La Riqueza Cultural en La Perspectiva Del Desarrollo

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    comunicacin y que entonces seamos un pas ms desarrollado que antes, lo queindica es la capacidad que tiene el mercado para incidir sobre los compradores. Elproducto interno bruto de algunos pases se ha visto incrementado con la venta deentidades pblicas a inversionistas extranjeros, hecho que slo es tenido encuenta por el indicador en trminos cuantitativos, si se analizara cualitativamente,

    podramos deducir que en los aos subsiguientes esa empresa ya no va a generarningn ingreso al estado para la inversin social, lo cual va en detrimento de lasatisfaccin de necesidades de la poblacin. Un ltimo ejemplo: Cunto es elingreso percpita de un indgena en su resguardo?: podra ser cero y por lo tantoes no desarrollado; en este caso si al indgena no le interesa tener ingresomonetario, el indicador del desarrollo no lo tiene en cuenta. Este caso enparticular, demuestra que el desarrollo niega la diferencia y busca ante todo lahomogenizacin como estrategia de control global. Estas mediciones dan cuentade la visin del desarrollo occidental, que prioriza una concepcin del mundodesde el mercado, negando o soslayando otras concepciones.

    2. Estructuras arquetpicas del concepto occidental de desarrollo.

    En las primeras dcadas del siglo veinte, el psiquiatra Suizo Carl Gustav Jungfund las bases de una Antropologa psicolgica en la que muchos tericos de lasciencias, particularmente de las ciencias sociales y humanas, se han apoyadopara proponer visiones comprensivas de la cultura. Esta psicologa ofrece unamanera original de vislumbrar los diversos fenmenos del pensamiento y laconducta humanas. Mediante la propuesta de la existencia de un InconscienteColectivo, nos permite acercarnos a aquello que subrepticiamente se cuela en lacultura y de lo cual es muy til darnos cuenta, si queremos explorar otras manerasde pensar y actuar en el mundo.

    En el caso especfico que nos ocupa y basndonos en tal perspectiva, podemoscomprender cmo el concepto de desarrollo se ajusta a una pauta arquetpica,es decir, a una imagen antigua e inconsciente, segn la cual crecer, mejorar osimplemente estar bien, son posibilidades humanas referidas a lo ascendente,siendo as que la imagen preferida para expresar el desarrollo sea la del rbol,aquello que se levanta desde el suelo y se transforma en las alturas.

    Ya en el antiguo Egipto, se consideraba como el mayor desarrollo poder alcanzarlas alturas y de ah la necesidad de construir estas pirmides que permitan alindividuo proyectarse hacia el cielo (claro est que este nivel de desarrollo solo lopodan alcanzar los ms ricos), y as toda la mtica occidental est impregnada deimgenes ascencionales: Los dioses griegos en el monte Olimpo, Yavhe hablandoa Moiss desde una montaa, Cristo muriendo en el monte calvario o simplementela imagen del cielo, el lugar de las cosas mejores, arriba; mientras que su opuestooscuro y negativo, abajo. Y sabemos tambin que el valor de los minerales sedebe de alguna manera al esfuerzo heroico humano de sacarlos de debajo ytraerlos arriba de la tierra.

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    La Psicologa misma est impregnada de esta lgica inconsciente, es evidenteque los estudios sobre el desarrollo humano se refieren especficamente a lamanera como aumentan las conexiones neuronales, se incrementan lasposibilidades de simbolizacin, las funciones, etc., tambin al plantear laexistencia de un subconsciente, es decir, algo por debajo, inferior y peligroso para

    la conciencia que estara arriba, al ser el soporte de la razn. En este mismosentido y segn los conceptos de Darwin, el desarrollo humano se da como unlevantarse desde el suelo, desde la tierra hasta una posicin erguida, cosa por laque adems hemos pasado todos al aprender a caminar, determinando tambinescalas mdicas para medir el bienestar.

    Podemos an ilustrar esta tendencia ascensionista con las imgenes heroicas decuentos y leyendas occidentales en las que el protagonista, ser desarrollado yperfecto, tiene generalmente la capacidad de volar o flotar, repitindose en nuestramquina moderna de contar historias: el cine. All tenemos a todo tipo de hroesvoladores, todos ellos elevndose sobre los dems ciudadanos, cosa quesupuestamente les hace mejores .

    Otra imagen que viene a probar la fantasa que soporta lo que en occidentedenominamos desarrollo es la de el nmero. El nmero determina el mundooccidental, las matemticas son la protociencia moderna como en algn momentolo fuera la filosofa, dicho en otros trminos: para los seres humanos el nmerotiene algo de mgico. Para comprobarlo basta con observar la manera como elnmero viene a servir para sopesar la forma de vivir: cunto peso? cuntomido? cunto tengo? cunto pierdo? cunto me falta?. Pero el nmero, ligadoal concepto occidental de desarrollo, se expresa ptimamente en el hecho pornosotros conocido de que el crecimiento de las cifras del PIB es, en la lgicacapitalista, expresin de la mejora de un pas.

    En resumidas cuentas, y citando al psiclogo norteamericano James Hillmanpodemos afirmar que La escala cuya ascensin supone progreso espiritual tieneun largo pedigr

    3. Conflicto y tensin en Amrica Latina.

    a. Motivos fundamentales

    Hasta aqu la Psicologa analtica nos sirve para comprender un hecho prctico:estamos ligados colectiva e inconscientemente a la fantasa arquetpica de que lavida es mejor en tanto hay un incremento, una acumulacin. Una fantasa quetambin podra expresarse de otras maneras: que el poder est determinado porun tipo de jerarqua ascensional, piramidal, que quien est arriba es y est mejorque quien est abajo o la mas famosa y perjudicial de todas: que el ser humano esmejor porque tiene la naturaleza a sus pies, un dios se la dio para que ladominase, y por ello puede aniquilarla si conviene a sus expectativas deacumulacin, lo que hoy se expresa como control del medio ambiente.

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    Bajo esta tirana inconsciente no es de extraar que el norte (arriba) sea percibidocomo el lugar del bienestar, que se halla autodeterminado como merecedor de losbienes del sur (abajo) o que la emigracin hacia el norte ejerza un poder mgicosobre muchas personas; cuntos sudamericano prefieren sufrir en Espaa,

    Alemania o Estados Unidos, slo porque estn all. Como tampoco debe

    extraarnos el que sea la partcula sub la que se anteponga al nombrar a lospases de bajo PIB (lase, segn lo cual, pases subdesarrollados).

    El problema que nos plantea el hecho de la existencia de estas estructurasarquetpicas, por lo pronto inconscientes, es que si no son reconocidas, si nohacemos conciencia de la manera como han sido exportadas a nuestras culturasautctonas y all asimiladas; seguiremos una y otra vez repitindolas por ms quenos molesten, nos enfermen o nos destruyan. Siempre habr quien diga que no estan malo aspirar a tener exactamente lo mismo que han construido los pases queestn arriba, as se arrase con culturas enteras, con sus selvas, recursos ycosmovisiones. No es tan malo, se dir, es cosa de hacerlo bien.

    Esa es la trampa de lo que permanece inconsciente. Una arquetpica no puede sermodificada, pero al comprenderla, podemos permitirnos explorar otras imgenes yconductas que se ajusten mejor al ser integral, en este caso, al ser integrallatinoamericano, o indio, o africano o el que se quiera. Los arquetipos no soninfinitos, pero cada cultura tiene particulares maneras de imaginar creativamentelos suyos. Frente al bienestar, pueden existir imgenes alternativas a las de laacumulacin.

    El analista venezolano Axel Capriles, en un ensayo titulado Desdn y culpa: eldinero en Amrica Latina, diferencia la relacin que tiene el latinoamericano y elnorteamericano con el dinero, diciendo que mientras ste proviene de unaherencia protestante que le ha permitido separar dinero y pecado, ellatinoamericano conserva an el rezago catlico hispano que caracteriza lariqueza como envilecimiento, lo cual lleva a que la acumulacin de capital sea unasunto que genere culpa o que simplemente se evite, debido a la angustiainconsciente que provoca el estar en estado de pecado. Dicho conflicto hace partede lo que el Dr. Capriles denomina, en otra parte, nuestro complejo del dinero. Elautor sospecha, adems, que la crudeza y profundidad de los problemaseconmicos latinoamericanos indican que este complejo se nutre tambin deformas mucho ms arcaicas, de fantasas arquetpicas anteriores incluso a lallegada de los espaoles, como lo atestigua la existencia de pueblos indgenas enlos cuales el gran valor no es la acumulacin de capital o bienes sino sudistribucin; culturas en las cuales la acumulacin solo es valorada si deviene enposterior entrega (cita especficamente un pueblo venezolano denominadosanem-yanoama que segn el antroplogo Daniel de Barandiaran seranparientes directos de los primeros seres humanos que llegaron a Amrica entre50.000 y 25.000 aos atrs). Entre estos grupos parece ser que la prosperidadmaterial como la entendemos los occidentales se ve comprometida. A estoagregaremos el conocimiento de que en Amrica precolombina se daban unosdesarrollos de la agricultura que permitan la especializacin en ciertos productos,

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    de pendiendo de la regin y la cosmogona de cada grupo, lo cual conllevaba, demanera natural, a la posibilidad de intercambio de los mismos. Este sistema derelaciones permita que los desarrollos locales no fueran en las mismasdirecciones, por lo que no era posible una homogeneizacin de la diferencia,dndose en cambio una matizacin de la desigualdad por medio de la

    socializacin y el intercambio mismos.

    Nuestra intuicin es que el latinoamericano actual se debate en una constantetensin entre las aspiraciones que defiende la conciencia colectiva y lasintuiciones y necesidades que le son ms propias y que empujan desde elinconsciente colectivo. En la primera encontramos valores como: acumulacin decapital, capacidad de compra, los productos tecnolgicos como satisfactoresnicos de las necesidades, la autoimagen como imagen del mercado, el consumoal mximo de los recursos naturales al servicio de la acumulacin misma, la visinde la vejez como decrepitud e inutilidad, el tiempo libre como problema, elindividualismo desbordado, el xito econmico como herosmo cultural, lahomogeneizacin de la diversidad o la diversidad slo si es mercanca, lossaberes indgenas como atraso o mercanca. En el imaginario colectivoinconsciente encontramos en cambio: el rechazo al atesoramiento, la solidaridadcomo accin natural, el trueque como intercambio, la cooperacin comointeraccin y la identidad grupal como mxima riqueza.

    Las pruebas que podemos aducir a favor de la existencia de esta tensin sonalgunos fenmenos que el latinoamericano promedio bien conoce: la resistencia alahorro, la sensacin de culpa frente a la propia acumulacin o el sealamientoculposo de los potentados, la sospecha de que no son honestos, el dicho popularcomo testigo de ciertos prejuicios frente al dinero (en Colombia se habla de el vilmetal, el cochino dinero, etc.), la negativa a reproducir el dinero por medio deltrabajo, la aoranza constante de vivir en comunidades solidarias, el incrementode sociedades de trueque, la economa informal (lo que en Colombia llamamos elrebusque), y en el mbito empresarial, la gran dificultad al momento de adoptarnormas internacionales de control y calidad.

    b. Las evidencias histricas.

    El anterior planteamiento da lugar a muchas preguntas, una de ellas es cmo seha dado entonces el desarrollo que hasta hoy hemos logrado?. La respuesta tieneque ver con que tambin existen en Latinoamrica hombres y mujeres cuyopensamiento corresponde a las expectativas Europeas y que ademsaprovecharon oportunidades para acumular capital, mientras otros ms,simplemente cayeron embrujados con el canto de sirenas del desarrollo y elprogreso.

    Recurriremos a la historia de Amrica latina para recordar que a finales del sigloXIX, algunos intelectuales, burgueses y terratenientes que gozaban de la posesinde tierras, formacin acadmica y acceso a las estructuras de poder, minoras porsupuesto, aprovecharon el auge de la revolucin industrial y respondieron a la

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    produccin de materias primas y alimentos, produccin que resultaba bien pagaday les posibilit adems la incursin en escenarios polticos. Esto a su vez motiv elxodo del campo y el desplazamiento a las ciudades, aumentando la demanda dealimentos en las mismas, mientras ms campesinos dejaban el campo. Aqucomienza una nueva era de dependencia de los pases latinoamericanos que

    justific la permanencia obligada en los nuevos formatos de la economa. Enpalabras de Jos Luis Romero:

    La consecuencia fue un cambio importante en la posicin de Latinoamrica conrespecto a Europa y los Estados Unidos. Esos mercados consumidores exigierondeterminados productos dentro de un gigantesco plan de produccin concebido enescala mundial, y esa exigencia, mucho ms remunerativa que antes, fij ciertascondiciones a la produccin. El mercado consumidor estableci el o los productosexportables; prefiriendo en cada pas un sistema de monoproduccin establecialtos precios, pero fij tambin altos niveles de calidad que requeran nuevastcnicas no slo en la etapa de la produccin sino tambin en la distribucin;estableci relaciones de dependencia financiera que importaban dependenciasinevitables y regmenes de importacin de productos manufacturados; exigiprivilegios y garantas que le fueron acordados a travs de gobiernos a los quetransform en sus personeros; pero, sin duda , promovi una activa modernizacinde los pases latinoamericanos, aunque al precio de una dependencia econmicaque muy pronto implic, directa o indirectamente, una cierta dependencia poltica.

    Toda esta ola de desarrollo en Amrica latina fue abanderada por una clasepudiente y duea de las tierras productivas que cada vez se haca ms rica,alejndose notablemente del resto de la sociedad, profesionales y artesanos,quienes a su vez constituyeron una clase media tradicional que opuso resistenciaa las tendencias desarrollistas y modernizantes. Si a esto se suma el que otrosgrupos poblacionales, campesinos, indgenas y comunidades negras; semarginaran de esta discusin, comprenderemos el surgimiento de una antiguapolmica (que hoy contina como resistencia inconsciente), obstaculizadora de laspretensiones desarrollistas de aquella clase que detentaba el poder.

    Esta condicin de ineficiencia, propia del subdesarrollo, justifica una de lasexpresiones del desarrollo occidental que tiene que ver con la necesidad deintervenir estos pueblos por parte de Europa y Estados Unidos, para ayudarlos asalir de su condicin de subdesarrollados.

    c. Consecuencias.

    Mientras nosotros vivimos inconscientemente una ambigedad como la yadescrita, el capitalismo avanza a pasos agigantados y en su nueva expresin, LaGlobalizacin, pone su inters en la conformacin de un gran escuadrn deconsumidores a travs de la transculturizacin y la apropiacin de los recursosnaturales; adems, con el pretexto del desarrollo nos ubica en un plano dedefensa del ambiente o medio ambiente, en lo que ha dado en llamar desarrollo

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    sostenible - desarrollo que hace sostenible el capital-, convirtiendo en objetivo defuturos descubrimientos y colonizaciones nuestros recursos naturales y culturales,siendo esta la nica rea de los pases subdesarrollados donde no se ha tenidouna total incidencia. Escobar y Pedroza aluden a esta estrategia de la siguientemanera:

    Con el desarrollo sostenible, puede afirmarse sin mayores reparos que ste antesde asegurar la sostenibilidad de la naturaleza, asegurar la del capital. Hay queredefinir y reinventar la naturaleza de tal forma que el capital sea sostenible. Deeso se trata. Mientras que los ecologistas tratan de rehacer las corporaciones detal forma que la naturaleza sea sostenible, las corporaciones rehacen la naturalezay el trabajo para que la rentabilidad del capital no baje. A lo mismo apuestan lasacciones del Banco mundial, cuya Global Environmental Facility (GEF) debeentenderse como una estrategia de control mundial de los recursos silvestres porel Grupo de los Siete. En el Tercer Mundo el discurso del desarrollo sostenibleredefine al medio biofsico como ambiente, y concibe a este como una reservapara el capital. Ms an, dentro de este discurso es imposible hablar de naturalezacomo construccin socio-cultural. La naturaleza desaparece al ser reemplazadapor el ambiente declarndose as la muerte semitica de la naturaleza comoagente de creacin social.

    Y en otra parte:

    El desarrollo sostenible como lo ha planteado Visvanathan, expresa un especialpotencial para colonizar las ltimas reas de la vida social del Tercer Mundo anno regidas por completo por la lgica del individuo y el mercado, como el derechoal agua, las selvas y los bosques sagrados. Lo que eran territorios colectivosahora estn a medio camino entre el mercado y la comunidad an cuando laeconoma no pueda entender el lenguaje de los espacios o territorios colectivosporque estos no tienen individualidad y no obedecen a las reglas de la escasez yla eficiencia.

    Otro de los grandes riesgos que asumimos por no tener conciencia de nuestraresistencia ante el desarrollo es la agudizacin del problema de la pobreza.Cmo explicar que en pases con tantos recursos naturales: flora, fauna, y agua,y recursos sociales y culturales: el saber hacer, saber cosechar, saber curar,conocer el territorio y saber satisfacer necesidades de mltiples maneras, seencuentren tantos habitantes hombres, mujeres y nios, murindose fsicamentede hambre?, pues s, el Capitalismo en esencia no propende por la igualdad, nipor la justicia, promoviendo el que en Amrica Latina se den grandesacumulaciones de riqueza, entre ellas la tierra y los medios de produccin,negando valores tan importantes para el latinoamericano como la solidaridad y esamarcada importancia de la distribucin de la riqueza, que caracteriz las culturasprecolombinas.

    Con las ms recientes fases del capitalismo notamos an ms la prdida paulatinade la solidaridad en la cotidianidad. Debido a la enftica necesidad, planteada por

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    la lgica del mercado, de ser competitivos, eficientes y efectivos, se despreciancondiciones humanas que antes fueron consideradas muy importantes para elproceso social de una comunidad, este es el caso de la sabidura de los ancianosy de los nios como imagen vital.

    En este mismo sentido, se relegan a un segundo plano actividades propias denuestro ser latinoamericano en la medida en que no son rentables; este es el casodel arte, la cultura, las tradiciones y la ritualidad, las mismas que, paradjicamentey en consecuencia con la gran crisis que vive el modelo de desarrollo Capitalista,son utilizados por este como una nueva manera de recrearse y prolongar susostenibilidad.

    No es extrao entonces, que el patrimonio cultural de nuestros pueblos indgenasy comunidades negras se vea nuevamente en peligro, en la medida en que susbienes y conocimiento puedan ser usurpados, patentados y comercializados, unejemplo de ello es el caso de los medicamentos. A partir de los nuevos tratados

    con Estados Unidos se establece que los medicamentos no podrn sersuministrados si no tienen determinadas condiciones de calidad, determinadasobviamente desde los desarrollos y exigencias de la ciencia y el conocimientooccidental, que pasar entonces con la medicina tradicional? Quines van ahacer que estos medicamentos cumplan los requisitos exigidosinternacionalmente? Blanco es, gallina lo pone y la historia se repite. Este es sloun ejemplo pero hay un sinnmero de riquezas que ya estn en la mira de grandesfirmas multinacionales, nuestros rituales, conocimientos en agricultura,conocimiento de los bosques, msicas, atuendos, accesorios, culinaria, orfebrera;todo en un contexto de mercantilizacin, desconociendo su valor como expresinde comunidad y de relacin con lo divino, acorde con la desacralizacin delmundo, tan propia del ideal moderno.

    4. A manera de Conclusin.

    El subdesarrollo, as mirado, se nos antoja no un problema, no una carencia en lacapacidad del pueblo latinoamericano, sino y muy por el contrario, una respuestainconsciente a exigencias que violentan su espritu y las habilidades naturales conque cuenta, en definitiva, su esencia.

    El estado de ambigedad individual y colectiva que hemos descrito, lleva aLatinoamrica a presentar un estado de cosas obtuso e indefinido, un ro revueltoen el cual pescan indistintamente los grandes capitalistas y los explotadores de losbienes culturales que nos visitan con la promesa de que nuestro capital cultural vaa ser universalizado. Los combates que libran nuestros pases contra la pobrezaseguirn siendo infructuosos mientas no avizoren el peligro que conlleva estarhaciendo el juego a un concepto de desarrollo acumulativo, ajeno a nuestraspotencialidades y a nuestras posibilidades reales de ser naciones autnticas ylibres de equivocarse o acertar pero con modelos propios, con cosmogonas yracionalidades propias.

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    Lo que hemos querido subrayar es la existencia, en el continente americano, deimaginarios colectivos autctonos relacionadas con el bienestar, premisa con laque coincidimos muchos latinoamericanos y que viene a aportar respaldo anuestra apreciacin de que frente a las fantasas que soportan el conceptodominante de desarrollo, es posible explorar otras que nos permitan reconectarnos

    con la tierra, con los otros y con el propio ser, una manera sabia de sacralizar elmundo y de explorar otras dimensiones de la existencia y que es tan propio delalma latinoamericana. Creemos que es importante que los investigadoresindaguemos an ms en dichas fantasas colectivas, as como en la aparicinactual de formas diversas que representan alternativas a la imagen deacumulacin y a la lgica ascensional como indicadores del desarrollo.

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