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La Sociedad Taina Como Una "Jefatura" José Alcina Franch Pedro L. Galán Mayo En dos ocasiones antes del presente uno de nosotros se ha ocupado directa o indirectamente de precisar y determinar cuál sería la estricta posición de la sociedad taina en el proceso evolutivo general (Alcina, 1982 y 1983). En la presente comunicación presentaremos un modelo teórico de "jefatura" (chiefdom) cuyo contenido y funcionamiento gira en torno al subsistema económico, el cual determina todos los demás elementos del sistema y funciona en un flujo in- put/out-put. El análisis de los componentes del sistema permite determinar cuáles son las características definidoras del mismo, así como cuál es el género de relaciones que se producen en su funcionamiento. Al mismo tiempo, la descripción y análisis del sistema permitirá plantear una hipótesis de trabajo que servirá de base para diseñar criterios taxonómicos que puedan servir para ordenar, en sentido evolutivo, los diferentes subtipos de "jefatura" así determinados, lo que permitirá en definitiva trazar, de manera matizada, toda la evolución que lleva a la sociedad desde el nivel tribal al de los Estados propiamente dichos. La presente contribución que, por una parte, es el resultado de recientes reflexiones sobre la materia (Alcina-Palop, 1983 ms) pretende, por otra parte, aplicar a la sociedad taina los principios generales que definen la hipótesis de trabajo. Antecedentes Aún antes de que el término de "jefatura" se emplease, el concepto que trataba de designar ya era empleado por algunos autores como Julian H. Steward, quien dedica gran parte del volumen 4 del Handbook of South American Indians a la descripción de los muy numerosos señoríos o cacicazgos del área Circumcaribe (Steward, ed. 1948). Por las mismas fechas, Hermann Trimbor (1949) se refería también a los señoríos del Valle del Cauca en Colombia, de manera parecida, a los planteamientos de Steward. Sin embargo, el término y el concepto de chiefdom ("jefatura") no sería utilizado hasta que lo hiciese por primera vez Kalervo Oberg (1955) para designar un tipo de sociedad suramericana de las tierras bajas que se encontraba entre el nivel de las tribus segmentarias y el de los Estados verdaderos (Service, 1984: 34, nota) y muy poco después el ya citado Julian H. Steward y Louis Faron volvieron sobre el tema ya tratado en el Handbook y utilizaron el término de chiefdom para designar una abundante serie de sociedades en el ámbito de Suramérica y del Caribe (Steward-Faron, 1959). En esa misma línea, la contribución de Reichel-Dolmatoff (1961) constituyó un avance sustancial. 501

La Sociedad Taina Como Una Jefatura - University …ufdcimages.uflib.ufl.edu/AA/00/06/19/61/00368/11-46.pdfRecientemente, Charles L. Redman, en una obra que, aunque se refiere al Oriente

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La Sociedad Taina Como Una "Jefatura"

José Alcina Franch Pedro L. Galán Mayo

En dos ocasiones antes del presente uno de nosotros se ha ocupado directa o indirectamente de precisar y determinar cuál sería la estricta posición de la sociedad taina en el proceso evolutivo general (Alcina, 1982 y 1983). En la presente comunicación presentaremos un modelo teórico de "jefatura" (chiefdom) cuyo contenido y funcionamiento gira en torno al subsistema económico, el cual determina todos los demás elementos del sistema y funciona en un flujo in-put/out-put. El análisis de los componentes del sistema permite determinar cuáles son las características definidoras del mismo, así como cuál es el género de relaciones que se producen en su funcionamiento. Al mismo tiempo, la descripción y análisis del sistema permitirá plantear una hipótesis de trabajo que servirá de base para diseñar criterios taxonómicos que puedan servir para ordenar, en sentido evolutivo, los diferentes subtipos de "jefatura" así determinados, lo que permitirá en definitiva trazar, de manera matizada, toda la evolución que lleva a la sociedad desde el nivel tribal al de los Estados propiamente dichos.

La presente contribución que, por una parte, es el resultado de recientes reflexiones sobre la materia (Alcina-Palop, 1983 ms) pretende, por otra parte, aplicar a la sociedad taina los principios generales que definen la hipótesis de trabajo.

Antecedentes

Aún antes de que el término de "jefatura" se emplease, el concepto que trataba de designar ya era empleado por algunos autores como Julian H. Steward, quien dedica gran parte del volumen 4 del Handbook of South American Indians a la descripción de los muy numerosos señoríos o cacicazgos del área Circumcaribe (Steward, ed. 1948). Por las mismas fechas, Hermann Trimbor (1949) se refería también a los señoríos del Valle del Cauca en Colombia, de manera parecida, a los planteamientos de Steward. Sin embargo, el término y el concepto de chiefdom ("jefatura") no sería utilizado hasta que lo hiciese por primera vez Kalervo Oberg (1955) para designar un tipo de sociedad suramericana de las tierras bajas que se encontraba entre el nivel de las tribus segmentarias y el de los Estados verdaderos (Service, 1984: 34, nota) y muy poco después el ya citado Julian H. Steward y Louis Faron volvieron sobre el tema ya tratado en el Handbook y utilizaron el término de chiefdom para designar una abundante serie de sociedades en el ámbito de Suramérica y del Caribe (Steward-Faron, 1959). En esa misma línea, la contribución de Reichel-Dolmatoff (1961) constituyó un avance sustancial.

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Sin embargo, fue Elman R. Service quien en 1962 desarrollaría con mayor amplitud este concepto (Service, 1971: 133-169) planteando todo un sistema evolutivo -el de: bandas, tribus, jefaturas y estados- que, pese al tiempo transcurrido y a las modificaciones y críticas que se le han hecho, sigue siendo válido en gran medida. Casi contemporáneamente a la formulación de Service, Morton H. Fried (1967, 1968), introdujo el concepto de sociedad de rangos y sociedad estratificada, matizando así, o cambiando la orientación del planteamiento de Service.

Recientemente, Charles L. Redman, en una obra que, aunque se refiere al Oriente Próximo en la Antigüedad tiene validez teórica universal (Redman, 1978) ha hecho un replanteamiento global del problema, distinguiendo hasta siete estadios u horizontes diferentes en el proceso evolutivo que lleva desde los cazadores-recolectores hasta los estados nacionales.

El tema general, y en particular el problema del origen del Estado, de la civilización y del Urbanismo se halla en plena discusión (Service, 1984 y Jones-Kautz, 1981), produciendo cada día una más abundante bibliografía (Wright, 1977) de la que no podemos dejar de mencionar dos importantes contribuciones de Robert Cameiro (1970, 1981) o los estudios de Christopher S. Peebles y Susan M. Kus (1977) tratando de correlacionar los principios sociales con la arqueología, y el de William T. Sanders y David Webster (1978) en el que se matiza "multilinealmente" la evolución de sociedades complejas.

Definición y modelo

Según Service (1971: 133) "una jefatura ocupa un nivel de integración social que transciende la sociedad tribal en dos aspectos importantes: en primer lugar, una jefatura es usualmente una sociedad más densa que lo es una tribu, una ventaja que se hace posible por una productividad mayor. Pero en segundo lugar y más indicativo del nivel evolutivo, la sociedad es también más compleja y más organizada, siendo particularmente distinguible de las tribus por la presencia de centros que coordinan actividades económicas, sociales y religiosas". Sin embargo, el desarrollo de la tecnología es algo que no permite una clara distinción entre el nivel tribal y el de los Estados, lo que afecta muy decisivamente a las inferencias que se pueden realizar a partir del registro arqueológico; su carácter quizás más significativo es, sin embargo, el de ser fundamentalmente una sociedad redistributiva, lo que "es una consecuencia de la especialización y las relacionadas necesidades para su coordinación y para la alocación de productos" (Service, 1971: 135). Por otra parte, el desarrollo de los aspectos gerenciales a que obliga ese carácter redistributivo "conduce pronto a formas de jerarquización rígidas y permanentes que, con el tiempo, culminan en la implantación de un acceso diferencial a los recursos estratégicos; lo cual, a su vez sienta las bases para la aparición de las clases sociales y el Estado." (Harris, 1982: 110).

Para la definición del concepto de Jefatura utilizaremos el modelo icónico representado en el Gráfico 1, en el cual juegan un papel central las unidades definidas con los términos de: Jefe, Cabecera y almacenes, ya que estamos considerando como concepto relacional fundamental el de redistribución a partir del Jefe, Cacique o Señor. Utilizamos el término de cabecera porque es un término "clásico" en los textos españoles relativos a casi todas las regiones de América y no es tan pretencioso como el de capital, aunque en realidad designe lo mismo. Todo el modelo, como decimos, gira en torno a estas unidades, de manera que en conjunto se puede considerar como un sistema de in-put/out-put en el que una serie de subsistemas -generalmente

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situados en la parte superior del gráfico- proporcionan "bienes" al sistema - concentrados en los almacenes- mientras el Jefe redistribuye esos "bienes" entre otra serie de segmentos de la sociedad - representados ordinariamente en la parte inferior del gráfico- los cuales vienen a constituir, de forma embrionaria, la estructura burocrática y de poder del Estado.

El patrón de asentamiento de las Jefaturas es, ordinariamente, muy variable ya que, al tiempo que se concentra en aldeas, que pueden llegar a tener varios miles de habitantes, especialmente cuando incluyen la residencia del Jefe o Señor, por otra parte, suelen presentar un poblamiento disperso en forma de pequeños caseríos e incluso de viviendas aisladas. El tamaño de la población oscila entre los 800/1000 hasta los 10.000 habitantes, aunque en el caso de las jefaturas polinesias se alcanzan niveles de población mucho más altos, llegando incluso hasta los 100.000 habitantes (Sanders-Marino, 1973: 16). Los poblados-cabecera o "capitales" de estas jefaturas no solamente concentran gran número de habitantes, sino que incluyen la residencia del jefe y de su parentela o seguidores, los templos o edificios destinados al ritual y las casas destinadas a artesanos, sacerdotes y servidores (Flannery, 1975: 18 y Sanders-Marino, 1973: 16).

En el sistema económico de las jefaturas juegan un papel importante: los excedentes de producción, la organización centralizada, la especialización y la redistribución. La producción de alimentos en las aldeas, caseríos e incluso en los asentamientos habitacionales individuales, constituyen la base de todo el sistema. En esas unidades de asentamiento, por lo tanto, deben almacenarse los primeros excedentes, aquellos que servirán para apoyar al jefe o gran hombre ("big-men") para su promoción, o para su mantenimiento, una vez constituido como tal Señor o Cacique. Los excedentes de producción serán básicamente alimenticios -agrícolas, de pesca o caza, etc.- pero muy pronto serán también artesanales. Los almacenes se llenarán con productos agrícolas que puedan conservarse, o con productos procedentes de la recolección, la pesca o la caza, siempre que se haya procedido a su conservación. Por eso, como luego veremos, los procesos de conservación resultan de capital importancia en la definición de las jefaturas. De ahí que la sal, el ají, o procedimientos como el ahumado, la fabricación de tortas u otros, constituyan prácticas decisivas en los procesos de almacenamiento de alimentos. Esos y otros productos de interés suntuario, ritual, etc., deben proceder en primer lugar, como hemos dicho, de los asentamientos locales, pero también pueden ser el resultado de intercambio o comercio en incipientes "mercados internacionales" o producto de la rapiña por parte de grupos "militares" al servicio del jefe.

Los excedentes de producción, -sea cualesquiera su carácter- deberán entregarse al Jefe como una obligación de parentesco, de manera que éste podrá usar de esos excedentes para el mantenimiento de su séquito y para redistribuir entre sus subditos. Ahora bien, "la relación entre la productividad y la redistribución puede contemplarse en dos aspectos. De una parte, el aumento de la productividad para producir excedentes puede ser originado con el fin de intercambiar, lo que a su vez estimula la tendencia a la redistribución a partir de una autoridad central. De otra parte, como ya se indicó, ciertas empresas productivas por su propia naturaleza conducen a una cierta especialización y redistribución. Pero en ambos casos, especialización y dirección centralizada pueden ser claramente ventajosas en relación con un aumento de la producción." (Service, 1971: 137).

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Entre las aportaciones de excedentes a la casa del Jefe más características y significativas, se hallan las artesanías, especialmente las de carácter suntuario. Sin embargo, "todavía no suele haber una clase de especialistas artesanos, ni castas de ocupaciones como en la sociedad estratificada" (Flannery, 1975: 18).

Por último, hay que mencionar, que entre los excedentes que el Jefe comienza a utilizar con una cierta liberalidad, se hallan las aportaciones de trabajo -periódicas o circunstanciales- para el mantenimiento y/o construcción de edificios públicos, templos y palacios.

De lo que llevamos dicho podemos concluir con Sahlins (1972: 46) que "la Jefatura no sólo va más allá de la economía local sino que se adentra también en ella y la explota y fomenta [...] la presión política intensifica la producción doméstica más allá de las necesidades familiares y deriva los excedentes a la economía colectiva".

El paso siguiente al estímulo de la producción -de alimentos o de artesanías- lo que, por otra parte, justifica la acumulación de tales excedentes, es el papel asumido por el Jefe como un "gran hombre" en el sentido de ser el redistribuidor de tales excedentes; esa actividad redistributiva le proporcionará nuevas adhesiones entre la gente y, por consiguiente, mayor poder. El resto de los excedentes es lo que permite al jefe aumentar progresivamente el número de "especialistas", tales como artesanos, sirvientes personales, magos o shamanes y aún grupos militares" (Harris, 1981: 323 y Sahlins, 1972: 47).

Así como para Sahlins (1972: 44-45 y Fig.4) el sistema de parentesco en las jefaturas corresponde al "clan cónico" (Kirchhoff, 1955) con descendencia patrilineal y selección de los jefes por primogenitura, para Harris, la descendencia -al menos en el sistema Trobriandés- es matrilineal con residencia avunculocal. Este seria el caso de los tainos de los que sabemos que "cuando un cacique muere sin herederos, le suceden en el mando los sobrinos, hijos de la hermana y no del hermano" (Benzoni, 1967: 98 y Dreyfus, 1980-81: 242).

"En el sistema avunculocal, el varón acaba yéndose a vivir con los hermanos de su madre en su unidad doméstica matrilineal donde se le une su esposa [...]. Así, el núcleo de una unidad doméstica avunculocal está integrado por un grupo de hermanos y los hijos de sus hermanas. La función de esta práctica es reinsertar un grupo de interés fraterno masculino como núcleo residencial del grupo de filiación matrilineal" (Harris, 1981: 298). "El jefe trobriandés se basaba en esta costumbre para revalidar su título. Desposaba a las hermanas de cabecillas de un gran número de sublinajes. Algunos llegaban a adquirir varias docenas de esposas, cada una de las cuales tenía derecho a un regalo obligatorio de ñames por parte de sus hermanos. Estos ñames se transportaban a la aldea del jefe y eran exhibidos en unos bastidores especiales. Parte de los mismos se redistribuía en elaborados festines" (Harris, 1981: 323) con lo cual el prestigio del jefe se aumentaba y en la misma proporción su poder como "gran distribuidor" entre sus seguidores y parientes.

El parentesco, ya sea de descendencia patrilineal o matrilineal es, pues, la base del establecimiento de un sistema jerárquico de jefes, en relación con los cuales se colocan los individuos, parientes o no, de los mismos. En esa sociedad de rangos la nobleza debe ser defendida a cualquier precio, de manera que en algún caso el jefe está obligado a desposar "hermanas de ambos padres cuando no disponen de nadie más con status suficientemente alto"

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(Flannery, 1975: 17). Este es el caso de los indígenas de Tenerife (Islas Canarias), donde "el rey siempre casaba con su igual, y si acaso faltaba, se casaba con su hermana, por no ensuciar su sangre; porque no era permitido casar con gente baja y que no fuese noble" (Alcina, 1979a: 427).

Aunque el sistema redistributivo llega prácticamente a toda la población agrupada bajo el régimen de la Jefatura o Cacicazgo, a través del sistema más común que es el de los "festivales", esa redistribución resulta fundamentalmente desigual, y privilegia a determinadas personas en contraste con otras. Entre esos privilegiados hay que contar en primer lugar a los que constituyen su propia familia, ya sea en sentido restrictivo, lo que incluiría a sus más o menos numerosas esposas, lo que implica considerar en ese grupo a los hermanos de sus esposas y otros parientes de las mismas, además de los que constituyen su propia parentela. Es difícil saber hasta qué punto estos parientes pueden figurar en lo que hemos llamado "seguidores", o en el grupo de los que estamos llamando "nobles", ya que, indudablemente, la relación privilegiada con el Jefe, tenderá a hacer de estos parientes una verdadera "clase" o rango especial con una cierta nobleza, lo que a la larga, y dada una tendencia endogámica creciente, conducirá a la constitución de una clase social diferenciada, incluso desde el punto de vista de sus caracteres físicos.

En un escalafón diferente debe colocarse el grupo de los "servidores", que pueden estar directamente relacionados con el Jefe -pueden ser los portadores de las andas en que muchas veces se les lleva- o bien con el resto de sus esposas, familiares, etc.

La constitución de un cuerpo crecientemente "especializado" de soldados o militares, es una característica que se ofrece en las Jefaturas cuando éstas han alcanzado un cierto grado de complejidad. El cuerpo militar al servicio del Jefe es por una parte un medio para institucionalizar las reyertas intertribales de carácter tradicional, al mismo tiempo que un recurso para obtener un relativo crecimiento de los bienes redistribuibles mediante "razias" ejercidas periódicamente contra poblados técnicamente "enemigos", lo que viene, por lo tanto, a incrementar los "bienes" almacenados.

Otro sector importante de las personas "dependientes" del Jefe es el complejo shaman-sacerdote, en el que es apreciable o bien una tendencia evolutiva en el sentido de constituirse de manera cada vez más sólida un sistema eclesial o sacerdotal, con templo, rituales formalizados, etc., o bien una preponderancia de este sistema frente a un decreciente valor de los hábitos shamanísticos de carácter mágico, los cuales van a pasar a ser progresivamente más y más la práctica popular y rural del sistema de creencias de una sociedad que se hace cada vez más compleja. La naciente clase sacerdotal puede tener una relación directa con la Jefatura, hasta el punto de que el Jefe es al mismo tiempo "cabeza" de esa naciente iglesia, y cabeza del poder político, o bien puede desarrollar su propio sistema jerárquico con independencia del poder político, pero de manera paralela a él.

El templo, que en sus primeras formulaciones no pasa de ser una casa para realizar determinadas ceremonias, llegará a constituirse en ocasiones como un santuario o lugar de peregrinaciones con carácter "internacional", centro ceremonial y festivo en el que, como sabemos para el caso de un pueblo de Ecuador llamado Císcala, "tiene paz con todas las demás

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provincias y aquel pueblo es seguro a todos y allí se hacen ferias o mercado." (Alcina-Peña 1979: 289). De ahí que, en nuestra opinión, mercado y centro ceremonial internacionales se hallan asociados con el nacimiento de las jefaturas, especialmente de aquellas que están orientadas decisivamente hacia un sistema teocrático.

Finalmente, los artesanos constituyen un grupo especializado en parte al servicio del Jefe y en parte al servicio del sacerdocio y del templo ya que su principal producto, las artesanías de carácter suntuario, tienen su específica clientela en esos dos sectores de la sociedad.

De otra parte, el proceso de intensificación en la producción de las jefaturas es, probablemente, la clave para comprender el proceso de transformación de las mismas en verdaderos estados. Si el rango es la característica de las jefaturas, mientras la clase social lo es de los Estados (Sanders-Price, 1968: 115), el aumento o intensificación de la producción es la causa inmediata del aumento de la población, del aumento de productos "redistribuidos" y, por lo tanto, del poder relativo de los jefes, al tiempo que aumentan los excedentes acumulados por éstos. "Permaneciendo iguales las demás cosas, todos los sistemas de este tipo manifiestan una tendencia a pasar de las formas simétricas de redistribución (en las cuales el producto íntegro revierte sobre el productor primario) a las asimétricas ( en las que los redistribuidores retienen porciones cada vez mayores de lo que producen durante periodos de tiempo cada vez más prolongados). Finalmente, la parte retenida del excedente de cosecha proporciona al jefe o cacique los medios materiales para obligar a sus seguidores a intensificar la producción aún más |... | La contribución a la parcela redistributiva de la economía cesa gradualmente de ser voluntaria; empieza a rozar el carácter de sistema tributario y, en ese momento, la jefatura se halla en el umbral de convertirse en Estado" (Harris, 1982: 110-11).

Así como la separación entre las jefaturas avanzadas y los Estados propiamente dichos viene a ser una tenue línea, algo parecido ocurre entre la tribu segmentaria y la jefatura. Esta, según Sahlins (1972: 48) "está unida mientras la tribu segmentaria está dividida y, culturalmente, forma un todo cultural a niveles superiores en tanto que aquella tribu queda escasamente definida".

Origen y tipología de las Jefaturas: una hipótesis

El problema del origen de las Jefaturas o la determinación de los cambios que condujeron a su constitución, es uno de los que más han preocupado a los autores que se han ocupado del tema. Parece evidente que tales cambios se produjeron en las zonas donde predominaban los complejos cerealísticos y pecuarios tales como el Oriente Próximo, la Europa meridional y la China e India septentrionales. "Por desgracia fueron precisamente estos sistemas redistributivos los primeros en cruzar el umbral de la estatalidad y por ello nunca han sido directamente observados por historiadores, o etnólogos" (Harris, 1982: 113). Algo parecido tendríamos que decir, si tomásemos como base para nuestro análisis, las seis áreas en las que se desarrollan las llamadas civilizaciones hidráulicas, de acuerdo con el planteamiento de Julian H. Steward (1949), el desarrollo de Karl Wittfogel (1966) y los más recientes análisis de Elman R. Service (1984).

Desde un punto de vista evolutivo unilineal se puede suponer que los procesos que condujeron a la constitución de las jefaturas serían relativamente parecidos en varias partes del mundo y que las fases probables de esos procesos serían, como apunta Harris (1981: 319) los de: "(1)

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surgimiento de grandes-hombres (big-men); (2) surgimiento de jefes; (3) surgimiento de reyes y emperadores". Para Service muchas jefaturas deben haberse originado como consecuencia del desarrollo del intercambio regional o interregional. Cuando tales intercambios sobrepasan el nivel individual o familiar "se requiere una organización de la producción para crear un excedente para el intercambio y, recíprocamente, que lo que se recibe en intercambio pueda ser redistribuido al pueblo." (Service, 1971: 136). Esta organización es la que desarrollaría mayormente un cierto liderazgo que conduciría, finalmente, a la Jefatura.

En nuestra opinión, la aparición de los "redistribuidores", ya sean los grandes-hombres o los jefes propiamente dichos, no es la causa, sino la consecuencia de un hecho que afecta a la producción en general y especialmente a la producción de alimentos conservables y de lugares para almacenar tales alimentos. Consideramos que, al igual que se aprecia entre ciertas sociedades de cazadores-pescadores-recolectores (Testait, 1982), la capacidad de almacenar excedentes es la clave para entender el nacimiento de los grandes-hombres o de los jefes. El hecho de que algunas jefaturas, como son las de los indios del Noroeste, tengan como base un sistema económico recolector-cazador-pescador (Suttles, 1968: 56), pone de manifiesto la inoperancia de la tradicional oposición entre recolección y horticultura/agricultura y la necesidad de considerar la producción de alimentos y su "conservación*" como los verdaderos responsables, en origen, de los cambios sociales y políticos de los pueblos, que les llevan a sistemas organizativos más complejos, a una mayor densidad de población y a unas mayores desigualdades socioeconómicas.

De todo lo dicho se infiere que es una cuestión primordial considerar qué tipos de alimentos son los que, potencial mente, van a ser redistribuidos ya que, en general, los tubérculos plantean serios problemas de conservación. En las islas Trobriand sabemos que "el control de los jefes sobre el sistema de producción no era lo suficientemente profundo como para proporcionarles un gran poder. Una de las razones de ésto tal vez fuera el hecho de que la agricultura trobriandesa carecía de cereales. Como los ñames (al contrario del arroz o el maíz) se pudren a los tres o cuatro meses, el gran proveedor trobriandés no podía manipular a personas repartiendo comida durante todo el año, ni mantener una guarnición policiaco-militar permanente con sus almacenes. Otro factor importante eran los recursos libres de las lagunas y el océano, cuya explotación surtía de proteínas a los trobriandeses" (Harris, 1981: 324).

Aunque en principio la mejor manera de conservar los tubérculos es no desenterrarlos, lo que conduce inevitablemente a la imposibilidad de desarrollar las funciones gerenciales propias del sistema redistributivo, algunas variedades, en especial de la mandioca, han permitido, sin embargo, el desarrollo de técnicas de conservación y, por lo tanto, su capacidad para constituir una producción redistribuible. En efecto, la llamada yuca amarga, cuyo complicado proceso para eliminar el ácido prúsico es ampliamente conocido, permite la utilización de la harina resultante, o bien para hacer tortas de cazabe, o bien para almacenarla en esa misma forma durante mucho tiempo, pero además "tal como hoy, en determinados grupos aborígenes, el jugo obtenido del exprimido de la pulpa de yuca, pudo haber sido empleado entre las antiguas poblaciones indígenas del norte de Suramérica y las Antillas, para confeccionar condimentos de alto valor nutritivo como el cassiriripo o tocupay. Dicho jugo se concentra por evaporación y se le añaden diversas especies tales como el ají (Capsicum sp). La salsa obtenida de esta manera puede conservarse indefinidamente /.../ si está bien concentrada /.../. Se emplea esta

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salsa para la conservación y adobado de las carnes, elemento muy importante para la preservación y almacenaje de alimentos animales en las regiones tropicales, donde no es común la sal" (Sanoja, 1981: 141-42).

En nuestra opinión, la utilización de la yuca dulce en las Antillas y otras regiones de la América tropical es muy posible que haya permitido el inicio o la aparición en un estado primario de las jefaturas, pero ha sido solamente la incorporación de la yuca amarga al cultivo y por lo tanto a la dieta, k» que permitió el "despegue" de estas jefaturas ya que les proporcionó la base para la conservación, almacenaje y posterior redistribución de un complejo alimenticio como el descrito, en el que proteínas y vitaminas están perfectamente equilibradas. La aparición del maíz, en el caso de las sociedades americanas, no haría sino reforzar y llevar hasta sus últimas consecuencias el sistema de jefaturas. En algún caso, o quizás en todos, la agricultura de cereales, no desplaza absolutamente a la de los tubérculos, pero en muchos casos disminuyó la producción de éstos de manera notable.

Por consiguiente, la serie genética que hipotéticamente podemos esperar encontrar, incluiría los siguientes tipos de jefaturas: (a) sociedades con sistema redistributivo de tubérculos, sin técnicas de conservación de alimentos ni sistema de almacenaje; (b) sociedades con sistema redistributivo de tubérculos, con técnicas conservativas y sistema de almacenaje; (c) sociedades con sistema redistributivo de cereales, con técnicas conservativas y sistema de almacenaje.

La Población Taina

La oleada de cifras y métodos referentes a la cantidad de población precolombina de las Antillas, nos enfrenta con las diferentes escuelas demográficas. El valor de las cantidades ofrecidas gira desde los 7.975.000 habitantes calculados por Cook y Borah (1977), a los 100.000 habitantes de Rosenblat (1945). Si se tiene en cuenta el número de pobladores y los territorios, encontramos:

Cuba

La Española

Puerto Rico

600.000 hab

20.000 hab

400.000 hab

100.000 hab

10 a 40.000 hab

Rouse

Pichardo Moya y Rivero de la Calle

Moya Pons

Steward y Faron

Moya Pons

Las magnitudes ofrecidas se engloban dentro de los datos presentados por Sanders y Price (1968) para las Jefaturas y que giran entre 1 a 5 hab./km2.

El asentamiento no fue homogéneo, ya que la diversidad en nichos ecológicos determinó una diversificación en la actividad económica. Los emplazamientos interiores aportan una mayor

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cantidad de habitantes que los pequeños establecimientos, en su mayoría temporales, de la costa.

El Cacique

El denominado "rey", "señor de vasallos" o "cacique" rige "...desde el primer momento ciertos intereses comunes, cuya salvaguardia se entrega a determinados individuos aunque bajo la custodia de la colectividad." (Engels, 1976)

Algunos autores sitúan su origen en el estado tribal como una persona, cabeza rectora de casas o barrios. El jefe taino aglutina en sí el poder político y religioso, tal y como parecen fundamentar Service (1971) y Jones y Kautz (1981). Su función se circunscribía mayoritariamente a la organización de las actividades, muchas veces delegada o compartida con los nobles. Y será fundamentalmente entre este grupo (nitaínos), a quien se destinará la única redistribución posible.

La compartimentación y delegación administrativa de la jefatura taina supuso un conflicto entre los estudiosos del tema acerca de la verdadera identificación entre los caciques plenamente constituidos y sus subordinados directos. Cassá (1974) aventura para esto la existencia de unos Grandes Reyes por una parte y de otros pequeños caciques por otra.

Si para la isla Española distinguimos hasta cinco caciques bien enmarcados en sus territorios -Guarionex (Magua), Guacanagarí (Marien), Behechio (Xaraguá), Caonabo (Maguana) e Hyguanamá (Higuey)- en Puerto Rico sólo hallamos uno, Guaybana. La sucesiva estratificación u ordenamiento respecto a un jefe principal, como aconteció en La Española con Behechio, se basa en los vínculos matrimoniales existentes entre las jefaturas de los tainos. "El sistema de cacicazgos encontrado por los españoles sugiere la existencia de una confederación general de tribus tainas que se consideraban a sí mismas componentes de una sola sociedad..." (Moya Pons, 1973: 14).

El cacique, plenamente identificado por sus adornos y objetos especiales como el guanín, la hamaca de algodón, la vivienda rectangular o el duho, recibía así mismo diversas prebendas y privilegios (desplazamiento en andas, comer el mejor casabe... etc.). La importancia ceremonial y religiosa del cacique se encontraba sustentada, tanto en su participación directa en el rito de la cohoba, como por hallarse en posesión del cerní comunal de la aldea, o formar parte de la tradición temática cantada en los bailes o areitos.

El fenómeno de la poligamia se circunscribe exclusivamente a los nitaínos y caciques, si bien parece bastante probable su extensión al behique, dato no corroborado etnohistóricamente. La poliginia entre los caciques tainos supondría un símbolo de poder, ya que la ampliación del número de esposas requiere un "pago de la novia" a los jefes vecinos o caciques subordinados y hermanos de la consorte, por parte del rey o cabeza de la jefatura. Tal dato, ya observado por Harris en las jefaturas polinésicas, parece favorecer una cierta endogamia de grupo (Service, 1971).

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La Sociedad Taina Como Una "Jefatura

Si hacíamos hincapié en este endogamia de grupo, no podemos en ningún caso vislumbrar que de igual formar ocurra para los linajes. En anteriores trabajos planteamos la posibilidad de sustentar una organización de jefaturas sobre rasgos de endogamia de linaje, mas en el caso de los indios tainos el matrimonio con hermanas, hijas o madres no sólo se prohibía, sino que acarreaba un castigo en el orden moral, social y mágico-religioso. La organización administrativa de las jefaturas tainas posee una estructura principal de núcleos interrelacionados, desde el nivel de barrio hasta una población-capital. Las sucesivas demarcaciones derivan de un centro preeminente y organizado tal y como sustenta la teoría arqueológica y antropológica (Peebles y Kus, 1977; Service, 1971; Flaimery, 1975; Sanders y Marino, 1973). Este emplazamiento cabecera de la jefatura se agrupa en torno al cacique último y su residencia.

Como ya hemos determinado, el jefe taino sobresale del resto de la sociedad por medio de una serie de símbolos de rango y poder. Uno de los más visibles será la construcción de unos edificios particulares que destacan por su tamaño y forma respecto a los del resto de la población. El caney, -así se denomina dicha vivienda-, consta de una planta rectangular, techo a dos aguas y puerta estrecha, resguardada por una mampara. En su interior el cacique albergaba a sus parientes y allegados, y recibía la confirmación religiosa de su cargo, ya bien fuera como recinto de celebración del ritual de la cohoba, o como refugio del cerní principal.

La Sociedad Taina

Las crónicas elaboradas por los primeros españoles no dan a pie a meditar en un iniciador de linajes, si bien hallamos un culto familiar dentro del bohío hacia los antepasados, y un conocimiento de sus actos.

Los conceptos de nobleza y rango parecen ir indisolublemente unidos en el estudio de las "clases" sociales de los tainos. Los jefes tainos llevaban tras de sí una corte de nobles entre los que se establecía una jerarquización en relación a su parentesco con el cacique. Estos nitaínos eran considerados como de "mejor sangre" (Las Casas, 1909: 516). Los nobles, muy probablemente, ocuparían las cabezas de unidades gentilicias, agrupados en barrios y ofreciendo culto a cemíes familiares. Estos jefes menores podrían evolucionar, sustentados en la teoría de Service (1971), hasta conformar jefaturas subsidiarias. Diversos autores proponen unas clasificaciones respecto a estos personajes; Service afirma dicha categoría en torno a sus funciones dentro de la organización general, y Moya Pons por su vinculación familiar: parientes más cercanos al cacique en línea materna y jefes más importantes de clanes, en orden a la consanguinidad al jefe.

Los diversos grupos de linaje se reunirían en barrios bajo la autoridad de un jefe y rindiendo culto a cemíes familiares. "El hallazgo de un grupo de nobles supone un proceso evolutivo que traspone la organización tribal para dar lugar a unidades más complejas de funciones inscritas en una jefatura. " (Cassá, 1974: 137).

La identificación social de los nobles y demás personajes socialmente preeminentes se sustentaba en los adornos exteriores: joyas, plumas, pintura corporal, etc.

La calificación de naborías resulta un poco confusa en el término y la documentación antillana. Aún hoy, no parece posible determinar si se trataba de esclavos o de servidores familiares en

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el séquito del cacique, ya que, como dice Service (1971) "...la gente del estrato superior de una jefatura está colocada en rangos con respecto a cada uno de los otros".

Paralelamente a las distinciones sociales y de linaje se inicia tímidamente la situación de unos estamentos que atienden a pautas laborales. La perfección técnica de los objetos artesanales dentro de la cultura taina o el alto grado de producción agrícola, configuran unos planteamientos fiables para creer que existiera un cuerpo de operarios especializados en la elaboración de tales artefactos, en las últimas etapas de su civilización, coincidiendo con las máximas y más complejas expresiones de su evolución.

Otro personaje enriquecedor del abanico social de los tainos, lo hallamos en el especialista religioso behique, "... muchas veces, las jefaturas no sólo tienen complicados rituales, sino incluso especialistas religiosos de dedicación plena". (Flannery, 1975: 17). Su posición se equipara a la del nitaíno (vestido de lujo, poligamia y excedente de producción). Sin embargo, no controlan el monopolio del culto, ya que se encuentran supeditados al cacique en los ritos principales de la cohoba y sirven a éste como profesores de sus hijos.

La Economía Taina

El sistema económico de los tainos basa sus pilares en la producción derivada de las actividades agrícolas. El cultivo primordial gira en torno a la plantación de tubérculos como la yuca, el ají, la batata, la yahutía, la boniata, los lerenes o la guáyiga. La técnica fundamental será la del montón, lo cual implica su ubicación en nichos ecológicos en donde se preserva el cultivo de la humedad edáfica. El maíz, único cereal de la dieta taina, no alcanza los niveles productivos de la yuca. El "early Caribbean" corresponde a un maíz de raza blanda que no acarreaba una transformación previa del suelo, y que quedaba restringido a los lugares montañosos y los cañaverales.

Aunque uno de nosotros considera que el cultivo de tubérculos es anterior faseológicamente a las sociedades cerealistas (Alcina-Palop, 1984), otros autores (Denis, 1980: 35-6), opinan en sentido contrario.

Dentro del sistema económico de los tainos se desarrollaba una división del trabajo relacionada con el avance de las fuerzas productivas. Marcio Veloz Maggiolo, apoyándose en Steward y su clasificación en Tribus de Foresta, plantea el Modelo de Producción Tropical, "El enriquecimiento de la agricultura establecida ya como sistema por el Sistema de Producción Tropical, y la creación de nuevos elementos infraestructurales que incluyen terraplén , montículo, regadío en algunos casos, mecanismos de drenaje, así como una diferente organización del trabajo, y un mecanismo de circulación de los bienes de la comunidad completamente nuevo, vienen a generar una nueva fórmula mucho más desarrollada de comunidad". (Veloz Maggiolo, 1978: 180). La riqueza medioambiental del área taina parece relegar a un segundo plano el almacenaje, pese a lo cual conviene destacar la utilización de los corrales de pesca, el uso del montón y el canal de riego como forma de sobre-explotación, la técnica de la Balasson en la pesca y la confección del casabe.

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La producción artesanal significó un componente económico de lujo y de prestigio dentro de la economía taina: "... hicieron noche en un pueblo en que está el tesoro de la hermana del reyezuelo (Anacaona). Tesoro que no consiste en oro, ni plata, ni perlas, sino sólo en utensilios y cosas tocantes al uso humano, como asientos, platos, fuentes, bacas de madera muy negra, tersa y reluciente..." (Anglería, 1964: 158). El excedente artesanal en manos del cacique otorga poder y honor a la aldea por una parte, y establece la mayor reserva destinada a la compra de mujeres para el jefe, por otra.

Ante todo, el sistema de intercambio propio de las sociedades complejas apenas contornea unos rápidos rasgos en el caso de los taino. Si bien la arqueología nos ofrece evidencia de unas relaciones comerciales de cierta entidad, los cronistas no apuntan ningún dato en este sentido. El comercio entre los asentamientos costeros y los del interior parece todo un hecho, ya sea a pequeña escala, o aprovechando las reuniones temporales motivadas por la celebración de areitos y confrontaciones de pelota, etc..

Tampoco el cacique como tal, percibía algún tipo de tributo, aunque su función organizadora le diera pie a detentar parte del plusproducto general de la comunidad.

El Sistema Religioso Taino

La religión de los tainos muestra la variada coexistencia de diversas formas religiosas: chamanismo, cemiismo, totemismo, animismo, etc. Esta diversidad se plasma en los rituales, abarcando desde la sencilla práctica particular (de pequeños cemíes o cuaraciones), hasta las complejas ceremonias de la cohoba, con marcada intención social como las define Service (1971). La cohoba es un rito cerrado al cacique y los nitaínos, en el que el jefe se alza como principal actuante y que consulta las cuestiones que atañen a la comunidad (cultivo, guerra, etc.).

La unión del hombre con la naturaleza se refleja también en lo mágico-religioso, por lo que algunos actos pudieran celebrarse en plena selva. La variedad de ritos conlleva una diversificación de los "recintos sagrados". El principal rito, vinculado a la jefatura, la cohoba, se celebra en el caney o vivienda del cacique, albergue del cerní. Cassá (1974) y Abbad y Lasierra (1978) hablan de otras casas aparte, destinadas a tales fines, sin que se halle refrendo en otros datos. El culto familiar, generalmente ofrecido a los antepasados, y animista, se circunscribe al bohío plurifamiliar, sede de los linajes. La pervivencia de las costumbres ancestrales se plasmó en el uso de las cuevas naturales para ciertos actos religiosos.

En los finales de la civilización taina aumentó el ceremonialismo y la importancia del batey, uno como evolución natural de la sociedad, y otro como recinto aglutinador de la misma.

La extensa tipología de los enterramientos denota una cierta transformación de la sociedad. Según los datos, convendría distinguir: (a) Etapa cavernas (tradicionalmente más antigua) y (b) Etapa de áreas despejadas (época reciente). Y en orden al tratamiento del cuerpo: (a) Primario: de práctica menor y vinculado al cacique y (b) Secundario: propio de las familias extendidas, linajes, etc.

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A veces se han hallado restos en el suelo de las viviendas. La costumbre más revelante atañe al cacique, el cual era amortajado en su duho, rodeado de su ajuar y de sus esposas. La fosa donde reposaba se techaba con ramas, mientras los rituales funerarios concluían con la celebración de fiestas muy parecidas al "pochtlach" de los indios del Noroeste americano, y a las que asistían otros caciques vecinos.

Conclusiones

Los indios tainos pobladores de las Grandes Antillas "...parecen hallarse más cerca del nivel tribal que de lo que hasta ahora venía siendo conocido como el nivel de jefaturas o señoríos (Alcina, 1983: 78). En general, la Civilización Taina alcanza aspectos teóricamente adscritos a las Jefaturas, mas en rasgos como una redistribución elevada, una especialización organizada, o un mercado plenamente constituido, apenas logra vislumbrar unos trazos.

El retraso de las fuerzas de producción muy bien pudo ser motivado, como plantea Veloz Maggiolo, por la gran adaptación al medio natural. La importancia de la relación existente entre la complejidad organizativa de la jefatura y el conocimiento natural de ésta, parece hallar aquí el refrendo que propugnaban Peebles y Kus (1977). Es posible que tal predominio tradicional de la vegecultura diera pie a completar el desequilibrio proteínico gracias a las actividades de pesca, caza y recolección.

La sociedad taina sufría una gran metamorfosis en la que sólo "...el oficio del jefe y la organización [...] son en la ausencia del poder de coacción, el principal modo de homeostasis y control..." (Peebles y Kus, 1977). Dicho fenómeno no parece tan rígido y surgen otros personajes como el behique, el nitaíno, el naboría, el baquía... La base social hace suponer en una comunicación de esta clase:

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Para ello conviene recordar la existencia de tres importantes datos: (a) La existencia de ajuar funerario destinado al acto que hemos parangonado con el "pochtlach" de las tribus del Noroeste en Norte América, (b) La existencia de ajuar utilizado para efectuar los "pagos de la novia". (c) La posesión de cemíes regios. La competencia entre los poblados por obtener los ídolos mágicos de más poder era interesante.

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La religión abarcaba numerosas tendencias. El mantenimiento de elementos arcaicos, el ceremonialismo del jefe, la existencia del shamán, de rituales individuales, y una mayor diferencia social en la participación en diversos rituales propugna una "inestabilidad" de tipo religioso. Según la clasificación de Wallace (1966: 256) se englobaría dentro del nivel (3): sociedades de culto individual, shamánico y comunal (restringido, añadiríamos nosotros).

La marcada supervivencia de pautas tribales debió verse alterada también por ciertos apuntes de influencias, tanto de la zona sudamericana, como mesoamericana que contribuyeron a la transformación de una civilización evidentemente en transición.

Apoyados en la tipología de Steward y Faron (1959), la de Milisaukas y Steponaitis (1978) y la de Carneiro (1981) definiríamos a la jefatura Taina como teocrática, simple o mínima, aunque la dificultad y rigidez, a veces un poco imprecisa de las tipologías, obliga a ciertos estatismos mayoritariamente poco acertados.

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