14
La tragedia sofocleana, una mirada desde la figura femenina: Antígona y Electra. Paloma Marín. Leidy Ríos La Tragedia Sofocleana, una mirada desde la figura femenina: Antígona y Electra La tragedia de Sófocles surge en Atenas en el siglo V a.C. con un aire solemne, con conflictos ya no prefigurados a partir de lo divino, ya situados en el mundo de los hombres y los hombres ideales; héroes, que aunque están destinados por un pathos, son valientes ante la vida, ante el dolor y la muerte; héroes que dependen de la grandeza de su ethos y la belleza de su areté, ya no vista como un rango social, sino como una expresión de su ser mismo. Puede creerse que el género trágico volcara hacia el individuo por la época cumbre que de los poetas trágicos sólo vivió a completud Sófocles, la época de Pericles y de la democracia en su más alto ímpetu. El poeta trágico situó al héroe lejos de un conformismo ante el destino que lo supera; el héroe, a riesgo de enfrentarse a la muerte, hace lo posible porque su vida sea el resultado de una acción propia gobernada por un carácter reflexivo, que lo sumiría en la soledad y lo enfrentaría a profundas formas de sentir la dicha y el dolor. En cuanto al hombre ideal, figura permanente en Sófocles o por lo menos, en las siete obras que de éste poeta son legado existente, hay que tener en cuenta que Prótagoras fue contemporáneo suyo y la idea de ésta figura es cimentada en la influencia de la sofística, tal como lo expresa Jaeger: “[Ésta conciencia de las normas ideales del hombre es peculiar de la época en que comienza la sofística. El problema de la areté humana es ahora considerado con extraordinaria intensidad desde el punto de vista de la educación. El hombre tal como debe ser es el gran tema de la época y el término de todos los esfuerzos de los sofistas” (Jaeger, 1995, p.256). Siguiendo a Jaeger, la mirada antropocéntrica

La Tragedia Sofocleana Una Mirada Desde La Figura Femenina

  • Upload
    juana

  • View
    8

  • Download
    0

Embed Size (px)

DESCRIPTION

Buen texto de introducción a la tregedia

Citation preview

La tragedia sofocleana, una mirada desde la figura femenina: Antgona y Electra. Paloma Marn. Leidy Ros

La Tragedia Sofocleana, una mirada desde la figura femenina: Antgona y ElectraLa tragedia de Sfocles surge en Atenas en el siglo V a.C. con un aire solemne, con conflictos ya no prefigurados a partir de lo divino, ya situados en el mundo de los hombres y los hombres ideales; hroes, que aunque estn destinados por un pathos, son valientes ante la vida, ante el dolor y la muerte; hroes que dependen de la grandeza de su ethos y la belleza de su aret, ya no vista como un rango social, sino como una expresin de su ser mismo. Puede creerse que el gnero trgico volcara hacia el individuo por la poca cumbre que de los poetas trgicos slo vivi a completud Sfocles, la poca de Pericles y de la democracia en su ms alto mpetu. El poeta trgico situ al hroe lejos de un conformismo ante el destino que lo supera; el hroe, a riesgo de enfrentarse a la muerte, hace lo posible porque su vida sea el resultado de una accin propia gobernada por un carcter reflexivo, que lo sumira en la soledad y lo enfrentara a profundas formas de sentir la dicha y el dolor. En cuanto al hombre ideal, figura permanente en Sfocles o por lo menos, en las siete obras que de ste poeta son legado existente, hay que tener en cuenta que Prtagoras fue contemporneo suyo y la idea de sta figura es cimentada en la influencia de la sofstica, tal como lo expresa Jaeger: [sta conciencia de las normas ideales del hombre es peculiar de la poca en que comienza la sofstica. El problema de la aret humana es ahora considerado con extraordinaria intensidad desde el punto de vista de la educacin. El hombre tal como debe ser es el gran tema de la poca y el trmino de todos los esfuerzos de los sofistas (Jaeger, 1995, p.256). Siguiendo a Jaeger, la mirada antropocntrica hace confluir la educacin, el arte y la poesa, pues construyen un camino para llegar a la idea de hombre; es esa fijacin la que da nacimiento a la humanidad como conocimiento de la verdadera forma esencial humana (p.258). Lo dicho se conecta pues, con el ya mencionado por numerosos autores, nacimiento del espritu en Grecia. Complemento indefectible de la humanidad mencionada y tan presente en la obra sofocleana es [E]l hecho de que por primera vez aparece la mujer como representante de lo humano con idntica dignidad al lado del hombre. Las numerosas figuras femeninas de Sfocles () iluminan con la luz ms clara la alteza y la amplitud de la humanidad de Sfocles. El descubrimiento de la mujer es la consecuencia necesaria del descubrimiento del hombre como objeto propio de la tragedia (p.258). Ahora bien, la figura femenina en la tragedia sofocleana resalta por cuatro razones: 1. La presencia del elemento mtico, 2. La definicin de las relaciones interpersonales en funcin de la philia y no del eros, 3. El papel social asignando a la mujer y 4. El uso del lenguaje referido a la mujer. (Atehorta, 2000). Las mujeres de las tragedias son representantes de una poca arcaica en que los peplos, los peinados y las joyas son exclusivos para la clase privilegiada. Son mujeres pertenecientes a la realeza, seres mticos y ancestrales; reinas y princesas; mujeres emparentadas con los dioses (Atehorta, 2000). La realidad que comparten es la del mito, la de la ley divina, la de la historia fundante contada de generacin en generacin con fines educativos y para mantener viva la memoria del pueblo griego. La tragedia sofocleana retoma de manera parcial las historias mticas que son suelo comn para los griegos y con las modificaciones que les introduce, pone en tela de juicio una realidad que bulle en la polis. Las historias son medios de transmisin de nuevas estructuras sociales, culturales y mentales que, con ojos escrutadores pero pasivos, quieren comunicar los trgicos. Ciertamente, las historias mticas ya no son reflejo de la sociedad griega que desde la poca arcaica se haba venido transformando, paulatinamente, con las reformas de sus gobernantes, con la instauracin de nuevas leyes que parecen estar en contraposicin con las ancestrales leyes mticas y con las guerras sufridas, cambios que llevan a Atenas hacia la democracia. La imagen de la mujer no es comprendida en la Atenas del siglo V como lo era en la poca arcaica. La nobleza de sangre, el ethos heroico han sido, no relevados, pero s desplazados por un orden social que pulula por instaurarse, en el que el poder de la palabra, la accin poltica, ser ciudadano y contribuir a la construccin de la propia comunidad son acciones importantes, en la medida en que la gloria y la constitucin interna ateniense estn en juego. Son mujeres pertenecientes a un orden social democrtico, ya no son reinas y princesas las que se mueven por la polis; y no es que ello les diera cierto reconocimiento ante los hombres. Aun si una mujer perteneca a la realeza deba lealtad a su esposo y estaba subordinada a sus mandatos. Ella, como esposa leal, estaba siempre en el hogar cuidando de los hijos y de la casa con la ayuda de sus esclavas. La tragedia no cuestiona nunca el papel social de la mujer, si no que le da otras responsabilidades que conciernen a toda la comunidad como es, por ejemplo, el conflicto ley divina/ley humana. Tampoco las mujeres de la Atenas del siglo V consiguieron autonoma con la instauracin de la democracia. Su rango social sigui igual. Deberes hogareos que cumplir, adems de no poder asistir a las disertaciones en el gora porque solo los hombres eran ciudadanos (polits). Aun as se les permita, junto con las clases menos favorecidas, presenciar el espectculo de las tragedias. El desarrollo del eros en las relaciones entre los personajes sofocleanos no se da a grandes rasgos. En cambio, la phlia tiene un puesto primordial; incluso algunas relaciones de pareja, correspondientes al amor ertico, estn enmarcadas en ella. Comenta Atehorta citando a Rodrguez Adrados: [S]e llegaba frecuentemente a una relacin de filia entre marido y mujer; el amor, ese sentimiento que llevaba al erao, producido por el amante erasts- era un sentimiento que se reprima. El tema ertico estaba sometido a una cierta censura y a los condicionamientos genricos; por eso se habla del amor como mana o locura, como algo que desestabilizaba. (Atehorta, 2000).Una de las primeras tragedias de Sfocles y, consecuentemente, una de sus ms representativas y magistrales fue Antgona, titulada as por la herona alrededor de quien se teje la densidad y profundidad de la obra. Aun as, alrededor de 30 aos despus, otra obra maestra suya sali a la luz, Electra, una lectura de su tiempo que, representada en esta figura femenina, junto a la de Antgona, hacen parte del el ideal de humanidad de Sfocles. Ambas participan con unas caractersticas particulares de la amalgama de lo humano. Sfocles es el escultor de lo humano en la tragedia, es capaz de retratar cada hendidura, relieve y matiz en el personaje trgico, adems de ver con amplitud su historia, y sus sucesos presentes, ya en el linaje de los Labdcidas, ya en el de los Atridas, poniendo de manifiesto las consecuencias de un pasado trgico y lo que en la vida de stas heronas sera su conflicto en lo que atae a ellas mismas. El trgico hace alusin a la emprendida de cada una: por un lado, Electra con sed de venganza a causa de la defensa de la dignidad de su casta movida por su philoi, por otro, Antgona doliente de su pasado, esmerada en honrar el honor de sus muertos por medio de la piedad a los dioses, que adquiere en ella un significado mucho ms profundo y potenciador de sus convicciones.Antgona padece en su presente los resultados funestos de la mcula que desde Layo cae sobre todo el linaje familiar de los Labdcidas; ella es una figura trgica y llamada herona a la manera sofocleana ya advertida; aunque heredera de un destino fatal, es determinada por un carcter valiente, por una aret que parece estar constituida en una individualidad particular, en cuanto a lo que la hace piadosa y es el sustento de su Antgona carga sobre sus hombros una mcula consumada entre Eteocles y Polinices, de la que ella no es participe en sentido estricto porque nadie la conden; aun as decide tomarla para ella misma como reconocimiento del honor y del sufrimiento de su familia al que solo su muerte (suicidio) se puede comparar. Una muerte dada por su propia mano, que no proviene de afuera, sino de su conviccin y resolucin interna. Llega incluso a consentir un amor hacia la muerte: Yo le enterrar. Hermoso ser morir hacindolo. Yacer con el que amo y me ama, tras cometer un piados crimen (70-5). Ella no tiene la oportunidad de cambiar su pasado, esta es la principal razn de su mpetu, y al tiempo, de su falta de esperanza: Pues nunca, ni aunque hubiera sido madre de hijos, ni aunque mi esposo muerto se estuviera corrompiendo, hubiera tomado sobre mi esta tarea en contra de la voluntad de los ciudadanos. En virtud de qu principio hablo as? Si un esposo se muere, otro podra tener, y un hijo de otro hombre si hubiera perdido uno, pero cuando el padre y la madre estn ocultos en el Hades no podra jams nacer un hermano (905-910)Electra, en cambio, est en construccin. Su padre fue muerto brutalmente por Clitemnestra y aquella, para vengar el honor de su familia, espera el regreso de su hermano Orestes. Tiene apoyo en l y su carga es compartida, pueden construir juntos lo que falta por hacer. Es particular que tanto Antigona como Electra profesen su amor por Polinices y Orestes respectivamente, ms an que por el resto de sus desafortunados familiares muertos (Eteocles, Yocasta, Agamenn, Ifigenia) o dolientes de un presente funesto (Edipo). Puede ser porque para ambas ellos son la muestra esencial de la philia; en ese orden de ideas, lo que es amado para Antgona es un muerto, por ello su amor a los muertos, su bsqueda incluso de la muerte: Para Antgona las personas amadas (philoi) son los difuntos, o bien otros servidores de los muertos como ella misma; el resto es objeto de completa indiferencia (Nussbaum, 2004, p.109). Por su parte, Orestes sigue vivo, por tanto el amor de Electra sigue con l en el mundo de los vivos y no tiene esa relacin arraigada con el thnatos que s tiene Antgona. An as, en el desarrollo de la tragedia, Electra cree muerto a su preciado hermano y con sentimientos profundos y desgarradores, afirma que su vida ya no tiene sentido, comparndose en dolor, en este punto, a Antgona. Slo en el caso de que ello fuera cierto y Orestes en efecto estuviera muerto, Electra hara parte del mundo del philos en thanato.La philia constituye para Antgona un valor supremo, nico digno de respeto y piedad profundos. Es el amor hacia su hermano y no otra cosa, lo que la mueve a enterrarlo; encontrando en su hermana Ismene la contraparte que tambin la llevar a actuar; ella defiende leyes divinas no establecidas por un soberano, as, su respuesta cuando Creonte la increpa por sobrepasar sus decretos ser: No pensaba que tus proclamas tuvieran tanto poder como para que un mortal pudiera transgredir las leyes no escritas e inquebrantables de los dioses. stas no son de hoy ni de ayer, sino de siempre, y nadie sabe de dnde surgieron. No iba yo a obtener castigo por ellas de parte de los dioses por miedo a la intencin de hombre alguno (450-55).La philia en Electra tambin conforma una parte importante del entretejido de sus situaciones. Orestes y Cristemis son las razones de sus acciones en construccin, mientras que Agamenn es la razn subyacente en la trama. En ella se expresa este amor en el deseo de vengar a su padre muerto de manera cruel por razones injustas y en la proteccin que brind a su hermano al enviarlo fuera con el pedagogo y en el presente, preocuparse por si ste an vive y vuelve a Micenas a consumar la venganza. No slo la venganza, sino a restituir el reino que por derecho les pertenece a ambos, como nico y ms honorable legado de su padre, devolver el orden que Egisto y Clitemnestra ultrajaron siendo Orestes el digno sucesor del reino Micnico. No es posible pensar que Electra use a su hermano tan slo como el ejecutor de sus intenciones, sino que ste es un fin en s mismo, porque ambas cosas son importantes para ella. Ahora bien, tanto para Electra como para Antgona, el suelo comn, lo que las une, es la defensa de las leyes divinas. Su pasado es el filtro que permite que en ellas tomen las leyes diferentes matices que las llevan a defenderlas de manera particular segn sus acontecimientos singulares, su historia. La bsqueda de la virtud por parte de Antgona le concierne slo a ella. Se trata de un comportamiento particular que no acarrea perjuicio a otra persona. Antgona lleva a cabo sus acciones piadosas en soledad y desde un compromiso individual (Nussbaum, 2004, p.11). Esa soledad tiene dos caras: por un lado, es escogida por Antgona cuando sabe que slo es ella la que puede culminar una historia familiar fatdica, ella carga en sus hombros la mcula y decide terminar con ella de una manera honrosa, defendiendo las leyes divinas; por otro lado, su soledad le acaece como consecuencia de la muerte de sus philoi y de una familia presente con la que no siente identificacin (Creonte e Ismene). La soledad en Electra est dada en la medida en que no hay opcin porque su nica salida es desprenderse del ser amado (Orestes) a fin de que, de nuevo juntos, consigan en el futuro restablecer la dignidad arrebatada; pero sta no sera una soledad completa, pues Electra consigue convencer a su hermana de que sus razones son justas cuando le persuade de no llevar al sepulcro de Agamenn las ofrendas y libaciones enviadas por la ruin Clitemnestra: Lo har como lo ordena; porque, tratndose de una cosajusta, es preciso no querellarse, sino apresurarse a hacerla. Mientras voy a obrar, os suplico, por los Dioses, oh, amigos!, guardad silencio, porque si mi madre sabe esto, creo que no sera sin un gran peligro como me habra atrevido a ello (470). Sin embargo, no prev lo que ocurrir cuando crea muerto a su hermano y Cristemis le niegue la ejecucin de la venganza por su propia mano, adems de que la misma Electra se ve desvanecida a falta de esposo y descendencia, quedando envuelta en un conflicto absoluto, en la soledad que ahora no es por voluntad, sino que es arrojada sobre s, lo que la har sucumbir. Sfocles logra con maestra exponer el drama de la herona: La fuerza inventiva del poeta crea con osado artificio una serie de incidentes y retardos para hacer que Electra pase por toda la escala de los ms ntimos matices sentimentales hasta llegar a la plenitud de la desesperacin (Jaeger, 1995, p.261). En ese orden, es confluyente la soledad de ambas heronas en un doble carcter (voluntario y acaecido), sin embargo, es diferente al tiempo, justo porque para Antgona la soledad la eleva virtuosamente hacia la piedad y su fin ltimo; el elemento de la soledad presente en las acciones de los hroes sofocleanos es un aspecto que los caracteriza y les hace grandes (Lesky, 2001). Mientras que para Electra la soledad no es ms que desgracia y alejamiento del propsito ltimo que para s ser el re-encuentro con la virtud. Ella es la causante de un grave dolor inconmensurable, consecuencia de no poder restituir lo que se ha roto, un orden que sobrepasa los poderes que puede alcanzar, pero que le alza por encima de los otros y le configura como herona trgica.Tanto las manifestaciones de la philia, de la defensa de las leyes divinas, de la soledad y afrontar la muerte constituyen a estas dos heronas como mujeres pertenecientes a la tradicin mtica en la tragedia. La tradicin religioso-cultural les es menos ajena que las leyes humanas representadas por sus contrapartes (Clitemnestra y Creonte). Las contrapartes de las heronas encarnan leyes humanas, puesto que actan segn su carcter propio (Creonte) o intereses particulares (Clitemnestra) y representan una perspectiva novedosa de las situaciones en la polis. Ellos se enfrentan a los rdenes antiguos representados por ellas. Para el tirano, la relacin philial solo ese da en trminos de una amistad civil, as que Antgona debe cumplir sus decretos, a pesar de que el que yace en el suelo sea su amado hermano. Es evidente que ambos defienden principios diferentes, l lo hace por sus decretos, mientras ella se da el aval a partir de la defensa de valores alusivos a su piedad, a lo divino enmarcado en leyes tradicionales. En cuanto a Electra, es acusada por Clitemnestra como insolente e irrespetuosa ante el nuevo rey, ante las imposiciones que desde el poder, ambos le han impuesto. An as, Electra sabe que el comportamiento de su madre es completamente punible y la reprocha reclamndole sus fundamentos para actuar: Por eso mi padre, constreido por la fuerza y despus de haberse resistido a ello, la sacrific con dolor, pero no en favor de Menelao. Pero aunque yo dijese como t que hizo aquello en inters de su hermano, era preciso, pues, que fuese muerto por ti? En nombre de qu ley? Piensa a qu dolor y a qu arrepentimiento te entregaras si hicieses semejante ley estable entre los hombres. En efecto, si matamos a uno por haber matado a otro, debes morir t misma para sufrir la pena merecida. Pero reconoce que alegas un falso pretexto (Ubicar verso) .Sin embargo, Electra no reconoce en Egisto una figura de autoridad, o alguien ante quien rendir honores y favores, no dejar de ser el perpetrador de la muerte del verdadero rey de Micenas, y, por el contrario, provoca que Electra no se aleje de la profunda voluntad de recuperar aquel lugar para s y para su amado Orestes. Sfocles, tal vez sin intuirlo, retrata en sus dos tragedias aspectos de lo femenino, y an ms, de lo humano, segn Jaeger. Antgona encarna a una mujer fuerte y con convicciones. Electra mantiene el mismo fervor que la anterior, pero a su vez, explora dentro de s muchas otras emociones provocadas por los fuertes sucesos que le acaecen. Una caracterstica de la hybris de Antgona reside en su masculinidad. Sus actitudes frente a Creonte son frreas, sus palabras seguras y fuertes al igual que sus argumentos a favor de sus acciones. Cuando Ismene le increpa por sus decisiones, Antgona se muestra impasible. Su hermana intenta persuadirla de que como mujer esta transgrediendo los valores que por tradicin ellas deben preservar: Es preciso que consideremos, primero, que somos mujeres, no hechas para luchar contra los hombres, y, despus, que nos mandan los que tienen ms poder, de suerte que tenemos que obedecer en esto y en cosas an ms dolorosas que stas (60-5).As mismo, cuando Cristemis increpa a Electra al comentarle esta su idea de vengar a Agamenn, se perciben en ella actitudes propias de un hombre, reprochadas tambin por la figura de la hermana: En qu piensas, en efecto, cuando quieres obrar con tanta audacia y me pides que te ayude? No lo ves? T eres una mujer, no un hombre, y tienes muchas menos fuerzas que tus enemigos. (Ubicar fragmento). Cristemis e Ismene son otro aspecto diferente. Representan la mujer apegada a la tradicin, sumisa ante el poder de los hombres y a sus decisiones, desean llevar a sus hermanas a su orilla para protegerlas de un poder que estn desafiando, sin encontrar resultados favorables; ellas son temerosas del actuar en contra de quien ejerce poder y el rango de sus convicciones es totalmente opuesto al de las de Antgona y Electra. Aun as, no son en vano estas caractersticas masculinas. Es posible que acudan a las posturas propias de los hombres para desenvolverse en un mundo que se ha ido configurando por hombres y para hombres. Solo as, para los contextos polticos particulares de sus pocas, tendrn una voz con posibilidades de ser escuchada.Si se acepta, como se afirmaba ms arriba, que Antgona y Electra configuran aspectos de lo femenino, es pertinente resaltar a Electra. Confluyen en ellas las actitudes masculinas, an as, esta ltima es ms contradictoria que Antgona. Su palabra es fuerte y segura, pero su padecimiento es profundo, su llanto ruidoso y molesto, sus quejas repetidas e incansables. El coro le recrimina a lo largo de la tragedia sus emociones descontroladas, exhortndola a calmarse en repetidas ocasiones: Respira clera, lo veo, pero no veo que se cuide de saber si tiene derecho para ello () - Hija, por qu lloras? () No te lamentes demasiado alto. (Verso)Lo hace Orestes tambin en el momento del reconocimiento. Su hermana est gimiendo tanto de alegra que podra echar abajo los planes que ambos han elaborado para perpetrar la venganza. Durante este dilogo se hace referencia al momento preciso que Electra esta apunto de estropear. Es un llamado a la mesura. Sus respuestas reiteradas son: Henos aqu. Pero aguarda en silencio () Lo s tambin, pero no es necesario recordar eso sino en el momento preciso () No quisiera reprimir tu alegra; sin embargo, tengo el temor de que te abandones a ella con exceso () Basta de palabras superfluas! No me digas ni que mi madre es mala, ni que Egisto, agotando la morada de las riquezas paternas, las esparce y las disipa sin medida; porque las palabras intiles haran perder un tiempo propicio.ConclusinLa tragedia griega es un mundo de matices, como el mundo griego mismo. Sfocles es, dentro de los tres trgicos, como el Fidias de la poesa. Es capaz de retratar en sus representaciones hasta los ms mnimos detalles del universo humano. Prueba de ello son sus dos heronas. Mujeres que personifican los conflictos de su poca tan bien como sus otros personajes, pero que se particularizan deviniendo en s mismas, para luego regresar de nuevo a rdenes superiores. Envolviendo sus movimientos en algunos de los rostros de la cultura griega: hybris, prudencia, philia y thnatos. Una mirada desde lo femenino para encontrar nuevas relaciones permiti entablar similitudes y diferencias entre ambas tragedias, elaborar anlisis propios y comprender un poco ms el fenmeno trgico. Un aspecto recurrente en ambas tragedias, muy particular (teniendo en cuenta que se llevan aproximadamente tres dcadas) es la confrontacin de ley divina/ley humana; esto acerca el conflicto trgico de una y otra herona, que aunque atravesadas por circunstancias diversas y descendientes de linajes diferentes, afrontan aquella problemtica desde la defensa ferviente de la ley divina, incluso, que reflejen caractersticas tradicionales de lo femenino, pero respondiendo a lo humano, imagen recurrente en el poeta; sin embargo, claro debe estar, que respondan a la figura del hroe trgico por excelencia. Ha de clarificarse, que aunque en Sfocles pueden develarse atisbos del ideal humano, l no es ajeno a los contextos socio-polticos de su tiempo, y por supuesto, debe atender, como bien lo hizo toda la tragedia tica, las problemticas concernientes a la sociedad. Pero el misterio de este artista magistral es difcil de desentraar, no se evidencia en el aparecer mismo de la obra, sino ms bien en lo trascendente de la misma y en el hecho de que su trabajo es universal, all, los aspectos propios de su tiempo se resignifican y acomodan a diferentes pocas de manera tan natural, esto pues es muestra, no solamente del arte como respuesta actual, sino del mismo como bsqueda de la esencia humana universal.

Referencias bibliogrficasJAEGER, Werner. (1995). La paideia. Mxico: Fondo de Cultura Econmica.ATEHORTA ATEHORTA, Arbey. La figura femenina en la tragedia de Sfocles [en lnea] 24. Ed. [Pereira, Colombia]; utp.edu.co, dic. 2000. [Citado 07 may. 2012]. Disponible en: http://www.utp.edu.co/~chumanas/revistas/revistas/rev24/atehortua.htmNUSSBAUM, Martha. (2004). La fragilidad del bien Madrid: La balsa de la Medusa, 2004. Pg. 109LESKY, Alvin. (2001). La tragedia griega. Barcelona: El Acantilado.Sfocles. (1981). Tragedias. Madrid: Gredos.