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Es un cuento fascinante que nos habla sobre la última bruja de Mallorca. Está escrito por el joven escritor Fernando Salas.
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La última bruja de Mallorca
Fernando Salas
No se permite la reproducción total o parcial de este libro, ni suincorporación a un sistema informático, ni su transmisión en cualquierforma o por cualquier medio, sea este electrónico, mecánico, porfotocopia u otros métodos, sin el permiso previo y por escrito delautor. La infracción de los derechos mencionados puede serconstitutiva de delito contra la propiedad intelectual.
© Fernando Salas, 2015. Todos los derechos reservados.
Correo electrónico del autor: [email protected]
1ª Edición: Diciembre del 2015.
Le dedico este cuento a dos chicas maravillosas, aJessica y a Cristina, dos hermanas con un corazón muygrande. Gracias por vuestro apoyo incondicional.
Fernando Salas
Prólogo del cuento
Hace ya muchos años había una bruja en Selva y lellamaban Maruja la bruja. Era una mujer muy especial congrandes conocimientos sobre las plantas medicinales deMallorca. Algunos dicen que es una leyenda y otros queexistió de verdad, pero lo más extraño es que es un temadel cual nadie quiere hablar en Mallorca. Hay un pacto desilencio, porque el que habla de ella, recibe la visita de labruja en sus sueños o en sus pesadillas.
El pueblo es un sitio muy enigmático y especial, Selvaes un lugar mágico con muchas leyendas, historias y sobretodo secretos, que tarde o temprano saldrán a la luz.
No solo hay plantas mágicas en Selva, también hayalgún tesoro escondido que cuando llegue su momentosaldrá a la luz y será encontrado.
La última bruja de Mallorca
“Era de noche y un extraño caminaba por lasestrechas calles de la villa de Selva, una noche oscuracomo el carbón. El foráneo se paró delante de una puerta ygolpeó tres veces. La puerta se abrió lentamente y seasomó una mujer con el pelo gris y le dijo: ¿En qué puedoayudarle?
El extraño no contestó, simplemente se abrió lacamisa y le enseñó unas manchas en la piel.
La bruja se acercó para poder examinar las manchasmás de cerca y dijo: Entiendo, no se preocupe y pase.
Aquel completo desconocido se sentó en una silla demadera y empezó a ver el espectáculo. La bruja colocó uncaldero en el fuego, en la mesa tenía un despliegue de lasplantas mágicas de Selva. Un gato negro salió de debajo dela mesa observando a aquel completo desconocido.
La bruja olía las plantas y se podían oír susmurmullos: Sí, esta sí, esta no, a ver esta otra.
Ella conocía las plantas por el olor. De repente labruja agarró una planta empujando una pequeña caja quese cayó al suelo, el desconocido la levantó e iba a colocarlaen la mesa cuando no pudo resistir la curiosidad de ver sucontenido. La abrió y vio una piedra de color rojo. Unapiedra extraña que nunca antes había observado.
La bruja se acercó a él y le gritó: Pero, ¿qué estáshaciendo con eso? Devuélvemelo de inmediato.
Le entregó la caja y ella le pidió que se marchara. Eldesconocido se arrodilló y le pidió disculpas con lasmanos, la bruja se acercó, observaba su boca y vio que no
tenía lengua. En ese instante entendió que ese señor habíasido víctima del tribunal de la Santa Inquisición.
La bruja terminó de preparar la fórmula y le dio dosbotes, uno con el contenido que acababa de preparar yotro muy extraño de color rojo que ya tenía preparado.
El bote verde es para mejorar tu piel, y el bote rojoes para un mal que no se puede explicar pero que tupadeces.
El desconocido le agradeció el presente y se marchó.Cuando estaba en la calle recordó que llevaba una monedade plata, volvió a la casa de la bruja para darle la monedacomo agradecimiento.
Golpeó la puerta tres veces y le abrió la puerta unseñor, le enseñó el bote y la moneda de plata. En eseinstante el señor empezó a gritar: Vete, ¡¡aquí no tevamos a dar limosna!! ¡¡fuera de aquí!!.
El desconocido se asustó y empezó a correr. Noentendía nada y estaba muy asustado, con tan mala suerteque se cayó y se hizo mucho daño en una pierna.”
Abrió los ojos y estaba en una cama de un hotel enMallorca. Se dio cuenta de inmediato que había tenido unsueño, estaba inquieto por lo sucedido y decidió salir a lacalle a pasear. Salió del hotel en busca de una cafeteríapara tomar un café.
Entró en una cafetería del Puerto de Alcudia, seacercó a la barra y pidió un café con leche. Estaba muypreocupado por el sueño, no entendía lo que le estabapasando, se tomó el café mirando por la ventana, la cabezale daba vueltas y no sabía qué pensar. Una vez que pagó elcafé, el camarero se le acercó para devolverle el cambio yél le preguntó: ¿Es usted de Mallorca? Al camarero se ledibujó una sonrisa y le contestó: Sí, soy mallorquín. El
camarero se lo quedó mirando y el cliente le dijo: En elpueblo de Selva, ¿había una bruja llamada Maruja?
El camarero se quedó parado sin decir nada, asintiócon la cabeza mientras la cara se le puso muy pálida. Elsilencio se hizo eterno y el camarero bajando la voz lesusurró: No hable con nadie de este asunto, es peligrosopara usted y no haga más preguntas. Váyase por favor.
Salió del bar aturdido por lo ocurrido, nadie le queríahablar de la bruja y él había soñado con ella. La piedraroja, el gato negro, el señor al volver al mismo portal,todos esos recuerdos volvían una y otra vez a su mente.
Todo era muy extraño, pero al fin y al cabo, todocobraba sentido cuando aquella señora tan extraña se leacercó en Núremberg y le dijo que lo que él buscaba seencontraba en Mallorca, en un pequeño pueblo donde elRey Salomón escondió el conocimiento más sagrado.
Días después se compró un billete de avión y reservóun hotel en el Puerto de Alcudia, en el norte de la isla deMallorca. Llevaba seis meses de baja médica y avisó a sudoctor con un corto mensaje en el contestador de laconsulta médica. Desde la noche anterior a su partida yaempezaron los sueños de la bruja, la historia se repetía unay otra vez todas las noches.
Iba caminando por la calle, después de tomar el caféy volvía al hotel. Se quedó helado mientras sus ojos veíanel gato negro de sus sueños que se cruzaba ante él. Nopuede ser, ¿qué está pasando aquí?
El gato lo miraba con sus ojos amarillos y él empezóa sudar, tenía miedo, todo aquello era una pesadilla ynecesitaba volver a su casa, olvidarlo todo, no sabía quehacer cuando de pronto se acercó una señora mayor ygritó: ¡No se acerque al gato, es peligroso!
Se asustó tanto que empezó a correr despavorido,asustado, hasta que llegó al hotel y se metió en lahabitación. Recogió toda su ropa y la guardó en su maleta,no soportaba estar ni un día más en Mallorca, estabaaterrorizado por todas aquellas pesadillas sobre la bruja yél acudiendo a buscar un remedio.
Tenía mucho miedo, no sabía como reaccionar anteesa situación. Se encerró en la habitación con llave y semetió debajo de la cama, estaba aterrorizado.
Al cabo de un rato estaba más tranquilo, y llamó porteléfono a la compañía aérea para adelantar el vuelo devuelta a Alemania. Le confirmaron que no le podíanadelantar el vuelo para una fecha anterior de su fecha deregreso, ya que estaban todos los aviones llenos y noquedaban plazas libres. Le esperaban por delante cincodías antes de poder volver a Núremberg.
Estaba muy asustado y no quería salir de lahabitación, pasaron varias horas y se quedó dormido.
“Él caminaba por una calle de Selva y reconoció lapuerta de la casa de la bruja. Se acercó y golpeó la puertatres veces. La puerta se abrió, nadie dijo nada y el gatonegro se asomó”. Del susto que le produjo el gato negro sevolvió a despertar. Estaba tumbado en la cama y habíasoñado otra vez con esa casa y el gato. Volvió a cerrar losojos y sin querer se sumergió otra vez en aquel sueño. “Lapuerta se abría lentamente y oyó: Le estaba esperando. Éldudó si entrar o no, tenía mucho miedo, bajó aquellosescalones de forma muy cuidadosa. La puerta se cerró deun golpe a su paso y toda la piel de su cuerpo seestremeció, vio a la bruja sentada en una mesa y le dijo: Tome asiento. Él obedeció sin decir palabra y cuando quisohablar se dio cuenta que no podía hablar, se metió la manoen la boca y no tenía lengua. La bruja le miró y le dijo:
No tiene lengua, se la cortaron, le acusaron de blasfemia yel tribunal de la Santa Inquisición le condenó. Él no sabíaque estaba pasando.
La bruja le entregó un bote con un líquido rojo, ellale miró a los ojos y le dijo: Beba este remedio y lasmanchas de su piel se curarán.
Él agarró el bote y empezó a beber, tenía un saborextraño que no supo identificar.
La bruja se lo quedó mirando y le dijo: No sepreocupe, se recuperará y podrá volver a su casa muypronto.
Al terminar de beber ese remedio la bruja le dijo: Levoy a contar una historia. Usted está enfermo, le diránmuchos, pero eso no es verdad. Usted es víctima de unamaldición.
Él no podía dar crédito a lo que estaba escuchando.Observó el bote con detenimiento y tenía una nota escrita:“Brebaje Cactus Filosofal”. Abrió los ojos y lo leyó variasveces. La bruja empezó a contarle la historia: Es unremedio que extraigo del cactus filosofal, un cactus mágicoy de este cactus solo hay dos en el mundo. Con él sepueden curar todas las enfermedades del cuerpo ysolucionar el problema de las maldiciones, como es sucaso.
La bruja se levantó de la mesa y despareció, al volverle enseñó un trozo de cactus con unos pinchos muypequeños, le dio la vuelta y se lo enseñó desde arriba: Mire que tiene forma de estrella de seis puntas. Solo haydos en el mundo, el primero perteneció al Rey Salomón, lotenía en su jardín y el otro está en Selva.
Miró el cactus otra vez y le pareció una historiafascinante, se quedó observando a la bruja. Ella prosiguió
con la historia: Nadie sabe como apareció el cactus enMallorca, pero hay una leyenda sobre un judío que llegó aMallorca durante la repoblación de la isla en el siglo XIII,con un pequeño trozo de este cactus.
La bruja veía como él se impacientaba por saber másde la historia: No se preocupe, tarde o temprano sabrátoda la historia del cactus y además sabrá que en pueblode Selva se esconden grandes tesoros del conocimientosagrado. Pero aun no ha llegado el momento para quesean descubiertos.”
Abrió los ojos, estaba en la cama y recordaba todocon una claridad que le desconcertaba. Salió de lahabitación y bajó a recepción. El recepcionista le atendióde una forma muy educada. El cliente le preguntó: ¿Cómo puedo ir a Selva? El recepcionista sacó un mapa deMallorca y lo puso sobre el mostrador, levantó la miradadel mapa y le comentó: La mejor opción es que ustedalquile un coche. ¿Llamo a nuestro proveedor de coches dealquiler? Se lo traerán a la puerta del hotel en treintaminutos.
Sí, llame y que me traigan un coche de alquilerahora mismo, por favor.
Al cabo de una hora ya estaba sentado al volante deun coche de alquiler, era cerca del medio día y avanzabapor la carretera de Alcudia a Inca, siguiendo lasinstrucciones del navegador.
Cuando el navegador le indicó que faltaba unkilómetro vio ante él una imagen preciosa, un puebloencima de una pequeña montaña con un fondo demontañas, una imagen preciosa. Le gustó tanto que paró elcoche en el arcén, se bajó y caminó varios metros hastallegar a un letrero. Le sorprendió mucho al leer: “Selva,Patrimonio de la Humanidad”.
Se quedó hipnotizado con la imagen del pueblo deSelva y se dijo a si mismo. “Éste es el pueblo más bonito deMallorca”.
Volvió al coche y condujo hasta la plaza del pueblo.Preguntó si alguien le podía contar la historia del pueblo.Los vecinos le indicaron que fuera al ayuntamiento y quepreguntara por el cronista oficial. Acudió al ayuntamientoy preguntó por el cronista, en la recepción le indicaron queesperara un rato. Al cabo de unos minutos apareció unchico joven con el pelo rizado, barba y ojos claros.
¿En qué puedo ayudarle?
Él se levantó de la silla de un salto, le dio la mano yle dijo: Me llamo Klaus Müller y estoy interesado en lahistoria de la bruja de Selva.
Vaya, vayamos a mi despacho y le cuento laleyenda.
Subieran las escaleras y se metieron en un pequeñodespacho.
El cronista le preguntó: ¿Es usted alemán?
Sí, de la ciudad de Núremberg.
Habla usted muy bien español, ¿dónde lo aprendió?Le preguntó el cronista. A Klaus se le dibujó una sonrisa yaque no era la primera vez que le hacían esa pregunta y selo explicó: Estudié romanística en la Universidad deWürzburg, y soy profesor de español en un instituto deNúremberg.
Ahora ya entiendo, bueno ¿qué quiere saber de labruja de Selva?
Klaus se puso muy serio y con una voz solemne: Todo lo que sepa.
A ver, vayamos por partes, yo soy historiador y lahistoria de la bruja es una leyenda de la cual la gente noquiere hablar. Esa mujer desapareció el mismo día que laiban a quemar en la plaza del pueblo, en cumplimiento dela condena del tribunal de la Santa Inquisición. No haymás, se llamaba Maruja y vivía sola, con apenas lacompañía de su gato, de color negro si no recuerdo mal. Eslo único que encontré en los archivos del ayuntamientoque había escrito el cronista de la época.
Klaus estaba muy extrañado por tan pocainformación: ¿No tiene nada más?
La verdad es que no y prefiero no hablar del asunto.Si hablas de ella te aparece en sueños, nadie habla de ellae incluso en el pueblo de Selva hay un pacto de silencio.Por aquí vino mucha gente como usted, desde curanderoshasta alquimistas. Todos ellos convencidos que no solo hayuna piedra filosofal sino que además hay una plantafilosofal y está escondida en este pueblo.
¿Una planta filosofal?
Sí, una planta que cura enfermedades, decían que labruja de Selva la conocía y la escondió en el pueblo.
Klaus se quedó divagando y recordando que en elsueño ella no le hablaba de una planta, le hablaba de uncactus. El cronista al ver que Klaus no decía nada lepreguntó: ¿Se encuentra bien?
Sí, gracias. Gracias por todo.
Klaus se bajó las escaleras del ayuntamiento y salió ala calle, miraba si veía aquel cactus por algún lugar. Noveía nada y en ese instante pasó corriendo un gato negro.
Esto no puede ser, es una señal.
Empezó a correr detrás del gato negro hasta que nopudo más, se sentó en un banco. El gato se le había
escapado y estaba muy cansado, notaba los síntomas de suenfermedad. Sacó el pañuelo para ponérselo en la boca,agachó la cabeza y sentía el dolor en todo su cuerpo.
Abrió los ojos y vio manchas de sangre en su pañuelo,levantó la mirada y se quedó paralizado. No se lo podíacreer un cactus de seis metros de alto, era el mismo que leenseñó la bruja. La leyenda no era ficción, era una historiareal.
Empezó a toser, se puso el pañuelo en la boca y lovolvió a manchar con manchas de sangre. Su enfermedadiba avanzando y su médico ya le había dicho que no teníacuración su enfermedad, al ser una enfermedad tanextraña los laboratorios no invertían en investigación.
Levantó la vista, miró el cactus y se dijo a sí mismo: Tu eres mi última esperanza.
Volvió andando al coche y subió la calle hasta laplaza del pueblo, donde estaba aparcado el coche dealquiler.
Volvió hasta el hotel por la misma carretera quehabía recorrido en sentido contrario. Al llegar al hotel semetió en la habitación, y se tumbó sobre la cama, estabacansado y le dolía la cabeza, no había comido nada entodo el día. Cerró los ojos y se durmió.
“Estaba sentado en la mesa con la bruja. Esta le miróa los ojos y le dijo: No estás enfermo, alguien te echó unamaldición, aquí ya estás curado pero cuando despiertes detu sueño vete a Selva y llévate una rama del cactus. Lotienes que cocer en agua durante seis horas, después lodejas reposar durante seis días, al final obtendrás elremedio de color rojo y cuando te lo tomes te curarás.”
Abrió los ojos, tenía mucha hambre y se levantó de lacama. Bajó de la habitación y sus compatriotas alemanes
ya estaban cenando, eran las seis de la tarde, se sentó ymientras observaba la carta se le ocurrió pedir un plato decomida típica de Mallorca.
Esa noche no pudo dormir, pensaba una y otra vez enel cactus, en su curación y en la cara que pondría sumédico cuando le explicara la historia.
Al día siguiente se levantó pronto, como buen alemány después de disfrutar de un suculento desayuno salió apasear por la playa de Alcudia. Estaba obsesionado con labruja, el gato negro y el cactus filosofal. La bruja le habíaexplicado como conseguir el remedio, seis horas de coccióny seis días de reposo, obtendría un líquido de color rojo yese ya sería el remedio definitivo para su curación.
Urdió un plan para conseguir una rama del cactus, sellevó un cuchillo del restaurante del hotel para cortar larama, le tocaba esperar a la noche y con el coche alquiladose iría hasta el pueblo de Selva.
Pasó todo el día paseando por la playa y leyendo unperiódico alemán, que se podía comprar en Mallorca.
Llegó el momento clave, eran las once de la noche yle pareció que había llegado el momento para llevar a cabosu plan. Arrancó el coche que tenía aparcado delante delhotel, condujo por la carretera de Alcudia a Inca, paradespués desviarse hacia Selva.
Al llegar al pueblo aparcó en la plaza de Selva ycaminó hacia la casa donde estaba el cactus. Al llegar allíel cactus no estaba, en su lugar había un olivo.
No daba crédito a lo que estaba viendo y vio a unamujer que paseaba por la calle.
Disculpe, ¿aquí no había un cactus?
La mujer empezó a reír y el contestó: El cactus esmágico y solo aparece los días de luna llena. No se
preocupe, a usted no le hace falta encontrarlo. Tome, estoes para usted.
Le acercó una bolsa negra de tela, él la agarró contotal desconcierto: Gracias.
Klaus no supo que decir ni como reaccionar en esemomento. A penas pudo pronunciar la palabra gracias,nada más, la señora desapareció de su vista y por delantede él apareció el gato negro corriendo con dirección a laseñora.
Miró por última vez el olivo y en ese instante vio elcactus, pero al volver a mirar ya no estaba, solo había elolivo. Pero le emocionó ver por un instante el cactus que leiba a curar. Abrió la bolsa y allí solo había un bote con ellíquido rojo en su interior. Se acercó a la farola queiluminaba la calle, sacó el frasco de la bolsa y leyó laetiqueta: “Brebaje Cactus Filosofal”.
No podía creer todo aquello, era algo mágico yfascinante al mismo tiempo, todo un misterioincomprensible para él.
Volvió muy contento al hotel. Entró en su habitación,sacó el frasco de la bolsa y se sentó en la cama. Loobservaba con mucha atención, quitó el tapón y empezó abeber. Al principio no notó nada, pero ese brebaje mágicole empezó a hacer efecto. Se tumbó sobre la cama y sequedó dormido.
Los días siguientes los dedicó a pasear, a relajarse y aleer el periódico alemán que le llevaban todos los días alhotel. Paseó y reflexionó sobre todo aquello que le habíaocurrido en Mallorca y ya notaba que estaba mejor desalud, al toser no sangraba. Estaba convencido que sucuerpo estaba curado gracias al remedio de la bruja.
Al final llegó el día de volver a Alemania, se levantótemprano, tenía un vuelo directo de Palma de Mallorca aNúremberg. Desayunó en el hotel, preparó la maleta,llamó a un taxi y en cinco minutos ya estaba en la puerta.
Se subió al taxi y emprendió el viaje de vuelta a sucasa. Durante el trayecto al aeropuerto, Klaus le preguntóa la taxista: ¿Conoce usted el pueblo de Selva?
La mujer se lo miró sorprendido y le contestó: Sí,mis orígenes están en ese pueblo.
Klaus no dudó en hacerle la pregunta: ¿Conoceusted la leyenda de la bruja de Selva?
No es una leyenda, es algo real. Pero nadie lehablará de ella, cuando la gente enferma en Selva ella leslleva un remedio. Primero se oyen las campanadas de laiglesia de San Lorenzo anunciando las doce de la noche ydespués se oye un gato delante de la casa. Al abrir lapuerta hay una bolsa negra con un frasco dentro, lo cuelgadel pomo de la puerta.
Klaus se quedó sin palabras, y la taxista al ver que nodecía nada le miró de reojo un instante, para proseguir conla historia.
Nadie le contará este secreto, pero el pueblo deSelva es un sitio mágico, muy especial y con muchossecretos por descubrir. A la bruja la llaman la última brujade Mallorca.
En ese instante lo entendió todo, abrió el equipaje demano y vio la bolsa negra con el frasco vacío. Esa mujerera la bruja de Selva, era real. No se podía creer todo loque le había ocurrido en Mallorca en esos días.
Se quedó muy pensativo y no dijo nada más en todoel viaje de vuelta a Núremberg. Tanto en el aeropuerto
como en el avión no podía asimilar esa experiencia tanextraña y al final tan real.
El vuelo llegó puntual al aeropuerto de Núremberg ycon el metro fue hasta su casa. Subió al piso y nada másdejar la maleta en la entrada, vio la luz roja delcontestador. Apretó el botón y se escuchó el mensaje quele había dejado su médico: “ Señor Müller, soy el doctor,necesito que venga de inmediato a mi consulta. No quieroque vaya de viaje a ningún sitio, usted tiene que reposar.Le recuerdo que está de baja médica.”
Klaus se empezó a reír, se acordaba que le dejó unmensaje en el contestador para anular la cita y le explicóque el motivo era que se iba a Mallorca unos días.
Salió a la calle decidido a ir a ver al médico,caminaba por la ciudad de Núremberg y miraba el castilloa lo lejos, le parecía un castillo muy bonito. Pasó pordelante de la iglesia de San Lorenzo y se acordó que enSelva también había una iglesia en honor a San Lorenzo.Todo le recordaba a Mallorca.
Al llegar a la consulta el doctor le hizo pasar y le dijo: Usted se ha ido a Mallorca sin el alta médica, hacometido una locura.
Klaus lo miró fijamente a los ojos y le dijo: Ya estoycurado. He bebido un brebaje mágico y ya me herecuperado.
El doctor lo miró y le dijo: Vaya, ahora le voy atener que indicar que vaya a un psiquiatra.
Klaus se lo negó con la cabeza. Hágame las pruebasy le demostraré que estoy curado.
El doctor no daba crédito y llamó a la enfermera, ledieron un papel para que le hicieran las pruebas. Esa
misma tarde acudió al hospital y le hicieron todas laspruebas.
Klaus volvió a su casa y pasó una semana con muchatranquilidad. Un día por la mañana sonó el teléfono: Klaus Müller al aparato.
Soy el doctor, desconozco el tratamiento que haseguido pero usted ya está curado. Creemos que todo estoes debido a un error en las pruebas iniciales y usted nuncaha estado enfermo.
Klaus sentía una alegría inmensa: Se lo dije, estoycurado.
Señor Müller, haga el favor de calmarse, será unerror del primer diagnóstico y venga a recoger el altamédica, por favor.
Klaus colgó el teléfono y estaba muy contento. Setumbó en el sofá y se le dibujó una sonrisa. Estaba muyemocionado, estaba sano y todo era gracias a la bruja deSelva, o como la llamaban allí, la última bruja de Mallorca.
FIN