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La Revolucion Industrial

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  • 2012 Antonio Garca Mega y Mara Dolores Mira y Gmez de Mercado LA REVOLUCIN INDUSTRIAL Angarmegia: Ciencia, Cultura y Educacin. Portal de Investigacin y docencia http://angarmegia.com - [email protected]

  • LA Revolucin

    Industrial

    Notas y recursos didcticos para la clase de Historia

    Una propuesta de

    Mara Dolores Mira y Gmez de Mercado Antonio Garca Mega

  • El presente documento forma parte del proyecto del Portal de Educacin y

    Docencia Angarmegia, Ciencia, Cultura y Educacin (http://angarmegia.com).

    Propone algo ms que unos apuntes para orientar a nuestros alumnos de Educacin

    Secundaria en sus estudios sobre el tema.

    Junto a un el texto muy simplificado y centrado en aspectos esenciales para

    completar, o diversificar, los contenidos recogidos en su libro base, incorpora:

    Una coleccin de imgenes en un tamao y formato adecuado para ser utilizadas en presentaciones o exposiciones del profesor o el estudiante.

    Son originales y corresponden a fotogramas de vdeos confeccionados

    especficamente para ilustrar, aclarar o motivar esta Unidad Didctica.

    La base de las composiciones son obras de Ivan Aivazovsky, Giacomo

    Balla, Thomas Hart Benton, Honore Daumier, Edgar Degas, Vincent

    van Gogh, Francisco de Goya, Otto Griebel, Frederic Leonard King,

    Kathe Kollwitz, Konstantin Korovin, Claude Monet, Edvard Munch,

    Camille Pissarro, Pierre-Auguste Renoir, Ilya Repin, Diego Rivera,

    Koehler Robert, Paul Serusier, Joaqun Sorolla, Jacek Yerka Todas las imgenes, adems, se encuentran, ms dimensionadas, en el

    documento La Revolucin Industrial. Imgenes, descargable desde la

    seccin de Imprimibles del Portal Angarmegia.

    Documentos complementarios de autores de reconocida solvencia para ampliar conocimientos o comprender mejor las circunstancias que

    determinan los hechos estudiados.

    El proyecto, adems, dispone, como queda dicho, de vdeos relacionados y de

    actividades interactivas para mejorar y reforzar las adquisiciones.

    Los vdeos estn localizables en la seccin de vdeos del Portal o en el Canal

    Angarmegia de YouTube. Las direcciones son:

    Vdeos en el Portal: http://angarmegia.com/videos.htm

    Angarmegia en YouTube: http://www.youtube.com/user/angarmegia

    Las actividades interactivas se encuentran en la seccin Refuerzo al estudio: Interactivos: http://angarmegia.com/refuerzoestudio.htm

    El lbum con todas las imgenes en mayor tamao es accesible Imprimibles:

    Imprimibles: http://angarmegia.com/apoyos_imprimibles.htm

    Agradecemos cualquier crtica o sugerencia que tengan a bien hacernos. Nuestra

    mayor satisfaccin estriba en conocer que nuestro trabajo puede contribuir a mejorar el

    nivel educativo de las generaciones que habrn de sustituirnos.

    Antonio Garca Mega

    Maestro, Diplomado en Geografa e Historia, Licenciado en Filosofa y Letras,

    Doctor en Filologa Hispnica.

  • CONTENIDO

    Sntesis terica _______________________________________________________ 9

    Documentos complementarios __________________________________________ 23

    Avances tcnicos e inventos en el siglo XIX _____________________________________ 25

    Manifiesto del Partido Comunista ____________________________________________ 28

    Frederick Winslow Taylor y la administracin cientfica __________________________ 46

    Acta General de la Conferencia de Berln ______________________________________ 54

    La mujer trabajadora en el siglo XIX __________________________________________ 62

  • La Revolucin Industrial Sntesis terica

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    LA REVOLUCIN INDUSTRIAL

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    LA REVOLUCIN INDUSTRIAL

    Sntesis terica

    CONCEPTO

    Se inicia en Inglaterra durante la segunda mitad del siglo XVIII y se traslada a otras

    reas geogrficas a lo largo de los siglos XIX y XX. Es consecuencia de las transformaciones

    que experimentan las estructuras econmicas, tcnicas y comerciales, y concluye en la

    evolucin de las formas de produccin tradicional, asentadas en la agricultura, la ganadera y la

    fabricacin artesanal, hacia otras de tipo industrial basadas en la mecanizacin y el trabajo en

    serie. El proceso determina profundos cambios que sobrepasan los estadios productivos y

    afectan al pensamiento social y poltico, originando una espectacular explosin demogrfica y el

    xodo de importantes masas de poblacin rural hacia entornos urbanos.

    LA SOCIEDAD ANTERIOR A LOS CAMBIOS

    La sociedad preindustrial muestra una economa agraria y ganadera extensiva y de

    subsistencia, con tcnicas de trabajo primitivas basadas en la mano de obra humana con el

    auxilio de la fuerza animal que proporcionan asnos y bueyes. La regeneracin de la tierra se

    consigue mediante el barbecho, con la consiguiente disminucin de superficie susceptible de

    cultivo en cada campaa que ese recurso implica.

    Por todo ello, los rendimientos son bajos y los excedentes disponibles para el comercio

    escasos. Lo aleatorio de las cosechas provoca, adems, frecuentes hambrunas y enfermedades.

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    La mortalidad, especialmente la infantil, es muy elevada, aunque se compensa con una fuerte

    natalidad. La resultante de este estado de cosas es un crecimiento demogrfico lento.

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    El desarrollo del comercio est fuertemente condicionado por unas comunicaciones

    terrestres escasas y deficientes. El transporte a grandes distancias se realiza casi exclusivamente

    por va martima. La industria es artesanal, carente de mquinas, y sus operarios defienden sus

    intereses en agrupaciones denominadas gremios.

    La poblacin habita donde trabaja, por lo que se concentra mayoritariamente en

    pequeos ncleos urbanos y aldeas. Las grandes ciudades son escasas en nmero.

    LA PRIMERA REVOLUCIN

    Los primeros signos de la evolucin que concluye en la Revolucin Industrial

    comienzan en Inglaterra en el ltimo tercio del siglo XVIII y se deben a la progresiva

    implantacin de nuevas formas de produccin agrcola y al desarrollo de maquinaria a partir de

    los ltimos conocimientos cientficos y tcnicos.

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    La agricultura

    Los cambios en la agricultura merecen el calificativo de Revolucin Agraria. Los ms

    significativos son el cercado de los campos abiertos de carcter comunal, la rotacin de cultivos,

    que permite regenerar la tierra sin prdida de superficie cultivable, y la estabulacin del ganado.

    El sistema Norfolk, nombre con el que se designa a la rotacin cuatrienal que se

    implanta en tierras inglesas, consiste en plantar dos hojas de la tierra con cereales o leguminosas

    y otras dos con tubrculos (patatas o nabos) y forrajeras (alfalfa, trbol) que se hacen girar anualmente. La alternancia de tubrculos y forrajeras, que enriquecen los suelos, con cereales,

    mejora el rendimiento de esta cosecha y proporciona alimento a los animales elevando el

    nmero de cabezas que puede mantener.

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    Se suma, adems, el desarrollo y utilizacin de maquinaria agrcola moderna (segadoras

    y trilladoras) que sustituyen a los animales de labranza.

    La industria

    La industria se concentra en fbricas que utilizan modernas mquinas y demanda mano

    de obra suficiente para atender una produccin masiva que, a su vez, precisa de un comercio

    activo y rpido que d salida a sus stocks. La mquina de vapor, los altos hornos, las hiladoras y

    tejedoras, el ferrocarril y la organizacin en cadena del trabajo de los obreros, ponen fin a siglos

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    de artesana tradicional y generan un importante volumen de productos manufacturados de alta

    calidad y bajo precio que deben ser colocados de manera eficaz y rpida en mltiples mercados

    de consumidores reales y potenciales. La revolucin en el comercio est asegurada y llega de

    manos del ferrocarril y del barco a vapor.

    Consecuencias en la demografa

    La disponibilidad de alimento suficiente que sigue a la aplicacin de las nuevas tcnicas

    aplicadas en la agricultura junto a la aparicin de nuevos frmacos y mejora de la higiene, hace

    disminuir la tasa de mortalidad y la poblacin aumenta espectacularmente, y ello favorece las

    posibilidades de comercio interior. El exceso de mano de obra agrcola es absorbido en su

    totalidad por la industria, produciendo un flujo migratorio incesante del campo hacia las

    ciudades cercanas a las zonas industrializadas.

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    LA SEGUNDA REVOLUCIN

    El avance espectacular que experimenta Gran Bretaa a consecuencia de estos cambios

    mueve a otros pases, Francia, Alemania, Estados Unidos, Japn, a entrar en la dinmica reformista.

    El proceso de inicia en torno al 1875 y no concluye hasta el estallido de la Primera

    Guerra Mundial. Una incipiente industria qumica y alimentaria entra en competencia con la

    textil. La elaboracin de caucho, colorantes sintticos, explosivos tipo dinamita o fibra artificial,

    genera productos que abren nuevos mercados, pero reclaman materias primas en abundancia y

    fuentes de energa ms eficaces que el vapor. Se ensaya con el petrleo y la electricidad. Nuevos

    avances tecnolgicos animan el experimento. El Convertidor Bessemer proporciona acero de

    calidad para las nuevas mquinas, el ferrocarril se complementa con la aparicin del motor de

    explosin que posibilita el desarrollo del automvil, la red de carreteras mejora, las calles se

    iluminan y las gentes se comunican de forma rpida a travs del telfono y el telgrafo.

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    La publicacin en 1912 de la obra de Frederick Winslow Taylor, Principles of

    Scientific Management propone un sistema de organizacin racional del trabajo orientado a

    maximizar la eficiencia obreros y maquinaria, el taylorismo, mediante la divisin y

    organizacin de tareas en secuencias lgicas para evitar movimientos y demoras innecesarias.

    Establece tambin primas al rendimiento del trabajador. En Estados Unidos, Henry Ford lleva

    hasta las ltimas consecuencias las teoras de Taylor y aplica en la produccin de coches la

    divisin del trabajo segn especializacin total, la produccin en cadena y gran serie con

    resultados espectaculares.

    CONSECUENCIAS DE LA REVOLUCIN INDUSTRIAL

    La nueva sociedad

    El elevado coste de la maquinaria y el transporte de las materias primas necesarias para

    las fbricas exigen un capital que sobrepasa las posibilidades econmicas de las empresas

    familiares que inician la industrializacin, obligndolas a la fusin para constituir grandes

    compaas y sociedades, muchas de ellas annimas, dependientes, adems, del apoyo financiero

    de entidades bancarias y de accionistas que participan de la empresa mediante acciones

    adquiridas en Bolsa.

    El capitalismo irrumpe y aparece la sociedad de clases.

    Los medios de produccin se encuentran en manos de una burguesa adinerada que se

    enriquece contando con el trabajo de una masa de obreros o proletarios, mujeres y nios

    incluidos, que percibe salarios muy bajos a cambio de largas jornadas laborales en condiciones

    poco salubres e inseguras.

    Para revertir esta situacin surgen asociaciones sindicales y partidos polticos de corte

    marxista y anarquista. El nuevo modelo social contempla, y es un logro histrico, la igualdad

    de los hombres ante la ley, pero las diferencias econmicas generan otro tipo de injusticia.

    La forma de vida burguesa contrasta radicalmente con la obrera, a quienes se

    denominan proletarios, por ser la prole, los hijos, su nica posesin. Viven hacinados en

    barrios miserables y carecen de cualquier tipo de derecho laboral o seguro social.

    El mundo se ve envuelto en la lucha de clases. La huelga es el arma de los ms

    desfavorecidos en este enfrentamiento.

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    El nuevo imperialismo

    Se denomina imperialismo al control, influencia y dominio que ejercen los pueblos o

    naciones poderosas sobre naciones o pueblos ms dbiles.

    La localizacin en Inglaterra de primer foco de la revolucin industrial no es fruto de la

    casualidad, sino que tiene una slida justificacin. La respuesta se encuentra en su condicin de

    potencia colonial.

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    Las enormes posesiones de su vasto imperio suministran materias primas abundantes y

    baratas y ofrece una gran masa de poblacin como mercado potencial para adquirir los

    productos manufacturados que de ellas se derivan.

    La incorporacin de otras potencias al fenmeno imparable de la industrializacin,

    inicia una competencia feroz para abaratar costos y ganar competitividad.

    La necesidad de fuentes de energa y materias primas mueve a los pases a conseguirlas

    por cualquier medio, incluso con recurso a la fuerza. Se produce as una nueva oleada de

    imperialismo colonial que afecta a extensas reas de frica y Asa y origina tensiones polticas

    y militares.

    Desde noviembre de 1884 y hasta febrero de 1885, los pases ms poderosos del

    momento se renen en Berln en un intento de solucionar los conflictos.

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    La concusin de esas conferencias ser la firma un Acta que disea y decide el reparto

    de frica entre las potencias europeas. No obstante, nada evitar que la necesidad de ms

    fuentes de energa y materias primas para alimentar la creciente capacidad productiva de las

    fbricas, sean una de las causas que lleve a la humanidad a la que ser su Primera Guerra

    Mundial.

  • Anexo Documentos complementarios

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    Avances tcnicos e inventos en el siglo XIX TABLA

    Ao Descubrimiento/ aplicacin tcnica Responsable

    1801 RADIACIN ULTRAVIOLETA Ritter, Johann Wilhelm

    1803 TEORA ATMICA Dalton, John

    1807 BARCO DE VAPOR Fulton, Robert

    1810 CONTROL DE NAVEGACIN AERSTATO Colombise, Miguel

    1813 MAQUINA HILADORA Tejeda, Andrs

    1816 FOTOGRAFA Niepce, Nicforo

    1819 ELECTROMAGNETISMO Oersted, Hans Christian

    ESTETOSCOPIO Laennec, Ren Theophile

    1821 TERMOELECTRICIDAD Seebeck, Thomas

    1825 SISTEMA BRAILLE Braille, Louis

    1826 FSFORO DE FRICCIN Walker, John

    1829 LOCOMOTORA DE VAPOR Stephenson, George

    1830

    INDUCCIN ELECTROMAGNTICA Henry, Joseph

    MQUINA DE COSER Thimmonir, Barthlemy

    TERMOSTATO Ure, Andrew

    1833 CALCULADORA MECNICA Babbage, Charles

    ELECTRLISIS Faraday, Michael

    1834 REFRIGERADOR COMERCIAL Perkins, Jacob

    1835 CDIGO MORSE Morse, Samuel

    PAPEL FOTOGRFICO Talbot, William Henry

    1837 MOTOR DE CORRIENTE DIRECTA Davenport, Thomas

    1838 TELGRAFO Morse, Samuel Finley

    1839 DAGUERROTIPO Daguerre, Jacques-Mand

    1846 QUEROSENO Gesner, Abraham

    MQUINA DE COSER COMERCIAL Howe, Elias

    1848 CERO ABSOLUTO Kelvin, Thompson

    1849 TURBINA HIDRULICA Francis, James B.

    1851 ASCENSOR Otis Grave, Elisha

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    Ao Descubrimiento/ aplicacin tcnica Responsable

    CERRADURA DE CILINDRO Yale, Linus

    LEYES DEL PNDULO Foucault, Jean Bernard

    LOCOMOTORA ELCTRICA Vail, Alfred

    1852 GIROSCOPIO Foucault, Jean Bernard

    1854 ODMETRO McKeen, Samuel

    1855 QUEMADOR DE GAS Bunsen, Robert W. Eberhard

    1857 CABLE TELEGRFICO SUBMARINO Newton Gisborne, Frederick

    1859 BATERA RECARGABLE Plant, Gaston

    1860 MOTOR DE COMBUSTIN INTERNA Lenoir, Etienne

    1865 COCHE CAMA Pullman, George

    1867 MQUINA DE ESCRIBIR Sholes, Christopher Latham

    MOTOR DE EXPLOSIN DE 4 TIEMPOS Otto, Nikolaus A.

    1872 MOTOR DE GASOLINA Brayton, George B.

    1875 MOTOR DE COMBUSTIN INTERNA Marcus, Siegfried

    1876 MICRFONO DE CARBN Edison, Thomas Alva

    TELFONO Bell, Alexander Graham

    1877

    FONGRAFO Edison, Thomas Alva

    MICRFONO DE CONDENSADORES Berliner, Emile

    PLANEADOR Lilienthal, Otto

    SOLDADURA DE ARCO ELCTRICO Thomson, Elihu

    1878 ALTERNADOR ELCTRICO Gramme / Fontain

    1879 LMPARA INCANDESCENTE Edison, Thomas Alva

    1880 SISMGRAFO Milne, John

    1882 HORNILLO ELCTRICO Ahearn, Thomas

    VENTILADOR ELCTRICO Wheeler, Schuyler Skaats

    1883 TRANVA ELCTRICO Wright, John Joseph

    1884

    PELCULA PARA TRANSPARENCIAS Eastman / Goodwin

    LINOTIPO Mergenthaler, Ottmar

    TURBINA DE VAPOR Parsons, Charles

    1885

    AUTOMVIL Benz, Karl

    BICICLETA Starley, John Kemp

    MOTOCICLETA Daimler, Gottieb

    TRANSFORMADOR DE CORRIENTE ALTERNA Stanley, William

    TRANSMISIN DIFERENCIAL Benz, Karl

    1887

    NEUMTICO INFLABLE Dunlop, John Boyd

    CILINDRO DE GRABACIN Bell / Tainter

    DISCO PARA GRAMFONO Berliner, Emile

    LENTES DE CONTACTO Frick, Eugen

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    Ao Descubrimiento/ aplicacin tcnica Responsable

    TROLLEY ELCTRICO Sprague, Frank

    1888

    CILINDRO DE CERA PARA GRABACIN Edison, Thomas Alva

    MOTOR DE CORRIENTE ALTERNA Tesla, Nikola

    ONDAS DE RADIO Hertz, Rudolph Heinrich

    SUBMARINO Peral, Isaac

    1889 CINEMATGRAFO Lumire, Augusto y Luis

    TARJETA PERFORADA Hollerith, Herman

    1890 MARTILLO NEUMTICO King, Charles

    1891

    SISTEMA DACTILOSCPICO Vucetich, Juan

    PRIMER SUBMARINO Holland, John

    TELFONO DE DISCO Stowger, Almon Brown

    1892 PROCESO DE PRODUCCIN DEL ACETILENO Wilson, Thomas L.

    AUTOMVIL ELCTRICO Morrison, Carl

    MOTOR DIESEL Diesel, Rudolf

    FOTOGRAFA EN COLOR Ives, Frederick

    1893

    CARBURADOR DE GASOLINA Maybach, Wilhelm

    CREMALLERA Whitecom, L. Judson

    PELCULA DE CELULOIDE Reichenbach, Henry M.

    1895 RAYOS X Rntgen, Wilhem Konrad

    TELEGRAFA INNALMBRICA Marconi, Guglielmo

    1896 RADIOACTIVIDAD Becquerel, Henry

    1897

    ASPIRINA Hoffmann, Felix

    ELECTRN Thomson, Sir Joseph John

    OSCILOSCOPIO Braun, Karl Ferdinand

    1899 GRABADORA DE CINTA Poulsen, Valdemar

    1900 DIRIGIBLE Zeppeln, Ferdinand von

    RAYOS GAMMA Villard, Paul Ulrich

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    Manifiesto del Partido Comunista TEXTO COMPLETO

    Carlos Marx y Federico Engels

    I - BURGUESES Y PROLETARIOS

    Toda la historia de la sociedad humana, hasta la actualidad , es una historia de luchas de

    clases. Libres y esclavos, patricios y plebeyos, barones y siervos de la gleba, maestros y

    oficiales; en una palabra, opresores y oprimidos, frente a frente siempre, empeados en una

    lucha ininterrumpida, velada unas veces, y otras franca y abierta, en una lucha que conduce en

    cada etapa a la transformacin revolucionaria de todo el rgimen social o al exterminio de

    ambas clases beligerantes.

    En los tiempos histricos nos encontramos a la sociedad dividida casi por doquier en

    una serie de estamentos , dentro de cada uno de los cuales reina, a su vez, una nueva jerarqua

    social de grados y posiciones. En la Roma antigua son los patricios, los quites, los plebeyos,

    los esclavos; en la Edad Media, los seores feudales, los vasallos, los maestros y los oficiales de

    los gremios, los siervos de la gleba, y dentro de cada una de esas clases todava nos

    encontramos con nuevos matices y gradaciones.

    La moderna sociedad burguesa que se alza sobre las ruinas de la sociedad feudal no ha

    abolido los antagonismos de clase. Lo que ha hecho ha sido crear nuevas clases, nuevas

    condiciones de opresin, nuevas modalidades de lucha, que han venido a sustituir a las antiguas.

    Sin embargo, nuestra poca, la poca de la burguesa, se caracteriza por haber

    simplificado estos antagonismos de clase. Hoy, toda la sociedad tiende a separarse, cada vez

    ms abiertamente, en dos grandes campos enemigos, en dos grandes clases antagnicas: la

    burguesa y el proletariado.

    De los siervos de la gleba de la Edad Media surgieron los villanos de las primeras ciudades; y estos villanos fueron el germen de donde brotaron los primeros elementos de la

    burguesa.

    El descubrimiento de Amrica, la circunnavegacin de Africa abrieron nuevos

    horizontes e imprimieron nuevo impulso a la burguesa. El mercado de China y de las Indias

    orientales, la colonizacin de Amrica, el intercambio con las colonias, el incremento de los

    medios de cambio y de las mercaderas en general, dieron al comercio, a la navegacin, a la

    industria, un empuje jams conocido, atizando con ello el elemento revolucionario que se

    esconda en el seno de la sociedad feudal en descomposicin.

    El rgimen feudal o gremial de produccin que segua imperando no bastaba ya para

    cubrir las necesidades que abran los nuevos mercados. Vino a ocupar su puesto la

    manufactura. Los maestros de los gremios se vieron desplazados por la clase media industrial, y

    la divisin del trabajo entre las diversas corporaciones fue suplantada por la divisin del trabajo

    dentro de cada taller.

    Pero los mercados seguan dilatndose, las necesidades seguan creciendo. Ya no

    bastaba tampoco la manufactura. El invento del vapor y la maquinaria vinieron a revolucionar el

    rgimen industrial de produccin. La manufactura cedi el puesto a la gran industria moderna,

    y la clase media industrial hubo de dejar paso a los magnates de la industria, jefes de grandes

    ejrcitos industriales, a los burgueses modernos.

    La gran industria cre el mercado mundial, ya preparado por el descubrimiento de

    Amrica. El mercado mundial imprimi un gigantesco impulso al comercio, a la navegacin, a

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    LA REVOLUCIN INDUSTRIAL

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    las comunicaciones por tierra. A su vez, estos, progresos redundaron considerablemente en

    provecho de la industria, y en la misma proporcin en que se dilataban la industria, el comercio,

    la navegacin, los ferrocarriles, se desarrollaba la burguesa, crecan sus capitales, iba

    desplazando y esfumando a todas las clases heredadas de la Edad Media.

    Vemos, pues, que la moderna burguesa es, como lo fueron en su tiempo las otras

    clases, producto de un largo proceso histrico, fruto de una serie de transformaciones radicales

    operadas en el rgimen de cambio y de produccin.

    A cada etapa de avance recorrida por la burguesa corresponde una nueva etapa de

    progreso poltico. Clase oprimida bajo el mando de los seores feudales, la burguesa forma en

    la comuna una asociacin autnoma y armada para la defensa de sus intereses; en unos sitios se organiza en repblicas municipales independientes; en otros forma el tercer estado tributario

    de las monarquas; en la poca de la manufactura es el contrapeso de la nobleza dentro de la

    monarqua feudal o absoluta y el fundamento de las grandes monarquas en general, hasta que,

    por ltimo, implantada la gran industria y abiertos los cauces del mercado mundial, se conquista

    la hegemona poltica y crea el moderno Estado representativo. Hoy, el Poder pblico viene a

    ser, pura y simplemente, el Consejo de administracin que rige los intereses colectivos de la

    clase burguesa.

    La burguesa ha desempeado, en el transcurso de la historia, un papel verdaderamente

    revolucionario. Dondequiera que se instaur, ech por tierra todas las instituciones feudales,

    patriarcales e idlicas. Desgarr implacablemente los abigarrados lazos feudales que unan al

    hombre con sus superiores naturales y no dej en pie ms vnculo que el del inters escueto, el

    del dinero contante y sonante, que no tiene entraas. Ech por encima del santo temor de Dios,

    de la devocin mstica y piadosa, del ardor caballeresco y la tmida melancola del buen

    burgus, el jarro de agua helada de sus clculos egostas. Enterr la dignidad personal bajo el

    dinero y redujo todas aquellas innumerables libertades escrituradas y bien adquiridas a una

    nica libertad: la libertad ilimitada de comerciar. Sustituy, para decirlo de una vez, un rgimen

    de explotacin, velado por los cendales de las ilusiones polticas y religiosas, por un rgimen

    franco, descarado, directo, escueto, de explotacin.

    La burguesa despoj de su halo de santidad a todo lo que antes se tena por venerable y

    digno de piadoso acontecimiento. Convirti en sus servidores asalariados al mdico, al jurista,

    al poeta, al sacerdote, al hombre de ciencia. La burguesa desgarr los velos emotivos y

    sentimentales que envolvan la familia y puso al desnudo la realidad econmica de las

    relaciones familiares. La burguesa vino a demostrar que aquellos alardes de fuerza bruta que la

    reaccin tanto admira en la Edad Media tenan su complemento cumplido en la haraganera ms

    indolente. Hasta que ella no lo revel no supimos cunto poda dar de s el trabajo del hombre.

    La burguesa ha producido maravillas mucho mayores que las pirmides de Egipto, los

    acueductos romanos y las catedrales gticas; ha acometido y dado cima a empresas mucho ms

    grandiosas que las emigraciones de los pueblos y las cruzadas.

    La burguesa no puede existir si no es revolucionando incesantemente los instrumentos

    de la produccin, que tanto vale decir el sistema todo de la produccin, y con l todo el rgimen

    social. Lo contrario de cuantas clases sociales la precedieron, que tenan todas por condicin

    primaria de vida la intangibilidad del rgimen de produccin vigente. La poca de la burguesa

    se caracteriza y distingue de todas las dems por el constante y agitado desplazamiento de la

    produccin, por la conmocin ininterrumpida de todas las relaciones sociales, por una inquietud

    y una dinmica incesantes. Las relaciones inconmovibles y mohosas del pasado, con todo su

    squito de ideas y creencias viejas y venerables, se derrumban, y las nuevas envejecen antes de

    echar races. Todo lo que se crea permanente y perenne se esfuma, lo santo es profanado, y, al

    fin, el hombre se ve constreido, por la fuerza de las cosas, a contemplar con mirada fra su vida

    y sus relaciones con los dems.

    La necesidad de encontrar mercados espolea a la burguesa de una punta o otra del

    planeta. Por todas partes anida, en todas partes construye, por doquier establece relaciones. La

    burguesa, al explotar el mercado mundial, da a la produccin y al consumo de todos los pases

    un sello cosmopolita. Entre los lamentos de los reaccionarios destruye los cimientos nacionales

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    de la industria. Las viejas industrias nacionales se vienen a tierra, arrolladas por otras nuevas,

    cuya instauracin es problema vital para todas las naciones civilizadas; por industrias que ya no

    transforman como antes las materias primas del pas, sino las tradas de los climas ms lejanos y

    cuyos productos encuentran salida no slo dentro de las fronteras, sino en todas las partes del

    mundo. Brotan necesidades nuevas que ya no bastan a satisfacer, como en otro tiempo, los

    frutos del pas, sino que reclaman para su satisfaccin los productos de tierras remotas. Ya no

    reina aquel mercado local y nacional que se bastaba as mismo y donde no entraba nada de

    fuera; ahora, la red del comercio es universal y en ella entran, unidas por vnculos de

    interdependencia, todas las naciones. Y lo que acontece con la produccin material, acontece

    tambin con la del espritu. Los productos espirituales de las diferentes naciones vienen a

    formar un acervo comn. Las limitaciones y peculiaridades del carcter nacional van pasando a

    segundo plano, y las literaturas locales y nacionales confluyen todas en una literatura universal.

    La burguesa, con el rpido perfeccionamiento de todos los medios de produccin, con

    las facilidades increbles de su red de comunicaciones, lleva la civilizacin hasta a las naciones

    ms salvajes. El bajo precio de sus mercancas es la artillera pesada con la que derrumba todas

    las murallas de la China, con la que obliga a capitular a las tribus brbaras ms ariscas en su

    odio contra el extranjero. Obliga a todas las naciones a abrazar el rgimen de produccin de la

    burguesa o perecer; las obliga a implantar en su propio seno la llamada civilizacin, es decir, a

    hacerse burguesas. Crea un mundo hecho a su imagen y semejanza.

    La burguesa somete el campo al imperio de la ciudad. Crea ciudades enormes,

    intensifica la poblacin urbana en una fuerte proporcin respecto a la campesina y arranca a una

    parte considerable de la gente del campo al cretinismo de la vida rural. Y del mismo modo que

    somete el campo a la ciudad, somete los pueblos brbaros y semibrbaros a las naciones

    civilizadas, los pueblos campesinos a los pueblos burgueses, el Oriente al Occidente.

    La burguesa va aglutinando cada vez ms los medios de produccin, la propiedad y los

    habitantes del pas. Aglomera la poblacin, centraliza los medios de produccin y concentra en

    manos de unos cuantos la propiedad. Este proceso tena que conducir, por fuerza lgica, a un

    rgimen de centralizacin poltica. Territorios antes independientes, apenas aliados, con

    intereses distintos, distintas leyes, gobiernos autnomos y lneas aduaneras propias, se asocian y

    refunden en una nacin nica, bajo un Gobierno, una ley, un inters nacional de clase y una sola

    lnea aduanera.

    En el siglo corto que lleva de existencia como clase soberana, la burguesa ha creado

    energas productivas mucho ms grandiosas y colosales que todas las pasadas generaciones

    juntas. Basta pensar en el sometimiento de las fuerzas naturales por la mano del hombre, en la

    maquinaria, en la aplicacin de la qumica a la industria y la agricultura, en la navegacin de

    vapor, en los ferrocarriles, en el telgrafo elctrico, en la roturacin de continentes enteros, en

    los ros abiertos a la navegacin, en los nuevos pueblos que brotaron de la tierra como por

    ensalmo... Quin, en los pasados siglos, pudo sospechar siquiera que en el regazo de la

    sociedad fecundada por el trabajo del hombre yaciesen soterradas tantas y tales energas y

    elementos de produccin?

    Hemos visto que los medios de produccin y de transporte sobre los cuales se desarroll

    la burguesa brotaron en el seno de la sociedad feudal. Cuando estos medios de transporte y de

    produccin alcanzaron una determinada fase en su desarrollo, result que las condiciones en que

    la sociedad feudal produca y comerciaba, la organizacin feudal de la agricultura y la

    manufactura, en una palabra, el rgimen feudal de la propiedad, no correspondan ya al estado

    progresivo de las fuerzas productivas. Obstruan la produccin en vez de fomentarla. Se haban

    convertido en otras tantas trabas para su desenvolvimiento. Era menester hacerlas saltar, y

    saltaron.

    Vino a ocupar su puesto la libre concurrencia, con la constitucin poltica y social a ella

    adecuada, en la que se revelaba ya la hegemona econmica y poltica de la clase burguesa. Pues

    bien: ante nuestros ojos se desarrolla hoy un espectculo semejante. Las condiciones de

    produccin y de cambio de la burguesa, el rgimen burgus de la propiedad, la moderna

    sociedad burguesa, que ha sabido hacer brotar como por encanto tan fabulosos medios de

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    produccin y de transporte, recuerda al brujo impotente para dominar los espritus subterrneos

    que conjur. Desde hace varias dcadas, la historia de la industria y del comercio no es ms que

    la historia de las modernas fuerzas productivas que se rebelan contra el rgimen vigente de

    produccin, contra el rgimen de la propiedad, donde residen las condiciones de vida y de

    predominio poltico de la burguesa. Basta mencionar las crisis comerciales, cuya peridica

    reiteracin supone un peligro cada vez mayor para la existencia de la sociedad burguesa toda.

    Las crisis comerciales, adems de destruir una gran parte de los productos elaborados, aniquilan

    una parte considerable de las fuerzas productivas existentes. En esas crisis se desata una

    epidemia social que a cualquiera de las pocas anteriores hubiera parecido absurda e

    inconcebible: la epidemia de la superproduccin. La sociedad se ve retrotrada repentinamente a

    un estado de barbarie momentnea; se dira que una plaga de hambre o una gran guerra

    aniquiladora la han dejado esquilmado, sin recursos para subsistir; la industria, el comercio

    estn a punto de perecer. Y todo por qu? Porque la sociedad posee demasiada civilizacin,

    demasiados recursos, demasiada industria, demasiado comercio. Las fuerzas productivas de que

    dispone no sirven ya para fomentar el rgimen burgus de la propiedad; son ya demasiado

    poderosas para servir a este rgimen, que embaraza su desarrollo. Y tan pronto como logran

    vencer este obstculo, siembran el desorden en la sociedad burguesa, amenazan dar al traste con

    el rgimen burgus de la propiedad. Las condiciones sociales burguesas resultan ya demasiado

    angostas para abarcar la riqueza por ellas engendrada. Cmo se sobrepone a las crisis la

    burguesa? De dos maneras: destruyendo violentamente una gran masa de fuerzas productivas y

    conquistndose nuevos mercados, a la par que procurando explotar ms concienzudamente los

    mercados antiguos. Es decir, que remedia unas crisis preparando otras ms extensas e

    imponentes y mutilando los medios de que dispone para precaverlas.

    Las armas con que la burguesa derrib al feudalismo se vuelven ahora contra ella. Y la

    burguesa no slo forja las armas que han de darle la muerte, sino que, adems, pone en pie a los

    hombres llamados a manejarlas: estos hombres son los obreros, los proletarios.

    En la misma proporcin en que se desarrolla la burguesa, es decir, el capital,

    desarrollase tambin el proletariado, esa clase obrera moderna que slo puede vivir encontrando

    trabajo y que slo encuentra trabajo en la medida en que ste alimenta a incremento el capital.

    El obrero, obligado a venderse a trozos, es una mercanca como otra cualquiera, sujeta, por

    tanto, a todos los cambios y modalidades de la concurrencia, a todas las fluctuaciones del

    mercado.

    La extensin de la maquinaria y la divisin del trabajo quitan a ste, en el rgimen

    proletario actual, todo carcter autnomo, toda libre iniciativa y todo encanto para el obrero. El

    trabajador se convierte en un simple resorte de la mquina, del que slo se exige una operacin

    mecnica, montona, de fcil aprendizaje. Por eso, los gastos que supone un obrero se reducen,

    sobre poco ms o menos, al mnimo de lo que necesita para vivir y para perpetuar su raza. Y ya

    se sabe que el precio de una mercanca, y como una de tantas el trabajo , equivale a su coste de

    produccin. Cuanto ms repelente es el trabajo, tanto ms disminuye el salario pagado al

    obrero. Ms an: cuanto ms aumentan la maquinaria y la divisin del trabajo, tanto ms

    aumenta tambin ste, bien porque se alargue la jornada, bien porque se intensifique el

    rendimiento exigido, se acelere la marcha de las mquinas, etc.

    La industria moderna ha convertido el pequeo taller del maestro patriarcal en la gran

    fbrica del magnate capitalista. Las masas obreras concentradas en la fbrica son sometidas a

    una organizacin y disciplina militares. Los obreros, soldados rasos de la industria, trabajan

    bajo el mando de toda una jerarqua de sargentos, oficiales y jefes. No son slo siervos de la

    burguesa y del Estado burgus, sino que estn todos los das y a todas horas bajo el yugo

    esclavizador de la mquina, del contramaestre, y sobre todo, del industrial burgus dueo de la

    fbrica. Y este despotismo es tanto ms mezquino, ms execrable, ms indignante, cuanta

    mayor es la franqueza con que proclama que no tiene otro fin que el lucro.

    Cuanto menores son la habilidad y la fuerza que reclama el trabajo manual, es decir,

    cuanto mayor es el desarrollo adquirido por la moderna industria, tambin es mayor la

    proporcin en que el trabajo de la mujer y el nio desplaza al del hombre. Socialmente, ya no

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    rigen para la clase obrera esas diferencias de edad y de sexo. Son todos, hombres, mujeres y

    nios, meros instrumentos de trabajo, entre los cuales no hay ms diferencia que la del coste.

    Y cuando ya la explotacin del obrero por el fabricante ha dado su fruto y aqul recibe

    el salario, caen sobre l los otros representantes de la burguesa: el casero, el tendero, el

    prestamista, etc. Toda una serie de elementos modestos que venan perteneciendo a la clase

    media, pequeos industriales, comerciantes y rentistas, artesanos y labriegos, son absorbidos por

    el proletariado; unos, porque su pequeo caudal no basta para alimentar las exigencias de la

    gran industria y sucumben arrollados por la competencia de los capitales ms fuertes, y otros

    porque sus aptitudes quedan sepultadas bajo los nuevos progresos de la produccin. Todas las

    clases sociales contribuyen, pues, a nutrir las filas del proletariado.

    El proletariado recorre diversas etapas antes de fortificarse y consolidarse. Pero su

    lucha contra la burguesa data del instante mismo de su existencia. Al principio son obreros

    aislados; luego, los de una fbrica; luego, los de todas una rama de trabajo, los que se enfrentan,

    en una localidad, con el burgus que personalmente los explota. Sus ataques no van slo contra

    el rgimen burgus de produccin, van tambin contra los propios instrumentos de la

    produccin; los obreros, sublevados, destruyen las mercancas ajenas que les hacen la

    competencia, destrozan las mquinas, pegan fuego a las fbricas, pugnan por volver a la

    situacin, ya enterrada, del obrero medieval.

    En esta primera etapa, los obreros forman una masa diseminada por todo el pas y

    desunida por la concurrencia. Las concentraciones de masas de obreros no son todava fruto de

    su propia unin, sino fruto de la unin de la burguesa, que para alcanzar sus fines polticos

    propios tiene que poner en movimiento -cosa que todava logra- a todo el proletariado. En esta

    etapa, los proletarios no combaten contra sus enemigos, sino contra los enemigos de sus

    enemigos, contra los vestigios de la monarqua absoluta, los grandes seores de la tierra, los

    burgueses no industriales, los pequeos burgueses. La marcha de la historia est toda

    concentrada en manos de la burguesa, y cada triunfo as alcanzado es un triunfo de la clase

    burguesa.

    Sin embargo, el desarrollo de la industria no slo nutre las filas del proletariado, sino

    que las aprieta y concentra; sus fuerzas crecen, y crece tambin la conciencia de ellas. Y al paso

    que la maquinaria va borrando las diferencias y categoras en el trabajo y reduciendo los salarios

    casi en todas partes a un nivel bajsimo y uniforme, van nivelndose tambin los intereses y las

    condiciones de vida dentro del proletariado. La competencia, cada vez ms aguda, desatada

    entre la burguesa, y las crisis comerciales que desencadena, hacen cada vez ms inseguro el

    salario del obrero; los progresos incesantes y cada da ms veloces del maquinismo aumentan

    gradualmente la inseguridad de su existencia; las colisiones entre obreros y burgueses aislados

    van tomando el carcter, cada vez ms sealado, de colisiones entre dos clases. Los obreros

    empiezan a coaligarse contra los burgueses, se asocian y unen para la defensa de sus salarios.

    Crean organizaciones permanentes para pertrecharse en previsin de posibles batallas. De vez

    en cuando estallan revueltas y sublevaciones.

    Los obreros arrancan algn triunfo que otro, pero transitorio siempre. El verdadero

    objetivo de estas luchas no es conseguir un resultado inmediato, sino ir extendiendo y

    consolidando la unin obrera. Coadyuvan a ello los medios cada vez ms fciles de

    comunicacin, creados por la gran industria y que sirven para poner en contacto a los obreros de

    las diversas regiones y localidades. Gracias a este contacto, las mltiples acciones locales, que

    en todas partes presentan idntico carcter, se convierten en un movimiento nacional, en una

    lucha de clases. Y toda lucha de clases es una accin poltica. Las ciudades de la Edad Media,

    con sus caminos vecinales, necesitaron siglos enteros para unirse con las dems; el proletariado

    moderno, gracias a los ferrocarriles, ha creado su unin en unos cuantos aos.

    Esta organizacin de los proletarios como clase, que tanto vale decir como partido

    poltico, se ve minada a cada momento por la concurrencia desatada entre los propios obreros.

    Pero avanza y triunfa siempre, a pesar de todo, cada vez ms fuerte, ms firme, ms pujante. Y

    aprovechndose de las discordias que surgen en el seno de la burguesa, impone la sancin legal

    de sus intereses propios. As nace en Inglaterra la ley de la jornada de diez horas.

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    Las colisiones producidas entre las fuerzas de la antigua sociedad imprimen nuevos

    impulsos al proletariado. La burguesa lucha incesantemente: primero, contra la aristocracia;

    luego, contra aquellos sectores de la propia burguesa cuyos intereses chocan con los progresos

    de la industria, y siempre contra la burguesa de los dems pases. Para librar estos combates no

    tiene ms remedio que apelar al proletariado, reclamar su auxilio, arrastrndolo as a la palestra

    poltica. Y de este modo, le suministra elementos de fuerza, es decir, armas contra s misma.

    Adems, como hemos visto, los progresos de la industria traen a las filas proletarias a

    toda una serie de elementos de la clase gobernante, o a lo menos los colocan en las mismas

    condiciones de vida. Y estos elementos suministran al proletariado nuevas fuerzas.

    Finalmente, en aquellos perodos en que la lucha de clases est a punto de decidirse, es

    tan violento y tan claro el proceso de desintegracin de la clase gobernante latente en el seno de

    la sociedad antigua, que una pequea parte de esa clase se desprende de ella y abraza la causa

    revolucionaria, pasndose a la clase que tiene en sus manos el porvenir. Y as como antes una

    parte de la nobleza se pasaba a la burguesa, ahora una parte de la burguesa se pasa al campo

    del proletariado; en este trnsito rompen la marcha los intelectuales burgueses, que, analizando

    tericamente el curso de la historia, han logrado ver claro en sus derroteros.

    De todas las clases que hoy se enfrentan con la burguesa no hay ms que una

    verdaderamente revolucionaria: el proletariado. Las dems perecen y desaparecen con la gran

    industria; el proletariado, en cambio, es su producto genuino y peculiar.

    Los elementos de las clases medias, el pequeo industrial, el pequeo comerciante, el

    artesano, el labriego, todos luchan contra la burguesa para salvar de la ruina su existencia como

    tales clases. No son, pues, revolucionarios, sino conservadores. Ms todava, reaccionarios,

    pues pretenden volver atrs la rueda de la historia. Todo lo que tienen de revolucionario es lo

    que mira a su trnsito inminente al proletariado; con esa actitud no defienden sus intereses

    actuales, sino los futuros; se despojan de su posicin propia para abrazar la del proletariado.

    El proletariado andrajoso , esa putrefaccin pasiva de las capas ms bajas de la vieja

    sociedad, se ver arrastrado en parte al movimiento por una revolucin proletaria, si bien las

    condiciones todas de su vida lo hacen ms propicio a dejarse comprar como instrumento de

    manejos reaccionarios.

    Las condiciones de vida de la vieja sociedad aparecen ya destruidas en las condiciones

    de vida del proletariado. El proletario carece de bienes. Sus relaciones con la mujer y con los

    hijos no tienen ya nada de comn con las relaciones familiares burguesas; la produccin

    industrial moderna, el moderno yugo del capital, que es el mismo en Inglaterra que en Francia,

    en Alemania que en Norteamrica, borra en l todo carcter nacional. Las leyes, la moral, la

    religin, son para l otros tantos prejuicios burgueses tras los que anidan otros tantos intereses

    de la burguesa. Todas las clases que le precedieron y conquistaron el Poder procuraron

    consolidar las posiciones adquiridas sometiendo a la sociedad entera a su rgimen de

    adquisicin. Los proletarios slo pueden conquistar para s las fuerzas sociales de la produccin

    aboliendo el rgimen adquisitivo a que se hallan sujetos, y con l todo el rgimen de

    apropiacin de la sociedad. Los proletarios no tienen nada propio que asegurar, sino destruir

    todos los aseguramientos y seguridades privadas de los dems.

    Hasta ahora, todos los movimientos sociales haban sido movimientos desatados por

    una minora o en inters de una minora. El movimiento proletario es el movimiento autnomo

    de una inmensa mayora en inters de una mayora inmensa. El proletariado, la capa ms baja y

    oprimida de la sociedad actual, no puede levantarse, incorporarse, sin hacer saltar, hecho aicos

    desde los cimientos hasta el remate, todo ese edificio que forma la sociedad oficial.

    Por su forma, aunque no por su contenido, la campaa del proletariado contra la

    burguesa empieza siendo nacional. Es lgico que el proletariado de cada pas ajuste ante todo

    las cuentas con su propia burguesa.

    Al esbozar, en lneas muy generales, las diferentes fases de desarrollo del proletariado,

    hemos seguido las incidencias de la guerra civil ms o menos embozada que se plantea en el

    seno de la sociedad vigente hasta el momento en que esta guerra civil desencadena una

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    revolucin abierta y franca, y el proletariado, derrocando por la violencia a la burguesa, echa

    las bases de su poder.

    Hasta hoy, toda sociedad descans, como hemos visto, en el antagonismo entre las

    clases oprimidas y las opresoras. Mas para poder oprimir a una clase es menester asegurarle,

    por lo menos, las condiciones indispensables de vida, pues de otro modo se extinguira, y con

    ella su esclavizamiento. El siervo de la gleba se vio exaltado a miembro del municipio sin salir

    de la servidumbre, como el villano convertido en burgus bajo el yugo del absolutismo feudal.

    La situacin del obrero moderno es muy distinta, pues lejos de mejorar conforme progresa la

    industria, decae y empeora por debajo del nivel de su propia clase. El obrero se depaupera, y el

    pauperismo se desarrolla en proporciones mucho mayores que la poblacin y la riqueza. He ah

    una prueba palmaria de la incapacidad de la burguesa para seguir gobernando la sociedad e

    imponiendo a sta por norma las condiciones de su vida como clase. Es incapaz de gobernar,

    porque es incapaz de garantizar a sus esclavos la existencia ni aun dentro de su esclavitud,

    porque se ve forzada a dejarlos llegar hasta una situacin de desamparo en que no tiene ms

    remedio que mantenerles, cuando son ellos quienes debieran mantenerla a ella. La sociedad no

    puede seguir viviendo bajo el imperio de esa clase; la vida de la burguesa se ha hecho

    incompatible con la sociedad.

    La existencia y el predominio de la clase burguesa tienen por condicin esencial la

    concentracin de la riqueza en manos de unos cuantos individuos, la formacin e incremento

    constante del capital; y ste, a su vez, no puede existir sin el trabajo asalariado. El trabajo

    asalariado Presupone, inevitablemente, la concurrencia de los obreros entre s. Los progresos de

    la industria, que tienen por cauce automtico y espontneo a la burguesa, imponen, en vez del

    aislamiento de los obreros por la concurrencia, su unin revolucionaria por la organizacin. Y

    as, al desarrollarse la gran industria, la burguesa ve tambalearse bajo sus pies las bases sobre

    que produce y se apropia lo producido. Y a la par que avanza, se cava su fosa y cra a sus

    propios enterradores. Su muerte y el triunfo del proletariado sin igualmente inevitables.

    II - PROLETARIOS Y COMUNISTAS

    Qu relacin guardan los comunistas con los proletarios en general? Los comunistas

    no forman un partido aparte de los dems partidos obreros. No tienen intereses propios que se

    distingan de los intereses generales del proletariado. No profesan principios especiales con los

    que aspiren a modelar el movimiento proletario.

    Los comunistas no se distinguen de los dems partidos proletarios ms que en esto: en

    que destacan y reivindican siempre, en todas y cada una de las acciones nacionales proletarias,

    los intereses comunes y peculiares de todo el proletariado, independientes de su nacionalidad, y

    en que, cualquiera que sea la etapa histrica en que se mueva la lucha entre el proletariado y la

    burguesa, mantienen siempre el inters del movimiento enfocado en su conjunto.

    Los comunistas son, pues, prcticamente, la parte ms decidida, el acicate siempre en

    tensin de todos los partidos obreros del mundo; tericamente, llevan de ventaja a las grandes

    masas del proletariado su clara visin de las condiciones, los derroteros y los resultados

    generales a que ha de abocar el movimiento proletario.

    El objetivo inmediato de los comunistas es idntico al que persiguen los dems partidos

    proletarios en general: formar la conciencia de clase del proletariado, derrocar el rgimen de la

    burguesa, llevar al proletariado a la conquista del Poder.

    Las proposiciones tericas de los comunistas no descansan ni mucho menos en las

    ideas, en los principios forjados o descubiertos por ningn redentor de la humanidad. Son todas

    expresin generalizada de las condiciones materiales de una lucha de clases real y vvida, de un

    movimiento histrico que se est desarrollando a la vista de todos. La abolicin del rgimen

    vigente de la propiedad no es tampoco ninguna caracterstica peculiar del comunismo.

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    Las condiciones que forman el rgimen de la propiedad han estado sujetas siempre a

    cambios histricos, a alteraciones histricas constantes. As, por ejemplo, la Revolucin

    francesa aboli la propiedad feudal para instaurar sobre sus ruinas la propiedad burguesa.

    Lo que caracteriza al comunismo no es la abolicin de la propiedad en general, sino la

    abolicin del rgimen de propiedad de la burguesa, de esta moderna institucin de la propiedad

    privada burguesa, expresin ltima y la ms acabada de ese rgimen de produccin y

    apropiacin de lo producido que reposa sobre el antagonismo de dos clases, sobre la explotacin

    de unos hombres por otros. As entendida, s pueden los comunistas resumir su teora en esa

    frmula: abolicin de la propiedad privada.

    Se nos reprocha que queremos destruir la propiedad personal bien adquirida, fruto del

    trabajo y del esfuerzo humano, esa propiedad que es para el hombre la base de toda libertad, el

    acicate de todas las actividades y la garanta de toda independencia. La propiedad bien

    adquirida, fruto del trabajo y del esfuerzo humano! Os refers acaso a la propiedad del humilde

    artesano, del pequeo labriego, precedente histrico de la propiedad burguesa? No, sa no

    necesitamos destruirla; el desarrollo de la industria lo ha hecho ya y lo est haciendo a todas

    horas.

    O queris referimos a la moderna propiedad privada de la burguesa? Decidnos: es

    que el trabajo asalariado, el trabajo de proletario, le rinde propiedad? No, ni mucho menos. Lo

    que rinde es capital, esa forma de propiedad que se nutre de la explotacin del trabajo

    asalariado, que slo puede crecer y multiplicarse a condicin de engendrar nuevo trabajo

    asalariado para hacerlo tambin objeto de su explotacin. La propiedad, en la forma que hoy

    presenta, no admite salida a este antagonismo del capital y el trabajo asalariado. Detengmonos

    un momento a contemplar los dos trminos de la anttesis.

    Ser capitalista es ocupar un puesto, no simplemente personal, sino social, en el proceso

    de la produccin. El capital es un producto colectivo y no puede ponerse en marcha ms que

    por la cooperacin de muchos individuos, y an cabra decir que, en rigor, esta cooperacin

    abarca la actividad comn de todos los individuos de la sociedad. El capital no es, pues, un

    patrimonio personal, sino una potencia social.

    Los que, por tanto, aspiramos a convertir el capital en propiedad colectiva, comn a

    todos los miembros de la sociedad, no aspiramos a convertir en colectiva una riqueza personal.

    A lo nico que aspiramos es a transformar el carcter colectivo de la propiedad, a despojarla de

    su carcter de clase.

    Hablemos ahora del trabajo asalariado. El precio medio del trabajo asalariado es el

    mnimo del salario, es decir, la suma de vveres necesaria para sostener al obrero como tal

    obrero. Todo lo que el obrero asalariado adquiere con su trabajo es, pues, lo que estrictamente

    necesita para seguir viviendo y trabajando. Nosotros no aspiramos en modo alguno a destruir

    este rgimen de apropiacin personal de los productos de un trabajo encaminado a crear medios

    de vida: rgimen de apropiacin que no deja, como vemos, el menor margen de rendimiento

    lquido y, con l, la posibilidad de ejercer influencia sobre los dems hombres. A lo que

    aspiramos es a destruir el carcter oprobioso de este rgimen de apropiacin en que el obrero

    slo vive para multiplicar el capital, en que vive tan slo en la medida en que el inters de la

    clase dominante aconseja que viva.

    En la sociedad burguesa, el trabajo vivo del hombre no es ms que un medio de

    incrementar el trabajo acumulado. En la sociedad comunista, el trabajo acumulado ser, por el

    contrario, un simple medio para dilatar, fomentar y enriquecer la vida del obrero.

    En la sociedad burguesa es, pues, el pasado el que impera sobre el presente; en la comunista,

    imperar el presente sobre el pasado. En la sociedad burguesa se reserva al capital toda

    personalidad e iniciativa; el individuo trabajador carece de iniciativa y personalidad.

    Y a la abolicin de estas condiciones, llama la burguesa abolicin de la personalidad y

    la libertad! Y, sin embargo, tiene razn. Aspiramos, en efecto, a ver abolidas la personalidad,

    la independencia y la libertad burguesa.

    Por libertad se entiende, dentro del rgimen burgus de la produccin, el librecambio, la

    libertad de comprar y vender. Desaparecido el trfico, desaparecer tambin, forzosamente el

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    libre trfico. La apologa del libre trfico, como en general todos los ditirambos a la libertad que

    entona nuestra burguesa, slo tienen sentido y razn de ser en cuanto significan la

    emancipacin de las trabas y la servidumbre de la Edad Media, pero palidecen ante la abolicin

    comunista del trfico, de las condiciones burguesas de produccin y de la propia burguesa.

    Os aterris que queramos abolir la propiedad privada, cmo si ya en el seno de vuestra

    sociedad actual, la propiedad privada no estuviese abolida para nueve dcimas partes de la

    poblacin, como si no existiese precisamente a costa de no existir para esas nueve dcimas

    partes! Qu es, pues, lo que en rigor nos reprochis? Querer destruir un rgimen de propiedad

    que tiene por necesaria condicin el despojo de la inmensa mayora de la sociedad.

    Nos reprochis, para decirlo de una vez, querer abolir vuestra propiedad. Pues s, a eso

    es a lo que aspiramos. Para vosotros, desde el momento en que el trabajo no pueda convertirse

    ya en capital, en dinero, en renta, en un poder social monopolizable; desde el momento en que la

    propiedad personal no pueda ya trocarse en propiedad burguesa, la persona no existe.

    Con eso confesis que para vosotros no hay ms persona que el burgus, el capitalista.

    Pues bien, la personalidad as concebida es la que nosotros aspiramos a destruir. El comunismo

    no priva a nadie del poder de apropiarse productos sociales; lo nico que no admite es el poder

    de usurpar por medio de esta apropiacin el trabajo ajeno.

    Se arguye que, abolida la propiedad privada, cesar toda actividad y reinar la

    indolencia universal. Si esto fuese verdad, ya hace mucho tiempo que se habra estrellado contra

    el escollo de la holganza una sociedad como la burguesa, en que los que trabajan no adquieren y

    los que adquieren, no trabajan. Vuestra objecin viene a reducirse, en fin de cuentas, a una

    verdad que no necesita de demostracin, y es que, al desaparecer el capital, desaparecer

    tambin el trabajo asalariado.

    Las objeciones formuladas contra el rgimen comunista de apropiacin y produccin

    material, se hacen extensivas a la produccin y apropiacin de los productos espirituales. Y as

    como el destruir la propiedad de clases equivale, para el burgus, a destruir la produccin, el

    destruir la cultura de clase es para l sinnimo de destruir la cultura en general.

    Esa cultura cuya prdida tanto deplora, es la que convierte en una mquina a la inmensa

    mayora de la sociedad. Al discutir con nosotros y criticar la abolicin de la propiedad burguesa

    partiendo de vuestras ideas burguesas de libertad, cultura, derecho, etc., no os dais cuenta de que

    esas mismas ideas son otros tantos productos del rgimen burgus de propiedad y de

    produccin, del mismo modo que vuestro derecho no es ms que la voluntad de vuestra clase

    elevada a ley: una voluntad que tiene su contenido y encarnacin en las condiciones materiales

    de vida de vuestra clase.

    Comparts con todas las clases dominantes que han existido y perecieron la idea

    interesada de que vuestro rgimen de produccin y de propiedad, obra de condiciones histricas

    que desaparecen en el transcurso de la produccin, descansa sobre leyes naturales eternas y

    sobre los dictados de la razn. Os explicis que haya perecido la propiedad antigua, os explicis

    que pereciera la propiedad feudal; lo que no os podis explicar es que perezca la propiedad

    burguesa, vuestra propiedad.

    Abolicin de la familia! Al hablar de estas intenciones satnicas de los comunistas,

    hasta los ms radicales gritan escndalo. Pero veamos: en qu se funda la familia actual, la

    familia burguesa? En el capital, en el lucro privado. Slo la burguesa tiene una familia, en el

    pleno sentido de la palabra; y esta familia encuentra su complemento en la carencia forzosa de

    relaciones familiares de los proletarios y en la pblica prostitucin.

    Es natural que ese tipo de familia burguesa desaparezca al desaparecer su complemento,

    y que una y otra dejen de existir al dejar de existir el capital, que le sirve de base.

    Nos reprochis acaso que aspiremos a abolir la explotacin de los hijos por sus padres?

    S, es cierto, a eso aspiramos. Pero es, decs, que pretendemos destruir la intimidad de la

    familia, suplantando la educacin domstica por la social. Acaso vuestra propia educacin no

    est tambin influida por la sociedad, por las condiciones sociales en que se desarrolla, por la

    intromisin ms o menos directa en ella de la sociedad a travs de la escuela, etc.? No son

    precisamente los comunistas los que inventan esa intromisin de la sociedad en la educacin; lo

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    que ellos hacen es modificar el carcter que hoy tiene y sustraer la educacin a la influencia de

    la clase dominante.

    Esos tpicos burgueses de la familia y la educacin, de la intimidad de las relaciones

    entre padres e hijos, son tanto ms grotescos y descarados cuanto ms la gran industria va

    desgarrando los lazos familiares de los proletarios y convirtiendo a los hijos en simples

    mercancas y meros instrumentos de trabajo.

    Pero es que vosotros, los comunistas, nos grita a coro la burguesa entera, pretendis

    colectivizar a las mujeres! El burgus, que no ve en su mujer ms que un simple instrumento de

    produccin, al ornos proclamar la necesidad de que los instrumentos de produccin sean

    explotados colectivamente, no puede por menos de pensar que el rgimen colectivo se har

    extensivo igualmente a la mujer.

    No advierte que de lo que se trata es precisamente de acabar con la situacin de la mujer

    como mero instrumento de produccin. Nada ms ridculo, por otra parte, que esos alardes de

    indignacin, henchida de alta moral de nuestros burgueses, al hablar de la tan cacareada

    colectivizacin de las mujeres por el comunismo. No; los comunistas no tienen que molestarse

    en implantar lo que ha existido siempre o casi siempre en la sociedad.

    Nuestros burgueses, no bastndoles, por lo visto, con tener a su disposicin a las

    mujeres y a los hijos de sus proletarios -y no hablemos de la prostitucin oficial!-, sienten una

    grandsima fruicin en seducirse unos a otros sus mujeres.

    En realidad, el matrimonio burgus es ya la comunidad de las esposas. A lo sumo,

    podra reprocharse a los comunistas el pretender sustituir este hipcrita y recatado rgimen

    colectivo de hoy por una colectivizacin oficial, franca y abierta, de la mujer. Por lo dems,

    fcil es comprender que, al abolirse el rgimen actual de produccin, desaparecer con l el

    sistema de comunidad de la mujer que engendra, y que se refugia en la prostitucin, en la oficial

    y en la encubierta.

    A los comunistas se nos reprocha tambin que queramos abolir la patria, la

    nacionalidad. Los trabajadores no tienen patria. Mal se les puede quitar lo que no tienen. No

    obstante, siendo la mira inmediata del proletariado la conquista del Poder poltico, su exaltacin

    a clase nacional, a nacin, es evidente que tambin en l reside un sentido nacional, aunque ese

    sentido no coincida ni mucho menos con el de la burguesa.

    Ya el propio desarrollo de la burguesa, el librecambio, el mercado mundial, la

    uniformidad reinante en la produccin industrial, con las condiciones de vida que engendra, se

    encargan de borrar ms y ms las diferencias y antagonismos nacionales.

    El triunfo del proletariado acabar de hacerlos desaparecer. La accin conjunta de los

    proletarios, a lo menos en las naciones civilizadas, es una de las condiciones primordiales de su

    emancipacin. En la medida y a la par que vaya desapareciendo la explotacin de unos

    individuos por otros, desaparecer tambin la explotacin de unas naciones por otras.

    Con el antagonismo de las clases en el seno de cada nacin, se borrar la hostilidad de

    las naciones entre s.

    No queremos entrar a analizar las acusaciones que se hacen contra el comunismo desde

    el punto de vista religioso-filosfico e ideolgico en general. No hace falta ser un lince para ver

    que, al cambiar las condiciones de vida, las relaciones sociales, la existencia social del hombre,

    cambian tambin sus ideas, sus opiniones y sus conceptos, su conciencia, en una palabra.

    La historia de las ideas es una prueba palmaria de cmo cambia y se transforma la

    produccin espiritual con la material. Las ideas imperantes en una poca han sido siempre las

    ideas propias de la clase imperante. Se habla de ideas que revolucionan a toda una sociedad; con

    ello, no se hace ms que dar expresin a un hecho, y es que en el seno de la sociedad antigua

    han germinado ya los elementos para la nueva, y a la par que se esfuman o derrumban las

    antiguas condiciones de vida, se derrumban y esfuman las ideas antiguas.

    Cuando el mundo antiguo estaba a punto de desaparecer, las religiones antiguas fueron

    vencidas y suplantadas por el cristianismo. En el siglo XVIII, cuando las ideas cristianas

    sucumban ante el racionalismo, la sociedad feudal pugnaba desesperadamente, haciendo un

    ltimo esfuerzo, con la burguesa, entonces revolucionaria. Las ideas de libertad de conciencia

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    y de libertad religiosa no hicieron ms que proclamar el triunfo de la libre concurrencia en el

    mundo ideolgico.

    Se nos dir que las ideas religiosas, morales, filosficas, polticas, jurdicas, etc., aunque

    sufran alteraciones a lo largo de la historia, llevan siempre un fondo de perennidad, y que por

    debajo de esos cambios siempre ha habido una religin, una moral, una filosofa, una poltica,

    un derecho. Adems, se seguir arguyendo, existen verdades eternas, como la libertad, la

    justicia, etc., comunes a todas las sociedades y a todas las etapas de progreso de la sociedad.

    Pues bien, el comunismo -contina el argumento- viene a destruir estas verdades eternas, la

    moral, la religin, y no a sustituirlas por otras nuevas; viene a interrumpir violentamente todo el

    desarrollo histrico anterior.

    Veamos a qu queda reducida esta acusacin. Hasta hoy, toda la historia de la sociedad

    ha sido una constante sucesin de antagonismos de clases, que revisten diversas modalidades,

    segn las pocas. Mas, cualquiera que sea la forma que en cada caso adopte, la explotacin de

    una parte de la sociedad por la otra es un hecho comn a todas las pocas del pasado. Nada

    tiene, pues, de extrao que la conciencia social de todas las pocas se atenga, a despecho de toda

    la variedad y de todas las divergencias, a ciertas formas comunes, formas de conciencia hasta

    que el antagonismo de clases que las informa no desaparezca radicalmente.

    La revolucin comunista viene a romper de la manera ms radical con el rgimen

    tradicional de la propiedad; nada tiene, pues, de extrao que se vea obligada a romper, en su

    desarrollo, de la manera tambin ms radical, con las ideas tradicionales. Pero no queremos

    detenernos por ms tiempo en los reproches de la burguesa contra el comunismo. Ya dejamos

    dicho que el primer paso de la revolucin obrera ser la exaltacin del proletariado al Poder, la

    conquista de la democracia.

    El proletariado se valdr del Poder para ir despojando paulatinamente a la burguesa de

    todo el capital, de todos los instrumentos de la produccin, centralizndolos en manos del

    Estado, es decir, del proletariado organizado como clase gobernante, y procurando fomentar por

    todos los medios y con la mayor rapidez posible las energas productivas.

    Claro est que, al principio, esto slo podr llevarse a cabo mediante una accin

    desptica sobre la propiedad y el rgimen burgus de produccin, por medio de medidas que,

    aunque de momento parezcan econmicamente insuficientes e insostenibles, en el transcurso del

    movimiento sern un gran resorte propulsor y de las que no puede prescindiese como medio

    para transformar todo el rgimen de produccin vigente.

    Estas medidas no podrn ser las mismas, naturalmente, en todos los pases. Para los ms

    progresivos mencionaremos unas cuantas, susceptibles, sin duda, de ser aplicadas con carcter

    ms o menos general, segn los casos.

    Expropiacin de la propiedad inmueble y aplicacin de la renta del suelo a los gastos pblicos.

    Fuerte impuesto progresivo.

    Abolicin del derecho de herencia.

    Confiscacin de la fortuna de los emigrados y rebeldes.

    Centralizacin del crdito en el Estado por medio de un Banco nacional con capital del Estado y rgimen de monopolio.

    Nacionalizacin de los transportes.

    Multiplicacin de las fbricas nacionales y de los medios de produccin, roturacin y mejora de terrenos con arreglo a un plan colectivo.

    Proclamacin del deber general de trabajar; creacin de ejrcitos industriales, principalmente en el campo.

    Articulacin de las explotaciones agrcolas e industriales; tendencia a ir borrando gradualmente las diferencias entre el campo y la ciudad.

    Educacin pblica y gratuita de todos los nios. Prohibicin del trabajo infantil en las fbricas bajo su forma actual. Rgimen combinado de la educacin con la produccin material,

    etc.

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    Tan pronto como, en el transcurso del tiempo, hayan desaparecido las diferencias de

    clase y toda la produccin est concentrada en manos de la sociedad, el Estado perder todo

    carcter poltico. El Poder poltico no es, en rigor, ms que el poder organizado de una clase

    para la opresin de la otra. El proletariado se ve forzado a organizarse como clase para luchar

    contra la burguesa; la revolucin le lleva al Poder; mas tan pronto como desde l, como clase

    gobernante, derribe por la fuerza el rgimen vigente de produccin, con ste har desaparecer

    las condiciones que determinan el antagonismo de clases, las clases mismas, y, por tanto, su

    propia soberana como tal clase.

    Y a la vieja sociedad burguesa, con sus clases y sus antagonismos de clase, sustituir

    una asociacin en que el libre desarrollo de cada uno condicione el libre desarrollo de todos.

    III - LITERATURA SOCIALISTA Y COMUNISTA

    1. El socialismo reaccionario

    a) El socialismo feudal

    La aristocracia francesa e inglesa, que no se resignaba a abandonar su puesto

    histrico, se dedic, cuando ya no pudo hacer otra cosa, a escribir libelos contra la

    moderna sociedad burguesa. En la revolucin francesa de julio de 1830, en el

    movimiento reformista ingls, volvi a sucumbir, arrollada por el odiado intruso. Y no

    pudiendo dar ya ninguna batalla poltica seria, no le quedaba ms arma que la pluma.

    Mas tambin en la palestra literaria haban cambiado los tiempos; ya no era posible

    seguir empleando el lenguaje de la poca de la Restauracin. Para ganarse simpatas, la

    aristocracia hubo de olvidar aparentemente sus intereses y acusar a la burguesa, sin

    tener presente ms inters que el de la clase obrera explotada. De este modo, se daba el

    gusto de provocar a su adversario y vencedor con amenazas y de musitarle al odo

    profecas ms o menos catastrficas.

    Naci as, el socialismo feudal, una mezcla de lamento, eco del pasado y rumor

    sordo del porvenir; un socialismo que de vez en cuando asestaba a la burguesa un golpe

    en medio del corazn con sus juicios sardnicos y acerados, pero que casi siempre

    mova a risa por su total incapacidad para comprender la marcha de la historia moderna.

    Con el fin de atraer hacia s al pueblo, tremolaba el saco del mendigo proletario

    por bandera. Pero cuantas veces lo segua, el pueblo vea brillar en las espaldas de los

    caudillos las viejas armas feudales y se dispersaba con una risotada nada contenida y

    bastante irrespetuosa.

    Una parte de los legitimistas franceses y la joven Inglaterra, fueron los ms

    perfectos organizadores de este espectculo. Esos seores feudales, que tanto insisten en

    demostrar que sus modos de explotacin no se parecan en nada a los de la burguesa, se

    olvidan de una cosa, y es de que las circunstancias y condiciones en que ellos llevaban a

    cabo su explotacin han desaparecido. Y, al enorgullecerse de que bajo su rgimen no

    exista el moderno proletariado, no advierten que esta burguesa moderna que tanto

    abominan, es un producto histricamente necesario de su orden social.

    Por lo dems, no se molestan gran cosa en encubrir el sello reaccionario de sus

    doctrinas, y as se explica que su ms rabiosa acusacin contra la burguesa sea

    precisamente el crear y fomentar bajo su rgimen una clase que est llamada a derruir

    todo el orden social heredado.

    Lo que ms reprochan a la burguesa no es el engendrar un proletariado, sino el

    engendrar un proletariado revolucionario. Por eso, en la prctica estn siempre

    dispuestos a tomar parte en todas las violencias y represiones contra la clase obrera, y en

    la prosaica realidad se resignan, pese a todas las retricas ampulosas, a recolectar

    tambin los huevos de oro y a trocar la nobleza, el amor y el honor caballerescos por el

    vil trfico en lana, remolacha y aguardiente.

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    Como los curas van siempre del brazo de los seores feudales, no es extrao

    que con este socialismo feudal venga a confluir el socialismo clerical. Nada ms fcil

    que dar al ascetismo cristiano un barniz socialista. No combati tambin el

    cristianismo contra la propiedad privada, contra el matrimonio, contra el Estado? No

    predic frente a las instituciones la caridad y la limosna, el celibato y el castigo de la

    carne, la vida monstica y la Iglesia? El socialismo cristiano es el hisopazo con que el

    clrigo bendice el despecho del aristcrata.

    b) El socialismo pequeoburgus

    La aristocracia feudal no es la nica clase derrocada por la burguesa, la nica

    clase cuyas condiciones de vida ha venido a oprimir y matar la sociedad burguesa

    moderna. Los villanos medievales y los pequeos labriegos fueron los precursores de la

    moderna burguesa. Y en los pases en que la industria y el comercio no han alcanzado

    un nivel suficiente de desarrollo, esta clase sigue vegetando al lado de la burguesa

    ascensional.

    En aquellos otros pases en que la civilizacin moderna alcanza un cierto grado

    de progreso, ha venido a formarse una nueva clase pequeoburguesa que flota entre la

    burguesa y el proletariado y que, si bien gira constantemente en torno a la sociedad

    burguesa como satlite suyo, no hace ms que brindar nuevos elementos al proletariado,

    precipitados a ste por la concurrencia; al desarrollarse la gran industria llega un

    momento en que esta parte de la sociedad moderna pierde su substantividad y se ve

    suplantada en el comercio, en la manufactura, en la agricultura por los capataces y los

    domsticos.

    En pases como Francia, en que la clase labradora representa mucho ms de la

    mitad de la poblacin, era natural que ciertos escritores, al abrazar la causa del

    proletariado contra la burguesa, tomasen por norma, para criticar el rgimen burgus,

    los intereses de los pequeos burgueses y los campesinos, simpatizando por la causa

    obrera con el ideario de la pequea burguesa. As naci el socialismo pequeoburgus.

    Su representante ms caracterizado, lo mismo en Francia que en Inglaterra, es Sismondi.

    Este socialismo ha analizado con una gran agudeza las contradicciones del

    moderno rgimen de produccin. Ha desenmascarado las argucias hipcritas con que

    pretenden justificarlas los economistas. Ha puesto de relieve de modo irrefutable, los

    efectos aniquiladores del maquinismo y la divisin del trabajo, la concentracin de los

    capitales y la propiedad inmueble, la superproduccin, las crisis, la inevitable

    desaparicin de los pequeos burgueses y labriegos, la miseria del proletariado, la

    anarqua reinante en la produccin, las desigualdades irritantes que claman en la

    distribucin de la riqueza, la aniquiladora guerra industrial de unas naciones contra

    otras, la disolucin de las costumbres antiguas, de la familia tradicional, de las viejas

    nacionalidades.

    Pero en lo que atae ya a sus frmulas positivas, este socialismo no tiene ms

    aspiracin que restaurar los antiguos medios de produccin y de cambio, y con ellos el

    rgimen tradicional de propiedad y la sociedad tradicional, cuando no pretende volver a

    encajar por la fuerza los modernos medios de produccin y de cambio dentro del marco

    del rgimen de propiedad que hicieron y forzosamente tenan que hacer saltar. En uno y

    otro caso peca, a la par, de reaccionario y de utpico.

    En la manufactura, la restauracin de los viejos gremios, y en el campo, la

    implantacin de un rgimen patriarcal: he ah sus dos magnas aspiraciones. Hoy, esta

    corriente socialista ha venido a caer en una cobarde modorra.

    c) El socialismo alemn o "verdadero" socialismo

    La literatura socialista y comunista de Francia, nacida bajo la presin de una

    burguesa gobernante y expresin literaria de la lucha librada contra su avasallamiento,

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    fue importada en Alemania en el mismo instante en que la burguesa empezaba a

    sacudir el yugo del absolutismo feudal.

    Los filsofos, pseudofilsofos y grandes ingenios del pas se asimilaron

    codiciosamente aquella literatura, pero olvidando que con las doctrinas no haban

    pasado la frontera tambin las condiciones sociales a que respondan. Al enfrentarse

    con la situacin alemana, la literatura socialista francesa perdi toda su importancia

    prctica directa, para asumir una fisonoma puramente literaria y convertirse en una

    ociosa especulacin acerca del espritu humano y de sus proyecciones sobre la realidad.

    Y as, mientras que los postulados de la primera revolucin francesa eran, para los

    filsofos alemanes del siglo XVIII, los postulados de la razn prctica en general, las aspiraciones de la burguesa francesa revolucionaria representaban a sus ojos las leyes

    de la voluntad pura, de la voluntad ideal, de una voluntad verdaderamente humana.

    La nica preocupacin de los literatos alemanes era armonizar las nuevas ideas

    francesas con su vieja conciencia filosfica, o, por mejor decir, asimilarse desde su

    punto de vista filosfico aquellas ideas.

    Esta asimilacin se llev a cabo por el mismo procedimiento con que se asimila

    uno una lengua extranjera: traducindola.

    Todo el mundo sabe que los monjes medievales se dedicaban a recamar los

    manuscritos que atesoraban las obras clsicas del paganismo con todo gnero de

    insubstanciales historias de santos de la Iglesia catlica. Los literatos alemanes

    procedieron con la literatura francesa profana de un modo inverso. Lo que hicieron fue

    empalmar sus absurdos filosficos a los originales franceses. Y as, donde el original

    desarrollaba la crtica del dinero, ellos pusieron: expropiacin del ser humano; donde se criticaba el Estado burgus: abolicin del imperio de lo general abstracto, y as por el estilo.

    Esta interpelacin de locuciones y galimatas filosficos en las doctrinas

    francesas, fue bautizada con los nombres de filosofa del hecho , verdadero socialismo, ciencia alemana del socialismo, fundamentacin filosfica del socialismo, y otros semejantes.

    De este modo, la literatura socialista y comunista francesa perda toda su

    virilidad. Y como, en manos de los alemanes, no expresaba ya la lucha de una clase

    contra otra clase, el profesor germano se haca la ilusin de haber superado el

    parcialismo francs; a falta de verdaderas necesidades pregonaba la de la verdad, y a falta de los intereses del proletariado mantena los intereses del ser humano, del hombre

    en general, de ese hombre que no reconoce clases, que ha dejado de vivir en la realidad

    para transportarse al cielo vaporoso de la fantasa filosfica.

    Sin embargo, este socialismo alemn, que tomaba tan en serio sus desmayados

    ejercicios escolares y que tanto y tan solemnemente trompeteaba, fue perdiendo poco a

    poco su pedantesca inocencia. En la lucha de la burguesa alemana, y principalmente, de

    la prusiana, contra el rgimen feudal y la monarqua absoluta, el movimiento liberal fue

    tomando un cariz ms serio.

    Esto deparaba al verdadero socialismo la ocasin apetecida para oponer al movimiento poltico las reivindicaciones socialistas, para fulminar los consabidos

    anatemas contra el liberalismo, contra el Estado representativo, contra la libre

    concurrencia burguesa, contra la libertad de Prensa, la libertad, la igualdad y el derecho

    burgueses, predicando ante la masa del pueblo que con este movimiento burgus no

    saldra ganando nada y s perdiendo mucho. El socialismo alemn se cuidaba de olvidar

    oportunamente que la crtica francesa, de la que no era ms que un eco sin vida,

    presupona la existencia de la sociedad burguesa moderna, con sus peculiares

    condiciones materiales de vida y su organizacin poltica adecuada, supuestos previos

    ambos en torno a los cuales giraba precisamente la lucha en Alemania.

    Este verdadero socialismo les vena al dedillo a los gobiernos absolutos alemanes, con toda su cohorte de clrigos, maestros de escuela, hidalgelos rados y

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    cagatintas, pues les serva de espantapjaros contra la amenazadora burguesa. Era una

    especie de melifluo complemento a los feroces latigazos y a las balas de fusil con que

    esos gobiernos reciban los levantamientos obreros.

    Pero el verdadero socialismo, adems de ser, como vemos, un arma en manos de los gobiernos contra la burguesa alemana, encarnaba de una manera directa un

    inters reaccionario, el inters de la baja burguesa del pas. La pequea burguesa,

    heredada del siglo XVI y que desde entonces no haba cesado de aflorar bajo diversas

    formas y modalidades, constituye en Alemania la verdadera base social del orden

    vigente.

    Conservar esta clase es conservar el orden social imperante. Del predominio

    industrial y poltico de la burguesa teme la ruina segura, tanto por la concentracin de

    capitales que ello significa, como porque entraa la formacin de un proletariado

    revolucionario. El verdadero socialismo vena a cortar de un tijeretazo -as se lo imaginaba ella- las dos alas de este peligro. Por eso, se extendi por todo el pas como

    una verdadera epidemia.

    El ropaje ampuloso en que los socialistas alemanes envolvan el puado de

    huesos de sus verdades eternas, un ropaje tejido con hebras especulativas, bordado con las flores retricas de su ingenio, empapado de nieblas melanclicas y romnticas,

    haca todava ms gustosa la mercanca para ese pblico.

    Por su parte, el socialismo alemn comprenda ms claramente cada vez que su

    misin era la de ser el alto representante y abanderado de esa baja burguesa.

    Proclam a la nacin alemana como nacin modelo y al sbdito alemn como el

    tipo ejemplar de hombre. Dio a todos sus servilismos y vilezas un hondo y oculto

    sentido socialista, tornndolos en lo contrario de lo que en realidad eran. Y al alzarse

    curiosamente contra las tendencias barbaras y destructivas del comunismo, subrayando como contraste la imparcialidad sublime de sus propias doctrinas, ajenas a

    toda lucha de clases, no haca ms que sacar la ltima consecuencia lgica de su

    sistema. Toda la pretendida literatura socialista y comunista que circula por Alemania,

    con poqusimas excepciones, profesa estas doctrinas repugnantes y castradas.

    2. El socialismo burgus o conservador

    Una parte de la burguesa desea mitigar las injusticias sociales, para de este modo

    garantizar la perduracin de la sociedad burguesa. Se encuentran en este bando los economistas,

    los filntropos, los humanitarios, los que aspiran a mejorar la situacin de las clases obreras, los

    organizadores de actos de beneficencia, las sociedades protectoras de animales, los promotores

    de campaas contra el alcoholismo, los predicadores y reformadores sociales de toda laya.

    Pero, adems, de este socialismo burgus han salido verdaderos sistemas doctrinales.

    Sirva de ejemplo la Filosofa de la miseria de Proudhon. Los burgueses socialistas consideraran

    ideales las condicione