La Voz Delos Setenta 15

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Sobre la manifestaciones culturales durante la Dictadura de Chile entre 1975-1982

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    La Voz de los SetentaUn testimonio sobre la resistencia cultural a la dictadura

    1975 - 1982

    Eduardo Yentzen Peric

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    La voz de los setenta. Un testimoniosobre la resistencia cultural a ladictadura, 1975 - 1982.

    Este no es un libro.Es un soporte para la memoria colectiva.

    Enero 2014.

    La portada es una intervencin de Ignacio Reyes sobre la foto dePinochet, realizada por Chass Garretsen, propiedad del Museo defotografa de Holanda.

    Diseo y diagramacin: Utopa diseadores, [email protected]: CIPOD. 2-236 65 55 [email protected] Santiago, Chile.

    El texto es de responsabilidad del autor. (De quin ms podra ser?)

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    Ninguna omisin de persona o hecho es aqu intencional. Aspiro a quetod@s mis compaer@s de resistencia cultural contribuyan con sus recuerdos

    testimoniales, los que ir incorporando a este relato.

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    Somos los jvenes de los aos setenta. Nacimos como generacin elprimer ao de la va chilena al socialismo, y la dictadura nos conden amuerte. En esos aos miramos a la cara lo ms noble y lo ms horroroso delser humano.

    Frente a la crueldad y al intento de moldeamiento autoritario delpas, nos propusimos levantar una resistencia cultural contra la dictadura,lucha que llevamos adelante entre los aos 75 y 82, y que constituy nues-tro aporte ms especfico como generacin. Luego nos integraramos a lasegunda etapa donde -a partir de las protestas- la lucha social de los ochen-ta saldra a las calles.

    En ese contexto de pas sitiado, de tortura y detenidos-desapareci-dos, de amedrentamiento generalizado -el 74 o 75 no se poda hablar con elvecino o el compaero de estudios o de trabajo, sin temer que poda ser unsopln del rgimen- algo en nosotros hizo que nos entregramos a lo quenos pareci ineludible: no tolerar esos hechos, y no tolerar vivir en esascondiciones.

    Ni siquiera hoy s llamar a esa decisin un acto de valenta; lo inter-preto ayer y hoy como un mandato interior que deca que sin hacer eso novala la pena vivir. Por cierto que tuvimos que vencer el miedo, pero fue lanecesidad de dar sentido a nuestras vidas en ese contexto lo que venci elmiedo.

    Ahora bien, una vez sentida la misin, fue necesario descubrir cmollevarla adelante. En este punto se encuentran dos realidades: la del recha-zo a la dictadura desde un sentido de humanidad que surge de nuestra gene-racin, y la estrategia de resistencia poltica a la dictadura emprendida por

    La Voz de los Setenta

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    los dirigentes clandestinos y exiliados de la izquierda.

    La articulacin entre la resistencia desde las tripas y la estrategiapoltica de resistencia cultural, fue realizada por personas que actuamos deenlace entre ambos mundos, participando por una parte en un plano clan-destino y por otra en un rol de liderazgo cultural legal y visible.

    Entre los aos 75 al 82, naci y creci un gran movimiento en el queparticipamos un conjunto multiforme de sub-culturas: izquierdistas y cris-tianos, anarquistas, existencialistas y hippies, creadores y humanistas, to-das desde el imperativo de la democracia, los derechos humanos y la liber-tad, todas articulndonos desde la plataforma de un movimiento cultural deresistencia a la dictadura.

    Junto a la importantsima defensa de los Derechos Humanos que segener en ese periodo, y que tuvo un gran soporte en la Iglesia Catlica, laresistencia cultural fue la accin propositiva y constructiva que dio inicio ala recuperacin democrtica del pas, y que asomar a la calle en los 80,para culminar con el triunfo del NO el 88.

    An me resulta conmovedor e impresionante revivir en el recuerdotoda nuestra creatividad en ese segundo quinquenio de los setenta. All seprodujo efectivamente que debajo de cada piedra apareca un artista, por-que todos los que queran luchar contra la dictadura nos hicimos cantautores,poetas, actores, artistas grficos, productores, difusores, creadores de talle-res, vendedores de entradas o de suscripciones, elaboradores de volantes yrayados; y cada uno fue un resistente cultural, alguien que deba enfrentarlos riesgos de la represin.

    A manera de ancdota, tras la autorizacin de fundar nuevas publi-caciones, posterior a la consulta del 78, me toc realizar la tramitacin anteel rgimen para que La Bicicleta fuera una revista autorizada por la dicta-dura, aunque sometida a censura previa. Obtuvimos la autorizacin, y ha-cia adelante tenamos domicilio conocido y circulacin legal. Sin embargoun da un joven de provincia como se deca entonces lleg a comprarnosunos ejemplares que se llev feliz bajo el brazo, pero fue detenido por lasFuerzas Especiales de Carabineros que tenan su cuartel a unas tres cuadrasde nuestra oficina, por portar material prohibido. De estos contrastes ab-surdos estuvo llena la dictadura. Cuando el 76 o el 77 ibas a una Pea, nosabas si habra un allanamiento y si terminaras detenido. A veces no pasa-ba nada, a veces detenan a los artistas, otras veces al pblico. De lo que se

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    trataba era de mantener a la poblacin sometida a la incertidumbre y almiedo.

    De all la importancia de esa fuerza que nos moviliz. Porque sin elcontacto persona a persona en el 74 y el 75, sin reconstituir un tejido deconfianzas, sin comenzar a juntarnos en un taller de teatro o un grupo demsica, sin iniciar una organizacin cultural, la voz de la dictadura habrasido el nico discurso de interpretacin de los hechos, nadie habra sabidoque exista un rechazo y una resistencia al nuevo rgimen, ninguna voz sehabra levantado para presentar otra visin de mundo distinta a la voz ofi-cial. No habramos podido reconstruir una fuerza para desafiar una domi-nacin tan abusiva.

    Sin el primer paso, quin puede dar el segundo? Sin los cantos delibertad en el Caupolicn, en la Parroquia Universitaria, en el Cariola, enlas Universidades, en las Peas, en las iglesias, sindicatos y poblaciones,sin la resistencia cultural de los 70, no habra habido redes, ni masa crtica,ni la experiencia de haber enfrentado al miedo; y todo eso permiti final-mente salir a gritar libertad a las calles en los aos 80, hasta llegar al mo-mento de decir No a la dictadura en el plebiscito. La lucha contra la dicta-dura fue un continuo, desde el inicio de la resistencia cultural el ao 75hasta el plebiscito en que triunfa el No. Esa fue nuestra causa, y esa la vidaque vivimos en ese tiempo. Esa es la historia que aqu narro.

    Para narrarla, he descansado, aparte de mis recuerdos personales,en la crnica de los hechos de ese tiempo registradas en la revista La Bici-cleta, que es donde realizo tambin mi rol ms especfico. Eso me permiteun recuento ms colectivo, y trasciende las lagunas de mi memoria. Porello, gran parte del relato sigue las temticas de las distintas ediciones de larevista. Tambin en el propsito de hacer un relato ms colectivo, ped aalgunos amigos (y seguir pidiendo a otros) que escribieran prrafos consus recuerdos testimoniales, los que he incorporado al relato.

    Tambin quise iniciar esta narracin presentando en un primer cap-tulo mi vida durante los aos 60 y durante la UP. Esta parte no tiene elsentido histrico de lo posterior, pero quise ilustrar con mi vida de antescmo el Golpe de Estado y la dictadura nos forzaron a tomar roles en esosdramticos hechos colectivos, a personas que probablemente nunca habra-mos ido en nuestra historia personal ms all de nuestros espacios de vidaprivada.

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    Quiero expresar aqu mi sentimiento de fraternidad y mi lazo eternocon mi generacin de los 70. Hicimos lo que tuvimos que hacer. Le dimosun sentido pleno a ese momento de nuestras vidas. Tenemos el corazn y laconciencia tranquilos.

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    Captulo I

    Mi adolescencia y juventuden la prehistoria del Golpe

    Mi familia es una familia chica sin historia poltica ni inters mayorpor los grandes temas, ms all de cumplir con el deber cvico, a lo que sesuma una adscripcin al catolicismo, y a las formas de vida de una de lasmuchas clases medias de nuestro pas. Vivimos entre el 56 y el 67 en elsector de Bilbao, entre Tobalaba y Amrico Vespucio.

    El ao 62 tengo nueve aos y veo el mundial de ftbol en la tele, el64 mi familia vota por Frei, el 66 estoy jugando ftbol en mi colegio -el SanGaspar- y el entrenador, Guido Ossandn, nos dice: cabros, los voy a llevara visitar la Escuela Militar para que vean cmo se hace deportes all. Fuipor cumplir, pero con mis 13 aos y mi pasin deportiva, me sedujeron losgimnasios techados, la cancha de ftbol empastada y la piscina temperada.Al ao siguiente 1967 unos nueve compaeros del colegio ingresamos comocadetes. El subdirector de la Escuela era Carlos Ossandn, hermano denuestro profesor. El director era Ren Schneider, quien sera asesinado dosaos despus por un comando de Patria y Libertad.

    Lo mo nunca fue lo militar, pero cuando ests adentro, tienes quevivirlo igual. Ese contexto acelera la vida de un muchacho de 14 aos,porque hay que hacerse hombrecitos: el encierro, las armas, la jerarqua, laobediencia y la guerra como clima cultural. Es muy extrao manejar fusi-les, arrastrarse por el suelo, marchar y marchar, caminar y caminar, tomarsecolinas en ejercicios militares, desfilar en la parada militar con un fusil quecon la bayoneta te sobrepasa en altura, cantar marchas militares, disciplinay disciplina. Todo esto mientras estudias el segundo y tercero medio, ycompites en voleyball en las olimpiadas inter FFAA donde el capitn delequipo era un ex Comandante en Jefe, scar Izurieta. Tambin vives unacamaradera intensa. Llueven las fiestas. Los compaeros salen los sbados

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    directo al Coppelia a pelear con los hippies. En la fiesta de ao nuevo bailocon Pepa Ladrn de Guevara, protagonista de la gran pelcula hippie de lapoca, New Love. Fue toda una vida en dos aos, que tuvo excitacin, peroque la viv sobretodo como un aguantar un modo de vivir que me tensionaba,y tras cursar mi segundo ao all lo suficiente para completar el equivalenteal servicio militar- me retiro a fines del 68.

    El 69 estoy de regreso en mi antiguo colegio para hacer el ltimoao, pero me seducen con la idea de ir a hacer el Cuarto Medio en unprograma de intercambio a EEUU al que van estudiantes de pases deLatinoamrica y Europa. Es una experiencia deleitosa, excitante, sobreto-do viniendo desde el internado de la Escuela, y desde el catolicismo de uncolegio puramente masculino, para llegar a un liceo mixto laico, sin uso deuniforme, y con la revolucin de las flores aromando el ambiente. El grupode distintos pases llega primero a Washington para de ah repartirnos portodo el pas. Yo voy a un pueblo en Arizona, vivo con una familia de mu-chos hijos, los Hays. Recuerdo dar una charla en el Club de Leones dondeno podan creer que en Chile se estuviera realizando la reforma agraria deFrei, y que se expropiaran tierras. Mi madre me manda un disco de Serrat.Una chica me introduce en el mundo de Los Beatles, Dylan, Simon andGarfunkel, Cat Stevens... Gozo el mundo del deporte gringo. Participo entenis y ajedrez en campeonatos estatales. Egreso de cuarto medio. A media-dos del 70 regreso a Washington para volver a Chile. Como mi ta trabajabacomo secretaria de Felipe Herrera, me apituta para trabajar de jardinerouna semana en la OEA, y con lo ganado me compro mi primer equipo demsica. Ella tambin me saca a pasear al barrio hippie. A los pocos das losveo baarse desnudos en las piletas del parque alrededor del WashingtonMonument, boicoteando la celebracin oficial del 4 de Julio que se cele-braba en ese mismo escenario al aire libre. Forest Gump es tal cual. Tengo17 aos y me han seducido los jipis.

    Vuelvo a completar el cuarto medio al San Gaspar. Los temas esesegundo semestre son la Copa Davis y la PAA. Voy a Piedra Roja, elWoodstock chileno, que fue un despelote eriazo y sensual, polvoriento ymstico. Con los amigotes del curso vamos a fiestas, los fines de semanavamos a Quinteros, ni le hago el quite ni me pego a la marihuana. Pasa pormi vida durante un par de aos y en unos veinte pitos, dejando el sabor deque existe una voladura real, de que hay algo de otro mundo en este mundo.

    Y entonces en Diciembre vienen las nuevas elecciones y el temapoltico se empieza a hacer notar. Es fascinante como Chile vive una ola

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    que va creciendo y te arrastra. No era imaginable que la excitacin y laenerga ambiente deviniera en odiosidad, desolacin y muerte. Yopalomillaba en las marchas de manera parecida a como nos colbamos enlos cines. Era principalmente un chico ordenado y bueno, que apenas sehaba despeinado un poco con el aroma de los jipis. Lo mo era la universi-dad, ser un ingeniero de la Universidad de Chile. Ni siquiera cuando mata-ron a Schneider, mi ex director de la Escuela Militar, alcanc a sentir unapreocupacin por lo que poda ocurrir.

    Veraneamos en Papudo el ao en que ascendi Allende, el mismoao en que yo ingresaba a la Universidad. Fue un hermoso veraneo con mifamilia, jugando volley ball en la playa con los pescadores y los yugoslavos.Con Flix, eterno rival en basketball del Calasanz, jugando ftbol america-no con la pelota que me haba trado de EEUU. De casualidad conozco eseverano a Orlando Letelier, quien es amigo de mis tas y nos visita en lacasa.

    Lleg Marzo y piso los patios y salas de Beaucheff. Ingeniera esexigente, pero los patios eran un carnaval poltico. Las canchas se peleabanentre el baby y la construccin de medias aguas tras el temporal de Mayode ese ao. Pasar ramos se volvi una rutina secundaria, en un ao desacudones de tierra, acompaando a la agitacin poltica. Muchos burgue-ses comenzaron a huir del pas, y vendan todo barato.

    Vamos con mi amigo Antonio a trabajos voluntarios, martillandomedias aguas en una poblacin cuyo nombre no recuerdo, nosotros quenunca habamos clavado un clavo. Lo que el martillo golpea ms bien es mimente. Se estrella contra mi paradigma catlico la idea de que estos mar-xistas ateos dediquen un esfuerzo real por los pobres. Hago crisis; en mimente chocan las concepciones de mundo catlica y marxista, pero no mepaso del barco viejo al barco nuevo. No me hice marxista. Lo que comien-za en m es una interrogante existencial: qu sentido tiene todo esto, estu-diar ingeniera, para hacer qu, para llegar dnde? Qu sentido tienen to-das las formalidades y exigencias sociales?, para qu vinimos a este mun-do? Son mis primeros asomos a otra realidad. Es tan gradual el paso delbarrio al pas. Juego volleyball en la YMCA y en el Estadio Yugoslavo,pichangueo basketball y ftbol, cuntos amigos, qu vida tan rica. El se-gundo semestre vendo el equipo de msica que haba comprado en Was-hington, y me compro una vieja moto BMW de 250 cc. Era un pequeogesto en busca de mi destino.

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    La poltica como territorio donde se jugaban cosas serias entr entono menor a mi familia. Mi madre y mi padre, por circunstancias azaro-sas, se sensibilizan en direcciones contrapuestas. Mi madre haba ingresa-do a trabajar como secretaria de la direccin a Flacso, que diriga en esapoca Ricardo Lagos. Mi padre el ao 67 haba renunciado a la subgerenciade una oficina comercial grande, para embarcarse en una pequea empresapropia con un socio de esa misma firma, aportando como capital la casafamiliar puesta en venta. Para l, la UP amenaz su proyecto de vida y suseguridad. De estas circunstancias accidentales, mi madre se sensibilizhacia el progresismo, y mi padre se atrinchera en el derechismo. Una mues-tra de bajo dramatismo de lo que fue la ruptura de casi todas las familiaschilenas.

    Es especial esto de que cada familia tiene entre los suyos a un mili-tar y a un adherente a la UP. Haber estado dos aos en la Escuela Militar mevincul a una experiencia de vida muy ajena a m, pero me dio una com-prensin que no habra tenido de otra manera. En cierto sentido los milita-res pasaron a ser algo personal. Lo curioso es que mi abuelo paterno fueoficial de caballera, pero muri antes de nacer yo y no existi como relatoen mi vida. Y el hermano de mi padre fue coronel de aviacin y directoradministrativo del Diego Portales durante la dictadura, pero tampoco esarelacin fue tema para m, salvo en los cumpleaos familiares, donde pri-mero l ironizaba con amenazas del tipo nosotros tenemos mecnicos muybuenos para apretar las piezas de la bicicleta, y luego nuestras discusionesa lo largo de la dictadura fueron un eco del avance democrtico.

    Yo miro en esa poca con una mezcla de fascinacin y temor lacultura de izquierda, y la ideologa marxista. Senta ese cosquilleo incons-ciente de excitacin ante lo desconocido, que remeca a una mente juvenildomesticada por la ideologa oficial del catolicismo; senta la mstica y elfervor, encontraba inteligentes los textos de Marx y otros autores que lecon voracidad, pero rechazaba la actitud de muchos militantes de izquier-da que con discursos en mi opinin simples y reflexin dogmtica creansaberlo todo. Y adems yo rechazaba particularmente la violencia -eramoderado y pacifista/existencialista- y de eso doy plena cuenta en un cuen-to que escrib en el curso que dictaba Luis Domnguez en el Campus Orien-te de la Universidad Catlica, en que el protagonista es un hippy que inten-ta con una proclama desde un balcn en el centro de Santiago detener unenfrentamiento entre el MIR y Patria y Libertad, y cae muerto por dos ba-las, saliendo una de cada uno de los dos bandos.

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    El verano del 72 viaj a dedo con mi amigo Rodrigo al Norte. Esta-mos haciendo dedo en Vallenar y nos lleva un bus de estudiantes egresadosde ingeniera de minas que iban en gira a ver posibles futuros lugares detrabajo. A fin de cuentas, ramos novatos de la carrera y universidad deellos. Paramos en Salvador, nos quedamos en el bus comiendo un pan conmortadela. Vemos venir a uno de los ingenieros del grupo, nos dice: diji-mos que venan dos ms en el grupo as que vengan a almorzar con noso-tros. De all no nos bajamos, hicimos toda la gira con comidas y alojamien-to, en la planilla oficial. Fue un viaje fascinante, por Chuquicamata, por lacentral hidroelctrica de Mamia, conociendo maquinarias impresionantesy realidades impensadas. De regreso nos dejan en Iquique, donde quera-mos ver el campeonato mundial de buceo. Fue una fraternidad maravillosala de ellos.

    Al regreso de ese viaje me voy a veranear a El Quisco, con Fernan-do, Hugo y Canario, en la burra. Y con Los Burros llegamos a la final delcampeonato de baby en la arena. Despus fuimos a Quintero, a la playa delos enamorados, y ah recibimos la noticia que mis padres se han ganado unFiat 125 en un sistema de compra por sorteo que se invent en esa poca, yme regala su NSU Prinz.

    Ese ao comienzo a recorrer la bohemia de la UP, el edificio de laUNCTAD y el barrio Villavivencio. Me cuelo a ver Educacin Seximental.Ral Ruz hace su pelcula Palomita Blanca, y como soy amigo del dueode casa donde filman a la familia burguesa, asisto a algunas tomas. LaUNCTAD es cita de un gigantesco evento internacional, mi madre quierearrendar nuestra casa a alguna delegacin; llega a nuestra puerta un grupode africanos, pero no se cierra el negocio. Mi ta Adriana, quien haba sidosecretaria de Felipe Herrera en Washington, haba estudiado economa enla segunda mitad de los sesenta, y se vino a colaborar con el gobierno de laUP, pero se la llev el cncer a los pocos meses de llegar a Chile.

    En una casa que haba desocupado mi abuela paterna, en Latada,invito a un grupo de buenos amigos a profundas conversacionesexistenciales: Renato, Rodrigo, Nano, Sergio, Humberto, Michael, Sammy.Asiste tambin una hermossima mujer con quien viajamos despus a laplaya de los enamorados en Quinteros, con su esplendoroso Trauko.

    En el tercer semestre de ingeniera, sin retirarme formalmente, voydejando de asistir a clases. El segundo semestre del 71 ya haba comenzadoun cuestionamiento a seguir el camino trazado, a hacer una vida tras el

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    guin establecido. El catolicismo en m daba sus ltimos coletazos, meplanteo cosas como las siguientes: si me quito mi nombre, mi cara, misgustos, mis experiencias, ya no tengo a quien mandar al cielo. Paso horastumbado en mi cama en la casa de California. Si no hubiera sido algo tanprofundo existencialmente, lo habra llamado depresin. Mi crisis existencialfue quizs un grito interior para no encerrarme en hacer una vida como laque deba hacerse.

    Seguro que ayud a mi crisis el choque de dos formas tan antagni-cas de representarse el mundo, la catlica en la que me haba criado, y ladel mundo marxista. En retrospectiva, creo que algo dentro de m pens: silos hombres pueden construir dos ideas tan distintas sobre el hombre y elmundo, no puede ser que una sea verdadera y la otra no lo sea. No s si esose pens en m, lo cierto es que empec a vivir un sentimiento de desampa-ro, de crisis de sentido. Me qued sin barco, y deb aprender a navegarslo.

    Junto al sentimiento de desamparo se abri paso en m una fuerzahacia la bsqueda de sentido. Hacia una explicacin. Si la razn humanapuede ser tan seductora en explicar como verdaderas dos ideas contra-puestas no ser que la razn humana es un instrumento restringido, par-cial, en la posibilidad de discernir la realidad, la verdad? Algo se desper-taba dentro de m como una gran interrogante, mientras fuera me movacomo un trompo, buscando aqu y all entre tantos ojos distintos para mi-rar las mismas cosas.

    Gracias a eso me lanc desde ese momento y hasta hoy en una bs-queda personal de sentido de vida. Como se deca entonces, me sal delsistema e inici una bsqueda de comprensin que me volc a estudiarmltiples cursos de carreras humanistas que se dictaban en la universidad,escogiendo ramos y profesores que eran valorados por los estudiantes porsu profundidad. Asist a cursos de psicologa, antropologa, literatura, filo-sofa, esttica, periodismo, sociologa, arte y otros. En esos aos tengo unavoracidad fascinante por comprender el mundo y la sociedad. Leo a Marx ya Marcuse, a Ginsberg y a Keruac, a Sartre, a Camus y a Hesse, el teatro delabsurdo, el boom latinoamericano, Andr Gorz, etc., etc. All se me empie-za a abrir el mundo, o ms bien a abrir la cabeza para que entraran msmundos. Tomo cursos con Skrmeta, Luis Domnguez, Agustn Letelier,Carlos Ibarra, Mirentzu Bustos y Alfonso Luco, Gastn Soublette, MilanIvelic, Jos Ignacio Valente, Cecereu, Fidel Seplveda y tantos otros po-tentes profesores.

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    Tres momentos: 1967, 1971, 1974.Con el equipo de vleibol de la Escuela Militar.

    Documento de deportacin de EEUU, 1975.

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    No s por qu feliz coincidencia el cardenal Ral Silva Enrquez me saluda en mi gradua-cin del Colegio San Gaspar, en diciembre del 70.

    El setenta, regresando de EEUU.

    En San Diego, EEUU, durante mi viaje trasel Golpe.

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    Dentro de todas esas influencias, el gran remezn provino de uncurso que tom el primer semestre del 72 en la escuela de sicologa de la U.Catlica, que estaba en Apoquindo. Alex Kalawski haba creado el cursoAlgunas consideraciones para la elaboracin de una teora acerca del hom-bre (l siempre me dice cuando nos encontramos que el nombre era mslargo). Alex estaba explorando la gestalt y enseaba a Erick Fromm, abriendoel camino en Chile a terapias ms existenciales y vinculadas a lo emocio-nal. Yo iba al campus en el NSU Prinz que pint con brocha gorda, y alfallarme los resortes del asiento de copiloto lo cambi por un silln demimbre.

    El segundo semestre del 72 tengo otro curso que me revoluciona, lapsicodanza que dictaba Rolando Toro en el Campus Oriente. Era el arte enla psicologa, era vivencia y sensualidad, era ser pjaro y flor, era abrazar-se y acariciarse con la prjima, era experienciarse como un ser lleno decuerdas que vibraban, y no como un computador no los conocamos enesa poca metdico y fro.

    Me comenc a preguntar intuitivamente si lo que no haba podidoencontrar a travs de la religin, ni de la ciencia ni de la filosofa, lo podratal vez encontrar a partir de la exploracin de mi propio psiquismo. Estome serva de motivacin y esperanza.

    En mi casa paterna, que era grande y bonita, alojan de una dosprimos, el novio de mi hermana y dos de sus hermanos, y un gran amigo.No bastando ello, de tanto en tanto traa a algn extranjero(a) que andabamochileando atrado por la experiencia chilena. La vida es un deleite, va-mos al club de jazz, hago clases particulares preuniversitarias y hago elamor.

    A fines del 72 postul a psicologa en la Universidad Catlica. Sacocon facilidad el puntaje, pero no me aceptan en las entrevistas. Estoy muyrayado para la normalidad exigida por ellos; por lo menos eso es lo queenarbolo yo como respuesta porque no me dan ni pregunto las razones.Igual no tolero haber sido rechazado, y salgo a deambular por Providenciacon un cartel en el pecho donde escrib: me rechazaron! As, me empiezoa visualizar como marginal de marginales, y descalifico la supuesta corduradel mundo, perdiendo la ma propia. Me pongo a provocar a todo lo esta-blecido con conductas que aunque ldicas e inofensivas son totalmente sa-lidas de margen.

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    Me visto con combinaciones de smoking y bermudas, me subo a losdinteles del Campus Oriente donde deban estar las imgenes religiosas yme quedo largo rato pretendiendo ser un santo. Voy a Providencia a venderpaquetes de felicidad en cajas de cartn. Al mismo tiempo creo que soyalguien especial tocado por la vara de la autenticidad, el nico autntico eneste mundo de acomodaticios. Una suerte de figura crstica. Los de Silo meproponen ingresar al movimiento, pero no enrolo, soy un chico indepen-diente.

    Prefera nadar y bucear en autores como Carl Gustav Jung, quienabra la sicologa a otra dimensin, o el Tertium Organum de PedroOuspensky. Como ya me crea una persona muy especial, que se haba atre-vido a salirse del sistema, que era autntica y no comulgaba con ruedas decarreta, que se las saba todas, me creo preparado para que los seres de laotra dimensin -de los que habla Ouspensky- me reconozcan y me llamen asu lado. Mi conviccin de saber de profundidades me lleva a conducir gru-pos de autoconocimiento entre mis amigos. Ese ao cay en mis manos enuna vieja librera de textos usados de la calle San Diego una obra crptica:El retorno de los brujos. En esa poca no tuve cerca a quin preguntarsobre la seriedad y calidad de esa obra inquietante, y la le desde la msdesconcertante curiosidad. En esa lectura encontr por primera vez un sus-tento argumental que cuestionaba el modo de comprender el mundo conte-nido en las ciencias, y ofreca ideas sobre la existencia de una realidad msprofunda.

    Decido hacer mi primera revista. Conozco a Patricia, estudiante dearte, nos hacemos buenos amigos, ella hace las ilustraciones. A la revista latitulo Andros y la imprimo a mimegrafo en la Flacso. Me he contactadocon Miguel Grinberg, y l a su vez me da seas para contactar a AlenGinsberg. A Ginsberg lo conocer en Canad muchos aos despus. AGrinberg, en carne y hueso, en Buenos Aires, ms tarde todava.

    Llega el 73, sigo asistiendo a cursos. Tomo un fervoroso ramo deSkrmeta sobre la literatura latinoamericana del boom, conozco a SergioMarras y con l al grupo de la sexta experiencia: Herman Antelo, IvnMimiza, Andrs Koryzma. Al final del curso hacemos una fiesta en mi casapaterna. Skrmeta se sube a mi bicicleta y pedalea raudo por los pasillos dela casa lanzando dardos contra las paredes evocando quizs a su ciclista delSan Cristbal. Conozco a su gran amigo Roberto Lecaros. Con l accedo aljazz del bueno.

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    Todo en el pas se va volviendo amenazante, pero yo no lo vivodesde la poltica. Mi modo de comprender la vida que surgi en estos aosme ha seguido para siempre, y su semilla ya est expresada en la revistaAndros, y en el libro de comics Andro que hago junto a mi amigo CocoSilva tambin durante el 73.

    En la editorial de ese nico nmero de Andros escriba: alguien al-guna vez nos ense el verdadero camino; no se trata de una religin o deun sistema filosfico, sino de la capacidad de guiar nuestra vida desde den-tro, y para llegar a ese dentro existen muchos caminos, uno es el arte. Enfin, postulo ah el arte no como la obra sino como la emocin que motiva laobra y la emocin que la recibe. Otra idea fuerte ah es que no podemosdejar pasar una idea sin cuestionarla, confrontndola con nuestro conoci-miento anterior y nuestra experiencia vivencial; y si sentimos que esa ideallega a ser tambin nuestra, debemos hacerla conviccin y no slo opinin;es decir, debe llegar a formar parte integral de nuestro carcter, manifestar-se en la totalidad de nuestro ser.

    Los artculos de esa modestsima revista a mimegrafo eran de libe-racin femenina, una reflexin sobre los orgenes de la vergenza en laspersonas; un artculo que invitaba a reunirse en plazas a conversar, hacerarte, bailar, jugar, discutir y poner en duda, cosa que alcanzamos a hacer enla plaza Alcaldesa con Roxana, Coque y muchos otros. Publico un artculogenial de un amigo que se llama El misal, donde expone la contradiccinentre un catolicismo formal y el mundo en llamas. En otro artculo se denunciala amenaza de guerra nuclear; y tambin hay otro artculo de msica popular,con anlisis y letra de una cancin de Cat Stevens, Pop star, que escribe un buenamigo que luego colabor en La Bicicleta y que se fue despus a Washington.Otro artculo se plantea Cmo ser felices, y recoge la oracin de la gestalt. Yotro artculo de psicologa dice: si tuviramos que definir al hombre comntendra que ser as: es aquel que est lleno de lugares comunes.

    Pero nada comn haba ocurrido en el pas en esos aos entre el 71y el 73. No se los cuento, porque ustedes ya lo saben. Slo quise compartir-les cmo lo viv yo.

    El Golpe y la primavera que no fue

    En 1973 mi mente se incendi de un modo anlogo a como el pas seincendi durante la UP, y nadie pareca en condiciones de poder apagar el

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    fuego. La fortaleza de nuestra democracia? Pero cul fortaleza? La luchaideolgica es la madre de todas las batallas. No se sospecha, con dramticaingenuidad, que la batalla decisiva es la de las armas. Hasta que ocurri elGolpe del 11 de Septiembre de 1973, y la crueldad se entroniz en Chi-le. Yo no estaba en el crculo de los perseguidos, slo en el de amigo dealgunos pocos de los perseguidos. Pero todos tenamos literatura mar-xista en la casa.

    Septiembre de 1973 fue todo, menos primavera. El bombardeo a laMoneda, la prisin, la tortura, los allanamientos, el toque de queda, el exi-lio, el control absoluto sobre la ciudadana, el terror. Los bandos de la Juntaque prohiban las reuniones, no podan andar personas en grupo por lascalles, todos debamos recluirnos en los hogares despus del toque de que-da. Todas las personas con algn rol dirigencial en la UP eran perseguidas,se escondan alguien las esconda, asumiendo todos los riesgos o seexilaban. Los cientos de miles de militantes, simpatizantes o simples vo-tantes de la UP tienen a algn conocido perseguido o prisionero. Desde lasventanas de casi cualquier punto de la ciudad se ven pasar las tropas o seescucha el tableteo de las ametralladoras. Las poblaciones son una y otravez allanadas. Hay slo una ilusin de normalidad en las personas que du-rante el da de esa no-primavera van a sus lugares de trabajo o de estudio,almuerzan, vuelven a sus casas. La vida nocturna muere. La vida muere.

    Despus del Golpe de Septiembre del 73 las personas no directa-mente perseguidas por la dictadura se refugiaron en general en una vidareducida a la supervivencia laboral y a la convivencia en la familia nuclear,mientras el rgimen realizaba su poltica de represin para consolidar suvictoria militar y crear las condiciones para realizar su proyecto. Yo seguasistiendo a clases el ltimo trimestre del 73, mientras ocurran hechos signifi-cativos de la muerte cultural, brutales, como el asesinato de Vctor Jara o sim-blicos como el incendio que afect en octubre de ese ao a la Escuela de Artesde la Comunicacin de la Universidad Catlica, ubicada en calle San Isidro.

    Haca poco me haba pelado al rape, dentro de mi contexto de rayno bsqueda existencial, pero coincidi con la iniciativa del rgimen deloperativo de pelar a los jipis en las calles. Un da de Octubre estoy cami-nando por avenida Providencia y una citrola vieja da una ilegal vuelta en Udetenindose en frente de m. Se baja Skrmeta. Me saluda efusivamente,me pregunt si yo estaba bien, y yo si l estaba bien, se despidi y partitodo lo raudo que poda partir una citrola. Ya no lo vera ms hasta el ao80 en Venezuela.

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    A fines del 73 y comienzos del 74 terminamos con Coco Silva ellibrito de caricaturas Andros, y me pongo en la perspectiva de publicarlo.Es Marzo y mi primo Pancho Medina me ayuda a conseguir un lugar baratopara imprimir el interior. Falta hacer la portada, y me encuentro con unapequea imprenta en Providencia cerca de Los Leones. El imprentero seenvalentona por la imagen de portada de Andros a hablarme en confianza,y me muestra un medalln del che Guevara que conserva an sobre su pe-cho. Me cuenta lo mal que lo est pasando la gente en su poblacin, que nohay comida ni ropa. Yo me reuna en la onda jipi-espiritual con algunosamigos en la plaza La Alcaldesa. Les propongo que consigamos ropa ycomida, y con un grupo de hombres armamos un equipo de baby y nosfuimos a jugar contra un equipo de la pobla que arm mi amigo imprentero.Almorzamos luego con su familia, me regala una foto de l con su hijo; hayotro invitado con anteojos poto de botella que me cuenta que es dirigenteDC. Tras el partido de baby nos vamos a tomar un vinito a la sede y aentregarles lo que hemos llevado. De pronto queda el espanto, los pacosest haciendo una redada, se cierran las puertas del club, pasan de largo,respiramos. Volvemos extenuados y agitados al atardecer a nuestras casas.

    No recuerdo cmo me contact con Miguel Davagnino en radioChilena hacia el mes de Abril del 74, y me invita a una entrevista en vivo ensu programa para difundir Andros. Recuerdo la experiencia de ingresar porprimera vez a un estudio de radio, y la magia del conductor. La radio prote-gida por la Iglesia se permita expresiones de crtica al rgimen. Pero coneste librito en mis manos me mostr a mi pequea escala lo asustada queestaba la gente. No me lo queran recibir en libreras. En la universidad medecan: y cmo te atrevs a hacer esto? Lo mo no era osada, porque nome senta amenazado por el rgimen; pero probablemente era ingenuidad,porque la DINA se cre el 14 de Junio de 1974.

    Mi locura personal y la locura nacional en ese momento fueron muchopara m. La vida acadmica y cultural estaban muertas, los buenos profes yartistas haban sido exiliados o se autoexiliaron, y tambin algunos estabanpresos y torturados. Nadie se acercaba a nadie, estaba prohibido juntarsems de dos personas en la calle, haba toque de queda. Todo se viva consentido de sospecha. Entonces me invadi un sentimiento de desolacin ysilencio. Nadie estaba, nadie se expresaba, y todos nos recogamos con eltoque de queda al silencio de nuestros hogares. Me empieza a invadir unasensacin de no saber qu hacer de mi vida. En ese escenario de pas-tum-ba, de pas-desierto, decido partir en una aventura juvenil a lo Jack Kerouaca Estados Unidos. Una ta querida me consigue una forma de viajar gratis.

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    Mis padres no se resisten a mi proyecto.

    Viajo en una lnea area de transporte de carga a mediados del 74con destino a Miami, sentado en la bodega del avin, acompaando a doscaballos de carrera con destino a Panam y un motor de avin que llevabami mismo destino. Recuerdo sobrevolar bajo sobre el amazona. Al llegarme golpea ese calor hmedo de Miami. Ingreso a un parque donde adoles-centes cubanos juegan beisbol. All espero, excitado ante esta vida abierta.Salgo con unos chilenos a Fort Lauderdale. Parto a Nueva York, me alojocon primos en Queens. Tras una semana pienso que lleg la hora de partirde nuevo. Armo mi bolso y salgo a hacer dedo. En cuatro das con susnoches llego -casi sin detenerme- a Los ngeles, California. All toco lapuerta a la casa de Carolina, a quien haba conocido en Santiago, novia deun amigo mirista. Con ella voy a ver al Quilapayn, pelculas cubanas,conozco esas primeras expresiones de resistencia en el exilio. Luego viajoa San Diego, voy a un recital de la Mercedes Sosa, tomo cursos en la SanDiego State University: tendencias autodestructivas en el ser humano, fe-minismo radical, guerrilla en Latinoamrica, asisto a charlas sobre la inter-vencin de la CIA en Chile. Era impresionante cunta informacin se ma-nejaba sobre nuestro pas en ese momento en el corazn del imperio.

    Hago amistades en la universidad. Un da estoy en casa de un amigochicano y entra una gringa que me toma una foto; el chicano me dice que lava a mandar a la resistencia chilena para chequear si no soy sopln de laDINA. Al mes de ese episodio me dice: no hay problema chileno, estslimpio. Viajo a Palo Alto y visito a Fernando Alegra, lo acompao a launiversidad. Como haba entrado a EEUU con visa de turista por un mes yya llevaba un ao, termino encerrado como inmigrante ilegal en El Paso,Texas, tras lo cual me deportan a Chile.

    Viajo de regreso en Jumbo, pagado por el gobierno norteamericano.Voy como un pasajero normal, pero en las escalas me custodia un guardiadel aeropuerto. En Panam trasbordo y debo pasar seis horas en la guardiade un regimiento. Llego a Chile y me pasan a polica internacional, chequeanmis antecedentes. Tambin para ellos estoy limpio. Siento en el cuerpo esallegada a Chile, al centro de Santiago a abrazar a mi padre, y luego a laFLACSO a besar a mi madre. Ellos no tenan idea que llegaba.

    Cuando regres a mediados de 1975 de EEUU vena con la decisinde reintegrarme a la universidad, dudando entre las carreras de IngenieraComercial y Derecho. Asist como oyente a cursos del primer ao de ambas

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    para decidirme. Tambin haba llegado con una fuerte vocacin por hacerteatro y danza.

    Quera saber qu estaba pasando. Me junto con algunos antiguosamigos universitarios. Me bromean, porque hacer bromas sobre los suce-sos dolorosos y crueles ha sido costumbre del chileno: mientras t pasea-bas por EEUU la dictadura reprima y torturaba a nuestros compaeros decurso. De a poco me van interiorizando en cmo se estn haciendo algunascosas en lo cultural. Me integr a tomar clases de danza en el BALCA, enAlameda con San Martn. Tambin me incorpor al taller de teatro quedictaba Patricio Campos en calle Lastarria. All compart con un ncleo deamistades con que nos iramos encontrando despus en la resistencia cultu-ral. Le solicito a Patricio que me permita asistir a los ensayos de su tesispara director en la U de Chile. Est haciendo el Prometeo, dirigiendo aAlejandro Cohen y a Sergio Aguirre. Eran pequeos ncleos culturalesdonde virtualmente no asomaba la conversacin poltica, aunque estabalatente en las complicidades.

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    Captulo II

    La resistencia cultural a la dictadura

    La voluntad de la dictadura de arrasar con las formas culturales dela UP y del jipismo incluy prohibir quenas, charangos y melenas largas, ypasar a pintar las micros de amarillo y todos los rboles a mitad de altura.En orden Chile avanza. Por eso hacer resistencia cultural pas por los peloslargos, la ropa artesa, y la resurreccin de quenas y charangos.

    1974 y 1975 son aos de incubacin de la resistencia. Algunos crea-dores se expresan pero en espacios casi privados o con una msica casineutra. Por ejemplo, algunos msicos se estaban ganando la vida cantandoen bares y pasando entre las mesas para recoger monedas. En ese circuitoestaban Nano Acevedo, el Piojo Salinas, los Chagual y Quilmay entre otros.

    El grupo Barroco Andino junto a Osvaldo Daz dieron un recital enel cerro San Cristbal interpretando piezas barrocas de la msica europeacon quenas, flautas y charangos. Illapu y Kollahuara siguieron haciendosonar la msica andina. En plaza Egaa Too Kadima recit poesa y elPingo Gonzlez, con el grupo Camino de Lluvia Experimental tocaron comoteloneros de la banda de rock Tumulto. Otros cantores se cobijaron en elDepartamento de Cultura de la CUT. Lilia Santos particip en un recital enla Pastoral Obrera, Richard Rojas, el Piojo Salinas, Silvia Urbina y EsterGonzlez tocaron en el Sindicato de la Construccin. Salinas junto a IvnSeisdedos organizaron peas itinerantes. Pancho Caucamn y otros pudie-ron cantar en un restaurante con show folklrico del Pueblito del ParqueOHiggins; el recitador, cantor popular y periodista Alejandro Chocair, elaysenino porfiado se instal con una pea en el teatro Alczar, frente a laplaza Brasil, cuidando de no enarbolar contenido poltico.

    En estos dos primeros aos tras el golpe, Las misas eran el nicomomento social del pueblo chileno, y ello explica la importancia que tuvola iglesia como refugio para la resocializacin y resurreccin comunitaria,

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    y para la resistencia cultural. Templos y centros parroquiales puestos a dis-posicin de la solidaridad por la iglesia catlica, algunas osadas peasfolclricas y pequeos escondrijos universitarios, comenzaron a cobijar elnuevo arte antidictadura. Era un club de la semiclandestinidad, a las puer-tas del riesgo. Es difcil imaginar el fervor emocional que se produca cuan-do el cantor entonaba: yo te nombro, libertad.

    En 1974 Gustavo Meza funda el Teatro Imagen junto a TennysonFerrada y Yael Unger, a los que se suman los jvenes alumnos de la Univer-sidad de Chile, Coca Guazzini y Gonzalo Robles. Gustavo Meza haba sidoexonerado de la Universidad de Chile, y se propone marcar presencia enmedio de la desarticulacin cultural partiendo con un teatro de problemti-cas universales con repercusin local. As se poda hacer algo. Encuentranuna sala en el Instituto Chileno-Francs de Cultura.

    En 1975, Ricardo Garca funda el sello Alerce -tras un primer inten-to frustrado de volver a la radio y a la TV, donde encontr las puertas cerra-das- en alianza con Carlos Necochea, integrante del grupo Los Curacas.Comienzan a grabar a los grupos Chamal y Ortiga. Editan discos con ima-gen de folclore turstico, pero incorporando entre medio a la Violeta Parra.

    Nano Acevedo, tras un viaje a Argentina, regresa con la idea decrear una Pea. Invita a Jorge Yez, al Piojo Salinas, a Patty Chvez y aTito Fernndez, y tienen lleno total en la primera presentacin en el restau-rante Antofagasta de calle Mac Iver al llegar a Monjitas. As, a mediados de1975 nace la pea Javiera. A los pocos meses se trasladan al interior delrestaurante El Mundo frente al Teatro Caupolicn, hoy teatro Monumental,en la calle San Diego. Ms adelante, Nano creara su revista cultural Javiera.

    El primer domingo de diciembre de 1975, en el Teatro Caupolicnen San Diego, se realiza el primer evento cultural solidario, organizado porlos Servicios Culturales Puelche, con el respaldo de la Vicara de la ZonaSur del Arzobispado de Santiago. El acto fue retransmitido por RadioChilena.

    Ese ao 75 el gobierno militar ya tiene una cierta idea de lo quequiere hacer con el campo de la cultura, tras el primer ao de represinorientado a establecer el control. Lo primero que tuvieron claro fue la pro-hibicin de toda expresin cultural vinculada a la UP y al jipismo. La nicacultura permisible fue la alta cultura ligada al concierto, al ballet y a lapera. Por otro lado, impuls la cultura meditica comercial, sin contenido,

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    como producto de entretencin; y por ltimo, recuper la expresinfolclrica patronal.

    El rgimen incluso elabor en 1975 un documento de Poltica Cul-tural del Gobierno de Chile, en el que argumenta que la cultura no debe serinstrumentalizada por la poltica. Es muy fuerte en la derecha y en los mili-tares golpistas la idea de que el marxismo corroe el espritu de la nacin atravs de las manifestaciones culturales. Existe una claridad sobre la capa-cidad del arte de influencia en la moral, en los nimos y en las conductas, sedefine que los marxistas los utilizaron, y por ello la poltica cultural de ladictadura ms que de contenidos propios consisti en extirpar los focos deinfeccin en la moral de nuestra patria. De all que generaran lo que sellam el apagn cultural. Adems, la conviccin era que el marxismo des-trua la tradicin occidental cristiana, por lo que aplastar la expresin cul-tural marxista permitira que resurgiera la expresin de la cultura occiden-tal cristiana. Por ello es que uno de los shocks del rgimen militar fue nocontar con el respaldo de la Iglesia Catlica.

    Este es el contexto que haba comenzado a surgir, y del que comien-zo a saber tras mi regreso de EEUU a mediados del 75, por las amistades ypor compaeros de estudios que conoca de antes. Algunos me dicen quetoda esta actividad cultural est conectada con gente de los partidos de laUP que estn clandestinos en el pas. Conviven en m el miedo a vincular-me y la necesidad de participar para aportar en aliviar el sufrimiento de lagente. Durante el segundo semestre del 75 me contacta gente de la juventuddel Mapu Obrero y Campesino.

    1976

    A comienzos de este ao, tras un viaje al Sur, enfrento el dolor deencontrar a mi madre con diagnstico de cncer. La enfermedad es impla-cable, y ella muere el 29 de Junio del 76. Ese tiempo yo fui un gran nudo enla garganta y el plexo. Se trataba de no sentir, ni el miedo, ni el dolor, ni laangustia. Slo funcionar.

    Haba ingresado en Marzo a Ingeniera Comercial en la Universi-dad Catlica. La escuela est en La Dehesa el primer semestre y en SanJoaqun el segundo. All estn de profesores todos los cracks del sistema,Lamarca, Kast, Luwers, etc. Lamarca me grita rojo de ira durante diezminutos cuando le pregunto si vamos a estudiar el dinero en sus funciones

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    de valor de uso y valor de cambio: esos son conceptos de las mentirasmarxistas que destruyeron al pas, etc., etc.

    A esas alturas el rgimen ya se haba asegurado que tenan todobajo control, en el sentido militar. Entonces comenz la pugna por el pro-yecto a realizar, y quien predomin fue un sector que quera refundar elpas para que nunca ms hubiera una amenaza de izquierdizacin. Era unproyecto de reformulacin de la democracia que la protegiera de la amena-za de acceso de la izquierda al poder por la va de los votos. Era el intentode una transformacin cultural desde los idelogos de la derecha. Era unmovimiento de reaccin mundial conservadora a la dcada de los sesenta.Era la necesidad de aplicar un frenazo al incremento del poder econmicodel Estado por sobre el de los privados, y en general al poder del Estadocomo ente regulador de la sociedad. Era un intento de instalar toda la baseeconmica en el sector privado, y de crear una cultura de autoafirmacinde la eficiencia y calidad de la gestin por parte del sector privado. Era unproyecto de privatizar. Y un proyecto de fortalecer la economa por mediode la exacerbacin del consumo. Todo eso se comienza a construir desde laconsolidacin del dominio militar.

    Ese ao se intensificaron mis conversaciones con la gente de la ju-ventud del MOC, la UJD. Nos citamos en la Pea Canto Nuevo deDiscoro Rojas, quien se va a alojar seguido a mi casa paterna. Su pareja,Cecilia Plaza, tambin nos visita seguido. Cantamos Las ganas de llamar-me Domingo. Otros llegan de visita a la casa, o nos juntamos en otros luga-res. Mi hermana Marcela tiene un rol fundamental en los vnculos.

    Me proponen incorporarme al proyecto de crear talleres culturalesen la UC. Comenzamos a reunirnos un pequeo grupo en alguna de lassalas N del Campus Oriente a comienzos del ao 76. El ambiente eraclandesta total, aunque los militantes a lo largo de ese perodo fuimos msbien pocos. El acercamiento a los estudiantes era desde una identidad comoun alumno ms, y la mayora de los estudiantes nunca supo que estabansiendo instrumento de la estrategia marxista por recuperar la posibilidad detener ideas distintas y expresarlas sin censura. Haba un proceso lento ysutil para detectar a alguien a quien nos podamos atrever finalmente ainvitarlos a adherir. Entre los grandes apoyos para la formacin de la acti-vidad cultural contra la dictadura en ese tiempo estuvieron dos destacadosprofesores de entonces, y an ms famosos hoy: Milan Ivelic y HctorNoguera, quienes conformaron la primera directiva de estos Talleres Cul-turales de la UC, junto a mi hermana Marcela y a m.

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    Aumentaba el entusiasmo, alimentado por el siempre dispuesto es-pritu crtico juvenil, hasta que vimos posible lanzarnos con un primer reci-tal en grande en la capilla. Los Talleres estaban constituidos por reas,tales como filosofa, msica, literatura, periodismo y otros. Ellos hacan laconvocatoria a los alumnos de sus respectivas carreras. Se acercaba el daD del recital, haba comprometido su participacin un joven estudiante deperiodismo que en esos das viva un serio conflicto existencial porque sedebata entre seguir su carrera y su amor por el canto, Eduardo Peralta.Tambin iba a participar un estudiante de literatura que escriba poemasgeniales, Erick Polhamer, entre ellos, uno de los que recit deca: algo queno tiene nombre le ha ocurrido al gallo, el que sea gallo que le ponga nombre.

    Tres das antes del acto me llega inusitadamente una orden de parti-do: debamos suspender el acto porque no estaban claros sus objetivos po-lticos. Si no fuera por lo tenso de las circunstancias y esta misteriosa tramaclandestina en la que nadie conoca a ms que a un contacto en las redespartidarias, la instruccin poda pensarse como un chiste. Pero ilustrabados cosas: el concepto jerrquico de la militancia partidaria de esa poca, yel divorcio entre los militantes clandestinos y los llamados militantes demasas, los primeros subterraneados y desconectados, y los segundos crean-do un nuevo lenguaje y aprendiendo un arte para surfear en las aguas de laexpresin cultural pblica disidente a la dictadura.

    Ese da resolv desobedecer la orden, porque no tena sentido hacer-lo, porque no haba absolutamente cmo fundamentar en ese momento y enese contexto la suspensin de una actividad en la que se haban movilizadollenos de entusiasmo unos casi cien estudiantes desconocedores casi todosde toda trama oculta. Por suerte no estoy en un partido leninista, no meexpulsan ni me pasan a control y cuadros. Al final, este primer recital disi-dente de 1976 en la capilla central del campus oriente de la UC fue un hitoen el desarrollo de los talleres de la Catlica.

    Recuerdo a tant@s compaer@s de ese tiempo en la UC, y entreellos me han ayudado a recordar a otros, y quien falte que me escriba paraagregarlo: Julio Csar Ibarra, Daniel Ramrez (el Yaka), Pablo Salvat,Germn Bravo, Diana Rivera, Heidi Schmidlin, Cecilia y Beatriz Sanhueza,Lili Letelier, lvaro Godoy, Carmen Ibarra, Coke Ramrez, Erik Polhammer,Aldo Calcagni, Soledad Alonzo, Aldo Calcagni, Tati Penna, Cristin Cam-pos, Samuel Silva, Eduardo Peralta, Cecilia Atria, Nlida Orellana, SusanaKncar, Alfredo Riquelme, Carmen Reyes, Mara Eugenia Meza, Ana Ma-ra Dvila, Liliana Martnez, Patricia Moscoso, Osvaldo Aguil, ngel

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    Domper, Carmen Ibarra, lvaro Inostroza Bidart, Ricardo Larran, TeresaCaldern, Germn Bravo, Mauricio Pesutic, Mariel Bravo, Malucha Pinto,Carmen Mara Swinburn, Pablo Poblete, Rodrigo Pinto, Cristian Warnken,Antonio Ostornol, Teresa Caldern, Natasha Valds, Adolfo Cozzi, JeniferGaymer, Domingo Romn, Daniel Pantoja, Carmen Rivera, Rodrigo Pascal,Eduardo Guerrero, Rodrigo Lillo, Sergio Ainza, Bernardita Opazo, Mar-garita Oate, Miguel ngel Godoy .

    El segundo semestre del 76 Ingeniera Comercial se va al campusSan Joaqun. Me plantean desde la UJD que cree all un taller. Me costmucho formar un grupo que quisiera reflexionar sobre economa desde unaperspectiva ms humana, en ese epicentro de los Chicago Boys. Pero tuveuna ayuda inapreciable en Lisandro Urrutia, Robinson Riquelme, PedroVidela y Hernn Gutirrez. Se incorporaron unas quince personas ms, en-tre ellas Evelyn Mathei, la gran mayora por cierto totalmente ignorantes dela intencionalidad de oposicin poltica en estas iniciativas, se integrabanpor una motivacin personal ante la propuesta. Parte de ese grupo comenza reunirse con los economistas democratacristianos atrincherados enCIEPLAN.

    Ese ao 76, junto con lo que estbamos realizando desde la UJD(juventud del Mapu OC), tambin se potenciaron los vnculos con personasque estaban en emprendimientos similares que rompieran el cerco de aisla-miento de la gente. La nueva expresin cultural realizada principalmentepor una nueva generacin era algo que el rgimen no poda reprimirextensivamente, aunque s lo haca selectivamente. En ese contextoemergieron las agrupaciones culturales. En radio Chilena se cre el progra-ma Nuestro Canto que se mantuvo todas las noches al aire durante cuatroaos. Miguel Davagnino, fundador del programa y posteriormente de la pro-ductora de recitales Nuestro Canto es locutor y haba sido Director Artstico deradio Chilena. Lo acompaan Patricio Villanueva y John Smith. Yo no vea aMiguel desde que me haba entrevistado por la publicacin de Andros el 74.As se tejan algunas redes de confianza por fuera del entramado de los partidospolticos. El Taller 666 se fund en una gran casa del barrio Bellavista, lodirigan Quena Arrieta, Francisco Brugnoli y Virginia Errzuriz.

    Ictus haba puesto en escena Pedro, Juan y Diego, su primera obrade crtica en dictadura. Jaime Vadell y Manuel Salcedo montaban Hojas deParra, con textos de Nicanor, en una carpa en Providencia. La obra era paradesternillarse de la risa en su irona sobre el rgimen: hay un candidato apresidente, se llama Nadie. El lema de campaa es Nadie para presidente.

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    Yo no iba a un circo desde cabro chico, y all estbamos en un circo enplena Providencia rindonos de Pinochet. Pero la risa fue mucha para elrgimen, quien -segn se dice- no se hizo problemas para mandar quemarla carpa.

    En 1976 estn funcionando tambin varias peas, muchas bajo lamotivacin de ser un lugar de trabajo para los artistas, y siempre aportandoalgn componente de rescate de la cultura popular. La pea Javiera y lapea Canto Nuevo, La Fragua, El hoyo de arriba, El Yugo de Chile, LaYunta, de Luis Poncho Venegas, donde cant Gastn Guzmn Quelentaro;la pea La Parra de la que Too Cadima era uno de los representantes lega-les; La Chingana del 900; La Casona de San Isidro administrada por PedroGaete y Manuel Acua, del MAPU OC, La Casa del Cantor, apoyada porJaime Cavada; Casa Kamarundi, donde se presentaba Manuel Escobar,Tilusa, el caballero del humor triste. Los artistas de las Peas, junto concantar en ellas, participaban permanentemente en actos solidarios en po-blaciones y sindicatos. La represin a las peas pasaba por el hostigamien-to a los asistentes, redadas frecuentes pidiendo el carnet, apedreos anni-mos, algunas molotov, y ocasionales arrestos. Las peas se organizaron enla CONADEP, la Coordinadora Nacional de Peas.

    Tambin en Agosto del 76 y luego en Abril y Agosto del 77, RicardoGarca, tras crear el sello Alerce, produce el Festival del Canto Nuevo,primero en el teatro Esmeralda, y luego en el Caupolicn. Pero el rgimenle prohbe realizar el de Agosto del 78. Otra lnea de recitales organizadapor Ricardo fue La gran noche del Folklore, que representaba a un mundode la cancin ms de rescate de la tradicin popular y participan JorgeYez, el negro Medel, Chamal, Palomar, Millaray, Chilhu, Arak Pacha yPaillal, entre otros.

    En este ao se realiz tambin un recital masivo en el teatro Dante.Lo organizaba gente de teatro de la UC. Se presentaron Juan Carlos Prez,(Daniel Ramrez (el Yaka), Magdalena Rosas y Rafael Araya, Bertita Vega,Pablo Astaburuaga (que haba sido el guitarrista de Julio Zegers y del gru-po Aquelarre); eran el Grupo Cantierra, que tendra un destacado lugar enel Canto Nuevo. Fue el primer recital masivo organizado por estudiantes dela UC en un teatro oficial de la Universidad.

    Tambin en 1976 se crea la Agrupacin Cultural Santa Marta, quediriga Ral Fernndez, y que se cobijaba en el colegio y parroquia delmismo nombre. Este lugar tena para m dos recuerdos de mi poca juvenil:

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    uno es que mi madre cantaba en el coro que se presentaba en las misas de estaparroquia, y que era dirigido por Vicente Bianchi; el otro es que jugbamosbaby ftbol en la cancha de la parroquia, y haba un nio que corra a buscar lapelota y la pateaba de vuelta era Jorge Hevia, que creci alto, fue seleccionadonacional de voley-ball y luego comentarista de TV. En el Quisco jugbamosvolley con l y otros amigos en la playa en la poca de la UP.

    La Agrupacin Cultural Santa Marta nace en 1976, en el espacioParroquia/Escuela Santa Marta. A poco andar haban creado una canti-dad importante de talleres culturales que incorporaron a unas centenas dejvenes del sector Oriente de Santiago. Los de ms desarrollo fueron untaller de danza moderna a cargo de Carmen Ibarra, y un grupo folclricoque se transform en el ms representativo de la Agrupacin. Ambos par-ticiparon en los diversos encuentros artsticos y solidarios de la poca.Participaron en la Agrupacin Mauricio Electorat, Cristin Warnken, yotros creadores que se quedaron de un da para otro sin posibilidad decontinuar con su trabajo creativo, y menos de difundirlo. Emtre ellosDiscoro y la Cata Rojas, Osvaldo Leiva, Juan Carlos Prez y EduardoYez. En la actividad teatral se reagrup el grupo La Falacia, con CristinGarca Huidobro, Sandra Solimano, Claudia di Girolamo y Willy Bentez.Entre los actos que coorganiz la Agrupacin estuvieron la celebracindurante tres aos consecutivos del aniversario del Mapu OC, siendo elms importante el que se llam La cultura al servicio del hombre y serealiz en el teatro Gran Palace. Al solicitar la autorizacin a la autori-dad militar para ese acto, sta la concedi, pero prohibiendo la participa-cin del grupo Canto Nuevo. A raz de eso, recurrimos a una picarda delroto chileno y el grupo se present igual, pero con otro nombre. De esteacto est la ancdota que circula hasta hoy en las cenas de ex Mapus, deque el presentador saluda dando la bienvenida en esta calurosa noche delmes de mayo, en circunstancias que era medio da y afuera haca un fropara calarse los huesos. Esto provoc una risotada general que an laescucho en mis sueos. Otro momento importante fue haber realizado laramada a Martuca, la primera en su estilo, durante tambin tres o cuatroaos seguidos. El anfitrin era el to Roberto Parra, y cantaron los Ortiga,el grupo Millaray con Gabriela Pizarro, ya fallecida, que en esa poca eraun cono como folclorista. Como historias anecdticas, fue a la fondaRoberto Bravo, y ramos cuidados por nuestros amigos CNI que compar-tan tragos con nosotros quienes nos hacamos los huevones, pero los te-namos identificados. En los encuentros culturales organizados por la Agru-pacin se presentaron Eduardo Gatti, Congreso, Pedro Yez, FlorcitaMotuda, scar Andrade, Tito Fernndez, Gervasio, entre tantos creadores

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    del canto libre de ese tiempo. Tambin participamos en el primer y segun-do Encuentro por la Cultura y la Paz.

    Finalmente, dos cogollitos que muestran lo complicado que fueronesos tiempos: en trminos de intentos de infiltrarnos, hubo dos momentosdelicados, ambos al interior del grupo folclrico. En uno, a uno de losnuevos integrantes en el ensayo se le cayeron las esposas que ocupabapara realizar su trabajo; y otro en que nos datearon que alguien habaentrado para generar conflicto en el grupo hasta dividirnos. Lo otro esque cuando realizbamos actos fuera de nuestros sector, por ejemplo en elteatro Caupolicn o el Cariola, nos tenamos que quedar horas despusdel trmino del evento para asegurarnos que el camino de regreso estabaexpedito, y as poder regresar a casa a salvo. (Ral Fernndez, directorfundador de la Agrupacin Cultural Santa Marta).

    1977

    En Enero del 77, en la UJD nos proponemos un desafo mayor,realizar una jornada masiva en Punta de Tralca. Iramos los distintos mili-tantes clandestinos vinculados a las actividades culturales y poblacionales:la UEJ, Puelche, Agrupacin Cultural Santa Marta... En un momento de lajornada llega uno de nuestros compaeros corriendo agitado y dice queest llegando el Cardenal Silva Henrquez, y que va a celebrar una misa. Elencargado de nuestra jornada clandestina solicita voluntarios para comul-gar. En estas jornadas conozco a lvaro Godoy. l canta, y quiere partici-par en la Semana por la Cultura y la Paz. Conversamos. Nos entendemos,nos hacemos amigos. Hasta hoy.

    Recuerdo bien ese encuentro. Yo estudiaba Artes de la Comunica-cin en la UC, y vena de un grupo que intentaba organizarse polticamen-te dentro de la universidad. Buscbamos formas de generar conciencia ennuestros pares, tratando de movilizarlos para por ejemplo- exigir becaspara estudiantes de menos recursos. Para aquello distribuamos panfletosque estaban totalmente prohibidos y por eso nuestras acciones deban serclandestinas. Era la otra cara del movimiento cultural que lo haca a tra-vs del arte. El ao 75 fui detenido por la Dina junto a un grupo deestudiantes de la UC, curiosamente esa detencin fue en la Plaza LaAlcaldesa, en Bilbao con Los Leones, frente a la casa de quien sera micompaero de ruta en La Bicicleta y amigo eterno, Eduardo Yentzen, aquien aun no conoca.

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    Tiempo despus de salir libre gracias a la Amnista que promovila Iglesia Catlica a fines del ao 75, me fui contactando tmidamente conlo que vea como una forma de resistencia mucho ms afn a mi manera desentir, a travs de la expresin y la cultura. Comenz con una visita a laPea Canto Nuevo, invitado por mi amigo musiclogo Juan PabloGonzlez. Fui all donde vi por primera vez a Eduardo y donde surge miinters de participar en las jornadas de Punta de Tralca. All conozco tam-bin a quien sera despus mi polola y tambin periodista de La Bicicleta,Paula Edwards (lvaro Godoy).

    Comienza un nuevo ao de clases. Ingeniera Comercial se vuelvepara m un escenario que ya no poda soportar. Finalmente no toler lasoberbia chicagista de esos aos, y me cambi a mediados del 77 a estudiarla misma carrera en la Universidad de Chile, buscando un clima de profe-sores y estudiantes distinto. Asisto all a las clases de Andrs Sanfuentes yde Mario Zaartu, que enseaba historia de la economa. Unos aos mstarde lo presentar cuando l present a Claudio Naranjo. En la escuela deeconoma ingreso al Teuco. Recuerdo a Jorge Schermann, Marisol Vera,Ramiro Pizarro, el Moncho, Marco de Aguirre, Horacio Gutirrez, y denuevo, pido disculpas e invito a llenar las lagunas de mi memoria.

    Junto con ingresar a la U. me integro al ncleo directivo que formla poderosa ACU, Agrupacin Cultural Universitaria. Slo que ah roncabala Jota, y nosotros de la juventud del MOC ramos la segunda fuerza. Sos-tuvimos una reunin especial de la UJD donde me presentaron a mis com-paeros que estaban trabajando en la U de Chile: la Paula, la Rebeca, elMichel. Haba que entrar a la ACU y tener una influencia, frente al mono-polio de la Jota. El contacto ya haba sido hecho por los clandestas. Sabanque venamos. As llegamos un da al hoyo de Ingeniera. Los de la Jotaeran fuertes en gestin, nosotros nos insertamos en la elaboracin de loslibretos de los encuentros. Los realizamos junto a Paula Edwards y a lvaro.Ellos dos hacan de locutores.

    A pesar de seguir an en la UC, me sent mucho ms cercano a lagente de la Universidad Chile. Todo estaba pasando all. Adems de parti-cipar en hacer los guiones (yo estudiaba televisin en ese tiempo) los lea-mos con Paula. Con mi amigo Juan Pablo Gonzlez para esos actos in-ventamos un do llamado Poesa y Cuerdas en el que Juan Pablo tocabauna msica incidental en la guitarra inventada por l mientras yo recitabapoemas de Garca Lorca, de Neruda y de Vicente Huidobro. Ms tardeform parte de un grupo muy particular llamado Ramas y Hojas: todos

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    ramos compositores y acompabamos a nuestros compaeros en suscanciones. Muchos caciques y ningn indio. El grupo lo conformaba elJuancho Prez, Patricio Lanfranco, y yo. De esta manera qued adscritocomo un miembro libre de ACU. (lvaro Godoy)

    Las reuniones en el hoyo a la que llegbamos todos los Sbadoseran de una adrenalina desbordante. Yo alcanzo a participar con ellos slodurante el ao, el 77, pues a comienzos del 78 me retiro de la U. y meembarco en la creacin de La Bicicleta. Pero ese ao fue potente pues co-rresponde al momento fundacional, con el hito del Primer Festival Univer-sitario del Cantar Popular, realizado del 17 al 21 de Octubre.

    Quiero recordar aqu con cario y valoracin a ese colectivo abiertode direccin de la ACU que asista a las reuniones en el hoyo, partiendopor el presidente, Jorge Rozas (quien me ayud a recordar a compaeros) ,el Vice, Patricio Lanfranco, y todos los otros (todos nosotros): JellyGonzlez, Jenia Jofr, Leonardo Araya, Nicols Eyzaguirre, Juan Vallada-res, Negro Vega, Juancho Prez, Miguel ngel Larrea, Paula Edwards,Rebeca Araya, Mauricio Gmez, Juan Carlos Crdenas, Juan Valladares,Remis Ramos Hugo Seplveda, Mauricio Valenzuela, Gonzalo Valenzuela,Ana Araya, Franklin Jimnez, Mariana Gonzlez, Pepe Oda, GuillermoRiedemann, Diego Muoz, Mnica Tejos, Irma Tapia, Pepe Auth, JorgeValds, Jorge de la Fuente, Roxana Campos, Marcela Medel, PabloGutirrez, Patricia Hofer, Mauricio lamo, Alicia Alarcn, Isabel Snchez,Sergio Faigenbaum, Erg Rosenmann, Ernesto Pay, Hernn Carreo, RosaFlores, Pablo Montecinos, Catalina Ruz, Marcelo Ramos, Juana Atala,Gregory Cohen, Igor Rosenmann (y quien nos falte que se agregue para laprxima edicin)

    Tambin quiero incorporar aqu el relato de esa poca incluido en lapresentacin del libro de registro fotogrfico de la ACU con que se conme-moraron los 20 aos de su fundacin (oficialmente, en un Saln de la U),en el que resuena con otra potica el mismo espritu con el que escribo estelibro.

    La ACU: Una historia vivida

    El golpe militar de septiembre de 1973 fue sin dudas el msgrave y violento acto contracultural vivido por la sociedad chilena eneste siglo; en ese momento brutal no slo perdimos la democracia, mu-

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    chos all perdimos la confianza, la seguridad y los sueos. Otros, mu-chos otros, perdieron la vida.

    Esa trizadura de la historia comprometi todos los aspectos de lavida cotidiana; desde entonces viviramos muchos aos en un ambiente defragmentacin social, desinformacin y violencia en todas sus formar: ame-nazas, persecucin a las ideas, expulsiones, detenciones arbitrarias, apa-leos, relegaciones, encarcelamientos, campos de concentracin, tortura.La intencin de pulverizar las organizaciones sociales y polticas y ladestruccin fsica y psicolgica de muchos hombres y mujeres, fue siste-mtica y planificada.

    La represin sobrevolaba amenazante las calles de Chile;incursionaba sin lmites por barrios, casas y vidas privadas, poda caersobre la espalda de cualquiera y en cualquier momento. No se saba dondeestaba, como era ni por donde vena. La Universidad no escap a susgarras. Fue detenida, intervenida, amordazada hasta la humillacin, elahogo y el silencio.

    Nosotros, los jvenes estudiantes de ese tiempo, buscbamos algnintersticio para empezar de nuevo la vida.

    Lo primero fue el reencuentro en los pasillos, en los casinos, ha-blando como no hablando, mirndonos en silencio, pensando como nopensando, comunicndonos de a poco, en clave, con seas, contraseas,conocindonos sin reconocernos. poca ciega.

    Despus vinieron algunas tmidas actividades para recibir mecho-nes o para celebrar una semana de la facultad.

    El dolor vivido fue tan profundo, tan grande la rabia, y el miedo tancercano al cuerpo, que cualquier celebracin en ese simulacro de univer-sidad hera nuestra maltratada dignidad. Por desgracia, hasta la diver-sin haba llegado a parecernos ofensiva.

    Lentamente y contra todo empezamos a recuperarnos, a recompo-ner ideas, a crear, inventar y participar. Haba que descubrir cmo hacer-lo; nada fcil, reinaban sombras y sospechas.

    Despus de pequeos eventos en distintas escuelas y luego de pre-sentaciones aisladas de algunos conjuntos folclricos sobrevivientes, sur-

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    gi la idea de invitar a estudiantes-artistas de otras facultades a un en-cuentro mayor. Ese encuentro de msica, palabras y bailes que culmin enoctubre de 1977 con el Primer Festival del Cantar Popular Universitario,dio origen a la Agrupacin Folklrica Universitaria (AFU). En los mesessiguientes se ampliaron los contactos entre diferentes escuelas y surgieronnuevos grupos de estudiantes que deseaban participar; se haca necesariala integracin de otras formas de expresin artstica y una mejor coordi-nacin: en diciembre de 1977 naca la Agrupacin Cultural Universitaria(ACU), primera organizacin estudiantil universitaria bajo la dictadura.

    La ACU comenz a tomar forma en extensas y masivas reunionesde da Sbado en la pieza de piedra casi subterrnea que bautizramoscomo el hoyo de Ingeniera.

    En los aos siguientes se sumaron cientos de estudiantes, carasamigas, sonrisas, tareas, desarrollo de talleres, encuentros, revistas, even-tos, delegados por sedes, directivas, ramas de msica, de teatro, de litera-tura, de plstica, seminarios, acuerdos, desacuerdos, negociaciones, aus-picios, cartas, permisos de las autoridades, exposiciones, marchas, pa-seos, manifestaciones, grandes festivales.

    El gobierno militar, que naci ilegtimo frente a nosotros, tena en-tonces el poder de las armas disparadas y se amparaba en la cobardacriminal de su gran aparato de guerra. Contaba adems con todos losrecursos usurpados y con la estructura burocrtica de un estado sometido.Nosotros nos tenamos solo a nosotros mismos y la fuerza de la rabia. Nosanimaba una clara conciencia crtica, el deseo creador de la juventud, ysobre todo la necesidad de liberar el pensamiento y la imaginacin.

    La ACU, con su activismo cultural incesante, se fue constituyendopaso a paso en una organizacin estudiantil representativa, democrtica ycoordinada.

    Nuestro manifiesto, nunca explcito, era primero tico y luego pol-tico. Luchbamos contra la dictadura y sus signos de muerte; en ese esta-do de cosas no se poda vivir y los jvenes queramos vivir la vida.

    As se inici la reconstruccin de la actividad estudiantil universi-taria, a tientas entre los escombros y el miedo. En ese contexto de apaga-miento y oscurantismo nos refugiamos junto a muchos otros estudiantes enlos pequeos espacios libres de los Talleres Culturales de la ACU. En esos

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    talleres hicimos un arte precario, espontneo, irreverente y urgente. Alltodo se haca con la fuerza de las manos y de lo humano, con las ganas devivir y con la intuicin poltica de una vanguardia rebelde.

    Nuestros grandes temas eran la denuncia de los atropellos, el testi-monio de la brutalidad, la cultura de la vida y la paz.

    Nuestra principal motivacin (aunque no la nica) era la de rebe-larnos en cada gesto, en cada reunin, en cada obra de teatro, en cadafestival, en cada evento. Rebelarnos y construirnos a nosotros mismos enesa rebelda. A la amenaza opusimos inteligencia y osada, a la persecu-cin agilidad y desprecio. Desde el arte, la cultura y la belleza enfrentba-mos al orden existente. Gracias a la existencia de la ACU compartimosuna buena vida comn en tiempos de oscuridad, nos dimos aliento y con-fianza, expandimos juntos la chata lnea del horizonte universitario. Noscantamos y encantamos unos a otros, pudimos sentir la alegrasemiclandestina de esa diversidad naciente. La ACU fue lucha, descanso,oasis, desahogo.

    Hicimos en la prctica nuestra propia universidad, creamos unaespecie de ctedra humanista desjerarquizada en la accin, una escuelade sensibilidad social en movimiento, all conocimos a futuros ingenierosque bailaban, enfermeras que cantaban, agrnomos que pintaban, arqui-tectos, escultores y mdicos que hacan teatro, socilogos que escriban,veterinarios que eran msicos y profesores que hablaban del misterio dela poesa.

    Nos fuimos liberando en los hechos de ese viejo hbito decadentede separar a los estudiantes en carreras excesivamente diferenciadas. Enese mismo movimiento descubrimos la grandeza de la experiencia solida-ria, la alegra de la amistad y la eficacia del esfuerzo compartido.

    La ACU nos entreg, sin pretenderlo, las mejores nociones de unaformacin universitaria integral y, por aadidura, nos dej este ampliomundo de cultura vivida junto a tantos y tan hermosos recuerdos colecti-vos.

    Nos gustan estos recuerdos a pesar de todas las malas horas deentonces. Sabemos, sin dudarlo, que despus de 20 aos tenemos entrenosotros un fragmento nada despreciable de esa dolorosa memoria socialque tanta falta parece hacerle a la universidad y al pas.

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    Ahora, ms viejos y sin ingenuidad, hacemos esta modesta publica-cin como un gesto alegre y carioso, asociado al esfuerzo de otros porrecuperar algunos trozos de la historia desde la negacin y el olvido.

    La ACU fue superada naturalmente por las circunstancias histri-cas, desde all se fue recuperando el movimiento estudiantil hasta rearti-cular finalmente sus bases y sus organizaciones.

    Quedar, sin embargo, que en las peores circunstancias, los estu-diantes fuimos capaces de establecer contacto en el aislamiento y cons-truir una importante organizacin poltico-cultural.

    Quedar que ms all de su intenso activismo, la ACU fue sinduda una agrupacin primaria de amistad, de creatividad, de vecindadideolgica y de reconocimiento amoroso en pocas de desmembramientoy regresin.

    La ACU nos salv la vida.

    La ACU realiz el Cuarto Festival de Teatro Universitario en Agos-to-Septiembre de 1981, y en el citado Libracu de la ACU, tras esta activi-dad, se anota: cuando cae el teln para la ACU, la dispora consagr anuestros creadores, inscribindose as la historia de esta importante agru-pacin cultural universitaria en la periodicidad de este relato que culminaun ciclo hacia el 82, y da paso al cambio generacional y al inicio de losmovimientos sociales, y en particular para la universidad al movimientoestudiantil de los 80.

    Lucho Lebert, del Santiago del Nuevo Extremo, haba partido estu-diando arquitectura en Valparaso los aos 74 y 75. En esos das tocabasolo, encerrado en su pieza y nadie hablaba del Golpe. El 76 anduvo dehippie, sin estudiar, y el 77 ingres a Arquitectura a la U. De Chile enSantiago. All se encontr en medio de la movida, y al mes de ingresarparticipa en la formacin del Santiago del Nuevo Extremo. Al calor de unaconversa en el patio, o tomando unas cervezas, con Sebastin Dahm y conPedro Villagra, fueron naciendo sus canciones.

    Ellos no son militantes. Lucho me cont que Sebastin Dahm, unode los fundadores del Santiago, lleg un da a una reunin del grupo y nosdijo: estamos en la ACU. Das despus nos dijo: Vamos a ir a cantar en unfestival de la ACU. Yo fui a una sola reunin de esa agrupacin prosigue

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    Lucho- como delegado de Arquitectura, y ah cach que no me entendanadie. Fui a esa nica reunin. Pero igual tocbamos en cualquier en-cuentro de la ACU.

    Era un deleite escuchar al Santiago en el campus Macul y en losdems recitales de la ACU o en otros escenarios, porque eran una invita-cin perfecta a combinar el amor por la polola con la lucha contra la dicta-dura. No as los Aquelarre o los Ortiga, a quienes tambin era un deleiteescucharlos, pero eran menos sensuales y ldicos, o Schwenke y Nilo, quesiendo dulces eran la expresin misma del dolor.

    Otra lnea de expresin cultural de comienzos de la dictadura quelogr mantenerse fue la msica andina que pudo lograr un espacio para suscanciones instrumentales. Para nosotros, en el imaginario de la resistenciacultural, esta msica andina era una pasada de lo nuestro, de los pueblos origi-narios, del pueblo. De estos grupos sumo a mi recuerdo los que nombra PatriciaDaz en su libro El Canto Nuevo chileno: Kollahuara, Illapu, Guamary,Yahuarcoya, Tacora, Wampara, Curacas, Kamac Pacha, Inti y Tambo.

    Recuerda tambin Patricia que la influencia de estos conjuntos lle-v a la formacin del grupo Huiracocha, formado por estudiantes secunda-rios del Instituto Nacional, que tras egresar se pasaron a llamar Antara, yque participaron en todo el movimiento del Canto Nuevo. A ellos los escu-ch tantas veces en esa vida vivida en los recitales, peas y cafs culturalesque surgiran despus pero me adelanto. Otra ancdota adelantada es que alIllapu, que sale de gira a Europa, le prohben el regreso al pas, y queda enel exilio, ligndose al circuito en el exterior de la Nueva Cancin Chilena.Con ellos me encontr el 79 en Venezuela.

    El ao 77 se inici tambin el concepto de encuentros artsticos,tales como los Encuentros de Juventud y Canto en la Parroquia Universita-ria, el Primer Festival Universitario del Cantar Popular, y la Semana por laCultura y la Paz, entre otros. Tambin los recitales del Sello Alerce: Lagran noche del folklore, en el teatro Caupolicn; y los recitales en el teatroCariola de la productora Nuestro Canto. Los nombres de los recitales deNuestro Canto son todos alusivos: Amrica la Patria Grande, Los pa-triotas, Narradores de la Patria, casi obsesivamente en torno a esta ima-gen que a la vez acusaba y disfrazaba la intencin crtica, refiriendo a unapatria mayor, ms de todos, que la que estaba proponiendo la dictadura. Ala vez, expresaban esta tendencia a realizar eventos como se dira hoymultimedia: msica, teatro, literatura y plstica.

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    Tengo dos recuerdos memorables de aquellos encuentros de Ju-ventud y Canto en la Parroquia Universitaria. El primero fue cuando Eduar-do Peralta le cede un espacio de su presentacin a dos jvenes recinllegados de Valdivia, no tenan nombre de grupo Mapuche ni Aymara, sim-plemente sus apellidos reales: Schwenke y Nilo. Cantaron slo dos cancio-nes: Mi Canto y El Viaje, con sus guitarras desafinadas, y con ellasse aduearon de la noche. El otro momento imborrable fue la vuelta a losescenarios del grupo Los Blops, quienes haban dejado de tocar juntospor muchos aos, a pesar de haber sido muy famosos antes del 73, espe-cialmente por la cancin, himno de la juventud a esas alturas, Los Mo-mentos. En una versin muy reducida del grupo, slo Eduardo Gatti yJuan Pablo Orrego, lograron un lleno tan grande como emocionante.Muchos jvenes se vieron obligados a subir a los costados del escenariopara poder estar presente en una parroquia totalmente desbordada. Ya nose trataba solamente de una juventud cristiana o de universitariospolitizados, con Los Blops entra tambin una porcin nueva de jvenesneo-hippies, pacifistas, ecologistas, contestatarios de una forma de vidaque no tenan ningn rbol a donde arrimarse. Una sensibilidad que tam-bin fue forjando despus una cierta tendencia en lo que sera despus LaBicicleta. (lvaro Godoy)

    Mi experiencia fue en los Encuentros de Juventud y Canto realiza-dos en el galpn de la Parroquia Universitaria en los aos 1977 y 78. LosEncuentros eran organizados todos los sbados por la productora CantoJoven en conjunto con el Instituto Chileno de Estudios Humansticos. Eranaos duros, pero de mucha unidad, creatividad y solidaridad, en un gal-pn donde los creadores de la poca aprovechaban las pequeas oportu-nidades para expresar de forma inteligente y con mucha calidad, un men-saje de esperanza en un tiempo oscuro y de miedo que vivimos en nuestropas. La idea fuerza Por el Hombre y la Vida nos reunimos y cantamos fueuno de tantos gritos por la libertad. Uno de los mensajes en aquella pocaera Confiamos en una juventud que no se agota en su rebelda, ni se extin-gue en la protesta y que, al contrario, quiere construir desde toda su capa-cidad creativa. Una juventud cuya esperanza est puesta en la vida. Espe-ranza que slo tiene sentido en el marco de una verdadera libertad, ya quesin libertad para crear y compartir, la juventud se desangra vanamente,sin siquiera comprenderse a s misma. Sin libertad no hay creacin. Sinlibertad no es posible la vida. (Dptico Por el Hombre y la Vida 1977-1978)

    Tenamos conciencia los catlicos y cristianos que organizba-mos estas actividades culturales que no todos comulgaban con nuestra fe,

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    pero hay que destacar el enorme respeto y apoyo que entreg el mundocatlico a los ms perseguidos. Fundamental en esto fue el Cardenal RalSilva Henrquez.

    Los Encuentros de Juventud y Canto fueron un real aporte por lalucha y la recuperacin de la democracia. Segn cifras, en estos eventosparticiparon alrededor de 10.000 jvenes durante dos aos. Hubo artistasconnotados como el estudiante de periodismo Eduardo Peralta; el GrupoAquelarre con sus integrantes Nicols Eyzaguirre, Patricio Valdivia, Joa-qun Eyzaguirre; el Grupo Abril con la participacin de Patricia Daz,Tati Penna y Gonzalo Acua; el grupo Bauhaus donde se destaca al va-liente Hernn Flaco Robles con brillantes libretos humorsticos; GrupoAmauta; Santiago del Nuevo Extremo; Isabel Aldunate; Illapu, CeciliaEchenique; Ortiga; Cantierra, Eduardo Gatti y Fernando Ubiergo. La vi-sita internacional de Joan Bez, fue una misa muy especial. Tambin huboencuentros de Poesa con Guillermo Blanco y Miguel Arteche entre otros.Hubo un evento hermoso con el actor Roberto Parada. Claudio Di Girlamonos acompa con talleres de teatro y una obra titulada La Virgen Emba-razada.

    Un reconocimiento especial en este espacio de libertad es para elcura Padre Percival Cowley, quien se jug mucho corriendo todo tipo deriesgos en aquella poca. Tal vez en la Parroquia Universitaria se respira-ba un espacio de esperanza y grupos de colegios, universitarios y agrupa-ciones culturales de otras zonas de Santiago pedan este galpn de la li-bertad y la esperanza. (Enrique Bertrn A.)

    Fuera de Chile, Quilapayn, Inti Illimani, Isabel y ngel Parra, PatoManns, Gitano Rodrguez, mantenan viva la Nueva Cancin Chilena y lasolidaridad con el pas, junto con crear canciones para ese nuevo momentode la historia del pueblo.

    Otra importante organizacin de esa poca fue la Unin de Escrito-res Jvenes (UEJ). La idea era recuperar las instituciones tradicionales delmundo de la cultura, como lo era la Sociedad de Escritores de Chile enAlmirante Simpson 7. Nos abrieron las puertas Luis Snchez Latorre yEmilio Oviedo que estaban en su directorio, y eran cercanos a la Democra-cia Cristiana. En esta agrupacion participaban: Gregory Cohen, AntonioGil, Paula Edwards, lvaro Godoy, Erik Polhammer, Jorge Luis Ramrez,Armando Rubio, Jorge Ramrez Galdames hoy Jorge Ragal- Pancho Zaartu,Cecilia Atria, Brbara Dlano, hermosa dama poeta que despedimos a su

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    muerte con mariachis en la iglesia de plaza Pedro de Valdivia; Rebeca Araya,Ricardo vila, Alfonso Vsquez, Alex Walte, Varsovia Viveros, AlbertoRojas yTeodoro Cassua. Como esa organizacin era nuestra, tenamos alpresidente, Ricardo Wilson.

    Me escribe desde Pars en octubre del 2013 a quien conoc comoTeodoro Cassua y me cuenta que yo ocup ese seudnimo para no mos-trar mi verdadero nombre y apellido, ya que mi padre haba tenido muchosproblemas como Director de Bellas Artes de la Chile, escuela que estabaen el Parque Forestal. Para borrar pistas pblicas me puse un seudnimocon el que t me conociste. Luego al salir de Chile lo dej de lado y volva mi nombre de familia, Pablo Poblete, que despus de 33 agnos en Fran-cia me lo afrancisaron y qued Poblte, con acento francs, y as lo asu-m; y me enva el fragmento de un testimonio suyo sobre la UEJ.

    Hacia el ao 1977, en Santiago, se cre la Unin de EscritoresJvenes de Chile, bajo el alero protector de la SECH, iniciativa orientaday dirigida por Ricardo Wilson. La UEJ Fue una agrupacin de jvenespoetas (de aquellos nombres que recuerdo: Ricardo Wilson, Jorge Ramrez,Antonio Gil, Brbara Dlano, Eduardo Llanos, Paula Edwards, ArmandoRubio, Alfonso Vsquez, Francisco Zaartu, Cecilia Atria, Varsovia Vive-ros, Rebeca Araya. Por mi parte yo trataba de integrar el mximo de ami-gos a que adhirieran a la UEJ. es as que present a mis amigos LeonardoInfante, Gregory Cohen, Juan-Jos Cabezn Puig, Erick Polhammer,Vernica Poblete, entre otros. Entonces yo firmaba bajo el seudnimo deTeodoro Cassua, seudnimo que camuflaba bien mi accin pblica de ex-militante comunista, y de ser hijo del conocido pintor constructivo, Chile-no, Gustavo Poblete Cataln, Ex-Director y profesor de la Escuela de Be-llas Artes de la U. de Chile durante el periodo del golpe militar, exoneradobajo la amenaza del fiscal militar y bajo falsas acusaciones de su secreta-ria en la universidad, quin se transformara posteriormente en Directorade la Escuela de bellas Artes de la U. de Chile (Parque Forestal). Mi padrevivi un exilio interior, castigndolo con una prohibicin total de hacerclases en cualquiera universidad, al mismo tiempo que le quemaron todossu documentos universitarios , administrativos, situacin, de la cual debahasta agradecer pues de lo contrari era la crcel y mucho ms trgico an.

    La UEJ se crea y toma forma, por la necesidad de defender el dere-cho de expresar la poesa pblicamente y no en una escritura de catacum-bas, clandestina. Este aspecto es una de las originalidades de nuestro mo-vimiento comparndolo a otros movimientos de resistencia en otras dicta-

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    duras de aquella poca los cuales eran generalmente movimientos de ar-tistas y poetas clandestinos. Nuestra forma de trabajar la accin poticapblica, fue lejos de ser banal, sobre todo bajo esta dictadura militar deChile en su primer decenio. Con la UEJ en medio de muchas adversidadesy peligros, (se nos prohiba realizar afiches, reunirnos, vender nuestroslibros de poesa, se nos prohiban los micrfonos en acto pblico etc.)creamos un movimiento generador y renovador, con la particularidad deconverger poesa, militancia social y resistencia cultural. Estos tres as-pectos fueron ntimamente relacionados con una gran conciencia del rolde la poesa y del poeta en nuestra sociedad, en una sociedad donde elhorror, la persecucin, la represin y la censura, era el pan nuestro decada da Los poetas jvenes de entonces hicieron prueba de gran coraje ydignidad, y este legado a las actuales generaciones de poetas es inamovible, ycuriosamente muy poco o casi nada se ha abordado en los estudios histricosde la poesa, generacin post golpe: 73-79 siendo este movimiento una baseimportante que aport a la identidad histrica de la poesa Chilena en elsegundo periodo del siglo XX, creando tambin una ruptura, aunque muchasveces esta ruptura fue y ha sido negada. Por qu este olvido y el quererenterrar este movimiento de jvenes poetas post-golpe, aos 70?

    Como jvenes poetas, luchamos y ganamos el derecho de hacerpoesa mas all de la censura y de toda una serie de prohibiciones impues-tas; en esta situacin, personalmente me confront a la compleja ecua-cin de Cmo escribir libremente lo que nos estaba prohibido de escri-bir y expresarlo abiertamente al pblico y publicarlo? En bsqueda delresultado de esta ecuacin-potica surgieron mis Sico-Poemas o Poe-mas Teatrales los cuales eran un reflejo directo de los aspectos sicolgicosperturbados y enfermizos, patolgicos de la sicologa colectiva del pas.En general los poetas adherentes a la UEJ, fueron conformando una poe-sa de cdigos, una poesa con imgenes equivalentes, camuflada, refu-giada con palabras y conceptos en exilio en un estilo de pseudo surrealis-mo contenido calculado y lejos de todo automatismo. Pero no todos adop-tamos este mecanismo potico de sobrevivencia Otros desarrollaron unapoesa de humor y absurdo, la cual tena bastante escucha y seguidores,por su capacidad de hacer rer y entretener a un pblico agobiado y car-gado de angustia. Esta poesa tena como referencia cultural en formaevidente, la antipoesa Parriana, pero obligados a un lenguaje metafricoy menos directo, por las razones anteriormente evocadas. A fines de 1977creamos el Taller Santiago de Poesa (Gregory Cohen, Juan Jos CabeznPuig, Leonardo Infante, Pablo Poblte) con el fin de explorar otra poesaque estuviera ms de acuerdo con la realidad que vivamos, explorando en

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    lo formal e integrando otras expresiones, como la fotografa, lo gestual, looral, el grafismo. En el mismo periodo cre y dirig el taller experimentalde poesa de la escuela de Bellas Artes U. de Chile (Macul) con ClaudioPrez, Patricio Rueda, Manuel Camargo, Roberto Zamorano, Juan-JosCabezn Puig, entre otros alumnos. Gracias a la gestin de Rolland Hussonencargado de cultura de la embajada de Francia en los aos 70 en Chile,pudimos realizar una lectura remunerada, (hecho extremadamente inusualen esos tiempos) en el Instituto Francs de Valparaso, entre otras lecturaspublicas universitarias. (Coraje de los jvenes poetas Generacin Post-Golpe (73-79). U.E.J. (Unin de Escritores Jvenes de Chile 1977) Y TallerSantiago de Poesa. Extracto de conferencia, Paris (2002) Sorbonne Poe-sa Chilena y Dictadura del 73 al 79 A la memoria de los poetas ElianaNavarro, Miguel Vicua, Armando Rubio, Rodrigo Lira, Carlos Ren Co-rrea) (Testimonio de Pablo Poblte)

    1978

    En diciembre del 77 Naciones Unidas conden al rgimen chilenopor violaciones a los derechos humanos. Pinochet anuncia por cadena na-cional la convocatoria a un plebiscito para respaldar al gobierno militarfrente a la agresin internacional. ste se realiza el 4 de Enero del 78.

    Recuerdo salir a cargo de un piquete para volantear por el No en eseprimer plebiscito. Nos dirigimos varios militantes de la UJD y algunosamigos antidictadura independientes a hacer el volanteo al barrio Brasil,tal como se nos haba asignado. Pero tengo que confesar que comet ungran error al prolongar el tiempo de panfleteo ms all de lo qu