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La tragedia de la vista y el punto de ceguera Universidad Nacional de San Martín Introducción a la Filosofía Cátedra: Fernández

La Tragedia de La Vista

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monografía sobre Edipo Rey

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Page 1: La Tragedia de La Vista

La tragedia de la vista y el punto de ceguera

Universidad Nacional de San Martín

Introducción a la Filosofía

Cátedra:

Fernández

Alumno: Julián Mahr30.513.125

2013

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Introducción

Cada sujeto mira desde un lugar. Cada uno mira desde un punto de vista limitado, es

esta limitación la que nos permite ver, ya que solo se puede ver algo y no todo a la vez.

Paradójicamente, lo que es en principio negado a nuestra vista es ella misma, el punto

ciego que es uno mismo, por eso es que podemos hablar de que vemos gracias a una

parcial ceguera. Esta consciencia de la subjetividad y la idea de Platón de un alma atada

a un cuerpo, a un punto de vista, nos dan pie para iniciar nuestra comparación de la obra

Fedón con el personaje mítico-trágico Edipo de las tragedias de Sófocles.

En este trabajo nos proponemos hacer una lectura de las tragedias Edipo Rey y Edipo en

Colono, ambas de Sófocles, y atravesarlas por la lectura de Fedón.

En un primer momento, nos interesa apropiarnos de los conceptos desplegados por

Platón acerca de la postura del filósofo frente a los sentidos y, especialmente, frente a la

muerte.

En un segundo momento, a partir de un breve análisis de las tragedias, veremos si existe

en ellas un solo Edipo o si el personaje se desdobla, y cuál es su relación con la mirada,

el punto de vista, el conocimiento y la muerte.

Finalmente, trataremos de entretejer las lecturas realizadas, pensando la pertinencia de

las comparaciones.

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Fedón

Como ya hemos dicho, un primer paso en nuestro trabajo será rescatar algunos aspectos

puntuales del Fedón: la oposición que se da entre los sentidos y el alma; y la idea de

“vivir en la filosofía” siendo esta un camino hacia la muerte.

“¿Cuentan con alguna verdad para los hombres la vista y el oído, o por el contrario,

como incluso los poetas nos repiten sin cesar, no oímos ni vemos nada exacto?” (Fedón;

65 b). Platón considera que el mundo de las ideas tiene un correlato que es lo que

vulgarmente llamamos realidad y que es inferior al mundo ideal. El cuerpo se vincula

sensorialmente con el mundo real, es decir, que por definición es un obstáculo para que

el sujeto adquiera, en la medida de lo posible, algún conocimiento verdadero.

Es así que la pérdida del cuerpo no es vista como una verdadera pérdida, ya que el

cuerpo representa todos los sentidos y con estos la vulgar realidad, la muerte es una

liberación. Pero, ¿lo es para todos? Sócrates va a diferenciar aquí entre aquel que es

filósofo y el que es amante de lo material, del cuerpo y los placeres.

Sócrates, en vísperas de su muerte, argumenta que no puede ser penoso para un filósofo

morir ya que, al abandonar el cuerpo y con él todos sus sentidos, el alma ya liberada se

traslada a un lugar superior del conocimiento, un conocimiento no mediatizado por la

vista, el tacto, etc. “Es probable que para el resto de la gente pase inadvertido el que

cuantos se abocan correctamente a la filosofía no se preparan para ninguna otra cosa que

para morir y estar muertos” (Fedón; 64 a-b).

Más allá de la mirada elitista que involucra este pensamiento platónico, en el que solo

los filósofos se ven beneficiados por la muerte, lo que nos interesa rescatar es la idea de

que la muerte es lo único que libera al ser humano de conocer mediante su punto de

vista, el cual comprende los aspectos físicos sensitivos pero también una mirada que

somos, una subjetividad de la que no podemos escapar.

Sin embargo, nosotros creemos que la oposición entre sentidos y conocimientos puros

acepta un matiz. Se podría pensar que mediante una actitud de indagación del mundo y

de nosotros mismos podemos hacernos conscientes (aunque nunca del todo) de nuestro

punto de vista, de nuestra ceguera; y de esta forma construir una conciencia crítica de

nosotros y por extensión del mundo.

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Edipo Rey y Edipo en Colono

Sófocles es el segundo de los grandes trágicos, posterior a Esquilo y anterior a

Eurípides. A diferencia de estos, en sus obras encontramos una trama trágica que ya es

irremediable de antemano: no es un acto de soberbia frente a los dioses lo que

desencadena el drama, en Sófocles no hay forma alguna de que el hombre escape de su

destino trágico.

Para Sófocles la tragedia es haber nacido, sabiendo que lo único cierto es la muerte y

que tampoco sabemos qué es. “El no haber nacido triunfa sobre cualquier razón. Pero ya

que se ha venido a la luz lo que en segundo lugar es mejor, con mucho, es volver cuanto

antes allí de donde se viene.” (Edipo en Colono; 1224-1227), dice el coro en Edipo en

Colono cuando se acerca el final.

A nuestro parecer, en esta situación que por definición es irresoluble, Sófocles plantea

un espacio de libertad al héroe mucho más amplio de lo que parece a simple vista y que

tiene que ver con el hecho de que si no puede influir en nada en su destino todas sus

acciones son igualmente válidas. Es en esa libertad que el héroe se asume como tal, ya

que pese a no poder modificar nada actúa de todas maneras desde el lugar de una

ceguera propia, en el reconocimiento de su punto de vista.

Ahora bien, en Edipo Rey y en Edipo en Colono encontramos una diferencia importante.

En la primera, el héroe, en su intento de liberar a Tebas de la peste que la azota,

adquiere conciencia de su condición a través de la indagación de diferentes personajes.

En la segunda, después del proceso de crisis que significó la asunción de su ceguera,

Edipo aparece consciente de su condición de héroe. Pese a que no nos detendremos en

el análisis de Antígona (tragedia que completa la trilogía junto con Edipo Rey y Edipo

en Colono), es pertinente ver como se da la conciencia heroica en la protagonista, que

no claudicará en lo que sabe y considera correcto, pese a que esto le conlleve una

terrible muerte.

Por otra parte, Aristóteles en su Poética explica que en todas las tragedias se puede

identificar una unidad triple: de acción, de espacio y de tiempo. Esto implica el

desarrollo de una acción que se representa espacialmente en un solo lugar, por ejemplo

el frente del palacio, y en un tiempo lineal que comprende no más de un día.

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Es interesarte preguntarse por qué al leer Edipo Rey y Edipo en Colono conocemos toda

la vida del personaje aunque en estas obras se representan solo dos momentos de su

existencia.

En Edipo Rey se pone en escena el momento de crisis donde el héroe reconoce su

ceguera y la tragedia que esta acarrea. A modo de investigación detectivesca, en

retrospectiva, se narra la vida de Edipo, que desde antes de nacer ya se encontraba

predestinado por los dioses.

La tragedia comienza con el coro de ancianos que suplica al rey Edipo que libere a al

pueblo de Tebas de la peste. Llega Creonte que vuelve de Delfos con la instrucción de

que se debe matar o desterrar al autor del asesinato de Layo. Entonces, Edipo convoca a

Tiresias. Esta reunión es interesante tenerla en cuenta como el juego entre visión y

ceguera que marca la temática de la obra: el adivino ciego ve más allá de los sentidos.

Edipo es un hombre muy inteligente, esto lo demuestra al liberar a Tebas descifrando el

enigma de la esfinge; pero esto no lo hace capaz de ver más allá de sus sentidos, de su

punto de vista.

Tiresias le dirá a Edipo que es él el causante de la peste, pero Edipo no le cree y lo

acusa de complotar junto con Creonte para destronarlo. Desde aquí en adelante Edipo

irá reconociendo su ceguera hasta finalmente auto infringírsela como castigo.

La forma en que se presenta el origen de Edipo, su pasado, no es lineal sino que se va

plasmando en los diferentes diálogos que el rey mantiene con el resto de los personajes.

Cada personaje expone su conocimiento: Yocasta le da a conocer el oráculo según el

cual Layo moriría en manos de su hijo, el mensajero corinto le dirá que lo recogió del

monte Citerón y, finalmente, el pastor tebano le confirmará que abandonó al bebé de

Layo y Yocasta en el mismo monte. Así es como, uniendo puntos de vista, Edipo

reconoce la ceguera que lo guio hasta ese momento.

En Edipo en Colono, se representa otro momento de la vida del héroe, el día de su

muerte. Exiliado de Tebas, llega a Atenas, ya anciano y ciego, acompañado de

Antígona. La acción se desarrolla en la entrada del pueblo ante un bosque consagrado a

las euménides. Edipo transitó un largo periodo en el que vagó ciego solo con su hija.

Es en este periodo que aquel héroe enfrentado a los designios de los dioses adquiere una

nueva perspectiva.

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Ismene encuentra a Edipo y le cuenta de la disputa por el trono de Tebas entre sus hijos

y su cuñado Creonte. También le comunica los nuevos augurios, según los cuales el

lugar donde Edipo muera y los habitantes de esa tierra serán bendecidos con futuros

triunfos bélicos. Ahora su desempeño heroico pasará por morir en coherencia con lo que

los dioses dispusieron.

Además de Ismene, a la acción se sumaran Teseo (rey de Colono), Creonte y Polinices.

Teseo es quien le da refugio al desterrado Edipo. Creonte y Polinices, cada uno por su

parte, pretenden que Edipo los acompañe, con el fin de verse beneficiados por los

dioses. También intentan llevarse a Antígona e Ismene, pero estas son rescatadas por

Teseo. Edipo se mantiene firme en su decisión de morir en Colono y cuando reconoce el

llamado de los dioses en los truenos, emprende su camino hacia la muerte.

Considerando que la tragedia como género dramático es un teatro de la palabra y que

ninguna acción violenta es nunca representada, Sófocles nos presenta el fin de Edipo a

través de un mensajero y de esta manera organiza un relato un poco ambiguo en el que

se muestra como Edipo desciende placenteramente al hades. Este se dirige por caminos

que se bifurcan hasta el lugar de su muerte, se despoja de sus ropas, se baña con ayuda

de sus hijas y una vez listo es llamado por Caronte para cruzar el río de los muertos.

Edipo se despide y se dirige tranquilamente a su fin: “El hombre se fue no acompañado

de gemidos y de los sufrimientos de quienes padecen dolores sino de modo admirable,

cual ningún otro de los mortales” (Edipo en Colono; 1665).

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Vinculación entre las obras y conclusión

A partir del análisis realizado, podemos decir que Edipo en su ancianidad representa la

incorporación de una perspectiva que no es la de los sentidos y lo material. En Edipo en

Colono se da una lucha de intereses representada por Edipo, por un lado, y Creonte,

Polinices y Eteocles, por el otro. Mientras Edipo está abocado a los designios de los

dioses que ahora ve gracias a su ceguera, tanto Creonte como Polinices luchan por

poseer a Edipo como un amuleto que les garantiza el triunfo en la guerra y el trono.

Claramente se ve aquí la disparidad de perspectiva, la cual se puede asimilar a la que

hubo en su momento entre Tiresias y Edipo.

Por otra parte, en los términos que está planteada la idea de Platón acerca del vivir en

filosofía, nos parece que es completamente aplicable a este último trayecto de la vida de

Edipo. Un sujeto que no está avocado a los placeres del cuerpo, ya que vaga exiliado,

ciego y andrajoso, y que adquiere una visión que escapa a los sentidos de los mortales.

Ningún miedo invade a Edipo a la hora de dirigirse hacia su muerte ya que lo que su

cuerpo le dio no fue más que sufrimiento. Marcha hacia esa nueva ceguera en armonía,

al igual que lo hace Sócrates. Ahora Edipo aparece poseso de una calma sabiduría, y de

una capacidad de ver más allá de sus sentidos; el reconocimiento de la fatalidad que

culminó con su ceguera visual ahora significa la adquisición de otro punto de vista.

Sin embargo, nos parece imprescindible marcar una diferencia fundamental que afecta a

los textos que pretendemos cruzar en nuestra lectura.

Debemos tener en cuenta que en la tragedia encontramos un conflicto que tiene que ver

con el mito: en Edipo, la tragedia de la ceguera se ve en función de la claridad que se

tiene del designio de los dioses; el que ve con claridad por excelencia es Tiresias, el

adivino ciego que anticipa el destino de Edipo al comienzo de Edipo Rey, y como recién

vimos Edipo al final de su vida adquiere una similar capacidad de ver. En cambio, en

Fedón encontramos una oposición entre una ceguera relacionada a los sentidos, al

cuerpo y a lo sensible versus la mirada filosófica, el alma y las ideas.

En Fedón el conflicto, si es que existe tal cosa en el diálogo platónico, se da a nivel de

la exposición de ideas. En Edipo el conflicto es existencial, ya que atraviesa al personaje

desde su nacimiento hasta su muerte. En el Fedón los diálogos sirven para que se

desarrolle la idea, en Edipo la palabra sirve para que se desarrolle la acción.

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De todos modos, pese a que los conflictos de miradas no sean completamente

parangonables, lo que encontramos y nos parece de sumo interés es el juego estructural

que se da entre visión y ceguera desde una actitud cuestionadora de la realidad dada.

A modo de cierre nos interesa resaltar el carácter abarcador que buscamos darle al

trabajo. Si bien este consistía en comparar un personaje trágico con alguna de las ideas

que desarrolla Platón a través de Sócrates, nuestro verdadero interés pasó por marcar

que el cuerpo y la subjetividad generan un corte o un recorte en nuestra percepción y en

nuestra forma de conocer y, como lo marcamos al principio, es gracias a esta ceguera

original que poseemos que podemos conocer, ya que no se conoce más que desde un

lugar por objetivos que pretendamos ser. Lo que se evidencia tanto en Edipo como en

Sócrates es que lo que importa es el camino que transitemos y este tiene que ser un

camino de indagación critica: vivir en filosofía, cuestionar lo establecido y lo que somos

aunque detrás solo exista la tragedia de un punto de vista del que no podemos escapar

excepto con la muerte.

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Bibliografía

-Aristóteles, Poética (traductor V. García Yebra). Madrid, Ed. Gredos, 1988.

-Sófocles, “Edipo Rey” y “Edipo en Colono” en Tragedias (traductor A. Alamillo).

Madrid, Gredos, 1982.

-Platón, Fedón (traductor Conrado Eggers Lan). Buenos Aires, Eudeba, 2008.