La tentación populista

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  • 7/27/2019 La tentacin populista

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    La tentacin populista

    Carlos Melndez

    Si existiese una medicin de democracia aplicada a jefes de Estado, nuestro

    Presidente Ollanta Humala hubiese bajado varios niveles en estas ltimas semanas.Un Ejecutivo que se mantiene en tensiones con organismos de control (Defensora

    del Pueblo), que da rdenes a magistrados que velan por la constitucin (Tribunal

    Constitucional), cuyo gobierno no atiende las demandas de la sociedad civil

    organizada al momento de legislar (Ley de Servicio Civil) y que evade su

    responsabilidad como presidente de UNASUR al no dialogar con la oposicin de un

    pas miembro (Henrique Capriles), ha deteriorado severamente sus aspiraciones de

    demcrata.

    Las vicisitudes de Humala son comunes en Amrica Latina, lamentablemente. Los

    retos de la democracia en la actualidad son distintos de los de dcadas pasadas. Ya

    que la democracia electoral est ms o menos garantizada a lo largo del continente,no se puede decir lo mismo del respeto a la institucionalidad y al pluralismo poltico.

    En relacin con el primer aspecto, el politlogo Kurt Weyland grafica los embates

    autoritarios de presidentes populistas. Segn su argumentacin, los polticos

    populistas buscan expandir su influencia y capacidad de discrecin, debilitan los

    controles, alteran el equilibrio de poderes, y pretenden subordinar agencias

    independientes conforme a sus deseos.

    Con respecto al segundo aspecto, el lder populista entiende Weylandconcibe a

    sus adversarios como amenazas y practica un discurso en el que transforma a sus

    rivales polticos en enemigos del pueblo(o polticos tradicionales), buscando sumarginalizacin. Tanto de izquierda como de derecha, la tentacin populista es anti-

    institucional y enemiga del pluralismo, y constituye el principal obstculo para la

    consolidacin de la democracia.

    El rgimen peruano hoy no califica de autoritario, pero prcticas autoritarias

    sistemticas (aunque sean por torpeza de inexpertos polticos) han despertado la

    atencin y preocupacin justificadas en clases medias sensibles al desequilibrio

    institucional. Son los sectores paniagistas (en el argot de Steven Levitsky) que se

    unen a una insatisfaccin social que ya haba llegado a los mbitos rurales,

    sindicales y universitarios estatales. La indignacin institucionalista llega a las

    calles en un momento en que nuestra poltica requiere tanta atencin como nuestraeconoma.

    Hace un ao, Leonardo Morlino present en Lima los avances de su medicin sobre

    calidad de la democracia en Amrica Latina. Per --pas smbolo de la

    macroeconoma en tiempos de crisis internacional-- se ubica al fondo de la tabla,

    solo por encima de Venezuela, Nicaragua, El Salvador y Guatemala. Un pas con un

    Estado de derecho parcial, con un equilibrio de poderes alterado por los intereses

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    de los gobernantes, donde las libertades y equidad poltica de sus ciudadanos no

    estn garantizadas, no merece venderse como marca ni exportarse como

    ejemplo.

    Precisamente, este es el tipo de configuracin institucional que impide escalar a

    niveles serios y sostenibles de desarrollo. Empresarios e inversionistas que tantopoder de veto han expresado sobre los ltimos gobiernos deberan asumir una

    vocacin ms democrtica, aunque sea por pragmatismo. La tentacin populista no

    solo daa el crecimiento econmico; daa sobre todo la democracia.

    Publicado en El Comercio 23 de julio de 2013.