5
LA TERCERA EDAD “Un viejo insoportable es lo que queda de alguien que se hizo viejo, soportando a los que ahora no lo pueden soportar” Quiero por medio de estas letras, rendir un homenaje a esos y esas heroínas y héroes anónimos, a esa multitud de padres, madres, abuelas, abuelos que sostiene con brazos invisibles a sus familias y a su país, que hacen identidad y hacen patria muchas veces lejos de su patria, que desde el rincón de los afectos sostienen a brazo partido a sus seres queridos. Que hacen que una casa se llame hogar, que saben dar felicidad y recibirla, que junto a la sopa caliente saben brindar los nutrientes del espíritu y el alma. Mi homenaje a esos hombres y mujeres que a pesar del abandono toman fuerza del amor para sacar adelante a sus familias. A esas personas sabias que nos legó la historia y que están dispuestos a romper puertas y ventanas para ser respetados sus derechos y ser reconocidos. A todos ellos mi solidaridad, mi veneración, mi afecto y mi ternura. La Tercera edad nos recuerda que en el mundo existen un grupo de seres, privilegiados por Dios y a veces olvidados por los hombres, que han tenido la bendición de alcanzar suficiente número de años como para ser testigos vivos de la historia, ya sea de aquella historia trascendente de un mundo siempre en conflicto, o ya sea de aquella otra, más íntima y limitada, de sus propias familias y comunidades. La Tercera edad es sinónimo de vejez, pero también equivalencia de pasado. Momento de la vida de cada uno de nosotros, en presente o futuro, que merece la dignidad del respeto y el reconocimiento de una labor cumplida. Vale la pena preguntarse: ¿cuánto han hecho?, ¿cuánto han cumplido?, ¿cuánto han vivido aquellos hombres de rostros arrugados, de columnas encorvadas, de piernas, manos y vistas débiles?, y lo que es más, de ¿cuánto han dado de sí mismos para que este mundo sea como es hoy? Cierto que hay ancianos que resultan molestosos para un mundo egoísta. Es verídico que sus enfermedades les impiden ser tan productivos como lo fueron ayer. Todos sabemos que su memoria falla y que su capacidad de adaptación a las nuevas demandas es una carga para quienes quieren con la fuerza de la juventud avanzar rápido y a empellones.

La Tercera Edad

Embed Size (px)

DESCRIPTION

Reflexiones sobre la tercera edad

Citation preview

LA TERCERA EDAD

LA TERCERA EDAD

Un viejo insoportable es lo que queda de alguien que se hizo viejo, soportando a los que ahora no lo pueden soportar

Quiero por medio de estas letras, rendir un homenaje a esos y esas heronas y hroes annimos, a esa multitud de padres, madres, abuelas, abuelos que sostiene con brazos invisibles a sus familias y a su pas, que hacen identidad y hacen patria muchas veces lejos de su patria, que desde el rincn de los afectos sostienen a brazo partido a sus seres queridos. Que hacen que una casa se llame hogar, que saben dar felicidad y recibirla, que junto a la sopa caliente saben brindar los nutrientes del espritu y el alma.

Mi homenaje a esos hombres y mujeres que a pesar del abandono toman fuerza del amor para sacar adelante a sus familias. A esas personas sabias que nos leg la historia y que estn dispuestos a romper puertas y ventanas para ser respetados sus derechos y ser reconocidos. A todos ellos mi solidaridad, mi veneracin, mi afecto y mi ternura.La Tercera edad nos recuerda que en el mundo existen un grupo de seres, privilegiados por Dios y a veces olvidados por los hombres, que han tenido la bendicin de alcanzar suficiente nmero de aos como para ser testigos vivos de la historia, ya sea de aquella historia trascendente de un mundo siempre en conflicto, o ya sea de aquella otra, ms ntima y limitada, de sus propias familias y comunidades.

La Tercera edad es sinnimo de vejez, pero tambin equivalencia de pasado. Momento de la vida de cada uno de nosotros, en presente o futuro, que merece la dignidad del respeto y el reconocimiento de una labor cumplida. Vale la pena preguntarse: cunto han hecho?, cunto han cumplido?, cunto han vivido aquellos hombres de rostros arrugados, de columnas encorvadas, de piernas, manos y vistas dbiles?, y lo que es ms, de cunto han dado de s mismos para que este mundo sea como es hoy?

Cierto que hay ancianos que resultan molestosos para un mundo egosta. Es verdico que sus enfermedades les impiden ser tan productivos como lo fueron ayer. Todos sabemos que su memoria falla y que su capacidad de adaptacin a las nuevas demandas es una carga para quienes quieren con la fuerza de la juventud avanzar rpido y a empellones.Por todo ello resulta muy poco al ser pesado en la balanza comparativa y cuando en el otro plato de equilibrio se han colocado sus esfuerzos, su trabajo como profesionales, como maestros, como obreros y artesanos; las obras que crearon, los bienes que hicieron, la experiencias que juntaron y que es hoy parte activa del patrimonio de la cultura de los grupos y los pueblos.

Todos debemos ser conscientes de las deudas que tenemos las actuales generaciones con quienes nos precedieron. Debemos crear un espacio de reflexin sobre el hecho prctico del devenir de la humanidad, considerando que siempre han existido aquellos ancianos, viejos proyectos, o como se los quiera llamar y, que ms an, ms pronto que tarde, podemos ser parte de ese ejrcito y necesitar de otros, de los que vienen atrs, para no sentirnos abandonados y miserables.

Amemos a nuestros ancianos, a la madre que nos dio directamente a cada uno el ser, a nuestros padres que con su esfuerzo, con su sacrificio, con vida misma crearon ms vida, de la cual hoy nosotros gozamos y que deberemos mantenerla para aquellos otros que siguen despus.

Pensemos por un momento en los obreros que construyeron nuestras viviendas, en los sabios que dieron paso a las ms serias tecnologas, en los mdicos que nos protegieron contra las enfermedades, en las madres que han velado y educado tantos hijos, en los maestros que han enseado tanta ciencia, en los sirvientes que hicieron ms cmoda la existencia de tantos servidos, en los magistrados que han impulsado leyes, en los soldados que defendieron nuestra soberana y nos han dado hoy esta patria con su cielo, su tierra y su mar, en tantas gentes que todava viven y que por sus aos ya no pueden ser lo que fueron, pero que se han hecho acreedores a nuestros respeto, cuidado y amor.

No olvidemos que aquellos hombres viejos son personas que aman y quieren ser amados, que tienen alegras como t o como yo, que tienen un corazn que sufre cuando no se los mira con respeto y se desgarra cuando no les damos amor y ms bien se los trata como viejos inservibles e incapaces a los que hay que hacerles todo, cuando los despreciamos y los tratamos con compasin. Pobres viejos, cuando aprenderemos que tambin tienen derechos puesto que son hijos de Dios; ellos tienen derecho a gozar de una completa tranquilidad y quieren sentirse tiles a la sociedad. Ellos tienen derecho a crecer y desarrollarse en la creatividad, en sus ocupaciones, en el conocimiento, en pequeas comunidades, en la vida espiritual, ellos tienen derecho al cario, al afecto, a la comprensin y cuidados de sus seres queridos.

Desde hace mucho tiempo la sociedad los ha despreciado y los hemos tratado sin piedad y paternalismo ignorando sus potencialidades. Nos hemos olvidado de lo que ellos desean: nuestro respeto, nuestro amor, pero no un amor protector y asfixiante, sino un amor de estima nacido del deseo de entregarles la vida con posibilidad de crear y de entregarse y de sentirse tiles a la sociedad.Pero nosotros los llamados gente joven con el corazn atrofiado y el espritu sobrecargado, obsesionados por la eficacia y rapidez, olvidamos que son personas humanas, que son seres que quieren ser amados.

Ellos no tienen fuerza en su voz para hacerse oir, ni pueden hacer huelga.

Por lo tanto resulta un acto de estricta justicia poner las bases para la construccin de un ambiente de respeto para aquellos que han llegado a la tercera edad, al ocaso de la vida., que no deberan necesitar de la caridad ocasional de unos pocos, o de la mirada compasiva de los transentes, sino que deberan gozar una serie de privilegios que compensen sus sacrificios y trabajos.

Recordemos que con la misma vara que medimos seremos medidos. Cuando necesitemos cada uno de nosotros, quiz encontremos manos y miradas que nos cuiden con cario. No olvidemos que debemos sembrar hoy para cosechar maana. Y ese maana a lo mejor est muy cerca.

Pero, viejos proyectos, hombres de rostros arrugados y espaldas encorvadas perdonis a esta sociedad? me perdonis a mi? Hace mucho tiempo que yo tambin os ignoraba!

Jess sobre la cruz ha lanzado un grito: Padre perdnalos, no saben lo que hacen. Cuando resucitis hombres viejos decid as tambin por nosotros al padre eterno: No saban tampoco lo que hacan cuando no se detenan a escucharnos, a respetarnos, ayudarnos a trabajar y a vivir.Y finalmente recordemos que:

Cuando pasa el tiempo,

Y la vida va tomando tonos ocres y melodas aejas,

Cuando el sol ya se va ocultando despus de su larga jornada

Cuando se sabe que se ha llegado al ocaso....

Es cuando el ser, por medio de sus arrugas,

Suplica una caricia, una mano suave en su cabecita blanca,

Un cuidado y paciencia especial a sus caprichos....

.....Amemos a nuestros ancianos,

embriagumonos de su sabidura,

y cada vez que pensemos que nos estorban,

recordemos que algn da, en alguna parte, en algn momento....

los reemplazaremos.

Lourdes.

Todos llegaremos a viejos. Es slo cuestin de tiempo.

CUANDO SEA VIEJO

El da que este viejo y ya no sea el mismo, ten paciencia y comprndeme. Cuando derrame comida sobre mi camisa y olvide como atarme mis zapatos, recuerda las horas que pase ensendote a hacer las mismas cosas.

Si cuando conversas conmigo, repito y repito las mismas palabras que sabes de sobra como termina, no me interrumpas y escchame. Cuando eras pequeo para que te durmieras tuve que contarte miles de veces el mismo cuento hasta que cerrabas los ojitos.

Cuando estemos reunidos y sin querer haga mis necesidades, no te avergences y comprndeme que no tengo la culpa de ello, pues ya no puedo controlarlas. Piensa cuantas veces cuando nio te ayude y estuve paciente a tu lado esperando a que terminaras lo que estabas haciendo.

No me reproches porque no quiera baarme; no me regaes por ello. Recuerda los momentos que te persegu y los mil pretextos que te inventaba para hacerte ms agradable tu aseo. Acptame y perdname. Ya que soy el nio ahora.Cuando me veas intil e ignorante frente a todas las cosas tecnolgicas que ya no podr entender, te suplico que me des todo el tiempo que sea necesario para no lastimarme con tu sonrisa burlona. Acurdate que yo fui quien te ense tantas cosas. Comer, vestirte y tu educacin para enfrentar la vida tan bien como lo haces, son producto de mi esfuerzo y perseverancia por ti.

Cuando en algn momento mientras hablamos me llegue a olvidar de que estamos hablando, dame todo el tiempo que sea necesario hasta que yo recuerde, y si no puedo hacerlo no te burles de mi; tal vez no era importante lo que hablaba y me conforme con que me escuches en ese momento.

Si alguna vez ya no quiero comer, no me insistas. Se cuanto puedo y cuanto no debo. Tambin comprende que con el tiempo ya no tengo dientes para morder ni gusto para sentir. Cuando me fallen mis piernas por estar cansadas para andar, dame tu mano tierna para apoyarme como lo hice yo cuando comenzaste a caminar con tus dbiles piernas.Siempre quise lo mejor para ti y he preparado los caminos que has debido recorrer. Piensa entonces que con el paso que me adelanto a dar estar construyendo para ti otra ruta en otro tiempo, pero siempre contigo.

No te sientas triste o impotente por verme como me ves. Dame tu corazn, comprndeme y apyame como lo hice cuando empezaste a vivir. De la misma manera como te he acompaado en tu sendero te ruego me acompaes a terminar el mo. Dame amor y paciencia, que te devolver gratitud y sonrisas con el inmenso amor que tengo por ti.