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La Revuelta Negra

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Page 1: La Revuelta Negra

“LA REVUELTA NEGRA”

“La legislación sobre derechos civiles de Johnson,

junto con las decisiones del Tribunal Supremo sobre desegregación y nueva repartición, permitió a los

negros hacer un progreso sustancial hacia la igualdad.

No obstante, lejos de sentirse satisfechos, estos logros

sólo sirvieron para aumentar su frustración y amargura, lo cual no era sorprendente, puesto que ni

el derecho al voto ni las garantías legales de igualdad

servían de forma directa para mejorar su condición

económica. El índice de desempleo negro seguía siendo el doble de la media nacional, casi un tercio de

la población negra vivía por debajo de la línea de

pobreza (comparado con el 13 por 100 de los

blancos), las escuelas y viviendas negras eran inferiores casi de forma universal. Y aunque su poder

adquisitivo había aumentado, la brecha económica

existente entre las razas no se había estrechado lo más

mínimo. A mediados de los años sesenta muchos negros

americanos ya se mostraban críticos con los objetivos

y os métodos del movimiento a favor de los derechos

civiles. Sobre todo entre los habitantes de los barrios pobres del Norte había una desviación de la

moderación de la NAACP y Martin Luther King

hacia la militancia en grupos nacionalistas negros.

Los más importantes eran los Musulmanes Negros, una sociedad religiosa puritana que rechazaba el

cristianismo a favor de una forma de Islam y

enseñaba que todos los blancos eran demonios; el

Comité Coordinador No Violento de Estudiantes (Student Nonviolent Coordinating Committe) que,

bajo la dirección de Stokely Carmichael, un natural

de las Indias Occidentales de veinticinco años, pronto

se apartó de su carácter interracial original y desechó la palabra “no violento” de su nombre; y los Panteras

Negras (Black Panters), organización paramilitar

fundada en Oakland (California) en 1966, que

después participó en numerosas confrontaciones con la policía. Aparte de Carmichael, el representante más

elocuente de los nacionalistas negros fue Malcolm X,

que rompió con los Musulmanes Negros para fundar

su propia Organización por la Unidad Afro.Americana (Organization for Afro-American

Unity), pero fue asesinado en 1965, y Eldridge

Cleaver, “ministro de información” del partido de los

Panteras Negras. “Poder negro”, el lema adoptado por los nacionalistas, era un concepto vago y ambiguo.

Para algunos era sólo una afirmación de la conciencia

y orgullo negros; para otros, la demanda de que los

negros controlaran las empresas, escuelas y cargos públicos en sus propias comunidades; y para un

puñado de extremistas, un llamamiento para la guerra

de guerrillas. No obstante, los defensores del poder

negro estaban de acuerdo en pedir el separatismo en vez de la integración, en resaltar el esfuerzo propio en

lugar de la colaboración con los liberales blancos y

estar dispuestos a considerar la violencia. La guerra de Vietnam intensificó aún más su militancia. Existía

el resentimiento de que los negros contribuían de

forma desproporcionada a la lucha; aunque

constituían sólo el 11 por 100 de la población, suponían el 18 por 100 de las fuerzas estadounidenses

en Vietnam. Los dirigentes negros criticaban además

una guerra que, como señaló Martin Luther King, enviaba a los negros a “garantizar una libertades en el

sureste asiático que no habían encontrado en el

suroeste de Georgia y el este de Harlem”.

El descontento latente de los guetos negros explotó en las revueltas urbanas más destructoras desde la

guerra civil. El primer alboroto importante, en el

distrito de Watts de Los Ángeles en agosto de 1965,

dejó 34 muertos, hirió a más de 1000 personas y destruyó propiedades por un valor de 35 millones de

dólares. Después de los disturbios de 1966, sobre

todo en Chicago, el verano de 1967 fue testigo de

importantes confrontaciones raciales en más de cien ciudades. Las peores sucedieron en julio en Newark,

Nueva Jersey y Detroit. Durante cinco días de

revuelta en Newark, resultaron muertas 26 personas

(todas, menos dos, negras) y 2.000 heridas. En Detroit, donde la muerte se cobró 43 personas y los

daños a la propiedad ascendieron a 50.000 millones

de dólares, los sediciosos saquearon y quemaron

tiendas, emboscaron a la policía e impidieron el trabajo de los bomberos. Sólo se restauró el orden

cuando se enviaron miles de paracaidistas y guardias

nacionales. Luego, en abril de 1968, el asesinato de

Martin Luther King en Menfis (Tennessee) produjo una nueva oleada de violencia por todo el país.

Después de de las revueltas de 1967, el presidente

Jonson estableció una comisión de investigación. Su

informe, publicado en marzo de 1968, culpaba de lo ocurrido a la “penetrante discriminación y

segregación en el trabajo, la educación y la vivienda”,

y concluía que sólo podrían evitarse más pendencias

mediante el esfuerzo masivo del gobierno para crear trabajos, mejorar las escuelas y erradicar los barrios

pobres. Pero aunque la muerte de King instó al

Congreso a aprobar una ley de Vivienda Abierta que

prohibía la discriminación racial en la venta o alquiler de éstas, no se hizo casi nada para poner en práctica

las recomendaciones de la comisión…” (Tomado de:

Jones, Maldwyn A.; Historia de Estados Unidos

1607-1992; Ed. Cátedra; Madrid; 1996; págs. 508 y 509).