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La Navidad, el Carnaval, la Cuaresma, la Semana Mayor, Corpus y las Fiestas
Patronales forman parte fundamental del calendario oficial de fiestas populares y
religiosas, dentro de lo que podríamos llamar la cultura tradicional del venezolano. Con
el paso del tiempo se perdió el carácter centrado en una sociedad típicamente rural y
entramos directamente en una búsqueda desesperada de inserción en el llamado mundo
urbano globalizado. Es realmente una agonía, entendiendo el término como lucha, eso
de: “Querer ser ciudad, sin poder dejar de ser pueblo.”
El citadino y también mucha gente que vive en éste gran dormitorio del Tuy,
aprovechan cualquier festividad para abandonar masivamente el agite de la rutina diaria,
no en la búsqueda de tranquilidad pueblerina que perdieron éstos valles, sino en el
hacinamiento en una playa cualquiera Se cambia el trajín diario la autopista del Tuy a
Caracas, por la cola kilométrica a la playa. Toda la ciudad, incluido el Tuy, sale en
masa; no al cumplimiento de los preceptos establecidos por de la religión católica, sino
en la búsqueda de más “stress” como se dice hoy, de más zaperoco, inseguridad y altos
precios. En muchos casos se combina peligrosamente la gasolina y el alcohol, con sus
nefastas consecuencias.
La Semana Santa, la fecha de recogimiento espiritual, para muchos, dejó de ser santa;
solo se trata cambiar la aplastante rutina del día a día, aunque solo sea cambiando de
paisaje y se tenga que pasar la mayor parte del tiempo en una cola de automóviles
distinta a la de la autopista regional del centro. Aunque en la playa no se tenga agua
potable, ni electricidad, ni aire acondicionado y los precios de la comida y estadía estén
por las nubes. Los racionamientos de servicios públicos, entre otras menudencias que
padecemos, hacen de las ciudades lugares obstinantes de muy baja calidad de vida y sus
habitantes siempre que tienen la oportunidad huyen.
Sin embargo, en éstos pueblos del Tuy se lucha por preservar la tradición, todavía se
conservan ancestrales creencias y se practican algunas sanas costumbres. Muchos
tuyeros que viven en otras regiones aprovechan la Semana Santa para visitar sus
pueblos, reencontrarse con familiares y amigos, cumplir la tradicional promesa, asistir a
las procesiones, ir al templo y de paso, tal vez rememorando el ayer, se coman su
pescadito salado guisado acompañado con plátanos maduros, un buen sancocho de
pescado, un arroz con coco y papelón. De paso enseñan a sus hijos volar un papagayo o
cometa, juegan unos cocos con los amigos y el Domingo de Resurrección “Quiebran la
olla” y participan en la organización de la quema de Judas.
La Semana Mayor hasta hace unos 40 años era una de las conmemoraciones más
solemnes y llenas de simbolismo religioso. La preparación se iniciaba con el miércoles
de ceniza, donde se nos recordaba lo fugaz que es nuestra existencia, cuarenta días de
recogimiento. Cada viernes de cuaresma, se aplicaba con cierta rigurosidad la
abstinencia de carne, (No comer carnes, solo pescado) el asistir a misa y comulgar. Al
llegar la fecha indicada para la celebración, la cual se rige por el calendario lunar y
corresponde al mes de nisán del calendario judío, (pascua judía).Unas veces en marzo y
otras en abril. Las imágenes de los santos del templo eran tapados con telas de color
morado, como señal de luto y recogimiento. Creo que todavía se mantiene vigente este
precepto.
El viernes del Concilio, todavía hoy sale el primer paso o procesión, La Virgen de Los
Dolores y San Juan Evangelista, tiene su sociedad presidida por Jesús Ramos, la
siempre oportuna colaboración de Don Trino Leiceaga, fundador y promotor con su
comunidad de la Capilla de Nuestra Señora de los Dolores (Pueblo Nuevo).Los
feligreses acompañan a los Santos, recorriendo las calles, con sus velas encendidas y
con el mayor recogimiento.
Siempre en todos los pasos se cuenta con el acompañamiento de una Banda.
Antiguamente La Banda “El Rosario”, fundada en 1914, por el Padre Yumar, dirigida
por décadas por el Maestro Don Lope Díaz Milano y reforzada para la ocasión
solemne, con músicos cueños como los hermanos Ramos Rangel, Alejandro Díaz
Milano y otros.
En los alrededores de la Plaza Zamora se destacaban los vendedores de dulces típicos,
como los besitos, los almidoncitos, majarete, guargueritos y conservas. Los vendedores
de comida, recordamos las ventas de arepas rellenas de queso blanco y cubiertas con
huevo y harina las llamaban “Tostadas” su precio era de un real o medio bolívar. Se
vendían como algo muy especial y solo en Semana Santa las llamadas “Lapas”, no era
el animal de cacería, sino unas enormes arepas de maíz rellenas con salmón enlatado, el
cual era importado de Canadá, las cuales se aderezaban con cebolla, limón, tomate, sal y
pimienta a un costo de real y medio, acompañadas del guarapo de papelón, de concha
de piña o el carato de acupe. Todos estos ventorrillos ocupaban los alrededores del
templo, compitiendo con los vendedores de imágenes y recuerditos religiosos.
No podían faltar los fotógrafos, con aquellas enormes cámaras de madera, montadas en
trípode, llamadas popularmente “Fotomatón”, tal vez por lo mal que se veían quienes se
tomaban esas tradicionales fotos, con su respectivo caballo, su sombrero mexicano y un
telón con un paisaje de aire europeo. Cada año se cumplía el rito religioso y la
consabida foto. En tiempos más cercanos le apareció la competencia con los fotógrafos
de las cámaras instantáneas de marca “Polaroid”. Nada tenían que ver con la cerveza
Polar, la media Jarra y el botellón.
El jueves y el viernes eran fechas sagradas, estaba prohibido realizar cualquier tipo de
trabajo, incluso en las casas, ni se pasaba la escoba, no se cocinaba, Ya las hallaquita y
los condumios estaban elaborados con anterioridad. Mucha gente tenía temor a bañarse
en esos días pues podían transformarse en un encanto, si lo hacían en un río, o un
pajarraco negro si lo hacían en la casa. Las emisoras de radio durante esos dos días solo
trasmitían música sacra, en el cine se proyectaban las viejas películas de la Pasión, igual
ocurrió en los primeros años de la televisión. Sin embargo recuerdo que los bares como
el Demócrata de los hermanos Delgado, el Continental de Don Luciano García y el de
Don Miguel Borrajo se mantenían llenos de parroquianos, refrescando con cerveza o
con el malojillo, la fruta e burro, el torco, la guarapita, el berro y el zamurito. Eso si las
“Rockolas” o “Sinfonolas” estaban de luto, por años 50 con una manto, como los santos
del templo, posteriormente simplemente apagadas. Era la existencia de un respeto
colectivo por las formas, cuando la procesión pasaba frente al bar se trancaban las
puertas, el que no salía a acompañar, guardaba silencio. Hoy es imposible que esto
ocurra, es un cambio radical de los paradigmas de comportamiento social. Juzgue usted
si para bien o para mal.
Las campanas del templo dejaban de repicar el jueves y eran sustituidas por unas tablas
con aldabones, llamadas matracas, con un ruido seco salían los monaguillos y Don
Eladio el Sacristán por las calles del pueblo anunciando la procesión. La matraca más
famosa del Tuy era la matraca de Yare. Pues hasta un refrán le inventaron:”Mas
fastidiosa que la matraca de Yare”. Hoy la palabra matraca tiene connotación de
corrupción y “matraquero” es el corrupto. Un venezolanismo equivalente a la “mordida”
mexicana, o al “serrucho” colombiano
La Matraca
En Cúa existió la represa de Marín, construida en el año 37, era un sabroso balneario
donde se daban cita pobladores y visitantes, allí se podía comer el sabroso y nutritivo
sancocho de corronchos, (En los pueblos del oriente del país le llaman guaragüara). El
sancocho de corroncho era el plato típico de Cúa, propio de la semana Santa. Se llevaba
la verdura y la olla pues los corronchos los ponía el río. Esta tradición murió. También
se sacaban sardinas enormes y se comían fritas acompañadas de arepas de maíz pilado o
hallaquitas. Estos productos los obsequiaba el Tuy, en aquellas aguas transparentes y
abundantes, las cuales también encerraban peligros, pues fueron muchos por
imprudentes, los que perecieron ahogados en la represa.
El rio Tuy era en la zona de Marín un sitio de recreo colectivo por más de 40 años. En
Semana Santa era la represa espacio de romería, donde se podía ir con la familia, nadie
era capaz de faltar el respeto, no existía la droga, no había malandraje. No es que uno
añore épocas pasadas, pero indudablemente las nuevas generaciones no se imaginan lo
hermoso que era El Tuy, hoy es una cloaca putrefacta y todavía somos capaces de decir
que hemos progresado….
Continuando con los actos de la Semana Santa, el recorrido de los santos en procesión
era desde tempranas horas de la mañana, desde la casa del santo hasta el templo. En
Cúa los santos tenían su casa. Quien no recuerda, de aquellas generaciones pasadas,
Domingo de Ramos corresponde a Jesús en el Huerto, vinculado desde épocas
coloniales a la Hacienda Macaguita, lugar de donde se traían las palmas para la
bendición, todo el mundo buscaba su palma para hacer una cruz y colocarla detrás de la
puerta, acompañada de la mata de zábila para evitar que entraran los males al hogar.
Hoy el santo lo resguarda la Sociedad que fue presidida por Don Luís Sáez (f), hoy bajo
la Presidencia de Doña Isidra Sáez y parte la procesión del sector Cujicito.
Jesús en el Huerto. Domingo de Ramos. Plaza Zamora.
El lunes Santo corresponde al paso Jesús atado en la Columna, según la tradición
perteneció a la Hacienda Marín y fue encargado a Sevilla por el Primer Marqués del
Toro Don Bernardo Rodríguez (f), a este santo le corresponde por tradición llegar hasta
donde funcionaba la Comandancia de Policía, hoy la Alcaldía, diagonal a la plaza y se
procede todavía hoy, a la liberación de los “Promeseros presos”. Hoy la imagen del
Santo está bajo la responsabilidad de su respectiva sociedad presidida en años pasados
por Don Tomás Isturiz (f), Luís Magín Guevara (f), Mario Alejandro Quintero (f) y hoy
presidida por el joven cueño Hugo Peña.
Banda El Rosario 1980 Plaza Zamora.
Jesús Atado a la Columna.
El martes Santo recuerdo los arreglos que le hacían a La Humildad y Paciencia en el
enorme portón de la casa de Don Carmelo Arteaga (f), al pie del centenario Olivo. Hoy
es la sede de Banesco. Por iniciativa de la Sociedad y con el apoyo de la Municipalidad
tiene su propia capilla, junto al Puente Gómez, en los terrenos donde estuvo la casa de
Doña María Mirabal (f) y su hija Ana Teresa (f). Esta Sociedad está dirigida desde hace
muchos años por un diligente cueño Juan Benigno Díaz Blanco, hijo de Don Juan
Rafael Díaz quien también la presidió por muchos años (f).
La Humildad y Paciencia
El miércoles Santo corresponde El Nazareno de Lecumberry, desde 1725, cuando el
pueblo estaba en Marín, forma parte integral con la historia y la tradición de la vieja
casona de la Hacienda Lecumberry. Tal vez el único santo en Venezuela que se
mantiene en la casa de una hacienda cacaotera, desde la colonia hasta nuestros días y
cada miércoles santo durante más de trescientos años recorre sus calles. La única vez
que no hizo su santificante recorrido fue en 1878, por el terremoto. La fe en esta imagen
milagrosa es inmensa, reúne gente de todo el país, especialmente los cueños vienen cada
año a rendirle culto y a pagar promesa vestidos con la túnica morada y descalzos. Por
varias generaciones está la venerada imagen bajo la custodia de la familia Acosta
Quiroba.
El Nazareno de Lecumberry.
El Jueves Santo, es un día solemne, tradicionalmente se hace en el templo con la
presencia de las autoridades locales el “Lavatorios de los pies” se rememora la Última
Cena, el paso corresponde al Cristo Crucificado, hermosa imagen de origen sevillano,
en épocas lejanas estaba bajo responsabilidad de Don Luís Ricardo Ramos (f), en años
recientes la Sociedad la presidía Don Jesús Caraballo (f) y en la actualidad por el Señor
Don Williams Ríos
El Cristo del Jueves Santo
El Viernes Santo, el día más solemne del año, recogimiento absoluto y se oye en las
iglesias de Venezuela la famosa pieza sacra de José Ángel Lamas (f) “Popule Meus”. A
las tres de la tarde , la hora nona de la pasión , empieza la obra maestra de la oratoria
sacra “Las siete palabras”, en Cúa se inició el más famoso orador sacro de todos los
tiempos: Monseñor Jesús María Pellín. Ese día corresponde al paso del Santo Sepulcro,
desde la época colonial vinculado a la hacienda cacaotera del Conde de Tovar, hoy Las
Mercedes de Cúa. La familia Vegas y todos los nativos del antiguo caserío de
Paratebueno, tuvieron su sede en Cúa, en la calle Chupulún, de donde salía el Santo,
hoy se encuentra en la calle La Vega de esta población, bajo la responsabilidad de su
Sociedad presidida por el Profesor Dagoberto Castro.
El recorrido de los Santos en procesión en la noche era desde la Iglesia hasta la Cruz
Verde, en ese sitio tradicional al pie de la cuatricentenaria Ceiba “El santo descansaba”
y los cargadores aprovechaban para refrescar la garganta, en algunas ocasiones se
tardaban más de lo previsto. Este retardo traía problemas con los curas de la parroquia,
pues a veces el Santo llegaba al templo casi a la media noche.
Estas costumbres han desaparecido por razones obvias, la inseguridad se ha hecho
dueña de todos los espacios y en la noche son los amos absolutos. En Cúa, en los
últimos años, algunas procesiones han terminado en medio de balaceras. Situaciones
que no se vieron ni las épocas de las guerras civiles. Siempre se tuvo un respeto por las
cosas sagradas. Hoy no se conoce la palabra respeto y nada es sagrado.
La noche del sábado se hacía la llamada “Misa de gallo”, o de Resurrección, a media
noche. Cabe destacar que todos los asistentes llevan su botella de agua para recibir la
bendición, pero algunos se quedaban dormidos y se quebraban las botellas, en aquellos
años no existían las botellas de plástico. El agua bendita es uno de los sacramentales
más importantes del catolicismo, aunque popularmente se cree que el agua bendita tiene
propiedades casi mágicas.
La Semana Santa termina el Domingo de Resurrección. La pasión de Cristo, es el
Sacrificio del Hijo de Dios para redimir los pecados del mundo, ofrendando su vida,
pero señalándonos la esperanza de la Resurrección en la Fe. Ese es el misterio más
grande de nuestra Fe Católica. En nuestro pueblo se festeja sanamente y recientemente
se ha creado la Sociedad de Jesús Resucitado, presidida por el Profesor Roberto
Izquierdo T. Una nueva tradición para decirnos que lo importante de la Semana Mayor
es la Resurrección. Y con esa alegría se cierra el ciclo iniciado el miércoles de ceniza.
El pueblo celebra de muchas maneras pero en nuestro pueblo la Quema de Judas, es
una tradición que nos llegó en la colonia, acto simbólico donde se quema un monigote
que simboliza el mal. Judas el discípulo traidor, quien entregó a Cristo por 30 monedas.
Casi siempre se representa a un personaje en desgracia o mal visto por el pueblo. Los
poetas populares de la Cúa de ayer hacían un testamento en verso, con una narración
jocosa de la vida cotidiana de destacados habitantes de la población. A quienes el Judas
antes de morir quemado le va dejando objetos y cosas, lo cual produce hilaridad en los
oyentes. A veces se disgustaban los aludidos y las cosas podían terminar a garrote.
Famosos por los años 30 los Judas elaborados por Francisco García (f), José Rafael
Álvarez (El Catire)(f), Felipe González (La Justanera)(f), Luís García(f) el cual
quemaban en el terreno donde hoy está el Palacio Municipal, conocido en aquellos años
como el plan de San José. En años recientes fueron famosos los judas quemados en la
Cruz Verde, colgados de la Ceiba, regados con el “Zamurito de Don Oscar Paz (f)”,
bebida tradicional de Cúa. Los Judas eran elaborados por los hermanos Díaz Piñango
con su respectivo testamento.
La Semana Santa en Cúa, especialmente la de ayer, además del contenido religioso tenía
elementos de gran valor cultural para la comunidad. Hemos tratado de recordar con la
mayor fidelidad aquellos lejanos años, estoy seguro que mi memoria ya no da para
tanto, por las fallas cometidas pido disculpas. Espero que esta crónica sirva para que las
nuevas generaciones conozcan un pasado que no volverá. Tal vez sea necesario
potenciar lo bueno que tenemos, renovar introduciendo nuevas tradiciones como el
Jesús Resucitado y hacer de la Semana Santa Cueña además de una costumbre
católica, un gran atractivo de turismo religioso, unido al Santuario de Betania. Es saber
aprovechar nuestras ventajas competitivas, el Nazareno de Lecumberry está considerado
dentro de la trilogía nacional conjuntamente al Nazareno de Achaguas en Apure y el de
San Pablo en Caracas. Pero muchos habitantes del Tuy lo desconocen.