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LA TRADICIÓN DEL REALISMO POLÍTICO: DE TUCÍDIDES Y MAQUIAVELO A MAX WEBER Y HANS MORGENTHAU MAURICIO RODRÍGUEZ LARA Los estudiantes corren, se amontonan, empujan para ingresar al auditorio “Kenneth Waltz”: hoy se imparte la ponencia. El canciller Nicolás Quijano entra, lo recibe tremenda vorágine: aplausos, murmullos, la alumna ávida de autógrafo, flashes; el rector hace lo posible por calmar las aguas y regresar a la quietud. Todos toman asiento, se prueba el micrófono, se enfoca la cámara, el rector cede la palabra. El canciller aceptó dar una conferencia sobre realismo político; tema polémico, pero de ignorancia imposible: el realismo apasiona o desespera a quien dice “política” en una conversación. El diplomático, ahora dueño de la palabra, empieza: La tradición se define como “transmisión de noticias, composiciones literarias, doctrinas, ritos, costumbres, etc., hecha de generación en generación” 1 . Por lo que es propósito nuestro dar cuenta de la transmisión doctrinaria, generacional que ha tenido el realismo político; me limitaré a mencionar los autores siguientes: Tucídides, Aristóteles, Maquiavelo, Hobbes, fragmentos de Cervantes, Schmitt, Heller, Weber, Morgenthau. Si preguntásemos a un internacionalista por realismo político, la respuesta sería: “la escuela filosófica que explica las relaciones internacionales en términos de poder. Los Estados ejercen el poder entre ellos practicando la política del poder2 ; H. Morgenthau, con mayor amplitud, señaló que es realismo porque se ocupa de la naturaleza humana tal cual es en procesos históricos tal cual sucedieron 3 . Pero surge la pregunta de si 1 Diccionario de la Real Academia Española, Madrid, España Libros, 22ª edición, 2011, s.v., TRADICIÓN. 2 Joshua Goldstein y Jon Pevehouse, International Relations, s.l., Pearson, 2012, p.48. Todas las traducciones son mías. 3 Raúl Sanhueza, “El realismo político: un denostado desconocido”, Teoría y realidad constitucional, núms. 10 y 11, 2002/ 2003, p. 420.

La tradición del realismo político: de Tucídides y Maquiavelo a Max Weber y Hans Morgenthau

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Breve historia del pensamiento realista.

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LA TRADICIÓN DEL REALISMO POLÍTICO: DE TUCÍDIDES Y MAQUIAVELO A MAX WEBER Y HANS MORGENTHAU

MAURICIO RODRÍGUEZ LARA

Los estudiantes corren, se amontonan, empujan para ingresar al auditorio

“Kenneth Waltz”: hoy se imparte la ponencia. El canciller Nicolás Quijano entra, lo

recibe tremenda vorágine: aplausos, murmullos, la alumna ávida de autógrafo, flashes;

el rector hace lo posible por calmar las aguas y regresar a la quietud. Todos toman

asiento, se prueba el micrófono, se enfoca la cámara, el rector cede la palabra. El

canciller aceptó dar una conferencia sobre realismo político; tema polémico, pero de

ignorancia imposible: el realismo apasiona o desespera a quien dice “política” en una

conversación. El diplomático, ahora dueño de la palabra, empieza:

La tradición se define como “transmisión de noticias, composiciones literarias,

doctrinas, ritos, costumbres, etc., hecha de generación en generación”1. Por lo que es

propósito nuestro dar cuenta de la transmisión doctrinaria, generacional que ha tenido

el realismo político; me limitaré a mencionar los autores siguientes: Tucídides,

Aristóteles, Maquiavelo, Hobbes, fragmentos de Cervantes, Schmitt, Heller, Weber,

Morgenthau.

Si preguntásemos a un internacionalista por realismo político, la respuesta sería:

“la escuela filosófica que explica las relaciones internacionales en términos de poder.

Los Estados ejercen el poder entre ellos practicando la política del poder”2; H.

Morgenthau, con mayor amplitud, señaló que es realismo porque se ocupa de la

naturaleza humana tal cual es en procesos históricos tal cual sucedieron3. Pero surge la

pregunta de si el realismo político es realmente una teoría. Cuando Karen Mingst

afirma que “no hay una sola tradición del realismo, sino ‹‹realismos››”, estaría avalando

la proposición de L. Dallanegra que define el realismo como una “cosmovisión”,

siguiendo a Dilthey, cuya perspectiva es el poder, y de la que derivan teorías que

explican la realidad del mundo, R. Ortega asegura que “el realismo es más un punto de

vista que una teoría unificada”.4 Si el realismo observa el ser, no el deber ser, y ofrece

1 Diccionario de la Real Academia Española, Madrid, España Libros, 22ª edición, 2011, s.v., TRADICIÓN. 2 Joshua Goldstein y Jon Pevehouse, International Relations, s.l., Pearson, 2012, p.48. Todas las traducciones son mías.3 Raúl Sanhueza, “El realismo político: un denostado desconocido”, Teoría y realidad constitucional, núms. 10 y 11, 2002/

2003, p. 420. 4 Karen Mingst, Fundamentos de las relaciones internacionales, trad. Antonio de la Cuesta, México, CIDE, 2009, p.132; Luis

Dallanegra, “La política exterior en Tucídides. Los países fuertes y débiles”. Reflexión política, vol. 11 (2009), p.98; Reynaldo Ortega, “El concepto de poder en la teoría de las relaciones internacionales”, en Gustavo Vega (coord.), Alcances y límites de la política exterior

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explicaciones “realistas” de los fenómenos, es inevitable preguntarse qué es el “ser”,

porque de ello surgirá la cosmovisión que moldeará la teoría política. John H. Herz

definió el ser humano bajo el término de “condición natural del hombre”: se es

consciente de la muerte y la ajena, por ello se reconoce, en los demás, enemigos

potenciales; de tal suerte que el hombre busca su seguridad acumulando poder y

riquezas, pero como es racional, sabe que es imposible eliminar a todos los enemigos

potenciales y opta por la comunidad política por motivos de seguridad; la lucha por la

seguridad y el poder se extiende ahora a las comunidades políticas (tribus, clanes,

ciudades, naciones); también puede hablarse de lucha por la supremacía entre culturas

e ideologías que consideramos las seguras, pero al final: la condición natural, el ser

humano, es la lucha por el poder y la seguridad. Herz prosigue diciendo que hay dos

tipos de reacción psicológica ante esta condición: aceptarlo y buscar vivir en ese medio

o rechazarlo y enaltecer valores que ayuden a evitar la culpa que ocasiona en el hombre

la miseria y sufrimiento de su condición natural; el primero será llamado realismo

político y el segundo idealismo. Estas psicología tienen sus diferencias: el realismo

considera el dilema de poder como fundamental, es analítico, descriptivo, reconoce

obstáculos para las soluciones racionales de la condición natural humana, la lucha por

el poder y la seguridad es universal; el idealismo, por otra parte, no reconoce el dilema

de poder, busca soluciones racionales a la condición humana y en cierta medida es

teleológico.5 Eso si entendemos el realismo como cosmovisión, aunque hay, en la

tradición realista, algunos patrones que comparten autores, desde la antigüedad hasta

la posguerra, y que podemos agrupar, presentar como la teoría realista de la política: la

metodología prioriza la revisión histórica, reconociendo que el mundo actual puede

entender el anterior y viceversa; reconoce al Estado como el actor central de la política,

como un ser racional (que actúa conforme a sus intereses), autónomo, unitario (que

actúa coherente e integralmente); sistema internacional anárquico, donde los Estados

buscan su seguridad en términos de poder, equilibrarlo y por ello la cooperación se

dificulta; la política se juzga por resultados, los valores convencionales no funcionan en

política, porque requiere de otro marco valorativo; se basa en una concepción egoísta y

antagonista del hombre.6 Así, podemos decir que el realismo político viene de una visión

específica de la condición humana y de ella surgen explicaciones causales de la

realidad política, social, internacional etc. La tradición debe revisarse desde sus

orígenes en la Grecia antigua para poder entender el realismo político del siglo veinte.

de México ante el nuevo escenario internacional: ensayos en honor de Mario Ojeda, México, El Colegio de México, 2009, p.289 [en adelante Alcances y límites].

5 Véase Realismo político e idealismo político, un estudio en teorías y realidades, trad. Mario Calichio, Buenos Aires, Ágora, 1960, pp.15-43.

6 Raúl Sanhueza, art. cit, pp. 405-414; Karen Mingst, op. cit, p.131;

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EL REALISMO GRIEGO ANTIGUO

Los dos grandes historiadores griegos, Tucídides y Herodoto, difieren: el último

da gran importancia a la enumeración de hechos y a la intervención divina que los guía;

el segundo no se limita a enumerar, sino que busca las causas, inductivamente, de los

acontecimientos analizando la naturaleza humana.7 La historia de la guerra del

Peloponeso es un intento por explicar causal y descriptivamente la conflagración entre

Atenas y Esparta; concluye que la guerra era inevitable debido al expansionismo

ateniense y el miedo que provocó en Esparta.8 Tucídides trata de inducir leyes

generales que ayuden a los dirigentes a evitar los errores del pasado, ahí se origina el

gran valor histórico del realismo. Sus inducciones sugieren que la naturaleza del ser

humano es ambiciosa, busca el poder, igual que los Estados; por lo que es natural que

el fuerte domine al débil; que las colonias odien al Estado imperial y éste lo mantenga

de dos formas: por la fuerza o evitando el abuso; la justicia sólo se da entre iguales

porque es un asunto de poder: el poder determina lo que es justo. Además, Tucídides

buscaba hallar la mejor política para poder “romper con las leyes naturales” y aspirar a

cierta autonomía, esto sólo es posible mediante la experiencia.9 Un punto crucial de la

tradición realista es la relación entre la moral y la política, el “diálogo de Melos” es un

gran ejemplo de ello: los melios apelaban a la justicia y la moral para defenderse del

imperialismo ateniense, y éstos aseguraban que recurrir a la moral y la justicia, cuando

es el fuerte quien decide lo justo, moral y la fuerza la que determina el margen de

acción, puede ser su ruina; con esto Tucídides pretende demostrar que en política la

moralidad sirve de poco y que sólo el poder puede dar a los Estados la justicia

internacional que buscan.10

El realismo de Tucídides se caracteriza por un juicio no ético de los hechos, sino

político. Para él, la prudencia o imprudencia aprecia o deprecia la acción política, de

donde deducimos que la política se juzga por sus resultados, mismos que deben ir a

favor del “interés nacional”. Finalmente, el historiador griego asegura que debemos

entender la acción política dentro de un ambiente histórico, social, internacional

definido.11 Tucídides es, pues, el primer realista de la historia. El caso de Aristóteles se

7 Luis Dallanegra, art.cit., p. 998 Donald Kagan, Sobre las causas de la guerra y la preservación de la paz, Madrid, FCE/Turner, 2003, p. 77. 9 Luis Dallanegra, art.cit. p.100; en cuanto a la naturaleza humana egoísta y ambiciosa, J. de Romilly asegura que incluso los

adversarios de Pericles en la asamblea ateniense, como Hemócrates, aceptaban esta condición. (“The Point of View Adopted by Thucydides in the Judgement on Athenian Imperialism”, en us libro Thucydides and the Athenian Imperialism, trad. Philip Thody, Oxford, Basil Blackwell, 1963, p. 99).

10 Alfonso Gómez-Lobo, “El diálogo de Melos y la visión histórica de Tucídides”, Nova Tellus, vol. 7 (1989), p. 12. 11 J. de Romilly, op.cit., pp. 99-104.

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considera dentro del realismo, ya que elabora un estudio comparativo de las

constituciones estatales y sus prácticas políticas para deducir cuál es la mejor forma de

gobierno posible; no lo hace a partir del pensamiento puro como Platón sino de una

descripción analítica de los hechos.12

EL REALISMO POLÍTICO DE MAQUIAVELO, HOBBES, CERVANTES

El realismo encuentra otro precursor en Nicolás Maquiavelo. Funcionario,

diplomático florentino que escribió sus obras El príncipe y los Discursos sobre la

primera década de Tito Livio durante su retiro de la vida pública. Maquiavelo retoma

elementos de Tucídides y, en general, forma su pensamiento leyendo historia y filosofía

clásica. Es necesario entender que Maquiavelo no se proponía crear una teoría del

poder, sino exponer la “verdad efectiva”, cómo son las cosas en realidad;13 por lo que la

intención de su trabajo es la prescripción, es decir: aleccionar al príncipe sobre cómo

debe comportarse en la realidad política; no toma postura “científica” sobre la realidad,

sino que la reflexiona y opera en ella eficazmente.14 La verdad efectiva puede conocerse

revisando la historia y analizando las experiencias contemporáneas, no hay diferencia

entre las acciones políticas pasadas y presentes, porque “en todas las ciudades y en

todos los pueblos han existido, y existen, los mismos deseos y las mismas pasiones; de

suerte que, examinando con atención los suceso antiguos, cualquier gobierno prevé lo

que ha de ocurrir, puede aplicar los mismos remedios que los antiguos y, de no estar en

uso, imaginar nuevos por la semejanza de los sucesos”.15 Del análisis y descripción de

los hechos históricos y contemporáneos, Maquiavelo extrapola tipos de acción política,

de “grandes hombres”, que son efectivas para adquirir y mantener el poder, valor

último de su pensamiento; por ello, también para él, la política se juzga por resultados…

la prudencia es esencial, el zorro y el león, se debe tomar en cuenta el factor de la

fortuna, el río que se desborda y los diques que lo contienen.16

La verdad efectiva, el ser, se fundamenta en la visión que tiene sobre la

naturaleza humana: para Maquiavelo, el hombre tiende a hacer el mal, es ambicioso,

pasional y por eso combate con los demás, por lo que la asociación política sirve para

contener estos impulsos. Si se quiere tener éxito en la empresa política, Maquiavelo

recomienda tener en cuenta esta condición y fundamentar las leyes e instituciones en

12 George D. Cole, La organización política. Doctrinas y Formas, trad. Alfonso Reyes, México, FCE, 1961, pp. 9-11; también véase Elisur Arteaga, “Algunas fuentes de Maquiavelo”, disponible en http://www.azc.uam.mx/publicaciones/alegatos/pdfs/39/43-11.pdf, consultado el 8 de diciembre de 2012, pp. 2-8.

13 Véase El príncipe, cap. 15; Louis Gautier-Vignal, Maquiavelo, México, FCE, 2011, p. 66. 14 Rafael Braun, “Reflexión política y pasión humana en el realismo de Maquiavelo”, en Tomás Varnagy (comp.), Fortuna y

virtud en la república democrática. Ensayos sobre Maquiavelo, Buenos Aires, CLACSO, 2000, pp. 80-81. 15 Discursos sobre la primera década de Tito Livio, I, cap. 39. 16 Patrick Curry y Óscar Zárate, Maquiavelo para principiantes, Buenos Aires, Era Naciente, 2008 pp. 59-69.

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ella para evitar que se manifieste.17 Y como la condición humana es tal, el político no

puede salvaguardar el poder, el Estado, guiándose por la moral cristiana que acota la

virtud cívica y política (inteligencia, fuerza, astucia, gloria etc.): es necesaria una moral

de la política, que el florentino identifica con la pagana; en política, se requiere

transmutar los valores para volverse virtuoso. Cuando hablé arriba de su valor último,

es más bien mantener y engrandecer el Estado: la patria es el valor último y las

acciones del gobierno deben guiarse por la “razón de Estado”.18

El de Thomas Hobbes es un caso distinto. A diferencia de Maquiavelo, él sí busca

explicar causalmente la sociedad, el poder, el Estado, ponerlos en perspectiva teórica,

y, como Aristóteles, reflexionar sobre cuál sería la mejor forma de gobierno. George H.

Sabine identifica, en la filosofía hobbesiana, un proceso lógico-deductivo de carácter

materialista, mecanicista: partiendo de axiomas evidentes por sí mismos, Hobbes

establece premisas que explican desde los casos más sencillos hasta los más

complejos.19 Su teoría entonces pasa de la psicología a la política así: la naturaleza

humana es mera causa y efecto;20 hay un movimiento vital que provoca dos tipos de

sentimiento, aversión y deseo, según se vea favorecido o perjudicado por un objeto; del

deseo y la aversión se derivan todas las emociones del hombre, que busca siempre lo

favorable a su movimiento vital; de forma tal que su mayor deseo es el de la seguridad,

como sus medios son precarios, no hay un límite para tal deseo y el de poder y buscará

los medios tangibles e intangibles para lograrlo, el hombre es egoísta por naturaleza;

así que la condición del hombre es la famosa “guerra de todos contra todos”, bellum

omnium contra omnes; no obstante, Hobbes reconoce la razón intrínseca del hombre

junto con su deseo, ésta lo hace calcular que la cooperación y la paz son más

provechosas para la seguridad que ser su propio lobo… la razón hace que sea natural

formar la sociedad; pero si el hombre es egoísta por naturaleza, la sociedad no puede

fundarse exclusivamente en la confianza mutua entre sus miembros: es necesario un

poder superior al de todos los hombres que mantenga, por la fuerza, el contrato social;

es la suma de voluntades de los miembros de la sociedad, que renuncian a su derecho a

la autodefensa para finalizar su condición de guerra… ese poder es la soberanía y el que

lo ejerce el soberano; la función del Estado, Leviatán, es mantener la paz y para ello

17 Rafael Braun, art. cit., pp. 83-85. 18 Véase Isaiah Berlin, “La originalidad de Maquiavelo”, en su libro Contra la corriente. Ensayos sobre historia de las ideas,

México, FCE, 2006, pp. 99-105; Louis Gautier, op. cit., pp. 98-111. 19 Materialista según Sabine, porque busca fundar un sistema filosófico basado en principios científicos y mecanicista, ya que

se basa en nociones de movimiento. “Hobbes fue el primero de los grandes filósofos que intentó poner la teoría política en íntima relación con un sistema enteramente moderno […] para que pudiera explicar, con base en principios científicos, todos los hechos naturales incluyendo la conducta humana en sus aspectos individuales y sociales”. (Historia de la teoría política, rev. T. Landon Thorson, trad. Vicente Herrero, México, FCE, 2011, pp. 354-357, en adelante Historia)

20 Sólo es comportamiento natural el producto de acciones y reacciones entre humanos.

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debe ser el único poder, por encima de la iglesia y otros grupos, con ciertas facultades

exclusivas.21

¿Por qué decimos que Hobbes es realista? Comparte visión del hombre, ofrece

análisis, explicación causal de los sucesos reales y describe las formas políticas de su

tiempo.22 Explica la revolución inglesa del siglo diecisiete: si el Estado debe tener el

poder absoluto, no permitiendo la habida de “estados menores insertos”, para

garantizar la paz (porque si no la garantiza, pierde la soberanía y la guerra vuelve)… a

nadie extrañe que cuando Carlos I permitió el ascenso político de los parlamentarios

protestantes, la soberanía se fragmentara desencadenando el proceso revolucionario

que concluyó con soberanía reformada. Describe los Estados “por institución” (antes

descrito) y “por adquisición” (cuando se obtiene por la fuerza), el primero surge del

pacto, el segundo del temor y la subyugación, pero ambos con características iguales;

clasifica tipos de gobierno según quién ejerce la soberanía: la monarquía, la

democracia, la aristocracia; y el sistema internacional se describe como una

competencia por el poder entre las naciones y anárquico a falta de un leviatán mundial

donde se reproduce el estado de guerra.23

A nadie es ajeno el realismo político, es ilustrativo buscar ejemplos en el

arquetipo del idealismo: el Quijote de Cervantes. Lo obvio sería examinar el gobierno de

Sancho en la ínsula Barataria, pero antes hay ejemplos: después de la aventura con los

yangüeses, Sancho asegura que jamás desenvainará la espada y don Quijote responde

que si la fortuna lo hiciese gobernador, qué sería de él, “porque en los reinos

nuevamente conquistados nunca están tan quietos los ánimos de los naturales, ni tan de

parte del nuevo señor […] es menester que el nuevo posesor tenga entendimiento para

saber gobernar y valor para defenderse y ofender ante cualquier acontecimiento”;24 otro

ejemplo igual de importante es el “discurso sobre las armas y las letras”, si bien el

Quijote afirma que su época es oscura para el oficio de las armas, pues está rodeada de

muerte sin reconocimiento, hay un fragmento: “[…] A esto responden las armas que las

leyes no se podrán sustentar sin ellas, porque con las armas se defienden las repúblicas,

se conservan los reinos, se guardan las ciudades, se aseguran los caminos, se despejan

los mares de cosarios; y, finalmente, si por ellas no fuese, las repúblicas, los reinos, las

monarquías, las ciudades, los caminos de mar y tierra estarían sujetos al rigor y a

21 George H. Sabine, op. cit., pp. 357-364. Para las facultades del Estado véase Thomas Hobbes, El Estado [fragmento de Leviatán o la materia, forma y poder, de una república eclesiástica y civil], México, FCE, 2000, pp. 13-23.

22 Si seguimos el realismo de J. Herz, Hobbes embona en esa descripción (véase supra, nota 5).23 Thomas Hobbes, op cit., pp. 27-57; Carlos Miranda, “Hobbes y la anarquía internacional”, Revista de Ciencia Política, vol.

6 (1984), pp. 71-74. 24 Don Quijote, I , cap. XV; cf. El Príncipe, caps. III y V. Donde Maquiavelo habla de los principados nuevos.

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la confusión que trae consigo la guerra el tiempo que dura y tiene licencia de usar de

sus privilegios y de sus fuerzas”.25 Poco antes del episodio del retablo del Maese Pedro,

Don Quijote habla de las causas de guerra.26 Finalmente, los consejos de don Quijote a

Sancho para gobernar la ínsula: se ha interpretado el gobierno de Sancho como el

reclamo de Cervantes a la clase política de su tiempo, puede tener razón, pero cuando

Don Quijote le dice a Sancho que su gobierno es producto de la fortuna y sus consejos

están llenos de moralidad y virtud-Maquiavelo asegura que si el afortunado príncipe

consigue afianzar autoridad propia, podría conservar su Estado-por lo que sería posible

interpretar esto como “a pesar de ser gobernador por fortuna, gánate el favor del

pueblo con el buen gobierno que hasta ahora no se les ha dado”: no es un reclamo, sino

una visión de política práctica. En una carta a Sancho, el caballero afirma que “muchas

veces conviene y es necesario […] ir contra la humildad del corazón, porque el buen

adorno de quien está puesto en graves cargos ha de ser conforme a lo que ellos piden, y

no a la medida de lo que su humilde condición le inclina”, hacer a un lado la moral

humilde si se gobierna; y continua con consejos de políticas prácticas: ganar la voluntad

popular siendo “bien criado” y evitando carestías, decretar buenas leyes, sin ser

muchas, para poder hacerlas valer, porque si no “[…] dan a entender que el príncipe,

que tuvo discreción y autoridad para hacerlas, no tuvo el valor para hacer que se

guardasen”: las leyes que no se ejecutan, se menosprecian; es bueno no mostrarse

vicioso para no exponer las debilidades etc.27 No pasaré al tercer segmento sin

mencionar brevemente otros pensadores que aportaron a la tradición realista: Juan

Bodino, quien hizo el primer estudio teórico sobre la soberanía del Estado y lo define

como algo absoluto, porque norma todos los aspectos de la vida social, supremo, porque

nadie le dicta leyes, perpetuo, ya que la soberanía nunca termina; Spinoza sigue el

método hobbesiano para su filosofía, plasmada en la Ética; en cuanto a lo político, sus

obras, según el realismo de Herz, buscan entender y explicar las acciones humanas.28

EL REALISMO POLÍTICO DEL SIGLO VEINTE

Max Weber influyó notablemente en los autores que fraguaron la teoría del

Estado contemporánea y que derivó en la llamada ciencia política. Su realismo viene de

las explicaciones causales de la acción social, o con sentido célebre entre individuos; a

25 Íbid, I, cap. XXXVIII; cf. El Príncipe, cap. XII. Donde se habla de las leyes y los ejércitos y cómo éstos son la base de las primeras.

26 Íbid, II, cap. XXVII. 27 Íbid, II, caps. XLII y XLIII [para los consejos]; Ludovik Osterc Berlan, El pensamiento social y político del Quijote, México,

Ediciones de Andrea, 1963, pp. 200-261 [la primera interpretación del gobierno de Sancho]; cf. El Príncipe, cap. VII; Don Quijote, II, cap. LI [la carta a Sancho].

28 Para Bodino véase F. Gil Villegas, “Los retos de la soberanía ante la globalización” en Ilán Bizberg (comp.), México ante el fin de la Guerra Fría, México, El Colegio de México, 1998, pp. 101-103; John H. Herz, op.cit., p.31.

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diferencia de Hobbes, que trata de explicar deduciendo, Weber entiende, interpretando,

la acción social.29 Para ello, estableció conceptos racionalmente puros, no comprobables

empíricamente, que ayudan a conocer los elementos singulares del objeto cuando se

confrontan con la realidad. Los tipos ideales nos aproximan a las acciones sociales y

fenómenos reales tal cual son.30 El pensamiento político weberiano inicia con su

sociología política, el análisis realista de la dominación; se fundamenta en tres tipos

ideales de dominio: legal-racional, tradicional, carismático.31 Asegura que es

característica de Occidente la acción social con arreglo a fines, presente en la política

moderna. La racionalidad occidental calcula los medios más adecuados para cierto fin

práctico, el capitalismo, socialismo, derecho, la religión están influidas por esta

racionalidad. En cuanto a la dominación, en occidente surge el Estado racional: la

dominación busca los medios adecuados para resolver los problemas, encuentra su

estructura más pura en la burocracia. Si la racionalidad instrumental rige la acción

occidental, la política, los asuntos públicos, deben manejarse, analizarse bajo esta

perspectiva, realista. Weber aseguraba, como Maquiavelo, que la política debía tener su

propio marco valorativo y establece dos tipos de ética: de convicción, de

responsabilidad; la última es la del político, que debe basar sus acciones calculando las

consecuencias, no hacerlo podría resultar fatal, la política se juzga por resultados de

nuevo.32 Analiza los asuntos políticos desde la perspectiva realista-instrumental; dado

que el Estado racional surge en Occidente, Weber afirma que tiende a centralizar y

burocratizar la autoridad, y esto puede tener como consecuencia la represión, por lo

que dar fin a la dominación del hombre por el hombre es imposible; pero sí se puede

acotar: según Weber, sólo una estructura burocrática puede hacer frente a otra; por lo

que si queremos acotar la del Estado, debemos permitir que haya una pluralidad de

estructuras burocráticas (empresas, partidos, sindicatos etc.) y eso sólo se logra con el

parlamentarismo democrático, además la democracia sirve para tres propósitos: forma

cuadros políticos que sepan tomar decisiones discutidas y debatidas, la pluralidad de

estructuras burocráticas mantiene un margen mínimo de libertad individual,

salvaguardar los intereses nacionales (esto, basado en la experiencia histórica de la

Primera Guerra).33

29 M. Weber, Economía y Sociedad, esbozo de una sociología comprensiva, trad. José Medina et. al., México, FCE, 1998, p. 5. 30 Véase Ensayos sobre metodología sociológica, Buenos Aires, Amorrortu, 2000, pp. 79-101. 31 Véase Economía y sociedad, pp. 695-716. La dominación es la probabilidad de obediencia voluntaria, combina la legitimidad

y el control de recursos. El tipo legal-racional basa su legitimidad en la creencia en el puesto y en las instituciones (no obedcemos al hombre presidente, sino al cargo del presidente), el tradicional basa su legitimidad en la tradición y la historia, el carismático basa su legitimidad en las características extraordinarias de una persona para llevar a cabo cierta causa.

32 Véase F. Gil Villegas, “Democracia y dictadura en la teoría del realismo político de Max Weber y Carl Schmitt, Foro Internacional, vol. 30 (1989), pp. 129-132; M. Weber, “La política como vocación”, en su libro El político y el científico, Madrid Alianza Editorial, 1972.

33 F. Gil Villegas, “Democracia y dictadura…”, pp. 134-139.

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Discípulo de Weber, Carl Schmitt entra en esta corriente realista porque

reconoce la racionalidad instrumental de occidente y la tendencia centralizadora,

burocrática y hace su análisis partiendo de ahí. El será el defensor del Estado total, ya

que, si es racional y técnico, es el medio más adecuado para alcanzar los fines que se

proponga, y por eso debe tener la posibilidad absoluta de tomar decisiones; no debe

haber poder compartido con él, el pueblo es irracional y no se debe negociar o

involucrarlo en la toma de decisiones; su conclusión es que si desde el renacimiento,

con Maquiavelo, la política moderna tomó el camino del Estado-nacional, técnico,

instrumental debe continuarse en esa vía y llegar a la mejor forma de gobierno que es la

dictadura; pero más que a Maquiavelo, Schmitt retoma la idea de soberanía hobbesiana.

Para él la democracia parlamentaria y el pluralismo de organizaciones, el camino que

tomó la Inglaterra de Hobbes, son un estorbo para la tendencia política moderna y con

el ascenso del nacional-socialismo alemán hizo célebre su frase de “ya no enseñas en

vano Thomas Hobbes”.34

La Teoría del Estado contemporánea tiene su corriente realista también, nos

orientaremos a la de Hermann Heller. Él aseguraba que la teoría debe investigar la

realidad de la vida estatal que vivimos y que para esto se debía describir, interpretar,

criticar los fenómenos políticos.35 Heller distingue la teoría del Estado como una

“ciencia de la realidad”; no es una ciencia natural (no busca formular leyes), sino

cultural, sociológica (porque interpreta el sentido de la realidad) y no es histórica,

porque no se ocupa de estudiar el cambio estatal a través del tiempo; es ciencia de la

realidad, ya que, para Heller, el Estado es producto de una realidad socio-histórica

específica, que se forma bajo ciertas condiciones naturales y culturales.36 Herman

Heller, define el Estado dentro de la modernidad como “unidad de dominación, que

actúa continuamente con medios de poder propios y claramente delimitado en lo

personal y territorial”, no antes: a partir del renacimiento, el poder comenzó a

centralizarse y burocratizarse, surgen el derecho y los ejércitos nacionales y adquiere

características: es impositivo, derecho unitario, ejército permanente, burocracia etc .37

Durante el siglo, la ciencia política, en especial en Estados Unidos, dará un

sentido realista al término teoría: debe explicar lo que es sin tomar en cuenta el deber

ser; así, autores de gran importancia como Woodrow Wilson estudiará el poder y las

instituciones, Arthur Bentley los grupos de presión, David Easton la conducta electoral

34 Íbid, pp.139-148. 35 Teoría del Estado, México, FCE, 3ª edición , 1955, pp. 19 y 27. 36 Íbid, pp. 85-116. 37 Íbid, p.149 y 151 et passim, Aquí Heller cita a Weber. (Economía y Sociedad, II, p.7).

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y el sistema político etc. También se harán estudios realistas sobre la democracia y las

instituciones democráticas: Robert Michels sobre la oligarquía de los partidos y las

organizaciones, Maurice Duverger sobre los partidos políticos y su nueva definición de

democracia (gobierno oligárquico que surge del pueblo), Joseph Schumpeter y su

“teoría realista de la democracia” basada en la competencia por el liderazgo y las

elecciones.38

Al principio, di la definición de un internacionalista hipotético para realismo

político, si lo cuestionáramos sobre el realista por excelencia de las relaciones

internacionales, casi con seguridad respondería Hans Morgenthau. F. Gil Villegas

afirma que sus mayores influencias fueron Weber, Schmitt, Heller; de Weber retoma la

idea sobre los valores escogidos racionalmente y la ética de la responsabilidad, por lo

que los intereses determinan la acción del individuo; de Schmitt toma elementos para el

alcance y limitaciones del sistema político; de Heller toma la noción de “ciencia de la

realidad”, las ciencias sociales deben explicar situaciones concretas, el Estado debe

explicarse dentro de un marco social, cultural e histórico determinado.39 Su gran obra

es Política entre las naciones. La lucha por el poder y la paz; es una síntesis de la

tradición realista ya que toma ideas desde Tucídides. En el capítulo “Una teoría realista

de la política internacional”, Morgenthau define el realismo:

“afirma que el mundo, imperfecto desde un punto de vista racional, es resultado de fuerzas

inherentes a la naturaleza humana. Hay que trabajar con esta fuerza, no en contra. Los

principios morales no pueden cumplirse plenamente por los intereses opuestos y conflictivos

del mundo. A lo más que podemos aspirar es al equilibrio temporal de intereses […] Recurre a

precedentes históricos y aspira al mal menor”.40

Después enumera los seis principios del realismo: 1) la política responde a la

naturaleza humana, que no ha cambiado desde la antigüedad, la teoría es igual a

verificar los hechos y darles sentido mediante la razón; considerarlos racionalmente

frente a ciertas circunstancias, contrastarlos con los hechos históricos y formar la

teoría. 2) la racionalidad de la política está definida por intereses en términos de poder,

la teoría juzga resultados no intenciones, aunque reconoce las irracionalidades de la

política. 3) el interés supremo de la política es el poder, cada Estado lo define de

acuerdo a sus circunstancias. 4) la mayor virtud de la política es la prudencia. 5) La

38 Véase R. Michels, Los partidos políticos. Un estudio sociológico de las tendencias oligárquicas de la democracia moderna , , Buenos Aires, Amorrortu, 1972, vol.2 , parte VI; M. Duverger, Los partidos políticos, trad. Julieta Campos y Enrique González Pedrero, México, FCE, 1957, pp. 448-453; Joseph Schumpeter, Capitalism, Socialism and Democracy, Nueva York, Routledge, 5ª edición, 1976, pp. 250-284.

39 Véase F. Gil Villegas, “Las fuentes germánicas de Morgenthau y la vigencia del realismo político: homenaje a la obra de Mario Ojeda”, en Alcances y límites, pp. 263-278.

40 Pp. 11-12.

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acción política debe ser consecuencialista, y sus propósitos deben definirse en términos

de poder, no de moral. 6) Realismo significa subordinar la política a los intereses

nacionales y nada más.41

Luego nos habla del poder político, capítulo tercero, que es el interés supremo

de las naciones: el poder es el objetivo inmediato de los países, que luego les será útil

para alcanzar otro tipo de metas (filosóficas, religiosas, económicas etc.), por lo que la

política internacional no es más que la lucha entre los países por conseguir poder; y se

le define como “control del hombre y las mentes de otros hombres”, el poder político se

define como “la relación de control entre autoridades públicas y con su gente”, es de

carácter psicológico.42 Morgenthau se refiere a tres fuentes de poder: la expectativa

benéfica (obedecer a alguien esperando algo bueno); el temor; amor o respeto a los

hombres, las instituciones. Y tres formas de ejercerlo, órdenes, amenazas, carisma

(influencia de Weber). Asegura que la política tiene dos componentes que determinan la

fuerza de un Estado: poder político y militar, el primero es una relación psicológica y el

segundo física, en la que un cuerpo somete a otro. Y habla también de la naturaleza de

las relaciones internacionales: políticas y no políticas (la primera es una relación qwue

afecta la distribución del poder, la segunda no la afecta; si México construye una bomba

nuclear y Estados Unidos protesta, sería política; si extraditamos un capo de la droga,

es no política) y el poder de las naciones tiene un carácter dinámico, nunca es estático

(Morgenthau cita el ejemplo español, que en el siglo dieciséis era la gran potencia

mundial y ahora no).

El sistema internacional tiene un actor central racional que es el Estado cuya

política exterior está basada en interese nacionales y la lucha por el poder, por lo que

las relaciones internacionales tienen un carácter conflictivo, anárquico. Trata la

cuestión del equilibrio de poder así: las unidades políticas tratan de evitar que uno

consiga un predominio claro y así preservar o tratar de romper el sistema; hay, debido a

que las naciones no pueden estar seguras de que sus cálculos sobre la distribución de

poder sean correctos, una aspiración ilimitada de poder, que responde a buscar un

margen máximo de seguridad, lo que a la larga producirá algún tipo de conflicto

(retoma de Tucídides la interpretación sobre la guerra del Peloponeso); Morgenthau

acuña así el término de “irrealidad del equilibrio de poderes”.43

CONCLUSIÓN

41 Íbid, pp. 12-26. 42 Íbid., p.43. 43 Véase Esther Barbe, “El papel del realismo en las relaciones internacionales”, Revista de Estudios políticos, núm. 57, 1987

pp. 149-160; Política entre las naciones, pp. 209-257.

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El realismo político, como he dicho antes, no le es ajeno a nadie; podemos

concordar con él o no, pero ignorarlo o menospreciarlo por su pesimismo, crudeza o

cinismo aparente sería un error. Su estudio puede ser útil si lo vemos desde la

perspectiva del realista liberal de Herz: el que acepta y entiende la realidad para poder

cambiarla o simplemente como un parámetro de prudencia, en especial en el ejercicio

público: todos quisiéramos establecer nuestra utopía personal, pero una perspectiva

realista puede ahorrarnos más de una decepción o mal resultado. Si el realismo político

tiene una tradición milenaria, una cosmovisión que comparte patrones explicativos

desde el siglo quinto antes de Cristo, debe ser digno de atención, el tipo ideal del

realista político.

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