La Tribuna - La Hora Estelar de Los Asesinos Vascos

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La hora estelar de los asesinos vascosLa Tribuna. Redaccin.[Img #2446]Lderes del PNV y Sortu apoyan a los miembros de ETAA lo largo de los ltimos aos han sido muchos los dirigentes de la banda terrorista ETA que han especulado con la idea de cmo sera su ascenso al poder de las instituciones vascas. Los investigadores policiales disponen, incluso, de una amplia documentacin en la que los criminales aventuran complejos escenarios, dibujan procelosos recorridos y disean hojas de ruta ms o menos viables que, en ocasiones, apenas parecen tener algn sentido. Hoy sabemos que todas esas ensoaciones de los asesinos siempre haban fallado en una cosa: ni ellos mismos llegaron a creerse nunca el alto grado de estima, la simpata, la comprensin y el acomodo con que contaban en una parte siempre demasiado importante de la sociedad vasca.Hace unas horas, ms de 100.000 hombres, mujeres y nios de Euskadi salan a las calles de Bilbao para mostrar su apoyo a un puado de asesinos. En las ltimas elecciones autonmicas, uno de cada cuatro vascos vot a favor de un candidato de EH Bildu, el proyecto poltico nacido de y tutelado por la banda terrorista ETA, para liderar el Gobierno autnomo y, de hecho, esta fuerza, la segunda de Euskadi en nmero de apoyos, disputa, en expansin, amplitud e intensidad, el liderazgo poltico de la comunidad al PNV de Iigo Urkullu, que desde hace algunos meses contempla alarmado cmo su primaca es ya cosa de tiempos pasados y que ha interiorizado que desde ya tendr que tomar serias decisiones para encarar la rivalidad de los hijos prdigos que han regresado envalentonados a la casa del padre.Cincuenta aos de barbarie nacionalterrorista han abocado a los vascos a las puertas de un oscuro y a veces indescriptible abismo moral. Y es que cuando miles de individuos piden extasiados la libertad de un puado de psicpatas fanatizados o cuando uno de cada cuatro ciudadanos apoya libremente un proyecto ideolgicamente totalitario, ticamente indecente, polticamente irracional y socio-culturalmente extremista como el de ETA-Batasuna, es que algo falla, que algo se encuentra ticamente tumefacto en el corazn de esta regin convulsa que, bien entrado el siglo XXI, desea recorrer los caminos del futuro basndose en presupuestos prepolticos y ensoaciones sangrientas e irracionales del siglo XIX.Decenas de miles de vascos, directamente ligados al entorno del nacionalismo y del terrorismo autctonos, dicen pblicamente, una vez tras otra, que desean que se cumplan los planes que ETA siempre tuvo para gobernar esta regin, que quieren que los terroristas de ayer se conviertan en los lderes de nuestro futuro y que buscan que, definitivamente, los nuevos tiempos, que a decir de algunos vivimos, vengan marcados por el sello de la infamia y la atrocidad. Kandido Azpiazu, un matarife etarra que se pasea tranquilamente por las calles de la localidad guipuzcoana de Azpeitia mofndose siempre que puede de la esposa de Ramn Baglietto, el hombre al que asesin, ha expresado muy claramente esta idea: La mayor parte de la poblacin me apoya a m, y no a esa seora (refirindose a Pilar Elas, la mujer del hombre al que mat). Por qu habra de sentir algo por ella?, Por qu habra de importarme lo que ella piense? La mayora de las mujeres mayores de mi pueblo saben que he pertenecido a ETA y que he asesinado, pero todas quieren darme besos por la calle.Toda la infamia que durante los ltimos meses se est vertiendo en el Pas Vasco, con la aquiescencia activa de muchos, la comprensin cobarde de otros y la ignorancia cmplice de bastantes, habla de una sociedad que desea pasar pgina a cualquier precio, pero tambin pone al descubierto un tejido comunitario purulento en el que lo malo no es la querencia de muchos al olvido, a la desmemoria, a la equiparacin entre vctimas y verdugos o a la bsqueda de la mxima impunidad para los terroristas. Lo peor de todo es que demasiados de los hombres y mujeres que cotidiana, annima y orgullosamente se pasean por las calles donde la banda terrorista ha asesinado a casi un millar de personas anuncian a los cuatro vientos que desean para sus descendientes una sociedad de futuro liderada en comandita por dirigentes del PNV ticamente mezquinos que, en privado, reconocen que nada o muy poco hicieron cuando tanto haba que hacer contra ETA y, por otro lado, por quienes, directamente, han jaleado, celebrado, aprobado y alentado todos y cada unos de los crmenes terroristas.Una amplia mayora de los ciudadanos vascos, embadurnada de un espritu tan frvolo como acomodaticio y tan contemporizador como desinteresado de la defensa del sistema democrtico, de los derechos humanos y de las libertades individuales, desprecia los principales modelos ticos, polticos, econmicos y culturales sobre los que se levantan las sociedades occidentales. Y, como consecuencia de ello, es tal su denigracin y su querencia hacia la barbaridad que lo nico que estos fanticos son capaces de hacer es echarse al monte aullando soflamas que exigen amnista para los asesinos y salpimentando stas con engendros ideolgicos, modelo Bildu o Amaiur, que mezclan a partes iguales soberanismo mitificado, ecotalibanismo, manipulacin histrica, patrioterismo tabernario y radicalidad piquetera.El resultado de todo esto? Un territorio infame reacio a la aplicacin de las leyes democrticas, renuente a la convivencia, impenetrable a la civilidad democrtica, indcil al juego institucional, permanentemente asomado a la barbarie y constantemente opuesto a cualquier iniciativa de progreso, bienestar y desarrollo.Qu sociedad miserable tendrn nuestros hijos maana, cuando hoy tantos de entre los nuestros apuestan por la sumisin a los ms viles del lugar, por la llamada sentimental de la tribu, por la atraccin atvica hacia la aldea y por los frreos lazos de afinidad labrados sobre regueros de sangre inocente?