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19 HALLAZGOS / ISSN: 1794-3841 / Año 11, N.° 22 / Bogotá, D. C. / Universidad Santo Tomás / pp. 19-40 Recibido: 3 de marzo de 2014 Evaluado: 14 de abril de 2014 Aceptado: 10 de mayo de 2014 La razón y el lenguaje, principios para entender la regeneración desde la lengua: Miguel Antonio Caro * Diana Paola Guzmán ** Resumen El presente trabajo intenta reflexionar y proponer el siglo XIX como un sistema de representación, en donde la actividad retó- rica lideraba el escenario político, el histórico y el social. Por tal motivo, estos sistemas enunciativos exponen, de manera clara y radical, una suerte de regímenes de representación, que eviden- ciaban, no sólo a través de la praxis del discurso sino también de su estudio y normatización, enfrentamientos en donde el sistema de jerarquización de la palabra, jugaba un papel funda- mental de estudio y comprensión de la lengua como elemento de poder e identidad. Palabras clave: regeneración, gramática, escritura, lenguaje, proposición. * Este texto es resultado de los procesos de investigación que pertenecen a la línea de análisis del discurso, adscrita al grupo Mente, lenguaje y sociedad del Departamento de Humanidades (clasificación A1 en Colciencias), Universidad Jorge Tadeo Lozano. Cómo citar este artículo: Guzmán, D. (2014). La razón y el lenguaje, principios para entender la Regeneración desde la lengua: Miguel Antonio Caro. Hallazgos, 11 (22), pp.19-40. ** Doctora en Literatura de la Universidad de Antioquia. Profesora titular del Departamento de Humanidades, Universidad Jorge Tadeo Lozano (Colom- bia). E-mail: [email protected] 1.Hallazgos correc4-N.22-oct3.indd 19 6/10/14 12:10

La Regeneración y El Lenguaje

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Sobre Miguel Antonio Caro

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  • 19HALLAZGOS / ISSN: 1794-3841 / Ao 11, N. 22 / Bogot, D. C. / Universidad Santo Toms / pp. 19-40

    Recibido: 3 de marzo de 2014

    Evaluado: 14 de abril de 2014

    Aceptado: 10 de mayo de 2014

    La razn y el lenguaje, principios para entender la regeneracin desde la lengua: Miguel Antonio Caro*

    Diana Paola Guzmn **

    Resumen

    El presente trabajo intenta reflexionar y proponer el siglo XIX como un sistema de representacin, en donde la actividad ret-rica lideraba el escenario poltico, el histrico y el social. Por tal motivo, estos sistemas enunciativos exponen, de manera clara y radical, una suerte de regmenes de representacin, que eviden-ciaban, no slo a travs de la praxis del discurso sino tambin de su estudio y normatizacin, enfrentamientos en donde el sistema de jerarquizacin de la palabra, jugaba un papel funda-mental de estudio y comprensin de la lengua como elemento de poder e identidad.

    Palabras clave: regeneracin, gramtica, escritura, lenguaje, proposicin.

    * Este texto es resultado de los procesos de investigacin que pertenecen a la lnea de anlisis del discurso, adscrita al grupo Mente, lenguaje y sociedad del Departamento de Humanidades (clasificacin A1 en Colciencias), Universidad Jorge Tadeo Lozano. Cmo citar este artculo: Guzmn, D. (2014). La razn y el lenguaje, principios para entender la Regeneracin desde la lengua: Miguel Antonio Caro. Hallazgos, 11 (22), pp.19-40.

    ** Doctora en Literatura de la Universidad de Antioquia. Profesora titular del Departamento de Humanidades, Universidad Jorge Tadeo Lozano (Colom-bia). E-mail: [email protected]

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    La razn y el lenguaje, principios para entender la Regeneracin desde la lengua: Miguel Antonio Caro

    The reason and language, principles to understand the Regeneration from the language: Miguel Antonio Caro

    Abstract

    The present work attempts to reflect and propose the nineteenth century as a system of representation where the activity rhetoric led the political scenario, the historical and the social. For this reason, these systems enunciative exposed, so clear and radical, a sort of representation schemes that representationally, not only through the praxis of the speech but also of its study and standar disation, clashes where the ranking system of the word, played an essential role of study and understanding of the language as an element of power and identity.

    Keywords: Regeneration, grammar, writing, language, proposition.

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    Diana Paola Guzmn

    A razo e a linguagem, princpios para compreender a Regenerao a partir da lngua: Miguel Antonio Caro

    Resumo

    Este trabalho tenta refletir e propor o sculo XIX como um siste-ma de representao, e onde a atividade social retrica liderou o cenario poltico, o histrico e o social. Por isso mesmo, estes sistemas de enunciativos expoem, de forma clara e radical, uma espcie de esquemas de representao, que mostraram no s atravs da prxis do discurso mas tambm de seu estudo e padro-nizao, confrontos onde o sistema de hierarquizao da palavra, desempenhou um papel fundamental de estudo e compreenso da linguagem como um elemento de poder e identidade.

    Palavras-chave: Regenerao, gramtica, escrita, linguagem, proposio.

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    Introduccin

    Miguel Antonio Caro ocupo 30 aos de su vida acadmica al estudio y conformacin de una teora en torno a la lengua; es bien sabida la influencia capital que el mbito lingstico tuvo sobre la construccin de las ideas de nacin e identidad1. Es evidente que el intento de Caro por sistematizar el funcionamiento del lenguaje, obedece a la construccin de un rgimen de representa-cin cerrado y organizado que recoja todas las posibilidades sociales, cubiertas bajo el halo de la razn hispanfila (Escobar, 1998, pp. 31-32).

    1 La actividad lingstica de Caro se inici en la dcada de 1860 y se prolong hasta 1890, dividindose en dos etapas: la normatizacin del castellano como instrumento civilizador e identitario materia de anlisis en el presente artculo y sus estudios latinistas. La produccin del colombiano en relacin con el estudio de la lengua, comenz con su obra Un rebusco Gramatical (1860), este libro no fue publicado en su tiempo, fue sacado a la luz por el Instituto Caro y Cuervo bajo la supervisin de Carlos Valderrama Andrade en 1980. La primera publicacin de un artculo de Caro que hiciera referencia al uso de la lengua fue Plural de los apellidos, el 11 de noviembre de 1864 en la revista catlica La Caridad, en rplica a una discusin sostenida con Manuel Mara Mallarino. En 1870 su obra Tratado del participio, expone su teora de comparacin entre el latn y el castellano. Con motivo de la fundacin de la Real Acade-mia de la Lengua en 1872, publica en el Anuario Colombiano (1874) su discurso Fundacin de la Real Academia, donde enuncia que la lengua es un elemento identificador de una nacin. Hacia 1878 (julio), hace referencia a la unin entre lengua y literatura en su texto Americanismo en el Lenguaje, visin que est influida por Schlegel y a la cual nos referiremos ms adelante. Con la publicacin, en 1881, de su discurso Del uso en sus relaciones con el lenguaje, pronuncia-do en la junta inaugural de la Real Academia, Caro evidencia la fun-cin de la lengua como lazo irrompible con Espaa. A partir de este periodo, Caro radicaliza su posicin hispanfila y contribuye con la edicin anotada de la Ortologa y mtrica de Andrs Bello en 1882. Finalmente, cierra este periodo con la nota publicada el 15 de marzo de 1890 en la revista Colombia Ilustrada, de Bogot, donde haca referencia a trabajos de reciente aparicin: Los Provincialismos de Garca Icazbalceta, y las Voces nuevas de la lengua castellana de Baldomero Rivod. Sus estudios sobre el latn, se orientan ms a su posicin filolgica, en donde adopt esta lengua como suya, por-que le permita expresar mejor sus sentimientos, creencias e ideas polticas. Sobre esta etapa del pensador colombiano, no haremos una reflexin profunda en el presente trabajo, proponiendo su anlisis para una investigacin subsiguiente.

    Dicha propuesta evidencia la necesidad de un anlisis de estamentos como el lings-tico, no desde una dependencia poltica ni ideolgica, sino como un engranaje, desde el cual se emanan los presupuestos que in-tentaron generar una nacin ms cercana a lo discursivo que a lo real. En este sentido, el presente trabajo no se limitar a describir los aspectos y acontecimientos histricos e ideolgicos, que motivaron el surgimiento de la Regeneracin con Miguel Antonio Caro a la cabeza, sino que tratar de dar cuenta de las influencias filosficas y lingsticas, que generaron el discurso nacional defendido por Caro. De tal modo, resultara limitante proponer una estructura de dependencias inmediatas, entre el trasegar histrico colom-biano y los estudios caristas sobre el caste-llano, por el contrario, es nuestra intencin demostrar que dicho discurso es el que ge-nera gran parte de la dinmica poltica e ideolgica de este tiempo.

    Por tal razn, hemos decidido dividir esta ex-posicin en dos grandes partes fundamenta-les: una primera que har alusin a las fuentes lingsticas y filosficas de las que bebi Caro, a la que hemos llamado modelos epistmicos2. En este sentido, los modelos a los que ha-remos referencia sern el Sensualismo y el Tradicionalismo; en el caso del Utilitarismo, haremos mencin de l a travs de la posi-cin crtica que asumi Caro en sus escritos. Sin embargo, y como lo hemos explicado a travs de Ingarden, los modelos epistmicos

    2 Como lo explica Romn Ingarden, los modelos epistmicos fun-cionan como representaciones conceptuales, como sistemas de conocimiento sobre los cuales se soporta el pensamiento o se in-daga sobre la realidad. Por otro lado, dichos modelos representan un dinmica de influencias entre sociedades que se instalan sobre lo imitativo para llegar a lo adaptativo y decantar en lo crtico. Cf. Ingarden, R. (2004). La Obra de Arte Literaria. Mxico: Taurus, Uni-versidad Iberoamericana.

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    son sistemas dinmicos que presentan una suerte de evolucin en el momento de con-vertirse en paradigmas, en consecuencia, se hace necesario dar cuenta del proceso de influencia, su desarrollo y decadencia en la visin que, de la lengua, ha presentado Caro durante ms de 30 aos.

    La segunda parte del trabajo har referencia, precisamente, a la adaptacin de dichos mo-delos en el contexto nacional; a la cual hemos denominado lugares de enunciacin3, desde los cuales, la Regeneracin propuso formas de aprehensin, memorabilidad y tica social, poltica y religiosa. De esta forma se eviden-cia, que los acontecimientos polticos no influ-yeron de manera unilateral sobre la posicin lingstica y filosfica de Caro y sus compa-eros de campo, sino que la teora y el estu-dio de la lengua tambin ocuparon un lugar preponderante dentro de esta praxis social.

    Primer modelo epistmico: el sensualismo

    La querella entre antiguos y modernos bajo la discusin de la reforma instruccionalista, liderada por el sector liberal que propuso una educacin laica, gratuita y pblica, ale-jada del influjo de la Iglesia, marc un acon-tecimiento esencial dentro de la posicin

    3 La nocin de lugares de enunciacin ha sido expuesta por varios tericos como Walter Mignolo y Jhon R Gillis. Para el primero, estos es-cenarios se conforman luego de la adaptacin de modelos de pen-samiento hegemnicos o externos a la geografa social, de tal modo, que constituyen nuevos modelos discursivos a travs de los cuales se construyen los imaginarios, en este caso, de identidad. Para Gillis, estos lugares de la enunciacin se convierten en lugares y polticas de la memoria en donde se enuncia la tradicin y el discurso que evidencia las posiciones desde la lengua, la religin y la ideologa. Cf. Mignolo, W (1995).The Darker Side of the Renaissance: Literacy, Territoriality, & Colonization, 2nd Edition (Paperback).Ann Arbor: Uni-versity of Michigan Press, y Gillis, J. (1994).Commemorations: The Politics of National Identity, New Jersey: Princeton University Press

    de Miguel Antonio Caro, quien se presen-t como uno de los ms radicales opositores a dicha propuesta. La discusin dada entre 1848 y 1867, sobre el acto legislativo que impona la filosofa utilitarista de Jeremas Bentham, y Los elementos de ideologa de An-toine Claude Destutt dentro de universida-des y colegios, tambin signific para Caro un terreno importante de confrontacin4.Dicho panorama result desolador y preo-cupante para Caro, por tal razn escribe en 1870, un ao despus de publicar su Estu-dio sobre el utilitarismo, el informe que rindi frente al consejo de la (re) fundada Univer-sidad Nacional de los Estados Unidos de Colombia llamado Elementos de ideologa del conde de Tracy5.

    Para Caro, la presencia de Bentham y Dessut de Tracy, signific una peligrosa intromisin en la educacin de corte religioso, por esta razn, el autor establece un informe que cri-tica duramente el mtodo usado por Tracy, cuestionando su posicin en relacin con la ideologa, la gramtica general y la lgica. Para Caro, la filosofa va en consonancia con el avance de la ciencia, sin embargo, no duda en aclarar que dicho progreso se encuentra condicionado por el progreso del espritu

    4 La adopcin de Bentham y Tracy entre 1825 y 1826, sufri varias modificaciones y censuras, que dependan del gobierno reinante. Por ejemplo, Santander los adopta en el 25 y Bolvar los suprime en 1828; luego de ser restablecidos por Santander en 1833, son re-emplazados, durante el gobierno de Mariano Ospina (1844), por las obras de Jovellanos y Jaime Balmes. Finalmente, son restablecidos en 1870 por el congreso nacional.

    5 Entre 1848 y 1867 modificaron su poltica de libertad absoluta de enseanza, permitiendo que el Estado interviniera en la educacin, hacia 1870, luego de la (re) fundacin de la universidad, se contrat, como lo cuenta Oscar Saldarriaga (2004), una misin de 12 profesores alemanes que tuvieron a su cargo la formacin de profesores bajo la premisa de la pedagoga objetiva o pestalozziana, fundada bajo los principios entregados por las gramticas generales y razonadas, ela-boradas a fines del siglo XVIII. El objetivo principal de dicha reforma apuntaba a lograr una educacin gratuita, obligatoria y laica.

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    humano, por ms variable y cambiante que ste pueda parecer. De este modo, la teora comn a principios del siglo XIX, en donde el relativismo de las nociones cientficas que se alejaban de lo trascendente, como es el caso, segn Caro, del Utilitarismo y el Sensualis-mo, se convertiran en simples modas pasa-jeras que no hacen justicia a la relacin en-tre filosofa y progreso: La experiencia, o mejor dicho, el examen de los fenmenos crticos observados por ella, demuestra no haber poca ni pueblo en que no exista un fondo comn de ideas morales aun a des-pecho de diversas circunstancias (Caro, 1870, p. 137).

    De esta manera, apoyado en Platn, Landriot, San Pablo y Goethe, reafirman que el mun-do concreto de los descubrimientos cient-ficos, eleva el espritu humano a la fuerza trascendente y metafsica de la presencia divina. El mayor temor de Caro radicaba en que la problemtica filosfica expuesta por sensualistas y utilitaristas, minaba el principio del orden divino que comandaba el pensamiento conservador; por otro lado, el afn materialista de estas corrientes poda llevar al mundo del conocimiento a decantar en cristalizaciones, que impendan cualquier posible relacin entre lo concre-to y las significaciones espirituales. Segn Caro, el poder divino de la norma y de los gobiernos debera evidenciarse como el ele-mento de mayor legitimidad:

    Caro tena la conviccin, y as lo expre-s reiteradamente, que el poder sobera-no tiene origen divino y que la poltica

    sin bases morales y religiosas carece de

    fundamentos slidos. Afirm tambin

    que la cohesin de una sociedad tiene

    su mayor soporte en la tradicin, que

    en el caso de los pueblos latinoameri-canos era la tradicin poltica y cultural

    espaola (Jaramillo, 2005, p. 25).

    Por tal motivo, para Caro resultaba en ex-tremo peligrosa la adopcin de premisas y derroteros filosficos que no tuvieran como gua la omnipresencia divina, y coincida con el filsofo catlico espaol Gaspar Mel-chor de Jovellanos (1744-1811), a quien ley con avidez, en que el conocimiento huma-no era tan artificial como la subdivisin de las ciencias y, que por ende, resultaban imperfectos. En consecuencia, era inadmisi-ble aceptar una educacin fundada sobre el principio materialista de las ciencias, para lo cual era imprescindible unir el estudio de la literatura y de las buenas letras, como las llamaba Caro, al de las ciencias, reduciendo las doctrinas econmicas bentanianas en las matemticas y las ciencias econmicas. En cambio para los sensualistas, en especfico para Tracy, como lo expone Caro en su in-forme, el mtodo cartesiano desde el cual todos los fenmenos psquicos superiores tienen su origen ltimo en los sentidos, fun-daba una doctrina, que desde el punto de vista gnoseolgico es una forma de empi-rismo. Pero el empirismo no se limita so-lamente a la percepcin sensible, mientras que el sensualismo entiende que sta es la nica fuente de conocimiento.

    Miguel Antonio Caro pensaba que, el presu-puesto de que toda la experiencia y el co-nocimiento se fundaban en los sentidos y llegaba a ellos resultaba inadmisible, pues en su concepto, la verdad y la norma obede-cen no solo a los sentidos, sino que tambin radican en el espritu. Segn Caro, el Sensua-lismo desentenda toda autoridad y buscaba juzgar las cosas con independencia. Desde

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    la perspectiva del pensador colombiano, el mtodo resultaba inaplicable, pues es imposible prescindir de aquellos principios fundamentales que Dios ha puesto en nues-tro entendimiento, desaparecer todo rastro de autoridad significara renunciar a la gua divina, adems de darle la espalda a una tradicin, que segn Caro, era el piso ms fuerte sobre el cual podamos sembrar la idea de una nacin constituida. Incluso, el informe presentado ante la Universidad Na-cional trata de demostrar que los mismos sensualistas se contradicen, al borrar todo vestigio de principio fundador: El horror a la nada, horror del orden intelectual, a que en el orden moral corresponde el horror del pecado, volvile a la autoridad, en cuyo te-rreno los sensualistas levantaron el edificio de su filosofa (Caro, 1870, p. 312). Por tan-to, para Caro siempre existir un principio inmutable que trasciende sobre el propio orden de progreso de las ciencias y an ms de los sentidos.

    Es en este escenario de discusin donde aparece una opcin que demostrar el prin-cipio de autoridad divina promulgado por Caro: el lenguaje. Su reflexin toma como ejemplo el carcter general de la preposi-cin, a partir de la cual el pensamiento in-dividual se:

    expresa con mayor soltura, pero siempre

    estar dependiendo de la fuerza inmu-table de la norma general. Es decir, que la

    preposicin nos obliga a dar a nuestras

    ideas una expresin formal uniforme y

    a mirar las cosas por un lado determi-nado. Norma esta providencial, que

    no estorba a la libertad de su ejercicio sino que la dirige, la orienta (Caro,

    1870, p. 313).

    En esta medida, el idioma materno es tam-bin una expresin de ideas inmutables, pues se ha desarrollado y fijado de acuerdo con las ideas propias de los pueblos que lo hablan, presentando, de cierta manera, una filosofa inconfundible y una expresin pro-pia. Por ello, para Caro resulta contradictorio la tesis de Tracy: pensar es sentir, hablar es sentir; por el contrario, y haciendo eco de los presupuestos de Jovellanos, son las ideas sobre las sensaciones y los sentidos, las que estn ligadas al genio de una lengua deter-minada, que no debe romper el lazo metaf-sico con la divinidad, ni con la entidad tras-cendente: La sola circunstancia de hablar una lengua copiosa de vocablos abstractos es motivo de aficionarse a la contemplacin de lo sobre natural (Caro, 1870, p. 313). Caro presenta la lengua como una suerte de conexin racional con la divinidad, y el orden inherente a cualquier actividad humana. El hablar una lengua, y ms an conocer su estructura, significaba comprender de manera analtica el mundo que Dios, tan sabiamente, haba creado.

    La teora racional-trascendente de la len-gua, fue tomada por Caro de la teora gene-rada por la Escuela de Port Royal. A travs de los principios expuestos por la abada jansenista, reafirma su propuesta de la es-tructura binaria de los signos (significado y significante), de la relacin inmediata con el mundo de las ideas y del espritu. De acuer-do con los jansenistas, son los signos los que contienen en su interior la regla inmutable de la presencia de Dios. Para Caro, la tradi-cin y la historia, representaban, en esencia, la presencia de dicho principio de autori-dad y el estudio de la naturaleza humana, ya sea desde el espritu o desde el mundo de la experiencia, necesitaba del auxiliar de la tradicin para ser entendida en plenitud:

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    Porque no solo somos individuos conscien-tes de nuestra personal existencia, sino miem-bros de la familia humana, que tiene su propia historia. Nuestros semejantes vivos y nues-tros antepasados son fuentes de instruccin y complementan el conocimiento reflejo en sus pesquisas sobre la verdad del alma (Caro, 1870, pp. 314-315).

    Por otra parte, esa aparente independencia del mtodo sensualista de pretender llegar a la verdad sin recurrir a un auxilio ajeno, llmese principio divino, llmese tradicin, resulta un ndice de excesivo orgullo. Sin embargo, dentro del examen que hace Caro sobre la propuesta sensualista y de su mto-do cartesiano, Descartes, al final resulta bien librado de sus juicios. Por una parte, la fuer-za de su instinto resulta noble al no llevarlo a la negacin de Dios, sino a la aceptacin de su propia dependencia con la divinidad; adems, Descartes guiado por su moral y rectitud supo levantarse de la apariencia para llegar a la esencia de lo trascendente. As lo explica Caro: Justificable y aun plau-sible, se presenta este orgullo, cuando no se vislumbra en l la soberbia satnica que niega la debida obediencia, sino la altivez del hombre que se forja una libertad abso-luta para tener la complacencia de resignarla por s mismo en manos de Aquel a quin lo debe todo (Caro, 1870, pp. 316-317).

    Lengua e ideologa: una crtica a la concepcin individual del sensualismo

    Ya hemos hecho referencia a que uno de los puntos que Caro crtica con ms ahnco, es precisamente la negacin que hace el Sen-sualismo de la inteligencia divina. Pero otro punto esencial, en el informe presentado por

    el pensador en torno al sensualismo, es el de la gramtica, y ms en concreto el del ori-gen del lenguaje. Para Caro los dos sistemas enunciados por los filsofos imitacin del hombre a otros seres, e interjeccin como origen instintivo de la palabra propuesto por Max Mller, resultan teoras incomple-tas que no logran vislumbrar un camino claro hacia el origen del lenguaje, y el uso de ste en el mundo de la experiencia y la fe. Caro completa dicha teora al aadir que aquel instinto, raz comn del origen del len-guaje, es conferido por Dios.

    De esta manera, Caro reafirma su posicin en relacin con la necesidad y la coheren-cia de la escuela filolgica comparada, y su aficin por la teora lingstica de Friedrich von Schlegel6. En palabras del propio Caro: No concibo que pueda tratarse esta materia sin las luces de la filologa comparada; ms digo, es la filologa misma despojada de la documentacin lingstica y revestida de fr-mulas filosficas (Caro, 1870, p. 350). Para Caro, el tronco comn de las lenguas pro-puesto por Schelegel y la filologa compa-rada, supera la posicin de la teora instin-tiva de la interjeccin; es decir, el lenguaje deviene de un misterio divino comn, pero no se queda en el mero escenario oscuro de la sin-razn. Como lo explica en su tra-bajo Del uso en sus relaciones con el lenguaje (1881), la limitacin del origen del lenguaje solo en las interjecciones, conducira a una

    6 Para Schlegel todas estas lenguas (el griego, persa, latn, germnico y de modo ms reducido lenguas eslavas, el armenio y el cltico) estn vinculadas genealgicamente, todas devendran del snscrito. Considera que las lenguas humanas se pueden subdividir en dos tipos fundamentales segn su constitucin: lenguas flexivas (aquellas en que aparece la modificacin de la raz) y lenguas aislantes. Gene-ralmente, esta biparticin se desarroll en una distincin triple: lenguas flexivas, aglutinantes y aislantes. Esta reinterpretacin es de August Wilhelm (hermano de Schlegel), seguido luego por Schleicher.

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    concepcin del mismo alejado de la razn y volcado hacia la afectividad7.

    El hecho de que de Tracy cifre sus princi-pios sobre el origen instintivo del lenguaje, y le confiera a la naturaleza del verbo un origen absoluto desde la interjeccin, es en donde reside la mayor falencia del pensa-miento sensualista segn Caro. En esta me-dida, para Tracy la esencia de todo verbo es ser, y su principio se encuentra ntimamente ligado con una sensacin o afeccin de cual-quier naturaleza. Para Caro, en cambio, la esencia de todo verbo es siempre una idea, que claro, deviene del principio divino; esto es, la idea del origen del lenguaje expuesta por Tracy, resulta para Caro, una suerte de teora que se qued a medio camino. Por esta razn, es fundamental basar el conocimiento de la lengua castellana desde su relacin con el latn y desde su conformacin ms alta: la literatura. En este punto se encuentran Caro, Andrs Bello y Gaspar Melchor de Jovellanos. En el Discurso pronunciado en la instalacin de la Universidad de Chile en 1843, Bello enunci el sentido y la importancia que tenan los estudios literarios dentro de la for-macin de una identidad:

    Aquel departamento literario que po-see de un modo particular e inminente la cualidad de pulir las costumbres, el lenguaje, hacindolo vehculo fiel,

    hermoso, difano de las ideas ();

    que, por la contemplacin de la be-lleza ideal y de sus reflejos en la obra

    del genio, purifica el gusto, y concilia

    con los raptos audaces de la fantasa

    7 En este punto Caro coincide con la ltima parte de la teora expues-ta por Max Mller segn la cual el lenguaje comienza cuando el sentido instintivo de las interjecciones terminan. Para Caro el gran apoyo de esta etapa del lenguaje es, precisamente, la tradicin.

    los derechos imprescriptibles de la ra-zn; que, iniciando al mismo tiempo

    el alma en estudios severos, auxiliares

    necesarios de las buenas literatura, y

    preparativos necesarios para todas las ciencias, para todas las carreras de la vida, forma la primera disciplina del

    ser intelectual y moral, expone la leyes

    eternas de la inteligencia a fin de diri-gir y afirmar sus pasos y desenvuelve

    los pliegues profundos del corazn,

    para preservarlos de extravos funes-tos, para establecer sobre slidas bases los derechos y los deberes del hombre

    (Bello, 1881, pp. 310-311).

    La posicin de Bello coincide con la pro-puesta hecha por Caro y, claro est, con la fuente de la que beben los dos americanos: la del espaol Jovellanos, al cual haremos re-ferencia ms adelante. As pues, la literatura renuncia a la posicin individual, instintiva y subjetiva propuesta por el Sensualismo y por el Romanticismo. Su funcin, por el con-trario, debe ser pblica y didctica, convir-tindose en la puerta de entrada a la razn, condicin necesaria para la vida civil y para la formacin del ciudadano ideal. Como ya se dijo anteriormente, tanto para Bello como para Caro sobre todo en el estudio que es-cribe sobre el Utilitarismo (1868) la literatu-ra es la base de todas las ciencias, y es la que logra preservar el lazo necesario entre sujeto intelectual y sujeto moral.

    Dentro de la propuesta de Bello, se encuen-tra la voz imprescindible de Jovellanos y su propuesta pedaggica, dentro de la cual tambin resultaba neurlgica la presencia de la literatura. Gaspar Melchor de Jove-llanos reelabor el concepto de razn, tal como fue caracterstico en el movimiento

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    ilustrado europeo del siglo XVIII8. De esta manera, Jovellanos entenda la razn, ya no como un ente preexistente gobernado de forma misteriosa por Dios, sino como un movimiento del espritu o una fuerza acti-va del propio ser humano: esta razn no es un ser, sino cualidad o facultad de nuestra alma; esta facultad no supone conocimien-tos sino disposicin para adquirirlos (Jove-llanos, 1797, p. 21). Tal como lo explica San-tiago Castro-Gmez (1996), en apariencia, podramos pensar que la propuesta de Jo-vellanos estara en concordancia con la ex-puesta por el Sensualismo, en relacin con que el hombre, a pesar de ser una criatura sensible, debe, sobre todas las cosas, atener-se a la razn. Como lo expone de Tracy:

    El juicio de la verdad y la norma no

    pertenece exclusivamente a los senti-dos, sino al espritu: no es veritates judi-cios in sensibus. Esta certidumbre que

    puede proporcionar los sentidos se ex-tiende muy lejos, y hay muchas cosas

    que uno cree saber por su intermedia-rio, y de las que no se tiene plena segu-ridad. Por tanto, cuando el testimonio

    de los sentidos contradice o no hace contrapeso a la autoridad de la razn,

    no se plantea el problema de si se debe optar: en buena lgica, hay que atenerse

    a la razn (Tracy, 1871, p. 80).

    El planteamiento de Tracy resulta contra-dictorio de acuerdo con la posicin que ha asumido Caro frente al Sensualismo, pre-sentndolo como una teora limitada por la percepcin emprica, y por el papel principal

    8 Para ampliar el proceso de reelaboracin del concepto de razn Cf. Cassirer, E. (1932). La forma de pensamiento de la poca de la ilustracin, en Filosofa de la ilustracin. Mxico: Fondo de Cultura Econmica.

    que cumplen los sentidos en el conocimiento del mundo. Es claro que para Tracy, como para los dems sensualistas, el primer acer-camiento al mundo se hace a travs de lo que Helvetius llam sensibilidad fsica9, pero no es el ltimo escaln de la percepcin huma-na y del origen del lenguaje. Para Caro, uno de los grandes problemas que presenta el Sensualismo desde su posicin gramatical, se sita precisamente en la razn y el juicio, conceptos que, segn el pensador colombia-no, resultaban banales desde la percepcin de Tracy10, pues ya haba demostrado que el lenguaje no devena exclusivamente de imi-tacin, ni tampoco se situaba en el terreno de las intejecciones; si fuese as en nada se diferenciara el lenguaje humano del animal:

    El lenguaje humano es el lenguaje por

    excelencia, porque no es slo el espri-tu que habla con el espritu sino ade-ms el hombre que habla con Dios y

    de Dios. El hombre ora. El hombre

    predica. Y en el desempeo de estas

    funciones es precisamente donde la

    palabra adquiere su mayor elocuencia

    y su mayor eficacia. Orar es aspirar el

    ser finito al ser infinito, la oracin es la

    escala de Jacob y con palabras oramos

    (Caro, 1881, p. 130).

    9 El Sensualismo, aunque no tiene ninguna teora autnoma, no puede dejar de recurrir a estos problemas, ya que tiene como objetivo el estudio del ser humano y todo aquello que lo rodea, incluyendo el lenguaje. Para Helevetius, el hombre posee la facultad de recibir di-ferentes impresiones, lo que denomina sensibilidad fsica (120: 1758). Por otro lado, para Tracy, los objetos fijados por la sensibilidad fsica se instauran en el devenir humano a travs de la memoria, en consecuencia, el Sensualismo tambin genera una suerte de propuesta desde la tradicin, con la diferencia de que dicha enti-dad no depende solo de la fuerza divina y trascendente, sino de la pragmtica en la realidad.

    10 Para Caro, el sensualismo define el juicio como una simple relacin de sensaciones.

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    Pero si para los sensualistas el conocimien-to del mundo poda representarse en una suerte de esquema binario (sensibilidad fsica/memoria), para Caro dicha idea re-sultaba anloga, solo que los elementos que conforman la estructura no son los mismos de Helvetius y Tracy. Por un lado, es bien sa-bida la fidelidad de Caro por el modelo his-pnico, por otro, su lealtad al pensamiento y a la fe catlica, en donde segua perviviendo un fuerte rezago del pensamiento escols-tico. Entonces, el esquema binario descrito por Caro se enlaza con el propuesto por San Agustn, recordemos que el colombiano fue un vido lector de San Agustn, incluso so-bre otros doctores de la iglesia como Santo Toms. As lo describe Caro en su obra pu-blicada en 1903 El partido Catlico:

    Es evidente que el santo de la iglesia

    ms sabio y quien hizo referencia a la

    mayora de temas que a este pobre prin-cipiante interesan, fue san Agustn. El

    maestro silencioso dira que de Dios no

    viene la verdad, l es la verdad, y todo

    lo que el Hombre haga vendr de l e

    ir a l. La razn y la fe son una misma,

    viven en la armona del cielo trascen-dental (Caro, 1903, p. 25).

    Segn Caro, la fe y la razn deben vivir en un movimiento armnico que propone el conocimiento en dos etapas: presencia y experiencia, nociones presuntas y nocio-nes adventicias11. Segn esta percepcin, y volviendo al concepto de trabajo y acti-vidad mental agustiniano, para el filsofo colombiano, la nica forma como el Hom-

    11 Las nociones presuntas o presunciones, corresponden a la tra-duccin latina de Sneca -praensumptiones-, de las prolepsis-estoicas- anticipaciones o presunciones.

    bre adquiere la ciencia es a travs del tra-bajo mental y reconociendo el trabajo de otros, siempre y cuando dicho trabajo no ria con la fe. En este sentido, es la nocin de presencia la que representa a Dios, y la que, segn Caro, sale perdiendo en la per-cepcin sensualista12: si ella no existiese [la presencia] cmo podramos formar ideas genricas, orgnicas de la inmensidad que nos rodea extendindose ms all del al-cance de nuestra experiencia? (Caro, 1952, p. 313). Por tanto, el planteamiento sensua-lista de que el lenguaje surge por una di-nmica instintiva y desde la induccin, no puede limitarse; cmo hablar del origen sin hablar de la inmensidad y de lo eterno. Miguel Antonio Caro replica de la siguien-te manera hacia el concepto sensualista de la induccin y la interjeccin: quien dice inducir dice adivinar en fuerza de presupo-siciones naturales [instinto, imitacin, inter-jeccin]. Con la sola experiencia acumulara-mos datos parciales sin nmero, pero nunca osaramos interpretarlos como indicios de leyes generales (Caro, 1952, p. 313). Otro elemento importante al que hace referencia Caro, valindose de Claude Bernard, es la supremaca de la presencia divina. sta ha estado sobre la propia experiencia cientfi-ca, reafirmando su enunciado en torno a la limitante teora sensualista; incluso ex-pone la manera como la induccin es anu-lada de forma contradictoria, por la doctri-na de Tracy:

    porque la induccin supone precisa-mente los que no puede haber pasado

    por los sentidos, a saber, el trnsito de las

    cosas sentidas a las cosas metafsicas;

    12 Recordemos que para los sensualistas el sentido de presencia y autoridad divina desaparecen, y se replantea a travs de los sentidos.

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    pues como nota exactsimamente Aris-tteles distinguiendo la sensibilidad de

    la inteligencia, el ejercicio de aquella

    slo concierne a lo particular, mientras sta se eleva a lo universal. Ni la idea

    universal, ni el paso mediante el cual la adquirimos, son efecto de las sensacio-nes (Caro, 1952, p. 314).

    De esta manera, el vnculo entre las cosas sentidas y las cosas metafsicas no es otro, para Caro, que el lenguaje, fruto de un en-tendimiento que inquiere insaciablemente lo universal (Caro, 1952, p. 315), y que lleva dentro de s la necesidad innata de lo univer-sal, de lo absoluto, de Dios. Es as como el lenguaje es resultado de unas ideas innatas que han trascendido, por su sentido meta-fsico, el mbito de los sentidos y han dado lugar a un constructo del lenguaje en donde conviven la razn y la fe: Dios, habiendo creado todos los seres los unos para los otros, con inclinaciones y capacidades armnicas, slo hubiese dejado a la inteligencia huma-na desprovista de toda nocin predisponen-te, desorientada, digmoslo as, en medio del orden universal (Caro, 1869, p. 45).

    Dicho orden universal no resulta mis-terioso para el Hombre, sino que es el fin de su camino cognitivo y axiolgico. Tal y como lo ha descrito Jovellanos, la razn resulta el sendero ms rpido y seguro para que la humanidad llegue a dicho or-den y lo imite en la tierra; el lenguaje se convierte en la luz ms brillante para re-flejar y preservar el orden. Por tal razn, el principio de autoridad que define la relacin entre fe y razn, tiene su mejor aliado en la enseanza de la lengua como un reflejo directo del orden, y de su utili-dad dentro del ciudadano que se formaba

    en el ideario conservador13. La relacin en-tre razn y fe, otro asunto fundamental para Caro, asegurara la armona a la que llam el bello ideal14.

    Lo que resultaba para Caro como el ideal y la esencia del arte, tambin funcionaba para la lengua, expresin absoluta del enten-dimiento y muestra clara de que las ideas innatas eran reflejo de la autoridad divina. El don divino del lenguaje (parte fe, parte razn), est constituido por los axiomas necesarios y absolutos, cuya aceptacin re-sulta inmediata, y se transforman, desde la norma, en maneras de proceder y principios morales. Dentro de las ideas innatas cabe destacar la idea misma de Dios, que como es lgico, significa la idea de Dios cristiano visto desde la orilla de un cartesianismo, traducido al acomodo de las intenciones ex-presadas por Caro:

    13 Es bien sabido, que uno de los principales objetivos del movi-miento de la Regeneracin que encabez el presidente Rafael Nez, era ordenar y unificar un pas alrededor de un Estado autoritario y de la Iglesia catlica. En gran medida, esta receta para reorganizar el territorio nacional emerga de un diagnstico sobre las condiciones creadas por la constitucin liberal y fede-ralista de 1863, que haba otorgado no slo gran cantidad de libertades sociales, sino tambin casi autonoma absoluta a las provincias con el consecuente debilitamiento del poder central. La lengua, en este sentido, se convirti en una de las herramien-tas del plan unificador y centralizador de la nacin, y en el me-jor argumento para generar una tradicin que reafirmar el lazo irrompible con Espaa.

    14 Para Caro, el conocimiento es inconcebible sin la virtud; el pri-mero, jams podr funcionar sin la segunda cualidad. Al armoni-zarse, se produce lo que denomin el bello ideal, el mismo que representa la esencia del arte. Desde esta perspectiva, encon-tramos otra relacin entre San Agustn y Caro. Para el santo, la fe y la razn se armonizan a travs de la virtud. sta se presenta como el vaso comunicante entre el conocimiento que se obtiene desde los sentidos y el que se obtiene desde la razn. Dicha teora fue denominada por San Agustn como la iluminacin. Cf. Para Wills, G. (2001). San Agustn; traduccin de Tefilo de Lozoya. Barcelona: Mondadori.

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    Quiso Descartes poner en ejecucin la idea de fundar la independencia del

    pensamiento, y empezando por excluir

    todo principio que se apoyase en argu-mento de autoridad, acab por enca-sillarse en el sabido entinema: pienso, luego existo. Graduado de principio ab-solutamente libre, es decir, de cosa com-pletamente suya, pero andaba equivo-cado. Era l por ventura el autor de su

    certidumbre? Haba l creado los mo-tivos de su fe? Cuando afirmaba pienso, luego existo es evidente que confiaba en la veracidad de una lgica cuyos prin-cipios no haba creado l, cuya solidez

    misma no acertaba l a explicarse. En re-solucin daba odos a una voz, o fuese

    ley de su entendimiento, o imperio de la

    tradicin, o finalmente inspiracin, pero

    en todo caso hija de autoridad que le de-ca: has hecho un buen silogismo (Caro,

    1870, pp. 444-445).

    Como se explic antes, la falta ms grave que comete Descartes, es precisamente negar el principio de autoridad y las ideas innatas, aunque la relacin de Caro con el mode-lo cartesiano resultaba ambigua, la idea de veracidad, por ejemplo, fundamental para Caro, resulta anloga a la idea de veracidad divina enunciada en la tercera Meditacin car-tesiana, y despus de la segunda muestra de la existencia de Dios. Aunque no olvidemos que Caro salva a Descartes al presentarlo como un pensador, que no cay en la nega-cin y super su falta a travs de su virtud.

    El principio de autoridad: la norma divina

    Plantear el principio de autoridad desde el cual se abre el camino al conocimiento, la

    necesidad de una norma paradigmtica, mo-dlica como resulta el latn para el caste-llano, se converta en garante de una tra-dicin15. Desde este escenario, es clara la oposicin entre las expresiones del indivi-dualismo, que se distanciaban del principio de autoridad como el Sensualismo. Dicha oposicin entre los procesos individuales y conservadores, encontraron en el lenguaje el fundamento del misterio de la vida, de la causa primera, del origen divino de la norma que preserva el temor y busca el orden como causa y efecto de la construccin discursiva. En este sentido nos volvemos a encontrar con Jovellanos, para quien resulta de vital importancia la lucha contra la subjetiviza-cin del mundo, por medio del recurso de la imagen autoritaria de Dios:

    Jovellanos trata de fundar la subjeti-vidad y la libertad sobre las bases del

    autoritarismo divino, con lo que su

    problema es similar al que enfrenta-ban los ms liberales desde una ptica

    secularizada. No es que los escritores

    ilustrados de la pennsula o del con-tinente fueran ajenos a los problemas

    que planteaba la subjetividad, sino que

    ellos pensaban es sta deba fundarse

    en un criterio unificado y en el temor

    a la autoridad divina, lo que implica-ba una religiosidad racionalmente

    aprobada como necesaria y til (Gor-dillo, 2000, p. 55).

    15 A partir de la filologa comparada, los idiomas establecan dife-rencias entre s como el carcter, la articulacin particular de las palabras, su gramtica. Pero siempre resultaba necesaria la presen-cia de un tronco que garantizar la raz de cada una de ellas. Cf. Foucault, M. (1966). Las palabras y las cosas. Una arqueologa de las ciencias humanas. Mxico: siglo XXI editores.

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    Para Jovellanos y Caro la bondad del hom-bre es una idea innata; sin embargo, las ideas de la sociedad moderna son las que corrompen al individuo y llevan a la sociedad al caos. Por tal motivo, es primordial tener un modelo identitario y paradigmtico que cumpla dentro de sus procesos con el ideal cristiano. Espaa cumplira con todos los requerimientos enunciados: Espaa, en los tiempos modernos, es quiz la nacin en que ms tarde ha aparecido la crtica; y esto precisamente porque es una nacin de carcter propio, personal; nacin eminen-temente potica, eminentemente heroica y creyente (Caro, 1888, p. 119).

    La pennsula Ibrica, cumple entonces con dos de las caractersticas que resultan esen-ciales en la propuesta de Caro y Jovellanos: ser creyente y tener un carcter propio que se relaciona y deviene del espritu nacional. Es decir, resulta evidente que la poesa en Espaa es una entidad innata, que provie-ne de la fe y no del espritu novelesco y falaz de los franceses (Caro, 1888, p. 120). Para Caro, las leyes de los hombres y la ley natural, cualquier vivencia del individuo por el individuo en s mismo, resulta imper-fecta y al servicio de intereses personales que fragmentaran la nacin y la sumergi-ran en el caos; por esta razn, el lenguaje deba regirse a la estandarizacin de un mo-delo normativo que lo librara de la falsa ilustracin que adulando las pasiones del individuo, alentaba a la corrupcin y al desorden (Caro, 1888, p. 122).

    Segundo modelo epistmico: el tradicionalismo

    Es bien sabido que la relacin y articulacin entre lengua y poltica, result fundamental

    en la formacin de los Estados nacionales. La voz de Jovellanos result primordial den-tro del ideario de los conservadores, centra-do en el fortalecimiento del lazo entre len-guaje, el pensamiento y la fe. Por esta razn, la irrupcin del espaol Jaime Balmes16, exponente del Tradicionalismo francs, su-mada a la presencia de pensadores como Fnelon y Gratry, reafirm la idea aristot-lica que aseveraba la relacin entre expre-sin y ejercicio poltico. De esta manera ser poltico, vivir en una polis, significaba que todo se deca por medio de palabras y de persuasin, y no con la fuerza y la violen-cia (Arendt, 1998, p. 39)17:

    En sus dos definiciones ms famosas,

    Aristteles nicamente formul la opi-nin corriente de la polis sobre el hom-bre y la forma de vida poltica y, segn

    esta opinin, todo el que estaba fuera de

    la polis esclavos y brbaros era aneu logou, desprovisto, claro est, no de la facultad de discurso, sino de una forma

    de vida en la que el discurso y slo ste

    tena sentido y donde la preocupacin

    primera de los ciudadanos era hablar entre ellos (Arendt, 1998, p. 41).

    Recordemos que la unin entre lenguaje y poltica es uno de los preceptos ms im-portantes para los conservadores colombia-nos, y que el Tradicionalismo sirvi como

    16 En el libro de Balmes El criterio (1844), se entrev una de las formas que adquiri la tendencia conservadora basada en el tradicio-nalismo; se trata de universalizar la realidad y el criterio de verdad desde la ptica autoritaria y dogmtica de la iglesia catlica. El personaje creado por Balmes es el asustado Eugenio, que huye de la influencia terrible de corrientes que distraigan su contem-placin pura y silenciosa de la obra de Dios.

    17 Arendt explica que la definicin aristotlica del hombre como zoom politikon slo se puede entender si se agrega la segunda definicin del hombre como zoon logon ekhon (ser vivo capaz de discurso)

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    respuesta y reflejo perfecto de sus propues-tas ideolgicas18.Por tal motivo, la confor-macin de un Estado-nacin (comunidad modelo del siglo XIX), requiere la presencia de un lenguaje poltico nacional y hege-mnico. La idea central a partir de la cual se consolid el lenguaje poltico del siglo XIX, en lo que hoy es Colombia, no puede ser otro fenmeno que la Regeneracin y el enfrentamiento que inicia contra las corrien-tes liberales galas: En palabras de Malagn Pinzn: Estos idelogos conservadores, basndose en las encclicas de Po IX, Quan-ta Cura y el Syllabus, intentaron implantar una situacin bastante cercana a la que se presentaba antes de la Independencia, para poder eliminar de raz la influencia del libe-ralismo francs (Malagn, 2007, p. 35).

    Como lo explica Jos Lus Romero (2001), el pensamiento conservador era, en su raz, profundamente contradictorio y a pesar de la negacin tcita que proclamaban en tor-no al pensamiento francs, el cuerpo ret-rico de la constitucin de 1886, para el caso colombiano, evidencia una influencia fran-cesa. Se acogieron ideas como la de la Sobe-rana Nacional, nocin que se retoma de lo que se haba estipulado en la Constitucin de 184319. Muestra de ello, es que la idea de

    18 Al igual que la Regeneracin, el tradicionalismo en Espaa surgi como una respuesta a corrientes del mismo tamiz. Cuando el car-lismo fue derrotado, la reina se inclin por un rgimen constitucional preferido por los liberales. Entonces la porcin tradicional que haba permanecido a su lado, desert para pasarse al carlismo, nico sis-tema que llevara a la prctica el absolutismo buscado por ellos, tan pronto subiera el pretendiente al trono e hiciese realidad el lema de los tradicionalistas: Dios, Patria y Rey. Al igual que la Regenera-cin, el Tradicionalismo propona una Restauracin basada en la fe catlica y en el poder del rey como expresin de la norma divina. Cf. Galindo Herrero, S. (1956). Breve historia del tradicionalismo espaol. Madrid: Publicaciones Espaolas.

    19 El artculo 2do. de esta Carta prescriba que La Nacin granadi-na es para siempre esencial e irrevocablemente soberana, libre e

    soberana nacional, de raigambre liberal, se convierte en un deber conservador y se li-mita a travs del derecho natural:

    La soberana nacional o poder pblico,

    limitada por el derecho natural, se ejer-ce por rganos diversos, que especfi-camente llamados poderes, limitados de igual modo, independientes por la

    naturaleza definida de las funciones

    que a cada cual corresponden y arm-nicas en sus relaciones recprocas con-forme al principio y a los fines que le

    son comunes (Caro, 1932, p. 244).

    Las ideas de centralismo, la sujecin de los derechos humanos al texto legal y la idea de la codificacin20, entre otros aspectos, son cla-ramente herencias del pensamiento Galo; sin embargo, todas fueron traducidas al len-guaje del pensamiento conservador atrave-sado por el Tradicionalismo espaol. As se evidencia, a pesar del rechazo que produca sobre algunos sectores la influencia espa-ola luego de la Independencia, en los ojos de ciertos letrados, que se volcaron con ms fuerza en la madre patria.

    El lenguaje de la Regeneracin emergera como el ms apropiado, para que la elite le-trada promoviera la intervencin del estado sobre la vida de los nacionales. Es as pro-pone una serie de polticas que intentaban

    independiente de toda potencia o dominacin extranjera, y no es ni ser nunca el patrimonio de ninguna familia ni persona. Restrepo Piedrahita, Carlos. Constituciones Polticas Nacionales de Colombia. Bogot Universidad Externado de Colombia. 2003. p. 215.

    20 La Codificacin en Colombia comenz en 1859, cuando ramos un Estado Federal, y algunos de los Estados Federados adoptaron el Cdigo Civil realizado por Andrs Bello. Este se nutri del Cdigo de Napolen de 1804 ms otros componentes de Derecho Romano y de Derecho Espaol. En el ao de 1887 se adopta para todo el territorio nacional el Cdigo de Bello.

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    regularizar y administrar la vida de los su-jetos (Melgarejo, 2010). La Regeneracin pas a convertirse entonces en un modo de nombrar un proyecto, cuyo objeto era fomentar prcticas sociales propias de la clase dirigente. La necesidad de limpiar la lengua a travs de la gramtica, el alma a travs de la moral y el cuerpo por medio de los manuales de urbanidad, hace parte de todo un programa de regeneracin nacional. A partir de esta idea se construye un discur-so poltico con una comprensin particular de la vida social, ligada a los centros de po-der estatal y unas polticas sobre el cuerpo y el comportamiento correspondientes a la formacin de sujetos nacionales, as como modos especficos de reconocer la poblacin y el territorio. Una de esas estrategias se evi-denci a travs de la inauguracin, en 1872, de la Real Academia de la Lengua. Para Miguel Antonio Caro, el propsito de esta institucin era:

    Propnese, por tanto nuestra academia

    estudiar el establecimiento y las vicisi-tudes del idioma en la nacin colombia-na, y honrar la memoria de los varones

    insignes que en ella lo cultivaron con

    decoro en pocas pasadas, ya fuesen

    venidos de la pennsula, ya nacidos en

    el pas, redimiendo a un ingrato olvi-do las noticias concernientes a sus vi-das, que sea dable adquirir, no menos

    que sus principales obras. Hasta donde

    alcancen sus facultades, ella desea ilus-trar la historia de la literatura patria, y

    cooperar a la formacin de la biblioteca

    completa de nuestros escritores ilustres (Caro, 1952, p. 95).

    Como lo explica Malcom Deas (1993), fue por medio de la gramtica como se rehabilit la

    presencia e influencia hispnica en nuestro pas. Muestra de ello es que todas las obras escritas en este periodo, en torno a temas del lenguaje y que se enviaron a Espaa, fueron reseadas con tono muy positivo por Mar-celino Menndez y Pelayo, quien reafirm que Bogot era la Atenas Suramericana21. La idea de re-generar tom ms fuerza y se situ sobre la metfora de ordenar, pacifi-car, disciplinar y educar; as pues, fueron los tradicionalistas, por medio de la idea de limpieza lingstica, quienes tomaron la bandera de ensear a travs de la gramti-ca y la religin. Muestra de lo anterior es el artculo 38 de la constitucin de 1886: La Religin Catlica, Apostlica, Romana, es la de la Nacin; los poderes pblicos la protegern y harn que sea respetada como esencial elemento del orden social (Restre-po, 1995, p. 396). Ms adelante, en el artculo 41, dedicado al aspecto educativo, vinculara tambin a la iglesia dentro de los procesos de enseanza: La educacin pblica ser organizada y dirigida en concordancia con la Religin Catlica. La instruccin primaria costeada con fondos pblicos, ser gratuita y no obligatoria (Restrepo, 1995, p. 398). Con la relacin entre enseanza y religin, el conocimiento de la lengua tendra para Caro el tono trascendente que lo acercara a las ideas innatas:

    Nuestro entendimiento, aquel que

    trasciende la idea de conocimiento y

    experiencia, inquiere insaciablemente

    lo universal, lo comprensivo, sin duda porque lleva consigo mismo la nece-sidad de eso que busca. Hay algo en

    21 Quien llam por primera vez a Bogot la Atenas suramericana fue el francs Eliseo Reclus, autor de un artculo en la Revue des Deux Mondes en 1864, en el cual le otorga esa denominacin a nuestra capital y Buenos Aires (Montenegro, 2003).

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    nosotros algo que nos mueve a inves-tigar, y por ciertos caminos especiales,

    la razn ltima de las cosas; cualquier

    fenmeno que se nos presente nos

    mueve irresistiblemente a preguntar:

    por qu ser esto as? Y quedamos

    satisfechos con una respuesta que, sin

    explicarnos la naturaleza misma del

    fenmeno nos reduzca a una ley ya

    conocida por nosotros; no podemos

    prescindir a esta tendencia a genera-lizar, no podemos emanciparnos de

    algo que reside dentro de nosotros, ar-mnico con el orden universal exterior

    (Caro, 188, p. 130).

    De esta manera, el lenguaje se convierte en parte de las ideas innatas, pero se diferencian de los instintos (interjeccin) porque acep-tan y devienen del principio de autoridad y orden divino; ste se convierte en aquello que est instaurado en el alma, y que gua el conocimiento como una presencia que supera la experiencia. Por tal motivo, Caro siempre tuvo presente que habra un mo-delo ms cercano a lo universal, y otro ms primario y emprico que alejaba al Hombre de Dios y lo acercaba a las falsas sensacio-nes de un alma que exista ms all del Pa-dre (Caro, 1881, p. 131)22. Ese modelo de orden racional superior no sera otro para Caro que la Gramtica General, en cuyo punto se encontrara de nuevo con el tradi-cionalista Jovellanos.

    22 Para Caro existan dos tipos de orden racional, uno superior y otro inferior. El primero, se instalara en la inteligencia comprehensiva, que segua un modelo superior; el segundo, est relacionado con el instinto y la sensacin que niega el principio de autoridad. De este modo, la gramtica general estara ms cercana al orden superior, por reconocer en el lenguaje una forma de limpiar el alma y de reflejo del origen divino de la norma.

    Tanto para Caro como para Jovellanos, solo la gramtica general asegurara el buen gusto en el decir, resultado que traera consigo la posibilidad de educar el pensamiento y de regenerar a los ignorantes. De igual modo, la gramtica general estudiaba la manera de decir el mundo, y en esa medida se conver-ta en la cifra de un orden racional superior, a travs del cual el orden de las palabras, unas tras otras, sucedindose en el tiempo, representaban la simultaneidad de un orden universal que debera conservarse para evi-tar la catstrofe. Caro defenda la creencia de que es posible una mirada pura, primige-nia, sobre las cosas (Caro, 1881, p. 132), esta mirada pura solo puede expresarse a travs de un lenguaje que duplica el pensamiento, lo representa. En consecuencia, la gramtica general debera estudiar su orden y presen-tarse como conocimiento formal y abstracto que, al superar la peculiaridad de las len-guas, se acercaba ms a una suerte de lgica. Sin embargo, no se trataba de una propuesta que se limitara a la relacin entre ideas y or-den superior, sino que planteaba el estudio de las distintas operaciones entre los signos del lenguaje, de su relacin con las ideas y con el mundo sensible de donde provenan, por lo cual, era considerada como una ciencia de la naturaleza.

    Consideramos que todo el cuerpo que con-forma la Regeneracin podra traducirse en esta idea de gramtica, en ese sentido ret-rico que se transforma en un lenguaje pecu-liar, un nuevo modo de pensar el mundo, sobre todo en cuanto a la relacin entre na-cin (como pueblo) y Estado (como proyec-to poltico). La primera deba ser ordenada como cuerpo a travs del orden superior racional, y de un aparato metdico, rela-cionado y cohesionado como la gramtica

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    general. De este modo, solo los letrados po-dran guiar este proceso y, adems, se en-contraban en un lugar privilegiado dentro del escenario poltico, y seran los llamados a perpetuar esta arquitectura del poder.

    Lo bello: el principio de la proposicin

    Para Miguel Antonio Caro la concepcin de lo bello se relacionaba directamente con la obediencia a la norma. La belleza no solo era el reflejo de un orden superior, macro-csmico y misterioso, sino que se relaciona-ba con la calidad de los valores polticos y morales; por esto, si el uso del lenguaje era el correcto, se evidenciara un pensamiento ordenado y cercano a lo bello. As, el len-guaje deba reflejar ese orden armnico del cual se ha hablado, donde confluye la razn humana y el orden divino de la nor-ma. Es as como la funcin del lenguaje, en concreto el artstico, ya no se limitaba a re-flejar de forma desnuda la naturaleza, sino que contaba con la capacidad de represen-tar las cosas aproximndose a su pureza ini-cial, y deba producir un orden placentero. Por tanto, en la contemplacin de la obra de Dios, se destacaba la variedad de combina-ciones que podan existir en el lenguaje:

    De suerte que Dios, de mil maneras

    diferentes y con innumerables y diver-ssimas combinaciones de las partes, puede hacer hermossimas caras. Pero

    los hombres, reglando inadvertidamen-te la inmensa amplitud de las ideas divinas por la estrechez de las suyas,

    han pensado reducir toda la hermosu-ra aun a combinacin sola, que muchas

    veces, pasa de largo por el orden divino

    (Caro, 1881, p. 134).

    A pesar de que en esta cita Caro estara abogando por una suerte de libertad crea-tiva en el uso del lenguaje, no poda, en ningn sentido, transgredir el modelo que recordaba a Dios. Dicho modelo no era otro que el de la tradicin: La interpretacin que en virtud del lenguaje hace de las leyes sobrenaturales y del entendimiento comu-nica, directamente, la sensibilidad con la tradicin (Caro, 1869, p. 122). Desde esta perspectiva, aparece otra funcin que Caro atribuye al lenguaje: la credibilidad irre-ductible en la veracidad de Dios, que pre-senta como principio de toda certidumbre, como inicio de obediencia y anulacin de todo aquello que anteponga el ingenio hu-mano al divino: La sola desconfianza de nosotros mismos es el escepticismo; unida a la confianza en Dios es la religin (Caro, 1869, p. 128).

    Desde el sentido de la veracidad de Dios, aparece nuevamente, la teora de la prepo-sicin que expusimos anteriormente23. Para Caro, el funcionamiento de la proposicin es el reflejo de las operaciones intelectuales y expresa el juicio, el entendimiento y, en consecuencia, el orden armnico. Por ejem-plo, el uso nominativo del sujeto presupo-ne la idea de sustancia, y la idea de subs-tancia, a su vez, reafirma el uso tradicional de la proposicin. Como lo explica Carlos Valderrama Andrade (1979), la fuerza de la proposicin de desarrolla individual-mente, es decir, cuando el nombre se hace sujeto en un verbo, cuando se ve reanima-do por el verbo e integra una proposicin: El hombre aisladamente denota una cosa;

    23 Como lo explica Leonardo Tovar Gonzlez (2002), la preposicin es concebida por los filsofos y gramticos como la unin del sujeto atributo o verbo; el primero tiene como funcin expresar una sus-tancia, el segundo expresa lo que dice esa sustancia.

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    como sujeto del verbo, denota una persona. La proposicin, pues, por el sujeto, esto es, por el nombre, en cuanto a l se refiere el verbo presupone la nocin de substancia (Caro, 1883, p. 172). Por tanto, como reflejo de las operaciones lingsticas, el hombre es persona y substancia cuando se une al sustrato universal.

    El lenguaje constitua para Caro el reflejo del orden superior y su funcionamiento, por tanto, resulta lgico que haya coincido con Jovellanos en que la mejor manera de acercar al pueblo a la tradicin, sinnimo de civilizacin y de belleza, era a travs de la enseanza de las buenas letras y del lenguaje. En consecuencia, instruir en las leyes del lenguaje, era conectar al hombre con la esencia de la proposicin, a la vez que se le acercaba a la lgica, a la retrica, a la potica y, sobre todo, a la gramtica general desde donde se formara el juicio de los individuos: el perfeccionamiento del lenguaje garantizara el progreso de la humanidad. Tal vez la consigna ms clara de Miguel Antonio Caro era, precisamen-te, que las operaciones del espritu eran inseparables de las operaciones que orde-naban el discurso, y que el arte de pensar y de hablar haba llegado a ser virtualmente uno solo:

    Como el hombre para pensar necesite

    de una coleccin de signos que deter-minen y ordenen las diferentes ideas

    de que sus pensamientos se compo-nen, la lengua ha venido a ser para l

    un verdadero instrumento analtico y

    el arte de pensar ha coincidido de tal manera con el arte de hablar, que vie-nen ya a ser virtualmente uno mismo

    (Caro, 1881, p. 125).

    La propuesta de Caro era, bsicamente, la unin de un pensamiento religioso y cien-tfico que responde a la creencia en la crea-cin del mundo visible por una inteligencia invisible. En este sentido, Caro pretende expresar, a travs del lenguaje, la unidad en la pluralidad, esto es, el lenguaje con la pe-culiaridad de las lenguas dentro de la idea universal de la norma: La unidad sin plu-ralidad es absolutamente estril y carente de belleza; todas nuestras percepciones son compuestas; necesitamos conocer la unidad para concebirla y expresarla. Todo juicio, todo el lenguaje es la afirmacin de la uni-dad (Caro, 1881, p. 132). Precisamente el lenguaje como peculiaridad pertenece y da sustento a la unidad, le confiere el sentido del deber, la propiedad y la autoridad. Caro ve la idea de la propiedad como una deri-vacin de la apropiacin, esto significa que quien conoce la norma tendr la apropia-cin de una gran parte del entendimiento: la propiedad es derecho divino (Caro, 1881, p. 133), un derecho que se sustenta y sustenta la tradicin.

    En relacin con la autoridad, que surge luego de la apropiacin y la aceptacin de la unidad principio que corresponde, direc-tamente, con el plan regenerador de la uni-ficacin lingstica, religiosa y poltica, y se reafirma como una propiedad primera devenida del derecho divino, que se aseve-ra a travs del conocimiento y aceptacin de la norma, fundando un rgimen grama-tical: rgimen en gramtica y gobierno en filosofa moral son en el fondo una misma idea (Caro, 1869, p. 125). Por tanto la idea del deber, traducida en el rgimen grama-tical, conforma tambin el sentido moral del individuo. El lenguaje con las opera-ciones descritas por Caro, se convierte, a su

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    vez, en base de un sistema axiolgico ideal, una parte ineludible y fundamental de la identidad nacional propuesta por la Rege-neracin. En esta direccin, la constitucin propia de cada idioma fija las ideas pecu-liares de un pueblo que habla de s mismo, desde s mismo, y debe profesar respaldado por el modelo superior (Dios y latn). Estas ideas tradicionales son para Caro en cierto sentido innatas, y viven al interior del genio de la lengua, son el sustento de lo bello, y lo bello el sustento de la moral. Podramos de-cir que educar a travs del lenguaje y su uso resultaba para Caro un ejercicio completo, cercano a la substancia de lo universal, re-flejo de las ideas principales de la Regenera-cin: orden, justicia y perfeccin, tres prin-cipios que constituan el bien y que eran el vehculo directo a Dios:

    El lenguaje y su enseanza, como todas

    las obras de Dios llevan en su infinita

    variedad el sello de la unidad en su ca-rcter esencial, en cuanto reflejan una

    nocin fundamental: la de lo bueno,

    as el hombre en el vasto campo de la invencin debe reducir sus variadas obras al tipo de lo bueno, a la norma de la idea divina (Caro, 1893, p. 172).

    El uso del lenguaje como obra del hombre es bueno y correcto, siempre y cuando refleje las nociones del bien moral, su orden debe corresponder con la armona de la uni-dad para ser bueno y cumplir con las no-ciones de belleza ideal. Dicha instancia no es otra que aquella belleza que preserva y, a su vez, pregona el orden y regenera al individuo que desconoce el principio divino de aquella inteligencia invisible. Al respecto, tendramos que preguntarnos si los elementos modernizantes que pudo

    contener la mentalidad catlica, contribu-yeron en ese periodo a adoptar elementos estructurales de la racionalidad moderna, o si por el contrario, esa mentalidad fue com-pletamente refractaria a esas innovaciones; si la substancia universal detuvo con mano contenciosa el progreso, o si por el contrario abri ms an los ojos de aquella moder-nidad que se asoma tmida y cercana a la proposicin.

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