La Suerte y La Muerte (Cuento)

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  • 7/29/2019 La Suerte y La Muerte (Cuento)

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    LA SUERTE Y LA MUERTE

    (Cuento)

    Conoc a Edgardo Palacios de un modo totalmente casual. Estaba sentado yo en un

    bar con mi amigo Arnoldo Cabeiro , cuando se acerc a nosotros un hombre,

    desconocido para m, que salud cortsmente a Arnoldo. Este se levant y lo abraz, alpunto que deca, casi gritando: Cunto tiempo sin verte, Edgardo. Enseguida hizo las

    presentaciones y lo invit a sentarse.

    Era casi de noche. Comenzaba ese espacio de tiempo que se puede bautizar con el

    nombre de tiempo perdido. Mi amigo no dejaba de palmear a Edgardo, sonriendo

    complacido de reencontrarse con l.

    Llamamos al mozo y pedimos otra vuelta de ginebra. A medida que sta se acababa

    reiterbamos el pedido, as que empezamos a chispearnos un poco. Yo, mientras tanto,

    observaba a Edgardo con atencin, no sin dejar de ver que un cierto velo de tristeza le

    cubra el rostro. De pronto Arnoldo dio una palmada en el hombro de Edgardo y espet:

    -Y vos, siempre con tu buena suerte?

    -Es terrible! musit mientras se le acentuaba en el semblante el dejo de tristeza.-Cmo terrible? se quej mi amigo. Dios me diera a m la mitad de la suerte que

    siempre te acompaa! O es que se ha quebrado?

    -Oh, no, al contrario! Por eso digo que es terrible. No hay modo de cortar la suerte.

    Haga lo que haga, as cometa el crimen ms horrendo

    -Crimen!? le cort Arnoldo- Lo dirs por decir

    -No, no lo digo por decir. Cuando digo crimen debs tomarlo textualmente y recalc-

    Haga lo que haga, as cometa el crimen ms horrendo, todo me sale bien.

    A todo esto yo ya estaba tremendamente picado por la curiosidad, pero no me atreva

    a abrir la boca por temor a interferir la conversacin y cambiarla impensadamente de

    curso, a si que, muy callado, segua atentamente la palabra de ambos, sobre todo la de

    Palacios.

    -No puedo creer que seas capaz de cometer un crimen dijo Cabeiro.

    -Paso a contarte replic Edgardo.

    Lo que sigue es su relato.

    -Mi vida comenz a cambiar desde que recib el pirul de la suerte. Hasta ese momento

    (tena yo veintids aos) todo en mi vida haba sido una cadena de desastres: mi novia

    me haba dejado por otro, haba perdido sucesivamente tres empleos y haca ya seis

    meses que estaba vacante sin poder conseguir ocupacin. Los amigos me evitaban no

    se sabe por qu. Mi nica compaa, el perro que tena en casa, falleci

    misteriosamente. Hasta en las ollas populares, donde acuda para poder comer, losmenesterosos me miraban de reojo y evitaban conversar conmigo. Una de esas amargas

    noches, a pesar del fro, me puse a vagar por la ciudad sin rumbo fijo. Me resista a

    acostarme pues, de cualquier modo, no poda conciliar el sueo y pasaba gran parte de

    la noche en vela meditando sobre mi desastrosa suerte.

    Al dar la vuelta una esquina en una zona de callejas estrechas y pobres, desconocida

    para m, choqu con una mujer, una vieja con el rostro hecho una pasa. Le rogu mil

    perdones en el tono ms humilde que pude balbucear. La vieja me mir sonriente y, del

    modo ms amoroso y dulce me dijo:

    -Ven conmigo, hijo mo, te invito a tomar una taza de caf; ven a mi casa, all te

    podrs calentar un poco; sta no es noche para andar al aire libre, y me tom del brazo.

    La segu como un autmata. Me llev por unas callejuelas de aspecto triste ydesolador hasta llegar a una pobre pero graciosa casita de madera donde me introdujo

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    empujndome maternalmente por la cintura con ambas manos. Encendi la luz, una luz

    verde muy agradable y me hizo sentar en un silln de mimbre con almohadones.

    -Enseguida vuelvo, me musit sonriendo levemente y se dirigi hacia la cocina a

    preparar el caf que me haba prometido. Mir a mi alrededor y vi, delante de m, una

    mesita de mimbre que haca juego con el silln donde estaba sentado, a un costado, un

    gastado espejo, junto a l, un aparador de vieja edad, detrs de m, un vetusto calorferode querosn caldeaba el ambiente. Del otro lado, tres sillas de paja y gastadas por el

    tiempo, pero lindamente pintadas de verde claro. En general, el ambiente era clido y

    acogedor, de tal modo que comenc a sentirme bien, tan bien como no me haba sentido

    en los ltimos meses llenos de desgracias y sinsabores.

    -Al rato apareci la vieja con una taza humeante de caf y un plato con bollitos de ans.

    Puso todo sobre la mesita de mimbre y se acomod frente a m en una de las sillas de

    paja.

    -Beb y com me dijo con voz suave y dulce beb. El caf estaba bien caliente y

    dulce, los bollitos, exquisitos. Cuando acab el caf la anciana me mir con su

    caracterstica dulzura y me dijo:

    -Contame qu te pasa. Se nota que sos desdichado y, para calmar la amargura, no haynada mejor que echarla afuera, compartirla con alguien; eso alivia y tranquiliza el

    nimo, lo cual permite buscar remedio a la situacin.

    -No pude aguantar y me ech a llorar. La vieja me acarici la cabeza y me fue calmando

    con frases tan bondadosas como no recordaba otras desde la muerte de mi madre. Me

    fui calmando y luego le abr mi corazn, le narr todas las desgracias de los ltimos

    meses. Cuando conclu mi relato qued bastante aliviado. Ella se dio cuenta del cambio

    y me dijo:

    -Viste, hijo mo, cmo te has calmado? Ya te noto de mejor semblante. Ahora veamos

    cmo podemos llamar a la buena suerte.

    -De qu manera?-le pregunt.

    -Yo tengo una forma, pero tiene un riesgo

    -No importa, dgame cul es el riego.

    -Hay dos posibilidades: que venga la buena suerte o que contine la mala.

    -La mala ya la tengo.Qu ms da que contine? Probar no cuesta nada y puede venir la

    buena, aunque creo que a m jams podr tocarme.

    -No seas pesimista, hijo mo. Prueba.

    -Probar.

    -As me gusta, hijo!

    -Qu debo hacer?

    -Esper, dijo levantndose y yendo hacia el interior de la casa. Luego de un rato

    apareci trayendo unos puntiagudos chupetines pirul, los puso delante de m y dijo:-Eleg el que ms rabia te d. La suerte decidir tu destino. Que Dios gue tu mano!

    Qued indeciso frente a los chupetines pensando: cmo un simple pirul puede llegar

    a cambiar mi vida? Es sabido que los pirules tienen un palito que, bajo el caramelo,

    encierra un papelito escrito que augura la suerte futura del que lo saca, luego de

    consumir el caramelo que lo cubre. Conoca esto desde mi ms tierna infancia, pero

    siempre lo haba considerado un inocente juego. Y he aqu que la vieja me deca que de

    ese juego poda depender mi suerte futura. Qu ms da? , me dije, no cuesta nada

    probar. Ya iba a levantar la mano para tomar un pirul color dorado, cuando la anciana

    hizo un gesto con la mano y me detuvo.

    -Eleg convencido de que te va a ir bien. Desealo profundamente. Eso tiene mucha

    importancia

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    -Pens en todas las penurias pasadas y logr desear intensamente un futuro colmado de

    dicha. Cuando volv a posar la vista sobre los pirules, eleg el de color verde

    (esperanza! pens) Cuando lo tom, la vieja me dijo:

    -Debs chuparlo normalmente, sin apurarte para conocer el mensaje. No importa que

    tardes. La paciencia es una virtud que favorece la buena suerte.

    -Hice como me dijo. Sabore el pirul lo ms despaciosamente posible. Era dulce perono sabra decir cual era su verdadero sabor. Pareca, ms bien, una combinacin de

    varios gustos: tan pronto pareca frutilla, enseguida grosella, luego algarrobo, tras cartn

    vainillay no s cuantos sabores ms. Slo cuando estaba a punto de concluirlo sent

    como un leve amargor, pero pens que deba ser por la presencia del papelito con el

    mensaje. Para que ste no se rompiese yo pasaba la lengua lo ms suavemente posible,

    para derretir lentamente el resto del caramelo. Cuando acab puse mis dedos sobre el

    papelito enrollado con el fin de sacarlo, pero la vieja me alert:

    -Sacalo con cuidado! Es importante que el mensaje salga entero. Si lo dejs secar ser

    mejor. La paciencia es la madre de las virtudes. Cuntas vidas se estropean por la

    impaciencia! Vos no lo sabs pero yo s. Tengo la experiencia del mundo!

    -Ante estas palabras y el gesto bondadoso pero firme con que la anciana habaacompaado su consejo, qued asombrado. Iba a dejar el palito sobre la mesa a la espera

    de que se secara, pero la vieja me detuvo con un gesto diciendo:

    -No lo sueltes! Es importante que lo conserves en tu mano hasta el final. Eso hice pero,

    para apurar el secado, lo empec a soplar.

    -No!, aconsej la anciana, acordate que la impaciencia es la peor enemiga de la buena

    suerte.

    -Tuve el palito largo rato entre mis dedos sin atreverme a hacer nada ms y esperando

    que ella decidiera qu convena hacer. Esta torci la vista hacia el aparador donde haba

    un viejo reloj de cobre.

    -Falta algo menos de media hora para las doce de la noche. Convendra esperar, ya que

    es hora propicia para la magia y el encanto.

    -No tuve ms remedio que esperar, a pesar de que, a esa altuea, ya me carcoma la

    ansiedad. Fueron minutos que transcurrieron lentos para m. La vieja, mientras tanto,

    me sirvi otro caf y me habl de los mil aspectos de la magia, pero yo no recuerdo

    absolutamente nada de aquello, ya que slo estaba pendiente del reloj, lo que me haca

    parecer ms larga la espera. No obstante el tiempo pas y llegaron las doce de la noche.

    El reloj de cobre marc esa hora con un campanilleo muy pausado. Cuando son el

    ltimoting la anciana me inst a abrir el papelito, pero me dijo:

    -Hacelo con mucha calma, tratando de que no se rompa el papel.

    -A m me temblaban las manos, tan nervioso estaba. Abralo usted - le dije- A mi se me

    va a romper.-No! Tens que ser vos mismo. Yo no debo interferir en tu suerte. Si lo sacara yo todo

    cambiara, porque sera mi suerte y no la tuya.

    -De pronto pens: A qu tanto nerviosismo si esto no es ms que un inocente juego de

    nios? En el papelito estar slo aquello que primitivamente escribieron sobre l. Esa

    leyenda no podr cambiar de ningn modo. Mientras esto pasaba mir el palito y vi que

    el borde del papelito se haba desprendido por si solo. Acerqu mis dedos y, lo ms

    suavemente que pude, fui tirando de ese borde. La hojita de papel se desprendi con

    suma facilidad y pude leer lo que deca en letra menuda: desde este instante la buena

    suerte te acompaar. Lo repet en voz alta para que se enterara la vieja. Ella me

    palme el hombro con suavidad y me dijo:

    -Hijo mo, sos un elegido de la suerte. Tu vida cambiar, no lo dudes. Ahora debes irte atu casa y hacer tu vida de costumbre seguro de que pronto tendrs buenas nuevas.

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    -Bes a la anciana como hubiera besado a mi madre de haber vivido. Me acompa

    hasta la puerta y me indic cmo salir de ese laberinto de callejuelas. Camin hasta la

    primera avenida (la avenida X) desde donde pude orientarme y tomar el camino hacia

    mi casa. Al llegar me acost enseguida, pero no pude conciliar el sueo. Cada tanto oa

    las campanadas del reloj de la iglesia cercana. En mi puo tena an el papelito del

    pirul que, supuestamente, auguraba mi suerte prxima. Me levant con intencin detirar el dichoso papelito cuando, en vez de eso, mi mano lo aferr ms fuertemente. Yo

    me asombr pues haba sido un acto involuntario. Encend la luz y me acerqu con

    cuidado al estante de donde tom un libro y puse el papelito entre sus hojas.

    Ser cierto pens- que va a acabar esta espantosa vida que llevo? Mis ojos

    recorrieron toda la habitacin. De pronto, en el piso, al lado de la puerta de entrada,

    divis algo blanco. Me acerqu y mir. Era un sobre dirigido a m. Lo abr presuroso:

    era de una de las empresas que yo haba visitado solicitando empleo. Me citaban para

    una entrevista con la posibilidad de ser aceptado como empleado. Me puse contento y

    pens: La vieja haba dicho que mi vida comenzara a cambiar y pareca estar

    sucediendo ya. Sera cierta la prediccin del pirul? Me re de mi mismo. Eso era algo

    normal. Haba estado en tantos lugares pidiendo trabajo que no era nada raro quealguien contestara; adems, todava no saba si me iban a tomar, aunque, de cualquier

    modo, ya el hecho de que alguien me citara, resultaba auspicioso y me dije que lo mejor

    que poda hacer era dormir y as poder presentarme al da siguiente descansado y

    prolijo. Me volv a acostar cuando el reloj de la iglesia daba las tres de la maana. Casi

    enseguida me qued dormido.

    -Me despert a eso de las diez de la maana completamente restablecido y sereno.

    Desayun con apetito lo poco que me quedaba de provisiones. Saqu del ropero el traje

    de salir que todava conservaba en buen estado, lo cepill escrupulosamente, me afeit y

    me pein, me puse el traje y sal rumbo al posible nuevo trabajo.

    -Era una fbrica de motores elctricos. Me atendieron con suma cordialidad y me

    ofrecieron un empleo de oficinista con un sueldo bastante pasable: eso para comenzar,

    pues agregaron que, segn mi desempeo, podra progresar.

    -A los dos meses me promovieron a una categora superior y me aumentaron

    considerablemente el sueldo. Todo esto contribuy a calmar mi nimo. As vala la

    pena vivir! Cuid mucho ms mi aspecto personal. Compr ropa nueva. Sola ir a cenar

    a un restaurante, sino de primera categora, muy bien puesto y de excelente comida.

    Siempre tena dinero en el bolsillo.

    -Cierto da, paseando por el centro, pas frente a una casa de juego y lotera. Vi un

    cartel que rezaba: Salga de pobre pruebe su suerte aqu. Vamos a probar, me dije,

    por si la vieja tena razn. Compr un billete. Al fin de semana consult los resultadosen el diario. Mi asombro fue enorme. Haba sacado nada menos que el premio mayor!

    Desde ese momento abr una cuenta bancaria, pero no par all mi suerte. A la semana

    siguiente volv a jugar y a ganar. Segu jugando y continu ganando. Mi cuenta bancaria

    haba trepado ya casi al milln.

    -Renunci a mi puesto en la empresa. Comenc a darme una vida de bacn. Me fui de

    mi antigua y estrechsima casita y compr una casa con parque y piscina. Empec a

    viajar por el mundo. Prob a jugar en otros pases y all donde lo haca ganaba siempre

    premios importantes. Me alojaba en los hoteles ms lujosos y coma en los ms

    caracterizados restaurantes. Abr cuentas bancarias en varios pases. Lleg un momento

    en que no saba ya a cuanto ascenda mi fortuna exactamente.

    -No slo me fue bien con el juego, sino tambin con las mujeres, lo que desmenta elviejo adagio sobre la relacin del juego con el amor. Mujer que se me antojaba, mujer

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    que consegua. Y no se crea que era por mi fortuna. He conseguido mujeres a capricho

    en los ms apartados rincones de diversos pases, lugares donde nadie me conoca.

    Llegaba a una ciudad o un pueblo, vea en la calle alguna mujer que me agradaba, la

    abordaba y, al rato, me segua hasta donde quisiera llevarla y, caso curioso, ninguna me

    peda regalos costosos. Yo slo les llevaba flores silvestres y ellas se declaraban tan

    encantadas como si hubiera puesto un mundo a sus pies.

    -Pero todo esto comenz a cansarme. No tena el ms mnimo contratiempo en todo lo

    que haca. Lo que me propona lo lograba enseguida. Esto que, para cualquier mortal

    sera la mxima felicidad, a m comenz a resultarme la cosa ms tediosa del mundo.

    No es que deseara que me fuera mal, no, pero quera conseguir las cosas realizando

    esfuerzos, venciendo dificultades, poniendo a prueba mi inteligencia y habilidad; pero

    no: todo lo lograba como por arte de magia ni bien proponrmelo. La vida, as, tan fcil,

    pierde su gracia y atractivo.

    -En este trance me acord de la anciana que me haba iniciado en el sendero de la buena

    suerte y decid visitarla para ver si ella poda cambiar en algo esta monotona

    eternamente favorable. Me encontraba por entonces paseando por Europa. Tom elprimer vuelo que pude conseguir hacia Buenos Aires y retorn. Ni bien llegado me

    dirig hacia aquel pobrsimo barrio en que viva la anciana. Yo saba que estaba cerca de

    la avenida X y la calle Y. Hacia all me dirig, pero, por ms que busqu en todas

    direcciones, no pude encontrar el consabido barrio. Despus de mucho caminar por aqu

    y por all, pregunt a un canillita. Me mir asombrado:

    -Aqu nunca existi un barrio tan pobre y de calles tan estrechas como usted lo pinta

    me dijo en tono terminante.

    -No obstante, segu buscando durante un largo rato pero infructuosamente. Al fin,

    rendido ya, abord un taxi y me alej hacia mi casa. Dems est decir que esa noche no

    pude dormir, ni lo intent siquiera. Me puse a meditar: lo que haba sucedido no poda

    ser un sueo y, sin embargo, ese barrio no exista en la realidad o habra existido, pero

    slo para m y en su momento y ahora, tal vez, no poda recrearse? Quizs haba sido

    nada ms que una oportunidad otorgada por eso que llamamos destino. Me tom la

    cabeza con ambas manos y me dije: ya estoy desvariando, Dios mo! Tom una copa

    y encend un cigarrillo. Me fui calmando, aunque no del todo. Sin embargo no me

    acost. Me pas la noche cavilando sobre mi vida tan llana y carente de altibajos. Yo

    quera que se produjera un cambio en tan tediosa existencia. Quera que algo me

    saliera mal para poder luchar contra ese algo. Despus de todo la vida es lucha y

    cuando sta falta, se hace inaguantable. Ni un error, ni una falla, todo justo, todo a

    pedir de boca..! Entonces pens: Tengo que proponerme algo malo para ver que pasa

    si, a pesar de obrar mal, la vida me sonre igual-Esper con ansia el da siguiente. Desayun, me arregl y sal a la calle, me detuve en

    la esquina para cruzar, frente a m, el semforo en rojo. Cerr los ojos y avanc igual.

    Sent el agudo sonido de las bruscas frenadas a mi izquierda. Abr los ojos: el semforo

    estaba en verde y el agente le llamaba la atencin a varios automovilistas. Luego se

    acerc a m y me pregunt cordialmente si me encontraba bien. Asent con la cabeza y

    me alej presuroso. Pas por una juguetera con el escaparate sin vidrios. Los juguetes

    estaban amontonados y al alcance de la mano. Ostentosamente tom dos juguetes y me

    alej lentamente, pensando que el dueo o algn dependiente se me vendran encima.

    Nada! No me haba visto nadie! Volv sobre mis pasos y repuse los juguetes. Se me

    acerc el juguetero con una gran sonrisa en su rostro: Gracias, seor, muchas

    gracias! Crey que se haban cado y yo le haca el favor de recogerlos. Le sonretristemente y me alej. Desesperado me acerqu a la plaza y me sent en un banco,

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    saqu un cigarrillo y lo encend. Pasaba el diariero, compr el diario y me puse a

    hojearlo. Como al acaso vi el aviso de una exposicin de joyas. Tom un taxi y hacia

    all me encamin. Entr. Por todas partes haba alarmas. Aqu no me puede fallar, me

    dije y tom un anillo con un hermoso diamante. La alarma no son y pude salir del local

    sin que nadie me molestara.

    -Ya no poda dudar: hiciera lo que hiciese siempre sala bien librado. Y si cometieraun asesinato?, me dije. Sera capaz? No. Imposible! Desech la idea

    sin embargo, a cada rato volva a atormentarme. Tens que hacerlo! Hay que

    probar! me deca una voz interior. Yo sacuda la cabeza, pero la idea volva a

    apoderarse de m. No deca yo, robar es una cosa, pero matar..! Sin embargo la idea

    no me abandonaba y se me presentaba de esta manera: tiene que ser un asesinato no

    calculado ni planificado, algo improvisado. Es la mejor manera de comprobar si

    contina la suerte. Tanto me martill esa idea que se fue haciendo carne hasta

    parecerme una prueba tal vez necesaria. Si no probaba no poda averiguar si mi suerte

    era inmutable o no. Pero aqu, en mi Patria. Cmo voy a matar a un compatriota!

    -Despus de esta expresin de nacionalismo segu meditando: Adems tiene que ser un

    pas donde la polica sea muy eficiente : en Pars o en Londres: la Suret o ScotlandYard.Me decid por Pars, pues me manejo mejor con el idioma. Al da siguiente ya

    estaba volando hacia Pars. Apenas llegu me instal en un hotel confortable pero no

    lujoso. Al rato ya estaba paseando por la ciudad. Cuando me quise acordar ya estaba

    recorriendo las orillas del Sena. Vi a un joven al borde del ro mirando un velero que se

    alejaba. Mir a mi alrededor: haba testigos. Me acerqu por detrs del joven y lo

    empuj, cay a las aguas y la corriente lo arrastr rpidamente sin darle tiempo a nada.

    La gente se amonton sobre la costa. Qu accidente terrible!-dijo uno de los

    curiosos. Accidente? acot otro- no, no fue accidente Zas, me dije yo, ste me vio y

    me va a descubrir. Fue un suicidio concluy el hombre. Si, si, fue suicidio dijeron

    varias voces.

    -Yo no poda creerlo. Otra vez sala impune y, esta vez, con un asesinato! Me alej

    acongojado, volv al hotel, recog mis cosas y vol hacia aqu. Desde entonces no tengo

    consuelo. Con semejante crimen en mi conciencia y recibiendo siempre los halagos

    infaltables de la buena suerte. Dos meses atrs reun todo el dinero de mis cuentas

    bancarias de Buenos Aires, fui a Mar del Plata, me met en el casino y puse todo al

    cero Quieren creer que sali el cero!? Quise seguir jugando y no me lo permitieron.

    Ustedes seguramente se habrn enterado por la prensa escrita, radial o televisiva ya que

    no hubo medio de difusin que no lo haya repetido una y mil veces.

    Efectivamente, haca justo dos meses que los diarios y dems medios de informacin

    Haban difundido con grandes titulares la extraordinaria noticia que destacaba al

    multimillonario Palacios haciendo saltar la banca de la ruleta en el casino de Mar delPlata.

    -Esta es mi historia termin diciendo Edgardo. Sac un paquete de cigarrillos y nos

    convid. Fum despaciosamente su pucho sin proferir palabra, llam al mozo, pag la

    cuenta y se despidi de nosotros con un velo muy triste en su rostro.

    Pasaron varios meses durante los cuales no volv a ver a mi amigo Cabeiro ni al

    desconcertante Palacios, aunque frecuent el bar donde nos habamos encontrado. El

    relato de Edgardo me haba dejado muy impresionado y ansiaba saber qu era de su

    triste humanidad. No obstante pas mucho tiempo hasta que volv a saber de l.

    Tal vez un ao despus del encuentro que acabo de relatar, me levant una maana y,

    mientras desayunaba, comenc a hojear el diario como es arraigada costumbre ma y detantos otros mortales. Lo primero que me llam la atencin fue un titular policial en

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    primera pgina: HOMBRE ASESINADO CON FUERTE VENENO y, como subttulo:

    Conocido millonario detenido como presunto asesino Era amigo de la vctima

    Yo no soy muy afecto a las noticias policiales, pero aquella me impresion de tal

    modo que busqu rpidamente la pgina interior donde se desplegaba el relato

    minucioso. Hice un primer recorrido rpido por las columnas del artculo y alcanc a

    ver, destacado en negrita, el nombre de Palacios as como un caracterizado millonarioTragu, ms que le, la nota. Esta rezaba:

    El seor Tristn Fragoso, ciudadano de 32 aos, fue encontrado muerto en su

    domicilio. Su cadver apareci sentado en una silla de la cocina y, la parte superior del

    cuerpo, apoyada sobre una mesa redonda donde haba dos vasos y una botella de licor,

    de whisky para ser precisos. El cadver fue descubierto por la mujer que se ocupa de la

    limpieza en la maana del l6 de octubre (estbamos a da l7)

    Segn declar el mdico forense, el deceso se habra producido, aproximadamente,

    entre las 22 y las 23 horas del da anterior. La polica, que se hizo presente en forma

    inmediata, realiz una inspeccin minuciosa del lugar del hecho. Sobre la mesa haba

    una botella de whisky y dos vasos: uno de ellos tena las huellas digitales del occiso, el

    otro, junto a las suyas, las de un presunto desconocido que prontamente fue ubicado: setrata nada ms ni nada menos que del multimillonario Edgardo Palacios. A simple vista,

    este solo motivo no basta para encartarlo en el asesinato de su amigo ( pues era su

    amigo, segn confes a la polica una vez detenido) Interrogado, confes haber estado

    con su amigo desde las 20 hasta aproximadamente las 23 del da l5 de octubre. Segn

    declar, lo estuvo acompaando porque su amigo padeca una fuerte depresin anmica

    debido a los desastres de su vida matrimonial recientemente finiquitada ya que acababa

    de ser abandonado por su joven esposa. El seor Palacios afirm asimismo que su

    amigo Tristn Fragoso habale manifestado varias veces la decisin de acabar con su

    vida. De ser cierta esta aseveracin, beneficiara la situacin legal del millonario, pues

    dara pbulo a la suposicin de suicidio. No obstante, hay una serie de indicios

    detectados por la polica, que lo incriminaran seriamente, entre ellos, el hecho

    comprobado de que el occiso era fuertemente deudor de Palacios, quien le habra

    prestado considerables sumas de dinero.

    Entre los vecinos hubo varios que lo vieron entrar. Aunque difieren un tanto en la

    hora, coinciden en que fue entre las l9,45 y las 20,l5. El nico testigo que lo vio salir,

    asegura que ello sucedi exactamente a las 23,20, lo que contradecira lo dicho por

    Palacios, quien asegura que sali alrededor de las 23. De ser cierto lo dicho por el

    testigo, el millonario habra estado dentro del departamento de Fragoso en el horario del

    deceso que, segn ya consignamos, el forense asegura haber tenido lugar entre las 22 y

    las 23. Estos son los hechos que hemos podido averiguar. El secreto del sumario nos ha

    impedido acceder a mayores datos. De cualquier modo, la situacin de Edgardo Palaciosresulta extremadamente comprometida. En prximas entregas trataremos de mantener

    debidamente informada a la opinin pblica

    Aqu finalizaba la nota periodstica. Me qued de una pieza! Y reflexion: Ser

    cierto que Palacios haba matado a su amigo? Era probable pues, segn su propio relato,

    ya tena una muerte en su haber y no sera extrao que, segn su estado de nimo,

    probara otra vez para ver cmo le sala.

    En este punto de mis meditaciones me acord de Arnoldo que, junto conmigo, haba

    sido receptor del relato de Palacios. Tom el telfono y lo llam a su casa. Por suerte

    an no haba salido rumbo a su empleo. Con pocas palabras nos entendimos (l tambin

    acababa de leer la noticia) Quedamos en vernos a las 20 en el mismo bar donde Palacios

    nos relatara su ventura y desventura

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    Quince minutos antes de las 20 llegu al bar. Me sent a una mesa que daba sobre la

    vidriera y esper ansiosamente a mi amigo mientras sorba un caf. A la media hora

    apareci Cabeiro con rostro en el que se trasuntaban la tristeza y la contrariedad. Me

    tendi la mano y se sent frente m.

    -Qu opins? pregunt.

    -Me resulta difcil, sino imposible, creer que Palacios haya matado a sangre fra a unamigo como Fragoso que le era tan querido.

    -En el diario dice que le deba mucho dinero.

    -Por eso mismo no lo creo, porque a Edgardo no le importaba ya el dinero. Estoy seguro

    que las sumas que le prestaba las consideraba una donacin. Yo creo ms en el suicidio

    como consecuencia del desbaratamiento de su matrimonio que vino a culminar una serie

    de desgracias en la vida de Fragoso, entre las cuales se cuenta la quiebra de su negocio.

    -Pero ni con ayuda de Palacios se poda sostener?

    -As era, en efecto: tanto como a Edgardo le sonrea la suerte en todo, a Fragoso le era

    por dems adversa. En los ltimos tiempos no haba paso que emprendiera en su

    actividad que le saliera bien, y su vida conyugal era, a su vez, un desastre. La nica

    suerte es que el matrimonio no tiene hijos.-Es curioso dije- cmo dos hombres con suertes opuestas vivan, a la par, tristes y

    deprimidos.

    -S contest- Parece que la monotona es la causa de muchos males. Es probable que el

    hombre necesite vivir en cambio perpetuo. Tal vez en la variacin de situaciones resida

    la sal de la vida.

    -Pues ahora respond- Edgardo estar contento pues est sucediendo lo que l quera.

    Parece no sonrerle ahora la suerte.

    -Pero la desgracia est en que l, seguramente, no es culpable. Yo, por lo menos, estoy

    seguro de ello.

    -Mir que el estaba obsesionado por cometer un crimen y ser descubierto

    -Pero record que no quera matar a un compatriota y creo que, menos an, a su mejor

    amigo.

    -Y qu penss hacer ahora?

    -Cuando se levante la incomunicacin ir a visitarlo a la crcel. Quiero saber de sus

    labios la verdad.

    En fin: nuestra conversacin gir durante largo rato alrededor de los mismos

    problemas. Eran poco ms de las diez de la noche cuando nos separamos con la promesa

    de volver a vernos luego que l lograra entrevistar a Palacios.

    Pasada casi una semana, Cabeiro no me haba llamado. Decid tomar la iniciativa. De

    maana lo llam a su casa. Me atendi su seora. Me dijo que su marido haba ido muyde maana, precisamente, a visitar a Palacios. Tan pronto lo vea le rogu- avsele que

    me llame, por favor. Voy a dejar conectado el contestador, pues temo que no me

    encuentre. Tambin puede llamarme a la oficina.

    Pas el da en mi empleo en un estado de ansiedad extrema. Por fin, a eso de las seis

    de la tarde, llam Arnoldo y quedamos en vernos, en el ya reiterado bar, a las siete.

    Nuestra entrevista fue breve. Mi amigo me dijo que Palacios se declaraba inocente,

    pero que no pensaba defenderse, pues crea que todo era cuestin de suerte. Que, hasta

    aqu, la suerte lo haba acompaado y ella misma decidira si iba a seguir o no a su lado.

    A pesar de su gran fortuna no pensaba contratar un abogado defensor (le designaran,

    seguramente, uno de oficio) El no se opondra. Su declaracin se limitara a repetir lo

    que ya, en primera instancia, haba relatado al juez, pues no era ms que la verdad sobrelos hechos. Para l, su amigo se haba suicidado abrumado por los malos negocios y por

  • 7/29/2019 La Suerte y La Muerte (Cuento)

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    el abandono de su mujer. Precisamente l haba estado esa noche con Fragoso para

    calmarlo y ofrecerle ayuda una vez ms y todas las veces que fuera necesario.

    Qued azorado. No poda creer que, pudiendo contratar al mejor abogado del foro,

    decidiera no defenderse. Ello equivala poco menos que a un suicidio pues, segn se

    comentaba en la prensa escrita, radial y televisiva, haba una maraa de hechos que lo

    acusaban.El juicio se celebr el el 16 de noviembre de l9.. Sera uno de los primeros juicios

    orales y pblicos que se sustanciaran en Buenos Aires despus de aprobadas las

    reformas al Cdigo Penal, de hecho, el ms importante de los pocos que haban tenido

    lugar hasta entonces por delitos de menor envergadura.

    El juicio fue breve. La acusacin present innumerables pruebas y testigos que

    dejaban muy mal parado a Palacios. Entre esas pruebas, adems de las ya mencionadas,

    se encontraba la de haber hallado la polica en casa del acusado, en un galpn, una lata

    conteniendo el mismo veneno que Fragoso haba ingerido junto con el whisky. Pese a

    que Palacios declar que ese era el veneno que se usaba normalmente en su casa para

    matar ratas, el hecho de que el veneno fuera el mismo, pes en su contra en el parecer

    de los representantes de la justicia.La parte acusadora present dos nuevos testigos: uno, la propia esposa de Fragoso

    quien declar que jams haba pensado en abandonar a su marido, sino que,

    simplemente, fue a pasar unos das en casa de una amiga que viva en Olivos. Otro, la

    propia amiga que corrobor todo lo dicho por aqulla.

    Conclusin: se lo declar culpable y se lo conden a la pena mxima: reclusin

    perpetua, lo que significaba en la prctica, aun en el mejor de los casos, entre 20 y 25

    aos de prisin.

    Una vez concluido el juicio, mi amigo y yo nos acercamos a un bar de las

    inmediaciones con el nimo por el suelo. All pasamos el resto de la noche sin podernos

    consolar mutuamente. Bebimos varias copas, tomamos cualquier cantidad de caf, nos

    fumamos dos atados de cigarrillos y, al amanecer, nos despedimos con una honda

    tristeza en nuestros rostros.

    Pasado un mes de estos aciagos hechos, estaba una noche frente al televisor mirando

    una pelcula para distraerme cuando, de repente, cortaron la proyeccin de la misma

    para pasar un flash informativo. Esto no me sorprendi, ya que es un hecho habitual,

    pero qued anonadado con la noticia: Edgardo Palacios haba puesto fin a su vida en la

    propia celda del penal colgndose con las sbanas de la cama.

    Cuando pude moverme, pues qued un largo rato literalmente paralizado, llam a

    Cabeiro y le transmit la noticia.

    -Acabo de orla, me musit en un soplo.-Podemos vernos -le propuse.

    -No tengo nimo -me dijo en un hilo de voz y me cort.

    Eplogo

    Tres meses despus del suicidio de Edgardo, apareci en la primera plana de los

    diarios una noticia bomba. La muchacha de la limpieza de la casa de Fragoso, la misma

    que haba encontrado su cadver, haba hallado, bajo un mueble de la cocina, una nota

    de puo y letra del occiso dirigida al juez de turno, donde manifestaba la decisin de

    eliminarse por voluntad propia, dejando constancia escrita de esta decisin para que no

    se culpara a nadie de su muerte.

    Se supona que Fragoso haba dejado el sobre con la nota encima de la mesa, en lugarvisible, pero que un golpe de aire que sopl desde la ventana (los policas recordaron

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    que, al apersonarse por primera vez a la vivienda, percibieron que la ventana estaba

    abierta) arrebat la carta de la mesa y la envi bajo el mueble. All estuvo durante varios

    meses hasta que la muchacha la encontr, de pura casualidad, al pasar la escoba.

    Jorge Prieto Barrs

    [email protected] web www.jorge-prieto-barros.com.ar

    mailto:[email protected]:[email protected]:[email protected]