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La sociedad actual

La Sociedad Primitia en Los Tiempos Actuales

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El presento escrito relata el proceso de transformación de las sociedades latinoamericanas a partir del denominado "Descubrimiento de América" detallando paso a paso las nuevas modalidades implementadas debido a la mixtura de culturas

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Introducción

No obstante, Veblen ha incorporado a sus concepciones básicaspragmatistas cuantos elementos de teorías marxistas secundariasle era posible asimilar. En este contexto pueden aducirseincluso conceptos tan específicos de Veblen como conspicuous,waste y reversion. La idea de un consumo que no tiene lugarpor el consumo mismo, sino sobre la base de cualidades del objetoreflejadas en categorías sociales, está emparentada con ladoctrina marxista del fetichismo de la mercancía; la tesis dela reversión necesaria a formas anticuadas de conciencia bajola presión de la situación económica debe, por lo menos, suelemento esencial a Marx. El intento de concebir el proceso deadaptación de los hombres, pese a su orientación

histórico.Pero con esta fórmula se consigue poco para comprenderel núcleo de su teoría. Lo que importa es la fuerza que realizay cohesiona esa amalgama. La experiencia fundamental de Veblenpuede caracterizarse como experiencia de la falsa unicidad.Cuanto más ampliamente se desarrolla la producción masivae industrial de bienes equiparables entre sí, junto con sudistribución centralmente dirigida, cuanto menos lugar da elorden técnico-económico de la vida a la individuación hic etnunc producida por el modo artesanal de producción, tantomás plenamente falsa resulta la aparición del hic et nunc, delo que no es sustituible por otros innumerables objetos de sucategoría. Cada cosa presenta la pretensión de ser una y exclusiva,y esa pretensión se refuerza por el interés de la venta;pero la pretensión resulta un verdadero sarcasmo, pues mientrastanto el sistema en que se produce determina un estadiode la humanidad en el cual todos están sometidos a lo idéntico.Veblen no puede soportar ese sarcasmo. Por eso insiste tan enérgicamenteen que el mundo debe presentarse con aquellaabstracta igualdad de sus objetos que está ya prefigurada por la

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situación. Cuando Veblen defiende una estructuración racionaldel consumo, lo que en realidad está pidiendo es que la producciónmasiva, que calcula como objeto al mismo comprador,se revele de una vez abiertamente también en la esfera del con78PRISMASsumo. Desde los tiempos en que deliciously different y quaintempezaron a convertirse ellas mismas en monótonas formas depublicidad, la experiencia básica de Veblen está al alcance decualquiera. No obstante, él ha sido el primero en realizarlaconscientemente. Veblen se ha dado cuenta de la falsa individualidadde las cosas mucho antes de que los procedimientostécnicos terminaran definitivamente con esa mentida individualidad.Ha descubierto la mentira de la individualidad en la discrepanciamisma de los objetos: en la contradicción entre suforma y su función. Exagerando un poco podría decirse quelas baratijas del siglo xix, en sus recargadas formas de ostentación,1 han sido para Veblen una imagen del futuro poder.Veblen ha visto en la baratija, en la chatarra artística, un aspectoque escapó a los críticos estéticos, pero que seguramentecontribuye a explicar esa expresión de repentina catástrofe quetienen hoy tantas arquitecturas y tantos interiores del siglo xix:expresan represión. Bajo la mirada de Veblen la ornamentaciónse convierte en amenaza, identificándose con viejos modelosde represión. Lo comunica al lector, del modo más plástico,en un lugar dedicado a la discusión de los edificios de labeneficencia: "Certain funds, for instance, may have been setapart a foundation for a foundling asylum or retreat for invalids.The diversion of expenditure to honorific waste in suchcases is not uncommun enough to cause suprise or even to raisea smile. An appreciable share of the funds is spent in the constructionof an edifice faced with some aesthetically objectionablebut expensive stone, covered with grotesque and incongruousdetails, and designed, in its battlemented walls andturrets and its massive portals and strategic approaches, to suggestcertain barbaric methods of warfare." El subrayar el aspectoamenazador de la pompa y de la ornamentación es útilpara la filosofía de la historia de Veblen. Las estampas de agresivabarbarie que vio en la cursilería del siglo xix, y especialmenteen la furia decorativa de los años "de fundación" de los1. Habría que estudiar el fundamento económico de la típica ostentación

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ochocentista. A piimera vista, parece imponerse la hipótesis deque ese caracteiístico tipo de ostentación derive de la necesidad de mostrarsesolvente — en el sentido de digno de crédito financiero—. Estanecesidad nos remitiría a la escasez de capitales propia de épocas deexpansión.EL ATAQUE DE VEBLEN A LA CULTÜBA 79Estados Unidos, eran para su fe progresista reliquias de épocaspasadas o rasgos de regresión de los individuos no sometidosdirectamente al proceso del trabajo industrial. Pero al mismotiempo se trata de rasgos de un espanto incipiente, y no de unpasado inucrto. La triste nerviosidad de Veblen da un mentísa su mentalidad progresista. Para él, la historia de la humanidadse constituyó en una anticipación de su forma más espantosa.El trauma que produjo a su sensibilidad aquel asilo de aspectobelicoso medieval se hizo potencia histórica en el Columbushaus,la cámara de torturas nacional-socialista, construido en el estilode la "nueva objetividad". Veblen hipostatiza el poder total.Toda la cultura de la humanidad se convierte para él en ungesto de nudo terror. Veblen define la cultura por la fascinacióndel mal, que explica y justifica la injusticia. Si la culturatoma el carácter de la propaganda comercial y de la pobrechatarra o quincallería artística, Veblen da el paso teórico queconsiste en afirmar que la cultura no ha sido nunca más queeso: propaganda, exhibición de poder, botín, beneficio. Congrandiosa misantropía quita de enmedio todo lo que rebase esecuadro. La viga que hay en su ojo es un medio óptico para percibirla sangre de la injusticia incluso en la estampa misma de lafelicidad. Las metrópolis del siglo xix, en nombre de un poderde disposición ilimitado, han concentrado engañosamente lascolumnas del templo ático, las catedrales góticas y los caprichosospalacios de los estados-ciudades del Renacimiento italiano.Pero Veblen aprovecha ese hecho para situar entre esas falsedadeslos auténticos templos, las auténticas catedrales y los palaciosauténticos, sin que le parezcan éstos menos falsos que lasimitaciones. La historia universal es para él exposición universal.Veblen explica la cultura basándose en la baratija cursi,en vez de hacer lo contrario. Stuart Class ha formulado con sencillezinsuperable la generalización de este estadio en el cualla cultura es devorada por la propaganda — generalización típica

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de Veblen: "People above the line of bare subsistance, inthis age and all earlier ages, do not use surplus, which societyhas given them, primarily for useful purposes". Pero al consideraresos all earlier ages se suprime todo lo que no se puedeidentificar con la business culture de la última edad: la fe enel poder real de las manifestaciones rituales, el motivo de la80 FßlSMASsexualidad y su simbolismo — en toda la Theory of the LeisureClass no hay una sola alusión a la sexualidad— el impulso deexpresión artística y toda el ansia de escapar a la esclavitudde los fines. El mortal y pragmatista enemigo de toda consideraciónteleológica cae así, contra su voluntad, en un esquemade satánica teleología. El racionalismo más rudo es para suaguda inteligencia suficiente para aclarar la omnipotencia delfetiche sobre el aparente reino de la libertad. La concreción,que da unidad a la indiferencia de la corrupción natural, sepervierte en su acusación y se convierte en producto en masaque pretende sin razón ser también concreto.La mirada perversa es cosa temible. Sabe alcanzar fenómenosque se pasan por alto o se subestiman mientras no sehace con ellos más que considerarlos superiormente desde arriba,como mera fachada de la sociedad, sin detenerse a su lado.Entre esos fenómenos está el deporte. Veblen ha caracterizadotajantemente como explosiones de violencia, represión y espíritude codicia todos los tipos de deporte, desde los juegos infantilesy las clases de gimnasia hasta las grandes ostentacionesdeportivas que más tarde florecieron en los estados dictatorialesde ambos tipos. "These manifestations of the predatory temperamentare all to be classed under the head of exploit. Theyare partly simple and unreflected expressions of an attitude ofemulative ferocity, partly activities deliberately entered uponwith a vievi^ to gaining repute for prowess. Sports of all kindsare of the same general character." La pasión deportiva es,por tanto, para Veblen de naturaleza regresiva: "The groundof an addiction to sports is an archaic spiritual constitution".Pero no hay nada tan moderno como ese arcaísmo: las organizacionesdeportivas fueron el modelo de las reuniones de masastotalitarias. Como excesos tolerados que son, suman en sí elmomento de crueldad y agresión con el de autoritario y disciplinadorespeto de las reglas del juego: son tan legales comolos pogroms de la Nueva Alemania o de las democracias populares.

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Veblen adivina la afinidad existente entre el exceso deportivoy la capa rectora que lo manipula: "If a person so endowedwith a proclivity for exploits is in a position to guidethe development of habits in the adolescent members of theconamunity, the influence which he exerts in the direction ofFX ATAQUE DE VEBLEN A I ^ CULTURA 81conservation and reversion to prowess may be considerable.This is the significance, for instance, of the fostering care latterlybestowed by many clergymen and other pillars of societyupon «boys brigades» and similar pseudo-military organisations".Pero la penetración de Veblen es aún más profunda.Veblen identifica el deporte como pseudoactividad, como canalizaciónde energías que en otras direcciones podrían ser peligrosas,como actividad sin sentido condecorada con engañosasinsignias de seriedad e importancia. Cuanto menos intenso esel esfuerzo que hay que hacer para conquistar la propia vida,tanto más intensamente se sucumbe al deseo de aparentar unaactividad seria, confiímada por la sociedad y, sin embargo, desinteresada.Al mismo tiempo, el deporte responde al espíritu depresa agresivo y práctico. Pone sobre común denominador losantagónicos deseos de actividad útil y de pérdida de tiempo.Así se convierte en elemento de la estafa, en un make believe.Sin duda habría que completar el análisis de Veblen. Pues nosólo es propio del deporte el impulso de cometer violencia, sinotambién el de soportarla y defenderse de ella. La psicologíaracionalista de Veblen le impide ver el elemento de masoq') Ismopresente en el deporte. Ese instinto configura al deporte nocomo mera reliquia de alguna pasada forma de sociedad, sinoal mismo tiempo —y acaso aún más acusadamente— comoincipiente adaptación a una nueva forma amenazadora. Estosea dicho frente al lamento de Veblen según el cual las instituiionsse retrasan respecto del espíritu de la industria, identificadopor él, ciertamente, con la tecnología. Podría decirse que eldeporte moderno intenta devolver al cuerpo parte de las funcionesque le ha arrebatado la máquina. Pero lo hace con elfin de educar tanto más despiadadamente a los hombres paraponeilos al servicio de la máquina. Por ello pertenece el deportemoderno al reino de la ilibertad, cualquiera que sea el modocomo se lo organice.Menos contemporáneo parece otro complejo temático de lacrítica cultural de Veblen; la llamada cuestión femenina. Para

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los programas socialistas, la final emancipación de la mujer eraalgo tan obvio que desde hacía tiempo carecía del atractivonecesario para que alguien se pusiera a pensar en la concretasituación de la mujer. En la literatura burguesa, el "feminis82PRISMASmo" resulta pura ridiculez desde Shaw. Strindberg pervirtióla cuestión, convirtiéndola en la de la emancipación del hombre,al modo como Hitler hizo de la de la emancipación de los judíosla de la emancipación respecto de los judíos. La literaturaburguesa atribuye la imposibilidad de la emancipación de lamujer en las circunstancias dominantes no a estas circunstancias,sino a los abogados de la libertad, y confunde la urgenciade los ideales emancipatorios — que le suenan a neurosis—con su realización. La empleadita sin prejuicios, contentacon el mundo siempre que haya conseguido novio conel que ¡r al cine, ha eliminado a Nora y a Hedda, y si le hablarande ellas les reprocharía con gracioso cinismo su escasosentido de la realidad. A esa mujer corresponde el hombre queno hace uso de la libertad erótica más que para apoderarse deella, que le sigue con relativa voluntad, fría y sin alegría, dandopie con ello a que él la desprecie encima. Veblen, que tienemucho en común con Ibsen, ha sido acaso el último pensadorde categoría que no ha querido olvidar el problema de la mujer.Tardío apologista del feminismo, Veblen recoge las experienciasde Strindberg. Conoce la humillación patriarcal de lamujer, su posición de criada, reliquia, según él, del estadio delos cazadores y guerreros. El tiempo y el lujo que se concedena la mujer no son más que signos para poner de relieve el statusde su amo. Esto implica dos consecuencias recíprocamentecontradictorias. Sin atarse al texto de Veblen podrían formularsedel modo siguiente; por una parte, y precisamente acausa de su situación de "esclava" y objeto de ostentación (ypor humillante que sea esa situación), se encuentra en ciertosentido sustraída a la "vida práctica". La mujer no está expuestaa la competencia económica en la misma medida en quelo está el hombre — o, al menos, no lo estaba en tiempos deVeblen. En diversas capas sociales y en diversas épocas la mujerpudo pues abstenerse de desarrollar aquellas cualidades queVeblen cataloga bajo la suprema categoría del espíritu de presa.Gracias a su distanciamiento del proceso de producción lamujer conserva ciertos rasgos en los que sobrevive el ser humanoaún no totalmente abarcado, aún no totalmente socializado.Por eso la mujer de la clase alta parece estar destinada a alejarse

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de ella. Pero frente a esta tendencia hay otra contraria, comoEL ATAQUE DE VEBL£N A LA CULTURA 83síntoma de la cual indica Veblen el conservadurismo femenino.La mujer no ha tenido apenas parte esencial como sujeto en eldesarrollo histórico. La dependencia en que la mantienen lamutila. Y esto compensa la posibilidad que podía significar elencontrarse excluida de la competencia económica. Por comparacióncon la esfera de intereses espirituales del hombre— incluso del hombre absorbido en la barbarie de la ganancia—,la mayoría de las mujeres se encuentra según Vcblcnen una situación mental que no vacila en calificar de oligofrenia.Las ideas de Veblen al respecto podrían formularsediciendo que la mujer no ha quedado excluida de la esfera dela producción sino para verse engullida tanto más totalmentepor la esfera del consumo, encadenada a la inmediatez delmundo de la mercancía, igual que los hombres lo están a ladel beneficio. La injusticia infei'ida por la sociedad masculinaa la mujer se vuelve contra aquélla: la mujer se identifica conla mercancía. La idea de Veblen da indicio de una modificaciónen la utopía de la emancipación. La esperanza no apuntaya a que los mutilados caracteres sociales de la mujer se asemejena los mutilados caracteres sociales del hombre, sino a quecon el rostro doliente de la mujer desaparezca también el delhombre de acción, eficaz y satisfecho; a que a la ignominiade la diferencia no quede más que su felicidad.Estas ideas están, naturalmente, lejos de Veblen. Su imagende la sociedad, pese a aquella incierta expresión de "plenitudde la vida", no está trazada con el patrón de la felicidad, sinocon el del trabajo. La felicidad no se presenta en su horizontemás que como satisfacción del "instinto de trabajo", quees su categoría antropológica suprema. Veblen es un puritanomalgré lui. Mientras se lanza incansablemente contra todos lostabús que encuentra, su crítica se detiene ante el de la "santidaddel trabajo". Su crítica tiene algo de sabio paterno sermón:la cultura no honra suficientemente su propio trabajo,sino que coloca más bien su falaz honor en la excepción altrabajo, en el ocio. Veblen enfrenta a la sociedad con su propioprincipio de utilidad, para iluminar su sucia conciencia. Le recuerdaque según ese principio la cultura es despilfarro y estafa,y tan irracional que suscita la duda acerca de la racionalidaddel sistema. Veblen procede un poco como el burgués84 PBISMAS

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que se toma por lo tremendo el principio del ahorro. Con ellola cultura entera se le presenta como un gasto absurdo y ostentatoriocomo el que suelen hacer los más audaces quebrados.Gracias precisamente a su rígida insistencia en ese motivo recubreVeblen el absurdo de un proceso social que no consiguemantenerse en vida más que "calculando mal" a diestro y siniestroy levantando enteros palacios de apariencia y mentira.Pero el propio Veblen tiene que pagar el precio de su método.Veblen endiosa la esfera de la producción, que parece tenerpara él algo impetuoso y creador. Distingue Veblen dos categoríasde modernas institutions económicas: pecunianj e industrial.Según esa división clasifica las ocupaciones humanasy los modos de comportamiento que se supone correspondena esas ocupaciones. "So far as men's habits of thought areshaped by the competitive process of acquisition and tenure;so far as their economic functions are comprised within therange of ownership of wealth as conceived in terms of exchangevalues, and its management and financiering through a permutationof values; so far their experience in economic lifefavours the survival and accentuation of the predatory temperamentand habits of thought." Incapaz de comprender el procesosocial como proceso total, llega Veblen a esa distinciónentre funciones productivas e improductivas dentro de aqueltodo, distinción que se orienta principalmente contra los mecanismosirracionales de la distribución. Así se ve, por ejemplo,en sus palabras sobre "that class of persons and that rangeof duties in the economic process which have to do with theownership of enterprises engaged in competitive industry; especiallythose fundamental lines of economic management whichare classed as financiering operation. To these may be addedthe greater part of mercantile occupations". A la luz de esadistinción queda muy claro lo que realmente tiene que objetarVeblen a la leisure class. No se trata tanto de la presión queesa clase ejerza cuanto de que no se somete ella misma a suficientepresión del ethos puritano del trabajo que es precisamenteel suyo propio. Veblen niega incluso a esta clase la posibilidadde escapar que aún le quede — y por más deformada quele quede. A Veblen le parece arcaico que la clase económicamenteindependiente no esté aún totalmente aferrada por lasEL ATAQUE DE VEBLEN A LA CULTURA 85

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necesidades de la vida: "An archaic habit of mind persits becauseno effectual economic pressure constraints this class toan adaptation of its habits of thought to the changing situation",entendiéndose por adaptación, como es natural, la propugnadapor Veblen. Cierto que el contramotivo de este motivo— la musa como presupuesto de toda humanidad— no esajeno a Veblen. Pero en este punto se impone a Veblen un esquemamental ateorctico y pluralista. Ocio y despilfarro tienensus derechos, pero sólo "estéticos". Como economista no deseaaceptarlos. Es bastante perceptible el sarcasmo que alienta enesa reducción a lo estético aislado. Tanto más urgente se haceel preguntar qué es propiamente "económico" para Veblen.No se trata tanto de averiguar en qué medida pertenecen susescritos a la disciplina académica llamada economía cuantode precisar su concepto de lo económico. Este concepto se encuentraempero definido sólo implícitamente por Veblen comolo profitable. Su uso de la palabra económico coincide pues conel uso que hace de ella el hombre de negocios (también implícitamente)cuando rechaza un gasto iniitil por "antieconómico".Veblen no analiza el par conceptual útil-inútil que subyacea ese uso del concepto de "económico". Lo que Veblen muestraes que la sociedad procede antieconómicamente, contempladacon su propio patrón. El resultado es importante y trivialal mismo tiempo. Importante, porque pone bajo cruda luz lasinrazón de la razón. Trivial porque fracasa ante las fronterasde la útil y lo inútil sin profundizar en lo propiamente profundizable.Veblen entrega esta cuestión de lo inútil a categoríasheterónomas propuestas por la división del trabajo en las ciencias,y se elige a sí mismo delegado de ahorro en la cultura, undelegado cuyo voto puede ser vetado por los colegas estetas; nollega así nunca a comprender esa misma oposición a su autoridadcomo expresión del fetichismo de la división del trabajo.Mientras que, como economista, se permite excesivas libertadescon la cultura, tachándola pura y simplemente del presupuestopor ser un despilfarro, Veblen capitula en cambio silenciosamenteante la existencia bruta de la cultura fuera de lascolumnas del presupuesto. Veblen no se da cuenta de que lajusticia o injusticia de la cultura no pueden juzgarse desde laposición o pimto de vista especializado

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histórico.Pero con esta fórmula se consigue poco para comprenderel núcleo de su teoría. Lo que importa es la fuerza que realizay cohesiona esa amalgama. La experiencia fundamental de Veblenpuede caracterizarse como experiencia de la falsa unicidad.Cuanto más ampliamente se desarrolla la producción masivae industrial de bienes equiparables entre sí, junto con sudistribución centralmente dirigida, cuanto menos lugar da elorden técnico-económico de la vida a la individuación hic etnunc producida por el modo artesanal de producción, tantomás plenamente falsa resulta la aparición del hic et nunc, delo que no es sustituible por otros innumerables objetos de sucategoría. Cada cosa presenta la pretensión de ser una y exclusiva,y esa pretensión se refuerza por el interés de la venta;pero la pretensión resulta un verdadero sarcasmo, pues mientrastanto el sistema en que se produce determina un estadiode la humanidad en el cual todos están sometidos a lo idéntico.Veblen no puede soportar ese sarcasmo. Por eso insiste tan enérgicamenteen que el mundo debe presentarse con aquellaabstracta igualdad de sus objetos que está ya prefigurada por lasituación. Cuando Veblen defiende una estructuración racionaldel consumo, lo que en realidad está pidiendo es que la producciónmasiva, que calcula como objeto al mismo comprador,se revele de una vez abiertamente también en la esfera del con78PRISMASsumo. Desde los tiempos en que deliciously different y quaintempezaron a convertirse ellas mismas en monótonas formas depublicidad, la experiencia básica de Veblen está al alcance decualquiera. No obstante, él ha sido el primero en realizarlaconscientemente. Veblen se ha dado cuenta de la falsa individualidadde las cosas mucho antes de que los procedimientostécnicos terminaran definitivamente con esa mentida individualidad.Ha descubierto la mentira de la individualidad en la discrepanciamisma de los objetos: en la contradicción entre suforma y su función. Exagerando un poco podría decirse quelas baratijas del siglo xix, en sus recargadas formas de ostentación,1 han sido para Veblen una imagen del futuro poder.Veblen ha visto en la baratija, en la chatarra artística, un aspectoque escapó a los críticos estéticos, pero que seguramentecontribuye a explicar esa expresión de repentina catástrofe quetienen hoy tantas arquitecturas y tantos interiores del siglo xix:

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expresan represión. Bajo la mirada de Veblen la ornamentaciónse convierte en amenaza, identificándose con viejos modelosde represión. Lo comunica al lector, del modo más plástico,en un lugar dedicado a la discusión de los edificios de labeneficencia: "Certain funds, for instance, may have been setapart a foundation for a foundling asylum or retreat for invalids.The diversion of expenditure to honorific waste in suchcases is not uncommun enough to cause suprise or even to raisea smile. An appreciable share of the funds is spent in the constructionof an edifice faced with some aesthetically objectionablebut expensive stone, covered with grotesque and incongruousdetails, and designed, in its battlemented walls andturrets and its massive portals and strategic approaches, to suggestcertain barbaric methods of warfare." El subrayar el aspectoamenazador de la pompa y de la ornamentación es útilpara la filosofía de la historia de Veblen. Las estampas de agresivabarbarie que vio en la cursilería del siglo xix, y especialmenteen la furia decorativa de los años "de fundación" de los1. Habría que estudiar el fundamento económico de la típica ostentaciónochocentista. A piimera vista, parece imponerse la hipótesis deque ese caracteiístico tipo de ostentación derive de la necesidad de mostrarsesolvente — en el sentido de digno de crédito financiero—. Estanecesidad nos remitiría a la escasez de capitales propia de épocas deexpansión.EL ATAQUE DE VEBLEN A LA CULTÜBA 79Estados Unidos, eran para su fe progresista reliquias de épocaspasadas o rasgos de regresión de los individuos no sometidosdirectamente al proceso del trabajo industrial. Pero al mismotiempo se trata de rasgos de un espanto incipiente, y no de unpasado inucrto. La triste nerviosidad de Veblen da un mentísa su mentalidad progresista. Para él, la historia de la humanidadse constituyó en una anticipación de su forma más espantosa.El trauma que produjo a su sensibilidad aquel asilo de aspectobelicoso medieval se hizo potencia histórica en el Columbushaus,la cámara de torturas nacional-socialista, construido en el estilode la "nueva objetividad". Veblen hipostatiza el poder total.Toda la cultura de la humanidad se convierte para él en ungesto de nudo terror. Veblen define la cultura por la fascinacióndel mal, que explica y justifica la injusticia. Si la cultura

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toma el carácter de la propaganda comercial y de la pobrechatarra o quincallería artística, Veblen da el paso teórico queconsiste en afirmar que la cultura no ha sido nunca más queeso: propaganda, exhibición de poder, botín, beneficio. Congrandiosa misantropía quita de enmedio todo lo que rebase esecuadro. La viga que hay en su ojo es un medio óptico para percibirla sangre de la injusticia incluso en la estampa misma de lafelicidad. Las metrópolis del siglo xix, en nombre de un poderde disposición ilimitado, han concentrado engañosamente lascolumnas del templo ático, las catedrales góticas y los caprichosospalacios de los estados-ciudades del Renacimiento italiano.Pero Veblen aprovecha ese hecho para situar entre esas falsedadeslos auténticos templos, las auténticas catedrales y los palaciosauténticos, sin que le parezcan éstos menos falsos que lasimitaciones. La historia universal es para él exposición universal.Veblen explica la cultura basándose en la baratija cursi,en vez de hacer lo contrario. Stuart Class ha formulado con sencillezinsuperable la generalización de este estadio en el cualla cultura es devorada por la propaganda — generalización típicade Veblen: "People above the line of bare subsistance, inthis age and all earlier ages, do not use surplus, which societyhas given them, primarily for useful purposes". Pero al consideraresos all earlier ages se suprime todo lo que no se puedeidentificar con la business culture de la última edad: la fe enel poder real de las manifestaciones rituales, el motivo de la80 FßlSMASsexualidad y su simbolismo — en toda la Theory of the LeisureClass no hay una sola alusión a la sexualidad— el impulso deexpresión artística y toda el ansia de escapar a la esclavitudde los fines. El mortal y pragmatista enemigo de toda consideraciónteleológica cae así, contra su voluntad, en un esquemade satánica teleología. El racionalismo más rudo es para suaguda inteligencia suficiente para aclarar la omnipotencia delfetiche sobre el aparente reino de la libertad. La concreción,que da unidad a la indiferencia de la corrupción natural, sepervierte en su acusación y se convierte en producto en masaque pretende sin razón ser también concreto.La mirada perversa es cosa temible. Sabe alcanzar fenómenosque se pasan por alto o se subestiman mientras no sehace con ellos más que considerarlos superiormente desde arriba,como mera fachada de la sociedad, sin detenerse a su lado.

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Entre esos fenómenos está el deporte. Veblen ha caracterizadotajantemente como explosiones de violencia, represión y espíritude codicia todos los tipos de deporte, desde los juegos infantilesy las clases de gimnasia hasta las grandes ostentacionesdeportivas que más tarde florecieron en los estados dictatorialesde ambos tipos. "These manifestations of the predatory temperamentare all to be classed under the head of exploit. Theyare partly simple and unreflected expressions of an attitude ofemulative ferocity, partly activities deliberately entered uponwith a vievi^ to gaining repute for prowess. Sports of all kindsare of the same general character." La pasión deportiva es,por tanto, para Veblen de naturaleza regresiva: "The groundof an addiction to sports is an archaic spiritual constitution".Pero no hay nada tan moderno como ese arcaísmo: las organizacionesdeportivas fueron el modelo de las reuniones de masastotalitarias. Como excesos tolerados que son, suman en sí elmomento de crueldad y agresión con el de autoritario y disciplinadorespeto de las reglas del juego: son tan legales comolos pogroms de la Nueva Alemania o de las democracias populares.Veblen adivina la afinidad existente entre el exceso deportivoy la capa rectora que lo manipula: "If a person so endowedwith a proclivity for exploits is in a position to guidethe development of habits in the adolescent members of theconamunity, the influence which he exerts in the direction ofFX ATAQUE DE VEBLEN A I ^ CULTURA 81conservation and reversion to prowess may be considerable.This is the significance, for instance, of the fostering care latterlybestowed by many clergymen and other pillars of societyupon «boys brigades» and similar pseudo-military organisations".Pero la penetración de Veblen es aún más profunda.Veblen identifica el deporte como pseudoactividad, como canalizaciónde energías que en otras direcciones podrían ser peligrosas,como actividad sin sentido condecorada con engañosasinsignias de seriedad e importancia. Cuanto menos intenso esel esfuerzo que hay que hacer para conquistar la propia vida,tanto más intensamente se sucumbe al deseo de aparentar unaactividad seria, confiímada por la sociedad y, sin embargo, desinteresada.Al mismo tiempo, el deporte responde al espíritu depresa agresivo y práctico. Pone sobre común denominador los

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antagónicos deseos de actividad útil y de pérdida de tiempo.Así se convierte en elemento de la estafa, en un make believe.Sin duda habría que completar el análisis de Veblen. Pues nosólo es propio del deporte el impulso de cometer violencia, sinotambién el de soportarla y defenderse de ella. La psicologíaracionalista de Veblen le impide ver el elemento de masoq') Ismopresente en el deporte. Ese instinto configura al deporte nocomo mera reliquia de alguna pasada forma de sociedad, sinoal mismo tiempo —y acaso aún más acusadamente— comoincipiente adaptación a una nueva forma amenazadora. Estosea dicho frente al lamento de Veblen según el cual las instituiionsse retrasan respecto del espíritu de la industria, identificadopor él, ciertamente, con la tecnología. Podría decirse que eldeporte moderno intenta devolver al cuerpo parte de las funcionesque le ha arrebatado la máquina. Pero lo hace con elfin de educar tanto más despiadadamente a los hombres paraponeilos al servicio de la máquina. Por ello pertenece el deportemoderno al reino de la ilibertad, cualquiera que sea el modocomo se lo organice.Menos contemporáneo parece otro complejo temático de lacrítica cultural de Veblen; la llamada cuestión femenina. Paralos programas socialistas, la final emancipación de la mujer eraalgo tan obvio que desde hacía tiempo carecía del atractivonecesario para que alguien se pusiera a pensar en la concretasituación de la mujer. En la literatura burguesa, el "feminis82PRISMASmo" resulta pura ridiculez desde Shaw. Strindberg pervirtióla cuestión, convirtiéndola en la de la emancipación del hombre,al modo como Hitler hizo de la de la emancipación de los judíosla de la emancipación respecto de los judíos. La literaturaburguesa atribuye la imposibilidad de la emancipación de lamujer en las circunstancias dominantes no a estas circunstancias,sino a los abogados de la libertad, y confunde la urgenciade los ideales emancipatorios — que le suenan a neurosis—con su realización. La empleadita sin prejuicios, contentacon el mundo siempre que haya conseguido novio conel que ¡r al cine, ha eliminado a Nora y a Hedda, y si le hablarande ellas les reprocharía con gracioso cinismo su escasosentido de la realidad. A esa mujer corresponde el hombre queno hace uso de la libertad erótica más que para apoderarse deella, que le sigue con relativa voluntad, fría y sin alegría, dandopie con ello a que él la desprecie encima. Veblen, que tienemucho en común con Ibsen, ha sido acaso el último pensador

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de categoría que no ha querido olvidar el problema de la mujer.Tardío apologista del feminismo, Veblen recoge las experienciasde Strindberg. Conoce la humillación patriarcal de lamujer, su posición de criada, reliquia, según él, del estadio delos cazadores y guerreros. El tiempo y el lujo que se concedena la mujer no son más que signos para poner de relieve el statusde su amo. Esto implica dos consecuencias recíprocamentecontradictorias. Sin atarse al texto de Veblen podrían formularsedel modo siguiente; por una parte, y precisamente acausa de su situación de "esclava" y objeto de ostentación (ypor humillante que sea esa situación), se encuentra en ciertosentido sustraída a la "vida práctica". La mujer no está expuestaa la competencia económica en la misma medida en quelo está el hombre — o, al menos, no lo estaba en tiempos deVeblen. En diversas capas sociales y en diversas épocas la mujerpudo pues abstenerse de desarrollar aquellas cualidades queVeblen cataloga bajo la suprema categoría del espíritu de presa.Gracias a su distanciamiento del proceso de producción lamujer conserva ciertos rasgos en los que sobrevive el ser humanoaún no totalmente abarcado, aún no totalmente socializado.Por eso la mujer de la clase alta parece estar destinada a alejarsede ella. Pero frente a esta tendencia hay otra contraria, comoEL ATAQUE DE VEBL£N A LA CULTURA 83síntoma de la cual indica Veblen el conservadurismo femenino.La mujer no ha tenido apenas parte esencial como sujeto en eldesarrollo histórico. La dependencia en que la mantienen lamutila. Y esto compensa la posibilidad que podía significar elencontrarse excluida de la competencia económica. Por comparacióncon la esfera de intereses espirituales del hombre— incluso del hombre absorbido en la barbarie de la ganancia—,la mayoría de las mujeres se encuentra según Vcblcnen una situación mental que no vacila en calificar de oligofrenia.Las ideas de Veblen al respecto podrían formularsediciendo que la mujer no ha quedado excluida de la esfera dela producción sino para verse engullida tanto más totalmentepor la esfera del consumo, encadenada a la inmediatez delmundo de la mercancía, igual que los hombres lo están a ladel beneficio. La injusticia infei'ida por la sociedad masculinaa la mujer se vuelve contra aquélla: la mujer se identifica conla mercancía. La idea de Veblen da indicio de una modificaciónen la utopía de la emancipación. La esperanza no apuntaya a que los mutilados caracteres sociales de la mujer se asemejen

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a los mutilados caracteres sociales del hombre, sino a quecon el rostro doliente de la mujer desaparezca también el delhombre de acción, eficaz y satisfecho; a que a la ignominiade la diferencia no quede más que su felicidad.Estas ideas están, naturalmente, lejos de Veblen. Su imagende la sociedad, pese a aquella incierta expresión de "plenitudde la vida", no está trazada con el patrón de la felicidad, sinocon el del trabajo. La felicidad no se presenta en su horizontemás que como satisfacción del "instinto de trabajo", quees su categoría antropológica suprema. Veblen es un puritanomalgré lui. Mientras se lanza incansablemente contra todos lostabús que encuentra, su crítica se detiene ante el de la "santidaddel trabajo". Su crítica tiene algo de sabio paterno sermón:la cultura no honra suficientemente su propio trabajo,sino que coloca más bien su falaz honor en la excepción altrabajo, en el ocio. Veblen enfrenta a la sociedad con su propioprincipio de utilidad, para iluminar su sucia conciencia. Le recuerdaque según ese principio la cultura es despilfarro y estafa,y tan irracional que suscita la duda acerca de la racionalidaddel sistema. Veblen procede un poco como el burgués84 PBISMASque se toma por lo tremendo el principio del ahorro. Con ellola cultura entera se le presenta como un gasto absurdo y ostentatoriocomo el que suelen hacer los más audaces quebrados.Gracias precisamente a su rígida insistencia en ese motivo recubreVeblen el absurdo de un proceso social que no consiguemantenerse en vida más que "calculando mal" a diestro y siniestroy levantando enteros palacios de apariencia y mentira.Pero el propio Veblen tiene que pagar el precio de su método.Veblen endiosa la esfera de la producción, que parece tenerpara él algo impetuoso y creador. Distingue Veblen dos categoríasde modernas institutions económicas: pecunianj e industrial.Según esa división clasifica las ocupaciones humanasy los modos de comportamiento que se supone correspondena esas ocupaciones. "So far as men's habits of thought areshaped by the competitive process of acquisition and tenure;so far as their economic functions are comprised within therange of ownership of wealth as conceived in terms of exchangevalues, and its management and financiering through a permutationof values; so far their experience in economic lifefavours the survival and accentuation of the predatory temperamentand habits of thought." Incapaz de comprender el proceso

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social como proceso total, llega Veblen a esa distinciónentre funciones productivas e improductivas dentro de aqueltodo, distinción que se orienta principalmente contra los mecanismosirracionales de la distribución. Así se ve, por ejemplo,en sus palabras sobre "that class of persons and that rangeof duties in the economic process which have to do with theownership of enterprises engaged in competitive industry; especiallythose fundamental lines of economic management whichare classed as financiering operation. To these may be addedthe greater part of mercantile occupations". A la luz de esadistinción queda muy claro lo que realmente tiene que objetarVeblen a la leisure class. No se trata tanto de la presión queesa clase ejerza cuanto de que no se somete ella misma a suficientepresión del ethos puritano del trabajo que es precisamenteel suyo propio. Veblen niega incluso a esta clase la posibilidadde escapar que aún le quede — y por más deformada quele quede. A Veblen le parece arcaico que la clase económicamenteindependiente no esté aún totalmente aferrada por lasEL ATAQUE DE VEBLEN A LA CULTURA 85necesidades de la vida: "An archaic habit of mind persits becauseno effectual economic pressure constraints this class toan adaptation of its habits of thought to the changing situation",entendiéndose por adaptación, como es natural, la propugnadapor Veblen. Cierto que el contramotivo de este motivo— la musa como presupuesto de toda humanidad— no esajeno a Veblen. Pero en este punto se impone a Veblen un esquemamental ateorctico y pluralista. Ocio y despilfarro tienensus derechos, pero sólo "estéticos". Como economista no deseaaceptarlos. Es bastante perceptible el sarcasmo que alienta enesa reducción a lo estético aislado. Tanto más urgente se haceel preguntar qué es propiamente "económico" para Veblen.No se trata tanto de averiguar en qué medida pertenecen susescritos a la disciplina académica llamada economía cuantode precisar su concepto de lo económico. Este concepto se encuentraempero definido sólo implícitamente por Veblen comolo profitable. Su uso de la palabra económico coincide pues conel uso que hace de ella el hombre de negocios (también implícitamente)cuando rechaza un gasto iniitil por "antieconómico".

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Veblen no analiza el par conceptual útil-inútil que subyacea ese uso del concepto de "económico". Lo que Veblen muestraes que la sociedad procede antieconómicamente, contempladacon su propio patrón. El resultado es importante y trivialal mismo tiempo. Importante, porque pone bajo cruda luz lasinrazón de la razón. Trivial porque fracasa ante las fronterasde la útil y lo inútil sin profundizar en lo propiamente profundizable.Veblen entrega esta cuestión de lo inútil a categoríasheterónomas propuestas por la división del trabajo en las ciencias,y se elige a sí mismo delegado de ahorro en la cultura, undelegado cuyo voto puede ser vetado por los colegas estetas; nollega así nunca a comprender esa misma oposición a su autoridadcomo expresión del fetichismo de la división del trabajo.Mientras que, como economista, se permite excesivas libertadescon la cultura, tachándola pura y simplemente del presupuestopor ser un despilfarro, Veblen capitula en cambio silenciosamenteante la existencia bruta de la cultura fuera de lascolumnas del presupuesto. Veblen no se da cuenta de que lajusticia o injusticia de la cultura no pueden juzgarse desde laposición o pimto de vista especializado