoaladosepusoabrincardeunladoaotroyadanzar,como entregado por completo a la holganza y al juego. Nunca hubo criaturamásjuguetona que aquel Pegaso. Sacudía sus grandes alas como un pajarillo, dabacarreritas medio por tierra, medio por aire, que no sé si llamar vuelos o galopes.Cuandounacriaturaescapazdevolarperfectamente,prefiereenocasionescorrerporpuroentretenimiento,yesohizoPegaso,aunquelecostabaalgomástenerloscascostan cercadel suelo.Mientras,Belerofonte, sin soltar de lamano al niño, se asomófueradelboscajeypensóquenohabíavistocosamáshermosaniojosdecaballotanvivos e inteligentes como los de Pegaso. Parecía un pecado pensar en ponerle unabridaycabalgarlo.

Una o dos veces se paró Pegaso, aspirando fuertemente el aire, levantando lasorejas, estirando el cuello y volviéndose a todos lados, como recelando algúnmal.Comonovionioyónada,prontovolvióasusjuegos.

Por fin, y no porque estuviera cansado, sino de puro satisfecho y desocupado,plególasalasysetumbósobrelaverdepradera;pero,comorebosabadevidaaéreaynopodíaestarsequietomucho tiempo,comenzóprontoa revolcarsesobreel lomo,alzandoalairesus finaspatas.Erahermosoveraaquellacriaturaúnicaysolitaria,cuyocompañeronohabíasidocreado,puesnolonecesitaba,yque,viviendomuchossiglos, era siempre feliz.Cuantasmás cosas hacía de las que los caballosmortalessuelenhacer,menosterrenalymásmaravillosoparecía.Belerofonteyelniñocasinorespiraban,enparteporsuemocióndeliciosa,peroprincipalmenteporquetemíanqueelmásligeroruidoomurmullolohicieralanzarse,conlavelocidaddelaflecha,almáslejanoazuldelcielo.

Por fin, cuando ya se había revolcado bastante, Pegaso se dio la vuelta eindolentemente, como otro caballo cualquiera, afirmó los cascos delanteros comopara levantarse del suelo. Belerofonte adivinó que iba a hacerlo así y, saliendosúbitamentedelboscaje,semontódeunsaltosobresuslomos.

¡Sí,semontósobreloslomosdelcaballoconalas!Pero¡quésaltodioPegasocuando,porprimeravezensuvida,sintiósobresíel

peso de un mortal! ¡Aquello era un salto! Antes de tener tiempo para respirar,Belerofonteseencontrólevantadoaunaalturadesesentametros,yaúnmásmientraselcaballoconalasresoplabayseestremecíadeterrorydecólera.Haciaarribafue,arriba,arriba,arriba,hastahundirseenelhúmedosenodeunanube,queBelerofontehabíacontempladounpoquitoantes,imaginándoselacomounlugarmuyagradable.Después, fuerayade lanube,Pegaso sedejó caer comoun rayo, como si quisieraestrellarseconsu jinetecontrauna roca.Luegohizounmillarde lascabriolasmás

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salvajesquejamáshayanpodidohacerpájaronicaballoalguno.No podría contaros ni la mitad de lo que hizo. Se deslizó rápidamente hacia

delante, a los lados y hacia atrás. Se paró con las patas delanteras en un jirón deneblinay lasdeatrásennadaabsolutamente.Coceófuriosamenteybajólacabeza,metiéndola entre lasmanos, con las alas apuntando derechas al cielo.A un par deleguas de altura sobre la tierra dio un salto mortal, de manera que los pies deBelerofontequedarondondedebíaestarlacabezayparecíaquemirabaalcielohaciaabajo, en vez de mirarlo hacia arriba. Pegaso volvió la cabeza violentamente y,mirandoaBelerofontealacara,comosiecharafuegoporlosojos,hizounterribleesfuerzopormorderle.Sacudió lasalascon talviolenciaqueunade lasplumasdeplatasedesprendióycayóatierra,dondelacogióelniño,quelaguardótodasuvidacomorecuerdodePegasoyBelerofonte.

Este último (que según podéis apreciar, era tan buen jinete como el mejordomador de potros) estuvo acechando la oportunidad favorable, y al fin encajó elbocadodeorodelabridaencantadaentrelasquijadasdelcaballoalado.Apenaslohubohecho,PegasosevolviótanmanejablecomositodasuvidahubieracomidodelamanodeBelerofonte.Amí, casimedapenaver tan súbitamentedomadaaunacriatura tan salvaje. Pena debía sentir Pegaso también. Miró a Belerofonte conlágrimas en los hermosos ojos, en vez del fuego que poco antes despedían; sinembargo,cuandoBelerofonteleacariciólacabezayledijounascuantaspalabrascontono de autoridad, pero con cariño, vio en los ojos de Pegaso unamirada distinta,comosileplacierahaberencontrado,alcabodetantossiglos,unamoycompañero.

Esto ocurre siempre con los caballos alados y con las criaturas indómitas ysolitarias como ellos. Si podéis atraparlas y dominarlas, es el mejor camino paralograrsucariño.

Mientras Pegaso hizo todo lo posible por sacudirse de encima a Belerofonte,había recorridounadistanciamuygrande, y ahora, ya con la bridapuesta, estabanllegandoanteunamontañaaltísima.Belerofonteyahabíavistoantesesamontañaysupo que era el Helicón, en cuya cima vivía el caballo alado. Allá voló Pegaso(después demirar dócilmente a su jinete, como preguntándole si lo permitía) y, alposarse,esperópacientementeaqueBelerofontequisieraapearse.El jovensaltódeloslomosdesucaballo,sindejardesujetarloporlabrida;peroalmirarlealosojosleconmovieron tanto su docilidad, su hermosura y la idea de la libre vida que habíallevado, hasta entonces, que no se sintió capaz de convertirlo en prisionero, sirealmentedeseabalalibertad.

Dejándose llevar de tan generoso impulso, dejó caer la brida encantada de lacabezadePegasoylequitóelbocado.

—¡Déjame,Pegaso!—ledijo—.¡Déjameoquiéreme!En un instante, el caballo alado salió disparado hasta perderse casi de vista,

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remontándose sobre la cima del monte Helicón. El sol se había puesto hacía yatiempo, la cima de la montaña estaba aún en el crepúsculo y en la comarca querodeabaeranocheoscura;peroPegasovolótanaltoquealcanzóeldíaqueseibaysebañóenlaluzqueirradiabaelsolporlasalturas.Subiendocadavezmásalto,parecíaunamanchabrillanteyalfinseperdióenlainmensidaddelcielo.TemióBelerofontenovolver a verlo; pero, cuando estabadeplorando su locura, reapareció lamanchabrillanteysefueacercandocadavezmáshastadescenderbajolaluzdelsol,y¡allíestabaPegasodenuevo!Despuésdetalpruebayanohabíapeligrodequeelcaballoconalasseescapase.Losdosfueronamigosysequisieronfielmente.

Aquellanocheseecharonydurmieronjuntos;Belerofontepasósubrazosobreelcuello de Pegaso; no por preocupación, sino por cariño. Ambos se despertaron aldespuntarlamañanaysedieronlosbuenosdías,cadacualensulengua.

De este modo pasaron varios días Belerofonte y el maravilloso caballo,conociéndoseyaficionándoseelunoalotro.Hacíanlargosviajesaéreosyalgunavezsubían tan altos, que la Tierra apenas parecía mayor que la luna. Visitaron paísesremotosyasombraronasushabitantes,quienespensaronqueaquelhermosojoven,montado en un caballo con alas, tenía que haber bajado del cielo. Recorrer milkilómetros al día era cosa muy fácil para el veloz Pegaso. Aquel género de vidaencantaba a Belerofonte y muy a gusto habría vivido siempre así, en la claraatmósferadelasalturas,endondesiemprehacíabuentiempopormuydesapacibleylluvioso que fuera abajo; pero no podía olvidar la horrible Quimera y la promesahechaal reyIobatesdematarla.Poreso,cuandohuboaprendidobien laequitaciónaéreay sabíamanejar aPegasoconun ligeromovimientode lamano, le enseñóaobedecersuvozysedispusoaemprenderlapeligrosaaventura.

Asípues,alrompereldíayencuantoabriólosojos,diountironcitodeorejasalcaballo alado para despertarlo. Inmediatamente se alzó Pegaso del suelo subiendohasta media legua de altura y dio, velocísimo, una gran vuelta a la cima de lamontaña, como para mostrar que estaba bien despabilado y listo para cualquierexcursión.Mientrasduróesevuelodabafuertes,alegresymelodiososrelinchos,yalfindescendiójuntoaBelerofontetanlevementecomohabréisvistoqueseposanlospájarossobrelosarbustos.

—¡Muy bien, querido Pegaso! ¡Bravo! —exclamó Belerofonte, dando unaspalmaditasenelcuellodelcaballo—.Yahora,miraudoyhermosoamigo,tenemosquedesayunar.HoyvamosalucharconlaterribleQuimera.

En cuanto acabaron su comida matinal y bebieron agua fresca de la fuentellamadadeHipocrene,Pegasoofreció espontáneamente la cabezaparaque su amopudieraponerlelabrida.Luegodiomuchosbrincosycabriolasaéreas,mostrandosuimpaciencia por emprender la marcha, mientras Belerofonte se ceñía la espada,disponíaelescudoysepreparabaparalabatalla.Cuandoestuvotodolisto,montóel

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jinetey(segúnsolíahacercuandoibalejos)subiócuatroleguasverticalmente,paraorientarsemejor.Después volvió la cabeza de Pegaso hacia el este, dirigiéndose aLicia.EnsuvueloalcanzaronaunáguilaypasarontancercadeellaqueantesdequepudieraapartarsedesucaminolehabríasidofácilaBelerofontecogerlaporunapata.Avanzandoaestepaso,antesdelmediodíadivisaronlasaltasmontañasdeLicia,consusprofundosyagrestesvalles.SieraverdadloquelehabíancontadoaBelerofonte,enunodeesosvalleshorrendosteníasuguaridalaespantosaQuimera.

Estando ya tan cerca del término de su viaje, descendieron poco a poco yaprovecharonparaocultarseunasnubesqueflotabansobreaquellasingentescimas.Dandolavueltaporlapartesuperiordeunanubeyasomándosealborde,BelerofontepudoverclaramentelapartemontañosadeLicia,ymiraralaveztodossusumbríosvalles.Nadaextraordinarioencontróaprimeravista.Eraaquellaunazonadesierta,pedregosa, con altas y escarpadasmontañas; en la parte baja ymás llana del paíshabíaruinasdecasasquemadasyesqueletosdeanimalesesparcidospor lospradosquelessirvierondealimento.

«HadeserobradelaQuimeratodoesto—pensóBelerofonte—;pero¿dóndeestáelmonstruo?».

Como ya he dicho antes, nada extraordinario se observaba, a simple vista, enninguno de los valles y barrancos que se habrían entre las imponentes montañas.Nadaabsolutamente,salvotresespiralesdehumonegroquesalíandeunaespeciedecavernaysubíanlentamentepor laatmósfera,confundiéndoseenunasolacolumnaantesdellegaralacumbredelamontaña.Lacavernaestabajustamentedebajodelcaballoaladoysujinete,aunostrescientosmetros.Elhumoteníauncolorhediondo,sulfurosoyasfixiante,quehizoresoplaraPegasoyestornudaraBelerofonte.Tantodesagradabaalmaravillosocaballo(acostumbradoarespirarúnicamenteelairemáspuro) que agitó las alas y se lanzó como dos leguas lejos de aquellos molestosvapores.

PeroalmirarhaciaatrásBelerofontevioalgoqueleindujoatirardelasriendasprimeroyadarlavueltadespués.Hizounaseña,queelcaballoaladoentendió,yestebajóporelairelentamentehastaquesuscascosestuvieronapocomásdelaalturadeunhombresobreelsuelorocosodelvalle.Enfrente,yatirodepiedra,estabalabocadelacavernaconlastresespiralesdehumoquedeellabrotaban.

Dentro de la caverna parecía haber unmontón de extrañas y terribles criaturasenroscadasunasconotras.SuscuerposestabantanjuntosqueBelerofontenoacertóadistinguirlos;pero, a juzgarpor suscabezas,unode losanimaleserauna serpienteenorme,elsegundounfieroleónyeltercerounacabrarepulsiva.Elleónylacabraestabandormidos;laserpienteestabadespiertaylomirabafijamenteconsusgrandesyferocesojos.Lomásasombrosodelcasoesquelastrescolumnasdehumosalíanevidentementedelasnaricesdeaquellastrescabezas.Tanextrañoeraelespectáculo

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que,aunquellevabatantotiempoesperandoverlo,noseleocurriópensarqueaquellaera la terrible Quimera de las tres cabezas. Había encontrado la caverna de laQuimera.Laserpiente,elleónylacabranoerantrescriaturasdistintas,comohabíasupuesto,sinounmonstruosolo.

¡Quécosamáshorribleymásodiosa!Aundormitando,comodormitabansusdosterceraspartes,teníaentresusabominablesmandíbulaslosrestosdeuninfortunadocordero, o tal vez (pero me resisto a pensarlo) de algún pobre niño que las tresbocazashabíanestadomordisqueandoantesdequedarsedormidasdosdeellas.

De pronto, como si saliese de un sueño,Belerofonte cayó en la cuenta de queaquellaeralaQuimera.Pegasopareciótambiéncomprenderloydiounrelincho,quesonó como un clarín de guerra. Al oírlo se alzaron las tres cabezas y vomitarongrandesllamaradas.AntesdequeBelerofontepudierapensarloquedebíahacer,selanzó el monstruo fuera de la caverna y fue contra él, con las inmensas faucesabiertasyarrastrandosucoladeserpientehorriblemente.SiPegasonohubierasidotan ágil como un pájaro, tanto él como su jinete se habrían visto arrollados por laacometidadelaQuimerayhabríaacabadoelcombateantesdecomenzarenrealidad.Peroelcaballoaladonosedejabaatrapartanfácilmente.Enunabrirycerrardeojosseelevócasihasta lasnubes, relinchandocon furia.También temblaba,peronodemiedo, sino del asco que le daba aquel ser aborrecible y ponzoñoso con sus trescabezas.

LaQuimera,porsuparte,seirguióhastasostenerseúnicamentesobreelextremodelacola:pateabaconfuriaenelaireyescupíafuegoaPegasoyaljineteconsustres bocas. ¡Cómo rugía, silbaba y bramaba! Belerofonte, entretanto, se ponía elescudoalbrazoysacabalaespada.

—Ahora,miqueridoPegaso—murmuróaloídodelcaballoalado—,tienesqueayudarmeamataraestemonstruo;sino,habrásdevolveratusolitariacumbresintuamigoBelerofonte; porque, omuere laQuimera, o sus tres bocas se comerán estacabezamía,quetantasveceshadormitadosobretucuello.

Pegaso relinchóy,volviendo la cabeza, frotó cariñosamente elhocicocontra lacaradesu jinete.Asídecía,asumanera,queaúnteníaalasyeracaballo inmortal;antesperecer,siloinmortalpudieraperecer,queabandonaraBelerofonte.

—Gracias, Pegaso—respondióBelerofonte—.Y ahora, vamos a pelear con elmonstruo.

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Diciendo estas palabras, sacudió las riendas; Pegaso descendió oblicuamente,rápidocomounaflecha,hacialatriplecabezadelaQuimera,queseerguíaenelairecuantopodía.Cuandolotuvoalalcancedesubrazo,dioBelerofonteungrantajoalmonstruo; pero su caballo siguió adelante sin dejarle ver si había aprovechado elgolpe.Pegasocontinuóasucarrera;peroprontoviróenredondo,aproximándosealaQuimeraalamismadistanciaqueantes.Belerofontevioentoncesquehabíacortadoal monstruo, casi del todo, la cabeza de cabra, que colgaba de la piel y parecíaenteramentemuerta.

Pero,encompensación,lacabezadeleónydelaserpientehabíanadquiridotodala fierezade laotrayescupían llamas, silbabany rugíanconmuchamás furiaqueantes.

—No te preocupes,mi bravoPegaso—exclamóBelerofonte—; con otro golpecomoeseharemosquedejederugirysilbar.

De nuevo sacudió las riendas. El caballo alado se lanzó oblicuamente y veloz,comoantes,hacialaQuimera;Belerofonte,alpasar,asestóungolperectoaunadelas dos cabezas que le quedaban. Pero esta vez ni él ni Pegaso escaparon tan biencomo la primera. Con una de sus garras hizo el monstruo al joven un profundoarañazo en un hombro y con la otra estropeó un poco el ala izquierda del caballovolador.Belerofonte,porsuparte,habíaheridomortalmentelacabezadeleón,que

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caíacolgando,conelfuegocasiextinguidoylanzandobocanadasdehumonegroyespeso.Sinembargo, lacabezadeserpiente(laúnicaquequedabaya)eraentoncesdos veces más fiera y más venenosa que nunca. Vomitaba chorros de fuego dequinientos pasosde largoy lanzaba silbidos tan altos, tan ásperos, tanpenetrantes,queelreyIobateslosoyóasetentaycincokilómetrosdedistanciayseestremeciótantoquehastatemblóeltronoenquesesentaba.

«¡Aydemí!—pensóelpobrerey—.EstoesquelaQuimeravieneadevorarme».Pegaso,mientrastanto,sehabíaparadootravezenelaireyrelinchabacolérico,

echando por sus ojos chispas de un fuego puro como el cristal. ¡Qué diferente delfuego oscuro de la Quimera! Ni el espíritu del caballo aéreo ni el de Belerofontedecayeron.

—¿Sangras,micaballoinmortal?—exclamóeljoven,cuidándosemenosdelmalpropioquedeldeaquellacriaturaquenodebíahaberconocidonuncaeldolor—.¡LamalditaQuimerapagaráestedañoconsuúltimacabeza!

LuegosacudiólasriendasydandograndesvocesguioaPegaso,nooblicuamentecomoantes,sinodirectamentecontralarepugnantecabezadelmonstruo.TanrápidafuelaembestidaqueenloqueduraunrelámpagosepusoBelerofontealalcancedesuenemigo.

Mientras, con la pérdida de su segunda cabeza, laQuimera había caído enunapasióndedoloryrabia.Serevolcaba,mitadentierraymitadenelaire:eraimposibledecir en qué elemento descansaba.Abrió su bocaza de serpiente con tan horrorosaanchura que me atrevería a decir que podía haber pasado Pegaso derecho a sugarganta,conlasalasdesplegadasyconjineteytodo.Cuandoseacercaron,lanzóunchorrotremendodesuencendidoalientoyenvolvióaBelerofonteyasucaballoenunanubedellamas,chamuscandolasalasdePegaso,quemandoaljovenlosdoradosrizosdetodounladoycalentandoalosdos,delacabezaalospies,muchomásdeloqueresultaprudente.

Peroestonoesnadacomparadoconloquesucediódespués.Cuandoelcaballoaladollegóensuprimeraacometidaaladistanciadeunoscienpasos,laQuimeradioun salto y proyectó su enorme, horrible, ponzoñoso y detestable cuerpo contra elpobre Pegaso; se le enroscó con gran fuerza y retorció su cola de serpiente hastaformarunnudo.Elcaballoaéreonodejabadevolarmásalto,másalto,másalto,porencima de las nubes, casi hasta perder de vista la tierra sólida; pero el monstruoterrestre no soltó su presa y siguió en su vuelo a la criatura del aire y la luz.Belerofonte, mientras tanto, se encontró al volverse con la horrible fealdad de laQuimera frente a frente, y solo protegiéndose bien con el escudo pudo librarse demorirabrasadoodequeunmordiscolopartieraporlamitad.

Desde el borde del escudomiró fieramente los salvajes ojos delmonstruo. LaQuimera estaba tan enloquecida por el dolor que no se resguardaba, como en otro

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casohabríahecho.Afindecuentas,paralucharconunaQuimeratalvezlomejorseaacercarse a ella todo lo posible. En sus esfuerzos por clavar a su enemigo loshorribles garfios, el monstruo dejó su pecho enteramente al descubierto. Al verlo,Belerofonteclavóhastaelpuñolaespadaensucruelcorazón.Lacoladelaserpientedesatóenseguidasunudo.ElmonstruosedesprendiódePegasoycayódesdeaquellaenorme altura.El fuegoque llevaba en supecho ardió, envezde extinguirse,másvivoquenunca,yprontoempezóaconsumiraquelcuerpomuerto.

Cayódelcieloenteramenteinflamado.Comosehizodenocheantesdellegaratierra,loconfundieronconunaestrellaerranteoconuncometa;peroaldespuntareldía salieron unos aldeanos a su labor y vieron, con gran asombro, que una granextensióndeterrenoestabasalpicadadecenizasnegras.Enmediodeuncampohabíaunmontóndehuesoscalcinadosmásaltoqueungranmontóndeheno.¡NadamásvolvióaversedelahorrorosaQuimera!

CuandoBelerofontelogrólavictoria,seinclinóhaciadelanteybesóaPegasoconlágrimasenlosojos.

—¡Vuelveahora,miqueridocaballo—ledijo—,vuelvealafuentedePirene!Pegaso hendió el aire más rápido que nunca y llegó a la fuente en muy poco

tiempo.Allíencontróalviejoapoyadoensubastón,alcampesinodandoaguaa lavacayalahermosadoncellitallenandosucántaro.

—Ahorame acuerdo—advirtió el viejo—.Cuandoyo era un chiquillo, vi unavezestecaballoconalas.Peroenmistiemposeradiezvecesmáshermoso.

—Tengouncaballodetiroquevaleeltriplequeél—dijoelcampesino—.Siestepencofueramío,loprimeroqueharíaseríacortarlelasalas.

Lapobremuchachitanodijonadaporqueteníalamalasuertedeasustarseenelmomentomenosoportuno.Echóacorrer,selecayóelcántaroylorompió.

—¿Dóndeestá—preguntóBelerofonte—elsimpáticoniñoquemeacompañaba,quenuncaperdiólafeyquenuncasecansabademirarenlafuente?

—Aquíestoy,queridoBelerofonte—dijoelniñotiernamente.ElmuchachitohabíapasadolosdíasalaorilladePirene,esperandolavueltade

suamigo;pero,cuandoloviobajandoatravésdelasnubes,montadoensucaballoalado,seinternóenelbosque.Eraunniñomuydelicado,degranternura,ytemíaqueelviejoyelcampesinovieranbrotarlágrimasdesusojos.

—Has logrado la victoria —dijo, muy contento, abrazándose a una pierna deBelerofonte,queaúnestabamontadosobrePegaso—.Séquelohasconseguido.

—Sí,queridoniño—replicóBelerofontebajándosedelcaballoalado—;pero,sinomehubieseayudadotufe,nuncahabríaesperadoaPegaso,nivoladojamásporencimadelasnubesnivencidoalaterribleQuimera.Todolohicistetú,miqueridoamigo,yahoradevolveremosaPegasosulibertad.

Y, diciendo esto, quitó la brida encantada de la cabeza de aquel caballo

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maravilloso.—¡Sélibreparasiempre,Pegaso!—exclamóconciertatristezaenlavoz—.¡Sé

tanlibrecomorápidoeres!PeroPegasoapoyólacabezaenelhombrodeBelerofonteynohubomanerade

inducirleaemprenderelvuelo.—Bien —dijo Belerofonte acariciando al aéreo caballo—; estarás conmigo

mientras quieras. Ahora vayamos a decir al rey Iobates que la Quimera ha sidodestruida.

Belerofonteabrazóaaquelniñotanbueno,leprometióvolveraverloysepusoenmarcha; pero años después aquel niño voló sobre el corcel aéreo amuchamásalturaquelohicieraBelerofonte,ehizocosasmuchomáshonrosasquelavictoriadesu amigo sobre la Quimera. Porque, siendo tan tierno y delicado, llegó a ser unpoderosopoeta.

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CumbrePelada

Despuésdelcuento

EustaceBrightcontólaleyendadeBelerofontecontantofervoryanimacióncomosirealmentehubieseidoagalopesobreuncaballoalado.

Al terminar se alegró mucho, pues comprendió, por el rostro radiante de susoyentes,lomuchoqueleshabíainteresado.

Todoslosojosbrillaban,exceptolosdeSiempreviva:delosojosdelachiquillabrotaban lágrimas porque se daba cuenta de que en la leyenda había algo que losdemásaúnnoteníanedadparacomprender.

Erauncuentoparaniños,peroelestudiantehabíalogradoinfundirleelardor,lagenerosaesperanzaylaimaginaciónemprendedoradelajuventud.

—Ahorateperdono,Siempreviva—dijo—,todaslasburlasquehaspretendiendohaceracostademiscuentos.Unalágrimapormuchasrisas.

—¡Ay,primoEustace!—respondióSiemprevivalimpiándoselosojosyconotrasonrisa maliciosa—: esto de ir por encima de las nubes eleva el pensamiento. Teaconsejoquenovuelvasacontarmáscuentossinoestás,comoahora,enlacumbredeunamontaña.

—OcabalgandosobrePegaso—replicóEustace,sonriente—.¿Noteparecequeheconseguidoalasmilmaravillasmipropósitodeatraparalcorcelmaravilloso?

—¡Sí,hasidounbonitosaltomortal!—exclamóaplaudiendo—.¡Meparecequeteveomontadosobreél,atresleguasdealtura,porlosairesycabezaabajo!

—¡Ojalá tuviese aquí a Pegaso en este instante! —dijo el estudiante—. Lomontaríainmediatamenteyrecorreríaalgalopelaregióny,enunradiodeunospocoskilómetros,visitaríaamiscolegas,loshombresdeletras.EldoctorDeweyestaríaauntirodepiedra,alospiesdelosmontesTaconic.Unpocomásallá,enStockbridge,vive el señor James, conocido en todo el mundo por sus innumerables obras dehistoria y aventuras. Longfellow, creo, ya no está en la granja deOxbow: de otromodo,elcaballoaladorelincharíanadamásverlo.Peroaquí,enLenox,encontraríaanuestronovelistamásgenuino,quehahechosuyoselpaisajeylavidadeBerkshire.En la parte más cercana de Pittsfield vive Herman Melville, dando forma a sugigantesca idea de la Ballena blanca, mientras las formas gigantescas del monteGreylockseasomanalaventanadesuestudio.UnnuevobrincodemicorcelvoladormellevaríahastalapuertadeHolmes,aquiendejoparaloúltimoporquePegaso,sinduda,medescabalgaríaenunmomentoyreclamaríaalpoetaparaquefuerasujinete.

—¿Notenemosaunescritordevecino?—preguntóSiempreviva—.Esehombre

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calladoqueviveenesaviejacasadeladrillo,cercadelaavenidaTanglewood,yqueavecesnosencontramos,acompañadopordosniños,enelbosqueoenellago.Meparece haber oído decir que ha escrito un poema, o una novela romántica, o untratadodeartimética,odehistoria,oalgúnotrolibro.

—¡Cállate, Siempreviva, cállate! —susurró Eustace, con un estremecimiento,llevándoseundedoaloslabios—.¡Niunapalabrasobreesehombre,nisiquieraenlacimadeunamontaña!Sinuestracháchara llegaasusoídos,yporcasualidadnolegusta,notienemásquearrojarunasristrasdepapelalhornoytú,Siempreviva,yyo,yPimpinela,Arándano,Zanahoria,OjosAzules,Trébol,Pensamiento,Mimosa,FlordeLimón, Junquillo,Vainilla yCampanilla…y, sí, el sabio señorPringle, con suscríticasdesfavorablesdemisleyendas,yelpobreseñorPringletambién…¡iremosaparar al fuego y nos convertiremos todos en humo! Nuestro vecino de la casa deladrilloesunadeesaspersonasinofensivas,porloquesé,enloquerespectaalrestodelmundo;peroalgomedicealoídoquetieneunterriblepodersobrenosotros,unpodercercanoaldelatotalaniquilación.

—¿Y tambiénTanglewood se convertiría enhumo, comonosotros?—preguntóPimpinela,bajoeltremendoefectodelaamenazadedestrucción—.Y¿quéseríadeBenyBruin?

—Tanglewoodseguiríaexistiendo—contestóelestudiante—,talcomoesahora,pero con una familia completamente distinta. Y Ben y Bruin estarían aún vivos ydaríanbuenacuentadeloshuesosdelacomida,sinpensarsiquieraenlobienqueselopasabanconnosotros.

—Pero¿quétonteríasdices?—exclamóSiempreviva.Entretenida en esta charla ociosa, la comitiva había empezado ya a bajar la

montañayseencontrabaahoraalasombradelbosque.Siemprevivarecogióalgunashojas de laurel que, aunque habían crecido el año anterior, eran aún verdes yelásticas,comosilaescarchaylasheladasnosehubieranimpuestoasutextura.Conlasramitasdelaurelhizounacorona,lequitóelgorroalestudianteyselapusoenlafrente.

—Comonadie va a coronarte por tus cuentos—observó conmalicia—, aceptaestodemí.

—Noestés tansegura—replicóEustace,queparecíaenverdadunjovenpoeta,con el laurel entre sus brillantes rizos— de que no voy a ganar otras coronas conestoscuentosadmirablesymaravillosos.Tengointencióndededicartodomitiempolibre,enestasvacaciones,yenelperíododeveranodelauniversidad,aescribirlosyprepararlospara la imprenta.ElseñorJ.T.Fields(aquienconocíelpasadoveranomientras estaba en Berkshire y que es poeta además de editor) reconocerá de unasimple ojeada sus méritos poco comunes. Y les pondrá ilustraciones, espero, queencargaráaBillings,ylosofreceráalmundoconlosmejoresauspicios,atravésdesu

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editorialTicknor&Co.Dentrodeunoscincomeses,¡elmundometendrásindudaporunadelasluminariasdenuestraépoca!

—¡Pobrecito!—dijo Siempreviva, medio para sí misma—. ¡Qué decepción leaguarda!

Bajaronunpocomás.Bruinempezóaladrarylerespondióelgraveguau,guaudelrespetableBen.NotardaronenveralbuenperrovelandoporMimosa,Arándano,ZanahoriayFlordeLimón.Estospequeñuelos,yarepuestosde lafatiga,sehabíanpuesto a buscar frutos de gaulteria y ahora corrían por la cuesta para recibir a suscompañeros.Finalmentereunidos,pasaronporelhuertodeLutherButleryvolvieronaTanglewood.

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CuentosdeTanglewood

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Introducción:TheWayside

No hace mucho tiempo, tuve el placer de recibir una rápida visita de mi amigoEustaceBright, al que no había vuelto a ver desde que abandoné lasmontañas deBerkshire, siempre tan azotadas por el viento. Aprovechando las vacacionesinvernales de su universidad, Eustace había cogido unos días de descanso, pues,según me comunicó, su salud se había resentido de tantas horas de estudio. Alcomprobarsuexcelenteestadofísico,lleguéalafelizconclusióndequeelremediohabíaconstituidotodounéxito.EustacehabíasalidodeBostonhaciaelnorteeneltrendelmediodía,nosoloempujadoporlaamistadconquemehonra,sinotambién,comoprontopudecomprobar,porunasuntoliterario.

SentíunagranalegríaalrecibirporprimeravezenmihumildecasalavisitadelseñorBright.Elpobremuchachosevioobligadoarecorrerlamediadocenadeacresqueposeo,pues,comocualquierterratenienteencualquierlugardelmundo,insistíenqueasí lohiciera.Sinembargo,mealegrésecretamentedequeelmal tiempoylosquince centímetrosdenieveque cubríanel suelo le impidieranver el abandonoenqueseencontrabantantolatierracomolosarbustos.PeroeraabsurdoimaginarquealguienquehaconocidoMonumentMountain,CumbrePeladayelmonteGreylock,con sus ancestrales y frondosos bosques, pudiera encontrar algo que admirar enaquella humilde ladera, con sus frágiles acacias plagadas de insectos.Eustace, contoda franqueza, afirmó encontrar bastantemonótona la vista desde la colina; y nocabe duda de que esto era cierto, sobre todo después de haber contemplado lassalvajesyescarpadasmontañasdeBerkshire,especialmenteenelnortedelaregión,y que el joven estudiante conocía muy bien por ser el lugar donde se hallaba suuniversidad. Sin embargo, existe un encanto reposado en las extensas praderas desuaves pendientes, que, enmi opinión, hace preferible este tipo de paisaje a otrasimágenes más agrestes; pues, al causar una impresión mucho menos intensa ennuestrocerebro,surepeticiónnunca llegaacansarnos.Loidealparamíseríapasaralgunasemanadeveranoenlasmontañasyelrestodeltiempoentreverdespraderasy apacibles colinas, cuyos contornos parecen siempre nuevos, pues su recuerdo sedesvanececontinuamenteennuestramemoria.

SupongoqueaEustacetodoaquelpaseolepareceríabastanteaburrido,hastaquele conduje a la rústica y destartalada cabaña de verano, que había pertenecido alanteriorpropietariode la fincayqueestabasituadaen lamitadde la ladera.Noesmásqueunsimpleesqueletodedelgadostroncospodridos,sinparedesnitecho;tansolo una combinación geométrica de ramas que el próximo vendaval muy

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posiblemente deshaga, esparciendo sus restos por el porche. Parece a punto dedesvanecerse como un sueño; y sin embargo, no hay duda de que encierra unasingular y espiritual belleza, que la convierte en el verdadero símbolo de lamentesutilyetéreadesucreador.PedíaEustaceBrightquesesentarasobreunbancodenieve,bajoelqueseescondíaunasientodepiedracubiertodemusgo,y,mirandoatravésdelasventanasenformadearcoqueteníajustoenfrente,el jovenreconocióqueaquelescenarioerasindudapintoresco.

—A pesar de su sencillez —afirmó—, este pequeño edificio parece lleno demagia.Resultadelomássugerentey,asumanera,notienenadaqueenvidiaraunacatedral.¡Seríaunlugaridealparasentarselastardesdeveranoycontaralosniñosnuevasyemocionanteshistoriassobrelosmitosclásicos!

—Asíes—respondí—.Estacabañadeverano,tandestartaladaypocoprotegidadelosvientos,escomounadeesasviejashistoriasquesiempreevocamosdeformaimperfecta;ylasfuertesramasdelmanzanoBaldwin,introduciéndosecondescaroensuinterior,recuerdanasusinjustificadasinterpolaciones.Pero,yaquehablamosdeltema, ¿ha añadidomás leyendas a la serie, desde la publicación deEl libro de lasmaravillas?

—Muchasmás—repusoEustace—;sinolescuentounahistoriacadaunoodosdías,Siempreviva,Pimpinelaytodalatropamevuelvenloco.Enpartehehuidodecasaporculpadeesosdiablillos.Sinembargo,heescritoseiscuentosnuevos,quehetraídoparaquelesecheunvistazo.

—¿Sontanbuenoscomolosprimeros?—lepregunté.—Mejor escogidos y mejor redactados —dijo Eustace Bright—. Estará de

acuerdocuandoloshayaleído.—Esposiblequeno seaasí—añadí—.Séporpropiaexperienciaqueunautor

casisiempreestáconvencidodequesuúltimotrabajoeselmejor,hastaquelapasióncreadoraseapaga.Yesentoncescuandolaobraencuentrasuverdaderolugar.Perovayamos ami estudio y leamos sus nuevas historias. Difícilmente podría hacerlesjusticiasentadoenestebancodenieve.

Asípues,bajamosporlacolinahaciamiviejaypequeñacasa,ynosencerramosenlasalaorientadaalsudeste,queelsoliluminalamayorpartedeldía.Eustacemeentregósumanuscritoyyo lohojeéconrapidez, intentandoadivinarsusaciertosysusfallosconelsimplerocedemisdedos,talcomodeberíasaberhacerunveteranocuentista.

Debo recordar que el señor Bright, confiando en mi experiencia literaria, mehabíanombradoredactordeEllibrodelasmaravillas.Alnotenerningunaquejadelaacogidaquetuvoesaeruditaobraporpartedelpúblico,veníaconlaintencióndeencargarme su nuevo volumen, que había tituladoCuentos de Tanglewood. ComoEustace insinuó, no necesitaba emplear mis servicios para presentar aquella obra,

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pues su nombre ya gozaba de cierto prestigio en elmundo literario. Sin embargo,tuvo la amabilidad de decirme que su colaboración conmigo le había resultadosumamente grata; además, no parecía sentir ningún deseo de dar una patada a laescalera que quizá le había ayudado a alcanzar su presente situación, como suelenhacer lamayoríade loshombres.Mi jovenamigo,endefinitiva,estabadispuestoaqueelfrescoverdordesucrecientefamacontinuara trepandopormisextendidasydesnudas ramas;delmismomodoqueaveceshapasadopormi imaginaciónguiaruna parra, con sus grandes hojas y morados frutos, alrededor de los carcomidospostes y vigas de la rústica cabaña de madera. Consciente de las ventajas de supropuesta,leaseguréqueaceptaríaconenormeplacer.

Encuantovilostítulosdeaquellashistorias,tuvelacertezadequesetratabadeunos relatos de tanta riqueza como los del anterior volumen; tampoco dudé de laaudacia(enelbuensentidodelapalabra)delseñorBrightalahoradeaprovecharalmáximotodas lasposibilidadesqueofrecían.Y,sinembargo,apesardeconocer lalibertadconquedesarrollabasustemas,confiesoqueescapabaamicomprensiónsucapacidadparasuperartodaslasdificultadesquesuponeadaptaresosrelatosparalosniños.Puesesasviejasleyendasenlasqueseinspiraronlostrágicosgriegos,repletasdetodoaquelloquemáshorrorizaanuestramoralcristiana,unastanterriblesyotrastan tristes ymelancólicas, terminaron convirtiéndose en susmanos en las historiasmásdespiadadasydolorosasquehayaconocidoelmundo.¿Ycómotransformarsucontenido en objeto de diversión para niños? ¿Cómo purificarlo? ¿Cómo lograriluminarloconlahermosaluzdelsol?

Pero Eustace señaló que aquellos mitos eran lo más singular del mundo, puescadavezqueiniciabaelrelatodeunodeellos,sesorprendíaalverlarapidezconqueesteseadaptabaalainfantilpurezadesusoyentes.Losdetallesmásescabrosos,enmanosdelosgriegos,parecíanhaberproliferadocualparásitos,cuandoenlaleyendaoriginal apenas tenían importancia. Quizá por ello, desaparecían por completo encuantoeljovenestudianteponíalaimaginaciónalserviciodeaquelinocentecírculodepequeños,quenodejabandemirarlecon losojosbienabiertos, impacientesporescuchar sus palabras. Así pues, estos relatos (de forma natural, sin exigir ningúnesfuerzo al narrador) se transformaban y recobraban la forma que probablementetuvieronenlainfanciadelmundo.SegúnafirmaEustaceBright,elprimerpoetaquecontóesasmaravillosasleyendasvivíaaúnenlaEdaddeOro.Elmalnoexistía;yeldolor, la desgracia y el crimen eran simples sombras creadas por la propiaimaginación, como si sirvierande refugio de una realidaddemasiado luminosa.Esposiblequeselimitaranasersueñosproféticos,queelhombreignorabaaldespertar.Actualmente, los niños son los únicos representantes de aquella época feliz, por loquedebemoselevarnuestrointelectoeimaginaciónalniveldelainfancia,conelfinderecrearaquellosmitosoriginales.

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Dejéal jovenautordecircuantasextravaganciasquisiera,alegrándomedeverleentrar en lavida tan segurode símismoyde sus acciones; el pasode los años seencargarádeponerleensusitio.Entretanto,esjustodecirqueparecehabersuperadoconéxito lasobjecionesmoralesque suelen formularsecontraeste tipode fábulas,aunquehayasidoacostadetomarseciertaslibertadesensuestructura,quedebemosdejar al joven justificar sin mi ayuda. La única defensa posible es que estas erannecesarias, y que la esencia de las leyendas no puede conservarse si alguien lasconsideradesupropiedad.

Eustace afirmóhaber relatadoaquellashistorias a losniños en situacionesmuydiferentes:enlosbosques,alaorilladellago,enlacañadadeArroyoUmbrío,enelcuarto de jugar, junto a la chimenea deTanglewood y en unmagnífico palacio denieveconventanasdehielo,queélpersonalmentehabíaconstruidoconsuspequeñosamigos. Los niños estaban aún más entusiasmados con los relatos del presentevolumenquecon losdelqueyahabía sidopublicado.Asimismo, el señorPringle,auténtico experto en temas clásicos, había escuchado dos o tres de esos cuentos,censurándolos todavía con mayor severidad que «Las tres manzanas de oro»; portodo ello, habiendo recibido una de cal y otra de arena, Eustace Bright estáconvencido de que existen bastantes posibilidades de obtener el mismo éxito depúblicoconestaobraqueconEllibrodelasmaravillas.

PreguntéaEustaceportodossuspequeñosamigos,puesséquetodosesosniñosbuenos que me escriben para pedir un nuevo libro sobre mitos clásicos estaránimpacientesportenernoticiasdeellos.Ymealegrapoderdecirosquetodossehallan(exceptoTrébol)enunexcelenteestadodesaludydeánimo.Siemprevivaescasiunaseñorita y, según Eustace, continúa tan descarada como siempre. Pretende serdemasiado mayor para perder el tiempo con estas historias; y, sin embargo, lasescuchasiempreconenormeatención,riéndosedeellasencuantoacaban.Pimpinelahacrecidomucho,yesdeesperarqueenunmesodoscierresucasitademuñecas.Arándanohaaprendidoaleeryaescribir,yvavestidoconamericanaypantaloneslargos, algode loquenopuedoalegrarme.FlordeLimón,OjosAzules,VainillayCampanilla han tenido la escarlatina, pero se recuperaron pronto. Pensamiento,Junquillo y Zanahoria cogieron la tosferina, y se enfrentaron valientemente a ella,saliendo al aire libre cada vez que brillaba el sol. Mimosa, en otoño, cogió elsarampiónounaerupciónmuyparecida,aunquenoparecióestarenfermaniunsolodía.AlapobreTrébollehaempezadoasalirsusegundodiente,porloqueandaunpoco malhumorada; y su aspecto no mejora ni siquiera cuando sonríe, pues justodetrás de los labios deja entrever un hueco casi tan grande como la puerta de ungranero.

ElseñorBright,porsuparte,cursasuúltimoañoenelWilliamsCollege,ytienelaesperanzadeobtener la licenciaturaconciertoshonores.Mehadadoaentender

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que,eneldiscursoquepronunciaráenlaceremoniadegraduación,trataráeltemadelosmitosclásicosdesdeelpuntodevistadelaliteraturainfantil;asimismo,hablarádelaconvenienciadeutilizarlahistoriaantiguaconidénticosfines.Noséaloquepiensadedicarsecuando termine launiversidad;soloesperoque,alhaberconocidotan pronto lo peligroso y seductor que resulta elmundo de la literatura, no decidaconvertirseenunescritorprofesional.Delocontrario,lamentarémipequeñapartedeculpaenelasunto,puesfuiyoquienanimósusprimerospasos.

Me encantaría tener la posibilidad de volver a encontrarme muy pronto conSiempreviva, Pimpinela, Zanahoria, Arándano, Trébol, Vainilla, Pensamiento,Junquillo, Mimosa, Campanilla, Ojos Azules y Flor de Limón. Pero, como no sécuándopodré irnuevamentedevisitaaTanglewood,ynocreoqueEustaceBrighttenga intenciónde encargarmeun tercer volumendeEl libro de lasmaravillas,esprobable que no vuelva a presentárseme la oportunidad de hablar a mis queridoslectores de nuestros pequeños amigos.QueDios los bendiga, a ellos y a todos losdemás,tantoniñoscomoadultos.

TheWayside,Concord(Massachusetts),13demarzode1853

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ElMinotauro

EnlaantiguaciudaddeTrecén,alospiesdeunagranmontaña,vivióhacemucho,mucho tiempo, un niño llamadoTeseo. Su abuelo, el rey Piteo, era elmonarca deaquel país, y todos lo tenían por un hombre de gran sabiduría; por ello no es deextrañarqueunniñointeligentecomoTeseo,viviendoenelpalacioreal,sacarabuenprovechode lasenseñanzasdelviejorey.Sumadrese llamabaEtra,peroTeseonoconocíaasupadre.Desdemuypequeño,Etrasolíallevarleapasearporunbosque,yteníanlacostumbredesentarseadescansarsobreunagranrocacubiertademusgo,profundamenteasentadaenlatierra.Allí,lehablabadesupadre,ungranreyllamadoEgeo, que gobernaba sobre el Ática y vivía en Atenas, una de las ciudades másfamosas del mundo. A Teseo le gustaba oír hablar del rey Egeo, y a menudopreguntabaasubondadosamadreporquémotivoestenoveníaavivirconellosenTrecén.

—¡Ay,hijomío!—respondíaEtraconunsuspiro—.Unsoberanotieneeldeberdecuidardesussúbditos.Loshombresylasmujeressobrequienesreinaocupanellugardelafamiliaensucorazón,yapenaslequedatiempoparasuspropioshijos.ElreyEgeonuncapodráabandonarsureinoparaestarcontigo.

—Sí,queridamadre,pero¿porquénopuedoiryoalafamosaciudaddeAtenasydecirlealreyEgeoquesoysuhijo?—insistíaelniño.

—Esmuyposiblequelohagasmásadelante—decíaEtra—.Tenpacienciayyaveremos. Todavía no eres lo suficientemente grande y fuerte para emprendersemejanteviaje.

—¿Ycuándoestarépreparadoparapartir?—preguntabaTeseo.—Aúneresmuypequeño—contestabaEtra—.¡Aversipuedeslevantarlaroca

sobrelaqueestamossentados!Teseoestabamuyorgullosodesufuerza,por loque,asiendoconambasmanos

losásperossalientes,forcejeabaytirabadelapesadarocahastaperderelaliento,sinconseguirqueestasemoviera;realmente,parecíaestarclavadaenlatierra.Peroeranaturalque sus intentos fracasaran,pueshabría sidonecesaria toda la fuerzadeunhombremuyvigorosoparalevantarsemejantemole.

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Al contemplar aquellos impetuosos, al tiempo que inútiles, esfuerzos del niño,Etrasonreíaconlatristezareflejadaenlosojos.Puesnopodíasinoapenarsealverletanimpacienteporiniciarsusaventurasenelmundo.

—¿Loves, queridoTeseo?—decía—.Necesitas sermás fuerte para poder ir aAtenasydecirlealreyEgeoqueeressuhijo.Cuandoseascapazdelevantarestarocaymostrarmeloquehaydebajodeella,prometodejarteemprenderelviaje.

Apartirdeentonces,cadavezqueTeseopreguntabaasumadresihabíallegadoelmomentodepoderpartir,ellaleseñalabalarocayrespondíaquetodavíatardaríaañosenserlobastantefuerteparamoverla.Elniño,demejillassonrosadasyrizadoscabellos, intentabaunayotravezarrastrar laenormemasadepiedra, luchandoporconseguirloquesolohubieralogradoungiganteconsusdosmanos.Y,entretanto,larocaparecíahundirsecadavezmásenlatierra.Elmusgocrecíacontantafuerzaasualrededor que terminó convirtiéndose en un asiento verde y mullido por el queasomabanalgunasprotuberanciasgrisesdelviejogranito.Encuantollegabaelotoño,los árboles la cubrían de hojas secas, y a su alrededor crecían helechos y floressilvestres,quetrepabanagranalturaporsusparedes.Larocaestabatanfirmementeasentadaenlatierracomosiformarapartedesupropiosubstrato.

YTeseocrecíafuerteysano,convencidodequeprontollegaríaeldíaenqueseríacapazdemoveraquellavoluminosapiedra.

—¡Creoqueestoyapuntodeconseguirlo,madre!—gritóundía trasunnuevointento—.¡Latierradealrededorparecehaberseagrietado!

—¡No puede ser, hijo mío! —se apresuró a responder Etra—. Aún eresdemasiadojoven.

YTeseonopudoconvencerladelocontrario,apesardeseñalarellugardonde,segúnimaginaba,elmovimientodelaenormepiedrahabíaarrancadoeltallodeunaflor.Etraselimitóasuspirarypareciópreocupada,puessindudaempezabaadarse

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cuenta de que su hijo había dejado de ser un niño y pronto se vería obligada aenviarloacorrerpeligrosasaventuras.

Apenashabíatranscurridounañodesdeentoncescuandovolvieronasentarseenla rocacubiertademusgo.Etra lehablónuevamentedesupadreyde ladichaqueestesentiríaalrecibirleensumajestuosopalacio.Lopresentaríaantesussúbditosycortesanos,anunciandoatodosqueaqueljovenerasulegítimoheredero.Aloírestaspalabras,losojosdeljovenbrillarondeentusiasmo,mientrashacíaungranesfuerzoparanoponerseadarsaltosdealegría.

—Queridamadre—señaló—,me sientomás fuertequenunca.Creoqueyahedejadodeserunniñoounsimplemuchacho.Meheconvertidoenunhombrey,porfin,hallegadoelmomentodelevantarlaroca.

—¡MimuyamadoTeseo—lerespondióEtra—,todavíano!¡Todavíano!—Sí,madre—afirmóeljovensinvacilar—,¡hallegadoelmomento!YTeseosedirigióalainmensamolecondeterminación,tensandohastaelúltimo

desusmúsculosyponiendotodosuvalerosocorazónenelempeño.Luchócontralaenormeypesadaroca,comosideunenemigovivosetratara.Empujócontodassusfuerzas e intentó levantarla, decidido a triunfar o a morir en aquel mismo lugar,convirtiendo así la piedra en su lápida eterna. Etra le contemplaba con lasmanosenlazadas,sintiendoungranorgulloy,almismotiempo,unagranpena.¡Ylarocasemovió! Poco a poco, fue separándose de su lecho de tierra y musgo, arrancandomatorralesyflores,hastaquedarapoyadaenuncostado.¡Teseolohabíaconseguido!

Mientras recuperaba el aliento, miró rebosante de alegría a su madre, que lesonrióconlosojosllenosdelágrimas.

—¡Ha llegado elmomento de separarnos, Teseo!—exclamó—.Y ahora debescoger lo que tu padre, el rey Egeo, dejó para ti debajo de esa enorme piedra, traslevantarlaélsoloconsuspoderososbrazos.

Eljovenadvirtióquelarocahabíasidocolocadasobreunalosadepiedra,enlaque había un hueco semejante a un cofre toscamente fabricado; y en su interiorencontróunaespadadeempuñaduradoradayunassandalias.

—Pertenecíanatupadre—señalóEtra—.AntesdepartirhaciaAtenas,mepidióquetetrataracomoaunniñohastaeldíaenquelograraslevantarestaenormepiedra.Ahora debes calzar las sandalias de tu padre para seguir sus pasos, y ceñirte esaespada,puestendrásquecombatircontragigantesyleones,igualqueelreyEgeoensujuventud.

—¡SaldréparaAtenashoymismo!—declaróTeseo.Sinembargo,Etralogróconvencerleparaquesequedaraunoodosdíasmás(con

ella),mientraspreparabatodolonecesarioparatanlargoviaje.Cuandosuabuelo,elsabioreyPiteo,conociólanoticia,leaconsejóqueemprendieraelviajeabordodeunnavío,puesasípodríadesembarcaraunosveintekilómetrosdeAtenassinfatigarse

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nicorrerriesgos.—Elcaminoportierraestáinfestadodemonstruosydemalhechores—afirmóel

venerable anciano—. Un simple muchacho como Teseo no debería viajar solo yexponerseatantospeligros.¡No!¡Deningúnmodo!¡Debehacerlarutapormar!

Sinembargo,cuandoTeseooyóhablardemonstruosydemalhechores,aguzóeloídoyaúnmásganastuvodehacerelviajeportierraparaenfrentarseaellos.Tresdías más tarde, se despidió respetuosamente del rey Piteo, al que agradeció susbondadosos cuidados, y, tras abrazar congran cariño aEtra, partió paraAtenas.Yhemosdedecir,enhonoralaverdad,quenotodaslaslágrimasquebrillabanenlasmejillasdel jovenhabíansidoderramadasporsumadre,pues tambiénél llorabaalalejarse de quienes amaba. Pero dejó que el viento y el sol secaran su rostro ycontinuóavanzandocondecisión,jugandoconlaempuñaduradoradadesuespadaydandopoderosaszancadasconlassandaliasdesupadre.

NopuedodetenermeacontarostodaslasaventurasqueleocurrieronmientrassedirigíahaciaAtenas.Soloosdiréque,enaquellapartedelreino,acabócontodoslosbandidosquetantoinquietabanalreyPiteo.UnodeaquellosmalhechoressellamabaProcustoyacostumbrabaadivertirsedeformamacabraconlospobresviajerosquecaían en sus garras. Fingiendo una gran hospitalidad, les invitaba a entrar en sucaverna y a descansar en un cómodo lecho. Si sus huéspedes resultaban ser máspequeñosquelacama,losestirabayestirabaconunafuerzabestial;porelcontrario,sierandemasiadoaltos,lescortabadeuntajolacabezaolospies,riéndosecomosisetrataradeunadivertidabroma.Porestarazón,ningúnviajerodeseabaacostarseenel lecho de Procusto, por muy cansado que estuviera. Otro de aquellos terriblesbandidos, Sinis, tenía la costumbre de arrojar a sus víctimas al mar desde unacantilado, por lo que Teseo decidió darle su merecido y hacerle correr la mismasuerte. Pero el mar no quiso contaminar sus aguas con tan odioso ser ni la tierraestuvo dispuesta a volver a sentir el peso de semejante monstruo, y Sinis quedósuspendidoparasiempreenelaire,quesevioobligadoacargarcontodoelpesodesumaldad.

Trasestasmemorableshazañas,Teseooyóhablardeunagigantescacerdasalvajeque aterrorizaba a los granjeros de la región y, como estaba dispuesto a realizarcualquierbuenaacciónquese lepresentara,por insignificantequepudieraparecer,matóalamonstruosacriaturayregalósusrestosalospobresparaquelessirvieradealimento. Sin duda había sido una terrible bestia mientras vagaba por campos ybosquespero,unavezcocinada,supohacerlasdeliciasdemuchoscomensales.

Así,cuandoTeseollegóalfinaldesuviaje,habíansidoinnumerablessusproezasconlaespadapaternayhabíaalcanzadofamadeserunodelosjóvenesmásvalientesdesutiempo.SucelebridadllegóaAtenasmuchoantesqueél;porello,alentrarenlaciudad,oyócomentarasushabitanteslovalientesqueeranHércules,Jasón,Cástor

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yPólux,peroqueeljovenTeseo,hijodesupropiorey,estaballamadoaconvertirseenunhéroetangrandecomoelmejordeellos.Suszancadassehicieronmáslargasaloír estas palabras y, puesto que sus hazañas parecían haber llegado antes que él,empezóaimaginarelmagníficorecibimientoqueleesperaríaenlacortedesupadrecuandosedirigieraaestediciendo:«¡Heaquíatuhijo!».

Pocopodíasospecharelinocentejovenqueeraprecisamenteallí,enlaciudaddesupadre, donde le acechabaelmayorpeligrode todos cuantoshabía corridohastaentonces.Y,sinembargo,asíera.DebéiscomprenderqueelpadredeTeseo,aunquenoeraunhombreanciano,sehallabaextenuadoporsuarduatareacomorey,ysussobrinos, convencidos de que no le quedaba mucho tiempo de vida, pretendíanarrebatarle el poder. Mas cuando oyeron que Teseo había llegado a Atenas,convertidoenunauténticohéroe,comprendieronqueestelesimpediríausurparunacoronayuncetroque legítimamente lepertenecían.Por estemotivo, losmalvadossobrinosdel reyEgeo,queeran losúnicosprimosdeTeseo, seconvirtieronensusadversarios. Pero la enemiga más peligrosa del joven era Medea, la diabólicahechicera;puesera laesposadel reyydeseabaqueel trono fueraheredadopor suhijoMedoynoporelhijodeEtra,aquienodiabacontodaelalma.

CuandoTeseo llegó a la entradadel palacio, fue reconocidopor sus primos.Apesardetodoelodioquesentían,yfingiendosersimplesamigosdelafamiliareal,manifestaron gran alegría al conocer al príncipe. Y, entonces, le propusieronpresentarseanteelmonarcacomosifueraundesconocido,conelfindecomprobarsiestedescubríaenlasfaccionesdeljovenalgúnparecidoconsusprogenitores.Teseose mostró de acuerdo, pues había imaginado que su padre le reconocería deinmediato, a causa del amor que albergaba en su corazón. Sin embargo, mientrasesperaba en la puerta, los sobrinos se apresuraron a comunicar al soberano queacababadellegaralaciudadunjovenqueteníaintencióndeasesinarleyusurparsucorona.

—Y en este mismo momento espera ser admitido ante vuestra presencia —añadieron.

—¡Ay!—gritóelancianoreyalescucharsuspalabras—.¡Debedeserunjovenrealmentemalvado!Osruegoquemeaconsejéisquéhacerconél.

PerofuelaperversaMedeaquienrespondióasupregunta.Yasabéisqueeraunaconocidahechicera.Segúnafirmanciertashistorias,teníalacostumbredeherviralosancianosenunenormecaldero,haciéndolescreerque,deestemodo,lesdevolveríalajuventud;pero supongoqueel reyEgeonocreíaenunmétodo tan incómodopararejuvenecer,oquizásecontentabaconseguirsiendounanciano,porloquenoestabadispuestoadejarse introducirenelcaldero.Sinossobrara tiempoyno tuviéramosquetratarasuntosmásimportantes,mealegraríapoderhablarosdelfogosocarruajedeMedea,arrastradoporunosenormesdragonesalados,quepaseabanalahechicera

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entrelasnubes.YenaquelvehículohabíallegadoporprimeravezaAtenas,dondesolocausabadesgraciasdesdeentonces.Perodebemosdejarsin relatarestayotrasmaravillas,ynoscontentaremoscondecirqueunadelasmuchascosasterriblesqueMedea sabíahacer eraprepararunvenenoquematabaenel acto a todoaquelquesimplementelorozaraconloslabios.

Porestarazón,cuandoelreypreguntóquéhacerconTeseo,sumalvadaesposayateníaunarespuestapreparada.

—Dejaeseasuntoenmismanos,majestad—replicó—.Limítateaadmitiraesejoventanruinentupresencia,trátaloconcortesíaeinvítaloabeberunacopadevino.Sabes que a veces me entretengo destilando medicinas muy potentes. En estepequeñofiltrotengounadeellas.Peronotedirécuálessucomposición,puesesunodemissecretos.Permítemeponerunagotaensucopa;puedoasegurartequedeestemodoeljovenforasterorenunciaráatodoslosmalvadospropósitosquelehantraídohastaaquí.

YMedeasonreíamientraspronunciabaestaspalabras;perosusemblanterisueñonoescondíasinoeldeseodeenvenenaralpobreeinocenteTeseoantelosojosdesupadre.Porsuparte,este,comolamayoríadelosmonarcas,considerabaquenohabíacastigo excesivamente duro para aquel que osaba conspirar contra la vida de unsoberano.Deestemodo,semostródeacuerdoconlosplanesdeMedeay,tanprontocomo el vino venenoso estuvo preparado, ordenó que el joven desconocido fuerallevadoasupresencia.

La copa fue colocada sobre unamesa junto al trono; una pequeñamosca, queapenaspretendíalibarunaminúsculagotadesuborde,cayófulminadaenelinterior.Alverlo,Medeamiróasussobrinosyvolvióasonreír.

Cuando Teseo fue conducido a los aposentos reales solo tuvo ojos paracontemplaralancianoreydeblancasbarbas.Allí lo tenía,sentadoensumagníficotrono,ciñendounabrillantecoronayempuñandosucetro.Suaspectoeraimponenteymajestuoso, a pesar de que los años y las enfermedades parecían pesar sobre él,comosilosañosfuerandeplomoylasenfermedadesdepiedra,yalguienloshubieradejadocaerbruscamentesobresusfatigadoshombros.

Lágrimasdealegríaydedolorasomaronalosojosdeljoven;puesnopudosinoentristecerse al ver tan débil a su padre. ¡Qué grato resultaría ayudarle con sujuventudysufuerza!¡Cuántosdeseosdeanimarleconladichadesuamor!Cuandounhijoacogeasupadreensuafectuosocorazón,lograrejuvenecerlemuchomásqueelfuegodelcalderomágicodeMedea.YesofueloquedecidióhacerTeseo.Apenaspodía esperar a que le reconociera el reyEgeo, tan grande era su impaciencia porecharseensusbrazos.

Acercándosehastalospiesdeltrono,intentópronunciarunaspalabrasquehabíaestadopreparandomientrassubíalasescaleras.Massevioembargadoporunatierna

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emociónquepareciódesbordarsucorazóneinundarsugarganta.ElpobreTeseonosabíaquéhacerni quédecirmientrasnopudiera abrir su corazónal rey.La astutaMedea adivinó lo que ocurría en la cabeza del joven. Y sumaldad nunca fue tanterriblecomoenaquellosmomentos(meechoatemblarsolodemencionarlo),puesestabadispuesta ahacer cualquier cosapara convertir el amordeTeseo en ruinaydestrucción.

—¿Acasonoves,majestad, laconfusiónque leembarga?—susurróaloídodelrey—.Sesientetanculpablequepareceincapazdehablarynohacemásquetemblar.¡Elmuymiserablehavividodemasiadotiempo!¡Rápido!¡Daleabeberelvino!

Pero el rey Egeo había estado observando atentamente al joven desconocidomientrasesteseacercabaaltrono.Habíaalgoenél,quizáensufrentedespejada,oenlahermosaexpresióndesuboca,oensusbellosydulcesojos,queleprodujolavagasensación de haberlo visto antes; era como si le hubiera tenido trotando sobre susrodillascuandoeraunniño,olehubieravistocrecerhastaconvertirseenunhombrevigoroso,mientrasélenvejecía.Medea,sinembargo,adivinóloqueelreypensabaydecidióimpedirqueseabandonaraaaquellossentimientostannaturales,quesurgíandelomásprofundodesucorazónyqueledecíancontodaclaridadqueaquelerasuamadoTeseo,elhijodeEtra,reciénllegadoalaciudadparareclamarsusderechos.Lahechiceravolvióasusurrarunaspalabrasaloídodelrey,obligándole,medianteunsortilegio,averlasituaciónbajounfalsocariz.

Y,porestarazón,elreydecidiópermitirqueTeseobebieraelvinoenvenenado.—¡Bienvenidoseas, joven!—exclamó—.Meenorgulleceofrecerhospitalidada

unmuchachotanvaliente.Hazmeelhonordebeberdeestacopa.Comopuedesver,rebosaunvinodelicioso,quesoloofrezcoaaquellosquelomerecen.¡Nadieesmásdignodeprobarloquetú!

Y,diciendoesto,el reyEgeocogió lacopadoradade lamesaparadársela.Sinembargo,quizádebidoasumalasalud,oaldolorqueleproducíaarrebatarlavidaaaqueljoven(pormuymalvadoquefuera),oalhechodequesucorazóneramássabioquesucabezayseestremecíapensandoenloqueibaahacer,portodasestasrazones,lamanodelreytemblóhastatalpuntoquegranpartedelvinosederramó.Conelfindefortalecerelánimodelancianoytemiendoquedesperdiciaratanpreciadoveneno,unodelossobrinoslesusurró:

—¿Tenéis,majestad,algunadudasobrelasintencionesdelextranjero?¡Miradlaespada con la que pensaba mataros! ¡Qué brillante y afilada! ¡Qué aspecto tanterrible!¡Rápido!Dadleaprobarelvino;todavíapuedeacabarconvuestravida.

Aloírestaspalabras,Egeoapartó todos lospensamientosysentimientosque leembargaban,salvolaideadequeaquelhombreeraculpableyenjusticiadebíamorir.Sentadoensutronoconlaespaldabienerguida,levantóconmanofirmelacopadevino y miró a Teseo con severo ceño, pues su espíritu era demasiado noble para

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asesinarsiquieraauntraidorenemigoconunafalsasonrisaenelrostro.—¡Bebe!—ordenó, en el mismo tono severo con el que solía condenar a un

criminalaserdecapitado—.Merecesrecibirunvinoasídemipropiamano.Teseoextendiósubrazoparacogerlacopa.Pero,antesdellegaratocarla,elrey

Egeotemblódenuevo.Susojossehabíanposadoenlaespadaconempuñaduradeoroquecolgabaauncostadodeljoven.Elmonarcavolvióaretirarlacopa.

—¡Esaespada!—exclamó—.¿Cómohallegadohastati?—Pertenecía a mi padre—replicó Teseo, con voz trémula—. Y estas son sus

sandalias.Etra,mi queridamadre,me contó su historia cuando era pequeño.Hacesolamenteunmes,logrélevantarlaenormerocaycogerlaespadaylassandaliasquesehallabandebajodeella,conelfindeiralencuentrodemipadre.

—¡Hijo mío! ¡Hijo mío! —gritó el rey Egeo, arrojando la copa mortal ydescendiendotambaleantedeltronoparacaerenlosbrazosdeTeseo—.Sí,tieneslosojosdeEtra.¡Eresmihijo!

Heolvidadoyaloquesucedióconlossobrinosdelreypero,cuandolamalvadaMedea vio cómo había cambiado la situación, salió rápidamente de la estancia y,dirigiéndoseasucámaraprivada,empezóaprepararunnuevoencantamiento.Pocotiempodespués,oyóunfuertesiseodeserpientesenlaventana,y,¡mirad!,allíestabasu fogoso carruaje con las cuatro enormes serpientes aladas, avanzando yretorciéndose en el aire, agitando sus colas por encima de las torres del palacio,preparadas para emprender un viaje celeste. Medea apenas necesitó tiempo paracogerasuhijoyrobarlasjoyasdelacorona,ademásdelosropajesmáshermososdelreyytodoslosobjetosdevalorquepudohallar;subióasucarruaje,fustigóalasserpientesyseelevómuyporencimadelaciudad.

El rey, al oír el silbido de las serpientes, se asomó rápidamente a la ventana yordenóalamalvadahechiceraquenoregresaranunca.Tambiénlosatenienses,quehabían salido corriendo de su casa para contemplar aquelmaravilloso espectáculo,gritarondealegríaantelaperspectivadelibrarsedeella.Medea,apuntodeexplotarde rabia, siseó de un modo muy parecido a sus serpientes, aunque mucho másviolento y malévolo; lanzando furiosas miradas entre las llamaradas del carruaje,agitó sus manos sobre la multitud, como si estuviese profiriendo un millón demaldiciones.Alhaceresto,selecayeronalrededordequinientosdiamantesdegranvalor,milhermosasperlas,dosmilesmeraldas,rubíes,zafiros,ópalosytopacios,quehabía robado de la caja fuerte de su esposo.Y todas aquellas joyas fueron a pararcomo un pedrisco de múltiples colores en la cabeza de niños y adultos, queempezaronarecogerlassindilaciónparadevolverlasalpalacio.ElreyEgeolesdijo,sin embargo, que se quedaran con ellas, y que si tuviera el doble también se lasregalaría,tangrandeerasualegríaporhaberencontradoasuhijoyhaberperdidoaMedea.Y,sihubieraisvistolasmiradasdeodiodeestamientraselcarruajedefuego

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ascendíahaciaelcielo,apenasoshabríasorprendidoverelalborozoquemostrabantantoelreycomosupuebloantelamarchadelahechicera.

YelpríncipeTeseofueacogidocongranamorporsupadre.Elancianoreynuncasecansabadetenerlosentadojuntoaélensutrono(queerasuficientementeanchopara los dos), ni de oírle hablar de su querida madre, de su niñez, de todos susinfantilesesfuerzosporlevantarlapesadaroca.Sinembargo,eljovenerademasiadoaventurero y valiente para pasar el tiempo contando episodios de su infancia; soloanhelaba acometer heroicas hazañas, dignas de ser escritas para la posteridad. Nollevaba mucho tiempo en Atenas cuando capturó y encadenó a un terrible toroenloquecido,alquepaseópúblicamenteporlaciudad,maravillandoyadmirandoalbuenreyEgeoyasussúbditos.Pocosdíasdespués,unaincreíbleaventuraconvirtiótodassusanterioresproezasenunsimplejuegodeniños.Yfueasícomoocurrieronloshechos:

Unamañana, cuando se despertó, tuvo la sensación de haber soñado algomuytriste,queleseguíadandovueltasenlacabeza,inclusoahoraqueteníalosojosbienabiertos. El aire parecía impregnado de tristes lamentos; si escuchaba con mayoratención,podíaoír sollozos,gemidosygritosdedolor,entremezcladosconhondossuspiros,queproveníandelpalacioreal,delascalles,delostemplosydecadaunadelas casas de la ciudad. Y aquel desconsuelo que brotaba de tantos corazonesdiferentes parecía haberse convertido en un único alarido de dolor, tan fuerte yprofundoquelehabíadespertadodesusueño.Vistiéndosetodolorápidoquepudo(ysinolvidarsussandaliasnisuespadadeempuñaduradorada),corrióapreguntarlealreyEgeoquésignificabatodoaquello.

—¡Ay,hijomío!—suspiróeste—.Setratadeunasuntomuypenoso.Hoyeseldíamástristedelaño,puesdebemosecharasuertesquémuchachosyquémuchachasateniensesvamosaenviaralterribleMinotauroparaquelosdevore.

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—¡ElMinotauro!—exclamó Teseo; y, como era un príncipe joven y valiente,llevósumanoalaempuñaduradelaespada—.¿Yquéclasedemonstruoes?¿Acasonoesposibleacabarconél,aunariesgodelapropiavida?

Pero el rey Egeo lo negó, moviendo tristemente su venerable cabeza, y, paraconvencerle de que no existía la menor esperanza, le contó toda la historia. Alparecer, en la isla deCreta habitaba unmonstruo aterrador, al que todos conocíancomo elMinotauro. Teníamedio cuerpo de hombre ymedio cuerpo de toro, y elconjuntoeraunacriaturatanespantosaqueelsimplehechodepensarenellaaúnnosinspira repugnancia.Sinopudieraevitarsesuexistencia,estadebería transcurrirenalguna isla desierta, o en la oscuridadde algunaprofunda caverna, dondenadie sevieraatormentadoporsupresenciaabominable.Noobstante,elreyMinos,soberanodeCreta, gastó una considerable fortuna en construir un lugar donde elMinotauropudiera vivir, esmerándose en atender las necesidades delmonstruo; y todo por elsimpleplacerdehacerelmal.Unosañosantes,habíaestalladounaguerraentre laciudaddeAtenasylaisladeCreta,enlaquelosatenienseshabíansidoderrotadosyobligados a implorar la paz. El precio que tuvieron que pagar por ella fue muyelevado:debíanenviarunavezalañosietemuchachosysietemuchachasparaservirde alimento almonstruo favorito del reyMinos. Los atenienses llevaban tres años

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soportandotanterribledesgracia;lossollozos,gemidosygritosqueahoraaquejabanalaciudadreflejabaneldolordeunpuebloquesedisponíaaelegircatorcenuevasvíctimas. Todos temían que se llevaran a sus hijos o a sus hijas, y los jóvenestemblabande espanto ante la idea de terminar sus días entre las voraces fauces deaquelespantosohombrebestia.

Pero, cuandoTeseoconoció lahistoria, irguió sucuerpohastaparecermásaltoque nunca, al tiempo que su rostro expresaba unamezcla de indignación, desdén,audacia,ternuraycompasión.

—Permite que el pueblo de Atenas eche a suertes la elección de solo seismuchachos—dijoasupadre—.Yoseréelséptimo.¡YqueelMinotauromedevore,siesquepuede!

—¡Hijomío!—sollozóelreyEgeo—.¿Porquéexponerteatancruelfin?Eresunpríncipedesangrerealytudestinoestáporencimadeldelosdemáshombres.

—Precisamente por ser un príncipe, y el legítimo heredero de tu reino, deseocompartirladesgraciadeestepueblo—respondióTeseo—.Ytú,padremío,puestoque eres el rey y tendrás que responder ante el cielo del bienestar de tus súbditos,tienesqueestardispuestoasacrificarloquemásamas,antesdepermitirqueloshijosdetusmáshumildesvasallossufranelmenordaño.

ElancianoreyempezóallorarypidióaTeseoquenoleabandonaraensuvejez,justo cuando comenzaba a saborear la felicidad de tener un hijo tan bondadoso yvaliente.Sinembargo,eljoven,sabiendoqueteníarazón,decidióllevaradelantesuplan.Aseguróasupadrequenoteníalamenorintencióndeserdevoradosinoponerresistencia, como si fuera una oveja, y que el Minotauro tendría que pelear muyduramenteantesdeengullírseloparacenar.Finalmente,comprendiendoquenopodíahacernadaparaevitarlo,elreyEgeoconsintióensupartida.Portodoello,prepararonunanavepara el viajey la aparejaronconvelasde colornegro.El jovenpríncipe,acompañadodeseismuchachosydesietehermosasmuchachas,descendióhaciaelpuerto,dispuestoparaembarcar,mientrasunaapenadamuchedumbrelesseguíahastalaorilla;yallíestabatambiénelviejorey,apoyándoseenelbrazodesuhijo,comosillevaraensusolitariocorazóntodoeldolordelaciudaddeAtenas.

CuandoTeseosedisponíaasubiralanave,elreyEgeo,cogiéndoledelamano,sedespidiódeélconestaspalabras:

—Hijomío,yavesquelasvelassonnegras;ynopodríanserdeotrocolor,puesesteesunviajededolorydesesperación.Soyunhombredemasiadoenfermoyquizáhayamuertocuandolanaveregrese.Pero,mientrasviva,subirétodoslosdíashastalacimadeaquelacantiladoparaserelprimeroenavistartunaveenelhorizonte.MiqueridoTeseo, si tuvieras la suertedeescapara las faucesdelMinotauro, te ruegoquedestruyasesas lúgubresvelaspara izarotras tanbrillantescomo la luzdel sol.Así,cuandolasveamosenelhorizonte,sabremosqueregresáisvictoriosos;ynunca

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Atenashabrárecibidoanadieconmayoralborozo.Teseo prometió obedecerle y, una vez a bordo, los marineros orientaron las

oscuras velas hacia el viento, que soplaba débilmente desde la costa, y parecíaprovenirdelosinnumerablessuspirosquelosateniensesexhalabanenaquellatristeocasión.Maspocoapoco,alalejarsedetierra,empezóasoplarunafuertebrisadelnoroestequelesempujóalegrementeporencimadelablancacrestadelasolas,comosisehubieranembarcadoenelviajemásplacenteroquequepaimaginar.Y,apesarde que era todomuy doloroso, no creo que aquellos catorce jóvenes, libres de lavigilancia de sus mayores, pasaran todo el trayecto lamentando su desgracia.Sospecho que celebraríanmás de un baile sobre la cubiertamecida por las olas, yhabríaabundantes risasyotrasdiversionesentre lasvíctimas,hastaelmomentoenqueavistaronentrelaslejanasnubeslaselevadasmontañasazulesdeCreta.Puesnohaydudadequeaquellavisióndevolviólaseriedadasusrostros.

Teseo,sinsepararsedelosmarineros,contemplóanhelanteaquellatierra,comosiesta no tuviera mayor consistencia que las nubes entre las que aparecían susmontañas.Unaodosveces,creyóverelresplandordealgúnobjetobrillanteque,enlalejanía,arrojabaundestellodeluzsobrelasolas.

—¿Hasvistoeseresplandor?—preguntóalcapitándelanave.—Aúnno,mipríncipe—respondióeste—,perosílohevistoenotrasocasiones.

SupongoqueprocededeTalos.Al arreciar el viento, el capitán sevioobligadoa ajustarnuevamente lasvelas,

por lo que no pudo seguir contestando a las preguntas del joven. No obstante,mientraselbarconavegabaaunavelocidadcadavezmayorhacialascostasdeCreta,Teseoquedómaravilladoaldivisarunagigantescafigurahumanaqueparecíaavanzaragrandeszancadas,conpasorítmico,porlaorilladelaisla.Pasabadeunpeñascoaotro,mientraselmarrugíaembravecido,salpicandodeespumasusenormespies.Ylo más sorprendente era que, cuando el sol iluminaba aquella colosal figura, estaparpadeabaysellenabadeluz.Tambiénsuinmensorostrodesprendíaunaespeciederesplandormetálicoy arrojaba al airedestellosdegran fulgor.Losplieguesde susropajes, en lugar de ondear al viento, caían pesadamente sobre sus extremidades,comosiestuvierantejidosconalgúntipodemetal.

Cuanto más se acercaba la nave a la orilla, más curiosidad sentía Teseo porconocerquiéneraaquelgiganteysisetratabaonodeunhombredecarneyhueso.Pues,apesardequecaminabayhacíaotrosmovimientospropiosdelosseresvivos,había cierta brusquedad en su paso que, unida a su aspecto cobrizo, llevaba asospecharalpríncipequenoeraungigantereal,sinotansolounprodigiosoartefactomecánico.Elenormemazodebroncequellevabacolgadoalhombrovolvíaaúnmásterroríficasufigura.

—¿Quéesesamaravilla?—preguntóTeseoalcapitán,queahorasíteníatiempo

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pararesponderle.—EsTalos,elhombredebronce—lerespondióeste.—¿Y es un gigante de verdad o una estatua de bronce? —inquirió el joven

príncipe.—Es algo que siempre me ha llenado de asombro —contestó nuevamente el

capitán—.HayquienafirmaqueTalos fue forjadoparael reyMinosporelpropioVulcano,elmáshábilartesanodelmetal.Pero¿havistoalgunavezelojohumanounaestatuadebroncequedé tresvueltasdiariasauna isla,comohaceesegigantealrededordeCreta,ydesafíeatodaslasnavesqueseaproximanasuscostas?Y,porotra parte, ¿qué ser vivo podría recorrer sin descanso más de dos mil quinientoskilómetros en veinticuatro horas, como hace Talos, sin sentarse ni una sola vez adescansar?Esunverdaderoenigma,semirepordondesemire.

El barco continuó avanzandohacia la costa; ymuypronto llegóhastaTeseo elestruendometálicodelosesforzadospasosdelgiganteentrelasrocasazotadasporelmar,queparecíanapuntoderompersebajosupesoydesaparecerentrelaespumadelasolas.Alacercarsealpuerto,vieronalgigantedetenerseycolocar laspiernasenlosdospromontoriosquebordeabanlaentrada;levantandosumazoatalalturaquelasnubesocultaronelextremosuperior,sequedóinmóvilenaquellaterriblepostura,mientraslosrayosdelsoliluminabansusuperficiemetálica.Ytodosimaginaronque,en breves instantes, soltaría con fuerza su inmenso garrote y, de un solo golpe,rompería en mil pedazos el barco, sin prestar la menor atención a las numerosasvíctimasinocentesqueperderíanlavida;pueslosgigantesnosuelenserdemasiadocompasivos ymuchomenos si son una pieza de relojería fabricada en bronce. Sinembargo, justo en elmomento enqueTeseoy sus compañeros pensaban recibir elgolpe,loslabiosdebroncedelgiganteseabrieronparapreguntar:

—¿Dedóndevenís,forasteros?Y,cuandodejódeoírsesusonoravoz,continuóvibrandoenelaire,comounade

esasgrandescampanasdeiglesia.—¡DeAtenas!—gritóelcapitánporrespuesta.—¿Conquémotivo?—tronóelhombredebronce.E hizo girar su mazo en lo alto con aspecto amenazador, como si estuviera a

puntodedescargarunterriblegolpeenmitaddelanavesoloporqueunosañosantesAtenashabíaestadoenguerracontraCreta.

—VenimosatraerlossietejóvenesylassietedoncellasquetienequedevorarelMinotauro—replicóelcapitán.

—¡Adelante!—exclamóelgigantedebronce.Y el eco de aquella palabra retumbó en el cielo,mientras el pecho del gigante

vibraba de nuevo. La nave se deslizó entre los dos altos peñascos y el gigantecontinuósucamino.Enescasossegundos,elextraordinariocentinelasehallabayaa

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una gran distancia, resplandeciendo en la lejanía, caminando a grandes zancadasalrededor de la isla de Creta; pues aquel era el trabajo al que estaba eternamentecondenado.

Encuantoatracaronenelpuerto,undestacamentodesoldadosdelreyMinossehizo cargo de los catorce jóvenes. Rodeados de aquellos guerreros armados, elpríncipe Teseo y sus compañeros fueron llevados al palacio del rey y conducidoshastasupresencia.Puesbien,Minoseraunmonarcacruelydespiadado.DelmismomodoqueelgigantequevigilabaCretaestabahechodebronce,elcorazóndeaquelreyparecíafabricadodeunmetalaúnmásduro,porloquepodríanhaberlellamadoelhombredehierro.Selimitóafruncirsusespesascejasmientrascontemplabaalaspobresvíctimasatenienses.Antetantabellezaeinocencia,cualquierotrohombresehabría sentido como en un lechode espinos, y habría deseadopor encimade tododevolverlafelicidadaaquellosjóvenes,ordenándolesalejarsedeallí,librescomoelvientodeverano.Sinembargo,elmalvadoMinosselimitabaacomprobarsiestabanlosuficientementerollizosparasatisfacerelapetitodelMinotauro.Amímehabríagustadoquelaúnicavíctimahubierasidoél;nohaydudadequeelmonstruohabríaencontradosucarnebienduraycorreosa.

El rey Minos ordenó acercarse a su escabel, uno tras otro, a los pálidos yasustados jóvenes y a las llorosas muchachas, al tiempo que les golpeaba en lascostillasconsucetro,conelúnicofindecomprobarsiestabandemasiadodelgados,eindicaba a sus guardias con un movimiento de cabeza que se los llevaran. Sinembargo, cuando sus ojos se posaron en Teseo, la serenidad y la valentía quereflejabaelrostrodeljovenllamaronpoderosamentesuatención.

—Joven—inquirióconvozgrave—.¿AcasonotienesmiedoalsaberquevasaserdevoradoporelterribleMinotauro?

—He ofrecidomi vida por una buena causa—respondióTeseo—.Así quemesiento libre y contento al entregarla. Por el contrario, tú, rey Minos, ¿no sientesverdaderoespantoalcometerañotrasañoelterribledelitodeenviarasietejóvenesinocentes y a otras tantas doncellas a ser devorados por unmonstruo? ¿Acaso notiemblas,malvadorey,almirardentrodetucorazón?Sentadoenesetronodoradoyrevestidode toda tumajestad,yo te acuso, reyMinos,de serunacriatura aúnmáshorriblequeelpropioMinotauro.

—¡Ajá!¿Esesalaopiniónquetienesdemí?—gritóelreyconaquellarisacruelque lecaracterizaba—. ¡Mañana,a lahoradeldesayuno, tendrás laoportunidaddejuzgar quién de los dos esmás terrible, elMinotauro o el rey! Lleváoslo de aquí,guardias;yqueestedescaradojovenseaelprimerbocadodelMinotauro.

Cercadeltronodelrey(aunquenohayatenidotiempodecontároslohastaahora)se encontraba su hijaAriadna. Era una jovenmuy hermosa y su tierno corazón laimpulsabaaconsideraraaquellospobresprisioneros,condenadosaunamuerte tan

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cruel,consentimientosmuydistintosalosdesudespiadadopadre.Ynopodíasinolloraralvercuántafelicidadhumanaibaaserdesperdiciadainútilmenteentregandoaaquellos atenienses, que se hallaban en la flor de la juventud, a las fauces de unamonstruosacriaturaque,sinduda,preferiríaunhermosobueyoinclusouncerdobienalimentadoalmásrollizodeaquellosmuchachos.AlcontemplarlagallardafiguradeTeseoylaserenidadconqueseenfrentabaaunpeligrotanterrible,sintióaumentarlapiedadqueinvadíasualma.Cuandolosguardiassellevaronaljoven,Ariadnacorrióapostrarse a lospiesdel reyy le rogóquedejara en libertad a todos los cautivos,especialmenteaTeseo.

—¡Tranquilízate, ridícula niña! —repuso el rey Minos—. Esto no es de tuincumbencia.EsunasuntodeEstadoqueescapaatudébilcomprensión.Vearegarlasfloresydejadepensarenesosdespreciablesatenienses,puestanciertoesqueelMinotaurolosdevoraráensudesayunocomoqueyoestanochecenaréunaperdiz.

Al decir estas palabras, el rey tenía un aspecto tan cruel como si estuvieradispuesto a devorar él en persona a Teseo y a los demás prisioneros, de no habertenidoamanounMinotauroqueleevitarasemejantemolestia.Comonodeseabaoírninguna otra palabra en su favor, ordenó que se llevaran a los prisioneros y losencerraranenunamazmorra.Unavezallí,elcarcelerolesaconsejóquesedurmieranlo antes posible, pues el Minotauro tenía la costumbre de pedir el desayuno muytemprano. Las siete doncellas y los seis jóvenes no tardaron en dormirse entresollozos; pero Teseo permaneció despierto. Era consciente de ser más sabio, másvaliente ymás fuerte que sus compañeros, por lo que se sentía responsable de susvidasynecesitabameditarsiexistíaalgunaposibilidaddesalvarlos, inclusoenunasituacióntanextremacomoaquella.DemodoqueTeseo,conlosojosbienabiertos,sepusoarecorrerdeunladoaotrolalúgubremazmorradondeloshabíanencerrado.

Justo antes de la medianoche, alguien abrió suavemente la puerta, y la dulceAriadnaaparecióenelumbralconunaantorchaenlamano.

—¿Estásdespierto,príncipeTeseo?—susurró.—Sí —respondió este—. Me queda tan poco tiempo de vida que no deseo

desperdiciarniunsolosegundodurmiendo.—Entonces,sígueme—añadióAriadna—.Peroandacongransigilo.Teseo no llegó a saber jamás qué había ocurrido con el carcelero y con los

centinelas, pues Ariadna fue abriendo una a una todas las puertas, conduciéndoledesdelaoscuraprisiónhastalahermosaluzdelaluna.

—Teseo—dijolajoven—,ahoradebesembarcarenvuestranaveyzarparrumboaAtenas.

—¡No!—repusoelpríncipe—.NuncaabandonaréCretasinhabermatadoantesalMinotauroysalvadoamisdesgraciadoscompañeros;hedelibraraAtenasdeestecrueltributo.

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—Sabía que esta iba a ser tu respuesta —afirmó Ariadna—. Ven conmigo,valienteTeseo.Heaquílaespadaquelossoldadostearrebataron;lanecesitarás.Loúnicoqueruegoalcieloesquehagasbuenusodeella.

Ariadnalecogiódelamanoyleguiohastaunaoscuraysombríacueva,mientraslalunamalgastabasuluzenlacimadelosárboles,enlugardeiluminarelsenderopor el que los jóvenes caminaban.Después de avanzar unbuen rato a través de laoscuridad,llegaronauninmensomurodemármol,cubiertodeplantastrepadoras,deun verdor que le daba a todo un aspecto extremadamente frondoso. El muro seelevaba a gran altura, imponente y misterioso, pero no parecía tener puertas niventanas.Teseoadvirtióquenosoloresultabaimposibledeescalar,sinotambiéndeatravesar.Sinembargo,Ariadnapusounodesuspequeñosydelicadosdedosenunbloque de mármol y, a pesar de su sólida apariencia, este cedió a su contacto, yentonces se abrió una entrada suficientemente ancha para permitirles el paso.Entraroncautelosamenteenelinteriorylapiedrademármolvolvióacerrarseasusespaldas.

—HeaquíelfamosolaberintoqueDédaloconstruyóantesdefabricarseunasalasy abandonarnuestra isla volando comounpájaro.Eraunhombredegran ingenio,pero este es el más asombroso de todos sus inventos. Con alejarnos unos pasosapenasdelapuertadeentrada,pasaríamoselrestodenuestravidatratandodevolvera encontrarla, sin conseguirlo jamás. El Minotauro se halla en el centro de estelaberinto,ytútienesqueirhastaallíabuscarlo.

—¿Ycómopodrédarconél—preguntóTeseo—,sidicesquetodoelmundosepierdeenlosinnumerablespasadizos?

Nohabíaterminadoaúnsufrasecuandoseempezóaoírunfuerteydesagradablebramido,muysimilaralmugidodeuntorosalvaje,aunquetambiénhabíaalgoenélquerecordabaaunavozhumana.Teseocreyóinclusopercibirunatorpearticulación,comosielmonstruointentaraconvertirsusroncosresoplidosenpalabras.Perotodoseoíaaunagrandistancia,porloqueresultabaimposiblediferenciarsisetratabadelmugidodeuntoroodelaroncavozdeunhombre.

—¡EselMinotauro!—susurróAriadna,mientrascogíaconunadesusmanoselbrazodeTeseoyllevabaalmismotiempolaotrahastasutemblorosocorazón—.Susgritososguiaránatravésdellaberinto.Pero¡espera!Cogeunextremodeestehilodeseda;yo sujetaré el otro.De estemodo, si obtienes lavictoria, podrás encontrar elcaminodevuelta.¡Adiós,valienteTeseo!

El joven príncipe cogió el hilo de seda con su mano izquierda, mientrasdesenvainaba su espada de empuñadura dorada y se internaba audazmente en elinescrutablelaberinto.Seríaincapazdeexplicaroscómohabíasidoconstruido,puesera lomásenrevesadoe ingeniosoqueelmundohavisto jamás.Nadapuedehabermás intrincadoy complejo, si exceptuamos el cerebro de un hombre comoDédalo

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(que fuequien lo concibió)o el corazóndeun serhumanocomúny corriente (sindudadiezvecesmásmisteriosoqueellaberintodeCreta).AúnnohabíadadoTeseoni cinco pasos cuando perdió de vista a Ariadna; cinco pasos más, y la cabezaempezóadarlevueltas.Perocontinuócaminandoyavecessearrastrabaparapasarpordebajodeunarcodeescasaalturaosubíaunospeldaños,mientrasavanzabaportortuosospasadizos,conpuertasqueseabríanasupasoosecerrabanasusespaldas;y llegó un momento en el que tuvo la impresión de que las paredes giraban,obligándoleadar incesantesvueltas,comosiestuvieraatrapadoenun remolino.Ydurante todo el tiempo, a través de aquellos caminos desiertos, oía el grito delMinotauro,unasvecesmuycerca,otrasmuylejos,tansalvaje,cruelydesagradable,tan próximo al mugido de un toro y, al mismo tiempo, tan parecido a un alaridohumano (sin llegar a ser ninguno de los dos) que el valeroso corazón del príncipeempezóasentircadavezmayorfuror;puesconsideróuninsultoalalunayalcielo,asícomoanuestraafectuosaysencillaMadreTierra,queunacriaturatanespantosatuvieralaosadíadeexistir.

Mientras continuaba avanzando, las nubes cubrieron por completo la luna y ellaberinto se oscureció, por lo que Teseo fue incapaz de distinguir el camino queseguía.Sindudasehabríasentidocompletamenteperdidoysinlamenoresperanzade volver a avanzar en línea recta de no haber sentido con frecuencia un pequeñotirónenelhilodeseda.EstelerecordabaquelabondadosaAriadnaaúnsujetabaelotroextremo,preocupadaporsusuerte,esperandosuvictoria,apoyándolecontodoelcorazón,comosiestuvieraasulado.Puedoasegurarosqueunainmensacorrientedecariño fluía a lo largo de aquel fino hilo de seda. Y Teseo seguía hacia delante,guiándose por el terrible bramido del Minotauro, que cada vez era más fuerte, yllegabaaalcanzartantaintensidadqueeljovencreíaestarapuntodechocarconélcadavezquedabaunnuevogiro.Finalmente,enunespacioabierto,enelmismísimocentrodellaberinto,divisóalahorriblecriatura.

Y¡quémonstruotanespantoso!Apesardequedetorosoloteníalacabeza,algohabíaensufiguraquerecordabaaeseanimal,mientrassebalanceabaridículamentesobresuspatastraseras;pero,segúncómosemirara,tambiénparecíaunhombre,loque resultaba aúnmásmonstruoso.Y allí estaba aquel ser desgraciado, aisladodelmundo,sinamigosnicompañeros,viviendoúnicamenteparahacerelmal,incapazdecomprenderloqueeraelcariño.NohaydudadequeTeseoleodiaba,yseestremecióantesuvisión,ysinembargo,apesardeello,sintióunaprofundalástimaporaquellacriatura tan feaydespreciable.Puesnodejabadedargrandeszancadasdeun ladopara otro, en un paroxismo de furor, profiriendo roncos mugidos, que parecíanentremezclarseconpalabrasamedioformular.Despuésdeescucharloalgúntiempo,TeseocomprendióqueelMinotauroserepetíaasímismolodesgraciadoqueera,lohambrientoqueestaba,elodioquesentíaporelmundoycómolegustaríacomerse

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vivaatodalahumanidad.¡Ay! ¡Qué perversa criatura con cabeza de toro!Algún día comprenderéis,mis

queridos pequeños (como lo hago yo ahora), que, cuando un ser humano dejapenetrarelmalensuinteriorypermitequeesteseinstaleahí,esenciertamedidaunMinotauro,unenemigode losdemáshombres,alejadode todabuenacompañía,aligualqueaqueldesgraciadomonstruo.

¿AcasoTeseo estaba asustado?De ningúnmodo, queridos niños. ¿Cómo iba atenermiedounhéroeasí?NiaunqueelMinotaurotuvieraveintecabezasdetoroenlugar de una… Y, sin embargo, a pesar de lo valiente que era, imagino que suintrépidocorazóncobrabanuevosánimoscadavezquesentíaelligerotiróndelhilodesedaqueaún llevabaensumanoizquierda.EracomosiAriadna le transmitieratoda su fuerza y valor; y resulta extraño que Teseo viera así duplicadas esascualidades en él, pues poco era lo que la joven podía añadir a su enorme bravura.Pero tenemos que decir, en honor a la verdad, que iba a necesitar todo ese coraje,puesenaquelmismomomentoelMinotauro,alvolversucuerpo,vioalpríncipeybajóalinstantesusterriblesyafiladoscuernos,comountorosalvajecuandodecideembestiraunenemigo.Almismotiempo,soltóunimpresionantebramido,enelquepareció reconocerse algo que recordaba al lenguaje de los hombres, como si laspalabrasserompieranalatravesarlagargantadeaquellabestiafuriosa.

Teseoapenaspodíaadivinarloqueelmonstruoqueríadecir,guiándosemásporsus gestos quepor sus palabras; pues los cuernos delMinotauro eranmás afiladosquesuingenioymuchomásútilesparaélquesulengua.Sinembargo,eljovencreyóentenderlassiguientespalabras:

—¡Miserableserhumano!Atravesarétusentrañasconmiscuernosy,despuésdearrojarteporlosaires,tedevorarécuandocaigasdenuevo.

—¡Vamos!¡Inténtalo!—fueronlasúnicaspalabrasqueTeseosedignócontestar,pueserademasiadonobleparaatacarasuenemigoconpalabrasinsolentes.

Y,enmediodeuncompletosilencio,selibrólabatallamásterriblequesehayavistobajoelsololaluna.NoséloquehabríaocurridosielMinotauro,ensuprimerataque contra Teseo, no hubiera fallado por muy poco, rompiéndose uno de suscuernoscontraelmurodepiedra.Cuandoestoocurrió,bramócon tanta intensidadqueunapartedellaberintosederrumbó,conloqueloshabitantesdeCretacreyeronquehabíaestalladounatormentamásfuertedelohabitual.Sintiendounagudodolor,elMinotaurogalopóalrededordelespacioabiertodeunmodotanridículoqueTeseo,no entonces sino mucho tiempo después, se reía a gusto cada vez que recordabaaquella escena. Los contrincantes se enfrentaron con valentía, luchando, espadacontra cuerno, un largo rato. Finalmente, el Minotauro se lanzó con gran ímpetucontra Teseo y, rozando su costado izquierdo con el afilado cuerno, lo derribó.Creyendoquelehabíaatravesadoelcorazón,hizounacabriolaenelaireyabrióde

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par enpar su enormebocade toro, dispuesto a arrancarle la cabezadeunbocado.Pero Teseo se había levantado de un salto, cogiendo desprevenido almonstruo; y,atacándolecon todassus fuerzas, lecortó lacabeza,quesalió rodandoporelsuelocadavezmáslejosdesucuerpohumano,quesúbitamentesedesplomó.

¡La lucha había concluido! Y la luna empezó a brillar como si todos losproblemas del mundo, toda la maldad y la fealdad que invaden la vida de loshombres,hubierandesaparecidoparasiempre.Teseo,apoyándoseensuespadapararecobrar el aliento, sintió un nuevo tirón en el hilo de seda; pues, mientras duróaquellaterriblecontienda,nuncahabíadejadodesujetarlofuertementeconsumanoizquierda.Deseoso de comunicar aAriadna su victoria, se dejó guiar por el hilo yprontosehallóenlaentradadellaberinto.

—¡Hasmatadoalmonstruo!—exclamóAriadnajuntandosusmanos.—Soloatidebomivictoria—respondióTeseo.—Debemos ir rápidamente en busca de tus amigos—dijo Ariadna—, pues es

necesarioqueembarquéisantesdelamanecer.Sieldíaossorprendetodavíaaquí,mipadrequerrávengaralMinotauro.

Paraabreviarmihistoria,osdiréquedespertaronalospobresprisionerosy,comosi de un feliz sueño se tratara, les contaron lo que Teseo acababa de hacer,apremiándolesparazarparrumboaAtenasantesdequesalieraelsol.Precipitándosehacia la nave, todos empezaron a embarcar excepto el príncipe, que se quedórezagadounosinstantesmientrasestrechabaunadelasmanosdeAriadna.

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—Querida doncella —le susurró— tú también vendrás con nosotros. Eresdemasiado dulce y amable para tener un padre de corazón tan duro como el reyMinos.Debesimportarletanpococomoaunarocadegranitounadeesaspequeñasflores que crecen en sus grietas. En cambio, mi padre, el rey Egeo, y mi amadamadre,Etra,asícomotodoslospadresylasmadresdeAtenas,teamarányhonraráncomo a su benefactora. Ven con nosotros, Ariadna; el rey Minos se enfureceráterriblementecuandosepaloquehashecho.

Puesbien,haygentemuymezquinaquecuentalahistoriadeTeseoydeAriadnadiciendoqueaquellahonorableprincesa,amparándoseen laoscuridadde lanoche,huyóconeljovenextranjeroalquehabíasalvadolavida.Tambiénhayquienafirmaque Teseo (que habría preferido la muerte antes que engañar a la criatura máshumilde de la tierra) abandonó a Ariadna en una isla desierta, cuando la naveregresaba a Atenas. Sin embargo, si el noble Teseo hubiera escuchado todas esasmentiras,habríatratadoalosqueasílescalumniabancomoalmismísimoMinotauro.Heaquí loqueAriadnacontestóalvalientepríncipedeAtenascuandoeste le rogóquelesacompañara:

—No,Teseo—dijo,estrechandosumanoantesdealejarseunoodospasosdeél—.Nopuedoircontigo.Mipadreesyamuyancianoysoylaúnicaqueleama.A

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pesarde loduroqueparecesucorazón, séqueestese romperíasimeperdiera.Alprincipiosepondráfurioso,peronotardaráenperdonarme,puessoysuúnicahija.SéqueacabaráalegrándosedequeyanotenganquevenirjóvenesateniensesparaquelosdevoreelMinotauro.Teseo,tehesalvadolavidanosoloportisinotambiénpormipadre.¡Adiós!¡Queelcielotebendiga!

Y sus palabras encerraban una gran verdad y fueron pronunciadas con tantadulzuraydignidadqueaTeseolehabríaavergonzadoseguirinsistiendo.SololerestódespedirsecariñosamentedeAriadna,subirabordoyzarpar.

Poco tiempo después la blanca espuma parecía hervir en la proa, mientras elpríncipeysuscompañerossalíandelpuerto,empujadosporunfuertevientodepopa.YsucedióqueTalos,elgigantedebronce,quenuncadejabadedarvueltasaCretaparavigilar sus costas, se acercaba en aquellosmomentos a esapartede la isla.Ytodos pudieron verle, a pesar de la distancia que los separaba, por el brillanteresplandordelosrayosdelunaalcaersobresupulidasuperficie.Sinembargo,comoaquellacolosalfiguraavanzabadeformamecánica,sinpoderaumentarnidisminuirlavelocidaddesusenormeszancadas,llegóalpuertojustocuandolosateniensessehallaban fueradel alcancede supoderosomazo.Aunasí, colocó laspiernasenunelevadopromontorio,comoerasucostumbre,eintentódarunbuengolpealanave;peroloúnicoqueconsiguiófueperderelequilibrioycaercuanlargoeradebrucesalmar, salpicando a gran altura, como un iceberg al girar sobre sí mismo. Y allícontinúatodavía,yquiendeseeenriquecerseconesebroncetendráquebajarhastaelfondodelmarenunacampanadeaireysacaraTalosalasuperficie.

En el viaje de regreso, los catorce jóvenes se mostraron de excelente humor,comoeradeesperar.Pasaronlamayorpartedeltiempobailando,exceptocuandolanaveseescorabademasiado.Enelmomentopreciso,avistaronlascostasdelÁtica,que era de donde habían venido. Pero siento tener que deciros que fue entonces

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cuando ocurrió una terrible desgracia. Es posible que vosotros recordéis algo que,lamentablemente,Teseoolvidó.Supadre, el reyEgeo, lehabíaordenado izarunasvelas brillantes como el sol (en vez de las oscuras velas que llevaba la nave) siconseguíavencer alMinotauroy regresarvictorioso.Sin embargo, enmediode suinmensaalegría,ydetodoslosjuegos,bailesydiversiones,noselepasóniunasolavezporlacabezasilasvelaserannegras,blancasodetodosloscoloresdelarcoiris,yaquehabíadejadoenmanosdelatripulacióntodaslasmaniobras.AsíquelanaveregresóaAtenasconlaaparienciadeuncuervo,conlasmismasvelasquellevabaalzarpar.Peroelpobre reyEgeohabíasubidoa lacimadelacantiladodía trasdía,apesardetodossusachaques,esperandoelregresodelpríncipe.Puesbien,tanprontocomodivisó la fatal negrura de las velas, decidió que su amadohijo, de quien tanorgullososesentía,habíasidodevoradoporelMinotauro.Ynopudosoportarlaideadeseguirviviendo,demodoque,arrojandoenprimerlugarlacoronayelcetro(queahoranoeranmásqueunoscachivachesinútilesparaél),searrojódecabezaalmar,dondeelpobredesgraciadoseahogóentrelasolasquerompíanalpiedelacantilado.

Y esta noticia fue recibida con enorme pesar por el príncipe Teseo, quien, aldesembarcar,sevioobligadoaconvertirseenelreydetodoaquelpaís.Uncambioasídebruscoeneldestinodeunjovendesuedaderamásquesuficienteparaquesesintiera abrumado.Pero él hizo traer a suqueridamadre aAtenasy, siguiendo susconsejosenlosasuntosdeEstado,llegóaserunexcelenterey,sumamenteamadoporsussúbditos.

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Lospigmeos

Hacemucho tiempo, cuando elmundo todavía era un lugar lleno de prodigios, lohabitaronungigantedecarneyhuesollamadoAnteoymásdeunmillóndecuriosasydiminutascriaturas,querecibíanelnombredepigmeos.Siendotodoselloshijosdela misma madre (nuestra bondadosa y anciana abuela Tierra), se considerabanhermanos y vivían en cariñosa armonía, muy lejos de aquí, en el corazón de laardienteÁfrica.Lospigmeoserantanpequeños,yexistíantantosdesiertosdearenaytantaselevadasmontañasquelosseparabandelrestodelahumanidad,quesolounavez cada cien años, comomucho, alguien podía atisbar su presencia.En cuanto algigante, era deuna estatura tan colosal que resultabamuy fácil dever, aunque eramuchomásseguronoacercarsedemasiado.

Supongo que si algún pigmeo alcanzaba una altura de quince o diecisietecentímetroslosdemásleteníanporunhombreasombrosamentealto.Debedehabersidomuyhermosopodercontemplarsuspequeñasciudades,consuscallesdemediometro de anchura, empedradas con minúsculos guijarros y rodeadas de diminutasviviendas del tamaño de una jaula de ardillas. El palacio real alcanzaba lasmajestuosasdimensionesdelacasitademuñecasdePimpinela,yselevantabaenelcentrodeunaespaciosaplaza,queaduraspenascubriríalaalfombraquetenemosalpie de la chimenea. Su templo más importante o catedral era tan alto como unescritorio y para ellos era un edificio sublime y maravilloso. Los pigmeos noutilizaban la piedra ni la madera en sus construcciones sino una mezcla de paja,plumas,cáscaradehuevoypequeñosfragmentosdeotrosmateriales,quelosobrerosfijaban hábilmente, como si fueran nidos de pájaro, con una arcilla endurecida enlugar de argamasa. Y, cuando el sol abrasador secaba sus muros, resultaban tanacogedorasyconfortablesqueunpigmeonopodíadesearnadamás.

Loscamposque rodeaban laciudadhabíansidoconvenientementedivididosenpequeñasparcelas, lamayordelascualestendríacasielmismotamañoqueunodelos macizos de flores de Arándano. Era allí donde los pigmeos acostumbraban aplantartrigoyotroscerealesque,alcrecerymadurar,proyectabansusombrasobreaquel pueblo diminuto, de igualmodo que los pinos, los robles, los nogales y los

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castañosensombrecennuestropasocuandocaminamosporlossenderosdelbosque.Enaqueltiempodelacosecha,seveíanobligadosacortarelgranoconsushachas,exactamentecomolohaceunleñadoralabrirunclaroenelbosque.Y,cuandounaespiga de trigo, con su cabeza repleta de grano, caía por puro azar sobre undesafortunado pigmeo, era muy probable que sucediera una verdadera desgracia;pues, sinoquedabaaplastadobajo supeso, sindudaalmenos sí sufriríaun fuertedolordecabeza.¡Oh,cielos!Silospadresylasmadreseranasídediminutos,¿cómoserían los niños y los recién nacidos? Una familia entera podría acostarse en unzapatoocabríadentrodeunviejoguante,dondejugaríaalesconditeentreelpulgaryel restodesusdedos. ¡Habríaispodidoesconderaunniñodeunañodebajodeundedal!

Puesbien,esosgraciosospigmeos,talcomooshecontadoantes,vivíanjuntoaungigantealquequeríancomoaunhermanoypodríamosafirmarqueesteeramásgrande que diminutos ellos, si fuera posible comparar ambas peculiaridades. Suestatura era tan elevada que llevaba por bastón un pino de dosmetros ymedio dealtura.Ypuedoasegurarosqueunpigmeoconbuenavistanecesitabalaayudadeuntelescopioparadivisarsucabeza;yalgunasveces,cuandohabíaniebla,solopodíanversuslargaspiernas,queparecíanandarsolas.Sinembargo,almediodía,cuandoeltiempoestabadespejadoyelsolleiluminabaconsusrayos,elgiganteAnteoeratodoun espectáculo.Allí podíavérsele, unhombre comounamontaña, contemplando asuspequeñoshermanosconsurostrosonriente,mientrasdirigíaunamistosoguiñoatodalanaciónpigmeaconaquelextraordinarioyúnicoojo,tangrandecomolaruedadeuncarro,justoenelcentrodesufrente.

A lospigmeos les encantabahablar conAnteo;y cincuentaveces aldía, unouotroalzabanlacabezaygritabanatodopulmón:

—¡Hola,hermanoAnteo!¿Cómoestás,muchacho?Y,cuandoaquellavocecillalejanallegabahastasusoídos,elgiganterespondía:—Muybien,hermanopigmeo,muchasgracias.Y era tan atronadora su voz que, de no haber surgido de un lugar tan distante,

habríaderrumbadolasparedesdesumássólidotemplo.EraunafelizcircunstanciaqueAnteofueraamigodelpueblopigmeo,pueshabía

muchamásfuerzaensudedomeñiquequeendiezmillonesdeaquellosminúsculoscuerpecillos.Sielgigantehubierasidotanmalvadoconelloscomoloeraconelrestodelmundo,habríapodidodestrozardeunasolapatadalamásgrandedesusciudadessinapenaspercatarsede loquehacía.Conel tornadode sualiento,podríahabersellevadoporlosaireslostejadosdecienmoradas,mandandoasuspobreshabitantesadarvueltasyvueltasporelaire.Podríahaberpisadoaunaauténticamultitud,ynohaydudadeque,allevantarsugigantescopie,elespectáculohabríasidolastimoso.No obstante, al ser hijo de la Madre Tierra como ellos, los trataba con fraternal

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cariño, amándolos con todo el amor que es posible sentir por unas criaturas tanmenudas.Porsuparte,lospigmeosqueríanalgigantecontodoelafectodelqueerancapaces sus diminutos corazones. Anteo siempre estaba dispuesto a correr en suayuda; así, por ejemplo, si necesitaban viento para susmolinos, el gigante, con susimple respiración, hacía girar las aspas a una gran velocidad. Cuando el calorapretaba, Anteo se sentaba para proyectar su sombra sobre el reino, refrescando atodos los habitantes. A pesar de todo, era lo suficientemente sabio para dejarlesmanejarsolossuspropiosasuntos;afindecuentas,eslomejorquepuedenhacerlospoderososporlosdébiles.

En pocas palabras, tal como he explicado con anterioridad,Anteo quería a lospigmeosyestosqueríanaAnteo.Comolavidadelgigantehabíasidotanlargacomoaltoerasucuerpo,y lavidadeunpigmeoapenasdurabaunabrirycerrardeojos,aquella estrecha relación se habíamantenido a lo largo de innumerables épocas ygeneraciones.Eraunaamistadquehabíanrecogidolascrónicaspigmeasydelaquehablabansusmásantiguastradiciones.Elmásancianoyvenerabledelospigmeosnorecordabaépocaenlaquesupueblonohubieracontadoconlaamistaddelgigante,nisiquieraenvidadesumásremotoantepasado.Esciertoqueenunaocasión(talcomoconmemoraunobeliscodeunmetrode altura erigidoenel lugarde la catástrofe),Anteosehabíasentadosobreunoscincomilpigmeos,allíreunidosparacontemplarundesfilemilitar.Peroaquel fueunodeesosdesafortunadosaccidentesde losquenadieesculpable,porloquelaspequeñascriaturasnoselotuvieronencuenta,yselimitaron a pedir al gigante que pusieramás cuidado a la hora de elegir dónde sesentaba.

Resulta realmentegracioso imaginaraAnteodepieentre lospigmeos,comosifueralaagujadelacatedralmásaltajamásconstruida,mientrasestoscorríanaligualquehormigasentresuspies. ¡Ypensarque,apesardesudiferenciade tamaño,no

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existía más que cariño y simpatía entre ellos! Siempre he creído que el gigantenecesitabamuchomásaaquellosseresdiminutosdeloqueelloslenecesitabanaél.Pues, de no haber sido sus vecinos, amigos y compañeros, Anteo habría estadocompletamente solo en el mundo. Jamás había existido otro gigante como él.Ningunacriaturadesutamañoselehabíaacercadoparadirigirlesuestruendosavoz.Cuando asomaba la cabeza entre las nubes, estaba completamente solo. Así habíasido a lo largo de cientos de años y continuaría siéndolo toda la eternidad. Y, sihubiera conocido a otro gigante, habría pensado que el mundo no era losuficientementegrandeparadospersonajestandescomunalesy,enlugardehacerseamigo suyo, habría luchado contra él hasta que uno de los dos hubiera caídoderrotado. Sin embargo, con los pigmeos era el viejo gigantemás alegre, dulce ydivertidoquejamáshubieralavadosucaraenunanubecargadadelluvia.

Susdiminutosamigos,comotodalagentemenuda,teníanunagranopinióndesímismosysolíanadoptarunairecondescendienteconelgigante.

—¡Pobrecriatura!—sedecíanunosaotros—.¡Seaburretantosincompañía!Nodeberíamosprotestarportenerquededicarleunpocodenuestropreciosotiempoparaentretenerlo. Ya sabemos que es muchomenos listo que nosotros; por esta razón,necesita que velemos por su felicidad y bienestar. Seamos amables con él. Si laMadreTierranohubierasidotangenerosaconnosotros,quizáhabríamospodidosergigantescomoAnteo.

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Cuando no tenían que trabajar, los pigmeos se divertían jugando con él. Amenudoseechabasobreelsueloyunpigmeoalgopaticortonecesitabamásdeunahora para llegarle de la cabeza a los pies, como si el gigante fuera una largacordillera.Anteosolíaponerlaenormepalmadesumanosobrelahierbaydesafiabaalpigmeomásaltoatreparporellaysaltardeundedoaotro.Yaquellosdiminutosseres eran tan intrépidos que, como si fuera lomás natural delmundo, andaban agatasentrelosplieguesdesusropajes.CuandoAnteoapoyabasucabezaenlatierra,escalaban audazmente, asomándose a la gran caverna de su boca y, si el gigantecerrabasúbitamentesusmandíbulas,comosifueraaengulliracincuentapigmeosalavez,todosreíandivertidos,puessetratabadeunsimplejuego.Oshabríaalegradover a los niños escondiéndose entre sus cabellos o columpiándose en su barba. Esimposiblecontarostodaslastravesurasquehacíanconsudescomunalamigo.Perolaescenamássingulareracuandoseveíaaungrupodeniñoshaciendocarrerasensufrente,tratandodeserlosprimerosenrodearelenormecírculodesuúnicoojo.Otradesusdiversionesfavoritaseracaminarporencimadesunarizysaltarsobreellabiosuperior.

Debemos decir, en honor a la verdad, que a veces los pigmeos resultaban tan

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molestos como un enjambre de mosquitos, pues les gustaba hacer demasiadasdiabluras,yamenudoclavabansusdiminutasespadasylanzasenlapieldelpobregigante,conelfindecomprobarlogruesayduraqueera.PeroAnteonoseenfadabanunca,aunque,devezencuando,siseencontrabaadormilado,refunfuñabaunpoco,loquerecordabaallejanoretumbardeunatormenta,ylespedíaquedejarandehacertonterías.Sinembargo, lomásfrecuenteeraverlecontemplarsusdiversionesysusbrincos,hastaquelospequeñoslograbandespertardeltodosuinmenso,lentoytorpeingenio;entonces,soltabaunacarcajadatansonoraquetodalanaciónpigmeaseveíaobligadaataparselosoídosparanoquedarsesorda.

—¡Ja, ja, ja!—reíaelgigantemientrassusmontañososcostadosseestremecían—. ¡Qué divertido es ser tan diminuto! Si no fuera Anteo, me encantaría ser unpigmeoypasarlotanbiencomoellos.

A los pigmeos solo parecía inquietarles una cosa en el mundo: estabancontinuamente en guerra contra las grullas y, tal como recordaba el viejo gigante,siemprehabíasidoasí.Devezencuando,seproducíanviolentoscombates,queunasveces ganaban los diminutos hombrecillos y otras, las grullas. Según algunoshistoriadores, los pigmeos generalmente acudían a la batallamontados a lomos decabrasycarneros;sinembargo,aquellosanimaleserandemasiadograndespara tanminúsculas criaturas. Por esta razón,me siento inclinado a pensar quemontaban alomosdeardillas,conejosoratas,aunquetalvezfueranerizos,puessusafiladaspúasresultaríanmuchomáspeligrosasparaelenemigo.Seacomofuere,tengolacertezadequesuaparicióneratodounespectáculo,armadosconespadasylanzas,arcosyflechas, tocando sus diminutas trompetas, lanzando sus pequeños gritos de guerra.Nunca dejaban de darse ánimos unos a otros para seguir luchando con bravura,recordandoquelosojosdelmundoestabanpuestosenellos;aunque,sihemosdesersinceros,elúnicoespectadoreraAnteo,conaquelestúpidoygigantescoojoenmitaddelafrente.

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Cuando los dos ejércitos se encontraban en el fragor de la batalla, las grullasavanzaban batiendo sus alas, mientras estiraban el pescuezo y atrapaban a variospigmeos con su pico.Cada vez que esto ocurría, os aseguro que era terrible ver aaquelloshombrecillospataleandocontodassusfuerzas,mientrascaíanporelaireydesaparecíanenellargoytortuosogaznatedelave,queselostragabatodavíavivos.Ya sabéis queunhéroe debe estar siemprepreparadopara hacer frente a cualquierdestino;ynohaydudadequealcanzarlagloriaesunconsueloparaél,aunqueseaenel estómago de una grulla. Si Anteo observaba que sus pequeños aliados ibanperdiendo la batalla, dejaba de reír y corría en su ayuda dando enormes zancadas,blandiendo sumazo en lo alto y gritando a las grullas, que se retirabangraznandotodolorápidoquepodían.Entonceselejércitopigmeoregresabavictoriosoalhogar,atribuyendolavictoriaúnicamenteasugranvalor,asudestrezaconlasarmasyalahábilestrategiadequienfueseenaquelmomentosucapitángeneral.Ydurantealgúntiempo parecían celebrarse únicamente grandes desfiles, banquetes, brillantesluminarias y exposiciones de figuras de cera, que guardaban semejanza con losoficialesmásheroicos.

En las mencionadas campañas militares, si un pigmeo lograba arrancar a unagrullaunaplumadesucola,estaseconvertíaenunpreciadotrofeoquecolocabaensu gorro; y en más de una ocasión, creedme, un pequeño pigmeo fue nombradomáximodirigentedelanaciónporelsimplehechodehaberregresadodelabatallaconunadeesasplumasenlacabeza.

Perocreoqueyaoshecontadosuficientescosasparademostrarlovalientesqueeranaquellasdiminutascriaturasylofelicesquehabíanvividodurantegeneracionesy generaciones con el descomunal gigante Anteo. Así que pasaré a relataros unabatallamuchomásasombrosaquecualquieradelasqueselibraronentrelospigmeosylasgrullas.

UndíaelpoderosoAnteosetendiócuanlargoeraentresuspequeñosamigos,conelenormepinoqueleservíadebastónasucostado.Elgiganteparecíaocupartodoelpaísdelospigmeos,puessucabezaseencontrabaenunextremodelreinoysuspiessobrepasabanelotro.Elgiganteseacomodólomejorquepudo,mientraslospigmeossaltaban por todo su cuerpo, asomándose a la boca cavernosa o jugando entre loscabellos.Algunasvecessequedabadormido,apenasunosminutos,yroncabaconlafuerzadeun torbellino.Duranteunadeesaspequeñascabezadas,unpigmeo logrótreparhastasuhombroysedispusoacontemplarelextensopaisajequeseabríaenelhorizonte, como si estuviera en la cimadeuna colina.Fue entonces cuandodivisóalgoenlalejaníaquelehizorestregarseaquellospuntitosdiminutosybrillantesqueleservíandeojos.Alprincipio,creyóquesetratabadeunamontaña,ysepreguntócómohabría podido surgir tan súbitamente de la tierra. Pero pronto comprobóqueaquella montaña se movía. Y, a medida que se iba acercando, empezó a adquirir

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formahumana,que,aunquemenosgigantescaqueladeAnteo,erarealmenteenormeen comparación con los pigmeos, pues su tamaño era bastante superior al de loshombresactuales.

Cuando el pigmeo estuvo seguro de que sus ojos no le engañaban, corrió tanveloz como le permitieron sus piernas hasta el oído del gigante y, asomándose aaquellagigantescacavidad,gritócontodassusfuerzas:

—¡Hermano Anteo, levántate enseguida y coge tu bastón! ¡Por allí viene otrogigantedispuestoapelearcontigo!

—¡Qué tonterías dices, querido amigo! —gruñó Anteo—. ¿Acaso no ves queestoydurmiendo?Nomelevantaríaporningúngigantedelmundo.

Sin embargo, el pigmeo volvió amirar y se dio cuenta de que el desconocidocaminaba directamente hacia la figura postrada de Anteo. Y, a medida que seaproximabaaellos,resultabamásymásevidentequenosetratabadeunamontañaazulada,sinodeunhombreinmensamentealto.Prontoestuvotancercaquedespejótodaduda:ahí lo tenían,el sol iluminabasuyelmodoradoyelbrillantepetode lacorazarefulgía;llevabaunaespadaenelcostado,unapieldeleónsobrelaespaldayunmazoaúnmásgruesoqueelbastóndeAnteoenelbrazoderecho.

Paraentonces, toda lanaciónpigmeahabíapodidoveraquellanuevamaravilla,demodoqueempezaronagritar al unísono, conel findeque su chillido resultaraaudible.

—¡Arriba, Anteo! ¡Muévete, viejo perezoso! Se acerca otro gigante tan fuertecomotúconcaradepocosamigos.

—¡Bobadas!¡Bobadas!—protestóelsoñolientogigante—.Terminarémisiesta,vengaquienvenga.

El desconocido continuó acercándose y los pigmeos distinguieron con claridadque,sibiensuestaturanoeratanelevadacomoladeAnteo,parecíamásanchodehombros.¡Yestosdebíanserrealmenteasombrosos!Comoyaoscontéhacemuchotiempo, en una ocasión llegaron a sostener el cielo. Los pigmeos, como eran diezvecesmásvivacesqueelmajaderodesuhermano, fueron incapacesdesoportar lalentituddesusmovimientosydecidieronlevantarlocomofuera.Asíquecontinuarongritandoyllegaroninclusoapincharleconsusespadas.

—¡Levántate! ¡Levántate! ¡Levántate! —chillaban—. ¡Arriba esos huesosperezosos!Elmazodeesegiganteesmásgrandequeeltuyo,sushombrossonmásanchosyparecemásfuerte.

Anteonopodíasoportarquealguienhablaradelaexistenciadeotromortalnilamitad de poderoso que él. Por ello, se sintió sumamente molesto por este últimocomentario, que pareció herirle más profundamente que las espadas. Sentándosemalhumorado y abriendo una enorme boca al bostezar, se restregó los ojos; luegovolvió su estúpida cabezota hacia donde señalaban con impaciencia sus diminutos

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amigos.Tanprontocomosusojosdivisaronaldesconocido,sepusoenpiedeunsaltoy,

blandiendoelpoderosobastónquezumbabaenelaire,caminódosotreskilómetrosparasalirlealpaso.

—¿Quiéneres?—tronóelgigante—.¿Yquévienesabuscarenmisdominios?Anteoposeíaunextrañopoderdelquetodavíanooshehablado,temiendoque,si

osrelatabadegolpe tantasmaravillas,nocreeríaisni lamitaddeellas.Peroquieroquesepáisque,cadavezqueesteformidablegigantetocabaelsueloconlamano,conelpieoconcualquierpartedesucuerpo,veíaaumentadosuvigor.Latierra,comorecordaréis, era su madre y sentía un profundo cariño por él, por ser casi el máscorpulento de sus hijos.De ahí que inventara aquel ingeniosométodo para que lafuerza del gigante no disminuyera nunca.Algunos dicen queAnteo se volvía diezveces más poderoso cada vez que tocaba la tierra; aunque otros afirman queúnicamente doblaba su vigor. ¡Tratad de imaginarlo! En uno de sus paseos,suponiendoquecaminaraquincekilómetrosyquecadaunadesuszancadasavanzaracienmetros,calculadcuántoaumentabasufuerza.Siemprequesetendíaenelsuelopara reposar un poco, incluso levantándose al instante, adquiriría la fuerza de diezgigantesdesutamaño.EraunasuerteparaelmundoqueAnteofueradenaturalezaindolente y prefiriera la tranquilidad a la acción, pues, si hubiera sido tan saltaríncomolospigmeosyhubiesetocadola tierratanamenudocomoellos,hacemuchotiempo que habría tenido la fuerza necesaria para bajar el cielo a la altura de lasorejasde lagente.Peroeraunodeesos torpesgigantes semejantesamontañas,nosoloporsuvolumen,sinotambiénporsuaversiónalmovimiento.

Cualquierotromortal,exceptoaquelqueacababadeentrarensusdominios, sehabríamuertodemiedoalversuferozaspectoyoírsuatronadoravoz.Sinembargo,aquel extraño ni se inmutó. Levantó descaradamente su mazo, sin dejar debalancearlo con lamano y pareciómedir aAnteo con lamirada, sinmanifestar elmenorasombroantesuestatura,comosihubieravisto innumerablesgigantesensuvidayaquelnofueraelmásgrandedetodos.Enrealidad,sielgigantehubierasidodel tamaño de los pigmeos (que miraban y escuchaban con gran atención lo queocurría),elmiedodeHérculesnohabríasidomenor.

—¿Quién eres?—rugióAnteo nuevamente—. ¿Cómo te llamas? ¿Por qué hasvenidohastaaquí?Habla,vagabundo,oprobaréladurezadetucráneoconmibastón.

—Eresungigantemuygrosero—respondióeldesconocidosinperder lacalma—. Es probable que tenga que enseñarte un poco de educación antes de que nosdespidamos.Encuantoaminombre,soyHércules.EstoyatravesandotusdominiosporqueeselmejorcaminoparallegaraljardíndelasHespérides,dondedebocogertresmanzanasdeoroparaelreyEuristeo.

—¡Miserable!¡Nopermitiréquedesunpasomás!—vociferóAnteolanzándole

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unamiradaaúnmásterrible;pueshabíaoídohablardelpoderosoHérculesyleteníaunprofundoodio—.¡Ytampocoregresarásatutierra!

—¿Ycómovasaimpedírmelo?—preguntóHércules.—Golpeándote con este pino —gritó el gigante, frunciendo el ceño hasta

convertirseenelmonstruomásfeodeÁfrica—.Soycincovecesmásfuertequetúy,en cuanto golpee la tierra con este pie, seré quinientas veces más poderoso. Sinembargo, me avergüenzamatar a un enano tan insignificante y débil como tú, demodoque teconvertiréenmiesclavo.Tira,por favor, tumazoy lasdemásarmas.Tengolaintencióndehacermeunpardeguantescontupieldeleón.

—Pues entonces, ¡ven! ¡A ver si eres capaz de quitármela de los hombros!—exclamóHérculeslevantandosumazo.

El gigante, con una mueca de rabia, se dirigió hacia el extraño a grandeszancadas,comounagrantorre,mientrasveíaincrementadadiezvecessufuerzaconcadapasoquedaba.Quisopropinarunterriblegolpeasuenemigoconelpinoqueleservíadebastón,peroHérculeslodetuvoconsumazoy,comoeramáshábilquesurival, le devolvió un porrazo tan fuerte que aquella enormemole semejante a unamontañasederrumbóenelsuelo.Lospobrespigmeos(quejamáshabíanimaginadoqueexistieraalguientanfuertecomosuhermanoAnteo)quedaronconsternadosanteloocurrido.Sinembargo,nadamásdesplomarse,elgigantevolvióaponerseenpiedeunsalto,conunafuerzadiezvecesmayor;ysurostroreflejabatantairaquesolomirarleproducíaespanto.IntentóasestarunnuevogolpeaHércules,perolarabialecegóhastatalpuntoquenuevamentefalló;ylapobreeinocenteMadreTierrafuelaúnicaquerecibióelviolentoporrazo,ysusentrañasgimieronytemblaron.Elpinoseincrustó con tanta fuerza en la tierra que, mientras Anteo intentaba arrancarlo,Hérculeslediounbrutalmazazoenloshombros;yelgiganterugiócomosidesusinmensospulmoneshubieranescapadotodaclasedeintolerablessonidosenunúnicoalarido, que voló por encimade valles ymontañas y, segúnmehan dicho, llegó aoírseenelotroextremodelosdesiertosafricanos.

Y la capital de los pigmeos quedó completamente destruida por los violentostembloresqueoriginólavibracióndelaire.Y,apesardequeelestruendonopodíasermayor, tresmillonesdepequeñasgargantasempezaronagritar, imaginandoqueaumentaban al menos diez veces el bramido del gigante. Entretanto Anteo,sintiéndosemásfuertequenunca,volvióaponerseenpiey,extrayendoelpinodelatierra,corriófuribundohaciaHérculesparaasestarleotroestacazo.

—¡Estaveznoescaparás,granuja!—vociferó.Perounavezmás,Hérculesesquivóel fatalgolpeconsumazo,deshaciendoel

pinodelgiganteenmilpedazos,quecayeronsobrelospigmeosycausaronmuchosmásdañosde losqueyohubieradeseado.Y,antesdequeAnteopudieraapartarse,Hércules le sacudió otro violentomazazo que le hizo caer nuevamente al suelo y

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aumentar el enormevigorqueyaposeía.Ynoencuentropalabrasparadescribir laintensidad de su cólera. Solo os diré que su único ojo se había convertido en uncírculo de incandescentes llamaradas. Al no disponer demás arma que sus puños(cadaunodeellosdemayortamañoqueuntoneldedoscientosveinticincolitros),loscerró con fuerza, golpeó el uno contra el otro, y empezó a dar saltos furiosos,mientrasbalanceabasusdescomunalesbrazoscomosi,ademásdemataraHércules,pretendieraaplastarelmundoentero.

—¡Vamos! —bramó el gigante—. ¡Deja que te dé un puñetazo en la oreja!¡Seguroquenovolveráadolerte!

Pero Hércules, a pesar de ser lo suficientemente fuerte para sostener el cielo,empezóadarsecuentadequenuncaganaríaaquellaluchasiselimitabaaderribaraAnteo;pues,cadavezqueeste tocabaelsuelo,cobrabanuevasfuerzasgraciasa laayudade laMadreTierra.Poresta razón,elhéroearrojóelmazoconelquehabíalibradotantasbatallasysedispusoaenfrentarseasurivalconlasmanosdesnudas.

—¡Acércate!—gritó—.Puestoqueheroto tupino,mediremosnuestrasfuerzasenuncombatedeluchalibre.

—¡Seráunauténticoplacer!—repusoAnteo,puessihabíaalgodeloqueestabaorgullosoeradesudestrezaeneste tipodecombate—.¡Bellaco!¡Temandaréaunlugardelquenopuedasregresar!

Y el gigante se lanzó al ataque, saltando y haciendo cabriolas, realmenteenfurecido,mientrassufuerzaaumentabayaumentaba.

Sinembargo,debéiscomprenderqueHérculeseramuchomássabioqueeltorpegigante, y había estudiado elmejormodo de enfrentarse a aquel enormemonstruonacidodelatierraconelfindederrotarle,apesardelapoderosaayudadesumadre.Por ello, supoesperar elmomentooportunoy, justo cuandoelgigante se abalanzósobreél,loatrapóconambasmanosy,alzándoloenvilo,losujetóporencimadesucabeza.

Imaginaos laescena,misqueridosamiguitos.Debióde ser todounespectáculocontemplaraaquellacriaturamonstruosaconlacabezahaciaabajo,pataleandoenelaire,retorciendosuinmensocorpachón,aligualqueunreciénnacido.

Pero lo más asombroso fue que, tan pronto como Anteo estuvo alejado de latierra, el vigor que esta le transmitía empezó a desvanecerse. Hércules prontocomprendió que su fastidioso enemigo era cada vez más débil, no solo porquepataleabayluchabaconmenorviolencia,sinotambiénporqueelterribleestruendodesu voz se había convertido en unmurmullo. Pues la verdad era queAnteo estabacondenadoaperdertantosufuerzacomosualientovitalamenosquetocaralaMadreTierraunavezcadacincominutos.Hérculeshabíaadivinadosusecreto;yserámejorpara nosotros recordarlo, por si algún día nos vemos obligados a luchar contra unrivalcomoAnteo.Esascriaturasnacidasdelatierrasoloresultandifícilesdevencer

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ensupropiomedio,ysepuedenmanejarcómodamentesiconseguimoselevarlasaunaregiónmáspuraynoble.Yasí lodemostróaquelpobregigante,porelquenopuedo evitar sentir una cierta lástima, a pesar de su forma de maltratar a losdesconocidosqueseacercabanavisitarlo.

Cuandoapenaslequedabanfuerzayvida,Hérculeslanzósuinmensocorpachónpor los aires, yAnteo fue a caer amás de un kilómetro de distancia, y allí quedótendido sinmás vida que unamontaña de arena. Era demasiado tarde para que laMadreTierra corriera en su ayuda.Nomeextrañaríanadaque suspesadoshuesoscontinuaranaúnallí,confundidosconlosdeunelefantedetamañoasombroso.

Sin embargo, ¡cómo se lamentaban los pobres pigmeos viendo a su gigantescohermanotancruelmentetratado!Pero,siHérculesoyósusapenadosgritos,hizocasoomisodeellos,puesposiblementeimaginóqueeranapenasloslastimososgorjeosdeaquellos pajarillos que habían abandonado sus nidos asustados por el estrépito delcombate.Suspensamientoshabíanestadotanconcentradosenelgigantequejamáshabíadirigidosumiradahacialospigmeos,ynocreoqueconocieralaexistenciadeunapequeñanación tancuriosacomoaquella.Despuésdehaber recorridoun largocaminoyagotadoporlalucha,extendiólapieldeleónsobreelsueloy,tumbándosesobreella,sequedóprofundamentedormido.

Apenas vieron los pigmeos que Hércules se disponía a echar una siesta,empezaron a hacerse señales unos a otros, moviendo la cabeza y guiñando susdiminutosojos.Y,cuandolarespiraciónprofundayregulardeHérculeslesinfundiólacertezadequeseencontrabadormido,celebraronunamultitudinariareuniónenunespacio de alrededor de dosmetros ymedio cuadrados. Uno de sus oradoresmáselocuentes(queademáseraunvalienteguerrero,aunquenomanejaseningunaarmatan bien como la lengua) se subió a una seta y, desde aquella elevada posición, sedirigióalamasaconestaspalabras:

—¡Pigmeos!Hemossidotestigosdelaterribledesgraciaqueacabadeocurriryhemosvistodequéformahasidoinsultadanuestranación.AllíalolejosyaceAnteo,nuestromuyamadoamigoyhermano,asesinadodentrodenuestrasfronterasporunmalvado granuja que, aprovechándose de su inferioridad, se enfrentó a él en unaluchatanencarnizada(siloquehemosvistopuedellamarseasí)comojamássoñaroncontemplarhombres,gigantesopigmeos.Y,parahaceraúnmayorsuafrenta,elmuybellacosehadormidotantranquilo,comosinotuvieranadaquetemerdenuestraira.¡Compatriotas! Ha llegado el momento de decidir qué imagen de nuestro pueblodeseamos dar almundo y cómo nos juzgará la historia si dejamos que todas estasignominiasquedensinvenganza.

»Anteoeranuestrohermano,nacidodelamismamadre,aquiendebemosestosmúsculosyestostendones,asícomoestoscorazonesllenosdevalentíaquetantoleenorgullecieron.Fueunfielaliado,ycayóluchandotantoporlosderechosdenuestra

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patria como por su propia integridad.Nosotros, al igual que nuestros antepasados,hemosconvividoamistosamenteconél,ynoshemostratadoconrespetoyamor,dehombre a hombre, durante generaciones y generaciones. Recordad con cuántafrecuencia todo nuestro pueblo ha descansado bajo su sombra y cómo nuestrospequeños jugaban al escondite entre los nudos de sus cabellos; tampoco olvidéiscómocaminabaentrenosotros,sinquesuspoderosospasosnospisaranni lapuntadelpie.Ynuestroamadohermano,esetiernoyafectuosoamigo,esefielyvalientealiado,esevirtuosogigante,eseinocenteybondadosoAnteo,yacesinvida.¡Muerto!¡Impotente! ¡Mudo! ¡Unasimplemontañadebarro!Perdonadmis lágrimas…Perotambiénlasveoenvuestrosojos.Siinundáramoselmundoconellas,¿acasopodríaalguienculparnos?

»En pocas palabras, compatriotas, ¿dejaremos que este forastero malvado ytraidorprosigasucaminoincólumeyvictoriosohacialosconfinesdelatierra?¿Novamosaobligarleadejarsushuesosjuntoalosdenuestrohermanoasesinado?Ydeestemodo,mientraselesqueletodeAnteoconmemoreeternamentenuestrodolor,elde Hércules servirá de ejemplo ante los hombres de la terrible venganza de lospigmeos.Tengolaseguridaddequenuestradecisiónserviráparareflejarelvalordeestepueblo,y acrecentará lagloriaquehemosheredadodenuestros antepasadosyquehemosreivindicadoconorgulloennuestrasbatallascontralasgrullas.

Eloradorfueaquíinterrumpidoporunaexplosióndeincontenibleentusiasmo;ycada uno de los pigmeos gritó enfervorizado, afirmando que el honor de la patriadebíaserprotegidoporencimadetodo.Élsaludóinclinandolacabezay,haciendoungestoparapedirsilencio,continuólaarengapronunciandolassiguientesadmirablespalabras:

—¡Compatriotas!Solonosquedadecidirsiiniciamoslaguerracomounanación,todosunidoscontraelenemigo,oelegimosaunodenuestroscampeones,famosoporsusanterioresvictorias,paraquedesafíeen singularcombateal asesinodenuestrohermanoAnteo. En este caso, aunque soy consciente de que existen pigmeosmásaltosqueyo,meofrezcovoluntarioparacumplirtanenvidiablemisión.Ycreedme,queridoscompatriotas, tantosivivocomosimuero,elhonordeestegranpaísy lafamaheredadadenuestrosheroicosantepasadosseguiránincólumes.Pues,mientraspuedaempuñarestaespadaqueahoradesenvaino,jamás,jamás,jamás,permitiréqueestos seanmancillados, aunque lamanoensangrentadaquematóalgranAnteomeobligueamorderelpolvodelatierraquemedispongoadefenderconlavida.

Y, diciendo estas palabras, el valiente pigmeo sacó su arma (cuya visión eraterrorífica,pueseradeltamañodelahojadeunanavaja),arrojandosuvainasobrelascabezas de lamultitud. Su discurso fue seguido de un estallido de aplausos, comoindudablementemerecían su patriotismo y su espíritu de sacrificio; y los vítores yaplausossehabríanprolongadomuchomás,denohaberloshechocasiinaudiblesla

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profundarespiracióno,másvulgarmente,elprofundoronquidodelagotadoHércules.Finalmente,setomóladecisióndequelanaciónpigmeaenteracontribuiríaala

destrucción de Hércules. Pero no porque se pusiera en duda que aquel valientepaladínpudieraderrotarleconsuespada,sinoporquefuedeclaradoenemigopúblicoy todos querían compartir la gloria de su derrota.Asimismo, se celebró un debateparadiscutir si elhonorde lapatrianoexigíaenviarpordelanteunemisario,que,aproximándosealoídodeHércules, tocaralatrompetaparadesafiarleformalmente.Dosotresdelospigmeosmássabiosyvenerables,quegozabandegranexperienciaen asuntos de Estado, afirmaron que la guerra ya había comenzado, por lo queestabanen todosuderechode tomaralenemigoporsorpresa.Además,siHérculesdespertabayseponíaenpie,podríacausarlesinnumerablesdañosantesdevolveraser derribado. Pues, como aquellos sabios consejeros observaron, el mazo deldesconocidoerarealmenteenormeyhabíacaídocualrayoenelcráneodeAnteo.Portodoello,lospigmeosdecidierondejaraunladosusridículosescrúpulosyatacardeinmediatoasurival.

Asípues,todosloshombresenedaddelucharcogieronsusarmasysedirigieronconvalentíahaciaHércules,quecontinuabaprofundamentedormido,sinimaginarlavenganza que los pigmeos tramaban contra él. Un grupo de veinte mil arquerosmarchabaalacabezadelejército,consusdiminutosarcosbientensadosylasflechaspreparadas para el ataque. Un número semejante de guerreros debía trepar por elcuerpodeHércules;unosteníanlaordendesacarlelosojosconsuspalas,mientrasqueotrosdebíanllevargavillasdehenoydesperdiciospara taponarle labocaylosorificiosnasales,afindequeperecieraasfixiado.Peroestosúltimosfueronincapacesderealizarlatareaqueseleshabíaencomendado,pueselairequeHérculesrespirabasalíaa travésdesusorificiosnasalescon lamismaviolenciaqueunhuracány, tanprontocomoseacercabanaél,lospigmeossalíanvolandoporlosaires.Porello,sehizonecesariorecurriraotratácticaparapodercontinuarlaguerra.

Trascelebrarunconsejo,loscapitanesordenaronasustropasrecogerpalos,paja,hierbajos secos y todo lo que encontraran y pudiera servir de combustible, y losamontonaran alrededor de la cabeza de Hércules. Como el número de pigmeosempleadosenestatareaeratanelevado,prontodispusierondeunagrancantidaddematerialinflamableque,unavezapilado,alcanzóunaasombrosaaltura;así,cuandolospigmeossubíanasucima,alcanzabanlaalturadelrostrodelmismísimoHércules.Entretanto, los guerreros se colocaron a tiro de arco, conordende disparar apenasHérculessemoviera.Cuandotodoestuvopreparado,acercaronunateaencendidaalmontículo,quenotardóenempezaraarder;yHérculeshabríaperecidoasadodenohaberse puesto en pie. Ya sabéis que un pigmeo, a pesar de su diminuto tamaño,puedeincendiarelmundoenteroconlamismafacilidadqueungigante;poreso,sinduda era este el mejor método para enfrentarse a su enemigo, siempre que

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consiguieranquenosemovieramientrasiniciabanlaconflagración.PerotanprontocomoHérculesempezóachamuscarse,selevantódeunsaltocon

lacabelleraenllamas.—¿Quéocurre?—gritó,aúnaturdidoporelsueño,mirandoasualrededorcomo

siesperaraveraotrogigante.En aquel mismo instante, los veinte mil arqueros dispararon sus flechas, que

salieron zumbando como un enjambre de mosquitos alados, hasta toparse con elrostrodeHércules.Sinembargo,dudoquemásdemediadocenalograranatravesarsupiel,queeraasombrosamenteduraycorreosa,comodebeserlapieldeunhéroe.

—¡Villano! —chillaron a coro todos los pigmeos—. Has matado al giganteAnteo, nuestro gran hermano y aliado. Te declaramos la guerra y morirás ahoramismoennuestrasmanos.

Al escuchar tantas y tantas vocecillas estridentes, Hércules, tras apagar conasombroelfuegodesuscabellos,miróaunoyotroladosinconseguirveranadie.Finalmente, sin embargo, mirando con gran atención entre sus pies, divisó lamultitudinariareunióndepigmeos.Seinclinósobreellosy,cogiendoentreelíndiceyel pulgar al más cercano, lo colocó en la palma de su mano izquierda, donde loexaminó guardando una prudente distancia.Y resultó ser elmismo pigmeo que sehabía dirigido a los demás desde lo alto de una seta, ofreciendo enfrentarse aHérculesensingularcombate.

—¿Quéclasedecriaturaeres,pequeñajo?—gritóHércules.—Soytuenemigo—respondióelvalientepigmeoconelchillidomásfuerteque

su voz le permitió—.Hasmatado al giganteAnteo, nuestro hermano por parte demadre,yelmásfielaliadodenuestra ilustrenacióndurantegeneraciones.Estamosdecididos a acabar contigo y yo, por mi parte, te desafío a enfrentarte a nuestrasfuerzasenestemismoinstante.

A Hércules le hicieron tanta gracia las altisonantes palabras y los aguerridosgestos del pigmeoque prorrumpió en sonoras carcajadas, y a punto estuvo aquellapobreeinsignificantecriaturadecaersedelapalmadesumano,porlasconvulsionesqueocasionósuataquederisa.

—¡Juro pormi honor que creía haber visto todos los prodigios!—exclamó—.Hidrasdenuevecabezas,ciervosconastasdoradas,hombresdeseispiernas,perrosde tres cabezas,gigantes conhornos en sus estómagos,yquién sabe cuántas cosasmás. Sin embargo, aquí, en la palmademimano, tengo algo que supera todas lasmaravillas. Tu cuerpo, amiguito, tiene el tamaño del dedo de un hombre. Así quedime,¿cuántomidetualma?

—¡Tantocomolatuya!—repusoelpigmeo.Hércules se conmovió ante la audacia de aquellaminúscula criatura y no pudo

evitarsentirsefraternalmenteunidoaél,comosueleocurrirentreloshéroes.

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—Admirado pueblo—gritó haciendo una reverencia ante los pigmeos—, ¡pornadadelmundodesearíaofenderaunanación tanvaliente!Vuestrocorazónes tangrandequememaravillavercómocabeenesediminutocuerpo.Ospido lapazy,paraqueveáisquenomiento,darécincopasoshaciadelantey,alsexto,habrésalidode vuestro reino. ¡Adiós a todos!Andaré con gran cuidado para no aplastar en undescuidoacincuentadelosvuestros.¡Ja,ja,ja!¡Jo,jo,jo!Porprimeravez,Hérculessereconocevencido.

AlgunosautoresafirmanqueHérculesenvolvióatodoslospigmeosensupieldeleónyselosllevóaGreciaparaqueloshijosdelreyEuristeojugaranconellos.Peroestonoescierto.Pueslosdejóatodosensuterritorio,donde,segúnmehancontado,aúncontinúanviviendosusdescendientes,construyendodiminutascasas,cultivandolos campos, dando azotes en las nalgas a los niños, librando batallas contra lasgrullas, haciendo pequeños negocios y leyendo aquellas historias de los viejostiempos. Y es muy posible que en alguna de ellas quede constancia de que hacemuchos siglos, los valientes pigmeos vengaron la muerte del gigante Anteo,ahuyentandoalpoderosoHércules.

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Losdientesdeldragón

Cadmo, Fénix y Cílix, los tres hijos del reyAgenor, acompañados de su hermanapequeñaEuropa(unaniñadeextraordinariabelleza),estabanjugandoalaorilladelmar en el reino de Fenicia. Caminando, caminando, se habían alejado del palaciodondevivían con sus padres y habían llegado a una verde pradera situada junto almar, cuya superficie resplandecía a la luz del sol mientras las olas rompíansuavemente en la playa. Los tres muchachos se divertían recogiendo flores ytrenzando guirnaldas con las que adornaban los cabellos de la niña, que estabasentadasobre lahierba.Yhabía tantoscapullosypétalossobreellaquesolopodíaversesualegreysonrosadacarita,que,comodecíaCadmo,eralamáshermosadelasflores.

Justo en aquel momento, apareció una magnífica mariposa revoloteando; yCadmo,FénixyCílixseapresuraronairtrasella,gritandoquenoerasinounaflorconalas.Europa,algocansadadejugartodoeldía,prefiriócontinuarsentadadondesus hermanos la habían dejado, y cerró los ojos.Durante algún tiempo escuchó elapaciblemurmullode lasolas,queparecíanpedir silencioe invitarle a conciliar elsueño.Perolahermosaniñaapenashabíatenidotiempodeadormecersecuandooyóun fuerte ruido de pisadas sobre la hierba; y asomando su cabeza entre las flores,contemplóamuycortadistanciauntoroblancocomolanieve.

¿Y de dónde había salido? Europa y sus hermanos llevaban mucho tiempojugandoenaquellapradera,yjamáshabíanvistoenlascercaníasganadoniningunaotracriaturaviva.

—¡HermanoCadmo!—gimoteólapequeña,poniéndoseenpiedeunsaltoentrelas rosas y los lirios—. Fénix, Cílix, ¿dónde estáis? ¡Socorro! ¡Socorro! ¡Venid aahuyentaraestetoro!

Perosushermanosestabandemasiado lejosyno laoían;pueselmiedoparecíahaberle arrebatado la voz y le impedía gritar con todas sus fuerzas.Así se quedó,pues, con la boca abierta, tan pálida como los blancos lirios que, entrelazados conotrasflores,adornabansusguirnaldas.

Sinembargo, fue lo inesperadode laaparición,ynoelaspectodel toro, loque

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originó en ella tanta alarma. Al mirarlo con mayor detenimiento, empezó a darsecuentadequeeraunhermosoanimal,ycreyóadivinarunaexpresiónamableensumirada.Yeratallafraganciadesualiento(yasabéisqueesteessiempredulceenelganado)comosiloscapullosderosaolasmásdelicadasfloresdeltrébolfueransuúnicoalimento.Jamássehabíavistountoroconunamiradatanbrillanteytantierna,y con unos cuernos de marfil tan suaves. Y jugueteaba, corriendo y saltandoalrededordelapequeña;yasí,alversuactitudmansayafectuosa,Europaolvidólograndeyfuertequeera,yempezóapensarquesetratabadeunacriaturataninocentecomouncorderillo.

Porello,apesardeloasustadaqueestabaalprincipio,pocoapocofueperdiendoelmiedoyacariciótímidamentelacabezadelanimalconsublancamanita,altiempoquesequitabalasguirnaldasdelpeloparaadornarleloscuernosdemarfilyelcuello.Arrancóunasbriznasdehierbayselasofreció;yeltorolascomiódesumano,noporque tuviera hambre, sino porque quería entablar amistad con aquella hermosachiquilla, y le agradaba comer cualquier cosa que ella hubiese tocado. ¿Acaso haexistido alguna vez criatura más dulce, gentil y amable que aquel toro, y mejorcompañerodejuegosparaunaniña?

CuandoelanimalvioqueEuropayanole teníamiedo(puesera taninteligentequecausaverdaderoasombropensarenello),sealegrósobremanerayapenaspudocontenersuregocijo.Empezóabrincardeaquíparaallá,dandograndessaltos,conlamisma facilidad con que un pájaro salta de rama en rama. Y es cierto que suscabriolaseran tan ligerascomosivolara,ysuspezuñaspisabancon tantasuavidadqueapenasdejabanmarcadalahuella.Yeratanblancoqueparecíaunamontañadecoposdenievequeelvientollevaradeunlugaraotro.Enunaocasión,galopótanlejos de la pequeñaque esta creyóquenovolvería a verlo nuncamásy empezó agritarlecontodassusfuerzasqueregresara.

—¡Vuelve,bellacriatura!—exclamó—.Aquítengounadeliciosaflordetrébol.Y fue realmente hermoso ver la gratitud del toro, que, paramostrar su alegría,

empezó adar grandes saltos.Se acercó corriendo e inclinó su cabeza anteEuropa,comosisupieraquesetratabadelahijadeunreyoreconocieraunagranverdad:quetoda niña es una reina para los demás. Y se arrodilló a los pies de la pequeña,subiendoybajando lacabeza,mostrando tanta inteligenciaqueEuropacomprendiólo que el animal quería comunicarle con la misma claridad que si lo hubieraexpresadoconpalabras.

—Ven,queridaniña—parecíaquererdecir—.Tellevaréadarunpaseo.Cuando esta idea cruzó por su pensamiento, Europa retrocedió asustada. Pero

pronto se dio cuenta de que no había elmenor peligro en dar una pequeña vueltasobreaqueldócilyafableanimal,que lepermitiríabajarseencuantose lopidiera.¡Qué cara de sorpresa pondrían sus hermanos cuando la vieran montando aquel

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hermoso toro! ¡Cuánto se divertirían turnándose para galopar o subiéndose todosjuntos sobre tan mansa criatura! Irían a gran velocidad por la pradera y sus risaspodríanoírsehastaenelpalaciodelreyAgenor.

«Creoquevoyasubirme»,sedijo.Y ¿por qué no? La pequeña miró a su alrededor y vislumbró en la lejanía a

Cadmo, Fénix y Cílix persiguiendo a la mariposa. El medio más rápido de ir abuscarlossería,sinduda,montara lomosdel toroblanco.Asípues,diounospasoshacia él; y fue tanta la dicha del toro al ver acercarse a la pequeña (pues erasingularmente sociable)queestanopudo sinoolvidar todos sus recelos.Dandounsalto (aquellapequeñaprincesa era tan ágil comounaardilla), se sentó encimadelhermosotoro,agarrándoseaamboscuernosparaevitarcaerse.

—¡Tranquilo, torito, tranquilo!—exclamóbastanteasustadade su temeridad—.¡Nogalopesmuydeprisa!

Cuando estuvomontada, el animal se elevó por los aires para luego descendercomounapluma,y, así,Europanunca supo si volabao corría.El toro sedirigió agranvelocidadhaciasustreshermanos,queacababandecazarlapreciadamariposa.Europa gritó entusiasmada, y Fénix, Cílix y Cadmo se quedaron boquiabiertos alcontemplarelespectáculodesuhermanasubidaalomosdeuntoroblanco;puesnosabíansiasustarseosentirenvidia.Eldulceeinocenteanimal(¿acasoalguienpodríaponer eso en duda?) hizo unas cabriolas alrededor de los niños, juguetón comoungatito.Entretanto,laniñalesmirabacongranregocijo,ysucaritasonrosadareflejabauna gran dignidad. Cuando el toro dio la vuelta para iniciar otra carrera, Europamovió la mano en señal de despedida, y gritó adiós a sus hermanos, fingiendoemprender un largo viaje que la tendría alejada de su familia quién sabe cuántotiempo.

—¡Adiós!—lerespondieronalunísonoCadmo,FénixyCílix.Sinembargo,apesardesualegreexcitación,aúnquedabaunrestodetemorenel

corazóndelapequeña.Talvezporestarazón,laúltimamiradaquedirigióalostresmuchachosestuvocargadadeinquietud;yellostuvieronelpresentimientodequesuqueridahermanalesabandonabaparasiempre.¿Yquécreéisquehizoacontinuacióneltoroblanco?Puespartiódeallí,ligerocomoelviento,endirecciónalaorilladelmary, trasgaloparpor laarenaagranvelocidad,sezambullódeunsaltoentre lasolas,levantandounalluviadeblancaespumaquelosempapóantesdevolveracaeralagua.

¡Quéalaridodeterrorlanzólapequeña!Lostreshermanostambiéngritarony,tanrápido como les permitieron sus piernas, corrieron hacia la playa conCadmo a lacabeza. Pero ¡era demasiado tarde! Cuando llegaron a la orilla, el traidor animalestaba ya a una gran distancia, enmedio del inmensomar azul, y solo su cabezasobresalíaporencimadelasolas,mientraslapobreEuropaextendíaunamanohacia

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susqueridoshermanos,sujetándosefuertementeconlaotraaunodeloscuernos.YallíestabanCadmo,FénixyCílix,contemplandoconlosojosinundadosdelágrimascómo se alejaba la pequeña, hasta que llegó un momento en el que no pudierondistinguirlaníveacabezadetorodelablancacrestadelasolas,queparecíansurgirdelasprofundidadesdelmar.Yel toroblancodesaparecióparasiemprellevándoseconélalahermosaniña.

Como podéis imaginar, fue realmente triste para los tres muchachos volver apalacioycontarasuspadresloocurrido.ElreyAgenor,supadre,eraelsoberanodeaquellastierras;peroamabaasuhijitaEuropaporencimadetodaslascosas,muchomásquea todosureinooqueasusotroshijos.Porello,cuandoCadmoysusdoshermanosregresaronllorando,ylecontaronqueuntoroblancosehabíallevadoalaniñanadandoporelmar,elreyenloquecióderabiaydolor.Y,apesardequeestabaanocheciendo,lesordenósalirenseguidaabuscarla.

—No volveréis a contemplar mi rostro—les gritó enfurecido— a menos queconsigáis encontrar a la pequeña Europa; pues solo ella logrará alegrarme con sussonrisasyconsusgraciososademanes.¡Alejaosdemipresencia!Únicamentecuandotraigáisavuestrahermanadelamano,seréisdenuevoadmitidosenpalacio.

Al pronunciar estas palabras, sus ojos despedían fuego (pues era un rey muyvehemente)yparecíatanfuriosoquelospobresmuchachosnoseatrevieronsiquieraapediralgodecena.Ysalieronsigilosamentedelpalacio,deteniéndoseapenasunosinstantesen la escalinataparadecidir loquedebíanhacer.Fueentoncescuando sumadre,lareinaTelefasa(quenohabíaestadopresentecuandocontaronalreylatristehistoria),corrióadecirlesqueellatambiénpartiríaenbuscadesuhija.

—¡No,madre,no!—exclamaron losniños—.Lanocheesoscurayquién sabelospeligrosquenosesperan.

—¡Ay, mis queridos hijos! —respondió la pobre reina Telefasa, llorandoamargamente—. Esa es otra de las razones por las que quiero acompañaros. Sitambiénosperdieraavosotros,¿quéseríademí?

—¡Dejadqueossirvadeescolta!—gritóTaso,sucompañerodejuegos.Elmuchachoerahijodeunmarineroquevivíamuycercadepalacioysehabía

convertidoenelmejoramigodelosjóvenespríncipes,puessehabíacriadoconellosysentíaunprofundoamorporEuropa;poresoestuvierontodosdeacuerdoenquelesayudara. Cadmo, Fénix, Cílix y Taso rodearon a la reina Telefasa, cogidos de susfaldas,ylerogaronqueseapoyarasobresushombrossiemprequeestuviesefatigada.Yasífuecomobajarontodoslasescaleraseiniciaronunviajequeresultaríamuchomáslargodeloquenuncaimaginaron.LaúltimavezquevieronalreyAgenor,estedesdelapuerta,acompañadodeuncriadoquellevabaunaenormeantorcha,lesgritóenmediodelaoscuridad:

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—¡Recordadlobien!¡Jamásvolváisasubirestasescalerassinlaniña!—¡Jamás!—respondióentresollozoslareinaTelefasa.—¡Jamás!¡Jamás!¡Jamás!¡Jamás!—repitieronlostreshermanosyTaso.Y cumplieron su palabra. Año tras año, el rey Agenor en la soledad de su

hermoso palacio, esperó en vano su regreso, anhelando oír sus pisadas, la vozfamiliar de la reina, la alegre charla de Cadmo, Fénix, Cílix y Taso y el parloteoinfantil de la pequeña Europa. Sin embargo, transcurrió tanto tiempo que, sifinalmentehubieranregresado,elreynohabríareconocidolavozdeTelefasanilasrisas de sus hijos, que tanto alboroto armaban cuando jugaban enpalacio.Y ahoradejaremosalreyAgenorsentadoensutronoyviajaremosconlareinaTelefasaysuscuatrojóvenescompañeros.

Siguieron adelante sin desfallecer jamás y recorrieron enormes distancias,atravesando ríos y montañas, y cruzando mares. En todas partes preguntaron sialguien tenía noticias de la pequeña Europa. Al oír sus palabras, los campesinosabandonaban por unos instantes sus labores y los miraban con asombro. Puesconsiderabanmuy extraño ver a aquellamujer, ataviada como una reina (Telefasa,con lasprisas, habíaolvidadoquitarse su coronay sus elegantes ropajes), vagandopor loscamposacompañadadecuatromuchachos,cumpliendo tansingularmisión.Peronadie supodarles noticias deEuropa; nadie había visto a unaniñavestidadeprincesa montada sobre un toro blanco que galopaba tan ligero y veloz como elviento.NopodríadeciroscuántotiempolareinaTelefasa,Cadmo,FénixyCílix,sustres hijos, y Taso, el compañero de juegos, anduvieron por caminos y senderos,atravesandoloslugaresmássalvajesyrecónditosdelatierra.Perolociertoesque,muchoantesdedetenerse adescansar, sus ricasvestiduras sehabíanconvertidoenharapos. Sucios y andrajosos de tanto caminar, sus zapatos habrían acumulado elpolvo de un sinfín de reinos de no haber sido por el agua de losmuchos ríos que

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vadearon.Cuandollevabanunañodeperegrinaje,Telefasasedeshizodelacorona,afirmandoqueelroceleheríaenlafrente.

—Me ha dado demasiados dolores de cabeza—añadió la pobre reina— y nopuedecurarelsufrimientodemialma.

Y,encuantosusmagníficosatavíosestuvieronhechosjirones,loscambiaronporlahumilderopaquellevabalagentesencilla.Suaspectosefuevolviendocadavezmásdesaliñadoymontaraz,porloquenoseríadeextrañarquelostomaranporunafamiliadegitanos,enlugardeporunareina,trespríncipesyunjovennoble,queenotros tiempos habían habitado un palacio atendidos por un séquito de criados.Losmuchachos crecieron hasta convertirse en cuatro esbeltos jóvenes de rostrobronceado.Y los cuatro se ciñeron una espada para defenderse de los peligros delcamino. En época de cosecha, cuando los labradores que los acogíanhospitalariamenteensusgranjasnecesitabanayuda,ellosselaprestabanconagrado;ylareinaTelefasa(cuyoúnicotrabajoenpalaciohabíasidotrenzarhilosdesedaehilosdeoro)ibatrasellos,atandogavillas.Silesofrecíanalgúnpago,lorechazabanmoviendolacabeza,ysolopreguntabansiteníannoticiasdelapequeñaEuropa.

—Haymuchos toros enmis pastizales—les respondían los viejos granjeros—,peronuncaheoídohablardeunoasí.¡Tanblancocomolanieveyconunapequeñaprincesaenellomo!¡Ja,ja,ja!Lesruegoquemedisculpen,amigos;peronuncasehavistonadasemejanteporestastierras.

PerollegóundíaenqueFénixsecansódeviajardeunladoparaotroinútilmentey,alatravesarunhermosoysolitarioparaje,sesentóenunrincóncubiertodemusgo.

—No puedo continuar—afirmó el joven—.Estamosmalgastando nuestra vidayendo sin rumbo fijo; y no tenemos siquiera un hogar donde cobijarnos al caer lanoche.Nuestrahermanaseperdióynuncavolveremosaencontrarla.Esprobablequeperecieraahogadaenelmar;y,sialcanzóalgunaorilla,hapasadotantotiempo,quenunca nos reconoceríamos ni podríamos querernos como antes. Mi padre nosprohibióregresarapalacio.Yomeharéunacabañaconesostroncosyviviréaquí.

—Estábien,hijomío—dijoTelefasasumamenteapenada—.Tehasconvertidoenunhombreydebeshacerloquecreasmásconveniente.Yo,pormiparte,seguirébuscandoamipobreniña.

—¡Nosotros tres iremos contigo!—exclamaron Cadmo, Cílix y su fiel amigoTaso.

Pero,antesdepartir,todosayudaronaconstruirlamoradadeFénix,que,unavezterminada,lesadmiróporsurústicoencanto,conaqueltejadoderamasfloridas.Ensu interior,habíadosalegreshabitaciones.Unadeellas teníapor lechounmullidomanto de musgo, y la otra estaba amueblada con uno o dos asientos toscamentefabricadosconlasretorcidasraícesdeunosárboles.YTelefasaysustrescompañerosnopudieronevitarunsuspiroalcontemplarunhogar tancómodoyacogedor;pues

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ellosdebíancontinuarerrandoporelmundo,enlugardequedarsetodalavidaenunparajetanhermosoyameno.Sinembargo,aldespedirse,Fénixderramóabundanteslágrimas,puesesmuyprobablequelamentarasepararsedeaquellosaquienesquería.

Pero aquel era unmagnífico rincón para vivir.Y no transcurriómucho tiempoantesdequellegaranotrasgentessinhogarquedecidieronconstruirsuschozasmuycercadelaviviendadeFénix.Losañospasaronyelpequeñopobladoseconvirtióenunagranciudad,encuyocentroseelevabaunmajestuosopalaciodemármol,dondehabitabaFénix,ataviadoconunmantocolorpúrpuray luciendounacoronadeorosobresucabeza.Puesloshabitantesdelanuevaciudad,alsaberqueporsusvenascorríasangreazul, lohabíanelegidosusoberano.Yelprimerdecretoqueelnuevoreypromulgóordenabaque si llegabaal reinounadoncellamontada sobreun toroblancocomolanieveyafirmaballamarseEuropa,todoslossúbditosdebíanatenderlaconamabilidadyrespeto,llevándolaenseguidaasupresencia.Locualnosmuestralos remordimientos que aún sentía por haber abandonado la búsqueda de su muyamada hermana, instalándose cómodamente en aquel palacio,mientras sumadre ysushermanosseguíanvagandoporelmundo.

Y no podéis imaginaros con cuánta frecuencia Telefasa, Cadmo, Cílix y Tasorecordaban, tras un día agotador, el bello lugar donde habían dejado a Fénix. Erarealmentetristeparaaquellosvagabundospensarque,encuantoamaneciera,debíanseguircaminando;puesenelfondodesualmasabíanque,muchosdíasdespués,noestarían más cerca del final de su peregrinaje. Estos pensamientos a veces lesabrumabandemelancolía,yparecíanatormentarespecialmenteaCílix.Finalmente,unamañana,cuandosedisponíanacogersuscayadosparapartir,Cílixsedirigióaellosdiciendo:

—Amadamadre,mi buen hermano Cadmo y Taso, fiel amigo, siento como siviviéramos en un sueño. Nuestra existencia carece de sentido. Ha pasado tantotiempodesdequeeltoroblancosellevóalapequeñaEuropaqueapenasrecuerdosurostroyel tonodesuvoze inclusoempiezoadudardequealgúndíaexistiera tanhermosaniña.Mas,siesciertoquehabitóentrenosotros,tengoelconvencimientodeque perdió la vida hacemuchos años, por lo que resulta inútil seguirmalgastandonuestra felicidad buscándola. Además, si algún día la encontráramos, se habríaconvertido en una mujer y nos miraría como a extraños. Para seros sincero, hedecididoestablecermeeneste lugar;os ruego,madre,hermanoyamigo,quesigáismiejemplo.

—¡Yonoloharé!—dijoTelefasaconfirmeza,aunquelapobrereinaestabatanfatigadaqueapenas teníafuerzasparaandar—.¡No,no loharé!Enel fondodemialma,lapequeñaEuropaesaúnaquellachiquillasonrosadaquesalióacogerfloreshacemuchotiempo.Nosehaconvertidoenunamujernimehaolvidado.Dedíaydenoche,mientrasvagopor loscaminosomesientoadescansar,oigosuvoz infantil

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llamándome: «¡Madre! ¡Madre!». Quedaos aquí si así lo deseáis, pero paramí nohabráreposo.

—Ni para mí —aseguró Cadmo—, mientras mi querida madre quiera seguiradelante.

YtambiénelfielTasoestabaresueltoaacompañarles.Sinembargo,sequedaronunosdíasconCílixyleayudaronaconstruirsurústicavivienda,muysemejantealaquehabíanconstruidoparaFénix.

Aldespedirse, el jovenestalló en sollozosydijo a sumadreque leparecía tantristequedarseallísolocomocontinuarerrandoporelmundo.Demodoque,siellacreíaqueterminaríanencontrandoaEuropa,estabadispuestoadejarsunuevohogarycontinuarlabúsquedaconellos.PeroTelefasalerogóquesequedarayfuerafelizsi su corazón se lo permitía. Entonces, los caminantes se despidieron de Cílix yreanudaronsucamino.Apenashabíandesaparecidodesuvista,cuandollegaronotrasgentesquesealegraronenormementealverlacabañadeljoven;yeraunparajetanhermosoy solitario quedecidieron construir allí sus chozas.No transcurriómuchotiempoantesdequeselesunieraungrannúmerodecolonos,yfundaranunanuevaciudad. En el centro podía divisarse un majestuoso palacio de mármol de varioscolores,acuyobalcónseasomabatodoslosmediodíasCílix,ataviadoconunlargomanto color púrpura, y con una corona de alhajas en la cabeza; pues los demáshabitantes,encuantoconocieronlanoticiadequeerahijoderey,lerogaronqueseconvirtieraensusoberano.

YunadelasprimerasdecisionesquetomóelreyCílixfueenviarunaexpediciónformadaporunserioembajadoryunaescoltadeintrépidosyvalientesjóvenes,quedebíanvisitarlosprincipalesreinosdelatierra,preguntandosihabíanvistopasarporallíaunajovendoncella,galopandovelozcomoelvientosobreuntoroblancocomolanieve.PuesnocabedudadequeCílixsiempreseculpóporhaberabandonadolabúsquedadeEuropa.

Y no puedo sino entristecerme al pensar en Telefasa, Cadmo y el buen Taso,vagando por el mundo sin descanso. Los dos jóvenes hacían cuanto podían porayudar a la pobre reina en los terrenos más escarpados, llevándola en sus lealesbrazosalcruzarlosriachuelosybuscandosiempreunlugardondepodercobijarlaalanochecer, aunqueellos sevieranobligadosadormir a la intemperie.Eradolorosooírles preguntar a todos aquellos con quienes se cruzaban si habían visto a lapequeña,tantotiempodespuésdesudesaparición.Y,apesardequefueronmuchoslosgrisesañosqueseinterpusieronentreellos(tantosquellegaroninclusoaborrardesumemoriaelrostrodelaniña),jamáspasóporlacabezadeningunodeaquellostreslealesviajerosabandonarlabúsqueda.

Unamañana,sinembargo,elpobreTasosetorcióuntobilloyfueincapazdedarunpasomás.

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—Después de unos días de descanso—dijo pesaroso—, podré andar cojeandoconlaayudadeunbastón.Peroesonoharámásqueentorpecervuestrabúsquedayquizá os impida encontrar a nuestra querida Europa, después de tantas penas ycalamidades. Serámejor que sigáis adelante, amados compañeros, y yo os seguirécuandopueda.

—Hassidounverdaderoamigo,queridoTaso—dijolareinaTelefasabesandosufrente—. A pesar de no ser hijo mío ni hermano de la desaparecida Europa, hasmostradounamayorlealtadqueFénixoCílix,alosquedejamosporelcamino.Sintu amorosa ayuda y la demi hijo Cadmo, nunca habría logrado llegar hasta aquí.Ahoradebesdescansar,yquelapazseacontigo.Pues(yestaeslaprimeravezqueloadmito) empiezo a preguntarme si realmente algún día encontraremos ami amadahijaenestemundo.

Y,diciendoestaspalabras, lapobre reina llorabacondesconsuelo,puesesmuyduro para una madre aceptar el hecho de que sus esperanzas empiezan adesvanecerse.Apartirdeaqueldía,CadmoadvirtióqueelespíritudeTelefasanoeratananimosocomoantesyquesusfuerzassedebilitabancadavezmás.

Antes de continuar su viaje, Cadmo ayudó a su buen amigo a construir unacabaña; entretanto, Telefasa, demasiado enferma para servirles de ayuda, lesaconsejabasobrelamejorformadeamueblarla,afindequeresultaralomáscómodaposible. Sin embargo, Taso no se limitó a pasar los días en su verde choza. Puescorrió la misma suerte que Fénix y Cílix: nada más despedirse de sus amigos,llegaron otros vagabundos que, al contemplar tan hermoso lugar, decidieronestablecerseenlosalrededores.Yunosañosdespués,aquelsolitarioparajesehabíaconvertidoenunaprósperaciudad,conunpalaciodepiedrarojaensucentro,dondepodíaverseaTasosentadoenuntronomientrasimpartíajusticiaconunmantocolorpúrpura sobre los hombros, empuñando un cetro y ciñendo una corona. Pues losdemáshabitantes leeligieron rey,noporque llevarasangreazulensusvenas (puesveníadeuna familiademarineros), sinoporqueeraunhombre recto,bondadosoyvaliente;yseríadifícilhallarunapersonamejorpararegirsusdestinos.

Noobstante, tanprontocomosolucionótodoslosasuntosdelreino,elreyTasodejóaunladoelmantopúrpura,lacoronayelcetro,yrogóalosmásnoblessúbditosqueimpartieranjusticiaensunombre.Ycogiendoelbastóndeperegrinoquedurantetantosañoslesirvieradeapoyo,partiódenuevo,conlaesperanzadeencontraralgúnrastrodelapequeñadesaparecida,buscandolashuellasdeaqueltoroblancocomolanieve.Despuésdeunalargaausencia,regresóasureinoysesentóextenuadoeneltrono.Sinembargo,hastaquellegósuúltimahora,elreyTasofuefielalrecuerdodeEuropa; y ordenó tener siempre preparado un baño bien caliente, una exquisitacomidayunacamadeinmaculadassábanas,ademásdeunachimeneaencendida,porsisepresentabaunadoncellahambrientayfatigada.Y,apesardequeEuropajamás

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apareció,elbuenTasorecibiólabendicióndemuchospobresviajeros,quepudierondisfrutardelosalimentosydelalojamientoquetannoblereyhabíapreparadoparalacompañeradejuegosdesuinfancia.

TelefasayCadmocontinuaronsuagotadorabúsqueda,sinmáscompañíaquelaqueellosdosseprocuraban.Lareinaseapoyabacontodosupesoenelbrazodesuhijoyeranmuypocosloskilómetrosquepodíaandaraldía.Sinembargo,apesardesudebilidadydesufatiga,nadalogróapartarladesuempeño.Ylosojosdetodoslosdesconocidosalosquepreguntabaporsuhijasellenabandelágrimasaloírsutristevoz.

—¿Habéisvistoaunaniña…no,no,aunatristedoncella,montandoalomosdeuntoroblancocomolanievequegalopatanvelozcomoelviento?

—Jamáshemosvistomaravillasemejante—contestabalagente.YamenudosusurrabanaloídodeCadmo:—Esamujerdeaspectotristeymajestuoso,¿acasoestumadre?Puesnoparece

estarensusanojuicio;deberíasllevarlaacasaeinstalarlaconfortablementeparaqueolvidaraesesueñoquetantolaobsesiona.

—Nosetratadeunsueño—respondíaeljoven—.Esloúnicoreal,todolodemássonfantasías.

PeroundíaTelefasasemostrómásfatigadadelohabitualyapoyótodoelpesodesucuerpoenelbrazodeCadmo,mientrascaminabamáslentamentequenunca.Alllegaraunparajesolitario,explicóasuhijoquenecesitaba tenderseen lahierbaydescansarunbuenrato.

—¡Descansarunbuenrato,hijomío!—repitió,mirandoconternuraelsemblantedeCadmo.

—Reposatodoloquequieras,queridamadre—repusoeljoven.Telefasa le rogó que se sentara a su lado sobre la hierba y cogió una de sus

manos.—Hijomío—exclamómirándoletristeyamorosamente—,mirepososerámuy

largoynodebesesperaraquellegueasufin.¿Acasonocomprendesmispalabras?En este lugar cavarás mi sepultura, pues es aquí donde mis agotados huesosencontrarándescanso.Miperegrinajehaterminado.

Cadmorompióensollozosydurantemuchotiemposenegóacreerquelamuertepudieraarrebatarleasuqueridamadre.PeroTelefasalehizocomprenderqueeraunasuerte para ella abandonar aquella vida, pues, desde que desapareciera la pequeñaEuropa,nohabíaconocidosinoeldolor,lafatigaylasmáscruelesdecepciones.Eljovenpríncipecontuvosudoloryescuchóconatenciónsusúltimosdeseos.

—Mimuy amadoCadmo—susurróTelefasa—,has sido elmejor de los hijos,cariñosoylealhastamisúltimosmomentos.¿Quiénhabríasoportadocomotútodasmisenfermedades?Solograciasatuscuidados,nofuienterradaenunlejanolugar,

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hacemuchos,muchosaños.Peroyahashechobastante.Deseoqueabandonesestabúsqueda sin esperanza. Cuando me hayas dado sepultura, dirígete a Delfos ypreguntaaloráculoportufuturo.

—¡Madre,madre!—sollozóCadmo—.¡Ojaláhubieraspodidoveratuhijaantesdemorir!

—Pocoimportaahora—respondióTelefasa,yunasonrisaaparecióensurostro—.Memarchoaunmundomejory,antesodespués,séqueencontraréenélamihija.

No quiero entristeceros, pequeños oyentes, con la muerte y el entierro deTelefasa;soloosdiréquesusonrisasevolvióaúnmásluminosa,porloqueCadmotuvo la seguridad de que nadamás llegar al otro mundo se había encontrado conEuropa entre sus brazos. Y plantó unas flores junto a la tumba, para queembellecieranaquelapartadorincóncuandoélestuvieralejos.

Habiendo cumplido con su deber, partió tomando el camino que llevaba aloráculodeDelfos,talcomoTelefasalehabíaaconsejado.YcontinuópreguntandoatodosaquellosconlosquesecruzabasihabíanvistoaEuropa,pues,adecirverdad,estabatanacostumbradoahacerloquelaspalabrasparecíansalirsolasdesuslabios(como a nosotros cuando hablamos del tiempo). Y obtuvo las más variadasrespuestas.Unosledecíanunacosayotros,locontrario.Unmarinerolecontóqueenunlejanopaíshabíaoídolahistoriadeuntoroblancoquellegónadandoasuscostasconunaniñacubiertadeflores;perodesconocíaelparaderodelaniñaodeltoro.YCadmoviounbrillomaliciosoensumirada,quelehizosospecharquesoloestabadebromayquejamáshabíatenidolamenornoticia.

El pobre Cadmo se dio cuenta de que era mucho más duro viajar solo quesoportandolacargadesuqueridamadre.Debéiscomprenderqueeldolorquellevabaensucorazónlepesabatantoqueavecescreíaimposiblepodercontinuar.Perosuspiernas eran fuertes y ágiles, y estaban acostumbradas al ejercicio. Andabavelozmente,recordandoalreyAgenoryalareinaTelefasa,asushermanosyalfielTaso,aquieneshabíaidodejandoporelcamino,alolargodetanarduoperegrinaje,para no volver a encontrarlos jamás.Y, con la cabeza llena de tales pensamientos,llegóalpiedeunagranmontañaque,segúnledijeronloshabitantesdelaregión,sellamabamonteParnaso,yencuyaladeraestabaelfamosooráculodeDelfos,sulugardedestino.Enaquellostiempos,loconsiderabanelcentrodelmundo.Eloráculosehallabasituadodentrodeunagrancavidad,sobrelaquehabíanconstruidounatoscacabañade troncos, que trajo a lamemoria del jovenpríncipe las chozas que habíaayudado a edificar aFénix, aCílix y, unos añosmás tarde, aTaso.Mucho tiempodespués, cuando empezaron a llegar desde los confines de la tierra auténticasmultitudes deseosas de consultar al oráculo, se erigió en aquel mismo lugar uninmensotemplodemármol.PeroenlaépocadeCadmo,comoyaoshecontado,solo

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existía aquella rústica cabaña rodeadade frondosos arbustos, que crecían silvestressobrelamisteriosacavidadenlaladeradelamontaña.

Cuandoeljovenconsiguióabrirsepasoatravésdelaespesurayentrardentrodelachoza,tratóenvanodeencontraraquelhuecotanprofundo.Peroenseguidasintióuna intensa corriente de aire frío que agitó los rizos que caían sobre susmejillas.Separando laabundantemalezaqueescondía lacavidad, inclinó sucuerpoyhablócongranrespeto,comosisedirigieraaalgúnpersonajeinvisiblequehabitaraenelinteriordelamontaña:

—Oráculo sagradodeDelfos—dijo—,¿quédebohacerahoraparaencontrar amihermana?

Un profundo silencio siguió a sus palabras, pero pronto no tardó en oírse unaespeciedeextrañosuspiroyquebrotabadelasprofundidadesdelatierra.Habéisdesaberqueestelugarestabaconsideradocomounafuentedeverdad.Ysolíarespondera los que allí acudían con unas palabras perfectamente audibles, aunque tanmisteriosasquehabríasidopreferiblequenosalierandelinteriordelamontaña.PeroCadmofuemuchomásafortunadoquelamayoríadelosqueseacercabanaDelfosparahallarlaverdad.Pocoapoco,elasombrososonidoempezóacobrarsignificado.Repetía una y otra vez las mismas palabras, aunque se asemejaba tanto al suavemurmullodeunsoplodeairequeel jovensepreguntósinosería solo frutodesuimaginación.

—¡Abandonasubúsqueda!¡Abandonasubúsqueda!¡Abandonasubúsqueda!—¿Yquédebohacerentonces?—inquirióelpríncipe.PueselúnicoobjetivodesuexistenciahabíasidoencontraralapequeñaEuropa;

desdeelinstanteenque,siendounniño,dejódeperseguiraunamariposacercadelpalacio de su padre, había dedicado todos sus esfuerzos a la búsqueda de la niña,cruzandotierrasymares.Poreso,ahoraquedebíaabandonar,sentíaquesuvidanoteníaelmenorsentido.

Maslaráfagadevientoparecióconvertirseenunaroncavoz.—¡Siguealavaca!—decía—.¡Siguealavaca!¡Siguealavaca!Cuando Cadmo no pudo soportar más estas palabras (porque era incapaz de

comprenderdequévacahablabayporquéteníaqueperseguirla),eloráculovaticinó:—Alládondesetiendalavacaextraviada,hallarástuhogar.YantesdequeCadmopudieraestarbiensegurodeloqueacababadeoír,estas

palabras se desvanecieron en el aire como un murmullo. Intentó hacer nuevaspreguntas,peroestasquedaronsinrespuesta;yloúnicoquepodíaoírseeraelvientoqueparecíasurgirde lasentrañasde lacueva, llevandodeun ladoaotro lashojasmarchitas.

«¿Será cierto que el oráculo ha pronunciado tan extrañas palabras?—pensó eljoven—,¿osetratarádeunsueño?».

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Ysealejódeaquellugar,tanconfundidocomoantesdesullegada.Todoparecíadarleigual,demodoquetomóelprimersenderoqueaparecióantesusojos,ycaminólentamente hacia delante; pues habría sido ridículo apresurarse ahora que no teníanadaquehacer.Y,siemprequesecruzabaconalguien,laviejapreguntaacudíaasuslabios:

—¿Hasvistoaunahermosadoncella,ataviadacomolahijadeunrey,alomosdeuntoroblancocomolanievequegalopavelozcomoelviento?

Sinembargo,recordandoloquelehabíavaticinadoeloráculo,dejabalaspalabrasamediopronunciar;porloquenoseríadeextrañarquemásdeunapersonapensaraqueaquelapuestojovenhabíaperdidoeljuicio.

Nosabríadeciroscuántoskilómetrosrecorrió(nicreoqueéltampocolosupiera)antes de encontrarse cerca de una vaca pinta, que rumiaba tendida a la vera delcamino,yquenoparecióadvertir lapresenciadel jovenhastaqueestuvocasiasulado.Entonces,poniéndoseenpiecon lentitudy levantando suavemente la cabeza,empezóaandarconparsimonia,deteniéndoseconfrecuenciaaarrancarunbocadodehierba. Cadmo marchaba silbando tras ella, sin prestar la menor atención a susmovimientos, hasta que, de pronto, tuvo la corazonada de que aquel podía ser elanimalque,segúneloráculo,debíaservirledeguía.Peroestaideatanabsurdalehizosonreír. Era imposible que fuera aquella vaca, pues se comportaba como cualquierotro animal de su especie, con sus pausados andares. Parecía ignorar quién eraCadmo, y sin duda este le importaba mucho menos que una brizna de heno. Eraevidente que solo le preocupaba encontrar el pasto más verde y tierno, y quizáestuvieravolviendoalestabloparaquelaordeñaran.

—¡Vaca,vaca,vaca!—gritóCadmo—.¡Espera,vacapinta!¡Detente!Quería acercarse y examinarla con más cuidado para asegurarse de que no le

reconocía, comprobando, asimismo, si existía en ella alguna particularidad que ladiferenciaradelasdemásvacas,cuyaúnicafunciónerallenarcubosymáscubosdelechey,aveces,volcarlosdeunapatada.Peroelanimalsiguióadelante,espantandolas moscas con su cola, pasando por alto la presencia del joven. Si este andabadespacio,lavacaleimitaba,aprovechandolaoportunidadparapastarunpoco;porelcontrario,siCadmoacelerabaelpaso,lavacaibaamayorvelocidad.Enunaocasión,eljovenpríncipeintentócorrertrasellaparaatraparla,perolavacapintalevantóelraboyselanzóalgalope,componiendounaestampabastantegrotesca(comotodaslasvacascuandosalenespantadas).

CuandoCadmovioqueeraimposibledarlealcance,aminorólamarcha.Entonceslavacareanudósuritmopausadoycontinuósucaminosinmiraratrás.Enloslugaresdondelahierbaeramásverde,sedeteníaapastar;y,cadavezquedivisabaunarroyocristalino,sedirigíaaélparaapagarsused,soltandograndessuspirosdesatisfacciónentre trago y trago. Y andaba y andaba con aquel paso tranquilo que tan bien se

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acomodabatantoaellacomoaljovenpríncipe.«Empiezoacreerqueestapuedeserlavacaquemeanuncióeloráculo—pensó

Cadmo—.Supongoquenotardaráenecharseadescansar».Puesnoparecíalógicoqueaquelanimal,fueraonoelvaticinadoporlosdioses,

estuvieradispuestoaprolongarsupaseo.Porello,cadavezquellegabanaunlugarespecialmente hermoso, una ladera por la que corría la brisa, un pequeño valleprotegidodelosvientos,unpradoflorido,laorilladeunapaciblelago,lariberadeunriachuelocristalino,el jovenmiraba impacientepor todaspartes,paracomprobarsieraunbuenlugarparaestablecerse.Pero,legustaraono,lavacajamásparecíatenerdeseosdedescansar.Continuóavanzandoconlamismaparsimoniaquesisedirigieraderegresoasuestablo;yCadmoesperabaveraparecerencualquiermomentoaunalecheraconuncubooaunvaquerocorriendoparaconducirdevueltaaladehesaalanimalextraviado.Masnodivisóninguna lecheraniningúnvaquero;yelpríncipesiguiótrasellahastaqueapuntoestuvodecaeralsueloextenuado.

—¿Acasonopiensasdetenertenunca,vacapinta?—legritócondesesperación.Estaba resuelto anoperderladevista; no tenía lamenor intencióndequedarse

rezagadopormuylargoquefueraelcaminoypormuygrandequefuerasufatiga.Sindudahabíaalgoenaquelrumiantequeparecíahechizaralagente,puestodoslosquesecruzabanconellossentíanlanecesidaddeunirseaCadmo.Eljovenpríncipecontóaaquellabuenagentesusaventuras:cómohabíadejadoal reyAgenorensupalacio,aFénixenunlugaryaCílixenotro,cómosehabíadespedidodelbuenTasoycómohabíaenterradoasuamadamadre,lareinaTelefasa,bajounhermosomantode hierba florida; por ello, ahora se encontraba solo, sin hogar y sin amigos.Asimismo,recordólaspalabrasdeloráculo,quelehabíaordenadodejarseguiarporuna vaca y preguntó a aquellos desconocidos si, en su opinión, aquel podía ser elfamosoanimal.

—Lo cierto es que hay algo prodigioso en todo esto—respondió uno de susnuevoscompañeros—.Conozcobienlascostumbresdelganadoynuncahabíavistouna vaca que, por voluntad propia, recorriera tantos kilómetros sin detenerse adescansar.Simispiernasnomefallan,irétrasella,hastaquesetiendaenlahierba.

—Yotambiéniréconvosotros—exclamóotro.—Y yo —añadió un tercero—. No dejaría de seguirla aunque caminara cien

kilómetrosmás.Debéissaberqueaquellavacaestabaencantadayatraíaconsumagiaalosquese

leacercaban.Y,apesardeque todoscreían irvoluntariamente trasella, la realidadera que habían sucumbido a su embrujo. En cualquier caso, la vaca no parecíafacilitarles las cosas, pues elegía los caminos más agrestes, y a veces se veíanobligadosatreparporlasrocas,aatravesarsenderoscubiertosdefango,empapadoshasta los huesos, exhaustos y terriblemente hambrientos. ¡Aquello sí que resultaba

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agotador!No obstante, continuaron avanzando con decisión mientras conversaban. Los

forasteros tomaron gran cariño a Cadmo y decidieron no abandonarlo nunca. Leayudaríanafundarunaciudadenellugardondelavacasetendiera;yenelcentro,edificaríanunmajestuosopalaciodondeeljovenviviríacomosurey,conuntrono,unacorona,uncetro,unmantocolorpúrpuray todo loqueunverdaderomonarcaprecisara. Pues todo en él era real: por sus venas corría sangre azul, tenía el másbondadosodeloscorazonesyunagraninteligenciaparagobernar.

Mientras planeaban la construcción de la nueva ciudad para entretenerse, unmiembrodelgrupomirócasualmentealavaca.

—¡Albricias!¡Albricias!—gritódandopalmadas—.Lavacapintapareceestarapuntodetumbarse.

Todos volvieron sus ojos hacia ella; en efecto, se había detenido y mirabaplácidamente a su alrededor, como suelen hacer las vacas antes de tenderse en lahierba.Y empezó a recostarse con parsimonia, doblando en primer lugar las patasdelanterasy, seguidamente, las traseras.CuandoCadmoysuscompañeros llegaronhastaella,losmiróconindiferenciasindejarderumiar;comosiaquelfueraellugarquehabíaestadobuscandoynohubieranadaextrañoenaquelepisodio.

—Aquíconstruirémihogar—afirmóCadmo,admirandoelpaisaje.Eraunahermosayfértilllanuraconárbolescentenarios,quearrojabansufresca

sombra sobre la pradera, y estaba rodeada de suaves colinas que la protegían delazotedelosvientos.Aescasadistancia,vieronunríoquebrillababajolaluzdelsol.YelpobreCadmosupoqueaquelseríasuhogar.Ysintióunaenormealegríaalsaberquecuandoamanecieranotendríaquecalzarselassandaliasyseguirerrandoporelmundo. Pasarían los días y los años, y él continuaría en aquel hermoso paraje. SihubiesepodidotenerconélasushermanosyasufielamigoTaso,sihubierapodido

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cuidarallíasuqueridamadre,habríasidounhombrecompletamentefeliz,apesardetodaslaspenalidadesvividas.Yundíacualquiera,Europahabríapodidoaparecerenel umbral de su casa, sonriendo a todos aquellos rostros familiares. Sin embargo,comonocabíalamenoresperanzaderecuperaralosamigosdesuniñezodevolveraverasuqueridahermana,elpríncipedecidióserfelizconsusnuevoscompañeros,que tantoafecto lemostrabandesdequehabíanempezadoaseguir juntosa lavacaencantada.

—Sí,queridosamigos—lesdijo—.Nosestableceremosaquí.Lavacapintanosproporcionará leche, cultivaremos los campos y llevaremos una vida sencilla ydichosa.

Sus compañeros asintieron con gran alegría, y decidieron buscar la forma deaplacarsuhambreysused.Nomuylejos,oyeronelrumordeunmanantialquefluíaentrelosárbolesdeunpequeñobosque,porloquesedirigieronallíenbuscadeaguafresca. Y dejaron a Cadmo tendido junto a la vaca pinta, pues, desde que habíaencontradounlugardondevivir,todoelcansancioacumuladodesdequeabandonarael palacio del reyAgenor parecía haberse abatido de golpe sobre él. Sin embargo,nada más quedarse solo, el joven oyó unos lamentos, gritos y alaridos que lesobresaltaron.Creyóoírel fragordeun terriblecombatey,enmediode todoaquelestruendo,unespantososilbidoestuvoapuntodeperforarsusoídos.

Incorporándosedeun salto, corrióhacia los árboles, entre los quevio surgir lacabeza y los feroces ojos de un gigantesco dragón o serpiente, con las faucesmásenormes jamás vistas en dragón alguno, con incontables hileras de dientesincreíblementeafilados.Pero,antesdequeCadmopudieraalcanzarlo,eldespiadadoreptil había dadomuerte a sus pobres compañeros, y se encontraba muy atareadodevorándolos, aunque cada hombre no era sino un pequeño bocado para aquelmonstruo.

Parece ser que el manantial estaba embrujado y que el dragón tenía orden devigilarlo,impidiendoqueningúnmortalsaciaraenélsused.Comoloshabitantesdela región tenían buen cuidado de no aparecer jamás por aquel lugar, hacíamuchotiempo(másdecienaños)queeldragónestabaenayunas;noesraro,pues,quesuapetito fuera enorme. La verdad era que aquellos pobres hombres que acababa dezamparse no habían logrado quitarle el hambre; así pues, en cuanto vio que elpríncipeseleacercabalanzóotroabominablesilbidoyabriósusgigantescasfauceshasta convertir su boca en una enorme caverna roja, en cuyo fondo aún podíancontemplarse laspiernasdesuúltimavíctima(puescasinohabía tenido tiempodetragársela).PeroCadmoestaba tanfuriosopor lamuertedesusamigosqueapenasconcedió importancia al tamaño de las fauces del dragón o a sus innumerables yafiladosdientes.Desenvainandolaespada,selanzócontraelmonstruoy,sinpensarlodos veces, se arrojó dentro de su cavernosa boca. La audacia del ataque cogió al

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dragón por sorpresa; pues Cadmo había dado un salto tan formidable que seencontraba en el fondode su garganta y la bestia era incapaz de triturarlo con susterribleshilerasdedientes.Asípues,aunquelaluchafuesingularmenteviolenta,yeldragónrompióenpedazostodoslosárbolesdelpequeñobosqueconloslatigazosdesu cola, el príncipe logró clavar varias veces su espada en los órganos vitales delmiserable reptil, que pronto se dio cuenta de que la vida se le escapaba. TodavíaseguíaluchandoconfierezacuandoelvalienteCadmoleasestóungolpemortalquepuso fin a la batalla; y, deslizándose entre las fauces de lamonstruosa criatura, elvaliente joven regresó al exterior, donde contempló el temblor de aquel gigantescocuerpomoribundo,alquequedabatanpocavidaquehabríasidoincapazdehacerledañoaunniño.

Pero¿acasopensáisqueCadmonosintióunintensodoloralver la tristesuerteque habían corrido sus pobres compañeros tras haber perseguido juntos a la vacapinta?Parecíacomosiestuvieracondenadoaperderaquienesmásamaba,oaverlosmorirante susojos.Y,despuésde tantaspenalidades, seencontrabaenaquel lugarsolitario,sinunsoloamigoqueleayudaraaconstruirsucabaña.

—¿Qué voy a hacer ahora? —gritó con desesperación—. Habría sido muchomejorquemedevoraraeldragóncomoamisdesgraciadoscompañeros.

—Cadmo—dijo una extraña voz, que el joven no supo distinguir si venía delcielo,delasprofundidadesdelatierraodesupropiointerior—.Cadmo,arrancalosdientesdeldragónyplántalosenlatierra.

Aquellaeraunaorden realmente insólita; tampococreoque resultaranada fácilarrancar aquellos colmillos profundamente enraizados en las fauces del dragónmuerto. Pero Cadmo tiró de ellos con todas sus fuerzas y, después de aplastar lacabezadelmonstruoconunaenormepiedra,consiguiórecogerunagrancantidaddepiezas. Y ahora debía plantarlas. También aquello estaba lleno de dificultades,especialmente porque el joven había quedado extenuado tras matar al dragón yaplastarle la cabeza; además, lo único que tenía para cavar la tierra era su espada.Finalmente, sin embargo, logró arar un terreno suficientemente extenso y sembróaquellanuevasemilla(aunquelociertoesqueteníatantosdientesquetuvoquedejarlamitadparaotrodía).

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Cadmo, casi sin aliento, se apoyó en su espada, preguntándose qué ocurriría acontinuación.Yapenashabíantranscurridounosinstantes,cuandoaparecióantesusojosunadelasmayoresmaravillasdelmundo.

Elsolcaíaoblicuamentesobreloscamposylatierramojadabrillaba,asícomoelterreno que el joven acababa de plantar. Y de pronto, Cadmo creyó ver algo queresplandecía,primeroenunrincón,luegoenotro,hastaquepareciórefulgirenmás

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demillugaresalmismotiempo.Notardóendarsecuentadequeloquesurgíadelatierraeranpuntasymáspuntasdelanza,quecrecíancomoespigasyalcanzabancadavez mayor altura. Momentos después, aparecieron un gran número de relucientesespadas,elevándosehaciaelcielo.Mástarde,cientosdeyelmosdebroncerompieronla corteza terrestre y brotaron de ella como una cosecha de gigantescas alubias.YcrecíanatantavelocidadqueCadmonotardóenvislumbrarelfierosemblantedeunguerrerobajocadaunodeellos.Antesdequeelpríncipepudierasalirdesuasombro,viounaabundantecosechadeloqueparecíansereshumanos,conyelmosycorazas,escudos,espadasylanzas.Ytodavíanohabíanterminadodesurgirdelatierrayyaempezaban a blandir sus armas, golpeando unas contra otras, como si estuvieranconvencidosdeque,apesardelpocotiempoquellevabanvivos,habíanmalgastadouna parte de su existencia sin batallar. Cada uno de los dientes del dragón habíaengendradoaunodeestoshijosdelmalydelamuerte.

Asimismo,hicieronsuapariciónungrannúmerodehombresconlosclarines;y,consuprimeralientovital,llevaronlosinstrumentosdebronceasuslabios,dejandooír un ensordecedor estrépito. Y fue así como en aquel paraje, hasta entoncestranquilo y solitario, resonó el estruendo de las armas, el clarín de las trompetasincitandoalaluchaylosfuriososgritosdelossoldados.Ylacóleradeestoseratangrande queCadmo temió que pudieran convertir elmundo entero en un campodebatalla.¡Quéafortunadoseríaaquelgranconquistadorqueencontraraensucaminotantosdientesdedragónparasembrar!

—Cadmo—exclamódenuevolaextrañavoz—.Arrojaunapiedraenmediodeesoshombresarmados.

Eljovencogióungranpedruscoylolanzócontraelterribleejército,golpeandoenlacorazaaunodesusferocesygigantescosguerreros.Sinembargo,elsoldadonopareciósorprendersedelataquey, levantandosuarma,asestóunviolentoporrazoasu vecino más próximo, derribándolo por tierra y rompiendo en dos su yelmo. Ytodosempezaronabatirse con las espadasy a arrojar sus lanzas.Laconfusión fuecada vez mayor. Un hombre derribaba a su hermano, pero otro se encargaba deaniquilarleaélantesdequepudieracelebrarsuvictoria.Entretanto,losquetocabanlos clarines hacían sonar cada vez con mayor estridencia sus instrumentos, y lossoldados lanzaban su grito de guerra, cayendo amenudomuertos con él entre loslabios.Eraelespectáculomásextrañojamáscontemplado,todaaquellairayaquellaviolenciasinsentido;ysinembargo,despuésdetodo,tampocoeramásinsensatonimás cruel que las innumerables batallas entabladas desde entonces, en las que loshombres acaban con la vida de sus hermanos por algo tan nimio como lo haríanaquelloshijosdelosdientesdeldragón.Tampocodebemosolvidarqueelloshabíannacidoúnicamenteparaluchar,mientraslosdemásmortaleshemosvenidoalmundoparaamarnosyayudarnoslosunosalosotros.

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Aquellamemorablebatallanollegóasufinhastaquelatierraestuvocubiertadecabezascercenadas,consusyelmos.Delosmillaresdeguerrerosquehabíaniniciadola lucha, solocincopermanecíanenpie;y todoselloscorrieronhaciael centrodelcampo para seguir combatiendo con sus espadas, dirigiéndolas al corazón de susenemigosconlamismafierezaqueantes.

—Cadmo —se oyó decir a la misteriosa voz—. Obligarás a esos hombres aabandonarlalucha.Ellosteayudaránaconstruirunaciudad.

Sin dudarlo un solo instante, el joven príncipe dio un paso al frente y,esgrimiendosuespadaconelaplomodeunreyydeungrancaudillo,lesordenó:

—¡Dejadvuestrasarmas!Loscincohijossupervivientesdelosdientesdeldragónleobedecieronenelacto

y, después de dedicarle un respetuoso saludo militar, envainaron sus espadas. Yformaron en fila delante deCadmo,mirándole como a su capitán y esperando susórdenes.

Esmuyprobablequeaquelloscincohombreshubieranbrotadode loscolmillosmásenormesdeldragón,puessu fortalezayvalentía superabaconcrecesa lasdelrestodelejército.Podríadecirsesinexagerarqueeranauténticosgigantes,puesdelocontrario nohabrían sobrevivido a una lucha tan cruenta.Susojos conservabanunbrillo feroz y, cuando Cadmo estaba distraído, no dejaban de lanzarse terriblesmiradas de odio unos a otros. Era extraño observar cómo la tierra que les habíaengendradoaúnseguíaincrustadaensuscorazasyensuciabasusrostros,aligualqueunaremolachaounazanahoriareciénsalidasdelahuerta.Eljovenpríncipenosabíasieranhombresounainsólitavariedaddehortalizas,aunquellegóalaconclusióndequedebíatratarsedesereshumanos,puesmostrabangranapegoalastrompetasyalasarmas,yparecíansiempredispuestosaderramarmássangre.

Losguerrerosesperabanimpacientessuspalabras,yeraevidentequeloúnicoquedeseaban era seguirle de un campo de batalla a otro. PeroCadmo eramuchomásjuiciosoqueaquellascriaturassurgidasdelatierra,encuyasentrañaslatíalafierezadeldragón,ysabíaquetodoaquelvigorpodíautilizarseconmejoresfines.

—¡Venid conmigo! —les dijo—. Vuestra fuerza os servirá para ayudar a losdemás.Contodasesaspiedraslevantaremosunagranciudad.

Loscincoguerrerosrefunfuñaronunpoco,murmurandoquehabíannacidoparadestruir ciudades, no para construirlas. Pero Cadmo pareció fulminarles con sumiradayleshablóentonoautoritario,conelfindequecomprendieranqueéleraelúnico jefe y nunca debían desobedecer sus mandatos. Y trabajaron con tantadiligenciaqueenmuypocotiempoempezóavislumbrarseunaciudad.Esciertoquealprincipioloshombressemostrabanbastantependencierosy,denohabersidoporCadmo, no hay duda de que habrían peleado como bestias salvajes; pues el jovenpríncipe,encuantopercibíaunbrillocruelensusmiradas,aplacabalairadelavieja

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serpiente que aún anidaba en sus corazones. Y, con el tiempo, aquellos ferocessoldadosseacostumbraronaltrabajohonradoytuvieronsuficienteinteligenciaparacomprenderqueeramuchomejorvivirenpazyayudaralosdemásquepasarlavidaguerreando. ¡Ojalá toda la humanidad se volviera tan pacífica y sensata comoaquellos cinco enemigos que surgieron cubiertos de tierra de los dientes de undragón!

Y, una vez que la ciudad estuvo construida, cada unode los hombres eligió sumorada; y solo quedaba por edificar el palacio de Cadmo, pues habían decididodejarlo para el final, a fin de que no faltaran en él los últimos avances de laarquitectura y resultara amplio, hermosoy llenodemajestad.Así pues, al concluirtodaslasdemásobras,decidieronacostarsemuytemprano,paralevantarsealalbaytener tiempo de colocar los cimientos del palacio antes de que anocheciera. Perocuando Cadmo llegó al lugar donde debían construirlo acompañado de sus cincopoderososayudantes,¿quécreéisquecontemplaronsusojos?

Pues elmásmaravilloso palacio que jamás se haya visto en elmundo. Era demármolyotraspiedrasdegranbelleza,ysustorresseelevabanhastadesaparecerenlas nubes. Tenía un hermoso pórtico a lo largo de la fachada, unas columnas

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delicadamente talladas y todo cuanto convenía a la residencia de un poderoso rey.Habíacrecidoconlamismarapidezqueelejércitodelosdientesdeldragón,perolomásasombrosoeraquenadiehabíaplantadolasemilladetanmagníficoedificio.

Cuando loscincohombrescontemplaronsucúpula resplandeciendoa la luzdelnuevodía,gritaronconentusiasmo:

—¡LargavidaalreyCadmoensuhermosopalacio!Yelnuevorey,consuscincofielesseguidorespisándolelostalones,cargandolas

herramientas al hombro ymarchando de uno en uno como si desfilaran (pues aúnquedaba en ellos algo del antiguo soldado) subieron la escalinata del palacio.Deteniéndoseenlaentrada,contemplaronelespectáculoqueofrecíanlasmajestuosascolumnasalineadasdeunextremoaotrodelenormevestíbulo.Yalfondodeaquellaestancia,Cadmovioaparecerunafigurafemeninadeenormebelleza,ataviadaconunmantoreal;ylucíaunacoronadediamantessobresusdoradosbuclesyelcollarmásmaravillosoquejamástuvierareinaalguna.Sucorazónparecióbrincarledentrodelpecho.Pues imaginóqueaquellamujerera suhermanaEuropa,hacía tanto tiempodesaparecida,quesedirigíaaélparahacerleolvidar los largosañosdeperegrinajedesdequeabandonaraelpalaciodelreyAgenor,asícomolaslágrimasderramadasalsepararsedeFénix,deCílixydelbuenTaso,yelintensodolorqueleembargójuntoa la tumba de su madre (que le hizo ver el mundo como un lugar sombrío ytenebroso).

Sin embargo, al acercarse a la bella desconocida, se dio cuenta de que era laprimera vez que veía su rostro, a pesar de que ya existía entre ellos una fuertecorrientedesimpatía.

—No,Cadmo—exclamólamismavozquesehabíadirigidoaélenelcampodebatalla—.NoestuqueridahermanaEuropa,aquienbuscastefielmentecruzandoelmundoentero.EsHarmonía,unahijadelcielo;yocuparáentucorazónellugardelahermanaydelamigo,deloshermanosydelamadre.

YelreyCadmohabitóenaquelpalacioconsunuevaamigaHarmonía,rodeadodetodosloslujosydetodaslascomodidades,aunquehabríasidoigualmentefeliz(oquizá inclusounpocomás) enunahumilde cabaña a la veradeun camino.Pocosaños después, era frecuente ver un alegre grupo de niños que correteaban por elinmensopórticoypor las escalinatas demármol (aunquenunca supe cómohabíanllegado hasta allí), e iban corriendo a recibir al buen rey cuando este encontrabatiempo para jugar con ellos. A Cadmo le llamaban padre y a la reina Harmonía,madre.Yloscincoviejosguerrerossurgidosdelosdientesdeldragóntomarongrancariñoaaquellospequeñosdiablillos,ynuncasecansabandeenseñarlesaesquivarestacazos,aesgrimirespadasdemaderayadesfilarcomosoldados,imitandoelsondelastrompetasoarmandounestruendoespantosoconelretumbardesusdiminutostambores.

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PeroelreyCadmo,paraevitarquelaferoznaturalezadelosdientesdeldragóntuviera demasiada influencia sobre los niños, acostumbraba a sacar tiempo de susobligaciones reales para enseñarles el abecedario, que inventó en interés de lospequeños; aunque me temo que mucha gente menuda como vosotros no se loagradezcatantocomodebiera.

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ElpalaciodeCirce

Sin duda, alguno de vosotros habrá oído hablar del astuto rey Ulises, de cómoabandonósupatriaparaacudiralasediodeTroyaydecómo,unavezconquistadayreducidaacenizastanfamosaciudad,pasódiezlargosañosintentandoregresarasupequeño reino de Ítaca.Y sucedió que, en el curso de aquel fatigoso viaje,Ulisesdesembarcóenunaislafértilyhermosa,cuyonombredesconocía.Puespocotiempoantesdellegaraesaisla,unaterribletempestado,parasermásexactos,unasumadeviolentas tempestades,habíadesviado susnaves aunas aguasdesconocidaspor lasquenuncahabíannavegadoniélnisusmarineros.Estadesgraciasedebióalaneciacuriosidad de sus compañeros de a bordo, que, mientras Ulises dormía, habíandesatado unas pesadas bolsas de cuero en las que creían que estaba escondido unvaliosotesoro.Sinembargo,encadaunadeaquellasvoluminosasbolsas,elreyEolo,soberanode los vientos, había encerradouna tempestady, con el fin de asegurarleuna feliz travesía de vuelta a Ítaca, se las había entregado a Ulises para que lascustodiara. Cuando los hombres las desataron, salieron de ellas ráfagas de enormeviolencia, semejantes al aire de una vejiga cuando esta revienta, tornando el marblancodeespumaydispersandolasnavesportodoelmar.

EncuantoUliseslogróponerseasalvo,unpeligroaúnmayorseinterpusoensucamino.Empujadoporelfuerteviento,alcanzólacostadeunlugarque,comomástarde supo, recibía el nombre de Lestrigonia; y fue allí donde unos gigantescosmonstruos devoraron a gran parte de sus compañeros y hundieron todas las naves,exceptoaquellaenlaqueélviajaba,arrojandoenormesrocasdesdelosacantilados.Despuésdecorrer tantasaventuras, es fácil imaginar la alegríaque sintióUlisesalfondearsuzarandeadobarcoenunatranquilaensenadadelafrondosaisladelaqueya os he hablado al comienzo de esta historia. Sin embargo, había tropezado contantosgigantes,cíclopesdeunsoloojoyvariadosmonstruosterrestresymarinosquenopodíaevitarsentiralgúntemor,inclusoenaquelamenoyaparentementesolitariolugar.Porestarazón,durantedosdías,lospobresyagotadosviajerosnosalierondela nave o exploraron con sigilo las rocas que bordeaban la costa; y, para subsistir,desenterraronmariscosenlaorillaybuscaronpequeñosriachuelosdeaguadulceque

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bajaranhaciaelmar.

Pero, antes de terminar el segundo día, los hombres empezaron a cansarse deaquellavida;pueslosseguidoresdeUlises,yesimportantequenoloolvidéis,eranterriblementeglotones,ynohacíansinorefunfuñarcuandonopodíancomercuantasveces al día lo desearan. Sus provisiones estaban a punto de agotarse, e incluso elmarisco empezó a escasear; llegó así elmomento de decidir si preferíanmorir dehambreoaventurarseaexplorarel interiorde la isla,dondequizáalgúndragóndetres cabezas u otro espantoso monstruo tuvieran su guarida. En aquellos lejanostiemposesasdeformescriaturaseranmuyabundantes,ynadieemprendíaunviajeportierraopormarsinsaberquecorríaelriesgodeserdevoradoporalgunadeellas.

PeroelreyUliseseraunhombreaudazalaparqueprudente.Asípues,encuantoamanecióeltercerdía,decidióaveriguardóndesehallaban,yquéposibilidadeshabíadeconseguiralimentosparasushambrientoscompañeros.Conunalanzaenlamano,escaló hasta la cima del acantilado y empezó a otear los alrededores. A una grandistancia, en el centro de la isla, divisó las majestuosas torres de un palacio demármolblanco, construidoenmediodeun frondosobosque.Lasgruesas ramasdelosviejosárbolescubríanlafachadadeledificio,ocultándolocasiporcompleto;peroUlises comprendió que aquel era un edificio de extraordinaria belleza, con todaprobabilidad la residencia de algún noble o príncipe importante. Lo que más leagradó, sin embargo, fue contemplar la gran humareda que salía por la chimenea;pues sin duda provenía de la cocina, donde imaginó que estarían preparando unmaravilloso banquete para los habitantes del palacio, así como para todos losvisitantesqueseacercaranasuspuertasalahoradelacena.

Ante tan grata perspectiva, decidió dirigirse a la entrada del palacio paracomunicarasudueñoque,muycercadeallí,habíaunospobresnáufragosqueapenashabíanlogradocomeralgoenlosdosúltimosdías,conlaexcepcióndeunaspocas

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ostrasyalmejas,porloqueestaríansumamenteagradecidosderecibiralimento.Yelpríncipe o noble de aquel palacio tendría que ser un miserable tacaño si no lesinvitaba,porlomenos,acomerlassobrasdesumesa.

Cuandoel reyUlises,encantadoconsu idea,empezóacaminarendirecciónalpalacio,oyóunaexplosióndegorjeosytrinosenlaramadeunárbolcercano.Unosinstantes después, un pájaro voló hacia él, y pareció quedar suspendido en el aire,mientras las alas le rozaban casi el rostro.Era unhermosoy diminuto pajarillo decuerpo y alas color púrpura, con las patas amarillas, un círculo de plumas doradasalrededordelcuello,yunpenachodoradoenlacabeza,querecordabaalacoronadeun rey en miniatura. Ulises intentó atraparlo, pero el pájaro se alejó aleteando,mientras continuaba piando en tono lastimero, como si quisiera contar una tristehistoria y, al no poder hablar el lenguaje de los hombres, expresara así sudesesperación. Y, cuando Ulises quiso ahuyentarlo, se posó sobre la rama máscercana, revoloteaba a su alrededor, y cada vez que hacía ademán de continuar sucamino,elpajarillovolvíaaentonaraquelpatéticotrino.

—¿Deseascontarmealgo,pajarillo?—preguntóUlises.Ysedispusoaescucharleconatención;puesnosoloenelasediodeTroya,sino

también enmuchosotros lugares, había visto ocurrir prodigios semejantes, y no lehabría extrañado demasiado que aquella pequeña criatura emplumada rompiera ahablarconlamismaclaridadqueél.

—¡Pío!—cantó el pajarillo—. ¡Pío, pío, pío!—repitió unay otra vez con airemelancólico.Y,cadavezqueUlisesdabaunpasoalfrente,batíainquietamentesusalas,intentandoqueretrocediera.Alvertanextrañocomportamiento,decidióqueelpequeñopájaroleavisabadealgúnpeligro,yqueestedebíasermuyterrible,puestoquemovíainclusoaunaavecillacomoaquellaasentircompasiónporunserhumano.Portodoello,decidióregresaralanaveycontarasuscompañeroslosucedido.

Estopareciósatisfaceralpájaro.TanprontocomoUlisesgirósobresustalones,volóalacimadeunárbolyempezóapicotearinsectosconsulargoyafiladopico;pues debéis saber que pertenecía a la familia de los pájaros carpinteros, y debíaganarse la vida como cualquier ave de su especie. Sin embargo, al tiempo quepicoteabaenlacortezadelárbol,elpajarillo,recordandosupena,repetíasincesar:

—¡Pío,pío,pío!Mientrasregresabaalaorilladelmar,Ulisestuvolasuertedematarunenorme

venado,clavándolesuafiladalanzaenellomo.Colocándolosobresushombros(pueseraextraordinariamentefuerte),avanzócondificultadhastalanave,dondelodejóalospiesdesushambrientoscompañeros.Comoyaoshecomentadoantes,algunosdeloscamaradasdelreyUliseseranrealmenteglotones.Segúnheoídodecir, lacarnede cerdo era su alimento favorito, y habían engullido tales cantidades de ella a lolargodesuvidaquegranpartedesupropiasustanciaparecíaestarcompuestadetan

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sucio animal; y no cabe duda de que su temperamento y disposición tambiénguardaban una gran afinidad con este.Un plato de venado, sin embargo, resultabauna comida bastante aceptable para ellos, especialmente después de llevar tantotiempo alimentándose de ostras y de almejas. Así pues, contemplando el ciervomuerto,palparon suscostillascomobuenosexpertosy, sinmáspérdidade tiempo,encendieronconalgunosleñosunbuenfuegoparacocinarlo.Pasaronelrestodeldíacelebrando un gran festín; y, si aquellos insaciables comilones se levantaron de lamesaalponerseelsol,fueúnicamenteporqueyanolesquedabanmásbocadosquearrancaraloshuesosdelpobreanimal.

Aldíasiguiente,teníantantoapetitocomodecostumbre.MiraronaUlises,comosiesperaranqueestevolvieraasubirhastaelacantiladoyregresaraconotrogruesovenadosobresushombros.Sinembargo,enlugardeecharaandar,Ulisesreunióatodalatripulaciónparadecirlesqueestabanmuyequivocadossicreíanqueélibaasalirtodoslosdíasamatarunciervoparasucena,yquedebíanidearotromododesaciarsuapetito.

—Puesbien—afirmó—,ayer,mientrasestabaenloaltodelacantilado,descubríquelaislaestáhabitada.Aunadistanciaconsiderabledelacosta,hayungranpalaciodemármol,ydesuchimeneasaleunaenormehumareda.

—¡Ajá!—exclamaronalgunosdesuscompañeros,haciendounchasquidoconlalengua—.Esahumaredadebevenirdelacocina.Seguroqueayerestabanpreparandounagrancena;seguroqueladehoyseráigualdesuculenta.

—Sinembargo—continuódiciendoelastutoUlises—,debéisrecordar,queridosamigos, todos los peligros que corrimos en la cueva dePolifemo, el cíclope de unsolo ojo. ¿Acasono se comió a dos de nuestros camaradas para cenar, a otros dosparadesayunary,nuevamente,aotrosdosparacenar,enlugardelalechequetomabahabitualmente? Es como si aún estuviera viendo a aquel espantoso monstruo,observándonosconsuenormeojoenrojecidoenelcentrodelafrente,yeligiendoalos más rollizos. Y hace escasos días, ¿no caímos en las garras del rey de loslestrígonesydesussúbditos,esoshorriblesgigantesquedevoraronamásmiembrosde nuestra expedición de los que ahora quedamos vivos? Si nos acercamos a eselejanopalacio,tengolaseguridaddequeterminaremosenlamesadelcomedor;puessivamosasentarnosallícomoinvitadosoaservirdealimentoasusdueñosesalgoquedebemosconsiderarconelmayorcuidado.

—En cualquier caso—gruñó uno de losmás hambrientos de la tripulación—,serámejorquemorirdehambre;sobretodosabiendoquenoscebaránbienantesdeecharnosalacazuela.

—Eso es cuestión de gustos—repuso el reyUlises—, ni una buena dieta paraengordar,ni lamásexquisitade lasrecetas,mereconciliaríaconla ideadequemecoman.Así pues, propongoquenos dividamos endos grupos y echemos a suertes

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cuál de ellos acudirá al palacio para pedir ayuda. Si salimos airosos de nuestraempresa, tantomejor. Pero, si sus habitantes demuestran ser tan pocohospitalarioscomoPolifemoo los lestrígones,solohabremosperecido lamitad,yel restopodráescaparennuestranave.

Comonadiepusoningunaobjeciónaesteplan,Ulisesempezóacontara todoslos presentes, comprobando que, con él, había cuarenta y seis hombres. Entoncesseparó a veintidós de ellos, y les puso como jefe a Euríloco (que era uno de susprincipales oficiales, y el que le seguía en astucia). El propio Ulises se puso a lacabezadelsegundogrupodeveintidóshombres.Quitándoseelyelmo,introdujoenéldosconchas,despuésdeescribir«Dirigirseapalacio»enunadeellasy«Quedarseaquí»enlaotra.UnodeloshombreslosostuvomientrasUlisesyEurílocohicieronla elección; y fue este últimoquien leyó las palabras «Dirigirse a palacio».Así sedecidióqueUlisesysusveintidóshombressequedarancercadelanave,mientraselotrogrupoaveriguabaqué recibimientopodíanesperarenaquelmisteriosopalacio.Euríloco decidió partir enseguida con sus veintidós compañeros, que iniciaron laexpediciónembargadosdeunagranmelancolía,dejandoasuscompañeroscasi tanapenadoscomoellos.

Tan pronto como alcanzaron la cima del acantilado, pudieron avistar las altastorresdemármoldelpalacio,elevándosehaciaelcielo,blancascomolanieve,entrelasfrondosassombrasverdesdelosárbolesquelasrodeaban.Alfondodeledificio,la chimenea despedía una intensa humareda, que ascendía y ascendía hastaencontrarse con la brisa, que la empujaba en dirección al mar, pasando entre lascabezas de los hambrientos marineros. Cuando se tiene un buen apetito, el olfatopercibeconespecialrapidezcualquierdeliciosoaromaarrastradoporelviento.

—¡Esehumovienedelacocina!—gritóunodeellos,levantandolanarizcuantopudo y aspirando el aire con impaciencia—. Y tan seguro como que soy unvagabundomuertodehambre,quehueleacarneasada.

—¡Acerdo!¡Acerdoasado!—añadióotro—.¡Ay,quédeliciosolechoncito!Semehacelabocaagua.

—¡Démonosprisa!—exclamaronlosdemás—,ollegaremosdemasiadotardealbanquete.

Apenashabíandadomediadocenadepasosdesdelacimadelacantiladocuandounhermosopájaroselesacercórevoloteando.Setratabadelamismaavecilladealasy cuerpo color púrpura, patas amarillas, cuello dorado y penacho semejante a unacorona,cuyocomportamientotantohabíasorprendidoaUlises.QuedósuspendidaenelairesobreEuríloco,rozándolecasielrostroconlasalas.

—¡Pío,pío,pío!—repitió.Yerauncantotanlastimeroqueparecíacomosialapequeñacriaturaselefuera

apartirelcorazón,tanfuerteerasudeseodecontaraquelterriblesecreto.

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—Hermoso pajarillo —dijo Euríloco; pues era una persona cautelosa y semostrabasiempreatentoacualquieradvertencia—,¿quiéntehaenviadoaquí?¿Quédeseasdecirnos?

—¡Pío,pío,pío!—fuesudesconsoladarespuesta.Entonces se alejóvolandohacia la cimadel acantilado, como si quisieraverles

regresarpordondehabíanvenido.Eurílocoyalgunosdesushombresafirmaronquepreferíanvolveralanave,puessospechabanqueaquellaavecillalesestabaavisandodelospeligrosqueibanaencontrarenelmisteriosopalacio;yporelsimplehechodeconocerloseletéreoespíritudelpájarosehabíaimpregnadodeauténticacompasiónhumana. Pero los demásmarineros, olfateando el humo que salía de la chimenea,empezaronaburlarse.Elmásbrutaldetodos,queteníafamadeserelmayorglotóndelanave,dijoalgotanmalvadoytancruelqueaúnnoalcanzoacomprendercómosusolopensamientonolotransformóenunabestiasalvaje,puesnohaydudadequesunaturalezahacíamuchotiempoquehabíadejadodeserhumana.

—Ese fastidioso e impertinente pájaro—afirmó— sería un exquisito aperitivo.¡Qué delicioso bocado! ¡Cómo se desharía entre los dientes!Como se ponga amialcance,loatraparéparallevárseloalcocinerodepalacioylediréqueloensarteenunabroqueta.

Nada más pronunciar estas palabras, el avecilla se alejó piando másdolorosamentequenunca.

—Esepájaro—recalcóEuríloco—conocemuchomejorquenosotrosloquenosesperaenelpalacio.

—¡Sigamos adelante! —gritaron sus compañeros—. ¡Pronto sabremos tantocomoél!

Asípues,loshombrescontinuaronsucaminoatravésdeaquelhermosobosque.De vez en cuando, vislumbraban el palacio demármol, cuya belleza aumentaba amedida que se aproximaban a él. No tardaron en llegar a un ancho sendero,primorosamentecuidado,queavanzabaserpenteando,mientraselsolderramabasusrayos entre los gigantescos árboles, llenandode trémulospuntos de luz los lugaresmássombríos.Elcaminoestababordeadodenumerosasfloresdeexquisitafragancia,quelosmarinerosnorecordabanhabervistojamás.Erantanhermosasyabundantesque, si crecían silvestres, aquel era el jardín más exuberante de la tierra y, siprovenían de otro lugar, debía tratarse de las Islas Afortunadas, allá en la lejanía,juntoaladoradaluzdelcrepúsculo.

—¡Quépérdidadetiempocultivarestasflores!—observóunodeloshombres(yrepitosuspalabrasparaquerecordéisloglotonesqueeran)—.Siyofueraeldueñodel palacio, ordenaría ami jardinero que cultivara sabrosas especias para hacer unbuenrellenoparalacarneasadaoadobarunestofado.

—¡Biendicho!—exclamaronsuscompañeros—.Peroseguroquetambiénhayun

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huertoenlapartetrasera.Cuando llegaron a una fuente cristalina, se detuvieron a beber agua, a falta de

algún licor que sin duda hubieran preferido.Al asomarse a ella, contemplaron susrostrosborrosamentereflejados,tandeformadosporelmovimientodelaguaquecadaunodeellosparecíaburlarsede símismoyde todossuscompañeros.Yeranunasimágenes tan ridículas que empezaron a reír a carcajadas, y por mucho que lointentaran eran incapaces de recuperar la seriedad.Y, cuando, finalmente, lograronsaciarsused,sindudaestabanmuchomásalegresqueantes.

—Es como si supiera a vino de barril —afirmó uno de los marineros,relamiéndoseloslabios.

—¡Dateprisa!—gritaronsuscompañeros—.Encontraremosel toneldevinoenelpalacio,yesoserámejorquecienfuentescristalinas.

Entonces aceleraron el paso, dando brincos de alegríamientras pensaban en elsuculento banquete al que iban a ser invitados. PeroEuríloco les dijo que tenía lasensacióndeestarcaminandoensueños.

—Sirealmenteestoydespierto—continuó—,creoqueestamosapuntodeiniciarunaaventuraaúnmásextrañaqueladelacuevadePolifemo,oladeloscaníbalesgigantesdeLestrigonia,oladelpalaciodelreyEolo,siempreazotadoporelviento,enaquellaislademurallasdebronce.Meembargaestaespeciedeensueñosiempreque va a ocurrir algo asombroso. Si queréis seguir mi consejo, será mejor quevolvamos.

—No, no—respondieron sus camaradas, olfateando ya el aroma de una buenacena—.Noregresaríamosalanaveaunquetuviéramoslacertezadequeelreydeloslestrígones, gigantesco como una montaña, estuviese sentado a la cabecera de lamesa,yelenormePolifemo,elcíclopedeunsoloojo,sehallaraasuspies.

El palacio apareció, por fin, ante sus ojos; y resultó ser verdaderamentegrandioso, con elegantes pináculos en lo alto de sus torres. A pesar de que eramediodía,ydequeelsolresplandecíaensufachadademármol,laníveablancurayel extraordinario estilo arquitectónico producían una sensación de irrealidad,semejantealadelasfigurasdeescarchaenelcristaldeunaventana,oaloscastillosqueunocreedivisarentrelasnubes,alaluzdelaluna.Sinembargo,enaquelprecisoinstanteunaráfagadevientoempujóelhumodelachimeneahacialoshombresdeUlises, que, en cuantoolieron suplato favorito, empezaronapensarque todoeranpamplinas,exceptoelpalacioyelbanquetequeestabaapuntodeservirseenél.

Asípues,apresuraronsuspasoshaciaelportón;sinembargo,cuandoaúnestabanatravesandoelcéspeddelaentrada,unamanadadeleones,tigresylobossalieronasu encuentro. Losmarineros retrocedieron con espanto, creyendo que iban amorirdespedazados entre las fauces de aquellas bestias salvajes. Pero cuál no sería susorpresa y alegría cuando vieron que estas se limitaban a hacer cabriolas a su

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alrededor, moviendo la cola e inclinando la cabeza para que los acariciaran,comportándose, en definitiva, de igual modo que los perros amaestrados cuandomanifiestan gran felicidad al encontrarse con su amo o con los amigos de este. Elleón demayor tamaño lamió el pie de Euríloco; y cada uno de los demás leones,lobos y tigres pareció escoger a uno de sus veintidós seguidores, dándoles tantasmuestrasdeafectocomosilosprefirieranaunhuesodevaca.

Apesardeello,Eurílococreyópercibiralgoferozysalvajeensusmiradas;ynole habría sorprendido sentir los terribles zarpazos del león, o ver a los tigresabalanzarse sobre los hombres, o a los lobos arrojarse a sus gargantas, después detantas manifestaciones de cariño. Aquella mansedumbre parecía irreal, un simplecapricho;puessunaturalezasalvajeeratanverdaderacomosusdientesosusgarras.

Noobstante,loshombrescruzaronelcéspedsanosysalvos,acompañadosdelasbestiassalvajes,quenodejabandesaltary juguetearasualrededor,sinhacerleselmenor daño; pero, al subir la escalinata del palacio, pudo oírse un gruñido casiimperceptible que pareció surgir de la garganta de los lobos, como si lamentaranhaberdejadopasaraaquellosdesconocidossinsiquieraprobarsuscarnes.

Eurílocoysusseguidoresavanzaronbajoungrandiosopórtico,ycontemplaronelinteriordelpalacioatravésdelapuertadeentrada,quealguienhabíadejadoabierta.Loprimeroquevieronfueunampliovestíbuloconunafuenteenelcentro,delaquebrotaba un alegre chorro de agua que volvía a caer en la taza demármol, con unincesante chapoteo. Aquel surtidor parecía cambiar constantemente de forma; yaunquesedistinguíaconpocaclaridad,noeradifícilparaunaimaginacióndespiertaadivinarlasimágenesqueallíaparecían.Aveceseraunhombreconunalargatúnica,ylaespumadelafuenterecordabaauntejidoblanco;pero,depronto,seconvertíaenleón,oentigre,oenlobo,oenasno,yamenudoparecíauncerdo,revolcándoseenlatazademármolcomosiestuvieraensupocilga.Desconozcosielfenómenoteníaunorigenmágicooúnicamentesedebíaaalgúncuriosomecanismoquedabaaaquelsurtidortantasytanvariadasformas.Antesdequelosforasterospudierancontemplarcondetalleelmaravillosoespectáculo,oyeronundulceyarmoniososonidoquecaptótoda su atención. Una voz de mujer cantaba melodiosamente en otra estancia delpalacio; y su canto se veía acompañado por el ruido de un telar, ante el que laimaginaron sentada, tejiendo un hermoso brocado, al tiempo que sus dulces notastrenzabanunricopañodearmonías.

Cuando la música cesó, los hombres oyeron un coro de voces femeninasconversando alegremente; y, de vez en cuando, estallaban en sonoras carcajadas,como suele ocurrir siempre que tres o cuatro jóvenes se reúnen para hacer suslabores.

—¡Quécanciónmásdulce!—exclamóunodelosviajeros.—Así es—asintió Euríloco, moviendo la cabeza—. Pero era más hermoso el

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cantodelassirenas,aquellasdoncellascomopájarosquequeríanatraernoshacialasrocas,conelfindequenuestrasnavesnaufragaranydequenuestroshuesosyacieranparasiempreenelfondodelmar.

—Escuchad las bellas voces de esas doncellas y el sonido del telar cuando lalanzaderapasaelhilo—dijootrode loshombres—. ¡Cómome recuerdaalhogar!¡Ay! Antes del asedio de Troya yo también oía su zumbido bajo mi techoacompañado de las risas de las mujeres. ¿Acaso no volveré a escuchar tan gratossonidos?¿Nosaborearénuevamenteaquellosdeliciososplatosquemiamadaesposameservía?

—¡Tonterías!Aquí lopasaremosmejor—afirmóuncompañero—. ¡Concuántainocencia charlan esas mujeres sin sospechar siquiera nuestra presencia! Prestadatenciónaesavoztanmelodiosa.Resultatanagradableyfamiliar,yalmismotiempoestanevidentesuautoridad…Presentémonosenseguida.¿Quédañopuedenhacerladueña del palacio y sus damas de compañía a unos marineros y guerreros comonosotros?

—Recordad—dijoEuríloco—quefueunajovendoncellaquienengañóatresdenuestroscompañerosenelpalaciodelreydeloslestrígones,elcualsezampóaunodeellosenunabrirycerrardeojos.

Ningunadeestasadvertenciasparecióimpresionarasusamigos,queseacercaronaunapuertacorrederaalfondodelvestíbuloy,abriéndoladeparenpar,entraronenla estancia contigua. Euríloco, entretanto, se escondió detrás de una columna. Sinembargo,antesdequelapuertasecerrara,vislumbróaunamujerdegranbellezaquese levantaba del telar y acudía a recibir a los pobres y curtidos viajeros con unasonrisahospitalaria,tendiéndoleslamanoenseñaldebienvenida.Habíaotrascuatromujeresqueunieron susmanosy empezaronabailar alegremente,mientrashacíanreverencias a los desconocidos. Y eran casi tan hermosas como su señora. Sinembargo,Eurílococreyóverqueunadeellas teníaelpelocolorverdemar,queelceñido corpiño de otra semejaba el tronco de un árbol, y que las dos últimasresultabanuntantoextrañas,aunquenofueracapazdeprecisarlarazónentancortoespaciodetiempo.

Euríloco, en completa soledad tras la columna del vestíbulo, esperó hastacansarse,escuchandoatentamentecualquiercosaqueseoyera.Peronovolvióasabernadadesuscompañeros,sibienesciertoquellegóasusoídosuniryvenirdepasosenotrosrinconesdelpalacio,asícomoruidodevajillasdeoroyplata,quelehicieronimaginarunafastuosafiestaenlasaladelosbanquetes.Sinembargo,depronto,seprodujo un tremendo griterío, seguido de una repentina desbandada, como si unamultitud de pequeñas pezuñas corrieran por el suelo de mármol. Entretanto, loschillidos de la dueña del palacio y de sus cuatro doncellas expresaban burla eindignación.Eurílocofueincapazdecomprenderlosucedido,amenosqueunapiara

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de cerdos hubiera irrumpido en el interior del palacio, atraída por el olor delbanquete. Dirigiendo casualmente su mirada hacia la fuente, observó que nocambiabadeformacomoantes;yanoparecíaunhombreconunalargatúnica,niunleón,niuntigre,niunlobo,niunasno:tansolouncerdo,revolcándoseenlatazademármol.

AhoratenemosquedejaralprudenteEurílocoesperandoenelvestíbulo,yseguirasusamigoshastaloslugaresmássecretosdelpalacio.Tanprontocomolahermosadamalosvioentrar,abandonóeltelar,comooshecontado,yseacercósonriendoaellos, tendiéndoles lamano.Cogió el brazodelhombreque iba en cabeza,ydio atodoslabienvenida.

—Hace mucho tiempo que os esperamos, queridos amigos —dijo—. Misdoncellasyyoosconocemosbien,aunquevosotrosnoparezcáisreconocernos.Miradestetapizyjuzgadsivuestrosrostrossonfamiliaresonoparanosotros.

Los viajeros examinaron la tela que la hermosa dama estaba tejiendo; y nopudieron sinomaravillarse al contemplar sus figuras hábilmente representadas conhilos de distintos colores. Allí aparecían, casi como si fueran reales, todas susaventurasmásrecientes.UnapartedeltapizmostrabaaloshombresdeUlisesenlacuevadePolifemo,dondelehabíanarrancadoalcíclopeaquelenormeojoquetantorecordaba a la luna. Y, en otro lugar, se veía cómo desataban los sacos de cuero,dejando escapar a losvientos contrarios.Tambiénpodía contemplarse suhuidadelgigantescoreydeloslestrígones,quienhabíaatrapadoaunodeellosporlapierna.Finalmente, aparecían sentados en la desierta orilla de aquella isla, abatidos yhambrientos,mirandotristementeloshuesosdelciervoquelanocheanteriorhabíandevorado.Eltapizaúnnoestabaterminado,perosinduda,encuantoaquellahermosamujervolvieraasentarseeneltelar,continuaríatejiendosusandanzas.

—Ya veis—afirmó— que conozco todos vuestros infortunios; podéis tener laseguridaddequemiúnicodeseoesque tengáisuna estancia agradable enpalacio.Porello,honorableshuéspedes,hedadolaordendequepreparenunbanquete.Aves,pescado,carneasada,deliciososguisosbiensazonadospara todos losgustos,estánlistosparavosotros.Sitenéishambre,venidconmigoalasaladelosbanquetes.

Ante esta amable invitación, los hambrientos marineros mostraron una granalegría; y uno de ellos, hablando en nombre de todo el grupo, aseguró a suhospitalaria anfitriona que para ellos cualquier hora del día era buena para comer,siempreycuando tuvieranunpocodecarneparaelpucheroyunbuen fuegoparaprepararla.Asípues,lahermosadueñadelpalaciolesindicóelcamino;ylascuatrojóvenesdoncellas(laprimeraconelpelocolorverdemar,lasegundaconuncorpiñodecortezadeárbol,latercerasalpicandogotasdeaguaconlapuntadesusdedos,ylacuarta con alguna otra extraña peculiaridad que ya he olvidado) también lesacompañaban,metiéndoles prisa, hasta que llegaron a unmagnífico comedor. Este

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habíasidoconstruidoenformaovalada,ylaluzentrabaaraudalesporunahermosacúpuladecristal.Alolargodelapared,pudieroncontarhastaveintidóstronoscondoselescarmesíesydorados,provistosdemullidoscojinesconborlasdoradas.Losviajeros fueron invitados a sentarse en ellos; y allí estaban, aquellos veintidóscurtidos marineros, andrajosos y harapientos, cómodamente instalados en losveintidós tronos, adornados de forma tan majestuosa que el más orgulloso de losmonarcasdifícilmentehabríapodidogozardemayoresplendor.

Tendríaisquehabervistoa los invitadosasentircon lacabeza,guiñarunojo,einclinar el cuerpo hacia el trono vecino para manifestar con roncos susurros suenormesatisfacción.

—Nuestramaravillosaanfitrionanoshaconvertidoa todosen reyes—dijounodeloshombres—.¿Nollegahastavosotroselolordelfestín?Apuestoaquevaaserdignodeveintidóssoberanos.

—Eso espero—repuso otro—.Nos servirán suculentos solomillos, costillas decerdo,cuartostraseros,todoellosindemasiadoscondimentos.Sinofueraporquetanbondadosaseñorapodríaofenderse,pediríaunbuentrozodetocinofritodeaperitivo.

¡Menudosglotones!Yaveisquenoteníanremedio.Inclusosentadosenaquellos

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tronosreales,dignosymajestuosos,únicamentepensabanensaciarsuvorazapetito,comovulgarescerdosolobos;puesciertamentesehallabanmáscercadeestosvilesanimalesquedeunosreyes(aunqueestosnosiempresontandignoscomodebieran).

La hermosa señora dio dos palmadas; e inmediatamente veintidós sirvientesentraronen filaen lasala, llevando losplatosmásexquisitos,yaún tanhumeantesqueunanubedevaporempañó la cúpuladecristal.Unnúmero igualde sirvientestrajerongrandes jarrasdevino,dedistintavariedad;yalgunosburbujeabancuandolosservíanygorgoteabanalbajarporlagarganta,mientrasotroserantansumamenteclaros que dejaban ver las figuras labradas en el fondo de las copas.Mientras loscriadosservíanalosveintidósinvitadosdecomerydebeber,ladueñadelpalacioysus cuatrodamasdecompañía ibandeun tronoaotro, animándoles a seguirhastaquedar saciados, y diciéndoles que querían recompensarles por todos los días quellevabansinprobarbocado.Noobstante,encuantolosmarinerosdejabandemirarlas(loqueocurríaamenudo,puescasisiempreestabanpendientesdefuentesyvasijas),la hermosa dama y sus jóvenes doncellas se hacían a un lado y rompían a reír. Eincluso los criados, mientras se arrodillaban para ofrecer los platos, sonreían condesprecio,mientrasloshombresdeUlisescontinuabansirviéndoselosmanjares.

Devezencuando,losviajerosparecíanprobaralgoquenoacababadegustarles.—Esteplato tieneunextrañocondimento—afirmóuno—.Nopuedodecirque

meentusiasme.Perolomismoda…—Empújaloconunbuentragodeestevino—sugirióelcompañeroqueteníaal

lado—. Es ideal para acompañar una comida así. Aunque también tiene un saborpeculiar.Perocuantomáslobebomásmegusta.

A pesar de todas sus críticas al festín, la verdad es que estuvieron comiendodurante un tiempo prodigiosamente largo; y sin duda os habría avergonzado vercuántovinoderramaban al bebery conqué avidez engullían las viandas.Es ciertoque estaban sentados en tronos dorados, pero se comportaban como cerdos en unapocilga;y,sinohubiesenperdidoporcompletolacabeza,sehabríandadocuentadeque aquella era la opinión tanto de la hermosa anfitriona como de sus doncellas.Todavía me sonrojo cuando pienso en las montañas de carne y budín, y en lasingentes cantidades de vino que aquellos veintidós glotones comieron y bebieron.Olvidaron sus hogares, a susmujeres y a sus hijos, al reyUlises y todo lo quenofueraaquelbanquete,queleshabríagustadoquenoterminaranunca.Perollegóunmomentoenquenopudieroncomermás,puesestabanapuntodeexplotar.

—¡Soyincapazdecomereseúltimopedazodetocino!—exclamóunodeellos.—Nomecabeniunbocadomás—asegurósuvecino,exhalandounsuspiro—.

¡Quélástima!¡Yesoquesigoteniendotantahambrecomosiempre!Para ser breves, os diré que todos dejaron de comer y se recostaron en los

respaldos de sus tronos, con un aspecto tan necio que resultaba cómico

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contemplarlos.Cuandoladueñadelpalacioobservóaquellaescena,empezóareíracarcajadas.Ynosolosiguieronsuejemplolascuatrojóvenesdoncellas,sinotambiénlosveintidóscriadosquellevabanlasviandasylosveintidóscoperosqueservíanelvino.Y,cuantomásfuertesereían,másestúpidoseimpotentesparecíanlosglotonesviajeros. Entonces, la hermosa anfitriona se colocó en el centro de la sala, yextendiendounavaritamágica(quehabíallevadosiempreenlamano,apesardequenadie lo había advertido), señaló uno a uno a todos los invitados. A pesar de labellezadesurostro,yde lasonrisaque lo iluminaba, ladama teníaunaspecto tanmalvadoy tan ruincomo laserpientemásespantosaque jamáshayancontempladounos ojos humanos; y, aunque se hallaban algo adormecidos, los marinerosempezaronasospecharquehabíancaídoenpoderdeunaperversahechicera.

—¡Desgraciados!—gritó—.Habéis abusadode la hospitalidaddeunadama; yvuestrocomportamientoenestasalaprincipescahasidoeldeunapiaradecerdosenunapocilga.Solo laaparienciahumana,de laquesois indignos,os separadeestasbestias,¡meavergüenzodeparecermeavosotros!Únicamentenecesitaréunpocodemagiaparatransformaros.¡Adoptadlafisonomíadeuncerdo,glotones!¡Ymarchaosalchiquero!

Mientraspronunciabaestasúltimaspalabras,lahechiceraagitólavaritamágica,dandounafuertepatadaenelsuelo.Cadaunodeloshombresvioconespantocómoenlosmismostronosdorados,dondeuninstanteantessesentabansuscompañeros,aparecían cómodamente instalados veintiún cerdos. Pero cuando, creyendo sertodavíahumanos,quisierongritarparaexpresarsuasombro,loúnicoquesaliódesugargantafueunextrañogruñido,queleshizocomprenderquetodoshabíancorridolamismasuerte.Resultabatanabsurdoveraaquelloscerdossentadosenlosmullidoscojines que ellosmismos empezaron a revolcarse por el suelo, como es costumbreentre los animales de esa especie.Trataron de quejarse y de pedir clemencia, perosolo consiguieron articular los chillidos y los gruñidos más espantosos que jamássurgierondelagargantadeuncerdo.Quisieronretorcerlasmanoscondesesperación,pero estonohizo sino aumentar sudesaliento, pues seveían a símismos sentadossobresuscuartostraseros,agitandoridículamentelaspatasdelanterasenelaire.¡Ay!¡Cómo les colgaban las orejas! ¡Qué ojillos enrojecidos rodeados de grasa! ¡Quélargoshocicos,enlugardesusnaricesgriegas!

Y,apesardeserunosauténticosbrutos,aúnpodíandarsecuentadeloocurrido,yse horrorizaban de su nuevo aspecto. Intentando lamentar aquel triste destino,lanzabanunoschillidostanviolentosyestridentescomosiuncarnicerolesatravesarala garganta con un enorme cuchillo o, cuando menos, como si alguien tirara confuerzadesusridículascolitasenroscadas.

—¡A la pocilga!—gritó la hechicera, dándoles rápidos golpes con su varita—.¡Llevaosaestasbestiasdeaquíydadlesalgunasbellotasparacomer!—ordenóasus

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criados.Abriendo de golpe la puerta de la sala, los cerdos corrieron hacia todas partes

menos por donde debían ir (manifestando así su habitual perversidad), hasta quelograronconducirlosalpatiotraserodelpalacio.Fuerealmenteuntristeespectáculo(yesperoqueningunodevosotrosseatancruelcomoparareírsedeél)veraquellaspobrescriaturasolisqueandoporaquíyallá,cogiendounahojadecololasraícesdeunnabo, arrastrandoel hocicopor el barro.Además, en lapocilga se comportaronconmuchamásindignidadqueloscerdosdenacimiento;puessemordíanygruñíanunos a otros, metiendo las patas en el comedero, al tiempo que engullían convoracidad cualquier desperdicio. Y cuando no les quedó nada para comer, seamontonaronenlasuciapaja,ysedurmieronalinstante.Siaúnquedabaenellosunrestodeinteligenciahumana,esmuyposiblequeapenaslessirvieraparapreguntarsecuándolosibanadegollarocuálseríalacalidaddesutocino.

Entretanto, como os he contado antes, Euríloco había estado esperando yesperando y esperando en el vestíbulo, sin poder comprender lo que les habíasucedidoasusamigos.Finalmente,cuandooyóelalborotoorganizadoporloscerdos,yviolafiguradeunodeesosanimalesenlafuente,decidióregresaralanaveparacontarle al astutoUlises los extraños sucesos. Así pues, bajó las escaleras todo lodeprisa que pudo, y corrió hasta la costa sin detenerse siquiera un instante pararecobrarelaliento.

—¿Por qué vuelves solo?—inquirió el reyUlises en cuanto lo vio—. ¿Dóndeestántusveintidóscompañeros?

Aloírestaspreguntas,Eurílocorompióallorar.—¡Ay!—sollozó—.Muchometemoquenuncavolveremosaverlos.EntoncesprocedióacontaraUlises todocuantosabía,y susospechadeque la

hermosa dama era una malvada hechicera, y el palacio de mármol, a pesar de sumajestad, una tenebrosa cueva. Era incapaz de imaginar dónde podían estar suscompañeros,amenosqueloshubieranarrojadoaloscerdosparaquelosdevoraranvivos.Trasoírsurelato,loshombresquesehabíanquedadoenlanavesintieronungrantemor.PeroUlisesnotardóniunsegundoenceñirselaespada,colgarelarcoylaaljabaensuhombro,yempuñarunalanza.Cuandoloshombresvieronasuastutojefe preparándose para la lucha, quisieron saber dónde se dirigía, al tiempo que lesuplicabanquenolosabandonara.

—Eres nuestro rey—gritaron—; y, además, el hombremás astuto delmundo.Solo tu sabiduría y tu valor pueden librarnos de este peligro. Si te vas al palacioencantado, sufrirás el mismo destino que nuestros pobres compañeros, y jamáspodremosregresaranuestraamadaÍtaca.

—Puestoquesoyel rey—contestóUlises—,yelmássabiode todosvosotros,tengoeldeberdeaveriguarloqueleshasucedidoamishombres,ysiexistealguna

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posibilidadderescatarlos.Esperadmeaquíhastamañana.Sinoregreso,debéis izarlasvelasyzarpar,eintentarencontrarelcaminodevueltaanuestrapatria.Mesientoresponsabledelasuertequecorranesospobresmarineros,quesiempreestuvieronami lado en la batalla. ¡Hemos sobrevivido juntos a tantas tempestades! ¡Prefieromoriravolversinellos!

De haberse atrevido, los hombres le habrían detenido a la fuerza. Pero el reyUlisesselimitóafruncirseveramenteelceño,amenazándolesconsulanza.Alverletan decidido a partir, se sentaron en la arena, sumamente desconsolados, mientrasesperabansuretorno.

Nada más alejarse unos pasos del borde del acantilado, Ulises vio el pajarillocolorpúrpurarevoloteandohaciaél.

—¡Pío, pío, pío!—repitió, como si estuviera tratando por todos losmedios dedetenerle.

—¿Quéquieresdecirme,pajarillo?—preguntóUlises—.Vasataviadocomounrey, de oro y púrpura, y llevas una corona dorada sobre la cabeza. ¿Acaso tienestantasganasdehablarconmigoporqueyotambiénsoyrey?Siconocesellenguajedeloshombres,dime,¿quéquieresquehaga?

—¡Pío!—selimitóaresponder,dolorosamente—.¡Pío,pío,pío!Nohaydudadequesucorazónalbergabaunagranpena;yera realmente triste

vercómonisiquierateníaelconsuelodepoderexpresarla.PeroUlisesnodisponíadetiempo para averiguar aquel misterio, de modo que aceleró su paso. Mientrascaminaba por la senda del bosque, encontró a un joven de aspecto enérgico einteligente,vestidodeformamuysingular.Llevabaunacapacortayunaespeciedesombreroprovistodeunpardealas;ysupasoeratanligerocomositambiéntuvieraalasenlospies.Afindeandarconmayorceleridad(puessiempreestabaviajandodeunlugaraotro),eljovenseapoyabaenunbastónalado,enelqueseenroscabanyretorcíandosserpientes.Creoqueyahedicholosuficienteparaqueadivinéisquesetrataba de Azogue; y Ulises (que hacía mucho tiempo que lo conocía y habíaaprendidomuchascosasdeél)loreconocióalinstante.

—¿Dónde te diriges con tantaprisa, astutoUlises?—preguntó elmensajerodelosdioses—.¿Acasonosabesqueestaesunaislaencantada?LamalvadahechiceraCirce, hermana del rey Eetes, habita en aquel palacio de mármol que puedevislumbrarseentrelosárboles.Consusconjurostransformaalossereshumanosenelanimal,bestiasalvajeoavedecorralalquemásseparecen.

—Yaquelpajarilloquevinoamiencuentroalbordedelacantilado—dijoUlises—¿fuealgunavezunserhumano?

—Sí—respondióAzogue—.EnotrostiemposfueunbuenreyllamadoPico,quequizá se enorgullecía demasiado de sumanto color púrpura, de su corona y de lacadenadeoroquerodeabasucuello;porellofueobligadoaconvertirseenunavede

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llamativo plumaje. Los leones, los lobos y los tigres que correrán a tu encuentrocuando llegues al palacio, fueron hombres de gran crueldad, cuya naturalezaguardaba un enorme parecido con las bestias salvajes en las que se han vistojustamentetransformados.

—¿Y mis pobres compañeros? —inquirió Ulises—. ¿Ha empleado Circe suspoderesmágicosconellos?

—Yasabesloglotonesqueeran—contestóAzogue;ynopudoevitarreírsedelosucedido, pues era un personaje bastante travieso—. No te sorprenderá por tantosaberqueloshaconvertidoencerdos.SiCircenohubierahechocosasmuchomásterribles,apenaspodríamosculparlaporello.

—¿Yhayalgoqueyopuedahacer?—quisosaberUlises.—Necesitarásdetodatuastuciaydeunpoquitodelamía—dijoAzogue—;delo

contrario,esmuyposiblequeturealysagazpersonaacabeconvertidaenzorro.Perosiguemisconsejosytodoterminarábien.

Mientrashablaba,eldiosparecióbuscaralgo;yprontoseagachóparacogerdelsuelounapequeñaflorecillablancacomolanieve,cuyafraganciaempezóaoler.YUlises tuvo lacertezadequehabía florecido justoenel instanteenqueAzogue larozaraconsusdedos.

—Cogeestaflor,reydeÍtaca—dijo—.Protégelacomoatuspropiosojos,puesesextremadamente rarayvaliosa,ypodrías recorrerelmundoenterosinencontrarotra semejante. Consérvala siempre en la mano, y huélela con frecuencia cuandoestésdentrodelpalacio, sobre todosihablascon lahechicera.Recuerdaquedebesaspirarprofundamentesu fraganciasi teofrecealgúnmanjaro te invitaabeberuntragodevinoensucopa.Siguemisadvertencias,ysumagianolograráconvertirteenzorro.

Azogue continuó explicándole cómo debía comportarse, y le rogó que fueraprudenteyvaleroso.Asimismo, leaseguróque,apesardelenormepoderdeCirce,teníamuchasprobabilidadesdesalirsanoysalvodesupalacioencantado.Despuésde escucharle con atención, Ulises dio las gracias a su buen amigo y continuó sucamino. No había dado siquiera tres pasos cuando, recordando algo que habíaolvidadopreguntar,sedionuevamentelavuelta.PeronologróveranadieallídondeunosmomentosantesestabaAzogue;pueslasalasdesusombreroydesussandalias,con la ayuda del bastón mágico, le habían llevado muy lejos en unos instantes.Cuando Ulises llegó a la entrada del palacio, los leones y demás bestias salvajesacudierondandosaltosasuencuentro,buscandosuscariciasytratandodelamersuspies.Éllesamenazóconlaenormelanza,ordenándolescondurezaquesealejaran;puessabíaqueenotros tiemposhabíansidohombresávidosdesangreyque,enelfondodesumalvadocorazón,habríanpreferidoarrancarle todosycadaunodesusmiembros.Lasbestiasgruñeronconenfado,yobservaronadistanciacómosubíalas

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escalerasdelpalacio.Al entrar, vio la fuente mágica en el centro del vestíbulo. El surtidor de agua

habíacobradolaformadelhombredelalargatúnica,ypareciódarlelabienvenidaconsusgestos.Asimismo,oyóelruidodelalanzaderaeneltelar,ladulcemelodíaqueentonaba lahermosadueñadelpalacio,y lasencantadorasvocesdesuscuatrojóvenes doncellas conversando alegremente. Pero Ulises no perdió el tiempoescuchando sus carcajadas o su bella canción. Apoyó la lanza contra una de lascolumnasdelvestíbuloy,preparando laespadaparadesenvainarla, abriódeparenparlaspuertasdelaestanciacontigua.Encuantolahermosadamaviosumajestuosafiguraenelumbral,abandonóeltelaryseacercóaélconambasmanosextendidas,mientrasunaalegresonrisailuminabasurostro.

—¡Bienvenido,valienteextranjero!—exclamó—.Teestábamosesperando.Lanereidadelcabelloverdemar lehizounarespetuosareverencia;y lomismo

hicieronsushermanas,laquellevabaelcorpiñodecortezaderoble,laquesalpicabagotasderocíoconlapuntadesusdedos,ylaqueteníaotrasingularidadqueyaheolvidado.YCirce(pueseseeraelnombredelahechicera),quecreíaqueibaapoderengañaralastutoUlises,sedirigiónuevamenteaélconestaspalabras:

—Debessaberquetambiénheofrecidomihospitalidada tuscompañeros,a losque he tratado con la dignidad quemerecen. Si así lo deseas, después de comer ybeberalgo,puedesirconellosaloselegantesaposentosdondedescansan.¡Mira!Misdoncellasyyohemosbordadosusfigurasenestetapiz.

Y señaló la hermosa tela que se hallaban tejiendo. Sin dudaCirce y las cuatroninfas habían trabajado con enorme diligencia desde la llegada de losmarineros apalacio, pues el tapiz eramuchomás rico en imágenesque cuando ellos lo habíanvisto. Y Ulises vio a sus veintidós amigos sentados en unos mullidos tronos condosel,comiendoconvoracidadybebiendograndescantidadesdevino.Eltrabajodelasmujeressehabíadetenidoenestaescena,yaquelahechiceraerademasiadoastutaparapermitirquenuestrohéroeadivinara loquesuspoderesmágicoshabíanhechoconlosglotonesviajeros.

—En cuanto a ti, valiente señor—dijo Circe—, a juzgar por la nobleza de tuporte,nohaydudadequeeresunrey.Dígnateseguirmeyserástratadodeacuerdoaturango.

Uliseslasiguióalaenormesaladondesusveintidóscamaradashabíancelebradoel banquete que tantas desgracias les había acarreado. Pero siempre llevaba en sumano la pequeña florecilla blanca, y no dejaba de olerla con disimulo cuando lahechicerahablaba. Justoantesdecruzarelumbral,aspiróa fondosu fragancia.Enlugardelosveintidóstronosquehabíaantescolocadosalolargodelapared,Ulisesobservó un único trono en el centro de la estancia. Sin duda era el asiento mássuntuoso jamás conocido,deoromacizo, ricamente adornadodepiedraspreciosas,

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conuncojínqueparecíahabersidoconfeccionadoconinnumerablespétalosderosa,y un dosel brillante y luminoso; pues Circe sabía convertir la luz del sol en undeslumbrante tejido.LahechiceracogióaUlisesdelamano, invitándoleasentarseenaquelmajestuosotrono,y,dandounaspalmadas,llamóalmayordomoreal.

—Traelacopadelosreyes—leordenó—.Yllénalaconaqueldeliciosovinoquetantogustóamihermano,elreyEetes,laúltimavezquemevisitóacompañadodesuhermosa hija Medea. ¡Qué niña tan bondadosa y afable! Si estuviera aquí, leencantaríavermeofreceresevinoamihonorablehuésped.

Mientraselmayordomorealsalíaabuscarelvino,Ulisesnodespegódelanarizlaflorecillablanca.

—¿Esunvinosaludable?—preguntó.Aloírestaspalabras,lascuatrodoncellasnopudieronevitarsonreírcondisimulo,

porloqueCircelasmiróairada.—Eselvinomássaludablequepuedasalirdeunacepa—seapresuróacontestar

—;pues,envezdeocultarlaverdaderanaturalezadeunhombre,comootroslicores,muestrasuverdaderocarácter,presentándoloantelosdemástalcomoes.

Al mayordomo real no había nada que le agradara más que ver a la genteconvertida en cerdo o en cualquier otro tipo de bestia; de modo que no tardó enregresarcon lacopareal llenadeun líquidoburbujeante,quebrillabacomoeloro,salpicando los bordes de resplandeciente espuma. Sin embargo, a pesar de sudeliciosoaspecto,aquellaeralapócimamásterriblequelahechicerasabíapreparar.Pues,porcadagotadezumodeuva,habíaañadidodosgotasdelamáspuramaldad,quehacíanmuchomásdeliciosoelsabordelbrebaje.Elsimpleolordelasburbujaserasuficienteparatransformarlabarbadeunhombreenlascerdasdeunmarrano,oparaqueunasgarrasdeleónbrotarandesusdedosounacoladezorrodesutrasero.

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—Bebe,noblehuésped—lerogóCircesonriendoyofreciéndole lacopa—.Unbuentragoaliviarátuspenas.

El rey Ulises cogió el hermoso cáliz con la mano derecha, mientras con laizquierdaacercabalaflorecillablancaasunariz,aspirandocontantaintensidadquelospulmonesquedaronimpregnadosdesufragancia.Sebebiódegolpetodalacopa,mirandoimpasibleelrostrodelahechicera.

—¡Miserable!—leincrepóCirce,golpeándoleconsuvaritamágica—.¿Cómoteatreves a conservar tu aspecto humano? Adopta la forma de la bestia quemás seasemejeati.Siesuncerdo,correareunirtecontuscompañerosenlapocilga;siesun león, un lobo o un tigre, ve a aullar con las bestias salvajes en la entrada delpalacio; si es un zorro, demuestra tu habilidad para robar gallinas. Has bebidomivinoynopuedescontinuarsiendounhombre.

Perolaflorecillablancateníatantopoderque,enlugarderevolcarseporelsueloconvertidoencerdo,odeadoptarcualquierotraformaanimal,Ulisessiguióenpiemás apuesto ymajestuoso que nunca.Y, dando unmanotazo a la copamágica, laarrojóhastaelfondodelasala.Entonces,desenvainólaespada,agarróalahechiceraporsushermososbucles,ehizoademándecortarlelacabezadeunsolotajo.

—Malvada Circe —gritó con una voz que producía espanto—, esta espadapondrá fina todos tusconjuros.Estásapuntodemorir,vilhechicera;ydejarásdehacerelmal,puesnopermitiréquecontinúestentandoalossereshumanosparaquecaiganensuspeoresvicios.

LaexpresióndelrostroyeltonodeUliseserantanterribles,yelfilodesuespadabrillaba con tanta intensidad, que Circe a punto estuvo de morir de miedo. Elmayordomo real salió precipitadamente del comedor, llevándose consigo la copadorada;ylahechiceraylascuatrojóvenesdoncellascayeronderodillas,juntandolasmanosysuplicandoclemencia.

—¡Perdóname!—suplicóCirce—.¡Perdóname,astutoreyUlises!AhoraséqueeresaquelcontraelqueAzoguemeprevino,elmásprudenteysabiodelosmortales.Noexisteningúnembrujocapazdederrotarte.Simeperdonaslavida,meconvertiréentuesclavayseráseldueñodemipalacio.

Lascuatroninfas,entretanto,lloriqueabanlastimosamente;lanereidadecabellosverdemarderramabaabundanteslágrimassaladas,ylaninfadelarroyollorabacontantaamarguraqueparecíaapuntodedesvanecerseenelaire,mientrasgotasymásgotas de rocío manaban de la punta de sus dedos. Pero Ulises solo se mostródispuestoaconcedersuperdónsiCirce jurabasolemnementevolveraconvertirenhombres a sus compañeros, así como a todas aquellas bestias o aves que él leseñalara.

—Únicamenterespetarétuvidasicumplesestascondiciones—aseguró.Con aquella espada pendiendo sobre su cabeza, la hechicera habría estado

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dispuesta a hacer nada más que el bien toda la vida (de igual modo que hastaentonces solo había hecho nadamás que elmal), pormucho que lo detestara.Asípues,seapresuróaconduciraUliseshastalapuertatrasera,ylemostrólapocilgadepalacio. Había unos cincuenta cerdos allí reunidos, en su mayoría puercos denacimientoyeducación;yosaseguroqueeracasiimposiblediscernircuálesdeellosacababan de perder su aspecto humano. Si queremos ser sinceros, los hombres deUlisesparecíandisfrutarespecialmentedesunuevacondición,y,obedeciendoa suverdadera naturaleza, se revolcaban en la parte más embarrada de la pocilga, ycometíanmásexcesosquesuscompañerosdelapiara.Pues,cuandoloshombresseconvierten en bestias, el poco ingenio que les queda les vuelve diez veces másbrutales.

Losmarineros, sin embargo, aún no habían olvidado por completo su anteriorpostura erecta al caminar. Cuando Ulises se acercó a la pocilga, veintidós cerdosenormessesepararondelgrupoycorrieronhaciaél,armandoungriteríotanterriblequesevioobligadoataparselosoídosconambasmanos.Peroloscerdosnoparecíansaber lo que realmente querían, si tenían hambre o estaban deprimidos por algunaotra razón. Y resultaba muy curioso observarles en medio de su desasosiego,metiendosusnaricesenelbarro,buscandoalgoquecomer.Laninfaconelcorpiñodecortezadeárbol(lahamadríadadeunroble)lesarrojóunpuñadodebellotas;ylasveintidósbestiasseabalanzaronsobreellas,comosinohubieransiquieraprobadounvasodelecheagriaendocemeses.

—Nohaydudadeque se tratademishombres—dijoUlises—.Reconozco sunaturaleza.Casinomerecelapenadevolverleselaspectohumano.Sinembargo,serámejorhacerloparaquesumalejemplonoperviertaalosdemáscerdos.Querecobrensuformaoriginal,damaCirce,sitienessuficientepoderparaello.Imaginoqueserámuchomásdifícildeloquefueconvertirlosencerdos.

Circevolvióaagitarsuvarita,altiempoquepronunciabaunaspalabrasmágicasqueparecieronllamarlaatencióndeloscompañerosdeUlises,pueslevantaronsuslargas orejas para escucharla. Fue prodigioso observar cómo sus hocicos seacortaban, y cómo sus bocas (que posiblemente lamentaban no poder continuarengullendo a todas horas) se empequeñecían, y cómo empezaban a ponerse en piesobrelaspatastraseras,ycómoserascabanlanarizconlasdelanteras.Alprincipio,nohabríasidofácildecidirsierancerdosoeranhombres,pero,pocoapoco,quienesloscontemplabanllegaronalaconclusióndequeparecíanmásbiensereshumanos.YfinalmenteUlisesconsiguióverasusveintidóscompañerosconelmismoaspectoqueteníanalabandonarlanave.

No debéis imaginar, sin embargo, que el elemento porcino de su naturalezadesaparecieraporcompleto;puescuandoestepenetraenelcarácterdeunapersona,es casi imposible eliminarlo. Y así lo demostró la traviesa hamadríada, que arrojó

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otro puñado de bellotas ante los veintidós viajeros que acababan de recuperar suaspecto humano; y estos se abalanzaron sobre ellas, y las devoraron con bestialavidez, hasta que, recordando quiénes eran, volvieron a ponerse en pie, con unaexpresiónmásneciadelohabitualensurostro.

—¡Gracias, nobleUlises!—gritaron—.Has logrado que dejemos de ser torpesbestiasyrecuperemosnuestracondiciónhumana.

—Noosmolestéisendarmelasgracias—dijoelastutorey—.Metemoquenohehechograncosaporvosotros.

Si queremos ser sinceros, tenemos que admitir que había en su tono un dejesospechosoquerecordabaaungruñido,y,durantemuchotiempo,hablaronconvozbroncaymanifestaronunafuertetendenciaachillarcomocochinos.

—Dependerá de vuestro futuro comportamiento volver o no a una pocilga—añadióUlises.

—¡Pío,pío,pío!—pudooírseenlaramamáscercana.Eraelpajarillocolorpúrpura,que llevabamuchoobservándoles,esperandoque

Ulisesrecordaratodossusesfuerzosporapartarledelpeligro.UlisesordenóaCircequeconvirtieraaquellabondadosaavecillaenrey,yledevolvieraelmismoaspectoque tenía antes de sufrir tan terrible sortilegio. Nada más pronunciar las palabrasmágicas,yantesdequeelpájaropudieradecir«pío»,elreyPicobajódeunsaltodeaquellarama,contantamajestadcomoelmásdignodelossoberanos,ataviadoconunlargomantocolorpúrpurayunasvistosascalzasamarillas,conunacadenadeoroespléndidamente labradaalrededordesucuello,yunacorona tambiéndeoroen lacabeza.IntercambióconelreyUliseslossaludospropiosdesuelevadorango.Y,apartirdeentonces,elreyPicodejódeenorgullecersevanidosamentedesucoronayde susgalas reales,portándosecomoun simple servidorde sus súbditos, a losquedebíahacermejoresymásfelices.

Encuantoalosleones,alostigresyaloslobos(apesardeque,siselohubieraordenado nuestro héroe, Circe les habría devuelto su forma humana), Ulisesconsideró más prudente que continuaran con su feroz aspecto, pues de ese modoquedaría de manifiesto su cruel naturaleza, y no podrían engañar a nadie con susdisfracesdehombre,fingiendosentimientoscompasivos,mientrassucorazónestabatansedientodesangrecomoeldelaspeoresbestiassalvajes.Asípues,losdejóaullaragustoynuncavolvióa sentir inquietudporellos.Y,cuando todoquedó resuelto,ordenóllamarasusdemáscompañeros,alosquehabíadejadoenlaorilladelmar.En cuanto estos llegaron, con el prudente Euríloco a la cabeza, se instalaroncómodamenteenelpalaciodeCirce,conelfindedescansardetanlargoyfatigosoviaje.

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Lassemillasdelagranada

LamadreCeres sentíaun enormecariñopor suhijaProserpina, ymuy raravez ladejabasalirsolaalcampo.Pero,justocuandomihistoriacomienza,labuenaseñoraestaba muy ocupada, pues debía encargarse del trigo y del maíz, y también delcentenoy la cebada, y, para no extendermedemasiado, de todos los cultivos en elmundoentero;y,comolatemporadasehabíaretrasadoespecialmente,eraimportanteque las cosechas maduraran con más celeridad que otros años. De modo que secolocóelturbantedeamapolas(sedistinguíaporadornarsesiempreconesasflores),se montó en su carruaje tirado por un par de dragones alados, y se dispuso aemprendercaminoinmediatamente.

—Queridamadre—exclamó Proserpina—,me sentirémuy solamientras estéslejos.¿Nomedejaríasbajarcorriendohastalaorillaypreguntaralasninfasmarinassiquierensalirdeentrelasolasyjugarconmigo?

—Sí, hija mía —contestó la madre Ceres—. Las ninfas son criaturas muybondadosas,ynuncateharánelmenordaño.Perodebestenercuidadodenoalejartede ellas, ni andar sola por los campos. Lejos del cuidado de su madre, las niñaspuedenllegarahacermuchastonteríasyversemetidasengravesapuros.

La niña prometió ser tan prudente como una persona mayor; y, cuando losdragonesaladosarrastraronelcarruajeyestedesapareciódesuvista,yaestabaenlaorillallamandoalasninfasparaquesalieranajugarconella.ConocíanestaslavozdeProserpinaynotardaronenasomarsurelucienterostroysuscabelloscolorverdemar por encima de las aguas, en cuyo fondo se encontraba sumorada. Traían conellasunagrancantidaddehermosasconchas;y,sentándoseenlaarenahúmeda,allídonde rompía la espuma de las olas, se entretuvieron en hacer un collar, quecolocaron alrededor del cuello de Proserpina. Paramostrar su gratitud, la niña lessuplicó que la acompañaran durante un corto trecho por los campos, pues queríacogermuchasfloresparahacerunaguirnaldaacadaunadesuscompañerasdejuego.

—¡Oh,no,queridaProserpina!—exclamaronlasninfas—;nonosatrevemosaircontigoa tierraseca.Corremoselpeligrodedesmayarnossinorespiramos labrisadelmar.¿Nohasvistoelcuidadoqueponemosendejarque laespumade lasolas

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caiga sobrenosotras,para estar siempremojadas?Sino fuera así, pareceríamosunpuñadodealgasarrancadasdelfondodelmarypuestasasecaralsol.

—Nosabéiscuántomeapena—afirmóProserpina—.Pero,porfavor,esperadmeaquí; correré a llenarmi delantal de flores y habré vuelto antes de que las olas oshayansalpicadomásdediezveces.Mideseoeshacerparavosotrasunasguirnaldastanhermosascomoestecollardeconchasdecolores.

—Teesperaremos,entonces—respondieronlasninfasmarinas—.Pero,mientrasregresas,iremosadescansaraunbancodesuavesesponjasquehayenelfondo.Elaireeshoydemasiadosecoparanosotras.Asomaremosdevezencuandolacabezaporencimadelaguaparaversiyaestásaquí.

La joven Proserpina se dirigió corriendo hacia un lugar donde, el día anterior,habíavistomuchasflores.Peroestasyaestabanempezandoamarchitarsey,comosuintencióneraregalarasusamigaslasmáslozanasyhermosas,siguióalejándosemásymáspor loscampos,hastaqueencontróalgunasque lahicierongritardealegría.Jamás había visto unas flores tan primorosas: violetas espléndidas y olorosas,delicadas rosas de vivos colores, magníficos jacintos, aromáticas clavelinas ymuchas,muchasotrasvariedades,algunasdelascualesparecíantenernuevasformas

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y colores. Dos o tres veces, además, creyó ver una mata de preciosos capullosbrotandodelatierrajustodelantedesuspropiosojos,comosiquisierantentarlaadarunospasosmás.YProserpinanotardóenllenarsudelantal,delquecaíanpétalosymáspétalosdegranbelleza.Y,cuandoestabaapuntoderegresarconlasninfasparasentarsealaorilladelmarytrenzarguirnaldas,¿quéesloquecreéisqueviounpocomáslejos?Puesunenormearbustocuajadodeflores,sindudalasmásmaravillosasdelmundo.

—¡Oh,quéhermosura!—exclamóProserpina.Pero,nadamáspronunciaresaspalabras,laniñapensó:«¡Quéraronohabervisto

antesesasflores!Siacabodemirarprecisamenteallí».Cuanto más se acercaba a aquel arbusto florido, más bonito le parecía; y sin

embargo, al llegar junto a él, a pesardeque suhermosura era tantaquenopodríadescribirse con palabras, no supo si realmente le gustaba o no. Teníamás de cienfloresdebrillantecolorido,todasdiferentes,aunquenodejabandeparecerse,comosifueran hermanas.Mas había un profundo brillo en sus hojas y en sus pétalos quellevóapensar seriamente aProserpinaquepodía serun arbustovenenoso.Adecirverdad, por muy extraño que parezca, estuvo a punto de darse la vuelta y salircorriendo.

«¡Quéestúpidasoy!—pensó,haciéndoselavaliente—.Nohaydudadequeeslamásbellamatadefloresquehayapodidosalirde la tierra.Laarrancaréconraícesparaplantarlaeneljardíndemimadre».

Sujetandoeldelantalllenodefloresconlamanoizquierda,Proserpinaagarróelarbusto,ytiróytiró,peroestenisemoviódelsuelo.¡Quéraícestanprofundastenía!Ytiróy tirónuevamentecon todassus fuerzas,yobservóque la tierraempezabaaresquebrajarsealrededordeltronco.Sinembargo,alintentarlootravez,creyóoírunruidosordojustodebajodesuspies.¿Acasoaquellasraícesseextendíanhastaalgunacaverna encantada? Riéndose de las tonterías que se le ocurrían, decidió hacer unúltimo esfuerzo para arrancar aquel arbusto de la tierra.Y Proserpina se tambaleómientras sujetaba triunfalmente el tronco, contemplando el profundo boquete quehabíanabiertosusraícesenelsuelo.

Para su gran asombro, el agujero empezó a hacerse cada vez más ancho yprofundo; parecía no tener fondo. Y, durante todo aquel tiempo, un extraño ruidosurgíadelasprofundidades,cadavezmásfuerteycercano:recordabaaloscascosdeloscaballosyaltraqueteodeuncarruaje.Demasiadoasustadaparasalircorriendo,seesforzó por adivinar lo que había en aquel hueco; y pronto vislumbró un tiro concuatrocaballosnegros,queresoplabanmientrasascendíanatravésdelasentrañasdelatierra,arrastrandounespléndidocarruajedorado.Ynotardaronensaltarfueradeaquelagujerosinfondo,sacudiendosusoscurascrines,agitandosusnegrascolasyhaciendoelegantescabriolas,muycercadellugardondeseencontrabaProserpina.En

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el carruaje se adivinaba la silueta de un desconocido, ricamente ataviado, con unarelucientecoronadediamantesenlacabeza.Teníaunaspectorefinadoyerabastanteguapo, aunque parecíamalhumorado y descontento; pues no dejaba de frotarse losojos,altiempoquelesdabasombraconsumano,comosinoestuvieraacostumbradoalaluzdelsol,yestaledesagradara.

EncuantodivisóalaasustadaProserpina,lehizoseñasparaqueseacercara.—Notengasmiedo,queridaniña—dijoconsusonrisamásalegre—.¡Ven!¿No

tegustaríadarunpaseoconmigoenestepreciosocarruaje?PeroProserpinaestabatanasustadaqueloúnicoquequeríaeraestarfueradesu

alcance.Ynoeraparamenos,pueselextrañonoparecíaespecialmentebondadoso,apesar de su sonrisa. El tono de su voz era profundo y sombrío, y se asemejababastantealestruendodeunterremoto.Y,comosueleocurrircuandolosniñossevenapurados,laprimeraideadeProserpinafuellamarasumadre.

—¡Madre,madreCeres!—gritó,todatemblorosa—.Venprontoysálvame.Perosuvozerademasiadodébilparaqueestalaoyera.Además,lomásprobable

esquemadreCeresestuvieraamilkilómetrosdedistancia,haciendocrecerelmaízenalgúnpaíslejano.Ynisiquierahabríapodidoserleútilasupobrehija,aunquelahubiera escuchado; pues, en cuanto Proserpina empezó a llorar, el desconocido sebajó de un salto, cogió a la niña en sus brazos, subió de nuevo al carruaje y,sacudiendo las riendas con fuerza, ordenóavoz engrito a los caballosnegrosquepartieranalinstante.Ylavelocidadalaqueestosgalopabaneratanasombrosaquemásparecíanvolarporelairequecorrerentierrafirme.Enunmomento,ProserpinaperdiódevistaelapaciblevalledeEnna,dondesiemprehabíavivido.Ymuyprontola cima delmonte Etna se volvió tan azul con la distancia que fue casi imposibledistinguirla del humo que salía a borbotones de su cráter. Pero la niña seguíachillandomientras sembraba de flores el camino.Y su potente grito fue quedandodetrásdelcarruaje;ymuchasmadres,alescucharlo,salíancorriendoparaversi leshabíaocurridoalgunadesgraciaasushijos.PerolamadreCeresestabamuylejos,yjamásllegóasusoídos.

Mientras avanzaban a todo galope, el desconocido hizo cuanto pudo portranquilizarla.

—¿Por qué estás tan asustada, preciosa niña?—decía, tratando de suavizar suroncavoz—.Teprometoquenosufrirásningúndaño.Pero¿quéveo?¿Hascogidoflores?Espera aque lleguemosamipalacioy te regalaréun jardín llenode floresmuchomás hermosas, fabricadas con perlas, diamantes y rubíes. ¿No sabes quiénsoy?Me llaman Plutón; y soy el rey de los diamantes y demás piedras preciosas.Cadaátomodeoroyplataqueseescondebajolatierramepertenece,pornohablardel cobre y del hierro, y de lasminas de carbón, queme abastecen de carburante.¿Vesestaespléndidacoronaquellevoenlacabeza?Teladejo,paraquejueguescon

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ella. Ya verás, cuando salgamos de este sol insoportable, podremos ser buenosamigos,yteaseguroquemeencontrarásmássimpáticodeloquecrees.

—¡Déjameiracasa!—lerogóProserpina—.¡Déjameiracasa!—Peromicasaesmuchomejorqueladetumadre—contestóelreyPlutón—.Es

unpalacio,todocubiertodeoro,conventanasdecristal;y,comoporallíapenasentralaluzdelsol,losaposentosestániluminadosconlámparasdediamantes.Seguroquenuncahasvistonadanilamitaddefantásticoquemitrono.Siasílodeseas,tedejarésentarteenélysermipequeñareina,yyomesentaréenelescabel.

—¡No me interesan ni los palacios de oro ni los tronos! —exclamaba entresollozosProserpina—.¡Oh,mimadre,mimadre!¡Llévameconmimadre!

Sinembargo,elreyPlutón,comosedenominabaasímismo,loúnicoquehacíaeragritaraloscorceles,azuzándolosparaquecorrieranaúnmásveloces.

—Intenta no ser tan ridícula, Proserpina—dijo en un tono más bien hosco ymalhumorado—.Teofrezcomipalacioymicorona,asícomotodaslasriquezasqueexistenbajotierra,ymetratascomositeestuvieracausandoalgúnmal.Loúnicoquenecesitamipalacioesunaencantadorajovenquesubaybajecorriendolasescaleras,yalegrelasestanciasconsuhermosasonrisa.EsoesloúnicoquedebeshacerparaelreyPlutón.

—¡Jamás!—contestóProserpina,mirándoleconsuexpresiónmástriste—.Jamásvolveréasonreírhastaquemedejesenlapuertademicasa.

Pero era como si se lo hubiera contado al viento que silbaba tras ellos, porquePlutón seguía azuzando a sus caballos, que corrían más veloces que nunca.Proserpinanocesabadellorar,ylohacíatanfuertequesupobrevozparecíaapuntodequebrarseparasiempre;y,cuandoapenassalíadesugargantaunmurmullocasiinaudible,seleocurriómirarhaciauninmensocampodeespigasqueseondulabancon el viento. ¿Yaquiéndiríais quevio?Puesnadamenosque a lamadreCeres,haciendocrecerel trigo,ydemasiadoocupadaparaadvertirelpasodelcarruajedeoro. La niña juntó las pocas fuerzas que aún le quedaban y lanzó un último grito,pero,antesdequeCerestuvieratiempodevolverlacabeza,seperdiódevista.

El reyPlutónhabía tomadouncaminoquecadavezeramás tenebroso.Estababordeadode rocasyprecipicios, entre losque traqueteaban las ruedasdel carruaje,retumbando como elmás ensordecedor de los truenos. Los árboles y arbustos quecrecíanenlasgrietasdelasrocasteníanunpobreytristeverdor;y,aunqueapenaseramediodía,elaireseoscurecióylaluzsetornógrisymortecina.Loscorcelesnegroshabíangalopadotandeprisaqueprontodejaronatrásloslímitesdelsol.Sinembargo,amedidaqueaumentabalapenumbra,elsemblantedePlutónibaadquiriendociertoairedesatisfacción.Alfinyalcabo,noteníatanmalaspecto,sobretodocuandodejóde hacer aquellas horribles muecas con las que intentaba esbozar una sonrisa.Proserpinatratódeversurostroenmediodelastinieblas,esperandoquenofueratan

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malvadocomohabíapensadoenunprincipio.—¡Ah,estapenumbraesverdaderamenterefrescante!—exclamóelreyPlutón—,

especialmente después de haber sido atormentado por la impertinente luz del sol.¡Cuántomásagradableeselbrillodeunalámparaodeunaantorcha,sobretodosisereflejan en los diamantes! Va a ser todo un espectáculo, cuando lleguemos a mipalacio.

—¿Estámuylejos?—preguntóProserpina—.¿Mellevarásacasacuandolohayavisto?

—Yahablaremosdeesomástarde—contestóPlutón—.Ahoraestamosentrandoenmis dominios. ¿Ves esa enormepuerta de entrada quehaydelante de nosotros?Cuandolacrucemos,habremosllegadoacasa.Yallí,enelumbral,seencuentramifielmastín.¡Cerbero!¡Cerbero!¡Acércate,mibuenperro!

Diciendo esto, Plutón sujetó las riendas y detuvo el carruaje entre las altas ymacizascolumnasdelapuertadeentrada.Elmastínsepusoenpie,alzándosesobrelaspatastraseras,conelfindesituarlasdelanterassobrelaruedadelcarruaje.Pero¡madremía!¡Quéperromásextraño!Eraunmonstruohorrible,enormeydeaspectosalvaje, con tres cabezas independientes, cada una de ellasmás fiera que las otrasdos; pero, a pesar de su ferocidad, el rey Plutón las acarició una por una. Parecíasentir tanto cariñopor el perrode tres cabezas comosi se trataradeunperrillodeaguas, con sedosas orejas y pelo rizado. Era evidente que también Cerbero sealegrabadevolveraverasudueño,yexpresabasucariño,comohacenotrosperros,moviendoel raboagranvelocidad.Pero losojosdeProserpina,al fijarseenaquelenérgicomovimiento,observaronquese tratabadeundragónvivoycoleando,conojos muy fieros y colmillos venenosos. Y mientras Cerbero con sus tres cabezasseguía haciéndole fiestas y cucamonas al rey Plutón, el dragón-cola continuabamoviéndose en contra de su voluntad, con pinta de estar sumamente enfadado ymalhumorado.

—¿Me va a morder el perro? —preguntó Proserpina, acercándose más al reyPlutón—.¡Quécriaturatanfea!

—Oh,no,notengasmiedo—repusosuacompañante—.Nuncahacedañoa laspersonas, a no ser que traten de entrar enmis dominios sin haber sido llamados oquieranescaparencontrademivoluntad.¡Abajo,Cerbero!Ahora,lindaProserpina,vamosaentrar.

ElcarruajesiguióavanzandoyelreyPlutónpareciósentirsemuycomplacidoalencontrarsedenuevoensureino.Enseñóalapequeñalasricasvetasdeoroqueseveían entre las rocas, y señaló diversos lugares donde un simple golpe de piquetapodríadesprenderpor lomenosunquintal dediamantes.Asimismo, a lo largodelcamino, contemplaron resplandecientes piedras preciosas, que habrían sido de unvalor incalculablesobre la tierra,peroqueallíerantanpocoapreciadasqueningún

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mendigosehabríaagachadoarecogerlas.Nolejosdelapuertadeentrada,llegaronaunpuente,queparecíadehierro.PlutóndetuvoelcarruajeypidióaProserpinaqueecharaunvistazoalríoquefluíalentamentepordebajo.Jamásensuvidahabíavistouna corriente tan aletargada, tan negra y aparentemente tan turbia; sus aguas noreflejaban la imagende loquehabíaensusorillas,ysemovían tanperezosamentecomo si hubieran olvidado hacia qué lado debían discurrir, y hubieran preferidoquedarseestancadasadecidirseaavanzarenunsentidouotro.

—Es el río Leteo —observó el rey Plutón—. ¿Verdad que es un río muyagradable?

—Amímeparecemuylúgubre—contestóProserpina.—Pues a mí, sin embargo, me gusta —exclamó Plutón, que estaba siempre

dispuestoa llevar lacontrariaa todoelmundo—.Encualquiercaso,suaguaesdeuna calidad excelente; un simple trago hace olvidar a los seres humanos laspreocupaciones y penas que les atormentan. Solo un sorbito, queridaProserpina, ydejarásdesentirpenaportumadre;noquedaráelmenorrastrodeellaentumemoriaqueteimpidaserfelizenmipalacio.Encuantolleguemos,ordenaréquetetraiganunpocoenunacopadeoro.

—¡Oh,no,no,no!—gritóProserpina,echándoseallorardenuevo—.Preferiríamil veces ser desgraciada recordando a mi madre que ser feliz olvidándola. ¡Esamadretanbuena!Nunca,nuncalaolvidaré.

—Esoyaloveremos—exclamóPlutón—.Nosabescuántonosvamosadivertirenmi palacio. Solo estamos en la puerta. Esas columnas son de oromacizo, te loaseguro.

Apeándosedel carruaje, cogió en brazos aProserpina y subió con ella por unagran escalinata que llevaba al salón más importante de palacio. Estabaespléndidamenteiluminadopormediodeunjuegodepiedraspreciosasdetodosloscolores, que parecían arder como otras tantas lámparas, aunque con un resplandorcienvecesmás intenso,dandoluminosidada laespaciosaestancia.Y,sinembargo,habíaalgo tenebrosoenaquella luzencantada.Laverdadesqueenaquel salónnohabía ni un solo objeto que pudiera considerarse agradable, excepto la pequeñaProserpina, una criatura encantadora, que llevaba en lamanounade las floresquehabíacogidomientraspaseabaporelcampo(quizálaúnicaquenoselehabíacaídodel delantal). En mi humilde opinión, el rey Plutón nunca había sido feliz en supalacio, y ese era el verdaderomotivopor el quehabía raptado aProserpina; puesnecesitaba amar a alguien, y no quería seguir engañando más tiempo a su pobrecorazón con aquella agotadora magnificencia que le rodeaba. Y, aunque afirmabadetestarelsoldelmundosuperior,lapresenciadelaniña,aunquealgoensombrecidapor sus lágrimas, era como si uno de sus rayos, algo débil y desvaído, se hubieraabiertocaminohaciaelpalacioencantado.

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Plutónreunióentoncesasusservidores,yordenóqueprepararansinpérdidadetiempoelmássuculentodelosbanquetes,sinolvidarse(yesoeralomásimportante)deponerunacopadoradaconaguadelLeteojuntoalplatodeProserpina.

—Nopiensobebernada—dijoProserpina—.Ytampocoprobarébocado,aunquemeretengastodalavidaentupalacio.

—Sentiría mucho que no lo hicieras —replicó el rey Plutón, acariciando sumejilla;yesquerealmentedeseabaseramable,apesardenosabermuybiencómohacerlo—. Me parece que eres una niña muy mimada, pequeña Proserpina. Sinembargo,cuandoveas lamesallenadedeliciosasviandas,se teabriráenseguidaelapetito.

Entoncesmandóllamaralcocinerojefeyledioinstruccionesmuyprecisasparaque preparara todo tipo de exquisitos manjares (de los que suelen gustar a losjóvenes) para Proserpina. En todo aquello escondía una secreta intención, pues esnecesarioquesepáisquecuandoaunapersona lahan llevadoa la fuerzaaunpaísencantado,sipruebaallíalgúnalimento,jamásconsiguevolverasuhogarniverdenuevo a sus amigos. Ahora bien, si el rey Plutón hubiera sido lo suficientementeastutoparaofreceraProserpinaunpocodefruta,panoleche(queeraloquelaniñaestabahabituadaacomer),esmuyprobablequeellaprontosehubierasentidotentadadeprobarlo.Perodejóelasuntoenmanosdesucocinero,que,comocasi todoslosamantes de los fogones, consideraba que solomerece la pena alimentarse de ricospasteles,ocarnemuycondimentada,otartasmuydulcesyelaboradas,exactamenteloquelamadreCeresnuncadabaaProserpina,yque,enlugardeabrirleelapetito,loúnicoqueconsiguieronfuequitárseloporcompleto.

PeromihistoriadebeabandonarlosdominiosdelreyPlutónyasomarsealmundoexterior,paraverquéhasidodelamadreCeresdesdequesevioprivadadesuhija.Recordaréisquelavimosporúltimavezmedioescondidaentrelasespigasmecidaspor el viento, mientras los cuatro corceles negros pasaban a toda velocidad,arrastrandoelcarruajedeoroenelquesumuyamadaProserpinahabíasidoraptada.Supongo que tampoco habréis olvidado el profundo alarido que dio Proserpinacuandoelcarruajeseperdiódevista.

De todos los lamentosde laniña, esteúltimogrito fueelúnicoque llegóa losoídosdelamadreCeres.Habíaconfundidoelruidodelasruedasdelcarruajeconelretumbar de un trueno, imaginando que se acercaba un fuerte aguacero, que laayudaría a hacer crecer el maíz. Sin embargo, al oír el chillido de Proserpina, sesobresaltó y miró a un lado y otro, pues, aunque no sabía muy bien de dóndeprovenía, teníaelconvencimientodequesetratabadelavozdesuhija.Parecíadetodosmodostaninexplicablequelaniñasehubieradesviadohastatanlejanastierrasy mares (que ni ella misma hubiera sido capaz de atravesar sin la ayuda de susdragonesalados)quelabuenamadreCeresintentótranquilizarsepensandoquesería

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la hija de otra madre, y no su querida Proserpina, la que había lanzado aquellastimoso grito. Aun así, se inquietó sobremanera, y no pudo dejar de sentir lospeorestemores,comoesnaturalqueocurraenelcorazóndetodaslasmadrescuandotienenquesepararsedesusqueridoshijossindejarlosalcuidadodeunatíasolterauotrapersonadeconfianza.Poresodecidióabandonarenseguidaelcampoenelquehabíaestadotanocupada;y,aldejareltrabajoamediohacer,elmaízaparecióaldíasiguiente como si necesitaramás sol ymás lluvia, y como si algunaplagahubieraatacadosusraícesysecadosusmazorcas.

Losdosdragonesdebíande tenerunasalasmásque ligeras,puesenmenosdeunahoralamadreCeresseapeóalapuertadesucasa,ylaencontróvacía.Sabiendoacienciaciertaquealaniñalegustabanlosjuegosalaorilladelmar,sedirigióallíatoda prisa; y enseguida divisó los rostros mojados de las ninfas, pobrecillas,asomándoseporencimadelasolas.Lassimpáticascriaturasllevabanenelbancodeesponjastodoaqueltiempo,sacandodevezencuandolacabezaporencimadelagua(cadamediominutooalgoasí),paracomprobarsisucompañeradejuegosregresaba.CuandovieronacercarsealamadreCeres,sesentaronenlacrestadeunaola,quelasllevóhastalaorilla,depositándolassuavementeasuspies.

—¿Dónde está Proserpina? —gritó Ceres—. ¿Dónde está mi niña? Decidme,traviesasninfas,¿acasolahabéisempujadoalfondodelmar?

—¡Oh,no,queridamadreCeres!—exclamaron las inocentesnereidas, echandohacia atrás sus verdes rizos ymirándola a los ojos—. Jamás haríamos algo así.EsciertoqueProserpinaha jugadoconnosotras; perohaceyamucho tiempoquenosdejó,puesteníaganasdeiraunapraderacercanaycogeralgunasfloresparahacerunaguirnalda.Esoocurriómuytemprano,ynolahemosvueltoaverdesdeentonces.

Antes de que las ninfas terminaran de contarle lo sucedido, la madre Ceresempezóarecorrertodalacomarcaindagandoloquepodíahaberocurrido.PeronadielesupodarlamenorpistaparaaveriguarquéhabíapasadoconProserpina;esciertoque un pescador había reconocido las huellas de sus pequeños pies en la arena,cuandovolvíaacasaporlaplayaconsucesta;uncampesinolahabíavistocogiendoflores;variaspersonashabíanoídoel traqueteode las ruedasdelcarruajey lejanostruenos; y una anciana señora había oído un grito mientras cogía verbena y otrashierbas,peropensóqueeraalgúnniñohaciendotonterías,ynisemolestóenalzarlacabeza.

¡Quégentemás estúpida!Tardaron tanto en explicarle lo pocoque sabían que,antes de que lamadreCeres comprendiera que tenía que buscar a su hija en otroslugares,anochecióporcompleto.Asíesqueencendióunaantorchayemprendió lamarcha,dispuestaanovolversinhaberencontradoaProserpina.

Yeratalsuprisaysuestadodeangustiaqueseolvidócompletamentedelcarroyde los dragones alados; aunque tal vez pensara que podía seguir mejor la pista

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andando.Encualquiercaso,asífuecomoempezósupenosoviaje,siempreconunaantorchaenlamano,yobservandocuidadosamentetodoloqueencontrabaasupaso.Y,cuandoaúnnosehabíaalejadodemasiado,hallóunadelasmaravillosasfloresdelarbustoquecontantoesfuerzoProserpinahabíaconseguidoarrancar.

«¡Ajá!—pensólamadreCeres,examinándolaconlaantorcha—.Hayalgomaloenestaflor.Nohabrotadodelatierraconmiayuda,nihacrecidoellasola.Seguroque es cosa demagia, así que debe de ser venenosa; quizá haya envenenado amipobrehija».

Peroguardólaflorvenenosaensupecho,sinsabersiencontraríaalgunavezotrorecuerdodeProserpina.

A lo largo de la noche,Ceres llamó a la puerta de todas las casas y granjas, ydespertóalosfatigadoslabradoresparapreguntarlessihabíanvistoasuniña;yellos,boquiabiertos ymedio dormidos en el umbral, sintiendomucha lástima de ella, lesuplicaronquesequedaraadescansar.Llamóa lospalacioscon tal ímpetuque loscriados se apresuraron a abrir las puertas, pensando que se trataba de algún rey oreina,queexigiríaunacenasuculentaounlujosoaposentodondealojarse.Y,alvertansoloaunatristeyansiosamujer,conunaantorchaenlamanoyunasamapolasmarchitasensucabeza,lehablabanconrudezayaveces,incluso,laamenazabanconecharle los perros. Pero nadie había visto a Proserpina, ni podía darle pista algunaparaquesupierapordóndeempezarabuscar.Asípasólanoche;ysiguióbuscandoybuscando,sinsentarseadescansarnidetenerseacomer,ysinacordarsesiquieradeapagar laantorcha,apesardequelaprimeraauroraylabrillante luzdelamañanahacíanquelallamarojasevieramuypálidaydelgada.Peroyomepreguntodequéestaría hecha aquella antorcha; pues ardíamuy tenuementedurante el día, y por lanocheeratanbrillantecomosiempre,ynoseapagójamásniconlalluvianiconel

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viento, a lo largo de los agotadores días y noches que pasó Ceres buscando aProserpina.

No solo iba pidiendo noticias de su hija a los seres humanos. Encontró en losbosquesyenlasriberasanumerosascriaturasdedistintanaturaleza,queenaquellosviejos tiempos frecuentaban los sitios tranquilos y solitarios; y siempre eransumamente amables con las personas que entendían su lengua y sus costumbres,comoeraelcasodelamadreCeres.Algunavez,porejemplo,habíagolpeadoconsudedoelnudosotroncodeunmajestuosoroble;einmediatamentesurugosacortezasehabía abierto, y había aparecido una hermosa doncella, que supuestamente era lahamadríada del roble, y que vivía en su interior, compartiendo su larga vida yregocijándose cuando sus verdes hojas jugueteaban con la brisa. Pero ninguna deaquellas doncellas había visto a Proserpina. Y, un pocomás lejos, Ceres quizá seacercaraaunfrescomanantial,quebrotabadeunaoquedadentreredondosguijarros,ymovieraelaguaconlasmanos.Yqueridosniños,escuchadatentamente,puesdellecho de piedras y arena, e impulsada por el propio surtidor de la fuente, quizáaparecieraunajovendoncellaconelpelochorreando,ymiraraalamadreCeresconmediocuerpofueradelagua,formandopequeñasolasconsucontinuovaivén.Pero,alpreguntarlesilaniñasehabíadetenidoabeberenaquellugar,lanáyade,conojosllorosos(puesestasninfastienenlágrimasdesobraparatodaslaspenasdelmundo),respondería:«¡No!»,conunavozparecidaaunsusurro,semejantealmurmullodelacorriente.

Tambiéntuvoencuentrosconfaunos,queparecíancampesinosquemadosporelsol,entodomenosenlasorejas,queeranpeludas,lospequeñoscuernosenlafrentey las patas traseras de cabra, con las que brincaban alegremente en bosques ypraderas.Erancriaturasmuyjuguetonas,peroseponíantodolotristesquesurisueñanaturaleza les permitía cuandoCeres les preguntaba por su hija y no podían darlerazóndesuparadero.Yalgunavezseacercóaalgúngrupodegroserossátirosconcara de mono y cola de caballo, que estaban por lo general bailando y armandomucho alboroto, con gritos y carcajadasmuy estridentes.Al detenerse y preguntarpor su hija, empezaban a reír con gran descaro, y se divertían burlándose de lacongojadelasolitariamujer.¡Quédesagradableseranaquelloshorrendossátiros!Yen una ocasión,mientras atravesaba un pastizal apartado, encontró a un personajellamadoPan,sentadoalpiedeungranpeñasco,yhaciendomúsicaconunaflautadepastor.Tambiénélteníacuernos,orejaspeludasypiesdecabra;sinembargo,puestoal corriente de la situación, contestó a la madre Ceres con toda la cortesía queconocía,ylainvitóatomarunpocodelecheconmielenuncuencodemadera.Sinembargo,igualquelasdemáscriaturas,tampocopudodarlenoticiasdeProserpina.

Asíanduvovagandonuevelargosdíasynoches,sinencontrarelmenorrastrodesuhija,exceptuandoalgunaflormarchitaenunouotrorincón;ylamadreCereslas

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recogíayguardabaensupecho,puesimaginabaquehabíancaídodelasmanosdesupobre niña. De día avanzaba bajo el ardiente sol, y por la noche, la llama de laantorcha se hacía más intensa e iluminaba el camino, permitiéndole proseguir labúsquedasinsentarsejamásadescansar.

Al llegar el décimo día, descubrió casualmente la boca de una caverna, que (apesardequeeramediodíaylaluzbrillabaentodaspartes)parecíasumidaenlamásnegra penumbra. No tardó en advertir que había una antorcha encendida en suinterior. Su llama parpadeaba y luchaba contra la oscuridad, pero era tan vacilantequenopodíailuminarmásqueamediasaquellatenebrosacueva.ComoCeresestabadecidida a buscar por todos los rincones, se asomó a la entrada de la cueva y lailuminó mejor, adelantando su propia antorcha. Creyó así vislumbrar una figurafemenina,sentadasobreungranmontóndehojassecasqueelvientohabíaarrastradohasta la cueva.Lamujer (si realmente eso es lo que era) carecía de la bellezaquesuelentenerotrosmiembrosdesusexo,yaquesucabeza,segúnmecuentan,eradeformaparecidaaladeunperroy,comoadorno,llevabauntocadodeserpientes.Perola madre Ceres, en cuanto la vio, comprendió que era una extraña criatura, quedisfrutabasintiéndosedesgraciadaynuncadirigíalapalabraaningúnotroserquenofueratantristeeinfortunadocomoaellalegustaba.

«CreoqueahorasoylobastantedesgraciadaparahablarconesalánguidaHécate—pensólapobreCeres—.Yseguiríasiéndoloaunqueellasesintieradiezvecesmástristedeloquenuncasehasentido».

Asíqueentróen lacuevayse sentóenelcolchóndehojas secasal ladode lamujerconcabezadeperro.DesdelapérdidadeProserpina,nohabíaencontradoenelmundootracompañía.

—¡Oh,Hécate!—dijo—,sialgunavezpierdesaunahija,comprenderásloqueessentirdolordeverdad.Dime,porloquemásquieras,¿hasvistoamipobreniñapasarporlaentradadetucueva?

—No,madreCeres—contestóHécate, con voz cascada y suspirando cada vezquepronunciabaunpardepalabras—,nolahevistoasomarseporaquí.Perohasdesaberquemisoídosson tansingularesque todos losgritosdeangustiay terrordelmundoenteroencuentransucaminohaciaellos;yhacenuevedías,sintiéndomeporciertomuydesgraciada,enmicueva,oí lavozdeunaniñachillandocomosifuerapresadegranangustia.Puedesestarseguradequeaesacriaturalehaocurridoalgoterrible.Porloquepuedobarruntar,undragónoalgúnotromonstruocruelselahallevado.

—Escomosimematarasaldeciresaspalabras—selamentóCeres,sintiéndosedesfallecer—.¿Dedóndeveníaelgritoyquérumbopareciótomar?

—Pasómuydeprisa—respondióHécate—,y almismo tiempo se oyóun granestrépitohacia el este.Nopuedodecirtenadamás, soloque, enmiopinión, jamás

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volverásaveratuhija.Tendríasquequedarteavivirenestacaverna,dondeseremoslasdosmujeresmásdesdichadasdelmundo.

—Todavíano,sombríaHécate—replicóCeres—.Primerovencontuantorchayayúdame a buscar a mi hija perdida. Y, cuando no haya la menor esperanza deencontrarla(sieseaciagodíatuvieraquellegar),simedejasunsitioparaecharmeenelsuelo,sobreesashojassecasoenladurapiedra,teenseñaréloqueeslaauténticainfelicidad.Sinembargo,hastaquenosepaqueProserpinahadesaparecidodelafazdelatierra,nomepermitiréniuninstantededolor.

AlatristeylúgubreHécatenolegustólaideadepasearseporelmundoexterioryaplenaluzdelsol.PerotuvolacertezadequelapenadeladesconsoladaCereslasenvolveríaenunaoscurapenumbrayqueesoimpediríaalsolllegarhastaellascontanta claridad, lo cual le permitiría seguir disfrutando de su amargura como si sequedara en la cueva. Así pues, finalmente consintió en acompañarla; y las dossalieronconsusantorchas,aunqueeraplenodíayelsolbrillabaconintensidad.Laluzde las antorchas formabaunanubeoscura, y las personasque se cruzaban conellas no podían distinguir bien sus figuras; y, desde luego, si era aHécate a quienvislumbraban, con su tocado de serpientes en la cabeza, sin duda pensarían que lomásprudenteerasalircorriendo,sinesperaraecharunsegundovistazo.

Mientraslaparejacaminabasinconsuelo,Cerestuvounaidea.—Hayunapersona—exclamó—quecontodaseguridadhavistoamipobreniña

ypodrácontarmelosucedido.¿Porquénomehabréacordadoantesdeél?SetratadeFebo.

—¿Quién?—inquirióHécate—.¿Eljovenquesepasalavidasentadoalsol?Oh,nopiensesenél.Esunmuchachoalegre,ligeroyfrívolo,quesolopiensaensonreír.Y, además, hay tanta luminosidad a su alrededor que cegarámis pobres ojos, casi

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exhaustosdetantollorar.—Mehasprometidosermicompañera—dijoCeres—.Ven,vamosrápido,oel

solsehabráescondido,llevándoseaFeboconél.AsíesquesefueronabuscaraFebo,suspirandolastimosamente,aunque,adecir

verdad,eraHécatequienmásselamentaba;porquehayquerecordarquesufelicidadconsistíaensentirsemuydesgraciada,yhacíatodoloposibleporlograrlo.Despuésde un largo viaje, llegaron al punto más soleado del mundo. Allí advirtieron lapresenciadeunhermosojoven,concabelloslargosyrizados,queparecíanhechosderayosdesol;susropajeserantanligeroscomonubesdeverano,ylaexpresióndesurostro tan alegre que Hécate se vio obligada a taparse los ojos con las manos,murmurandoquehabría sidopreferible que el joven llevara encimaunvelonegro.Febo(queeralapersonaquebuscaban)llevabaunaliraenlasmanosyhacíavibrarsuscuerdasconunamúsicadeenormedulzura,altiempoqueentonabaunadelicadacanciónquehabíacompuestorecientemente.Pues,ademásdeotrasmuchasvirtudes,erafamosoporserunpoetaadmirable.

Cuando Ceres y su tétrica compañera se acercaron a él, el joven sonrió tanamigablementequehastalasserpientesemitieronunmolestosilbido,yHécatedeseómuysinceramentevolverasucueva.Ceresseencontrabatanabsortaensupenaqueledabaexactamentelomismoquesonrieraofruncieraelceño.

—¡Febo!—exclamó—. Estoy en un gran apuro, y he venido a pedirte ayuda.¿PodríasdecirmequéhaocurridoconmihijaProserpina?

—¡Proserpina!¡Proserpina!¿Eraesesunombre?—contestóFebo,esforzándoseen recordar; porque discurrían por su cabeza tantas ideas agradables que siempreolvidabalosucedidoeldíaanterior—.¡Ah,sí!Unaniñaencantadora,porsupuesto.Me alegra informarte,mi querida señora, de que la he visto no hacemuchos días.Puedesestartranquila.Estáasalvo,yenbuenasmanos.

—¿Dóndeseencuentramiqueridaniña?—preguntóCeres,juntandolasmanosyechándoseasuspies.

—Bueno—dijo Febo, mientras seguía tocando la lira, como si quisiera ponermúsicaasuspalabras—,mientraslapequeñaestabacogiendoflores(ylaverdadesquetieneungustoexquisitoparaelegirlas),fueraptadaporelreyPlutónyconducidaasusdominios.Noheestadonuncaenesapartedeluniverso,peromehancontadoqueelpalaciorealesrealmentemagnífico,pueshasidoconstruidoconlosmaterialesmásespléndidosycostosos.Oro,diamantes,perlasytodaclasedepiedraspreciosasseránlosjugueteshabitualesdetuhija.Terecomiendo,miqueridaseñora,quenoteinquietes. El sentido de la belleza que tiene Proserpina será convenientementesatisfechoy,aunqueelsolnolleguehastaallí,llevaráunavidadelomásenvidiable.

—¡No, por favor! ¡No pronuncies esa palabra!—exclamó Ceres, indignada—.Dime,¿quéhayallíquepuedahacerfelizamihija?¿Quésontodosesosesplendores

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de losquemehablas,sincariño?Quieroquevuelvaami lado.Febo,¿novendríasconmigoapediralmalvadoPlutónquemedevuelvaamihija?

—Espero que puedas disculparme —replicó Febo, haciendo una elegantereverencia—.Tedeseoelmayordeloséxitos,ylamentoquemispropiosasuntosmetengantanocupado,peromeesimposibleatenderte.Además,misrelacionesconelreyPlutón no son demasiado buenas. Para serte sincero, sumastín de tres cabezasnuncamedejaríapasar;ya sabesquemeveoobligadoa llevarconmigounhazderayosdesol,yestos,comosabes,estánprohibidosenelreinodePlutón.

—¡Ay,Febo!—dijoCeres,dandounamargosentidoasuspalabras—,tienesunarpaenlugardeunalma.Adiós.

—¿Noquieresquedarteunmomentoyoír labonitay conmovedorahistoriadeProserpinaenimprovisadosversos?—lepreguntóeljoven.

CeresdijoquenoconlacabezayseapresuróapartirconHécate.YFebo(que,comooshecontado,eraunpoetaexquisito)empezóenelactoacomponerunaodabasada en la pena que sentía aquella pobremadre; y, si tuviéramos que juzgar susensibilidadporesahermosaobra,diríamosquesualmarebosabaunagranternura.Pero,cuandoelpoetacaeenelhábitodeusar las fibrassensiblesdelcorazónparahacercuerdasasulira,puedetañercuantoquierasinsentirélmismolamenorpena.Asípues, aunqueFeboentonabaunamelodíamuy triste, estaba tancontentocomolosrayosdesolentrelosquetranscurríasuvida.

LapobremadreCeresestabaahoraaltantodeloquelehabíaocurridoasuhija,peronoeraniunapizcamásfelizqueantes.Sucaso,porelcontrario,parecíamásdesesperado que nunca.Mientras Proserpina estuviera en la superficie de la tierra,podríahaberesperanzasderescatarla.Perolapobreniñasehallabaencerradatraslasverjasdehierrodelreydelasminas,encuyoumbralseencontrabaCerbero,elperrode tres cabezas, y noparecíaposiblequepudiera escapar.La siniestraHécate, quedisfrutaba viendo el ladomás pesimista de las cosas, le dijo aCeres que lomejorseríaquevolvieraconellaalacaverna,yasípodríapasarloquelequedabadevidasintiéndosemíseraydesdichada.CerescontestóqueleparecíamuybienqueHécateregresara, pero que ella seguiría errando por la tierra en busca de la entrada a losdominiosdelreyPlutón.YHécateletomólapalabrayvolvióatodaprisaasuamadacueva,asustandoaunmontóndeniñosquesetropezaronconsucaradeperro.

¡Pobre madre Ceres! Da pena pensar en ella, en su penoso camino,completamentesola,conlaantorchaquenuncaseapagaba,ycuyallamaparecíaelsímbolodelacongojaydelaesperanzaqueardíanjuntasensucorazón.

Tantosufríaqueenpocotiemposetransformóenunaanciana,ylaabandonóparasiempresuaspecto juvenil.Ni le importabasuvestimenta,ni seacordóde tirar lasamapolasyamarchitas con las quehabía adornado su cabeza lamismamañana enqueProserpinadesapareció.Vagabaporelmundotandesgreñadayandrajosaquela

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gentecreíaquehabíaperdidoeljuicio,ynuncallegaronaimaginarquesetratabadelamadreCeres,responsabledetodaslassemillasqueplantabanloslabradores.Peroaquellosdíaslociertoesquenosepreocupabadesiembrasnidecosechas,dejandoquefueranlosagricultoreslosqueseocuparandeellas,yqueloscultivosmaduraranoflorecieranasuantojo.EnaquellosdíasnohabíanadaquellamaralaatencióndeCeres,exceptocuandoveíaaunosniñosjugando,orecogiendofloresenlosbordesdel camino. Entonces, en efecto, se quedaba contemplándolos con lágrimas en losojos.Lospequeñostambiénparecíancompadecersedesudolor,ylarodeaban,ylamirabanpreocupados;yCeres,dándolesacadaunodeellosunbeso,losacompañabaacasayaconsejabaasusmadresquenolosperdierannuncadevista.

—Porque, si los dejáis solos —decía—, puede ocurriros lo que a mí, que eldesalmado rey Plutón les coja cariño y en un abrir y cerrar de ojos los suba a sucarruajeyseloslleve.

Ciertodía, en superegrinajeenbuscade laentradaal reinodePlutón, llegóalpalaciodel reyCéleo,que reinabaenEleusis.Subióporunaescalinatay,alentrar,encontróa toda la familia realmuyalarmadapor elhijode la reina.Alparecer, elpequeño estaba enfermo (supongo que serían los dientes), pues no quería comer ygemíasincesar.Lareina,cuyonombreeraMetanira,estabaimpacienteporencontrarunanodriza;y,cuandovioaunamujerconaspectodematronasubiendolasescalerasdelpalacio,decidióqueeraexactamentelapersonaquenecesitaba.Asíesquecorrióhastalapuertaconelpobreniñollorandodesconsoladamenteensusbrazos,ysuplicóaCeresqueseocuparadeél,o,por lomenos, lerecomendaraquédebíahacerconaquellacriatura.

—¿Meconfiaríasalniño?—preguntóCeres.—Sí,ydetodocorazón—repusolareina—,siemprequedediquestodotutiempo

aél.Esfáciladivinarquehassidomadre.—Escierto—afirmóCeres—.Hacetiempotuveunahija.Bien,serélanodrizade

este pobre niño enfermo. Pero te aviso de que no quiero que te entrometas en sucrianza.Yojuzgaréloqueesconvenienteparaél.Sinocumplesestapromesa,elniñosufrirálasconsecuenciasdetuinsensatez.

Despuésbesóalacriatura,quesonrióyseacurrucóensuregazo.Así fue como lamadreCeres depositó su antorcha en un rincón (donde nunca

dejó de arder) y se instaló en el palacio del rey Céleo como nodriza del pequeñoDemofonte.Locuidócomosifuerasupropiohijo,ynopermitióalreyoalareinadecidirsilobañabanenaguacalienteofría,quédebíacomer,aquéhoraibaasaliratomarelaireocuándoteníaqueirsealacama.Casinomecreeríaissioscontaralorápidamentequeelpequeñopríncipedejódeestar indispuestoyseconvirtióenunniñogordito,sonrosadoyfuerte,ycómotuvodoshermosasfilasdedientes,blancoscomoelmarfil,muchoantesquecualquierotroniño.Enlugardesereldiablillomás

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pálido, escuchimizado y endeble del mundo (como sumadre lo describía, cuandoCeres lo tomó a su cuidado), era ahora un niño robusto que no dejaba de hacergorgoritos, de reírse y de ir alegremente de un lado para otro. Todas las buenasmujeres de la comarca acudieron a palacio y, echándose las manos a la cabeza,contemplaron asombradas la belleza y la lozanía de su querido principito. Y susorpresafueaúnmayor,puesnuncalehabíanvistoprobarbocadoalguno;nisiquieraunatazadeleche.

—Porfavor,nodriza—preguntabalareina—,¿cómohashechomedraraminiñodeesemodo?

—Yofuimadreunavez—contestabasiempreCeres—y,habiendocriadoamihija,séloqueotrosniñosnecesitan.

Pero la reinaMetanira, comoeranatural, sentíaunagrancuriosidadpor loquehacíaexactamenteconsuhijo,yunanocheseescondióenlahabitacióndondeCeresyelpequeñoacostumbrabanadormir.Lachimeneaestabaencendida,yenellaardíanlosrestosdeunosgruesosleños,yaconvertidosenrescoldosycarbónalrojovivo,aunque con llamas que chisporroteaban iluminando las paredes de un cálido tonorojizo.Ceresestabadelantedelfuegoconelniñoensuregazo,ylaluzdelasbrasashacíabailarsusombraenel techo.Desvistióalpequeñopríncipey lorocióconunfragante perfume que extrajo de un recipiente. Atizó después los rescoldos y losempujóhastaelfondodelhogar,haciendounhuecojustoensucentro.Finalmente,mientraselniñoseguíaconsusbalbuceosydabapalmadasconsusmanosregordetas,sonriendo a su nodriza (exactamente como vosotros podéis haber visto a vuestrohermanitoohermanitaantesdeentrarenunbañobiencaliente),Ceres lodepositó,desnudocomoestaba,entrelasascuasencendidas.Entoncesrecogiólascenizasyselasechóporencima,yluegotranquilamentesediolavuelta.

Podéis imaginar, si sois capaces, el grito de espanto que dio la reinaMetanira,pensandoquesuqueridohijoibaaserconvertidoencarbonilla.Saliórápidamentedesuescondite,yabalanzándosesobrelachimenea,apartólosrescoldosysacóalpobreDemofontedel lechodecarbonesencendidos.Elpequeño lanzóungrito lastimero,comohacen losbebéscuandose lessacabruscamentedeunprofundosueño.Pero,para gran asombro y alegría, la reina no pudo apreciar en su cuerpo la menorquemadura.Asípues,sevolvióhaciaCeres,rogándolequeleaclararaaquelmisterio.

—Insensata mujer —contestó Ceres—, ¿acaso no prometiste confiarme alpríncipe? No puedes imaginar el perjuicio que le has ocasionado. Si lo hubierasdejadoamicuidado,habríacrecidocomounniñodeestirpecelestial,conunvigoryunainteligenciasobrenaturales,yhabríavividoparasiempre.¿Acasocreesqueunacriaturahumanapuedaalcanzarlainmortalidadsinsertempladaenelmásintensodelosfuegos?Hasarruinadoeldestinodetupropiohijo.Pues,aunquecreceráfuerteysano,yseráunhéroeensudía,sinembargo,porculpadetulocura,seharáviejoy

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finalmentemorirá,comoloshijosdeotrasmujeres.Lafrágilternuradesumadreleharobadosuinmortalidad.¡Adiós!

Ydiciendoestaspalabras,besóalpequeñoDemofonte,suspirandoalverquelohabíaperdido,ypartiósinhacercasoaMetanira,queleimplorabaquesequedaraycubrieraalniñoconascuassiemprequeleparecierabien.¡Pobreniño!Jamásvolvióadormirarropadoporaquelsuavecalorcito.

Mientrashabitó en el palaciodel rey, lamadreCereshabía estado tan atareadacuidando al joven príncipe que pareció hallar cierto consuelo al dolor que leembargabaporlapérdidadesuamadaProserpina.Sinembargo,alnoteneryanadaen que ocuparse, volvió a ella el antiguo desasosiego. Finalmente, llevada por ladesesperación, tomóunadecisión terrible: nopermitiríaque crecieraningúngrano,tallo o brizna de hierba, ni una patata, ni un nabo, ni ningún otro vegetal parahombres o animales, hasta que su hija le fuera devuelta. Incluso prohibió que lasfloresbrotaran,puesnodeseabaquenadiepudieraalegrarseconsuhermosura.

NiunasolapuntadeespárragoseatrevióaasomardelatierrasinelpermisodeCeres;demodoqueyapodéis imaginar lodesastrosoqueresultó todoaquelloparanuestro planeta.Los labradores arabany plantaban como siempre, pero los ricos yfértilessurcosestabanyermos,tansecoscomodesiertosdearena.Lospastosseveíantan pardos en el dulcemes de junio como lo estaban en el gélido noviembre. Losampliossembradosdelosricosy laspequeñashuertasybancalesdelos labradoresestaban igualmente arruinados. Los macizos de flores que cuidaban las niñas noteníanmásquetallossecos.Losmayoresmovíansublancacabeza,yafirmabanquela tierrahabía envejecidocomoellosyyanoera capazde alegrar su rostro con lacálidasonrisadelverano.Erapatéticoveralaspobresyhambrientasvacasyovejasdetrás de Ceres, mugiendo y balando, como si su instinto les indicara que podíanrecibir ayuda de ella; y todo el mundo que estaba al corriente de sus poderes lesuplicabaquetuvieracompasióndelarazahumana,y,entodocaso,dejaracrecerlahierba. Pero la madre Ceres, a pesar de su naturaleza bondadosa, se mostrabainexorable.

—¡Jamás! —exclamaba—. Si la tierra quiere alguna vez recuperar su verdor,tendráprimeroquecreceralolargodelcaminoqueProserpinatomepararegresaramilado.

Finalmente, como no parecía haber otro remedio, nuestro amigo Azogue fueenviadourgentementeavisitaralreyPlutón,conlaesperanzadequeesterepararaeldañoquehabíaocasionado,ypusieralascosasdenuevoenordendevolviendoalaniña.Azoguenotardóenllegarhastalapuertadeentraday,saltandoporencimadelmastínde trescabezas, sepresentóenelpalacio.Los sirvientes leconocíanpor surostroyporsuextrañavestimenta;puesyahabíanvistoporallíenotrostiempossucorta capa, el sombrero y las sandalias aladas y el bastón con dos serpientes

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enroscadas.Elmensajerodelosdiosespidióquelellevaraninmediatamenteantelapresencia del rey; y Plutón, que oyó su voz desde lo alto de la escalera, y quedisfrutaba con su alegre conversación, le llamópara que subiera.Y,mientras ellosresuelven sus asuntos, ha llegado el momento de averiguar qué había pasado conProserpinadesdequelavimosporúltimavez.

La niña había declarado, como recordaréis, que no probaría ni un solo bocadomientras la obligaran a permanecer en el palacio del rey Plutón. Cómo consiguiócumplirsupalabrayconservarsealmismotiemporellenitaysonrosadaesalgoquenopuedoexplicar;peroalgunasjóvenes,segúnmehancontado,tienenlafacultaddevivirdelaire,ysupongoqueesoesloquedebióocurrirconProserpina.Encualquiercaso, hacía seis meses que había abandonado la faz de la tierra y los sirvientesasegurabanqueniunsolobocadohabíapasadoentresusdientes.Estaactituderamásqueencomiable,puestoqueelreyPlutónlahabíatentadodíatrasdíacontodaclasede frutas confitadas, dulces y manjares variados, que tanto suelen gustar a losjóvenes.Pero subuenamadre lahabía advertido amenudode lonocivasque eranesascomidasparalasalud;poreso,aunquenohubieraexistidootrarazón,jamáslashabríaprobado.

La verdad es que en todo aquel tiempo, como era una niña alegre y vivaz,Proserpinano sehabía sentido tandesdichadacomopodríamospensar.El inmensopalacio tenía mil aposentos, y estaba lleno de maravillosos objetos. Es cierto quehabía una constante penumbra, que parecía esconderse entre las innumerablescolumnas, deslizándose por delante de la niña cuando deambulaba entre ellas opisándole los talones con gran sigilo. Todo el fulgor de las piedras preciosas, quebrillabanconluzpropia,novalíaloqueelresplandornaturaldeunrayodesol;nilasgemas multicolores más relucientes, que tenía Proserpina como juguetes, podíanrivalizar con la sencilla belleza de las flores que ella solía recoger. Sin embargo,cuando la niña andaba por aquellos aposentos y salones dorados, parecía llevarconsigoelsolylanaturaleza,comosifueraesparciendoasualrededorfloresbañadasenrocío.Consullegada,elpalaciodejódeserlaresidenciademajestuosoartificioysombríamagnificenciaquehabíasidoantes.Todosloshabitanteseranconscientesdeello,yelreyPlutónmásqueningúnotro.

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—Mi pequeña Proserpina—solía decir—, desearía gustarte un poco más. Laspersonasmelancólicasysombríastenemosamenudouncorazóntantierno,aunquenolomanifestemos,comolosseresdecaráctermásrisueño.Siquisierasquedarteamiladoportupropiavoluntad,meharíasenormementefeliz.Seríamuchomejorqueposeercienpalacioscomoeste.

—¡Ah!—exclamabaProserpina—.Tendrías quehaber intentadohacerte amigomío antes de raptarme.Lomejor que puedes hacer ahora es dejarmemarchar.Asípodré recordarteypensarqueeras todo loamableconmigoque tunaturaleza te lopermitía.Quizátambién,undíadeestos,podríavolveryhacerteunavisita.

—No,no—decíaPlutón, conuna triste sonrisa—.Séquenopuedo fiarme.Tegusta demasiado vivir a la luz del día y coger flores. ¡Qué aficiones tan inútiles ypueriles!Estaspiedraspreciosasqueheordenadotraerparati,yqueexcedenenvaloralasdemipropiacorona,¿acasonosonmáshermosasqueunavioleta?

—Notienennilamitaddesubelleza—respondíaProserpina,quitándoleaPlutónlasgemasquellevabaenlasmanosyarrojándolasalotroextremodelsalón—.¡Oh,misdulcesvioletas!,¿esquenovolveréaverosjamás?

Ysedeshacíaenllanto.Perolaslágrimasdelosjóvenestienenpocasalyacritud,yno inflaman tanto losojoscomo lasde laspersonasmayores;asíesquenodebe

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extrañarnos que, unos instantes después, Proserpina se entretuviera jugando en elsalón, casi tan contenta comocuando lohacía en la crestade laola con las cuatroninfasmarinas.ElreyPlutónlacontemplaba,ydeseabacontodasualmaserunniñocomoella.YlapequeñaProserpina,aldarselavueltayveraaquelpoderosoreyenmediodesuespléndidasala,conaquelaire tandistinguido, tristeysolitario,sentíaremordimientosdeconciencia.Yundíaseleacercócorriendoy,porprimeravezentodasuvida,colocóunadesussuavesypequeñasmanossobreél.

—Tequierounpoco—susurró,mirándolealosojos.—¿Deverdad,miqueridaniña?—exclamóPlutón,inclinandosusombríorostro

parabesarla;peroProserpinaseechóhaciaatrás,alejándosedeél,puessusrasgosnosoloerannobles,sinotambiénmuyoscurosysiniestros—.Bueno,laverdadesquenomelomerezco,despuésdetenerteprisioneratantosmeses,y,además,sinprobarbocado.Pero¿noestásterriblementehambrienta?¿Puedotraertealgoparacomer?

Tras estas palabras, el rey de las minas escondía un astuto propósito; porque,comorecordaréis,siProserpinaprobabaalgúnalimentoensusdominios,nuncamásvolveríaaserlibreparaabandonarlos.

—No,porsupuestoqueno—seapresuróaresponderProserpina—.Tucocinerojefeestásiempreasando, tostando,extendiendolamasaconelrodilloe inventandounplatotrasotro,queimaginaqueserándemiagrado.Peroesepobrehombrecillotan rechoncho podría ahorrarse el trabajo. No tengo apetito, y solo comería unarebanadadepanhechapormimadre,oalgunafrutadesujardín.

CuandoPlutónoyóesto,empezóadarsecuentadequesehabíaequivocadodemétodoparatentaraProserpina.Losexquisitosplatospreparadosporelcocineronoeran ni la mitad de deliciosos, en la acertada opinión de la niña, que la sencillacomidaalaquesumadreCereslahabíaacostumbrado.Extrañadoporhabertardadotantoencomprenderlo,elreyenvióaunodesusmásfielesservidoresconunagrancesta a recoger lasmás jugosasperas, losmás sabrososmelocotonesy lasmejoresciruelasquepudieraencontrarenelmundosuperior.PeroestoocurriócuandoCereshabía prohibido que los vegetales y las frutas crecieran, y, tras buscar por toda latierra, el criado de Plutón apenas encontró una sola granada, tan reseca que nomerecíalapenacomerse.Noobstante,comonohabíaotracosa,lallevóalpalacioy,colocándola en unamagnífica bandeja de oro, se la ofreció a Proserpina.Y dio lacasualidaddequecuandoelcriadoentrabacon lagranadapor lapuerta traseradelpalacio, nuestro amigo Azogue subía por la escalera principal, con la misión derescataraProserpina.

EncuantoProserpinaviolagranada,mandóalservidorqueselallevara.—No la pienso probar—aseguró—. Aunque estuviera muy hambrienta, jamás

comeríaunagranadatanridículaysecacomoesa.—Eslaúnicaquehayenelmundo—insistióelsirviente.

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Y,depositandosobrelamesalabandejadeoroconelfrutoreseco,abandonóelcuarto.Cuandosequedósola,Proserpinanopudoevitaracercarseunpocoymiraraquel espécimen con impaciencia; porque, a decir verdad, al ver algo que entrabadentrodesusgustos,notóqueelapetito,quelahabíaabandonadoduranteseismeses,le volvía de repente. Era ciertamente una granada con un aspecto deplorable, yparecía no tener más jugo que el de una concha de ostra. Pero no había elecciónposible en el palacio de Plutón. Era la primera fruta que había visto allí, yseguramente sería la última; y, si no se la comía inmediatamente, aún se arrugaríamás,yhabríaquetirarla.

«Porlomenos,laoleré»,pensóProserpina.Cogió la granada y se la acercó a la nariz pero, por alguna extraña razón, al

hallarse tan cerca de la boca, la fruta encontró su camino para entrar en aquellapequeña y rosada cueva. ¡Ay de mí! Pero ¿qué estoy haciendo? Y antes de queProserpina se diera cuenta, sus dientes la habían mordido por su cuenta y riesgo.Justo en aquelmomento, se abrió la puerta del apartamento y entró el rey Plutón,seguidoporAzogue,quehabíaestadoapremiándoleparaquedejaraenlibertadasuprisionera. Cuando los oyó entrar, Proserpina se sacó la granada de la boca. PeroAzogue(queteníaojosdelinceyel ingeniomássutildelmundo)sediocuentadequelaniñaestabaunpococonfusa;y,viendolabandejavacía,sospechóqueestabamordisqueando alguna cosa a escondidas. En cuanto al honrado Plutón, nuncaadivinóelsecreto.

—Mi pequeña Proserpina —dijo el rey, tomando asiento y acercandocariñosamentealaniñaasusrodillas—,aquíestáAzogue,quemecuentalosgrandesinfortunios que han recaído sobre inocentes personas por haberte retenido en misdominios. A decir verdad, ya había reflexionado sobre el hecho injustificable detenerteseparadadetubondadosamadre.Pero,porotraparte,miqueridaniña,debescomprender que este enorme palacio tiende a ser bastante tenebroso (aunque laspiedras preciosas sean muy resplandecientes), y mi naturaleza no es precisamentejovial;porello,eranaturalquebuscaralacompañíadeunacriaturamásalegrequeyo. Creí que ibas a jugar con mi corona y que me elegirías, ¡ah, te ríes, pícaraProserpina!,sí,amí,unsertanlúgubre,comocompañerodejuegos.Eraunaabsurdaesperanza.

—Tampoco era tan absurda—susurró Proserpina—. A veces me he divertidomuchocontigo.

—Gracias —exclamó el rey Plutón, más bien secamente—. Puedo ver conbastanteclaridadqueconsiderasmipalaciounaoscuraprisión,yamí, elguardiánconuncorazóndehierro.Ytodoelloseríaciertositeretuvieraaquípormástiempo,mi pobre niña, cuando hace seis meses que no pruebas bocado. Te concedo lalibertad.VeconAzogue.Correacasadetuqueridamadre.

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Yenesemomento,aunqueosparezca increíble,Proserpinanopudodespedirsedel rey Plutón sin sentir remordimientos, y también cierto pesar por no haberlecontadolodelagranada.Inclusollegóaverterunaodoslágrimas,pensandolosoloytristequeleibaaparecersuinmensopalacio,conaqueldesagradableresplandordeluzartificial,despuésdequeella, elpequeño rayode solnatural,quePlutónhabíarobadoporque significaba tantopara él, se hubieramarchado.No sé cuántas cosasamableshabríasidocapazdedeciraldesconsoladoreydelasminassiAzoguenolehubierametidotantaprisa.

—Vamos, rápido —le susurró al oído—, o su majestad puede cambiar susoberana opinión.Y ten cuidado, sobre todo, de no hablarle de lo que venía en labandejadorada.

En unos instantes, cruzaron la gran puerta de entrada (dejando al perro de trescabezas ladrando, gruñendo y aullando por partida triple tras ellos) y salieron a lasuperficiedelatierra.Eramaravillosover,amedidaqueProserpinaavanzaba,cómoelcaminoreverdecíaasupaso.Allídondeponíasubenditopie,surgíaalinstanteunaflor bañada de rocío. Las violetas brotaban a lo largo del camino. La hierba y losgranosempezaronacreceryaengordarconunafuerzayunaexuberanciadiezvecesmayor,comosiquisierancompensarlostristesmesesenlosquelatierrahabíasidoestéril.Yelhambrientoganadoempezóapastarinmediatamentedespuésdesulargoayuno, y comió sin parar todo el día, y se levantó a medianoche para seguirhaciéndolo.

Peropuedoasegurarosquefueunperíodomuytrabajosoparaloslabradores,pueselveranoselesechabaencimaatodavelocidad.Tampocodeboolvidarcontarosquelospájarosdetodoelmundoempezaronasaltardeunárbolaotro,posándosesobrelas ramas floridas, y sus trinos y sus gorjeos alcanzaron un prodigioso éxtasis dealegría.

LamadreCereshabíaregresadoasudesiertacasayesperabadesconsoladaenelumbral, con la antorcha encendida en lamano. Llevaba unos instantesmirando lallamadistraídamentecuando,derepente,estavacilóyseapagó.

«¿Qué querrá decir esto?—pensó—. Era una antorcha encantada, y tenía quehaberseguidoardiendohastaqueminiñahubieravuelto».

Y,alzandolacabeza,sesorprendióalverunrepentinoverdorqueavanzabaporlospardosysecoscampos,comovosotroshabréispodidoobservarcuando,alsalirelsoldelamañana,unaluzdoradavacubriendoelpaisajecondestellosluminosos.

—¿Me está desobedeciendo la tierra?—exclamó indignada—. ¿Pretende acasoserfértil,cuandoyoleheordenadoqueseaestérilhastaqueProserpinavuelvaamisbrazos?

—Pues abre tus brazos, queridamadre—gritó una voz familiar—, y recibe enellosatupequeñahija.

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Y la niña llegó corriendo, y se abalanzó sobre el regazo de su madre. Esimposible describir la inmensa alegría que las embargó. El dolor causado por suseparaciónleshabíahechoderramarmuchaslágrimas;yahoravertíanmuchasmás,puessudichanopodíaexpresarsedeotramanera.

Cuandosuscorazonesseserenaronunpoco,lamadreCeresmiróansiosamenteaProserpina.

—Hijamía—preguntó—,¿comistealgoenelpalaciodelreyPlutón?—Queridísima madre—repuso Proserpina—, te contaré toda la verdad. Hasta

estamismamañananiunsolobocadohabíaentradoenmiboca;perohoymetrajeronunagranada(tansecaquenoteníamásquealgunassemillasylapiel)y,desfallecidadehambre,caíenlatentacióndedarleunmordisco.Encuantolaprobé,entraronelrey Plutón y Azogue. Aún no había tragado ningún trozo, perome temo, queridamadre, y espero que esto no me perjudique, que seis semillas de la granada sequedarondentrodemiboca.

—¡Ay,midesdichadaniña!¡Ay,miserabledemí!—exclamólamadreCeres—.Porcadaunade lasseissemillas, tendrásquepasarunmesalañoenelpalaciodePlutón.Solotehandevueltoamediasa tumadre.SeránseismesesconmigoyseisconelmalvadoReydelasSombras.

—NojuzguestanduramentealreyPlutón—dijoProserpina,besandoasumadre—.Tienealgunasbuenascualidades;nomeimportavivirseismesesensupalacio,sime deja pasar los otros seis contigo. No cabe duda de que se portó muy mal alraptarme;pero, comoéldice, era realmente triste estar tan soloenaquel lúgubreeinmensopalacio.Además,suhumorhamejoradomuchodespuésdeteneraunaniñacorriendoescalerasarribayabajo.Mealegrasaberquepuedohacerletanfeliz;y,silovemosasí,queridamadre,tenemosquedarlasgraciaspornotenerquepasartodoelañoconél.

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Elvellocinodeoro

CuandoJasón,hijodeldestronadoreydeIolco,noeramásqueunniño,leenviaronlejosdesuspadresparaqueleeducaraunodelosmaestrosmássingularesdelosquesehayatenidonoticia.Aquelsabiomaestroeraunodeesoshombresocuadrúpedosquerecibenelnombredecentauros.Habitabaenunacaverna,yteníaelcuerpoylaspatasdeuncaballoblanco,ylacabezayloshombrosdeunserhumano.SellamabaQuirón;y,apesardesuextrañaapariencia,eraunmaestroexcelente.Variosdesusdiscípulos harían honor a su nombre, al convertirse años después en figuraslegendarias. Uno de ellos fue el famoso Hércules, y también lo fueron Aquiles,Filoctetes y Esculapio, que alcanzaría gran fama como médico. El buen Quirónenseñóasusdiscípulosatocarelarpayacurarenfermedades,asícomoamanejarelescudoylaespada,ademásdemuchasotrascosasquelosniñosdeaquellostiempossolíanaprender,enlugardeortografíayaritmética.

Tengo la sospechadeque elmaestroQuirónno erademasiadodiferentede lasdemáspersonaspero, siendounancianobondadosoyalegre, tenía lacostumbredehacerse pasar por un caballo, moviéndose a cuatro patas por la sala de estudio, ydejando que los niños se montaran en su espalda. Y así, cuando sus discípulosenvejecieron,solíancontarasusnietecilloslosbuenostiemposquehabíanvividoenaquellaescuela,mientrasleshacíantrotarsobresusrodillas;yestoscreyeronqueuncentauro,medio hombre ymedio caballo, había enseñado a leer y a escribir a susabuelos.Yasabéisquelosniñospequeñosnoentiendendemasiadobienloqueselescuenta,yamenudoconcibenlasideasmásabsurdas.

Seacomofuere,siempresehadadoporsentado(yseguirásiendoasímientraselmundogire)queQuirón, con su cabezademaestrode escuela, tenía laspatasy elcuerpodeuncaballo.Imaginaosaaquelancianotanserioentrandoruidosamenteenlaclase,dandoviolentaspatadasalsueloconsuspezuñas,pisoteandoquizálospiesdealgúnniño,señalandoconsucolalapizarra,ysaliendodevezencuandoaljardínparadarunbuenbocadoalahierba.Ymepreguntoquélecobraríaelherreroporunjuegocompletodeherraduras…

Jasónvivió,pues, en la cuevadeaquelQuiróndecuatropatasdesdeque tenía

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escasosmeseshastaqueseconvirtióenunhombre.Yllegóaserunmúsiconotable,unexpertoenelmanejodelasarmas,yungranconocedordelashierbasmedicinalesyotrascosasrelacionadasconelartedecurar;perosindudasuprincipalcualidadfuela de ser unmagnífico jinete, pues, a la hora de enseñar a los jóvenes amontar acaballo,elbuenQuirónnoteníarival.Finalmente,cuandoJasónsepercatódequeeraun joven alto y fornido, decidió salir al mundo en busca de aventuras, sin pedirconsejoasuviejomaestro,nicomunicarlesudecisión.Huelgadecirqueaquellonofue nada sensato; y espero que ninguno de vosotros,mis queridos oyentes, decidajamásseguirsuejemplo.

Sinembargo,hayquetenerencuentaqueeraunpríncipedesangrereal,yqueasupadre,elreyEsón,lehabíausurpadoeltronountalPelias,quenohabríadudadoenmatartambiénaJasón,sinolehubieranescondidoenlacuevadelcentauro.Porello, al alcanzar la fortaleza de un hombre, decidió arreglar todo aquel asunto, ycastigaralmalvadoPeliasporhabertratadotaninjustamenteasupadre.

Yconestaintención,empuñóunalanzaencadamanoy,cubriéndoseloshombrosconunapieldeleopardoparaprotegersedelalluvia,emprendióelanheladoviaje;yel vientomecía sus rizos dorados.La parte de su atuendo quemás le enorgullecíaeran las sandalias, que habían pertenecido a su padre. Estaban exquisitamentebordadas, y se ataban a los pies con cordones de oro. Pero su forma de vestir erarealmentesingular,ylasmujeresylosniñoscorríanaasomarseapuertasyventanascuando le veían llegar, pues deseaban saber dónde se dirigía aquel hermoso joven,consupieldeleopardoysussandaliasdecordonesdorados;ytodossepreguntabanquéheroicashazañasestaríaapuntodeemprender,conunalanzaencadamano.

No podría deciros cuántos kilómetros había recorrido cuando llegó a unturbulentorío,quecruzabaelsenderotumultuosamentemientraslablancaespumaseagitabaentre susnegros remolinos.Apesardeno serun ríomuycaudalosoen lasestacionesmássecasdelaño,laslluviastorrencialesyeldeshielodelasladerasdelmonteOlimpohabíanhechocrecerexageradamentesunivel;yelrumordesusaguasera tan intenso, y parecía tan enfurecido, que Jasón, a pesar de todo su valor,considerómásprudentedetenerseenlaorilla.Elcaucedeltorrenteestabarepletodeescabrosasyafiladas rocas,algunade lascualessobresalíaporencimadelagua.YJasónpudoverunárbolarrastradoporlacorriente,quesequedabaenganchadoentredosrocas,yloscadáveresdevariasovejasydeunavacaquepasabanflotandoagranvelocidad.

Paraserbreve, lacrecidahabíaocasionadoenormesdaños.Eraevidentequeelrío era demasiadoprofundopara poderse vadear, y estaba demasiado revuelto paracruzarseanado; tampocoseveíapuentealgunoy,dehaberexistidounabarca, lasrocassehabríanencargadoderomperlainstantáneamenteenmilpedazos.

—¡Observadaesepobremuchacho!—dijounavozcascadamuycercadeJasón

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—.Seguramente no ha tenido una buena educación, pues no sabe cómo cruzar unpequeñoriachuelocomoeste.¿Otendrámiedodemojarseesashermosassandaliasdecordonesdorados?Esuna lástimaque sumaestrocuadrúpedonoesté aquíparallevarlesanoysalvosobresulomoalaotraorilla.

Jasónmiróconasombroasualrededor,puesnosabíaquehubieranadieen lascercanías. Sin embargo, no tardó en ver a su lado a una anciana con un mantoandrajososobrelacabeza,queseapoyabaenunbastónconelpuñolabradoenformadecuclillo.Debíadeserrealmentevieja,puesestaballenadearrugasyparecíamuydébil. Pero había algo extraño en sus ojos, tan oscuros como los de un buey ysumamentegrandesyhermosos,yeljovenfueincapazdeapartarsumiradadeellos.Laancianallevabaunagranadaenlamano,aunquehabíaterminadoyalatemporadadeestafruta.

—¿Adóndetediriges,Jasón?—preguntóentonces.Era evidente que sabía su nombre; y aquellos enormes ojos parecían conocer

tantoelpasadocomoel futuro.Mientras elmuchacho la contemplaba, aparecióunpavoreal,quesecolocóalladodelaanciana.

—VoyaIolco—respondióeljoven—,parapedirlealreyPeliasqueabandoneeltronodemipadreymedejereinarensulugar.

—Siesoesloúnicoquetienesquehacer—afirmólaancianaconvozcascada—,noesnecesarioque teapresures.Llévameacuestas,buenmuchacho,yayúdameacruzarelrío.Yoymipavorealtambiéntenemosalgoquehacerenlaotraorilla.

—Buena mujer —repuso Jasón—, tus asuntos no pueden ser tan importantescomodestronar a un rey.Además, comoyapuedesver, las aguas estándemasiadorevueltas;si tuviera lamalasuertede tropezar, lacorrientenosarrastraríaa losdosconmuchamásfacilidadqueaaquelárbolarrancadoderaízquesevealláalolejos.Mealegraríapoderprestarteauxilio,perodudotenersuficientefuerzaparaatravesarelrío,llevándoteahombros.

—Entonces tampoco creo que puedas expulsar de su trono al rey Pelias —lecontestó con desprecio—. Jasón, si no eres capaz de socorrer a una pobre anciananecesitada,jamásdeberíassentarteenuntrono.Pues¿paraquésirvenlosreyessinoparaayudaralosmásdébilesyafligidos?Perohazloquequieras.Sinomellevasahombros,intentarécruzarelríosola,conmisviejaspiernas.

Y, diciendo estas palabras, la anciana tanteó con su bastón el fondo del río,buscandoel lugarmásseguroparadarelprimerpaso.YJasónseavergonzódenohaberle prestado ayuda. Sintió que, si a aquella débil criatura le ocurría algúnpercancemientras luchaba contra la corriente, jamás podría perdonárselo. El buenQuirón,fueseonomediocaballo,lehabíaenseñadoqueelmejorusoquepodíahacerdesufuerzaerasocorreralosindefensos;asimismolehabíaaconsejadoquetrataraalas mujeres jóvenes como a hermanas, y a las ancianas como a una madre.

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Recordandoaquellosconsejos,elhermosoyrobustojovensearrodilló,rogandoalabuenamujerquesesubieraasusespaldas.

—Nocreoqueseanadasegurocruzar—señaló—.Pero,comotusasuntossontanapremiantes,tratarédellevartehastalaotraorilla.Silacorrientetearrastra,correrélamismasuerte.

—Eso sería un gran consuelo para los dos —exclamó la anciana—. Pero notemas,alcanzaremossanosysalvoslaotraorilla.

Yrodeóconsusbrazoselcuellodeljoven,quelevantándoladelsuelo,seadentróaudazmenteenaquel torbellinodeespuma,yempezó, tambaleante,aalejarsede laribera.

Entretanto, el pavo real fue a posarse sobre el hombro de la anciana. Las doslanzasquellevabaJasónensusmanosleimpidierontropezar,ayudándoleaencontrarelmejor camino entre las rocasocultas; pero lo cierto es que a cada instante creíaestarapuntodecaer,yseveíaarrastradoporlacorriente,comoaquellosárbolesqueibanaladeriva,yaquelloscadáveresdeovejasyvacasqueflotabanportodaspartes.ElgélidotorrentedescendíaporlaescarpadaladeradelOlimpo,rugiendoytronandocomosiodiaraprofundamenteaJasón,otuvieraelfirmepropósitodearrebatarleelpesoquellevabasobresushombros.Amitaddetrayecto,elárbolarrancadoderaíz(que ya os he mencionado), separándose de las rocas que le impedían seguir sucamino, se precipitó contra el joven con sus innumerables ramas, semejantes a loscien brazos del gigante Briareo. Pero pasó velozmente por su lado, sin siquierarozarle. Poco después, sin embargo, se le enganchó un pie en una hendidura quehabíaentredospiedrasy,alintentarsacarlo,perdióunadesussandaliasdecordonesdorados.

Cuandoestoocurrió,eljovenpríncipenopudoevitarmanifestarsuirritación.—¿Quéteocurre,Jasón?—inquiriólaanciana.—Algoquemedisgustaenormemente—replicóel joven—.Heperdidounade

missandaliasentre lasrocas. ¡Menudapinta tendréalpresentarmeante lacortedelreyPeliasconunpiedescalzo!

—No te lo tomes tan a pecho—exclamó alegremente su compañera—.Haberperdido esa sandalia solo te traerá suerte.Me satisface saber que eres sin lugar adudaslapersonadelaquehaestadohablandoeloráculodelaEncina.

Enaquellosmomentos,Jasónnoteníatiempoparapreguntarloquehabíadichoel oráculo de la Encina; pero la seguridad con que la anciana pronunció aquellaspalabras no hizo sino animarle. Y lo cierto es que, desde que llevaba a aquelladesconocida a hombros, se sentía más fuerte y poderoso que nunca. En lugar dehallarseextenuado,sufuerzaparecíaaumentaramedidaqueavanzaba;y, luchandocontra la corriente, logró alcanzar la otra orilla, pisó tierra firme, y depositó a laanciana y a su pavo real sanos y salvos sobre la hierba. Y fue entonces cuando

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contempló con desconsuelo su pie descalzo, en el que solo quedaba un resto delcordóndoradocolgandodeltobillo.

—No pasará mucho tiempo antes de que consigas un par de sandalias máshermosas—afirmó la anciana,mirándole amablemente con susbellosojososcuros—. Cuando el rey Pelias descubra tu pie descalzo, te prometo que su rostropalidecerá.Ahíestáelcaminoquedebestomar.Sigueadelante,buenJasón,yquemibendición te acompañe.Y, cuando te sientes en tu trono, recuerda a aquella pobreancianaalaqueayudasteacruzarelrío.

Y, con estas palabras, se alejó cojeando, mientras le sonreía por encima delhombro.

Quizáfueraelbrillodesushermososojososcuros,queparecíaniluminartodoloque les rodeaba,pero el jovencreyóver algonobleymajestuosoen su figuray, apesar de cojear como si padeciera reuma, andaba con la gracia y dignidad de unareina.Elpavoreal,quesehabíabajadodesuhombro,laseguíacontoneándoseconfastuosa pompa, al tiempo que desplegaba su magnífica cola para que Jasón laadmirara.

Cuandolaancianayelpavorealdesaparecierondesuvista,eljovenreanudósuviaje.Trasrecorrerunalargadistancia,llegóaunaciudadalpiedeunamontaña,nomuylejosdelacosta.Enlasafueras,encontróaunagranmuchedumbre,nosolodehombres y mujeres, sino también de niños, vestidos con sus mejores galas, ydisfrutandodeundíadefiesta.Lamultitudsehizomásnumerosaalacercarsea laorilla del mar; y por encima de las cabezas, Jasón divisó una humareda que seelevabaenelcieloazul.Preguntóaunodeaquelloshombresdóndeestabayporquéhabíatantaspersonasreunidas.

—EsteeselreinodeIolco—lecontestó—,ysomoslossúbditosdelreyPelias.NuestromonarcanoshaconvocadoparaqueveamoscómosacrificauntoronegroaNeptuno,quiensegúndicenessupadre.Alláalolejos,dondeseveaquellaespiraldehumo,seencuentraelaltar.

Ymientrasrespondíaasuspreguntas,nocesabademiraraJasónconcuriosidad;puessuvestimentaeramuydiferentedeladeloshabitantesdeIolco,yerasindudamuyextraño,enaquellastierras,veraaqueljovenconunapieldeleopardosobreloshombros y una lanza en cadamano. Asimismo, Jasón se dio cuenta de que aquelhombreobservabadetenidamentesuspies,unodeloscuales,comobienrecordaréis,estabadescalzo,mientraselotrollevabalasandaliadecordonesdoradosdesupadre.

—¡Miradle!¡Miradle!—exclamódirigiéndoseasusvecinos—.¿Loveis?¡Solocalzaunasandalia!

Al oír esto, lamuchedumbre empezó amirar a Jasón; y todosmostraban granasombroantesuaspecto.Sinembargo,loquemásparecióllamarlaatenciónfueronsuspies.Yeljovenlesoíamurmurar:

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—¡Unasandalia!¡Unasandalia!¡Elhombreconunasandalia!¡Alfinhallegado!¿Dedóndeprocederá?¿Quépensaráhacer?¿Yquélediráelrey?

El pobre Jasón, avergonzado, decidió que los habitantes de aquel país eranbastantemaleducados,puesnoleparecióbienquehablarancontantodescarodesuaspecto desaliñado. Desconozco si se abrió paso entre aquella multitudvoluntariamenteolehicieronavanzaraempujones,pero,encualquiercaso,notardóenhallarseenelaltardondeelreyPeliassacrificabauntoronegro.Elmurmullodesorpresade lamuchedumbre, al contemplarelpiedescalzode Jasón, se intensificóhastatalpuntoquelaceremoniaseinterrumpió.Elrey,sosteniendoenaltoelenormecuchillo con el que se disponía a degollar al toro, se volvió con furia y clavó sumiradaeneljovenpríncipe.Elpueblohabíaretrocedido,yJasónseencontródelantedelaltar,completamentesoloconelenojadoreyPelias.

—¿Quiéneres?—gritóelrey,frunciendoelentrecejo—.¿CómoosasarmarestealborotomientrassacrificountoronegroamipadreNeptuno?

—Noesculpamía—repusoJasón—.Majestaddebessaberquesontussúbditosquieneshanorganizadoestetumultoalvermipiedescalzo.

Cuandoel jovenpronuncióestaspalabras, lamiradadelreyparecióclavarseensusandalia.

—¡Ajá!—refunfuñó—.¡Heaquíalmuchachodelpiedescalzo!¿Quépodríayohacerconél?

Yagarróconmásfuerzaelcuchillo,comosipensaramataraJasónenlugardealtoro.Todosaquellosqueseencontrabancercaoyeronsuspalabrasconclaridad;yloqueempezócomounsusurroterminóconvirtiéndoseenunclamor.

—¡Hallegadoelhombredelasandalia!¡Laprofecíasecumplirá!Pues debéis saber que,muchos años antes, el oráculo de la Encina deDodona

había vaticinado que el rey Pelias sería destronado por un hombre con un piedescalzo. Por esta razón, el monarca había dado estrictas órdenes de que nadiecompareciera ante su presencia, a menos que llevara bien atadas sus sandalias; yhabíaunoficialenpalaciocon laúnicamisióndeexaminar lospiesde lagente,yproporcionarnuevocalzado,aexpensasdelerarioreal,siencontrabacualquierseñalde deterioro. En todo su reinado, Pelias jamás se había sentido tan nervioso yasustadocomoalcontemplarelpiedescalzodeJasón.Sinembargo,alserunhombredenaturalezaosadaydedurocorazón,notardóenrecuperarsusangrefría,yempezóabuscarlaformamássencilladedeshacersedeaquelpeligrosodesconocido.

—Jovenextranjero—dijo,conel tonomássuavequepodáis imaginar,a findecoger desprevenido a nuestro héroe—. ¡Bienvenido a mi reino! A juzgar por tusropajes,hasrecorridounalargadistancia,puesenestas tierrasnoacostumbramosacubrirnosconunapieldeleopardo.¿Podríasdecirmecómotellamasydóndefuisteiseducado?

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—Mi nombre es Jasón —replicó el joven príncipe—. Desde mi más tiernainfancia,habitéenlacavernadeQuirónelcentauro.Élfuemimaestro,ymeenseñómúsica,equitación,ynosolocómocurarheridas,sinotambiéncómoinfligirlasconmisarmas.

—HeoídohablardeQuirón,elmaestro—contestóelrey—.Yséquesucabezaestállenadesabiduría,apesardeencontrarsesobreuncuerpodecaballo.Esungranplacerparamíteneraunodesusdiscípulosenestacorte.Sinembargo,conelfindecomprobarcuántohasaprendidodetanexcelentemaestro,¿mepermitesquetehagaunasolapregunta?

—Jamáshepretendidosermuysabio—afirmóJasón—.Peropregúntameloquedeseesyresponderélomejorquepueda.

Pues bien, el rey Pelias deseaba astutamente tender al joven una trampa,obligándoleadeciralgoquesindudacausaría su ruina.Porello, conunamalvadasonrisaenloslabios,pronunciólassiguientespalabras:

—¿Quéharías,valienteJasón,siconocieraslaexistenciadeunhombredestinadoaocasionartuperdiciónytumuerte?¿Ysiestecayeraentupoder?

Pero, cuando el joven percibió un brillo de crueldad en sus ojos, tuvo elconvencimiento de que el monarca había adivinado el motivo de su llegada, ydeseaba utilizar cualquier respuesta en su contra. No obstante, sentía un profundodesprecio por la mentira y, como era un príncipe honorable y virtuoso, decidióexpresarúnicamentelaverdad.Puestoqueelreyhabíaelegidohacerleesapregunta,yJasónhabíaprometidocontestarle, solopodía responder loqueharíasi tuvieraalpeordesusenemigosenfrente.

Demodoque,despuésdemeditarlounosmomentos, exclamóconvoz fuerteysegura:

—¡Loenviaríaenbuscadelvellocinodeoro!Debéis saber que dicha empresa era lamás difícil y arriesgada delmundo. En

primer lugar, había que emprender un largo viaje y cruzar los mares másdesconocidos.Apenasexistía lamenoresperanzadequeun jovenqueemprendieraesteviajelograraconseguirelvellocinodeoro,yregresaraconvidaparanarrarlospeligrosalosquesehabíaenfrentado.Losojosdelreyresplandecierondealegríaaloírsurespuesta.

—¡Bien dicho!—gritó—. ¡Cuánta sabiduría muestras, hombre de la sandalia!Márchatedeaquíy,aunariesgodetupropiavida,tráemeelvellocinodeoro.

—Así lo haré—repuso Jasón sin perder la calma—.Y si fracaso, puedes estarseguro de que no volveré amolestarte conmi presencia. Pero, si consigo regresarvictorioso a Iolco, abandonarás enseguida tu trono y me entregarás el cetro y lacorona.

—¡Estábien!—aseguróel reyPeliasconungestodeburla—.Pero,entretanto,

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dejaquesigacuidandodeellos.Al alejarse del monarca, Jasón decidió dirigirse en primer lugar a Dodona, y

preguntaraloráculodelaEncinaelmejorcaminoaseguir.Aquelmaravillosoárbolestaba en medio de un bosque milenario. Su majestuoso tronco se elevaba atrescientosmetrosdelsuelo,yproyectabaunainmensaytupidasombrasobremásdeunacredetierra.Enesasombraymirandolasentrelazadasramasdeverdeshojasyelcorazónmisteriosodelviejoárbol,eljovenpríncipeempezóahablarle,comosisedirigieraaunapersonaocultaentresuespesura.

—¿Quédebohacerparaconseguirelvellocinodeoro?—inquirió.Sus palabras fueron seguidas de un profundo silencio, no solo a la sombra del

oráculo de la Encina, sino en todo aquel bosque solitario.Un pocomás tarde, sinembargo,lashojasdelagigantescaencinaempezaronaagitarseyasusurrar,comosiunasuavebrisalasmeciera;entretanto,losdemásárboleshabíanenmudecido.

Elsusurrofuehaciéndosecadavezmásintenso,hastaconvertirseenelrugidodeun vendaval. Y el joven tuvo la sensación de que empezaba a distinguir unaspalabras,aunquesindudaconfusas,pueseracomosiunsinfíndelenguasparlotearanal mismo tiempo (ya que cada hoja parecía hablar con voz propia). Pero el ruidoaumentóenamplitudyprofundidad,comosifuerauntornado,queconvirtióenunasola voz losmiles ymiles de pequeños susurros que cada una de las verdes hojasproducía al agitarse.Y en aquelmomento, a pesar de que continuabaoyéndoseunviento huracanado entre las ramas, una profunda voz, que hablaba con toda laclaridadqueunopodríaesperardeunárbol,exclamó:

—VeavisitaraArgos,yordénaleconstruirunagaleradecincuentaremos.

Ylavozpareciódesvanecersepocoapocoentreelrumordelashojas,hastaquedejó de oírse del todo. Y Jasón se preguntó si aquellas palabras las habría oído

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realmente o serían solo fruto de su imaginación. Pero cuando preguntó a loshabitantesdeIolcoporunhombrellamadoArgos,estoslerespondieronquevivíaenaquella ciudad y era un hábil constructor de navíos. Esto lemostró que la Encinatenía cierta inteligencia; pues de otro modo, ¿cómo habría podido conocer suexistencia?Nadamásoírsupetición,Argosaceptóconstruirunaenormegalera,queprecisaríacincuentavigorososremeros,apesardequehastaentoncesjamássehabíavistoenelmundounanavetangrande.Asípues,elmaestrocarpintero,susoficialesy sus aprendices empezaron a trabajar. Y, durante mucho tiempo, estuvieronsumamenteatareados,cortandolamaderayarmandogranestrépitoconsusmartillos,hastaqueelnuevobarco,querecibióelnombredeArgo,estuvolistoparaserbotado.Y, puesto que el oráculo de laEncina le había aconsejado con tanto acierto, Jasóncreyóconvenientevisitarlounavezmás.Asípues, regresó al bosquey, debajodeltroncogigantescoyrugoso,lepreguntóquédebíahaceracontinuación.

Pero aquella vez las hojas no temblaron. Y, unos instantes después, Jasón sepercatódequesolounadelasgrandesramasempezabaasusurrar,comosifueralaúnicamecidaporelviento.

—¡Cortaestarama!—parecióresponder—.¡Cortaestarama!¡Cortaestarama!Yconviértelaenelmascaróndeproadetunave.

Obedeciendolasórdenesdetanextrañavoz,Jasóncortólaramaconsuespada.Ypidió a un escultor de la región que tallara elmascarón de proa. Se trataba de unartesanobastantehabilidoso,quesehabíaencargadoanteriormentedealgunasobrasparecidas, con figuras que pretendían ser femeninas, muy semejantes a las queactualmentevemosenelbauprésdelasnaves,conesosgrandesojosfijos,quejamáspestañeancuandolaespumalossalpica.Sinembargo,aquelescultortuvolaextrañasensación de que un poder invisible guiaba su mano, infundiéndole una destrezamuchomayordelaquehabitualmentetenía;asimismo,susherramientastallabanunaimagenqueéljamáshabríasoñadoesculpir.Cuandolaobraestuvoterminada,resultóserlafiguradeunahermosamujer,conunyelmoenlacabeza,yunoslargosbuclescayendosobreloshombros.Enlamanoizquierdallevabaunescudo,encuyocentroaparecíarepresentadalacabezadelaMedusaconsusrizosdeserpientes.Ysubrazoderecho parecía señalar el horizonte. El rostro de aquella maravillosa estatua, sinllegar a ser amenazador, reflejaba tanta gravedad que es muy posible que loencontrarais algo severo; y parecía a punto de abrir los labios y pronunciar unaspalabrasdeenormesabiduría.

Jasónestabaencantadoconlafigura,ynodejódescansaralartesanohastaquenoestuvo terminada; entonces sus hombres la instalaron en la proa de la nave,exactamenteenelmismolugardonde,desdeaquellostiemposhastanuestrosdías,secolocanlosmascaronesdeproa.

—YahoravolveréavisitaraloráculodelaEncina—exclamó,contemplandoel

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semblantedignoyapacibledelaestatua.—No es necesario que lo hagas, Jasón —dijo una voz, que, a pesar de su

suavidad, le recordó al gigantesco árbol deDodona—. Cada vez que necesites unbuenconsejo,acudeamí.

Jasónestabamirandoelrostrodelaestatuacuandoseoyeronestaspalabras.Peronopodíadarcréditoasusoídosniasusojos.Loslabiosdemaderasehabíanabierto,yparecíaevidentequedeelloshabíasurgidolamisteriosavoz.Recuperándosedesuasombro,eljovenprínciperecordóqueelmascaróndeproahabíasidotalladoenlaramadeloráculodelaEncina,porloqueresultabanaturalquepudierahablar,ynohabía nada sorprendente en ello; habría sidomuchomás extraño que careciera dedichafacultad.Ysecreyórealmenteafortunadodepoderllevarconsigoaquellaramallenadesabiduría,puessindudaestabaapuntodeemprenderun largoypeligrosoviaje.

—Dime, maravillosa imagen —exclamó Jasón—, puesto que has heredado lasabiduría del oráculo de Dodona, del cual eres hija, ¿dónde encontraré cincuentaaudacesjóvenesdispuestosaacompañarmeenmigalera?Necesitarébrazosfornidospara remar, y corazones valerosos para enfrentarse a los peligros; de otro modo,jamásconseguiremoselvellocinodeoro.

—¡ReúneatodosloshéroesdeGrecia!—replicólafigurademadera.Y, teniendo en cuenta la dificultad de la empresa que estaba a punto de

emprender, ¿acaso podía haber un consejo más sabio que aquel que recibió delmascarón de proa? Inmediatamente, envió mensajeros a todas las ciudades,notificando a los habitantes deGrecia que el príncipe Jasón, hijo del reyEsón, sedisponía a partir en busca del vellocino de oro, y que precisaba la ayuda de loscuarenta y nueve jóvenesmás fuertes y valientes del país, para que remaran en sunaveycompartieransuspeligros.Yélseríaelnúmerocincuenta.

Al difundirse esta noticia, los más intrépidos aventureros empezaron amovilizarse.Algunos ya se habían enfrentado a gigantes, y habían acabado con lavidadeterriblesdragones;ylosmásjóveneseinexpertos,queaúnnohabíantenidotantasuerte,seavergonzabandenohabertenidolaoportunidaddecabalgaralomosdeunaserpientevoladora,odeclavarsuslanzasenlaQuimera,o,porlomenos,deintroducirsubrazoderechohastaelfondodelagargantadeunmonstruosoleón.Eraevidente que teníanmuchas posibilidades de vivir lasmás emocionantes aventurasantes de encontrar el vellocino de oro. Tan pronto como pulieron su escudo y suyelmo,yseciñeronsulealespada,acudieronenmasaaIolco,ysubieronabordodelanuevagalera.SaludandoaJasón,leaseguraronqueestabandispuestosamorirportannoblecausa,yqueremaríanhastalosconfinesdelatierra,einclusomáslejos,siasílodeseaba.Quirón,elpedagogocuadrúpedo,tambiénhabíaeducadoamuchosdeaquellos audaces aventureros, que conocían el valor de Jasón desde la infancia.El

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poderosoHércules,cuyoshombrosllegaríanasostenerelcieloañosdespués,eraunodeellos;y tambiénestaban losgemelosCástoryPólux,aquienesnuncanadieosóllamargallinas,apesardehabernacidodelcascaróndeunhuevo;yTeseo,famosoporhaberdadomuertealMinotauro;yLinceo,consumaravillosavistadelince,queeracapazdeatravesarconsumiradaunapiedrademolino,odedivisarelcentrodelatierra,descubriendolostesorosqueallíseagolpaban;yOrfeo,elmásconsumadode los arpistas, que cantaba y tañía la lira con tanta dulzura que las bestias mássalvajesseerguíansobrelaspatastraserasybrincabanalsondesumúsica.Y,cuandolasmelodías eranmás conmovedoras, incluso las rocas parecían bailar, y aquellasenormesmoles recubiertasdemusgo se separabande la tierra.Enunaocasión, losárbolesdeunpequeñobosquedesenterraronsusraícesy,saludándoseunosaotros,interpretaronunadanzacampesina.

Uno de los remeros era una hermosa joven llamada Atalanta, que había sidocriada en las montañas por una osa. Y tenía un paso tan ligero que podía andarsaltandode laespumosacrestadeunaolaa laespumosacrestadeotra, sinapenasmojarse la suela de sus sandalias. Había crecido de forma salvaje, y hablabaconstantementedelosderechosdelasmujeres;yesinnegablequepreferíacazaroiralaguerraquequedarsetejiendo.Sinembargo,enmiopinión,losdoshombresmásextraordinariosdetanfamosacompañíaeranlosdoshijosdelVientoNorte(jóvenesetéreosybastantefanfarrones),puesteníanalasenloshombrosy,cuandoelvientoestaba en calma, hinchaban los carrillos y soplaban, levantando una brisa casi tanfrescacomoladesupadre.Tampocoolvidaréalosprofetasyhechiceros,puestoquehabíavariosentrelatripulación,ypodíanpredecirloqueocurriríaaldíasiguiente,ocien años después, aunque generalmente no eran demasiado conscientes de lo quesucedíaenelmomento.

Jasón confió a Tifis el timón de la nave, porque era astrónomo y conocía elmanejodelcompás.Linceo,graciasasuasombrosavista,ocupóelpuestodevigíadeproa; y, aunque era capaz de avistar lo que ocurría a un día de navegación,normalmente era incapaz de ver lo que tenía ante sus narices. Si el mar erasuficientementeprofundo,Linceo leshablabade lasrocasode losbancosdearenaqueallíseencontraban;yavecesgritabaasuscompañerosqueestabannavegandosobre increíbles tesoros hundidos (que, por el simple hecho de contemplarlos, laverdad es que no le enriquecían). Pero, para ser sinceros, casi nadie creía en suspalabras.

Cuando los argonautas, como fueron denominados los cincuenta intrépidosjóvenes,habíanhechotodoslospreparativosparaelviaje,surgióunimprevistoqueestuvoapuntodedesbaratarsusplanes.Hayquetenerencuentaqueelnavíoeratanlargoyanchoypesabatanto,quelafuerzadeloscincuentahombresnoerasuficienteparaempujarlohastaelagua.SupongoqueHérculeserademasiadojovenytodavía

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no había alcanzado la fortaleza ni la estatura que le caracterizarían, pues, de locontrario, él solo lo habría puesto a flote, con lamisma facilidad con que un niñoponesubarquitoenunpequeñoestanque.Sinembargo,ahítenemosaesoscincuentahéroes,empujandocontodassusfuerzas,conelrostrocongestionado,sinlograrqueelArgosemuevasiquierauncentímetro.Finalmente,sesentaronexhaustosalaorilladel mar; y, desconsolados, pensaron que tendrían que abandonar la nave, que sepudriríaallímismo,ycruzarelmaranadooperderparasiempreelvellocinodeoro.

Depronto,Jasónrecordóelmilagrosomascaróndeproadelagalera.—¡Oh,hijadeloráculodelaEncina!—gritó—.¿Cómopodríamosllevarlanave

hastaelagua?—¡Sentaos!—respondió la figura (que sabía desde el principio lo que debían

hacer,ysoloesperabaquese lopreguntaran)—.¡Sentaos!Cogedvuestros remosydejadqueOrfeotoqueelarpa.

Los cincuenta héroes subieron enseguida a bordo y, cogiendo los remos, losalzaronhaciael cielo,mientras losdedosdeOrfeo (aquien legustabamuchomástocarsumúsicaqueremar)tañíansuarpa.Alsonarlaprimeranota,notaronqueelnavíosemovía.Orfeosiguiótocandoconentusiasmo,ylagalerasedeslizóhaciaelmar,hundiendotanprofundamentesuproaqueelmascarónbebiódelasolasconsusmaravillososlabios,antesdeelevarsedenuevoyflotarcomouncisne.Loscincuentahombresempezaronaremar,ylablancaespumaparecióhervirenlaproa,mientrasOrfeo interpretabaunamelodía tanalegreque lanaveempezóa seguir sucompás,saltandoybailandoporencimadelasolas.Yasífuecomolanavedelosargonautaszarpóvictoriosadelpuerto,entrelosvítoresyaplausosdetodos,exceptodelmalvadoyviejoreyPelias,quecontemplóconelceñofruncidosupartidadesdeloaltodeunpromontorio,deseandocontodassusfuerzasexpulsaraquellatormentadecóleraquehabíaestalladoensucorazónyhundirlagigantescanaveconsutripulación.Despuésdenavegaralgomásdecincuentamillas,Linceomirócasualmentehacialacostaconsuspenetrantesojos,ydijoqueaúnveíaalmalvadorey,encaramadoenloaltodelpromontorio, conun aspecto tan tenebrosoque semejabaunoscuronubarrón en elhorizonte.

A fin de pasar el tiempo más agradablemente durante la travesía, los héroesempezaron a hablar del vellocino de oro. Según decían, había pertenecido, en unprincipio,auncarnerodeBeocia,quehabíacruzadotierrasymareshastallegaralaCólquide,llevandoalomosadosniños,cuyavidacorríaungravepeligro.Unodelospequeños,Helle,cayóalmaryperecióahogado;peroelotro (unpequeño llamadoFrixo)alcanzósanoysalvolaorillagraciasallealcarnero,que,encuantosaliódelagua,setendióexhaustoenlaarenaymurió.Paraconmemoraraquellabuenaacción,ycomopruebadesufidelidadybuencorazón,lapieldelpobreanimalsetransformómilagrosamente en oro, convirtiéndose en uno de los objetosmás hermosos jamás

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conocidos. Y lo colgaron de un árbol en un pequeño bosque sagrado, donde seencuentra desde tiempo inmemorial, siendo la envidia de los soberanos máspoderosos,quenoposeíannadatanmaravillosoensuspalacios.

Situvieraquecontarostodaslasaventurasdelosargonautas,estaríaaquíhastaelanochecer, y es muy posible que necesitara incluso más tiempo. Les ocurrieronsucesosrealmenteprodigiosos,comobienpodéisjuzgarporloqueyaosherelatado.En una isla fueron recibidos de forma hospitalaria por el rey Cícico, su soberano,quiencelebróunafiestaensuhonorylestratócomoahermanos.Losargonautassepercataron, sin embargo, de que aquel buen monarca parecía deprimido ypreocupado.Alpreguntarlequéleocurría,elreyCícicocontestóquetantoélcomosus súbditos eran hostigados e incomodados por los habitantes de una montañacercana,quehabíandecididodeclararleslaguerra,matandoasupuebloycausandoverdaderos estragos.Ymientras les contaba todo esto,Cícico señaló lamontaña ypreguntóaJasónyasuscompañerossidivisabanalgo.

—Veounosobjetosenormes,majestad—respondióJasón—;peroestántanlejosquenopuedodistinguirlosconclaridad.Parasersincero,resultantanpeculiaresqueno me extrañaría que se tratara de simples nubes, que hubieran adoptado formashumanasporsimplecasualidad.

—Pues yo los veo con total nitidez —afirmó Linceo, cuyos ojos, como biensabéis,parecíantelescopios—.Sonungrupodegigantesenormes,conseisbrazos,ytodosellosllevanunmazo,unaespada,yunarmadiferenteencadamano.

—Tienesunavistaexcelente—dijoel reyCícico—.Enefecto, songigantesdeseisbrazos.¡Ojalánosdejaranvivirenpaz!

Al día siguiente, cuando los argonautas se disponían a zarpar, los terriblesgigantes bajaron de la montaña, agitando sus brazos con un aspecto realmenteamenazador.

Cadaunodeaquellosmonstruoseracapazdelibrarporsísolounabatalla,puesconsusdiferentesbrazospodíaalmismotiempolanzarenormespedruscos,blandirelmazo, empuñar la espada, arrojar una lanza, tensar el arco y disparar sus flechas.Pero,afortunadamente,apesardesertanenormesydetenertantosbrazos,lociertoesquesoloteníanuncorazón,quenoeranimásgrandenimásvalerosoqueeldeunapersona ordinaria. Además, aunque hubieran tenido cien brazos comoBriareo, losintrépidosargonautashabríanluchadohastaderrotarlos.Jasónysusvalientesamigosse dirigieron a su encuentro,mataron a un gran número de ellos y ahuyentaron alresto,de talmodoque,si losgiganteshubieran tenidoseispiernasen lugardeseisbrazos,habríanpodidoponerseasalvoenmenostiempo.

YcorrieronotraextrañaaventuraalllegaraTracia,dondeencontraronaunpobrereyciegollamadoFineo,quehabíasidoabandonadoporsussúbditosyhabitabasoloenlamásextremadelaspobrezas.CuandoJasónlepreguntósipodíanhaceralgopor

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él, Fineo le respondió que vivía atormentado por tres grandes criaturas aladas,conocidas como las arpías, que tenían rostro demujer y alas, cuerpos y garras debuitre.Aquellasdesalmadasacostumbrabanaarrebatarlelacomida,molestándolesindescanso.Aloírestaspalabras,losargonautasorganizaronunespléndidobanqueteala orilla delmar, pues sabían que, en cuanto llegara hasta las arpías el olor de lasviandas, su voracidad las empujaría a robarlas. Y eso fue lo que ocurrió; apenashabíanterminadodecolocarelbanquetesobrelamesa,cuandolasodiosasmujeresbuitreseacercaronvolando,cogieronlosalimentosconsusgarras,yhuyeronatodaprisa.PerolosdoshijosdelVientoNortedesenvainaronsusespadas,desplegaronsusalasyempezaronaperseguiralastresladronas,alasquedieronfinalmentealcanceentre unas islas, después de haberlas perseguido cientos de kilómetros. Los dosjóvenes alados (que tenían tanmal carácter como su padre) atemorizaron hasta talpunto a las arpías con sus espadas que estas juraron solemnemente no volver amolestaralreyFineo.

Entonces los argonautas se hicieron nuevamente a la mar y corrieroninnumerablesaventuras;ypuedoasegurarosquecualquieradeellasseríadignadeunrelato.Enunaocasión,arribaronaunaislay,mientrasdescansabansobrelahierba,sevieronsorprendidosporelataquedeloqueparecíaunaverdaderalluviadeflechasconpuntasdeacero.Unasseincrustaronenlatierrayotrasgolpearonsusescudos,aunquetambiénalgunasseclavaronensuscarnes.Loscincuentahéroes,poniéndoseenpiedeunsalto,empezaronabuscarellugardondeseocultabaelenemigo;peronohallaronniunrincónentodalaisladondepudieraesconderseunsoloarquero.Perolasflechassiguieroncayendosobreellos;ysucedióque,allevantarlavistahaciaelcielo, avistaron una enorme bandada de pájaros, volando en las alturas, quedisparabansusplumascontralosargonautas.Yaquellaseranlastemiblesflechasconpunta de acero que tanto les habían importunado. Era imposible oponer la menorresistencia a aquel ataque; y con toda seguridad los cincuenta heroicos argonautashabríanperecidoosufridogravesheridasamanosdeaquellospajarracos,sinllegaraverjamáselvellocinodeoro,siJasónnosehubieraacordadodepedirconsejoasumascaróndeproa.

Con este fin, corrió hacia la nave tan rápidamente como le permitieron suspiernas.

—¡Oh,hijadeloráculodeDodona!—gritócasisinaliento—.Necesitamosmásque nunca tu sabiduría. Nos ataca una bandada de pájaros que nos disparan susplumasconpuntasdeacero.¿Quépodemoshacerparaahuyentarlosyescaparasíatangravepeligro?

—¡Organizadungranestruendoconlosescudos!—contestólafigurademadera.Al oír tan excelente consejo, Jasón regresó rápidadamente con sus compañeros

(bastantemásdesesperadosquecuandolucharoncontralosgigantesdeseisbrazos),

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y les ordenó que golpearan los escudos de bronce con sus espadas. Los cincuentahéroesleobedecieronenelacto,aporreándoloscontodassusfuerzas,yorganizarontalestrépitoquelospájarosnotardaronenalejarse;y,apesardequehabíanperdidolamitaddesuplumaje,enseguidaalcanzaronlasnubesyvolaronagranaltura,comosifueranunabandadadegansossalvajes.Orfeocelebrólavictoriatocandounhimnotriunfal con su arpa, y cantó con voz tan melodiosa que Jasón se vio obligado arogarle que se callara; pues no debían olvidar que los pájaros de plumas de acerohabían huido del desagradable estruendo, y no sería de extrañar que aquella bellamúsicalograraatraerlosdenuevo.

En aquella isla, vieron también acercarse un día una pequeña nave, en la queviajabandosjóvenesdeporteprincipescoygranhermosura(talcomolospríncipessolíanserenaquellostiempos).EranloshijosdelmismísimoPrixo,aquelquesiendoniñofuellevadoalaCólquidealomosdelcarneroqueterminaríaconvirtiéndoseenelvellocinodeoro.Prixohabíacontraídomatrimonioconlahijadelreydeaquellastierras,porloquesusdoshijoshabíancrecidoallí.Ylosdosmuchachossolíanjugarenlosalrededoresdeaquelpequeñobosque,encuyocentroseencontrabaelfamosovellocino de oro. En aquellosmomentos se dirigían aGrecia, con la esperanza derecuperarelreinoquelehabíasidotaninjustamentearrebatadoasupadre.

Cuandolosdospríncipesconocieroneldestinodelosargonautas,seofrecieronavolveralaCólquideparaservirlesdeguía,apesardequedudabandeléxitodetanambiciosa empresa. Según les contaron, el vellocino de oro estaba vigiladopor unterrible dragón, que devoraba de un solo bocado a todo aquel que se aventurara aacercarse.

—Encontraréisotrosobstáculosenvuestrocamino—continuaronlosdosjóvenes—.Pero¿acasoesenoosparecesuficiente?ValerosoJasón,regresaantesdequeseademasiadotarde.Sentiríamosunprofundodolorsitúytuscuarentaynuevebravoscompañerosfueraisengullidosencincuentabocadosporeseabominabledragón.

—Misjóvenesamigos—respondiónuestrohéroesinperderlacalma—.Noesdeextrañar que penséis que es un monstruo tan terrible. Desde vuestra más tiernainfanciaoshaninculcadounprofundotemoraél,porloqueesnaturalquesintáiselmismoespantoaloírsunombrequelosniñosantelosfantasmasylosduendes.Sinembargo,enmiopinión,eldragónnoesmásqueunagranserpiente,ycreoquetengomásposibilidadesdecortarlelacabezaydespellejarlequedeserdevoradoporéldeun solo bocado. En cualquier caso, aunque mis hombres decidan regresar, jamásvolveréaverGrecia,sinoesconelvellocinodeoro.

—¡Ninguno de nosotros te abandonará! —gritaron sus cuarenta y nuevecompañeros—.Subamosahoramismoabordodelagaleray,siterminamossirviendodedesayunoaldragón,¡queleaproveche!

Y Orfeo (que tenía la costumbre de convertir en música cualquier situación)

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empezó a tocarmaravillosamente el arpa, y a cantar con su hermosa voz, y todossintieron que no había nada más admirable en este mundo que luchar contra undragónynadamáshonrosoqueserengullidodeunbocado,enelpeordeloscasos.

Guiados por aquellos dos príncipes que tan bien conocían el rumbo, losargonautasnavegaronvelozmentehacialaCólquide.CuandoelreyEetesseenteródesullegada,ordenóllevarinmediatamenteaJasónantesupresencia.Eraunmonarcasevero y cruel; y, a pesar de que fingió ser amable y hospitalario, Jasón tuvo elpresentimiento de que era tan malvado como el rey Pelias, aquel que habíadeshonradoasupadre.

—¡Bienvenidoami reino,valerosoJasón!—dijoEetes—.Y,dime,¿esesteunviaje de placer o te diriges a descubrir nuevas islas? ¿A qué debo el honor de tuvisita?

—Granseñor—contestóJasón,haciéndoleunareverencia,puesQuirónlehabíaenseñadoacomportarseconpropiedad,estuvieraanteunreyoanteunmendigo—,hellegadoatustierraspararogartequemepermitascumplirunaimportantemisión.ElreyPelias,queocupaeltronodemipadre(alcualnotienemásderechoqueaestequevuestramajestadahoraocupa),sehacomprometidoaentregarmesucoronaysucetrosiconsigoregresarconelvellocinodeoro.Comobiensabes,esteseencuentraen la Cólquide, por lo que vengo a suplicaros humildemente que me permitasapoderarmedeél.

Muyasupesar,elrostrodelreysecontrajoderabia;puesloquemásapreciabaenestemundoeraelvellocinodeoro,einclusosesospechabaquehabíahechoalgoincreíblemente perversopara convertirse en su dueño.Por esta razón, al oír que elintrépido príncipe y cuarenta y nueve de los jóvenes guerreros más valerosos deGrecia habían llegado a la Cólquide, con el único fin de quitarle su más valiosotesoro,sepusodelpeorhumorimaginable.

—¿Acaso sabes cuáles son las condiciones que debes cumplir antes de tomarposesióndelvellocinodeoro?—preguntóaJasón,mirándoleseveramente.

—Heoídodecir—replicóeljoven—queundragónvigilatanpreciadotesoro,yquecualquieraqueseacerquecorreelpeligrodeserengullidoporél.

—Así es —afirmó el rey, esbozando una siniestra sonrisa—. Tus palabrasencierran una gran verdad, Jasón. Sin embargo, existen otros peligros inclusomayores, antes de que puedas tener el privilegio de que te devore el dragón. Enprimerlugar,tendrásqueamansaralosdostorosconpatasypulmonesdebroncequeVulcano,elmaravillosoherrero,hizoparamí.Tienenunhornoencadaunodesusestómagos,yarrojantantofuegoporsusnaricesybocas,quenadiehapodidojamásacercarseaellossinmorircarbonizadoalinstante.¿Quépiensasdetodoesto,bravoJasón?

—Es un peligro al que debo enfrentarme —respondió el joven sin perder la

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compostura—,puestoqueesunobstáculoenmicamino.—Despuésdeamansaralosferocestoros—continuóelreyEetes,quesehabía

propuestoatemorizaraJasón,deserestoposible—,tendrásqueponerlesunaradoylabrar la tierra sagrada del bosquecillo de Marte. Y sembrarás allí alguno de losdientesdeldragónconlosqueCadmoobtuvoaquellacosechadehombresarmados.Desde luego los hijos de los dientes del dragón son una pandilla de bandidosindisciplinados,y,amenosquesepascómotratarlos,teatacaránconsusespadas.Túytuscuarentaynueveargonautasseríaisincapacesdevenceralterribleejércitoquesurgirádelatierra.

—HacemuchotiempoquemimaestroQuirónmecontólahistoriadeCadmo—contestóeljoven—.Quizápuedadominaralospendencieroshijosdelosdientesdeldragón,aligualquetanvalientepríncipe.

—¡Ojaláeldragónacabeconél!—murmuróentredientesel reyEetes—.Ydepaso, con su maestro Quirón, el pedante cuadrúpedo. ¡Qué joven tan temerario ypresuntuoso!Serádivertidoverloquehacenconélmistoros.Bueno,príncipeJasón—continuó diciendo con toda la cortesía de la que era capaz—, será mejor quedisfrutes de un día de descanso; puesto que insistes, mañana pondrás a prueba tuhabilidadconelarado.

MientraselreyhablabaconJasón,unahermosajoven,desdedetrásdeltrono,noapartaba la vista del desconocido, y escuchaba con atención todas sus palabras;cuandoJasónseretiródelapresenciareal,nodudóenseguirlofueradelaestancia.

—Soylahijadelrey—ledijo—,ymellamoMedea.Misconocimientossonmuysuperioresalosdeotrasprincesas,ypuedoobrarprodigiosqueellastemeríaninclusoimaginar. Si confías en mí, te mostraré cómo amansar a los fieros toros, cómosembrarlosdientesdeldragónycómoconseguirelvellocinodeoro.

—Hermosa princesa—se apresuró a contestar el príncipe—, si en verdad meprestaseseservicio,teestaréeternamenteagradecido.

Y,alcontemplaraMedea,reconocióunrostrodeasombrosainteligencia.Eraunadeesaspersonascuyosojosestánllenosdemisterio,porlaprofundidaddesumirada.SiJasónhubierasidocapazdesentirmiedo,elpeordesustemoreshabríasidoteneraaquella joven princesa como enemiga; pues, a pesar de su hermosura, podíaconvertirseenuninstanteenunmonstruotanterriblecomoeldragónquevigilabaelvellocinodeoro.

—Princesa—exclamó—,parecesrealmentesabiaypoderosa.Pero¿cómopodrásayudarme?¿Acasoeresunahechicera?

—Sí,príncipeJasón—respondiósonriendo—.¡Acabasdedarenelclavo!¡Soyunahechicera!Circe,lahermanademipadre,meenseñótodossusencantamientos.Ypodríadecirte,siasílodeseara,quiéneraaquellaancianadelpavoreal,lagranadayelbastónconelpuñotalladoenformadecuclillo,alaqueayudasteacruzarelrío;

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ycontartequién tehablóa travésde los labiosde tumascaróndeproa.Comoves,conozcoalgunosdetussecretos,yeresmuyafortunado,porquemesientoinclinadaafavorecerte; de lo contrario, jamás conseguirías librarte de ser devorado por eldragón.

—Nomepreocuparíatantoesehorriblemonstruosisupieraquédebohacerconlosdostorosdepatasdebronceypulmonesdefuego—afirmóeljoven.

—Tendrás que ser tan valiente como creo que eres—dijoMedea—.Tupropiocorazón te enseñará que solo existe un modo de lidiar con un toro bravo. Ya loaveriguaráscuandoestésenpeligro.Encuantoasualientodefuego,aquítienesesteungüento mágico que he preparado, y que impedirá que mueras achicharrado.Asimismo,tealiviaráencasodesufriralgunapequeñaquemadura.

Puso en sus manos una cajita dorada, y le indicó cómo debía poner aquelperfumadobálsamo,rogándolequevolvieraaverlaamedianoche.

—Si eres valiente —añadió—, amansarás a los toros de bronce antes de quellegueelnuevodía.

El joven le aseguró que podía confiar en su valor. Y corrió junto a suscompañeros, a quienes relató la conversación con Medea, advirtiéndoles de queestuvieranpreparadosporsinecesitabasuayuda.

Alahoraacordada,fueaverlahermosaprincesaenlaescalinatademármoldelpalacioreal.Ellaleentregóunacestaconlosdientesdeldragón,talycomoloshabíaarrancado Cadmo de lasmandíbulas delmonstruo hacíamucho tiempo. Entonces,MedeacondujoaJasónatravésdelassilenciosascallesdelaciudad,hastallegaralasdehesasreales,dondeseguardabanlos torosdepatasdebronce.Eraunanocheestrellada,yunclaroresplandoriluminabaeleste,allídondelalunaestabaapuntodesalir.Alentrarenladehesa,laprincesasedetuvo.

—¡Miracómoreposanenaquel lejano rincón!—exclamó—.Serádivertidoversu reaccióncuando reparenen tupresencia.Nohaynadaquecomplazcamásamipadreyasuscortesanosqueveraunforasterotratandodecolocarleslayunta,afindeconseguirelvellocinodeoro.Cadavezqueestoocurre,secelebraundíadefiestaenlaCólquide.Ylaverdadesqueamítambiénmeencanta.Enunabrirycerrardeojos,sualientodefuegoconviertealjovenencarbonilla.

—¿Estássegura,hermosaMedea—quisosaberJasón—,completamentesegura,de que el ungüento de la cajita dorada es un buen remedio contra esas terriblesquemaduras?

—Siloponesenduda,sinoconfíasenmí—dijolaprincesa,mirándolefijamentealacarabajolapálidaluzdelasestrellas—,seríamejorquejamáshubierasnacido,yquenodierasniunpasomáshacialostoros.

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Peroel joven teníaverdaderoempeñoenconseguirelvellocinodeoro;ydudomuchodequeestuvieradispuestoaregresarasupaíssinél,aunquetuvieralacertezadeverseconvertidoenincandescentesascuasoenblancascenizas,encuantoecharaaandar.Porello, soltando lamanodeMedea,avanzóvalerosamentehaciael lugarquelehabíaseñalado.Aciertadistancia,observócuatrochorrosdehumeantevapor,que aparecían y desaparecían en el aire tras proyectar su débil luz enmedio de laoscuridad. Como podéis imaginar, era el aliento que exhalaban las cuatro fosasnasales de los toros de bronce, al tiempo que rumiaban tranquilamente sobre lahierba.

Cuando Jasón dio dos o tres pasos, los cuatro chorros humeantes parecieronaumentar su intensidad; pues los dos toros de bronce habían oído sus pasos, ylevantaban sus llameantes hocicos para olfatear el aire. El príncipe continuóavanzandoy,porelmodoenquesurgíaelrojovapor,comprendióquelascriaturasacababandeponerseenpie.Ypudoverelbrillodelaschispas,asícomolasintensasllamaradas.Aldarunpasomás, losfuertesbramidosde los torosretumbaronen ladehesa,ysuterriblealientodefuegoiluminólospastosconsudestello.ElvalerosoJasón siguió adelante; y repentinamente, como un relámpago, aquellos terriblesanimales se abalanzaron sobre él, mugiendo enfurecidos, arrojando gigantescasllamaradasblancas;yfuetangrandeelresplandorcomosihubierallegadounnuevodía. Y Jasón vio a las dos espantosas criaturas galopando hacia él, mientras suspezuñasdebroncegolpeabanconestrépitolatierra,ysualientocalcinabalahierba.Yelcaloreratanintensoqueelárbolsecobajoelqueseencontrabaeljovenpríncipeseincendiócomounaantorcha.Sinembargo,graciasalapomadamágicadeMedea,lasllamaradasrodearonelcuerpodeljovenpríncipesinocasionarlelamenorherida,comosifueradeamianto.

Al ver que no se había convertido en cenizas, respiró tranquilo, y esperó con

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nuevosbríoselataquedelostorosdebronce.Cuandoestossedisponíanalanzarlopor los aires, Jasón cogió a uno de ellos por un cuerno, y al otro por el rabo,sujetándolos con tanta fuerza como si sus manos fueran dos vigorosos clavos dehierro;nocabedudadequesusbrazoseranincreíblementepoderosos.Aquellostorosestaban hechizados y Jasón había logrado romper el maleficio de su ardienteferocidadgraciasalaaudaciaconquesehabíaenfrentadoaellos.Ydesdeentonces,escostumbreentreloshombresvalerosos«agarrareltoroporloscuernos»(aunquetambién podría decirse por el rabo) siempre que los asalta algún peligro, lo quesignifica que la mejor forma de vencer la adversidad es enfrentarse a ella convalentía.

YJasónuncióalosdostorosylosenganchósindificultadalarado,quellevabaoxidándoseenunrincóndesdetiempoinmemorial,puesentodosaquellosañosnadiehabíasidocapazdelabraraquellastierras.EsmuyprobablequeelviejoybondadosoQuirónhubieraenseñadoaJasónlamejorformadeabrirunsurco,ynohabríasidodeextrañarqueélpersonalmentehubiesetiradodelarado.Encualquiercaso,nuestrohéroe lohizoconhabilidady,nadamásanochecer, terminódeararaquellaenormeextensiónde tierranegra,en laqueahoradebíaplantar losdientesdeldragón;yeljovenlossembróavoleo,allanandoelterrenoconunagrada.Unavezconcluidalatarea,sealejó,preguntándosequéocurriríaacontinuación.

—¿Habráque esperarmucho tiempopara la recolección?—preguntó aMedea,queacababadellegar.

—Tardeotemprano,tenlaseguridaddequecrecerán—respondiólaprincesa—.Cuandoseplantanlosdientesdeundragón,siemprenaceunacosechadeguerreros.

La luna había llegado a su cenit, y sus luminosos rayos caían sobre el camporeciénarado.Ungranjerohabríadichoquepasaríansemanasantesdequeaparecieranlos primeros brotes, y meses antes de que el dorado grano estuviera maduro. Sinembargo, poco después, príncipe y princesa vieron brillar innumerables gotas derocíoentodaaquellaextensióndetierra.Yestasempezaronacreceryacrecer,hastaqueresultóevidentequesetratabadeaceradaspuntasdelanza.Asimismo,Jasónvioel fulgor de un sinfín de yelmos de bronce, bajo los cuales, a medida que ibansurgiendode la tierra, aparecían lososcuros rostrosbarbudosde losguerreros,queluchaban con todas sus fuerzas por librarse de la tierra que los aprisionaba. Laprimeramiradaque lanzaronalmundo fuede iraydedesprecio.Yno tardaronenverse sus brillantes corazas; y en su mano derecha empuñaban una espada o unalanza, y en sumano izquierda, un escudo. Aquella singular cosecha de guerreros,impacientes porque querían acabar de nacer de la tierra, peleó con furia contra lasraíces que la sujetaban. Allí donde había caído un diente de dragón, aparecía unsoldadopreparadoparaelcombate.Ylevantarongranestruendoconsusespadas,ysemiraron ferozmenteunosaotros;pues, apesardehaber llegadoaestehermoso

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mundobajolasuaveluzdelaluna,nopodíansentirmásquehostilidadyrabia,ynodeseabansinodescuartizarasuscongéneres(comosiestofueseloúnicoqueselesocurriera para agradecer el regalo de su propia existencia). Sin duda ha habidomuchos ejércitos tan feroces como aquel que acababa de brotar de los dientes deldragón;peroningunodeellosfuemenosculpablequeeste,puesnodebemosolvidarqueesosterriblesguerrerosjamástuvieronaunamujerpormadre.¡Cuántosehabríaalegrado un gran capitán que ambicionara conquistar elmundo, comoAlejandro oNapoleón,derecogerunacosechadesoldadospoderosamentearmadosconlamismafacilidadqueJasón!

Durantealgúntiempo,losguerrerossiguieronblandiendosusarmasygolpeandolosescudosconsusespadas,mientraslaimpacienciaporiniciarlaluchacorroíasusentrañas.

—¡Alenemigo!—gritaronalunísono—.¡Alacarga!¡Victoriaomuerte!¡Ánimo,valientescamaradas!¡Venceromorir!

Ycontinuaronlanzandogritosdeguerra,comocualquiersoldadoenelcampodebatalla; y puedo aseguraros que aquellos hijos de los dientes del dragón conocíancientosdeellos,yparecíantenerlossiempreenlapuntadelalengua.Finalmente,lavanguardiareparóenJasón,quien,alverelfulgordetantasarmasalaluzdelaluna,habíadesenvainadosuespada.Ylosterriblesguerreroscreyeronquesetratabadeunenemigo.

—¡Protejamoselvellocinodeoro!—vociferaron,mientrascorríanhaciaél conlasespadasenaltoylaslanzaspreparadasparaelataque.

Jasón sabía que no podía enfrentarse solo a aquel batallón sediento de sangrepero,comono teníaotraopción,semostródispuestoamorirconvalentía,comositambiénélhubieranacidodelosdientesdeundragón.

Medea,sinembargo,leordenócogerunagranpiedradelsuelo.—¡Arrójala inmediatamente entre ellos! —le gritó—. Es el único modo de

salvarte.Los hombres armados se encontraban tan cerca que Jasón podía distinguir con

claridad el fuego que desprendían sus coléricos ojos. La piedra golpeó contra elyelmo de un inmenso guerrero, que corría hacia él con su espada en alto, y fue arebotar contra el escudo de uno de sus compañeros, antes de desviarse hacia ungigantescosoldadoderabiososemblante,aquienasestóunbuenporrazojustoentrelascejas.Cadaunodelostreshombrescreyóquelapedradaproveníadesuvecinomás próximo, por lo que, en lugar de correr hacia Jasón en busca de venganza,empezaronapelearunosconotros.Elcaosentreelejército fuecadavezmayor;yunos instantes después luchaban ferozmente, clavándose las espadas, cortándosebrazos, cabezas y piernas, y realizando tales proezas que Jasón no pudo sinoadmirarse. Y estalló en sonoras carcajadas al contemplar a aquellos poderosos

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hombresdestrozándoseporunaofensaquesoloélhabíaperpetrado.Enunespaciodetiempo increíblemente corto (casi igual al que habían necesitado para salir de latierra),apenasquedóunodeaquellosferoceshéroesconvida.Comopodéisimaginar,setratabadelmásfuerteeintrépidodetodos,aunque,despuésdetancruentabatalla,casinolequedaranfuerzasparablandirsuespadaensangrentada.

—¡Victoria! ¡Victoria! ¡Gloria eterna! —vociferó enardecido, antes de caermuertoentreloscadáveresdesushermanos.

Yesefueelfindelejércitoquehabíabrotadodelosdientesdeldragón.Aquellaferozbatallafuelaúnicaalegríaquetanvehementesguerrerosconocieronensupasoporestemundo.

—¡Dejemos que duerman en el lecho del honor! —exclamó Medea, con unamaliciosasonrisa—.Elmundosiempreestarállenodeneciosdispuestosalucharyamorir sin saber por qué, imaginando que la posteridad se tomará la molestia decoronarde laureles susmaltrechosyoxidadosyelmos. ¿Acasohaspodido reprimirunasonrisaalverelengreimientodelúltimoguerrerojustoantesdemorir?

—Nohablesasí,princesaMedea—respondióJasóncongravedad—.Todoestome ha apenado profundamente. Para serte sincero, después de lo que acabo depresenciar,laconquistadelvellocinodeoroyanomeparecetanimportante.

—Nopensaráslomismocuandoamanezca—afirmólajoven—.Esciertoqueelvellocinodeoronoestanvaliosocomopensabas;peroteaseguroquenoexistenadamásprodigioso.Y,ahora,partamosdeaquí.Lociertoesquehassalidovictoriosodetusdosprimeraspruebas.MañanapodráscontárseloalreyEetes.

SiguiendoconagradoelconsejodeMedea,JasónsepresentódemadrugadaenelpalaciodelreyEetes.Conducidoantelapresenciadelsoberano,seinclinóalpiedeltrono,haciendounaprofundareverencia.

—Pareces agotado, príncipe Jasón—observó el monarca—. Tienes aspecto dehaberpasado lanocheenvela.Esperoquehayas reconsiderado la cuestión conunpocomásdecalma,yhayasdecididoquenomerecelapenaachicharrarsetratandodeamansaramistorosconpulmonesdebronce.

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—Mecomplacecomunicarte,majestad—replicóeljoven—,queyaheamansadoy colocado la yunta a tus toros, y que ya he esparcido y sembrado en la tierra losdientesdeldragón;yhevistobrotardeellosunejércitodeguerrerosarmados,quenohantardadomuchotiempoenexterminarseentresí.Teruegoqueahoramepermitasenfrentarmealdragón,conelfindedescolgardelárbolelvellocinodeoro,ypoderregresarasíjuntoalreyPeliasconmiscuarentaynuevecompañeros.

ElreyEetesfruncióelceñoypareciósumamentecontrariado;puesdebíarespetarsu promesa real, y dejar que Jasón se llevara el vellocino de oro, si su audacia yhabilidadselopermitían.Y,comoeljovenhabíasidotanafortunadoconlostorosdebronceyconlosdientesdeldragón,elmalvadosoberanotemíaquetambiénlograraderrotar al dragón. Por todo ello, a pesar de que habría disfrutado enormementeviendo a Jasón devorado de un bocado, tomó la decisión (y fue algo realmenteperverso por su parte) de evitar a toda costa que aquel joven pudiera llevarse elvellocinodeoro.

—Jamás lo habrías conseguido —exclamó— si mi ingrata hija Medea no tehubieraayudadoconsumagia.Dehaberactuadoconhonradez,enestosmomentosno serías sino un montón de carbonilla o de cenizas blancas. Te prohíboterminantemente acercarte al vellocino de oro y, si desobedeces mis órdenes, no

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dudaré en condenarte amuerte.Hablando con claridad, nunca dejaré que poses tumiradaenunasoladesusbrillantesguedejas.

Jasónseretiróentristecidoyfurioso.Noseleocurriónadamejorquereunirasuscuarentaynuevevalerososargonautas,dirigirseenseguidaconellosalbosquecillodeMarte,acabarconeldragón, tomarposesióndelvellocinodeoro,embarcarseenlanaveArgoyzarparatodavelarumboaIolco.Esciertoqueeléxitodesuempresadependíadelhechodudosodequeaquelloscincuentahéroesnofuerandevoradosdecincuentabocadosporel terribledragón.Sinembargo,cuandoJasónbajabaa todaprisa la escalinata de palacio, oyó la voz de la princesa Medea rogándole quevolviera. Y el brillo de sus ojos reflejaba tanta inteligencia y astucia que el jovensintiócomosiunaserpienteestuvieraapuntodesurgirdeellos;y,apesardetodoloquelehabíaayudadolanocheanterior,Jasónsepreguntócuántotiempotardaríaentraicionarle.

Puesdebéissaberquenuncasepuedeconfiarenunahechicera.—¿Qué te ha comunicado el reyEetes,mi real y honorable padre?—preguntó

Medea con una ligera sonrisa—. ¿Te entregará el vellocino de oro sin obligarte acorrernuevospeligros?

—Todo lo contrario—repuso Jasón—. Está muy enojado conmigo porque heamansado los toros de bronce y he sembrado los dientes del dragón. Me prohíbecontinuarconmiempresa,yseniegaaentregarmeelvellocinodeoro,mateonoalferozdragón.

—Asíes,Jasón—añadiólaprincesa—.Perohaymáscosasquedebessaber.Sinozarpáisantesdelamanecer,elreyprenderáfuegoatugaleradecincuentaremos,yosmataráatodos.Pero¡tenvalor!Simimagiaresultalosuficientementepoderosa,obtendrás el vellocino de oro. Espérame aquí mismo una hora antes de lamedianoche.

A la hora acordada, podríais haber visto nuevamente al príncipe Jasón y a laprincesaMedeacaminandosigilosamenteporlascallesdelaCólquide,endirecciónalpequeñobosquesagradoencuyocentrocolgabadeunárbolelvellocinodeoro.Mientras cruzaban la dehesa, los toros de bronce se acercaronmugiendo a Jasón,moviendolacabezaylevantandoelhocico,comosibuscaranquelosacariciaraunamanoamiga.Unavezamansadasufielnaturaleza,losdoshornosdesusestómagosparecían haberse extinguido, lo que les permitía pastar y rumiar con mucha mástranquilidadqueantes.Puesdebíaresultarsumamentemolestoparaaquellospobresanimalesvercómoelfuegoquesalíadesusnaricescalcinabaelverdepastoantesdequepudierandarlesiquieraunbocado.Cómolograronseguirconvida,esalgoqueno acierto a comprender. Y sin embargo ahora, en lugar de arrojar llamaradas defuego y chorros de vapor sulfuroso, exhalaban el aliento más dulce que un toropudierasoñar.

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Después de acariciar cariñosamente a los toros, Jasón se dejó guiar porMedeahasta el bosquecillo deMarte, donde los gigantescos robles que allí crecían desdetiempo inmemorial proyectaban una espesa sombra que los rayos de la luna nolograban traspasar. Solo en algún que otro lugar una tenue luz caía sobre la tierrasembradadehojarasca.Labrisamecíalasramas,permitiendoaJasónvislumbrarelcielo, para que no olvidara en medio de aquella oscuridad que este existía.Finalmente, cuando sehabíanadentradoen lapartemásoscuradelbosque,MedeaapretóconfuerzalamanodeJasón.

—¡Miraallí!—murmuró—.¿Loves?Entre losárbolescentenariossurgíaundestellomuydiferentealde la luzde la

luna,querecordabaaldoradoresplandordelsolponiente.Procedíadeunobjetoqueparecía suspendido a la altura de la cabezadeunhombre, unpocomás allá, en elinteriordelbosque.

—¿Quéeseso?—quisosaberJasón.—Has venido desde muy lejos a buscarlo —exclamó Medea—. ¿Acaso no

reconoceselpremioatodostusdesvelosyfatigas?¡Eselvellocinodeoro!Jasónsiguióadelanteysedetuvoacontemplarlo.¡Quéhermosoparecía!¡Cómo

resplandecíaenmediodelaoscuridadaquelvaliosotrofeoquetantoshéroeshabían

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codiciado!Eljovenpríncipenopudosinorecordarcuántoshombreshabíanperecidoalirensubúsqueda,yafueraporlospeligrosdelviajeoporelalientodefuegodelostoros.

—¡Quémaravillosofulgor!—gritóJasónextasiado—.¡Parecehabersidobañadoenelmásricoorodelcrepúsculo!Apresurémonos,Medea.Nohaynadaquedeseemásquetenerloentremisbrazos.

—¡Espera!—dijolajoven,reteniéndole—.¿Acasohasolvidadoquiénlovigila?Adecirverdad,laalegríadecontemplarelobjetodesusdeseoshabíaborradode

sucabezaelrecuerdodeldragón.Peronotardóensucederalgoquevolvióatraerasu memoria los peligros que debía encontrar en su camino. Un antílope, queprobablemente confundió aquel amarillo resplandor con la salida del sol, apareciósaltando alegremente entre los árboles, y se dirigió hacia el vellocino de oro. Depronto, se oyó un espeluznante silbido y vieron aparecer la gigantesca cabeza y lamitaddel cuerpo cubierto de escamasdel dragón (enroscado en el troncode aquelárbol),queapresóentresusfaucesalpobreanimalyselotragódeunbocado.

Despuésdeestaproeza,laabominablecriaturapercibiólapresenciadealgúnotroservivoen lascercanías (quesindudacreyóque terminaríasirviéndoledepostre).Poresta razón,comenzóaolisquearentre losárboles,husmeandopor todaspartes,estirando asombrosamente su largo cuello, acercándose al roble donde Jasón y laprincesaseescondían.Erarealmentepavorosocontemplaraquellacabezaagitándoseyretorciéndoseenelaireatancortadistancia.Eltamañodeaquellasenormesfauceseracasitangrandecomolaentradadelpalacioreal.

—Bueno, Jasón—susurróMedea (pues era realmentemalvada, como todas lashechiceras, y deseaba asustar al valeroso Jasón)—. ¿Qué posibilidades crees tenerahoradeconseguirelvellocinodeoro?

Eljovenrespondiódesenvainandosuespadaydandounpasoalfrente.—¡Espera, insensato!—gritó la princesa asiéndole del brazo—. ¿Acaso no ves

que estás perdido si nome tienes como ángel de la guarda? En esta cajita doradatengounapócimamágicaqueserámuchomásefectivaquetuespada.

Es probable que el dragón oyera sus voces; pues su oscura cabeza de bífidalenguaapareciósilbandoentrelosrobles,yseprecipitóhaciaellosagrandessaltos.Medeaarrojóconfuerzalapócimadelacajitadoradaensusfauces.Elmonstruo,conunterriblesuspiroyretorciéndoseconfiereza,seelevóporlosaires,alcanzandoconsu cola la copa del árbol más alto; y cayó a tierra cuan largo era, quedando allítendido,completamenteinmóvil.

—No es más que un somnífero —explicó la hechicera—. Estas malvadascriaturaspuedenserdegranutilidad,porloqueprefieroquesiganconvida.¡Rápido!¡Cogeel preciado trofeoyhuyamosde aquí! ¡Acabasde conseguir el vellocinodeoro!

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Jasón descolgó el vellocino del árbol y corrió a través del pequeño bosque,mientras el resplandor de su valioso tesoro iluminaba el oscuro camino. A escasadistancia,vioalaancianaquehabíacruzadoelríosobresusespaldas,acompañadapor el pavo real. La anciana batió palmas en señal de alegría y, rogándole que seapresurara, desapareció entre las sombras de los árboles.Divisando a los doshijosaladosdelVientoNorte(quesedivertíanvolandoagranalturabajolaluzdelaluna),el joven príncipe les ordenó que comunicaran a los demás argonautas que debíanembarcaralinstante.PeroLinceo,consuprodigiosavista,yalehabíavistovenirconelvellocinodeoro(apesardequelosseparabanvariosmurosdepiedra,unacolinaylasnegrassombrasdelbosquecillodeMarte),porloqueaconsejóatodosloshéroesqueocuparansupuestoen losbancosde lagalera,con losremos levantados, listosparainiciarlahuida.

Alacercarsealanave,Jasónoyódeciralmascaróndeproa:—Dateprisa,príncipeJasón.Dateprisa,siquieressalvarlavida.Y no pudo sino advertir cierta inquietud en aquella voz siempre tan dulce y

serena.Y,dandoungransalto,sereunióconsuscompañeros.Alcontemplarelradiante

esplendordelvellocinodeoro,loscuarentaynueveargonautaslanzaronungritodetriunfo; yOrfeo, tocando el arpa, entonó una canción para celebrar tan importantevictoria.Y la nave pareció volar de regreso a su hogar, ¡como si tuviera alas paranavegaralsondetanprodigiosamúsica!

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NATHANIELHAWTHORNE nació en 1804 y llevó, al menos hasta los treinta ycinco años, una vida sumamente solitaria y rara: desde que su padre, capitánmercante,murieraen1808,viviórecluidosinsalirapenasenlamansiónfamiliardeSalem(NuevaInglaterra)juntoasumadreysusdoshermanas,conlasquealparecercasiniseveíanisehablaba.

Ensusoledad, leíayescribía,especialmentecuentos fantásticos,envueltoen lainnatural atmósfera de la casa y en su historia de recuerdos trágicos (uno de susantepasados fue juez en el famoso proceso de las brujas de Salem), que novelaríaposteriormenteenLacasadelossiete tejados (1851).Elproblemadelmalydesutransmisión a través de las generaciones llegaría a convertirse en el tema porexcelenciadesusobras,entreellaslacélebreLaletraescarlata(1850).

En1839,dejóporfinlacasafamiliaryseinstalóenBoston,dondefueinspectordeaduanas;en1842,secasó;participóbrevementeenlaexperienciadelacomunadeBrookFarm,sobre laqueescribióunanovela,LagranjadeBlithedale (1852); fueluego cónsul de los Estados Unidos en Liverpool, vivió en Florencia, Roma yLondres, «pero su realidad —dice Borges— fue, siempre, el tenue mundocrepuscular, o lunar, de las imaginaciones fantásticas». El libro de las maravillas(1852), así como su continuación,Cuentos de Tanglewood (1853), representan lafacetamás clara y luminosa de su personalísima obra.Murió enPlymouth (NuevaInglaterra)en1864.

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Notas

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[1]ElmonumentoestáenCharlestownyconmemoraunadelasbatallasdecisivasdelaRevoluciónamericana.[N.delE.].<<

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