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perspectiva femenista
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UNRN – Sede El Bolsón- Diplomatura en Humanidades y Ciencias SocialesMyriam Sauchelli
PONENCIA
TEMA: La representación de la mujer en los cuentos infantiles como dispositivo de poder
INDICE
INTRODUCCION............................................................................................................................................2
DESARROLLO................................................................................................................................................3
CONCLUCIONES:...........................................................................................................................................7
BIBLIOGRAFIA:.............................................................................................................................................7
INTRODUCCION“Tú me quieres alba,
Me quieres de espumas…”
(A. Storni)
La presente ponencia, aborda las representaciones de género en los cuentos infantiles porque
pretende hacer visible que en la reproducción de estas narraciones, (que a simple vista parecen
inocentes), se justifica y perpetúa el orden actual en la sociedad y favorece la discriminación.
De esta manera, el presente trabajo busca dar cuenta de cómo las representaciones de la mujer en
los cuentos infantiles, funcionan como un dispositivo de poder que matriza en la mente y en el
cuerpo individual los lugares que se destinan al género femenino en la vida social y pública y que
son reproducidos en las prácticas sociales a través de ellos.
Metodológicamente, bajo un enfoque cualitativo, se toman para el análisis reflexivo los
conceptos de “dispositivo de poder”, “biopolítica” y “anatomopolítica” de Michel Foucault, los
cuentos infantiles de Cenicienta y Blancanieves como ejemplos de la transmisión discursiva de
las representaciones femeninas. Estas representaciones sobre la mujer, que matriza tanto a las
mismas mujeres en su interior en la construcción de su personalidad, rol en la sociedad, en la
familia y que las “disciplina” en todas las acciones cotidianas de la vida. Así como también a la
sociedad misma para que se espere de ellas determinadas sociales.
Una de las fuentes que abrevan estas representaciones son ninguna duda los cuentos infantiles,
que suponen modelo, simple y reconocible y a través de los cuales la realidad toma significado
para los individuos, especialmente más desprotegidos, como los niños.
Es debido a ello que he decidido abordar esta problemática en dos cuentos que son iconos
infantiles y que la mayoría de nosotras como madres y docentes hemos contado a nuestros niños,
ya que me parece interesante el hecho de que no es solo en una sociedad determinada que los
roles de la mujer se parecen en cuanto ser “la que espera”, la que es descubierta”, “la que trabaja
en la casa por techo y comida”, "la que un solo hombre la besa y a él se entrega y es por siempre
feliz” y que si bien no podemos hablar de un fenómeno “globalizado” podemos decir que estos
cuentos se conocen en diferentes versiones en casi todo nuestro globo.
Es también un llamado de atención en una época en la cual se están intentando modificaciones en
varias esferas en la llamada “diferencia de género” (violencia, discriminación, acoso, etc.), pero a
diario sentamos a nuestros niños y les leemos o les hacemos ver películas sobre estas damiselas y
estas historias infantiles en nuestra casa o en nuestra escuela, formando en su imaginario a las
pequeñas féminas en la espera y recompensa de la llegada de un príncipe azul y a nuestros
pequeños varones en la idea de que ella los espera y el la descubrirá para iluminarla a cambio de
su dulzura, bondad y belleza…sus más preciados atributos.
DESARROLLOPara abordar esta problemática es necesario definir qué se entiende en este trabajo por
“representación social”
… “En el sentido clásico, las representaciones colectivas son un mecanismo explicativo, y se
refieren a una clase general de ideas o creencias (ciencia, mito, religión, etc.), para nosotros son
fenómenos que necesitan ser descritos y explicados. Fenómenos específicos que se relacionan
con una manera particular de entender y comunicar - manera que crea la realidad y el sentido
común -. Es para enfatizar esta distinción que utilizo el término “social” en vez de “colectivo…”
Moscovici (1984), citado por Perera, (1999, p. 5)
Las funciones de las representaciones sociales
Las representaciones sociales cumplen cuatro funciones básicas (Maricela Perera 1999):
- Función de conocimiento: Permite comprender y explicar la realidad. Las
representaciones permiten a los actores sociales adquirir nuevos conocimientos e
integrarlos, de modo asimilable y comprensible para ellos, coherente con sus esquemas
cognitivos y valores. Por otro lado, ellas facilitan -y son condición necesaria para- la
comunicación. Definen el cuadro de referencias comunes que permiten el
intercambio social, la transmisión y difusión del conocimiento.
- Función identitaria: Las representaciones participan en la definición de la identidad y
permiten salvaguardar la especificidad de los grupos. Sitúan además, a los individuos
y los grupos en el contexto social, permitiendo la elaboración de una identidad social y
personal gratificante, o sea, compatible con el sistema de normas y valores social e
históricamente determinados.
- Función de orientación: Las representaciones guían los comportamientos y las
prácticas. Intervienen directamente en la definición de la finalidad de una situación,
determinando así a priori, el tipo de relaciones apropiadas para el sujeto. Permiten
producir un sistema de anticipaciones y expectativas, constituyendo una acción sobre la
realidad. Posibilitan la selección y filtraje de informaciones, la interpretación de la
realidad conforme a su representación. Ella define lo que es lícito y tolerable en un
contexto social dado.
- Función justificatoria: Las representaciones permiten justificar un comportamiento
o toma de posición, explicar una acción o conducta asumida por los participantes de
una situación.
El segundo concepto que se articula para la comprensión de cómo funcionan las representaciones
sociales de las mujeres en los cuentos infantiles seleccionados, es el de “dispositivo de poder”.
Siguiendo Foucault el poder no puede ser localizado en una institución, o en el Estado. El poder
no es considerado como algo que el individuo cede al soberano (concepción contractual jurídico-
política), sino que es una relación de fuerzas, una situación estratégica en una sociedad
determinada. Por lo tanto, el poder, al ser relación, está en todas partes, el sujeto está atravesado
por relaciones de poder, no puede ser considerado independientemente de ellas. El poder, para
Foucault, no sólo reprime, sino que también produce: produce efectos de verdad, produce saber.
Existen para este autor dos esferas donde se construye y reproduce el poder y cada una de ellas
tiene sus propios mecanismos de legitimación, actúan como "centros" de poder y elaboran su
discurso y su legitimación. Una de dichas esferas está constituida por la ciencia, la otra por el
contrario, está conformada por todos los demás elementos que pueden definirse como integrantes
de la cultura. Lo ideológico, las diferenciaciones de género, las prácticas discriminatorias, las
normas y los criterios de normalidad, están dentro de esta segunda esfera.
Como el poder es en relación, la relación implica un discurso de verdad que implica presentar
como un “hecho natural” ciertas prácticas y conductas e intenta bloquear las posibilidades de
aparición de otros discursos que tengan capacidad cuestionadora. Así es como aparece en escena
la disciplina en su doble acepción que mantiene desde su origen, apuntando tanto al conjunto de
conocimientos como al control.
Dos son las tecnologías de la disciplina que Foucault señala: anatomopolítica, una tecnología
individualizante del poder que enfoca a los individuos hasta en sus cuerpos y por otro lado la
biopolítica que pone su mirada en el disciplinamiento de la población en su conjunto. (1976).
Las mujeres en los cuentos
Me quieres de nácar.
Que sea azucena
Sobre todas, casta.
De perfume tenue.
Corola cerrada
(A. Storni)
La identificación como hombre o como mujer tiene un aspecto dinámico que nos lleva a
comportarnos como nosotros creemos que debe comportarse un hombre o una mujer en las
múltiples situaciones que se nos presentan en la vida. En el pasado, como aún en el presente, se
recurrió a explicaciones de orden biológico sobre la esencia de lo masculino y lo femenino para
fundamentar la atribución de papeles sociales en función del sexo.
La pregunta que motivo este trabajo es ¿desde cuándo tomamos conocimiento de los roles
asignados? ¿A través de que discursos comenzamos a ser matrizados, disciplinados, formados
con determinada visión del mundo de los roles masculinos y femeninos? ¿Cuáles son los
discursos universales (o casi) y que quizás más tempranamente recibimos?
Blancanieves: “…Una niña muy bonita, una pequeña princesa que tenía un cutis blanco como la
nieve, labios y mejillas rojos como la sangre, y cabellos negros como el azabache” (Ed. Sol p.6).
Cenicienta: “…y así fue como el papá de aquella dulce joven decidió casarse de nuevo” (Ed. Sol
p.6).
Las niñas son hermosas, es su cualidad más destacada, a la que se le agregan dulces, simpáticas,
buenas. Su belleza es en ambas el estigma de su desgracia, la una por su madrastra- bruja
(Blancanieves), la otra por su madrastra y hermanastras (Cenicienta). Ellas son niñas y las
mujeres adultas son brujas, o bellas pero envidiosas, feas. Parece transmitir que la belleza y el ser
buenas y queridas son solo patrimonio de las mujeres jóvenes. Ambas son dóciles, ocultas sus
cualidades ya descriptas por la ceniza en una y por lo oculto del bosque la otra. Las dos deben
tener un rol de doméstica, una lo cumple alegremente en el bosque con los siete enanitos a
cambio de techo y comida, la otra lo hace en su casa a cambio de lo mismo. Son el centro y eje
del cuento que lleva su nombre u apodo pero también es central el rol en segundo plano, alejadas
de toda decisión en lo público o lo social quedando sus acciones dentro del ámbito de lo privado
y doméstico. Ayudan de esta manera a mantener un estereotipo femenino tradicional centrado en
la mujer como esposa y madre.
Otro punto importante es que estas mujeres-niñas encuentran el amor en el primer y único
hombre joven con el que tienen contacto y que las hacen merecedoras, después de tanto
sufrimiento (¿será una forma de purgar la condición de mujer quizás?), de ser descubiertas,
reconocidas y felices. En otras palabras, ellos las transforman en princesas, en el sueño acariciado
de ser felices por siempre.
Si bien en los cuentos encontramos personajes protagonistas tanto masculinos como femeninos,
el tratamiento que reciben no es el mismo. La representación de la mujer pierde objetividad y se
reduce a unos esquemas prefijados que la sitúan en ámbitos exclusivamente domésticos. La
simplicidad del estereotipo favorece su integración ya que no requiere para su comprensión
ningún tipo complejo de pensamiento.
Podemos entonces inferir que las representaciones sociales que se hacen de la mujer en estos
cuentos cumplen por un lado lo que hemos descripto como dispositivo de poder, pudiéndolos
inscribir dentro de las tecnologías de anatomopolítica y biopolítica utilizados para reproducir y
transmitir estos roles, una forma de mantener la estratificación y discriminación de género desde
etapas tempranas en la educación.
Pudiendo concluir que cumplen las funciones enumeradas al principio, ya que estas
representaciones de la mujer explican su realidad y forman el conocimiento de lo que se debe ser,
siendo trasmitidas y difundida desde la más temprana edad, asimilándolos como marco de
referencia común. Estos roles femeninos conforman la identidad de lo que es ser mujer tanto para
las que pertenecen al género como en los varones, traspolándose estos roles dentro de la dinámica
socio cultural y determinando la especificidad de grupo que es ser mujer “permitiendo la
elaboración de una identidad social y personal gratificante, o sea, compatible con el sistema de
normas y valores social e históricamente determinado”. Como representación define que es
licito, moral y aceptable en la sociedad, actuando como guía de los comportamientos y las
prácticas. No es entonces difícil entender porque a aquellas intentan o invierten estos roles
encarnados en las representaciones sociales de la mujer se las castiga social y moralmente ya que
estas actúan como justificación de tales comportamientos.
CONCLUCIONES:El debate por la igualdad de género atraviesa transversal y verticalmente nuestra sociedad. Por lo
que creo es necesario revertir desde la reproducción y transmisión de los discursos desde
tempranas etapas, las representaciones sociales de los roles que se le han otorgado a la mujer.
Por supuesto que los cuentos, cuentos son, pero el imaginario de una sociedad se va creando a
partir de todo aquello que se naturaliza en la esfera de lo cultural. Creando modelo, modelos que
por otra parte no siempre presentan problemas y necesidades reales (y más en lo referente a la
figura femenina) y que transmiten estereotipos con un comportamiento basado en la pasividad.
El aporte de este trabajo es abrir una brecha de reflexión para poder pensar hasta qué punto esto
es un problema y cuál es el alcance de su influencia. Ya que en mi opinión todo lo que vemos y
oímos deja huella en nosotros. ¿Por qué en los niños no va a ser así?
BIBLIOGRAFIA:- M. Foucault. Microfísica del poder. 3ra Edición. Ediciones de La Piqueta. España 1991.
Página 142
- M. Foucault. Vigilar y castigar. Madrid: Siglo XXI Editores
- Perera, M. (1999): “A propósito de las representaciones sociales: apuntes teóricos,
trayectoria y actualidad”. Informe de investigación. CIPS. La Habana.
- Cenicienta – Editorial Sol 90 – España 2005.
- Blancanieves – Editorial Sol 90 – España 2005.