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LA TRANSFERENCIA DE MODELOS DE LA ORGANIZACIÓN, DE LA IGLESIA AL ESTADO, A
FINES DE LA EDAD MEDIA
VERGER Jacques
Verger comienza por definir a la Iglesia como una sociedad visible, jerarquizada y que ejerce sobre sus
miembros un cierto poder de control y coerción.
Además define las relaciones entre esta y los estados, sobre todo a fines de la edad media, como relaciones de
competencia y oposición. Los emperadores, los reyes de Francia y de Inglaterra no cesaron de luchar contra la
autonomía de los clérigos y las pretensiones del papado de intervenir en todos los Estados de la cristiandad en
nombre de una autoridad tenida por suprema y universal. De estos conflictos se derivan gran cantidad de
tratados teológicos, políticos, jurídicos, etc. Que concernían a las relaciones de la Iglesia y el estado.
Sin embargo Verger se pregunta: la contradicción entre los fines de la Iglesia y los estados ¿Excluye
contaminaciones y transferencias entre una y otros? El estado naciente en particular, ¿no retomo a su favor
ciertas armas de su adversaria?
Para analizar esta cuestión el autor se va a limitar al nivel concreto de las instituciones. La iglesia desarrollo
un sistema complejo de instituciones que le permitió realizar el encuadramiento del pueblo cristiano, que era
su finalidad terrestre. Es sobre la influencia de este modelo de organización sobre el cual Verger se interroga.
Empieza por aclarar que este modelo no es completamente original ya que es portador de la herencia antigua
que siguió viva gracias al mismo. Tampoco puede decirse que la “génesis del estado moderno” pueda
explicarse por las “influencias” que habrían podido ejercer la Iglesia sobre ella. Pero el análisis de la forma
que tomo no puede dejar de tratar este problema de las influencias y los modelos. Los invocados a menudo
por los historiadores son aquellos heredados de los “orígenes feudales” del estado y. por otra parte, aquellos
inspirados por las doctrinas cultas enseñadas en las universidades; tanto el aristotelismo político como el
derecho romano. La pregunta que Verger se hace es si a estos modelos se les podría agregar aquellos
ofrecidos por la Iglesia, considerada desde la práctica de sus instituciones.
Para formular la hipótesis Jacques Verger parte de observaciones empíricas, propone que un estudio
comparado de los principales sistemas de instituciones eclesiásticas y estatales denotan, en cierto número de
dominios, parecidos irrefutables. En vista de esta evidencia el autor propone la hipótesis de una transferencia,
la reproducción laicizada por parte de los nuevos estados de formas de organización de origen eclesiástico.
Este conjunto de observaciones lo ordena bajo tres categorías:
1. La primera es el modelo de concepción territorial del poder (que a su vez deriva de la herencia
antigua que ella porta). El poder eclesiástico no se ejercía por el juego de lazos y derechos
personales, sino por el control del espacio, integrando a todos los fieles en un conjunto de redes
territoriales que aseguraban la circulación de la autoridad. Hay una jerarquía de circunscripciones
que cubren prácticamente toda la cristiandad occidental: las provincias, diócesis, parroquias, etc. en
las cuales no se establecen lazos con subordinados por una relación de orden personal, sino en
función de un territorio, y de hecho esa red de circunscripciones eclesiásticas, es exactamente la que
van a tomar los reyes para organizar luego la recaudación de impuestos, el reclutamiento de tropas,
el ejercicio de la justicia, etc. Entonces, plantea Verger, se va a producir una territorialización de la
autoridad pública.
2. El segundo aspecto del modelo provisto por la Iglesia: una forma de gobierno que combinaba
centralidad y representación. Desde la reforma gregoriana la monarquía pontificia toma impulso, y
con ella, los principales órganos de gobierno central de la Iglesia, así como los medios de
intervención directa del papado en todos los niveles de la Iglesia universal. Lo que dice Verger es
que la Iglesia presenta para el siglo XIII un sistema de gobierno interno que ha sabido combinar muy
eficientemente centralidad, con organismos de representación, la Iglesia está repleta de situaciones
en las cuales se eligen representantes, Verger se refiere especialmente a la doctrina conciliar
resultado de los concilios que se realizaron por el cisma de Occidente, estas asambleas eclesiásticas
fueron un lugar de experimentación política, allí se desarrollaron técnicas concretas como modos de
convocatoria, organización de debates, etc. y parece muy probable que las asambleas representativas
del poder laico se inspiran en las eclesiásticas. Estas reuniones de representantes pueden
compatibilizarse con procesos de concentración del poder en la cabeza, y es eso lo que los reyes van
a copiar después. Hay que aclarar que no son asambleas representativas en el sentido moderno sino
estas asambleas están hechas para construir el poder del rey, no para limitarlo. Al convocar a los
estamentos el Rey no forma parte de ninguno de ellos, porque él esta por encima de todos y su tarea
es velar por los intereses del reino y su bienestar, él representa al reino en su conjunto, así como el
papa es la cabeza de la cristiandad y pastor de toda esta cristiandad.
3. El tercer ámbito que permite sospechar una transferencia de modelos de la iglesia al estado moderno
es el del impuesto y las finanzas, en este ámbito se vinculan sobre todo por el diezmo, que el papa
concedía a los soberanos laicos o estos se lo apropiaban por un motivo extraordinario como por
ejemplo la cruzada. Entonces, se puede decir que un impuesto eclesiástico, jugó un rol al menos de
iniciador en el nacimiento de la fiscalidad real directa.
Verger piensa que la transferencia de modelos puede haber sido posible. Los agentes de esta contaminación
serian por una parte, las doctrinas y escritos teóricos. Por otra parte el lugar que ocupaban los clérigos entre
los servidores del rey, se puede suponer que estaban tentados a implantar en el Estado naciente los modelos de
organización que les eran familiares. Verger termina con la propuesta de que al menos inconscientemente la
fascinación ejercida por la iglesia como institución de origen superior, portadora de lo sagrado, haya bastado
para inspirar imitaciones y reproducciones.