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Asesinado por el cielo Un enredo colectivo (Generación del 27 y Surrealismo) Un enredo poético I. Muerte II. Amor III. Paisajes

La residenciadeestudiantes

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Asesinado por el cielo

Un enredo colectivo

(Generación del 27 y Surrealismo)

Un enredo poético

I. Muerte

II. Amor

III. Paisajes

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I. Muerte

Asesinado por el cielo,entre las formas que van hacia la sierpey las formas que buscan el cristal,dejaré crecer mis cabellos.

No aquél que a sus cabellosató la muerte.

Si mi voz muriera en tierrallevadla al nivel del mary dejadla en la ribera.

Con el árbol de muñones que no cantay el niño con el blanco rostro de huevo.

Con los animalitos de cabeza rotay el agua harapienta de los pies secos.

Con todo lo que tiene cansancio sordomudoy mariposa ahogada en el tintero.

Tropezando con mi rostro distinto de cada día.¡Asesinado por el cielo!

Pero el hombre se agita en todas direcciones,Sueña con libertades, compite con el viento,Hasta que un día la quemadura se borra,Volviendo a ser piedra en el camino de nadie.

En Viena hay diez muchachas,un hombro donde solloza la muertey un bosque de palomas disecadas.

Ese hombre está muerto

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y no lo sabe.

Quiere asaltar la banca,robar nubes, estrellas, cometas de oro,comprar lo más difícil:el cielo.

Y ese hombre está muerto.

Muerto se quedó en la calle

con un puñal en el pecho.

No lo conocía nadie.

¡Cómo temblaba el farol!

Madre.

¡Cómo temblaba el farolito

de la calle!

Era madrugada. Nadie

pudo asomarse a sus ojos

abiertos al duro aire.

Que muerto se quedó en la calle

que con un puñal en el pecho

y que no lo conocía nadie.

se le vio, caminando entre fusilespor una calle larga,

Si muero,dejad el balcón abierto.

He cerrado mi balcónporque no quiero oír el llanto,pero por detrás de los grises murosno se oye otra cosa que el llanto.

Todos cerraron los ojos;

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rezaron: ¡ni Dios te salva!

«ya es de noche».La noche donde yo estoyahora,donde tú estás junto a mítan dormida y tan sin sol

Allá donde termine ese afán que exige un dueño a imagen suya,

Sometiendo a otra vida su vida,

Sin más horizonte que otros ojos frente a frente.

Donde penas y dichas no sean más que nombres,

Cielo y tierra nativos en torno de un recuerdo;

Donde al fin quede libre sin saberlo yo mismo,

Disuelto en niebla, ausencia,

Ausencia leve como carne de niño.

Y yo me iré; y estaré solo, sin hogar, sin árbolverde, sin pozo blanco,sin cielo azul y plácido…Y se quedarán los pájaros cantando.

Pero si la ira, el ultraje, el oprobio y la muerte,Ávidos dientes sin carne todavía,Amenazan abriendo sus torrentes,De otro lado vosotros, placeres prohibidos,Bronce de orgullo, blasfemia que nada precipita,Tendéis en una mano el misterio.Sabor que ninguna amargura corrompe,Cielos, cielos relampagueantes que aniquilan.Abajo, estatuas anónimas,Las estatuas sufren por los ojos con la oscuridad de losataúdes,pero sufren mucho más por el agua que no desemboca.Que no desemboca.Sombras de sombras, miseria, preceptos de niebla;Una chispa de aquellos placeresBrilla en la hora vengativa.¡Pronto! ¡Los bordes! ¡Deprisa! Y croaban las estrellastiernas....que no desemboca.

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Su fulgor puede destruir vuestro mundo.

El pueblo corría por las almenas rompiendo las cañas de los

pescadores.

¡Qué débil el latido

de tu corazón leve

y qué hondo y qué fuerte su secreto!

¡Qué breve el cuerpo delicado

que lo envuelve de rosas,

y qué lejos, desde cualquiera parte tuya

-y qué no hecho-

el centro de tu alma!

¿Quién sacude en mi almohada

reinados de yel y sangre,

cielos de azufre,

mares de vinagre?

¿Qué voz difunta los manda?

Contra mí, mundos enteros,

contra mí, dormido,

maniatado,

indefenso.

Nieblas de a pie y a caballo,

nieblas regidas

por humos que yo conozco

en mí enterrados,

van a borrarme.

Y era yo entre la niebla quien oía, quien veía mucho más y todo esto.

Nueva York, Wall Street, banca de sangre,

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áureo pulmón comido de gangrena,

araña de tentáculos que hilan

fríamente la muerte de otros pueblos.

Yo estaba en la terraza luchando con la luna.

Enjambres de ventanas acribillaban un muslo de la noche.

En mis ojos bebían las dulces vacas de los cielos.

Y las brisas de largos remos

golpeaban los cenicientos cristales de Broadway.

La gota de sangre buscaba la luz de la yema del astro

para fingir una muerta semilla de manzana.

El aire de la llanura, empujado por los pastores,

temblaba con un miedo de molusco sin concha.

Pero la muerte va también

por el mundo vestida de escoba,

lame el suelo buscando difuntos;

la muerte está en la escoba,en la lengua de la muerte buscando muertos,

es la aguja de la muerte buscando hilo.

Así como en la roca nunca vemosLa clara flor abrirse,Entre un pueblo hosco y duroNo brilla hermosamenteEl fresco y alto ornato de la vida.Pero la vida sólo la aprendemos,y placer y dolor se ofrecen siempretal mundo virgen para cada hombre.

Así mi pena inculta es nueva ahora.

Por esto te mataron, porque erasVerdor en nuestra tierra áridaY azul en nuestro oscuro aire.

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Estoy cansado de estar vivo,Aunque más cansado sería el estar muerto;Estoy cansado del estar cansado

Aunque sólo sea una esperanzaporque el deseo es pregunta cuya respuesta nadie sabe.

Para morir basta un ruidillo,el de otro corazón al callarse,o ese regazo ajeno que en la tierraes un navío dorado para los pelos rubios.

Miro al fondo la luz, y creo a solas.A solas pues que existes. Existir es vivir con ciencia a ciegas.Pues oscura te acercasy en mis ojos más lucessiéntense sin mirar que en ellos brillen.

Por tus blancos ojos cruzanondas y peces dormidos.Pájaros y mariposasjaponizan en los míos.

No brillan, pues supieron.¿Saber es conocer? No te conozco y supe.Saber es alentar con los ojos abiertos.¿Dudar...? Quien duda existe. Sólo morir es ciencia.

No es el vómito de los húsares sobre los pechos de la prostituta,ni el vómito del gato que se tragó una rana por descuido.

Son los muertos que arañan con sus manos de tierra

las puertas de pedernal donde se pudren nublos y postres.

Sometiendo a otra vida su vida, Sin más horizonte que otros ojos frente a frente.

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Donde penas y dichas no sean más que nombres, Cielo y tierra nativos en torno de un recuerdo; Donde al fin quede libre sin saberlo yo mismo, Disuelto en niebla, ausencia, Ausencia leve como carne de niño.

El otoño vendrá con caracolas,

uva de niebla y montes agrupados,

pero nadie querrá mirar tus ojos

porque te has muerto para siempre.

¡Ay, ay, ay, ay!

Toma este vals con la boca cerrada.

Este vals, este vals, este vals,

de sí, de muerte y de coñac

que moja su cola en el mar.

Porque te has muerto para siempre,

como todos los muertos de la Tierra,

como todos los muertos que se olvidan

en un montón de perros apagados.

Quien habla ya a los muertos,

Mudo le hallan los que viven.

Ciega, por un túnel de oro,

de espejos malos,

con la muerte

darás en un subterráneo.

Tú allí sola, con la muerte,

en un subterráneo.

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Y alguien detrás, a tu espalda,

siempre.

Para unos vivir es pisar cristales con los pies desnudos;

para otros vivir es mirar el sol frente a frente.

La playa cuenta días y horas por cada niño que muere.

Una flor se abre, una torre se hunde.

Una orilla impasible donde rompen

cuerpos u ondas mares, o la frente.

Vivir, vivir, el sol cruje invisible,

besos o pájaros, tarde o pronto o nunca.

Para morir basta un ruidillo,

el de otro corazón al callarse,

o ese regazo ajeno que en la tierra

es un navío dorado para los pelos rubios.

Se le vio caminar...

Labrad, amigos,

de piedra y sueño en el Alhambra,

un túmulo al poeta,

sobre una fuente donde llore el agua,

y eternamente diga:

el crimen fue en Granada, ¡en su Granada!

Tres golpes de sangre tuvo

y se murió de perfil.

Viva moneda que nunca

se volverá a repetir.

Un ángel marchoso pone

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su cabeza en un cojín.

Otros de rubor cansado,

encendieron un candil.

Y cuando los cuatro primos

llegan a Benamejí,

voces de muerte cesaron

cerca del Guadalquivir.

Cuando me dijeron que te habías marchado

Adonde no se vuelve

Adonde nadie

Sabe nada de nadie.

Adonde acaba el mundo.

Amargos son los días

De la vida, viviendo

Sólo una larga espera

A fuerza de recuerdos.

Un día, tú ya libre

De la mentira de ellos,

Me buscarás. Entonces

¿Qué ha de decir un muerto?

Lo primero que lamenté fue no haberte abrazado más veces

Muchas más

Muchas más veces muchas más

La muerte te llevó y me dejó

Tan solo

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Tan solo

Tan muerto yo también.

¿Por qué te perdí por siempreEn aquella tarde clara?

Con el árbol de muñones que no cantay el niño con el blanco rostro de huevo.Con los animalitos de cabeza rotay el agua harapienta de los pies secos.

Hoy mi pecho está resecoComo una estrella apagada.

Como un golpe de viento

Que deshace la sombra,

Caí en lo negro,

En el mundo insaciable.

Porque te has muerto para siempre,

como todos los muertos de la Tierra,

Adiós, adiós, manojos de gracias y donaires,

Que yo pronto he de irme, confiado,

Adonde, anudado el roto hilo, diga y haga

Lo que aquí falta, lo que a tiempo decir y hacer aquí no supe.

Adiós, adiós, compañeros imposibles.

Que ya tan sólo aprendo

A morir, deseando

Veros de nuevo, hermosos igualmente

En alguna otra vida.

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Donde habite el olvido,

En los vastos jardines sin aurora;

Donde yo sólo sea

Memoria de una piedra sepultada entre ortigas

Sobre la cual el viento escapa a sus insomnios.

Donde mi nombre deje

al cuerpo que designa en brazos de los siglos,

donde el deseo no exista.

La alegría vivaz que vierten en las venas

rubia es también,

idéntica a la piel que asoman;

no les dejéis marchar porque sonríen

como la libertad sonríe,

luz cegadora erguida sobre el mar.

Oh esa luz sin espinas que acaricia

la postrer ignorancia que es la muerte.

Llevadla al nivel del mary nombradla capitanade un blanco bajel de guerra.Si mi voz muriera en tierra

llevadla al nivel del mar

y dejadla en la ribera.

Si muero,dejad el balcón abierto.El niño come naranjas.(Desde mi balcón lo veo.)

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Tan luminosa,

que mis horas perdidas, yo mismo,

quedamos redimidos de la sombra,

para no ser ya más

que memoria de luz;

de luz que vi cruzarme,

seda, agua o árbol, un momento.

Quisiera saber por qué esta muerteal verte, adolescente rumoroso,mar dormido bajo los astros ciegos,aún constelado por escamas de sirenas,o seda que despliegancambiante de fuegos nocturnosy acordes palpitantes,rubio igual que la lluvia,sombrío igual que la vida es a veces.

Sigue, sigue adelante y no regreses,

fiel hasta el fin del camino y tu vida,

no eches de menos un destino más fácil,

Muerte como el puñado de arena,

como el agua que en el hoyo queda solitaria,

como la gaviota que en medio de la noche

tiene un color de sangre sobre el mar que no existe

Tres golpes de sangre tuvoy se murió de perfil.Viva moneda que nuncase volverá a repetir.Un ángel marchoso ponesu cabeza en un cojín.Otros de rubor cansado,encendieron un candil.Y cuando los cuatro primos

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llegan a Benamejí,voces de muerte cesaroncerca del Guadalquivir.

No te conoce el toro ni la higuera,

ni caballos ni hormigas de tu casa.

No te conoce tu recuerdo mudo

porque te has muerto para siempre.

Allá, allá lejos;

donde habite el olvido.

muero de amor por todos ellos;

les doy mi cuerpo para que lo pisen,

aunque les lleve a una ambición o a una nube,

sin que ninguno comprenda

que ambiciones o nubes

no valen un amor que se entrega.

No te conoce el lomo de la piedra,

ni el raso negro donde te destrozas.

No te conoce tu recuerdo mudo

porque te has muerto para siempre.

Desfiladeros de cal aprisionaban un cielo vacío

donde sonaban las voces de los que mueren bajo el guano.

Un cielo mondado y puro, idéntico a sí mismo,

con el bozo y lirio agudo de sus montañas invisibles,

acabó con los más leves tallitos del canto

y se fue al diluvio empaquetado de la savia,

a través del descanso de los últimos desfiles,

levantando con el rabo pedazos de espejo.

Buscad, buscadlos:

debajo de la gota de cera que sepulta la palabra de un libro

o la firma de uno de esos rincones de cartas

que trae rodando el polvo.

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Cerca del casco perdido de una botella,

de una suela extraviada en la nieve,

de una navaja de afeitar abandonada al borde de un precipicio.

Unas claras palabras, mientras duermo en tu seno.Suena el agua en la piedra. Mientras, quieto, estoy muerto.

Mañana me hallarán ahorcado

en el nudo celeste de tus venas

La angustia se abre paso entre los huesos,

remonta por las venas hasta abrirse en la piel,

Mas los niños no saben,

ni tampoco las manos llueven como dicen;

así el hombre, cansado de estar solo con sus sueños,

invoca los bolsillos que abandonan arena,

arena de las flores,Nueva como lo fuese al primer hombre,que cayó con su amor del paraísocuando viera, tal cielo ya vencidopor sombra, envejecer el cuerpo amado.

para que un día decoren su semblante de muerto.

Así la muerte es flotar sobre un recuerdo no vida

sobre ese azul postrero hecho de lágrimas oídas

de ese laberinto de hilos que como manos muertas

ponen una azucena como un mundo ciñendo.

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II. Amor

Infierno y paraíso

los creamos aquí, con nuestros actos

donde el amor y el odio brotan juntos,

animando el vivir. Y yo no quiero

vida en la cual ya tú no tengas parte:

olvido de ti, sí, más no ignorancia tuya.

Ven, mi amor, en la tarde de Anieney siéntate conmigo a ver el viento.Aunque no estés,ese resplandor que aun de día se siente si te acercas,

ese resplandor contagioso que me queda en las manos,

ese río luminoso en que hundo mis brazos,

en el que casi no me atrevo a beber, por temor después a ya una dura vida de lucero,

mi solo pensamientoes ver contigo el viento que va y viene.soplaba el viento en la llamita azulde la mañanaInfladas las mejillas

Su cuerpo en sombra, oscuro, se le enciende,y gladiadora, como un ascua impura, entre Amaranta y su amador se tiende.

Pero así no me basta:más allá de la vida,quiero decírtelo con la muerte;más allá del amor,quiero decírtelo con el olvido.

Ven, ven, amor mío; ven, hermética frente, redondez casi rodante

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que luces como una órbita que va a morir en mis brazos;ven como dos ojos o dos profundas soledades,dos imperiosas llamadas de una hondura que no conozco.

Dejaré mi boca entre tus piernas,mi alma en fotografías y azucenas,y en las ondas oscuras de tu andarquiero, amor mío, amor mío, dejar,violín y sepulcro, las cintas del vals.

Bien puedes amarme aquí,que la luna yo encendí,tú, por ti, sí, tú, por ti.Sí, por mí.Bien puedes besarme aquí,faro, farol farolera,la más álgida que vi.Bueno, sí.Bien puedes matarme aquí,gélida novia luneradel faro farolerí.Ten. ¿Te di?Tú justificas mi existencia:si no te conozco, no he vivido;si muero sin conocerte, no muero, porque no he vivido.

Pero me encontré un tiburón en forma de cariñoso

no: en forma de tiburón amado

deseo sobre torres de espantoescualo limpio, Su fulgor puede destruir vuestro mundo, corazón

extensible, Ávidos dientes sin carne todavía, ardor o crimen

deliciosa posesión que consiste en el mar.

Abajo, estatuas anónimas,Sombras de sombras, miseria, preceptos de niebla

En Viena bailaré contigocon un disfraz que tengacabeza de río.Dejaré mi boca entre tus piernas,pero tú no te acerques. Tu frente destellante, carbón encendido que me arrebata a la propia conciencia,

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entre su arranque y mi mano.Bien ceñida queda asíSu intención de ser lejano.Porque voy en un corcelA la maravilla fiel:Inmóvil con todo brío.¡Y a fuerza de cuánta calmaTengo en bronce toda el alma,Clara en el cielo del frío!mi alma en fotografías y azucenas,Ya que el azar le hizo abrir los ojos bajo una luz tan alta,Adonde no llegan realidades vacías,Leyes hediondas, códigos, ratas de paisajes derruidos.No sabía los límites impuestos,Límites de metal o papel,

Tú no te vas, porque mi amor te tiene.Yo no me iré, pues junto a ti me sientomás vida de mi sangre, más tu aliento,con sus labios no sabe decir sino palabras;

palabras hacia el techo,

palabras hacia el suelo,

y sus brazos son nubes que transforman la vida

en aire navegable.

¡Oh qué clamor bajo del seno breve; qué palma al aire el solitario aliento,más luz del corazón que me sostiene.

Era mi voz antiguaignorante de los densos jugos amargos.La adivino lamiendo mis piesbajo los frágiles helechos mojados.Donde habite el olvido,

en los vastos jardines sin aurora;

Si el hombre pudiera decir lo que ama,si el hombre pudiera levantar su amor por el cielocomo una nube en la luz; donde yo solo sea

memoria de una piedra sepultada entre ortigas

sobre la cual el viento escapa a sus insomnios. Donde mi nombre deje...

¡Ay voz antigua de mi amor!¡Ay voz de mi verdad!

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¡Ay voz de mi abierto costado,cuando todas las rosas manaban de mi lenguay el césped no conocía la impasible dentadura del caballo!

A través de los siglospor la nada del mundo,yo, sin sueño, buscándote.¿Volver? Vuelva el que tenga,

tras largos años, tras un largo viaje,

cansancio del camino y la codicia

de su tierra, su casa, sus amigos,

del amor que al regreso fiel le espere.

Vino el que yo queríael que yo llamaba.No aquél que barre cielos sin defensas,luceros sin cabañas,lunas sin patria,nieves.

Tras de mí, imperceptible,sin rozarme los hombros,mi ángel muerto, vigía.

Vino el que yo quería el que yo llamaba.

Sintiendo todavía los pulsos de ese afán,yo, el más enamorado,en las orillas del amor,sin que una luz me veadefinitivamente muerto o vivo,contemplo sus olas y quisiera anegarme,deseando perdidamentedescender, como los ángeles aquellos por la escala de espuma,hasta el fondo del mismo amor que ningún hombre ha visto.

Tú justificas mi existencia:si no te conozco, no he vivido;si muero sin conocerte, no muero, porque no he vivido.

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Amor de mis entrañas, viva muerte,tu justificas mi existencia:

si no te conozco, no he vivido;

si muero sin conocerte, no muero, porque no he vivido,

en vano espero tu palabra escritay pienso, con la flor que se marchita,que si vivo sin mí quiero perderte.

Su perfección sin porfíaserenaba al ruiseñor,

A esa, a la que yo quiero,no es a la que se da rindiéndose,a la que se entrega cayendo,de fatiga,

Amor, deja que me vaya,déjame morir, amor.Mañana dejo mi casa,Dejo los bueyes y el pueblo.¡Salud! ¿Adónde vas, dime?

Yo no sé si me has comprendido

Es mucho más triste de lo que tú supones

Esta música sapiencia del oído

no me interrumpas sin amor que muero

voy a vivir no cantes voy estaba.

Amar amar y siempre amarhaber amado haber de amar

Mas el mar se cansaba de esperar las ciudades.Allí su amor tan sólo era un pretexto vagomiradme.Vestido como en el mundo,

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con sonrisa de antaño,ya no se me ven las alas.Nadie sabe cómo fui.No me conocen,ignorado de todos.

Y con sueño de nuevo se volvió lentamenteadonde nadiesabe de nadie.Adonde acaba el mundo.

Sangre o sol que se funden en el feroz encuentro,

cuando el amor destella a un choque silencioso,

cuando amar es luchar con una forma impura,

un duro acero vivo que nos refleja siempre.

más allá de la vidaquiero decírtelo con la muerte,más allá del amorquiero decírtelo con el olvido.

Tú justificas mi existencia:si no te conozco, no he vivido;si muero sin conocerte, no muero, porque no he vivido.

¡Ay qué trabajo me cuestaquererte como te quiero!

Un roce al paso,una mirada fugaz entre las sombras,bastan para que el cuerpo se abra en dos,El tiempo, insinuándose en tu cuerpo,tal la nube de polvo en fuente pura,aquella gracia antigua desordenay clava en mí una pena silenciosa.

ávido de recibir en sí mismootro cuerpo que sueñe;mitad y mitad, sueño y sueño, carne y carne,iguales en figura, iguales en amor, iguales en deseo.

Se querían de amor entre la madrugada,ni tú ni yo estamos

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en disposiciónde encontrarnos,Tú… por lo que ya sabes.¡Yo la he querido tanto!Sigue esa vereditaentre las duras piedras cerradas de la noche,duras como los cuerpos helados por las horas,duras como los besos de diente a diente sólo.

Y mi cuerpo y espíritu flotan en su cuerpo y espírituComo leños perdidos que el mar anega o levantaLibremente, con la libertad del amor,La única libertad que me exalta,La única libertad porque muero.Tú justificas mi existencia:Si no te conozco, no he vividoSi muero sin conocerte, no muero, porque no he vivido.

Te amo, sueño del viento;

confluyes con mis dedos olvidado del norte

en las dulces mañanas del mundo cabeza abajo

cuando es fácil sonreír porque la lluvia es blanda.

libremente, con la libertad del amor,la única libertad que me exalta,la única libertad por que muero.

El aire es inmortal. La piedra inerteni conoce la sombra ni la evita.Corazón interior no necesitala miel helada que la luna vierte.

No es el amor quien muere,somos nosotros mismos.Inocencia primeraAbolida en deseo,Olvido de sí mismo en otro olvido,Ramas entrelazadas,¿Por qué vivir si desaparecéis un día?Sólo vive quien miraSiempre ante sí los ojos de su aurora,Sólo vive quien besa

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Aquel cuerpo de ángel que el amor levantara.

¡Nostalgia de los arcángeles!Yo era…Miradme.

Cuando te vi, señero, dulce, firme,Lejana como oscura corza heridaDulce como un sollozo en la nevada¡Lejana y dulce en tuétano metida!qué ansiedades sentí de diluirmey ascender como tú,

El día no quiere venirpara que tú no vengas,ni yo pueda ir.

Seriamente, en tus ojos era la mar dos niños que me espiaban,temerosos de lazos y palabras duras.Dos niños de la noche, terribles, expulsados del cielo,cuya infancia era un robo de barcos y un crimen de soles y de lunas.Duérmete. Ciérralos.

Tú eres el mar y la playa.Amor.

Los marineros son las alas del amor,son los espejos del amor,el mar les acompaña,y sus ojos son rubios lo mismo que el amorrubio es también, igual que son sus ojos.Amor, déjame la vida,no dejes que muera, amor.Tú eres mi luz escondida.Amor.Amor, déjame quererte.Abre las fuentes, amor.Mis labios quieren beberte.Amor.Amor, está anocheciendo.

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Duermen las flores, amor,y tú estás amaneciendo.Amor.

Pero él con sus labios,con sus labios no sabe sino decir palabras;Palabras hacia el techo,palabras hacia el suelo,y sus brazos son nubes que transforman la vidaen aire navegable.

Yo no quiero más que esa manopara los diarios aceites y la sábana blanca de mi agonía.Yo no quiero más que esa manopara tener un ala de mi muerte.Lo demás todo pasa.

El amor era sol.Entonces, mediodía,Un pájaro sumióSu cantar en el vientoCon tal adoraciónQue se sintió cantadaBajo el viento la florCrecida entre las mieses,Más altas. Era yo,Centro en aquel instante…

Le dije que iba a besarla;bajó, serena, los ojos

y me ofreció sus mejillascomo quien pierde un tesoro.

Se querían como las flores a las espinas hondas,a esa amorosa gema del amarillo nuevo,cuando los rostros giran melancólicamente,gira lunas que brillan recibiendo aquel beso.

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La soledad destella en el mundo sin amor.La vida es una vívida corteza,una rugosa piel inmóvil,donde el hombre no puede encontrar su descanso,por más que aplique su sueño contra un astro apagado.

A solas y soñando ya han sido los amantesposibles, inminentes, en visión, de la dama.Tal desnudez real ahora los inflamaque los viejos se asoman, tímidos estudiantes

Los marineros son las alas del amor,son los espejos del amor,el mar les acompaña,y sus ojos son rubios lo mismo que el amorrubio es también, igual que son sus ojos.

Ven, ven, amor mío; ven, hermética frente, redondez casi rodanteque luces como una órbita que va a morir en mis brazos;ven como dos ojos o dos profundas soledades,dos imperiosas llamadas de una hondura que no conozco.

Dentro, en tus ojos, donde calla y duermeun palpitar de acuario submarino,quisiera - licor tenue al difumino -hundirme, decantarme, adormecerme.

Dentro del pecho se abrencorredores anchos, largos,que sorben todas las mares.

Vidrieras,que alumbran todas las calles.

Miradores,que acercan todas las torres.

Ciudades deshabitadasse pueblan, de pronto.

Libertad no conozco sino la libertad de estar preso en alguien

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Cuyo nombre no puedo oír sin escalofrío ;Alguien por quien me olvido de esta existencia mezquina ,Por quien el día y la noche son para mí lo que quiera,Y mi cuerpo y espíritu flotan en su cuerpo y espírituComo leños perdidos que el mar anega o levantaLibremente, con la libertad del amor,La única libertad que me exalta,La única libertad porque muero.

no les dejéis marchar porque sonríencomo la libertad sonríe,luz cegadora erguida sobre el mar.

El viejo de las manos traslúcidas

dirá: Amor, amor, amor,

aclamado por millones de moribundos.

Dirá: amor, amor, amor,

entre el tisú estremecido de ternura;

dirá: paz, paz, paz

entre el tirite de cuchillos y melones de dinamita.

Dirá: amor, amor, amor,

hasta que se le pongan de plata los labios.

Una boca imponente como una fruta bestial

como un puñal que de la arena amenaza el amor

un mordisco que abarcase toda el agua o la noche

un nombre que resuena como un bramido rodante

todo lo que musitan unos labios que adoro.

No te acerques. Tu frente, tu ardiente frente, tu encendida frente,

las huellas de unos besos,

ese resplandor que aun de día se siente si te acercas,

ese resplandor contagioso que me queda en las manos,

ese río luminoso en que hundo mis brazos,

en el que casi no me atrevo a beber, por temor después a ya una dura vida de lucero.

Silencio. Más silencio.Inmóviles los pulsosdel sinfín de la noche.

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¡Paraíso perdido!Perdido por buscarte,yo, sin luz para siempre.

¡Ay qué trabajo me cuesta

quererte como te quiero!

Por tu amor me duele el aire,

el corazón

y el sombrero

¿Cómo nació el amor? fue ya en otoño.Maduro el mundo,no te aguardaba ya. Llegaste alegre,ligeramente rubia, resbalando en lo blandodel tiempo. Y te miré. ¡Qué hermosame pareciste aún, sonriente, vívida,frente a la luna aún niña, prematura en la tarde,sin luz, graciosa en aires dorados; como tú,que llegabas sobre el azul, sin beso,pero con dientes claros, con impaciente amor!

Mediodía perfecto, se querían tan íntimos,mar altísimo y joven, intimidad extensa,soledad de lo vivo, horizontes remotosligados como cuerpos en soledad cantando.Amando. Se querían como la luna lúcida,como ese mar redondo que se aplica a ese rostro,dulce eclipse de agua, mejilla oscurecida,donde los peces rojos van y vienen sin música.

Te quiero, te quiero, te quiero,con la butaca y el libro muerto,por el melancólico pasillo,en el oscuro desván del lirio,en nuestra cama de la luna

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y en la danza que sueña la tortuga.¡Ay, ay, ay , ay!Toma este vals de quebrada cintura.

Tu risa me hace libre,me pone alas.Soledades me quita,cárcel me arranca.Boca que vuela,corazón que en tus labiosrelampaguea.

Unas pocas palabras, mientras alguien callase;las del viento en las hojas, mientras beso tus labios.

La garganta estridente,el corazón maduroy desnuda la frenteávida de futuro.

Yo, que no soy piedra, sino caminoque cruzan al pasar los pies desnudos,muero de amor por todos ellos;les doy mi cuerpo para que lo pisen,aunque les lleve a una ambición o a una nube,sin que ninguno comprendaque ambiciones o nubesno valen un amor que se entrega.

Si el hombre pudiera decir lo que ama,Unas pocas palabras, mientras alguien callase;las del viento en las hojas, mientras beso tus labios.Unas claras palabras, mientras duermo en tu seno.Suena el agua en la piedra. Mientras, quieto, estoy muerto.

si el hombre pudiera levantar su amor por el cielocomo una nube en la luz;

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Cómo sabría amarte, mujer, cómo sabríaamarte, amarte como nadie supo jamás!Morir y todavíaamarte más.Y todavíaamarte másy más.

Ven, ven, amor mío; ven, hermética frente, redondez casi rodanteque luces como una órbita que va a morir en mis brazos;ven como dos ojos o dos profundas soledades,dos imperiosas llamadas de una hondura que no conozco.

Pero así no me basta:más allá de la vida,quiero decírtelo con la muerte;más allá del amor,quiero decírtelo con el olvido.

Porque te quiero, te quiero, amor mío,en el desván donde juegan los niños,soñando viejas luces de Hungríapor los rumores de la tarde tibia,viendo ovejas y lirios de nievepor el silencio oscuro de tu frente

Se querían como las flores a las espinas hondas,a esa amorosa gema del amarillo nuevo,cuando los rostros giran melancólicamente,gira lunas que brillan recibiendo aquel beso.

Te lo he dicho con el viento,jugueteando como animalillo en la arenao iracundo como órgano impetuoso

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Tú justificas mi existencia:Si no te conozco, no he vividoSi muero sin conocerte, no muero, porque no he vivido.

Al decirte a ti: <<única>>,no es porque no haya otrasrosas junto a las rosas,olivas muchas en el árbol, noes porque te vi sóloal verte a ti.La rosase llama todavíahoy rosa, y la memoriade su tránsito, prisa,prisa de vivir más.

Yo vi la rosa: clausuraprimera de la armonía,tranquilamente futura.Su perfección sin porfíaserenaba al ruiseñor,

y pienso, con la flor que se marchita,que si vivo sin mí quiero perderte.

Donde habite el olvido,en los vastos jardines sin aurora;donde yo sólo seamemoria de una piedra sepultada entre ortigassobre la cual el viento escapa a sus insomnios.

Unos cuerpos son como flores,otros como puñales,otros como cintas de agua;...que no desemboca.No, que no desemboca. Agua fija en un punto,

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respirando con todos sus violines sin cuerdasen la escala de las heridas y los edificios deshabitados.¡Agua que no desemboca!Quítate ya los trajes,las señas, los retratos;yo no te quiero así,disfrazada de otra

una mirada fugaz entre las sombras,bastan para que el cuerpo se abra en dos,ávido de recibir en sí mismootro cuerpo que sueñe;mitad y mitad, sueño y sueño, carne y carne,iguales en figura, iguales en amor, iguales en deseo

Por él he de ir a ti,como la luz de los montes,como la brisa del mar,como el olor de las flores.

Esa ladera oculta

esa montaña inmensa

acaso el corazón está creciendo

acaso se ha escapado como un ave

dejando lejanía como un beso.

Vino el que yo queriael que yo llamaba

Y cuando me preguntesquién es el que te llama,el que te quiere suya,enterraré los nombres,los rótulos, la historia

Tú y tu desnudo sueño. No lo sabes.Duermes. No. No lo sabes. Yo en desvelo,y tú, inocente, duermes bajo el cielo.Tú por tu sueño, y por el mar las naves.

Un día comprendió cómo sus brazos eran

Solamente de nubes;

Imposible con nubes estrechar hasta el fondo

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Un cuerpo, una fortuna.

La fortuna es redonda y cuenta lentamente

Estrellas del estío.

Hacen falta unos brazos seguros como el viento,

Y como el mar un beso.

Hoy tu nombre está aquí. No decirlo, no decirlo jamás, como un beso que nadie daría, como nadiedaría los labios a otro amor sino al suyo.

La luna vino a la fraguacon su polisón de nardos.El niño la mira mira.El niño la está mirando.En el aire conmovidomueve la luna sus brazosy enseña, lúbrica y pura,sus senos de duro estaño.

Porque te quiero, te quiero, amor mío,

¿Quién me quiere? ¿Quién dice que el amor es un hacha doblada,

un cansancio que parte por la cintura el cuerpo,

un arco doloroso por donde pasa la luz

ligeramente sin tocar nunca a nadie?

más allá de la vidaquiero decírtelo con la muerte,más allá del amorquiero decírtelo con el olvido.Te lo he dicho con el viento,jugueteando como animalillo en la arenao iracundo como órgano impetuoso;Te lo he dicho con el sol,que dora desnudos cuerpos juvenilesy sonríe en todas las cosas inocentes;Te lo he dicho con las nubes,frentes melancólicas que sostienen el cielo,tristezas fugitivas;

¡Ay tus manos cargadas de rosas! Son más purastus manos que las rosas. Y entre las hojas blancas,surgen lo mismo que pedazos de luceros,que alas de mariposas albas, que sedas cándidas.

¡Brazos de amor, en cruz, sobre la heladablandeja de la noche; senos fríos,

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de donde surte, yerta, la alborada;o piernas como dos celestes rios,Malva-luna-de-yelo. amortajadabajo los mares de los ojos mios!

Quisiera saber por qué esta muerteal verte, adolescente rumoroso,mar dormido bajo los astros ciegos,aún constelado por escamas de sirenas,o seda que despliegancambiante de fuegos nocturnosy acordes palpitantes,rubio igual que la lluvia,sombrío igual que la vida es a veces.

¡Qué débil el latidode tu corazón levey qué hondo y qué fuerte su secreto!¡Qué breve el cuerpo delicadoque lo envuelve de rosas,y qué lejos, desde cualquiera parte tuya-y qué no hecho-el centro de tu alma!

Cabeza dolorida, sienes de oro, sol que va a ponerse;aquí en la sombra sueño con un río,juncos de verde sangre que ahora nace,sueño apoyado en ti calor o vida.

Como el cansancio se abandona al sueñoasí mi vida a ti se confiaba...Cuando estaba en tus brazos, dulce sueño,te quería dejar ... y no acababa...

Los marineros son las alas del amor,son los espejos del amor,el mar les acompaña,y sus ojos son rubios lo mismo que el amorrubio es también, igual que son sus ojos.

Pero aún así diría. Pues mis ojos repiten lo que copian:tu belleza, tu nombre, el son del río, el bosque, el alma a solas.Todo lo vio y lo tienen. Eso dicen los ojos

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Se entró mi corazón en esta nada,como aquel pajarillo, que, volando

de los niños, se entró, ciego y temblando,en la sombría sala abandonada.

No decía palabras,acercaba tan sólo un cuerpo interrogante,porque ignoraba que el deseo es una preguntacuya respuesta no existe,una hoja cuya rama no existe,un mundo cuyo cielo no existe.

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III. Paisajes

Caían las hojas muertas,en el jardín silencioso,y en el aire erraba aúnun perfume de heliotropos

Ahora, al poniente morado de la tarde,En flor ya los magnolios mojados de rocío,Pasar aquellas calles, mientras creceLa luna por el aire, será soñar despierto

Salto del trampolín.De la rima en la ramabrincar hasta el confínde un nuevo panorama.

Enhiesto surtidor de sombra y sueñoque acongojas el cielo con tu lanza.Chorro que a las estrellas casi alcanzadevanado a sí mismo en loco empeño.

¡Sombra, a los picos, sombra,

de la verdad del aire,

del aire, aire, aire!

Río Duero, río Duero,

nadie a acompañarte baja,

nadie se detiene a oír

tu eterna estrofa de agua.

Por tus blancos ojos cruzan

ondas y peces dormidos.

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Las ranas, ¡qué listas son!

En el silencio crece el vientocon su hoja única y su flor golpeada,y la arena que tiene sólo tacto y silencio,no es nada, es una sombra,una pisada de caballo vago,no es nada sino una ola que el tiempo ha recibido,porque todas las aguas van a los ojos fríosdel tiempo que debajo del océano mira.

Ni sol, luna, ni estrellas,ni el repentino verdedel rayo y el relámpago,ni el aire. Sólo nieblas.

Bajo la noche el mundo silencioso naufraga;Bajo la noche rostros fijos, muertos, se pierden.Sólo esas sombras blancas, oh blancas, sí, tan blancas.La luz también da sombras, pero sombras azules.

La aurora de Nueva York tienecuatro columnas de cienoy un huracán de negras palomasque chapotean las aguas podridas.Sentado en el columpioel ángelus dormitaEnmudecen los astros y los frutosY los hombres heridospasean sus surtidorescomo delfines líricosOtros más agobiadoscon los ríos al hombroperegrinan sin llamar en las posadasLa vida es un único verso interminableOtros antes que yo vieron un' día,y otros luego verán, cómo decirla amada forma esbelta, recordando

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de cuánta gloria es cifra un cuerpo hermoso.

La aurora de Nueva York gimepor las inmensasa escalerasbuscando entre las aristasnardos de angustia dibujada.La aurora llega y nadie la recibe en su bocaporque allí no hay mañana ni esperanza posible:A veces las monedas en enjambres furiosostaladran y devoran abandonados niños.Los primeros que salen comprenden con sus huesosque no habrá paraíso ni amores deshojados:saben que van al cieno de números y leyes,a los juegos sin arte, a sudores sin fruto.La luz es sepultada por cadenas y ruidosen impúdico reto de ciencia sin raíces.Por los barrios hay gentes que vacilan insomnescomo recién salidas de un naufragio de sangre.

En Viena hay diez muchachas,un hombro donde solloza la muertey un bosque de palomas disecadas.Hay un fragmento de la mañanaen el museo de la escarcha.Hay un salón con mil ventanas

Con tal vehemencia el vientoviene del mar, que sus soneselementales contagianel silencio de la noche.

Solo en tu cama le escuchasinsistente en los cristalestocar, llorando y llamando

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como perdido sin nadie.

Mas no es él quien en desvelote tiene, sino otra fuerzade que tu cuerpo es hoy cárcel,fue viento libre, y recuerda.

Es la tarde gris y triste.Siento huir bajo el otoñoViste el mar de terciopeloy el cielo profundo vistede duelo.

El mar. La mar.Bajo tormentas la playa

será soledad de arena

El mar. ¡Sólo la mar!¿Por qué me trajiste, padre,a la ciudad?¿Por qué me desenterrastedel mar?¡Oh mi voz condecoradacon la insignia marinera:sobre el corazón un anclay sobre el anclauna estrellay sobre la estrella el vientoy sobre el viento la vela!

Por la costa del sur, sobre una rocaalta junto a la mar, el cementerioaquel descansa en codiciable olvido,y el agua arrulla el sueño del pasado.

Los chopos niños recitanLa cartilla. Es el maestro

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Un chopo antiguo que mueveTranquilo sus brazos viejos.

Ahora en el monte lejanojugarán todos los muertosa la baraja. ¡Es tan tristela vida en el cementerio.Quizá mis lentos ojos no verán más el surde ligeros paisajes dormidos en el aire,con cuerpos a la sombra de ramas como floreso huyendo en un galope de caballos furiosos.

Miro una lenta piel de toro desollado,

Sola, descuartizada,

Sosteniendo cadáveres de voces conocidas,

Sombra abajo, hacia el mar, hacia una mar sin barcas.

Mis ventanas

Ya no dan a los álamos y los ríos de España.

Veía el horizonte cerrado por colinasoscuras, coronadas de robles y de encinas;desnudos peñascales, algún humilde pradodonde el merino pace y el toro, arrodilladosobre la hierba, rumia; las márgenes de ríolucir sus verdes álamos al claro sol de estío,y, silenciosamente, lejanos pasajeros,¡tan diminutos! ?carros, jinetes y arrieros?,cruzar el largo puente, y bajo las arcadasde piedra ensombrecerse las aguas plateadas

del Duero.

Siento huir bajo el otoñopálidas aguas sin fuerza,mientras se olvidan los árbolesde las hojas que desertan

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.La llama tuerce su hastío,sola su viva presencia,y la lámpara ya duermesobre mis ojos en vela.

Quién pudiera como tú,a la vez quieto y en marchacantar siempre el mismo versopero con distinta agua.Estribillo Estribillo EstribilloEl canto más perfecto es el canto del grilloRío Duero, río Duero,Paso a paso Se asciende hasta el ParnasoYo no quiero las alas de Pegaso Dejadme auscultarEstribillo Estribillo EstribilloEl canto más perfecto es el canto del grillonadie a acompañarte baja,nadie se detiene a oírtu eterna estrofa de agua.

En lo hondo hay una rosay en la rosa hay otro río.

¡Mira aquel pájaro! ¡Miraaquel pájaro amarillo!

Cada gota de lluvia tiembla en el cristal turbio

y le dejan divinas heridas de diamante.mientras se olvidan los árboles de las hojas que desertan.

Son poetas del agua que han visto y que meditan

lo que la muchedumbre de los ríos no sabe.

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Otoños hay con cimas y ráfagas de abriles¡Oh lluvia silenciosa, sin tormentas ni vientos,

lluvia mansa y serena de esquila y luz suave,

lluvia buena y pacifica que eres la verdadera,

la que llorosa y triste sobre las cosas caes!

Por la ventana abierta

Muestra el destino su silencio;

Sólo nubes con nubes, siempre nubes

¡Mira aquel pájaro! ¡Miraaquel pájaro amarillo!

Los castillos, ermitas,

Cortijos y conventos,

La vida con la historia,

Tan dulces al recuerdo.

Las floridas espaldas ya en la nieve,y los cabellos de marfil al viento.Agua muerta en la sien, el pensamientocolor halo de luna cuando llueve.El ángelus ha fallecidoCon la guadaña ensangrentadaUn segador cantando se alejaba

Indiferente o cobardela ciudad vuelve la espalda

Madrugada.La luz, muerta en las esquinasy en las casas.Los hombres y las mujeresya no estaban.

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Del abismo se levantala queja amarga y sonoraLa onda, cuando el viento canta,llora,

Se riza el aire gris.Los olivos,están cargadosde gritos.Una bandadade pájaros cautivos,que mueven sus larguísimascolas en lo sombrío.

Sobre el monte peladoun calvario.Agua claray olivos centenarios.

Se equivocó la paloma,se equivocaba.Por ir al norte fue al sur,creyó que el trigo era el agua.Creyó que el mar era el cieloque la noche la mañana.Que las estrellas rocío,que la calor la nevada.Que tu falda era tu blusa,que tu corazón su casa.

El sur es un desierto que llora mientras canta,y esa voz no se extingue como pájaro muerto;hacia el mar encamina sus deseos amargos

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abriendo un eco débil que vive lentamente.

Viento del Sur,moreno, ardiente,llegas sobre mi carne,trayéndome semillade brillantesmiradas, empapadode azahares.

Verdor nuevo los espinostienen ya por la colina,toda de púrpura y nieveen el aire estremecida.

Quizá mis lentos ojos no verán más el surde ligeros paisajes dormidos en el aire,con cuerpos a la sombra de ramas como floreso huyendo en un galope de caballos furiosos.

La angustia se abre paso entre los huesos,remonta por las venashasta abrirse en la piel,surtidores de sueñohechos carne en interrogación y vuelta a las nubes.

Yo, que no soy piedra, sino caminoque cruzan al pasar los pies desnudos

¡Ay qué trabajo me cuestaquererte como te quiero!

Te quiero, te quiero, te quiero,

Te lo he dicho con las plantasTe lo he dicho con el agua

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Pero así no me basta:más allá de la vida,quiero decírtelo con el olvido.

En esa gran región donde el amor, ángel terrible,no esconda como acero.Allá, allá lejos;donde habite el olvido

Ni tú ni yo estamosen disposiciónde encontrarnos

El día no quiere venirpara que tú no vengas,ni yo pueda ir.

No te acerques,No quiero que vivas en mí como vive la luz.La lluvia allí no es más que una rosa entreabierta;su niebla misma ríe, risa blanca en el viento.Su oscuridad, su luz son bellezas iguales.

Amigo,Las veinticuatro horascogidas de la manolevántate para que oigas aullaral perro asirio.Los campanarioscon las alas abiertasbajo el cielo combadoLas tres ninfas del cáncer han estado bailando,hijo mío.bailan en medio de la plazaTrajeron unas montañas de lacre rojoy unas sábanas duras donde estaba el cáncer dormido.El caballo tenía un ojo en el cuelloy la luna estaba en un cielo tan fríoque tuvo que desgarrarse su monte de Venusy ahogar en sangre y ceniza los cementerios antiguos.

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Quizá mis lentos ojos no verán más el surde ligeros paisajes dormidos en el aire,con cuerpos a la sombra de ramas como floreso huyendo en un galope de caballos furiosos.

El sur es un desierto que llora mientras canta,y esa voz no se extingue como pájaro muerto;hacia el mar encamina sus deseos amargosabriendo un eco débil que vive lentamente.

En el sur tan distante quiero estar confundido.La lluvia allí no es más que una rosa entreabierta;su niebla misma ríe, risa blanca en el viento.Su oscuridad, su luz son bellezas iguales.

Amigo,despierta, que los montes todavía no respirany las hierbas de mí corazón están en otro sitio.No importa que estés lleno de agua de mar.Yo amé mucho tiempo a un niñoque tenía una plumilla en la lenguay vivimos cien años dentro de un cuchillo.Despierta. Calla. Escucha. Incorpórate un poco.El aullidoes una larga lengua morada que dejahormigas de espanto y licor de lirios.Ya vienen hacia la roca. ¡No alargues tus raíces!Se acerca. Gime. No solloces en sueños, amigo.

¿Volver? Vuelva el que tenga,Tras largos años, tras un largo viaje,Cansancio del camino y la codiciaDe su tierra, su casa, sus amigos,Del amor que al regreso fiel le espere.

Mas ¿tú? ¿volver? Regresar no piensas,Sino seguir libre adelante,Los destructores siempre van delante,Cada día con más poder y saña,Sin enemigo ya que los espante.Triunfa el secuestro con olor de hazaña,Que pone en haz la hez del bicho humano.Ni el más iluso al fin la historia engaña.

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El infierno al alcance de la mano.

Disponible por siempre, mozo o viejo,Sin hijo que te busque, como Ulises,Sin Ítaca que aguarde y sin Penélope.

Sigue, sigue adelante y no regreses,Fiel hasta el fin del camino y tu vida,No eches de menos un destino más fácil,Tus pies sobre la tierra antes no hollada,Tus ojos frente a lo antes nunca visto.

¡Amigo!

Levántate para que oigas aullar

al perro asirio.

El campode olivosse abre y se cierracomo un abanico.Sobre el olivarhay un cielo hundidoy una lluvia oscurade luceros fríos.Tiembla junco y penumbraa la orilla del río.Se riza el aire gris.Los olivos,están cargadosde gritos.Una bandadade pájaros cautivos,que mueven sus larguísimascolas en lo sombrío.

Ya en la mitad de mis días espigoesta verdad con frescura de flor:la vida es oro y dulzura de trigo,es breve el odio e inmenso el amor.

Mudemos ya por el verso sonrienteaquel listado de sangre con hiel.La vida es un único verso interminableNadie llegó a su finNadie sabe que el cielo es un jardínAbren violetas divinas, y el vientodesprende al valle un aliento de miel.

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Ahora no sólo comprendo al que reza;ahora comprendo al que rompe a cantar.La sed es larga, la cuesta es aviesa;pero en un lirio se enreda el mirar.

Grávidos van nuestros ojos de llantoy un arroyuelo nos hace sonreír;por una alondra que erige su cantonos olvidamos que es duro morir.

No hay nada ya que mis carnes taladre.Con el amor acabóse el hervir.Aún me apacienta el mirar de mi madre.¡Siento que Dios me va haciendo dormir!

Por el campo tranquilo de septiembre,del álamo amarillo alguna hoja,como una estrella rota,girando al suelo viene.Enredada en la luzuna estrella gemíarezagada

Si así el alma inconsciente,Señor de las estrellas y las hojas,fuese, encendida sombra,de la vida a la muerte.

El sur es un desierto que llora mientras canta,y esa voz no se extingue como pájaro muerto;hacia el mar encamina sus deseos amargos abriendo un eco débil que vive lentamente.

Quizá mis lentos ojos no verán más el surde ligeros paisajes dormidos en el aire,con cuerpos a la sombra de ramas como floreso huyendo en un galope de caballos furiosos.

Donde habite el olvido,En los vastos jardines sin aurora;Donde yo sólo seaMemoria de una piedra sepultada entre ortigasSobre la cual el viento escapa a sus insomnios.

Donde mi nombre deje

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Al cuerpo que designa en brazos de los siglos,Donde el deseo no exista.

¿Mi tierra?Mi tierra eres tú.¿Mi gente?Mi gente eres tú.El destierro y la muertepara mi están adondeno estés tú.¿Y mi vida?Dime, mi vida,¿qué es, si no eres tú?

Como una vela sobre el marresume ese azulado afán que se levantahasta las estrellas futuras,hecho escala de olaspor donde pies divinos descienden al abismo,Por la llanuranavegabanlas colinasY los árboles prófugosvolaban encendidos como globos

también tu forma misma,ángel, demonio, sueño de un amor soñado,resume en mí un afán que en otro tiempo levantabahasta las nubes sus olas melancólicas.

Tus ojos son de dondela nieve no ha manchadola luz, y entre las palmasel aireinvisible es de claro.

Tu deseo es de dondea los cuerpos se alíalo animal con la graciasecretade mirada y sonrisa.

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Tu existir es de dondepercibe el pensamiento,por la arena de maresamigos,la eternidad en tiempo.

Tu voz regó la duna de mi pechoen la dulce cabina de madera.Por el sur de mis pies fue primaveray al norte de mi frente flor de helecho.

Te quiero pura, libre, irreductible: tú.Sé que cuando te llame entre todas las gentes del mundo,sólo tú serás tú.

Porque te veo ahoramientras no te me quites del amor.Porque no te veré ya nunca másel día que te vayas,tú.

La noche no quiere venirpara que tú no vengas,ni yo pueda ir.

¡Ay qué trabajo me cuestaquererte como te quiero!Por tu amor me duele el aire,el corazóny el sombrero.

Pero así no me basta:más allá de la vida,quiero decírtelo con la muerte; más allá del amor,

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quiero decírtelo con el olvido.

Tu nombre suave, apenas pasado delicadamente por mi labio. Pasa, se detiene, en el borde un instante se queday luego vuela ligero, ¿quién lo creyera?, hecho puro sonido.

Se querían como las flores a las espinas hondas,a esa amorosa gema del amarillo nuevo,cuando los rostros giran melancólicamente,gira lunas que brillan recibiendo aquel beso.

Entre lo que me quieres y te quieroaire de estrellas y temblor de plantaespesura de anémonas levantacon oscuro gemir un año entero.

A esa, a la que yo quiero,no es a la que se da rindiéndose, a la que se entrega cayendo, de fatiga, de peso muerto, como el agua por ley de lluvia.hacia abajo, presa segurade la tumba vaga del suelo.No aquél que barre cielos sin defensas. luceros sin cabañas,lunas sin patria,nieves.Nieves de esas caídas de una mano,un nombre,un sueño,una frente.

Yo vi la rosa: clausuraprimera de la armonía, tranquilamente futura.Su perfección sin porfíaserenaba el ruiseñor,cruel en el esplendorespiral del gorgorito.

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Y al aire ciñó el espaciocon plenitud de palacio,y fue ya imposible el grito.

Tras de tanto camino es la primeravez que miro brotar la primavera,dije, y después, declamatoriamente:

¿¡Cuán tarde ya para la dicha mía!?Y luego, al caminar, como quien sientealas de otra ilusión: ¿Y todavía,¡yo alcanzaré mi juventud un día!?

Segundo de Bachillerato IES Nazarí 2013