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La Sociedad Postcapitalista
Peter F. Drucker Ed. Norma, 1.994
Resumen por Iván Darío Parra Mesa
En este libro, Peter Drucker describe un conjunto de tendencias que están configurando la sociedad de los primeros años del siglo XXI. Estas tendencias que se han venido acentuando en los últimos años del presente siglo pueden resumirse en las siguientes:
Cambios profundos en los factores de producción.
Los factores de producción tradicionales: Tierra (o Recursos Naturales), Capital y Trabajo, están sufriendo severos cambios tanto en su concepción misma como en el papel que están jugando frente a otros nuevos factores que han venido emergiendo en los últimos años.
Según Drucker, en la sociedad postcapitalista, el trabajo basado en hacer y mover objetos (trabajo de manufactura), está disminuyendo en importancia debido a que es cada vez mayor el número de trabajadores manuales que están siendo reemplazados por máquinas y procesos automatizados. En cambio, está aumentando la participación de los trabajos orientados a los servicios y al conocimiento. Se espera que en los primeros años del siglo XXI, el empleo en manufactura sea tan sólo del orden del 12% de la fuerza laboral total en los Estados Unidos.
De otro lado, el capitalismo tradicional en el cual, unos pocos individuos ponían el capital, está dando paso a esquemas en el que el capital es puesto por muchos. A éstos, Drucker los llama los “inversionistas institucionales” porque es a través de instituciones como los fondos de pensiones [ y las cooperativas] que se crea una capacidad de inversión hasta antes desconocida. Se calcula que en Estados Unidos, los inversionistas institucionales poseen más del 50% del capital social de las grandes corporaciones. [p. 85] .
El nuevo factor de producción: el Conocimiento.
Según Drucker, el conocimiento aplicado al trabajo como capacidad de crear valor, es el nuevo factor de producción. El autor define los distintos significados que ha tenido el conocimiento a través de la historia de la humanidad. Los antiguos
griegos tenían dos aproximaciones diferentes al papel del conocimiento en la
sociedad: Sócrates y Platón abogaban por el conocimiento sin ninguna utilidad
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práctica; “el conocimiento por el conocimiento mismo”, mientras que Protágoras veía
en el conocimiento un símbolo de prestigio social. Estas dos visiones marcaron el
pensamiento de la humanidad hasta mediados del siglo XVIII cuando la “Iluminación
francesa” buscó conscientemente la sistematización del conocimiento práctico o
“techne” que hasta entonces era propiedad de los artesanos y que, para tener acceso,
al mismo debía una persona entrar en una especie de cofradía volviéndose un
“iniciado”. Tal era el caso de los alquimistas.
A partir entonces del siglo XVIII y con el inicio de la Revolución Industrial, las cofradías
se convirtieron en “disciplinas”, los cofrades en “especialistas” y el conocimiento
empezó a aplicarse a las herramientas, a los productos y a los procesos en lo que
podríamos denominar la primera fase de la aplicación del conocimiento práctico.
Según Drucker: “Una disciplina convierte un arte en una metodología, tal como la
ingeniería, el método científico, el método cuantitativo o el diagnóstico diferencial del
médico. Cada una de estas metodologías convierte experiencia ad-hoc en sistema.
Cada una convierte anécdota en información. Cada una convierte habilidad en algo
que se puede enseñar y aprender”. [p. 52]
La segunda fase del conocimiento aplicado al trabajo ocurrió cuando Frederick Taylor,
a finales del siglo XIX desarrolló una serie de principios para hacer más productivo el
trabajo de manufactura. Con tales principios, los obreros podían capacitarse fácilmente
y realizar su trabajo de una forma muy productiva. Los principios de Taylor dieron lugar
a la revolución de la productividad sobre la que se basó la economía de los países
desarrollados durante el presente siglo y que dio origen al dramático incremento en la
calidad de vida de las personas.
Las dos primeras fases de la aplicación del conocimiento al trabajo dieron también
origen al capital privado ya que sólo de esta forma podían conseguirse las maquinarias
de producción necesarias para atender las demandas de la población. En estas dos
fases, la persona era parte de la máquina, servía a la máquina.
A partir de la Segunda Guerra mundial, se inició la tercera fase en la aplicación del
conocimiento al trabajo. Esta fase se caracteriza porque la proporción de los
empleados dedicados al trabajo intelectual y de servicios se hace substancialmente
superior a la de empleados de manufactura. En este caso, el trabajador del
conocimiento (el especialista) es el propietario del medio de producción: su
conocimiento. Ya no es la persona la que sirve a la máquina sino que ésta es utilizada
por aquella para expresar su conocimiento en acción, en resultados.
Para aumentar la productividad de los trabajadores del conocimiento se hace entonces
necesario aplicar conocimiento al conocimiento. La próxima revolución, la
revolución de la sociedad postcapitalista, consiste pues en la capacidad de gestionar
el conocimiento para convertirlo en el mayor factor de producción. Esta es la que
Drucker denomina la Revolución Administrativa.El nuevo papel del gerente es el de
ser responsable por la aplicación y el rendimiento del conocimiento, y el nuevo papel
de la administración es el de proporcionar conocimiento al fin de averiguar cómo
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aplicar el que ya existe a la obtención de resultados y cómo generar nuevo
conocimiento a través de la innovación.
El conocimiento es información eficaz en la acción, información enfocada a resultados.
La productividad sólo se alcanza si dichos resultados pueden ser claramente
especificados. El reto pues de la sociedad postcapitalista es el de lograr la
productividad de los trabajadores del conocimiento y de servicios. Los requisitos para
lograr la productividad de éstos trabajadores pueden resumirse, a nivel individual, en:
Definir el rendimiento. Cómo se va a medir el alcance del resultado.
Determinar el flujo apropiado del trabajo (el proceso)
Enfocarse sólo en lo que agrega valor.
Responsabilizarse por la actividad propia y tener el control de la misma.
Buscar el aprendizaje continuo. A nivel de empresa se hace necesario:
Definir metas ambiciosas que posibiliten una diferencia vital.
Enfocar claramente el esfuerzo con propósito y organización.
Explotar sistemáticamente las oportunidades de cambio para innovar.
Administrar el tiempo.
Lograr una corriente continua de resultados a corto plazo. Es decir, equilibrar el
largo plazo con el corto plazo.
La productividad del conocimiento será cada vez más decisiva en el éxito económico y
social de un país. Se ha demostrado que las industrias que en los últimos cuarenta
años han pasado a ocupar el centro de la economía son aquellas cuyo negocio es la
producción y la distribución de conocimientos y no la producción y la distribución de
objetos [p. 198]. Actualmente los principales productores de riqueza son la información
y el conocimiento, incluso sobre los tradicionales factores de producción.
Existen tres maneras de generar nuevo conocimiento: [p. 202]
Por la aplicación del que ya existe para generar nuevos productos y servicios.
Por la mejora continua del proceso, producto o servicio (Método Kaisen)
Por la innovación.
La innovación, es decir, la aplicación del conocimiento para producir nuevo
conocimiento requiere de un esfuerzo sistemático y de un alto grado de organización.
Sin embargo, para generar nuevo conocimiento o hacer productivo el existente se
requiere conectar. [p. 210]. Este proceso implica:
Una metodología para la definición del problema.
Un análisis sistemático del tipo de información y de conocimiento que necesita
dicho problema.
Una metodología para organizar las etapas con que el problema se puede atacar.
La especialización en diversos conocimientos nos ha dado un enorme potencial de
rendimiento en cada área. Pero, por ser los conocimientos especializados,
necesitamos también una metodología, una disciplina, un proceso para convertir el
potencial en rendimiento. [p. 210] Esta metodología es lo que hoy
llamamos Investigación de Sistemas. Para hacer productivo el conocimiento
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tenemos que aprender a ver tanto el bosque como los árboles, tenemos que aprender
a conectar y la Teoría de Sistemas nos da las herramientas para ello.
Con relación a la productividad del conocimiento, Drucker dice: “La productividad del
Conocimiento va a ser, cada vez más, el factor determinante en la posición competitiva
de un país, una industria, una compañía. Con respecto al conocimiento, ningún país,
ninguna industria, ninguna compañía tiene ninguna ventaja o desventaja “natural”. La
única ventaja posible estará en cuánto pueda obtener con el conocimiento
universalmente disponible. Lo único que va a tener importancia en la economía
nacional, lo mismo que en la internacional, es el rendimiento de la administración en
hacer productivo el conocimiento”. [p. 211].
La sociedad de organizaciones.
La sociedad Poscapitalista, según Drucker, es una sociedad de organizaciones [p. 71].
Una organización es, según él, un grupo humano compuesto de especialistas que
trabajan juntos en una tarea común. [p. 54]. La función de una organización es la de
hacer productivos los conocimientos. Las organizaciones son eficientes precisamente
porque se concentran en una sola tarea, definida en su misión. Básicamente las
organizaciones son un instrumento para el trabajo en equipo de los especialistas y son
de por sí desestabilizadoras porque deben funcionar para el cambio constante a través
de un proceso deliberado de innovación. Trabajan bajo el principio de la “destrucción
creativa” enunciado por primera vez por Joseph Schumpeter. [p. 64 ]. Esto implica
mantener al capacitación continuada de los especialistas.
El trabajador del conocimiento y la organización se complementan: el primero es el
dueño del recurso de producción, el conocimiento. La segunda dispone de las
herramientas de producción. [p. 74]. De ésto se concluye que ahora el capital sirve al
empleado cuando antes, en la sociedad capitalista era el empleado el que servía al
capital.
En la sociedad postcapitalista la tendencia de las organizaciones es a contratar por
fuera (outsourcing) los trabajos de servicios que agregan poco valor. La organización
se enfoca internamente en los trabajos que realmente agregan valor, aquellos
orientados a la misión y a la visión definidas.
La organización de la sociedad postcapitalista, basada en conocimientos, requiere que
cada uno se haga responsable de los objetivos así como de la propia contribución a
los mismos. Es pues una organización basada en la responsabilidad en la que cada
cual puede controlar su propio trabajo mediante la realimentación de los resultados
obtenidos a los objetivos previamente establecidos. El deber de la administración es,
entonces, hacer que todos contribuyan, que todos agreguen valor. [p. 122].
El Estado-Nación.
A partir de las ciudades estado de la antigüedad y del estado feudal de la edad media,
la sociedad industrial dio lugar al denominado “Estado Nación” caracterizado por un
servicio civil centralmente controlado, un ejercito permanente, un control central de la
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emisión de moneda, de los impuestos y de las aduanas y unos jueces nombrados por
el gobierno central.
El deber principal del Estado-Nación ha sido el de mantener las condiciones
apropiadas para el crecimiento económico y la prosperidad, a través de una moneda
estable, bajos impuestos y fomento al ahorro. El gobierno es sólo un reglamentador,
un facilitador, un asegurador y un agente pagador.
Durante el siglo XX, el Estado-Nación fue dando paso al Megaestado, en el cual, los
ciudadanos sólo son propietarios de lo que el Estado expresa o tácitamente les
permite tener. El gobierno vino a ser el hacedor, el administrador de todos los
programas y las tareas sociales y propietario de la economía. [p. 144].
Al ser la sociedad postcapitalista una sociedad de organizaciones, se hace necesario
redefinir el papel del Estado con base en su nuevo reto: la productividad de los
trabajadores del conocimiento. En la sociedad postcapitalista están apareciendo
nuevas formas de organización supranacional como los bloques económicos de
países y las organizaciones transnacionales como la ONU, la OEA, etc. En este
contexto, la soberanía del Estado-Nación empieza a perder significado. También está
surgiendo el “Tribalismo” expresado en movimientos que buscan preservar la cultura
autóctona en contra de influencias foráneas.
Por otro lado, el estado postcapitalista necesita, además de los sectores público o de
gobierno y privado o de negocios, un tercer sector, el sector social autónomo por
medio del cual, la gente se sienta útil, sienta que contribuye al bienestar de la
sociedad. El estado debe entonces restaurar la ciudadanía como voluntad de contribuir
de vivir por la patria. [p. 186].
Según Drucker, “la ciudadanía significa (en este nuevo contexto) compromiso activo y
responsabilidad; significa ser uno un factor decisivo en la comunidad, en la sociedad,
en el país. [p. 187]. La gente está entendiendo esto cada vez más por lo que la acción
de los ciudadanos voluntarios se está incrementando en la sociedad postcapitalista.
La escuela y la persona educada.
En la sociedad postcapitalista cambia el concepto de alfabetismo. Los conceptos
tradicionales que conforman el alfabetismo: lectura, escritura y matemáticas ya no son
suficientes. Ahora se requiere además habilidad numérica, una comprensión básica de
las ciencias y de la dinámica de la tecnología, conocimento de lenguas extranjeras, así
como aprender a ser eficiente como miembro de una organización. [p. 217].
En la sociedad postcapitalista la habilidad básica será la de aprender a aprender.
Para facilitar esto es necesario enfocar a las personas en la realización de sus talentos
naturales. La realización que motiva es hacer excepcionalmente bien lo que uno ya
hace muy bien. [p. 220]. Sólo cuando las personas trabajan de esta forma, están en
capacidad de convertir el conocimiento en acción, de convertirlo en resultados útiles
para sí mismos, para su organización y para la sociedad.
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