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La sobriedad es el valor que nos enseña administrar nuestro tiempo y nuestros recursos de la mejor manera para vivir sin excesos. El valor de la sobriedad nos ayuda a darle a las cosas su justo valor y a manejar adecuadamente nuestros apetitos, estableciendo en todo momento un límite entre lo razonable y lo inmoderado. Para vivir la sobriedad no hace falta pensar en grandes cosas y privaciones, una vez más la respuesta está en cuidar los pequeños detalles. Ser sobrio significa: Controlar los apetitos en lo que se refiere a la comida, a la bebida, a la comodidad, al uso de los bienes materiales. Saber comprar sólo lo verdaderamente necesario, indispensable y de utilidad. Guardar siempre compostura en nuestro vocabulario y en nuestros ademanes. Privarse de cosas personales, para destinar su economía al bien común, sobre todo a la familia. Vestirse con pulcritud y elegancia, sin dejarse llevar por la moda, la extravagancia o el consumismo. Saber administrar el tiempo para trabajar sin presiones, tener momentos de esparcimiento y desarrollar aficiones. La sobriedad no es negación. Es poner a tu voluntad y a tu persona por encima de las cosas, los gustos y los caprichos, dominándolos para no vivir bajo su dependencia. Cuando no ponemos límites, llegamos a una insatisfacción “por sistema” en la que siempre queremos más. De ahí surgen los vicios, la dependencia de las drogas, el deseo de placer sexual, la infidelidad… Con la sobriedad fortalecemos nuestra voluntad y nos construimos una verdadera personalidad. VALOR DEL MES: LA SOBRIEDAD Estimado alumno:

La sobriedad es el valor que nos enseña administrar nuestro tiempo y nuestros recursos de la mejor manera para vivir sin excesos

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La sobriedad es el valor que nos enseña administrar nuestro tiempo y nuestros recursos de la mejor manera para vivir sin excesos.

El valor de la sobriedad nos ayuda a darle a las cosas su justo valor y a manejar adecuadamente nuestros apetitos, estableciendo en todo momento un límite entre lo razonable y lo inmoderado.

Para vivir la sobriedad no hace falta pensar en grandes cosas y privaciones, una vez más la respuesta está en cuidar los pequeños detalles.

Ser sobrio significa:

Controlar los apetitos en lo que se refiere a la comida, a la bebida, a la

comodidad, al uso de los bienes materiales.

Saber comprar sólo lo verdaderamente necesario, indispensable y de utilidad.

Guardar siempre compostura en nuestro vocabulario y en nuestros ademanes.

Privarse de cosas personales, para destinar su economía al bien común, sobre

todo a  la familia.

Vestirse con pulcritud y elegancia, sin dejarse llevar por la moda, la

extravagancia o el consumismo.

Saber administrar el tiempo para trabajar sin presiones, tener momentos de

esparcimiento y desarrollar aficiones.La sobriedad no es negación. Es poner a tu voluntad y a tu persona por encima de las cosas, los gustos y los caprichos, dominándolos para no vivir bajo su dependencia.Cuando no ponemos límites, llegamos a una insatisfacción “por sistema” en la que siempre queremos más. De ahí surgen los vicios, la dependencia de las drogas, el deseo de placer sexual, la infidelidad…

Con la sobriedad fortalecemos nuestra voluntad y nos construimos  una verdadera personalidad.

VALOR DEL MES: LA SOBRIEDAD  

 Estimado alumno: Este mes de Noviembre hemos decidido analizar el valor de la SOBRIEDAD, con el objeto de que reflexiones sobre el cuidado de tus sentidos, tu tiempo y recursos materiales. Este valor nos enseña justamente a cuidar el no caer en excesos en el comer, el beber, el uso de recursos materiales, etc.  

SOBRIEDAD

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"Es el valor que nos enseña a administrar nuestro tiempo y recursos, moderando nuestros gustos y caprichos para construir una verdadera

personalidad."

El valor de la sobriedad nos ayuda a darle a las cosas su justo valor y a manejar adecuadamente nuestros apetitos, estableciendo en todo momento un límite entre lo razonable y lo inmoderado.

Para la sobriedad hace falta autodominio. Debemos ser sobrios en nuestra forma de hablar, de comportarnos y de vestir.

La sobriedad no es negación ni privación. Es poner a tu voluntad y a tu persona por encima de las cosas, los gustos y los caprichos, dominándolos para no vivir bajo su dependencia. Es muy natural que al estar condicionados por nuestros impulsos, nos cueste trabajo dejarlos, pero nunca es tarde para comenzar, con pequeños esfuerzos, fortalecemos nuestra voluntad y desarrollamos este valor necesario para aprender a administrar nuestro tiempo y nuestros recursos, además de construir una verdadera personalidad.

SobriedadEs el valor que nos enseña a administrar nuestro tiempo y recursos, moderando nuestros gustos y caprichos para construir una verdadera personalidad.

Qué difícil es hablar de sobriedad en una época caracterizada por la búsqueda del placer y del afán desmedido por acumular bienes de todo género; parece ser que lo único necesario es cuidar las apariencias y satisfacer nuestros deseos. La sobriedad no solo tiene que ver con estar sobrio y el manejo del alcohol. Este valor afecta otras realidades más

importantes de nuestra vida.

El valor de la sobriedad nos ayuda a darle a las cosas su justo valor y a manejar adecuadamente nuestros apetitos, estableciendo en todo momento un límite entre lo razonable y lo inmoderado.

¿Has pensado cómo influye el ambiente en tu persona? Aunque no podemos culpar del todo a la publicidad, es ella quien transmite una idea falsa de felicidad: en toda reunión de amigos debe haber determinada bebida para estar alegres; al comprar cierto tipo de auto adquieres presencia y personalidad; si vistes con determinada marca de ropa demuestras actualidad; ser conocedor de restaurantes y platillos exóticos, te hace hombre de mundo; al utilizar cremas, pastillas y tratamientos para cuidar tu figura, te dará belleza... y así, todo un conjunto de elementos que caracterizan a una sociedad consumista preocupada por la apariencia de la persona.

El problema no es la comercialización de los productos, sino la forma en que nos vemos afectados. Por tanto, damos por cierto que la felicidad está en todo aquello que cultiva nuestra vanidad y nos da satisfacciones, entonces, no es extraño que estemos bajo el influjo de agentes externos.

El "tener más", "lo más novedoso" o lo "mas caro" se convierte en la base de nuestra seguridad personal, caemos en el despilfarro con tal de alimentar nuestra soberbia y

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vanidad por el deseo de sobresalir, de estar a la moda y de aparentar una mejor posición económica; sin reflexionar compramos varios pares de zapatos (ropa, accesorios, etc.) por estar a un precio rebajado, cambiamos de auto con relativa frecuencia para competir con el vecino o los compañeros de trabajo, adquirimos cuanto adorno y aparato electrodoméstico aparece en el mercado para mostrar lujo en el hogar... 

En este sentido, debemos reconocer que somos caprichosos y orientamos nuestros esfuerzos a conseguir las cosas sin importar el precio, y algunas veces postergando lo indispensable. Se ha visto a personas que prefieren comprarse un "buen reloj" y no pagar la colegiatura de sus hijos. Los padres viven la sobriedad cada vez que se privan de un gusto personal pensando en otras cosas necesarias para los hijos o la familia en conjunto.

La sobriedad nos ayuda a saber comprar sólo lo verdaderamente necesario, indispensable y de utilidad; por el contrario, aprendemos a obtener el máximo uso y provecho de todo lo que tenemos, sin dejar las cosas prácticamente nuevas y sin utilizar. 

Para la sobriedad hace falta autodominio, es muy claro si se ilustra con el exceso en la comida y la bebida por la imagen y efectos que produce, sin embargo, esta falta de control se manifiesta en el excesivo descanso y la distribución de nuestro tiempo: no es correcto permanecer todo el domingo recostado viendo la TV; nuestro tiempo debe pasar en equilibrio, entre la diversión, la obligación y la actividad, con una buena administración podemos trabajar sin presiones, tener momentos de esparcimiento y desarrollar aficiones.

También debemos ser sobrios en nuestra forma de hablar, de comportarnos y de vestir: existen personas que dicen todo cuanto les viene a la mente, muchas veces sin comunicar nada y sólo por el gusto de sentirse escuchados; otros exageran en las bromas, las palabras altisonantes y los aspavientos; también es chocante vestir estrafalariamente, lleno de accesorios y adornos que podrán ser de moda pero hacen perder elegancia.

Podemos pensar que al darnos nuestros pequeños lujos no hacemos mal a nadie; la verdad es que cada vez que cedemos a nuestros caprichos, nos hacemos dependientes de las cosas, de nuestros apetitos y de la comodidad. Caemos en un malestar por no haber conseguido aquella superficialidad que tanto deseábamos, y cada vez más somos incapaces de hacer grandes esfuerzos.

Cuando no ponemos límites, llegamos a una insatisfacción "por sistema" en la que siempre queremos más. De ahí surgen los vicios, la dependencia de las drogas, el deseo de placer sexual, la infidelidad...

Para vivir este valor no hace falta pensar en grandes cosas y privaciones, una vez más la respuesta esta en cuidar los pequeños detalles:

- Antes de comprar algo reflexiona sobre el motivo de la adquisición: si es necesidad, un simple lujo o un verdadero capricho. Si es el caso, no inventes necesidades, se valiente y reconoce que no vale la pena el gasto.

- Usa las cosas y no las cambies simplemente porque en el mercado hay una más novedosa, o porque todos tus amigos la compraron. En esta competencia sin fin tu bolsillo es el más afectado.

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- Reconoce tu verdadera situación económica y vive de acuerdo a tus posibilidades. Cuando te decidas a hacerlo, aprenderás que las personas te aceptan por lo que eres.

- Habla sólo lo necesario. Transmite pensamientos más que palabras. 

- Viste de forma elegante y decorosa, la moda también puede cumplir con este requisito.

- Evita el deseo de ser el centro de atención y aprende a divertirte: el alcohol, las bromas de mal gusto, las palabras altisonantes y los desmanes, manifiestan inseguridad y falta de autodominio.

- Haz el propósito de moderar tus gustos y apetitos: compra menos golosinas; come un poco menos de aquello que más te gusta; establece una hora para dormir y dejar de ver la TV; utiliza una agenda para programar tus actividades; aprende que la diversión también tiene un tiempo límite; modera tu descanso y procura una actividad...

La sobriedad no es negación ni privación. Es poner a tu voluntad y a tu persona por encima de las cosas, los gustos y los caprichos, dominándolos para no vivir bajo su dependencia. Es muy natural que al estar condicionados por nuestros impulsos, nos cueste trabajo dejarlos, pero nunca es tarde para comenzar, con pequeños esfuerzos, fortalecemos nuestra voluntad y desarrollamos este valor necesario para aprender a administrar nuestro tiempo y nuestros recursos, además de construir una verdadera personalidad.

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Vivir la sobriedad nos permite controlar nuestros deseos e impulsos, sin embargo no siempre es fácil saber aplicar este valor en la vida ordinaria. Aquí te explicamos cómo sacarle provecho.

Una de las personalidades que más destacan en cualquier lugar, es aquella cuyas actitudes denotan orden y equilibrio, porque difícilmente cae en excesos de cualquier índole. Cuando una persona transmite esa armonía, podemos afirmar que se esmera en vivir el valor de la sobriedad, el cual:

Nos ayuda a darle a las cosas su justo valor y a manejar adecuadamente nuestros apetitos, estableciendo en todo momento un límite entre lo razonable y lo inmoderado.

Partiendo de esta consideración, la persona que vive este valor se reconoce por:

- Encontrar el momento y la oportunidad para expresar sus palabras e ideas, empleando un lenguaje correcto.

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- El uso moderado del dinero y los bienes, así como guardar el orden en la comida, la bebida, el descanso y la diversión.

- El buen gusto para vestir apropiadamente según la ocasión.

- Vivir siempre de acuerdo a sus posibilidades.

Antes de concretar nuevos propósitos, siempre es de gran ayuda y utilidad dedicar unos instantes a revisar la manera en que vivimos actualmente este valor:

- ¿Compro cosas para satisfacer una necesidad real? ¿o son para demostrar lujo, alimentar la vanidad o cumplir con un capricho? ¿Llevo un control sobre mis gastos?

- ¿Procuro cuidar y obtener el máximo rendimiento y beneficio de las cosas que poseo?

- ¿Dejo de prestar un servicio o cumplir con alguna obligación porque me produce incomodidad, reduce mi diversión o corta mi descanso?

- ¿Busco realizar actividades concretas los fines de semana, días de descanso y las vacaciones?

- ¿Normalmente busco hacer notar mi presencia en todas partes?

- ¿Estoy alerta para evitar caer en cualquier tipo de excesos? ¿me esfuerzo para no dejarme llevar y corregir esta situación?

Es importante tener presente que al esforzarnos por vivir este valor, nuestra voluntad se fortalece moderando nuestros gustos y caprichos, pues al no auto-imponernos un límite, llegamos a una insatisfacción "por sistema" en la que siempre queremos más. De ahí surgen los vicios, la dependencia de las drogas, el deseo de placer sexual, la infidelidad, la pereza…

Para lograr fortalecer nuestra voluntad y crecer en este valor, puedes llevar a la práctica las siguientes sugerencias:

- Aprende a administrar tu dinero, primero cubre las necesidades primordiales y si queda algo, puedes abrir una cuenta de ahorros o

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guardarlo para un imprevisto. Los pequeños y grandes lujos déjalos para ocasiones especiales.

- Revisa si regularmente haces gastos en cosas superficiales y sin moderación alguna: Restaurantes, fiestas, bebidas, espectáculos, tratamientos de belleza, objetos personales (carteras, relojes, plumas, collares, bolsos, etc.)

- Procura obtener el máximo uso de las cosas y no las cambies simplemente porque en el mercado hay una más novedosa o porque todos tus amigos la compraron. No olvides que para lograr esto debes cuidarlas y usarlas apropiadamente.

- Evita convertir tu hogar en una verdadera bodega donde acumulas bastantes cosas que jamás utilizas. Es correcto renovar el guardarropa, adquirir nuevos accesorios o aparatos, y hasta cambiar de automóvil con cierta regularidad… todo dentro de tus posibilidades. Vende o regala todo aquello que ya no usas. Importante: que estén en buen estado.

- No busques convertirte siempre en el centro de atención, la sobriedad se manifiesta evitando acaparar las conversaciones, las palabras altisonantes, bromas de mal gusto, palabrería innecesaria, desmanes, exceso en la comida y la bebida, usar ropa extravagante o demasiado llamativa. Recuerda que todo esto demuestra falta de autodominio e inseguridad.

- Haz el propósito de moderar tus gustos y apetitos: compra menos golosinas; come un poco menos de aquello que más te gusta; establece una hora para dormir y dejar de ver la TV, para llegar a casa después de una reunión o espectáculo, etc. Aprende que la diversión también tiene un tiempo límite.

- Los días de descanso busca actividades que requieran menor esfuerzo y concentración del que habitualmente realizas en tu vida cotidiana. Deja mucho que decir quien permanece todo el fin de semana recostado. Nuestro tiempo debe pasar en equilibrio, entre la diversión, la obligación y la actividad, para atender a la familia, tener momentos de esparcimiento y desarrollar aficiones.

Debemos considerar que también faltamos a la sobriedad por la vanidad, el afán de competir con los demás y demostrar que somos

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mejores, más importantes o más simpáticos. De nada sirve exagerar nuestra conducta y actitudes, como tampoco el gastar de más para aparentar lo que no somos.

El esfuerzo por vivir sobriamente ayuda a la persona a tener seguridad en sus capacidades y cualidades, mantener un control sobre su economía, alejarse de la pereza y los vicios, con la capacidad de ofrecer una amistad genuina y fundamentada en los valores humanos.

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La Sobriedad

La virtud de la Sobriedad permite a la persona que la vive distinguir entre loque es razonable y lo que es inmoderado, y utiliza sus cinco sentidos, su tiempo, su dinero y sus esfuerzos de acuerdo a criterios rectos y verdaderos.El que no vive esta virtud se deja esclavizar por los cinco sentidos (la visión,el tacto, el oído, el gusto y el olfato) y se deja arrastrar por el uso deltiempo según sus caprichos. Usa su dinero no para la adquisición de las cosasnecesarias para la vida, sino que lo despilfarra para satisfacer sus apetitosegoístas; realiza esfuerzos para lograr, también, satisfacer sus deseos de placer y de vanidad.

Necesidad de vivir esta virtud para ser un auténtico crisitano.

Es imposible vivir verdaderamente como cristiano si se es esclavo de los sentidos. Es decir, si se vive buscando sólo satisfacer el placer. No se puede ser auténtico católico si se vive en medio de excesos, cualquiera que sean éstos, pues no habrá vida espiritual. Lo más importante en la vida será el placer, no el crecer como personas ni, mucho menos, el buscar la vida eterna."Donde está tu tesoro, ahí estará tu corazón", nos dice Jesucristo. Si el tesoro de un hombre se encuentra en el placer, ¿acaso podrá levantar su vista al cielo? ¿Acaso le interesará esforzarse por ser mejor persona? No. Su corazón estará concentrado en lo más importante para él: el placer.

Entonces, ¿no se puede beber vino o cervezas?, ¿está mal comer sabroso?… Lo importante nos es si se puede o no, sino en qué medida se hace y con qué finalidad. Si nada más busco el placer de comer o beber, esto no me acerca más a Dios ni me ayuda a ser mejor persona.Por lo tanto, para poder ser buen cristiano hay que tener la vista puesta en aquello que perdura, en Dios. La sobriedad permite verlo. La carencia de la sobriedad lleva a pensar únicamente en los sentidos, en los placeres mundanos, lo más alejado de lo divino.

Requisitos para la Sobriedad

1. Conocer y vivir valores que permitan mirar hacia arriba, hacia lo que perdura, hacia

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el Cielo. Por lo tanto, hay que buscarlos. Lo que vemos con más facilidad son los placeres, la comodidad, la satisfacción de los sentidos. Lo que sentimos es lo que llevamos en nuestro cuerpo. No hay que ir lejos para encontrarlos. Para ello, no hay que pensar. Basta existir.

2. Sin embargo, no basta encontrar estos valores. Se requiere, además, poseeruna voluntad férrea que permita buscar libremente esos valores y vivir deacuerdo a los principios que lleven a crecer como persona y acercarse a Dios. Por lo tanto, para desarrollar la virtud de la Sobriedad se requiere, como en el caso de todas las virtudes, usar la inteligencia y ejercitar la voluntad.

Algunos de los enemigos de la Sobriedad

La Sobriedad actualmente cuenta con muchos enemigos. Es una virtud muy desprestigiada. Analicemos algunos de estos enemigos:

1. La sociedad de consumo.Basta que miremos un momento la televisión para que entendamos lo que es la sociedad de consumo: "¡Compra los productos AA y serás feliz!"; "Si usas la ropa BB, tendrás éxito en la vida"; "En un hogar feliz no puede faltar el producto CC. ¿Tú ya lo compraste"; "La bebida que te hará disfrutar de la vida"...¿Cuántas cosas se nos ofrecen hoy día que no son necesarias? ¿Cuántas cosas esclavizan al corazón humano? ¿Cuántas cosas nos gustaría tener sólo por el placer de tenerlas? La persona sobria sabe distinguir entre lo que es necesario y lo que es superfluo.

2. La búsqueda del placerOtro gran enemigo de la Sobriedad es la búsqueda desenfrenada del placer. Basta mirar alrededor y se podrá contemplar que el mundo busca placer por placer.

3. El egoísmoEl egoísmo es la raíz de todos los desenfrenos, de los gastos innecesarios, dela búsqueda del placer. Cuando mi tesoro está en mí mismo, en mi placer, en mis caprichos, mi corazón ahí estará y mi voluntad trabajará con todo su esfuerzo por satisfacer mis ansias de placer. Cuando yo soy el centro del mundo o soy mi único mundo, la preocupación de mi vida será darme gusto.La virtud de la Sobriedad ayuda a darle un sentido a la vida, y a mantenerse siempre en ese camino.

Jesucristo, en San Lucas 12,22-34, nos habla de la sobriedad que hemos de vivir como verdaderos cristianos.