47
La Triste Memoria de los Trenes| 1

La Triste Memoria de los Trenes - Pablo Cassi · que dulcemente te abrazan hasta romper cualquier distancia que nos separe. Vivo en el solitario dintel de cada mañana con las esquinas

  • Upload
    others

  • View
    1

  • Download
    0

Embed Size (px)

Citation preview

La Triste Memoria de los Trenes| 1

La Triste Memoria de los Trenes| 2

La Triste Memoria de los Trenes| 3

La Triste Memoria de los Trenes

La Triste Memoria de los Trenes| 4

Editorial: Palo de ThadeDiseño y diagramación: José Fernández Editores: Cassi & Fernández Asociados

Casilla 383, CP 217-0050San Felipe, Chile

Año edición mayo de 2013Registro Propiedad Intelectual: 228765Chile

[email protected]

La Triste Memoria de los Trenes| 5

Sobre sus senos impalpablesla noche pone su traje.

Paul Eluard (1917-1952)

La Triste Memoria de los Trenes| 6

La existencia y mis cotidianos rituales

La Triste Memoria de los Trenes| 7

Alguien desea encontrarse contigo

Te escribo para que no te gobierne el miedo

ni la antigua vida dude de tu existencia

con su historia de arrepentimientos.

La noche nuevamente te encontrará sola

repitiendo tu nómina de sueños

aquellas cartas escritas con la dignidad

de una enamorada.

Alguien desea encontrarse contigo esta tarde,

tomar posesión de tus labios

y buscar en el cajón de tu dormitorio

aquella flor que no envejece.

La Triste Memoria de los Trenes| 8

Si algo funciona perfectamente en esta América morenaSon la corrupción, el narcotráfico, la pobreza y la guerrilla.

La Triste Memoria de los Trenes| 9

El rítmico vaivén de un tranvía

No es fácil adentrarse en el olvido

con la experta indiferencia que camina de noche

dar vueltas alrededor de la propia sombra

y salir de la lluvia

con un ritmo alternativo.

Después de todo mi mayor hazaña,

ha sido ésta

<< hacer tabla raza de mi alma que huye de lo inútil>>.

Mientras el viento golpea latas y techos de calamina

con el rítmico vaivén de un tranvía

tú vuelves a caminar con un pie puesto en la primavera

para no levantar sospecha.

La noche cae sobre nuestro semblante

nada puede disuadirnos bajo esta nubes

estamos atrapados en mitad del diluvio.

La Triste Memoria de los Trenes| 10

Mientras la noche no es de nadie

Aquí las tardes caen sobre las solapas

toman posesión de los retratos confinados

al olvido

con la belleza enferma y silenciosa

La soledad dialoga con la humedad de la madera

huele a llanto la flor disecada

en un viejo libro de poemas.

Mientras la noche no es de nadie

apuesto mis anónimas costumbres,

la existencia de mi oficio cotidiano.

Alguien pregunta con la mansedumbre de

los pájaros

<por él que no ha conciliado el sueño debajo de las puertas>,

el aire que deambula y escala el torso desnudo

de parques y bares.

Inevitablemente la vida tiene color sepia

triste como los antiguos armarios

como el aroma de un billete arrugado

La Triste Memoria de los Trenes| 11

que secuestra una dosis de cocaína.

Una botella se escucha caer

alguien dobla las rodillas con grave lentitud,

sólo tiene sombras que apretar entre las manos,

un saldo de fantasmas con deudas hipotecarias.

Bienaventurados los que no se hunden en la soledad

que otros inventan

los que apresuran el paso en medio de la tristeza

como si esta fuera solamente una demora,

una efímera costumbre de pintarse el rostro

para llenar la noche.

La Triste Memoria de los Trenes| 12

Aprendí a perderme en ti

Desnuda en el dintel de una lámpara

su cuerpo aceitunado sube de nube y de paloma

huye de las calles iguales

de los edificios que se construyen por costumbre.

Aprendí a perderme en su geografía

en la cintura azul de los arrecifes

con la amistad de las gaviotas que sueña

en la quietud del viento.

Llega la lluvia fina que se sucede contigo

baja hasta la orilla de mis días

como si fuera el otoño el próximo cielo,

un testimonio de tu época y de tu tiempo.

Entonces es la hora de sentarnos a la mesa

y descubrir en que vaso dejaste el aroma de tus labios

la íntima costumbre del mantel blanco

donde nada sucede sin tu presencia.

La Triste Memoria de los Trenes| 13

La tarde es entonces un estado de ánimo

una lágrima que fija el límite de lo inevitable

y olvida aquello que tiene su partida

más allá del océano.

La Triste Memoria de los Trenes| 14

El precio de las emociones

Hace frío que sale de los labios

y te escribo algunas palabras,

un renglón más abajo de la rodilla

para incrustar en tu pierna de palo

la voluntad final de mis huesos.

La noche se desviste

y una a una cuelga sus prendas en el aire

reajusta el precio de las emociones

el sudor empaña las ventanas.

No tengas pudor de este instante

<pon en movimiento la sensualidad de tu cuerpo>

la intensidad del calor que generan los besos.

Entonces el deseo hará su tarea

mientras el arrepiento no te sorprenda

en mitad de una caricia.

No digas que no te advertí que el amor nace

para prolongarse

en todas las novias que se visten de

luna y se aroman de miel.

La Triste Memoria de los Trenes| 15

Más fría que una luna de agosto

Atrapado con mis bolsillos llenos de preguntas

me tiende la mano y mide mis palabras.

<Hubiese preferido esta vez no encontrarla>.

Ella viaja con los labios al pasado

y transita bajo mis ojos

con la vida que un día fue mía

más fría que una luna de agosto.

Este diluvio insiste en mitad de la noche

no se detiene para medir la espera

ni precisar que cosas ocurren,

huye de cualquier desenlace

como si todo fuera una sombra

cada vez más verde.

Triste y con el rostro cubierto de vino

a espero en la última fila de un cine,

huelo su ropa que estila a deseo

las medias de seda aun tibias

en la estrechez de la falda,

La Triste Memoria de los Trenes| 16

mientras ajusta su entorno para su encuentro más oscuro.

No hay tiempo que perder

préstame tus ojos de primavera

como un cesto que espera

el sueño de las camelias.

La Triste Memoria de los Trenes| 17

Tu mirada indefinible

Fue su voluntad desatar el anuncio de su cuerpo

una tormenta de sexo

bronceada en el Caribe,

la blusa con cinco botones menos

respondiendo con lujuria al deseo de otros labios.

¿Por qué alguien habría de rechazar su rostro

moldeado como una fotografía?

Cada cual sabe en qué momento

el amor es una urgente batalla.

Bajo el corazón de la noche

y con cinco botones menos en la blusa

desvela la dudosa frontera

entre la luz y la sombra.

No basta con saber que el amor

puede inventar su propia existencia

y ser cómplice de viejos deseos.

La Triste Memoria de los Trenes| 18

Y aunque tú nunca lo sepas en las ventanas

de este hotel

alguien que no te conoce

aun te espera.

La Triste Memoria de los Trenes| 19

Sus labios violetas

Es más sencillo caminar bajo un paraguas

que llevar el invierno en el cabello,

la arrogancia de un vestido más allá de la espalda

la frágil frontera de los labios

que cada noche apuesta un beso diferente.

¿En qué latitud la vida desciende por los peldaños

de una angosta travesía?

torpemente elige el rostro de una muchacha.

Un pañuelo cae bajo la sombre del agua

Verlaine vuela en su búsqueda

como si en esa plaza vacía aún habitaran

sus poemas.

La vida es un punto aparte

Como la lentitud que tiene un lugar para el regreso,

la cómoda holgura de los zapatos

que caminan por el borde de los días

y que nadie sabe con exactitud hacia

donde se dirigen.

La Triste Memoria de los Trenes| 20

En París la nieve regresa a cada rostro

con el azar y la razón de quienes

sobreviven a sus nombres.

Entonces la sombra marchada todavía de agua

no se pierde de un cuerpo para siempre.

Aquello que hoy buscamos sin fortuna

algún día lo volveremos a encontrar

como a una novia en un álbum de fotografías.

La Triste Memoria de los Trenes| 21

Lo que no existe

Eligió el silencio de una antigua puerta

sin más compañía que la inercia

que se habitúa al olvido.

Era más fácil acomodarse

a los instintos de la vejez

que apostar a la verdad de lo que no existe.

Como una mujer que nada espera

la vida pasa de moda por su rostro

y noche adentro bebe con la sed

indescifrable de su juventud

con la aparente inocencia de quien interroga

por primera vez a los espejos.

Definitivamente sola

la verdad no tiene prisa en conocer

sus pormenores.

La Triste Memoria de los Trenes| 22

Llevamos siglos esperándonos

Me asomo a la tarde

y me pueblo de tus lejanías

mientras la lluvia teje la distancia.

Esta memoria mía a punto de romperse

escribe tu nombre en cada marejada

y silencia el murmullo de un fantasma.

Entonces entrégate a estas horas

donde el amor lleva siglos esperándonos,

enfurece la emoción que habita en tu alma

como si estuvieras a punto de perder

la cordura.

<Vuelvo nuevamente,

al frondoso camino de la higuera

atraídos por una voz que rompe

el silencio>.

Tú sabes que nunca podría olvidar este día

la cálida briza de la luz anaranjada

las líneas del sol que descifran el pulso de Dios

La Triste Memoria de los Trenes| 23

las fugitivas sombras en el rostro

Estaré contigo como de costumbre

cuando rasgues la envoltura de los objetos

y apagues con la luz fugitiva de las velas

tu nuevo aniversario.

La Triste Memoria de los Trenes| 24

Por el camino de tu nombre

Vienes hacia mí por la tarde de un árbol

con la perfecta quietud de una estatua.

Entonces tu mirada crece en mi rostro

y quisiera tener otros ojos

allí donde terminan los míos

para caminar por aquellas canciones

que dulcemente te abrazan

hasta romper cualquier distancia que nos

separe.

Vivo en el solitario dintel de cada

mañana

con las esquinas que atesoran la ausencia

los besos equivocados

que crecen en mi corazón .

Regreso por el camino de tu nombre

que baja de los labios

cuando llueve y atardece en mi

ventana

la efímera razón de tu permanencia.

La Triste Memoria de los Trenes| 25

Dijiste que podrías enamorarme

Eres alma únicamente

inclinada bajo el agua caudalosa

la congoja de una flor en el almendro

un pañuelo de antigua enamorada.

Eres también aquellos días que se

encuentran

y dejan huellas,

la alacena que acomoda el mate

y la hierba

la cautelosa complicidad de una mirada

impredecible

en las verdes tardes del bosque

<de la Herradura>.

Dijiste que me podrías enamorar

en la madrugada de un sueño

atrapándome en un espejo.

¿Qué harás mientras tarda mi regreso

a tu ínsula de libros y de plácida música?

La Triste Memoria de los Trenes| 26

Inútiles vigilias

El aire florece en los goznes de mi ventana

retiene la escarcha en la superficie de los barrotes

atraviesa los doseles

y escala mi memoria con una mirada anónima.

La mañana, se puebla de voces inesperadas

con la mirada vuelta al cielo

nos recuerda que no somos ya los mismos.

Recóndito y sencillo mi vestuario de antiguo tango

da inicio al otoño

acaricia la sombra de un antiguo bar

con la incierta memoria

que duda de mi nombre.

Expectante aguardo la aparición del

siglo XXI.

Entonces los árboles huyen

para no morir con el bosque,

con la triste imagen de la noche

que cae de un invierno

La Triste Memoria de los Trenes| 27

Te invito a comprendernos

No siempre fue motivo para ti

el deseo de encontrarnos.

Lo cierto que no sabrás explicar tu distancia

¿a quién perteneces cuando sueñas?

¿cómo salvarme de ese mundo

con la triste costumbre de la mala memoria?.

Mirémonos entre los árboles mojados

para que la lluvia prosiga.

Entonces te invito a comprendernos

mientras la madrugada transita

como una ligera sospecha

y tu mirada se viste

con la emoción de los veinte años,

una blusa sin errores de cálculo.

No rechaces un beso mío

como si fuera una triste canción

que se instala en tu rostro,

si demora en llegar a tus labios.

¿De quién eres cuando me olvidas?

La Triste Memoria de los Trenes| 28

Necesito saber que estuviste conmigo

¿Por qué te ocultas de mis ojos

cuando se asoman a tu mirada

e introduces la distancia insalvable,

aislando mi nombre de todo lo vivido?.

Quédate en la bruma de esta calle

necesito saber que estuviste conmigo

como la luna que apresura tu nombre

en un mes de siete minutos.

Sin me abandonas el frio se amontonara en mi cuerpo

y mi rostro se confundirá con la incertidumbre

con el tiempo que decreta el silencio más oscuro.

A duras penas mi vida proseguirá

En lugar de nuestro último encuentro,

Se nutrirá con el dolor de la distancia.

Leve e impredecible,

la luz se desvanecerá para siempre

como una puerta que expulsa el tedio

La Triste Memoria de los Trenes| 29

con la frágil sonrisa que cae de la mirada.

Mientras espero qué hacer y qué decir

cuando haya aprendido a escuchar

el rumor que nos trajo hasta aquí,

a lo mejor te abrazare como a un mástil

y de esta manera tu harás que la primavera permanezca.

La Triste Memoria de los Trenes| 30

Contar los muertos habría de durar para siempre

Este día cae lejos de Santiago de Chile

con la grave danza de la muerte

la voz de las armas

sobre la plaza de Tlatelolco

donde contar los muertos habría que

durar para siempre.

Más allá de la pólvora y de las cenizas

Ciudad de México es un dolor

que habla otro idioma

en la pálida atmosfera

para no doblar sus rodillas.

La luna de rostro azteca

oculta el olor que el tiempo deja

en la húmeda costumbre de los recuerdos,

un pájaro llora la muerte de un niño

con su bandera de plumas.

Tlatelolco no registra certificado de defunción,

es huésped permanente del azogue de un paisaje,

una copa vacía que castiga la sed de su historia

la verde lluvia sucesiva y ciega

que penetra el silencio.

La Triste Memoria de los Trenes| 31

Amor virtual

Al fondo el mar de “Cachagua”,

y el extraño instinto que la induce

a hurgar en la página de su revista preferida

no siempre las predicciones son un fraude sentimental

www.sentimientossofisticados.com

es un sitio de prestigio.

--- Mujer anglosajona de excelente presencia

graduada en economía en la Universidad de

Stamford

con ingresos superiores a cualquier empresa del

retail ---

<Necesita conocer hombre varonil

no mayor de cincuenta años>.

Interesados escribir a [email protected]

“Cinco décadas de inclaudicable virginidad

constituyen méritos suficientes

para regalarse este capricho”

La Triste Memoria de los Trenes| 32

--- Se dijo en voz alta ---.

Bajo un cielo violeta

que recuerda sus amaneceres en Manhattan.

impaciente espera a su príncipe azul

en un salón del Hotel Haytt.

Señor, que espera para acercarse

a la mejor oportunidad de su vida

solo dispone de pocos minutos para hacerse

del mejor producto sentimental

que ofrece el mercado.

Estaba escrito que esa cita era inevitable.

Esa noche pernoctaron bajo las mismas sábanas

a una velocidad de 70 segundos por caricia

con la soledad compartida de los encuentros

virtuales.

Aquella madrugada no fue capaz de resistir

la primera despedida

el mar de Cachagua sigue a sus espaldas

cual vecino prudente que a esa edad

<no es conveniente hacer el ridículo>.

La Triste Memoria de los Trenes| 33

Nada exige ciudad de México

Aprendí a vivir sin ella

y la casa se hizo grande,

de vacía al despertarme.

Dejó de existir el recuerdo del jardín,

los humildes crisantemos que persiguen

a la lluvia.

Es posible que ciudad de México,

declare mi rostro incompatible

y el viento apresure la noche en “Reforma”.

Muchas noches han regresado

apoyadas en el piano de un bar.

Sin más compañía que la distancia

la paciencia atardece de tristeza

desenreda los enigmas de aquella mujer,

esta costumbre de urdir el pasado

con la mirada siempre en silencio.

La Triste Memoria de los Trenes| 34

Sé que no hay mucho de qué hablar,

Adelita, después de tanto tiempo

y aún así insisto en que te desnudes

en uno de mis sueños.

Háblame de aquellos poemas que crecieron

con la revolución en tus labios.

Quítate ese brillo de tu rostro que no te pertenece

aléjate de los que asedian tu serenidad

y buscan en la puerta de tu casa

una caricia clandestina en la bahía de tus ojos.

Abrázame para que tu cuerpo

no sea un rito que olvida la historia.

La Triste Memoria de los Trenes| 35

Un bar de Valparaíso

Es posible que el amor no regrese

como el reflejo del agua bajo el puente

y si retorna lo hará en un par de viejos

zapatos

que recuerdan a Charles Aznavour en un bar

de Valparaíso.

Las ventanas bostezan de madrugada en los cerros

cruzan sobre mi cama

tus umbríos tacones de vuelo rasante,

la curva de tus pechos poblados de aventuras.

Es temprano todavía para que la noche regrese

a la humedad de los techos

a tu elegante estatura que acosa la luz

en los faroles.

Definitivamente el amor

no volverá.

La Triste Memoria de los Trenes| 36

No nada peor en tu vestido

que el aroma de hoteles clandestinos.

La Triste Memoria de los Trenes| 37

Te escribo para no envejecer

Silenciosa la aldaba cierra la puerta

y deja escapar los últimos comentarios,

la cotidiana historia de Antonin Artaud

la vida que atraviesa tu nombre con un poema.

Sobre la mesa,

este domingo el aroma satisfecho del brandy,

navega hacia las costas de Marsella

la calma, el humo y los rumores

vuelven de las hogueras y de los patíbulos.

Duele todavía en todos los naufragios

que un corsario regrese con sus fantasmas

eróticos que desemboquen en tu cuerpo

sin pudor ni cortesía.

Te esperé sentado al medio del océano

sin otro motivo que una despedida.

La Triste Memoria de los Trenes| 38

Duele envejecer

y apoyarse en el aire

comprender que se ama

no tan solo las canciones felices,

también aquellas que nos envejecen.

Entonces no podrás imponer fronteras,

este amor no sabe detenerse

extravió su carta de navegación

para seguir soñando.

La Triste Memoria de los Trenes| 39

La existencia se disfraza de indiferencia

Sin más oficio que poeta vagabundo

noche a noche mi voz trepa las ventanas

por la incertidumbre de una calle

que cae derrotada por una esquina.

No es cuestión de desamor.

hubiese preferido no encontrarte

con el tedio que camina hacia los centros comerciales.

El silencio con su patina de

misterio

me expulsa de los bares

solo existe el mal tiempo que el rencor guarda

y en mi delirio la vieja lámpara que ilumina el cielo.

Al fin todo se transforma tras la frontera

del lenguaje

como si el doble discurso fuera parte de la retórica

la que han institucionalizado

en los espejos poblados de olvido.

La Triste Memoria de los Trenes| 40

Mi sombra cae bajo una mesa,

un poco de suerte se echa andar

de madrugada.

Y escucho venir en el oído de una flor

un recuerdo anterior a la memoria,

pájaros con veinte años de vuelo

manchados por la luna.

Quiero morir dedicado

en el tacto secreto rostro

para contagiar a la noche.

La Triste Memoria de los Trenes| 41

Conmigo puedes caminar

La soledad vendrá a visitarte

con el antiguo amarillo de otras hojas

la triste promesa que debuta cada noche.

Si todavía no has encontrado el amor

de tu vida,

hoy sabes al menos que existe,

situación no menor para tu corazón que

sufre.

Conmigo podrás caminar tranquila por la vida,

la memoria apretará en cada recuerdo

un beso tuyo

tu alma se ha apoderará de mi rostro

y buscará la única ilusión

que sobrevuele en tus sueños.

La Triste Memoria de los Trenes| 42

La textura de tus besos

Me atrevo a anticiparte que no olvidaré

la textura de tus besos

cuando vengas a mi subiendo los peldaños

la inevitable pregunta que consume tu cuerpo

cada noche que tu nombre atraviesa el espejo.

Tu alma se despojará de los atuendos

y de la cotidiana existencia.

Silenciosa la aldaba pondrá un cerrojo de entusiasmo

y desearás que el amor no se oxide

con la llegada del invierno.

Mi mirada impedirá que tu cuerpo

se refugie en los armarios.

La Triste Memoria de los Trenes| 43

La belleza enferma y silenciosa

Las palabras comienzan a envejecer,

el tiempo concluye para ellas.

Pronto serán incapaces de decidir por sí

solas,

no podrán recordar sus primeras sombras,

salvo que deje de llover antiguas palabras.

Quizá alguien las convoque

para comprender porque han enmudecido

como atardecen los enfermos con décimas de

fiebre.

Han vuelto a mi rostro

con la mansedumbre del sol

traen la belleza enferma y silenciosa,

los mensajes más antiguos

los martes en que la tarde queda afuera

y agoniza a orilla de una iglesia.

Y la imagen de un ángel atraviesa el horizonte,

cae la hora de la despedida,

La Triste Memoria de los Trenes| 44

el efímero glamur de los neologismos

que navegan con rumbos desconocidos

más allá del bullicio demente

que desafina al universo.

La Triste Memoria de los Trenes| 45

Señor de los desamparados y menesterosos

(Con licencia eclesiástica y canónica de la Doctrina para la Fe,la que podrá ser leída todos los primeros viernes de cada mes

en el santo oficio de la misa)

Jesús, amigo y compañero

has que su rostro no me olvide ni sus ojos

eviten mirarme.

Amigo, camarada de bares y tertulias

Permíteme encontrarla aunque sea por

equívoco,

y déjanos estar solos hasta que la noche se consuma

y la luna no nos niegue el aroma de un

beso.

Señor de los desamparados y menesterosos

has que este milagro ocurra

para que la incertidumbre no disponga de otros

argumentos.

Amigo y compañero, tú sabes más de mi de lo

que presumo,

La Triste Memoria de los Trenes| 46

acuérdate de la sed de los bohemios

para quienes convertiste el agua en vino.

Buen Jesús, mejor camarada

apiádate de los pobres y de los poetas

no nos olvides a la hora de ser propietario en el

-paraíso-.

La Triste Memoria de los Trenes| 47